JMJ
Pax
† Lectura            del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo          el mundo y          prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se          bautice, se salvará;          el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los          milagros que          acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi          nombre, hablarán          lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un          veneno mortal,          no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos          quedarán sanos”.
          El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está          sentado a la          derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por          todas partes, y el          Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los          milagros que          hacían.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y comunidad-comunión.          Con Dios es igual:          las “palabras          de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario          visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan          presente en la          Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la          Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d) pedimos          y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación          del mundo entero…          ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si              no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su              sangre, no tenéis vida              en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos en            estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con            el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          “Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”.            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser            felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la            perfección del amor,            es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como            pide la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            “quien              come y bebe sin discernir el                Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1            Cor 11,29; Rm 14,23).            ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados            graves al menos una vez al año (CDC            989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto            (derecho a            decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial),            planificación            natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio            por iglesia,            demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso            de razón,            borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio            o deseo de            venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de            lo sagrado, etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son            pecados mortales              objetivamente, pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay excusa.
† Misal
Domingo          Mundial de las Misiones
            Antífona de Entrada
      Cuenten a los pueblos              su gloria, sus maravillas a todas las naciones, porque              grande es el Señor y              digno de toda alabanza.
Oración Colecta
      Oremos:
            Señor y Dios nuestro, que has querido que tu Iglesia sea            sacramento de            salvación para todos los hombres, a fin de que la obra            redentora de tu Hijo            perdure hasta el fin de los tiempos, haz que tus fieles caigan            en la cuenta de            que están llamados a trabajar por la salvación de los demás,            para que todos los            pueblos de la tierra formen una sola familia y surja una            humanidad nueva en            Cristo nuestro Señor, que vive y reina contigo...
            Amén.
Primera Lectura
      Vendrán numerosos              pueblos a buscar al Señor en Jerusalén.
Lectura del libro del              profeta Zacarías 8, 20-23
Esto dice el            Señor de los ejércitos:            “Vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades. Y los            habitantes de una            ciudad irán a ver a los de la otra y les dirán: ‘Vayamos a            orar ante el Señor y            a implorar la ayuda del Señor de los ejércitos’. ‘Yo también            voy’. Y vendrán            numerosos pueblos y naciones poderosas a orar ante el Señor            Dios en Jerusalén y            a implorar su protección”.
            Esto dice el Señor de los ejércitos: “En aquellos días, diez            hombres de cada            lengua extranjera tomarán por el borde del manto a un judío y            le dirán:            ‘Queremos ir contigo, pues hemos oído decir que Dios está con            ustedes’”.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del salmo 66
Que todos los pueblos              conozcan tu bondad. 
Ten piedad de            nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que            conozca la            tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.
            Que todos los pueblos conozcan tu bondad. 
Las naciones con            júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con            equidad tú juzgas a            los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
            Que todos los pueblos conozcan tu bondad. 
La tierra ha            producido ya sus frutos, Dios nos ha bendecido. Que nos            bendiga Dios y que le            rinda honor el mundo entero. 
            Que todos los pueblos conozcan tu bondad. 
Segunda Lectura
      La fe viene de la              predicación y la predicación consiste en anunciar la palabra              de Cristo.
Lectura de la carta              del apóstol san Pablo a los romanos 10, 9-18
Hermanos:            Basta que cada uno declare con            su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que            Dios los resucitó de            entre los muertos, para que pueda salvarse.
            En efecto, hay que creer con el corazón para alcanzar la            santidad y declarar            con la boca para alcanzar la salvación. Por eso dice la            Escritura: Ninguno que            crea en él quedará defraudado, porque no existe diferencia            entre judío y no            judío, ya que uno mismo es el Señor de todos, espléndido con            todos los que lo            invocan, pues todo el que invoque al Señor como a su Dios,            será salvado por él.
            Ahora bien, ¿cómo van a invocar al Señor, si no creen en él?            ¿Y cómo van a            creer en él, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír            hablar de él si no            hay nadie que se lo anuncie? ¿Y cómo va a haber quienes lo            anuncien, si no son            enviados? Por eso dice la Escritura: ¡Qué hermoso es ver            correr sobre los            montes al mensajero que trae buenas noticias!
