JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
"El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes que tomando sus lámparas salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron frascos de aceite con sus lámparas. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un grito:
"¡Ya viene el esposo, salgan a su encuentro!"
Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las descuidadas dijeron a las previsoras:
"Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando".
Las previsoras les contestaron:
"No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras; vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo".
Mientras aquéllas iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron:
"Señor, señor, ábrenos".
Pero él les respondió:
"Yo les aseguro que no las conozco".
Por eso, estén preparados, porque no saben el día ni la hora".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
vie 21a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Vi al Señor sentado en un trono excelso; lo adoraban una multitud de ángeles que cantaban a una sola voz: "Este es Aquél cuyo poder permanece eternamente".
Oración Colecta
Oremos:
Escucha, Señor, con bondad las súplicas de tu pueblo, y concédenos luz para conocer tu voluntad y fortaleza para cumplirla.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los hombres, pero sabiduría de Dios para los llamados
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 17-25
Hermanos: No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio, y esto no con sabiduría de palabras para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. En efecto, la predicación de la cruz es locura para los que van por el camino de la perdición; en cambio, para los que van por el camino de la salvación, para nosotros, es fuerza de Dios. Por eso dice la Escritura: Anularé la sabiduría de los sabios e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes.
¿Acaso hay entre ustedes algún sabio, erudito o filósofo? ¿Acaso no ha demostrado Dios que tiene por locura la sabiduría de este mundo? En efecto, puesto que mediante su propia sabiduría el mundo no reconoció a Dios en las obras de su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la predicación de la locura del Evangelio.
Por su parte, los judíos exigen señales milagrosas y los paganos piden sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para los paganos; en cambio, para los llamados, sean judíos o paganos, Cristo es fuerza y sabiduría de Dios. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres; y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza de los hombres.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 32, 1-2.4-5.10ab y 11
El amor del Señor llena la tierra.
Que los justos aclamen al Señor, es propio de los justos alabarlo; demos gracias a Dios al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos.
El amor del Señor llena la tierra.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
El amor del Señor llena la tierra.
Frustra el Señor los planes de los pueblos y hace que se malogren sus designios; los proyectos de Dios duran por siempre; los planes de su amor, todos los siglos.
El amor del Señor llena la tierra.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo del hombre.
Aleluya.
Evangelio
Ya viene el esposo, salgan a su encuentro
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
"El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes que tomando sus lámparas salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron frascos de aceite con sus lámparas. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un grito:
"¡Ya viene el esposo, salgan a su encuentro!"
Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las descuidadas dijeron a las previsoras:
"Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando".
Las previsoras les contestaron:
"No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras; vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo".
Mientras aquéllas iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron:
"Señor, señor, ábrenos".
Pero él les respondió:
"Yo les aseguro que no las conozco".
Por eso, estén preparados, porque no saben el día ni la hora".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, el sacrificio que vamos a ofrecerte, y, por sus méritos, escucha nuestras filiales
oraciones y santifica toda nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Restauración universal en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en el.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Señor, en ti está la fuente de la vida y tu luz nos hace ver la luz.
Oración después de la Comunión
Oremos:
A quienes has alimentado con tus sacramentos, concédeles, Dios todopoderoso, servirte con una vida que te sea agradable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
21ª semana. Viernes
EL ACEITE DE LA CARIDAD
— El aceite que mantiene encendida la luz de la caridad es la intimidad con Jesús.
— El brillo de las buenas obras.
— Ser luz para los demás.
I. El Evangelio de la Misa1 nos relata una costumbre judía; el Señor la emplea para darnos una enseñanza acerca de la vigilancia que hemos de tener sobre nosotros mismos y sobre los demás. Nos dice Jesús: El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que tomando sus lámparas salieron a recibir al esposo... Estas vírgenes son las jóvenes no casadas, damas de honor de la novia, que esperan en casa de esta al esposo. La enseñanza se centra en la actitud que se ha de tener a la llegada del Señor. Él viene a nosotros, y debemos aguardarle con espíritu vigilante, despierto el amor, pues –dice San Gregorio Magno comentando esta parábola– “dormir es morir”2.
Cinco de estas vírgenes –leemos en la parábola– eran necias, pues no llevaron consigo el aceite necesario, por si tardaba en llegar el esposo. Las otras cinco fueron previsoras, prudentes, y junto con las lámparas llevaron aceite en sus alcuzas. Unas y otras se durmieron, pues la espera fue larga. Pero cuando a medianoche se oyó la voz: Ya está ahí el esposo, solo las que habían llevado el aceite se encontraron preparadas y pudieron participar en las bodas. Las otras, a pesar de sus esfuerzos, quedaron fuera.
