JMJ
Pax
† Lectura            del santo Evangelio según san Lucas 11, 42-46
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo dijo Jesús:
          "¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan diezmo hasta de la          hierbabuena, de la          ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y          el amor de Dios!          Esto debían practicar, sin descuidar aquello. 
          ¡Ay de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar los lugares de          honor en las          sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas! ¡Ay de          ustedes, que son          como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la          gente sin darse          cuenta!"
          Tomó la palabra un doctor de la ley y le dijo: 
          "Maestro, al hablar así nos insultas también a nosotros". Jesús          le          respondió: 
          "¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, que abruman a la          gente con          cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la punta          del dedo!"
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y comunidad-comunión.          Con Dios es igual:          las “palabras          de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario          visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan          presente en la          Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la          Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d) pedimos          y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación          del mundo entero…          ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si              no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su              sangre, no tenéis vida              en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos en            estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con            el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          “Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”.            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser            felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la            perfección del amor,            es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como            pide la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            “quien              come y bebe sin discernir el                Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1            Cor 11,29; Rm 14,23).            ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados            graves al menos una vez al año (CDC            989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto            (derecho a            decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial),            planificación            natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio            por iglesia,            demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso            de razón,            borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio            o deseo de            venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de            lo sagrado, etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son            pecados mortales              objetivamente, pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay excusa.
† Misal
mie 28a.          Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      Recordaremos, Señor,              los dones de tu amor en medio de tu templo. Que todos los              pueblos de la tierra              te conozcan y alaben, porque es infinita tu justicia.
Oración Colecta
      Oremos:
            Dios nuestro, que por medio de la muerte de tu Hijo has            redimido al mundo de la            esclavitud del pecado; concédenos participar ahora de una            santa alegría y,            después en el cielo, de la felicidad eterna. 
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera Lectura
      Los que son de              Jesucristo han crucificado su egoísmo con sus pasiones
Lectura de la carta              del apóstol san Pablo a los Gálatas 5, 18-25
Hermanos: Si            los guía el Espíritu, ya no            están bajo el dominio de la ley.
            Son manifiestas las obras que proceden del desorden egoísta:            lujuria, impureza,            libertinaje, idolatría, brujería, enemistades, pleitos,            rivalidades, ira,            rencillas, divisiones, discordias, envidias, borracheras,            orgías y otras cosas            semejantes. Respecto a ellas les advierto, como ya lo hice            antes, que quienes            así obran no conseguirán el Reino de Dios.
            En cambio, los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz,            generosidad,            tolerancia, bondad, fidelidad, mansedumbre, y dominio de sí            mismo. Ninguna ley            existe que vaya en contra de estas acciones.
            Y los que son de Jesucristo han crucificado su egoísmo con sus            pasiones y malos            deseos. Si tenemos la vida del Espíritu, actuemos conforme a            ese mismo            Espíritu.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del salmo 1
Dichoso quien confía              en el Señor.
Dichoso quien no se            guía por mundanos criterios, ni anda en malos pasos, ni se            burla del bueno,            sino que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus            mandamientos.
            Dichoso quien confía en el Señor.
Será como un árbol            plantado junto al río: da fruto a su tiempo y nunca se            marchita; en todo tendrá            éxito.
            Dichoso quien confía en el Señor.
En cambio, los            malvados serán como la paja barrida por el viento, porque el            Señor protege el            camino del justo, pero al malo sus caminos acaban por            perderlo.
            Dichoso quien confía en el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
      Aleluya,              aleluya.
            Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y            ellas me siguen.
            Aleluya.
Evangelio
      ¡Ay de              ustedes, fariseos! 
† Lectura              del santo Evangelio según san              Lucas 11, 42-46
Gloria a              ti, Señor.
En aquel            tiempo dijo Jesús:
            "¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan diezmo hasta de la            hierbabuena, de la            ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y            el amor de Dios!            Esto debían practicar, sin descuidar aquello. 
            ¡Ay de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar los lugares de            honor en las            sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas! ¡Ay de            ustedes, que son            como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la            gente sin darse            cuenta!"
