martes, 23 de octubre de 2012

Martes 23 de Octubre de 2012. San Juan de Capistrano ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 35-38

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Estén preparados, con la túnica puesta y las lámparas encendidas; sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos los criados a quienes el señor encuentre despiertos cuando llegue: les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

mar 29a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Escucha, Señor, mi voz y mis clamores y ven en mi ayuda; no me rechaces, no me abandones, Dios, salvador mío.

Oración Colecta

Oremos:
Dios nuestro, fuerza de todos los que en ti confían; ayúdanos con tu gracia, sin la cual nada puede nuestra humana debilidad, para que podamos serte fieles en la observancia de tus mandamientos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Cristo es nuestra paz; él hizo de los judíos y de los no judíos un solo pueblo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 12-22

Hermanos: Recuerden que antes vivían sin Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a la alianza y su promesa, sin esperanza ni Dios en el mundo. Ahora, en cambio, unidos a Cristo Jesús y gracias a su muerte, los que antes estaban lejos han sido acercados.
Porque Cristo es nuestra paz. El hizo de los dos pueblos uno solo, destruyendo en su propio cuerpo la barrera que los separaba: el odio. El abolió la ley con sus mandatos y reglamentos, para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad restableciendo la paz. El ha reconciliado a los dos pueblos con Dios, uniéndolos en un solo cuerpo por medio de la cruz y destruyendo la enemistad. Vino para anunciar la buena nueva de la paz: paz a ustedes, los de lejos, paz también a los de cerca. Así, unos y otros podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
En consecuencia, ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios. Han sido edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado y se va levantando hasta formar un templo santo al Señor; y unidos a él, también ustedes se van incorporando a la construcción, por medio del Espíritu Santo, para ser morada de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 84, 9ab-10.11-12.13-14

Dios anuncia la paz a su pueblo.

Voy a escuchar lo que me promete Dios: el Señor anuncia la paz a su pueblo y a sus fieles. La salvación está cerca de los que le honran, Dios habitará en nuestra tierra.
Dios anuncia la paz a su pueblo.

El amor y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se abrazan; la fidelidad surge de la tierra, y la justicia se asoma desde el cielo.
Dios anuncia la paz a su pueblo.

El Señor también nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su cosecha; la justicia irá delante de él y seguirá su camino.
Dios anuncia la paz a su pueblo.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo del hombre.
Aleluya.

Evangelio

Dichosos aquéllos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 35-38

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Estén preparados, con la túnica puesta y las lámparas encendidas; sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos los criados a quienes el señor encuentre despiertos cuando llegue: les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Dios nuestro, que en estos dones que te presentamos has otorgado al ser humano el pan que lo alimenta y el sacramento que da nueva vida, haz que nunca llegue a faltarnos este sustento del cuerpo y del espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

El misterio de nuestra salvación en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria diciendo:

Antífona de la Comunión

Padre santo, guarda en tu nombre a los que me has dado para que sean uno como nosotros, dice el Señor.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que nuestra participación en este sacramento, signo de la unión de los fieles en ti, contribuya, Señor, a la unidad de tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

 

 

Dia 23/10 San Juan de Capistrano (presbítero, blanco)

Antífona de Entrada

Estos son los hombres santos, amigos de Dios, insignes predicadores del Evangelio.

Oración Colecta

Oremos:
Señor y Dios nuestro, tú que concediste a los pueblos infieles salir de las tinieblas a la luz de la verdad mediante la predicación de san Juan de Capistrano; concédenos, por su intercesión, permanecer firmes en la fe y constantes en la esperanza evangélica que él anunció.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Dios nos confirió el ministerio de la reconciliación

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
5, 14-20

Hermanos: El amor de Cristo nos apremia, al pensar que si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos para que los que viven ya no vivan para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Por eso nosotros ya no juzgamos a nadie con criterios humanos. Si alguna vez hemos juzgado a Cristo con tales criterios, ahora ya no lo hacemos. El que vive según Cristo es una criatura nueva; para él todo lo viejo ha pasado; ya todo es nuevo.
Todo esto proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y que nos confirió el ministerio de la reconciliación. Porque, efectivamente, en Cristo, Dios reconcilió al mundo consigo y renunció a tomar en cuenta los pecados de los hombres, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación. Por eso, nosotros somos embajadores de Cristo, y por nuestro medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 15

Tú, Señor, eres mi herencia.

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos.
Tú, Señor, eres mi herencia.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado jamás tropezaré.
Tú, Señor, eres mi herencia.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti.
Tú, Señor, eres mi herencia.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Aleluya.

Evangelio

Te seguiré a dondequiera que vayas.

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas
9, 57-62

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, alguien le dijo:
"Te seguiré a dondequiera que vayas".
Jesús le respondió:
"Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza".
A otro, Jesús le dijo:
"Sígueme".
Pero él le respondió:
"Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre".
Jesús le replicó:
"Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios".
Otro le dijo:
"Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia".
Jesús le contestó:
"El que empuña el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta Señor todopoderoso, el sacrificio que vamos a ofrecerte en honor de san Juan de Capistrano, y a cuantos celebramos los misterios de la pasión de tu Hijo, concédenos imitarlo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de Juan Capistrano, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

Yo mismo apacentaré mis ovejas, dice el Señor; yo les buscaré un lugar para su descanso.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Por la gracia de este sacramento, confirma, Señor, a tus hijos en la verdad de la fe, para que den testimonio de ella con las palabras y las obras, a ejemplo de san Juan Capistrano, que consagró su vida a propagarla.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

29ª semana. Martes

LA VIGILANCIA EN EL AMOR

— Con las lámparas encendidas.

