JMJ
Pax
† Lectura            del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-30
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno          corriendo, se arrodilló          y le preguntó: 
          "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?" 
          Jesús le contestó: 
          "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Ya sabes los          mandamientos:          No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás          falso testimonio,          no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre".
          El contestó: 
          "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño". 
          Jesús lo miró con amor y le dijo: 
          "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes y dáselo a los          pobres; así          tendrás un tesoro en los cielos; luego ven y sígueme". 
          Pero al oír estas palabras, él se entristeció y se fue          apesadumbrado, porque          tenía muchos bienes. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus          discípulos: 
          "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de          Dios!" 
          Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras. Pero          Jesús insistió: 
          "Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas          entrar en          el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo          de una aguja          que a un rico entrar en el Reino de Dios". 
          Ellos se asombraron todavía más y comentaban: 
          "Entonces, ¿quién puede salvarse?" 
          Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: 
          "Es imposible para los hombres, no para Dios. Para Dios todo es          posible".
          Entonces Pedro le dijo a Jesús: 
          "Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte".
          Jesús dijo: 
          "Les aseguro que quien haya dejado casa, o hermanos o hermanas,          o padre o          madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá          ahora, en esta          vida, cien veces más en casas, hermanos y hermanas, madres e          hijos, y tierras,          junto con persecuciones, y en el mundo futuro vida eterna".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos            su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería          posible sin sus oraciones: al          menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te          salve María, llena          eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas          las mujeres y          bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de          Dios, ruega por          nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.          ¡Recuérdenos en          sus intenciones y misas! 
Aclaración:          una relación muere          sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc          7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no          basta charlar          por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa          permite ver a          Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han          sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a          Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a)          co-reparamos el          daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye          los Corazones          de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b)          adoramos, c)          agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras          necesidades y para la          salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5          minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la              carne del Hijo del hombre, y no              bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn            6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de            Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y            renovamos la            Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero            (Ap.19,7-10) con su            Iglesia (nosotros), sabiendo            que            rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre            por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          “Te amo, pero quiero verte todos los días,            y menos los de descanso”. ¿Qué            pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama            realmente? Estamos en el            mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de comulgar debemos confesar todos            los pecados mortales: “quien come y              bebe sin discernir el                Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1            Cor 11,29; Rm 14,23).            ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves            al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en            tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos            anticonceptivos son abortivos),            promover el aborto (derecho a decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación            artificial), planificación natural sin causa grave, actividad            sexual fuera del            matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños,            privar de Misa a niños            en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar,            envidia, calumnia, odio            o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste            o burla de lo            sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo            antes posible y nos sorprende            la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno            eterno (Catecismo            1033-41; Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc            9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos            graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que            lo sabes, ya no            hay excusa.
† Misal
28a. Dom          Ord Ciclo B
      Antífona de Entrada
      Si conservaras el              recuerdo de nuestras faltas, ¿quién habría, Señor, que se              salvara? Pero tú,              Dios nuestro, eres Dios de perdón.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Te pedimos, Señor, que tu gracia nos inspire y acompañe, de            manera que estemos            dispuestos a obrar siempre el bien.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera Lectura
      En comparación de la              sabiduría, tuve en nada la riqueza
Lectura del libro de              la Sabiduría 7, 7-11
Supliqué y            se me concedió la prudencia,            invoqué y vino a mí un espíritu de sabiduría. La preferí a los            cetros y a los            tronos, y en comparación con ella tuve en nada la riqueza. No            se puede comparar            con la piedra más preciosa, porque todo el oro junto a ella es            un poco de            arena, y la plata es como lodo en su 
            presencia. La tuve en más que a la salud y a la belleza, me            propuse tenerla por            luz, porque su resplandor nunca se apaga. Todos los bienes me            vinieron con            ella, sus manos me trajeron riquezas incontables.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Sal 89,              12-13.14-15.16-17
Sácianos, Señor, de              tu misericordia.
Enséñanos a calcular            nuestros días, para que adquiramos un corazón sabio. ¿Cuánto            tardarás, Señor,            en atendernos? Ten compasión de tus siervos.