            Tomó la palabra un doctor de la ley y le dijo: 
            "Maestro, al hablar así nos insultas también a nosotros".            Jesús le            respondió: 
            "¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, que abruman a la            gente con            cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la            punta del dedo!"
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
      Que el            sacrificio que vamos a ofrecerte            nos purifique, Señor, y nos ayude a conformar cada día más            nuestra vida con los            ejemplos de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los            siglos de los siglos.
          Amén. 
Prefacio
      Restauración  universal              en Cristo
En verdad es            justo y necesario, es nuestro            deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar,            Señor, Padre santo,            Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. 
            A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste            que            participáramos todos.
            El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre            derramada en la            cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del            universo, es            fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
            Por eso, 
            con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros            celestiales, cantamos            sin cesar el himno de tu gloria:
          
Antífona de la Comunión 
      Prueben y vean qué              bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a él.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Dios omnipotente y eterno, que nos has alimentado con el            sacramento de tu amor;            concédenos vivir siempre en tu amistad y agradecer            continuamente tu            misericordia.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
Dia 17/10          San Ignacio de Antioquía (obispo y mártir, rojo)
      Antífona          de Entrada
      Estoy            clavado con Cristo en la cruz; ya no soy yo quien vive, sino            que es Cristo            quien vive en mí; vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y            se entregó por            mí.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios eterno y todopoderoso, que has querido glorificar a tu          Iglesia con el          testimonio de tus mártires concédenos que, el glorioso martirio          que mereció a          san Ignacio una corona inmortal, fortalezca cada vez más nuestra          fe.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Somos            ciudadanos del cielo
Lectura            de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 17-21;            4,1
Hermanos:          Sean todos ustedes imitadores míos y observen la conducta de          aquellos que viven          el ejemplo que les he dado a ustedes. Porque, como muchas veces          se lo he dicho          a ustedes, y ahora se lo repito llorando, hay muchos que viven          como enemigos de          la cruz de Cristo. Esos tales acabarán en la perdición, porque          su Dios es el          vientre, se enorgullecen de lo que deberían avergonzarse y sólo          piensan en          cosas de la tierra.
          Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde          esperamos que venga          nuestro salvador, Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo          miserable en un          cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que          tiene para someter          a su dominio todas las cosas.
          Hermanos míos, a quienes tanto quiero y extraño: ustedes,          hermanos míos          amadísimos, que son mi alegría y mi corona, manténganse fieles          al Señor.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo            33
El Señor            me libró de todos mis temores.
Bendeciré          al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me          siento orgulloso          del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
          El Señor me libró de todos mis temores.
Proclamemos          qué grande es el Señor y alabemos su nombre. Cuando acudí al          Señor, me hizo          caso y me libró de todos mis temores.
          El Señor me libró de todos mis temores.
Vuélvanse          a él y quedarán radiantes, jamás se sentirán decepcionados. El          Señor siempre          escucha al afligido, de su tribulación lo pone a salvo.
          El Señor me libró de todos mis temores.
A quien          teme al Señor, el ángel del Señor lo salva y cuida. ¡Prueben!          Verán qué bueno          es el Señor; dichoso quien en él confía.
        El            Señor me libró de todos mis            temores.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Dichoso el hombre que sufre la tentación porque, después de          haberla superado,          recibirá en premio la corona de la vida.
          Aleluya.
Evangelio
      Si el            grano de trigo muere, producirá mucho fruto
Lectura            del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26
Gloria            a ti, Señor.
En aquel          tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
          "Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra,          no muere,          queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se          ama a sí          mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo,          se asegura para          la vida eterna.
          El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté,          también esté mi          servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Señor          Dios, que después de purificar como trigo de Cristo a san          Ignacio de Antioquía,          lo aceptaste como pan inmaculado, dígnate aceptar los dones que          tu Iglesia te          presenta.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Significado            y ejemplaridad del martirio
En verdad          es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte          gracias siempre y en          todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
          Porque la sangre del glorioso mártir san Ignacio de Antioquía,          derramada, como          la de Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas          de tu poder;          pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil,          haciendo de la          fragilidad tu propio testimonio, por Cristo, Señor nuestro.
