lunes, 6 de agosto de 2012

Martes 07 de Agosto de 2012. San Cayetano ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36

Gloria a ti, Señor.

Después que se sació la gente, Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió a la montaña para orar a solas. Al llegar la noche estaba allí solo.
La barca, que estaba ya muy lejos de la orilla, era sacudida por las olas, porque el viento era contrario. Antes de la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Los discípulos, al verlo caminar sobre el lago, se asustaron y decían:
"Es un fantasma".
Y se pusieron a gritar de miedo. Pero Jesús les dijo enseguida:
"¡Animo! Soy yo, no teman".
Pedro le respondió:
"Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas".
Jesús le dijo:
"Ven".
Pedro saltó de la barca y, caminando sobre las aguas, iba hacia Jesús. Pero al sentir la violencia del viento se asustó y, como empezaba a hundirse, gritó:
"¡Señor, sálvame!"
Jesús le tendió la mano, lo levantó y le dijo:
"¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?"
Subieron a la barca, y el viento amainó. Y los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo:
"Verdaderamente eres Hijo de Dios".
Después de atravesar el lago, llegaron hasta la orilla de Genesaret. Al reconocerlo los habitantes del lugar, difundieron la noticia por toda aquella región y le trajeron todos los enfermos. Le suplicaban que les dejara tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

mar 18a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras; y pues eres mi baluarte y mi refugio, acompáñame y guíame.

Oración colecta

Oremos:
Señor nuestro, que prometiste venir y hacer tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos la rectitud y sinceridad de vida que nos hagan dignos de esa presencia tuya.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Por tus enormes pecados te he tratado así. Yo haré volver a los cautivos de Israel

Lectura del libro del profeta Jeremías 30, 1-2.12-15.18-22

El Señor dirigió esta palabra a Jeremías:
"Esto dice el Señor, Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que yo te he dicho. Pues así dice el Señor:
Tu herida es incurable, no puede sanar tu llaga; nadie atiende tus gritos de auxilio, ni existe remedio para tus heridas. Todos tus amantes te han olvidado, ya no se preocupan de ti; porque yo te he herido como si fueras un enemigo; el castigo ha sido cruel, a causa de tu gran maldad y por tus muchos pecados. ¿Por qué te quejas de tus heridas? Tu dolor es incurable. Te he castigado así, a causa de tu gran maldad y por tus muchos pecados.
Esto dice el Señor: Yo restauraré las tiendas de Jacob y tendré piedad de sus casas; la ciudad será reconstruida en su colina, y el palacio se levantará en el lugar que le corresponde. Saldrán de ellos cantos de alabanza y gritos de júbilo. Multiplicaré a este pueblo y no disminuirán, los honraré y no serán humillados. Sus hijos serán tan poderosos como antes, su asamblea será estable ante mí, y castigaré a todos sus opresores. De entre ellos surgirá su su jefe, de en medio de ellos saldrá su soberano. Le mandaré venir y se acercará a mí; pues ¿quién arriesgaría su vida acercándose a mí? Palabra del Señor. Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 101, 16-18.19-21.29 y 22-23

El Señor es nuestro Dios.

Los paganos honrarán tu nombre, Señor, todos los reyes de la tierra te engrandecerán; porque tú, Señor, reconstruirás Sión, y manifestarás así tu gloria, atenderás la súplica del desamparado y no rechazarás su oración.
El Señor es nuestro Dios.

Que se escriba todo esto para las generaciones futuras, para que el pueblo que va a ser creado alabe al Señor; pues el Señor miró desde su alto templo, desde los cielos se fijó en la tierra, para atender los lamentos de los cautivos y liberar a los condenados a muerte.
El Señor es nuestro Dios.

Los hijos de tus siervos tendrán una morada, y sus descendientes estarán siempre en tu presencia. Entonces se proclamará en Sión el nombre del Señor y en Jerusalén se publicará su alabanza; pueblos y reinos se reunirán para dar culto al Señor.
El Señor es nuestro Dios.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel.
Aleluya.

Evangelio

Mándame ir a ti caminando sobre el agua

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36

Gloria a ti, Señor.

Después que se sació la gente, Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió a la montaña para orar a solas. Al llegar la noche estaba allí solo.
La barca, que estaba ya muy lejos de la orilla, era sacudida por las olas, porque el viento era contrario. Antes de la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Los discípulos, al verlo caminar sobre el lago, se asustaron y decían:
"Es un fantasma".
Y se pusieron a gritar de miedo. Pero Jesús les dijo enseguida:
"¡Animo! Soy yo, no teman".
Pedro le respondió:
"Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas".
Jesús le dijo:
"Ven".
Pedro saltó de la barca y, caminando sobre las aguas, iba hacia Jesús. Pero al sentir la violencia del viento se asustó y, como empezaba a hundirse, gritó:
"¡Señor, sálvame!"
Jesús le tendió la mano, lo levantó y le dijo:
"¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?"
Subieron a la barca, y el viento amainó. Y los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo:
"Verdaderamente eres Hijo de Dios".
Después de atravesar el lago, llegaron hasta la orilla de Genesaret. Al reconocerlo los habitantes del lugar, difundieron la noticia por toda aquella región y le trajeron todos los enfermos. Le suplicaban que les dejara tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que este sacrificio, Señor, que vamos a ofrecerte, nos purifique y nos ayude a obtener la recompensa eterna, prometida a quienes cumplen tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

El misterio de nuestra salvación en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria diciendo:

Antífona de la Comunión

Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, aviva cada vez más en nosotros el deseo de recibir este pan eucarístico, por medio del cual nos comunicas tú la vida verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

 

 

Dia 7/08 San Cayetano (presbítero, blanco )

Antífona de Entrada

El justo se alegra con el Señor, se refugia en él y se felicitan los rectos de corazón.

Oración Colecta

Proclamamos, Señor, que sólo tú eres santo, sólo tú eres bueno y nadie puede serlo sin tu gracia; por eso te pedimos que, mediante la intercesión de san Cayetano, nos ayudes a vivir de tal forma en el mundo, que nunca nos veamos privados de tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Crean en el Señor y ámenlo

Lectura del libro del Eclesiástico 2, 7-13

Los que temen al Señor, esperen en su misericordia; no se alejen de él y no caerán. Los que temen al Señor, confíen en él, porque no los dejará sin recompensa. Los que temen al Señor, esperen sus beneficios, su misericordia y la felicidad eterna. Los que temen al Señor, ámenlo, y se iluminará su corazón.
Miren a sus antepasados y comprenderán. ¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado? ¿Quién perseveró en su santo temor y fue abandonado? ¿Quién lo invocó y fue desatendido? El Señor es clemente y misericordioso, perdona los pecados y salva en el tiempo de la tribulación, y es protector de todos los que lo buscan con sinceridad.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 111

Dichosos los que temen al Señor.

Dichosos los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos; poderosos serán sus descendientes, Dios bendice a los hijos de los buenos.
Dichosos los que temen al Señor.

Fortuna y bienestar habrá en su casa, siempre actuarán conforme a la justicia. Quien es justo, clemente y compasivo, como una luz en las tinieblas brilla.
Dichosos los que temen al Señor.

Quienes compadecidos, prestan y llevan sus negocios rectamente, jamás se desviarán, vivirá su recuerdo para siempre.
Dichosos los que temen al Señor.

No temerán malas noticias, puesto que en el Señor viven confiados. Firme está y sin temor su corazón, pues vencidos verán a sus contrarios.
Dichosos los que temen al Señor.

Al pobre dan limosna, obran siempre conforme a la justicia; su frente se alzará llena de gloria.
Dichosos los que temen al Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya.

