JMJ
Pax
† Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 7-11
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de ustedes le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!"
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
jue 26a. Ordinario año Par
-Misa del Día de petición y acción de gracias (2)-
Antífona de Entrada
Cantemos y alabemos para nuestro Dios; démosle gracias por todos sus beneficios en nombre de Jesucristo nuestro Señor.
Oración Colecta
Oremos:
Señor Dios, Padre lleno de amor, que diste a nuestros padres de Israel una tierra buena y fértil, para que en ella encontraran descanso y bienestar, y con el mismo amor nos das a nosotros fuerza para dominar la creación al darte gracias por todas tus maravillas; te pedimos que tu luz nos haga descubrir siempre que has sido tú, y no nuestro poder, quien nos ha dado fuerza para crear las riquezas de la tierra.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
La tierra, don del Señor
Lectura, del libro del Deuteronomio 8, 7-18
En aquel tiempo, habló Moisés al pueblo y dijo:
"Cuando el Señor tu Dios te introduzca en la tierra buena: tierra de torrentes, de fuentes, de aguas profundas que brotan en las montañas y las llanuras; tierra que produce trigo y cebada, viñas, higueras y granados, tierra de olivos y miel, tierra que te dará el alimento en abundancia y no carecerás de nada; tierra que lleva hierro en sus rocas, y de cuyas montañas extraerás cobre; entonces comerás hasta saciarte, y bendecirás al Señor tu Dios por la tierra buena que te ha dado.
Pero no te olvides del Señor tu Dios, siendo infiel a los preceptos, mandatos y decretos que yo te ordeno hoy. No sea que, cuando hayas comido y te hayas saciado, cuando te edifiques casas hermosas y las habites, cuando críes tus reses y ovejas, aumentes tu plata y tu oro, y abundes en todo, te vuelvas engreído y te olvides del Señor tu Dios. Fue él quien te sacó de Egipto, de la esclavitud; quien te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con serpientes venenosas y alacranes, tierra sedienta y sin agua; fue él quien hizo brotar para ti agua de la roca maciza; quien te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus antepasados, para afligirte y probarte, y para hacerte feliz al final.
Y no digas: con mis propias fuerzas he conseguido todo esto. Acuérdate del Señor tu Dios: que es él quien te da la fuerza para adquirir estas riquezas, cumpliendo así la promesa que hizo a tus antepasados, como lo hace hoy".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
1 Cr 29, 10.11abc.11d-12a.12bcd
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder.
Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder.
Tú eres rey y soberano de todo, de ti viene la riqueza y la gloria.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder.
Tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza; tú engrandeces y confortas a todos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder.
Segunda Lectura
Reconcíliense con Dios
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 17- 21
Hermanos: El que es de Cristo es una criatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el servicio de la reconciliación. Porque era Dios el que reconciliaba consigo al mundo en Cristo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como embajadores de Cristo, y es como si Dios mismo los exhortara por medio nuestro. En nombre de Cristo les suplicamos que se reconcilien con Dios. A quien no cometió pecado, Dios lo hizo expiar nuestros pecados, para que, gracias a él, recibamos la salvación de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Está cerca el Reino de Dios: convirtámonos y creamos la Buena Noticia.
Aleluya.
Evangelio
Quien pide, recibe
† Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 7-11
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de ustedes le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!"
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza en acción de gracias por los dones que nos has concedido; ayúdanos a reconocer que es regalo tuyo lo que hemos recibido sin merecerlo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Nuestra misma acción de gracias es un don de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación, por Cristo, Señor nuestro.