          Por eso,
          como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la          tierra te aclamamos          diciendo sin cesar:
        
Antífona          de la Comunión
      Soy trigo            de Cristo, escribió san Ignacio de Antioquía, seré triturado            por los dientes de            las fieras y transformado así en pan inmaculado.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo que hemos recibido, Señor,          al conmemorar el          martirio de san Ignacio, nos dé nuevas fuerzas para que, con las          palabras y con          las acciones, nos manifestemos auténticos cristianos.
        Por          Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
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† Meditación          diaria
28ª semana. Miércoles
LA TENTACIÓN Y EL MAL
— Jesucristo quiso          ser tentado, nosotros también sufriremos tentaciones y pruebas.          En la tentación          se muestra nuestro amor a Dios y la fidelidad a los compromisos          que con Él          tenemos.
— Qué es la          tentación. Bienes que puede producir.
— Medios para vencer.
I. No nos dejes            caer en la tentación y líbranos del mal, rogamos al Señor          en la última          petición del Padrenuestro.
Después de haber          pedido a Dios que nos perdone los pecados, le suplicamos          enseguida que nos dé          las gracias necesarias para no volver a ofenderle y que no          permita que seamos          vencidos en las pruebas que vamos a padecer, pues “en el mundo          la vida misma es          una prueba (...). Pidamos, pues, que no nos abandone a nuestro          arbitrio, sino          que en todo momento nos guíe con piedad paterna y nos confirme          en el sendero de          la vida con moderación celestial. Y líbranos del mal.          ¿De qué mal? Del          diablo, de quien procede todo mal”1. El diablo, que          existe, que no deja de rondar alrededor de cada criatura para          sembrar la          inquietud, la ineficacia, la separación de Dios. “Hay épocas          –hacía notar el          Papa Juan Pablo II– en las que la existencia del mal          entre los hombres          se hace singularmente evidente en el mundo. Aparece entonces con          más claridad          cómo los poderes de las tinieblas, que actúan en el hombre y a          través de él,          son mayores que el mismo hombre. Lo cercan, lo asaltan desde          fuera.
“Se tiene la          impresión de que el hombre actual no quiere ver ese problema.          Hace todo lo          posible por eliminar de la conciencia general la existencia de          esos          “dominadores de este mundo tenebroso”, esos “astutos ataques del          diablo” de los          que habla la Carta a los Efesios. Con todo, hay épocas          históricas en las que          esa verdad de la Revelación y de la fe cristiana, que tanto          cuesta aceptar, se          expresa con gran fuerza y se percibe de forma casi palpable”2.
Jesús, nuestro          Modelo, quiso ser tentado para enseñarnos a vencer y para que          nos llenemos de          ánimo y de confianza en todas las pruebas. No es nuestro            Pontífice tal que            no pueda compadecerse de nuestras flaquezas; antes, fue            tentado en todo a            semejanza de nosotros, fuera del pecado3. Seremos tentados de          una forma u otra a lo largo de la vida. Quizá más cuanto mayor          sea nuestro          deseo de seguir a Cristo de cerca. La gracia que hemos recibido          en el Bautismo          y ha aumentado por nuestra correspondencia se verá amenazada          hasta el último          momento en que dejemos este mundo. Hemos de estar alerta, con la          vigilia del          soldado en el campamento. Y hemos de tener siempre presente que          nunca seremos          tentados más allá de nuestras fuerzas4. Podemos vencer en          toda circunstancia si huimos de las ocasiones y pedimos los          auxilios oportunos.          Y “si alguno aduce la excusa de que la debilidad de la          naturaleza le impide amar          a Dios, se le debe enseñar que Él, que requiere nuestro amor, ha          derramado en          nuestros corazones la virtud de la caridad por medio del          Espíritu Santo (Rom          5, 5); y nuestro Padre celestial da este buen espíritu a quienes          se lo piden          (cfr. Lc 9, 13); y así, con razón le suplicaba San          Agustín: Da lo que            mandas, y manda lo que quieras. Y ya que está a nuestra          disposición el          auxilio divino (...), no hay por qué asustarse por la dificultad          de la obra;          porque nada es difícil para el que ama”5.
