JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-30
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:
"Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"
Jesús le contestó:
"¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre".
El contestó:
"Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño".
Jesús lo miró con amor y le dijo:
"Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en los cielos; luego ven y sígueme".
Pero al oír estas palabras, él se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
"¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!"
Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras. Pero Jesús insistió:
"Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios".
Ellos se asombraron todavía más y comentaban:
"Entonces, ¿quién puede salvarse?"
Jesús, mirándolos fijamente, les dijo:
"Es imposible para los hombres, no para Dios. Para Dios todo es posible".
Entonces Pedro le dijo a Jesús:
"Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte".
Jesús dijo:
"Les aseguro que quien haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en esta vida, cien veces más en casas, hermanos y hermanas, madres e hijos, y tierras, junto con persecuciones, y en el mundo futuro vida eterna".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
28a. Dom Ord Ciclo B
Antífona de Entrada
Si conservaras el recuerdo de nuestras faltas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero tú, Dios nuestro, eres Dios de perdón.
Oración Colecta
Oremos:
Te pedimos, Señor, que tu gracia nos inspire y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
En comparación de la sabiduría, tuve en nada la riqueza
Lectura del libro de la Sabiduría 7, 7-11
Supliqué y se me concedió la prudencia, invoqué y vino a mí un espíritu de sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos, y en comparación con ella tuve en nada la riqueza. No se puede comparar con la piedra más preciosa, porque todo el oro junto a ella es un poco de arena, y la plata es como lodo en su
presencia. La tuve en más que a la salud y a la belleza, me propuse tenerla por luz, porque su resplandor nunca se apaga. Todos los bienes me vinieron con ella, sus manos me trajeron riquezas incontables.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 89, 12-13.14-15.16-17
Sácianos, Señor, de tu misericordia.
Enséñanos a calcular nuestros días, para que adquiramos un corazón sabio. ¿Cuánto tardarás, Señor, en atendernos? Ten compasión de tus siervos.
Sácianos, Señor, de tu misericordia.
Sácianos de tu amor por la mañana, para que vivamos con alegría y júbilo. Alégranos tantos días como nos hiciste sufrir, tantos años como conocimos desgracias.
Sácianos, Señor, de tu misericordia.
Que tus siervos veamos tus acciones, y nuestros hijos contemplen tu esplendor. Que descienda sobre nosotros la bondad del Señor, nuestro Dios. Da éxito a todo cuanto hagamos.
Sácianos, Señor, de tu misericordia.
Segunda Lectura
La palabra de Dios descubre los pensamientos e intenciones del corazón
Lectura de la carta a los Hebreos 4, 12-13
Hermanos: La palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta lo más profundo del ser y discierne los pensamientos e intenciones del corazón. Así que no hay criatura que esté oculta a Dios. Todo queda al desnudo y al descubierto ante los ojos de Aquél a quien hemos de rendir cuentas.
Palabra de Dios.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Aleluya.
Evangelio
Ve y vende lo que tienes y sígueme
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-30
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:
"Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"
Jesús le contestó:
"¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre".
El contestó:
"Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño".
Jesús lo miró con amor y le dijo:
"Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en los cielos; luego ven y sígueme".
Pero al oír estas palabras, él se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
"¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!"
Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras. Pero Jesús insistió:
"Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios".
Ellos se asombraron todavía más y comentaban:
"Entonces, ¿quién puede salvarse?"
Jesús, mirándolos fijamente, les dijo:
"Es imposible para los hombres, no para Dios. Para Dios todo es posible".
Entonces Pedro le dijo a Jesús:
"Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte".
Jesús dijo:
"Les aseguro que quien haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en esta vida, cien veces más en casas, hermanos y hermanas, madres e hijos, y tierras, junto con persecuciones, y en el mundo futuro vida eterna".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Llenos de confianza en el Señor, oremos, hermanos y hermanas, por todos los seres humanos y por sus necesidades.
(Respondemos: Te rogamos, Señor, ten piedad).
Para que Dios conceda el espíritu de paciencia y de caridad a los cristianos perseguidos por su nombre y los ayude a ser testigos fieles y verídicos de su Evangelio, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Para que Dios conceda prudencia a los gobernantes y honradez a todos los ciudadanos, a fin de que se mantengan la armonía y la justicia en la sociedad, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Para que el Señor, el único que puede hacer prosperar el trabajo humano, bendiga los esfuerzos de los trabajadores y haga que la tierra dé frutos abundantes para todos, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Para que Dios no permita que en la hora de nuestra muerte, desesperados y sin acordarnos de él, nos sintamos como arrancados de este mundo; sino que, confiados y con una gran paz, lleguemos a la feliz vida eterna, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Celebrante:
Dios nuestro, que juzgas las intenciones y los pensamientos del corazón humano y ves claramente todo lo que has creado; escucha nuestras oraciones y atraviesa nuestros corazones con la espada de doble filo de tu palabra, para que, iluminados por tu sabiduría, valoremos rectamente las cosas terrenas y las eternas y, libres de la seducción de las riquezas, recibamos el ciento por uno y la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, nuestras ofrendas y concédenos que esta Eucaristía nos ayude a conseguir la gloria del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Nuestra salvación por el Hijo de Dios hecho hombre
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque manifestaste admirablemente tu poder no sólo al socorrer nuestra débil naturaleza con la fuerza de tu divinidad, sino prever el remedio en la misma debilidad humana, y así de lo que fue causa de nuestra ruina hiciste el principio de nuestra salvación, por Cristo, Señor nuestro.
