JMJ
Pax
Se apoderaron del hijo, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 1-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos y les dijo:
"Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el vigilante, se la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje al extranjero.
A su tiempo, les envió a los viñadores a un criado para recoger su parte del fruto de la viña. Ellos se apoderaron de él, lo golpearon y lo devolvieron sin nada. Les envió otro criado, pero ellos lo descalabraron y lo insultaron. Volvió a enviarles a otro y lo mataron. Les envió otros muchos y los golpearon o los mataron.
Ya sólo le quedaba por enviar a uno, su hijo querido, y finalmente también se lo envió, pensando:
"A mi hijo sí lo respetarán".
Pero al verlo llegar, aquellos viñadores se dijeron:
"Este es el heredero; vamos a matarlo y la herencia será nuestra".
Se apoderaron de él, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña. ¿Qué hará entonces el dueño de la viña? Vendrá y acabará con esos viñadores y dará la viña a otros. ¿Acaso no han leído en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente?"
Entonces los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, quisieron apoderarse de Jesús, porque se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola, pero le tuvieron miedo a la multitud, dejaron a Jesús y se fueron de allí.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
lun 9a. Ord. año Par desp Pentecostés
Sálvanos, Señor y Dios nuestro; reúnenos de entre las naciones, para que podamos agradecer tu poder santo y sea nuestra gloria alabarte.
Oremos:
Concédenos, Señor, Dios nuestro, amarte con todo el corazón y, con el mismo amor, amar a nuestros prójimos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Dios nos ha concedido los maravillosos bienes prometidos, que nos hacen partícipes de la naturaleza divina
Lectura de la segunda carta
del apóstol san Pedro
1, 1-7
Yo, Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, les escribo a ustedes, los que han obtenido una fe tan preciosa como la nuestra, gracias a la justicia de Jesucristo, nuestro Dios y salvador. Que abunden entre ustedes la gracia y la paz, por el conocimiento de Jesucristo, nuestro Señor.
Su acción divina nos ha otorgado todo lo necesario para llevar una vida de santidad, mediante el conocimiento profundo del que nos ha llamado con su propia gloria y poder. Por medio de las cuales nos han sido otorgados también los grandes y maravillosos bienes prometidos, para que por ellos puedan ustedes escapar de la corrupción que las pasiones desordenadas provocan en el mundo, y lleguen a participar de la naturaleza divina.
Por eso, esfuércense en añadir a su buena fe buena conducta; a la buena conducta, la inteligencia; a la inteligencia, el dominio propio; al dominio propio, la perseverancia; a la perseverancia, la piedad; a la piedad, el amor fraterno, y al amor fraterno, la caridad.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 90
Tú eres mi Dios y en ti confío.
Tú, que vives al amparo del Altísimo y descansas a la sombra del todopoderoso, dile al Señor: "Tú eres mi refugio y fortaleza; tú eres mi Dios y en ti confío".
Tú eres mi Dios y en ti confío.
"Puesto que tú me conoces y me amas, dice el Señor, yo te libraré y te pondré a salvo. Cuando tú me invoques, yo te escucharé y en tus angustias estaré contigo".
Tú eres mi Dios y en ti confío.
"A quien se acoge a mí, dice el Señor, yo lo defenderé y colmaré de honores; lo haré disfrutar de larga vida y haré que pueda ver mi salvación".
Tú eres mi Dios y en ti confío.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, testigo fiel, primogénito de entre los muertos, tu amor por nosotros es tan grande, que has lavado nuestras culpas con tu sangre.
Aleluya.
Se apoderaron del hijo, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 1-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos y les dijo:
"Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el vigilante, se la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje al extranjero.
A su tiempo, les envió a los viñadores a un criado para recoger su parte del fruto de la viña. Ellos se apoderaron de él, lo golpearon y lo devolvieron sin nada. Les envió otro criado, pero ellos lo descalabraron y lo insultaron. Volvió a enviarles a otro y lo mataron. Les envió otros muchos y los golpearon o los mataron.
Ya sólo le quedaba por enviar a uno, su hijo querido, y finalmente también se lo envió, pensando:
"A mi hijo sí lo respetarán".
Pero al verlo llegar, aquellos viñadores se dijeron:
"Este es el heredero; vamos a matarlo y la herencia será nuestra".
Se apoderaron de él, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña. ¿Qué hará entonces el dueño de la viña? Vendrá y acabará con esos viñadores y dará la viña a otros. ¿Acaso no han leído en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente?"
Entonces los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, quisieron apoderarse de Jesús, porque se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola, pero le tuvieron miedo a la multitud, dejaron a Jesús y se fueron de allí.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, estos dones que te presentamos en señal de sumisión a ti, y conviértelos en el sacramento de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
La alabanza, don de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación, por Cristo, Señor nuestro.
