viernes, 24 de agosto de 2012

Domingo 26 de Agosto de 2012. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical ENTERA es pecado GRAVE. Desde Sábado 16:00 puede ser Domingo, según diócesis (Catecismo 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 55.60-69

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
"Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida".
Muchos de sus discípulos, al oír a Jesús, dijeron:
"Esta doctrina es inadmisible, ¿Quién puede aceptarla?"
Jesús, sabiendo que sus discípulos criticaban su enseñanza, les preguntó:
"¿Les resulta difícil aceptar esto? ¿Qué ocurriría si vieran al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Pero algunos de ustedes no creen".
Dijo esto Jesús porque sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar. Y añadió:
"Por eso les dije que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".
Desde aquel momento, muchos de sus discípulos se retiraron y ya no andaban con él.
Entonces Jesús preguntó a los Doce:
"¿Acaso también ustedes quieren irse?"
Simón Pedro le respondió:
"Señor, ¿a quién iríamos? Tus palabras dan vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

21o. Dom Ord Ciclo B

Antífona de Entrada

Escucha, Señor, y respóndeme; salva a tu siervo que confía en ti. Ten piedad de mí, Dios mío, pues sin cesar te invoco.

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Dios nuestro, tú que puedes darnos un mismo querer y un mismo sentir, concédenos a todos amar lo que nos mandas y anhelar lo que nos prometes para que, en medio de las preocupaciones de esta vida, pueda encontrar nuestro corazón la felicidad verdadera.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios

Lectura del libro de Josué 24, 1-2a. 15-17.18b

En aquellos días, Josué reunió a todas las tribus de Israel en Siquén y convocó a los ancianos de Israel, a sus jueces, jefes y escribas. Todos se presentaron ante Dios. Josué dijo a todo el pueblo:
"Si no les parece bien dar culto al Señor, elijan hoy a quién desean dar culto, si a los dioses a quienes adoraron sus antepasados en Mesopotamia, o a los dioses de los amorreos, cuya tierra ocupan ahora ustedes. Yo y los míos daremos culto al Señor".
El pueblo respondió:
"No tenemos ninguna intención de abandonar al Señor para dar culto a otros dioses. El Señor es nuestro Dios; él fue quien nos sacó de la esclavitud de Egipto a nosotros y a nuestros padres. El ha hecho ante nuestros ojos grandes prodigios y nos ha protegido durante el largo camino que hemos recorrido y en todas las naciones que hemos atravesado. Nosotros daremos culto al Señor, porque él es nuestro Dios".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 33, 2-3.16-17.18-19.20-21.22-23

Gusten y vean qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mí ser se gloría en el Señor, que los humildes lo oigan y se alegren.
Gusten y vean qué bueno es el Señor.

Los ojos del Señor están atentos a los justos, sus oídos, a sus gritos de auxilio; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su recuerdo.
Gusten y vean qué bueno es el Señor.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de todas sus angustias; el Señor está cerca de los que sufren y salva a los que están desconsolados.
Gusten y vean qué bueno es el Señor.

Muchas son las desgracias del justo, pero de todas lo libra el Señor; cuida de todos sus huesos, ni uno solo se romperá.
Gusten y vean qué bueno es el Señor.

La maldad hará que muera el malvado, los que odian al justo serán castigados; porque el Señor redime a sus siervos y no serán castigados los que se refugian en él.
Gusten y vean qué bueno es el Señor.

Segunda Lectura

Este es un gran misterio; y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 21-32

Hermanos: Ténganse mutuamente respeto en honor a Cristo. Que las mujeres respeten a sus maridos, pues el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y al mismo tiempo salvador del cuerpo, que es la Iglesia. Y como la Iglesia es dócil a Cristo, así también deben serlo plenamente las mujeres a sus maridos.
Maridos, amen a sus mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella para consagrarla a Dios, purificándola por medio del agua y la palabra. Se preparó así una Iglesia esplendorosa, sin mancha ni arruga ni cosa parecida; una Iglesia santa e inmaculada. Igualmente, los maridos deben amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama; pues nadie odia a su propio cuerpo, antes bien lo alimenta y lo cuida como hace Cristo con su Iglesia, que es su cuerpo, del cual nosotros somos miembros.
Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y llegarán a ser los dos uno solo. Gran misterio es éste, que yo relaciono con la unión de Cristo y de la Iglesia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.
Aleluya.

Evangelio

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 55.60-69

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
"Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida".
Muchos de sus discípulos, al oír a Jesús, dijeron:
"Esta doctrina es inadmisible, ¿Quién puede aceptarla?"
Jesús, sabiendo que sus discípulos criticaban su enseñanza, les preguntó:
"¿Les resulta difícil aceptar esto? ¿Qué ocurriría si vieran al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Pero algunos de ustedes no creen".
Dijo esto Jesús porque sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar. Y añadió:
"Por eso les dije que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".
Desde aquel momento, muchos de sus discípulos se retiraron y ya no andaban con él.
Entonces Jesús preguntó a los Doce:
"¿Acaso también ustedes quieren irse?"
Simón Pedro le respondió:
"Señor, ¿a quién iríamos? Tus palabras dan vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Celebrante:
Pidamos, hermanos y hermanas, al Señor que venga en nuestro auxilio y, por el honor de su nombre, escuche nuestra oración.
(Respondemos a cada petición: Escúchanos, Señor).

Para que el Señor, en su infinita bondad, se acuerde del santo Padre, el Papa, de nuestros obispos y de todos los que anuncian la palabra de Dios; para que bendiga a los sacerdotes y diáconos y, en su gran misericordia, se acuerde de todos los fieles que aman a Jesucristo, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Para que Dios conceda a los que trabajan la tierra lluvias oportunas y buenas cosechas, dé sabiduría a los investigadores, acierto a los que enseñan, docilidad y constancia a los que estudian y otorgue a todos aquello que necesitan en cada momento, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Para que el Señor infunda en el corazón de los pecadores un vivo y sincero arrepentimiento de sus culpas, les conceda el perdón de sus pecados y les dé fuerza para no recaer en el mal, a fin de que donde creció el pecado, más desbordante sea la misericordia divina, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Para que el Señor conceda sus dones a nuestros familiares, amigos, bienhechores y a todos aquellos que queremos recordar; para que, a cambio de las riquezas que nos ha dado, obtengan las riquezas inmortales y, en lugar de los bienes temporales, alcancen los bienes eternos, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Celebrante:
Señor Dios, que por medio de Cristo, el Verbo eterno, nos has hecho descubrir tu amor; escucha nuestras oraciones e ilumina a tus fieles con la luz del Espíritu Santo, para que nada nos aleje de Cristo, el único que tiene palabras de vida eterna, y vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Dios nuestro, que por medio de un sacrificio único, el de Cristo en la Cruz, nos has adoptado como hijos tuyos, concede siempre a tu Iglesia el don de la unidad y de la paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Historia de la salvación

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque él con su nacimiento, restauró nuestra naturaleza caída; con su muerte, destruyó nuestro pecado; al resucitar, nos dio nueva vida; y en su ascención, nos abrió el camino de tu reino.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

El que come mi carne y bebe mi sangre, dice el Señor, tiene ya vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Completa, Señor, en nosotros la obra redentora de tu amor, y danos la fortaleza y generosidad necesarias para que podamos cumplir en todo tu santa voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

Vigésimo primer Domingo
ciclo b

SEGUIR A CRISTO

— Nosotros, como los Apóstoles, seguimos a Jesús para siempre, como meta a la que se encaminan nuestros pasos.

— Las señales del camino y la libertad.

— La verdadera libertad. Renovar nuestra entrega al Señor.

I. La Primera lectura de la Misa1 nos relata el momento en que el pueblo de Dios, atravesado ya el Jordán, está para entrar en la Tierra Prometida. Josué convocó a todas las tribus de Israel en Siquén, y les dijo: Si os parece mal servir al Señor, se os da a elegir; elegid hoy a quién queréis servir: a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres en Mesopotamia, o a los dioses amorreos en cuya tierra habitáis, que yo y mi casa serviremos al Señor. Y contestó el pueblo: Lejos de nosotros abandonar al Señor... Nosotros serviremos al Señor, porque Él es nuestro Dios.