El Espíritu Santo nos enseña que no basta haber iniciado el camino que nos lleva a Cristo: es preciso mantenernos en él con un alerta continuo, porque la tendencia de todo hombre, de toda mujer, es la de suavizar la entrega que lleva consigo la vocación cristiana. Casi sin darnos cuenta, se introduce en el alma el deseo de hacer compatible el seguir de cerca a Cristo con un ambiente aburguesado. Es necesario estar atentos porque puede ser muy fuerte la presión de un ambiente que tiene como norma de vida la búsqueda insaciable del confort y de la comodidad. Entonces seríamos semejantes a esas vírgenes, inicialmente llenas de buen espíritu, pero que se cansan pronto y no pueden salir a recibir al Esposo, para lo que se habían estado preparando toda la jornada. Si no estuviéramos alerta, el Señor nos encontraría sin el brillo de las buenas obras, dormidos, con la lámpara apagada. ¡Qué pena si un cristiano, después de años y años de lucha, se encontrara al final de su vida con que sus actos carecieron de valor sobrenatural porque les faltó el aceite del amor y de la caridad! No olvidemos que la luz de la caridad debe informar las relaciones familiares, sociales..., el trato con los amigos, con los clientes, con esas personas que encontramos ocasionalmente.
La virtud teologal de la caridad debe alumbrar siempre nuestros actos, en toda circunstancia, en todo momento: cuando nos encontramos bien y en la enfermedad, y en el cansancio, y en el fracaso; entre personas de trato amable y con quienes la convivencia resulta más áspera o difícil; en el trabajo, en la familia..., siempre. “En el alma bien dispuesta hay siempre un vivo, firme y decidido propósito de perdonar, sufrir, ayudar y una actitud que mueve siempre a realizar actos de caridad. Si en el alma ha arraigado este deseo de amar y este ideal de amar desinteresadamente, tendrá con ello la prueba más convincente de que sus comuniones, confesiones, meditaciones y toda su vida de oración están en orden y son sinceras y fecundas”3.
El aceite que mantiene encendida la caridad es la oración cuidada y llena de amor: la intimidad con Jesús. No es difícil observar que la caridad no se vive frecuentemente, incluso entre muchos que tienen el nombre de cristianos. “Pero, considerando las cosas con sentido sobrenatural, descubrirás también la raíz de esa esterilidad: la ausencia de un trato intenso y continuo, de tú a Tú, con Nuestro Señor Jesucristo; y el desconocimiento de la obra del Espíritu Santo en el alma, cuyo primer fruto es precisamente la caridad”4.
II. El seguimiento de Cristo nace del Amor y en el Amor encuentra su alimento. El aburguesamiento constituye un fracaso de esos deseos grandes de seguir al Maestro; tenemos que ser muy sinceros con Dios y con nosotros mismos, para estar siempre abiertos a sus requerimientos, combatiendo el egoísmo. Quien se apega a una vida cómoda, quien rehúye la abnegación y el sacrificio o se deja llevar solo por ansias de satisfacciones personales, no encontrará las fuerzas necesarias para darse a Dios y a los demás con todo el corazón y con toda el alma.
“Hay también otros que afligen su cuerpo con la abstinencia, pero de esa misma abstinencia suya solicitan favores humanos; se dedican a enseñar, dan muchas cosas a los indigentes; pero en realidad son vírgenes necias, porque solo buscan la retribución de la alabanza pasajera”5. Son aquellos a quienes falta rectitud de intención: sus obras quedan vacías.
El Señor nos pide perseverancia en el amor, que ha de ir creciendo siempre, sintiendo en cada época y situación la alegría de servir a Cristo. Esforzaos y fortaleced vuestro corazón todos los que esperáis en Yahvé6, nos aconseja el Espíritu Santo. Sin desánimos, perseverantes en el esfuerzo diario, para que el Amor nos encuentre preparados cuando venga. “¿Acaso no son estas vírgenes prudentes –comenta San Agustín– las que perseveran hasta el fin? Por ninguna otra causa, por ninguna otra razón se las habría dejado entrar sino por haber perseverado hasta el final... Y porque sus lámparas arden hasta el último momento, se les abren de par en par las puertas y se les dice que entren”7: han alcanzado el fin de sus vidas.