            Sin embargo, no todos han creído en el Evangelio. Ya lo dijo            Isaías: Señor,            ¿quién ha creído en nuestra predicación? Por lo tanto, la fe            viene de la            predicación y la predicación consiste en anunciar la palabra            de Cristo.
            Entonces, yo preguntó: ¿Acaso no habrán oído la predicación?            ¡Claro que la han            oído!, pues la Escritura dice: La voz de los mensajeros ha            resonado en todo el            mundo y sus palabras han llegado hasta el último rincón de la            tierra.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
      Aleluya,              aleluya.
            Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor, y sepan            que yo estaré con            ustedes todos los días hasta el fin del mundo.
            Aleluya.
Evangelio
      Prediquen              el Evangelio a todas las              creaturas.
† Lectura              del santo Evangelio según san              Marcos 16, 15-20
Gloria a              ti, Señor.
En aquel            tiempo, se apareció Jesús a los            Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el            Evangelio a toda            creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se            resista a creer, será            condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que            hayan creído:            arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas,            cogerán serpientes en            sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño;            impondrán las manos a            los enfermos y éstos quedarán sanos”.
            El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está            sentado a la            derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por            todas partes, y el            Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los            milagros que            hacían.
          Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
      Señor, como            aceptaste la gloriosa pasión            de tu Hijo, dígnate aceptar también por la salvación del            mundo, los dones y            plegarias de tu Iglesia. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Antífona de la Comunión
      Vayan por todo el              mundo a proclamar la Buena Nueva a todas las naciones, dice              el Señor.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Te pedimos, Señor, que la participación en tu mesa nos            santifique y que la            redención que tu Hijo consumó en la Cruz, sea recibida con            gozo en todo el            mundo por medio del sacramento de tu Iglesia. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
29a. Dom          Ord Ciclo B (Id=694)
      Antífona          de Entrada
      Cuenten a            los pueblos su gloria, sus maravillas a a todas las naciones,            porque grande es            el Señor y digno de toda alabanza.
Se dice          "Gloria". 
Oración          Colecta
      Oremos:
          Señor y Dios nuestro, que has querido que tu Iglesia sea          sacramento de          salvación para todos los seres humanos, a fin de que la obra          redentora de tu          Hijo perdure hasta el fin de los tiempos; haz que tus fieles          caigan en la          cuenta de que están llamados a trabajar por la salvación de los          demás, para que          todos los pueblos de la tierra formen una sola familia y surja          una humanidad          nueva en Cristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo...
          Amén.
Primera          Lectura
      El siervo            del Señor hizo de su vida un sacrificio
Lectura            del libro del profeta Isaías 53, 10-11
El Señor          quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida          como expiación,          verá su descendencia, prolongará sus años; y por medio de él          prosperarán los          designios del Señor. Por las fatigas de su alma verá la luz y se          saciará; con          sus sufrimientos, justificará mi siervo a muchos, cargando con          los crímenes de          ellos.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Sal 32,            4-5.18-19.20 y 22
Muéstrate            bondadoso con nosotros, Señor.
La          palabra del Señor es sincera, todas sus acciones son leales; él          ama la justicia          y el derecho, el amor del Señor llena la tierra.
          Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
El Señor          se fija en quienes lo respetan, en los que esperan en su          misericordia, para          librarlos de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.
          Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
Nosotros          esperamos en el Señor, él es nuestro socorro y nuestro escudo.          Que tu amor,          Señor, nos acompañe, tal como lo esperamos de ti.
          Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
Segunda          Lectura
      Acerquémonos            con plena confianza al trono de la gracia
Lectura            de la carta a los Hebreos 
            4, 14-16
Hermanos:          Puesto que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro Sumo Sacerdote que          ha entrado en          el cielo, mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En          efecto, no tenemos          un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestros          sufrimientos, puesto que          él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, menos en          el pecado.
          Acerquémonos, por tanto, con plena confianza al trono de la          gracia para recibir          misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento          oportuno.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Jesucristo vino a servir y a dar su vida por la salvación de          todos.
          Aleluya.