También en el Evangelio de la Misa2 plantea Jesús a sus discípulos por quién se quieren decidir. Después del anuncio de la Eucaristía en la sinagoga de Cafarnaún, muchos discípulos abandonaron al Maestro porque les parecieron duras de aceptar sus palabras sobre el misterio eucarístico. Jesús se ha quedado con sus más íntimos, y quiere reafirmar la amistad y la confianza sin condiciones de los suyos. Entonces, el Señor se volvió a los que le habían seguido día tras día, y les preguntó: ¿También vosotros queréis marcharos? Y Pedro, en nombre de todos, le dice: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros hemos creído y conocido que Tú eres el Santo de Dios. Los Apóstoles dicen que sí una vez más a Cristo. ¿Qué va a ser de ellos sin Jesús? ¿A dónde van a encaminar sus pasos? ¿Quién colmaría las ansias de su corazón? La vida sin Cristo, entonces y ahora, no tiene sentido.

También nosotros hemos dicho que sí, para siempre, a Jesús. Hemos abrazado la Verdad, la Vida, el Amor. La libertad que Dios nos ha dado la hemos dirigido en la única dirección acertada. Aquel día en el que el Señor se fijó de modo particular en nosotros, le confiamos que Él sería la meta a la que se encaminarían nuestros pasos; y después de aquel momento, en otras muchas ocasiones, le hemos dicho: Señor, ¿a quién iremos? Sin Ti nada tiene sentido.

Hoy es buena ocasión para examinar cómo es nuestra entrega al Señor, si dejamos con alegría a un lado todo lo que nos aparte del seguimiento del Señor... “¿Quieres tú pensar –yo también hago mi examen– si mantienes inmutable y firme tu elección de Vida? ¿Si al oír esa voz de Dios, amabilísima, que te estimula a la santidad, respondes libremente que Sí?”3. Decir que al Señor en todas las circunstancias significa también decir no a otros caminos, a otras posibilidades. Él es el Amigo; solo Él tiene palabras de vida eterna.

II. Como aquellos discípulos que reafirmaron en Cafarnaún su plena adhesión a Cristo, muchos hombres y mujeres de todos los tiempos y razas, después de haber andado quizá largo tiempo en la oscuridad, un día encontraron a Jesús, y vieron abierto y señalizado el camino que les conducía al Cielo, así también ocurrió en nuestra vida; por fin, nuestra libertad no solo servía ya para ir de un lado a otro sin rumbo fijo, sino para caminar hacia un objetivo: ¡Cristo! Entonces comprendimos el carácter sorprendentemente alegre de la libertad que elige a Jesús y lo que nos acerca a Él, y rechaza lo que nos separa, porque “la libertad no se basta a sí misma: necesita un norte, una guía”4. El norte de nuestra libertad, lo que marca en todo momento la dirección de nuestros pasos, es el Señor, pues sin Él, ¿a quién iremos?, ¿en qué gastaríamos estos cortos días que Dios nos ha dado?, ¿qué vale la pena sin Él?

Para muchos, desgraciadamente, la libertad significa seguir los impulsos o los instintos, dejarse llevar por las pasiones o por lo que les apetece en un momento dado. En realidad, estos hombres –¡tantos!– están olvidando que “la libertad es ciertamente un derecho humano irrenunciable y básico, pero que ella no se caracteriza por el poder de elegir el mal, sino por la posibilidad de hacer responsablemente el bien, reconocido y deseado como tal”5. Un hombre que tenga un equivocado y pobre concepto de la libertad rechazará toda verdad, que proponga una meta válida y obligatoria para todos los hombres, porque le parecerá como un enemigo de su libertad6.

Si hemos elegido a Cristo, si Él es el verdadero objetivo de nuestros actos, por encima de cualquier otro, todo aquello que nos indique cómo progresar hacia Él o nos señale los obstáculos que de Él nos separan lo veremos como un bien inmenso, como una valiosa orientación por la que nos sentimos hondamente agradecidos. El viajero que se dirige a una región desconocida consulta un mapa, pregunta a quien conoce el camino y sigue las señales de la carretera, y lo hace con interés, pues desea llegar a su destino. De ninguna manera se siente coartado en su libertad, ni considera una humillación depender de mapas, señales y guías para llegar a donde se ha propuesto. Si estaba inseguro o comenzaba a sentirse algo perdido, las señales que encuentra son para él motivo de alivio y de agradecimiento.

De hecho, con frecuencia nos fiamos más de los mapas o de las señales de carretera que de nuestro propio sentido de orientación, de cuya poca fiabilidad tenemos sobrada experiencia. Cuando aceptamos esas señales no experimentamos ninguna sensación de imposición; más bien las recibimos como una gran ayuda, un nuevo conocimiento, que pronto convertimos en algo propio. Esto ocurre con los Mandamientos de Dios, con las leyes y enseñanzas de la Iglesia, con el consejo que recibimos en la dirección espiritual o el que pedimos ante una situación comprometida... Son señales que, de modo diverso, garantizan nuestra libertad, la elección libre que hicimos de seguir a Cristo, dejando a un lado otros caminos que no llevan a donde queremos ir. “La autoridad de la Iglesia, en sus enseñanzas de fe o de moral, es un servicio. Es la señalización del camino que lleva al Cielo. Merece toda confianza, porque goza de una autoridad divina. No se impone a nadie. Se ofrece, sencillamente, a los hombres. Y cada uno puede, si quiere, apropiarse de ella, hacerla suya...”7.

No nos debe sorprender si alguna vez esas señales indicadoras de las que Dios se sirve nos conducen a dejar senderos o avenidas que parecen más gratos, para escoger otros más empinados y duros. Aunque esa elección sufra las protestas de nuestra comodidad, siempre tendremos la alegría, también cuando sintamos las asperezas del terreno, de que nuestra vida tiene un formidable objetivo, que escogimos quizá hace ya un buen número de años o, por el contrario, hace apenas unos días. Vamos a la cumbre, y allí nos espera Cristo.

III. Las señales que el Señor nos va dando son de fiar; no son restricciones impuestas al hombre, no son cargas onerosas: son brillantes puntos de luz que iluminan el camino, para que lo podamos ver y recorrer con confianza. Quien trata de responder sinceramente a las gracias de Dios, experimenta que en el seguimiento de Jesús encuentra la libertad. Al escuchar su voz, uno ve, por fin, clara su senda: “los mandamientos entonces no se sienten ya como una imposición que viene de fuera, sino como una exigencia que nace de dentro, y a la cual, por tanto, la persona se somete de buen grado, libremente, porque sabe que, de este modo, puede realizarse en plenitud”8. Y se toma la decisión propia y personal, por la que buscamos el bien en el trabajo, en la diversión legítima, en la familia, en la amistad..., en todo lo noble; una decisión muchas veces renovada, por la que nos adherimos a Cristo y así realizamos la plenitud a la que hemos sido llamados.

“El hombre –enseña el Papa Juan Pablo II– no puede ser auténticamente libre ni promover la verdadera libertad, si no reconoce y no vive la trascendencia de su ser por encima del mundo y su relación con Dios, pues la libertad es siempre la del hombre creado a imagen de su Creador (...). Cristo, Redentor del hombre, hace libres. Si el Hijo os librare, seréis verdaderamente libres, refiere el Apóstol Juan (8, 36). Y San Pablo añade: Allí donde está el espíritu del Señor, allí está la libertad (2 Cor 3, 17). Ser liberado de la injusticia, del miedo, del apremio, del sufrimiento, no serviría de nada, si se permanece esclavo allá en lo hondo de los corazones, esclavo del pecado. Para ser verdaderamente libre, el hombre debe ser liberado de esta esclavitud y transformado en una nueva creatura. La libertad radical del hombre se sitúa, pues, al nivel más profundo: el de la apertura a Dios por la conversión del corazón, ya que es en el corazón del hombre donde se sitúan las raíces de toda sujeción, de toda violación de la libertad”9.

