viernes, 9 de noviembre de 2012

Domingo 11 de Noviembre de 2012. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE. Precepto: Misa ENTERA. Desde Sábado 16:00 puede ser Domingo, según diócesis (Catecismo 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y les decía:
"Tengan cuidado con los escribas, a quienes les gusta pasearse lujosamente vestidos y ser saludados por la calle. Buscan los puestos de honor en las sinagogas y los primeros lugares en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con el pretexto de largos rezos. Estos recibirán un juicio muy riguroso".
Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, y observaba cómo la gente iba echando dinero en ellas. Pero llegó una viuda pobre, que echó dos monedas de muy poco valor. Jesús llamó entonces a sus discípulos y les dijo:
"Les aseguro que esa viuda pobre ha echado en las alcancías más que todos los demás. Pues todos han echado lo que les sobraba, mientras que ella ha echado desde su pobreza todo lo que tenía para vivir".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

32a. Dom Ord Ciclo B (Id=742)

Antífona de Entrada

Que llegue hasta ti mi súplica, Señor, y encuentren acogida mis plegarias.

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Ayúdanos, Señor, a dejar en tus manos paternales todas nuestras preocupaciones, a fin de que podamos entregarnos con mayor libertad a tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

La viuda hizo un panecillo de su pañuelo de harina y se lo dio a Elías

Lectura del primer libro de los Reyes 17, 10-16

En aquel tiempo, Elías se puso en camino hacia Sarepta, y al llegar a la puerta de la ciudad encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo:
"Por favor, traéme un vaso de agua para beber".
Cuando ella iba por el agua, Elías le gritó:
"Tráeme también un poco de pan".
Ella le respondió:
"Te juro, por el Señor tu Dios, que no me queda ni un pedazo de pan; sólo me queda un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña para preparar un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos".
Elías le dijo:
"No temas. Anda y prepáralo como has dicho, pero primero haz un panecillo para mí y tráemelo; después lo harás para ti y para tu hijo. "La tinaja de harina no se vaciará, la vasija de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra"".
Ella fue e hizo lo que Elías le había dicho, y comieron él, ella y su hijo. Ni la tinaja de harina se vació, ni la vasija de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 145, 7.8-9a.9bc-10

El Señor levanta a los humillados.

El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor da la libertad a los cautivos.
El Señor levanta a los humillados.

El Señor abre los ojos a los ciegos, el Señor levanta a los humillados, el Señor ama a los justos, el Señor protege a los extranjeros.
El Señor levanta a los humillados.

El Señor sostiene a la viuda y al huérfano y confunde el camino de los malvados. El Señor reina por siempre; tu Dios, Sión, por todas las generaciones.
El Señor levanta a los humillados.

Segunda Lectura

Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos

Lectura de la carta a los Hebreos 9, 24-28

Hermanos: Cristo no entró en un santuario construido por hombres -que pasa de ser simple imagen del verdadero-, sino en el mismo cielo, a fin de presentarse ahora ante Dios intercediendo por nosotros.
Tampoco tuvo que ofrecerse a sí mismo muchas veces, como el sumo sacerdote, que entra en el santuario una vez al año con sangre ajena. De lo contrario, Cristo debería haber padecido muchas veces desde la creación del mundo, siendo así que le bastó con manifestarse una sola vez, en este tiempo final, para destruir el pecado con su sacrificio.
Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, después de lo cual vendrá el juicio, así también Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. Y por segunda vez aparecerá, ya sin relación con el pecado, para dar la salvación a los que lo esperan.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya.

Evangelio

Esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y les decía:
"Tengan cuidado con los escribas, a quienes les gusta pasearse lujosamente vestidos y ser saludados por la calle. Buscan los puestos de honor en las sinagogas y los primeros lugares en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con el pretexto de largos rezos. Estos recibirán un juicio muy riguroso".
Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, y observaba cómo la gente iba echando dinero en ellas. Pero llegó una viuda pobre, que echó dos monedas de muy poco valor. Jesús llamó entonces a sus discípulos y les dijo:
"Les aseguro que esa viuda pobre ha echado en las alcancías más que todos los demás. Pues todos han echado lo que les sobraba, mientras que ella ha echado desde su pobreza todo lo que tenía para vivir".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Celebrante:
Oremos, hermanos y hermanas, por todos los seres humanos y por sus necesidades, para que nunca falte a nadie la ayuda de nuestra caridad:
(Respondemos: Te rogamos, Señor, óyenos).

Para que la Iglesia viva en paz, crezca constantemente, se extienda por todo el mundo y persevere con alegría en la presencia del Señor, confortada por el Espíritu Santo, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.

Para que el Señor conceda a los que gobiernan el espíritu de sabiduría y de prudencia, a fin de que conduzcan a sus pueblos pensando en la paz común y en el bien y la prosperidad de todos, roguemos al Señor. 
Te rogamos, Señor, óyenos.

Para que Dios Padre libere al mundo de toda falsedad, hambre y miseria, y auxilie a los perseguidos, a los encarcelados y a los que son tratados injustamente, roguemos al Señor. 
Te rogamos, Señor, óyenos.

Para que todos nosotros realicemos nuestro trabajo con espíritu cristiano y consigamos frutos abundantes por nuestras obras, roguemos al Señor. 
Te rogamos, Señor, óyenos.

