JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-56
Gloria a ti, Señor.
Cuando se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante, que fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero no quisieron recibirlo, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, sus discípulos Santiago y Juan le preguntaron:
"Señor, ¿quieres que mandemos a bajar fuego del cielo y acabe con ellos?"
Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Y se fueron a otra aldea.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
mar 26a. Ordinario año Par (Id=652)
Antífona de Entrada
Vi al Señor sentado en un trono excelso; lo adoraban una multitud de ángeles que cantaban a una sola voz: "Este es Aquél cuyo poder permanece eternamente".
Oración Colecta
Oremos:
Escucha, Señor, con bondad las súplicas de tu pueblo, y concédenos luz para conocer tu voluntad y fortaleza para cumplirla.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
¿Para qué dar la luz de la vida a un miserable?
Lectura del libro de Job
3, 1-3.11-17.20-23
Job abrió sus labios y maldijo el día de su nacimiento, diciendo:
"¡Desaparezca el día en que nací!, la noche en que se dijo: "Ha sido concebido un varón!" ¿Por qué no morí al salir del seno de mi madre? ¿Por qué no perecí al salir de sus entrañas? ¿Por qué me recibió un regazo y unos pechos me amamantaron?
Ahora dormiría tranquilo y descansaría en paz, junto a los reyes y señores de la tierra que se construyen mausoleos; o como los nobles que amontonan oro y plata en sus palacios. O no existiría, lo mismo que un aborto ignorado, como los niños que no vieron la luz. Allí termina el tumulto de los malvados, allí reposan los que están rendidos.
¿Para qué alumbró con su luz a un desgraciado y dio vida a los que la pasan en amargura, a los que ansían la muerte que no llega y la buscan más que a un tesoro; a los que se alegrarían ante la tumba y gozarían al recibir sepultura; a quien no encuentra su camino, porque Dios le cerró la salida?"
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 87, 2-3.4-5.6.7-8
Señor, presta oído a mi clamor.
Señor, Dios mío, de día y de noche grito hacia ti; llegue hasta ti mi súplica, haz caso a mi clamor.
Señor, presta oído a mi clamor.
Porque estoy harto de desdichas y mi vida está al borde del abismo; me cuentan ya entre los que bajan a la tumba, soy como un inválido.
Señor, presta oído a mi clamor.
Tengo mi lecho entre los muertos, como los que yacen en las tumbas, de los cuales ya no te acuerdas, porque fueron arrancados de tu mano.
Señor, presta oído a mi clamor.
Me has arrojado a lo hondo de la tumba, a la oscuridad más profunda; tu cólera pesa sobre mí, me oprimes con tu furor.
Señor, presta oído a mi clamor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Jesucristo vino a servir y a dar su vida por la salvación de todos.
Aleluya.
Evangelio
Jesús tomó la firme determinación de ir a Jerusalén
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-56
Gloria a ti, Señor.
Cuando se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante, que fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero no quisieron recibirlo, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, sus discípulos Santiago y Juan le preguntaron:
"Señor, ¿quieres que mandemos a bajar fuego del cielo y acabe con ellos?"
Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Y se fueron a otra aldea.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, el sacrificio que vamos a ofrecerte, y, por sus méritos, escucha nuestras filiales oraciones y santifica toda nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La salvación por Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, que por amor creaste al hombre, y, aunque condenado justamente, lo redimiste por tu misericordia, por Cristo, Señor nuestro.
Por él,
los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Señor, en ti está la fuente de la vida y tu luz nos hace ver la luz.
Oración después de la Comunión
Oremos:
A quienes has alimentado con tus sacramentos, concédeles, Dios todopoderoso, servirte con una vida que te sea agradable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
Dia 2/10 Los santos Angeles Custodios (blanco)
Antífona de Entrada
Angeles del Señor, bendigan a Señor; alábenlo y glorifíquenlo eternamente.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que con amorosa providencia has enviado a tus santos ángeles para que nos guarden, concédenos experimentar su protección aquí en la tierra y disfrutar, junto con ellos, la felicidad del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Voy a enviar a un ángel que vaya delante de ti
Lectura del libro del Exodo 23, 20-23
Esto dice el Señor:
"Voy a enviar a un ángel que vaya delante de ti, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que te he preparado. Respétalo y obedécelo. No te rebeles, porque lleva mi nombre, y no perdonará tu rebeldía. Si lo obedeces fielmente y haces lo que yo te diga, tus enemigos serán mis enemigos, y tus adversarios, mis adversarios. Mi ángel irá delante de ti".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 90
Dios les ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
Tú, que vives al amparo del Altísimo y descansas a la sombra del todopoderoso, dile al Señor: "Tú eres mi refugio y fortaleza; tú eres mi Dios y en ti confío".