Por él, los ángeles te cantan con júbilo eterno, y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Los que buscan riquezas, sufren pobreza y hambre; los que buscan al Señor, no carecen de nada.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te pedimos, Señor, humildemente, que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que hemos recibido en alimento, nos comuniquen su misma vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Lecturas del día Vigésimo octavo Domingo
ciclo b
LA MIRADA DE JESÚS
— La mayor sabiduría consiste en encontrar a Jesucristo.
— El encuentro con el joven rico.
— Jesús nos invita a seguirle.
I. Los textos de la Misa de este domingo nos hablan de la sabiduría divina, que hemos de estimar más que cualquier otro bien. En la Primera lectura1 leemos la petición que el autor del libro sagrado pone en boca de Salomón: Supliqué y se me concedió un espíritu de sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos, y en su comparación tuve en nada la riqueza. No la equiparé a la piedra más preciosa, porque todo el oro a su lado es un poco de arena, y junto a ella la plata vale lo que el barro. Nada vale en comparación con el conocimiento de Dios, que nos hace participar de su intimidad y da sentido a la vida: la preferí a la salud y a la belleza, me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Es más: Venerunt omnia bona pariter cum illa... Con ella me llegaron todos los bienes. En sus manos encontré riquezas incontables.
El Verbo de Dios encarnado, Jesucristo, es la Sabiduría infinita, escondida en el seno del Padre desde la eternidad y asequible ahora a los hombres que están dispuestos a abrir su corazón con humildad y sencillez. Junto a Él, todo el oro es un poco de arena, y la plata vale lo que el barro, nada. Tener a Cristo es poseerlo todo, pues con Él nos llegan todos los bienes. Por eso cometemos la mayor necedad cuando preferimos algo (honor, riqueza, salud...) a Cristo mismo que nos visita. Nada vale la pena sin el Maestro.
“Señor, gracias por haber venido. Hubieras podido salvarnos sin venir. Bastaba, en definitiva, que hubieras querido salvarnos. No se ve que la Encarnación fuera necesaria. Pero has querido situar entre nosotros el ejemplo completo de toda perfección (...). Gracias, Maestro, por haber venido, por estar en medio de nosotros, hombre entre los hombres, el Hombre entre los hombres, como uno más (...), y, sin embargo, el Hombre que todo lo atrae a sí, porque desde que ha venido no existe otra perfección.
“Gracias por haber venido y porque yo puedo mirarte y alimentar mi vida en ti”2. Ser sabios, Señor, es encontrarte a Ti, y seguirte. Solo acierta en la vida quien te sigue.
II. En el Evangelio de la Misa3, San Marcos nos relata la ocasión perdida de uno que prefirió unos cuantos bienes a Cristo mismo, que le invitó a seguirle. Cuando salía Jesús con sus discípulos para ponerse en camino, a punto ya de partir para Jerusalén, llegó un joven4 corriendo, y se puso de rodillas ante Él y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para conseguir la vida eterna? Y el Señor le indica los Mandamientos como camino seguro y necesario para alcanzar la salvación. El joven, con gran sencillez, le respondió que los cumplía desde su niñez. Entonces, Jesús, que conocía la limpieza de su corazón y el fondo de generosidad y de entrega que existe en cada hombre, en cada mujer, fijando en él su mirada, le amó con un amor de predilección y le invitó a seguirle, dejando a un lado todo lo que poseía.
San Marcos, que recoge la catequesis de San Pedro, oiría de labios de este Apóstol el relato con todos sus detalles. ¡Cómo recordaría Pedro esa mirada de Jesús que también, en el comienzo de su vocación, se posó sobre él y cambió el rumbo de su vida! Mirándolo Jesús le dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas5. Y la vida de Pedro ya fue otra. ¡Cómo nos gustaría contemplar esa mirada de Jesús! Unas veces es imperiosa y entrañable; o de pena y de tristeza, al ver la incredulidad de los fariseos6; de compasión ante el hijo muerto de la viuda de Naín7; en otras ocasiones, con su mirada invitará a dejarlo todo y a seguirle, como en el caso de Mateo8; sabrá conmover el corazón de Zaqueo, llevándolo a la conversión9; se enternecerá ante la fe y la grandeza de alma de la viuda pobre que dio todo lo que tenía10. Su mirada penetrante ponía al descubierto el alma frente a Dios, y suscitaba al mismo tiempo la contrición. Así miró Jesús a la mujer adúltera11, y al mismo Pedro, llevándole a llorar amargamente su cobardía12.