Cuando el cristiano pierde esa actitud atenta, cuando cede al pecado venial y deja que se enfríe el trato de amistad con Cristo, se queda a oscuras; sin luz para sí mismo y para los demás, que tenían derecho al influjo de su buen ejemplo. Cuando se va dejando a un lado el espíritu de mortificación y se descuida la oración..., la luz languidece y acaba por apagarse, “y después de tantos trabajos, después de tantos sudores, después de aquella valiente lucha y de las victorias conseguidas contra las malas inclinaciones de la naturaleza, las vírgenes fatuas hubieron de retirarse avergonzadas, con sus lámparas apagadas y la cabeza baja”8. No está el amor a Dios en haber comenzado –incluso con mucho ímpetu–, sino en perseverar, en recomenzar una y otra vez.
Las fatuas “no es que hayan permanecido inactivas: han intentado algo... Pero escucharon la voz que les responde con dureza: no os conozco (Mt 25, 12). No supieron o no quisieron prepararse con la solicitud debida, y se olvidaron de tomar la razonable precaución de adquirir a su hora el aceite. Les faltó generosidad para cumplir acabadamente lo poco que tenían encomendado. Quedaban en efecto muchas horas, pero las desaprovecharon.
“Pensemos valientemente en nuestra vida. ¿Por qué no encontramos a veces esos minutos, para terminar amorosamente el trabajo que nos atañe y que es el medio de nuestra santificación? ¿Por qué descuidamos las obligaciones familiares? ¿Por qué se mete la precipitación en el momento de rezar, de asistir al Santo Sacrificio de la Misa? ¿Por qué nos faltan la serenidad y la calma, para cumplir los deberes del propio estado, y nos entretenemos sin ninguna prisa en ir detrás de los caprichos personales? Me podéis responder: son pequeñeces. Sí, verdaderamente: pero esas pequeñeces son el aceite, nuestro aceite, que mantiene viva la llama y encendida la luz”9.
El deseo de amar siempre más a Cristo, la lucha contra los defectos y flaquezas, recomenzando una y otra vez, es lo que mantiene encendida la llama, es el aceite de la vasija, que no permite que se apague el brillo de la caridad. El Señor nos espera en el trabajo, en la familia, en la diversión... Somos todo de Él, en cualquier situación en la que nos hallemos. El brillo de la caridad debe lucir siempre.
III. De esa actitud vigilante que el Señor desea que mantengamos en el corazón han de beneficiarse quienes están más cerca. Es mucho lo que pesa en ocasiones un ambiente movido por una concepción puramente material de la vida y los malos ejemplos de quienes tendrían que ser señales indicadoras; es mucha, a veces, la inclinación de las pasiones “que tiran para abajo”..., pero puede más la fuerza de la caridad bien vivida. Frater qui adiuvatur a fratre, quasi civitas firma10, el hermano ayudado por su hermano es tan fuerte corno una ciudad amurallada, que el enemigo no puede asaltar. Es mayor el poder del bien que el del mal. De aquí la importancia de nuestra vida: es necesario que seamos como lámparas encendidas, que alumbren el camino de muchos.
Debemos amparar y proteger a esas personas con las que el Señor ha querido que tengamos unos vínculos más estrechos y un trato particular..., y a la humanidad entera, con los cuidados de una fraternidad bien vivida: ayudándoles diariamente con la oración, avisándoles oportuna y delicadamente a través de la corrección fraterna cuando nos demos cuenta de que en su vivir se están introduciendo modos y costumbres que desdicen de un buen cristiano, con un consejo que les ayuda a mejorar su vida familiar o profesional, con una palabra de aliento en momentos de desánimo, comprendiendo sus errores y defectos y ayudándoles a superarlos... Hasta con el saludo podemos hacerles bien, pues “el saludo –dice Santo Tomás– es cierta especie de oración”11: en él deseamos la paz de su alma, que Dios esté con ellos...
Frater qui adiuvatur a fratre quasi civitas firma, el hermano ayudado por su hermano es tan fuerte como una ciudad amurallada. Si nos dejamos ayudar y nos damos de verdad a quienes están a nuestro lado podremos esperar a Cristo que llega y nos introducirá en el banquete de bodas, en el Amor sin medida y sin fin.
1 Mt 25, 1-13. — 2 San Gregorio Magno, Homilías sobre los Evangelios, 12, 2. — 3 B. Baur, En la intimidad con Dios, p. 247. — 4 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 236. — 5 San Gregorio Magno, o. c., 12, 1. — 6 Sal 30, 25. — 7 San Agustín, Sermón 93, 6. — 8 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre los Evangelios, 78, 2. — 9 San Josemaría Escrivá, o. c., 41 — 10 Cfr. Liturgia de las Horas, II, p. 221. Preces Visperae. Prov 18, 19. — 11 Santo Tomás, Catena Aurea, vol. I, p. 334.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Ramón Nonato
Cardenal
Año 1240
San Ramón Nonato: te rogamos
por todos los católicos que tienen que sufrir
por defender nuestra santa religión.