Dios les ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
El te librará de la red del cazador y de la peste funesta. Te cubrirá con sus alas y te refugiarás bajo sus plumas.
Dios les ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
No te sucederá desgracia alguna, ninguna calamidad caerá sobre tu casa, pues el Señor ha dado a sus ángeles la orden de protegerte a dondequiera que vayas.
Dios les ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Que bendigan al Señor todos sus ejércitos, servidores fieles que cumplen su voluntad.
Aleluya.
Evangelio
Sus ángeles en el cielo ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18,1-5. 10
Gloria a ti, Señor.
En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
"¿Quién es más grande en el Reino de los cielos?"
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: "Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Recibe, Señor, las ofrendas que te presentamos en la festividad de tus santos ángeles, y concédenos que su continua protección nos libre de los peligros presentes y nos guíe a la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Venerar a los ángeles es glorificar a Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y alabarte, celebrando a tus ángeles y arcángeles, ya que el honor que tributamos a los que te fueron fieles, redunda en tu gloria y proclama tu grandeza; pues, si es digna de admiración la criatura angélica, lo es inmensamente más aquel que la creó, por Cristo, Señor nuestro.
Por él,
adoran tu majestad todos los ángeles, y nosotros, a una con ellos, te adoramos llenos de júbilo diciendo:
Antífona de la Comunión
En presencia de los ángeles cantaremos, Dios nuestro, tu alabanza.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de nuestro Redentor, condúcenos por medio de tus santos ángeles, al encuentro glorioso con Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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† Meditación diaria
26ª Semana. Martes
CAMINO DE JERUSALÉN
— No desanimarnos por nuestros defectos: el Señor cuenta con ellos y con nuestro empeño por arrancarlos.
— La ayuda incesante del Espíritu Santo.
— El defecto dominante.
I. Cuando ya estaba cerca el tiempo de su partida, Jesús decidió firmemente marchar hacia Jerusalén. Y al entrar en una ciudad de samaritanos no le acogieron porque daba la impresión de ir a Jerusalén1. El Señor, lejos de tomar ninguna represalia contra aquellos samaritanos que no tuvieron con Él las mínimas muestras de hospitalidad, tan arraigadas en Oriente, ni siquiera habla mal de ellos; no les critica, sino que se fueron a otra aldea. La reacción de los Apóstoles fue muy distinta. Santiago y Juan le propusieron a Jesús: ¿Quieres que mandemos que caiga fuego del cielo y los consuma? Y el Señor aprovecha la ocasión para enseñarles que es preciso querer a todos, comprender incluso a quienes no nos comprenden.
Muchos pasajes del Evangelio nos señalan los defectos de los Apóstoles aún sin limar, y cómo van calando en su corazón las palabras y el ejemplo del Maestro. Dios cuenta con el tiempo y con las flaquezas y defectos de sus discípulos de todas las épocas. Pocos años más tarde, el Apóstol San Juan escribirá: El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es caridad2. ¡Se convierte en el Apóstol de la caridad y del amor! Sin dejar de ser él mismo, el Espíritu Santo fue transformando poco a poco su corazón. El tema central de sus Cartas es precisamente la caridad. San Agustín, al comentar la primera de ellas, dirá que el Apóstol en este escrito “dijo muchas cosas, prácticamente todas, acerca de la caridad”3. Él es quien nos ha transmitido la enseñanza de Jesús acerca del mandamiento nuevo, por el que nos distinguirán como discípulos de Jesús4. Junto al Maestro aprendió bien que si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor alcanza en nosotros su perfección5.