Celebrante:
Señor Dios, que sustentas al huérfano y a la viuda, haces justicia a los oprimidos y das pan a los hambrientos; escucha las súplicas de tu pueblo que confía en tu amor, no permitas que a nadie le falte nunca ni la libertad ni el pan, y haz que todos aprendamos a ayudar a los necesitados, a ejemplo de tu Hijo, que se entregó libremente para salvarlos a todos. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Mira, Señor, con bondad los dones que te presentamos, a fin de que el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo, nos alcance de ti la vida verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Nuestra salvación por el Hijo de Dios hecho hombre

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. 
Porque reconocemos como obra de tu poder admirable no sólo haber socorrido nuestra débil naturaleza con la fuerza de tu divinidad, sino haber previsto el remedio en la misma debilidad humana, y de lo que era nuestra ruina haber hecho nuestra salvación, por Cristo, Señor nuestro.
Por él, 
los ángeles te cantan con júbilo eterno, y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:

Antífona de la Comunión

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas para reparar mis fuerzas.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Te damos gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y te rogamos que la fuerza del Espíritu Santo, que nos has comunicado en este sacramento, permanezca en nosotros y transforme toda nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

 

Meditación diaria

 

Trigésimo segundo Domingo
ciclo b

EL VALOR DE LA LIMOSNA

— Dar no solo de lo superfluo, sino incluso de aquello que nos parece necesario.

— La limosna manifiesta nuestro amor y entrega al Señor.

— Dios recompensa con creces nuestra generosidad.

I. La liturgia de este domingo nos presenta la generosidad de dos mujeres que merecieron ser alabadas por Dios. En la Primera lectura1 leemos cómo Elías pidió de comer a una viuda que encontró a las puertas de Sarepta. Eran días de sequía y de hambre, pero aquella mujer compartió con el Profeta lo que le quedaba, hasta el último puñado de harina, y confió en las palabras de aquel hombre de Dios: La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra. Y así sucedió. Tuvo luego el honor de ser recordada por Jesús2.

El Evangelio de la Misa nos presenta al Señor sentado ante el cepillo de las ofrendas para el Templo3. Observaba cómo las gentes depositaban allí su limosna y bastantes ricos echaban mucho. Entonces se acercó una viuda pobre y echó dos monedas, que hacen la cuarta parte de un as. Se trataba de dos monedas de escaso valor. Su importancia desde un punto de vista contable era mínima, pero para Jesús fue muy grande. Mientras ella se marchaba, congregó a sus discípulos y, señalándola, dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos los otros, pues todos han echado algo que les sobraba; ella, en cambio, en su necesidad, ha echado todo lo que tenía, todo su sustento. El Señor alaba en esta mujer la generosidad de las limosnas destinadas al culto y toda dádiva que nace de un corazón recto y generoso, que sabe dar incluso aquello de que tiene necesidad. Más que en la cantidad misma, Jesús se fija en las disposiciones interiores que mueven a obrar; no mira tanto "la cantidad que se le ofrece, sino el afecto con que se le ofrece"4.

La limosna, no solo de lo superfluo sino también de lo necesario, es una obra de misericordia gratísima al Señor, que no deja nunca de recompensar. "Jamás será pobre una casa caritativa"5, solía repetir el santo Cura de Ars. Su práctica habitual resume y manifiesta otras muchas virtudes, y atrae la benevolencia divina. En la Sagrada Escritura es vivamente recomendada: Nunca temas dar limosna -se lee en el libro de Tobías- porque de ese modo atesoras una buena reserva para el día de la necesidad. Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas. Es un don valioso para cuantos la practican en presencia del Altísimo6. Si alguno no entendiera esta obligación o se resistiera a cumplirla se expondría a reproducir en su vida la triste figura de aquel mal rico7 que, ocupado solo en sí mismo y apegado desordenadamente a sus bienes, no acertó a ver que el Señor puso al pobre Lázaro cerca de él para que le socorriera con sus bienes.

¡Con qué alegría volvería aquella mujer a su casa, después de haber dado todo lo que tenía! ¡Qué sorpresa la suya cuando, en su encuentro con Dios después de esta vida, pudo ver la mirada complacida de Jesús aquella mañana en que hizo su ofrenda! Cada día esta mirada de Dios se posa sobre nuestra vida.

II. La limosna brota de un corazón misericordioso que quiere llevar un poco de consuelo al que padece necesidad, o contribuir con esos medios económicos al sostenimiento de la Iglesia y de aquellas obras buenas dirigidas al bien de la sociedad. Esta práctica lleva al desprendimiento y prepara el corazón para entender mejor los planes de Dios. Esta disposición del alma "lleva a ser muy generosos con Dios y con nuestros hermanos; a moverse, a buscar recursos, a gastarse para ayudar a quienes pasan necesidad. No puede un cristiano conformarse con un trabajo que le permita ganar lo suficiente para vivir él y los suyos: su grandeza de corazón le impulsará a arrimar el hombro para sostener a los demás, por un motivo de caridad, y por un motivo de justicia"8.

Los primeros cristianos manifestaron su amor a los demás viviendo con especial esmero la preocupación por atender las necesidades materiales de sus hermanos. De ahí las innumerables referencias que encontramos en los Hechos de los Apóstoles y en las Epístolas de San Pablo sobre el modo de vivir esta obra de misericordia. Hasta se sugiere la manera concreta de llevarla a cabo: El día primero de la semana, separe cada uno de vosotros lo que le parezca bien...9, escribe San Pablo a los cristianos de Corinto, No solo daban de lo que les sobraba: en muchos casos –como ocurría en Macedonia– pasaban entonces por duros momentos económicos. El Apóstol no deja de alabarlos, pues en medio de una gran tribulación con que han sido probados, su rebosante gozo y su extrema pobreza se desbordaron en tesoros de generosidad; porque doy testimonio de que según sus posibilidades, y aun por encima de ellas, nos pidieron con mucha insistencia la gracia particular de participar en el servicio de los santos10. Y no solo contribuyeron con generosidad en la colecta en favor de los cristianos de Jerusalén, sino que se dieron a sí mismos, primeramente al Señor y luego, por voluntad de Dios, a nosotros11. Quizá se refiere San Pablo a la entrega generosa a la evangelización de sus colaboradores más leales. Comentando este pasaje, Santo Tomás afirma que "así debe ser el orden en el dar: que primero el hombre sea acepto a Dios, porque si no es grato a Dios, tampoco serán recibidos sus dones"12. La limosna, en cualquiera de sus formas, es expresión de nuestra entrega y de nuestro amor al Señor, que han de ir por delante. Dar y darse no depende de lo mucho o de lo poco que se posea, sino del amor a Dios que se lleva en el alma. "Nuestra humilde entrega –insignificante en sí, como el aceite de la viuda de Sarepta o el óbolo de la pobre viuda– se hace aceptable a los ojos de Dios por su unión a la oblación de Jesús"13.

