JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 1-11a
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo:
"Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique. Tú le diste poder sobre todos los hombres, para que él dé la vida eterna a todos los que tú le has dado. Y la vida eterna consiste en esto: en que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y a Jesucristo tu enviado. Yo te he glorificado aquí en el mundo, cumpliendo la obra que me encomendaste. Ahora, pues, Padre, glorifícame con aquella gloria que ya compartía contigo antes de que el mundo existiera.
Yo te he dado a conocer a los hombres que tú me diste de entre el mundo. Eran tuyos, tú me los diste, y ellos han puesto en práctica tu enseñanza. Ahora han llegado a comprender que todo lo que me diste viene de ti. Yo les he enseñado lo que aprendí de ti, y ellos lo han aceptado. Ahora saben, con absoluta certeza, que yo salí de ti y han creído que fuiste tú quien me envió.
Yo te ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado; porque te pertenecen. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. Ya no estaré más en el mundo; ellos continúan en el mundo, mientras yo me voy a ti".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
mar 7a. Sem Pascua
Antífona de Entrada
Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora estoy vivo para siempre.
Aleluya.
Oración Colecta
Oremos:
Dios omnipotente y misericordioso, envíanos tu
Espíritu Santo para que habite en nosotros y nos transforme en templos de tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Quiero llegar al fin de mi carrera y cumplir el encargo que recibí del Señor Jesús
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 17-27
En aquellos días, hallándose Pablo en Mileto, mandó venir a los responsables de la iglesia de Éfeso. Cuando llegaron les dijo:
"Saben bien cómo me he comportado con ustedes todo el tiempo desde el primer día de mi llegada a la provincia de Asia. He servido al Señor con toda humildad y con lágrimas, en medio de las pruebas que me han ocasionado las insidias de los judíos; y no he omitido nada de cuanto les podía ser útil. Les he dado avisos y enseñanzas en público y en privado, he tratado de convencer a judíos y griegos para que se convirtieran a Dios y creyeran en Jesús, nuestro Señor.
Ahora, como ven, forzado por el Espíritu, voy a Jerusalén, sin saber qué es lo que me espera allí. Eso sí, el Espíritu Santo me asegura en todas las ciudades por las que paso, que me esperan prisiones y sufrimientos. Pero nada me importa mi vida, ni es para mí estimable, con tal de llevar a buen término mi carrera y el
ministerio que he recibido del Señor Jesús: dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios.
Ahora sé que ninguno de ustedes, entre quienes pasé anunciando el reino de Dios, volverá a verme. Por eso, quiero decirles hoy que no me hago responsable de lo que les suceda en adelante. Porque nunca dejé de anunciarles todo el plan de Dios".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Sal 67, 10-11.20-21
Reyes de la tierra, canten al Señor.
Tú derramaste, oh Dios, una lluvia abundante, reanimaste tu heredad extenuada, y tu rebaño habitó en el hogar que en tu bondad, oh Dios, preparaste al humilde.
Reyes de la tierra, canten al Señor.
Bendito sea el Señor día tras día. El nos alivia, Dios es nuestra salvación. Nuestro Dios es un Dios que nos salva, al Señor se debe que escapemos de la muerte.
Reyes de la tierra, canten al Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador que se quedará para siempre con ustedes, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
Padre, glorifica a tu Hijo
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 1-11a
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo:
"Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique. Tú le diste poder sobre todos los hombres, para que él dé la vida eterna a todos los que tú le has dado. Y la vida eterna consiste en esto: en que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y a Jesucristo tu enviado. Yo te he glorificado aquí en el mundo, cumpliendo la obra que me encomendaste. Ahora, pues, Padre, glorifícame con aquella gloria que ya compartía contigo antes de que el mundo existiera.
Yo te he dado a conocer a los hombres que tú me diste de entre el mundo. Eran tuyos, tú me los diste, y ellos han puesto en práctica tu enseñanza. Ahora han llegado a comprender que todo lo que me diste viene de ti. Yo les he enseñado lo que aprendí de ti, y ellos lo han aceptado. Ahora saben, con absoluta certeza, que yo salí de ti y han creído que fuiste tú quien me envió.