Mientras cada día que seguimos a Cristo experimentamos con más fuerza la alegría de nuestra elección y el ensanchamiento de nuestra libertad, vemos a nuestro alrededor cómo viven en servidumbre quienes un día volvieron la espalda a Dios o no quisieron conocerle. “Esclavitud o filiación divina: he aquí el dilema de nuestra vida. O hijos de Dios o esclavos de la soberbia, de la sensualidad, de ese egoísmo angustioso en el que tantas almas parecen debatirse.

“El Amor de Dios marca el camino de la verdad, de la justicia, del bien. Cuando nos decidimos a contestar al Señor: mi libertad para ti, nos encontramos liberados de todas las cadenas que nos habían atado a cosas sin importancia, a preocupaciones ridículas, a ambiciones mezquinas”10. Al elegir a Cristo como fin de nuestra vida lo hemos ganado todo.

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Reafirmemos también hoy nuestro seguimiento a Cristo, con mucho amor, confiados en su ayuda llena de misericordia; y con plena libertad le diremos: mi libertad para Ti. Imitaremos así a la que supo decir: He aquí la Esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

1 Jos 24, 1-2; 15-17; 18. — 2 Jn 6, 61-70. — 3 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 24. — 4 Ibídem, 26. — 5 Juan Pablo II, Alocución 6-VI-1988. — 6 Cfr. C. Burke, Conciencia y libertad, pp. 91-92. — 7 Ibídem, pp. 66-67. — 8 Juan Pablo II, loc. cit. — 9 ídem, Mensaje para la Jornada de la Paz, 8-XII-1980, 11 — 10 San Josemaría Escrivá, o. c., 38.

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Santoral                   (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

 

Fuente: Archidiócesis de Madrid || P. Jesús Martí Ballester
Teresa de Jesús Jornet e Ibars, Santa Funadora, 26 de agosto  

Teresa de Jesús Jornet e Ibars, Santa

Virgen y Fundadora
del Instituo de las Hermanitas de los
Ancianos Desamparados

Martirologio Romano: En Liria, en España, santa Teresa de Jesús Jornet Ibars, virgen, que, para ayudar a los ancianos, fundó el Instituto de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados (1897).

Fecha de canonización: 27 de enero de 1974 por el Papa Paulo VI.

 

Los mayores, esos a los que se les ha dado en llamar el colectivo de la Tercera Edad, que ven el ocaso de sus vidas desde el crepúsculo teñido de rojas claridades malva, tienen hoy mucho que agradecer a Dios y bastantes de ellos también a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque les cuidan, atienden, dan casa y ofrecen el calor de la familia que quizá perdieron o acaso les abandonó porque un día se les ocurrió pensar que de los viejos ya no se podía esperar mucho más, o que eran molestos con sus manías y achaques. Decía que ellos agradecen al buen Dios el testimonio y vida de unas personas, en este caso siempre mujeres, que han hecho de sus existencia una ofrenda de caridad efectiva.

Logran hacer de sus casas un lugar agradable, tranquilo, limpio y ventilado; allí se reza, se come alimento sano, se proporcionan las medicinas pertinentes y, sobre todo, se derrocha cariño de las dos clases: humano y sobrenatural. Son un grupo de mujeres tocadas que están alegres, animosas, activas y optimistas porque es mucho lo que tienen que levantar; se les ve por las calles llamando a las puertas de las casas, en pareja, pidiendo mucho de lo que sobra o algo de lo que se usa; llevan con ellas a todos el recuerdo de la caridad. ¡Claro que son piadosas! Muy rezadoras... de la Virgen y del Sagrario sacan la entereza, la fuerza, el afecto o cariño, comprensión y paciencia que de continuo han de derrochar a raudales cuando charlan, limpian, lavan, planchan, cocinan para los ancianos o cuando tienen que animar a tanta juventud acumulada.

Teresa de Jesús, la catalana de Lérida, tuvo en lo humano muchas coincidencias con su homónima de Castilla; delicada de salud en el cuerpo y alma grande, espontánea y andariega, con gracejo agradable. En lo divino tuvieron de común el olvido de sí y, por amor a Dios, saber darse.

Nació en Ayltona (Lérida) el 9 de enero de 1843. Sus padres, Francisco José Jornet y Antonia Ibars eran sencillos labradores, educando a su familia en la religión: Su hermana Josefa, Hija de la Caridad en el hospital de la Habana; su hermana María se incorporó con María a la nueva aventura religiosa; su hermano Juan, casado dio tres hijas a la congregación de su hermana Teresa; su tía Rosa, hermana de su madre, muerta en olor a santidad; su tío el Beato Francisco Palau, fraile carmelita exclaustrado, apóstol, orador, escritor, penitente, un huracán enardecido, acabará también en los altares.

Teresa creció en un clima doméstico de trabajo honrado. Estudia en Lérida para maestra y enseñó en Argensola (Barcelona); allí la veían desplazarse cada semana a Igualada para confesarse.

El P. Francisco Palau, tío abuelo suyo, está en trance de fundación de algo y la invita para que le ayude en el intento; pero Teresa ha pensado más en la vida religiosa donde podrá vivir en silencio y oración; por eso se hace clarisa entre las del convento de Briviesca, en Burgos, mientras que su hermana Josefa ingresa en Lérida en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX es complicada y compleja, no permite el gobierno la emisión de votos.

Se hace entonces Terciaria Franciscana y recupera algo de la actividad docente.

Cerca de su patria chica, en Huesca y Barbastro, un grupo de sacerdotes con D. Saturnino López Novoa a la cabeza piensa en una institución femenina que se dedicara a la atención de ancianos abandonados. Comprende Teresa que este es su campo y, arrastrando consigo a su hermana María y a otra paisana, comienza en "Pueyo" con una docena de mujeres y desde entonces es la cabeza, permaneciendo veinticinco años en el gobierno.

Desde Barbastro cambia a Valencia donde está la casa madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque es la patrona de la ciudad quien da apellido a la Institución. Luego se extenderán por Zaragoza, Cabra y Burgos; llenarán de casas-asilo que así le gusta a la madre que se llamen para resaltar el clima de familia la geografía española y pasan las fronteras. Cuando muere Teresa de Jesús en Liria, el año 1897, llegan a 103 y deja tras de sí a más de 1000 Hermanitas para continuar su labor hasta siempre, porque siempre ancianos habrá y algunos de ellos quedarán desamparados.

No quiso ella canonizaciones. Lo dejó dicho y escrito por si hubiera dentro de la Congregación con el paso del tiempo Hermanitas canonizables. Mandó que no se gastara dinero en proponer a nadie la subida a los altares. Ese fue el motivo de que pasaran los años sin el intento de iniciar su proceso de beatificación; y el rapidísimo salto a la canonización se debió a la sensibilidad del pueblo y a las manifestaciones sobrenaturales que tan frecuentemente Dios quiso mandar.

Artículo de : Archidiócesis de Madrid

 

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El anciano abuelo tembloroso, ensuciaba cada comida el mantel porque derramaba la sopa. Primero sus hijos le hicieron una cuchara de madera, pero incluso con la madera seguía ensuciando el mantel. No puede comer con la familia. Y lo llevan a la cocina. El abuelo tiene que comer solo en la compañía de sus hijos y de sus nietecitos. El más espabilado se entretenía jugando con un trozo de madera muy afanado. -¿Qué haces?, le preguntó su mamá: Y el niño, “estoy haciendo una cuchara de madera para cuando papá y tú seáis mayores”.

En la provincia y Diócesis de Lérida y en Aytona, España, de Francisco Jornet y de Antonieta Ibars, agricultores, nace el 9 de enero de 1843, Teresa Jornet, hoy ya canonizada y Patrona de la ancianidad Su caridad activa hacia los pobres, le movía a llevarlos a casa de su tía en Lérida, a donde se había trasladado para poder asistir a la escuela de la ciudad.

Estudia magisterio en Argensola, provincia de Barcelona. Solicitó ser admitida en las clarisas de Briviesca, cerca de Burgos, pero no pudo profesar por la prohibición de la legislación en vigor. Se dedicó a la enseñanza y se hizo terciaria carmelita. Una enfermedad que padeció después de la muerte de su padre, la obligó a permanecer en su casa por algún tiempo.

