JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36
Gloria a ti, Señor.
Después que se sació la gente, Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió a la montaña para orar a solas. Al llegar la noche estaba allí solo.
La barca, que estaba ya muy lejos de la orilla, era sacudida por las olas, porque el viento era contrario. Antes de la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Los discípulos, al verlo caminar sobre el lago, se asustaron y decían:
"Es un fantasma".
Y se pusieron a gritar de miedo. Pero Jesús les dijo enseguida:
"¡Animo! Soy yo, no teman".
Pedro le respondió:
"Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas".
Jesús le dijo:
"Ven".
Pedro saltó de la barca y, caminando sobre las aguas, iba hacia Jesús. Pero al sentir la violencia del viento se asustó y, como empezaba a hundirse, gritó:
"¡Señor, sálvame!"
Jesús le tendió la mano, lo levantó y le dijo:
"¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?"
Subieron a la barca, y el viento amainó. Y los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo:
"Verdaderamente eres Hijo de Dios".
Después de atravesar el lago, llegaron hasta la orilla de Genesaret. Al reconocerlo los habitantes del lugar, difundieron la noticia por toda aquella región y le trajeron todos los enfermos. Le suplicaban que les dejara tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
mar 18a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras; y pues eres mi baluarte y mi refugio, acompáñame y guíame.
Oración colecta
Oremos:
Señor nuestro, que prometiste venir y hacer tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos la rectitud y sinceridad de vida que nos hagan dignos de esa presencia tuya.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Por tus enormes pecados te he tratado así. Yo haré volver a los cautivos de Israel
Lectura del libro del profeta Jeremías 30, 1-2.12-15.18-22
El Señor dirigió esta palabra a Jeremías:
"Esto dice el Señor, Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que yo te he dicho. Pues así dice el Señor:
Tu herida es incurable, no puede sanar tu llaga; nadie atiende tus gritos de auxilio, ni existe remedio para tus heridas. Todos tus amantes te han olvidado, ya no se preocupan de ti; porque yo te he herido como si fueras un enemigo; el castigo ha sido cruel, a causa de tu gran maldad y por tus muchos pecados. ¿Por qué te quejas de tus heridas? Tu dolor es incurable. Te he castigado así, a causa de tu gran maldad y por tus muchos pecados.
Esto dice el Señor: Yo restauraré las tiendas de Jacob y tendré piedad de sus casas; la ciudad será reconstruida en su colina, y el palacio se levantará en el lugar que le corresponde. Saldrán de ellos cantos de alabanza y gritos de júbilo. Multiplicaré a este pueblo y no disminuirán, los honraré y no serán humillados. Sus hijos serán tan poderosos como antes, su asamblea será estable ante mí, y castigaré a todos sus opresores. De entre ellos surgirá su su jefe, de en medio de ellos saldrá su soberano. Le mandaré venir y se acercará a mí; pues ¿quién arriesgaría su vida acercándose a mí? Palabra del Señor. Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 101, 16-18.19-21.29 y 22-23
El Señor es nuestro Dios.
Los paganos honrarán tu nombre, Señor, todos los reyes de la tierra te engrandecerán; porque tú, Señor, reconstruirás Sión, y manifestarás así tu gloria, atenderás la súplica del desamparado y no rechazarás su oración.
El Señor es nuestro Dios.
Que se escriba todo esto para las generaciones futuras, para que el pueblo que va a ser creado alabe al Señor; pues el Señor miró desde su alto templo, desde los cielos se fijó en la tierra, para atender los lamentos de los cautivos y liberar a los condenados a muerte.
El Señor es nuestro Dios.
Los hijos de tus siervos tendrán una morada, y sus descendientes estarán siempre en tu presencia. Entonces se proclamará en Sión el nombre del Señor y en Jerusalén se publicará su alabanza; pueblos y reinos se reunirán para dar culto al Señor.
El Señor es nuestro Dios.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel.
Aleluya.
Evangelio
Mándame ir a ti caminando sobre el agua
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36
Gloria a ti, Señor.