III. La limosna atrae la bendición de Dios y produce abundantes frutos: cura las heridas del alma, que son los pecados14; es "defensa de la esperanza, tutela de la fe, medicina del pecado; está al alcance de quien la quiere efectuar, grande y fácil a la vez, sin peligro de que nos persigan por ella, corona de la paz, verdadero y máximo don de Dios, necesaria para los débiles, gloriosa para los fuertes. Con ella el cristiano alcanza la gracia espiritual, consigue el perdón de Cristo juez y cuenta a Dios entre sus deudores"15.

La limosna ha de ser hecha con rectitud de intención, mirando a Dios, como aquella viuda de la que nos habla Jesús en el Evangelio; con generosidad, con bienes que muchas veces nos serían precisos, pero que son más necesarios a otros; evitando ser mezquinos o tacaños "con quien tan generosamente se ha excedido con nosotros, hasta entregarse totalmente, sin tasa. Pensad ¿cuánto os cuesta –también económicamente– ser cristianos?"16. La limosna debe nacer de un corazón compasivo, lleno de amor a Dios y a los demás. Por eso, por encima del valor material de los bienes que compartimos, está el espíritu de caridad con que realizamos la limosna, que se manifestará en la alegría y generosidad al practicarla. Así, aunque no dispongamos de muchos bienes, haremos realidad las palabras de San Pablo que hoy recoge la Liturgia de las Horas: Con la fuerza de Dios, somos los afligidos siempre alegres, los pobres que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen17. No demos nunca con mala gana o con tristeza, porque Dios ama al que da con alegría18.

Dios premiará con creces nuestra generosidad. Lo que hayamos aportado a los demás en tiempo, dedicación, bienes materiales..., el Señor nos lo devolverá aumentado. Os digo esto: quien siembra escasamente, escasamente cosechará; y quien siembra copiosamente, copiosamente cosechará19. Así multiplicó Dios los pocos bienes que la viuda de Sarepta puso a disposición de Elías, y los panes y los peces que un muchacho entregó a Jesús20 y que quizá tenía previsoramente reservados para aquella necesidad... "Esto dice tu Señor (...): Me diste poco, recibirás mucho; me diste bienes terrenos, te los devolveré celestiales; me lo diste temporales, los recibirás eternos..."21. Con gran verdad afirma Santa Teresa que "aun en esta vida los paga Su Majestad por unas vías que solo quien goza de ello lo entiende"22.

Pidamos a Nuestra Señora que nos conceda un corazón generoso que sepa dar y darse, que no escatime tiempo, ni bienes económicos, ni esfuerzo... a la hora de ayudar a otros y a esas empresas apostólicas en bien de los demás. El Señor nos mirará desde el Cielo con amor compasivo, como miró a la mujer pobre que se acercó aquella mañana al cepillo del Templo.

1 1 Rey 17, 10-16. — 2 Cfr. Lc 4, 25 ss. — 3 Mc 12, 41-44. — 4 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre la Epístola a los Hebreos. 1.— 5 Santo Cura de Ars, Sermón sobre la limosna. — 6 Tob 4, 8-11. — 7 Cfr. Lc 16, 19 ss. — 8 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 126. — 91 Cor 16, 2. — 10 2 Cor 8, 2-4. — 11 2 Cor 2, 5. — 12 Santo Tomás, Comentario a la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios, 2, 5. — 13 Juan Pablo II, Homilía en Barcelona, 7-XI-1982. — 14 Cfr. Catecismo Romano, IV, 14, n. 23. — 15 San Cipriano, De las buenas obras y de la limosna, 27. — 16 San Josemaría Escrivá, loc. cit. — 17 Liturgia de las Horas, Antífona de Laudes. 2 Cor 6, 10. — 18 2 Cor 9, 7. — 19 2 Cor 9, 6. — 20 Cfr. Jn 6, 9. — 21 San Agustín, Sermón 38, 8. — 22 Santa Teresa, Vida, 4. 2.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Martín de Tours
Obispo 
Año 397

Que el simpático San Martín nos obtenga de Dios la gracia 
de recordar siempre que todo favor que hacemos al prójimo 
lo recibe y lo paga Jesucristo, como si se lo hubiéramos 
hecho a Él en persona.

Si tenéis fe, nada será imposible 
para vosotros (Jesucristo.
Mt. 17,20).

Martín significa: "el batallador". (De Mart = batalla).

San Martín es un gran santo queridísimo para los franceses, y muy popular en todo el mundo.

Nació en Hungría, pero sus padres se fueron a vivir a Italia. Era hijo de un veterano del ejército y a los 15 años ya vestía el uniforme militar.

