JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 15-26
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó un demonio, algunos dijeron:
"Expulsa a los demonios con el poder de Satanás, príncipe de los demonios".
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa. Pero Jesús, conociendo sus malas intenciones, les dijo:
"Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina, y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo echo a los
demonios con el poder de Satanás; y si yo echo los demonios con el poder de Satanás, ¿con el poder de quién los arrojan sus hijos? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo echo los demonios con el poder de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas en que confiaba y dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no hallarlo, dice: "Volveré a mi casa de donde salí". Y al llegar la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí. Y la situación final de aquel hombre resulta peor que la del principio".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
vie 27a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Confío, Señor, en tu misericordia; alegra mi corazón con tu auxilio. Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
Oración Colecta
Oremos:
Concédenos, Señor, ser dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu para que realicemos siempre en nuestra vida tu santa voluntad.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Los que viven según la fe serán bendecidos, junto con Abrahán, que le creyó a Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3, 7-14
Hermanos: Entiendan que los hijos de Abrahán son los que viven según la fe. La Escritura, previendo que Dios justificaría a los paganos por medio de la fe, le adelantó a Abrahán esta buena noticia: Por medio de ti serán bendecidas todas las naciones. Por consiguiente, los que viven según la fe reciben la bendición junto con Abrahán, que le creyó a Dios. En cambio, los partidarios de la observancia de la ley caen bajo una maldición; pues dice la Escritura: Maldito el que no cumple fielmente todos los preceptos escritos en el libro de la ley.
Y es evidente que la ley no obtiene a nadie la salvación ante Dios, porque el justo vivirá por la fe, y la ley no es fruto de la fe, como dice la Escritura: Sólo vivirá quien cumpla los preceptos de la ley. Cristo nos redimió de la maldición de la ley haciéndose por nosotros un maldito, puesto que la Escritura dice: Maldito todo el que cuelga de un madero.
Esto sucedió para que, la bendición otorgada por Dios a Abrahán, llegara también por Cristo Jesús a los paganos, y por la fe recibiéramos el Espíritu prometido.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 110, 1-2.3-4.5-6
Alabemos al Señor de todo corazón.
Doy gracias al Señor de todo corazón, en la reunión de los buenos y en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que la aman.
Alabemos al Señor de todo corazón.
Su acción es espléndida y majestuosa, su salvación permanece para siempre; ha hecho maravillas memorables, el Señor es compasivo y misericordioso.
Alabemos al Señor de todo corazón.
Da alimento a los que lo respetan, acordándose siempre de su alianza. Mostró a su pueblo el poder de sus obras, dándole la heredad de los paganos.
Alabemos al Señor de todo corazón.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
Si yo expulso a los demonios con el poder de Dios, eso significa que el Reino de Dios ha llegado a ustedes
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 15-26
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó un demonio, algunos dijeron:
"Expulsa a los demonios con el poder de Satanás, príncipe de los demonios".
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa. Pero Jesús, conociendo sus malas intenciones, les dijo:
"Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina, y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo echo a los
demonios con el poder de Satanás; y si yo echo los demonios con el poder de Satanás, ¿con el poder de quién los arrojan sus hijos? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo echo los demonios con el poder de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas en que confiaba y dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no hallarlo, dice: "Volveré a mi casa de donde salí". Y al llegar la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí. Y la situación final de aquel hombre resulta peor que la del principio".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que este sacrificio de acción de gracias y de alabanza que vamos a ofrecerte, nos ayude, Señor, a conseguir nuestra salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La gloria de Dios es el hombre viviente
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu presencia, pero sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el hombre, creado a tu imagen. Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el proyecto de la creación y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y de paz, en Cristo, el hombre nuevo.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con alegría el himno de tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo que ha venido a este mundo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos has dado, Señor, en este sacramento, sean para todos nosotros una prenda segura de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
Dia 12/10 Nuestra Señora del Pilar (blanco)
Antífona de Entrada
Tú permaneces como la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación del Pilar; concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.
Por nuestro Señor Jesucristo....
Amén.
Primera Lectura
Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda
Lectura del primer libro de las Crónicas
15, 3-4.15-16; 16, 1-2
En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas para trasladar el arca del Señor al lugar preparado. Reunió también a los hijos de Aarón y a los levitas. Los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron el arca de Dios, como mandó Moisés por orden del Señor. David ordenó a los jefes de los levitas que organizasen a sus hermanos cantores, para que entonasen cánticos de alegría, acompañados de instrumentos musicales, salterios, cítaras y címbalos.
Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David había preparado. Ofrecieron a Dios holocaustos y sacrificios de comunión, y cuando David terminó de ofrecerlos bendijo al pueblo en el nombre del Señor.
Palabra del Dios.
Te alabamos, señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 26
El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida; ¿quién me hará temblar?
El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.
Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo.
El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo.
El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.
El me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca.
El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca un cántico nuevo.
Aleluya.
Evangelio
Dichoso el vientre que te llevó
† Lectura del santo Evangelio según San Lucas
11, 27-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las muchedumbres una mujer de entre el gentío levantó la voz diciendo:
"¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que criaron!"
Pero él repuso:
"Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!"
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste brillar sobre nosotros la luz de la fe; haz que los dones que ahora te presentamos y las súplicas que te dirigimos nos consigan, por intercesión de Santa María del Pilar, permanecer firmes en la fe y generosos en el amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La Iglesia alaba a Dios con las palabras de María
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias y proclamar
que eres admirable en la perfección de todos tus santos, y de un modo singular en la perfección de la Virgen María.
Por eso, al celebrarla hoy, queremos exaltar tu generosidad inspirados en su propio cántico, pues en verdad, has hecho maravillas por toda la tierra, y prolongaste tu misericordia de generación en generación, cuando complacido en la humildad de tu sierva, nos diste por su medio al autor de la vida, Jesucristo tu hijo, nuestro Señor.
Por él,
los ángeles y los arcángeles te adoran eternamente, gozosos en tu presencia. Permítenos unirnos a sus voces cantando tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.
Oración después de la Comunión
Oremos:
¡Oh Dios!, que de modo maravilloso multiplicas tu presencia en medio de nosotros; al darte gracias por este sacramento con que nos has alimentado, te rogamos nos concedas, por intercesión de la Santa Señora del Pilar. crecer en la fe y amor a nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
27ª semana. Viernes
LA VOLUNTAD DE DIOS
— El cumplimiento de la voluntad divina.
— Purificar la propia voluntad, inclinada excesivamente hacia uno mismo.
— Amar en todo el querer de Dios.
I. Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo, rogamos a Dios en la tercera petición del Padrenuestro. Queremos alcanzar del Señor las gracias necesarias para que podamos cumplir aquí en la tierra todo lo que Dios quiere, como lo cumplen los bienaventurados en el Cielo. La mejor oración es aquella que transforma nuestro deseo hasta conformarlo, gozosamente, con la voluntad divina, hasta poder decir con Jesús: No se haga mi voluntad, Señor, sino la tuya: no quiero nada que Tú no quieras. Nada. este es el fin principal de toda petición: identificarnos plenamente con el querer divino.
Si es así nuestra oración, siempre saldremos beneficiados, pues no hay nadie que quiera tanto nuestro bien y nuestra felicidad como el Señor. Casi sin darnos cuenta, sin embargo, deseamos en muchas ocasiones que se cumpla ante todo nuestro querer, que juzgamos muy acertado y conveniente, aunque deseemos, quizá fervientemente, que el querer divino coincida con el nuestro... No tenéis porque no pedís. Pedís y no recibís porque pedís mal1, escribe el Apóstol Santiago.