La tentación en sí          misma no es mala; es más, es una ocasión de mostrar al Señor que          le amamos, que          le preferimos a cualquier otra cosa, y medio para crecer en las          virtudes y en          la gracia santificante. Bienaventurado el varón -enseña          la Escritura- que            soporta la tentación, porque, probado, recibirá la corona de            la vida, que Dios            prometió a los que le aman6. Pero, aunque la          prueba en sí misma no es un mal, sería una presunción desearla o          provocarla de          alguna manera. Y en sentido contrario, sería un gran error          temerla          excesivamente, como si no confiáramos en las gracias que el          Señor nos tiene          preparadas para vencer, si acudimos a Él en nuestra debilidad.          “No te turbes si          al considerar las maravillas del mundo sobrenatural sientes la          otra voz          –íntima, insinuante– del hombre viejo.
“Es “el cuerpo de          muerte” que clama por sus fueros perdidos... Te basta la gracia:          sé fiel y          vencerás”7.
II. Tentar –enseña          Santo Tomás– no es otra cosa que tantear, poner a prueba. Tentar          al hombre es          poner a prueba su virtud8. La tentación es          todo aquello –bueno o malo en sí mismo– que en un momento dado          tiende a          separarnos del cumplimiento amoroso de la voluntad de Dios.          Podemos padecer          tentaciones que vienen de la propia naturaleza, herida por el          pecado original e          inclinada al pecado: nacemos con el desorden de la          concupiscencia y de los          sentidos. El demonio incita al mal, aprovechando esa debilidad y          prometiendo          una felicidad que él no tiene ni puede dar. Estad alerta y            velad,          advierte San Pedro, que vuestro adversario el diablo, como            león rugiente,            anda rondando y buscando a quien devorar9. Solo “quien confía          en Dios no teme al demonio”10.
Junto al diablo están          aliados el mundo y nuestras propias pasiones, que nos          acompañarán          siempre. El mundo, en este sentido, está constituido por          todo aquello          que aleja de Dios: las criaturas que parecen vivir          exclusivamente para su amor          propio, su vanidad y su sensualidad; los que tienen los ojos          puestos solo en          las cosas de la tierra: el dinero y un desordenado deseo de          bienestar material,          que se considera en la práctica como lo único que realmente vale          la pena. Para          ellos, son locura y algo propio de siglos atrás el necesario          desprendimiento de          las cosas de la tierra, la amable austeridad cristiana, la          castidad... La          mortificación voluntaria, sin la cual no se puede ir adelante en          el seguimiento          de Cristo, es mirada como necedad. Están incapacitados para          entender las cosas          de Dios, y querrían inculcar a los demás sus principios, un          sentido de la vida          en el que Dios no tiene lugar o bien ocupa un puesto muy alejado          y secundario.          Con palabras, y sobre todo con su ejemplo, se empeñan en llevar          a otros por el          camino ancho por el que ellos corren. A veces intentan          desalentar al que quiere          ser consecuente con los principios cristianos, y se burlan de su          vida y de sus          ideas.
Dios permite que          seamos tentados porque persigue un bien superior. En su          Providencia ha          dispuesto que también de las pruebas saquemos provecho. A veces          son un medio insustituible          para acercarnos filialmente a Él.
La tentación es,          frecuentemente, como una bengala que ilumina las profundidades          del alma. En la          tentación y en la dificultad podemos ver nuestra capacidad real          de generosidad,          de espíritu de sacrificio, de rectitud de intención..., y          también la envidia          oculta, la avaricia enmascarada bajo la fachada de falsas          necesidades, la          sensualidad, la soberbia..., la capacidad de mal que hay en cada          uno. En esos          momentos podemos crecer en el propio conocimiento y, como          consecuencia, en la          humildad. Nos hace ver lo débiles que somos y lo cerca que          estaríamos del          pecado si el Señor no nos ayudara. Es más fácil entonces pedir          auxilio y          amparo. ¡Cuántas veces hemos de rezar, conscientes de lo que          decimos, a nuestro          Padre Dios: no nos dejes caer en la tentación y líbranos del            mal! Las          pruebas nos enseñan a disculpar con más facilidad los defectos          de los demás y a          darnos cuenta de que, al fin y al cabo, es una mota de polvo lo          que llevan en          el ojo, en comparación con la viga que hemos visto en el          nuestro. Por eso, nos          ayudan a vivir mejor la caridad, a comprender más y a estar          dispuestos a rezar          y a prestar la cooperación y el socorro que están a nuestro          alcance.
