JMJ
Pax
† Lectura            del santo Evangelio según san Lucas 11, 5-13
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 
          "Supongan que uno de ustedes tiene un amigo que viene a          medianoche a          decirle: 
          "Amigo, préstame tres panes, pues un amigo ha venido de viaje y          no tengo          nada que ofrecerle". 
          Pero el otro le responde desde dentro: 
          "No me molestes; no puedo levantarme a dártelos, porque la          puerta está          cerrada y mis hijos y yo ya estamos acostados". 
          Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se          levante a dárselos          por ser su amigo, al menos por su molesta insistencia se          levantará y le dará          cuanto necesite.
          Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y          encontrarán,          toquen y se les abrirá; porque quien pide, recibe; quien busca,          encuentra, y al          que toca, se le abre. ¿Qué padre entre ustedes, si su hijo le          pide pan, le da          una piedra? ¿O cuando le pide pescado, le da una víbora? ¿O          cuando le pide          huevo, le da un alacrán?
          Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus          hijos, ¿cuánto más          el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo          piden?"
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y comunidad-comunión.          Con Dios es igual:          las “palabras          de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario          visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan          presente en la          Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la          Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d) pedimos          y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación          del mundo entero…          ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si              no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su              sangre, no tenéis vida              en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos en            estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con            el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          “Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”.            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser            felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la            perfección del amor,            es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como            pide la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            “quien              come y bebe sin discernir el                Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1            Cor 11,29; Rm 14,23).            ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados            graves al menos una vez al año (CDC            989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto            (derecho a            decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial),            planificación            natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio            por iglesia,            demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso            de razón,            borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio            o deseo de            venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de            lo sagrado, etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son            pecados mortales              objetivamente, pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay excusa.
† Misal
jue 27a.          Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      Dios anuncia la paz a              su pueblo, y a sus amigos; y a los que se convierten de              corazón.
Oración Colecta
      Oremos:
            Mueve, Señor, los corazones de tus hijos, para que,            correspondiendo            generosamente a tu gracia, reciban con mayor abundancia la            ayuda de tu bondad.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera Lectura
      ¿Han recibido el              Espíritu Santo por haber hecho lo que manda la ley de              Moisés, o por haber              creído en el Evangelio?
Lectura de la carta              del apóstol san Pablo a los Gálatas 3, 1-5
¡Insensatos            gálatas! ¿Quién los ha            seducido? ¿No les presenté vivamente a Jesucristo clavado en            la cruz? Sólo            quiero preguntarles: ¿Recibieron el Espíritu por haber            cumplido la ley o por            haber aceptado la fe? ¿Tan insensatos son que, habiendo            comenzado movidos por            el Espíritu, terminan ahora confiando en sus propias fuerzas?            ¿Han recibido en            vano tantos favores? Espero que no.
            Vamos a ver: cuando Dios 
            les comunica el Espíritu y obra prodigios entre ustedes, ¿lo            hace porque han            cumplido la ley, o porque han respondido a la fe?
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial 
      Lc 1,              69-70.71-72.73-75
Bendito sea el Señor,              Dios de Israel.
Nos ha suscitado una            fuerza salvadora en la familia de David su siervo, como lo            había prometido            desde antiguo por medio de sus santos profetas.
            Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
Es la salvación que            nos libra de nuestros enemigos y del poder de todos los que            nos odian. De este            modo mostró el Señor su misericordia a nuestros antepasados y            se acordó de su            santa alianza.
            Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
Del juramento que            hizo a nuestro antepasado Abrahán, para concedernos que,            libres de nuestros            enemigos, podamos servirlo sin temor, con santidad y justicia            en su presencia            toda nuestra vida.
            Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
Aclamación antes del Evangelio
      Aleluya,              aleluya. 
            Abre, Señor, nuestros corazones, para que comprendamos las            palabras de tu Hijo.            
            Aleluya
Evangelio
      Pidan y se              les dará
† Lectura              del santo Evangelio según san              Lucas 11, 5-13
Gloria a              ti, Señor.
En aquel            tiempo, Jesús dijo a sus            discípulos: 
            "Supongan que uno de ustedes tiene un amigo que viene a            medianoche a            decirle: 
            "Amigo, préstame tres panes, pues un amigo ha venido de viaje            y no tengo            nada que ofrecerle". 