            Sácianos, Señor, de tu misericordia.
Sácianos de tu amor            por la mañana, para que vivamos con alegría y júbilo.            Alégranos tantos días            como nos hiciste sufrir, tantos años como conocimos            desgracias.
            Sácianos, Señor, de tu misericordia.
Que tus siervos            veamos tus acciones, y nuestros hijos contemplen tu esplendor.            Que descienda            sobre nosotros la bondad del Señor, nuestro Dios. Da éxito a            todo cuanto            hagamos.
            Sácianos, Señor, de tu misericordia.
Segunda Lectura
      La palabra de Dios              descubre los pensamientos e intenciones del corazón
Lectura de la carta a              los Hebreos 4, 12-13
Hermanos: La            palabra de Dios es viva y            eficaz, más penetrante que una espada de dos filos: penetra            hasta la división            del alma y del espíritu, hasta lo más profundo del ser y            discierne los            pensamientos e intenciones del corazón. Así que no hay            criatura que esté oculta            a Dios. Todo queda al desnudo y al descubierto ante los ojos            de Aquél a quien            hemos de rendir cuentas.
            Palabra de Dios.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya,              aleluya.
            Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino            de los Cielos.
            Aleluya.
Evangelio
      Ve y vende              lo que tienes y sígueme
† Lectura              del santo Evangelio según san              Marcos 10, 17-30
Gloria a              ti, Señor.
En aquel            tiempo, cuando salía Jesús al            camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le            preguntó: 
            "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"            
            Jesús le contestó: 
            "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Ya sabes los            mandamientos:            No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás            falso testimonio,            no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre".
            El contestó: 
            "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño". 
            Jesús lo miró con amor y le dijo: 
            "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes y dáselo a los            pobres; así            tendrás un tesoro en los cielos; luego ven y sígueme". 
            Pero al oír estas palabras, él se entristeció y se fue            apesadumbrado, porque            tenía muchos bienes. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus            discípulos: 
            "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de            Dios!" 
            Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras. Pero            Jesús insistió: 
            "Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas            entrar en            el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el            ojo de una aguja            que a un rico entrar en el Reino de Dios". 
            Ellos se asombraron todavía más y comentaban: 
            "Entonces, ¿quién puede salvarse?" 
            Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: 
            "Es imposible para los hombres, no para Dios. Para Dios todo            es            posible".
            Entonces Pedro le dijo a Jesús: 
            "Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para            seguirte".
            Jesús dijo: 
            "Les aseguro que quien haya dejado casa, o hermanos o            hermanas, o padre o            madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá            ahora, en esta            vida, cien veces más en casas, hermanos y hermanas, madres e            hijos, y tierras,            junto con persecuciones, y en el mundo futuro vida eterna".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de            los Fieles
      Celebrante:
            Llenos de confianza en el Señor, oremos, hermanos y hermanas,            por todos los            seres humanos y por sus necesidades.
            (Respondemos: Te rogamos, Señor, ten piedad).
Para que            Dios conceda el espíritu de            paciencia y de caridad a los cristianos perseguidos por su            nombre y los ayude a            ser testigos fieles y verídicos de su Evangelio, roguemos al            Señor.
            Señor, ten piedad.
Para que            Dios conceda prudencia a los            gobernantes y honradez a todos los ciudadanos, a fin de que se            mantengan la            armonía y la justicia en la sociedad, roguemos al Señor. 
            Señor, ten piedad.
Para que el            Señor, el único que puede            hacer prosperar el trabajo humano, bendiga los esfuerzos de            los trabajadores y            haga que la tierra dé frutos abundantes para todos, roguemos            al Señor. 
            Señor, ten piedad.
Para que            Dios no permita que en la hora de            nuestra muerte, desesperados y sin acordarnos de él, nos            sintamos como            arrancados de este mundo; sino que, confiados y con una gran            paz, lleguemos a            la feliz vida eterna, roguemos al Señor. 
            Señor, ten piedad.
