JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 3-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo se acercaron a Jesús unos fariseos y, para ponerlo a prueba, le preguntaron:
"¿Puede uno separarse de su mujer por cualquier motivo?"
Jesús les respondió:
"¿No han leído que el Creador, desde el principio, los hizo hombre y mujer, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos uno solo? De manera que ya no son dos, sin uno solo. Por tanto, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre".
Ellos le dijeron:
"Entonces, ¿por qué mandó Moisés que el marido diera un acta de divorcio a su mujer para separarse de ella?"
Jesús les dijo:
"Moisés les permitió separarse de sus mujeres por la incapacidad de ustedes para entender los planes de Dios, pero al principio no era así. Ahora yo les digo: El que se separa de su mujer, excepto en caso de unión ilegítima, y se casa con otra, comete adulterio".
Los discípulos le dijeron:
"Si tal es la situación del hombre con respecto a su mujer,es mejor no casarse".
Jesús les dijo:
"No todos pueden hacer esto, sino sólo aquéllos a quienes Dios se lo concede. Algunos no se casan porque nacieron incapacitados para eso; otros porque los hombres los incapacitaron; y otros eligen no casarse por causa del Reino de los cielos. Quien pueda poner esto en práctica, que lo haga".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
vie 19a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Pueblos todos, aplaudan; aclamen al Señor con gritos de júbilo.
Oración Colecta
Oremos:
Padre de bondad, que por medio de tu gracia nos has hecho hijos de la luz; concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de la verdad.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Yo te llené de encantos y tú te prostituiste
Lectura del libro del profeta Ezequiel 16, 1-15.60.63
Recibí esta palabra del Señor:
"Hijo de hombre, haz saber a Jerusalén su abominaciones, y di: Esto dice el Señor a Jerusalén: Por tu origen y nacimiento eres cananea; tu padre fue amorreo y tu madre una hitita. El día en que naciste no te cortaron el cordón umbilical, no te lavaron con agua, no te hicieron las fricciones de sal ni te envolvieron en pañales. Nadie se apiadó de ti ni hizo por compasión nada de esto, sino que te arrojaron al campo el día que naciste como un ser despreciable.Yo pasé junto a ti, te vi revolviéndote en tu sangre y te dije: Sigue viviendo y crece como la hierba de los campos. Y tú creciste, te desarrollaste y llegaste a la flor de tu juventud; se formaron tus senos y te brotó el vello, pero seguías desnuda.
Yo pasé junto a ti y te vi; estabas ya en la edad del amor; extendí mi manto sobre ti y cubrí tu desnudez; me uní a ti con juramento, hice alianza contigo, palabra del Señor, y fuiste mía. Te lavé con agua, te limpié la sangre y te ungí con aceite; te vestí con vestidos bordados, te puse zapatos de cuero fino, te hice un cinturón de lino y te cubrí de seda; te adorné con joyas, coloqué pulseras en tus brazos, un collar en tu cuello, un anillo en tu nariz, aretes en tus orejas y una magnífica corona en tu cabeza. Estabas adornada de oro y plata, vestida de lino fino, de seda y bordado; comías de la mejor harina, miel y aceite. Te hiciste cada vez más hermosa y llegaste a ser como una reina. La fama de tu belleza se difundió entre los pueblos, porque era perfecta la hermosura que yo te había dado, palabra del Señor.
Pero tú, confiada en tu belleza y valiéndote de tu fama, te prostituiste y te entregaste a todo el que pasaba, entregandote a él. Pero yo me acordaré de la alianza que hice contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo una alianza eterna, para que te acuerdes y te avergüences y no te atrevas a abrir más la boca, cuando yo te haya perdonado todo lo que has hecho, palabra del Señor".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Is 12, 2-3.4bcd.5-6
Ha cesado tu ira y me has consolado.
El Señor es el Dios que me salva; tengo confianza y no temo, porque mi fuerza y mi fuente de alegría es el Señor, él es mi salvación. Sacarán agua con gozo de las fuentes de la salvación.