— La lucha en lo que parece de poca importancia nos mantendrá vigilantes.

— Alerta contra la tibieza.

I. Tened ceñidas vuestras cinturas y las lámparas encendidas, y estad como quienes aguardan a su amo cuando vuelve de las nupcias, para abrirle en cuanto venga y llame, leemos en el Evangelio de la Misa1. El tener “ceñida la cintura” es una metáfora basada en las costumbres de los hebreos, y en general de todos los habitantes de Oriente Medio, que ceñían sus amplias vestiduras antes de emprender un viaje para caminar sin dificultad. En el relato del Éxodo se narra la prescripción de Dios a los israelitas de celebrar el sacrificio de la Pascua con la ropa ceñida, las sandalias calzadas y el bastón en la mano2, porque iba a comenzar el itinerario hacia la tierra de promisión. Del mismo modo, tener las lámparas encendidas indica la actitud atenta, propia del que espera la llegada de alguien.

El Señor nos dice una vez más que nuestra actitud ha de ser como la de aquel que está a punto de emprender un viaje, o de quien espera a alguien importante. La situación del cristiano no puede ser de somnolencia y de descuido. Y esto por dos razones: porque el enemigo está siempre al acecho, como león rugiente, buscando a quien devorar3, y porque quien ama no duerme4. “Vigilar es propio del amor. Cuando se ama a una persona, el corazón vigila siempre, esperándola, y cada minuto que pasa sin ella es en función de ella y transcurre vigilante (...). Jesús pide el amor. Por eso solicita vigilancia”5. En Italia, muy cerca de Castelgandolfo, hay una imagen de la Virgen colocada junto a una bifurcación de carreteras, y tiene la siguiente inscripción: Cor meum vigilat. El Corazón de la Virgen está vigilante por Amor. Así debe estar el nuestro: vigilante por amor, y para descubrir al Amor que pasa cerca de nosotros. Enseña San Ambrosio que si el alma está adormecida, Jesús se marcha sin haber llamado a nuestra puerta, pero si el corazón está en vela, llama y pide que se le abra6. Muchas veces a lo largo del día pasa Jesús a nuestro lado. ¡Qué pena si la tibieza impidiera verlo!

“¡Cuánto te amo, Señor, mi fortaleza, mi alcázar, mi libertad! (Sal 17, 2-3). Eres lo más deseable y amable que puede imaginarse. ¡Dios mío, ayuda mía! Te amaré según me lo concedas y yo pueda, mucho menos de lo debido, pero no menos de lo que puedo... Podré más si aumentas mi capacidad, pero nunca llegaré a lo que te mereces”7. No permitas que, por falta de vigilancia, otras cosas ocupen el lugar que solo Tú debes llenar. Enséñame a mantener el alma libre para Ti, y el corazón dispuesto para cuando llegues.

II. Me pondré de centinela, // haré la guardia oteando a ver qué me dice, // qué respondo a su llamada8. San Bernardo, comentando estas palabras del Profeta, nos exhorta: “Estemos también nosotros, hermanos, vigilantes, porque es la hora del combate”9. Es necesario luchar cada día, frecuentemente en pequeños detalles, porque en cada jornada vamos a encontrar obstáculos que nos separan de Dios. Muchas veces el empeño por mantenernos en este estado de vigilia, bien opuesto a la tibieza, se concretará en fortaleza para cumplir nuestros actos de piedad, esos encuentros con el Señor que nos llenan de fuerzas y de paz. Hemos de estar atentos para no abandonarlos por cualquier imprevisto que se presente, sin dejarnos llevar por el estado de ánimo de ese día o de ese momento.

Otras veces nuestra lucha estará más centrada en el modo de vivir la caridad, corrigiendo formas destempladas del carácter (del mal carácter), esforzándonos en ser cordiales, en servir a los demás, en tener buen humor...; o tendremos que empeñarnos en realizar mejor el trabajo, en ser más puntuales, en poner los medios oportunos para que nuestra formación humana, profesional y espiritual no se estanque... Este estado de vigilia, como el del centinela que guarda la ciudad, no nos garantiza que siempre hayamos de vencer: junto a las victorias, tendremos también derrotas (metas que no alcanzamos, propósitos que no acabamos de cumplir bien...). Muchos de estos fracasos carecerán ordinariamente de importancia; otros sí la tendrán, pero el desagravio y la contrición nos acercarán más aún al Señor, y nos darán fuerzas para recomenzar de nuevo... “Lo grave –escribe San Juan Crisóstomo a uno que se había separado de la fe– no es que quien lucha caiga, sino que permanezca en la caída; lo grave no es que uno sea herido en la guerra, sino desesperarse después de recibido el golpe y no curar la herida”10.

No olvidemos que en la lucha en lo pequeño, el alma se fortalece y se dispone para oír las continuas inspiraciones y mociones del Espíritu Santo. Y es ahí también, en el descuido de lo que parece de poca importancia (puntualidad, dedicar al Señor el mejor tiempo para la oración, la pequeña mortificación en las comidas, en la guarda de los sentidos...), donde el enemigo se hace peligroso y difícil de vencer. “Hemos de convencernos de que el mayor enemigo de la roca no es el pico o el hacha, ni el golpe de cualquier otro instrumento, por contundente que sea: es esa agua menuda, que se mete, gota a gota, entre las grietas de la peña, hasta arruinar su estructura. El peligro más fuerte para el cristiano es despreciar la pelea en esas escaramuzas, que calan poco a poco en el alma, hasta volverla blanda, quebradiza e indiferente, insensible a las voces de Dios”11.