Celebrante:
            Dios nuestro, que juzgas las intenciones y los pensamientos            del corazón humano            y ves claramente todo lo que has creado; escucha nuestras            oraciones y atraviesa            nuestros corazones con la espada de doble filo de tu palabra,            para que,            iluminados por tu sabiduría, valoremos rectamente las cosas            terrenas y las            eternas y, libres de la seducción de las riquezas, recibamos            el ciento por uno            y la vida eterna.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Oración sobre las Ofrendas
      Acepta,            Señor, nuestras ofrendas y            concédenos que esta Eucaristía nos ayude a conseguir la gloria            del cielo.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio 
      Nuestra              salvación por el Hijo de Dios              hecho hombre
En verdad es            justo y necesario, es nuestro            deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar,            Señor, Padre santo,            Dios todopoderoso y eterno. 
            Porque manifestaste admirablemente tu poder no sólo al            socorrer nuestra débil            naturaleza con la fuerza de tu divinidad, sino prever el            remedio en la misma            debilidad humana, y así de lo que fue causa de nuestra ruina            hiciste el            principio de nuestra salvación, por Cristo, Señor nuestro. 
            Por él, los ángeles te cantan con júbilo eterno, y nosotros            nos unimos a sus            voces cantando humildemente tu alabanza:
          
Antífona de la Comunión
      Los que buscan              riquezas, sufren pobreza y hambre; los que buscan al Señor,              no carecen de nada.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Te pedimos, Señor, humildemente, que el Cuerpo y la Sangre de            tu Hijo que hemos            recibido en alimento, nos comuniquen su misma vida. 
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
Lecturas del          día Vigésimo octavo Domingo
ciclo b
LA MIRADA DE          JESÚS
— La mayor          sabiduría consiste en encontrar a Jesucristo.
— El          encuentro con el joven rico.
— Jesús nos          invita a seguirle.
I. Los textos          de la Misa de este domingo nos hablan de la sabiduría divina,          que hemos de          estimar más que cualquier otro bien. En la Primera lectura1          leemos la petición          que el autor del libro sagrado pone en boca de Salomón: Supliqué          y se me          concedió un espíritu de sabiduría. La preferí a los cetros y a          los tronos, y en          su comparación tuve en nada la riqueza. No la equiparé a la          piedra más          preciosa, porque todo el oro a su lado es un poco de arena, y          junto a ella la          plata vale lo que el barro. Nada vale en comparación con el          conocimiento de          Dios, que nos hace participar de su intimidad y da sentido a la          vida: la preferí          a la salud y a la belleza, me propuse tenerla por luz, porque su          resplandor no          tiene ocaso. Es más: Venerunt omnia bona pariter cum illa... Con          ella me          llegaron todos los bienes. En sus manos encontré riquezas          incontables.
El Verbo de          Dios encarnado, Jesucristo, es la Sabiduría infinita, escondida          en el seno del          Padre desde la eternidad y asequible ahora a los hombres que          están dispuestos a          abrir su corazón con humildad y sencillez. Junto a Él, todo el          oro es un poco          de arena, y la plata vale lo que el barro, nada. Tener a Cristo          es poseerlo          todo, pues con Él nos llegan todos los bienes. Por eso cometemos          la mayor          necedad cuando preferimos algo (honor, riqueza, salud...) a          Cristo mismo que          nos visita. Nada vale la pena sin el Maestro.
“Señor,          gracias por haber venido. Hubieras podido salvarnos sin venir.          Bastaba, en          definitiva, que hubieras querido salvarnos. No se ve que la          Encarnación fuera          necesaria. Pero has querido situar entre nosotros el ejemplo          completo de toda          perfección (...). Gracias, Maestro, por haber venido, por estar          en medio de          nosotros, hombre entre los hombres, el Hombre entre los hombres,          como uno más          (...), y, sin embargo, el Hombre que todo lo atrae a sí, porque          desde que ha          venido no existe otra perfección.
“Gracias por          haber venido y porque yo puedo mirarte y alimentar mi vida en          ti”2. Ser sabios,          Señor, es encontrarte a Ti, y seguirte. Solo acierta en la vida          quien te sigue.
