JMJ
Pax
† Lectura            del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-56
Gloria a            ti, Señor.
Cuando se          acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús          tomó la decisión          de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante, que fueron a          una aldea de          Samaria para conseguirle alojamiento; pero no quisieron          recibirlo, porque se          dirigía a Jerusalén. Al ver esto, sus discípulos Santiago y Juan          le          preguntaron: 
          "Señor, ¿quieres que mandemos a bajar fuego del cielo y acabe          con ellos?"
          Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Y se fueron a          otra aldea.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y comunidad-comunión.          Con Dios es igual:          las “palabras          de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario          visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan          presente en la          Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la          Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d) pedimos          y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación          del mundo entero…          ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si              no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su              sangre, no tenéis vida              en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos en            estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con            el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          “Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”.            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser            felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la            perfección del amor,            es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como            pide la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            “quien              come y bebe sin discernir el                Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1            Cor 11,29; Rm 14,23).            ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados            graves al menos una vez al año (CDC            989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto            (derecho a            decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial),            planificación            natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio            por iglesia,            demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso            de razón,            borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio            o deseo de            venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de            lo sagrado, etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son            pecados mortales              objetivamente, pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay excusa.
† Misal
mar 26a.          Ordinario año Par (Id=652)
      Antífona de Entrada
      Vi al Señor sentado              en un trono excelso; lo adoraban una multitud de ángeles que              cantaban a una              sola voz: "Este es Aquél cuyo poder permanece eternamente".
Oración Colecta
      Oremos:
            Escucha, Señor, con bondad las súplicas de tu pueblo, y            concédenos luz para            conocer tu voluntad y fortaleza para cumplirla.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera Lectura
      ¿Para qué dar la luz              de la vida a un miserable?
Lectura del libro de              Job
              3, 1-3.11-17.20-23
Job abrió            sus labios y maldijo el día de            su nacimiento, diciendo:
            "¡Desaparezca el día en que nací!, la noche en que se dijo:            "Ha sido            concebido un varón!" ¿Por qué no morí al salir del seno de mi            madre? ¿Por            qué no perecí al salir de sus entrañas? ¿Por qué me recibió un            regazo y unos            pechos me amamantaron?
            Ahora dormiría tranquilo y descansaría en paz, junto a los            reyes y señores de            la tierra que se construyen mausoleos; o como los nobles que            amontonan oro y            plata en sus palacios. O no existiría, lo mismo que un aborto            ignorado, como            los niños que no vieron la luz. Allí termina el tumulto de los            malvados, allí            reposan los que están rendidos.
            ¿Para qué alumbró con su luz a un desgraciado y dio vida a los            que la pasan en            amargura, a los que ansían la muerte que no llega y la buscan            más que a un tesoro;            a los que se alegrarían ante la tumba y gozarían al recibir            sepultura; a quien            no encuentra su camino, porque Dios le cerró la salida?"
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Sal 87, 2-3.4-5.6.7-8
Señor, presta oído a              mi clamor.
Señor, Dios mío, de            día y de noche grito hacia ti; llegue hasta ti mi súplica, haz            caso a mi            clamor.
            Señor, presta oído a mi clamor.
Porque estoy harto de            desdichas y mi vida está al borde del abismo; me cuentan ya            entre los que bajan            a la tumba, soy como un inválido.
            Señor, presta oído a mi clamor.
Tengo mi lecho entre            los muertos, como los que yacen en las tumbas, de los cuales            ya no te acuerdas,            porque fueron arrancados de tu mano.
            Señor, presta oído a mi clamor.
Me has arrojado a lo            hondo de la tumba, a la oscuridad más profunda; tu cólera pesa            sobre mí, me            oprimes con tu furor.
            Señor, presta oído a mi clamor.
Aclamación antes del Evangelio
      Aleluya,              aleluya.
            Jesucristo vino a servir y a dar su vida por la salvación de            todos.
            Aleluya.
Evangelio
      Jesús tomó              la firme determinación de ir a              Jerusalén
† Lectura              del santo Evangelio según san              Lucas 9, 51-56
Gloria a              ti, Señor.