La tentación impulsa          a crecer en las virtudes. Rechazar una duda contra la fe          despierta un acto de          fe; cortar una incipiente murmuración es crecer en el respeto a          los demás;          apartar con prontitud un mal pensamiento contra la castidad es          ganar en finura          en el trato con el Señor. Una época especialmente difícil en          tentaciones, que          se puede presentar en cualquier edad y momento de la vida          interior, será una          ocasión excelente para aumentar la devoción a la Virgen, para          crecer en          humildad, para ser más dóciles y sinceros en la dirección          espiritual... No          debemos asustarnos ni desanimarnos. Nada nos separa de Dios si          la voluntad no          lo permite. Nadie peca si no quiere. Ese tiempo difícil, si el          Señor lo          permitiera, es época de adelantar mucho en la vida interior y de          purificar el          corazón.
La tentación puede          ser una fuente inagotable de gracias y de méritos para la vida          eterna. Porque            eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación te probara11. Con estas palabras          consoló el Ángel a Tobías en medio de su prueba. También han          servido a muchos          cristianos a la hora de sus tribulaciones.
III. Para vencer,          hemos de pedir ayuda a Nuestro Señor, que está siempre de          nuestra parte en la          pelea. Él lo puede todo: Confiad, Yo he vencido al mundo12. Y, junto a Cristo,          nosotros podemos decir: Omnia possum in eo qui me confortat.          Todo lo          puedo en Aquel que me confortará13. Dominus            illuminatio mea et salus mea, ¿quem timebo? El Señor es mi          luz y mi          salvación, ¿a quién temeré?14.
Contamos en las          tentaciones con el auxilio poderoso de los Ángeles Custodios,          puestos por          nuestro Padre Dios para que nos protejan siempre que lo          necesitemos: Te            enviará a sus ángeles para que no tropieces en piedra alguna15. A ellos acudiremos          con mucha frecuencia, pidiéndoles ayuda, pero de modo especial          en las          tentaciones. El Ángel Custodio es un formidable amigo, presto a          ayudarnos en          los momentos de mayor peligro y necesidad.
Estamos alerta contra          las tentaciones cuando cuidamos la oración personal, que evita          la tibieza, y no          dejamos la mortificación, que nos mantiene despiertos en las          cosas de Dios.          Somos fuertes cuando huimos de las ocasiones de pecar, por          pequeñas que          parezcan, pues sabemos que quien ama el peligro perecerá en            él16; cuando tenemos el          día lleno de trabajo intenso, evitando la ociosidad y la pereza.          Además,          debemos tener en cuenta que es más fácil resistir al principio,          cuando la          tentación se insinúa, que si permitimos que vaya tomando cuerpo,          “pues entonces          no dejamos pasar al enemigo de la puerta del alma. Por esto se          suele decir:          “resiste a los principios; tarde viene el remedio cuando la          llaga es vieja”“17. Aunque, incluso          cuando “la llaga es vieja”, se puede, con humildad, encontrar el          remedio          oportuno.
Combatimos          eficazmente las tentaciones manifestándolas con toda sinceridad          en la dirección          espiritual, pues mostrarlas es ya casi vencerlas. Y si acudimos          a la Virgen,          Nuestra Señora, siempre saldremos vencedores, aun de las pruebas          en que nos          sentíamos más perdidos.
1 San            Pedro Crisólogo, Sermón 67. — 2 Juan            Pablo II, Homilía 3-V-1987. — 3 Heb 4, 15. — 4 Cfr. 1 Cor          10, 13. — 5 Catecismo            Romano III, 1, n. 7. — 6 Sant 1, 12. — 7 San            Josemaría Escrivá, Camino, n. 707. — 8 Cfr. Santo Tomas, Sobre            el Padrenuestro, en Escritos de catequesis, p.          160. — 9 1              Pdr 5, 8. — 10 Tertuliano,            Tratado sobre la oración, 8. — 11 Tob 12, 13. — 12 Jn 16, 23. — 13 Flp 4, 13. — 14 Sal 26, 1. — 15 Sal 90, 11. — 16 Eclo 3, 27.— 17          T.          Kempis, Imitación de Cristo, 1, 13, 5.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San            Ignacio de Antioquía
          Mártir
          Año 107
Ignacio          significa: "lleno de          fuego" (Ingeus: fuego). 