II. En el          Evangelio de la Misa3, San Marcos nos relata la ocasión perdida          de uno que          prefirió unos cuantos bienes a Cristo mismo, que le invitó a          seguirle. Cuando          salía Jesús con sus discípulos para ponerse en camino, a punto          ya de partir          para Jerusalén, llegó un joven4 corriendo, y se puso de rodillas          ante Él y le          preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para conseguir la vida          eterna? Y el          Señor le indica los Mandamientos como camino seguro y necesario          para alcanzar          la salvación. El joven, con gran sencillez, le respondió que los          cumplía desde          su niñez. Entonces, Jesús, que conocía la limpieza de su corazón          y el fondo de          generosidad y de entrega que existe en cada hombre, en cada          mujer, fijando en          él su mirada, le amó con un amor de predilección y le invitó a          seguirle,          dejando a un lado todo lo que poseía.
San Marcos,          que recoge la catequesis de San Pedro, oiría de labios de este          Apóstol el          relato con todos sus detalles. ¡Cómo recordaría Pedro esa mirada          de Jesús que          también, en el comienzo de su vocación, se posó sobre él y          cambió el rumbo de          su vida! Mirándolo Jesús le dijo: Tú eres Simón, el hijo de          Juan; tú te          llamarás Cefas5. Y la vida de Pedro ya fue otra. ¡Cómo nos          gustaría contemplar          esa mirada de Jesús! Unas veces es imperiosa y entrañable; o de          pena y de          tristeza, al ver la incredulidad de los fariseos6; de compasión          ante el hijo          muerto de la viuda de Naín7; en otras ocasiones, con su mirada          invitará a          dejarlo todo y a seguirle, como en el caso de Mateo8; sabrá          conmover el corazón          de Zaqueo, llevándolo a la conversión9; se enternecerá ante la          fe y la grandeza          de alma de la viuda pobre que dio todo lo que tenía10. Su mirada          penetrante          ponía al descubierto el alma frente a Dios, y suscitaba al mismo          tiempo la          contrición. Así miró Jesús a la mujer adúltera11, y al mismo          Pedro, llevándole          a llorar amargamente su cobardía12.
Jesús miró          con un gran aprecio a este joven que se le acercaba: Iesus autem          intuitus eum          dilexil eum. Y le invitó: “Sígueme. Camina sobre mis pasos. ¡Ven          a mi lado!          ¡Permanece en mi amor!”13. Es la invitación que quizá nosotros          hemos          recibido... ¡y le hemos seguido! “Al hombre le es necesaria esta          mirada          amorosa; le es necesario saberse amado, saberse amado          eternamente y haber sido          elegido desde la eternidad (cfr. Ef 1, 4). Al mismo tiempo, este          amor eterno de          elección divina acompaña al hombre durante su vida como la          mirada de amor de Cristo.          Y acaso con mayor fuerza en el momento de la prueba, de la          humillación, de la          persecución, de la derrota (...); entonces la conciencia de que          el Padre nos ha          amado siempre en su Hijo, de que Cristo ama a cada uno y          siempre, se convierte          en un sólido punto de apoyo para toda nuestra existencia humana.          Cuando todo          hace dudar de sí mismo y del sentido de la propia existencia,          entonces esta          mirada de Cristo, esto es, la conciencia del amor que en Él se          ha mostrado más          fuerte que todo mal y que toda destrucción, dicha conciencia nos          permite          sobrevivir”14.
Cada uno          recibe una llamada particular del Maestro, y en la respuesta a          esta invitación          se contienen toda la paz y la felicidad verdaderas. La auténtica          sabiduría          consiste en decir sí a cada una de las invitaciones que Cristo,          Sabiduría          infinita, nos hace a lo largo de la vida, pues Él sigue          recorriendo nuestras          calles y plazas. Cristo vive y llama. “Un día –no quiero          generalizar, abre tu          corazón al Señor y cuéntale tu historia–, quizá un amigo, un          cristiano corriente          igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al          mismo tiempo          viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte          seriamente en          seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste          entonces la          tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que          libremente,          porque te dio la gana –que es la razón más sobrenatural–,          respondiste que sí a          Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que solo desaparece          cuando te          apartas de Él”15. Es la alegría de la entrega, ¡tan opuesta a la          tristeza que          anegó el alma del joven rico, que no quiso corresponder a la          llamada del          Maestro!