Después que se sació la gente, Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió a la montaña para orar a solas. Al llegar la noche estaba allí solo.
La barca, que estaba ya muy lejos de la orilla, era sacudida por las olas, porque el viento era contrario. Antes de la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Los discípulos, al verlo caminar sobre el lago, se asustaron y decían:
"Es un fantasma".
Y se pusieron a gritar de miedo. Pero Jesús les dijo enseguida:
"¡Animo! Soy yo, no teman".
Pedro le respondió:
"Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas".
Jesús le dijo:
"Ven".
Pedro saltó de la barca y, caminando sobre las aguas, iba hacia Jesús. Pero al sentir la violencia del viento se asustó y, como empezaba a hundirse, gritó:
"¡Señor, sálvame!"
Jesús le tendió la mano, lo levantó y le dijo:
"¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?"
Subieron a la barca, y el viento amainó. Y los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo:
"Verdaderamente eres Hijo de Dios".
Después de atravesar el lago, llegaron hasta la orilla de Genesaret. Al reconocerlo los habitantes del lugar, difundieron la noticia por toda aquella región y le trajeron todos los enfermos. Le suplicaban que les dejara tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que este sacrificio, Señor, que vamos a ofrecerte, nos purifique y nos ayude a obtener la recompensa eterna, prometida a quienes cumplen tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El misterio de nuestra salvación en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria diciendo:
Antífona de la Comunión
Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, aviva cada vez más en nosotros el deseo de recibir este pan eucarístico, por medio del cual nos comunicas tú la vida verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
Dia 7/08 San Cayetano (presbítero, blanco )
Antífona de Entrada
El justo se alegra con el Señor, se refugia en él y se felicitan los rectos de corazón.
Oración Colecta
Proclamamos, Señor, que sólo tú eres santo, sólo tú eres bueno y nadie puede serlo sin tu gracia; por eso te pedimos que, mediante la intercesión de san Cayetano, nos ayudes a vivir de tal forma en el mundo, que nunca nos veamos privados de tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Crean en el Señor y ámenlo
Lectura del libro del Eclesiástico 2, 7-13
Los que temen al Señor, esperen en su misericordia; no se alejen de él y no caerán. Los que temen al Señor, confíen en él, porque no los dejará sin recompensa. Los que temen al Señor, esperen sus beneficios, su misericordia y la felicidad eterna. Los que temen al Señor, ámenlo, y se iluminará su corazón.
Miren a sus antepasados y comprenderán. ¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado? ¿Quién perseveró en su santo temor y fue abandonado? ¿Quién lo invocó y fue desatendido? El Señor es clemente y misericordioso, perdona los pecados y salva en el tiempo de la tribulación, y es protector de todos los que lo buscan con sinceridad.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 111
Dichosos los que temen al Señor.
Dichosos los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos; poderosos serán sus descendientes, Dios bendice a los hijos de los buenos.
Dichosos los que temen al Señor.
Fortuna y bienestar habrá en su casa, siempre actuarán conforme a la justicia. Quien es justo, clemente y compasivo, como una luz en las tinieblas brilla.
Dichosos los que temen al Señor.
Quienes compadecidos, prestan y llevan sus negocios rectamente, jamás se desviarán, vivirá su recuerdo para siempre.
Dichosos los que temen al Señor.
No temerán malas noticias, puesto que en el Señor viven confiados. Firme está y sin temor su corazón, pues vencidos verán a sus contrarios.
Dichosos los que temen al Señor.
Al pobre dan limosna, obran siempre conforme a la justicia; su frente se alzará llena de gloria.
Dichosos los que temen al Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya.
