lunes, 29 de octubre de 2012

Lunes 29 de Octubre de 2012. San Gaetano (Cayetano Errico) ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 10-17

Gloria a ti, Señor.

Un sábado estaba Jesús enseñando en una sinagoga, y había allí una mujer, que llevaba dieciocho años enferma por causa de un espíritu malo; estaba encorvada y no podía enderezarse. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: 
"Mujer, quedas libre de tu enfermedad". 
Le impuso las manos y, al instante, se enderezó y se puso a alabar a Dios. El jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús sanaba en sábado, dijo a la gente: 
"Hay seis días en que se puede trabajar; vengan esos días a que los curen, y no los sábados". 
Entonces el Señor dijo: 
"¡Hipócritas!: ¿No desata cada uno de ustedes su buey o su burro del pesebre en sábado para llevarlo a beber? Y a esta hija de Abrahán, a la que Satanás tuvo atada dieciocho años, ¿no convenía soltarla de su atadura en sábado?"
A estas palabras, sus enemigos quedaron avergonzados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

lun 30a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Señor Dios, tú eres mi auxilio y el único apoyo de mi vida; te ofrezco de corazón un sacrificio y te daré gracias, Señor, porque eres bueno.

Oración Colecta

Oremos:
Míranos, Señor, con amor y multiplica en nosotros los dones de tu gracia; para que, llenos de fe, esperanza y caridad, permanezcamos siempre fieles en el cumplimiento de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Vivan amando como Cristo

Lectura de la carta del apóstol según Pablo a los Efesios 4, 32; 5, 1-8

Hermanos: Sean buenos y comprensivos y perdónense unos a otros, como Dios los perdonó por medio de Cristo. Sean imitadores de Dios como hijos queridos; vivan amando como Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y víctima de fragancia agradable a Dios.
Que entre ustedes, como conviene a verdaderos cristianos, no se hable de fornicación, 
inmoralidad o codicia; ni siquiera de indecencias, ni de conversaciones tontas o chistes groseros que no están bien. En lugar de eso den gracias a Dios. Tengan bien entendido que ningún lujurioso, inmoral o codicioso, que es lo mismo que decir idólatra, participará en el Reino de Cristo y de Dios.
Que nadie los engañe con vanas razones, pues todas estas cosas encienden la ira de Dios contra los rebeldes. Así pues, no se hagan cómplices de ellos; porque en otro tiempo eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Compórtense como hijos de la luz.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6

Dichoso quien confía en el Señor.

Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se entretiene en el camino de los pecadores, ni se sienta con los arrogantes, sino que pone su alegría en la ley del Señor, meditándola día y noche. 
Dichoso quien confía en el Señor.

Es como un árbol plantado junto al río: da fruto a su tiempo y sus hojas no se marchitan; todo lo que hace le sale bien.
Dichoso quien confía en el Señor.

No sucede los mismo con los malvados, pues son como paja que se lleva el viento; porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los malvados lleva a la perdición.
Dichoso quien confía en el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Tu Palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad.
Aleluya.

Evangelio

¿No era bueno desatar a esta hija de Abrahán de esa atadura, aún en día de sábado?

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 10-17

Gloria a ti, Señor.

Un sábado estaba Jesús enseñando en una sinagoga, y había allí una mujer, que llevaba dieciocho años enferma por causa de un espíritu malo; estaba encorvada y no podía enderezarse. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: 
"Mujer, quedas libre de tu enfermedad". 
Le impuso las manos y, al instante, se enderezó y se puso a alabar a Dios. El jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús sanaba en sábado, dijo a la gente: 
"Hay seis días en que se puede trabajar; vengan esos días a que los curen, y no los sábados". 
Entonces el Señor dijo: 
"¡Hipócritas!: ¿No desata cada uno de ustedes su buey o su burro del pesebre en sábado para llevarlo a beber? Y a esta hija de Abrahán, a la que Satanás tuvo atada dieciocho años, ¿no convenía soltarla de su atadura en sábado?"
A estas palabras, sus enemigos quedaron avergonzados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Dios nuestro, que con la muerte de tu Hijo llevaste a término y perfección los sacrificios de la antigua alianza; acepta y bendice estos dones, como aceptaste y bendijiste los de Abel, para que lo que cada uno te ofrece sea de provecho para la salvación de todos. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Restauración universal en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina, se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz, puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso, 
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Para perpetuar su amor el Señor nos ha dejado el memorial de sus prodigios, y ha dado a sus amigos el signo de un banquete que les recuerde para siempre su alianza.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, tú que nos has concedido participar en esta Eucaristía, míranos con bondad y ayúdanos a vencer nuestra fragilidad humana para poder vivir como hijos tuyos. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

30ª semana. Lunes

MIRAR AL CIELO

— La mujer encorvada y la misericordia de Jesús.