Evangelio
      El Hijo            del hombre ha venido a dar la vida por la redención de todos
† Lectura            del santo Evangelio según san Marcos 10, 35-45
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de          Zebedeo, y le          dijeron: 
          "Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte".
          El les preguntó: 
          "¿Qué es lo que desean?" 
          Le respondieron: 
          "Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda          cuando          estés en tu gloria". 
          Jesús les replicó: 
          "No saben lo que piden; ¿podrán pasar la prueba que yo voy a          pasar, y          recibir el bautismo con que seré 
          bautizado?" 
          Le contestaron: 
          "Sí, podemos". 
          Jesús les dijo: 
          "Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el          bautismo          con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a          mi izquierda          no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado".
          Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron          contra Santiago y          Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: 
          "Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si          fueran sus          dueños, y los 
          poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al          contrario, el que          quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor; y el que          quiera ser el          primero, que sea el esclavo de todos; así como el Hijo del hombr          eque no ha          venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la          redención de todos".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de            los Fieles
      Celebrante:
            Oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre, por medio de            Jesucristo, su Hijo,            que se entregó por la salvación de todos.
            (Respondemos a cada petición: Escúchanos, Señor).
Para que el            Espíritu Santo fortalezca a            los obispos y presbíteros de los países de misión, y los            asista de manera que            conduzcan sus jóvenes Iglesias hacia una verdadera madurez            cristiana, roguemos            al Señor.
            Escúchanos, Señor.
Para que el            Señor infunda su Espíritu            Santo en los misioneros y haga que su apostolado y testimonio            sean            verdaderamente evangélicos, y no de sabiduría meramente            humana, roguemos al Señor.
            Escúchanos, Señor.
Para que los            cristianos que viven en            países de misión den un testimonio verdadero de amor a            Jesucristo, se sientan            ricos por el conocimiento del Evangelio y no se avergüencen            nunca de su pobreza            humana, roguemos al Señor.
            Escúchanos, Señor.
Para que            nosotros y los miembros de            nuestra comunidad, consideremos como parte integrante de            nuestra fe transmitir            la solicitud apostólica de la luz y la alegría del Evangelio            al mundo no            cristiano, roguemos al Señor.
            Escúchanos, Señor.
Celebrante:
            Señor Jesucristo, que conoces lo que hay en el interior de            cada mujer y cada            hombre, y amas a todos, porque por todos te has entregado;            escucha nuestra            oración y haz que sean muchos los que tengan un amor tan            grande que estén            dispuestos, como tú, a entregar la propia vida por los            hermanos y para            anunciarles el Evangelio de salvación. Tú, que vives y reinas            por los siglos de            los siglos.
            Amén.
Oración          sobre las Ofrendas
      Señor,          como aceptaste la gloriosa pasión de tu Hijo, dígnate aceptar          también por la          salvación del mundo los dones y plegarias 
          de tu Iglesia.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio 
      La prenda              futura de nuestra pascua
En verdad es            justo y necesario, es nuestro            deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar,            Señor, Padre santo,            Dios todopoderoso y eterno. 
            En ti vivimos, nos movemos y existimos; y, todavía peregrinos            en este mundo, no            sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino            que poseemos ya en            prenda la vida futura, pues esperamos gozar de la pascua            eterna, porque tenemos            las primicias del Espíritu por el que resucitaste a Jesús de            entre los muertos.            
            Por eso, Señor, 
            te damos gracias y proclamamos tu grandeza cantando con los            ángeles:
          
Antífona          de la Comunión
      Vayan por            todo el mundo a proclamar la Buena Nueva a todas las naciones,            dice el Señor.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Te pedimos, Señor, que la participación en tu mesa nos          santifique y que la          redención que tu Hijo consumó en la cruz, sea recibida con gozo          en todo el          mundo por medio del sacramento de tu Iglesia.
        Por          Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
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† Meditación          diaria
Vigésimo          noveno Domingo
          ciclo b
SERVIR
— La          vida cristiana consiste en imitar a Cristo.
— Jesús          nos enseña que no ha venido a ser servido sino a servir. Imitarle.
—          Servir con alegría.