Nuestro          santo estaba lleno de fuego de amor por Dios.
Antioquía          era una ciudad famosa en Asia Menor, en Siria, al norte de          Jerusalén. En esa          ciudad (que era la tercera en el imperio Romano, después de Roma          y Alejandría)          fue donde los seguidores de Cristo empezaron a llamarse          "cristianos".          De esa ciudad era obispo San Ignacio, el cual se hizo célebre          porque cuando era          llevado al martirio, en vez de sentir miedo, rogaba a sus amigos          que le          ayudaran a pedirle a Dios que las fieras no le fueran a dejar          sin destrozar,          porque deseaba ser muerto por proclamar su amor a Jesucristo.
Dicen          que fue un discípulo de San Juan Evangelista. Por 40 años estuvo          como obispo          ejemplar de Antioquía que, después de Roma, era la ciudad más          importante para          los cristianos, porque tenía el mayor número de creyentes.
Mandó          el emperador Trajano que pusieran presos a todos los que no          adoraran a los          falsos dioses de los paganos. Como Ignacio se negó a adorar esos          ídolos, fue          llevado preso y entre el perseguidor y el santo se produjo el          siguiente          diálogo.
- ¿Por qué te niegas a adorar a mis dioses, hombre            malvado? 
 - No me llames malvado. Más bien llámame Teóforo,            que significa el que lleva a Dios dentro de sí. 
 - ¿Y por qué no aceptas a mis dioses? 
 - Porque ellos no son dioses. No hay sino un solo            Dios, el que hizo el cielo y la tierra. Y a su único Hijo            Jesucristo, es a quien sirvo yo.
 
El          emperador ordenó entonces que Ignacio fuera llevado a Roma y          echado a las          fieras, para diversión del pueblo.
Encadenado          fue llevado preso en un barco desde Antioquía hasta Roma en un          largo y          penosísimo viaje, durante el cual el santo escribió siete cartas          que se han          hecho famosas. Iban dirigidas a las Iglesias de Asia Menor.
En          una de esas cartas dice que los soldados que lo llevaban eran          feroces como          leopardos; que lo trataban como fieras salvajes y que cuanto más          amablemente          los trataba él, con más furia lo atormentaban.
El          barco se detuvo en muchos puertos y en cada una de esas ciudades          salían el          obispo y todos los cristianos a saludar al santo mártir y a          escucharle sus          provechosas enseñanzas. De rodillas recibían todos su bendición.          Varios se          fueron adelante hasta Roma a acompañarlo en su gloriosos          martirio.
Con          los que se adelantaron a ir a la capital antes que él, envió una          carta a los          cristianos de Roma diciéndoles: "Por favor: no le vayan a pedir          a Dios que          las fieras no me hagan nada. Esto no sería para mí un bien sino          un mal. Yo          quiero ser devorado, molido como trigo, por los dientes de las          fieras para así          demostrarle a Cristo Jesús el gran amor que le tengo. Y si          cuando yo llegue          allá me lleno de miedo, no me vayan a hacer caso si digo que ya          no quiero          morir. Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas,          mordiscos,          desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos con tal de poder          demostrarle mi          amor al Señor Jesús". ¡Admirable ejemplo!.
Al          llegar a Roma, salieron a recibirlo miles de cristianos. Y          algunos de ellos le          ofrecieron hablar con altos dignatarios del gobierno para          obtener que no lo          martirizaran. Él les rogó que no lo hicieran y se arrodilló y          oró con ellos por          la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo.          Como al día          siguiente era el último y el más concurrido día de las fiestas          populares y el          pueblo quería ver muchos martirizados en el circo, especialmente          que fueran          personajes importantes, fue llevado sin más al circo para          echarlo a las fieras.          Era el año 107.