Se le llama Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su madre. Ella murió al dar a luz. Después de la muerte le hicieron cesárea para que el niño pudiera nacer.
Ramón significa: "protegido por la divinidad" (Ra=divinidad. Mon=protegido). San Ramón nació en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró en la Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel. Lo recibió el mismo San Pedro Nolasco, fundador de la Comunidad.
Pocos años después de haber entrado de religioso fue enviado con una gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que estaban esclavizados por los musulmanes en Africa. Allá gastó todo el dinero en conseguir la libertad de muchos cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido llevados secuestrados por los enemigos de nuestra religión.
Cuando se le acabó el dinero se ofreció el mismo a quedarse como esclavo, con tal de que libertaran a algunos católicos que estaban en grave peligro de perder su fe y su religión por causa de los atroces castigos que los mahometanos les infligían.
Como entre los musulmanes está absolutamente prohibido hablar de la religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la religión a sus compañeros de esclavitud y aun hasta a algunos mahometanos, le dieron terribles tormentos y lo azotaron muchas veces hasta dejarlo casi muerto. Y al fin, como no se callaba, le amarraron la cara a una correa a la cual le echaron candado, para que no pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a comer.
El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera a España y le llevara más dinero para rescatar cristianos, lo dejó en libertad. Pero se dedicó a hablar de nuestra religión a cuantas más personas podía. Esto hizo arder en cólera a los mahometanos y lo volvieron a encarcelar y a atormentar. Al fin San Pedro Nolasco envió a algunos de sus religiosos con una fuerte suma de dinero y pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.
Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.
El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y murió. Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona para el cielo.
A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.
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Aristide Marciano, Santo Apologista, 31 de agosto
Apologista Martirologio Romano: En Atenas, san Aristídes, filósofo, notabilísimo por su fe y por su ciencia, que dedicó algunos de sus libros sobre la religión cristiana al emperador Adriano (c. 150). Este joven debió vivir allá por la primera mitad del siglo II. |
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Francisco Piani de Caldarola, Beato Confesor, 31 de agosto
Fecha de beatificación: Fue beatificado por el Papa Urbano VII en el año 1634. Francisco fue un confesor del siglo XVI. |
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Fuente: Mercaba.org
Dominguito del Val, Santo Patrono de los monaguillos, 31 de agosto
4 Patrono de los monaguillos Martirologio Romano: En la ciudad de Zaragoza, en la región de Aragón, memoria de santo Domingo del Val, mártir (1250). Dominguito del Val nació en Zaragoza, la ciudad de la Virgen y de los Innumerables Mártires, el año 1243. Era rey de Aragón Jaime el Conquistador, vicario de Cristo en Roma, Inocencio IV, y obispo de Zaragoza, Arnaldo de Peralta. Media España estaba bajo el dominio de los moros y en cada pecho español se albergaba un cruzado. |
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Fuente: Vatican.va
Pedro (Pere) Tarrés, Beato Sacerdote, 31 de agosto
Fecha de beatificación: Fue beatificado el 5 de septiembre de 2004. Pere Tarrés i Claret nace el 30 de mayo de 1905 en Manresa, provincia de Barcelona, Cataluña (España).Sus padres Francesc Tarrés Puigdellívol y Carme Claret Masats eran creyentes y ejemplares; tienen otras dos hijas, Francisca y María. Pere es bautizado el 4 de junio en la parroquia de la Virgen del Carmen. |
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Aidano de Lindisfarne, Santo Obispo, 31 de agosto
Obispo Martirologio Romano: En Lindisfarne, de Northumberland, san Aidano, obispo y abad, varón de suma mansedumbre, piedad y recto gobierno, que, llamado del monasterio de Iona por el rey Osvaldo, estableció allí su sede episcopal y un monasterio, para dedicarse con eficacia a la evangelización de aquel reino (651). Todo lo que se conoce de la figura de Aidano, monje, abad y obispo de Lindisfarne, muerto el año 651, está asociado a su obra como misionero en el reino de Northumbria, y puede hallarse tan sólo en las páginas que Beda le dedica es su Historia. Bibliografía: Diccionario de los santos |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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