Ha cesado tu ira y me has consolado.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, proclamen entre los pueblos sus hazañas, pregonen que su sombre es sublime.
Ha cesado tu ira y me has consolado.
Canten al Señor, porque ha hecho maravillas; que lo sepa la tierra entera. Griten alegres habitantes de Sión, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.
Ha cesado tu ira y me has consolado.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Reciban la palabra de Dios, no como palabra humana, sino como palabra divina, tal como es en realidad.
Aleluya.
Evangelio
Por la dureza de su corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus esposas; pero al principio no fue así
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 3-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo se acercaron a Jesús unos fariseos y, para ponerlo a prueba, le preguntaron:
"¿Puede uno separarse de su mujer por cualquier motivo?"
Jesús les respondió:
"¿No han leído que el Creador, desde el principio, los hizo hombre y mujer, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos uno solo? De manera que ya no son dos, sin uno solo. Por tanto, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre".
Ellos le dijeron:
"Entonces, ¿por qué mandó Moisés que el marido diera un acta de divorcio a su mujer para separarse de ella?"
Jesús les dijo:
"Moisés les permitió separarse de sus mujeres por la incapacidad de ustedes para entender los planes de Dios, pero al principio no era así. Ahora yo les digo: El que se separa de su mujer, excepto en caso de unión ilegítima, y se casa con otra, comete adulterio".
Los discípulos le dijeron:
"Si tal es la situación del hombre con respecto a su mujer,es mejor no casarse".
Jesús les dijo:
"No todos pueden hacer esto, sino sólo aquéllos a quienes Dios se lo concede. Algunos no se casan porque nacieron incapacitados para eso; otros porque los hombres los incapacitaron; y otros eligen no casarse por causa del Reino de los cielos. Quien pueda poner esto en práctica, que lo haga".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía por medio de la cual tú te dignas hacernos partícipes de los frutos de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Proclamación del misterio de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque, unidos en la caridad, celebramos la muerte de tu Hijo, con fe viva proclamamos su resurrección, y con esperanza firme anhelamos su venida gloriosa.
Por eso,
con todos los ángeles y santos, te alabamos proclamando sin cesar:
Antífona de la Comunión
Alma mía, bendice al Señor, y alaba de corazón su santo nombre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, que hemos ofrecido y recibido en comunión, sean para nosotros principio de vida nueva; a fin de que, unidos a ti por el amor, demos frutos que permanezcan para siempre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
Dia 17/08 San Jacinto (religioso, blanco)
Antífona de Entrada
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia; la parte que he recibido es la más hermosa. El mismo Señor es mi recompensa.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú que otorgaste a san Jacinto la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, ayúdanos a vivir fielmente nuestra vocación cristiana para que reproduzcamos cada día mejor, en nosotros, la imagen de tu Hijo, que vive y reina contigo...
Amén.
Primera Lectura
Aguarda al Señor en el monte
Lectura del primer libro de los Reyes 19, 9-4a. 11-15a.
En aquellos días caminó Elías por el desierto una jornada de camino, y al final se sentó bajo una retama y se deseó la muerte diciendo:
"Basta ya, Señor; quítame la vida, pues yo no valgo más que mis padres".
Se echó debajo de la retama y se quedó dormido. De pronto, un ángel lo tocó y le dijo:
"Levántate, come".
Miró Elías y vio a su cabecera un pan cocido en las brasas y una jarra de agua. Comió, bebió y volvió a echarse. Pero el ángel del Señor lo tocó por segunda vez diciéndole:
"Levántate, come, que el camino es superior a tus fuerzas".
Se levantó Elías, comió y bebió, y con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches, hasta el Horeb, el monte de Dios. Al llegar allí se refugió en una gruta. El Señor le dijo:
"Sal y aguarda al Señor en el monte, que el Señor va a pasar".