Durante más de 15 siglos ha sido recordado nuestro santo por el hecho que le sucedió siendo joven y estando de militar en Amiens (Francia). Un día de invierno muy frío se encontró por el camino con un pobre hombre que estaba tiritando de frío y a medio vestir. Martín, como no llevaba nada más para regalarle, sacó la espada y dividió en dos partes su manto, y le dio la mitad al pobre. Esa noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado al pobre y oyó que le decía: "Martín, hoy me cubriste con tu manto".

Sulpicio Severo, discípulo y biógrafo del santo, cuenta que tan pronto Martín tuvo esta visión se hizo bautizar (era catecúmeno, o sea estaba preparándose para el bautismo). Luego se presentó a su general que estaba repartiendo regalos a los militares y le dijo: "Hasta ahora te he servido como soldado. Déjame de ahora en adelante servir a Jesucristo propagando su santa religión". El general quiso darle varios premios pero él le dijo: "Estos regalos repártelos entre los que van a seguir luchando en tu ejército. Yo me voy a luchar en el ejército de Jesucristo, y mis premios serán espirituales".

En seguida se fue a Poitiers donde era obispo el gran sabio San Hilario, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo.

Como Martín sentía un gran deseo de dedicarse a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en sitio solitario y allá fue con varios amigos, y fundó el primer convento o monasterio que hubo en Francia. En esa soledad estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras. Los habitantes de los alrededores consiguieron por sus oraciones y bendiciones, muchas curaciones y varios prodigios. Cuando después le preguntaban qué profesiones había ejercido respondía: "fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma".

Un día en el año 371 fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar.

En Tours fundó otro convento y pronto tenía ya 80 mojes. Y los milagros, la predicación, y la piedad del nuevo obispo hicieron desaparecer prontamente el paganismo de esa región, y las conversiones al cristianismo eran de todos los días. A los primeros que convirtió fue a su madre y a sus hermanos que eran paganos.

Un día un antiguo compañero de armas lo criticó diciéndole que era un cobarde por haberse retirado del ejército. Él le contestó: "Con la espada podía vencer a los enemigos materiales. Con la cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales".

Recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote. Él fue fundador de las parroquias rurales en Francia.

Dice su biógrafo y discípulo, que la gente se admiraba al ver a Martín siempre de buen genio, alegre y amable. Que en su trato empleaba la más exquisita bondad con todos.

Un día en un banquete San Martín tuvo que ofrecer una copa de vino, y la pasó primero a un sacerdote y después sí al emperador, que estaba allí a su lado. Y explicó el por qué: "Es que el emperador tiene potestad sobre lo material, pero al sacerdote Dios le concedió la potestad sobre lo espiritual". Al emperador le agradó aquella explicación.

En los 27 años que fue obispo se ganó el cariño de todo su pueblo, y su caridad era inagotable con los necesitados. Los únicos que no lo querían eran ciertos tipos que querían vivir en paz con sus vicios, pero el santo no los dejaba. De uno de ellos, que inventaba toda clase de cuentos contra San Martín, porque éste le criticaba sus malas costumbres, dijo el santo cuando le aconsejaron que lo debía hacer castigar: "Si Cristo soportó a Judas, ¿por qué no he de soportar yo a este que me traiciona?".

Con varios empleados oficiales tuvo fuertes discusiones, porque en ese tiempo se acostumbraba torturar a los prisioneros para que declararan sus delitos. Nuestro santo se oponía totalmente a esto, y aunque por ello se ganó la enemistad de altos funcionarios, no permitía la tortura.

Supo por revelación cuándo le iba a llegar la muerte y comunicó la noticia a sus numerosos discípulos. Estos se reunieron junto a su lecho de enfermo y le suplicaban llorando: "¿Te alejas padre de nosotros, y nos dejas huérfanos y solos y desamparados?". El santo respondió con una frase que se ha hecho famosa: "Señor, si en algo puedo ser útil todavía, no rehuso ni rechazo cualquier trabajo y ocupación que me quieras mandar".

Pero Dios vio que ya había trabajado y sufrido bastante y se lo llevó a que recibiera en el cielo el premio por sus grandes labores en la tierra.

El medio manto de San Martín (el que cortó con la espada para dar al pobre) fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir "medio manto" se dice "capilla", la gente decía: "Vamos a orar donde está la capilla". Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños salones que se hacen para orar.

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Bartolome el Joven de Rossano, Santo Abad, 11 Noviembre  

Bartolome el Joven de Rossano, Santo

Nos encontramos hoy con el Bartolomé, nacido en Rossano (Calabria, Italia) en el año 980 y muerto en 1055.

Provenía de una familia de Constantinopla. Le pusieron por nombre Basilio.

Desde pequeño tuvo una inclinación muy marcada por el estado religioso. Le encomendaron su educación a los monjes d un monasterio. Al poco tiempo de hacer sus votos, lo enviaron a Monte Casino. El abad de entonces era Nilo.

Los dos juntos se fueron a Roma para ver a Papa Gregorio V, y ver la forma de solucionar los enfrentamientos a que dio lugar el autoproclamado papa Juan XVI.

Al poco tiempo murió Nilo. Le sucedió Bartolomé. En seguida mandó construir una iglesia a la Virgen; estuvo en el concilio lateranense del 1044, en el que demostró sus dotes diplomáticas aplacando las rencillas entre el duque Adenolfo y el príncipe de Salerno.

Entabló una gran amistad con los Papas Benedicto VIII y IX, logrando que Benedicto IX abdicara y se fuera al monasterio.

Bartolomé murió en el año 1055.

Fue una persona muy inteligente. Escribió un excelente libro titulado "Tipicón", que es un código litúrgico-disciplinar para regir los monasterios. Y junto a esta obra hay que citar también la magnífica biografía de su amigo san Nilo.