Evangelio
El Padre ha tenido a bien darles el Reino
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 32-34
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"No temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino. Vendan sus bienes y den limosna. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón ni carcome la polilla. Porque donde está su tesoro, allí estará su corazón".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Te suplicamos, Dios todopoderoso, que este sacrificio, ofrecido humildemente en honor de tus santos, sea grato a tus ojos y purifique nuestro cuerpo y nuestro espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La presencia de los santos pastores en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque nos concedes la alegría de celebrar hoy la memoria de san Cayetano, fortaleciendo a tu Iglesia con el ejemplo de su vida, instruyéndola con su palabra y protegiéndola con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde esté yo, allí también estará mi servidor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Los sacramentos que hemos recibido, en la memoria de san Cayetano santifiquen, Señor, nuestro corazón y nuestro espíritu, para que merezcamos ser partícipes de tu naturaleza divina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
18ª semana. Martes
HOMBRES DE FE
— Fe en Cristo. Con Él, lo podemos todo; sin Él, somos incapaces de dar un solo paso.
— Cuando la fe se empequeñece, las dificultades se agigantan.
— Jesús siempre ayuda.
I. Inmediatamente después del milagro de la multiplicación de los panes y de los peces, el mismo Señor despidió a la muchedumbre y ordenó a sus discípulos que embarcaran1. La tarde debía de estar ya muy avanzada. Jesús, después de aquel día de trabajo, de atención a los que le buscan, siente una inmensa necesidad de orar. Subió a un monte cercano y, entrada la noche, se quedó allí solo, en diálogo con su Padre del Cielo.
Desde la cima, Jesús ve a los Apóstoles ya mar adentro, cuando la barca, batida por las olas porque el viento les era contrario, se encuentra en peligro. Jesús podía divisar la pobre embarcación en medio del lago, pues era el plenilunio y la Pascua estaba ya cercana. A la cuarta vigilia de la noche, hacia las tres de la madrugada, antes de apuntar el día, vino hacia ellos caminando sobre el mar.
Los discípulos, al ver una figura desdibujada que se acercaba por el mar hacia donde ellos se encontraban luchando contra las olas y el viento, tuvieron miedo: Es un fantasma, dicen. Y comenzaron a gritar. Pero pronto Cristo se da a conocer: Tened confianza, soy yo, no temáis. Es la actitud con que Cristo se presenta siempre en la vida del cristiano: dando aliento y serenidad. Pedro cobra confianza y, llevado por su amor, que le hace desear estar cuanto antes junto al Maestro, le hace una petición inesperada: Señor, si eres Tú, manda que yo vaya a Ti sobre las aguas. La audacia del amor no tiene límites. Y la condescendencia de Jesús tampoco tiene término. Él le dijo: Ven. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a andar sobre las aguas hacia Jesús. Fueron momentos impresionantes para todos: Pedro ha cambiado la seguridad de la barca por la de la palabra del Señor. No se quedó aferrado a las tablas de la embarcación, sino que se dirigió hacia donde estaba Jesús, a unos pocos metros de sus discípulos, que contemplan atónitos al Apóstol encima del agua embravecida. Pedro avanza sobre las olas. Le sostienen la fe y la confianza en su Maestro; solo eso.
No importan el ambiente, las dificultades que rodean nuestra vida, si nos dirigimos llenos de fe y confianza hacia Jesús que nos espera; no importa que las olas sean muy altas y el viento fuerte; no importa que no sea natural al hombre caminar sobre el agua. Si miramos a Jesús, todo nos será posible; y ese mirarle es la virtud de la piedad. Si con la oración y los sacramentos nos mantenemos unidos a Jesús, estaremos firmes en nuestro caminar; dejar de mirar a Cristo es hundirnos, es incapacitarnos para dar un paso, aun en tierra firme.
II. La fe, grande a los comienzos, se hizo pequeña después. Pedro se dio cuenta de las olas, del viento (San Juan señala que el mar tenía gran oleaje aún), de lo imposible que es para el hombre caminar sobre el agua; se preocupa de las dificultades y se olvida de lo único que lo mantenía a flote: la palabra del Señor. Ante los obstáculos, de los que toma ahora conciencia, su fe disminuye, y el milagro iba unido a una confianza plena en Cristo.