Evangelio

El Padre ha tenido a bien darles el Reino

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 32-34

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"No temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino. Vendan sus bienes y den limosna. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón ni carcome la polilla. Porque donde está su tesoro, allí estará su corazón".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Te suplicamos, Dios todopoderoso, que este sacrificio, ofrecido humildemente en honor de tus santos, sea grato a tus ojos y purifique nuestro cuerpo y nuestro espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

La presencia de los santos pastores en la Iglesia

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque nos concedes la alegría de celebrar hoy la memoria de san Cayetano, fortaleciendo a tu Iglesia con el ejemplo de su vida, instruyéndola con su palabra y protegiéndola con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde esté yo, allí también estará mi servidor.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Los sacramentos que hemos recibido, en la memoria de san Cayetano santifiquen, Señor, nuestro corazón y nuestro espíritu, para que merezcamos ser partícipes de tu naturaleza divina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

18ª semana. Martes

HOMBRES DE FE

— Fe en Cristo. Con Él, lo podemos todo; sin Él, somos incapaces de dar un solo paso.

— Cuando la fe se empequeñece, las dificultades se agigantan.

— Jesús siempre ayuda.

I. Inmediatamente después del milagro de la multiplicación de los panes y de los peces, el mismo Señor despidió a la muchedumbre y ordenó a sus discípulos que embarcaran1. La tarde debía de estar ya muy avanzada. Jesús, después de aquel día de trabajo, de atención a los que le buscan, siente una inmensa necesidad de orar. Subió a un monte cercano y, entrada la noche, se quedó allí solo, en diálogo con su Padre del Cielo.

Desde la cima, Jesús ve a los Apóstoles ya mar adentro, cuando la barca, batida por las olas porque el viento les era contrario, se encuentra en peligro. Jesús podía divisar la pobre embarcación en medio del lago, pues era el plenilunio y la Pascua estaba ya cercana. A la cuarta vigilia de la noche, hacia las tres de la madrugada, antes de apuntar el día, vino hacia ellos caminando sobre el mar.

Los discípulos, al ver una figura desdibujada que se acercaba por el mar hacia donde ellos se encontraban luchando contra las olas y el viento, tuvieron miedo: Es un fantasma, dicen. Y comenzaron a gritar. Pero pronto Cristo se da a conocer: Tened confianza, soy yo, no temáis. Es la actitud con que Cristo se presenta siempre en la vida del cristiano: dando aliento y serenidad. Pedro cobra confianza y, llevado por su amor, que le hace desear estar cuanto antes junto al Maestro, le hace una petición inesperada: Señor, si eres Tú, manda que yo vaya a Ti sobre las aguas. La audacia del amor no tiene límites. Y la condescendencia de Jesús tampoco tiene término. Él le dijo: Ven. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a andar sobre las aguas hacia Jesús. Fueron momentos impresionantes para todos: Pedro ha cambiado la seguridad de la barca por la de la palabra del Señor. No se quedó aferrado a las tablas de la embarcación, sino que se dirigió hacia donde estaba Jesús, a unos pocos metros de sus discípulos, que contemplan atónitos al Apóstol encima del agua embravecida. Pedro avanza sobre las olas. Le sostienen la fe y la confianza en su Maestro; solo eso.

No importan el ambiente, las dificultades que rodean nuestra vida, si nos dirigimos llenos de fe y confianza hacia Jesús que nos espera; no importa que las olas sean muy altas y el viento fuerte; no importa que no sea natural al hombre caminar sobre el agua. Si miramos a Jesús, todo nos será posible; y ese mirarle es la virtud de la piedad. Si con la oración y los sacramentos nos mantenemos unidos a Jesús, estaremos firmes en nuestro caminar; dejar de mirar a Cristo es hundirnos, es incapacitarnos para dar un paso, aun en tierra firme.

II. La fe, grande a los comienzos, se hizo pequeña después. Pedro se dio cuenta de las olas, del viento (San Juan señala que el mar tenía gran oleaje aún), de lo imposible que es para el hombre caminar sobre el agua; se preocupa de las dificultades y se olvida de lo único que lo mantenía a flote: la palabra del Señor. Ante los obstáculos, de los que toma ahora conciencia, su fe disminuye, y el milagro iba unido a una confianza plena en Cristo.

Dios pide a veces “aparentes imposibles” que se hacen realidad cuando actuamos con fe, con los ojos puestos en el Señor. En cierta ocasión, el Fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá, decía a una hija suya que marchaba a otro país en el que encontraría las lógicas dificultades propias de los comienzos de una labor apostólica: “Cuando te pido una cosa, hija, no me digas que es imposible, porque ya lo sé. Pero, desde que empecé la Obra, el Señor me ha pedido muchos imposibles... ¡y han ido saliendo!”2. ¡Y han ido saliendo!: labores apostólicas en muchos países..., y surgían vocaciones y gentes que se prestaban para colaborar en esas tareas con mucha generosidad y desprendimiento. De muchas maneras les decía: “hombres de fe hacen falta y se renovarán los prodigios de la Escritura...”. Y esos prodigios se realizan cada día sobre la tierra... Así ha pasado siempre en la historia de la Iglesia.

Es Dios quien nos mantiene a flote y nos hace eficaces en medio de “aparentes imposibles”, de un ambiente que frecuentemente es contrario al ideal cristiano. Es Él quien hace que caminemos sobre las aguas, y la condición es siempre la misma: mirar a Cristo y no detenernos demasiado en los obstáculos y en las tentaciones.

San Juan Crisóstomo, al comentar el Evangelio, señala que Jesús enseñó a Pedro a conocer, por propia experiencia, que toda su fortaleza venía de Él, mientras que de sí mismo solo podía esperar flaqueza y miseria3, y añade: “cuando falta nuestra cooperación, cesa también la ayuda de Dios”. Por eso, en el momento en que Pedro empezó a temer y a dudar, comenzó también a hundirse.

Cuando la fe se empequeñece, las dificultades se agigantan: “la fe viva depende de la capacidad que yo tenga de responder a ese Dios que me llama y quiere tratarme y ser mi amigo, el gran testigo de mi vida. Por tanto, si yo le respondo y le quiero y es alguien familiar en mi vida, si yo vivo junto a Él, estoy asegurando mi fe, porque mi fe se basa en Dios (...). Por el contrario, si me distancio de Dios, si le olvido, si Dios queda en la periferia de mi vida, que se sumerge en lo puramente material y humano; si me dejo arrastrar por las evidencias inmediatas y Dios se desdibuja en mi alma, ¿cómo voy a tener fe viva? Si no trato a Cristo, ¿qué es lo que queda de mi fe? Por eso, hemos de decir que, en última instancia, todos los obstáculos para la vida de fe se reducen en su génesis a un alejamiento de Dios, a un apartarse de Dios, a un dejar de tratarle cara a cara”4. Entonces cobran fuerza las tentaciones y las dificultades. Pedro hubiera permanecido firme sobre las aguas y habría llegado hasta el Señor si no hubiera apartado de Él su mirada confiada. Todas las tempestades juntas, las de dentro del alma y las del ambiente, nada pueden mientras estemos bien afincados en la oración. Por el contrario, abandonarla, hacerla con poca intimidad o en el anonimato es exponernos a hundirnos en el desaliento, en el pesimismo, en la tentación.

Nunca debe flaquear nuestra fe; aunque sean enormes las dificultades; aunque nos parezca que nos han de aplastar con su fuerza. “¿Qué importa que tengas en contra al mundo entero con todos sus poderes? Tú... ¡adelante!

“—Repite las palabras del salmo: “El Señor es mi luz y mi salud, ¿a quién temeré?... ‘Si consistant adversum me castra, non timebit cor meum’. —Aunque me vea cercado de enemigos, no flaqueará mi corazón”“5.

III. Pedro, bajando de la barca, comenzó a andar sobre las aguas hacia Jesús. Pero al ver que el viento era tan fuerte se atemorizó y al empezar a hundirse gritó diciendo: ¡Señor, sálvame! Al punto Jesús, extendiendo su mano, lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? Después subieron a la barca y cesó el viento.