Jesús miró con un gran aprecio a este joven que se le acercaba: Iesus autem intuitus eum dilexil eum. Y le invitó: “Sígueme. Camina sobre mis pasos. ¡Ven a mi lado! ¡Permanece en mi amor!”13. Es la invitación que quizá nosotros hemos recibido... ¡y le hemos seguido! “Al hombre le es necesaria esta mirada amorosa; le es necesario saberse amado, saberse amado eternamente y haber sido elegido desde la eternidad (cfr. Ef 1, 4). Al mismo tiempo, este amor eterno de elección divina acompaña al hombre durante su vida como la mirada de amor de Cristo. Y acaso con mayor fuerza en el momento de la prueba, de la humillación, de la persecución, de la derrota (...); entonces la conciencia de que el Padre nos ha amado siempre en su Hijo, de que Cristo ama a cada uno y siempre, se convierte en un sólido punto de apoyo para toda nuestra existencia humana. Cuando todo hace dudar de sí mismo y del sentido de la propia existencia, entonces esta mirada de Cristo, esto es, la conciencia del amor que en Él se ha mostrado más fuerte que todo mal y que toda destrucción, dicha conciencia nos permite sobrevivir”14.
Cada uno recibe una llamada particular del Maestro, y en la respuesta a esta invitación se contienen toda la paz y la felicidad verdaderas. La auténtica sabiduría consiste en decir sí a cada una de las invitaciones que Cristo, Sabiduría infinita, nos hace a lo largo de la vida, pues Él sigue recorriendo nuestras calles y plazas. Cristo vive y llama. “Un día –no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia–, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana –que es la razón más sobrenatural–, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que solo desaparece cuando te apartas de Él”15. Es la alegría de la entrega, ¡tan opuesta a la tristeza que anegó el alma del joven rico, que no quiso corresponder a la llamada del Maestro!
III. Anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el Cielo; luego ven y sígueme, le dijo Jesús a este joven que tenía muchos bienes. Y las palabras que debían comunicarle una inmensa alegría, le dejaron en el alma una gran tristeza: afligido por estas palabras, se marchó triste. “La tristeza de este joven nos lleva a reflexionar. Podremos tener la tentación de pensar que poseer muchas cosas, muchos bienes de este mundo, puede hacernos felices. En cambio, vemos en el caso del joven del Evangelio que las muchas riquezas se convirtieron en obstáculo para aceptar la llamada de Jesús a seguirlo. ¡No estaba dispuesto a decir sí a Jesús, y no a sí mismo, a decir sí al amor, y no a la huida! El amor verdadero es exigente”16. Si notamos en nuestro corazón un deje de tristeza es posible que se deba a que el Señor nos esté pidiendo algo y nos neguemos a dárselo, a que no hayamos terminado de dejar libre el corazón de ataduras para seguirle plenamente. Es quizá el momento de recordar las palabras de Jesús al final de este pasaje del Evangelio: Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por Mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas, y hermanos y hermanas, y madres e hijos, y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura la vida eterna.
...Ven y sígueme. ¡Cómo estarían todos esperando la respuesta del joven! Con esta palabra –sígueme– Jesús llamaba a sus discípulos más íntimos. Esta invitación llevaba consigo acompañarle en su ministerio, escuchar su doctrina y a veces una explicación más pausada, imitar su modo de vida... Después de la Ascensión de Jesús a los Cielos, el seguimiento no es, lógicamente, acompañarle por los caminos y aldeas de Palestina, sino permanecer allí donde Él nos encontró, en medio del mundo, y hacer nuestra su vida y su doctrina, comunicarnos con Él mediante la oración, tenerle presente en el trabajo, en el descanso, en las alegrías y en las penas... darlo a conocer con el testimonio alegre de una vida corriente y con la palabra. Seguir al Señor comporta un ponerse en camino, es decir, la exigencia de una vida de empeño y de lucha por imitar al Maestro. “En este esfuerzo por identificarse con Cristo, he distinguido como cuatro escalones: buscarle, encontrarle, tratarle, amarle. Quizá comprendéis que estáis como en la primera etapa. Buscadlo con hambre, buscadlo en vosotros mismos con todas vuestras fuerzas. Si obráis con este empeño, me atrevo a garantizar que ya lo habéis encontrado, y que habéis comenzado a tratarlo y a amarlo”17. Él no deja de llamarnos para emprender el camino de la santidad siguiendo sus pasos. Ahora, también Jesús vive y llama. Es el mismo que recorría los caminos de Palestina. No dejemos pasar las oportunidades que nos brinda.