Don Saturnino López Novoa, canónigo de Huesca, su director, a quién confió la dirección de su alma, la encauzó hacia la fundación de una obra destinada a recoger a los ancianos sin familia y sin medios de subsistencia. Teresa, que hasta el momento había tenido la impresión desagradable de no haber hecho nada en su vida, se orientó decididamente hacia este ideal. En 1872, fundó la primera casa en Barbastro, con la ayuda de algunas jóvenes, y de su hermana, María.

Teresa se adelantó a su tiempo, porque entonces, hace más de un siglo, aún dejaban en la cocina a los abuelos, aunque con cuchara de madera, pero ahora, ni los quieren, ni les cuidan, y se arman líos entre las familias para zafarse del engorro de los viejos, según el refrán: “Parientes y trastos viejos, pocos y lejos”. En el Continente africano carecen de frigoríficos y de muchos de nuestros cachivaches de la modernidad; pasan hambre y toda clase de necesidades, pero conservan su humanísima tradición de respetar al anciano y considerarle como una bendición. Les minusvaloramos en esta cultura de la juventud, la belleza y el cultivo de los cuerpos, pero en humanismo el tercer mundo va por delante con nota al mundo que se cree supercivilizado.

El 27 de enero de 1873, los miembros de la nueva congregación, recibieron el hábito religioso y Teresa fue elegida superiora. Un grupo de buenos católicos de Valencia propuso asegurar la vida de la pequeña comunidad. La madre Teresa aceptó y, como está en Valencia, constituye Patrona a la Virgen de los Desamparados, título muy apropiado para los ancianos Desamparados. Muy pronto el número de ancianos fue aumentando y creciendo sin cesar. Para poder recibir más, compró el antiguo convento de los Agustinos. Esta casa se convirtió en la casa madre de la Congregación de las Hermanas de los Ancianos Desamparados. Se desarrolló tan de prisa la Obra, que en 1887, cuando fue aprobada por la Santa Sede, contaba ya con 58 casas.

María Teresa de Jesús formó muy sólidamente a sus hijas en el cumplimiento de sus obligaciones con los ancianos, hasta exponerse a la soledad, al frío y al hambre, para poder darles abrigo y un verdadero cariño. Aprendió de las terciarias carmelitas la devoción a la Virgen, y de las clarisas el amor a los pobres, y en los ejercicios de San Ignacio, el ardiente deseo de identificar sus sentimientos con la voluntad divina. Desarrolló una actividad incansable y una inalterable confianza en Dios. A los que le reprochaban que se ocupara de los más humildes oficios, respondía: "No hay nada pequeño cuando se trata de la Gloria de Dios". Cuando le decían que emprendía obras con un atrevimiento casi temerario, se sonreía diciendo: "Mientras más pobres haya, habrá más bienhechores".

Tenía el secreto de su paz interior inalterable en medio del tráfago continuo, en sus palabras: "Dios en el corazón, la eternidad en la cabeza, y el mundo bajo los pies".

Su organismo no pudo resistir al régimen que se impuso. A las fatigas físicas se juntaban los dolores mortales, como el de la epidemia del cólera, que acabó con veinticuatro hermanas y setenta ancianos. Cuando la enfermedad la obligó a detenerse, se retiró a Liria, Valencia, con la esperanza de que el buen aire le devolviera la salud.

Murió ahí, el 26 de Agosto de 1897, el 27 de abril de 1958 el Papa Pío XII la beatificó y fue canonizada por Pablo VI.

Autor: P. Jesús Martí Ballester

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Melquisedec, Santo Rey y Sacerdote del A.T., 26 de agosto  

Melquisedec, Santo

Rey de Salem y Sacerdote

Martirologio Romano: Conmemoración de san Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, que saludó y bendijo a Abrahán cuando volvía victorioso, ofreciendo al Señor un sacrificio santo, una hostia inmaculada. Como figura típica de Cristo, ha sido interpretado rey de la paz y de la justicia y sacerdote eterno, aun falto de genealogía.

Etimología: Melquisedec = rey de justicia, viene del hebreo

 

El Antiguo Testamento, es un notable sumo sacerdote, profeta y líder que vivió después del Diluvio y durante los tiempos de Abraham. Se le llamó rey de Salem (Jerusalén), Rey de paz, Rey de justicia (el significado hebreo del vocablo Melquisedec) y sacerdote del Dios Altísimo. Esta referencia, con muy escasos detalles, se encuentra en Génesis 14:17-20.

Cuando Abraham volvía de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que lo acompañaban, el rey de Sodoma salió a saludarlo en el valle de Savé, o sea el valle del Rey. Y Melquisedec, rey de Salém, que era sacerdote de Dios, el Altísimo, hizo traer pan y vino, y bendijo a Abrám, diciendo: "¡Bendito sea Abraham de parte de Dios, el Altísimo, creador del cielo y de la tierra!¡Bendito sea Dios, el Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!". Y Abraham le dio el diezmo de todo.

La Iglesia considera a Melquisedec como figura de Cristo. En el canon de la Misa se lo menciona cuando el celebrante pide al Padre que acepte las ofrendas “como aceptaste...la oblación santa e inmaculada de tu sumo sacerdote Melquisedec”.

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Fuente: Corazones.org
Juana Isabel Bichier des Ages, Santa Virgen y Fundadora, 26 de agosto  

Juana Isabel Bichier des Ages, Santa

Virgen y Fundadora
de la Congregación de las Hijas de la Cruz

Martirologio Romano: En La Puye, cerca de Poitiers, en Francia, santa Juana Isabel Bichier des Ages, virgen, que, durante la Revolución Francesa, ayudó a san Andrés Huberto Fournet cuando éste ejercía clandestinamente su ministerio. Restablecida la paz de la Iglesia, fundó la Congregación de las Hijas de la Cruz, para la educación de los pobres y la ayuda a los enfermos (1838).

Fecha de canonización: Fue canonizada el 6 de julio de 1947 por S.S. Pío XII.

 

Nació en Ages, Francia en 1773. Su padre era empleado del gobierno. Desde niña tenía gran compasión por los enfermos y mendigos de modo que hacía todo lo que podía por ayudarlos.

Un día encontró a una pobre mujer con hambre y frío y con un niño en los brazos. La llevó a su casa, le dio de comer y le dio un manto de lana.

Desde niña le encantaba construir castillos de arena en la playa. Más tarde Dios la llamará para construir hogares para los pobres. Exclamará: "La inclinación a construir edificios la tuve desde muy chiquita". Era una inclinación regalada por Dios para que hiciera un gran bien a la humanidad.

A los 19 años Juana Isabel tenía varios pretendientes pero ella declaró a su madre que su deseo era dedicarse totalmente a buscar el reino de Dios y la salvación de las almas. En aquellos tiempos comenzó la Revolución Francesa. Perseguían a muerte a los propietarios de tierras. El hermano de Juana Isabel tuvo que huir al extranjero y la herencia del padre estaba en gran peligro. Ante la necesidad, Juana Isabel estudió para saber administrar los bienes y defenderlos. Lo hizo con tanto éxito que pudo también socorrer a muchas familias pobres. Los mismos estudios le ayudaron después al fundar una comunidad religiosa.

Juana Isabel visitaba también a los sacerdotes y religiosas que la Revolución encarceló por negarse a renunciar a su fe. También mostró gran caridad con los carceleros de manera que estos trataban mejor a los presos.

Se conserva una estampita de Nuestra Señora del Socorro donde nuestra joven escribió: "Yo Juana Isabel, me consagro y dedico desde hoy y para siempre a Jesús y María". 5 de mayo de 1797. Poco tiempo después, Juana se enteró de que a 15 kilómetros de su casa celebraba la misa clandestinamente el Padre Andrés Fournet (santo canonizado). Debía ser de noche en un granero.

Juana Isabel quiso hablar con el sacerdote quien al verla tan elegante la puso a prueba: "Usted, aguarde, que antes debo atender a estas personas pobres". Ella aceptó con buena voluntad y después se acercó a confesarse con el padre. El fue desde entonces su director espiritual y entre ellos creció una santa amistad que los llevó a fundar una comunidad. Ella le pidió permiso para irse de monja a un monasterio trapense (de clausura). Pero él le aconsejó que más bien se quedara en el mundo ayudando a la juventud pobre y que se encuentra siempre tan desprotegida.