En los peligros, en los tropiezos, en las dudas, es a Cristo a quien hemos de mirar: Corramos al combate que se nos presenta fijos los ojos en el autor y consumador de la fe, Jesús6, leemos en la Epístola a los Hebreos. Cristo debe ser para nosotros una figura nítida, clara y bien conocida. ¡Lo hemos contemplado tantas veces, que no podemos confundirlo con un fantasma!, como los discípulos en medio de la noche. Sus rasgos son inconfundibles, y su voz, y su mirada. ¡Nos ha mirado tantas veces! En Él comienza y culmina la vida cristiana. “Si quieres salvarte –escribe Santo Tomás de Aquino– mira al rostro de tu Cristo”7. Nuestro trato habitual con Él en la oración y en los sacramentos es la única garantía para mantenernos en pie, como hijos de Dios, en medio de un mar alborotado como en el que vivimos.

Es más, junto a Cristo, los conflictos y trabajos que encontramos casi cada día fortalecen la fe, enrecian la esperanza y unen más a Él. Ocurre lo mismo que a “los árboles que crecen en lugares sombreados y libres de vientos: mientras que externamente se desarrollan con aspecto próspero, se hacen blandos y fangosos, y fácilmente les hiere cualquier cosa; sin embargo, los árboles que viven en las cumbres de los montes más altos, agitados por muchos vientos y constantemente expuestos a la intemperie y a todas las inclemencias, golpeados por fortísimas tempestades y cubiertos de frecuentes nieves, se hacen más robustos que el hierro”8.

Pedro dejó de mirar a Cristo, y se hundió. Pero supo enseguida acudir a quien todo le está sometido: ¡Señor, sálvame!, gritó con todas sus fuerzas cuando se sintió perdido. Y Jesús, con infinito cariño, le tendió la mano y lo sacó a flote. Si nosotros vemos que nos hundimos, que nos pueden las dificultades o la tentación, acudamos a Jesús: ¡Señor, sálvame! Y Cristo nos tenderá su mano poderosa y segura, y saldremos adelante en todos los peligros y tribulaciones. Él siempre tiene su mano extendida, para que nos aferremos a ella. Nunca deja que nos hundamos, si hacemos lo poco que está de nuestra parte. Además, Dios ha puesto junto a cada uno de nosotros un Ángel Custodio para que nos proteja de toda adversidad y sea una ayuda poderosa en nuestro camino hacia el Cielo. Tratémosle confiadamente, acudamos a él con frecuencia durante el día, pidámosle ayuda en lo grande y en lo pequeño, y encontraremos la fortaleza que necesitamos para vencer.

1 Cfr. Mt 14, 22-36. — 2 P. Berglar, Opus Dei, Rialp, Madrid 1987, p. 270. — 3 Cfr. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 50. — 4 P. Rodríguez, Fe y vida de fe, EUNSA, Pamplona 1974, p. 128. — 5 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 482. — 6 Heb 12, 1-2. — 7 Santo Tomás, Comentario a la Carta a los Hebreos, 12, 1-2. — 8 San Juan Crisóstomo, Homilía De gloria in tribulationibus.

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Santoral                   (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Cayetano
Fundador
Año 1547

San Cayetano bendito: lo que tú más deseabas: la conversión de los que somos tan pecadores, es un favor inmenso que no hemos logrado conseguir, pero que tú con tu intercesión nos puedes obtener. Pídele a Dios que nos logremos convertir.

 Dichoso el que Confía en Dios (Salmo 83).

Este santo, muy popular entre los comerciantes y ganaderos porque los protege de muchos males, nació en 1480 en Vicenza, cerca de Venecia, Italia.

Su padre, militar, murió defendiendo la ciudad contra un ejército enemigo. El niño quedó huérfano, al cuidado de su santa madre que se esmeró intensamente por formarlo muy buen.

Estudió en la Universidad de Padua donde obtuvo dos doctorados y allí sobresalía por su presencia venerable y por su bondad exquisita que le ganaba muchas amistades.

Se fue después a Roma, y en esa ciudad capital llegó a ser secretario privado del Papa Julio II, y notario de la Santa Sede.

A los 33 años fue ordenado sacerdote. El respeto que tenía por la Santa Misa era tan grande, que entre su ordenación sacerdotal y su primera misa pasaron tres meses, tiempo que dedicó a prepararse lo mejor posible a la santa celebración.

En Roma se inscribió en una asociación llamada "Del Amor Divino", cuyos socios se esmeraban por llevar una vida lo más fervorosa posible y por dedicarse a ayudar a los pobres y a los enfermos.

Viendo que el estado de relaajación de los católicos era sumamente grande y escandaloso, se propuso fundar una comunidad de sacerdotes que se dedicaran a llevar una vida lo más santa posible y a enfervorizar a los fieles. Y fundó los Padres Teatinos (nombre que les viene a Teati, la ciudad de la cual era obispo el superior de la comunidad, Msr. Caraffa, que después llegó a ser el Papa Pablo IV)

San Cayetano le escribía a un amigo: "Me siento sano del cuerpo pero enfermo del alma, al ver cómo Cristo espera la conversión de todos, y son tan poquitos los que se mueven a convertirse". Y este era el más grande anhelo de su vida: que las gentes empezaran a llevar una vida más de acuerdo con el santo Evangelio.

Y donde quiera que estuvo trabajó por conseguirlo.

En ese tiempo estalló la revolución de Lutero que fundó a los evangélicos y se declaró en guerra contra la Iglesia de Roma. Muchos querían seguir su ejemplo, atacando y criticando a los jefes de la santa Iglesia Católica, pero San Cayetano les decía: "Lo primero que hay que hacer para reformar a la Iglesia es reformarse uno a sí mismo".

San Cayetano era de familia muy rica y se desprendió de todos sus bienes y los repartió entre los pobres. En una carta escribió la razón que tuvo para ello: "Veo a mi Cristo pobre, ¿y yo me atreveré a seguir viviendo como rico?" Veo a mi Cristo humillado y despreciado, ¿y seguiré deseando que me rindan honores? Oh, que ganas siento de llorar al ver que las gentes no sienten deseos de imitar al Redentor Crucificado".

En Nápoles un señor rico quiere regalarle unas fincas para que viva de la renta, junto con sus compañeros, diciéndole que allí la gente no es tan generosa como en otras ciudades. El santo rechaza la oferta y le dice: "Dios es el mismo aquí y en todas partes, y El nunca nos ha desamparado, si siquiera por un minuto".

Fundó asociaciones llamadas "Montes de piedad" (Montepíos) que se dedicaban a prestar dinero a gentes muy pobres con bajísimos intereses.

Sentía un inmenso amor por Nuestro Señor, y lo adoraba especialmente en la Sagrada Hostia en la Eucaristía y recordando la santa infancia de Jesús. Su imagen preferida era la del Divino Niño Jesús.

La gente lo llamaba: "El padrecito que es muy sabio, pero a la vez muy santo".

Los ratos libres los dedicaba, donde quiera que estuviera, a atender a los enfermos en los hospitales, especialmente a los más abandonados y repugnantes.

Un día en su casa de religioso no había nada para comer porque todos habían repartido sus bienes entre los pobres. San Cayetano se fue al altar y dando unos golpecitos en la puerta del Sagrario donde estaban las Santas Hostias, le dijo con toda confianza: "Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer". Al poco rato llegaron unas mulas trayendo muy buena cantidad de provisiones, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban.

En su última enfermedad el médico aconsejó que lo acostaran sobre un colchón de lana y el santo exclamó: "Mi Salvador murió sobre una tosca cruz. Por favor permítame a mí que soy un pobre pecador, morir sobre unas tablas". Y así murió el 7 de agosto del año 1547, en Nápoles, a la edad de 67 años, desgastado de tanto trabajar por conseguir la santificación de las almas.

En seguida empezaron a conseguirse milagros por su intercesión y el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1671.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Donato de Arezzo, Santo Obispo y mártir, 7 de agosto  

Donato de Arezzo, Santo

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En Arezzo, de la Toscana, san Donato, segundo obispo de esta sede. La virtud y eficacia de sus oraciones son alabadas por el papa san Gregorio I Magno (s. IV).

Etimología: Donato = dado en donación, de la lengua latina

Nació en Nicomedia de Bitinia (hoy Isnikmid) y se trasladó con sus padres a Roma, siendo todavía de corta edad.