Dios pide a veces “aparentes imposibles” que se hacen realidad cuando actuamos con fe, con los ojos puestos en el Señor. En cierta ocasión, el Fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá, decía a una hija suya que marchaba a otro país en el que encontraría las lógicas dificultades propias de los comienzos de una labor apostólica: “Cuando te pido una cosa, hija, no me digas que es imposible, porque ya lo sé. Pero, desde que empecé la Obra, el Señor me ha pedido muchos imposibles... ¡y han ido saliendo!”2. ¡Y han ido saliendo!: labores apostólicas en muchos países..., y surgían vocaciones y gentes que se prestaban para colaborar en esas tareas con mucha generosidad y desprendimiento. De muchas maneras les decía: “hombres de fe hacen falta y se renovarán los prodigios de la Escritura...”. Y esos prodigios se realizan cada día sobre la tierra... Así ha pasado siempre en la historia de la Iglesia.
Es Dios quien nos mantiene a flote y nos hace eficaces en medio de “aparentes imposibles”, de un ambiente que frecuentemente es contrario al ideal cristiano. Es Él quien hace que caminemos sobre las aguas, y la condición es siempre la misma: mirar a Cristo y no detenernos demasiado en los obstáculos y en las tentaciones.
San Juan Crisóstomo, al comentar el Evangelio, señala que Jesús enseñó a Pedro a conocer, por propia experiencia, que toda su fortaleza venía de Él, mientras que de sí mismo solo podía esperar flaqueza y miseria3, y añade: “cuando falta nuestra cooperación, cesa también la ayuda de Dios”. Por eso, en el momento en que Pedro empezó a temer y a dudar, comenzó también a hundirse.
Cuando la fe se empequeñece, las dificultades se agigantan: “la fe viva depende de la capacidad que yo tenga de responder a ese Dios que me llama y quiere tratarme y ser mi amigo, el gran testigo de mi vida. Por tanto, si yo le respondo y le quiero y es alguien familiar en mi vida, si yo vivo junto a Él, estoy asegurando mi fe, porque mi fe se basa en Dios (...). Por el contrario, si me distancio de Dios, si le olvido, si Dios queda en la periferia de mi vida, que se sumerge en lo puramente material y humano; si me dejo arrastrar por las evidencias inmediatas y Dios se desdibuja en mi alma, ¿cómo voy a tener fe viva? Si no trato a Cristo, ¿qué es lo que queda de mi fe? Por eso, hemos de decir que, en última instancia, todos los obstáculos para la vida de fe se reducen en su génesis a un alejamiento de Dios, a un apartarse de Dios, a un dejar de tratarle cara a cara”4. Entonces cobran fuerza las tentaciones y las dificultades. Pedro hubiera permanecido firme sobre las aguas y habría llegado hasta el Señor si no hubiera apartado de Él su mirada confiada. Todas las tempestades juntas, las de dentro del alma y las del ambiente, nada pueden mientras estemos bien afincados en la oración. Por el contrario, abandonarla, hacerla con poca intimidad o en el anonimato es exponernos a hundirnos en el desaliento, en el pesimismo, en la tentación.
Nunca debe flaquear nuestra fe; aunque sean enormes las dificultades; aunque nos parezca que nos han de aplastar con su fuerza. “¿Qué importa que tengas en contra al mundo entero con todos sus poderes? Tú... ¡adelante!
“—Repite las palabras del salmo: “El Señor es mi luz y mi salud, ¿a quién temeré?... ‘Si consistant adversum me castra, non timebit cor meum’. —Aunque me vea cercado de enemigos, no flaqueará mi corazón”“5.
III. Pedro, bajando de la barca, comenzó a andar sobre las aguas hacia Jesús. Pero al ver que el viento era tan fuerte se atemorizó y al empezar a hundirse gritó diciendo: ¡Señor, sálvame! Al punto Jesús, extendiendo su mano, lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? Después subieron a la barca y cesó el viento.