Pasó ante el Señor un viento huracanado, que agrietaba los montes y rompía los peñascos: en el viento no estaba el Señor. Vino después un terremoto, y en el terremoto no estaba el Señor. Después vino un fuego, y en el fuego no estaba el Señor. Después se escuchó un susurro. Elías al oírlo se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la gruta. Una voz le preguntó:
"¿Qué te trae por aquí, Elías?"
Contestó:
"Mi pasión por el Señor Dios de los ejércitos. Porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y han pasado a cuchillo a tus profetas. He quedado yo solo, y ahora me persiguen para matarme".
El Señor le dijo:
"Desanda el camino hasta el desierto de Damasco".
Palabra del Señor.
te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 102
Bendice, alma mía, al Señor.
Bendice, alma mía, al Señor y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor y no olvides sus beneficios.
Bendice, alma mía, al Señor.
El perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades: él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.
Bendice, alma mía, al Señor.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo.
Bendice, alma mía, al Señor.
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro.
Bendice, alma mía, al Señor.
Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos, para los que guardan la alianza.
Bendice, alma mía, al Señor.
Aclamación ante del Evangelio
Aleluya, aleluya. Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y yo los aliviaré, dice el Señor. Aleluya.
Evangelio
El que pierda su vida por mí, la encontrará
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 24-27
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿0 qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Dios misericordioso, que transformaste a san Jacinto para hacer de él un hombre nuevo a imagen de Cristo, renuévanos también a nosotros mediante este sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Acción de los santos en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque con la vida de tus santos, enriqueces a tu Iglesia con formas siempre nuevas de admirable santidad, y nos das pruebas indudables de tu amor por nosotros; y también, porque su ejemplo nos impulsa y su intercesión nos ayuda a colaborar en el misterio de la salvación.
Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y santos diciendo:
Antífona de la Comunión
Yo les aseguro, dice el Señor, que los que han dejado todo para seguirme, recibirán cien veces más y alcanzarán la vida eterna.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, con la luz y la fuerza de este sacramento que hemos recibido, condúcenos siempre por el camino de tu amor, a fin de que la obra de salvación que has iniciado en nosotros, se vea coronada el día de la venida gloriosa de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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† Meditación diaria
19ª semana. Viernes
MATRIMONIO Y VIRGINIDAD
— El matrimonio, camino vocacional, Dignidad, unidad, indisolubilidad.
— La fecundidad de la virginidad y del celibato apostólico.
— La santa pureza, defensora del amor humano y del divino.
I. El Evangelio de la Misa1 nos presenta a unos fariseos que se acercaron a Jesús para hacerle una pregunta con ánimo de tentarle: ¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo? Era una cuestión que dividía a las diferentes escuelas de interpretación de la Escritura. El divorcio era comúnmente admitido; la cuestión que plantean aquí a Jesús se refiere a la casuística sobre los motivos. Pero el Señor se sirve de esta pregunta banal para entrar en el problema de fondo: la indisolubilidad. Cristo, Señor absoluto de toda legislación, restaura el matrimonio a su esencia y dignidad originales, tal como fue concebido por Dios: ¿No habéis leído -les contesta Jesús- que al principio el Creador los hizo varón y hembra, y que dijo: Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne? Así, pues, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre (...).
El Señor proclamó para siempre la unidad y la indisolubilidad del matrimonio por encima de cualquier consideración humana. Existen muchas razones en favor de la indisolubilidad del vínculo matrimonial: la misma naturaleza del amor conyugal, el bien de los hijos, el bien de la sociedad... Pero la raíz honda de la indisolubilidad matrimonial está en la misma voluntad del Creador, que así lo hizo: uno e indisoluble. Es tan fuerte este vínculo que se contrae, que solo la muerte puede romperlo. Con esta imagen gráfica lo explica San Francisco de Sales: “Cuando se pegan dos trozos de madera de abeto formando ensambladura, si la cola es fina, la unión llega a ser tan sólida, que las piezas se romperán por otra parte, pero nunca por el sitio de la juntura”2; así el matrimonio.