Fue encomendada su educación a un santo sacerdote llamado Pigmenio. Era entonces emperador de Roma, Diocleciano, quien ordenó una dura persecución de los cristianos. Sus padres y su maestro lo enviaron a Arezzo, donde la persecución no era tan enconada, mientras ellos se quedaron en Roma, donde sufrieron martirio.

En Arezzo, Donato se puso bajo la dirección del clérigo San Hilarino. Admirado San Sátiro, obispo de la ciudad, de las cualidades de Donato, le ordenó sacerdote y le encomendó la predicación del Evangelio.

Día a día iba creciendo la fama de elocuencia y santidad de Donato, quien a la muerte del obispo, fue designado por el Papa San Julio, el año 346, para ocupar aquella sede episcopal, con gran alegría de los fieles y del clero.

Según cuentan San Gregorio Magno y San Antonio de Florencia, era tal su fe que Dios obró a través de él importantes milagros por el bien de sus fieles. En la persecución de Juliano el Apóstata fue prendido Donato por el prefecto de Arezzo quien, ante la imposibilidad de hacerle abjurar de su fe, mandó decapitarlo.
Fue en el año 372, el decimosexto de su episcopado.

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Fuente: Franciscanos.org
Vicente de L´Aquila, Beato Religioso Franciscano, 7 de agosto  

Vicente de L´Aquila, Beato

Religioso

Martirologio Romano: En L’Aquila, en la región Vestina (hoy Abbruzo), Italia, beato Vicente, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, célebre por su humildad y su espíritu profético (1504).

 

El Beato Vicente nació hacia el año 1430, en L´Aquila, ciudad que por aquel tiempo formaba parte del reino de Nápoles. Sus padres habitaban en el barrio llamado Poggio o Cerro Santa María, encantador edén coronado de verdura y refrescado por manantiales abundantes, cuyas aguas se despeñan por continuadas cascadas hasta el río Aterno. Aquel maravilloso rincón, testigo de los primeros años del niño Vicente, lo fue también de sus grandes virtudes, favorecidas por el cuidado de sus padres, y estimuladas por el ambiente religioso en que se crió. Su alma, predestinada a gloriosa santidad, encontró desde el primer instante el clima necesario; clima que supo aprovechar con generoso corazón.

La casa paterna era contigua al monasterio cisterciense de Nuestra Señora del Refugio. No obstante, cuando determinó entrar en religión, no se dirigió a los hijos de San Bernardo, sino a los de San Francisco. La extraordinaria popularidad de San Bernardino de Sena, fallecido hacía pocos años, en 1444, su tumba cada día más gloriosa, podrían explicarnos, aun prescindiendo de los llamamientos de la gracia, las preferencias de Vicente por la Orden franciscana.

El incansable predicador sienés, cuyo celo no detenían la edad ni los achaques, se había presentado en mayo de 1444 en el reino de Nápoles, con deseo de sembrar también allí la semilla evangélica. Pero al llegar a siete millas de L´Aquila le traicionaron las fuerzas. Lograron sus compañeros que se dejase colocar en una camilla, y de esta forma le llevaron, “triste y dolorido”, a la ciudad. Albergado en el monasterio de los Hermanos Menores Conventuales, pronto vio Bernardino que se le acercaba su última hora, a pesar de los solícitos cuidados de los hermanos y de los más hábiles médicos mandados por los magistrados. Incapaz de expresarse de palabra, manifestó por señas su deseo de que se le tendiese en el suelo de su celda, y en esta humilde postura, con los brazos cruzados, los ojos elevados al cielo, el semblante risueño, entregó apaciblemente en manos de Dios su santa alma el 20 de mayo.

L´Aquila no dejó escapar el tesoro que acababa de confiarle la Providencia; se quedó con el venerado cuerpo a despecho de las instancias de los diputados sieneses, que secretamente habían hecho preparativos para llevarlo a su patria. Las exequias de Bernardino se celebraron con tanta solemnidad, que nunca rey ni reina las tuvo semejantes. Insignes milagros se realizaron alrededor del féretro.

Vicente, que a la sazón tenía unos catorce años, conservaría de ellos un recuerdo imperecedero.

En el convento de San Julián

El convento de San Julián, en el que Vicente se presentó, lo había fundado en 1415 el Beato Juan de Stroncone, Comisario general de los Hermanos Menores Observantes de Italia.

Edificantes recuerdos iban unidos a la fundación de este monasterio. Lo habían levantado los religiosos con sus propias manos; ellos mismos habían labrado las toscas mesas y bancos que constituían, casi por completo, el ajuar, buena parte del cual, en consideración a la memoria de Vicente de L´Aquila, se ha conservado con religioso cuidado. El convento, proyectado según el severo plan de las primeras casas de la Orden, era de condiciones sumamente modestas: lo formaban unas cabañas pegadas a la falda de la montaña, sin luz apenas y parecidas a ermitas.

Cabría preguntar cómo en refugio tan reducido pudo reunirse, en el año 1452, en tiempos de Vicente, un Capítulo general de mil quinientos Hermanos Menores, si no se supiera que estas sesiones se celebran las más de las veces al aire libre o debajo de improvisadas tiendas de campaña, donde la milicia franciscana iba a organizarse para los santos combates.

Mortificación. El hermano limosnero

Aunque educado en su casa con mucho esmero, pues había seguido las letras, Vicente quiso por humildad permanecer como hermano lego. Una de las características de su santidad era el espíritu de mortificación. Tanta era su austeridad, que ni siquiera llevaba las sandalias permitidas a los descalzos. Su hábito de color pardo, que aún hoy día puede verse, era el más pesado y basto de todos; no se lo quitaba ni de día ni de noche. Además, llevaba cilicio y se infligía frecuentes y crueles flagelaciones. Su alimento se reducía a pan y agua con algunas hierbas crudas, y, si a veces se le obligaba por obediencia a comer como la comunidad, hallaba no obstante medio de mortificarse, tomando sólo una parte de su porción y agregándole polvo o sustancias amargas.

Prefería los trabajos humildes, ayudaba a los hermanos en sus faenas domésticas y componía sus sandalias, pues, para ser más útil, había aprendido el oficio de zapatero. Otras veces se dedicaba a las labores del campo y, en los ratos de descanso, retirábase en la fragosidad de la roca, a unos cien pasos del convento, para entregarse a la oración.

Más adelante se le encargó el oficio de limosnero, en que indudablemente hallaba Vicente múltiples ocasiones de sacrificio, dada su afición a la soledad y a la vida oculta. Su principal preocupación, en las diarias caminatas, fue siempre el bien de las almas.

En los demás conventos adonde fue enviado, Cittá, Sant´Ángelo, Francavilla y Sulmona, continuó en el cargo de limosnero: pasó, pues, la mayor parte de su vida de una puerta a otra, pidiendo limosna para sus hermanos, mendigando por obediencia, lo cual no fue obstáculo para que poseyera en el más alto grado la estima y confianza de los príncipes de la Casa de Aragón, soberanos de Nápoles.

Predicciones varias

Durante el período, tan revuelto para los Estados del sur de Italia, que transcurrió desde el año 1458 al 1500, varios competidores aspiraban al reino de Nápoles. La ciudad de L´Aquila, más que otras, sufrió las consecuencias de esas vicisitudes políticas, pasando sucesivamente al poder de la Casa de Anjou, de la de Aragón y del Papa, y mudando de dueño varias veces en el espacio de unos cuarenta años. Fray Vicente, muy sensible a los innumerables males que aquejaban a sus paisanos, abrumados de impuestos, diezmados por la guerra, afligidos por el hambre y la peste, menudeaba las súplicas y penitencias en los momentos de crisis, y pasaba noches enteras en oración.

Parecía como que quisiera cargar sobre sí toda la responsabilidad de aquel desequilibrio social, y trataba de conquistar con el mérito de sus acciones la benevolencia y las misericordias del cielo.

A Fernando I, duque de Calabria y rey de Nápoles, que fue a consultarle antes de emprender una expedición contra las tropas pontificias, le predijo un desastre. A pesar de esta advertencia, el príncipe inició la campaña y salió, en efecto, vencido.