Cuando decimos: Señor, hágase tu voluntad, no nos situamos ante un acontecimiento o ante una gestión..., en la peor de las posibilidades o en la desgracia, sino en “la mejor” de las posibles, porque, aun en el caso en que aquello que Dios permite parezca a primera vista un desastre, debemos trascender esa visión puramente humana y aprender que existe un plano más alto, donde Dios integra aquel suceso en un bien superior, que quizá en ese momento nosotros no vemos. Aquella situación que se nos presenta oscura es solo una sombra de un cuadro luminoso y lleno de belleza; pues la sabiduría divina ¿no es más sabia que la nuestra?; su amor por nosotros y por los nuestros, ¿no es infinitamente mayor que el nuestro? Si pedimos pan, ¿nos va a dar una piedra? ¿No es acaso nuestro Padre? Cuando oréis habéis de decir: Abba, Padre... Solo en este clima de amor y de confianza es posible la oración verdadera: Señor, si conviene, concédeme... Dios sabe más y es infinitamente bueno, mejor siempre de lo que nosotros podemos comprender. Él quiere lo mejor; y lo mejor a veces no es lo que pedimos. María de Betania le envió un mensaje urgente para que curara a su hermano Lázaro, que se encontraba a punto de morir. Y Jesús no lo curó, lo resucitó. Él es sabio, con una sabiduría divina, y nosotros, ignorantes. Él abarca la vida entera, la nuestra y la de aquellos a quienes amamos, y nosotros apenas vislumbramos un poco de lo inmediato. Vemos esos instantes con premura e impaciencia quizá, y Él ve toda la vida y la eternidad... No sabemos pedir lo que conviene, pero el Espíritu Santo aboga por nosotros con gemidos inefables2. No rogamos que Dios quiera, sino que nos enseñe y nos dé fuerzas para cumplir lo que Él quiere3.
Querer hacer la voluntad de Dios en todo, aceptarla con gozo, amarla, aunque humanamente parezca difícil y dura, no “es la capitulación del más débil ante el más fuerte, sino la confianza del hijo en el Padre, cuya bondad nos enseña a ser plenamente hombre: lo cual implica el alegre descubrimiento de la condición de nuestra grandeza”4, la filiación divina.
II. Hágase tu voluntad...
En muchos momentos, nuestro querer natural coincide con el de Dios. Todo parece entonces sereno y suave, y se camina sin gran dificultad. Pero no debemos olvidar que en el progreso hacia la santidad tendremos que purificar el propio yo, la propia voluntad inclinada excesivamente hacia uno mismo, incluso en asuntos nobles, y dirigirla a la plena identificación con el querer divino. Este es la verdadera brújula que orienta los pasos directamente a Dios, y que nos llevará en tantas ocasiones por senderos distintos a los que nosotros, con un criterio exclusivamente humano, hubiéramos escogido. Y el Espíritu Santo quizá nos diga, en la intimidad de nuestro corazón: Mis caminos no son vuestros caminos...5.
Del Señor debemos aprender el camino seguro del cumplimiento de la voluntad de Dios en todo. Es esta una enseñanza continua a lo largo del Evangelio. Cuando los Apóstoles instan a Jesús, cansado después de una larga jornada, para que tome algún alimento de los que acaban de comprar en una ciudad de Samaria, les dice: Mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado y dar cumplimiento a su obra6. Nuestro alimento, lo que nos da fuerzas y firmeza para vivir como hijos de Dios, lo que da sentido a una vida, es saber que estamos haciendo la voluntad de Dios hasta en los detalles más pequeños del vivir diario. En otras muchas ocasiones repetirá Jesús esta misma enseñanza: no pretendo hacer Mi voluntad, sino la de Aquel que me ha enviado7. ¡Si pudiéramos nosotros decir siempre esto mismo! Yo no quiero, Señor –le decimos en nuestro interior–, hacer aquello que desean mis sentidos o mi inteligencia, aunque sea lícito, sino aquello que Tú quieres que lleve a cabo, aunque parezca difícil y costoso. Si alguna vez nos sucede esto, que nos cuesta aceptar la voluntad de Dios, iremos al Sagrario a ver a Jesús, y después de un rato de oración comprenderemos que nuestro querer más íntimo es precisamente aceptar y amar la voluntad de Dios. Será entonces el momento –especialmente si se trata de un asunto que nos resulta muy costoso y molesto– de hacer nuestra la oración de Jesús en los comienzos de la Pasión: Padre mío, si es de tu agrado, aleja de Mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya8. No se haga mi voluntad... repetiremos despacio, sino lo que Tú quieres.
Los Apóstoles predicaron más tarde lo que aprendieron del Maestro: el Reino de los Cielos solo es accesible al que hace la voluntad de mi Padre celestial9, pues el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre10. Es ahí –en el cumplimiento del querer divino– donde la criatura encuentra su verdadera felicidad, pues la voluntad divina está orientada a que seamos plenamente felices en esta vida y en la otra, de un modo con frecuencia distinto al que nosotros habíamos proyectado: “a quien posee a Dios, nada le falta..., si él mismo no le falta a Dios”11.