— Lo que nos impide mirar al Cielo.

— Solo en Dios comprendemos la verdadera realidad de la propia vida y de todo lo creado.

I. En el Evangelio de la Misa1, San Lucas nos relata cómo Jesús entró a enseñar un sábado en la sinagoga, según era su costumbre. Y había allí una mujer poseída por un espíritu, enferma desde hacía dieciocho años, y estaba encorvada sin poder enderezarse de ningún modo. Y Jesús, sin que nadie se lo pidiera, movido por su compasión,la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Y le impuso las manos, y al instante se enderezó y glorificaba a Dios.

El jefe de la sinagoga se indignó porque Jesús curaba en sábado. Con su alma pequeña no comprende la grandeza de la misericordia divina que libera a esta mujer postrada desde hacía tanto tiempo. Celoso en apariencia de la observancia del sábado prescrita en la Ley2, el fariseo no sabe ver la alegría de Dios al contemplar a esta hija suya sana de alma y de cuerpo. Su corazón, frío y embotado –falto de piedad–, no sabe penetrar en la verdadera realidad de los hechos: no ve al Mesías, presente en aquel lugar, que se manifiesta como anunciaban las Escrituras. Y no atreviéndose a murmurar directamente de Jesús, lo hace de quienes se acercan a Él: Seis días hay en los que es necesario trabajar; venid, pues, en ellos a ser curados y no en día de sábado. Y el Señor, como en otras ocasiones, no calla: les llamahipócritas, falsos, y contesta –recogiendo la alusión al trabajo– señalando que, así como ellos se daban buena prisa en soltar del pesebre a su asno o a su buey para llevarlos a beber aunque fuera sábado, a esta, que es hija de Abrahán, a la que Satanás ató hace ya dieciocho años, ¿no era conveniente soltarla de esta atadura aun en día de sábado? Aquella mujer, en su encuentro con Cristo recupera su dignidad; es tratada como hija de Abrahán y su valor está muy por encima del buey o del asno. Sus adversarios quedaron avergonzados, y toda la gente sencilla se alegraba por todas las maravillas que hacía.

La mujer quedó libre del mal espíritu que la tenía encadenada y de la enfermedad del cuerpo. Ya podía mirar a Cristo, y al Cielo, y a las gentes, y al mundo. Nosotros hemos de meditar muchas veces estos pasajes en los que la compasiva misericordia del Señor, de la que tan necesitados andamos, se pone singularmente de relieve. «Esa delicadeza y cariño la manifiesta Jesús no solo con un grupo pequeño de discípulos, sino con todos. Con las santas mujeres, con representantes del Sanedrín como Nicodemo y con publicanos como Zaqueo, con enfermos y con sanos, con doctores de la ley y con paganos, con personas individuales y con muchedumbres enteras.

»Nos narran los Evangelios que Jesús no tenía dónde reclinar su cabeza, pero nos cuentan también que tenía amigos queridos y de confianza, deseosos de acogerlo en su casa. Y nos hablan de su compasión por los enfermos, de su dolor por los que ignoran y yerran, de su enfado ante la hipocresía»3.

La consideración de estas escenas del Evangelio nos debe llevar a confiar más en Jesús, especialmente cuando nos veamos más necesitados del alma o del cuerpo, cuando experimentemos con fuerza la tendencia a mirar solo lo material, lo de abajo, y a imitarle en nuestro trato con las gentes: no pasemos nunca con indiferencia ante el dolor o la desgracia. Hagamos igual que el Maestro, que se compadece y pone remedio.

II. «Así encontró el Señor a esta mujer que había estado encorvada durante dieciocho años: no se podía erguir (Lc 13, 11). Como ella –comenta San Agustín– son los que tienen su corazón en la tierra»4; después de un tiempo han perdido la capacidad de mirar al Cielo, de contemplar a Dios y de ver en Él la maravilla de todo lo creado. «El que está encorvado, siempre mira a la tierra, y quien busca lo de abajo, no se acuerda de a qué precio fue redimido»5. Se olvida de que todas las cosas creadas han de llevarle al Cielo y contempla solo un universo empobrecido.