No fue ésta la única circunstancia en que el humilde lego pareció favorecido con el don de leer en el porvenir. La historia conserva el texto de una de sus predicciones. Con mucha anticipación anunció al hijo del rey de Nápoles, Alfonso, duque de Calabria, que un rey de Francia (Carlos VIII) conquistaría su reino. Señaló al mismo tiempo los males que iban a descargar sobre la Iglesia.

He aquí el texto, cuyos términos, algún tanto apocalípticos, requieren una explicación. Del conjunto se desprende una predicción bastante clara:

Cuando oigáis mugir el buey en la Iglesia de Dios (en las armas del papa Alejandro VI, designado aquí, figuraba un buey), entonces principiarán las desgracias. Cuando veáis tres símbolos reunidos: el buey, el águila y la serpiente (alianza del papa Alejandro VI, del emperador de Alemania Maximiliano I, entre cuyos blasones figuraba un águila, y de Ludovico Sforza, quien por ser sucesor de los Visconti en el ducado de Milán, había dejado impresa en todas partes la serpiente de su escudo), entonces vendrá del lado de Occidente un rey (Carlos VIII, llamado por Ludovico Sforza y que había de invadir Italia en 1474). Asolará el reino (de Nápoles), y, recogido el botín, volverá a su país (1475).

El destierro de César Borja y de Ludovico Sforza, vencidos por el rey Luis XII, va insinuado en las líneas siguientes:

Habrá cisma en la Iglesia de Dios, dos Pontífices, el uno elegido legítimamente, el otro cismático (alusión posible a la infame parodia que quiso hacer de Lutero un antipapa, cuando en 1527 los luteranos, con ayuda de los Imperiales, saquearon Roma). El verdadero Papa se verá obligado a desterrarse (Clemente VII tuvo que huir a Orvieto). La violencia se ensañará contra la Iglesia de Dios. Tres ejércitos muy poderosos entrarán al mismo tiempo en Italia, uno procedente del Este, otro del Oeste, el tercero del Norte: se reunirán y habrá mucha sangre derramada. Después se realizará en la Ciudad (Eterna) una reforma que alcanzará a los clérigos (reforma de la disciplina eclesiástica preparada por el Concilio de Trento), y los mahometanos serán detenidos en su marcha. (En Lepanto, en 1571).

Milagros. Regreso a L´Aquila

En vida, hizo Vicente varios milagros. En L´Aquila devolvió el habla a un mudo. En otra ciudad curó a un niño que por tener las piernas disformes no podía andar, y en Sant´Angelo le debieron la curación de parecida enfermedad tres personas. Pero el prodigio más admirable atribuido al poder de sus oraciones fue la resurrección del obispo de Sulmona, Bartolomé della Scala, de la Orden de Predicadores.

Si hemos de dar crédito a los historiadores de L´Aquila, contemporáneos suyos, el obispo, a pesar de las oraciones del clero para implorar su curación, había sucumbido a resultas de graves dolencias. Vicente, que gozaba de la estima particular del prelado y había recibido de él numerosas muestras de benevolencia, en cuanto se enteró de la noticia, pidió autorización para ir a rezar junto al cadáver. De súbito, como por inspiración de lo Alto, llamó por tres veces a su ilustre amigo, cuyos ojos se abrieron por fin, a la vez que iba entrando poco a poco la vida por todo el cuerpo. La curación no fue repentina, pero decreció el mal tan rápidamente que, a los quince días, el 29 de junio de 1491, fiesta de San Pedro, el que todos creían eliminado para siempre del mundo de los vivos, iba en persona al convento de los Franciscanos a dar gracias a su salvador. Conviene añadir que murió, y esta vez para siempre, a los pocos días. El milagro tuvo grande repercusión en los Abruzos, y las visitas afluyeron al convento de San Nicolás de Sulmona, residencia en aquel tiempo del taumaturgo. Le llevaban enfermos para que rogase por ellos, y alcanzaba su curación.

Esta popularidad llegó a asustar a Vicente, quien, deseoso de la soledad, solicitó de sus superiores permiso para volver a su modesto oratorio de San Julián de L´Aquila, en donde esperaba terminar su vida religiosa como la había comenzado, en el retiro y la humildad.

Apenas de regreso, tuvo que presenciar discordias civiles y grandes disensiones políticas. Acababa de ser desterrado el obispo, Juan Bautista Galioffi. En tan graves circunstancias juzgó Vicente que era deber suyo el dirigir a los primeros magistrados, constándole que aceptarían sus consejos, algunas palabras llenas de fe. Lo hizo en términos que muestran su profunda piedad:

Señor Gobernador, Señores:

El cariño que profeso a vuestra ciudad me inspira estas líneas. Acabáis de perder al padre de vuestras almas. Por tanto, habéis de ser ahora, para vuestros súbditos, pastores a la vez espirituales y temporales.

Estáis pasando crueles pruebas y las teméis más terribles aún. Ved si no suceden por causa de vuestras culpas, y enmendaos. Dios envió a Jonás a Nínive, a la que quería aniquilar por sus pecados, y revocó la sentencia tan pronto como dicha ciudad se arrepintió. ¿No es propio de Dios el ser siempre misericordioso? Cesemos de pecar y cesarán los azotes.

En la ciudad, en Collemaggio y en otros puntos tenéis religiosos. Pedidles procesiones de penitencia; misas en honor de la Santísima Virgen y de nuestros santos patronos. Pedid oraciones a las hijas de Santa Clara. Tengo confianza de que, por estos medios, la infinita misericordia de Dios pondrá fin a estas calamidades.

Si me postrara ante el rey para solicitar un favor y al mismo tiempo le diese disgustos con mi proceder, me echaría de su presencia. Así vosotros, por amor de Dios, dejad de blasfemar, si queréis ser escuchados. De aquí proceden todos vuestros males. Termino suplicándoos otra vez os hagáis dignos del cargo que se os ha impuesto.

Vuestro hermano en Nuestro Señor,

Fray Vicente.


El que con tanta nobleza hablaba era entonces un anciano estimado y venerado de todos, con fama de santo, adornado con el brillo de los milagros. No es de extrañar, pues, que fuera escuchada su palabra. No dependió de él el que no volviera el obispo a L´Aquila. El infortunado obispo pereció asesinado por los facciosos en la ciudad de Roma, en casa del cardenal de la Rovere (el futuro papa Julio II), el 23 de febrero de 1493.

Última conquista. Muerte del Beato

Un día que andaba por la ciudad de Lúcoli pidiendo limosna, el cansancio le obligó a detenerse en una familia amiga. Allí topó con una niña, Matía Ciccarelli, que debía ser gloria de la Orden agustina. Vicente, que para la dirección de algunas almas había recibido de Dios luces extraordinarias, reconoció en esta muchachita un alma selecta, y sus consejos la encaminaron en las vías de la santidad. Le infundió aversión para las vanidades mundanas y gusto para las penitencias más heroicas, de las cuales daba él ejemplo. A instigación suya, Matía rezó diariamente el Oficio de la Santísima Virgen y el de difuntos. Después que hubo afirmado sus primeros pasos, no cesó de sostenerla y animarla hasta conducirla al umbral del claustro.

El 7 de agosto de 1504, hacia el anochecer, Matía vio, desde la ventana de la casa que seguía habitando en Lúcoli, el bosque inmediato al convento de San Julián completamente iluminado y al alma de su santo consejero subiendo al cielo acompañada por magnífica corte. Supo al día siguiente que en aquella misma hora había exhalado fray Vicente el postrer aliento. Esta revelación la llenó de alegría y la confirmó en la convicción de que su guía era verdaderamente un santo. Dócil a sus consejos, entró en el monasterio agustino de Santa Lucía, en L´Aquila, y en él tomó el velo con el nombre de Sor Cristina. En dicho monasterio se venera el 12 de febrero a la Beata Cristina de Lúcoli.