Nuestra voluntad tiene así una meta: hacer siempre, también en lo pequeño, en las tareas ordinarias, lo que Dios quiere que hagamos. Así, decidimos en cada circunstancia no aquello que nos es más útil o agradable, sino según lo que quiere el Señor en aquella situación concreta. Y como Dios quiere lo mejor, aunque de modo inmediato no lo experimentemos, estamos ejerciendo la libertad en el bien, que es donde verdaderamente se realiza12. Por eso, cuando ejercitamos nuestra libertad haciendo propio el querer divino, estamos convirtiendo nuestra vida en un continuo acto de amor.
III. Padre, hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo... Y disponemos el alma no solo para llevar a cabo el querer divino, sino para amar lo que Dios hace o permite. Cuando los acontecimientos o las circunstancias no permiten que escojamos nosotros, es Dios quien ya ha elegido por nosotros. Es en esas situaciones, a veces humanamente difíciles, donde debemos decir con paz: “¿Lo quieres, Señor?... ¡Yo también lo quiero!”13. Pueden ser ocasiones extraordinarias para confiar más y más en Dios. Esa voluntad divina que aceptamos puede llamarse sufrimiento, enfermedad o pérdida de un ser querido. O quizá son hechos que nos llegan por los simples sucesos de cada jornada o el transcurrir de los días: aceptar el paso del tiempo que comienza a dejar su huella bien marcada en el cuerpo, el sueldo insuficiente, una profesión distinta de la que hubiéramos deseado ejercer pero que debemos realizar con amor porque las circunstancias nos han llevado a ella y que ya no es posible abandonar, el fracaso por un olvido o error ridículo, los malentendidos, el carácter de alguien con el que cada día hemos de pasar codo a codo muchas horas, los sueños nobles no realizados..., el aceptarse a uno mismo con todas sus limitaciones, sin que esto mate el deseo de superación y, sobre todo, de crecer en las virtudes. También podremos decir nosotros entonces:
“Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza (...).
¿Qué mandáis hacer de Mí?”14.
¿Qué quieres, Señor, de mí en esta circunstancia concreta, y en aquella otra?
La aceptación alegre de la voluntad divina nos dará siempre paz en el alma y, en lo humano, evitará desgastes inútiles, pero muchas veces no suprimirá el dolor. El mismo Jesús lloró como nosotros. En la Carta a los Hebreos leemos que en los días de su vida mortal ofreció oraciones y súplicas con poderosos clamores y lágrimas15. Nuestras lágrimas, cuando se trata de un suceso doloroso, no ofenden a Dios, sino que mueven a su compasión. “Me has dicho: Padre, lo estoy pasando muy mal.
“Y te he respondido al oído: toma sobre tus hombros una partecica de esa cruz, solo una parte pequeña. Y si ni siquiera así puedes con ella, ...déjala toda entera sobre los hombros fuertes de Cristo. Y ya desde ahora, repite conmigo: Señor, Dios mío: en tus manos abandono lo pasado y lo presente y lo futuro, lo pequeño y lo grande, lo poco y lo mucho, lo temporal y lo eterno.
“Y quédate tranquilo”16.
Quiere el Señor además que, junto a la amorosa aceptación del querer divino, pongamos todos los medios humanos para salir de esa mala situación, si es posible. Y si no lo es, o tarda en resolverse, nos abrazaremos con fuerza a nuestro Padre Dios y podremos decir, como San Pablo en momentos muy difíciles: Reboso de gozo en todas nuestras tribulaciones17. Nada podrá quitarnos la alegría.
Nuestra Madre Santa María es el modelo que hemos de imitar, diciendo: Hágase en mí según tu palabra. Que se haga lo que Tú quieras, y como Tú quieras, Señor.
1 Sant 4, 3. — 2 Cfr. Rom 8, 20. — 3 Cfr. San Agustín, Sermón del Monte, 2, 6, 21. — 4 G. Chevrot, En lo secreto, Rialp, Madrid 1960, p. 164. — 5 Is 55, 8. — 6 Jn 6, 32. — 7 Jn 5, 30. — 8 Lc 22, 42. — 9 Mt 7, 21. — 10 Mt 6, 10. — 11 San Cipriano, Tratado sobre la oración, 21. — 12 Cfr. C. Cardona, Metafísica del bien y del mal, EUNSA, Pamplona 1987, p. 185. — 13 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 762. — 14 Santa Teresa, Poesías, 5. — 15 Heb 5, 7. — 16 San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, VII, n. 3. — 17 2 Cor 7, 4.