            Pero el otro le responde desde dentro: 
            "No me molestes; no puedo levantarme a dártelos, porque la            puerta está            cerrada y mis hijos y yo ya estamos acostados". 
            Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se            levante a dárselos            por ser su amigo, al menos por su molesta insistencia se            levantará y le dará            cuanto necesite.
            Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y            encontrarán,            toquen y se les abrirá; porque quien pide, recibe; quien            busca, encuentra, y al            que toca, se le abre. ¿Qué padre entre ustedes, si su hijo le            pide pan, le da            una piedra? ¿O cuando le pide pescado, le da una víbora? ¿O            cuando le pide            huevo, le da un alacrán?
            Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus            hijos, ¿cuánto más            el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo            piden?"
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
      Recibe,            Señor, estos dones sagrados que            nos mandaste consagrar a tu nombre, y, para que ellos nos            hagan gratos a tus            ojos, concédenos obedecer siempre tus mandatos. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Cristo,              huésped y peregrino en medio de              nosotros
En verdad es            justo darte gracias, Señor,            Padre santo, Dios de la alianza y de la paz. Porque tú            llamaste a Abrahán y le            mandaste salir de su tierra, para constituirlo padre de todas            las naciones. Tú            suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y guiarlo a la            tierra de promisión.            
            Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo,            como huésped y            peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y            de la muerte; y            has derramado el Espíritu, para hacer de todas las naciones un            solo pueblo            nuevo, que tiene como meta tu reino; como estado, la libertad            de tus hijos; y            como ley, el precepto del amor. 
            Por estos dones de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a            los santos,            cantamos con gozo el himno de tu gloria:
          
Antífona de la Comunión
      Alaben al Señor todas              las naciones, firme es su misericordia con nosotros.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Dios todopoderoso, ya que nos has alegrado con la            participación en tu            sacramento, no permitas que nos separemos de ti.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
Dia 11/10          Santa Soledad Torres Acosta (virgen, blanco)
      Antífona          de Entrada
      Celebremos            con alegría la fiesta de esta santa, porque el Señor del            universo la ha colmado            de su amor.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Tú que colmaste de dones celestiales a santa Soledad          Torres,virgen, concédenos,          Señor, imitar su entrega a ti, aquí en la tierra y compartir con          ella tu gloria          en el cielo.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Si nos            amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
Lectura            de la primera carta del apóstol san Juan
            4, 7-16
Queridos          hermanos: Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y          todo el que ama          ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a          Dios, porque          Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene:          en que Dios          mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de          él. En esto          consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino          en que él nos          amó y nos envió a su Hijo, como propiciación por nuestros          pecados. Queridos          hermanos: si Dios nos amó de esta manera, también nosotros          debemos amarnos unos          a otros. A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a          otros, Dios          permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su          plenitud. En esto          conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha          dado de su          Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el          Padre envió a su          Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el          Hijo de Dios,          Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el          amor que Dios          nos tiene y hemos creído en él. Dios es Amor, y quien permanece          en el amor          permanece en Dios y Dios en él.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo            130
Guarda mi            alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi          corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo          grandezas que          superan mi capacidad.
          Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Sino que          acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.
          Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Espere          Israel en el Señor, ahora y por siempre.
          Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y yo los          aliviaré, dice el          Señor.
          Aleluya.
Evangelio
      Cada vez            que lo hicieron con cada uno de estos mis humildes hermanos,            conmigo lo hiciste
Lectura            del santo Evangelio según san Mateo
            25, 31-46
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
          "Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los          ángeles con él,          se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él          todas las          naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las          ovejas de las          cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su          izquierda".
          Entonces dirá el rey a los de su derecha:
          Vengan ustedes, benditos de mi Padre; hereden el reino preparado          para ustedes          desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de          comer; tuve          sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me hospedaron;          estuve desnudo, y me          vestisteis; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y vinieron a          verme".
          Entonces los justos le contestarán:
          "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed          y te dimos          de beber?, ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo          y te          vestimos?, ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a          verte?"
