JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 42-46
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús:
"¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan diezmo hasta de la hierbabuena, de la ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y el amor de Dios! Esto debían practicar, sin descuidar aquello.
¡Ay de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar los lugares de honor en las sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas! ¡Ay de ustedes, que son como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la gente sin darse cuenta!"
Tomó la palabra un doctor de la ley y le dijo:
"Maestro, al hablar así nos insultas también a nosotros". Jesús le respondió:
"¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, que abruman a la gente con cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la punta del dedo!"
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
mie 28a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Recordaremos, Señor, los dones de tu amor en medio de tu templo. Que todos los pueblos de la tierra te conozcan y alaben, porque es infinita tu justicia.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que por medio de la muerte de tu Hijo has redimido al mundo de la esclavitud del pecado; concédenos participar ahora de una santa alegría y, después en el cielo, de la felicidad eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Los que son de Jesucristo han crucificado su egoísmo con sus pasiones
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5, 18-25
Hermanos: Si los guía el Espíritu, ya no están bajo el dominio de la ley.
Son manifiestas las obras que proceden del desorden egoísta: lujuria, impureza, libertinaje, idolatría, brujería, enemistades, pleitos, rivalidades, ira, rencillas, divisiones, discordias, envidias, borracheras, orgías y otras cosas semejantes. Respecto a ellas les advierto, como ya lo hice antes, que quienes así obran no conseguirán el Reino de Dios.
En cambio, los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, generosidad, tolerancia, bondad, fidelidad, mansedumbre, y dominio de sí mismo. Ninguna ley existe que vaya en contra de estas acciones.
Y los que son de Jesucristo han crucificado su egoísmo con sus pasiones y malos deseos. Si tenemos la vida del Espíritu, actuemos conforme a ese mismo Espíritu.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 1
Dichoso quien confía en el Señor.
Dichoso quien no se guía por mundanos criterios, ni anda en malos pasos, ni se burla del bueno, sino que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
Dichoso quien confía en el Señor.
Será como un árbol plantado junto al río: da fruto a su tiempo y nunca se marchita; en todo tendrá éxito.
Dichoso quien confía en el Señor.
En cambio, los malvados serán como la paja barrida por el viento, porque el Señor protege el camino del justo, pero al malo sus caminos acaban por perderlo.
Dichoso quien confía en el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen.
Aleluya.
Evangelio
¡Ay de ustedes, fariseos!
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 42-46
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús:
"¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan diezmo hasta de la hierbabuena, de la ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y el amor de Dios! Esto debían practicar, sin descuidar aquello.
¡Ay de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar los lugares de honor en las sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas! ¡Ay de ustedes, que son como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la gente sin darse cuenta!"
Tomó la palabra un doctor de la ley y le dijo:
"Maestro, al hablar así nos insultas también a nosotros". Jesús le respondió:
"¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, que abruman a la gente con cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la punta del dedo!"
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos purifique, Señor, y nos ayude a conformar cada día más nuestra vida con los ejemplos de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Prefacio
Restauración universal en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos.
El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso,
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Prueben y vean qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a él.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Dios omnipotente y eterno, que nos has alimentado con el sacramento de tu amor; concédenos vivir siempre en tu amistad y agradecer continuamente tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
Dia 17/10 San Ignacio de Antioquía (obispo y mártir, rojo)
Antífona de Entrada
Estoy clavado con Cristo en la cruz; ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí; vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí.
Oración Colecta
Oremos:
Dios eterno y todopoderoso, que has querido glorificar a tu Iglesia con el testimonio de tus mártires concédenos que, el glorioso martirio que mereció a san Ignacio una corona inmortal, fortalezca cada vez más nuestra fe.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Somos ciudadanos del cielo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 17-21; 4,1
Hermanos: Sean todos ustedes imitadores míos y observen la conducta de aquellos que viven el ejemplo que les he dado a ustedes. Porque, como muchas veces se lo he dicho a ustedes, y ahora se lo repito llorando, hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo. Esos tales acabarán en la perdición, porque su Dios es el vientre, se enorgullecen de lo que deberían avergonzarse y sólo piensan en cosas de la tierra.
Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro salvador, Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas.
Hermanos míos, a quienes tanto quiero y extraño: ustedes, hermanos míos amadísimos, que son mi alegría y mi corona, manténganse fieles al Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 33
El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
El Señor me libró de todos mis temores.
Proclamemos qué grande es el Señor y alabemos su nombre. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
El Señor me libró de todos mis temores.
Vuélvanse a él y quedarán radiantes, jamás se sentirán decepcionados. El Señor siempre escucha al afligido, de su tribulación lo pone a salvo.
El Señor me libró de todos mis temores.
A quien teme al Señor, el ángel del Señor lo salva y cuida. ¡Prueben! Verán qué bueno es el Señor; dichoso quien en él confía.
El Señor me libró de todos mis temores.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichoso el hombre que sufre la tentación porque, después de haberla superado, recibirá en premio la corona de la vida.
Aleluya.
Evangelio
Si el grano de trigo muere, producirá mucho fruto
Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, que después de purificar como trigo de Cristo a san Ignacio de Antioquía, lo aceptaste como pan inmaculado, dígnate aceptar los dones que tu Iglesia te presenta.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Significado y ejemplaridad del martirio
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque la sangre del glorioso mártir san Ignacio de Antioquía, derramada, como la de Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas de tu poder; pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Soy trigo de Cristo, escribió san Ignacio de Antioquía, seré triturado por los dientes de las fieras y transformado así en pan inmaculado.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo que hemos recibido, Señor, al conmemorar el martirio de san Ignacio, nos dé nuevas fuerzas para que, con las palabras y con las acciones, nos manifestemos auténticos cristianos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
28ª semana. Miércoles
LA TENTACIÓN Y EL MAL
— Jesucristo quiso ser tentado, nosotros también sufriremos tentaciones y pruebas. En la tentación se muestra nuestro amor a Dios y la fidelidad a los compromisos que con Él tenemos.
— Qué es la tentación. Bienes que puede producir.
— Medios para vencer.
I. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal, rogamos al Señor en la última petición del Padrenuestro.
Después de haber pedido a Dios que nos perdone los pecados, le suplicamos enseguida que nos dé las gracias necesarias para no volver a ofenderle y que no permita que seamos vencidos en las pruebas que vamos a padecer, pues “en el mundo la vida misma es una prueba (...). Pidamos, pues, que no nos abandone a nuestro arbitrio, sino que en todo momento nos guíe con piedad paterna y nos confirme en el sendero de la vida con moderación celestial. Y líbranos del mal. ¿De qué mal? Del diablo, de quien procede todo mal”1. El diablo, que existe, que no deja de rondar alrededor de cada criatura para sembrar la inquietud, la ineficacia, la separación de Dios. “Hay épocas –hacía notar el Papa Juan Pablo II– en las que la existencia del mal entre los hombres se hace singularmente evidente en el mundo. Aparece entonces con más claridad cómo los poderes de las tinieblas, que actúan en el hombre y a través de él, son mayores que el mismo hombre. Lo cercan, lo asaltan desde fuera.
“Se tiene la impresión de que el hombre actual no quiere ver ese problema. Hace todo lo posible por eliminar de la conciencia general la existencia de esos “dominadores de este mundo tenebroso”, esos “astutos ataques del diablo” de los que habla la Carta a los Efesios. Con todo, hay épocas históricas en las que esa verdad de la Revelación y de la fe cristiana, que tanto cuesta aceptar, se expresa con gran fuerza y se percibe de forma casi palpable”2.