III. Es tan grata a Dios la actitud del alma que, día tras día y hora tras hora, aguarda vigilante la llegada de su Señor, que Jesús exclama en la parábola que nos propone: ¡Dichosos aquellos siervos a los que al volver su amo los encuentre vigilando! Y, olvidando quién es el criado y quién el señor, sienta a la mesa al criado y él mismo le sirve. Es el amor infinito que no teme invertir los puestos que a cada uno corresponden: En verdad os digo que se ceñirá la cintura, les hará sentar a la mesa y acercándose les servirá. Las promesas de intimidad con Dios van más allá de lo que podemos imaginar. Vale la pena estar vigilantes, con el alma llena de esperanza, atentos a los pasos del Señor que llega.

El corazón que ama está alerta, como el centinela en la trinchera; el que anda metido en la tibieza, duerme. El estado de tibieza se parece a una pendiente inclinada que cada vez se separa más de Dios. Casi insensiblemente nace una cierta preocupación por no excederse, por quedarse en lo suficiente para no caer en el pecado mortal, aunque se acepta con frecuencia el venial. Y se justifica esta actitud de poca lucha y de falta de exigencia personal con razones de naturalidad, de eficacia, de salud, que ayudan al tibio a ser indulgente con sus pequeños afectos desordenados, apegos a personas o cosas, caprichos, excesiva tendencia a buscar una mayor comodidad..., que llegan a presentarse como una necesidad subjetiva. La fuerzas del alma se van debilitando cada vez más, hasta llegar, si no se remedia, a pecados más graves.

El alma adormecida en la tibieza vive sin verdaderos objetivos en la lucha interior que atraigan e ilusionen. “Se va tirando”. Se ha dejado el empeño por ser mejores, o se lleva una lucha ficticia e ineficaz. Queda en el corazón un vacío de Dios que el tibio intenta llenar con otras cosas, que no son Dios y no llenan; y un especial y característico desaliento impregna toda la vida de relación con el Señor. Se pierde la prontitud y la alegría en la entrega, y la fe queda apagada, precisamente porque se ha enfriado el amor. A un estado de tibieza le ha precedido siempre un conjunto de pequeñas infidelidades, cuya culpa –no zanjada– está influyendo en las relaciones de esa alma con Dios.

Tened ceñidas las cinturas y las lámparas encendidas..., atentos a los pasos del Señor. Es una llamada a mantenernos alerta, con la lucha diaria planteada en puntos muy concretos. Nadie estuvo más atento a la llegada de Cristo a la tierra que su Madre Santa María. Ella nos enseñará a mantenernos vigilantes si alguna vez sentimos que ese mal sueño hace su presencia en el alma.

“¡Señor, qué bueno eres para el que te busca! Y ¿para el que te encuentra?”12. Nosotros lo hemos encontrado. No lo perdamos.

1 Lc 12, 35-38. — 2 Ex 12, 11. — 3 Cfr. 1 Pdr 5, 8. — 4 Cfr. Cant 2, 5. — 5 Ch. Lubich, Meditaciones, p. 33. — 6 Cfr. San Ambrosio, Comentario al Salmo 18. — 7 San Bernardo, Tratado sobre el amor de Dios, VI, 16. — 8 Heb 2, 1. — 9 San Bernardo, Sermón 5, 4. — 10 San Juan Crisóstomo, Exhortación II a Teodoro caído, 1. — 11 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 77. — 12 San Bernardo, Tratado sobre el amor de Dios, VII, 22.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Juan de Capistrano
Religioso, predicador
Año 1456

Gran apóstol: alcánzanos de Dios entusiasmo y valor para 
defender siempre nuestra amada religión católica.

 Orad y trabajad por la nación donde estáis viviendo, 
porque su bien será vuestro bien (S. Biblia. Jeremías 29).

Es este uno de los predicadores más famosos que ha tenido la Iglesia Católica.

Nació en un pueblecito llamado Capistrano, en la región montañosa de Italia, en 1386. Fue un estudiante sumamente consagrado a sus deberes y llegó a ser abogado y juez, y gobernador de Perugia. Pero en una guerra contra otra ciudad cayó prisionero, y en la cárcel se puso a meditar y se dio cuenta de que en vez de dedicarse a conseguir dinero, honores y dignidades en el mundo, era mejor dedicarse a conseguir la santidad y la salvación en una comunidad de religiosos, y entró de franciscano.

Como era muy vanidoso y le gustaba mucho aparecer, dispuso vencer su orgullo recorriendo la ciudad cabalgando en un pobre burro, pero montado al revés, mirando hacia atrás, y con un sombrero de papel en el cual había escrito en grandes letras: "Soy un miserable pecador". La gente le silbó y le lanzaron piedras y basura. Así llegó hasta el convento de los franciscanos a pedir que lo recibieran de religioso.