          Y el rey les dirá:
          "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con uno de estos mis          humildes          hermanos, conmigo lo hicieron".
          Y entonces dirá a los de su izquierda:
          "Apártense de mí, malditos;vayan al fuego eterno preparado para          el diablo          y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve          sed, y no me          dieron de beber; fui forastero, y no me hospedaron; estuve          desnudo, y no me          vistieron; enfermo y en la cárcel, y no me visitaron".
          Entonces también éstos contestarán:
          "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o con sed, o forastero, o          desnudo, o          enfermo, o en la cárcel, y no te asistimos?"
          Y él replicará:
          "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con uno de éstos,          los          humildes, tampoco lo hicieron conmigo".
          Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor.
Oración          sobre las Ofrendas
      Acepta,          Señor, los dones que te presentamos y haz que esta Eucaristía          nos ayude a          superar nuestra inclinación al pecado para que, a ejemplo de          santa Soledad          Torres, virgen, podamos vivir según el Evangelio.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      La vida            consagrada a Dios es un signo Del Reino de los cielos
En verdad          es justo y necesario que te alaben, Señor, tus criaturas del          cielo y de la          tierra.
          Porque al celebrar a los santos que por amor al Reino de los          cielos se          consagraron a Cristo, reconocemos tu Providencia admirable, que          no cesa de          llamar al hombre a la santidad primera, para hacerlo participar          ya desde ahora          de la vida que gozará en el cielo, por Cristo nuestro Señor.
          Por eso,
          con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin          cesar:
        
Antífona          de la Comunión
      Las cinco            vírgenes prudentes llevaron frascos de aceite con las            lámparas. A medianoche se            oyó una voz: Ya viene el esposo; salgan al encuentro de            Cristo, el Señor.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Señor que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, que hemos recibido,          S nos ayuden a          despegar nuestro corazón de las cosas terrenas para que, a          ejemplo de santa          Soledad Torres, virgen, podamos amarte más cada día.
        Por          Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
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† Meditación          diaria
27ª semana. Jueves
EL NOMBRE DE DIOS Y          SU REINO
— Modos de santificar          el nombre de Dios. La primera petición del Padrenuestro.
— El Reino de Dios.
— La propagación del          Reino de los Cielos.
I. “Una vez llegados          a la dignidad de hijos de Dios, nos abrasará la ternura que mora          en el corazón          de todos los verdaderos hijos; y, sin pensar más en nuestros          propios intereses,          solo tendremos celo por la gloria de nuestro Padre. Le diremos:          Santificado            sea tu nombre, atestiguando así que su gloria constituye          todo nuestro deseo          y nuestra alegría”1.
En esta primera          petición de las siete del Padrenuestro, “pedimos que          Dios sea conocido,          amado, honrado y servido de todo el mundo y de nosotros en          particular”2. Jesús nos enseña el          orden en que hemos de pedir habitualmente en nuestras oraciones.          Lo primero que          debemos pedir, por muy urgentes que sean nuestras necesidades,          es la gloria de          Dios. Es realmente lo más urgente, también para nosotros, que          andamos          preocupados por necesidades inmediatas. “Ocúpate de Mí –decía          Jesús a Santa          Catalina de Siena–, y Yo me ocuparé de ti”. El Señor no nos          dejará solos.
Santificado sea tu            nombre. En la Sagrada Escritura el nombre equivale          a la persona misma, es su          identidad más profunda. Por eso, dirá Jesús al final de su vida,          como          resumiendo sus enseñanzas: Manifesté tu nombre a los hombres3. Nos reveló el          misterio de Dios. En el Padrenuestro formulamos el deseo          amoroso de que          el nombre de Dios, de nuestro Padre Dios, sea conocido y          reverenciado por toda          la tierra; también debemos expresar nuestro dolor por las          ocasiones en que es          profanado, silenciado o empleado con ligereza. “Al decir santificado            sea tu            nombre nos amonestamos a nosotros mismos para que deseemos          que el nombre          del Señor, que siempre es santo en sí mismo, sea también tenido          como santo por          los hombres, es decir, que no sea nunca despreciado por ellos”4.