Jesús, nuestro Modelo, quiso ser tentado para enseñarnos a vencer y para que nos llenemos de ánimo y de confianza en todas las pruebas. No es nuestro Pontífice tal que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas; antes, fue tentado en todo a semejanza de nosotros, fuera del pecado3. Seremos tentados de una forma u otra a lo largo de la vida. Quizá más cuanto mayor sea nuestro deseo de seguir a Cristo de cerca. La gracia que hemos recibido en el Bautismo y ha aumentado por nuestra correspondencia se verá amenazada hasta el último momento en que dejemos este mundo. Hemos de estar alerta, con la vigilia del soldado en el campamento. Y hemos de tener siempre presente que nunca seremos tentados más allá de nuestras fuerzas4. Podemos vencer en toda circunstancia si huimos de las ocasiones y pedimos los auxilios oportunos. Y “si alguno aduce la excusa de que la debilidad de la naturaleza le impide amar a Dios, se le debe enseñar que Él, que requiere nuestro amor, ha derramado en nuestros corazones la virtud de la caridad por medio del Espíritu Santo (Rom 5, 5); y nuestro Padre celestial da este buen espíritu a quienes se lo piden (cfr. Lc 9, 13); y así, con razón le suplicaba San Agustín: Da lo que mandas, y manda lo que quieras. Y ya que está a nuestra disposición el auxilio divino (...), no hay por qué asustarse por la dificultad de la obra; porque nada es difícil para el que ama”5.
La tentación en sí misma no es mala; es más, es una ocasión de mostrar al Señor que le amamos, que le preferimos a cualquier otra cosa, y medio para crecer en las virtudes y en la gracia santificante. Bienaventurado el varón -enseña la Escritura- que soporta la tentación, porque, probado, recibirá la corona de la vida, que Dios prometió a los que le aman6. Pero, aunque la prueba en sí misma no es un mal, sería una presunción desearla o provocarla de alguna manera. Y en sentido contrario, sería un gran error temerla excesivamente, como si no confiáramos en las gracias que el Señor nos tiene preparadas para vencer, si acudimos a Él en nuestra debilidad. “No te turbes si al considerar las maravillas del mundo sobrenatural sientes la otra voz –íntima, insinuante– del hombre viejo.
“Es “el cuerpo de muerte” que clama por sus fueros perdidos... Te basta la gracia: sé fiel y vencerás”7.
II. Tentar –enseña Santo Tomás– no es otra cosa que tantear, poner a prueba. Tentar al hombre es poner a prueba su virtud8. La tentación es todo aquello –bueno o malo en sí mismo– que en un momento dado tiende a separarnos del cumplimiento amoroso de la voluntad de Dios. Podemos padecer tentaciones que vienen de la propia naturaleza, herida por el pecado original e inclinada al pecado: nacemos con el desorden de la concupiscencia y de los sentidos. El demonio incita al mal, aprovechando esa debilidad y prometiendo una felicidad que él no tiene ni puede dar. Estad alerta y velad, advierte San Pedro, que vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda rondando y buscando a quien devorar9. Solo “quien confía en Dios no teme al demonio”10.
Junto al diablo están aliados el mundo y nuestras propias pasiones, que nos acompañarán siempre. El mundo, en este sentido, está constituido por todo aquello que aleja de Dios: las criaturas que parecen vivir exclusivamente para su amor propio, su vanidad y su sensualidad; los que tienen los ojos puestos solo en las cosas de la tierra: el dinero y un desordenado deseo de bienestar material, que se considera en la práctica como lo único que realmente vale la pena. Para ellos, son locura y algo propio de siglos atrás el necesario desprendimiento de las cosas de la tierra, la amable austeridad cristiana, la castidad... La mortificación voluntaria, sin la cual no se puede ir adelante en el seguimiento de Cristo, es mirada como necedad. Están incapacitados para entender las cosas de Dios, y querrían inculcar a los demás sus principios, un sentido de la vida en el que Dios no tiene lugar o bien ocupa un puesto muy alejado y secundario. Con palabras, y sobre todo con su ejemplo, se empeñan en llevar a otros por el camino ancho por el que ellos corren. A veces intentan desalentar al que quiere ser consecuente con los principios cristianos, y se burlan de su vida y de sus ideas.
Dios permite que seamos tentados porque persigue un bien superior. En su Providencia ha dispuesto que también de las pruebas saquemos provecho. A veces son un medio insustituible para acercarnos filialmente a Él.