Reliquias y culto

Los restos del piadoso hermano lego se habían enterrado en la sepultura común de los Hermanos Menores. Catorce años después fueron exhumados, por circunstancia fortuita, tal vez para depositarlos en la nueva iglesia de San Julián que se inauguraba; se reparó entonces en el perfume que exhalaba el féretro de fray Vicente y en la perfecta conservación de su cuerpo. Los vestidos que le cubrían se caían a pedazos y se deshacían en polvo, siendo así que la carne del siervo de Dios conservaba toda su blancura y consistencia.

Este concurso de hechos movió a sus hermanos en religión a depositar el cuerpo de Vicente en un arca de nogal y vidrio y trasladarlo a lugar honroso. Desde entonces empezó a brillar con milagros de que dan fe donaciones e inscripciones votivas.

Después de más de un siglo, en 1634, seguía manifiesta la conservación del cuerpo. De entonces data su colocación -o reposición- en una capilla situada a la entrada de la iglesia conventual. Más recientemente, en 1868, dos médicos fueron comisionados por la autoridad eclesiástica para reconocer la continuidad del prodigio de la conservación del cuerpo de fray Vicente. En el lugar en que se le había depositado primitivamente, otra inscripción en italiano decía: “En este sepulcro descansa el cuerpo del Beato Vicente de L´Aquila, que pasó a mejor vida el 7 de agosto de 1504”.

Confirmó su culto inmemorial el papa Pío VI el 19 de septiembre de 1787.

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Fuente: Franciscanos.net
Agatángel de Vendome y Casiano de Nantes.
Beatos Mártires, 7 de agosto  

Agatángel de Vendome y Casiano de Nantes. Beatos

Martirologio Romano: En la ciudad de Gondar, en Etiopía, beatos Agatángel de Vendome (Francisco) Nourry y Casiano de Nantes (Gonzalo) Vaz López Netto, presbíteros de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártires, que en Siria, Egipto y Etiopía buscaron reconciliar con la Iglesia católica a los cristianos separados y, por orden del rey de Etiopía, fueron colgados en troncos con su cordón religioso y lapidados hasta la muerte (1638).

 

Beatificados por San Pío X el 1 de enero de 1905.

Agatángel nació en Vendome, provincia de Tours, Francia, de familia distinguida, el 31 de julio de 1598. Conoció a los Hermanos Menores capuchinos que acababan de llegar a su región, donde su padre era presidente del tribunal y administrador del convento. Todavía joven manifestó su vocación religiosa y fue recibido en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos donde profesó en 1620. Terminados los estudios fue ordenado sacerdote.

En sus primeros años de sacerdocio se encontró con el P. José Leclerc, famoso consejero del cardenal Richelieu, que había proyectado un vasto plan de evangelización. Agatángel fue escogido como candidato para la misión de Siria. Al llegar a Alepo en 1629, encontró allí musulmanes, greco‑ortodoxos, armenios y en número muy reducido, también católicos. Con obras de beneficencia, conversaciones familiares y catequesis elementales logró rápidamente buenos resultados en su apostolado, obstaculizado bien pronto por celos. Pasó luego a la misión del Cairo en calidad de superior, allí trabajó diligentemente por la unión de los Coptos con la Iglesia Católica.

Destinado por la providencia a abrir el campo misional a otros, el 27 de septiembre la Sagrada Congregación le encomendó la responsabilidad de la expedición misionera a Etiopía, compuesta por otros tres sacerdotes capuchinos: el Beato Casiano de Nantes, Benedicto y Agatángel de Moriaix.

Casiano nació en Nantes el 15 de enero de 1607, de la rica familia portuguesa Lopes‑Netto. Pronto mostró una índole dócil, inclinada a las prácticas de devoción y a un fervor religioso admirable en un niño. A los 17 años fue recibido en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos en la Provincia de París y, emitidos los votos religiosos en 1624, concluyó los estudios eclesiásticos en Rennes, donde fue ordenado sacerdote y donde pasó los primeros años de ministerio, asistiendo a los enfermos de peste en 1631. Pidió ser destinado a las misiones y los superiores lo enviaron a Etiopía. En El Cairo se encontró con el Beato Agatángel de Vendôme y con él compartió las fatigas apostólicas.

Temperamento vivo, abierto y sensibilísimo a los sufrimientos ajenos, se dedicó con celo al apostolado, cultivando sobre todo una filial predilección por la Virgen, cuyo rosario y oficio rezaba todos los días.

Desde su encuentro con Fray Agatángel hasta su heroica muerte, los dos Capuchinos trabajaron y se sacrificaron siempre juntos con el ánimo unido en un mismo ideal de virtud y de apostolado. Los dos celosos misioneros trabajaron juntos tres años en El Cairo, la gran capital de Egipto, interesándose especialmente por la conversión de los Coptos. Extendieron su actividad hasta los lejanos monasterios de San Antonio Abad y de San Macario en Nitra.

En Etiopía la Iglesia católica había logrado un inesperado desarrollo que culminó en la conversión del mismo emperador, y esto especialmente por obra de los misioneros jesuitas. La fe de Roma se extendió también bajo el gobierno de Stefan Sagad I. Tanto florecimiento de conversiones fue frenado y destruido casi repentinamente por Atié Fassil, cuya consigna era: “Primero bajo la Meca de los musulmanes que bajo la Roma de los católicos”. Nuestros misioneros decidieron por esto llevar ayuda a tantos pobres hermanos de fe perseguidos por el impío emperador. Se proveyeron de documentos del Patriarca copto de Alejandría. La prudencia les sugirió a los cuatro misioneros dividirse de dos en dos. Agatángel y Casiano, el 23 de diciembre de 1637 partieron para Etiopía; el largo viaje duró tres meses. Al llegar a los límites de Etiopía, fueron descubiertos y encarcelados en Deboroa porque los creyeron espías y conspiradores contra el emperador y el obispo abisinio Malario.

El gobernador de Deboroa había recibido orden del emperador de Etiopía, instigado por súbditos herejes, de arrestar a los dos religiosos europeos que venían de Egipto. Llevados a su presencia y recibidos con insultos, los hizo encerrar en horrible prisión como transgresores de las órdenes imperiales, que prohibían a los católicos entrar en territorio abisinio. Los dos mansos hijos de San Francisco no se abatieron: mostraron los documentos del patriarca copto de Alejandría. Después de pocos días fueron conducidos a Gondar con los brazos encadenados y atados a la cola de un caballo. También en Gondar fue dura y penosa la prisión. El Abuna Macario, fingiéndose amigo del Beato Agatángel y el luterano Pier Leone, enemigo jurado de Agatángel, que hipócritamente se había hecho monje copto, tramaron en la corte imperial con acusaciones y calumnias para lograr la muerte de los indefensos misioneros. En el proceso, dominado por el sectarismo religioso y por la perfidia del falso Pier Leone, los dos misioneros católicos fueron condenados a muerte, como transgresores de las órdenes imperiales que prohibían a los católicos el ingreso a Etiopía. Conducidos ante el emperador fueron interrogados sobre su fe. Agatángel respondió: “Estoy listo para morir por la fe, no renegaré jamás de ella!”. El 7 de agosto de 1638 en Gondar, expuestos a las burlas de la turba, fueron suspendidos con lazos y lapidados bárbaramente por el furor popular.
Agatángel tenía 40 años y Casiano 31.

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Jordán Forzaté, Beato Abad, 7 de agosto  

Jordán Forzaté, Beato

Abad

Martirologio Romano: En Venecia, beato Jordán Forzaté, abad, fundador de monasterios en Padua. No habiendo podido evitar la ruina de su patria a pesar de todos sus esfuerzos, padeció el destierro, que vivió piadosísimamente. Insigne por su modestia, probidad de costumbres y ciencia, se durmió devotamente en el Señor (c. 1248).

 

Jordán Forzaté nació alrededor de 1158. Existe un documento de 1203 que menciona a Jordán como monje benedictino en Padua, en un monasterio posiblemente fundado por la familia Transelgardi, de la que él formaba parte. Ya en 1213 está documentado que él era el Prior de dicho monasterio.