Yo te ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado; porque te pertenecen. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. Ya no estaré más en el mundo; ellos continúan en el mundo, mientras yo me voy a ti".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, nuestras ofrendas y concédenos que esta Eucaristía, celebrada con amor, nos lleve a la gloria del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
En la espera de la venida del Espíritu Santo
En verdad es justo y necesario que todas las criaturas, en el cielo y en la tierra, se unan en tu alabanza, Dios todopoderoso y eterno, por Jesucristo, tu Hijo, Señor del universo.
El cual, habiendo entrado una vez para siempre en el santuario del cielo, ahora intercede por nosotros, como mediador que asegura la perenne efusión del Espíritu.
Pastor y obispo de nuestras almas, nos invita a la plegaria unánime, a ejemplo de María y los apóstoles, en la espera de un nuevo Pentecostés.
Por este misterio de santificación y de amor, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, los intuirá en todo y les recordará lo que yo he dicho, dice el Señor. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te suplicamos, Señor, que esta Eucaristía que tu Hijo nos mandó celebrar en memoria suya y en la cual hemos participado, nos una cada vez más con el vínculo de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Pascua. 7ª semana. Martes
Decenario al Espíritu Santo
EL DON DE PIEDAD
— Este don tiene como efecto propio el sentido de la filiación divina. Nos mueve a tratar a Dios con la ternura y el afecto de un buen hijo hacia su padre.
— Confianza filial en la oración. El don de piedad y la caridad.
— El espíritu de piedad hacia la Virgen Santísima, los santos, las almas del Purgatorio y nuestros padres. El respeto hacia las realidades creadas.
I. El sentido de la filiación divina, efecto del don de piedad, nos mueve a tratar a Dios con la ternura y el cariño de un buen hijo con su padre, y a los demás hombres como a hermanos que pertenecen a la misma familia.
El Antiguo Testamento manifiesta este don de múltiples formas, particularmente en la oración que constantemente el Pueblo elegido dirige a Dios: alabanza y petición; sentimientos de adoración ante la infinita grandeza divina; confidencias íntimas, en las que expone con toda sencillez al Padre celestial las alegrías y angustias, la esperanza... De modo particular encontramos en los salmos todos los sentimientos que embargan el alma en su trato confiado con el Señor.
Al llegar la plenitud de los tiempos, Jesucristo nos enseñó el tono adecuado en el que debemos dirigirnos a Dios. Cuando oréis habéis de decir: Padre...1. En todas las circunstancias de la vida debemos dirigirnos a Dios con esta filial confianza: Padre, Abba... En diversos lugares del Nuevo Testamento el Espíritu Santo ha querido dejarnos esta palabra aramea: abba, que era el apelativo cariñoso con que los niños hebreos se dirigían a sus padres. Este sentimiento define nuestra postura y encauza nuestra oración ante Dios. Él "no es un ser lejano, que contempla indiferente la suerte de los hombres: sus afanes, sus luchas, sus angustias. Es un Padre que ama a sus hijos hasta el extremo de enviar al Verbo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, para que, encarnándose, muera por nosotros y nos redima. El mismo Padre amoroso que ahora nos atrae suavemente hacia Él, mediante la acción del Espíritu Santo que habita en nuestros corazones"2.
Dios quiere que le tratemos con entera confianza, como hijos pequeños y necesitados. Toda nuestra piedad se alimenta de este hecho: somos hijos de Dios. Y el Espíritu Santo, mediante el don de piedad, nos enseña y nos facilita este trato confiado de un hijo con su Padre.
Mirad qué amor nos ha mostrado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios, y lo somos3. "Parece como si después de las palabras que seamos llamados hijos de Dios, San Juan hubiera hecho una larga pausa, mientras su espíritu penetraba hondamente en la inmensidad del amor que el Padre nos ha dado, no limitándose a llamarnos simplemente hijos de Dios, sino haciéndonos sus hijos en el más auténtico sentido. Esto es lo que hace exclamar a San Juan: ¡y lo somos!"4. El Apóstol nos invita a considerar el inmenso bien de la filiación divina que recibimos con la gracia del Bautismo, y nos anima a secundar la acción del Espíritu Santo que nos impulsa a tratar a nuestro Padre Dios con inefable confianza y ternura.