El Padre maestro de novicios dispuso ponerle pruebas muy duras para ver si en verdad este hombre de 30 años era capaz de ser religioso humilde y sacrificado. Lo humillaba sin compasión y lo dedicaba a los oficios más cansones y humildes, pero Juan en vez de disgustarse le conservó una profunda gratitud por toda su vida, pues le supo formar un verdadero carácter, y lo preparó para enfrentarse valientemente a las dificultades de la vida. Él recordaba muy bien aquellas palabras de Jesús: "Si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, se queda sin producir fruto, pero si muere producirá mucho fruto"(Jn. 12,24).

A los 33 años fue ordenado de sacerdote y luego, durante 40 años recorrió toda Europa predicando con enormes éxitos espirituales. Tuvo por maestro de predicación y por guía espiritual al gran San Bernardino de Siena, y formando grupos de seis y ocho religiosos se distribuyeron primero por toda Italia, y después por los demás países de Europa predicando la conversión y la penitencia.

Juan tenía que predicar en los campos y en las plazas porque el gentío tan enorme no cabía en las iglesias.

Su presencia de predicador era impresionante. Flaco, pálido, penitente, con voz sonora y penetrante; un semblante luminoso, y unos ojos brillantes que parecían traspasar el alma, conmovía hasta a los más indiferentes. La gente lo llamaba "El padre piadoso", "el santo predicador". Vibraba en la predicación de las verdades eternas. La gente al verlo y oírlo recordaba la figura austera de San Juan Bautista predicando conversión en las orillas del río Jordán. Y les repetía las palabras del Bautista: "Raza de víboras: tienen que producir frutos de conversión. Porque ya está el hacha de la justicia divina junto a la vida de cada uno, y árbol que no produce frutos de obras buenas será cortado y echado al fuego" (Lc. 3,7).

Muchos pedían a gritos la confesión, prometiendo cambiar de vida y estallaban en llanto de arrepentimiento. Las gentes traían sus objetos e superstición y los libros de brujería y otros juegos y los quemaban en públicas hogueras en la mitad de las plazas.

Muchos jóvenes al oírlo predicar se proponían irse de religiosos. En Alemania consiguió 120 jóvenes para las comunidades religiosas y en Polonia 130.

Sus sermones eran de dos y tres horas, pero a los oyentes se les pasaba el tiempo sin darse cuenta. Atacaba sin miedo a los vicios y malas costumbres, y muchísimos, después de escucharle, dejaban sus malas amistades y las borracheras.

Después de predicar se iba a visitar enfermos, y con sus oraciones y su bendición sacerdotal obtenía innumerables curaciones.

Juan convertía pecadores no sólo por su predicación tan elocuente y fuerte, sino por su gran espíritu de penitencia. Dormía pocas horas cada noche. Vestía siempre trajes sumamente pobres. Comía muy poco, y siempre alimentos burdos y nunca comidas finas ni especiales. Una artritis muy dolorosa lo hacía cojear y dolores muy fuertes de estómago lo hacían retorcerse, pero su rostro era siempre alegre y jovial. En su cuerpo era débil pero en su espíritu era un gigante.

Después de muerto reunieron los apuntes de los estudios que hizo para preparar sus sermones y suman 17 gruesos volúmenes.

La Comunidad Franciscana lo eligió por dos veces como Vicario Genera, y aprovechó este altísimo cargo para tratar de reformar la vida religiosa de los franciscanos, llegando a conseguir que en toda Europa esta Orden religiosa llegara a un gran fervor.

Muchos se le oponían a sus ideas de reformar y de volver más fervorosos a los religiosos. Y lo que más lo hacía sufrir era que la oposición venía de sus mismos colegas en el apostolado. Se cumplía en él lo que dice el Salmo: "Aquél que comía conmigo el pan en la misma mesa, se ha declarado en contra de mí". Pero esas incomprensiones le sirvieron para no dedicarse a buscar las alabanzas de las gentes, sino las felicitaciones de Dios. Él repetía la frase de San Pablo: "Si lo que busco es agradar a la gente, ya no seré siervo de Cristo".

Juan tenía unas dotes nada comunes para la diplomacia. Era sabio, era prudente, y medía muy bien sus juicios y sus palabras. Había sido juez y gobernador y sabía tratar muy bien a las personas. Por eso cuatro Pontífices (Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III) lo emplearon como embajador en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas y con muy buenos resultados. Tres veces le ofrecieron los Sumos Pontífices nombrarlo obispo de importantes ciudades, pero prefirió seguir siendo humilde predicador, pobre y sin títulos honoríficos.

40 años llevaba Juan predicando de ciudad en ciudad y de nación en nación, con enormes frutos espirituales, cuando a la edad de 70 años lo llamó Dios a que le colaborara en la liberación de sus católicos en Hungría. Y fue de la siguiente manera.

En 1453 los turcos musulmanes se habían apoderado de Constantinopla, y se propusieron invadir a Europa para acabar con el cristianismo. Y se dirigieron a Hungría.

Las noticias que llegaban de Serbia, nación invadida por los turcos, eran impresionantes. Crueldades salvajes contra los que no quisieran renegar de la fe en Cristo, y destrucción de todo lo que fuera cristiano católico.

Entonces Juan se fue a Hungría y recorrió toda la nación predicando al pueblo, incitándolo a salir entusiasta en defensa de su santa religión. Las multitudes respondieron a su llamado, y pronto se formó un buen ejército de creyentes.

Los musulmanes llegaron cerca de Belgrado con 200 cañones, una gran flota de barcos de guerra por el río Danubio, y 50,000 terribles jenízaros de a caballo, armados hasta los dientes. Los jefes católicos pensaron en retirarse porque eran muy inferiores en número. Pero fue aquí cuando intervino Juan de Capistrano.