A quien alaban los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar:
Ven, Señor, en ayuda de tu siervo y sálvame por tu misericordia. Que no me arrepienta nunca de haberte invocado.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el sacramento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que acabamos de recibir, nos ayude, Señor, a vivir más profundamente nuestra fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 30/05 San Fernando (santo, blanco)
Antífona de Entrada
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor; que te bendigan tus santos; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que elegiste al rey san Fernando como defensor de tu Iglesia en la tierra; escucha las súplicas de tu pueblo, que te pide tenerlo como protector en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, y ven
Lectura del libro de Génesis
12, 1-4a
En aquellos días, el Señor dijo a Abrán:
"Sal de tu tierra y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan. Maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo". Abrán marchó, como le había dicho el Señor.
Palabra de Dios .
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 14
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua.
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor.
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
El que no presta dinero a usura ni acora soborno contra el inocente.
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de Espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya.
Evangelio
Estén alegres porque sus nombres están inscritos en el cielo
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas
10, 17-20
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús:
"Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre".
El les contestó:
"Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren les he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no no les hará daño alguno. Sin embargo, no estén alegres porque se les someten los espíritus; estén alegres porque sus nombres están inscritos en el cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, escucha con bondad nuestra súplica y protégenos con la intercesión de tus santos, para que tributemos siempre un culto digno a tu divina Majestad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Acción de los santos en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque con la vida de tus santos, enriqueces a tu Iglesia con formas siempre nuevas de admirable santidad, y nos das pruebas indudables de tu amor por nosotros; y también, porque su ejemplo nos impulsa y su intercesión nos ayuda a colaborar en el misterio de la salvación.
Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y santos diciendo:
Antífona de la Comunión
Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios rebosando de alegría.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, Padre del consuelo y de la paz, concede a tu pueblo, reunido en la fiesta de los santos, para alabar tu nombre, recibir de tu misericordia, por el misterio de Cristo en que ha participado, la prenda de la eterna redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
9ª semana. Lunes
LA PIEDRA ANGULAR
— Jesucristo es la piedra angular sobre la que se debe edificar la vida. Nuestra existencia está influida completamente por la condición de discípulos de Cristo.
— La fe nos da luz para conocer la verdadera realidad de las cosas y de los acontecimientos.
— El cristiano tiene su propia escala de valores frente al mundo.
I. En la parábola de los viñadores homicidas1 resume Jesús la historia de la salvación. Compara a Israel con una viña escogida, provista de su cerca, de un lagar y de una torre de vigilancia donde se coloca el guardián para protegerla de ladrones y alimañas. Dios no dejó de aplicar ningún cuidado a la viña de sus amores, a su pueblo, según había sido ya profetizado2. Los viñadores de la parábola son los dirigentes del pueblo de Israel, el dueño es Dios, y la viña es Israel, como Pueblo de Dios.
El dueño envía una y otra vez a sus siervos para percibir sus frutos, y solo recibieron malos tratos. Esta fue la misión de los profetas. Finalmente, envió a su Hijo, al Amado, pensando que a Él sí lo respetarían. Aquí se señala la diferencia entre Jesús, el Hijo, y los profetas, que eran siervos. La parábola se refiere a la filiación trascendente y única, y expresa con claridad la divinidad de Jesucristo. Los viñadores lo echaron fuera de la viña y lo mataron; es una referencia explícita a la crucifixión, que tuvo lugar fuera de los muros de Jerusalén3. El Señor, que se menciona discretamente a Sí mismo en la parábola, debió de hablar con gran pena, al ver cómo es rechazado por aquellos a quienes viene a traer la salvación. No le quieren. Terminará Jesús diciendo estas palabras, tomadas de un Salmo4: La piedra que rechazaron los constructores, esta ha llegado a ser piedra angular.
Los dirigentes de Israel comprendieron el sentido claramente mesiánico de la parábola y que iba dirigida a ellos. Entonces intentaron prenderlo, pero una vez más temieron al pueblo.
San Pedro recordará las palabras de Jesús delante del Sanedrín, cuando ya se ha cumplido la predicción contenida en la parábola: quede claro a todos vosotros y a todo el pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis... Él es la piedra que, rechazada por vosotros los constructores, ha llegado a ser piedra angular5. Jesucristo se constituye como la piedra clave del arco que sostiene y fundamenta todo el edificio. Es la piedra esencial de la Iglesia, y de cada hombre: sin ella el edificio se viene abajo.