A quién alaban los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar:
Antífona de la Comunión
Coronarás el año con tus bienes, Señor, y serás la esperanza de toda la tierra.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que nos has reunido en torno a esta mesa donde construyes tu familia en la unidad y el amor, danos tu fuerza para que, con nuestro esfuerzo, cooperemos a la construcción de la ciudad terrena y trabajemos sin cesar por la llegada de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
Dia 4/10 San Francisco de Asís (religioso, blanco)
Antífona de Entrada
Francisco, el hombre de Dios, dejó su casa, abandonó su herencia y se hizo pobre y desvalido; pero el Señor se hizo cargo de él.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que otorgaste a san Francisco de Asís la gracia de seguir gozosamente a Cristo en una vida de pobreza y humildad, haz que, a ejemplo suyo, nuestra preocupación esencial en esta tierra sea la de amar y seguir a tu Hijo, Jesucristo, que vive y reina contigo...
Amén.
Primera Lectura
Por Cristo, el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 6, 14-18
Hermanos: No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una nueva criatura.
Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el verdadero Israel, la paz y la misericordia de Dios. De ahora en adelante, que nadie me ponga más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes. Amén.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 15
Tú, Señor, eres mi herencia.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos.
Tú, Señor, eres mi herencia.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado jamás tropezaré.
Tú, Señor, eres mi herencia.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti.
Tú, Señor, eres mi herencia.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado a los misterios del Reino a la gente sencilla.
Aleluya.
Evangelio
Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús exclamó:
"¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien!
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave, y mi carga ligera".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, nuestros dones y prepáranos a celebrar el memorial de la pasión de tu Hijo, que tan honda huella dejó en el alma y en el cuerpo de san Francisco.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Acción de los santos en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque con la vida de tus santos, enriqueces a tu Iglesia con formas siempre nuevas de admirable santidad, y nos das pruebas indudables de tu amor por nosotros; y también, porque su ejemplo nos impulsa y su intercesión nos ayuda a colaborar en el misterio de la salvación.
Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y santos diciendo:
Antífona de la Comunión
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, que esta sagrada comunión nos haga amar profundamente a Cristo y a los hombres para que, a ejemplo de san Francisco de Asís, procuremos sin cesar el bien de nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
26ª semana. Jueves
LA MIES ES MUCHA
— Urgencia de nuevos apóstoles para reevangelizar el mundo.
— La caridad, fundamento del apostolado.
— La alegría que ha de acompañar al mensaje de Cristo.
I. Entre los que seguían a Jesús había un numeroso grupo de discípulos1. Entre ellos se contaban quienes acompañaron a Jesús desde el bautismo de Juan hasta la Ascensión: de algunos nos dan noticias los Hechos de los Apóstoles, como José, llamado Barsabas, y Matías2; también estarían en este grupo Cleofás y su compañero, a quienes Cristo resucitado se les apareció en el camino de Emaús3. Sin pertenecer al círculo de los Doce, estos discípulos llegaron a formar una categoría especial entre los oyentes y amigos de Jesús, siempre dispuestos para lo que el Maestro los necesitase4. Con toda seguridad formaron el núcleo de la primitiva Iglesia después de Pentecostés. En el Evangelio de la Misa5 leemos que, de estos que le seguían con plena disponibilidad, Jesús designó a setenta y dos para que fueran delante de Él, preparando las almas para la llegada de Cristo. Y les dijo: La mies es mucha y los obreros pocos.