II. Esta confianza filial se manifiesta particularmente en la oración que el mismo Espíritu suscita en nuestro corazón. Él ayuda nuestra flaqueza, pues no sabiendo siquiera qué hemos de pedir en nuestras oraciones, ni cómo conviene hacerlo, el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos que son inenarrables5. Gracias a estas mociones, podemos dirigirnos a Dios en el tono adecuado, en una oración rica y variada de matices, como es la vida. En ocasiones, hablaremos a nuestro Padre Dios en una queja familiar: ¿Por qué escondes tu rostro...?6; o le expondremos los deseos de una mayor santidad: a Ti te busco solícito, sedienta está mi alma, mi carne te desea como tierra árida, sedienta, sin aguas7; o nuestra unión con Él: fuera de Ti nada deseo sobre la tierra8; o la esperanza inconmovible en su misericordia: Tú eres mi Dios y mi Salvador, en Ti espero siempre9.
Este afecto filial del don de piedad se manifiesta también en rogar una y otra vez como hijos necesitados, hasta que se nos conceda lo que pedimos. En la oración, nuestra voluntad se identifica con la de nuestro Padre, que siempre quiere lo mejor para sus hijos. Esta confianza en la oración nos hace sentirnos seguros, firmes, audaces; aleja la angustia y la inquietud del que solo se apoya en sus propias fuerzas, y nos ayuda a estar serenos ante los obstáculos.
El cristiano que se deja mover por el espíritu de piedad entiende que nuestro Padre quiere lo mejor para cada uno de sus hijos. Todo lo tiene dispuesto para nuestro mayor bien. Por eso la felicidad está en ir conociendo lo que Dios quiere de nosotros en cada momento de nuestra vida y llevarlo a cabo sin dilaciones ni retrasos. De esta confianza en la paternidad divina nace la serenidad, porque sabemos que aun las cosas que parecían un mal irremediable contribuyen al bien de los que aman a Dios10. El Señor nos enseñará un día por qué fue conveniente aquella humillación, aquel desastre económico, aquella enfermedad...
Este don del Espíritu Santo permite que los deberes de justicia y la práctica de la caridad se realicen con prontitud y facilidad. Nos ayuda a ver a los demás hombres, con quienes convivimos y nos encontramos cada día, como hijos de Dios, criaturas que tienen un valor infinito porque Él los quiere con un amor sin límite y los ha redimido con la Sangre de su Hijo derramada en la Cruz. El don de piedad nos impulsa a tratar con inmenso respeto a quienes nos rodean, a compadecernos de sus necesidades y a tratar de remediarlas. Es más, el Espíritu Santo hace que en los demás veamos al mismo Cristo, a quien rendimos esos servicios y ayudas: en verdad os digo, siempre que lo hicisteis con algunos de estos hermanos míos más pequeños, conmigo lo hicisteis11.
La piedad hacia los demás nos lleva a juzgarlos siempre con benignidad, "que camina de la mano con un filial afecto a Dios, nuestro Padre común"12; nos dispone a perdonar con facilidad las posibles ofensas recibidas, aun las que nos pueden resultar más dolorosas. Así nos lo indicó el Señor: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen, orad por los que os persiguen y calumnian, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace nacer su sol sobre buenos y malos, y llover sobre justos y pecadores13. Si el Señor se refiere aquí a ofensas graves, ¿cómo no vamos a perdonar y disculpar los pequeños roces que lleva consigo toda convivencia? El perdón generoso e incondicionado es un buen distintivo de los hijos de Dios.
III. Este don del Espíritu Santo nos mueve y nos facilita el amor filial a nuestra Madre del Cielo, a la que procuramos tratar con el más tierno afecto; la devoción a los ángeles y santos, particularmente a aquellos que ejercen un especial patrocinio sobre nosotros14; a las almas del Purgatorio, como almas queridas y necesitadas de nuestros sufragios; el amor al Papa, como Padre común de los cristianos... La virtud de la piedad, a la que perfecciona este don, inclina también a rendir honor y reverencia a las personas constituidas legítimamente en alguna autoridad, y en primer lugar a los padres.
La paternidad de la tierra viene a ser una participación y un reflejo de la de Dios, del cual proviene toda paternidad en el cielo y sobre la tierra15. "Ellos nos dieron la vida, y de ellos se sirvió el Altísimo para comunicarnos el alma y el entendimiento. Ellos nos instruyeron en la religión, en el trato humano y en la vida civil, y nos enseñaron a llevar una conducta íntegra y santa"16.
El sentido de la filiación divina nos impulsa a querer y a honrar cada vez mejor a nuestros padres, a respetar a los mayores (¡cómo premiará el Señor el cuidado de los que ya son ancianos!) y a las legítimas autoridades.