Pío XII, en el noveno centenario de su muerte, lo llamó "luminaria de la Iglesia y ornamento de la sede apostólica".

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Verano, Santo Obispo, 11 de noviembre  

Obispo
Noviembre 11

 

Etimológicamente significa "estío". Viene de la lengua latina.

El Señor dice: "Aunque vuestros pecados fueran como la grana, blanquearán como la nieve; aunque fuesen rojos como el carmesí, como la lana quedarán".

Te parecerá raro este nombre entre los miles y miles de nombres de santos que hay en los calendarios.
Fue un obispo del siglo V.

Existe en Roma el Campo del Verano, esto es, el Campo de l Primavera.

Hoy está junto a la basílica de san Lorenzo, el cementerio más visitado por los romanos.

San Verano fue obispo de Francia, un siglo después de otro gran obispo, el más querido y famoso en Francia, san Martín de Tours.

Fue obispo de la Provenza, hoy y siempre tan predilecta para los pintores a causa de sus tonos y de su luminosidad.

El lugar en el que ejerció su apostolado episcopal se llama Vence.

Era hijo de Euquerio, obispo de Lyon, y tenía un hermano que se llamaba Solonio.

El padre ayudó incansablemente con su entrega y su buen ejemplo a que sus hijos fueran santos en el episcopado.

Para prepararlos bien, los envió al monasterio mejor de aquellos contornos, el de Lérins.

Con el tiempo, y dada su buena preparación intelectual y religiosa, fueron nombrados respectivamente obispo de Vence y de Ginebra.
Los Papas los aprecian mucho, sobre todo León I e Hilario.

Verano les escribía a menudo. En una de sus cartas, les decía:"Yo, Verano, le escribe al Papa, al que represento en el apostolado; le escribo a su beatitud y le ruego que rece por mí".

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Teodoro el Estudita, Santo Abad, 11 Noviembre  

Teodoro el Estudita, Santo

San Platón, Abad del monasterio de Simbóleon en el Monte Olimpo, en Bitinia, tenía un cuñado cuyos tres hijos fueron a establecerse en sus posesiones de Sakkoudion, cerca del Monte Olimpo, para llevar ahí vida eremítica.

El más fervoroso de los tres hermanos era el mayor de ellos, Teodoro, quien iba cumplir veintidós años. Los jóvenes persuadieron a San Platón para que renunciase al gobierno de su abadía y se encargase de gobernar a los ermitaños de Sakkoudion. Más tarde, San Teodoro fue enviado a Constantinopla para recibir la ordenación sacerdotal. El joven hizo tales progresos en la virtud y el saber, que su tío Platón le confió la dirección de la comunidad con el consentimiento unánime.

El joven emperador Constantino IV se divorció de su esposa y se casó Teódota, que era pariente de San Platón y San Teodoro. Ambos protestaron contra ese abuso. Constantino, que deseaba ganarse a Teodoro, le hizo promesas y trató especialmente bien a sus parientes. Como no obtuvo ningún resultado, Constantino fue entonces a los baños de Brusa, cerca Sakkoudion, con la esperanza de que San Teodoro fuese a hacerle una visita de cumplimiento; pero ni el abad, ni ninguno de sus monjes se presentaron a recibirle.

El emperador regresó furioso a su palacio e inmediatamente envió pelotón de soldados con órdenes de desterrar a Teodoro y a sus demás seguidores. Todos fueron desterrados a Tesalónica, donde se publicó un edicto que prohibía a los habitantes darles asilo y ayudarlos, de suerte que ni los monjes de la región se atrevieron a tenderles la mano.

San Platón, ya muy anciano, fue encerrado en una celda en Constantinopla. San Teodoro le escribió desde Tesalónica un relato del viaje, en el que le contaba las vicisitudes por las que habían atravesado él y sus compañeros y expresaba su admiración por su antiguo maestro.

El exilio sólo duró algunos meses. La forma en que terminó, es un ejemplo característico de la ambición brutal que reinaba ahí en aquélla época. En efecto, el año 797, Irene, la madre del emperador, destronó a su hijo y mandó sacarle los ojos. Irene, que reinó seis años, llamó del destierro a Teodoro y sus compañeros.

El santo regresó a Sakkoudion y reorganizó el monasterio, pero el año 799, como el monasterio era una presa fácil para los árabes, los monjes se refugiaron dentro las murallas de la ciudad.

Entonces, se confió a San Teodoro la dirección del célebre monasterio de Studios, que el cónsul Studius había construido el año 463, en un viaje que hizo de Roma a Constantinopla. Constantino Coprónimo había expulsado a los monjes, de suerte que cuando llegó San Teodoro apenas había una docena.

Bajo su gobierno, el monasterio llegó a tener un millar de habitantes, entre monjes y criados. En materia de legislación monástica, Teodoro fue quien más contribuyó a desarrollar la tradición procedente San Basilio. San Atanasio el Lauriota aplicó la legislación de San Teodoro en el Monte Athos y de ahí se extendió a Rusia, Bulgaria y Servia, donde todavía es la base de la vida monástica.

San Teodoro fomentó los estudios y las artes; la escuela de caligrafía que fundó fue famosa durante largo tiempo. Los escritos del santo constituyen una serie de sermones, instrucciones, himnos litúrgicos y tratados de ascética monástica, en los que se muestra muy moderado, si se le compara con otros orientales.

El santo dijo en cierta ocasión a un ermitaño: "No practiquéis la austeridad para satisfacer vuestro amor propio. Comed pan, bebed alguna vez, usad zapatos en invierno y comed carne cuanto os haga falta." Teodoro gobernó apaciblemente el monasterio durante ocho años, en medio del remolino de la política imperial, hasta que la cuestión del adulterio de Constantino volvió a surgir.