Hoy, también, el campo apostólico es inmenso: países de tradición cristiana que es necesario evangelizar de nuevo, naciones que han sufrido durante tantos años la persecución a causa de la fe y que necesitan nuestra ayuda, los nuevos pueblos sedientos de doctrina... Basta echar una mirada a nuestro alrededor –al lugar de trabajo, a la Universidad, a los medios de comunicación...– para darnos cuenta de todo lo que falta por hacer. La mies es mucha... “Enteros países y naciones, en los que en un tiempo la religión y la vida cristiana fueron florecientes y capaces de dar origen a comunidades de fe viva y operativa, están ahora sometidos a dura prueba e incluso alguna que otra vez son radicalmente transformados por el continuo difundirse del indiferentismo, del secularismo y del ateísmo. Se trata, en concreto, de países y naciones del llamado Primer Mundo, en el que el bienestar económico y el consumismo –si bien entremezclado con espantosas situaciones de pobreza y miseria– inspiran y sostienen una existencia vivida “como si no hubiera Dios”. Ahora bien, el indiferentismo religioso y la total irrelevancia práctica de Dios para resolver los problemas, incluso graves, de la vida, no son menos preocupantes y desoladores que el ateísmo declarado. Y también la fe cristiana –aunque sobrevive en algunas manifestaciones tradicionales y ceremoniales– tiende a ser arrancada de cuajo de los momentos más significativos de la existencia humana, como son los momentos del nacer, del sufrir y del morir. De ahí proviene el afianzarse de interrogantes y de grandes enigmas, que, al quedar sin respuesta, exponen al hombre contemporáneo a inconsolables decepciones, o a la tentación de suprimir la misma vida humana que plantea esos problemas”6. Ahora es tiempo de esparcir la semilla divina y también de cosechar. Hay lugares en los que no se puede sembrar por falta de operarios, y mieses que se pierden porque no hay quien las recoja. De ahí la urgencia de nuevos apóstoles. La mies es mucha; los obreros, pocos.
En los primeros tiempos del Cristianismo, en un mundo con una situación parecida a la nuestra –con abundancia de recursos materiales pero espiritualmente menesteroso–, la naciente Iglesia tuvo el necesario vigor, no solo para protegerse de ser paganizada desde fuera, sino para transformar, desde dentro, una civilización tan alejada de Dios. No parece que el mundo de hace dos mil años estuviera mejor o peor preparado que el nuestro para ser evangelizado. A primera vista podía presentarse cerrado al mensaje de Cristo, como el de ahora; pero aquellos primeros cristianos, apóstoles todos, con las mismas armas que nosotros, el espíritu de Jesús, supieron transformarlo. ¿No vamos a poder nosotros cambiar el mundo que nos rodea: la familia, los amigos, los compañeros de trabajo...?
El mundo actual quizá esté necesitado de muchas cosas, pero ninguna otra le es precisa con más urgencia que la de apóstoles santos, alegres, convencidos, fieles a la doctrina de la Iglesia, que con sencillez den a conocer que Cristo vive. Es el mismo Señor quien nos indica el camino para conseguir nuevos operarios que trabajen en su viña: Rogad, pues, al Señor de las mies que envíe operarios a su mies. Rogad..., nos dice. “La oración es el medio más eficaz de proselitismo”7. Nuestro afán apostólico ha de traducirse, en primer lugar, en una petición continuada, confiada y humilde de nuevos apóstoles. La oración ha de ir siempre por delante.
“Desgarra el corazón aquel clamor –¡siempre actual!– del Hijo de Dios, que se lamenta porque la mies es mucha y los obreros son pocos.
“—Ese grito ha salido de la boca de Cristo, para que también lo oigas tú: ¿cómo le has respondido hasta ahora?, ¿rezas, al menos a diario, por esa intención?”8.
II. La mies es mucha... “Para la mies abundante –comenta San Gregorio Magno– son pocos los obreros – cosa que no podemos decir sin gran tristeza–; porque si bien no faltan los que oyen las cosas buenas, faltan sin embargo quienes las difundan”9. El Señor quiere servirse ahora de nosotros, como lo hizo en aquella ocasión con quienes le acompañaban y después con todos aquellos que le han querido seguir de cerca,
El Maestro, antes de enviar a los suyos al mundo entero, les hizo vivir como amigos en su intimidad, les dio a conocer al Padre, les reveló su amor y, sobre todo, se lo comunicó. Como el Padre me amó, Yo también os he amado a vosotros10; os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. Y añadió, a modo de conclusión: os he destinado para que vayáis y deis fruto11. Con esta caridad hemos de ir a todos los lugares, pues el apostolado consiste sobre todo en “manifestar y comunicar la caridad de Dios a todos los hombres y pueblos”12, esa caridad con la que nos ama el Señor y con la que quiere que amemos a todos. El cristiano será apóstol en la medida en que sea amigo de Dios y viva esa amistad con quien se encuentra cada día en su camino. En un mundo en el que la desconfianza y la agresividad parecen ir ganando terreno, nuestra primera preocupación ha de ser la de vivir con esmero la caridad en todas sus manifestaciones. Cuando quienes nos tratan –por muy alejados que se encuentren de Dios– vean que nos fiamos de ellos, que estamos dispuestos a prestar una ayuda, a sacrificarnos por el bien de personas que incluso no conocemos, que no guardamos rencor, que no somos negativos ni hablamos nunca mal de nadie, que siempre nos encontrarán dispuestos a colaborar..., pensarán que los cristianos somos muy diferentes, porque seguimos a Alguien, a Cristo, muy particular. No quiere decir esto que nunca tengamos diferencias con los demás, sino que las manifestamos sin aire de agravio, sin poner en duda la buena fe de las personas, sin atacar, aunque estemos muy lejos de sus ideas. Cuando nadie queda excluido de nuestro trato y de nuestra ayuda, entonces estamos dando testimonio de Cristo.