La piedra angular afecta a toda la construcción, a toda la vida: negocios, intereses, amores, tiempo...; nada queda fuera de las exigencias de la fe en la vida del cristiano. No somos discípulos de Cristo a determinadas horas (a la hora de rezar, por ejemplo, o cuando asistimos a una ceremonia religiosa...), o en determinados días... La profunda unidad de vida que reclama el ser cristiano determina que, permaneciendo todo con su propia naturaleza, se vea afectado por el hecho de ser discípulo de Jesús. Seguir a Cristo influye en el núcleo más íntimo de nuestra personalidad. En quien está hondamente enamorado, este hecho influye en todas las cosas y acontecimientos, por triviales que parezcan: al dar un paseo por la calle, en el trabajo, en el modo de comportarse en las relaciones sociales..., y no solo cuando está en presencia de la persona amada. Ser cristianos es la característica más importante de nuestra existencia, y ha de influir incomparablemente más en nuestra vida que el amor humano en la persona más enamorada.
Jesucristo es el centro al que hacen referencia nuestro ser y nuestra vida. "Supongamos a un arquitecto –comenta Casiano– que deseara construir la bóveda de un ábside. Debe trazar toda la circunferencia partiendo de un punto clave: el centro. Guiándose por esta norma infalible, ha de calcular luego la exacta redondez y el diseño de la estructura (...). Así es como un solo punto se convierte en la clave fundamental de una construcción imponente"6. De modo semejante, el Señor es el centro de referencia de nuestros pensamientos, palabras y obras. Con relación a Él queremos construir nuestra existencia.
II. Cristo determina esencialmente el pensamiento y la vida de sus discípulos. Por eso, sería una gran incoherencia dejar nuestra condición de cristianos a un lado a la hora de enjuiciar una obra de arte o un programa político, en el momento de realizar un negocio o de planear las vacaciones. Respetando la propia autonomía, las propias leyes que cada materia tiene y la amplísima libertad en todo lo opinable, el discípulo fiel de Jesús no se detiene en la consideración de un solo aspecto –económico, artístico, cinematográfico...– y no da por buenos unos proyectos o una obra sin más. Si en esos planes, en ese acontecimiento o en esa obra no se guarda la debida subordinación a Dios, su calificación definitiva no puede ser más que una, negativa, cualquiera que sean sus acertados valores parciales.
A la hora de realizar un negocio o aceptar un determinado puesto de trabajo, un buen cristiano no solo mira si le es rentable económicamente, sino también otras facetas: si es lícito con arreglo a las normas de moralidad, si produce el bien o el mal a otros, valora los beneficios que de él se derivan para la sociedad... Si es moralmente ilícito, o al menos poco ejemplar, las demás características –por ejemplo, la rentabilidad– no lo convierten en un buen negocio. Una buena operación comercial –si no es moral– es un negocio pésimo e irrealizable.
El error se presenta frecuentemente vestido con nobles ropajes de arte, de ciencia, de libertad... Pero la fuerza de la fe ha de ser mayor: es la poderosa luz que nos hace ver que detrás de aquella apariencia de bien hay en realidad un mal, que se manifiesta con la vestidura de una buena obra literaria, de una falsa belleza... Cristo ha de ser la piedra angular de todo edificio.
Pidamos al Señor su gracia, para vivir coherentemente nuestra vocación cristiana; así, la fe no será nunca limitación –"no puedo hacer", "no puedo ir"...–: será luz para conocer la verdadera realidad de las cosas y de los acontecimientos, sin olvidar que el demonio intentará aliarse con la ignorancia humana –que no sabe ver la realidad total que se encierra en aquella obra o en aquella doctrina– y con la soberbia y la concupiscencia que todos arrastramos. Cristo es el crisol que pone a prueba el oro que hay en las cosas humanas; todo lo que no resiste a la claridad de sus enseñanzas es mentira y engaño, aunque se vista con alguna apariencia de bondad o de perfección.
Con el criterio que da esta unidad de vida -ser y sentirnos en toda ocasión fieles discípulos del Señor-, podremos recoger tantas cosas buenas que han hecho y pensado los hombres que se han guiado por un criterio humano recto, y ponerla a los pies de Cristo. Sin la luz de la fe nos quedaríamos en muchos momentos con la escoria, que nos engañó porque tenía algún reflejo de bondad o de belleza.
Para tener un criterio formado, además de poner los medios, es preciso tener una voluntad recta, que quiera llevar a cabo, ante todo, el querer de Dios. Así se explica que personas sencillas, de escasa instrucción y quizá con pocas luces naturales, pero de intensa vida cristiana, tengan un criterio muy recto, que les hace juzgar atinadamente de los diversos acontecimientos; mientras que otras personas, tal vez más cultivadas o incluso de gran capacidad intelectual, en ocasiones dan pruebas de una lamentable ausencia de buen juicio y se equivocan hasta en lo que es elemental.
La unidad de vida, un vivir habitual cristiano, nos mueve a juzgar con certeza, descubriendo los verdaderos valores humanos de las cosas. Así llevaremos a Cristo, santificándolas, todas las realidades humanas nobles. Preguntémonos: ¿vivo en coherencia con la fe, con la vocación, en todas las situaciones? Al tomar decisiones, importantes o de la vida diaria, ¿tengo en cuenta ante todo lo que Dios espera de mí? Y concretemos en qué puntos nos pide el Señor un comportamiento más decididamente cristiano.