Cuando se            acercaba el tiempo en que tenía            que salir de este mundo, Jesús tomó la decisión de ir a            Jerusalén. Y envió            mensajeros por delante, que fueron a una aldea de Samaria para            conseguirle            alojamiento; pero no quisieron recibirlo, porque se dirigía a            Jerusalén. Al ver            esto, sus discípulos Santiago y Juan le preguntaron: 
            "Señor, ¿quieres que mandemos a bajar fuego del cielo y acabe            con ellos?"
            Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Y se fueron            a otra aldea.
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
      Acepta,            Señor, el sacrificio que vamos a            ofrecerte, y, por sus méritos, escucha nuestras filiales            oraciones y santifica            toda nuestra vida.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio 
      La              salvación por Cristo
En verdad es            justo y necesario, es nuestro            deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar,            Señor, Padre santo,            Dios todopoderoso y eterno, que por amor creaste al hombre, y,            aunque condenado            justamente, lo redimiste por tu misericordia, por Cristo,            Señor nuestro.
            Por él, 
            los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales            celebran tu gloria,            unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces            cantando            humildemente tu alabanza:
          
Antífona de la Comunión
      Señor, en ti está la              fuente de la vida y tu luz nos hace ver la luz.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            A quienes has alimentado con tus sacramentos, concédeles, Dios            todopoderoso,            servirte con una vida que te sea agradable.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
Dia 2/10          Los santos Angeles Custodios (blanco)
      Antífona          de Entrada
      Angeles            del Señor, bendigan a Señor; alábenlo y glorifíquenlo            eternamente.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios nuestro, que con amorosa providencia has enviado a tus          santos ángeles para          que nos guarden, concédenos experimentar su protección aquí en          la tierra y          disfrutar, junto con ellos, la felicidad del cielo.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Voy a            enviar a un ángel que vaya delante de ti
Lectura            del libro del Exodo 23, 20-23
Esto dice          el Señor:
          "Voy a enviar a un ángel que vaya delante de ti, para que te          cuide en el          camino y te lleve al lugar que te he preparado. Respétalo y          obedécelo. No te          rebeles, porque lleva mi nombre, y no perdonará tu rebeldía. Si          lo obedeces          fielmente y haces lo que yo te diga, tus enemigos serán mis          enemigos, y tus          adversarios, mis adversarios. Mi ángel irá delante de ti".
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo            90
Dios les            ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
Tú, que          vives al amparo del Altísimo y descansas a la sombra del          todopoderoso, dile al          Señor: "Tú eres mi refugio y fortaleza; tú eres mi Dios y en ti          confío".
          Dios les ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
El te          librará de la red del cazador y de la peste funesta. Te cubrirá          con sus alas y          te refugiarás bajo sus plumas.
          Dios les ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
No te          sucederá desgracia alguna, ninguna calamidad caerá sobre tu          casa, pues el Señor          ha dado a sus ángeles la orden de protegerte a dondequiera que          vayas.
          Dios les ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Que bendigan al Señor todos sus ejércitos, servidores fieles que          cumplen su          voluntad.
          Aleluya.
Evangelio
      Sus            ángeles en el cielo ven continuamente el rostro de mi Padre,            que está en el            cielo
† Lectura            del santo Evangelio según san Mateo 18,1-5. 10
Gloria a            ti, Señor.
En cierta          ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
          "¿Quién es más grande en el Reino de los cielos?"
          Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: "Yo          les          aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los          niños, no entrarán          en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como          este niño, ése es          el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un          niño como éste en          mi nombre, me recibe a mí.
          Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo          que sus          ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre,          que está en el          cielo".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Recibe,          Señor, las ofrendas que te presentamos en la festividad de tus          santos ángeles,          y concédenos que su continua protección nos libre de los          peligros presentes y          nos guíe a la vida eterna.
        Por          Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Venerar a            los ángeles es glorificar a Dios
En verdad          es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte          gracias siempre y en          todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y          alabarte,          celebrando a tus ángeles y arcángeles, ya que el honor que          tributamos a los que          te fueron fieles, redunda en tu gloria y proclama tu grandeza;          pues, si es          digna de admiración la criatura angélica, lo es inmensamente más          aquel que la          creó, por Cristo, Señor nuestro.