La tentación es, frecuentemente, como una bengala que ilumina las profundidades del alma. En la tentación y en la dificultad podemos ver nuestra capacidad real de generosidad, de espíritu de sacrificio, de rectitud de intención..., y también la envidia oculta, la avaricia enmascarada bajo la fachada de falsas necesidades, la sensualidad, la soberbia..., la capacidad de mal que hay en cada uno. En esos momentos podemos crecer en el propio conocimiento y, como consecuencia, en la humildad. Nos hace ver lo débiles que somos y lo cerca que estaríamos del pecado si el Señor no nos ayudara. Es más fácil entonces pedir auxilio y amparo. ¡Cuántas veces hemos de rezar, conscientes de lo que decimos, a nuestro Padre Dios: no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal! Las pruebas nos enseñan a disculpar con más facilidad los defectos de los demás y a darnos cuenta de que, al fin y al cabo, es una mota de polvo lo que llevan en el ojo, en comparación con la viga que hemos visto en el nuestro. Por eso, nos ayudan a vivir mejor la caridad, a comprender más y a estar dispuestos a rezar y a prestar la cooperación y el socorro que están a nuestro alcance.
La tentación impulsa a crecer en las virtudes. Rechazar una duda contra la fe despierta un acto de fe; cortar una incipiente murmuración es crecer en el respeto a los demás; apartar con prontitud un mal pensamiento contra la castidad es ganar en finura en el trato con el Señor. Una época especialmente difícil en tentaciones, que se puede presentar en cualquier edad y momento de la vida interior, será una ocasión excelente para aumentar la devoción a la Virgen, para crecer en humildad, para ser más dóciles y sinceros en la dirección espiritual... No debemos asustarnos ni desanimarnos. Nada nos separa de Dios si la voluntad no lo permite. Nadie peca si no quiere. Ese tiempo difícil, si el Señor lo permitiera, es época de adelantar mucho en la vida interior y de purificar el corazón.
La tentación puede ser una fuente inagotable de gracias y de méritos para la vida eterna. Porque eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación te probara11. Con estas palabras consoló el Ángel a Tobías en medio de su prueba. También han servido a muchos cristianos a la hora de sus tribulaciones.
III. Para vencer, hemos de pedir ayuda a Nuestro Señor, que está siempre de nuestra parte en la pelea. Él lo puede todo: Confiad, Yo he vencido al mundo12. Y, junto a Cristo, nosotros podemos decir: Omnia possum in eo qui me confortat. Todo lo puedo en Aquel que me confortará13. Dominus illuminatio mea et salus mea, ¿quem timebo? El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?14.
Contamos en las tentaciones con el auxilio poderoso de los Ángeles Custodios, puestos por nuestro Padre Dios para que nos protejan siempre que lo necesitemos: Te enviará a sus ángeles para que no tropieces en piedra alguna15. A ellos acudiremos con mucha frecuencia, pidiéndoles ayuda, pero de modo especial en las tentaciones. El Ángel Custodio es un formidable amigo, presto a ayudarnos en los momentos de mayor peligro y necesidad.
Estamos alerta contra las tentaciones cuando cuidamos la oración personal, que evita la tibieza, y no dejamos la mortificación, que nos mantiene despiertos en las cosas de Dios. Somos fuertes cuando huimos de las ocasiones de pecar, por pequeñas que parezcan, pues sabemos que quien ama el peligro perecerá en él16; cuando tenemos el día lleno de trabajo intenso, evitando la ociosidad y la pereza. Además, debemos tener en cuenta que es más fácil resistir al principio, cuando la tentación se insinúa, que si permitimos que vaya tomando cuerpo, “pues entonces no dejamos pasar al enemigo de la puerta del alma. Por esto se suele decir: “resiste a los principios; tarde viene el remedio cuando la llaga es vieja”“17. Aunque, incluso cuando “la llaga es vieja”, se puede, con humildad, encontrar el remedio oportuno.
Combatimos eficazmente las tentaciones manifestándolas con toda sinceridad en la dirección espiritual, pues mostrarlas es ya casi vencerlas. Y si acudimos a la Virgen, Nuestra Señora, siempre saldremos vencedores, aun de las pruebas en que nos sentíamos más perdidos.