En determinados          ambientes parece que los hombres no quieren nombrar a Dios. En          lugar del          Creador hablan de “la sabia naturaleza”, o llaman “destino” a la          Providencia          divina, etc. En ocasiones son solo modos de decir, pero, en          otras, el silencio          del nombre de Dios es intencionado. En esos casos, venciendo los          respetos          humanos, debemos nosotros, intencionadamente también, honrar a          nuestro Padre.          Sin afectación, nos mantendremos fieles a los modos cristianos          de hablar, que          expresan externamente la fe de nuestra alma. Las expresiones          tradicionales de          muchos países, tales como “gracias a Dios” o “si Dios quiere”5, etc., pueden servir          de ayuda en algunas ocasiones para tener presente al Señor en la          conversación.          Tampoco hemos de ser como esas personas que hacen intervenir, de          modo          inconsiderado e inoportuno, el nombre de Dios en los          acontecimientos y en las          cosas (“Dios le ha castigado”...). El segundo precepto del          Decálogo nos prohíbe          tomar el nombre de Dios en vano.
Si amamos a Dios          amaremos su santo nombre y jamás lo mencionaremos con falta de          respeto o de          reverencia, como expresión de impaciencia o de sorpresa. Este          amor al nombre de          Dios se extenderá también al de Santa María, su Madre, al de sus          amigos, los          santos, y a todas las personas y cosas a Él consagradas.
Honramos a Dios en          nuestro corazón cuando hacemos un acto de reparación          cada vez que, en          nuestra presencia, se falta al respeto debido al nombre de Dios          o de Jesús, al          enterarnos de que se ha cometido un sacrilegio o al tener          noticia de          acontecimientos que ofenden el buen nombre del Padre común. No          debemos tampoco          olvidar el actualizar personalmente los actos de reparación y de          desagravio          públicos siempre que nos unimos a las alabanzas que se rezan en          la Bendición            con el Santísimo. Allí, el sacerdote, en nombre de todos,          reza: Bendito            sea Dios, Bendito sea su santo nombre... Son jaculatorias          que nosotros          podemos repetir a lo largo del día, especialmente cuando debamos          reparar.
La reverencia al          nombre de Dios nos llevará además a amar de un modo especial          esas oraciones          esencialmente de alabanza, como el Gloria al Padre y al Hijo            y al Espíritu            Santo, que debiéramos repetir con mucha frecuencia, el Gloria          y el, Sanctus          de la Misa, etcétera.
“Mirad –dice Santa          Teresa– que perdéis un gran tesoro y que hacéis mucho más con          una palabra de          cuando en cuando del Pater noster, que con decirle          muchas veces aprisa;          estad muy junto a quien pedís, no os dejará de oír; y creed que          aquí es el verdadero          alabar y santificar su nombre”6.
Quizá nos pueda          ayudar alguna de estas jaculatorias a mantener la presencia de          Dios en el día          de hoy: Padre, santificado sea tu nombre, Bendito sea Dios,            Bendito sea su            santo nombre, Bendito sea el nombre de Jesús, Bendito sea el            nombre de María,            Virgen y Madre...
II. Venga a            nosotros tu Reino, pedimos a continuación en el Padrenuestro.          Y          comenta San Juan Crisóstomo que el Señor “nos ha mandado que          deseemos los          bienes que están por llegar y que apresuremos el paso en nuestro          viaje hacia el          Cielo; mas en tanto el viaje no termina, viviendo aún en la          tierra, quiere que          nos esforcemos por llevar vida del Cielo”7.
La expresión Reino            de Dios tiene un triple significado: el Reino de Dios en          nosotros, que es          la gracia; el Reino de Dios en la tierra, que es la Iglesia; y          el Reino de Dios          en el Cielo, o eterna bienaventuranza. En orden a la gracia,          pedimos que Dios          reine en nosotros con su gracia santificante, por la cual se          complace en cada          uno como rey en su corte, y que nos conserve unidos a Sí con las          virtudes de la          fe, la esperanza y la caridad, por las cuales reina en el          entendimiento, en el          corazón y en la voluntad8. Al rezar cada día          por la llegada del Reino de Dios, pedimos también que Él nos          ayude en la lucha          diaria contra las tentaciones. Es un reinado, el de Jesús en el          alma, que          avanza o retrocede según correspondamos o rechacemos las          continuas gracias y          ayudas que recibimos.