Para sacar adelante esa empresa es necesaria la vocación matrimonial, que es un don de Dios3, de tal forma que la vida familiar y los deberes conyugales, la educación de los hijos, el empeño por sacar adelante y mejorar económicamente a la familia, son situaciones que los esposos deben sobrenaturalizar4, viviendo a través de ellas una vida de entrega a Dios; han de tener la persuasión de que Dios provee su asistencia para que puedan cumplir adecuadamente los deberes del estado matrimonial, en el que se han de santificar.
Por la fe y la enseñanza de la Iglesia, los cristianos tenemos un conocimiento más hondo y perfecto de lo que es el matrimonio, de la importancia que tiene la familia para cada hombre, para la Iglesia y para la sociedad. De aquí nuestra responsabilidad en estos momentos en los que los ataques a esta institución humana y divina no cesan en ningún frente: a través de revistas, de escándalos llamativos a los que se da una especial publicidad, de seriales de televisión que alcanzan a un gran público que poco a poco va deformando su conciencia... Al dar la doctrina verdadera –la de la ley natural, iluminada por la fe– estamos haciendo un gran bien a toda la sociedad.
Pensemos hoy en nuestra oración si defendemos la familia –especialmente a los miembros más débiles, a los que pueden sufrir más daño– de esas agresiones externas, y si nos esmeramos en vivir delicadamente esas virtudes que son ayuda para todos: el respeto mutuo, el espíritu de servicio, la amabilidad, la comprensión, el optimismo, la alegría que supera los estados de ánimo, las atenciones para con todos pero especialmente para el más necesitado...
II. La doctrina del Señor acerca de la indisolubilidad y dignidad del matrimonio resultó tan chocante a los oídos de todos que hasta sus mismos discípulos le dijeron: Si tal es la condición del hombre respecto a su mujer, no trae cuenta casarse. Y Jesús proclamó a continuación el valor del celibato y de la virginidad por amor al Reino de los Cielos, la entrega plena a Dios, indiviso corde5, sin la mediación del amor conyugal, que es uno de los dones más preciados de la Iglesia.
Quienes han recibido la llamada a servir a Dios en el matrimonio, se santifican precisamente en el cumplimiento abnegado y fiel de los deberes conyugales, que para ellos se hace camino cierto de unión con Dios. Los que han recibido la vocación al celibato apostólico encuentran en la entrega total a Dios, y a los demás por Dios, la gracia para vivir felices y alcanzar la santidad en medio de sus quehaceres temporales, si allí los buscó y los dejó el Señor: ciudadanos corrientes, con una vocación profesional definida, entregados a Dios y al apostolado, sin límites y sin condicionamientos. Es una llamada en la que Dios muestra una particular predilección y para la que da unas ayudas muy determinadas. La Iglesia crece así en santidad con la fidelidad de los cristianos, respondiendo a la llamada peculiar que el Señor hizo a cada uno. Entre estas “sobresale el don precioso de la gracia divina, que el Padre concede a algunos (Mt 19, 11; 1 Cor 7, 7) para que con mayor facilidad se puedan entregar solo a Dios en la virginidad o en el celibato”6. Esta plena entrega a Dios “siempre ha tenido un lugar de honor en la Iglesia, como señal y estímulo de la caridad y como manantial peculiar de espiritual fecundidad en el mundo”7.
La virginidad y el matrimonio son necesarios para el crecimiento de la Iglesia, y ambos suponen una vocación específica de parte del Señor. La virginidad y el celibato no solo no contradicen la dignidad del matrimonio, sino que la presuponen y la confirman. El matrimonio y la virginidad “son dos modos de expresar y de vivir el único misterio de la Alianza de Dios con su pueblo”8. Y si no se estima la virginidad, no se comprende con toda hondura la dignidad matrimonial; también “cuando la sexualidad humana no se considera un gran valor dado por el Creador, pierde significado la renuncia por el Reino de los Cielos”9. “Quien condena el matrimonio –decía ya San Juan Crisóstomo–, priva también a la virginidad de su gloria; en cambio, quien lo alaba, hace la virginidad más admirable y luminosa”10.