I. Como          el discípulo ante el maestro, como el niño junto a su madre, así          ha de estar el          cristiano en todas las ocupaciones ante Cristo. El hijo aprende          a hablar oyendo          a su madre, esforzándose en copiar sus palabras; de la misma          forma, viendo          obrar y actuar a jesús, aprendemos a conducirnos como Él. La          vida cristiana es          imitación de la del Maestro, pues Él se encarnó y os dio            ejemplo para que            sigáis sus pasos1. San Pablo exhortaba a los          primeros cristianos          a imitar al Señor con estas otras palabras: Tened los mismos            sentimientos de            Cristo Jesús2. Él es la causa ejemplar de toda          santidad, es          decir, del amor a Dios Padre. Y esto no solo por sus hechos,          sino por su ser,          pues su modo de obrar era la expresión externa de su unión y          amor al Padre.
Nuestra          santidad no consiste tanto en una imitación externa de Jesús          como en permitir          que nuestro ser más profundo se vaya configurando con el de          Cristo. Despojaos            del hombre viejo con todas sus obras y vestíos del hombre            nuevo...3,          anima San Pablo a los colosenses. Esta diaria renovación          significa desear          constantemente limar nuestras costumbres, eliminar de nuestra          vida los defectos          humanos y morales, lo que no es conforme con la vida de          Cristo...; pero, sobre          todo, procurar que nuestros sentimientos ante los hombres, ante          las realidades creadas,          ante la tribulación, se parezcan cada día más a los que tuvo          Jesús en          circunstancias similares, de tal manera que nuestra vida sea en          cierto sentido          prolongación de la suya, pues Dios nos ha predestinado a ser            semejantes a la            imagen de su Hijo4. La misma gracia divina, en          la medida en que          correspondemos a la acción continua del Espíritu Santo, nos hace          semejantes a          Dios. Seremos santos si Dios Padre puede afirmar de nosotros lo          que un día dijo          de Jesús: Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas            mis            complacencias5. Nuestra santidad consistirá,          pues, en ser por la          gracia lo que es Cristo por naturaleza: hijos de Dios.
El          Señor lo es todo para nosotros. “Este árbol es para mí una          planta de salvación          eterna; de él me alimento, de él me sacio. Por sus raíces me          enraízo y por sus          ramas me extiendo, su rocío me regocija y su espíritu como          viento delicioso me          fertiliza, A su sombra he alzado mi tienda, y huyendo de los          grandes calores          allí encuentro un abrigo lleno de rocío. Sus hojas son mi          follaje, sus frutos          mis perfectas delicias, y yo gozo libremente sus frutos, que me          estaban          reservados desde el principio. Él es en el hambre mi alimento,          en la sed mi          fuente, y mi vestido en la desnudez, porque sus hojas son          espíritu de vida:          lejos de mí desde ahora las hojas de la higuera. Cuando temo a          Dios, Él es mi          protección; y cuando vacilo, mi apoyo; cuando combato, mi          premio; y cuando          triunfo, mi trofeo. Es para mí el sendero estrecho y el sendero          angosto”6.          Nada deseo fuera de Él.
II. El          Evangelio de la Misa7 nos relata la petición que          hicieron Santiago y          Juan a Jesús de dos puestos de honor en su Reino. Después, los          diez comenzaron            a indignarse contra estos dos hermanos. Jesús les dijo          entonces: Sabéis            que los que figuran como jefes de los pueblos los oprimen, y            los poderosos los            avasallan. No ha de ser así entre vosotros; por el contrario,            quien quiera            llegar a ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor; y            quien entre            vosotros quiera ser el primero, sea esclavo de todos. Y          les da la suprema          razón: porque el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido            sino a servir y            a dar su vida en redención de muchos.
En          diversas ocasiones proclamará el Señor que no vino a ser servido          sino a servir:          Non veni ministrari sed ministrare8. Toda su          vida fue un          servicio a todos, y su doctrina es una constante llamada a los          hombres para que          se olviden de sí mismos y se den a los demás. Recorrió          constantemente los          caminos de Palestina sirviendo a cada uno –singulis manus            imponens9–          de los que encontraba a su paso. Se quedó para siempre en su          Iglesia, y de modo          particular en la Sagrada Eucaristía, para servirnos a diario con          su compañía,          con su humildad, con su gracia. En la noche anterior a su Pasión          y Muerte, como          enseñando algo de suma importancia, y para que quedara siempre          clara esta          característica esencial del cristiano, lavó los pies a sus          discípulos, para que          ellos hicieran también lo mismo10.