El gobierno de Jordán se caracterizó por un intenso espíritu de reforma que hizo del convento de Padua el centro del movimiento de los “albi” que el mismo había fundado, y del que formaban parte hospitales, casas parroquiales, pequeñas comunidades de fratres y eremitas. El 30 de mayo de 1224 el movimiento dio vida a una congregación aprobada por el obispo local y sostenida por, además de Jordán, los otros seis monasterios de las ciudades del territorio que se convirtieron en sede de otras comunidades albe.

Jordán se dedicó en esos años a visitar monasterios benedictinos exentos, los conventos de los regulares, las casas de los Humillados y a los hospitales de Padua, Venecia y Treviso.

Inocencio III le había ofrecido, el 7 de junio de 1211, el episcopado de Ferrara, tras la muerte de Ugoccione de Pisa, pero Jordán renunció al cargo por su intensa dedicación a la vida religiosa y civil de Padua, donde era delegado apostólico y árbitro enviado por las fuerzas políticas locales para pronunciarse en las situaciones más conflictivas y delicadas.

Entre las misiones que le confiaron en su calidad de delegado apostólico resalta su papel de supervisor en el proyecto de Inocencio III de pacificación de la Marca de Treviso, que luego sería la cuarta cruzada. De hecho, Jordán era uno de los ejes alrededor de los cuales se movía buena parte de las actividades políticas y eclesiásticas de Padua. Por ello, cuando Ezzelino III conquistó Padua, el prior benedictino fue uno de los primeros en ser buscado y encarcelado en la fortaleza del Pedemonte.

Luego de la intervención de Federico II, Jordán pudo huir hacia Venecia donde encontró refugio en el monasterio de Celestia, donde murió el 7 de agosto de 1248. En 1260, su cuerpo regresó a Padua, el gobierno de Ezzelino había terminado y Padua estaba en plena restauración. Jordán, que incluso en vida ya había sido considerado Pater Paduae, se convirtió en un símbolo de la libertad reconquistada. Pronto nació su fama de santidad que produjo, aunque siglos después, por la necesidad de que la devoción popular fuese ratificada por el ordinario diocesano, que en 1470 se nombre una comisión a la que se le encargó el pedir al obispo de Padua, Jacopo Zeno, examinar los milagros realizados junto al cuerpo de Jordán Forzaté, de aquí se obtuvo un expediente con el que las monjas de San Benito pidieron a la Congregación de Ritos, el 15 de enero de 1766, poder disfrutar de la dispensa de la recitación del Oficio y de la misa el día de la fiesta del Beato. El 18 de mayo de 1767, Clemente XIII aprobó la fiesta y en 1769 promulgó la concesión a toda la diócesis.

bibliografía: Diccionario de los Santos, Volumen II
C. Leonardi, A. Riccardi, G. Zarri
Editorial San Pablo ISBN: 84-285-2259-6

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Fuente: Santiebeati.it
Edmundo Bojanowski, Beato Fundador, 7 de agosto  

Edmundo Bojanowski, Beato

Laico Fundador

Martirologio Romano: En la localidad de Gorka Duchovna, cerca de Posnam, en Polonia, beato Edmundo Bojanowski, que, conforme a los preceptos del Evangelio, trabajó con sumo ahínco en la formación de los pobres y gente analfabeta, y fundó la Congregación de las Esclavas de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios (1871).

Etimológicamente: Edmundo = Aquel que es guardián de su patrimonio, es de origen sajón.

 


Edmundo Bojanowski fue parte de una noble familia, nació el 14 de noviembre de 1814 en Grabonóg en el ducado de Poznan. Estudió filosofía en la universidad de Breslavia en el 1835 y luego en Berlín.

Hacia la mitad del siglo XIX Polonia fue dividida y sometida a las tres naciones vecinas, Rusia, Prusia y Austria, y hasta que se independizó en 1918, hubieron orgullosas revueltas y rebeliones creando imprevistas variantes en los ambientes socio-político e industrial; frente a estos trastornos, que crearon vastas fajas de pobreza, Edmundo decidió ayudar a las clases más necesitadas, laborando en la enseñanza y en la evangelización de las poblaciones campesinas.

Empezó con el abrir guarderías para los niños, primero en el Ducado de Poznan y luego en las provincias de la Polonia Menor y Slesia; volviéndose así un pionero en la asistencia a la infancia en los campos.

Para poder dar estabilidad y futuro a sus instituciones, fundó el 13 de mayo de 1850, la Congregación de las “Esclavas de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios"; las monjas en buena parte provinieron de las zonas rurales; y de los campos hizo contratar a chicas, que después de oportuna preparación, trabajaban en las guarderías. Él las preparó intelectual y moralmente.

Las monjas también tuvieron la tarea de interesarse en las chicas y las madres, a través de las llamadas "noches", para prepararlas en los compromisos de una familia cristiana, insertando así el fermento de la fe católica, en el mundo campesino.

Con buenos libros organizó salas de lectura, con las monjas ocupadas en ayudar a los pobres y asistir a los enfermos, básicamente dolientes por la soledad de los campos. En el 1849 la epidemia de cólera que golpeó la región lo vio en primera fila, y solicito la ayuda de las Hijas de la Caridad de Poznan.

Obtuvo prestigiosos reconocimientos, en 1857 fue llamado a la Sociedad de los ´Amigos de la Ciencia´ de Poznan; en el 1863 presidió la Conferencia de Sam Vicente de Paul en Gostyni; en el año1869, a los 55 años, entró en el Seminario a Gnienzo, pero en 1871 tuvo que salir de él por la rápida decadencia de su salud, con gran pena, porque deseaba consagrarse completamente a Dios; pero su santificación tuvo que ocurrir en el estado laical, por lo demás, de laico indicó el camino de la vida espiritual y escribió las reglas para sus monjas; algún tiempo después en Italia también hubo un fundador laico parecido, Bartolo Longo también él beato

De Edmundo Bojanowski nos ha legado su ´Diario´ y varias cartas todavía inéditas; murió en Górka Duchowna (Poznan) el 7 de agosto de 1871; a su muerte existían dos noviciados, 197 monjas y 40 Casas. Posteriormente, como consecuencia de la política de la repartición de Polonia se tuvieron que abrir cuatro Congregaciones distintas cada una con su correspondiente Casa Matriz, actualmente en Luboń (Poznan), Wroclawm, Debica y Stara Wies con unas 4000 monjas esparcidas por el mundo.

El Papa Juan Pablo II, durante su séptimo viaje apostólico a Polonia, lo beatificó, era el 13 de junio de 1999, en ceremonia realizada en Varsovia.

Es una de las más grandes figuras de la católica Polonia, que en mucho se adelantó, con su rica actividad, a lo que el Concilio Vaticano II ha dicho sobre el tema del apostolado de los laicos.

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Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa
Afra de Augusta, Santa Mártir, 7 de agosto  

Afra de Augusta, Santa

Mártir

Martirologio Romano: En Augsburgo, de la Retia, santa Afra, mártir. Siendo pecadora, se convirtió a Cristo y, sin haber sido aún bautizada, según cuenta la tradición, fue quemada viva por confesar a Cristo (304).

La Ciudad de Augusta (la actual Augsburgo) se encontraba situada en la parte norte de la Provincia Romana de Rhtia sobre el río Lech, no lejos de su confluencia con el río Danubio.

Era una colonia Romana importante, investida con derechos municipales (municipium) por el Emperador Adriano, en la cual el Cristianismo había penetrado aún antes de la era de Constantino, como lo prueba, fuera de toda duda, el martirio de Santa Afra.

Es un hecho histórico indiscutible que una Cristiana llamada Afra fue ejecutada en Augsburgo durante la persecución de Diocleciano (c. 304) por su inconmovible profesión de fe y que ya en una época temprana su tumba era objeto de gran veneración.

El así llamado "Martyrologium Hieronymianum", que es una compilación de varios calendarios y listas de mártires cuyos inicios datan del siglo cuarto, menciona, el 5 de Agosto (en algunos MSS., 6 o 7 de Agosto), que Santa Afra padeció en la ciudad de Augsburgo y fue enterrada allí.