El demonio mantuvo dieciocho años sin poder mirar al Cielo a la mujer curada por Jesús. Otros, por desgracia, pasan la vida entera mirando a la tierra, atados por la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida6. La concupiscencia de la carne impide ver a Dios, pues solo lo verán los limpios de corazón7; esta mala tendencia «no se reduce exclusivamente al desorden de la sensualidad, sino también a la comodidad, a la falta de vibración, que empuja a buscar lo más fácil, lo más placentero, el camino en apariencia más corto, aun a costa de ceder en la fidelidad a Dios (...).

»El otro enemigo (...) es la concupiscencia de los ojos, una avaricia de fondo, que lleva a no valorar sino lo que se puede tocar. Los ojos que se quedan como pegados a las cosas terrenas, pero también los ojos que, por eso mismo, no saben descubrir las realidades sobrenaturales. Por tanto, podemos utilizar la expresión de la Sagrada Escritura, para referirnos a la avaricia de los bienes materiales, y además a esa deformación que lleva a observar lo que nos rodea –los demás, las circunstancias de nuestra vida y de nuestro tiempo– solo con visión humana.

»Los ojos del alma se embotan; la razón se cree autosuficiente para entender todo, prescindiendo de Dios (...). La existencia nuestra puede, de este modo, entregarse sin condiciones en manos del tercer enemigo, de la superbia vitae. No se trata solo de pensamientos efímeros de vanidad o de amor propio: es un engreimiento general. No nos engañemos, porque este es el peor de los males, la raíz de todos los descaminos»8. Ninguno de estos enemigos podrá con nosotros si tenemos la sinceridad necesaria para descubrir sus primeras manifestaciones, por pequeñas que sean, y suplicamos al Señor que nos ayude a levantar de nuevo nuestra mirada hacia Él.

III. La fe en Cristo se ha de manifestar en los pequeños incidentes de un día corriente, y ha de llevarnos a «organizar la vida cotidiana sobre la tierra sabiendo mirar al Cielo, esto es, a Dios, fin supremo y último de nuestras tensiones y nuestros deseos»9.

Cuando, mediante la fe, tenemos la capacidad de mirar a Dios, comprendemos la verdad de la existencia: el sentido de los acontecimientos, que tienen una nueva dimensión; la razón de la cruz, del dolor y del sufrimiento; el valor sobrenatural que podemos imprimir a nuestro trabajo diario y a cualquier circunstancia que, en Dios y por Dios, recibe una eficacia sobrenatural.

El cristiano no está cerrado en absoluto a las realidades terrenas; por el contrario, «puede y debe amar las cosas creadas por Dios. Pues de Dios las recibe, y las mira y respeta como objetos salidos de las manos de Dios»10, pero solo «usando y gozando de las criaturas en pobreza y con libertad de espíritu, entra de veras en posesión del mundo, como quien nada tiene y es dueño de todo: Todas las cosas son vuestras, vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios (1 Cor 3, 22)»11. San Pablo recomendaba a los primeros cristianos de Filipos: Por lo demás, hermanos, cuanto hay de verdadero, de honorable, de justo, de íntegro, de amable y de encomiable; todo lo que sea virtuoso y digno de alabanza, tenedlo en estima12.

El cristiano adquiere una particular grandeza de alma cuando tiene el hábito de referir a Dios las realidades humanas y los sucesos, grandes o pequeños, de su vida corriente. Cuando los aprovecha para dar gracias, para solicitar ayuda y ofrecer la tarea que lleva entre manos, para pedir perdón por sus errores... Cuando, en definitiva, no olvida que es hijo de Dios todas las horas del día y en todas las circunstancias, y no se deja envolver de tal manera por los acontecimientos, por el trabajo, por los problemas que surgen... que olvide la gran realidad que da razón a todo: el sentido sobrenatural de su vida. «¡Galopar, galopar!... ¡Hacer, hacer!... Fiebre, locura de moverse... Maravillosos edificios materiales...

»Espiritualmente: tablas de cajón, percalinas, cartones repintados... ¡galopar!, ¡hacer! —Y mucha gente corriendo: ir y venir.