El don de piedad se extiende y llega más allá que los actos de la virtud de la religión17. El Espíritu Santo, mediante este don, impulsa todas las virtudes que de un modo u otro se relacionan con la justicia. Su campo de acción abarca nuestras relaciones con Dios, con los ángeles y con los hombres. Incluso con las cosas creadas, "consideradas como bienes familiares de la Casa de Dios"18; el don de piedad nos mueve a tratarlas con respeto por su relación con el Creador.
Movido por el Espíritu Santo, el cristiano lee con amor y veneración la Sagrada Escritura, que es como una carta que le envía su Padre desde el Cielo: "En los libros sagrados, el Padre, que está en el Cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos"19. Y trata con cariño las cosas santas, sobre todo las que pertenecen al culto divino.
Entre los frutos que el don de piedad produce en las almas dóciles a las gracias del Paráclito se encuentra la serenidad en todas las circunstancias; el abandono confiado en la Providencia, pues si Dios se cuida de todo lo creado, mucha más ternura manifestará con sus hijos20; la alegría, que es una característica propia de los hijos de Dios. "Que nadie lea tristeza ni dolor en tu cara, cuando difundes por el ambiente del mundo el aroma de tu sacrificio: los hijos de Dios han de ser siempre sembradores de paz y de alegría"21.
Si muchas veces cada día consideramos que somos hijos de Dios, el Espíritu Santo irá fomentando cada vez más ese trato filial y confiado con nuestro Padre del Cielo. La caridad con todos también facilitará el desarrollo de este don en nuestras almas.
1 Lc 11, 2. — 2 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 84. — 3 1 Jn 3, 1. — 4 B. Perquin, Abba, Padre, Rialp, Madrid 1986, p. 9. — 5 Rom 8, 26. — 6 Cfr. Sal 43, 25. — 7 Sal 62, 2. — 8 Sal 72, 25. — 9 Sal 24, 5. — 10 Cfr. Rom 8, 28. — 11 Mt 25, 40. — 12 R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, Palabra, 4ª ed., Madrid 1982, vol I, p. 191. — 13 Mt 5, 44-45. — 14 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 121. — 15 Ef 3, 15. — 16 Catecismo Romano, III, 5, 9. — 17 Cfr. M. M. Philipon, Los dones del Espíritu Santo, Palabra, Madrid 1983, p. 300. — 18 Ibídem. — 19 Conc. Vat. II, Const. Dei Verbum, 21. — 20 Cfr. Mt 6, 28. — 21 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 59.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Juan de Avila
Misionero. Director de Almas
(1569)
Juan significa: "Dios es misericordioso".
San Juan de Avila tuvo el privilegio de ser amigo y consejero de seis santos: San Ignacio de Loyola, Santa Teresa, San Juan de Dios, San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara y Fray Luis de Granada. Dicen que él es la figura más importante del clero secular español del siglo 16.
Nació en el año 1500. De una familia muy rica, al morir sus padres repartió todos sus bienes entre los pobres y después de tres años de oración y meditación se decidió por el sacerdocio. Estudió filosofía y teología en la Universidad de Alcalá y allá hizo amistad con el Padre Guerrero que fue después arzobispo de Granada y su amigo de toda la vida.
Desde el principio de su sacerdocio demostró una elocuencia extraodinaria. El pueblo acudía en gran número a escuchar sus sermones donde quiera que él iba a predicar. Cada predicación la preparaba con cuatro o más horas de oración de rodillas. A veces pasaba la noche entera ante un crucifijo o ante el Santísimo Sacramento encomendando la predicación que iba a hacer después a la gente. Y los resultados eran formidables. Los pecadores se convertían a montones. A sus discípulos les decía: "Las almas se ganan con las rodillas". A uno que le preguntaba como hacer para lograr convertir a alguna persona en cada sermón, le dijo: "¿Y es que Ud. espera convertir en cada sermón a alguna persona?". "No, ¡eso no!", respondió el otro. "Pues por eso es que no los convierte", le dijo el santo, "porque para poder obtener conversiones hay que tener fe en que sí se conseguirán conversiones. ¡La fe mueve montañas!."
A otro que le preguntaba cuál era la principal cualidad para poder llegar a ser un buen predicador, le respondió: "La principal cualidad es: ¡amar mucho a Dios!".