Ante          el inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios          y en seguida          fueron soltados dos leones hambrientos y feroces que lo          destrozaron y          devoraron, entre el aplauso de aquella multitud ignorante y          cruel. Así          consiguió Ignacio lo que tanto deseaba: ser martirizado por          proclamar su amor a          Jesucristo.
Algunos          escritores antiguos decían que Ignacio fue aquel niño que Jesús          colocó en medio          de los apóstoles para decirles: "Quien no se haga como un niño          no puede          entrar en el reino de los cielos" (Mc. 9,36).
San          Ignacio dice en sus cartas que María Santísima fue siempre          Virgen. Él es el          primero en llamar Católica, a la Iglesia de Cristo (Católica          significa:          universal).
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Fuente:          Archidiócesis de Madrid 
          Juan de Licópolis, Santo Ermitaño, Octubre 17   
              
 Ermitaño Martirologio                    Romano: En Licópolis, de Egipto, san Juan,                    eremita, que entre sus muchas virtudes se distinguió                    por su espíritu profético (s. IV).  Nació en                  Licópolis, hoy Asiut, en los comienzos del siglo IV y                  pasó la mayor parte de su vida en la Tebaida, dedicado a                  la oración y a la penitencia. Parece ser que nació en el                  seno de una familia pobre y que tuvo en la juventud la                  profesión de carpintero.  |           
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Rodolfo, Santo          Obispo de Gubbio, 17 Octubre   
|                Obispo de Gubbio Etimológicamente                  significa “lobo glorioso”. Viene de la lengua alemana.  |           
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Fuente: Franciscanos.org 
          Contardo Ferrini, Beato Jurista, 17 Octubre   
              
 Jurista 
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Celia o Cilina, Santa          Virgen, Octubre 17   
|                Virgen Etimología: Celia                      = la que vino del cielo, viene de la lengua latina.  |           
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Fuente: Foros.marianistas.org 
          Fidel Fuidio Rodriguez, Beato Mártir Marianista, 17          Octubre   
              
 Nació en Yécora                  (Alava) el 24 de abril de 1880. Hizo el Postulantado                  marianista en Vitoria (España) y en Pontacq (Francia) de                  1892 a 1896 y emitió sus primeros votos en la Compañía                  de María en 1897.  |           
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Isidoro Gagelin, Santo          Mártir, 17 Octubre   
              
 Nació en                  Montperreaux diócesis de Besancom (Francia) en 1799.  |           
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Fuente: EWTN.com 
          Pedro Casani, Beato Sacerdote Escolapio, 17 Octubre   
              
 Nacido en Lucca,                  Italia, en 1572. Impresionado por la muerte ejemplar de                  su madre, él se sentía llamado entrar en la Congregación                  de la Virgen Bendita, fundado en Lucca por San Juan                  Leonardi. Antes de entrar en el noviciado había                  estudiado con los franciscanos en Lucca. Se ordenó en la                  Basílica de Lateran y se realizó su ministerio                  sacerdotal predicando, oyendo confesiones y en el                  cuidado pastoral de juventud para quienes fundó la                  Congregación de Nuestra Señora el Nieve en Lucca.   |           
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Raimondo Stefano Bou Pascual, Beato Mártir español, 17 Octubre   
              
 Raimondo fue un                  sacerdote español nacido en Benimanteil, España, el 12                  de Octubre de 1903. Muerto en La Nucia el 17 de Octubre                  de 1936.  |           
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Fuente: Catholic.org 
          Ricardo Gwyn, Santo Mártir Inglés, 17 Octubre   
              
 Uno de los                  cuarenta Mártires de Inglaterra y Gales. también llamado                  Richard White, nació en Montgomeryshire, Gales, en 1547,                  y estudió en la Universidad de Cambridge, Inglaterra.  |           
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Tarsila            Cordoba Belda, Beata          Mártir española, 17 Octubre   
              
 Nació en Sollana                  en 1861, madre de tres hijos, viuda, asesinada en                  Algemesí el 17 de Octubre de 1936.  |           
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Fuentes: IESVS.org;          EWTN.com; Colección Hablar con          Dios de www.FranciscoFCarvajal.org          de www.edicionespalabra.es          , misalpalm.com, Catholic.net
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