III. Junto a la caridad, hemos de manifestar al mundo nuestra alegría. Aquella que el Señor nos prometió en la Última Cena13, la que nace del olvido de nuestros problemas y de la intimidad con Dios. La alegría es esencial en el apostolado, pues ¿quién puede sentirse atraído por una persona triste, negativa, que se queja continuamente? Si la doctrina del Señor se propagó como un incendio en los primeros siglos fue, en buena parte, porque los cristianos se mostraban con la seguridad y la alegría de ser portadores de la Buena Nueva: eran los mensajeros gozosos de Aquel que había traído la salvación al mundo, Ciertamente constituían un pueblo feliz en medio de un mundo triste, y su alegría transmitía su fe en Cristo, era portadora de la verdad que llevaban en el corazón y de la que hablaban en el hogar, en la intimidad de la amistad..., en todo momento, porque era la razón de su vida.
La alegría del cristiano tiene un fundamento bien firme, el sentido de su filiación divina, el saberse hijos de Dios en cualquier circunstancia. “Como sugiere Chesterton, es alegría no porque el mundo pueda colmar todas nuestras aspiraciones, sino al revés. No estamos donde hemos de permanecer: estamos en camino. Habíamos perdido la senda y Alguien ha venido a buscarnos y nos lleva de vuelta al hogar paterno. Es alegría no porque todo lo que nos sucede esté bien –no es así–, sino porque Alguien sabe aprovecharlo para nuestro bien. La alegría cristiana es consecuencia de saber enfrentarse con el único hecho auténticamente triste de la vida, que es el pecado: y de saber contrarrestarlo con un hecho gozoso aun más real y más fuerte que el pecado: el amor y la misericordia de Dios”14,
Hemos de preguntarnos si realmente reflejamos en nuestra vida ordinaria tantos motivos como tenemos para estar alegres: el gozo de la filiación divina, del arrepentimiento y el perdón, de sentirnos en camino hacia una felicidad sin fin..., ¡la inmensa alegría de poder comulgar con tanta frecuencia! “El primer paso para acercar a otros a los caminos de Cristo es que te vean contento, feliz, seguro en tu andar hacia Dios”15.
Y, junto a la alegría y la caridad de Cristo, hemos de saber expresar la posesión de la única verdad que puede salvar a los hombres y hacerlos felices. “Solo los cristianos convencidos tienen la posibilidad de convencer a los demás. Los cristianos convencidos a medias no convencerán a nadie”16.