»Es que trabajan con vistas al momento de ahora: "están" siempre "en presente". —Tú... has de ver las cosas con ojos de eternidad, "teniendo en presente" el final y el pasado...

»Quietud. —Paz. —Vida intensa dentro de ti. Sin galopar, sin la locura de cambiar de sitio, desde el lugar que en la vida te corresponde, como una poderosa máquina de electricidad espiritual, ¡a cuántos darás luz y energía!..., sin perder tu vigor y tu luz»13.

Acudamos a la misericordia del Señor para que nos conceda ese don, vivir de fe, para poder andar por la tierra con los ojos puestos en el Cielo, con la mirada fija en Él, en Jesús.

1 Lc 13, 10-17. — 2 Cfr. Ex 20, 8. — 3 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 108. — 4 San Agustín, Comentario al Salmo 37, 10. — 5 San Gregorio Magno,Homilías sobre los Evangelios, 31, 8. — 6 Cfr. 1 Jn 2, 16. — 7 Cfr. Mt 5, 8. — 8 San Josemaría Escrivá, o. c., 56. — 9 Juan Pablo II, Ángelus 8-XI-1979.  10 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 37. — 11 Ibídem.  12 Flp 4, 8. — 13 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 837.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Fuente: Archidiócesis de Madrid
Narciso de Jerusalén, Santo Obispo, 29 octubre  

Narciso de Jerusalén, Santo

Octubre 29

 

La envidia es mala. Son temibles para los padres los "celos" que muestran algunos pequeños cuando viene al hogar un nuevo hermano. Llenan la casa de disensiones y discordias entre los niños, ante el cuidado normal que los padres dan a sus otros hermanos. Esta situación llega a ser, en ocasiones, mortificante para los padres cuando se dan en una casa. Lo bueno del asunto es que de ordinario pasa pronto, basta con adquirir un mayor grado de madurez natural. Lo malo del caso es no cuidar las pequeñas envidiejas y permitir que se asienten en el hombre tomando el cariz de pecado.

Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén y se formó en el cristianismo bebiendo en las mismas fuentes de la nueva religión. Debieron ser sus catequistas aquellos que el mismo Salvador había formado o los que escucharon a los Apóstoles.

Era ya presbítero modelo con Valente o con el Obispo Dulciano. Fue consagrado obispo, trigésimo de la sede de Jerusalén, en el 180, cuando era de avanzada edad, pero con el ánimo y dinamismo de un joven. En el año 195 asiste y preside el concilio de Cesarea para unificar con Roma el día de la celebración de la Pascua.

Permitió Dios que le visitara la calumnia. Tres de sus clérigos —también de la segunda o tercera generación de cristianos- no pudieron resistir el ejemplo de su vida, ni sus reprensiones, ni su éxito. Se conjuraron para acusarle, sin que sepamos el contenido, de un crimen atroz. ¡Parece fábula que esto pueda pasar entre cristianos!

Viene el perdón del santo a sus envidiosos difamadores y toma la decisión de abandonar el gobierno de la grey, viendo con humildad en el acontecimiento la mano de Dios. Secretamente se retira a un lugar desconocido en donde permanece ocho años.

Dios, que tiene toda la eternidad para premiar o castigar, algunas veces lo hace también en esta vida, como en el presente caso. Uno de los maldicientes hace penitencia y confiesa en público su infamia. Regresa Narciso de su autodestierro y permanece ya acompañando a sus fieles hasta bien pasados los cien años. En este último tramo de vida le ayuda Alejandro, obispo de Flaviada en la Capadocia, que le sucede.

El vicio capital de la envidia presenta un cuadro de tristeza permanente ante la contemplación de los bienes materiales o morales que otros poseen. En lo moral, es pecado porque la caridad es amar y, cuando se ama, hay alegría con los bienes del amado. Cuando hay envidia no hay amor, hay egoísmo, desorden, pecado.

El envidioso vive acongojado -casi sin vida- por el bien que advierte en el otro y que él anhela tener. En ocasiones extremas puede llegar a convertirse en una anomalía psíquica peligrosa ya que lleva a la ceguera y desesperación cuyas consecuencias van de la maledicencia al crimen, pasando por la calumnia y la traición: el envidioso se considera incapaz de alcanzar las cualidades ajenas; la estimación que los demás disfrutan es considerada como un robo del cariño que él merece; en la eficacia del trabajo ajeno, acompañado de éxito y merecidos triunfos, el envidioso ve intriga y apaño.