En el siglo sexto en su poema sobre St. Martin, Venantius Fortunatus, Obispo de Poitiers, también menciona a Augsburgo como su lugar de sepultura.

En resumen hay una compilación de dos diferentes narraciones, una la historia de la conversión de Santa Afra y la otra la historia de su martirio.

El origen de la primera es posterior es muy probable que contenga meramente una narración legendaria de la época Carolingia, escrita con la intención de hacer participar a Santa Afra en la organización de la iglesia en Augsburgo.

Cuenta que los abuelos de Afra llegaron procedentes de Chipre a Augsburgo y que allí fueron iniciados en la adoración de la diosa Venus. Afra fue entregada como prostituta al servicio de la diosa por su propia madre Hilaria o Hilara.

Durante la persecución de Diocleciano, Narciso, Obispo de Gerundum en España se refugió de sus perseguidores en Augsburgo y encontró asilo en el hogar de Afra. Por sus esfuerzos, la familia se convirtió al Cristianinismo, y fueron bautizados.

Al partir Narciso ordenó presbítero (u Obispo) al hermano de Hilaria llamado Dionisio. Esta historia del martirio de Afra termina mencionando que su mamá y tres doncellas de Afra (Digna, Eunomia o Eumenia, y Eutropia o Euprepia), quienes después que los restos de la mártir fueron colocados en su tumba, ella también sufrieron martirio siendo quemadas.

La Segunda parte de las “Actas de Afra”, que tratan de su juicio y muerte (Ruinart, Acta Sincera, 482-484, Ratisbon, 1859), es más antigua. Según Duchesne data de finales del siglo cuarto o principios del siglo quinto. Por tanto puede haber preservado, no solo el hecho del martirio sino también detalles confiable relativos a la Santa y a su muerte. En esta narración, se menciona solo a Afra, y no existen rastros de aquellas exageraciones y embellecimientos fantásticos que caracterizaron las leyendas posteriores de los mártires.. Según este Passio, Afra (ver ACTAS DE LOS MARTIRES) fue condenada a morir quemada porque se confesó Cristiana, y se rehusó a participar en ritos paganos.

Fue ejecutada en la pequeña isla del río Lech y sus restos fueron sepultados cerca del lugar de su muerte.

El testimonio de Venantius Fortunatus señala que su tumba fue objeto de gran veneración durante el siglo sexto. Sus restos permanecen hasta ahora en Augsburgo en la iglesia de los Santos Ulrico y Afra, al lado de la cual se levanta una famosa abadía Benedictina.

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Fuente: www.cem.org
Miguel de la Mora de la Mora, Santo Sacerdote y Mártir, 7 de agosto  

Miguel de la Mora de la Mora, Santo

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Colima, de México, san Miguel de la Mora, presbítero y mártir, que, en el furor de la persecución contra la Iglesia, fue coronado con el martirio por el hecho de ser sacerdote (1927).


Nació en el municipio de Tecalitlán, Jalisco el 19 de junio de 1874. Durante su infancia supo de las faenas agrícolas y ganaderas y llegó a ser buen jinete. Adolescente ingresó al seminario conciliar de Colima, donde cursó los estudios eclesiásticos hasta su ordenación presbiteral, en 1906.

Ministro de Tomatlán, en la Iglesia Catedral, en la hacienda de San Antonio, en Zapotitlán y, finalmente, otra vez en la Catedral, de la que fue capellán de coro.

Cuando se decretó la suspensión del culto público, eligió permanecer en el domicilio de su familia. “¿Cómo se va a quedar Colima sin sacerdotes?”, dijo. Allí celebraba, con mucha discreción, la Eucaristía; pese a sus cuidados, frente a su casa vivía el jefe de operaciones militares de Colima, el general José Ignacio Flores, quien, al identificarlo como clérigo ordenó su arresto. Salió libre bajo fianza, con la orden tajante de reanudar el culto de la Catedral contra las disposiciones episcopales.

Dejó Colima para refugiarse en su lugar de origen. La madrugada del 7 de agosto de 1927, con ropas de paisano, acompañado por su hermano Regino y el presbítero Crispiniano Sandoval, salió rumbo a la sierra. En el mesón de Cardona, Colima alguien lo reconoció: Es usted padrecito. Sí, lo soy. Esto bastó para que un agrarista los aprehendiera, remitiéndolos a pie y atados, a la jefatura de operaciones militares de Colima. Durante el trayecto escapó el otro clérigo, a quien no identificaron como tal. Al mediodía llegaron a Colima. Enterado del asunto, el general Flores dispuso la ejecución inmediata de los hermanos De la Mora, en la caballeriza del cuartel, sobre el estiércol de los caballos. Mientras recitaba el rosario, fue acribillado por los verdugos ante la mirada atónita de su hermano Regino, quien salvó la vida alegando que él no era sacerdote. El cadáver fue sepultado en el panteón municipal. Dos años después sus restos fueron colocados en la iglesia catedral.

Fue canonizado por S.S. Juan Pablo II el 21 de mayo de 2000.

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Fuente: Carmelnet.org
Alberto degli Abbati, Santo Presbítero Carmelita, 7 de agosto  

Alberto degli Abbati, Santo

Presbítero Carmelita

Martirologio Romano: En Mesina, de Sicilia, san Alberto degli Abbati, presbítero de la Orden de los Carmelitas, que convirtió a muchos judíos a la fe en Cristo y proveyó de víveres a su ciudad sitiada (c. 1306/1307)

Etimológicamente: Aquel que brilla por su nobleza, es de origen germánico.

También conocido como San Alberto de Mesina o San Alberto de Sicilia.

Nació en Trápani, Sicilia (Italia). Sus padres -Benito d degli Alberti y Juana Palizi- llevaban veintiséis años de estéril matrimonio. Fervorosos crisitanos, habían prometido a la Virgen de Trápani consagrar al servicio del Señor al hijo que les concediera.

De muy niño ingresó en el Carmelo de Trápani con el propósito de servir a Dios y a la Santísima Virgen, ha quien está consagrada la Orden del Carmen.

Era entonces la "edad de oro" del Carmelo, en la que el ideal eliano-mariano de la Orden se mantenía vivo a base de un justo equilibrio de la contemplación y acción apostólica.

Desde que profesó en la Orden se distinguió por su fervor y austeridad de vida. Sus biógrafos nos dicen que sus ayunos eran continuos, que nunca tomó carne y que mezcalaba su parco alimento con ajenjos. Su cama era un zarzo de sarmientos y dedicaba largas horas del día y de la noche a la oración.

La obediencia era en él pronta y alegre, la pobreza le distinguía entre todos por su total desprendimiento y la castidad fue su flor preferida y mejor guardada, por eso se le representa con un lirio y un crucifijo en la mano, o el niño Jesús en brazos.

Recibidas las sagradas órdenes, se difundió pronto su fama de religioso santo y de persuasivo orador.

Pasó algún tiempo en el convento de Messina, ciudad a la que libró del hambre causada por un asedio: algunas naves cargadas de víveres consiguieron llegar milagrosamente hasta los asedios.

Fervoroso predicador, recorrió la mayor parte de los pueblos de la isla.

Fue nombrado provincial de Sicilia por el 1296, cargo que desempeñó con una entrega total al servico de Dios y de las almas.

Cuando visitaba los conventos, no llevaba otra cosa que un poco de pan, el báculo y un cantarito de agua.

Fundó varios conventos y escribió algunos tratados, que no se han conservado.

Recibió del Señor la gracia de hacer milagros llegando a ser el gran taumaturgo y apóstol de Sicilia.

Por eso su culto ha sido siempre muy extenso e intenso en toda la Orden, que lo ha venerado en todas sus iglesias y conventos. Sus reliquias se han esparcido por todo el mundo y con ellas se bendice el agua para los enfermos.

Acaeció su muerte en 1307 y al celebrar sus exequias se dice que voces misteriosas entonaron el "os justi" de la misa de confesores en vez de la misa de requiem.

Su culto fue confirmado por bula del papa Sixto IV en 1476.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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