1 Cfr. Mc 2, 15. — 2 Cfr. Hech 1, 21-26. — 3 Cfr. Lc 24, 13-35. — 4 Cfr. P. R. Bernard, El misterio de Jesús, J. Flors, Barcelona 1965, vol. I, pp. 88 ss. — 5 Lc 10, 1-12. — 6 Juan Pablo II, Exhort. Apost. Christifideles laici, 30-XII-1988. 34. — 7 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 800. — 8 ídem, Forja. n, 906. — 9 San Gregorio Magno, Homilías sobre los Evangelios, 17, 3. — 10 Jn 15, 9. — 11 Jn 15, 16. — 12 Conc. Vat. II, Decr. Ad gentes, 10. — 13 Cfr. Jn 16, 22. — 14 C. Burke, Autoridad y libertad en la Iglesia, p. 223. — 15 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 858. — 16 C. Burke, o. c., p. 219.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Francisco de Asís
Oh, Señor, haz de mí un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
Ser comprendido, sino comprender;
Ser amado, como amar.
Porque es dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.
Amén. su Vida
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De cómo San Francisco hizo dar vueltas al Hermano Maseo
Irapuato: De cómo San Francisco hizo dar vueltas al Hermano Maseo … Recreacion de las Florecillas de San Francisco, producida en PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú. Texto
Dicen que a San Francisco lo declaró santo el pueblo, antes de que el Sumo Pontífice le concediera ese honor, y que si se hace una votación entre los cristianos (aún entre los protestantes) todos están de acuerdo en declarar que es un verdadero santo. Todos, aun los no católicos, lo quieren y lo estiman.
Nació en Asís (Italia) en 1182. Su madre se llamaba Pica y fue sumamente estimada por él durante toda su vida. Su padre era Pedro Bernardone, un hombre muy admirador y amigo de Francia, por la cual le puso el nombre de Francisco, que significa: "el pequeño francesito". Cuando joven a Francisco lo que le agradaba era asistir a fiestas, paseos y reuniones con mucha música. Su padre tenía uno de los mejores almacenes de ropa en la ciudad, y al muchacho le sobraba el dinero. Los negocios y el estudio no le llamaban la atención. Pero tenía la cualidad de no negar un favor o una ayuda a un pobre siempre que pudiera hacerlo. Tenía veinte años cuando hubo una guerra entre Asís y la ciudad de Perugia. Francisco salió a combatir por su ciudad, y cayó prisionero de los enemigos. La prisión duró un año, tiempo que él aprovechó para meditar y pensar seriamente en la vida. Al salir de la prisión se incorporó otra vez en el ejército de su ciudad, y se fue a combatir a los enemigos. Se compró una armadura sumamente elegante y el mejor caballo que encontró. Pero por el camino se le presentó un pobre militar que no tenía con qué comprar armadura ni caballería, y Francisco, conmovido, le regaló todo su lujoso equipo militar. Esa noche en sueños sintió que le presentaban en cambio de lo que él había obsequiado, unas armaduras mejores para enfrentarse a los enemigos del espíritu.
Francisco no llegó al campo de batalla porque se enfermó y en plena enfermedad oyó que una voz del cielo le decía: "¿Por qué dedicarse a servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al Jefe Supremo de todos?". Entonces se volvió a su ciudad, pero ya no a divertirse y parrandear sino a meditar en serio acerca de su futuro. La gente al verlo tan silencioso y meditabundo comentaba que Francisco probablemente estaba enamorado. Él comentaba: "Sí, estoy enamorado y es de la novia más fiel y más pura y santificadora que existe". Los demás no sabían de quién se trataba, pero él sí sabía muy bien que se estaba enamorando de la pobreza, o sea de una manera de vivir que fuera lo más parecida posible al modo totalmente pobre como vivió Jesús. Y se fue convenciendo de que debía vender todos sus bienes y darlos a los pobres. Paseando un día por el campo encontró a un leproso lleno de llagas y sintió un gran asco hacia él. Pero sintió también una inspiración divina que le decía que si no obramos contra nuestros instintos nunca seremos santos. Entonces se acercó al leproso, y venciendo la espantosa repugnancia que sentía, le besó las llagas. Desde que hizo ese acto heroico logró conseguir de Dios una gran fuerza para dominar sus instintos y poder sacrificarse siempre a favor de los demás. Desde aquel día empezó a visitar a los enfermos en los hospitales y a los pobres. Y les regalaba cuanto llevaba consigo.