En los peligros, en los tropiezos, en las dudas, es a Cristo a quien hemos de mirar: Corramos al combate que se nos presenta fijos los ojos en el autor y consumador de la fe, Jesús6, leemos en la Epístola a los Hebreos. Cristo debe ser para nosotros una figura nítida, clara y bien conocida. ¡Lo hemos contemplado tantas veces, que no podemos confundirlo con un fantasma!, como los discípulos en medio de la noche. Sus rasgos son inconfundibles, y su voz, y su mirada. ¡Nos ha mirado tantas veces! En Él comienza y culmina la vida cristiana. “Si quieres salvarte –escribe Santo Tomás de Aquino– mira al rostro de tu Cristo”7. Nuestro trato habitual con Él en la oración y en los sacramentos es la única garantía para mantenernos en pie, como hijos de Dios, en medio de un mar alborotado como en el que vivimos.
Es más, junto a Cristo, los conflictos y trabajos que encontramos casi cada día fortalecen la fe, enrecian la esperanza y unen más a Él. Ocurre lo mismo que a “los árboles que crecen en lugares sombreados y libres de vientos: mientras que externamente se desarrollan con aspecto próspero, se hacen blandos y fangosos, y fácilmente les hiere cualquier cosa; sin embargo, los árboles que viven en las cumbres de los montes más altos, agitados por muchos vientos y constantemente expuestos a la intemperie y a todas las inclemencias, golpeados por fortísimas tempestades y cubiertos de frecuentes nieves, se hacen más robustos que el hierro”8.
Pedro dejó de mirar a Cristo, y se hundió. Pero supo enseguida acudir a quien todo le está sometido: ¡Señor, sálvame!, gritó con todas sus fuerzas cuando se sintió perdido. Y Jesús, con infinito cariño, le tendió la mano y lo sacó a flote. Si nosotros vemos que nos hundimos, que nos pueden las dificultades o la tentación, acudamos a Jesús: ¡Señor, sálvame! Y Cristo nos tenderá su mano poderosa y segura, y saldremos adelante en todos los peligros y tribulaciones. Él siempre tiene su mano extendida, para que nos aferremos a ella. Nunca deja que nos hundamos, si hacemos lo poco que está de nuestra parte. Además, Dios ha puesto junto a cada uno de nosotros un Ángel Custodio para que nos proteja de toda adversidad y sea una ayuda poderosa en nuestro camino hacia el Cielo. Tratémosle confiadamente, acudamos a él con frecuencia durante el día, pidámosle ayuda en lo grande y en lo pequeño, y encontraremos la fortaleza que necesitamos para vencer.
1 Cfr. Mt 14, 22-36. — 2 P. Berglar, Opus Dei, Rialp, Madrid 1987, p. 270. — 3 Cfr. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 50. — 4 P. Rodríguez, Fe y vida de fe, EUNSA, Pamplona 1974, p. 128. — 5 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 482. — 6 Heb 12, 1-2. — 7 Santo Tomás, Comentario a la Carta a los Hebreos, 12, 1-2. — 8 San Juan Crisóstomo, Homilía De gloria in tribulationibus.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Cayetano
Fundador
Año 1547
San Cayetano bendito: lo que tú más deseabas: la conversión de los que somos tan pecadores, es un favor inmenso que no hemos logrado conseguir, pero que tú con tu intercesión nos puedes obtener. Pídele a Dios que nos logremos convertir.
Dichoso el que Confía en Dios (Salmo 83).
Este santo, muy popular entre los comerciantes y ganaderos porque los protege de muchos males, nació en 1480 en Vicenza, cerca de Venecia, Italia.
Su padre, militar, murió defendiendo la ciudad contra un ejército enemigo. El niño quedó huérfano, al cuidado de su santa madre que se esmeró intensamente por formarlo muy buen.
Estudió en la Universidad de Padua donde obtuvo dos doctorados y allí sobresalía por su presencia venerable y por su bondad exquisita que le ganaba muchas amistades.
Se fue después a Roma, y en esa ciudad capital llegó a ser secretario privado del Papa Julio II, y notario de la Santa Sede.
A los 33 años fue ordenado sacerdote. El respeto que tenía por la Santa Misa era tan grande, que entre su ordenación sacerdotal y su primera misa pasaron tres meses, tiempo que dedicó a prepararse lo mejor posible a la santa celebración.