También conocemos por la tradición algunos detalles de sus últimos años, que nos confirman su desvelo para que se mantuviera la fidelidad al mandamiento del amor fraterno. Cuenta San Jerónimo que cuando los discípulos le llevaban a las reuniones de los cristianos –pues por su ancianidad él no podía ir solo– repetía constantemente: “Hijitos, amaos los unos a los otros”. Ante su insistencia le preguntaron por qué decía siempre lo mismo, y San Juan respondió: “Es el mandamiento del Señor, y si se cumple, él solo basta”6.
Para nosotros, que nos vemos con tantos defectos, es un estímulo lleno de esperanza meditar que los santos también los tuvieron, pero lucharon, fueron humildes y llegaron a la santidad, incluso a sobresalir, como vemos en San Juan, en aquello en que parecían estar más lejos del espíritu de Cristo.
II. Después de Pentecostés, el Espíritu Santo completó la formación de aquellos que había elegido para que fueran las columnas de su Iglesia, a pesar de tantas deficiencias. Desde entonces no ha cesado de actuar en las almas de los discípulos de Cristo de todas las épocas. Sus inspiraciones son a veces rápidas como el relámpago: nos sugiere en lo más íntimo del alma que seamos generosos en una pequeña mortificación, que tengamos paciencia ante una adversidad, que guardemos los sentidos... En unas ocasiones actúa directamente moviendo al bien, sugiriendo, inspirando. Otras lo hace a través de los consejos recibidos en la dirección espiritual, de un acontecimiento, de la actitud ejemplar de otra persona, de la lectura de un libro bueno... Él quiere situar “en el edificio de mi vida la piedra que conviene colocar en aquel momento preciso y que es reclamada, digámoslo así, por el plano del edificio, según el estado actual de la construcción”7, del gran proyecto que Dios tiene sobre nuestra vida, el cual no quiere llevar a cabo sin nuestra colaboración. Y todo está ordenado, unas veces permitido y otras enviado por nuestro Padre Dios, para que alcancemos la santidad, el fin para el que hemos sido creados y en que consiste nuestra plena felicidad aquí en la tierra y después, por toda la eternidad, en el Cielo. También el dolor, el sufrimiento o el fracaso que Dios permite están orientados a ese fin más alto, que nunca debemos perder de vista: Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación8.
Dios nos ama siempre: cuando nos da consuelos y cuando permite la molestia, la aflicción, el sufrimiento, la pobreza, el fracaso... Es más, “Dios no me ama nunca tanto como cuando me envía un sufrimiento”9. Es una “caricia divina” por la que debemos dar siempre gracias. San Lucas nos habla, en el Evangelio que meditamos, de la firmeza con que Jesús marcha hacia Jerusalén, donde le espera la Cruz.
San Juan no cambió en un instante. Ni siquiera después de las palabras de Jesús. Pero no se desanimó ante sus errores, puso empeño, permaneció junto al Maestro, y la gracia hizo el resto. Es lo que nos pide Dios a nosotros. Cuando, al pasar los años, el Apóstol recordara este y otros muchos acontecimientos en los que se encontraba lejos del espíritu de su Maestro, vendría a su memoria también la paciencia que Jesús usó con él, las veces que tuvo que recomenzar, y esto le ayudaría a amar más al que una tarde inolvidable le llamó para que le siguiera.
III. Dios concedió a San Juan una particular profundidad y finura en la caridad, tanto en su vida –¡el Señor lo destinó para que se hiciera cargo de su Madre!– como en sus enseñanzas. Él escribió, movido por el Espíritu Santo, estas palabras llenas de sabiduría: En esto se conocen los hijos de Dios y los hijos del diablo. El que no practica la justicia no es de Dios, y tampoco el que no ama a su hermano10. Nosotros no debemos desanimarnos por nuestros errores y flaquezas: el Señor cuenta con ellos, con el tiempo, con la gracia, y con nuestros deseos de luchar.