          Por él,
          adoran tu majestad todos los ángeles, y nosotros, a una con          ellos, te adoramos          llenos de júbilo diciendo:
        
Antífona          de la Comunión
      En            presencia de los ángeles cantaremos, Dios nuestro, tu            alabanza.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Señor, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de          nuestro Redentor,          condúcenos por medio de tus santos ángeles, al encuentro          glorioso con Cristo,          que vive y reina por los siglos de los siglos.
        Amén.
___________________________________________________________________________________________
† Meditación          diaria
26ª Semana. Martes
CAMINO DE JERUSALÉN
— No desanimarnos por          nuestros defectos: el Señor cuenta con ellos y con nuestro          empeño por          arrancarlos.
— La ayuda incesante          del Espíritu Santo.
— El defecto            dominante.
I. Cuando ya estaba          cerca el tiempo de su partida, Jesús decidió firmemente            marchar hacia            Jerusalén. Y al entrar en una ciudad de samaritanos no le          acogieron porque            daba la impresión de ir a Jerusalén1. El Señor, lejos de          tomar ninguna represalia contra aquellos samaritanos que no          tuvieron con Él las          mínimas muestras de hospitalidad, tan arraigadas en Oriente, ni          siquiera habla          mal de ellos; no les critica, sino que se fueron a otra            aldea. La          reacción de los Apóstoles fue muy distinta. Santiago y Juan le          propusieron a          Jesús: ¿Quieres que mandemos que caiga fuego del cielo y los            consuma? Y          el Señor aprovecha la ocasión para enseñarles que es preciso          querer a todos,          comprender incluso a quienes no nos comprenden.
Muchos pasajes del          Evangelio nos señalan los defectos de los Apóstoles aún sin          limar, y cómo van          calando en su corazón las palabras y el ejemplo del Maestro.          Dios cuenta con el          tiempo y con las flaquezas y defectos de sus discípulos de todas          las épocas.          Pocos años más tarde, el Apóstol San Juan escribirá: El que            no ama no conoce            a Dios, porque Dios es caridad2. ¡Se convierte en el          Apóstol de la caridad y del amor! Sin dejar de ser él mismo, el          Espíritu Santo          fue transformando poco a poco su corazón. El tema central de sus          Cartas          es precisamente la caridad. San Agustín, al comentar la primera          de ellas, dirá          que el Apóstol en este escrito “dijo muchas cosas, prácticamente          todas, acerca          de la caridad”3. Él es quien nos ha          transmitido la enseñanza de Jesús acerca del mandamiento            nuevo, por el          que nos distinguirán como discípulos de Jesús4. Junto al Maestro          aprendió bien que si nos amamos unos a otros, Dios permanece            en nosotros, y            su amor alcanza en nosotros su perfección5.
También conocemos por          la tradición algunos detalles de sus últimos años, que nos          confirman su desvelo          para que se mantuviera la fidelidad al mandamiento del amor          fraterno. Cuenta          San Jerónimo que cuando los discípulos le llevaban a las          reuniones de los cristianos          –pues por su ancianidad él no podía ir solo– repetía          constantemente: “Hijitos,          amaos los unos a los otros”. Ante su insistencia le preguntaron          por qué decía          siempre lo mismo, y San Juan respondió: “Es el mandamiento del          Señor, y si se          cumple, él solo basta”6.
Para nosotros, que          nos vemos con tantos defectos, es un estímulo lleno de esperanza          meditar que          los santos también los tuvieron, pero lucharon, fueron humildes          y llegaron a la          santidad, incluso a sobresalir, como vemos en San Juan, en          aquello en que          parecían estar más lejos del espíritu de Cristo.
II. Después de          Pentecostés, el Espíritu Santo completó la formación de aquellos          que había          elegido para que fueran las columnas de su Iglesia, a pesar de          tantas          deficiencias. Desde entonces no ha cesado de actuar en las almas          de los          discípulos de Cristo de todas las épocas. Sus inspiraciones son          a veces rápidas          como el relámpago: nos sugiere en lo más íntimo del alma que          seamos generosos          en una pequeña mortificación, que tengamos paciencia ante una          adversidad, que          guardemos los sentidos... En unas ocasiones actúa directamente          moviendo al          bien, sugiriendo, inspirando. Otras lo hace a través de los          consejos recibidos          en la dirección espiritual, de un acontecimiento, de la actitud          ejemplar de          otra persona, de la lectura de un libro bueno... Él quiere          situar “en el          edificio de mi vida la piedra que conviene colocar en aquel          momento preciso y          que es reclamada, digámoslo así, por el plano del edificio,          según el estado          actual de la construcción”7, del gran proyecto          que Dios tiene sobre nuestra vida, el cual no quiere llevar a          cabo sin nuestra          colaboración. Y todo está ordenado, unas veces permitido y otras          enviado por          nuestro Padre Dios, para que alcancemos la santidad, el fin para          el que hemos          sido creados y en que consiste nuestra plena felicidad aquí en          la tierra y          después, por toda la eternidad, en el Cielo. También el dolor,          el sufrimiento o          el fracaso que Dios permite están orientados a ese fin más alto,          que nunca          debemos perder de vista: Esta es la voluntad de Dios,            vuestra santificación8.