12 de octubre
NUESTRA SEÑORA DEL PILAR*
Fiesta (en España)
— La devoción a la Virgen del Pilar.
— La Virgen va por delante en toda evangelización, en todo apostolado personal. Contar con Ella.
— Firmeza y caridad a la hora de propagar la fe.
I. Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí1.
Según una antiquísima y venerada tradición, la Virgen, cuando aún vivía, se apareció en carne mortal al Apóstol Santiago el Mayor en Zaragoza, acompañada de ángeles que traían una columna o pilar como signo de su presencia.
En la aparición, Nuestra Señora consoló y reconfortó al Apóstol Santiago, a quien prometió su asistencia materna en la evangelización que estaba llevando a cabo en España. Desde entonces, el Pilar es considerado como “el símbolo de la firmeza de fe”2; a la vez, nos indica el camino seguro de todo apostolado: Ad Iesum per Mariam, a Jesús, por María. La Virgen es el pilar firme, los cimientos seguros, donde se asienta la fe y donde esta fe se guarda3. “Por medio de ella, a través de muy diversas formas de piedad, ha llegado a muchos cristianos la fe en Cristo, Hijo de Dios y de María”. Son sostenidos “por la devoción a María, hecha así columna de esa fe y guía segura hacia la salvación”4.
Al ver tantas naciones y pueblos diversos que celebran hoy esta fiesta y al contemplar su amor a la Virgen podemos ver cumplidas las palabras de la Sagrada Escritura: Eché raíces entre un pueblo grande, en la porción del Señor, en su heredad. Crecí como cedro del Líbano y del monte Hermón, me he elevado como palmera de Engadí y como rosal de Jericó, como gallardo olivo en la llanura y como plátano junto al agua. Exhalé fragancia como el cinamomo y la retama, y di aroma como mirra exquisita, como resina perfumada, como el ámbar y el bálsamo, como nube de incienso en el santuario5. Su devoción se ha extendido por todas partes.
La fiesta de hoy es una excelente ocasión para pedir, por su mediación, que la fe que Ella alentó desde el principio se fortalezca más y más, que los cristianos seamos testigos tanto más firmes cuanto mayores sean las dificultades que podamos encontrar en el ambiente del trabajo, de las personas con las que habitualmente nos relacionamos, o en nosotros mismos. Esto nos consuela: si hemos de enfrentarnos a obstáculos más grandes, más gracia nos obtendrá Nuestra Señora para que salgamos siempre triunfadores.
Le pedimos hoy ser pilares seguros, cimiento firme, donde se puedan apoyar nuestros familiares y nuestros amigos. Dios todopoderoso y eterno le rogamos en la Misa propia de esta fiesta que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación del Pilar; concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor6.
II. Tú permaneces como la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto7.
En el libro del Éxodo se lee cómo Yahvé precedía al pueblo en el desierto, de día como una columna en forma de nube para indicarle el camino, y de noche como una columna de fuego para alumbrarle8. En el Libro de la Sabiduría se señala: Y en lugar de tinieblas encendiste una columna, que le diste para su camino, un sol que no les quemaba, para una gloriosa peregrinación9.
La Virgen fue quien marchó delante en la evangelización de los comienzos, alumbrando el camino, y es quien ahora va primero, iluminando nuestro propio camino y el apostolado personal que como cristianos corrientes realizamos en nuestra familia, en el trabajo y en los ambientes que frecuentamos. Por eso, cuando nos proponemos acercar a un familiar o a un amigo a Dios, lo encomendamos en primer lugar a Nuestra Señora. Ella quita obstáculos y enseña el modo de hacerlo. Cada uno de nosotros, quizá, ha experimentado esta poderosa ayuda de la Virgen. “Sí, tenemos como guía una columna que acompaña al nuevo Israel, a la Iglesia, en su peregrinar hacia la Tierra prometida, que es Cristo el Señor. La Virgen del Pilar es el faro esplendente, el trono de gloria, que guía y consolida la fe de un pueblo que no se cansa de repetir en la Salve Regina: Muéstranos a Jesús”10.