El gran misionero salvó a la ciudad de Bucarest de tres modos. El primero, convenciendo al jefe católico Hunyades a que atacara la flota turca que era mucho más numerosa. Atacaron y salieron vencedores los católicos. El segundo, fue cuando ya los católicos estaban dispuestos a abandonar la fortaleza de la ciudad y salir huyendo. Entonces Juan se dedicó a animarlos, llevando en sus manos una bandera con una cruz y gritando sin cesar: Jesús, Jesús, Jesús. Los combatientes cristianos se llenaron de valor y resistieron heroicamente. Y el tercer modo, fue cuando ya Hunyades y sus generales estaban dispuestos a abandonar la ciudad, juzgando la situación insostenible, ante la tremenda desproporción entre las fuerzas católicas y las enemigas, Juan recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: "Creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión". Entonces los católicos dieron el asalto final y derrotaron totalmente a los enemigos que tuvieron que abandonar aquella región.

Jamás empleó armas materiales. Sus armas eran la oración, la penitencia y la fuerza irresistible de su predicación.

Las gentes decían que aquellos cuarteles de guerreros más parecían casas de religiosos que campamentos militares, porque allí se rezaba y se vivía una vida llena de virtudes. Todos los capellanes celebraban cada día la santa misa y predicaban. Muchísimos soldados se confesaban y comulgaban. Y los militares repetían en sus batallones: "Tenemos un capellán santo. Hay que portarse de manera digna de este gran sacerdote que nos dirige. Si nos portamos mal no vamos a conseguir victorias sino derrotas". Y los oficiales afirmaban: "Este padrecito tiene más autoridad sobre nuestros soldados, que el mismo jefe de la nación".

Mientras los católicos luchaban con las armas en Hungría, el Sumo Pontífice hacía rezar en todo el mundo el Angelus (o tres Avemarías diarias) por los guerreros católicos y la Sma. Virgen consiguió de su Hijo una gran victoria. Con razón en Budapest le levantaron una gran estatua a San Juan de Capistrano, porque salvó la ciudad de caer en manos de los más crueles enemigos de nuestra santa religión.

Y sucedió que la cantidad de muertos en aquella descomunal batalla fue tan grande, que los cadáveres dispersados por los campos llenaron el aire de putrefacción y se desató una furiosa epidemia de tifo. San Juan de Capistrano había ofrecido a Dios su vida con tal de conseguir la victoria contra los enemigos del catolicismo, y Dios le aceptó su oferta. El santo se contagió de tifo, y como estaba tan débil a causa de tantos trabajos y de tantas penitencias, murió el 23 de octubre de 1456.

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Fuente: Misa Tridentina
Severino Boecio, Santo Mártir, 23 Octubre  

Severino Boecio, Santo

Anicio Manlio Severino Boecio, nació hacia el año 480. Pertenecía a una de las más ilustres familias romanas, la "gens Anicia", de la que también descendía probablemente el Papa San Gregorio Magno. Severino, que perdió muy

joven a sus padres, quedó al cuidado de Aurelio Símaco, de quien llegó íntimo ser íntimo amigo y con cuya hija, Rusticiana, contrajo matrimonio. A esto se reduce cuanto sabemos acerca de su juventud. Debía ser sin duda muy estudioso, pues antes de cumplir treinta años era ya famoso por su erudición. Severino Boecio emprendió la traducción al latín de todas las obras de Platón y Aristóteles, cuya armonía fundamental quería demostrar. Desgraciadamente, no consiguió terminar esta tarea; sin embargo, Casiodoro observa que, gracias a sus traducciones, los italianos conocieron no sólo a Platón y Aristóteles, sino también "al músico Pitágoras, al astrónomo Tolomeo, al matemático Nicómaco, el geómetra Euclides... y al físico Arquímedes." Ello nos da una idea de la multiplicidad de los talentos e intereses de Boecio, quien además hizo aportaciones personales en materia de lógica, matemáticas, geometría y música. Por otra parte, no carecía de talento práctico, ya que Casiodoro le pide en una carta que construya un reloj de agua y un reloj de sol para el rey de Borgoña. Boecio era también teólogo (no olvidemos que la familia de los Anicios era cristiana desde la época de Constantino) y se conservan varios tratados suyos en particular uno sobre la Santísima Trinidad. Las obras de Boecio ejercieron gran influencia en la Edad Media, sobre todo en el desarrollo de la lógica. No en vano se le ha llamado "el último de los filósofos romanos y el primero de los teólogos escolásticos". Sus traducciones fueron durante mucho tiempo la base del estudio de la filosofía griega en occidente.

Boecio nació poco después de que Rómulo "Augústulo", el último de los emperadores romanos de occidente, entregó el poder al bárbaro Odoacro. Cuando éste fue asesinado y el patricio Teodorico asumió el poder en Italia, Boecio tenía unos trece años. El padre de Boecio había aceptado el nuevo estado de cosas, y Odoacro le había confiado un cargo de importancia. Boecio siguió a ejemplo y entró en la vida pública, no obstante su amor por la escolástica. Él mismo explica que le movió a ello la doctrina de Platón, según la cual "las naciones serían felices si los filósofos las gobernasen, o si tuviesen la suerte de que sus gobernantes se convirtiesen en filósofos". Teodorico le nombró cónsul el año 510. Doce años más tarde, Boecio llegó a lo que él calificó de "momento más brillante de su vida", pues sus dos hijos fueron nombrados cónsules y él pronunció ante ellos un discurso de alabanza a Teodorico. Poco despuués el rey le nombró "maestro de oficios", que era uno de los cargos más importantes y de mayor responsabilidad. Pero su caída estaba muy próxima.