La          Iglesia, continuadora de la misión salvífica de Cristo en el          mundo, tiene como          quehacer principal servir a los hombres, por la predicación de          la Palabra          divina y la celebración de los sacramentos. Además, “tomando          parte en las          mejores aspiraciones de los hombres y sufriendo al no verles          satisfechos, desea          ayudarles a conseguir su pleno desarrollo, y esto precisamente          porque les propone          lo que ella posee como propio: una visión global del hombre y de          la humanidad”11.
Los          cristianos, que queremos imitar al Señor, hemos de disponernos          para un servicio          alegre a Dios y a los demás, sin esperar nada a cambio; servir          incluso al que          no agradece el servicio que se le presta. En ocasiones, muchos          no entenderán          esta actitud de disponibilidad alegre. Nos bastará saber que          Cristo sí la          entiende y nos acoge entonces como verdaderos discípulos suyos.          El “orgullo”          del cristiano será precisamente este: servir como el Maestro lo          hizo. Pero solo          aprendemos a darnos, a estar disponibles, cuando estamos cerca          de Jesús. “Al          emprender cada jornada para trabajar junto a Cristo, y atender a          tantas almas          que le buscan, convéncete de que no hay más que un camino:          acudir al Señor.
“—¡Solamente          en la oración, y con la oración, aprendemos a servir a los          demás!”12.          De ella obtenemos las fuerzas y la humildad que todo servicio          requiere.
III.          Nuestro servicio a Dios y a los demás ha de estar lleno de          humildad, aunque alguna          vez tengamos el honor de llevar a Cristo a otros, como el          borrico sobre el que          entró triunfante en Jerusalén13. Entonces más que          nunca hemos de          estar dispuestos a rectificar la intención, si fuera necesario.          “Cuando me          hacen un cumplido –escribe el que más tarde sería Juan Pablo I–,          tengo          necesidad de compararme con el jumento que llevaba a Cristo el          día de ramos. Y          me digo: “¡Cómo se habrían reído del burro si, al escuchar los          aplausos de la          muchedumbre, se hubiese ensoberbecido y hubiese comenzado –asno          como era– a dar          las gracias a diestra y siniestra!... ¡No vayas tú a hacer un          ridículo          semejante...!”“14, nos advierte. Esta disponibilidad          hacia las          necesidades ajenas nos llevará a ayudar a los demás de tal forma          que, siempre          que sea posible, no se advierta, y así no puedan darnos ellos          ninguna          recompensa a cambio. Nos basta la mirada de Jesús sobre nuestra          vida. ¡Ya es          suficiente recompensa!
Servicio          alegre, como nos recomienda la Sagrada Escritura: Servid al            Señor con            alegría15, especialmente en aquellos trabajos          de la convivencia          diaria que pueden resultar más molestos o ingratos y que suelen          ser con          frecuencia los más necesarios. La vida se compone de una serie          de servicios          mutuos diarios. Procuremos nosotros excedernos en esta          disponibilidad, con          alegría, con deseos de ser útiles. Encontraremos muchas          ocasiones en la propia          profesión, en medio del trabajo, en la vida de familia..., con          parientes,          amigos, conocidos, y también con personas que nunca más          volveremos a ver.          Cuando somos generosos en esta entrega a los demás, sin andar          demasiado          pendientes de si lo agradecerán o no, de si lo han merecido...,          comprendemos          que “servir es reinar”16.
Aprendamos          de Nuestra Señora a ser útiles a los demás, a pensar en sus          necesidades, a          facilitarles la vida aquí en la tierra y su camino hacia el          Cielo. Ella nos da          ejemplo: “En medio del júbilo de la fiesta, en Caná, solo María          advierte la          falta de vino... Hasta los detalles más pequeños de servicio          llega el alma si,          como Ella, se vive apasionadamente pendiente del prójimo, por          Dios”17.          Entonces hallamos con mucha facilidad a Jesús, que nos sale al          encuentro y nos          dice: cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más            pequeños, a Mí me lo            hicisteis18.