Padre Fournet y Juana Isabel, con un grupo de muchachas piadosas, fundaron la comunidad de Hijas de la Cruz, para atender a la juventud pobre y abandonada. La santa se dedicó a fundar casas de su comunidad en diversos sitios de Francia. Cuando las vocaciones escaseaban ella redoblaba la oración y Dios enviaba vocaciones. El Padre Fournet le mandó a vestir de negro con tela ordinaria, lo cual disgustó a sus familiares ricos.

Fundó más de 60 escuelas para niñas pobres. Con un entusiasmo parecido al de Santa Teresa de Avila viajaba, dirigía y administraba. Hacía además agotadores trabajos, oraciones, ayunos y penitencias.

Al final de su vida mucho. Murió el 26 de agosto de 1838.

Fue canonizada el 6 de julio de 1947 por S.S. Pío XII.

Santa Juana Isabel ruega por nosotros.

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Fuente: Vatican.va
María de los Ängeles Ginard Marti, Beata Virgen y Mártir, 26 de agosto  

María de los Ängeles Ginard Marti, Beata

Virgen y Mártir

Martirologio Romano: En la Dehesa de la Villa, Madrid, España, beata María de los Ángeles Ginard Martí, virgen y mártir (1936)

Fecha de beatificación: 29 de octubre de 2005, siento pontífice S.S. Benedicto XVI.

 

Religiosa de las Hermanas Celadoras de Culto Eucarístico, nació en Llucmajor, Mallorca, España, el 3 de abril de 1894. A los dos días, siguiendo la costumbre cristiana de la época de bautizar a los niños al poco de nacer, la llevaron a la pila bautismal de la parroquia de San Miguel de Llucmajor, imponiéndole el nombre Ángela Benita Sebastiana Margarita, pero usaba en el siglo el de Ángela y al entrar en religión el de María de los Ángeles.

Fueron sus padres don Sebastián Ginard García, que pertenecía al cuerpo de la Guardia Civil y en el que alcanzó el grado de capitán, y su madre doña Margarita Martí Canals. Ambos procedían de familias mallorquinas muy católicas y en ese ambiente religiosos formaron su hogar y educaron a los nueve hijos, de los que María de los Ángeles ocupaba el tercer lugar.

La niñez de María de los Ángeles transcurrió entre Llucmajor, Palma y Binisalem. En este último pueblo hizo su primera comunión el día 14 de abril de 1905. En torno a este acontecimiento empezó a sentirse inclinada a una piedad cristiana con tendencia hacia la vida religiosa, la cual estaba motivada por las visitas que con su madre hacía a dos tías monjas, sobre todo a la que estaba en el monasterio de las jerónimas de San Bartolomé de Inca.

La juventud la pasó en Palma de Mallorca, donde se trasladó la familia buscando trabajo para mejorar la situación económica que era escasa para sacar adelante una familia tan numerosa. María de los Ángeles y sus dos hermanas mayores se dedicaros a bordar y a confeccionar sombreros de señoras. Con estas labores que realizaban en el hogar por encargo y cuando estos le faltaban para vender después, conseguían unos ingresos económicos muy necesarios para un digno bienestar de la familiar. Esta ocupación no la liberaban de los trabajos propios del hogar y de la atención a los hermanaos pequeños. Hacia éstos María de los Ángeles se volcó en la atención y en la formación religiosa: les enseñaba a rezar, el catecismo; le leía la historia Sagrada y la de los primeros mártires cristianos.

Se levantaba temprano para oír misa y comulgar en la iglesia del Socorro o en la vecina parroquia de la Santísima Trinidad, donde estaba su director espiritual, el padre Sebastián Matas. Durante el día hacía la visita al Santísimo Sacramento expuesto en el Centro Eucarístico, rezaba el santo Rosario, hacía oración particular y se daba a otras devociones particulares.

El plan de vida espiritual que llevaba María de los Ángeles la apartaba de las diversiones propias de su edad y la iba centrando en la vocación que sentía desde su niñez. Así cuando contaba unos veinte años de edad pidió permiso a sus padres para ingresar en el monasterio de las jerónimas de San Bartolomé de Inca. Éstos le aconsejaron que era muy joven, que lo pensara bien y dejara la decisión para más tarde. Con estos consejos no trataban de oponerse a su hija, sino retenerla por un tiempo en el hogar pues la necesitaban, pues el dinero ganado de su trabajo les era necesario para sacar adelante con dignidad a los hermanos menores. María de los Ángeles comprendió a sus padres y, sin perder la ilusión de entregarse a Dios en una vida consagrada, supo esperar.

Transcurridos unos años, y viendo que las circunstancias familiares anteriores había cambiado, volvió a pedir permiso a los padres, quienes se lo dieron gustosos.

Obtenido el consentimiento de los padres, ingresó en el postulantado de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico de Palma de Mallorca el 26 de noviembre de 1921. Muy pronto se adaptó a la nueva vida. La adoración al Santísimo Sacramento, que es fin primordial del instituto en el que había ingresado, le llenaba, era su vida de donde sacaba fuerzas para los trabajos comunitarios de masar el pan para la misa, confeccionar y bordar ornamentos sagrados, preparar los niños para la primera comunión y para lograr una convivencia comunitaria volcándose en caridad a sus hermanas religiosas, la cuales la tenían por religiosa muy ejemplar, abierta y cordial, que se caracterizaba por su sencillez, piedad y, sobre todo, por la obediencia y docilidad en aceptar los cargos y traslados que sus superioras disponían.

Después del año de noviciado y de los tres primeros años de profesión temporal fue destinada a Madrid, luego a Barcelona y nuevamente a Madrid, desempeñando en esta última casa siempre el oficio de procuradora o administradora del convento.

Al estallar la Guerra Civil Española de 1936, sor María de los Ángeles se encontraba en Madrid. Los acontecimientos previos a la guerra eran alarmantes para la Iglesia y sus miembros. La persecución religiosa se manifestó abiertamente con quema de iglesias y conventos y con amenazas a los sacerdotes, religiosos y fieles católicos. En estas circunstancias, a sor María de los Ángeles le apenaba la destrucción y amenazas que habían emprendido los perseguidores “por odio a la fe”, por todo lo relacionado con Dios y con la Iglesia. En la adoración a Jesús Sacramentado pedía por una solución a estos problemas y, firme en la fe, ofrecía, si esa era la voluntad de Dios, su vida en martirio por el triunfo de Cristo.

Cuando las religiosas vieron la necesidad de salir del convento vestidas de seglares se encontraban con el nerviosismo típico del momento, sor María de los Ángeles con serenidad las tranquilizaba a la vez que les decía: “Todo lo que nos pueden hacer a nosotras es matarnos, pero esto...” Es decir, lamentaba más la persecución y destrucción de lo religioso que el que la matasen.

El día 20 de julio de 1936 las religiosas salieron vestidas de seglares del convento. A sor María de los Ángeles le tocó refugiarse en la vivienda de una familia en la calle Monte Esquinza número 24. Desde allí, por la proximidad, vio el saqueo de la iglesia y del convento, y la destrucción de imágenes objetos de culto. En este refugio permaneció hasta el día 25 de agosto por la tarde, en que los milicianos anárquicos, por acusación del portero, que era de ellos, fueron a detenerla.

En el momento de la detención, apresaron a doña Amparo, hermana de la dueña de la casa que le acogía, y sor María de los Ángeles llevada por caridad y bondad, dijo a los milicianos: “esta señora no es monja, dejadla, la única monja soy yo”. Con estas palabras confesó su condición de religiosa y salvó la vida a esta señora.

Detenida la llevaron a la checa de Bellas Artes y el día 26 de agosto de 1936, al anochecer, según acostumbraban los perseguidores en los primeros meses de la guerra, le dieron el “paseillo” a la Dehesa de la Villa donde la fusilaron, pues a la mañana del día siguiente el Poder Judicial levantó el cadáver.