El anciano Teodorico entró en sospechas de que ciertos miembros del senado romano estaban conspirando en Constantinopla con el emperador Justitino para arrojar a los ostrogodos de Italia. El ex-cónsul Albino fue acusado de participar en la conspiración y Boecio subió a la tribuna a defenderle. No sabemos con certeza si tal conspiración existió o no; en todo caso, parece cierto que Boecio no tomó parte en ella. Sin embargo, fue encarcelado en la prisión de Ticinum (Pavía). Se le acusaba no sólo de traición, sino también de sacrilegio, es decir de haber empleado las matemáticas y la astronomía para fines impíos. Los jueces fallaron en su contra y Boecio pronunció un discurso amargamente despectivo contra el senado, ya que sólo Símaco, su suegro, había salido a defenderle.

Durante los nueve meses que pasó preso, Boecio escribió la "Consolación de la Filosofía", que es la más famosa de sus obras. Se trata de un diálogo interrumpido por varios poemas, entre el autor y la filosofía. Esta consuela a Boecio al mostrarle la vanidad de los efímeros éxitos terrenos y el valor eterno de la ideas: la desgracia no afecta a quienes saben apreciar la divina sabiduría el gobierno del universo es justo y equitativo a pesar de las apariencias. El autor no habla de la fe cristiana, pero trata numerosos problemas de metafísica y ética, La "Consolación de la Filosofía" llegó a ser una de las obras más populares en la Edad Media, no sólo entre los filósofos y teólogos. Fue uno de los libros que tradujo al inglés el rey Alfredo el Grande.

La prisión de Boecio terminó con el asesinato. Según se dice, fue brutalmente torturado. Fue sepultado en la antigua catedral de Ticinum. Sus reliquias se encuentran actualmente en la iglesia de San Pedro in Ciel d´Oro, en Pavía.

A lo que parece, todo el mundo consideró a Boecio como mártir. La influencia y popularidad de sus obras en la Edad Media se debió, en parte, a que había muerto por la fe. Sin embargo, todas las pruebas indican más bien que murió por razones políticas. Cierto que Teodorico era arriano, pero ese elemento no intervino en la condenación de su antiguo ministro de Estado. No es imposible que la idea del martirio de Boecio haya procedido de la convicción popular de que había sido condenado "injustamente", ya que en la antigüedad se confundía fácilmente el martirio con la condenación injusta, aunque no interviniese el odio de la fe.

Desde el siglo XVIII, se ha planteado un problema aún más fundamental: ¿Boecio practicaba realmente el cristianismo en la época de su muerte? Está fuera de duda que durante mucho tiempo fue cristiano y practicó su religión. En efecto, en 1877, se descubrió una nueva prueba para confirmar que Boecio fue realmente el autor de los tratados teológicos que se le atribuyen. Pero la tdifivultad es la siguiente: ¿Cómo es posible que un cristiano que había escrito tratados en defensa de la fe, se haya contentado, bajo el peso de una acusación injusta y hallándose amenazado de muerte, con escribir una obra para propio consuelo, en la que no hay nada de propiamente cristiano, excepto una o dos citas indirectas de la Biblia? Según Boswell, el historiador Johnson formulaba así el problema en 1770: "Es sorprendente, dado el tema de la obra y la situación en que se hallaba Boecio, que haya sido ´magis philosophus quam christianus´ (más filósofo que cristiano)".

Es imposible ignorar tal problema, por más que nadie lo haya planteado en la Edad Media. Baste con decir que, cuando se planteó por primera vez, los principales eruditos optaron más bien por "descristianizar" a Boecio; pero, poco a poco, la teoría opuesta fue tomando fuerza, y actualmente se cree que Boecio permaneció cristiano hasta el fin de su vida. Citemos simplemente a dos eruditos, un protestante y un católico: "El viejo problema de la posición religiosa de Boecio carece de sentido... Un teólogo cristiano pudo muy bien escribir la ´Consolación´, no para exponer su propio punto de vista, sino para ver en cuanto filósofo los principales problemas del pensamiento" (E. K. ,en Harvard Studies in Classical Philology, vol. XI, pte. I). La Consolación de la Filosofía es "una obra maestra. A pesar de su actitud deliberadamente reticente, constituye una expresión perfecta de la fusión del espíritu cristiano con la tradición clásica" (Christopher Dawson, en The Making of Europe, p. 51).

En Pavía y en la iglesia de Santa María in Portico de Roma se celebra todavía la fiesta de San Severino Boecio, mártir. Podría pensarse que la confirmación de su culto, llevada a cabo por León XIII en 1883, zanjó definitivamente los problemas del martirio y de la religión de Boecio. Pero una confirmación de culto, aunque exija el mayor respeto, no es un acto en el que el ejerce su infalibilidad. La confirmación del culto permite simplemente que se siga venerando a un personaje y no siempre va precedida de un examen a fondo de los problemas históricos relacionados con ese personaje.

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Servando y Germán Santos Biografía, 23 de octubre  

Servando y Germán Santos

Octubre 23

 

Etimológicamente significa “ el que guarda y lancero, guerrero”. Vienen de la lengua latina y alemana.