Para combatir con eficacia en la vida interior debemos conocer bien lo que los autores espirituales han llamado el defecto dominante, el que en cada uno tiende a prevalecer sobre los demás y, como consecuencia, se hace presente en la manera de opinar, de juzgar, de querer y de obrar11. Es aquel que de alguna manera se manifiesta en lo que hacemos, queremos, pensamos: la vanidad, la pereza, la impaciencia, la falta de optimismo, la tendencia a juzgar mal... No subimos todos por el mismo camino hacia la santidad: unos han de fomentar sobre todo la fortaleza; otros, la esperanza o la alegría. “En la ciudadela de la propia vida interior, el defecto dominante es el punto débil, el lugar desguarnecido. El enemigo de las almas busca precisamente, en cada uno, ese punto débil, fácilmente vulnerable, y con facilidad lo encuentra. Por consiguiente, nosotros también debemos conocerlo”12. Para esto es preciso preguntarnos dónde tenemos puestos habitualmente nuestros deseos, qué es lo que más nos preocupa, lo que nos hace sufrir a menudo o lo que con frecuencia nos lleva a perder la paz o a caer en la tristeza... También está relacionado con el defecto dominante el mayor número de tentaciones que padecemos, pues es por donde el enemigo nos ve más débiles y, por eso mismo, por donde más ataca.
Para avanzar en la vida interior debemos conocer este punto flaco, y pedir con sinceridad a Dios su gracia para vencerlo: “Aparta, Señor, de mí, lo que me aparte de Ti”, le repetiremos en incontables ocasiones; junto con la petición frecuente al Señor, el propósito firme de no pactar nunca con nuestros defectos, y aplicarles el examen particular, el examen breve y frecuente sobre ese defecto dominante que se pretende arrancar y sobre la virtud que se quiere adquirir: “Con el examen particular has de ir derechamente a adquirir una virtud determinada o a arrancar el defecto que te domina”13. En la dirección espiritual encontraremos una formidable ayuda para mantener esta lucha esperanzada hasta el final de nuestros días.
En María, nuestra Madre, encontraremos siempre la paz y el gozo para caminar hasta el Señor, pues “nuestra andadura ha de ser alegre, como la de la Virgen; pero como la de Ella, conociendo la experiencia del dolor, el cansancio del trabajo, el claroscuro de la fe.
“Marchemos de la mano de María, la llena de gracia. Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo le han colmado de dones, han hecho una criatura perfecta; es de nuestra raza y tiene por misión repartir solo cosas buenas. Más. Ella se nos ha convertido en vida, dulzura y esperanza nuestra.
“María, la Madre de Jesús, “signo de consuelo y de esperanza segura” (Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 68), marcha por la tierra Iluminando con su luz al Pueblo de Dios peregrinante.
“Ella, nuestra Madre, es el camino, la senda, el atajo para llegar al Señor. María llenará de alegría nuestras labores, nuestras tinajas, nuestros andares”14.
1 Lc 9, 52-56. — 2 1 Jn 4, 8. — 3 San Agustín, Comentario a la Primera Carta de San Juan, prólogo. — 4 Cfr. Jn 13, 34-35. — 5 1 Jn 4, 12. — 6 San Jerónimo, Comentario a la Epístola a los Gálatas, III, 6. — 7 J. Tissot, La vida interior, Herder, 16ª ed., Barcelona 1964, p. 287. — 8 1 Tes, 4, 3. — 9 J. Tissot o. c., p. 293. — 10 1 Jn 3, 10. — 11 Cfr. R. Garrigou-Lagrange, La tres edades de la vida interior, vol. I, pp. 365 ss. — 12 Ibídem, 367. — 13 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 241. — 14 J. Urteaga, Los defectos de los santos, Rialp, 3ª ed., Madrid 1982, pp. 380-381.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Los Santos Ángeles de la Guarda
Angel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día,
hasta que me pongas en los brazos de Jesús, José y María.
En la S. Biblia la palabra Ángel significa "Mensajero". Un espíritu purísimo que está cerca de Dios para adorarlo, y cumplir sus órdenes y llevar sus mensajes a los seres humanos.
Ya en el siglo II el gran sabio Orígenes decía: "Los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja".