III. Anda,          vende cuanto tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en          el Cielo;          luego ven y sígueme, le dijo Jesús a este joven que tenía muchos          bienes. Y las          palabras que debían comunicarle una inmensa alegría, le dejaron          en el alma una          gran tristeza: afligido por estas palabras, se marchó triste.          “La tristeza de          este joven nos lleva a reflexionar. Podremos tener la tentación          de pensar que          poseer muchas cosas, muchos bienes de este mundo, puede hacernos          felices. En          cambio, vemos en el caso del joven del Evangelio que las muchas          riquezas se          convirtieron en obstáculo para aceptar la llamada de Jesús a          seguirlo. ¡No          estaba dispuesto a decir sí a Jesús, y no a sí mismo, a decir sí          al amor, y no          a la huida! El amor verdadero es exigente”16. Si notamos en          nuestro corazón un          deje de tristeza es posible que se deba a que el Señor nos esté          pidiendo algo y          nos neguemos a dárselo, a que no hayamos terminado de dejar          libre el corazón de          ataduras para seguirle plenamente. Es quizá el momento de          recordar las palabras          de Jesús al final de este pasaje del Evangelio: Os aseguro que          quien deje casa,          o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por          Mí y por el          Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más          –casas, y hermanos y          hermanas, y madres e hijos, y tierras, con persecuciones–, y en          la edad futura          la vida eterna.
...Ven y          sígueme. ¡Cómo estarían todos esperando la respuesta del joven!          Con esta          palabra –sígueme– Jesús llamaba a sus discípulos más íntimos.          Esta invitación          llevaba consigo acompañarle en su ministerio, escuchar su          doctrina y a veces          una explicación más pausada, imitar su modo de vida... Después          de la Ascensión          de Jesús a los Cielos, el seguimiento no es, lógicamente,          acompañarle por los          caminos y aldeas de Palestina, sino permanecer allí donde Él nos          encontró, en          medio del mundo, y hacer nuestra su vida y su doctrina,          comunicarnos con Él          mediante la oración, tenerle presente en el trabajo, en el          descanso, en las          alegrías y en las penas... darlo a conocer con el testimonio          alegre de una vida          corriente y con la palabra. Seguir al Señor comporta un ponerse          en camino, es          decir, la exigencia de una vida de empeño y de lucha por imitar          al Maestro. “En          este esfuerzo por identificarse con Cristo, he distinguido como          cuatro          escalones: buscarle, encontrarle, tratarle, amarle. Quizá          comprendéis que          estáis como en la primera etapa. Buscadlo con hambre, buscadlo          en vosotros          mismos con todas vuestras fuerzas. Si obráis con este empeño, me          atrevo a          garantizar que ya lo habéis encontrado, y que habéis comenzado a          tratarlo y a          amarlo”17. Él no deja de llamarnos para emprender el camino de          la santidad          siguiendo sus pasos. Ahora, también Jesús vive y llama. Es el          mismo que          recorría los caminos de Palestina. No dejemos pasar las          oportunidades que nos          brinda.
1 Sab 7,          7-11.— 2 J. Leclerq, Treinta meditaciones sobre la vida          cristiana, Desclée de          Brouwer, Bilbao 1958, pp. 50-51. — 3 Mc 10, 17-30. — 4 Cfr. Mt          19, 16. — 5 Jn          1, 42. — 6 Cfr. Mc 2, 5. — 7 Cfr. Lc 7, 13. — 8 Cfr. Mt 9. — 9          Cfr. Lc 19, 5. —          10 Cfr. Mc 12, 41-44. — 11 Cfr. Jn 8, 10. — 12 Cfr. Lc 22, 61;          Mc 14, 72. — 13          Juan Pablo II, Homilía 1-X-1979. — 14 ídem, Carta a los jóvenes,          31-III-1985,          7. — 15 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 1.— 16 Juan          Pablo II,          Homilía 1-X-1979. — 17 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios,          300.  ___________________________________________________________________________________________
† Santoral             (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
|                San Calixto Señor: envíanos tu                  Espíritu Santo que nos vuelva   |           
Calixto es un          nombre que en griego quiere decir: "muy hermoso".