El amor vivido en la virginidad o en un celibato apostólico es el gozo de los hijos de Dios, porque les posibilita de un modo nuevo ver al Señor en este mundo, contemplar Su rostro a través de las criaturas. Es para los cristianos y para los no creyentes un signo luminoso de la pureza de la Iglesia. Lleva consigo una particular juventud interior y una eficacia gozosa en el apostolado. “Aun habiendo renunciado a la fecundidad física, la persona virgen se hace espiritualmente fecunda, padre y madre de muchos, cooperando a la realización de la familia según el designio de Dios.
“Los esposos cristianos tienen, pues, el derecho de esperar de las personas vírgenes el buen ejemplo y el testimonio de la fidelidad a su vocación hasta la muerte. Así como para los esposos la fidelidad se hace a veces difícil y exige sacrificio, mortificación y renuncia de sí, así también puede ocurrir a las personas vírgenes. La fidelidad de estas incluso ante eventuales pruebas, debe edificar la fidelidad de aquellos”11.
Dios, dice San Ambrosio, “amó tanto a esta virtud, que no quiso venir al mundo sino acompañado de ella, naciendo de Madre virgen”12. Pidamos con frecuencia a Santa María que haya siempre en el mundo personas que respondan a esta llamada concreta del Señor; que sepan ser generosas para entregar al Señor un amor que no comparten con nadie, y que les posibilita el darse sin medida a los demás.
III. Para llevar a cabo la propia vocación es necesario vivir la santa pureza, de acuerdo con las exigencias del propio estado. Dios da las gracias necesarias a quienes han sido llamados en el matrimonio y a quienes les ha pedido el corazón entero, para que sean fieles y vivan esta virtud, que no es la principal, pero sí es indispensable para entrar en la intimidad de Dios. Puede ocurrir que, en algunos ambientes, esta virtud no esté de moda, y que vivirla con todas sus consecuencias sea, a los ojos de muchos, algo incomprensible o utópico. También los primeros cristianos hubieron de hacer frente a un ambiente hostil y agresivo en este y en otros campos.
Después, los pastores de la Iglesia se vieron obligados a pronunciar palabras como estas de San Juan Crisóstomo, que parecen dirigidas a muchos cristianos de nuestros días: “¿Qué quieres que hagamos? ¿Subirnos al monte y hacernos monjes? Y eso que decís es lo que me hace llorar: que penséis que la modestia y la castidad son propias de los monjes. No. Cristo puso leyes comunes para todos. Y así, cuando dijo: el que mira a una mujer para desearla (Mt 5, 28), no hablaba con el monje, sino con el hombre de la calle (...). Yo no te prohíbo casarte, ni me opongo a que te diviertas. Solo quiero que se haga con templanza, no con impudor, no con culpas y pecados sin cuento. No pongo por ley que os vayáis a los montes y desiertos, sino que seáis buenos, modestos y castos aun viviendo en medio de las ciudades”13.
¡Qué bien tan grande podemos realizar en el mundo viviendo delicadamente esta santa virtud! Llevaremos a todos los lugares que habitualmente frecuentamos nuestro propio ambiente, con el bonus odor Christi14, el buen aroma de Cristo, que es propio del alma recia que vive la castidad.
A esta virtud acompañan otras, que apenas llaman la atención pero que marcan un modo de comportamiento siempre atractivo. Así son, por ejemplo, los detalles de modestia y de pudor en el vestir, en el aseo, en el deporte; la negativa, clara y sin paliativos, a participar en conversaciones que desdicen de un cristiano y de cualquier persona de bien, el rechazo de espectáculos inmorales, un planteamiento de las vacaciones que evita la ociosidad y el deterioro moral...; y, sobre todo, el ejemplo alegre de la propia vida, el optimismo ante los acontecimientos, el deseo de vivir...