En Roma se inscribió en una asociación llamada "Del Amor Divino", cuyos socios se esmeraban por llevar una vida lo más fervorosa posible y por dedicarse a ayudar a los pobres y a los enfermos.
Viendo que el estado de relaajación de los católicos era sumamente grande y escandaloso, se propuso fundar una comunidad de sacerdotes que se dedicaran a llevar una vida lo más santa posible y a enfervorizar a los fieles. Y fundó los Padres Teatinos (nombre que les viene a Teati, la ciudad de la cual era obispo el superior de la comunidad, Msr. Caraffa, que después llegó a ser el Papa Pablo IV)
San Cayetano le escribía a un amigo: "Me siento sano del cuerpo pero enfermo del alma, al ver cómo Cristo espera la conversión de todos, y son tan poquitos los que se mueven a convertirse". Y este era el más grande anhelo de su vida: que las gentes empezaran a llevar una vida más de acuerdo con el santo Evangelio.
Y donde quiera que estuvo trabajó por conseguirlo.
En ese tiempo estalló la revolución de Lutero que fundó a los evangélicos y se declaró en guerra contra la Iglesia de Roma. Muchos querían seguir su ejemplo, atacando y criticando a los jefes de la santa Iglesia Católica, pero San Cayetano les decía: "Lo primero que hay que hacer para reformar a la Iglesia es reformarse uno a sí mismo".
San Cayetano era de familia muy rica y se desprendió de todos sus bienes y los repartió entre los pobres. En una carta escribió la razón que tuvo para ello: "Veo a mi Cristo pobre, ¿y yo me atreveré a seguir viviendo como rico?" Veo a mi Cristo humillado y despreciado, ¿y seguiré deseando que me rindan honores? Oh, que ganas siento de llorar al ver que las gentes no sienten deseos de imitar al Redentor Crucificado".
En Nápoles un señor rico quiere regalarle unas fincas para que viva de la renta, junto con sus compañeros, diciéndole que allí la gente no es tan generosa como en otras ciudades. El santo rechaza la oferta y le dice: "Dios es el mismo aquí y en todas partes, y El nunca nos ha desamparado, si siquiera por un minuto".
Fundó asociaciones llamadas "Montes de piedad" (Montepíos) que se dedicaban a prestar dinero a gentes muy pobres con bajísimos intereses.
Sentía un inmenso amor por Nuestro Señor, y lo adoraba especialmente en la Sagrada Hostia en la Eucaristía y recordando la santa infancia de Jesús. Su imagen preferida era la del Divino Niño Jesús.
La gente lo llamaba: "El padrecito que es muy sabio, pero a la vez muy santo".
Los ratos libres los dedicaba, donde quiera que estuviera, a atender a los enfermos en los hospitales, especialmente a los más abandonados y repugnantes.
Un día en su casa de religioso no había nada para comer porque todos habían repartido sus bienes entre los pobres. San Cayetano se fue al altar y dando unos golpecitos en la puerta del Sagrario donde estaban las Santas Hostias, le dijo con toda confianza: "Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer". Al poco rato llegaron unas mulas trayendo muy buena cantidad de provisiones, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban.
En su última enfermedad el médico aconsejó que lo acostaran sobre un colchón de lana y el santo exclamó: "Mi Salvador murió sobre una tosca cruz. Por favor permítame a mí que soy un pobre pecador, morir sobre unas tablas". Y así murió el 7 de agosto del año 1547, en Nápoles, a la edad de 67 años, desgastado de tanto trabajar por conseguir la santificación de las almas.
En seguida empezaron a conseguirse milagros por su intercesión y el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1671.