Y se basa esta creencia en la frase del Salmo 90: "A sus ángeles ha dado órdenes Dios, para que te guarden en tus caminos". Y en aquella otra frase tan famosa de Jesús: "Cuidad de no escandalizar a ninguno de estos pequeñuelos, porque sus ángeles están siempre contemplando el rostro de mi Padre Celestial". Y Judit en la Biblia al ser recibida como libertadora de Betulia exclamaba: "El ángel del Señor me acompañó en el viaje de ida, en mi estadía allá , y en el viaje de venida".
En el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno tiene un ángel custodio, que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega a llamar a la puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús, ellos creen al principio, que no es Pedro en persona y exclaman: "Será su ángel" (Hechos 12, 15).
Ya en el año 800 se celebraba en Inglaterra una fiesta a los Ángeles de la Guarda y desde el año 1111 existe una oración muy famosa al Ángel de la Guarda. Dice así: "Ángel del Señor, que por orden de su piadosa providencia eres mi guardián, custodiame en este día (o en esta noche) ilumina mi entendimiento, dirige mis afectos, gobierna mis sentimientos, para que jamás ofenda a Dios Señor. Amen.
En el año 1608 el Sumo Pontífice extendió a toda la Iglesia universal la fiesta de los Ángeles Custodios y la colocó el día 2 de octubre.
Consejos de un santo: San Bernardo en el año 1010 hizo un sermón muy célebre acerca del Ángel de la Guarda, comentando estas tres frases: Respetemos su presencia (portándonos como es debido). Agradezcámosle sus favores (que son muchos más de los que nos podemos imaginar). Y confiemos en su ayuda (que es muy poderosa porque es superior en poder a los demonios que nos atacan y a nuestras pasiones que nos traicionan).
San Juan Bosco narra que el día de la fiesta del Ángel de la Guarda, un dos de octubre, recomendó a sus muchachos que en los momentos de peligro invocaran a su Ángel Custodio y que en esa semana dos jóvenes obreros estaban en un andamio altísimo alcanzando materiales y de pronto se partió la tabla y se vinieron abajo. Uno de ellos recordó el consejo oído y exclamó: "Ángel de mi guarda!". Cayeron sin sentido. Fueron a recoger al uno y lo encontraron muerto, y cuando levantaron al segundo, al que había invocado al Ángel Custodio, este recobró el sentido y subió corriendo la escalera del andamio como si nada le hubiera pasado. Preguntado luego exclamó: "Cuando vi que me venía abajo invoqué a mi Ángel de la Guarda y sentí como si me pusieran por debajo una sábana y me bajaran suavecito. Y después ya no recuerdo más". Así lo narra el santo.
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Saturio, Santo Eremita, Octubre 2
Eremita Martirologio Romano: En Numancia, en la Hispania Cartaginense, san Saturio, eremita (606). |
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Fuente: Franciscanos.net
Antonio Chevrier, Beato Presbitero y Fundador, Octubre 2
Fundador de la Obra de la Providencia del Prado Martirologio Romano: En Lyon, en Francia, beato Antonio Chevrier, presbítero, que instituyó la Obra de la Providencia del Prado, para preparar sacerdotes destinados a enseñar la doctrina cristiana a jóvenes pobres (1879). |
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Fuente: Vatican.va
Juan Beyzym, Beato Presbítero Jesuita, 2 de octubre
Apóstol de los lebrosos en Madagascar Martirologio Romano: En Fianarantsoa, en la isla de Madagascar, beato Juan Beyzym, presbítero de la Compañía de Jesús, que ejerció su ministerio junto a los leprosos, a los que prodigó una obra de caridad en favor de sus cuerpos y de sus espíritus (1912). |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Leodegario de Autun, Santo Obispo y Mártir, Octubre 2
Obispo y Mártir Martirologio Romano: n Sarcing, en el territorio de Arras, en Neustria, Francia septemtrional, muerte de san Leodegario, obispo de Autun, el cual, sometido a varios suplicios y cegado, fue condenado a muerte injustamente por Ebroino, mayordomo de palacio del rey Teodorico. Con él se venera la memoria de su hermano Gerino, mártir, que dos años antes, por orden del mismo Ebroino, había sido lapidado (679- 680 y 677). |
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Jeanne Emilie de Villeneuve, Beata Fundadora, 2 de octubre
Fundadora de la Congregación
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Octubre 2
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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