Un día, rezando ante un crucifijo en la iglesia de San Damián, le pareció oír que Cristo le decía tres veces: "Francisco, tienes que reparar mi casa, porque está en ruinas". Él creyó que Jesús le mandaba arreglar las paredes de la iglesia de San Damián, que estaban muy deterioradas, y se fue a su casa y vendió su caballo y una buena cantidad de telas del almacén de su padre y le trajo dinero al Padre Capellán de San Damián, pidiéndole que lo dejara quedarse allí ayudándole a reparar esa construcción que estaba en ruinas. El sacerdote le dijo que le aceptaba el quedarse allí, pero que el dinero no se lo aceptaba (le tenía temor a la dura reacción que iba a tener su padre, Pedro Bernardone) Francisco dejó el dinero en una ventana, y al saber que su padre enfurecido venía a castigarlo, se escondió prudentemente. Pedro Bernardone demandó a su hijo Francisco ante el obispo declarando que lo desheredaba y que tenía que devolverle el dinero conseguido con las telas que había vendido. El prelado devolvió el dinero al airado papá, y Francisco, despojándose de su camisa, de su saco y de su manto, los entregó a su padre diciéndole: "Hasta ahora he sido el hijo de Pedro Bernardone. De hoy en adelante podré decir: Padrenuestro que estás en los cielos". El Sr. Obispo le regaló el vestido de uno de sus trabajadores del campo: una sencilla túnica, de tela ordinaria, amarrada en la cintura con un cordón. Francisco trazó una cruz con tiza, sobre su nueva túnica, y con ésta vestirá y pasará el resto de su vida. Ese será el hábito de sus religiosos después: el vestido de un campesino pobre, de un sencillo obrero.
Se fué por los campos orando y cantando. Unos guerrilleros lo encontraron y le dijeron: "¿Usted quién es? – Él respondió: - Yo soy el heraldo o mensajero del gran Rey". Los otros no entendieron qué les quería decir con esto y en cambio de su respuesta le dieron una paliza. Él siguió lo mismo de contento, cantando y rezando a Dios. Después volvió a Asís a dedicarse a levantar y reconstruir la iglesita de San Damián. Y para ello empezó a recorrer las calles pidiendo limosna. La gente que antes lo había visto rico y elegante y ahora lo encontraba pidiendo limosna y vestido tan pobremente, se burlaba de él. Pero consiguió con qué reconstruir el pequeño templo. La Porciúncula. Este nombre es queridísimo para los franciscanos de todo el mundo, porque en la capilla llamada así fue donde Fracisco empezó su comunidad. Porciúncula significa "pequeño terreno". Era una finquita chiquita con una capillita en ruinas. Estaba a 4 kilómetros de Asís. Los padres Benedictinos le dieron permiso de irse a vivir allá, y a nuestro santo le agradaba el sitio por lo pacífico y solitario y porque la capilla estaba dedicada a la Sma. Virgen
En la misa de la fiesta del apóstol San Matías, el cielo le mostró lo que esperaba de él. Y fue por medio del evangelio de ese día, que es el programa que Cristo dio a sus apóstoles cuando los envió a predicar. Dice así: "Vayan a proclamar que el Reino de los cielos está cerca. No lleven dinero ni sandalias, ni doble vestido para cambiarse. Gratis han recibido, den también gratuitamente". Francisco tomó esto a la letra y se propuso dedicarse al apostolado, pero en medio de la pobreza más estricta. Cuenta San Buenaventura que se encontró con el santo un hombre a quien un cáncer le había desfigurado horriblemente la cara. El otro intentó arrodillarse a sus pies, pero Francisco se lo impidió y le dio un beso en la cara, y el enfermo quedó instantáneamente curado. Y la gente decía: "No se sabe qué admirar más, si el beso o el milagro".