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Donato de Arezzo, Santo Obispo y mártir, 7 de agosto
Obispo y Mártir Martirologio Romano: En Arezzo, de la Toscana, san Donato, segundo obispo de esta sede. La virtud y eficacia de sus oraciones son alabadas por el papa san Gregorio I Magno (s. IV). |
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Fuente: Franciscanos.org
Vicente de L´Aquila, Beato Religioso Franciscano, 7 de agosto
Religioso Martirologio Romano: En L’Aquila, en la región Vestina (hoy Abbruzo), Italia, beato Vicente, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, célebre por su humildad y su espíritu profético (1504). El Beato Vicente nació hacia el año 1430, en L´Aquila, ciudad que por aquel tiempo formaba parte del reino de Nápoles. Sus padres habitaban en el barrio llamado Poggio o Cerro Santa María, encantador edén coronado de verdura y refrescado por manantiales abundantes, cuyas aguas se despeñan por continuadas cascadas hasta el río Aterno. Aquel maravilloso rincón, testigo de los primeros años del niño Vicente, lo fue también de sus grandes virtudes, favorecidas por el cuidado de sus padres, y estimuladas por el ambiente religioso en que se crió. Su alma, predestinada a gloriosa santidad, encontró desde el primer instante el clima necesario; clima que supo aprovechar con generoso corazón. |
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Fuente: Franciscanos.net
Agatángel de Vendome y Casiano de Nantes. Beatos Mártires, 7 de agosto
Martirologio Romano: En la ciudad de Gondar, en Etiopía, beatos Agatángel de Vendome (Francisco) Nourry y Casiano de Nantes (Gonzalo) Vaz López Netto, presbíteros de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártires, que en Siria, Egipto y Etiopía buscaron reconciliar con la Iglesia católica a los cristianos separados y, por orden del rey de Etiopía, fueron colgados en troncos con su cordón religioso y lapidados hasta la muerte (1638). Beatificados por San Pío X el 1 de enero de 1905. |
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Jordán Forzaté, Beato Abad, 7 de agosto
Abad Martirologio Romano: En Venecia, beato Jordán Forzaté, abad, fundador de monasterios en Padua. No habiendo podido evitar la ruina de su patria a pesar de todos sus esfuerzos, padeció el destierro, que vivió piadosísimamente. Insigne por su modestia, probidad de costumbres y ciencia, se durmió devotamente en el Señor (c. 1248). Jordán Forzaté nació alrededor de 1158. Existe un documento de 1203 que menciona a Jordán como monje benedictino en Padua, en un monasterio posiblemente fundado por la familia Transelgardi, de la que él formaba parte. Ya en 1213 está documentado que él era el Prior de dicho monasterio. bibliografía: Diccionario de los Santos, Volumen II |
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Fuente: Santiebeati.it
Edmundo Bojanowski, Beato Fundador, 7 de agosto
Laico Fundador Martirologio Romano: En la localidad de Gorka Duchovna, cerca de Posnam, en Polonia, beato Edmundo Bojanowski, que, conforme a los preceptos del Evangelio, trabajó con sumo ahínco en la formación de los pobres y gente analfabeta, y fundó la Congregación de las Esclavas de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios (1871).
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Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa
Afra de Augusta, Santa Mártir, 7 de agosto
Mártir Martirologio Romano: En Augsburgo, de la Retia, santa Afra, mártir. Siendo pecadora, se convirtió a Cristo y, sin haber sido aún bautizada, según cuenta la tradición, fue quemada viva por confesar a Cristo (304). |
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Fuente: www.cem.org
Miguel de la Mora de la Mora, Santo Sacerdote y Mártir, 7 de agosto
Presbítero y Mártir Martirologio Romano: En Colima, de México, san Miguel de la Mora, presbítero y mártir, que, en el furor de la persecución contra la Iglesia, fue coronado con el martirio por el hecho de ser sacerdote (1927). |
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Fuente: Carmelnet.org
Alberto degli Abbati, Santo Presbítero Carmelita, 7 de agosto
Presbítero Carmelita Martirologio Romano: En Mesina, de Sicilia, san Alberto degli Abbati, presbítero de la Orden de los Carmelitas, que convirtió a muchos judíos a la fe en Cristo y proveyó de víveres a su ciudad sitiada (c. 1306/1307) |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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