Sus restos mortales fueron enterrados en el cementerio de la Almudena y después de la guerra, el 20 de mayo de 1941, fueron exhumados y trasladados al panteón de las Hermanas del Culto Eucarístico del mismo cementerio, de donde el 19 de diciembre de 1985 fueron trasladados al convento de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico de la calle Blanca de Navarra, número 9, de Madrid. Y recientemente, el 3 de febrero de 2005, han sido colocados en la iglesia capilla de este convento.

El proceso de canonización por martirio en su fase diocesana fue abierto en Madrid el 28 de abril de 1987, y clausurado, también en Madrid, el 23 de marzo de 1990. El 19 de abril de 2004, su Santidad Juan Pablo II aprobó la publicación del decreto sobre el martirio para su beatificación.

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Fuente: ACI Prensa || Catholic.net
María Beltrame Quattrocchi, Beata Esposa y Madre, 26 de agosto  

María Beltrame Quattrocchi, Beata

Esposa y Madre

Martirologio Romano: En Roma, beata María Beltrame Quattrocchi, que, siendo madre de familia, ilustró de modo conspicuo a la familia de Cristo y a la sociedad, viviendo ejemplarmente su vida matrimonial y mostrando su comunión de fe y amor hacia el prójimo (1965).

Fecha de beatificación: Fue beatificada, junto a su esposo Luis, el 21 de octubre de 2001 por S.S. Juan Pablo II

 

María Corsini nació en Florencia el 24 de junio en 1881, criada en el seno de una familia católica y desde pequeña practicó fervientemente su fe, asistiendo todos los domingos a Misa y participando de los sacramentos. Fue profesora y escritora de temas de educación, comprometida en varias asociaciones (Acción Católica, Scout, etc.).

Conoció a quien sería su esposo, Luis Beltrame Quattrocchi, en Roma cuando era adolescente; se casaron en la basílica Santa María la Mayor el 25 de noviembre de 1905.

En 1913, la joven familia atravesó un momento doloroso y bastante incierto cuando el embarazo de María tuvo serias complicaciones y los médicos pronosticaban que no sobreviviría al parto, ni tampoco el no nacido. Aunque los doctores manifestaron que un aborto podría salvar la vida de María, ésta consultando con su esposo, decidió confiar en la protección divina de Dios. Y, si bien es cierto el embarazo fue duro, tanto madre e hijo milagrosamente sobrevivieron. Esta experiencia llevó a toda la familia a consolidar su vida de fe y trabajar duro por sus anhelos de santidad.

Tuvieron en total cuatro hijos:
Filippo (hoy Mons. Tarcisio de la diócesis de Roma), nacido en 1906;
Stefania (sor Maria Cecilia), nacida en 1908 y fallecida en 1993;
Cesare (hoy padre Paolino), nacido en 1909; y
Enrichetta, la menor (la del difícil embarazo), que nació en 1914.

Sus dos hijos varones se encontraban entre los sacerdotes que concelebraron la Misa de beatificación con el Papa Juan Pablo II.

La familia Beltrame Quattrochi fue conocida por todos por su activa participación en muchas organizaciones católicas. Luigi fue un respetado abogado, quien ocupó un cargo importante dentro de la política italiana. María trabajó como voluntaria asistiendo a los etíopes en dicho país durante la segunda guerra mundial.

El ahora beato Luigi fue llamado a la Casa del Padre en 1951, y María, su fiel esposa, lo hacía posteriormente en 1965.

Para leer más sobre ellos:
Luis Beltrame Quattrocchi y María Corsini, Beatos

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Fuente: Carmelholyland.org
María de Jesús Crucificado (Mariam) Baouardy, Beata Religiosa, 26 de agosto  

María de Jesús Crucificado (Mariam) Baouardy, Beata

Martirologio Romano: En la ciudad de Belén, en Tierra Santa, beata María de Jesús Crucificado (Mariam) Baouardy, virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas, que, colmada de carismas místicos, unió la vida contemplativa con una singular caridad (1878).

Fecha de beatificación: Ella fue beatificada el 13 de noviembre 1983 por el Papa Juan Pablo II.

 

Mariam Baouardy nació el 5 de enero de 1846, en Ibillin, una pequeña aldea de Galilea, a mitad de camino entre Nazareth y Haifa, en una familia de rito griego-católico. Pero Mariam no tenía aún 3 años cuando su padre muere confiándola a la fiel custodia de san José. Algunos días más tarde muere su madre. Es así que Boulos es adoptado por una tía y Mariam por un tío de buena condición.

Es recibida en el Carmelo de Pau en junio de 1867, dónde recibe el nombre de Hermana María de Jesús Crucificado. Su sencillez y su generosidad conquistan los corazones de todos. Don de profecía, ataques del demonio o éxtasis… entre todas las gracias divinas de las cuales está colmada, está aquella de saberse, de manera muy intensa, ser ‘nada’ frente a Dios, y cuando habla de ella misma se llama "la pequeña nada", es realmente la expresión profunda de su ser.

Funda el Carmelo de Belén y Nazareth. Muere, el 26 de agosto de 1878, a los 32 años.


Galilea: la infancia

Mariam Baouardy nació el 5 de enero de 1846, en Ibillin, una pequeña aldea de Galilea, a mitad de camino entre Nazareth y Haifa, en una familia de rito greco-católico. Sus padres no lograban traer al mundo un hijo que sobreviviese: doce niños les murieron uno después de otro, siendo todos ellos muy pequeños. En su profundo dolor y confianza en Dios, decidieron entonces hacer una peregrinación a Belén para ir a rogar ante el Pesebre y pedir la gracia de una hija. Es así como Mariam vino al mundo. Y luego de ella, el siguiente año, su hermano Boulos.

Pero Mariam no tenía aún 3 años cuando su padre muere confiándola a la fiel custodia de san José. Algunos días más tarde muere su madre. Es así que Boulos es adoptado por una tía y Mariam por un tío de buena condición.

De sus años de infancia en Galilea, le quedará, a la vez, ese maravillarse delante de la belleza de la Creación, de la luz, de los paisajes dónde todo le habla de Dios y del sentimiento, muy fuerte, de que “todo pasa”.

Una experiencia de niña es decisiva para su vida futura: juega con dos pequeños pajarillos y quiere hacerlos tomar un baño… pero estos no resisten y mueren entre sus manos. Toda triste, siente entonces interiormente estas palabras: "¿Ves?, es así que todo pasa; pero si quieres darme tu corazón, yo me quedaré siempre contigo”.

A los 8 años hace su primera comunión. Poco después su tío parte para Alejandría con toda la familia.

En Egipto: Alejandría y el martirio

Mariam tiene 12 años cuando se entera que su tío quiere casarla. Decidida a darse totalmente a Dios, ella rechaza la proposición. Tratan de persuadirla… la amenazan. Ni las humillaciones, ni los malos tratos pueden cambiar su resolución. Después de tres meses, ella encuentra a un viejo criado de la casa para mandar una carta a su hermano que se había quedado en Galilea para que venga a ayudarla. Escuchando la narración de sus sufrimientos, el criado que era musulmán la exhorta a dejar a los cristianos y a abrasar su religión. Mariam rechaza. Encolerizado, el hombre saca su cimitarra y le corta la garganta, abandonándola luego en una callejuela oscura. Era el 8 de septiembre.

Pero su hora no había llegado todavía, y ella se despierta en una gruta, cerca de una joven mujer que se parecía a una religiosa. Durante cuatro semanas, esta señora la cuida, la nutre, la instruye. Después de lo cual, al estar ya curada, aquella que más tarde dirá que es la Virgen María, la lleva a una iglesia y allí la deja.

Desde ese día, Mariam irá de ciudad en ciudad (Alejandría, Jerusalén, Beirut, Marsella…), como doméstica, eligiendo preferentemente las familias pobres, ayudándolas, pero dejándolas en cuanto se encuentra demasiado honrada.
Así ella llegará a ser de manera del todo particular, testigo de ese “universo invisible”. Ese universo que nosotros creemos sin verlo, y que ella ha experimentado de una manera muy fuerte.