III. El cristiano –por haber fundamentado su vida en esa piedra angular que es Cristo– tiene su propia personalidad, su modo de ver el mundo y los acontecimientos, y una escala de valores bien distinta del hombre pagano, que no vive la fe y tiene una concepción puramente terrena de las cosas. Una fe débil y tibia, de poca influencia real en lo ordinario, "puede provocar en algunos esa especie de complejo de inferioridad, que se manifiesta en un inmoderado afán de "humanizar" el Cristianismo, de "popularizar" la Iglesia, acomodándola a los juicios de valor vigentes en el mundo"7.
Por eso, el cristiano, a la vez que está metido en medio de las tareas seculares, necesita estar "metido en Dios", a través de la oración, de los sacramentos y de la santificación de sus quehaceres. Se trata de ser discípulos fieles de Jesús en medio del mundo, en la vida corriente de todos los días, con todos sus afanes e incidencias. Así podremos llevar a cabo el consejo que San Pablo daba a los primeros cristianos de Roma, cuando les alertaba contra los riesgos de un conformismo acomodaticio con las costumbres paganas: no queráis conformaros a este siglo8. A veces, este inconformismo nos llevará a navegar contra corriente y arrostrar el riesgo de la incomprensión de algunos. El cristiano no debe olvidar que es levadura9, metida dentro de la masa a la que hace fermentar.
Nuestro Señor es la luz que ilumina y descubre la verdad de todas las realidades creadas, es el faro que ofrece orientación a los navegantes de todos los mares. "La Iglesia (...) cree que la clave, el centro y la finalidad de toda la historia humana se encuentra en su Señor y Maestro"10.
Jesús de Nazaret sigue siendo la piedra angular en todo hombre. El edificio construido a espaldas de Cristo está levantado en falso. Pensemos hoy, al término de nuestra oración, si la fe que profesamos influye cada vez más en la propia existencia: en la forma de contemplar al mundo y a los hombres, en nuestra manera de comportarnos, en el afán, con obras, de que todos los hombres conozcan de verdad a Cristo, sigan su doctrina y la amen.
1 Mc 12, 1-12. — 2 Is 5, 1-7. — 3 Cfr. Sagrada Biblia, Santos Evangelios, notas a Mc 12, 1-12 y Mt 21, 33-46. — 4 Sal 118, 22. — 5 Hech 4, 10-11. — 6 Casiano, Colaciones, 24. — 7 J. Orlandis, ¿Qué es ser católico?, EUNSA, Pamplona 1977, p. 48. — 8 Rom 12, 2. — 9 Cfr. Mt 13, 33. — 10 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 10.
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Meditaciones sobre la Sagrada Eucaristía. 1
UN DIOS ESCONDIDO
— Jesús se oculta para que le descubran nuestra fe y nuestro amor.
— La Sagrada Eucaristía nos transforma.
— Cristo se nos entrega a cada uno, personalmente.
I. Adoro te devote, latens Deitas... Te adoro con devoción, Dios escondido, que estás verdaderamente oculto bajo estas apariencias. A ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte1. Así comienza el himno que escribió Santo Tomás para la fiesta del Corpus Christi, y que ha servido a tantos fieles para meditar y expresar su fe y su amor a la Sagrada Eucaristía.
Te adoro con devoción, Dios escondido...
Verdaderamente Tú eres un Dios oculto2, había proclamado ya el Profeta Isaías. El Creador del Universo ha dejado las huellas de su obra; parecía como si Él quisiera quedarse en un segundo plano. Pero llegó un momento en la historia de la humanidad en que Dios decidió revelarnos su ser más íntimo. Es más, quiso en su bondad habitar entre nosotros, plantar su tienda en medio de los hombres, y se encarnó en el seno purísimo de María. Vino a la tierra y permaneció oculto para la mayoría de las gentes, que estaban preocupadas de otras cosas. Le conocieron algunos que poseían un corazón sencillo y una mirada vigilante para lo divino: María, José, los pastores, los Magos, Ana, Simeón... Este anciano había esperado toda su vida la llegada del Mesías anunciado, y pudo exclamar ante Jesús Niño: Ahora, Señor, puedes sacar en paz de este mundo a tu siervo según tu palabra: porque mis ojos han visto a tu Salvador...3. ¡Si nosotros pudiéramos decir lo mismo al acercarnos al Sagrario!
Y después, en la vida pública, a pesar de los milagros en que Jesús manifestaba su poder divino, muchos no supieron descubrirlo. En otras ocasiones es el mismo Señor el que se esconde y manda a quienes Él mismo ha curado que no le descubran. En Getsemaní y en la Pasión parecía oculta completamente la divinidad a los ojos de los hombres, En la Cruz, la Virgen sabía con certeza que Aquel que moría era Jesús, Dios hecho hombre. Y a los ojos de muchos moría como un malhechor.