Pidió viajar de misionero a América del sur, pero su amigo el Arzobispo de Granada le dijo: "Aquí en España también hay muchos a quienes misionar y evangelizar. ¡Quédese predicando entre nosotros!". Le obedeció y se dedicó a predicar por Andalucía, por todo el sur de España. Y las conversiones que conseguía eran asombrosas. Su predicación era fuerte. No prometía vida en paz a quienes querían vivir en paz con sus pecados, pero animaba enormemente a todos los que deseaban salir de su anterior vida de pecado. Un gran número de sacerdotes le seguía para ayudarle a confesar y colaborarle en la catequesis de los niños y en la administración de los sacramentos. Ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos acudían con gusto a escucharle.
Dios le concedió a San Juan de Avila la cualidad especialísima de ejercer un gran ascendiente sobre los sacerdotes. Por eso el Sumo Pontífice lo ha nombrado "Patrono de los sacerdotes españoles". Bastaba con que lo vieran celebrar misa o le oyeran un sermón para que los sacerdotes quedaran muy agradablemente impresionados de su modo de obrar y predicar. Y después en sus sermones, ellos estaban allá entre el público oyéndole con gran atención. El sabio escritor Fray Luis de Granada se colocaba cerca de él, lápiz en mano, e iba escribiendo sus sermones. De cada sermón del santo, sacaba el material para predicar luego diez sermones. Los sacerdotes decían que el Padre Juan de Avila predicaba como si estuviera oyendo al mismo Dios.
Fue reuniendo grupos de sacerdotes y por medio de hacerles meditar en la Pasión de Jesucristo y en la Eucaristía y de rezar y recibir los sacramentos, los iba enfervorizando y después los enviaba a predicar. Y los frutos que conseguía eran inmenoss. Unos 30 de esos sacerdotes se hicieron después Jesuitas. Otros colaboraron con la redforma que San Juan de la Cruz y Santa Teresa hicieron de los padres Carmelitas y muchos más llenaron de buenas obras las parroquias con su gran fervor.
Un día en Granada, mientras San Juan de Avila pronunciaba un gran sermón, de pronto se oyó en el templo un grito fortísimo. Era San Juan de Dios que había sido antes militar y comerciante y que ahora se convertía y empezaba una vida de santidad admirable. En adelante San Juan de Dios tendrá siempre como consejero al Padre Juan de Avila, a quien atribuirá su conversión.
Los enemigos y envidiosos lo acusaron de que su predicación era demasiado miedosa y de que se proponía hacer que las gentes fueran demasiado espirituales. Y el santo fue llevado a la cárcel y allí estuvo de 1532 a 1533. Aprovechó su prisión para meditar más y crecer en santidad. Cuando se le reconoció su inocencia y fue sacado de la prisión el pueblo lo ovacionó como a un héroe.
A muchas personas les dio dirección espiritual por medio de cartas. Después reunió una colección de esas cartas y las publicó con el título de "Oye hija" y fue un libro muy afamado y que hizo gran bien a los lectores.
Su devoción a la Virgen era tan grande que lo hacía exclamar: "Más preferiría vivir sin piel, que vivir sin devoción a la Virgen María".
Fundó más de diez colegios y ayudaba mucho a las universidades católicas. Su autoridad y su ascendiente eran muy grandes en todas partes.
Sus últimos 17 años fueron de enormes sufrimientos por su salud que era muy deficiente. En él se cumplía aquello que dijo Jesús: "Mi Padre, al árbol que más quiere, más lo poda, para que produzca mayor fruto". Pero aunque sus padecimientos eran muy intensos, no por eso dejaba de recorrer ciudades y pueblos predicando, confesando, dando dirección espiritual y edificando a todos con su vida de gran santidad. Tres temas le llamaban mucho la atención para predicar: la Eucaristía, el Espíritu Santo y la Virgen María.
Una de sus cualidades más admirables era su gran humildad. A pesar de sus brillantes éxitos apostólicos, siempre se creía un pobre y miserable pecador. Cuando estaba agonizante vio que un sacerdote lo trataba con muy grande veneración y le dijo: "Padre, tráteme como a un miserable pecador, porque eso es lo que he sido y nada más".
Cuando en su última enfermedad los dolores arreciaban, apretaba el crucifijo entre sus manos y exclamaba: "Dios mío, si sí te parece bien que suceda, está bien, ¡está muy bien!".