En Marsella: las Hermanas de San José

En el 1865 Mariam se encuentra en Marsella. Entra en contacto con las Hermanas de San José de la Aparición. Tiene 19 años, pero sólo parece de 12 o 13. Habla mal el francés y posee una salud frágil… de todos modos es admitida al noviciado, y su alegría es enorme por poder entregarse de este modo a Dios. Siempre dispuesta para los trabajos más pesados, ella pasa la mayor parte de su tiempo lavando o en la cocina… pero junto a dicha vida ordinaria, dos días por semanas revive la Pasión de Jesús, recibe los estigmas (que en su sencillez cree ser una enfermedad) y comienzan a manifestarse toda clase de gracias extraordinarias. Algunas hermanas quedan desconcertadas de ello, y al final de 2 años de noviciado, no es admitida a continuar en la Congregación. Es así que un conjunto de circunstancias la orientan hacia el Carmelo de Pau.

El Carmelo de Pau

Es recibida en junio de 1867. Allí, en medio de todas las pruebas que tendrá a atravesar, siempre encontrará amor y comprensión. Al ser una nueva Congregación, ingresa de nuevo al noviciado, dónde recibe el nombre de Hermana María de Jesús Crucificado. Insiste en ser admitida como ‘hermana conversa’, ya que se encontraba más a gusto en el servicio de los otros, teniendo por otro lado un gran problema para leer lo que conllevaba una gran dificultad para recitar convenientemente el Oficio divino. Su sencillez y su generosidad conquistan los corazones de todos. Y sus palabras dichas después de un éxtasis son el fruto de su vida: "Dónde está la caridad allí también está Dios. Si pensáis en hacer el bien a vuestro hermano, Dios pensará en vosotros. Si hacéis un pozo para vuestro hermano, caeréis en él; el pozo será para vosotros. Pero, si hacéis un cielo para vuestro hermano, ese cielo será para vosotros…”.

Don de profecía, ataques del demonio o éxtasis… entre todas las gracias divinas de las cuales está colmada, está aquella de saberse, de manera muy intensa, ser ‘nada’ frente a Dios, y cuando habla de ella misma se llama "la pequeña nada", es realmente la expresión profunda de su ser. Es lo que le hace penetrar la insondable profundidad de la misericordia divina dónde encuentra su alegría y sus delicias, su vida… “La humildad es feliz de ser nada, ella no se apega a nada, ella no se cansa nunca de nada. ¡Está contenta, es feliz, dondequiera que esté es feliz, está satisfecha con todo… Felices los pequeños!”. Allí está la fuente de su abandono al corazón de las gracias más extrañas y al corazón de los acontecimientos humanos más desconcertantes.

La fundación del Carmelo de Mangalor en India

Al fin de 3 años, en el 1870, parte con un pequeño grupo para fundar el primer monasterio de carmelitas en la India, en Mangalor. El viaje en barco hasta allí es ya toda una aventura… tres religiosas mueren antes de llegar. De todos modos, son enviados refuerzos, y a finales de 1870 se puede inaugurar la vida claustral. Sus experiencias extraordinarias continúan sin impedirle ello el afrontar los trabajos más pesados y las agitaciones que vienen siempre anejas a una nueva fundación. Durante sus éxtasis, bien se la veía a veces resplandeciente su rostro en la cocina o en otro lugar, bien participando en espíritu de lo que ocurría en la iglesia al momento de las persecuciones en China; bien sea que a veces el demonio parecía tomar posesión de ella, en lo exterior de su cuerpo, haciéndole vivir terribles tormentos y combates. De todos modos, las incomprensiones empezaron entonces a producirse alrededor de ella, llegando a dudar de la autenticidad de lo que ella vivía. Sin embargo pudo emitir sus votos al final de su noviciado el 21 de noviembre de 1871, pero las tensiones creadas en su entorno acabaron por provocar su regreso al Carmelo de Pau en el 1872.

El regreso a Pau

En aquel lugar halla su vida de simple ‘hermana conversa’ en medio del cariño de sus hermanas de religión, y su alma se dilata. Durante ciertos éxtasis ella, que es casi analfabeta, profiere repentinamente en la exultación de su gratitud hacia Dios poesías de una gran belleza, llenas de frescor y de un atractivo todo oriental, donde la creación entera canta a su Creador… o bien, enardecida por la aspiración de su alma hacia Dios, se la verá elevarse hacia la cima de un árbol milagrosamente sobre una rama que no soportaría ni siquiera un ave… “Todos duermen. Y Dios, tan lleno de bondad, tan grande, tan digno de alabanzas, ¡es olvidado!… ¡Nadie piensa en Él!… Veo, que la naturaleza lo alaba; el cielo, las estrellas, los árboles, las hierbas, todo lo alaba; ¡y el hombre, que conoce sus beneficios, que debería alabarlo, duerme!… ¡Vamos, vamos a despertar el universo!”

Numerosos también son los que vienen a buscar cerca de ella consuelo, consejos, ruegos, y que parten de su lado iluminados y fortificados por su encuentro.

La fundación del Carmelo de Belén

Poco después de su regreso de Mangalor, comienza a hablar de la fundación de un Carmelo en Belén. Los obstáculos son numerosos, pero se disipan progresivamente, incluso de manera inesperada. Por fin la autorización es dada por Roma y el 20 de agosto de 1875 un pequeño grupo de carmelitas se embarca para esta aventura. El Señor mismo guía a Mariam hacia el lugar y la construcción. Puesto que es la única que habla árabe, ella se encarga particularmente de seguir los trabajos, “inmersa en la arena y en la cal”. La comunidad puede venir a habitar los lugares preparados desde el 21 de noviembre de 1876, mientras que ciertos trabajos continúan.

Se preocupa también por la fundación de un Carmelo en Nazareth, viajando allí y logrando que se compre un terreno en agosto de 1878 para dicho fin. Durante este viaje le es revelado por Dios el lugar de Emaús. Ella lo hace comprar a Berthe Dartigaux para el Carmelo.

De vuelta en Belén, retoma la vigilancia de los trabajos bajo un calor sofocante. Llevando de beber a los obreros, Mariam cae de una escalera y se parte un brazo… La gangrena va afectarle muy velozmente y muere algunos días después del suceso, el 26 de agosto de 1878, a los 32 años.

Su mensaje

La presencia de Mariam es para nosotras un vínculo con todo el mundo árabe.

Mariam, nos descubre este mundo invisible tan cerca de nosotros, el cual es todo misericordia. Ella nos enseña a apostar toda nuestra vida por “aquello que no pasa nunca”, aquello que únicamente “tiene peso”: Dios solo.

Mariam que es llamada por algunos “Patrona de la Paz” para la Tierra Santa, es para nosotros un estímulo a dejarnos transfigurar por el Señor a fin de convertirnos nosotros mismos en artesanos de esta transfiguración del mundo por la gracia de Dios. Testigo de un mundo ya transfigurado, Mariam nos conduce a ese primer día de la Creación, dónde el Cielo y la Tierra no fueron separadas todavía, sino sólo la luz y las tinieblas: este día Uno, reflejo de la Unidad divina, dónde todo resplandece de esta Unidad…

Mariam ha sido atraída de modo particular por el Espíritu Santo, este Espíritu que aleteaba sobre las aguas al principio de la Creación. Es este Espíritu Santo que ella nos quiere entregar como herencia, ya que cuando El viene a tomar sitio de nuestro “yo” transfigura cada cosa, “crea de nuevo”: “Dirigíos al Espíritu Santo que inspira todo”.

“El ‘yo’ es aquello que hace perder al mundo. Los que tienen el yo llevan la tristeza y la angustia con ellos. No se puede tener juntos a Dios y al mundo… Aquel que no tiene el yo tiene todas las virtudes y la paz y la alegría". Pero con el Espíritu Santo todo, incluso “una gota” sola, algo insignificante, llega a ser posible de gran transformación:

Espíritu Santo, inspiradme;
Amor de Dios, consumidme;
Al verdadero camino, conducidme;
María, Madre mía, miradme,
Con Jesús, bendecidme;
De todo mal, de toda ilusión,
De todo peligro, preservadme.