También se cumplen en          el corazón las parábolas del Reino. Antes de adquirir su          plenitud definitiva en          el alma de cada uno de sus fieles, el Reino de Dios es como el          grano de trigo          que, hundido en el suelo, prepara la espiga de la cosecha; como          la levadura, va          transformando el corazón hasta que todo él sea de Dios; como el          grano de mostaza,          pues quizá comenzó como una pequeña semilla en el alma y, si no          ponemos          obstáculos, irá creciendo sin más límite que el de nuestras          resistencias y          negaciones. El Reino de Dios se establece ahora, por la gracia,          en el corazón          de los hombres, pero espera su definitiva manifestación en el          encuentro último          con Dios, después de la muerte. El Reino de Dios está ahí, dijo          Jesús, está            dentro de vosotros9. Y se percibe su          presencia en el alma a través de los afectos y mociones del          Espíritu Santo.
Cuando decimos venga            a nosotros tu Reino, pedimos que Dios habite en nosotros          de una manera más          plena, que seamos todo de Dios, que nos ayude a luchar          eficazmente para          que, por fin, desaparezcan esos obstáculos que cada uno pone a          la acción de la          gracia divina. “Antes éramos esclavos, y ahora pedimos reinar          bajo la soberanía          de Cristo”10.
Si nuestra oración es          confiada, constante y sincera, seremos oídos con toda seguridad,          pues, como nos          dice el Señor en el Evangelio de la Misa11, quien pide            recibe, quien busca halla y al que llama, se le abre. ¿Qué            padre entre            vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?...          ¡Qué confianza          tan grande nos han de dar estas palabras de Jesús!
III. Cuando rezamos venga            a nosotros tu Reino también pedimos, en relación a la          Iglesia, que se          dilate y propague por todo el mundo para la salvación de los          hombres. Rogamos          entonces por el apostolado que se realiza en toda la tierra, y          nos sentimos          comprometidos a poner los medios a nuestro alcance para la          extensión del Reino          de Dios. Porque “no es suficiente pedir con insistencia el Reino          de Dios si no          añadimos a nuestra petición todas aquellas cosas con que se          busca y se halla”12, con los medios, por          pequeños que sean, con las iniciativas apostólicas que podamos          poner en          práctica.
En un mundo que se          presenta en no pocos aspectos como si hubiese vuelto al          paganismo, se nos          impone a todos los cristianos “la dulcísima obligación de          trabajar para que el          mensaje divino de la salvación sea conocido y aceptado por todos          los hombres de          cualquier lugar de la tierra”13.
La primera obligación          será, de ordinario, orientar el apostolado hacia las personas          que Dios ha          puesto a nuestro lado, a quienes están más cerca, a los que          tratamos con          frecuencia. En este apostolado, del que no podemos excusarnos,          está en primer          lugar todo aquello que se refiere a la salvación eterna de las          personas que          tratamos. Esto es lo primero; inmediatamente después, hemos de          preocuparnos los          cristianos de ordenar realmente todo el universo hacia Cristo:          la dignidad de          la persona humana, los derechos de la conciencia, el respeto          debido al trabajo,          la preocupación por un más equitativo reparto de bienes, el          sincero deseo de          paz entre los pueblos, etc., es un quehacer de todos los          cristianos, junto a          los hombres de buena voluntad que trabajan en el mundo por estos          mismos          ideales.
Venga a nosotros tu            Reino. Y “Jesucristo recuerda a todos: et            ego, si exaltatus fuero a terra,            omnia trahm ad meipsum (Jn 13, 32), si vosotros me          colocáis en la          cumbre de todas las actividades de la tierra, cumpliendo el          deber de cada          momento, siendo mi testimonio en lo que parece grande y en lo          que parece          pequeño, omnia traham ad meipsum, todo lo atraeré hacia          mí. ¡Mi reino          entre vosotros será una realidad! (...).