Esta virtud, tan importante en todo apostolado en medio del mundo, es guardiana del Amor, del que a la vez se nutre y en el que encuentra su sentido; protege y defiende tanto el amor divino como el humano. Y si el amor se apaga sería muy difícil, quizá imposible, vivirla, al menos en su verdadera plenitud y juventud.
1 Mt 19, 3-12. — 2 San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, 3, 38. — 3 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 11. — 4 Cfr. San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 23. — 5 1 Cor 7, 33. — 6 Conc. Vat. II, loc. cit., 42. — 7 Ibídem. — 8 Juan Pablo II, Exhor. Apost. Familiaris consortio, 22-XI-1981, 16. — 9 Ibídem. — 10 San Juan Crisóstomo, Tratado sobre la virginidad, 10. — 11 Juan Pablo II, loc. cit. — 12 San Ambrosio, Tratado sobre las vírgenes. 1. — 13 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 7, 7. — 14 2 Cor 2, 15.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Jacinto de Polonia, Santo Patrono de Polonia, 17 de agosto
Patrono de Polonia Martirologio Romano: En Cracovia, en Polonia, san Jacinto, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue designado por santo Domingo para propagar la Orden en aquella nación y, teniendo por compañeros al beato Ceslao y a Enrique Germánico, predicó el Evangelio en Bohemia y Silesia (1257). La Iglesia está en plena era feudal propia de la época. Los obispos y abades son grandes señores con mucho poder e influencia incluso en las decisiones políticas de los nobles y reyes. También un Francisco de Asís habla a las aves y un Domingo está convirtiendo herejes. Roma ha conseguido centralizar la disciplina y liturgia y se ve en la obligación de atender a todos los asuntos; hace mucho por arreglar las complicadas cosas de los reinos y algunas se escapan a su control. |
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Beatriz de Silva y Meneses, Santa Fundadora,17 de agosto
Fundadora de la Orden Martirologio Romano: En Toledo, en España, santa Beatriz da Silva Meneses, virgen, que fue dama noble de corte de la reina Isabel, pero, después, prefiriendo una vida de mayor perfección, se retiró a las religiosas de la Orden de Santo Domingo durante muchos años y fundó, finalmente, una nueva Orden con el título de Orden de la Concepción de la Bienaventurada Virgen María (1490). El padre de Beatriz había luchado con las fuerzas portuguesas en la conquista de Ceuta en el año 1415, a las órdenes del capitán Pedro Meneses, conde de Viana y descendiente de los reyes de Castilla. De esa conquista parte el origen de amistad, conocimiento y posterior unión de las familias Silva y Meneses por el matrimonio entre don Rui Gomes de Silva y doña Isabel Meneses. Tuvieron once hijos y dos de ellos están en los altares; Amadeo, el quinto de los hermanos, que tomó el hábito franciscano, fundó la Orden llamada de los "amadeístas" y se dedicó a implantar la reforma en la Iglesia y Beatriz que fue canonizada por el Papa Pablo VI el día 3 de
octubre del año 1976. A esta gloriosa orden de la familia franciscana pertenece las místicas Venerable María de Jesús de Ágreda (incorrupta) y Mariana de Jesús Torres (Ecuador), vidente de Nuestra Señora del Buen Suceso. |
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Bartolomé Días-Laurel, Beato Mártir, 17 de agosto
Religioso y Mártir Martirologio Romano: En Nagasaki, en Japón, beatos Francisco de Santa María, presbítero de la orden de los Hermanos Menores, y sus catorce compañeros, mártires, que por orden del gobernador de la ciudad sufrieron el martirio en odio al nombre cristiano (1627). Nacido en Acapulco y Mártir en Japón Nació en la ciudad de los Reyes y Puerto de Acapulco, en el Barrio del Pozo de la Nación, aproximadamente en 1599. |