Ayer y hoy hubo y hay envidiosos. A los prójimos toca sufrir pacientemente las consecuencias. Sin olvidar que la envidia fue la causa humana que llevó al Señor al Calvario.

¡Gracias, San Narciso, porque me das ejemplo de paciencia ante la cruz!

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Fuente: ACI Prensa
Cayetano (Gaetano) Errico, Santo Sacerdote y Fundador, 29 de octubre  

Cayetano (Gaetano) Errico, Santo

Presbítero y Fundador
de la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones

Martirologio Romano: En Secondigliano, cerca de Nápoles, en la Campania, san Cayetano Errico, presbítero, que fomentó los retiros espirituales y la devoción a la Eucaristía, para ganar almas para Cristo, fundando también la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.

Etimología: Cayetano = Aquel que es nacido en Caieta, puerto de Campania, actualmente Gaeta; es de origen latino

Nació en Secondigliano (Nápoles), el 19 octubre de 1791. Era impedido por la ley de su tiempo, de ingresar a un Instituto Religioso, pero se adhirió al Clero de Nápoles, frecuentando así el Seminario Arquidiocesano de Esterno, siendo ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1815.

Se dedicó mucho al trabajo sobre la promoción social con los más pobres y abandonas, luego, más adelante, sin dejar de lado esta labor, se dedicó con gran fervor a la evangelización y con bastante particularidad al ejercicio del Sacramento de la Reconciliación.

Su acción apostólica fue muchas veces obstaculizada y combatida, dado que luchaba por abolir los residuos que quedaban del jansenismo y marginar toda acción anti-cristiana de las sectas. Fue fuertemente apaleado, fue atentado y amenazado de estar preso y de muerte.

En 1833 funda una Congregación misionera, dedicada a la "consagración de las acciones, estudios, experiencias y la vida toda, para así poder hacer conocer a todos los pueblos el ardiente amor del Sagrado Corazón hacia ellos y encender en sus corazones el fuego del divino amor".

Esta Congregación es aprobada definitivamente por el Papa Pío IX en 1846. Fue el gran Apóstol de la devoción al Santísimo Corazón de Jesús y de María al sur de Italia, propagando tal devoción ante mediante la "Pía Unión de los Santísimos Corazones" y el "Culto Perpetuo al Santísimo Corazón" instituidos por él. Constantemente se dedicaba a la oración, pasando frecuentemente la noche en adoración al Santísimo Sacramento.

Dotado de dones sobrenaturales (bilocación, éxtasis y escrutinio del corazón) fue aclamado y amado por el pueblo, consultado y estimado por Cardenales y Pontífices. El Cardenal Riario Sforza, Arzobispo de Nápoles, al enterarse de su muerte, el 29 de octubre de 1860, exclamó: "Se ha partido la columna más fuerte de mi diócesis". El 4 de octubre de 1974 se le fueron reconocidas su Virtudes en Grado Heroico, por el Papa Pablo VI.

Su hijos espirituales trabajan anunciando el Evangelio en Italia, América del Sur, América del Norte y en la India.

El Padre Gaetano Errico fue beatificado el 14 de abril de 2002 por S.S. Juan Pablo II, y canonizado el 12 de octubre de 2008 por S.S. Benedicto XVI.

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Honorato de Vercelli, Santo Obispo, 29 Octubre  

Honorato de Vercelli, Santo

El Obispo Honorato de Vercelli tiene unido su nombre al de su contemporaneo San Ambrosio.

En muchas pinturas se lo representa dando la comunión al moribundo obispo general de Milán, señal de una fuerte unión episcopal.

Vivió a finales del siglo III e inicio del siglo IV, era dificil con la comunidad dividida por cismas y herejías.

En Vercelli luego de la muerte del obispo Limenio, la elección de Honorato como obispo tuvo mucha oposición. San Ambrosio tuvo que usar toda su autoridad para consagrarlo personalmente.

Los hechos demostraron que su confianza estaba bien fundada, como lo recuerda una placa en la Catedral de Vercelli.

Honorato fue un digno discipulo de Eusebio y un predicador incansable de la doctrina católica en contra las influencias arianas.

Su labor episcopal duró aproximadamente dos decadas.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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