“A esto hemos sido          llamados los cristianos, esa es nuestra tarea apostólica y el          afán que nos debe          comer el alma: lograr que sea realidad el reino de Cristo, que          no haya más          odios ni más crueldades, que extendamos en la tierra el bálsamo          fuerte y          pacífico del amor. Pidamos hoy a nuestro Rey que nos haga          colaborar humilde y          fervorosamente en el divino propósito de unir lo que está roto,          de salvar lo          que está perdido, de ordenar lo que el hombre ha desordenado, de          llevar a su          fin lo que se descarría, de reconstruir la concordia de todo lo          creado”14. Comencemos, como          siempre, por lo pequeño, por lo que está a nuestro alcance en la          convivencia          normal de todos los días.
1 Casiano,            Colaciones, 9, 18. — 2 Catecismo            Mayor, n. 290. — 3 Jn 17, 6. — 4 San            Agustín, Carta 130, a Proba. — 5 Sant 4, 15. — 6 Santa            Teresa, Camino de perfección, 31, 13. — 7 San            Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 19, 5. — 8 Cfr. Catecismo Mayor,          nn. 294-295. — 9 Lc 17, 21. — 10 San            Cipriano, Tratado de la oración del Señor, 13. — 11 Lc 11, 5-13. — 12 Catecismo            Romano, IV, 10, n. 2. — 13 Conc.            Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 3. — 14 San            Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 183.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
              Santa María                  Soledad Torres               |           
Esta es          la santa fundadora de las          hermanas Siervas de María, Ministras de los enfermos, que tienen          126 casas en          el mundo con 2,380 religiosas.
Nació          en 1826 en Madrid (España),          hija de modestos comerciantes que la instruyeron muy bien en la          religión.
Estudió          con las hermanas Vicentinas          y al ver la dedicación total de estas religiosas a los más          pobres, se          entusiasmó por la vida religiosa. Pero era muy débil de salud y          no fue admitida          en la comunidad. Solamente a la edad de 25 años logrará cumplir          su anhelo de          ser religiosa.
El          párroco de un barrio pobre de          Madrid se entristecía al ver que muchos enfermos morían en el          más completo          abandono y sin recibir los santos sacramentos. Y pensó en reunir          a un grupo de          mujeres piadosas que visitaran a los enfermos en sus domicilios          y les ayudaran          a bien morir.
Al          enterarse Soledad Torres de este          deseo del párroco se presentó a él para ofrecerse a ayudarle en          tan caritativa          misión. Ella desde niña había asistido a varios moribundos y          sentía un gusto          especial por asistir a enfermos y moribundos. Era una gracia que          le había          concedido el Espíritu Santo. Aunque el sacerdote le rechazó en          una primera          entrevista porque le parecía muy débil y enfermiza para esas          labores, después          se dio cuenta de que era un alma de Dios y con ella y seis          compañeras más,          fundó el 15 de agosto de 1851, la comunidad de Siervas de María          o Ministros de          los enfermos.
La          novedad de esta comunidad era          que ellas debían asistir a domicilio y totalmente gratis a los          enfermos que lo          solicitaran.
Por          aquellos tiempos llegó a Europa          la terrible epidemia del cólera y en los hospitales no cabían          los enfermos. Muchos          de ellos eran abandonados por sus familiares por temor al          contagio. Fue          entonces cuando María Soledad y sus religiosas se multiplicaron          por todas          partes para atender a los más abandonados.
El          fundador de la comunidad se fue          de misionero a lejanas tierras y el sucesor se dejó creer de          cuentos y          habladurías y destituyó a Soledad del cargo de superiora. Ella          se alegró de          poder asemejarse a Cristo en padecer incomprensiones y          persecuciones. En sus          visitas a Jesús Sacramentado obtenía fuerzas para sufrir con          paciencia y por          amor a Dios. Después se supo la verdad de todo y fue          restablecida en su cargo,          y bajo su dirección se extendió admirablemente su congregación.          Murió la santa          el 11 de octubre de 1887 a la edad de 61 años. Fue canonizada          por Pablo VI en 1970.