Dios nos ama siempre:          cuando nos da consuelos y cuando permite la molestia, la          aflicción, el          sufrimiento, la pobreza, el fracaso... Es más, “Dios no me ama          nunca tanto como          cuando me envía un sufrimiento”9. Es una “caricia          divina” por la que debemos dar siempre gracias. San Lucas nos          habla, en el          Evangelio que meditamos, de la firmeza con que Jesús marcha          hacia Jerusalén,          donde le espera la Cruz.
San Juan no cambió en          un instante. Ni siquiera después de las palabras de Jesús. Pero          no se desanimó          ante sus errores, puso empeño, permaneció junto al Maestro, y la          gracia hizo el          resto. Es lo que nos pide Dios a nosotros. Cuando, al pasar los          años, el          Apóstol recordara este y otros muchos acontecimientos en los que          se encontraba          lejos del espíritu de su Maestro, vendría a su memoria también          la paciencia que          Jesús usó con él, las veces que tuvo que recomenzar, y esto le          ayudaría a amar          más al que una tarde inolvidable le llamó para que le siguiera.
III. Dios concedió a          San Juan una particular profundidad y finura en la caridad,          tanto en su vida          –¡el Señor lo destinó para que se hiciera cargo de su Madre!–          como en sus          enseñanzas. Él escribió, movido por el Espíritu Santo, estas          palabras llenas de          sabiduría: En esto se conocen los hijos de Dios y los hijos            del diablo. El            que no practica la justicia no es de Dios, y tampoco el que no            ama a su hermano10. Nosotros no debemos          desanimarnos por nuestros errores y flaquezas: el Señor cuenta          con ellos, con          el tiempo, con la gracia, y con nuestros deseos de luchar.
Para combatir con          eficacia en la vida interior debemos conocer bien lo que los          autores          espirituales han llamado el defecto dominante, el que en          cada uno tiende          a prevalecer sobre los demás y, como consecuencia, se hace          presente en la          manera de opinar, de juzgar, de querer y de obrar11. Es aquel que de          alguna manera se manifiesta en lo que hacemos, queremos,          pensamos: la vanidad,          la pereza, la impaciencia, la falta de optimismo, la tendencia a          juzgar mal...          No subimos todos por el mismo camino hacia la santidad: unos han          de fomentar          sobre todo la fortaleza; otros, la esperanza o la alegría. “En          la ciudadela de          la propia vida interior, el defecto dominante es el punto débil,          el lugar          desguarnecido. El enemigo de las almas busca precisamente, en          cada uno, ese          punto débil, fácilmente vulnerable, y con facilidad lo          encuentra. Por          consiguiente, nosotros también debemos conocerlo”12. Para esto es          preciso preguntarnos dónde tenemos puestos habitualmente          nuestros deseos, qué          es lo que más nos preocupa, lo que nos hace sufrir a menudo o lo          que con          frecuencia nos lleva a perder la paz o a caer en la tristeza...          También está          relacionado con el defecto dominante el mayor número de          tentaciones que          padecemos, pues es por donde el enemigo nos ve más débiles y,          por eso mismo,          por donde más ataca.
Para avanzar en la          vida interior debemos conocer este punto flaco, y pedir con          sinceridad a Dios          su gracia para vencerlo: “Aparta, Señor, de mí, lo que me aparte          de Ti”, le          repetiremos en incontables ocasiones; junto con la petición          frecuente al Señor,          el propósito firme de no pactar nunca con nuestros defectos, y          aplicarles el examen            particular, el examen breve y frecuente sobre ese defecto          dominante que se          pretende arrancar y sobre la virtud que se quiere adquirir: “Con          el examen          particular has de ir derechamente a adquirir una virtud          determinada o a          arrancar el defecto que te domina”13. En la dirección          espiritual encontraremos una formidable ayuda para mantener esta          lucha          esperanzada hasta el final de nuestros días.