El 10 de mayo del año 1569, diciendo "Jesús y María" murió santamente. Fue beatificado en 1894 y el Papa Pablo VI lo declaró santo en 1970.
San Juan de Avila: tú que con tus sermones lograste tantas conversiones de pecadores, alcánzanos del Señor Dios, que también nosotros nos convirtamos.
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Antonio (Antonino) Pierozzi de Florencia, Santo Obispo, 10 de mayo
ObispoAntonio Pierozzi, llamado Antonino por su pequeña estatura, nació en 1389, y era hijo de un notario florentino. Desde muy joven entró al convento de los Dominicos, en donde fue recibido por el Beato Juan Dominici, a quien recitó de memoria las Decretales de Gracián, para demostrar su preparación cultural, a pesar de ser autodidacta. Del año 1413, año de su ordenación sacerdotal, al año 1446, cuando fue elegido arzobispo de Florencia, ocupó varios cargos en su Orden: Vicario, Visitador, Prior en Fiesole, en Roma, en Nápoles y en Florencia.
esconderse en Maremma. Su delicada salud y los achaques físicos que lo acompañaron desde su juventud, desde que era novicio, no le impidieron desarrollar una actividad prodigiosa. A lomo de mula cabalgaba como un humilde fraile para visitar todas las parroquias de su diócesis y de las sufragáneas de Fiesole, Pistoia y Prato. El pueblo florentino lo amaba mucho, y él defendió sus derechos aun contra el mismo Cosimo de Medici, de quien era amigo. Humilde e ingenioso, celoso y bondadoso, el buen pastor se entregó de lleno a su grey hasta la víspera de su muerte, el 2 de mayo de 1459. Fue canonizado por Adriano VI el 31 de mayo de 1523. |
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Fuente: ChurchForum.org
Job, Santo Patriarca, Mayo 10
Patriarca Se llama patriarca a un antiquísimo jefe religioso de Israel. Así por ej. fueron Patriarcas: Noé, Abraham, Jacob, Isaac, etc. |
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Solange de Bourges, Santa Virgen y Mártir, Mayo 10
Virgen y Mártir Etimológicamente significa" sola". Viene de la lengua latina. |
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Fuente: Vatican.va
Iván Merz, Beato Laico, 10 de mayo
LaicoMartirologio Romano: En la ciudad de Zagreb, en Croacia, beato Ivan Merz, que, dedicado al estudio de las letras y a la enseñanza, dio a los jóvenes el ejemplo de un maestro fiel a Cristo y de un laico creyente entregado al bien de la sociedad (1928).
Nació en Banja Luka el 16 de diciembre de 1896, en la Bosnia ocupada por el imperio austro-húngaro, en una familia liberal; fue bautizado el 2 de febrero de 1897. En el ambiente multi-étnico y multi-religioso de su ciudad natal realizó sus estudios de primaria y secundaria, que terminó cuando en Sarajevo era asesinado el príncipe heredero Francisco Fernando (28 de junio de 1914). Por voluntad de sus padres, y no suya, entró en la Academia militar de Wiener Noustadt, que abandonó después de tres meses, molesto por la corrupción del ambiente. En 1915 inició los estudios en la universidad de Viena, aspirando a ser profesor, para poder dedicarse a la instrucción y educación de los jóvenes en Bosnia, siguiendo el ejemplo de su profesor Ljubomir Marakovic, hacia el que sentía una profunda gratitud por haberle ayudado a descubrir las riquezas del catolicismo. |
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Fuente: Clairval.com
Enrique Rebuschini, Beato Sacerdote, Mayo 10
Sacerdote Camilo(Siervos de los Enfermos de San Camilo)Enrique había nacido el 28 de abril de 1860 en el norte de Italia, en Gravedona, en la orilla noroeste del lago Como. Su padre, Domingo, empleado de intendencia antes de llegar a ser inspector jefe de impuestos de la provincia de Como, no es partidario de la religión, y cuando acompaña a su mujer a la iglesia, se queda fuera. Su madre, Sofía, cristiana ejemplar, es oriunda de Liorna, en Toscana. De ese matrimonio habían nacido cinco hijos, siendo Enrique el segundo. Al final de sus estudios secundarios, al no poder seguir su inclinación por la vida religiosa a causa de la oposición de su padre, Enrique se matricula en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Pavía. De carácter tranquilo y bien educado, solamente permanece un año en la Facultad, cuyo anticlericalismo le produce amargura y desazón. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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