1 1            Pdr 2, 21. — 2 Flp 2, 5. — 3 Col          3, 9. — 4          Rom 8, 29. — 5 Mt 3, 17. — 6 San          Hipólito, Homilía            de Pascua. — 7 Mc 10, 35-45. — 8 Mt          20, 8. — 9          Lc 4, 40. — 10 Cfr. Jn 13, 4 ss. — 11          Pablo VI,          Enc. Populorum progressio, 26-III-1967, 13. — 12          San Josemaría          Escrivá, Forja, n. 72. — 13 Cfr. Lc 19,          35. — 14 A.          Luciani, Ilustrísimos señores, p. 59. — 15 Sal          99, 2. — 16          Cfr. Juan Pablo II, Enc. Redemptor hominis, 4-III-1979,          21. — 17          San Josemaría Escrivá, Surco, n. 631. — 18 Mt          25, 40.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Fuente: Vatican.va 
          Carlos I de Habsburgo, Beato Laico, 21 de octubre
              
 Carlos de Austria                  nació el 17 de agosto de 1887 en el Castillo de                  Persenbeug, en la región del Austria Inferior. Sus                  padres eran el archiduque Otto y la Princesa María                  Josefina de Sajonia, hija del último rey de Sajonia. El                  emperador José I era el tío abuelo de Carlos.  Si conoce                  información relevante para la canonización del Beato                  Carlos, contacte a:  |           
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San              Gerardo. Hermano Redentorista.              Año 1755.
Gerardo          quiere decir: "Valiente para          la defensa" (Del alemán: Ger = defensa. Ard = valiente).
El Papa          Pío XII dijo que San          Gerardo es un modelo admirable para los hermanos de las          comunidades religiosas.          Y León XIII afirmaba que este santo es uno de los jóvenes más          angelicales que          Dios ha dado a los hombres por modelo. Sólo vivió 29 años en          esta tierra pero          llenó sus alrededores de hechos admirables.
Nació          en Muro, un pueblecito cerca          de Nápoles, Italia.
La mamá          dijo de él: "Desde          pequeñito su mayor delicia era entrar al templo y rezar ante el          Santísimo          Sacramento del altar. Cuando estaba orando ante la Santa Hostia          se olvidaba          hasta de ir a comer. En la casa en cualquier rato libre que          tenía se dedicaba a          rezar. Parecía que le agradaba más pensar en el cielo que en la          tierra".
Cuando          cumplió los diez años, su          confesor le dio permiso de comulgar cada tres días, caso raro en          esa época en          que a causa de un error llamado jansenismo, las gentes decían          que no había que          comulgar sino de vez en cuando.
Cuando          murió su padre, Gerardo tuvo          que abandonar sus estudios y dedicarse a aprender sastrería. Fue          tratado muy          duramente por un compañero supremamente áspero, pero jamás el          otro logró que le          respondiera a sus malos tratos. Luego pasó a trabajar como          obrero de un señor          de la ciudad y este lo trataba ásperamente y lo regañaba sin          causa justa. Ni          una sola vez el joven protestó por este modo cruel de tratarlo.          Quería imitar a          Jesús que cuando era ultrajado y tratado mal, se quedaba en          silencio.
Luego          Gerardo puso una sastrería, y          las ganancias que conseguía las dividía en tres partes iguales:          una para su          mamá, para los gastos de la casa. Otra para los pobres y la          tercera para pagar          misas. Pagaba muchas misas por las almas de los difuntos.
Cuando          tenía 23 años llegaron a su          pueblo a predicar, unos padres redentoristas, y Gerardo les          pidió que lo admitieran          en su comunidad como un hermano lego. El superior de la misión          no quería          admitirlo, pero al fin ante tantos ruegos, lo envió a la casa de          formación con          una tarjeta que decía: "Allá les mando a Gerardo. Parece que es          un          inútil". (Después el padre se arrepintió de haber escrito eso).          En el          noviciado se dedicaba con tanto fervor a todo lo que tenía que          hacer, que los          compañeros decían: "Gerardo es un loco o es un santo".