En la Sagrada Eucaristía, bajo las apariencias de pan y de vino, Jesús se vuelve a ocultar para que le descubran nuestra fe y nuestro amor. A Él le decimos en nuestra oración: "Señor, que nos haces participar del milagro de la Eucaristía: te pedimos que no te escondas", que esté siempre claro tu rostro a nuestros ojos; "que vivas con nosotros", porque sin Ti nuestra vida no tiene sentido; "que te veamos", con los ojos purificados en el sacramento de la Penitencia; "que te toquemos", como aquella mujer que se atrevió a tocar la orla de tu vestido y quedó curada; "que te sintamos", sin querer nunca acostumbrarnos al milagro; "que queramos estar siempre junto a Ti", que es el único lugar en el que hemos sido felices plenamente; "que seas el Rey de nuestras vidas y de nuestros trabajos", porque te lo hemos dado todo4.
II. La presencia es una necesidad del amor, y el Maestro, que había dejado a los suyos el supremo mandamiento del amor, no podía sustraerse a esta característica de la verdadera amistad: el deseo de estar juntos. Para realizar este vivir con nosotros, a la espera del Cielo, se quedó en nuestros Sagrarios. Así hizo posibles aquellas vivas recomendaciones antes de su partida: Permaneced en Mí y Yo en vosotros. En adelante ya no os llamaré siervos. Yo os digo: vosotros sois mis amigos... Permaneced en mi amor5. Una amistad profunda con Jesús ha ido creciendo en tantas Comuniones, en las que Cristo nos ha visitado, y en tantas ocasiones como nosotros hemos ido a verle al Sagrario. Allí, oculto a los sentidos, pero tan claro a nuestra fe, Él nos esperaba; a sus pies hemos afirmado nuestros mejores ideales, y en Él hemos abandonado las preocupaciones, lo que en alguna ocasión nos podía agobiar... El Amigo comprende bien al amigo. Allí, en la fuente, hemos ido a beber el modo de practicar las virtudes. Y hemos procurado que su fortaleza sea nuestra fortaleza, y su visión del mundo y de las personas, la nuestra... ¡Si un día pudiéramos decir también nosotros, como San Pablo: Ya no soy yo quien vive, sino Cristo en mí!6.
Santo Tomás afirma que la virtud de este sacramento es llevar a cabo cierta transformación del hombre en Cristo por el amor7. Todos tenemos la experiencia de que cada uno vive, en buena parte, según aquello que ama. Los hombres con afición al estudio, al deporte, a su profesión, dicen que esas actividades son su vida. De manera semejante, si un hombre busca solo su interés, vive para sí. Y si amamos a Cristo y nos unimos a Él, viviremos por Él y para Él, de una manera tanto más profunda cuanto más hondo y verdadero sea el amor. Es más, la gracia nos configura por dentro y nos endiosa. "¿Amas la tierra? –exclama San Agustín–. Serás tierra. ¿Amas a Dios? ¿Qué voy a decir? ¿Que serás dios? No me atrevo a decirlo, pero te lo dice la Escritura: Yo dije: sois dioses, y todos hijos del Altísimo (Sal 81, 6)"8.
Vamos a ver a Jesús oculto en el Sagrario, y se anulan las distancias, y hasta el tiempo pierde sus límites ante esta Presencia que es vida eterna, semilla de resurrección y pregustación del gozo celestial. Es ahí donde la vida del cristiano irradia la vida de Jesús: en medio del trabajo, en su sonrisa habitual, en el modo como lleva las contrariedades y los dolores, el cristiano refleja a Cristo. Él, que permanece en el Sagrario, se manifiesta y se hace presente a los hombres en la vida corriente del cristiano.
Sagrarios de plata y oro // que abrigáis la omnipresencia // de Jesús, nuestro tesoro, // nuestra vida, nuestra ciencia. // Yo os bendigo y os adoro con profunda reverencia...9.
Desde hace dos mil años, el Hijo de Dios habita en medio de los hombres. "¡Él, en quien el Padre encuentra delicias inefables, en quien los bienaventurados beben una eternidad de dicha! El Verbo encarnado está ahí, en la Hostia, como en tiempo de los Apóstoles y de las muchedumbres de Palestina, con la infinita plenitud de una gracia capital, que no pide sino desbordarse sobre todos los hombres para transformarlos en Él. Habría que acercarse a este Verbo salvador con la fe de los humildes del Evangelio, que se precipitaban al encuentro de Cristo para tocar la franja de su vestidura y volvían sanos"10. Así hacernos el propósito de acercarnos nosotros.
III. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.