Dice Miqueas: “¿Quién como tú, Señor, que quite la culpa? Te compadecerás una vez más de nosotros y nos perdonarás”.

Se puede decir que hay santos con suerte. En tiempos difíciles logró nada menos que sobrevivir a las persecuciones de los emperadores romanos.

Desde Cádiz hasta Mérida era sumamente conocido juntamente con san Germán.

Mas no todo le iban a ser alegrías y venturas para este santo y su compañero.

Su fama, sus milagros y su santidad llegaron hasta los oídos del lugarteniente de Diocleciano, el más feroz perseguidor de los cristianos.

Iba de camino a Tánger. Mandó, una vez que se enteró de la noticia, que los cogieran prisionero en Mérida.

Y efectivamente, orgulloso de su pesquisa, los ató a su cabalgadura y, pasando tormentos, hambre y sed.

Los había hecho prisioneros a la vuelta de Tánger.

Pero como eran tan valientes, antes incluso de que llegaran a Mérida, ordenó que les cortaran la cabeza cerca de Osuna y Cádiz respectivamente.

Los cristianos, cuando pudieron, con gran veneración, respeto y oración, trasladaron sus cuerpo a Mérida el de Germán y a Sevilla el de san Servando.

Era el año 305.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Alucio, Santo Patrono de Pescia, 23 Octubre  

Alucio, Santo

San Alucio, patrono de Pescia de Toscana, era pastor.

Debido al gran interés que se tomó por el hospital de Val di Nievole, fue nombrado director de él y se le considera como su segundo fundador.

Más tarde, Alucio se dedicó a fundar albergues en los puertos y pasos peligrosos de las montañas y a otras obras de beneficencia pública, tales como la construcción de un puente sobre el Arno.

Los jóvenes que formó para el servicio en los hospitales, recibieron el nombre de hermanos de San Alucio.

Se cuentan muchos milagros del santo y a él se atribuye la reconciliación entre las ciudades enemigas de Ravena y Faenza. En 1182, cuarenta y ocho años después de la muerte de San Alucio, sus reliquias fueron trasladadas al hospital de Val di Nievole, que recibió su nombre.

El culto del santo fue confirmado por Pío IX, quien concedió una misa propia para el día de su fiesta.

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Fuente: LaSalle.org
Arnoldo Rèche, Beato Hermano Cristiano de La Salle, 23 Octubre  

Arnoldo Rèche, Beato

Julio Nicolás Rèche nace en una familia pobre de Landroff en Lorraine.

Abandona pronto la escuela para trabajar como mozo de caballerizas, cochero y finalmente carretero al servicio de una empresa de construcción.

Siendo joven, es conocido por sus compañeros de trabajo por su piedad y su autodisciplina. Conoce a los Hermanos Cristianos de La Salle por primera vez cuando sigue clases nocturnas y pide ingresar en la congregación tomando por nombre Arnoldo.

Enseña durante cuatro años en un pensionado de la calle de Venecia en Reims. A pesar de las exigencias de un tiempo completo dedicado a la enseñanza, logra estudiar y llega a ser competente en teología, matemáticas, ciencias y agricultura que enseña a pequeños grupos de alumnos más adelantados.

Durante la guerra Franco-Prusiana de 1870, trabaja con otros Hermanos como enfermero, para dar respuesta a las necesidades médicas y espirituales de los heridos de los dos bandos. Por ello es condecorado con la cruz de bronce.

La intensidad de su vida de oración y su amor por las prácticas de penitencia deciden a los superiores a nombrarle Director del Noviciado de Thillois. Conquista el corazón de aquellos de quienes está encargado por su atención evidente a su desarrollo espiritual y profesional.

Se habla de pequeños milagros de curación, así como de su sorprendente capacidad para discernir los pensamientos secretos. El Hermano Arnaldo es conocido por su devoción a la Pasión del Salvador y su docilidad al Espíritu Santo, que, como a menudo lo hace observar "fortifica el corazón de los hombres". Cuando el Noviciado se traslada a un nuevo centro en Courlancy cerca de Reims en 1885, el Hermano Arnaldo contribuye a hacérselo dedicar al Sagrado Corazón. Fallece a la edad de 52 años, con fama de santidad, solamente unos meses después de haber sido nombrado Director del Sagrado Corazón.

Nacido en Landroff, Francia, el 2 de septiembre de 1838
Entrado en el Noviciado, el 23 de diciembre de 1862
Fallecido en Reims, Francia, el 23 de octubre de 1890
Beatificado el 1 de Noviembre de 1987.

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Fuente: Servidimaria.org
Juan Ángel Porro, Beato Religioso Servita, 23 Octubre  

Juan Ángel Porro, Beato

Juan Ángel Porro nació en el ducado de Milán el año 1451.

Ingresó en la Orden de los Siervos de María y vivió primero en el convento milanés de santa María; más tarde, fue trasladado a Florencia.

Se retiró a Monte Senario, permaneciendo allí casi veinte años, para dedicarse por completo a la penitencia y a la contemplación.

Finalmente regresó a Milán, en donde se ocupó de manera especial de la cristiana educación de los niños.

Murió el 23 de octubre de 1505.

El papa Clemente XII lo proclamó Beato en 1737.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Juan Buono, Beato Religioso, 23 Octubre  

Juan Buono, Beato

Nace en Mántua en 1168.

No obstante su apellido, que es una abreviación de Buonomini, Juan no se distinguió por su piedad en la juventud.