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Juana de la Cruz (Delanoue), Santa Fundadora, 17 de agosto
Fundadora del Instituto Martirologio Romano: En Saumur, cerca de Angers, en Francia, santa Juana Delanoue, virgen, que, apoyada totalmente en la ayuda de la divina Providencia, acogió primeramente en su casa a huérfanas, ancianas y mujeres enfermas y de mala vida. Posteriormente, puso con sus compañeras los cimientos del Instituto de Hermanas de Santa Ana de la Divina Providencia (1763). Juana Delanoue nació el 18 de junio de 1666 en Saumur, Anjou (Francia), fue la más pequeña de los doce hermanos. Su padre vendía paños, su madre era propietaria y atendía una tienda de artículos religiosos. Su madre murió en 1691, y Juana se hizo cargo de la empresa. Inteligente y con gran capacidad de trabajo, hizo de la pequeña empresa todo un suceso. |
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Clara de la Cruz de Montefalco, Santa Abadesa, 17 de agosto
Abadesa Martirologio Romano: En Montefalcone, de la Umbría, santa Clara de la Cruz, virgen de la Orden de los Eremitas de San Agustín, que estuvo al frente del monasterio de la Santa Cruz con un amor ardiente a la pasión de Cristo (1308). Nació en Montefalco, Umbría (Italia), alrededor de 1268; sus padres fueron Damiano e Iacopa Vengente. Su hermana Giovanna vivía como ermitaña. En 1274, cuando Clara tenía 6 años, el obispo de Spoleto permitió a Giovanna recibir a mas hermanas y fue cuando Clara entra a la Tercera Orden de San Francisco, movida a ser ermitaña adopta el hábito franciscano. En 1278, la comunidad creció lo suficiente que tuvieron que construir una ermita más grande a las afueras del pueblo. |
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Fuente: misa_tridentina.t35.com
Eusebio, Santo XXXI Papa, 17 de agosto
XXXI Papa Martirologio Romano: En Sicilia, muerte de san Eusebio, papa, valeroso testigo de Cristo, que fue deportado por el emperador Majencio a esa isla, donde dejó la patria terrena para merecer la patria celestial. Trasladado su cuerpo a Roma, fue enterrado en el cementerio de Calixto (310). Fue el 31º Papa de la Iglesia Católica, desde abril de 309 hasta agosto de 309. |
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Mamés (o Mamante o Mameto), Santo Mártir, 17 de agosto
Mártir Martirologio Romano: En Cesarea de Capadocia, san Mamés o Mamante o Mameto, mártir, que, siendo pastor de condición muy humilde, vivió solitario en los bosques con la máxima frugalidad y, proclamando su fe en Cristo, consumó el martirio durante el imperio de Aureliano (273/274). Según cuenta la leyenda, Mamés ("el que fue amamantado") nació en el seno de una familia modesta. Algunos historiadores datan la fecha de su nacimiento en el 259 y la de su martirio en el 275. |
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Miróin, Santo Presbítero y Mártir, Santo
Presbítero y Mártir Martirologio Romano: En Cizico, en el Helesponto, san Mirón, presbítero y mártir, que, según una tradición, durante el imperio de Decio y bajo el prefecto, fue decapitado tras sufrir muchos tormentos (s. III). San Mirón vivió en la época del Emperador Decio (201-251), provenía de una familia de buena posición viviendo cómodamente. El Santo tenía un gran amor a Cristo que lo impulsó a estudiar hasta ser ordenado sacerdote. Se dedicaba todos los días a atender a los pobres, viudas y huérfanos. El prefecto Antípatro fue a la región donde oficiaba Mirón y encarceló a numerosos cristianos para presionar al Santo, y lo llevó ante un gentío y le dijo que negara a Cristo pero el Santo no lo negó, siendo luego torturado y decapitado. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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