No deben desconcertarnos las apariencias sensibles. No todo lo real, ni siquiera todas las realidades creadas de este mundo, son percibidas por los sentidos, que son fuente de conocimiento, pero a la vez limitación de nuestra inteligencia. La Iglesia, en su peregrinación por este mundo hacia el Padre, posee en la Sagrada Eucaristía a la Segunda Persona de la Trinidad Beatísima, a la que no perciben los sentidos, que ha asumido la Humanidad Santísima de Cristo. El Verbo se hizo carne11 para habitar entre nosotros y hacernos partícipes de su divinidad. Vino para el mundo entero, y se hubiera encarnado por el menor y más indigno de los hombres. San Pablo pregustaba esta realidad con gozo, y decía: el Hijo de Dios me amó y se entregó a Sí mismo por mí12. Jesús habría venido al mundo y padecido por mí solo. Esta es la gran realidad que llena mi vida, podemos pensar todos. En la economía de la Redención, la Eucaristía fue el medio providencial elegido por Dios para permanecer personalmente, de modo único e irrepetible, en cada uno de nosotros. Con alegría cantamos en la intimidad de nuestro corazón: Pange, lingua, gloriosi Corporis mysterium... Canta, lengua mía, el misterio del Cuerpo glorioso y de la Sangre preciosa, que el Rey de las naciones, Hijo de Madre fecunda, derramó por rescatar al mundo13.
No está oculto Jesús. Nosotros le vemos cada día, le recibimos, le amamos, le visitamos... ¡Qué clara y diáfana es su Presencia cuando le contemplamos con una mirada limpia, llena de fe! Pensemos en cómo vamos a comulgar, quizá dentro de pocos minutos o de algunas horas, y pidamos a Dios Padre, nuestro Padre, que aumente la fe y el amor de nuestro corazón. Quizá nos pueda servir aquella oración de Santo Tomás con la que tal vez nos hemos preparado para recibir a Jesús en otras ocasiones: "Omnipotente y sempiterno Dios, me acerco al sacramento de vuestro Hijo Unigénito, Nuestro Señor Jesucristo, como un enfermo al médico que le habrá de dar vida; como un inmundo acudo a la fuente de la misericordia; ciego, vengo a la luz de la eternidad; pobre y falto de todo, me presento al soberano Señor del cielo y de la tierra. Ruego a vuestra inmensa largueza se sirva sanar mis enfermedades, purificar mis manchas, iluminar mis tinieblas, enriquecer mi miseria, vestir mi desnudez. Dulcísimo Señor, concededme que reciba el Cuerpo de vuestro Hijo Unigénito, nacido de la Virgen, con tal fervor que pueda ser unido íntimamente a Él y contado entre los miembros de su Cuerpo místico".
1 Himno Adoro te devote. — 2 Is 45, 15. — 3 Lc 2, 29-30. — 4 Cfr. San Josemaría Escrivá, Forja, n. 542. — 5 Jn 15, 4; 9, 15. — 6 Gal 2, 20. — 7 Cfr. Santo Tomás, Libro IV de las Sentencias, Dist. 12, q. 2, a. 2 ad 1. — 8 San Agustín, Comentario a la Carta de San Juan a los Parthos, 2, 14. — 9 Sor Cristina de Arteaga, Sembrad, XCIX. — 10 M. M. Philipon, Los sacramentos en la vida cristiana, Palabra, 2ª ed., Madrid 1980, p. 132. — 11 Jn 1, 14. — 12 Gal 2, 20. — 13 Himno Pange. lingua.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Fernando III
Rey de Castilla y de León
Santo seglar, que "no conoció el vicio ni el ocio", Fernando III -el más grande de los reyes de Castilla, dice Menéndez y Pelayo- nació en 1198; fue hijo de don Alfonso IX, rey de León, y primo de san Luis IX, rey de Francia. Guerreó con los moros, que ocupaban gran parte de España, unió las coronas de Castilla y de León, y conquistó los reinos de Úbeda, Córdoba, Murcia, Jaén, Cádiz y Sevilla.
En sus dilatadas campañas, triunfó siempre en todas las batallas. No buscó su propia gloria ni el acrecentamiento de sus dominios. Para él el reino verdadero era el reino de Dios. Pedía a diario el aumento de la fe católica y elevaba sus plegarias a la Virgen, de quien se llamaba siervo. Caballero de Cristo, Jesús le había otorgado la gracia de los éxtasis y las apariciones divinas. Amaba a sus vasallos y procuraba no agravar los tributos, a pesar de las exigencias de la guerra. A este respecto era conocido su dicho: "Más temo las maldiciones de una viejecita pobre de mi reino que a todos los moros del África". Llevaba siempre consigo una imagen de nuestra Señora, a la que entronizó en Sevilla y en múltiples lugares de Andalucía, a fin de que ésta fuera llamada tierra de María Santísima.