El emperador Nicéforo I eligió al futuro San Nicéforo, que era entonces laico, para ocupar la sede patriarcal de Constantinopla. Como San Nicéforo no había recibido las órdenes, San Teodoro, San Platón y otros monjes se opusieron al nombramiento. El emperador los tuvo presos durante veinticuatro días, al cabo de los cuales, a instancias de Nicéforo y de un reducido grupo de obispos, restituyó la jurisdicción al sacerdote José, que había sido degrado por haber bendecido el matrimonio de Constantino IV con Teódota. San Teodoro y otros se negaron a mantener la comunión con José y a aceptar la decisión de que el matrimonio había sido válido. Así pues, San Teodoro, San Platón y José (que era hermano de San Teodoro y arzobispo de Tesalónica) , fueron aprisionados en la Isla de la Princesa. Teodoro explicó el asunto por carta al Papa, y San León III le, contestó alabando su prudencia y su constancia. Los enemigos de Teodoro habían hecho correr en Roma el rumor de que este había caído en la herejía y estaba despechado por no haber sido nombrado patriarca, de suerte que San León III prefirió abstenerse de un juicio definitivo. Los monjes estuditas fueron dispersados en diferentes monasterios y muy matratados. El destierro de San Teodoro y sus compañeros duró dos años, hasta la muerte del emperador Nicéforo, ocurrida el año 811

Teodoro y el patriarca Nicéforo se reconciliaron, ya que su actitud en el doloroso problema de la veneración de las imágenes era idéntica. En nuestro artículo sobre San Nicéforo (13 de marzo) hemos dado ya ciertos detalles sobre la segunda persecución iconoclastaque tuvo lugar durante el reinado de Leo V, el Armenio. San Teodoro negó abiertamente que el emperador tuviera derecho a inmiscuirse en los asuntos eclesiásticos y, el Domingo de Ramos cuando San Nicéforo había sido ya expulsado, ordenó a sus monjes que saliesen a la calle en solemne Procesión con las sagradas imágenes, cantando un himno que comienza así: "Reverenciamos tu sagrada imagen, bendito santo." Desde ese momento, San Teodoro se convirtió en el jefe del movimiento ortodoxo. Como continuase en la defensa del culto a las imágenes, el emperador le desterró a Misia, desde donde continuó exhortando a los fieles por cartas de las que se conservan algunas. Cuando se descubrió su correspondencia, el emperador le desterró a Bonita, en la Anatolia, y mandó decir al carcelero, Nicetas, que flagelase a su víctima. Aquél vio conmovido la alegría con que San Teodoro se despojaba de su túnica y ofrecía al látigo su cuerpo consumido por los ayunos y, lleno de compasión, hizo salir de la mazmorra a todos los presentes, colocó una zalea de borrego sobre el lecho del santo y descargó sobre ella los golpes para que los oyesen los que se hallaban afuera. Finalmente, Nicetas se rasguñó los brazos para manchar con su sangre el látigo y salió a mostrarlo a los otros. San Teodoro pudo escribir más cartas a los fieles, a los patriarcas y una al Papa Pascual, a quien decía: "Escucha, obispo apostólico, pastor que Dios ha puesto para guiar el rebaño de Jesucristo: tú has recibido las llaves del Reino de los Cielos, tú eres la piedra sobre la que ha sido edificada la Iglesia, tú eres Pedro, puesto que ocupas su sede. Ven en ayuda nuestra". El Pontifice escribió a Constantinopla algunas cartas, que resultaron infructuosas.

Entonces, San Teodoro le escribió para agradecerle con estas palabras: "Tú has sido desde el principio la fuente pura de la ortodoxia, tú eres el puerto seguro de la Iglesia universal, su amparo contra las acometidas de los herejes y la ciudad de refugio que Dios nos ha dado".

San Teodoro y su fiel discípulo Nicolás, estuvieron presos en Bonita du :rante tres años. Sus sufrimientos eran indecibles: en el invierno, el frío era muy intenso; en el verano, se ahogaban de calor y padecían hambre y sed, pues los guardias sólo les echaban por una claraboya un trozo de pan cada tercer día. San Teodoro afirma que muchas veces creyó morir de hambre y añade: Pero Dios es todavía demasiado misericordioso con nosotros." Probablemente hubiesen muerto de hambre, si un oficial de la corte que visitó la cárcel por casualidad, no hubiese ordenado que se les diese bien de comer. El emperador interceptó una carta en la que el santo exhortaba a los fieles a desafiar a la infame secta de los iconoclastas, ordenó al prefecto del oriente que castigase al autor. El prefecto no se dejó ganar por la compasión, como el carcelero Nicetas y mandó azotar al monje Nicolás, a quien Teodoro había dictado la carta, y a éste le condenó a sufrir cien azotes. Después de la tortura, los verdugos dejaron al santo tirado en el suelo durante largo tiempo, expuesto a los rigores del frío de febrero. San Teodoro no pudo comer ni dormir durante muchos días y, si escapó con vida, fue gracias a Nicolás que olvidó sus propios sufrimientos, le alimentó gota a gota con una cucharita y le vendó sus heridas, no sin antes cortarle los trozos de carne infectada en las llagas. San Teodoro sufrió lo indecible durante tres meses. Antes de que estuviese totalmente restablecido, se presentó un oficial imperial con el encargado de conducirle a Esmirna, junto con Nicolás. Durante el día caminaban a marchas forzadas y, por la noche, se los encadenaba.