La evangelización iniciada en cada lugar del mundo, hace siglos o pocos años, no terminará hasta el fin de los tiempos. Ahora nos toca a nosotros llevarla a cabo. Para eso hemos de saber comprender a todos de corazón. Con más comprensión cuanto más distantes se encuentren de Cristo, con una caridad grande, con un trato amable, sin ceder en la conducta personal ni en la doctrina que hemos recibido a través del canal seguro de la Iglesia.
Acudamos a Nuestra Señora pidiéndole luz y ayuda en esas metas apostólicas que nos proponemos para llevar a cabo la vocación apostólica recibida en el Bautismo. Acudamos a Ella a través del Santo Rosario, especialmente en este mes de octubre el mes del Rosario, visitemos sus santuarios y ermitas, ofreciéndole algún pequeño sacrificio, que Ella recoge sonriendo y lo transforma en algo grande. Dirigirnos a Ella en petición de ayuda es un buen comienzo en todo apostolado.
En esa acción evangelizadora que cada cristiano debe llevar a cabo de modo natural y sencillo, debemos tenerla a Ella como Modelo. Miremos su vida normal: veremos su caridad amable, el espíritu de servicio que se pone de manifiesto en Caná, en la presteza con que ayuda a su prima Santa Isabel... Debemos contemplar su sonrisa habitual, que la hacía tan atrayente para las personas que habitualmente la trataban... Así hemos de ser nosotros.
III. Siguiendo la Misa propia de esta advocación mariana, pedimos también hoy al Señor que nos conceda, por intercesión de Santa María del Pilar, permanecer firmes en la fe y generosos en el amor11.
Le suplicamos ser firmes en la fe, el tesoro más grande que hemos recibido. Saber guardarla en nosotros y en quienes especialmente Dios ha puesto a nuestro cuidado de todo aquello que la pueda dañar: lecturas inconvenientes, programas de televisión que poco a poco van minando el sentido cristiano de la vida, espectáculos que desdicen de un cristiano...; guardarla sin ceder en lo que fielmente nos ha transmitido la Iglesia, manteniendo con fortaleza esa buena doctrina ante un ambiente que en aras de la tolerancia se muestra en ocasiones intolerante con esos principios firmes en los que no cabe ceder, porque son los cimientos en los que se apoya toda nuestra vida. Resistid firmes en la fe12, exhortaba San Pedro a los primeros cristianos en un ambiente pagano, parecido al que en algunas ocasiones podemos encontrar nosotros. Ceder en materia de fe o de moral, por no llevarse un mal rato, por limar aristas, por puro conformismo y cobardía, ocasionaría un mal cierto a esas personas que, tal vez un poco más tarde, verán la luz en nuestro comportamiento coherente con la fe de Jesucristo.
En un ambiente en el que quizá abundan la debilidad y la flaqueza, esta firmeza ha de ir acompañada por la generosidad en el amor: el saber entendernos con todos, incluso con quienes no nos comprenden o no quieren hacerlo, o tienen ideas sociales y políticas distintas u opuestas a las nuestras, con personas de elevada cultura o con aquellos que apenas saben leer..., manteniendo siempre una actitud amable compatible con la firmeza cuando sea necesaria, que nace de un corazón que trata a Dios diariamente en la intimidad de la oración.
Si la primera evangelización, en España y en todas partes, se realizó bajo el amparo de la Virgen, esta nueva evangelización de las naciones que están cimentadas desde su origen en principios cristianos también se realizará bajo su amparo y ayuda, como la columna que guiaba y sostenía día y noche en el desierto al Pueblo elegido. Ella nos lleva a Jesús, que es nuestra Tierra prometida; “es lo que realiza constantemente, como queda plasmado en el gesto de tantas imágenes de la Virgen... Ella con su Hijo en brazos, como aquí en el Pilar, nos lo muestra sin cesar como el Camino, la Verdad y la Vida”13. “Para eso quiere Dios que nos acerquemos al Pilar escribía San Josemaría Escrivá al terminar de relatar algunos pequeños sucesos de su amor a la Virgen en este santuario mariano: para que, al sentirnos reconfortados por la comprensión, el cariño y el poder de nuestra Madre aumente nuestra fe, se asegure nuestra esperanza: sea más viva nuestra preocupación por servir con amor a todas las almas. Y podamos, con alegría y con fuerzas nuevas, entregarnos al servicio de los demás, santificar nuestro trabajo y nuestra vida: en una palabra, hacer divinos todos los caminos de la tierra”14.