La muerte del rey san Fernando constituye un ejemplo de fe y humildad. Abandonó el lecho y, postrándose en tierra, sobre un montón de cenizas, recibió los últimos sacramentos. Llamó a la reina y a sus hijos, y se despidió de ellos después de haberles dado sabios consejos.
Volviéndose a los que se hallaban presentes, les pidió que lo perdonasen por alguna involuntaria ofensa. Y, alzando hacia el cielo la vela encendida que sostenía en las manos, la reverenció como símbolo del Espíritu Santo. Pidió luego a los clérigos que cantasen el Te Deum, y así murió, el 30 de mayo de 1252. Había reinado treinta y cinco años en Castilla y veinte en León, siendo afortunado en la guerra, moderado en la paz, piadoso con Dios y liberal con los hombres, como afirman las crónicas de él. Su nombre significa "bravo en la paz".
Guerrero, poeta y músico, compuso cantigas, una de ellas dedicada a nuestra Señor. Se destacó por su honestidad y la pureza de sus costumbres.
Fernando III fue canonizado por el papa Clemente X en el año 1671. Lo sucedió en el trono su hijo mayor, Alfonso X, que la historia conoce con el nombre de Alfonso el Sabio.
Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy: Santos: Félix I, papa; Gabino, Críspulo, Sico, Palatino, mártires; Exuperancio, Ausonio, Anastasio, presbíteros; Juana de Arco, virgen; Venancio, Isaac, Basilio, Emilia, confesores; Uberto, Gamo, monjes; Urbicio, abades.
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Juana de Arco, Santa Patrona de Francia y Doncella de Orleáns, Mayo 30
Patrona de Francia y Doncella de OrleánsUna jovencita de 13 años, de Domremy (Francia), llamada Juana de Arco, mientras rezaba en la iglesia de su pueblo, oyó voces misteriosas que la invitaban a liberar a Francia que estaba dominada en gran parte por los ingleses. Cuatro años después el gobernador de la provincia, a quien Juana de Arco le había contado lo que le había sucedido, la llevó donde el Delfín a Chinon. Al hablar con el futuro rey Carlos, ella demostró que conocía cosas secretísimas que solamente el cielo había podido revelarle. El Delfín, al principio, desconfió pero después se convenció de que la joven era enviada de Dios; entonces le confió el mando de las tropas que sitiaban a Orleáns, y en poco tiempo reconquistaron casi todo el territorio francés. |
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Fuente: Franciscanos.org
María Celina de la Presentación, Beata Clarisa, Mayo 30
María Celina de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María (en el siglo, Jeanne Germaine Castang) nació en Nojals, aldea de Dordoña (Francia), el 24 de mayo de 1878. Sus padres, Germain Castang y Marie Lafage, humildes campesinos pero testigos ejemplares del Evangelio, tuvieron doce hijos. |
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San José Marello
Nació en Turín el 26 de diciembre de 1844. A los 8 años su padre Vincenzo lo llevó a San Martino Alfieri junto a su hermano, donde fueron criados por sus abuelos que se hicieron cargo de ellos tras la muerte de su madre. José comenzó su formación bajo la tutela del maestro Silvestro Ponzo y del párroco Giovanni Battista Torchio. El buen sacerdote hizo una espléndida labor con el muchacho, aunque era extraordinariamente receptivo. Tan aplicado en el estudio que en el estío de 1856, para recompensar su esfuerzo y las excelentes calificaciones que obtuvo, su padre le premió con una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de la Misericordia, en Savona. Cosas de la providencia. Vincenzo podía haber elegido otro lugar para gratificar la dedicación de su hijo, pero tenía que ser precisamente el santuario. Y es que María esperaba al futuro santo con sus maternales brazos abiertos, y allí mismo le señaló la senda sacerdotal con un apremiante: «¡Hazte sacerdote, entra al seminario!». José acogió esta petición sin dudarlo. En el mes de octubre de ese año 1856, lo más pronto que pudo, ingresó en el seminario de Asti, preparándose concienzudamente para ser un buen sacerdote.