Cuando murió su padre, teniendo Juan apenas 16 años, partió de Mántua y empezó a ganarse la vida como actor en las cortes y palacios de Italia.

No obstante las oraciones de su devota madre, Juan llevaba una vida licenciosa y alocada. En 1208, cuando tenía cerca de cuarenta años, una peligrosa enfermedad le puso a las puertas de la muerte. Interpretó aquello como una señal del cielo y cambió de vida en cuanto recobró la salud, como lo había prometido.

Tales promesas son fáciles de hacer, pero menos fáciles de guardar. Juan abrió su corazón al obispo de Mántua, quien le aconsejó la vida eremítica. En un paraje de las cercanías de Cesena el beato se dedicó a domeñar su cuerpo en la soledad y a adquirir los hábitos de la devoción y la virtud.

Pronto adquirió gran fama de santidad y se le reunieron algunos discípulos. Durante algún tiempo, el Beato Juan los dirigió según la inspiración del momento. Más tarde, construyeron una iglesia y la comunidad tomó una forma más definida. Inocencio IV les impuso la regla de San Agustín al aprobar la congregación.

El Beato Juan recibió numerosas ilustraciones sobrenaturales en la oración y obró muchos milagros extraordinarios.

Ni siquiera en su ancianidad aflojó en la mortificación: observaba tres cuaresmas cada año, en lo más crudo del invierno se vestía con telas muy ligeras, en su celda había tres lechos, de los cuales uno era malo, otro peor y el tercero pésimo.

El demonio siguió tentándole violentamente hasta el fin de su vida. Por otra parte, no faltó quien le calumniase, pero la vida que llevaba el beato desmentía todas las acusaciones. El número de penitentes y personas que acudían a visitarle aumentó de tal modo, que Juan decidió huir secretamente. Después de haber caminado toda la noche, se encontró nuevamente, al amanecer, ante la puerta de su celda, en lo cual vio una manifestación de que la voluntad de Dios era que permaneciese allí.

Murió en Mántua en 1249. Dios honró su sepulcro con numerosos milagros. La oongregación que había fundado no conservó mucho tiempo la independencia. Los "Boniti", como los llamaba el pueblo, llegaron a tener once conventos a los pocos años de la muerte de su fundador; pero en 1256 el Papa Alejandro IV los fundió con otras congregaciones en la orden de los ermitaños de San Agustín. Los frailes agustinos y los agustinos de la Asunción celebran la fiesta del Beato Juan Buoni, cuyo nombre fue incluido en el Martirologio Romano en 1672.

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Fuente: Aceasesores.es/sagradafamilia/
Leonardo Olivera Buera, Beato Mártir, 23 Octubre  

Leonardo Olivera Buera, Beato

Es en brevedad la vida de un hombre que vivió siempre al servicio de los demás. Sacerdote ejemplar, dedicado íntegramente a su ministerio, pasó por esta vida haciendo el bien y esto lo atestigua uno de sus beneficiarios, yo, hijo de una hermana suya, que al quedar huérfano de padre, nos acogió en su casa a mi madre y a mi. A los cuatro años fallece mi madre, al poco tiempo mi abuela materna que vivía con nosotros y quedé solo con él.

Diez años viví en su compañía siendo testigo de su grandeza de alma, de su bondad para con todos, de su vida austera y de su trabajo intenso, de su labor callada como apóstol del Evangelio.

Se levantaba todavía de noche para rezar sus oraciones diarias, luego permanecía en su despacho hasta la hora de la Santa Misa y de las Confesiones. Por la tarde permanecía asiduamente en su despacho recibiendo visitas de alumnos, ex alumnos, hermanos de la comunidad, siendo raro el día que no terminase su labor a las 10 u 11 de la noche.

Mi máxima ilusión consistía en poder salir a pasear con él por el paseo de la Bonanova en los días de fiesta y dialogar con él. Cierta tarde me dijo en uno de estos paseos (yo tendría aproximadamente nueve años): "Mira Joaquín... ¿Sabes cuál sería mi máxima ilusión en esta vida? , pues sería la de darla por Jesucristo, siendo mártir, dando la vida por El".

Aquellas palabras quedaron grabadas en mi corazón y fueron como una premonición de lo que ocurriría año y pico más tarde.

En la tarde del 23 de Octubre de 1.936, llegan a casa de su hermana Aurelia en Valencia (donde nos habíamos refugiado mi tío y yo), tres hombres con fusil. Preguntan por él y se manifiesta sacerdote de Jesucristo elevando sus ojos al cielo. Se lo llevan y entre mofas e insultos es asesinado a tiros camino del Saler. Su cuerpo y su rostro quedan acribillados a balazos, pero su alma Santa sube al cielo para ocupar un puesto junto a Jesucristo al que tanto había amado en vida.

Ha sido beatificado en Roma y si yo como testigo de su vida, tuviera nuevamente de manifestar quién fue él; diría que fue un alma que pasó por este mundo haciendo el bien, viviendo humildemente, siendo el paño de lágrimas de toda la familia y de cuantos necesitaron de su consejo.

En fin, fue un sacerdote católico que vivió para el Evangelio y para ser testigo de Jesucristo aquí en la tierra.

Estoy convencido que desde el cielo intercederá por nosotros y que se cumplirá lo que un día dijo Tertuliano: "La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos".

El beato Leonardo Olivera es uno de los mártires de la Iglesia en España. Para ver más sobre los 233 mártires en España haz "click"
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

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