El arzobispo de Esmirna, que era un iconoclasta furibundo, mandó vigilar estrechamente al santo y llegó a decirle que iba a pedir que el emperador le mandase decapitar o, por lo menos, cortarle la lengua. Pero la persecución terminó el año 820 con el asesinato de quien la había provocado. El sucesor de Leo, Miguel el Tartamudo, fingió al principio suma moderación y levantó las sentencias de destierro. San Teodoro el Estudita regresó al cabo de siete años de prisión y escribió una carta de agradecimiento al emperador, exhortándole permanecer unido a Roma -la primera de las Iglesias- y a permitir el culto de las imágenes. Pero Miguel se negó a permitir el culto de las imágenes y a devolver sus cargos al patriarca, al abad de Studios y a todos los prelados ortodoxos que no estuviesen de acuerdo con esa medida. San Teodoro, después de hacer vanos intentos por convencer al emperador, partió de Constantinopla (en realidad era una forma de destierro) e hizo un recorrido por los monasterios de Bitinia para alentar y reconfortar a sus partidarios, "El invierno ha pasado ya -les decía-, pero aún no ha llegado la primavera. El cielo se despeja hay buenas esperanzas. El fuego está ya apagado, pero las cenizas humean todavía." La influencia de San Teodoro llegó a ser tan grande, que los monjes en general y los estuditas en particular se convirtieron en el baluarte de la ortodoxia. Algunos de los discípulos del santo fueron a reunirse con él en monasterio de la península de Akrita. A principios de noviembre de 826, San Teodoro enfermó ahí. Al cuarto día de su enfermedad, pudo ir hasta la iglesia a celebrar el santo sacrificio, pero el mal fue en aumento, y el santo dictó a su secretario sus últimas instrucciones. Dios le llamó a Sí el siguiente domingo 11 de noviembre. Sus restos fueron transportados al monasterio de Studios dieciocho años más tarde.

En el oriente hay gran veneración por San Teodoro el Estudita. El Matirologio Romano dice que es "famoso en toda la Iglesia". El santo merece elogio como legislador monástico, como defensor de la suprema autoridad Roma y como valiente propugnador del culto de las imágenes, por el que sufrió. San Teodoro hizo la guerra a los iconoclastas por motivos teológicos no porque considerara las imágenes como un adorno esencial de las iglesias, ya que desaprobaba absolutamente la representación pictórica de los vicios, de las virtudes y otros "excesos injustificados de la fantasía religiosa". Por otra parite, no creía que la devoción a las imágenes fuese absolutamente necesaria (él mismo parece haberla practicado muy poco), sino sólo una ayuda para los "hermanos más débiles". En sus instrucciones sobre la oración habla de la unión de mente y el corazón con Dios sin la ayuda exterior de las imágenes. Pero comprendía claramente que negar la validez del culto a las imágenes, equivalía negar la validez de ciertos principios teológicos esenciales. Se conservan muchos escritos de San Teodoro, entre los que hay cartas, tratados sobre la vida monástica y el culto de las imágenes, sermones y cierto número de himnos. Dichos escritos reflejan su integridad y despego del mundo, que rayan en ese puritanismo que caracterizó a muchos de sus discípulos y que en algunos de sus sucesores llegó a extremos que turbaron la paz de la Iglesia.

En PG., vol. XCIX, hay dos biografías de San Teodoro y otros documentos relerentes a él, así como sus escritos. Su vida estuvo tan íntimamente relacionada con las controversias de la época que, para comprenderla, hay que referirse a las obras de historia general de Iglesia.
Véase Pargoire, L´Eglise Byzantine de 527 a 874 (1923); Hefele-Leclercq, Histoire des Concites, particularmente lib. 18, vol. III, pte. 2; Mons. Mann, Lives of the Popes vol. II, pp. 795-858; y Bréhier, La Querelle des lmages (1904). Entre las obras más directamente relacionadas con San Teodoro, mencionaremos a J. Hausherr, St Théodore.,. d´apres ses catécheses (1926), en la colección Orientalia Christiana, n. 22; Alice Gardner Teodore of Studium (1905); H. Martin, St Théodore (1906); Dobschütz, Methodius una Studiten, en Byzantinische Zeitschrilt, vol. XVIII (1909), pp. 41-105; y G. A. Schn´ Der hl. Theodor van Studion (1900). En Analecta Bollandiana hay varios artículos San Teodoro. El P. C. Van de Vorst publicó por primera vez el elogio del santo Teófanes (vol. XXXI, 1912) y otro texto griego sobre la traslación de sus reliquias ( XXXII), así como un estudio de sus relaciones con Roma y otro sobre el "catecismo breve de San Teodoro (vol. XXXIlI). Véase también en DAR., el artículo sobre la actitud del santo en la controversia iconoclasta (vol. VII, cc. 272-284). El príncipe Max de Sajonia publicó una excelente semblanza de tipo popular, titulada Der hl. Theodor (1929); y cf. N. H. Baynes y C. L. B. Moss, Brzantium (1948).

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Fuente: Acoantioquena.com
Menas de Egipto, Santo Mártir, 11 Noviembre  

Menas de Egipto, Santo

El Gran Mártir Menas, era egipcio de nacimiento, funcionario militar y sirvió en la región de Konya de Frigia bajo el centurión Firmiliano durante el reinado de los emperadores Diocleciano (284-305) y Maximiano (305-311). Cuando los emperadores empezaron la persecución más atroz contra cristianos en la historia, el santo se negó a servir a estos perseguidores. Menas se quitó el cinturón del uniforme (una señal de línea del ejército) y se retiró a una montaña dónde vivió una vida ascética de ayuno y oración.