El primero que se le unió en su vida de apostolado fue Bernardo de Quintavalle, un rico comerciante de Asís, el cual invitaba con frecuencia a Francisco a su casa y por la noche se hacía el dormido y veía que el santo se levantaba y empleaba muchas horas dedicado a la oración repitiendo: "mi Dios y mi todo". Le pidió que lo admitiera como su discípulo, vendió todos sus bienes y los dio a los pobres y se fue a acompañarlo a la Porciúncula. El segundo compañero fue Pedro de Cattaneo, canónigo de la catedral de Asís. El tercero, fue Fray Gil, célebre por su sencillez. Cuando ya Francisco tenía 12 compañeros se fueron a Roma a pedirle al Papa que aprobara su comunidad. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba. En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un cardenal dijo: "No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el evangelio". Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula. Dicen que Inocencio III vio en sueños que la Iglesia de Roma estaba a punto de derrumbarse y que aparecían dos hombres a ponerle el hombro e impedir que se derrumbara. El uno era San Francisco, fundador de los franciscanos, y el otro, Santo Domingo, fundador de los dominicos. Desde entonces el Papa se propuso aprobar estas comunidades.
A Francisco lo atacaban a veces terribles tentaciones impuras. Para vencer las pasiones de su cuerpo, tuvo alguna vez que revolcarse entre espinas. Él podía repetir lo del santo antiguo: "trato duramente a mi cuerpo, porque él trata muy duramente a mi alma".
Clara, una joven muy santa de Asís, se entusiasmó por esa vida de pobreza, oración y santa alegría que llevaban los seguidores de Francisco, y abandonando su familia huyó a hacerse moja según su sabia dirección. Con santa Clara fundó él las Damas Pobres o Clarisas, que tienen hoy conventos en todo el mundo.
Francisco tenía la rara cualidad de hacerse querer de los animales. Las golondrinas le seguían en bandadas y formaban una cruz, por encima de donde él predicaba. Cuando estaba solo en el monte una mirla venía a despertarlo con su canto cuando era la hora de la oración de la medianoche. Pero si el santo estaba enfermo, el animalillo no lo despertaba. Un conejito lo siguió por algún tiempo, con gran cariño. Dicen que un lobo feroz le obedeció cuando el santo le pidió que dejara de atacar a la gente.
Francisco se retiró por 40 días al Monte Alvernia a meditar, y tanto pensó en las heridas de Cristo, que a él también se le formaron las mismas heridas en las manos, en los pies y en el costado. Los seguidores de San Francisco llegaron a ser tan numerosos, que en el año 1219, en una reunión general llamado "El Capítulo de las esteras", se reunieron en Asís más de cinco mil franciscanos. Al santo le emocionaba mucho ver que en todas partes aparecían vocaciones y que de las más diversas regiones le pedían que les enviara sus discípulos tan fervorosos a que predicaran. Él les insistía en que amaran muchísimo a Jesucristo y a la Santa Iglesia Católica, y que vivieran con el mayor desprendimiento posible hacia los bienes materiales, y no se cansaba de recomendarles que cumplieran lo más exactamente posible todo lo que manda el santo evangelio.
Francisco recorría campos y pueblos invitando a la gente a amar más a Jesucristo, y repetía siempre: "El Amor no es amado". Las gentes le escuchaban con especial cariño y se admiraban de lo mucho que sus palabras influían en los corazones para entusiasmarlos por Cristo y su religión.
Dispuso ir a Egipto a evangelizar al sultán y a los mahometanos. Pero ni el jefe musulmán ni sus fanáticos seguidores quisieron aceptar sus mensajes. Entonces se fue a Tierra Santa a visitar en devota peregrinación los Santos Lugares donde Jesús nació, vivió y murió: Belén, Nazaret, Jerusalén, etc. En recuerdo de esta piadosa visita suya los franciscanos están encargados desde hace siglos de custodiar los Santos Lugares de Tierra Santa. Por no cuidarse bien de las clientísimas arenas del desierto de Egipto se enfermó de los ojos y cuando murió estaba casi completamente ciego. Un sufrimiento más que el Señor le permitía para que ganara más premios para el cielo.