San Alfonso          de Ligorio, fundador de la          congregación de los redentoristas, lo admitió en su comunidad y          se dio cuenta          de que era un alma muy agradable a Dios. (San Alfonso se          apareció después de          muerto a Gerardo y lo curó de una grave enfermedad). Fue          admitido como          religioso en 1752 y al hacer sus tres votos o juramentos de          castidad, pobreza y          obediencia, añadió un cuarto juramento: "hacer siempre lo que me          parezca          que es más agradable a Dios".
Cuando          era novicio una vez un          religioso entró a la capilla y oyó que Gerardo le decía a Jesús          en el sagrario:          "Por favor: déjame que me vaya pues tengo mucho qué hacer.          Después          seguimos charlando".
Su          oficio en la comunidad era el de          sastre y enfermero, pero a los padres les gustaba llevarlo a las          misiones          porque leía el estado de las conciencias de las personas. A          veces se bilocaba e          iba a sitios lejanos a darle algún mensaje a alguien que lo          necesitaba, pero          nadie lo veía retirarse de su sitio de trabajo (bilocarse es          estar en dos          sitios a la vez).
Cuando          se quedaba en éxtasis en          oración no oía ni veía lo que sucedía a su alrededor. Lo único          que lo hacía          volver en sí, era que lo llamara su superior. Un día dijo: "En          este          momento están asesinando al arcipreste de Muro". Y así sucedió,          pero a 70          kilómetros de distancia de donde él estaba. En Roma le leyó la          conciencia y los          pensamientos al secretario de un alto dignatario y éste,          aterrorizado ante          semejante hecho extraordinario, cambió de vida y se reconcilió          con su esposa.          En toda la ciudad se comentaba el hecho.
Una vez          fueron a buscarlo a su          habitación y no lo encontraron. Después el superior le preguntó          dónde había          estado. "En mi habitación", dijo el humilde hermano. "Pero allá          fuimos y miramos por todas pares y no lo vimos". Entonces él le          contó que          como era un día de retiro y quería orar en paz, le había pedido          a Dios que no          lo vieran los que fueran a buscarlo. El superior le dijo: "Por          esta vez le          perdono, ¡pero no se le ocurra volver a pedir a Dios semejantes          cosas!".
Un gran          regalo del Espíritu Santo a          este sencillo hermanito lego fue el don de saber aconsejar a los          demás. Varias          comunidades de religiosas obtuvieron permiso para que Gerardo          fuera a darles          buenos consejos a través de las rejas de sus conventos.          Numerosos sacerdotes le          escribían pidiéndole consejo para casos difíciles.
Un          grupo de religiosos hizo una          peregrinación de nueve días hacia un santuario sin llevar          dinero. No se          afanaban por ello, pues llevaban consigo al hermano Gerardo. Y          aquel viaje fue          una cadena de prodigios. Fueron y volvieron y nada les faltó, y          eso que no          llevaban dinero pero llevaban a un religioso que tenía mucha fe.
Una          muchacha corrompida acusó a          Gerardo de que le había hecho malas propuestas. San Alfonso lo          llamó y le echó          un regaño terrible y le prohibió comulgar por varios días. Él no          dijo ni una          sola palabra en defensa propia (recordaba que tampoco Jesús se          defendió cuando          le inventaron falsas acusaciones en su sacratísima pasión).          Después la muchacha          y su amante confesaron que todo lo que habían dicho contra          Gerardo era mentira.          San Alfonso lo llamó y le dijo: "¿Por qué no se defendió?".          Padre –          le respondió él – yo sabía que Dios me iba a defender. Nuestro          reglamento nos          manda que no busquemos disculpas cuando nos regañan".
El oficio          preferido del hermano Gerardo          era el de portero, porque allí podía ayudar a los mendigos y a          mucha gente          necesitada. Cuando él llegaba de portero a una casa de su          comunidad, la          portería se veía asediada de mendigos. Hasta 200 llegaban en un          solo día, y él          los atendía como no lo hubiera hecho una madre. Tenía el arte de          contentar a          todos, y era admirable su paciencia para soportar a los cansones          y pedigüeños.          A todos regalaba alimentos o vestidos, y la gente no se          explicaba de dónde          sacaba para repartir a tanta gente. Cuando se acababan las          provisiones se iba a          la ciudad a pedirles a los ricos para ayudar a los pobres.