1 San Pedro Crisólogo, Sermón 67. — 2 Juan Pablo II, Homilía 3-V-1987. — 3 Heb 4, 15. — 4 Cfr. 1 Cor 10, 13. — 5 Catecismo Romano III, 1, n. 7. — 6 Sant 1, 12. — 7 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 707. — 8 Cfr. Santo Tomas, Sobre el Padrenuestro, en Escritos de catequesis, p. 160. — 9 1 Pdr 5, 8. — 10 Tertuliano, Tratado sobre la oración, 8. — 11 Tob 12, 13. — 12 Jn 16, 23. — 13 Flp 4, 13. — 14 Sal 26, 1. — 15 Sal 90, 11. — 16 Eclo 3, 27.— 17 T. Kempis, Imitación de Cristo, 1, 13, 5.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Ignacio de Antioquía
Mártir
Año 107
Ignacio significa: "lleno de fuego" (Ingeus: fuego).
Nuestro santo estaba lleno de fuego de amor por Dios.
Antioquía era una ciudad famosa en Asia Menor, en Siria, al norte de Jerusalén. En esa ciudad (que era la tercera en el imperio Romano, después de Roma y Alejandría) fue donde los seguidores de Cristo empezaron a llamarse "cristianos". De esa ciudad era obispo San Ignacio, el cual se hizo célebre porque cuando era llevado al martirio, en vez de sentir miedo, rogaba a sus amigos que le ayudaran a pedirle a Dios que las fieras no le fueran a dejar sin destrozar, porque deseaba ser muerto por proclamar su amor a Jesucristo.
Dicen que fue un discípulo de San Juan Evangelista. Por 40 años estuvo como obispo ejemplar de Antioquía que, después de Roma, era la ciudad más importante para los cristianos, porque tenía el mayor número de creyentes.
Mandó el emperador Trajano que pusieran presos a todos los que no adoraran a los falsos dioses de los paganos. Como Ignacio se negó a adorar esos ídolos, fue llevado preso y entre el perseguidor y el santo se produjo el siguiente diálogo.
- ¿Por qué te niegas a adorar a mis dioses, hombre malvado?
- No me llames malvado. Más bien llámame Teóforo, que significa el que lleva a Dios dentro de sí.
- ¿Y por qué no aceptas a mis dioses?
- Porque ellos no son dioses. No hay sino un solo Dios, el que hizo el cielo y la tierra. Y a su único Hijo Jesucristo, es a quien sirvo yo.
El emperador ordenó entonces que Ignacio fuera llevado a Roma y echado a las fieras, para diversión del pueblo.
Encadenado fue llevado preso en un barco desde Antioquía hasta Roma en un largo y penosísimo viaje, durante el cual el santo escribió siete cartas que se han hecho famosas. Iban dirigidas a las Iglesias de Asia Menor.
En una de esas cartas dice que los soldados que lo llevaban eran feroces como leopardos; que lo trataban como fieras salvajes y que cuanto más amablemente los trataba él, con más furia lo atormentaban.
El barco se detuvo en muchos puertos y en cada una de esas ciudades salían el obispo y todos los cristianos a saludar al santo mártir y a escucharle sus provechosas enseñanzas. De rodillas recibían todos su bendición. Varios se fueron adelante hasta Roma a acompañarlo en su gloriosos martirio.
Con los que se adelantaron a ir a la capital antes que él, envió una carta a los cristianos de Roma diciéndoles: "Por favor: no le vayan a pedir a Dios que las fieras no me hagan nada. Esto no sería para mí un bien sino un mal. Yo quiero ser devorado, molido como trigo, por los dientes de las fieras para así demostrarle a Cristo Jesús el gran amor que le tengo. Y si cuando yo llegue allá me lleno de miedo, no me vayan a hacer caso si digo que ya no quiero morir. Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas, mordiscos, desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos con tal de poder demostrarle mi amor al Señor Jesús". ¡Admirable ejemplo!.