En María, nuestra          Madre, encontraremos siempre la paz y el gozo para caminar hasta          el Señor, pues          “nuestra andadura ha de ser alegre, como la de la Virgen; pero          como la de Ella,          conociendo la experiencia del dolor, el cansancio del trabajo,          el claroscuro de          la fe.
“Marchemos de la mano          de María, la llena de gracia. Dios Padre, Dios Hijo, Dios          Espíritu Santo le han          colmado de dones, han hecho una criatura perfecta; es de nuestra          raza y tiene          por misión repartir solo cosas buenas. Más. Ella se nos ha          convertido en vida,          dulzura y esperanza nuestra.
“María, la Madre de          Jesús, “signo de consuelo y de esperanza segura” (Conc. Vat. II,          Const. Lumen            gentium, 68), marcha por la tierra Iluminando con su luz          al Pueblo de Dios          peregrinante.
“Ella, nuestra Madre,          es el camino, la senda, el atajo para llegar al Señor. María          llenará de alegría          nuestras labores, nuestras tinajas, nuestros andares”14.
1 Lc 9, 52-56. — 2 1              Jn 4, 8. — 3 San            Agustín, Comentario a la Primera Carta de San Juan,            prólogo. — 4 Cfr. Jn 13,          34-35. — 5 1              Jn 4, 12. — 6 San            Jerónimo, Comentario a la Epístola a los Gálatas, III,            6. — 7 J.            Tissot, La vida interior, Herder, 16ª ed., Barcelona            1964, p. 287. — 8 1              Tes, 4, 3. — 9 J.            Tissot o. c., p. 293. — 10 1              Jn 3, 10. — 11 Cfr. R.          Garrigou-Lagrange, La tres edades de la vida interior,          vol. I, pp. 365          ss. — 12 Ibídem, 367. — 13 San            Josemaría Escrivá, Camino, n. 241. — 14 J.            Urteaga, Los defectos de los santos, Rialp, 3ª ed.,            Madrid 1982, pp.            380-381.
___________________________________________________________________________________________
† Santoral                   (si GoogleGroups corta el          texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Los            Santos Ángeles de la Guarda
Angel            de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche            ni de día, 
            hasta que me pongas en los brazos de Jesús, José y María.
En la          S. Biblia la palabra Ángel          significa "Mensajero". Un espíritu purísimo que está cerca de          Dios          para adorarlo, y cumplir sus órdenes y llevar sus mensajes a los          seres humanos.          
Ya          en el siglo II el gran sabio Orígenes decía: "Los cristianos          creemos que a          cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja".
Y          se basa esta creencia en la frase del Salmo 90: "A sus ángeles          ha dado          órdenes Dios, para que te guarden en tus caminos". Y en aquella          otra frase          tan famosa de Jesús: "Cuidad de no escandalizar a ninguno de          estos          pequeñuelos, porque sus ángeles están siempre contemplando el          rostro de mi          Padre Celestial". Y Judit en la Biblia al ser recibida como          libertadora de          Betulia exclamaba: "El ángel del Señor me acompañó en el viaje          de ida, en          mi estadía allá , y en el viaje de venida".
En          el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno          tiene un ángel          custodio, que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega          a llamar a la          puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús,          ellos creen al          principio, que no es Pedro en persona y exclaman: "Será su          ángel"          (Hechos 12, 15).
Ya          en el año 800 se celebraba en Inglaterra una fiesta a los          Ángeles de la Guarda          y desde el año 1111 existe una oración muy famosa al Ángel de la          Guarda. Dice          así: "Ángel del Señor, que por orden de su piadosa providencia          eres mi          guardián, custodiame en este día (o en esta noche) ilumina mi          entendimiento,          dirige mis afectos, gobierna mis sentimientos, para que jamás          ofenda a Dios          Señor. Amen.
En          el año 1608 el Sumo Pontífice extendió a toda la Iglesia          universal la fiesta de          los Ángeles Custodios y la colocó el día 2 de octubre.