Este          Pontífice se ha hecho famoso por Las          Catacumbas de San Calixto, en Roma, que él organizó (catacumba          significa: cueva          subterránea). Estas catacumbas son las más famosas de Roma          (según decía Juan          XXIII). Tienen 4 pisos sobrepuestos, y más de 20 kilómetros de          corredores. Allí          se encuentran el famoso sepulcro de Santa Cecilia y los          sepulcros de muchísimos          mártires de los primeros siglos.
Dicen que era          un esclavo que un tiempo          estuvo condenado a trabajos forzados en las minas. Recobrada la          libertad se          dedicó a estudiar la religión de Cristo y a enseñarla a sus          vecinos. El Papa          San Ceferino lo nombró como su hombre de confianza en el año 199          y le encomendó          la dirección de las Catacumbas donde sepultaban a los          cristianos. Calixto          ensanchó notablemente estas catacumbas y las organizó muy bien.
Al morir San          Ceferino, el pueblo de Roma          eligió como Sumo Pontífice a Calixto, como el mejor preparado          para ello. Pero          se le opuso terriblemente un tal Hipólito, aduciendo como          razones para pedir          que lo destituyeran del Pontificado, el que Calixto afirmaba que          si un pecador          hacía penitencias y dejaba sus maldades se le podía volver a          admitir entre los          fieles cristianos católicos, y que a un obispo no se le podía          destituir por un          grave pecado que hubiera cometido, si se arrepentía y empezaba          una vida de          conversión y penitencia. Calixto sabía ser comprensivo.
Este Santo          Pontífice convirtió a muchos          romanos al cristianismo, curó a varios enfermos que padecían de          enfermedades          muy graves, y defendió cuanto más pudo a los creyentes          perseguidos.
Nuestro santo          ayunaba días y semanas y          hasta 40 días seguidos. Cuando los perseguidores lo llevaron          preso por          proclamar su fe en Jesucristo, lo echaron a un oscuro calabozo,          esperando que          se desesperaría por hambre. Pero después de unos días lo          encontraron muy          tranquilo. Le preguntaron cómo lograba mantenerse sereno sin          comer ni beber y          les dijo: "Acostumbré a mi cuerpo a pasar días y semanas sin          comer ni          beber, y esto por amor a mi amigo Jesucristo, así que ya soy          capaz de resistir          sin desesperarme".
En la cárcel          consiguió con sus oraciones          la sanación de la esposa del carcelero cuando ya la pobre mujer          estaba          agonizando. En acción de gracias, el carcelero y toda su familia          se hicieron          bautizar por él.
Entonces el          jefe pagano de Roma ordenó          que lo echaran en un pozo profundo y que cubrieran la boca del          pozo con tierra          y escombros. Todavía en Roma señalan a los turistas el pozo de          San Calixto,          desde donde su alma voló al cielo a recibir el premio prometido          por Cristo          Jesús a los que lo proclaman en la tierra.
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01          
          Domingo Loricato, Santo Eremita, Octubre 14   
              
 Eremita Martirologio                    Romano: En San Severino Marche, del Piceno, en                      Italia, santo Domingo, llamado Loricato, por la                      coraza de hierro que llevaba ceñida al cuerpo,                      presbítero de la Orden Camaldulense, el cual,                      habiendo sido ordenado simoníacamente, se hizo monje                      eremita y, discípulo de san Pedro Damiani, llevó una                      vida austera y disciplinada (1060).  |           
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Román Lysko, Beato          Sacerdote y Mártir, 14 de octubre            
              
 Mártir Ucraniano Martirologio                    Romano: En Lviv, de Ucrania, beato Román Lysko,                      presbítero y mártir, que durante la persecución                      contra la fe, siguiendo de cerca las huellas de                      Cristo, por su gracia llegó al reino celestial                      (1949).  |           
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Fuente: Martirologio          Romano 
          Otros Santos y Beatos Completando el santoral de éste          día, Octubre 14            
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com; Colección          Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org          de www.edicionespalabra.es          , misalpalm.com,          Catholic.net
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