Orar con Mariam

Salmo de contemplación

¿Con qué puedo compararme, Señor?
con los pajaritos implumes en su nido,
si el padre y la madre no les dan su alimento
mueren de hambre.
Así mi alma, Señor
sin Ti,
no tengo apoyo,
no puedo vivir.
¿Con qué me compararé, Señor?
Con un pequeño grano de trigo, sepultado en tierra.
si el rocío no lo alimenta
y el sol no lo calienta
el grano se marchita y muere.
Pero si Tú lo regalas
con la dulzura del rocío
y el calor de tu Sol
de la pequeña semilla
plena de linfa y de vigor
brotarán raíces
y germinará un tallo
fuerte en frutos abundante.
¿Con qué me compararé, Señor?
Con una rosa cortada
que al instante en la mano se marchita
y pierde su aroma.
Pero unida a su tallo
permanece fresca y brillante
intacta en su aroma.
Guárdame en Ti, Señor,
y comunícame tu Vida!...
¿Con qué te compararé, Señor?
Con la paloma que proporciona alimento a sus pequeños,
con una tierna madre
que alimenta a su criatura".

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Fuente: Franciscanos.org
Junípero Serra, Beato Presbítero, 28 de agosto  

Junípero Serra, Beato

Apóstol de California

Martirologio Romano: En Monterrey, en California, beato Junípero (Miguel) Serra, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que pasó por muchas dificultades y pesares predicando el Evangelio entre las tribus todavía paganas de aquella región, en su propia lengua, y defendió con gran valentía los derechos de los pobres y de los humildes (1784).

Fecha de beatificación: Juan Pablo II lo beatificó solemnemente en Roma, el 25 de septiembre de 1988.

 


Nacido en Petra (Mallorca) el 24 de noviembre de 1713, Miguel José fue hijo de Antonio Serra y Margarita Ferrer, agricultores. Después de la enseñanza primaria en los Franciscanos de Petra, Miguel marchó a Palma, la Capital, e ingresó en los Frailes Menores en 1730, tomando el nombre de Junípero en honor de uno de los primeros seguidores de San Francisco. Ordenado de sacerdote en 1737, Serra fue destinado a enseñar filosofía. Entre sus alumnos hubo dos que fueron sus últimos colaboradores en el Nuevo Mundo, Francisco Palou y Juan Crespí. Tras doctorarse en Teología en la Universidad del Beato Ramón Llull en 1742, Serra continuó enseñando filosofía y teología y adquirió gran fama como predicador.

En 1749, en unión de Palou, partió para el Colegio de San Fernando, en la Ciudad de México. Temiendo comunicar a sus padres su próxima partida, Serra pidió a un fraile compañero suyo que les informara sobre el particular. “Yo quisiera poder infundirles la gran alegría que llena mi corazón”, decía. “Si yo pudiera hacer esto, seguro que ellos me instarían a seguir adelante y no retroceder nunca”. Les pedía que comprendieran su vocación misionera y prometía recordarlos en la oración.

Poco después de su llegada a México, Serra sufrió la picadura de un insecto que le produjo la hinchazón de un pie y una úlcera en la pierna de la que le resultó una cojera para el resto de su vida. Tras unos meses en el Colegio de San Fernando, Serra fue destinado a las misiones de Sierra Gorda al nordeste de la ciudad de México. Allí trabajó durante ocho años, tres de ellos como presidente de las misiones. Llamado a la Ciudad de México, fue maestro de novicios durante nueve años y continuó su predicación en las zonas alrededor de la capital. En 1767 los jesuitas fueron expulsados de México y sus misiones de la Baja California fueron encomendadas al Colegio de San Fernando. Serra fue nombrado presidente de esas misiones, cuya cabecera estaba en la Misión de Loreto.

En 1769, la Corona de España decidió colonizar la Alta California (hoy Estado de California en los EE.UU.). Serra fue nombrado nuevamente presidente; supervisó la fundación de las nueve misiones: San Diego (1769), San Carlos Borromeo (1770), San Antonio de Padua (1771), San Gabriel Arcángel (1771), San Luis Obispo (1772), San Francisco de Asís (1776), San Juan de Capistrano (1776). Santa Clara de Asís (1777) y San Buenaventura (1782).

En 1773 Junípero fue a la Ciudad de México para entrevistarse con el Virrey Bucarelli y tratar de resolver los problemas que habían surgido entre los misioneros y los representantes del Rey en California. La Representación de Serra (1773) ha sido llamada “Carta de los Derechos” de los indios; una parte decretaba que “el gobierno, el control y la educación de los indios bautizados pertenecerían exclusivamente a los misioneros”. Durante esta visita a la Ciudad de México Serra escribió a su sobrino, el Padre Miguel Ribot Serra diciéndole: “En California está mi vida y allí, si Dios quiere, espero morir”.

Ni siquiera el martirio del Padre Luis Jaime en la Misión de San Diego (1775) apagó el deseo de Serra de añadir nuevas misiones a la cadena de las ya existentes a lo largo de la costa de California. En todas estas misiones, Junípero y los frailes enseñaron a los indios métodos de cultivo más eficaces y el modo de domesticar a los animales necesarios para la alimentación y el transporte. Cuando fue capturado el indio que dirigía a los rebeldes en la Misión de San Diego, Serra escribió al Virrey, pidiéndole que perdonara la vida del indio. Los que fueron capturados, fueron eventualmente perdonados. En la misma carta al Virrey, Serra pedía que “en el caso de que los indios, tanto paganos como cristianos, quisieran matarme, deberían ser perdonados”. Serra explicaba: “Debe darse a entender al asesino, después de un moderado castigo, que ha sido perdonado y así cumpliremos la ley cristiana que nos manda perdonar las injurias y no buscar la muerte del pecador, sino su salvación eterna”.

Serra pasó los últimos años de su vida ocupado en las tareas de la administración, la necesidad de escribir muchas cartas a las otras misiones y a la Iglesia y a los oficiales del gobierno en la Ciudad de México, y con el ansia de fundar las misiones necesarias. Sin embargo, trabajó con gran fe y tenacidad, aunque le iban faltando las fuerzas. Los indios le pusieron de apodo “el viejo”, porque tenía 56 años cuando llegó a la Alta California, pero Serra trabajó constantemente hasta su muerte el 28 de agosto de 1784 en la Misión de San Carlos Borromeo, que había sido su cuartel general y se convirtió en el lugar de su descanso definitivo. Los indios y los soldados lloraron la muerte de Serra y lo llamaban “Bendito Padre”. Muchos se llevaban un trozo de su hábito como recuerdo; otros tocaban medallas y rosarios a su cuerpo.

Poco tiempo después de la muerte de Serra, el Guardián del Colegio de San Fernando escribía al Provincial de los Franciscanos en Mallorca: “Murió como un justo, en tales circunstancias que todos los que estaban presentes derramaban tiernas lágrimas y pensaban que su bendita alma subió inmediatamente al cielo a recibir la recompensa de su intensa e ininterrumpida labor de 34 años, sostenido por nuestro amado Jesús, al que siempre tenía en su mente, sufriendo aquellos inexplicables tormentos por nuestra redención. Fue tan grande la caridad que manifestaba, que causaba admiración no sólo en la gente ordinaria, sino también en personas de alta posición, proclamando todos que ese hombre era un santo y sus obras las de un apóstol”.

El 14 de septiembre de 1987, el Papa Juan Pablo II tuvo un encuentro con los Indios nativos americanos en Fénix, Arizona, durante el cual alabó los esfuerzos de Serra para proteger a los indios contra la explotación. Tres días más tarde el Papa visitó la tumba de Serra en la Misión de S. Carlos Borromeo y recordó la Representación de Serra en 1773 en favor de los indios de California. Juan Pablo II dijo que Serra y sus misioneros compartían la convicción de que “el Evangelio es un asunto de vida y de salvación. Ellos estimaban que al ofrecer a Jesucristo a la gente, estaban haciendo algo de un valor, importancia y dignidad inmensos”. Esta convicción los sostenía “frente a cualquier vicisitud, desazón y oposición”.

El mismo Juan Pablo II beatificó solemnemente en Roma a Fray Junípero el 25 de septiembre de 1988.

En los Estados Unidos se lo festeja el 1 de julio, el resto del mundo lo recuerda el 28 de agosto

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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