Hoy, en su fiesta, nos acercamos con el corazón al Pilar y le pedimos a Nuestra Señora que nos guíe siempre, que sea la seguridad en la que se apoya nuestra vida.
1 Antífona de comunión, Lc 1, 48. — 2 Juan Pablo II, Homilía en Zaragoza, 6-XI-1982. — 3 ídem, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, 27. — 4 ídem, Homilía en Zaragoza, cit. — 5 Eclo 24, 16-21. — 6 Oración colecta de la Misa propia del día. — 7 Sab 18, 3; Ex 13, 21-22. — 8 Cfr. Ex 13, 21. — 9 Sab 18, 3. — 10 Juan Pablo II, Ángelus 15-XI-1987. — 11 Oración sobre las ofrendas de la Misa propia del día. — 12 cfr. 1 Pdr 5, 9. — 13 Juan Pablo II, Homilía en Zaragoza, cit. — 14 San Josemaría Escrivá, Recuerdos del Pilar, Folleto MC n. 119, p. 47.
* Según una venerada tradición, la Santísima Virgen se manifestó en Zaragoza sobre una columna o pilar, signo visible de su presencia. Desde antiguo se tributó en aquel lugar culto a la Madre de Dios y en su honor se edificó primero una iglesia y luego la actual basílica, centro de peregrinación de España especialmente y del mundo hispánico. Pío XII otorgó a todas las naciones de América del Sur la posibilidad de celebrar en este día la misma Misa particular que se celebra en España.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Adviento
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Fuente: EWTN.com
Nuestra Señora de Aparecida Patrona de Brasil, 12 Octubre
La historia cuenta que en el año 1717, El gobernador de Sao Paulo y Minas Gerais, don Pedro de Almeida y Portugal, Conde de Assumar, pasó por la villa de Guaratinguetá camino a villa Rica. Por tal motivo, los pobladores del lugar, queriendo agasajar al invitado, solicitaron a tres pescadores, Domingos Garcia, Filipe Pedroso e João Alves, una provisión de peces. |
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Amigo, Santo Biografía, 12 de octubre
Octubre 12
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Fuente: Franciscanos.org
Serafín de Montegranario, Santo Lego Capuchino, 12 octubre
Nací en un pequeño pueblo de las Marcas, en la Italia central, donde todas las casas, como si fueran girasoles, están abiertas al sol. Fue en 1540, cuando en toda la región comenzaba a estabilizarse la Reforma Capuchina. Sin embargo yo no conocí a los frailes hasta que entré en el noviciado. |
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Fuente: Ocd.pcn.net
Eufrasio del Niño Jesús, Beato Mártir, 12 Octubre
Eufrasio Barredo Fernández nació en Cancienes del Concejo de Corvera (Asturias) el 8 de febrero de 1897. El 5 de diciembre de 1912 ingresó en el colegio teresiano de los Carmelitas Descalzos de Villafranca de Navarra. El 26 de julio de 1916 emitió la profesión simple, que ratificaría con la solemne el 18 de marzo de 1922. Terminados sus estudios fue ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1922 en Santander. Destinado a Cracovia (Polonia), a fin de fortalecer la presencia carmelita en aquellas tierras, permaneció allí de 1926 a 1928. A su regreso fue destinado a Burgos, como director de las revistas “Ecos del Carmelo y Praga” y “Monte Carmelo”. |
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Edwin de Northumbria, Santo Mártir y Rey, Octubre 12
San Edwin (también conocido como Eadwine o Æduini) (c. 586-12 de octubre de 633) fue Rey de Deira y Bernicia, los cuales se irían a conocer colectivamente como Northumbria. Su reino duro desde 616 hasta su muerte. El se convirtió al cristianismo y fue bautizado en el año 627; después de haber muerto en la Batalla de Hatfield Chase fue venerado como santo. |
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Fuente: traducido por Helge Kuntschke
Maximiliano de Celeia, Santo Obispo de Lorch, 12 Octubre
Atríbuto: El santo Maximilian es presentado en una vestimenta episcopal y tiene en sus manos una espada y una cruz o un libro. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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