Dicen          que un día el Padre Ecónomo          lo regañó porque había repartido entre los mendigos todo lo que          había en la          despensa para que comieran los religiosos. Pero al llegar el          Ecónomo a la          despensa la encontró otra vez llena.
Un día          la comunidad estaba pasando          una situación económica muy difícil. El santo se fue a la          capilla a rezar y al          poco rato llegó un bienhechor a llevar una buena cantidad de          dinero, con el          cual se solucionó la angustiosa situación.
Sus          últimos meses fueron una mezcla          de sufrimientos físicos y éxtasis espirituales. Y con admirable          precisión          anunciaba cosas que iban a suceder en lo futuro y leía las          conciencias de los          que lo visitaban.
Avisó          que moriría el 15 de octubre,          poco ates de la medianoche, y a esa hora murió. Era el año 1755.
Alemana          (fechas desconocidas).          Según un relato cincelado en una lápida de Colonia, en el siglo          IV fue          martirizado un grupo de doncellas cristianas. Cuatrocientos años          después, los          relatos sobre esas mujeres dieron lugar a esta leyenda. Úrsula,          hija de un rey          inglés, era cristiana, y se había fijado la fecha de su boda con          un príncipe          pagano. Para posponer las nupcias, abordó un barco junto con sus          damas de          compañía y emprendió una peregrinación a Roma. En Colonia, ella          y sus doncellas          (entre una docena y mil) fueron atacadas por los hunos. Úrsula          rechazó la          propuesta de matrimonio del cabecilla de los bárbaros y todas          fueron          asesinadas. Es patrona de las jóvenes y colegialas
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
          Pedro Capucci, Beato Presbítero Dominico, Octubre 21   
              
 Presbítero                    Dominico Martirologio                    Romano: En la ciudad de Cortona, en la Toscana,                      beato Pedro Capucci, presbítero de la Orden de                      Predicadores, el cual, meditando sobre la muerte, se                      ejercitó en la vida espiritual y con su predicación                      exhortó a los fieles a evitar la muerte eterna                      (1445).  |           
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Bertoldo de Parma, Santo          Hermano Lego, Octubre 21   
              
 Hermano Lego Etimología: Bertoldo                      = El jefe explendido. Viene de la lengua alemana.  |           
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01          
          Juan Thwing de Bridlington, Santo Monje, Octubre 21   
              
 Monje Martirologio                    Romano: En Bridlington, en Inglaterra, san Juan,                      presbítero, prior del monasterio de Canónigos                      Regulares de San Agustín, célebre por su oración,                      austeridad y bondad.  |           
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Fuente: Vatican.va 
          Laura de Santa Catalina de Siena, Beata Religiosa          fundadora, 21 de          octubre   
              
 Fundadora de la                    Congregación de las Hermanas Misioneras Martirologio                    Romano: En el lugar de Belencito, cerca de                    Medellín, en Colombia, beata Laura de Santa Catalina                    de Siena Montoya y Upeguí, virgen, que, con notable                    suceso, se dedicó a anunciar el Evangelio entre los                    pueblos indígenas que aún desconocían la fe en Cristo                    y fundó la Congregación de las Hermanas Misioneras de                    María  |           
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01          
          Celina (Celia o Cilina) de Laon, Santa Madre de San          Remigio, Octubre 21            
              
 Madre de San                    Remigio de Reims Martirologio                    Romano: En Laon, ciudad de la Galia, santa Cilina,                      madre de los santos obispos Principio de Soissons y                      Remigio de Reims (post 458).  |           
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Fuente:          Achidiócesis de Madrid 
          Hilarión de Gaza, Santo Eremita, Octubre 21   
              
 Eremita Martirologio                    Romano: En la isla de Chipre, san Hilarión, abad,                      que, siguiendo las huellas de san Antonio, primero                      llevó vida solitaria cerca de la ciudad de Gaza y                      después fue fundador y ejemplo de la vida eremítica                      en esta región (c. 371).  |           
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Fuentes: IESVS.org;          EWTN.com; Colección Hablar con          Dios de www.FranciscoFCarvajal.org          de www.edicionespalabra.es          , misalpalm.com, Catholic.net
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