San Francisco, que era un verdadero poeta y le encantaba recorrer los campos cantando bellas canciones, compuso un himno a las criaturas, en el cual alaba a Dios por el sol, y la luna, la tierra y las estrellas, el fuego y el viento, el agua y la vegetación. "Alabado sea mi Señor por el hermano sol y la madre tierra, y por los que saben perdonar", etc. Le agradaba mucho cantarlo y hacerlo aprender a los demás y poco antes de morir hizo que sus amigos lo cantaran en su presencia. Su saludo era "Paz y bien".
Cuando sólo tenía 44 años sintió que le llegaba la hora de partir a la eternidad. Dejaba fundada la comunidad de Franciscanos, y la de hermanas Clarisas. Con esto contribuyó enormemente a enfervorizar la Iglesia Católica y a extender la religión de Cristo por todos los países del mundo. Los seguidores de San Francisco (Franciscanos, Capuchinos, Clarisas, etc.) son el grupo religioso más numeroso que existe en la Iglesia Católica. El 3 de octubre de 1226, acostado en el duro suelo, cubierto con un hábito que le habían prestado de limosna, y pidiendo a sus seguidores que se amen siempre como Cristo los ha amado, murió como había vivido: lleno de alegría, de paz y de amor a Dios.
Cuando apenas habían transcurrido dos años después de su muerte, el Sumo Pontífice lo declaró santo y en todos los países de la tierra se venera y se admira a este hombre sencillo y bueno que pasó por el mundo enseñando a amar la naturaleza y a vivir desprendido de los bienes materiales y enamorados de nuestra buen Dios. Fue él quien popularizó la costumbre de hacer pesebres para Navidad.
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Petronio de Bolonia, Santo Obispo, 4 de octubre
Octubre 4
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Aurea (u Oriana) de París, Santa Abadesa, 4 de octubre
Abadesa Etimológicamente significa “ encantadora, de oro”. Viene de la lengua griega. |
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Fuente: Sanantoniocolegio.com
Alfredo Pellicer Muñoz, Beato Mártir, 4 Octubre
Nació en Bellreguart, provincia Valencia, el 10 de abril de 1914, y lo bautizaron el día 14, imponiéndole el nombre de Jaime. Aprendió las primeras letras en las escuelas nacionales de su pueblo, hasta que, a los once años, ingresó en el Seminario menor franciscano de Benissa (Alicante), donde cursó los estudios del bachillerato. |
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Fuente: Fratefrancesco.org
Tomás de Celano, Beato Compañero y biógrafo de San Francisco de Asís, 4 Octubre
Fray Tomás, hijo de los condes de Marsi o de Celano Berardo y Margarita Gualtieri, nació por el año 1190. Recibió una excelente formación humanista con el estudio de las letras clásicas, de la Escritura y de los Padre de la Iglesia. En 1215, sintiéndose llamado por el Señor, profesó en manos de Francisco la Regla de los Hermanos Menores, aprobada oralmente por Inocencio III seis años antes. En su primera Vida del santo recuerda su experiencia: "Loado sea el buen Dios, que tuvo a bien, por su sola benignidad, acordarse de mí y de otros muchos: y es que, una vez que entró en España, se enfrentó con él, y, para evitar que continuara adelante, le mandó una enfermedad que le hizo retroceder en su camino. Volvióse a la iglesia de Santa María de la Porciúncula, y al poco tiempo se le unieron, muy gozosos, algunos letrados y algunos nobles..." (1Cel 56-57). |
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Fuente: Redentoristas.org
Francisco Xavier Seelos, Beato Redentorista, misionero en Estados Unidos, 4 Octubre
Francisco Xavier Seelos nace el 11 de enero de 1819 en Füssen, en la católica región de Baviera (Alemania). Es bautizado el mismo día en la iglesia parroquial de san Mang. El deseo de ser sacerdote es muy temprano en él, admirado por las cosas del Evangelio. En 1842, tras concluir sus estudios de filosofía entra en el seminario diocesano. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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