Consejos          de un santo: San Bernardo en el año 1010 hizo un sermón muy          célebre acerca del          Ángel de la Guarda, comentando estas tres frases: Respetemos su          presencia          (portándonos como es debido). Agradezcámosle sus favores (que          son muchos más de          los que nos podemos imaginar). Y confiemos en su ayuda (que es          muy poderosa          porque es superior en poder a los demonios que nos atacan y a          nuestras pasiones          que nos traicionan).
San          Juan Bosco narra que el día de la fiesta del Ángel de la Guarda,          un dos de octubre,          recomendó a sus muchachos que en los momentos de peligro          invocaran a su Ángel          Custodio y que en esa semana dos jóvenes obreros estaban en un          andamio altísimo          alcanzando materiales y de pronto se partió la tabla y se          vinieron abajo. Uno          de ellos recordó el consejo oído y exclamó: "Ángel de mi          guarda!".          Cayeron sin sentido. Fueron a recoger al uno y lo encontraron          muerto, y cuando          levantaron al segundo, al que había invocado al Ángel Custodio,          este recobró el          sentido y subió corriendo la escalera del andamio como si nada          le hubiera          pasado. Preguntado luego exclamó: "Cuando vi que me venía abajo          invoqué a          mi Ángel de la Guarda y sentí como si me pusieran por debajo una          sábana y me          bajaran suavecito. Y después ya no recuerdo más". Así lo narra          el santo.
___________________________________________________________________________________________
Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01          
          Saturio, Santo Eremita, Octubre 2   
              
 Eremita Martirologio                    Romano: En Numancia, en la Hispania Cartaginense,                      san Saturio, eremita (606).  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuente:          Franciscanos.net 
          Antonio Chevrier, Beato Presbitero y Fundador, Octubre 2            
              
 Fundador de la                    Obra de la Providencia del Prado Martirologio                    Romano: En Lyon, en Francia, beato Antonio                      Chevrier, presbítero, que instituyó la Obra de la                      Providencia del Prado, para preparar sacerdotes                      destinados a enseñar la doctrina cristiana a jóvenes                      pobres (1879).  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Vatican.va 
          Juan Beyzym, Beato Presbítero Jesuita, 2 de octubre   
              
 Apóstol de los                    lebrosos en Madagascar Martirologio                    Romano: En Fianarantsoa, en la isla de                    Madagascar, beato Juan Beyzym, presbítero de la                    Compañía de Jesús, que ejerció su ministerio junto a                    los leprosos, a los que prodigó una obra de caridad en                    favor de sus cuerpos y de sus espíritus (1912).  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01          
          Leodegario de Autun, Santo Obispo y Mártir, Octubre 2   
              
 Obispo y Mártir Martirologio                    Romano: n Sarcing, en el territorio de Arras, en                      Neustria, Francia septemtrional, muerte de san                      Leodegario, obispo de Autun, el cual, sometido a                      varios suplicios y cegado, fue condenado a muerte                      injustamente por Ebroino, mayordomo de palacio del                      rey Teodorico. Con él se venera la memoria de su                      hermano Gerino, mártir, que dos años antes, por                      orden del mismo Ebroino, había sido lapidado (679-                      680 y 677).  |           
___________________________________________________________________________________________
Jeanne Emilie de Villeneuve, Beata Fundadora, 2 de octubre   
              
 Fundadora de la                    Congregación 
  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuente:          Martirologio Romano 
          Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este          día, Octubre 2            
___________________________________________________________________________________________
Fuentes: IESVS.org;          EWTN.com; Colección Hablar con          Dios de www.FranciscoFCarvajal.org          de www.edicionespalabra.es          , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes          anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/          
Si NO          desea el evangelio, santoral          y meditación diaria y sólo artículos interesantes censurados por          la prensa (la          mayoría), unos 4 por semana escriba a: ave-maria-purisima+subscribe@googlegroups.com          (responder el mensaje de confirmación).
Para          de-suscribirse escribir desde          su casilla de email a:
Evangelio+unsubscribe@googlegroups.com
NO          debe colocarlo en CC sino en          "Para/To"
Si no          se desuscribe es porque          recibe el mensaje en su otro email que le reenvía al actual:          debe escribir          desde ese otro email.