1 Sab 7, 7-11.— 2 J. Leclerq, Treinta meditaciones sobre la vida cristiana, Desclée de Brouwer, Bilbao 1958, pp. 50-51. — 3 Mc 10, 17-30. — 4 Cfr. Mt 19, 16. — 5 Jn 1, 42. — 6 Cfr. Mc 2, 5. — 7 Cfr. Lc 7, 13. — 8 Cfr. Mt 9. — 9 Cfr. Lc 19, 5. — 10 Cfr. Mc 12, 41-44. — 11 Cfr. Jn 8, 10. — 12 Cfr. Lc 22, 61; Mc 14, 72. — 13 Juan Pablo II, Homilía 1-X-1979. — 14 ídem, Carta a los jóvenes, 31-III-1985, 7. — 15 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 1.— 16 Juan Pablo II, Homilía 1-X-1979. — 17 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 300. ___________________________________________________________________________________________
† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Calixto Señor: envíanos tu Espíritu Santo que nos vuelva |
Calixto es un nombre que en griego quiere decir: "muy hermoso".
Este Pontífice se ha hecho famoso por Las Catacumbas de San Calixto, en Roma, que él organizó (catacumba significa: cueva subterránea). Estas catacumbas son las más famosas de Roma (según decía Juan XXIII). Tienen 4 pisos sobrepuestos, y más de 20 kilómetros de corredores. Allí se encuentran el famoso sepulcro de Santa Cecilia y los sepulcros de muchísimos mártires de los primeros siglos.
Dicen que era un esclavo que un tiempo estuvo condenado a trabajos forzados en las minas. Recobrada la libertad se dedicó a estudiar la religión de Cristo y a enseñarla a sus vecinos. El Papa San Ceferino lo nombró como su hombre de confianza en el año 199 y le encomendó la dirección de las Catacumbas donde sepultaban a los cristianos. Calixto ensanchó notablemente estas catacumbas y las organizó muy bien.
Al morir San Ceferino, el pueblo de Roma eligió como Sumo Pontífice a Calixto, como el mejor preparado para ello. Pero se le opuso terriblemente un tal Hipólito, aduciendo como razones para pedir que lo destituyeran del Pontificado, el que Calixto afirmaba que si un pecador hacía penitencias y dejaba sus maldades se le podía volver a admitir entre los fieles cristianos católicos, y que a un obispo no se le podía destituir por un grave pecado que hubiera cometido, si se arrepentía y empezaba una vida de conversión y penitencia. Calixto sabía ser comprensivo.
Este Santo Pontífice convirtió a muchos romanos al cristianismo, curó a varios enfermos que padecían de enfermedades muy graves, y defendió cuanto más pudo a los creyentes perseguidos.
Nuestro santo ayunaba días y semanas y hasta 40 días seguidos. Cuando los perseguidores lo llevaron preso por proclamar su fe en Jesucristo, lo echaron a un oscuro calabozo, esperando que se desesperaría por hambre. Pero después de unos días lo encontraron muy tranquilo. Le preguntaron cómo lograba mantenerse sereno sin comer ni beber y les dijo: "Acostumbré a mi cuerpo a pasar días y semanas sin comer ni beber, y esto por amor a mi amigo Jesucristo, así que ya soy capaz de resistir sin desesperarme".
En la cárcel consiguió con sus oraciones la sanación de la esposa del carcelero cuando ya la pobre mujer estaba agonizando. En acción de gracias, el carcelero y toda su familia se hicieron bautizar por él.
Entonces el jefe pagano de Roma ordenó que lo echaran en un pozo profundo y que cubrieran la boca del pozo con tierra y escombros. Todavía en Roma señalan a los turistas el pozo de San Calixto, desde donde su alma voló al cielo a recibir el premio prometido por Cristo Jesús a los que lo proclaman en la tierra.
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Domingo Loricato, Santo Eremita, Octubre 14
Eremita Martirologio Romano: En San Severino Marche, del Piceno, en Italia, santo Domingo, llamado Loricato, por la coraza de hierro que llevaba ceñida al cuerpo, presbítero de la Orden Camaldulense, el cual, habiendo sido ordenado simoníacamente, se hizo monje eremita y, discípulo de san Pedro Damiani, llevó una vida austera y disciplinada (1060). |
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Román Lysko, Beato Sacerdote y Mártir, 14 de octubre
Mártir Ucraniano Martirologio Romano: En Lviv, de Ucrania, beato Román Lysko, presbítero y mártir, que durante la persecución contra la fe, siguiendo de cerca las huellas de Cristo, por su gracia llegó al reino celestial (1949). |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de éste día, Octubre 14
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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