Al llegar a Roma, salieron a recibirlo miles de cristianos. Y algunos de ellos le ofrecieron hablar con altos dignatarios del gobierno para obtener que no lo martirizaran. Él les rogó que no lo hicieran y se arrodilló y oró con ellos por la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo. Como al día siguiente era el último y el más concurrido día de las fiestas populares y el pueblo quería ver muchos martirizados en el circo, especialmente que fueran personajes importantes, fue llevado sin más al circo para echarlo a las fieras. Era el año 107.
Ante el inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios y en seguida fueron soltados dos leones hambrientos y feroces que lo destrozaron y devoraron, entre el aplauso de aquella multitud ignorante y cruel. Así consiguió Ignacio lo que tanto deseaba: ser martirizado por proclamar su amor a Jesucristo.
Algunos escritores antiguos decían que Ignacio fue aquel niño que Jesús colocó en medio de los apóstoles para decirles: "Quien no se haga como un niño no puede entrar en el reino de los cielos" (Mc. 9,36).
San Ignacio dice en sus cartas que María Santísima fue siempre Virgen. Él es el primero en llamar Católica, a la Iglesia de Cristo (Católica significa: universal).
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Juan de Licópolis, Santo Ermitaño, Octubre 17
Ermitaño Martirologio Romano: En Licópolis, de Egipto, san Juan, eremita, que entre sus muchas virtudes se distinguió por su espíritu profético (s. IV). Nació en Licópolis, hoy Asiut, en los comienzos del siglo IV y pasó la mayor parte de su vida en la Tebaida, dedicado a la oración y a la penitencia. Parece ser que nació en el seno de una familia pobre y que tuvo en la juventud la profesión de carpintero. |
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Rodolfo, Santo Obispo de Gubbio, 17 Octubre
Obispo de Gubbio Etimológicamente significa “lobo glorioso”. Viene de la lengua alemana. |
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Fuente: Franciscanos.org
Contardo Ferrini, Beato Jurista, 17 Octubre
Jurista
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Celia o Cilina, Santa Virgen, Octubre 17
Virgen Etimología: Celia = la que vino del cielo, viene de la lengua latina. |
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Fuente: Foros.marianistas.org
Fidel Fuidio Rodriguez, Beato Mártir Marianista, 17 Octubre
Nació en Yécora (Alava) el 24 de abril de 1880. Hizo el Postulantado marianista en Vitoria (España) y en Pontacq (Francia) de 1892 a 1896 y emitió sus primeros votos en la Compañía de María en 1897. |
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Isidoro Gagelin, Santo Mártir, 17 Octubre
Nació en Montperreaux diócesis de Besancom (Francia) en 1799. |
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Fuente: EWTN.com
Pedro Casani, Beato Sacerdote Escolapio, 17 Octubre
Nacido en Lucca, Italia, en 1572. Impresionado por la muerte ejemplar de su madre, él se sentía llamado entrar en la Congregación de la Virgen Bendita, fundado en Lucca por San Juan Leonardi. Antes de entrar en el noviciado había estudiado con los franciscanos en Lucca. Se ordenó en la Basílica de Lateran y se realizó su ministerio sacerdotal predicando, oyendo confesiones y en el cuidado pastoral de juventud para quienes fundó la Congregación de Nuestra Señora el Nieve en Lucca. |
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Raimondo Stefano Bou Pascual, Beato Mártir español, 17 Octubre
Raimondo fue un sacerdote español nacido en Benimanteil, España, el 12 de Octubre de 1903. Muerto en La Nucia el 17 de Octubre de 1936. |
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Fuente: Catholic.org
Ricardo Gwyn, Santo Mártir Inglés, 17 Octubre
Uno de los cuarenta Mártires de Inglaterra y Gales. también llamado Richard White, nació en Montgomeryshire, Gales, en 1547, y estudió en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. |
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Tarsila Cordoba Belda, Beata Mártir española, 17 Octubre
Nació en Sollana en 1861, madre de tres hijos, viuda, asesinada en Algemesí el 17 de Octubre de 1936. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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