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Fuente:          Vatican.va 
          Juan XXIII, Beato CCLXI Papa, Octubre 11   
              
 CCLXI Papa Nació en el seno de una numerosa familia                  campesina, de profunda raigambre cristiana. Pronto                  ingresó en el Seminario, donde profesó la Regla de la                  Orden franciscana seglar. Ordenado sacerdote, trabajó en                  su diócesis hasta que, en 1921, se puso al servicio de                  la Santa Sede. En 1958 fue elegido Papa, y sus                  cualidades humanas y cristianas le valieron el nombre de                  "papa bueno". Juan Pablo II lo beatificó el año 2000 y                  estableció que su fiesta se celebre el 11 de octubre.  |           
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04 
          Alejandro Sauli, Santo Obispo de Pavía, Octubre 11   
              
 Obispo  Se cuenta que Alejandro Sauli era muy joven                  todavía cuando se presentó un día con un crucifijo en la                  mano ante una multitud que asistía a un espectáculo de                  acróbatas y saltimbanquis, y predicó severamente contra                  ese tipo de diversiones frívolas, con gran asombro de                  todos los presentes. Aunque el santo exageró tal vez un                  tanto al proceder así; ese gesto puede considerarse como                  un símbolo de su vida, ya que se consagró por entero a                  la restauración del orden cristiano en la atmósfera de                  negligencia y fríaldad religiosas de mediados del siglo                  XVI. Alejandro nació en Milán en 1535, pero su familia                  era originaria de Génova. A los diecisiete años, ingresó                  en la congregación de los clérigos regulares barnabitas.                  Sus superiores le enviaron a proseguir sus estudios en                  el colegio que la congregación tenía en Pavía, y el                  santo pagó de su bolsillo la obra de ensanchamiento de                  la biblioteca del establecimiento. En 1556, después de                  su ordenación sacerdotal, empezó a enseñar filosofía y                  teología en la Universidad. El obispo de la ciudad le                  tomó pronto por teólogo suyo, y la reputación de                  Alejandro como predicador empezó a crecer rápidamente.                  El éxíto que tuvo en Pavía fue tan grande, que San                  Carlos Borromeo le invitó a predicar en la catedral; a                  sus sermones asistieron el propio San Carlos y el                  cardenal Sfondrati quien fue más tarde Papa con el                  nombre de Gregorio XIV. Las ardientes palabras del joven                  barnabita arrancaron lágrimas a ambos personajes,                  quienes le tomaron por confesor; San Carlos Borromeo                  siguió dirigiéndose con él muchos años. En 1567, el P.                  Sauli fue elegido preboste general de su congregación.                  Aunque no tenía más que treinta y ocho años, parecía                  bastante seguro de sí mismo como para oponerse al                  parecer de San Pío V y de san Borromeo. En efecto, el                  cardenal Borromeo, quien era protector de los                  "Humiliati" que quedaban, había recibido la misión de                  reformarlos, ya que dichos frailes eran tan ricos como                  de costumbres poco edificantes. Para ello decidió fundir                  a los "Humiliati" con la fervorosa congregación de los                  barnabitas, recientemente fundada. Pero San Alejandro,                  aunque estaba dispuesto hacer cuanto pudiera por ayudar                  a los "Humiliati", no se sentía oblígado a aceptar una                  medida que podía hacer daño a sus hijos, y San Carlos                  Borromeo tuvo que renunciar a su propósito.  |           
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Zenaida, Santa Biografía, 11 de octubre   
|                Octubre 11  Etimológicamente significa “la que recibe                  la vida de Zeus”. Viene de la lengua griega.  |           
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          Jaboco de Ulm, Beato Religioso, 11 Octubre   
              
 El Beato Jacobo nació en 1407, en Ulm de                  Alemania, en el seno de la respetable familia de los                  Griesinger. A los veinticinco años partió de su patria a                  Italia, donde se enroló como soldado en Nápoles; pero,                  disgustado por las costumbres licenciosas de sus                  compañeros de filas y al comprobar que su buen ejemplo                  no les hacía mella, abandonó el ejército y entró a                  servir como secretario a un abogado de Capua.  |           
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Meinardo de Letonia, Santo          Primer Obispo de Letonia, 11 Octubre   
              
 San Meinardo (1134/36-1196). 
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Fuentes: IESVS.org;          EWTN.com; Colección Hablar con          Dios de www.FranciscoFCarvajal.org          de www.edicionespalabra.es          , misalpalm.com, Catholic.net
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