Cierta vez él bajo a la ciudad durante una fiesta pagana. En medio del auge de los juegos el santo levantó su voz, predicando la fe en Cristo, el Salvador del mundo. Fu llevado entonces ante el prefecto Pirrus, ante quien el santo valientemente confesó su fe, diciendo que él había venido a denunciar la impiedad. El prefecto se llenó de ira, y Menas fue arrestado.

Pirrus ofreció devolverle el rango que tenía en el ejército si Menas ofrecía el sacrificio a los dioses paganos. Cuando éste se negó, lo sometió a crueles torturas, y luego fue decapitado. Esto ocurrió en el año 304.

Algunos cristianos recogieron las reliquias del mártir de noche y las escondieron hasta el fin de la persecución. Después, lo llevaron a Egipto y las colocaron en una Iglesia dedicada al Santo Menas, al sudoeste de Alejandría.

El santo recibió la gracia de Dios de realizar milagros, y ayudar a quienes padecen necesidad: Sanar enfermedades, librar a las personas poseídas por demonios. Y es solicitado como protector, sobre todo durante tiempos de guerra.

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Fuente: Vatican.va
Marina Omura, Santa Virgen y Mártir, 11 Noviembre  

Marina Omura, Santa

japonesa. En 1626 ingresa en la Tercera Orden Dominicana, siendo de gran ayuda para los misioneros.

Arrestada en 1634, es sometida a vergonzosas humillaciones y finalmente conducida a la hoguera, dando un sublime ejemplo de "mujer fuerte".

Son muy escasos los datos que se conocen sobre el na­cimiento, bautismo y familia de esta insigne mártir de Ja­pón. Sus biógrafos nos dicen de ella que "era ejemplo para todos los cristianos de Omura".

Se dice también de ella que su caridad era tal, que su casa era el refugio tanto de los misioneros como de los cristianos persegui­dos. Allí acudían cuantos se hallaban en el trance de la prueba para recobrar el áni­mo y las fuerzas perdidas.

Para ver más sobre sus 15 compañeros mártires en Japón haz "click"
AQUI

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Fuente: virgenperegrinalosangeles.blogspot.com
Vicenta María (Luisa) Poloni, Beata Fundadora, 11 de noviembre  

Vicenta María (Luisa) Poloni, Beata

Martirologio Romano: En Verona, Italia, beata Vicenta María Poloni, fundadora del Instituto de las Hermanas de la Misericordia de Verona. (1855)

Etimológicamente: Vicenta = Aquella que es vencedora, es de origen latino.

Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es de origen hebreo.

 

El 21 de septiembre de 2008 fue beatificada Vicenta María Poloni

Vicenta María Poloni, fundadora del Instituto Hermanas de la Misericordia de Verona, nacida en Verona el 26 de enero de 1802 y muerta el 11 de noviembre de 1855.

La casa donde nació Luisa (Luigia) Poloni se encuentra en el número 8 de la "Piazza delle Erbe", donde los padres atienden un negocio de comestibles y herboristería. Su familia, sustentada por profundos principios cristianos y tocada por muchos acontecimientos dolorosos, es para Luigia el lugar más rico de estímulos y de formación. Su inteligencia práctica y concreta, su actitud reservada y amable, cualidades que la caracterizan, facilitan su disposición al servicio serio y gratuito. Desde muy joven, se entrega a los hermanos en grave necesidad y a los numerosos sobrinos que la ven como a una mamá. Tras la muerte del padre, graves problemas económicos desequilibran a la familia. Luigia entonces desarrolla y practica cualidades de manager, en la conducción y en lo administrativo de la familia, sin descuidar la asistencia como voluntaria, en la Institución del Asilo de ancianos de la ciudad. El sacerdote
Carlos Steeb, su director espiritual, que la aprecia mucho y confía en sus cualidades, le dice: "Hija mía, el Señor la quiere Fundadora de un Instituto de Hermanas de la Misericordia, ninguna dificultad la atemorice o la detenga, para Dios nada es imposible". Luigia, segura de que su camino, ya marcado por una caridad insomne, va hacia un designio que solo Dios conoce, con sencillez y confianza filial en el Padre misericordioso, contesta: "Yo soy la más incapaz de todos pero el Señor se sirve, a veces, de los instrumentos más débiles para llevar a cabo sus designios: que se cumpla su voluntad".

El 2 de noviembre de 1840, Luigia Poloni, avalada y acompañada por el padre Carlos Steeb, inicia el Instituto de Hermanas de la Misericordia. Su servicio humilde y precioso a las personas ancianas y a los huérfanos abandonados, encuentra su más alta expresión en el servicio de Madre y Maestra de numerosas jóvenes que, imitando su ejemplo, aprenden a donar en la humildad, sencillez y caridad su vida a Dios como hermanas de la Misericordia. Luigia Poloni, que al emitir los votos religiosos toma el nombre de hermana Vicenta María, muere el 11 de noviembre de 1855, dejando como último testamento de su afecto hacia sus hermanas una sola cosa: La caridad.

Instituto Hermanas de la Misericordia de Verona, fundado el 2 de noviembre de 1840 en Verona, Italia, por el beato Carlos Steeb (su conmemoración el 15 de diciembre), y la beata Madre Vicenta María Poloni, el Instituto Hermanas de la Misericordia de Verona tiene como carisma honrar a Nuestro Señor Jesucristo, sirviéndolo corporal y espiritualmente en las personas de los pobres, niños, jóvenes, ancianos, enfermos, encarcelados y abandonados, mediante sus actividades y obras en escuelas, parroquias, hospitales, asilos para ancianos, salas de primeros auxilios en barrios necesitados, cárceles.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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