Su progenitor hubiese preferido que se dedicara a los negocios familiares. Y, en principio, la historia se convirtió en aliada suya. José solo pudo permanecer en el seminario tres años que fueron suficientes para mostrar su tesón, inteligencia, y otras muchas virtudes que se abrían paso sin quedar ahogadas en su fuerte carácter. Pero la segunda guerra de independencia del reino de Cerdeña en pugna con Austria, que se inició en 1859, introdujo un paréntesis en su vida, ya que el seminario de Asti fue tomado para destinarlo a los militares. Primeramente estuvo acogido en el domicilio de una familia local, hasta que en el verano de 1862, una vez culminados los estudios filosóficos en la curia diocesana, regresó a Turín. Vincenzo no ocultó su gozo ante esta nueva opción para la vida de su hijo que comenzó a especializarse en temas comerciales con el fin de llevar la rienda de las posesiones, como él deseaba. Sin embargo, se presentó un inesperado escollo; otro gesto de la providencia para salirse con la suya. En 1863 José contrajo el tifus y su salud se agravó peligrosamente. Ante tal impedimento fue rotundo: «Papá yo hubiera querido continuar con los estudios para hacerme sacerdote. Tú no has querido y yo te he obedecido. Pero la Virgen viendo los peligros en los que me encuentro, ha escuchado mi oración y está por liberarme. Si tú consientes que yo siga mi camino, me curaré rápidamente, de otro modo, la Virgen me llamará a sí». Al año siguiente, recuperado de la enfermedad y la crisis que había sufrido por mediación de la Virgen de la Consolación, reingresó en el seminario de Asti. Fue ordenado en septiembre de 1868. Mons. Carlo Savio que había reparado en sus cualidades lo escogió como secretario; fue un juicio acertadísimo. José puso todo su empeño en la formación moral y religiosa de la juventud, dedicaba largas horas a las confesiones y a la dirección espiritual en Michelerio, organizó cursos para los jóvenes obreros, y compaginaba su labor volcado también en las necesidades del clero. Fue canónigo de la catedral y se ocupó de una casa de reposo que no tenía medios para atender a los desvalidos; además, asistía a los ancianos. Todo ello le permitió conocer desde dentro los entresijos de la labor pastoral, pero en el fondo de su corazón se sentía llamado a la vida contemplativa. Trabajador infatigable, advertía: «El ruido no hace bien, y el bien no hace ruido». Mons. Savio le aseguró que Dios tenía para él otra misión. En 1869 acompañó al prelado al Concilio Vaticano I. Entre otros cardenales conoció al futuro papa León XIII. En 1873 murió Vincenzo. Dos años más tarde, hallándose en Roma, José mantuvo una audiencia privada con Pío IX.
El 14 de marzo de 1878, en la sede del Instituto Michelerio donde se propuso crear la Compañía de San José, fundó la Congregación de Oblatos de San José. Les dio como modelo al Santo Patriarca encomendándoles de forma particular que difundieran su culto, que formasen a la juventud y que estuviesen al servicio de las Iglesias locales, parroquias, orfanatos, escuelas... «Cartujos en casa y apóstoles fuera de casa»; «Sed extraordinarios en las cosas ordinarias»,aconsejaba. En 1884 trasladó a los primeros Oblatos al hospicio de Santa Clara, que se convirtió en la casa madre de la congregación. El 23 de noviembre de 1888 fue designado obispo de Acqui; León XIII no había olvidado al joven virtuoso que conoció en el palacio del Quirinale. Desde el mes de junio de 1889 hasta su muerte en 1895, José ejerció su fecundo ministerio pastoral. Seguía persiguiendo la santidad como la deseaba para todos: «La unión con Dios debe ser ya desde aquí en la tierra nuestro único trabajo como noviciado de aquella unión perfecta que se consumará en el cielo. Todo lo demás debe ir ordenado a esta sola». Su consigna era: «Todos cuiden los intereses de Jesús». Sus visitas pastorales le permitieron conocer directamente las parroquias a las que accedió con los medios de la época, algunos precarios: tren, carro y caballo. En todas ellas fue ganándose el afecto de los fieles. El 30 de mayo de 1895 el superior de los padres escolapios le invitó a participar en Savona en la celebración del tercer centenario de la muerte de Felipe Neri. Siempre había tenido una salud precaria, y en ese instante no se hallaba precisamente en buen estado, pero dijo: «se celebra la fiesta de san Felipe Neri y si Dios quiere se muere». Así fue. Ese día al terminar de celebrar la Eucaristía en la iglesia de Nuestra Señora de la Misericordia de Savona, en plena visita pastoral entregó su alma a Dios. Pablo VI lo beatificó el 12 de junio de 1978. Juan Pablo II lo canonizó el 25 de noviembre de 2001. León XIII lo denominó «lumbrera del episcopado».
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Isaac, Santo Abad y Fundador, Mayo 30
Asceta Etimológicamente significa "sonriente". Viene de la lengua hebrea. |
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Fuente: servidimaria.org
Santiago Felipe Bertoni, Beato Servita, Mayo 30
Se aplicaba con sumo interés al estudio de las enseñanzas evangélicas y de la sagrada Escritura |
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Fuente: Vatican.va
Marta Wiecka, Beata Religiosa, 30 de mayo
Hija de la Caridad Nació el 12 de enero de 1874 en Nowy Wiec al noroeste de Polonia. Fue bautizada seis días después con los nombres de Marta Ana. Era la tercera de los 13 hijos de Marcelino y Paulina. Sus padres, dueños de un campo de cien hectáreas, vivían un ambiente de fe profunda. En la casa de Marta se rezaba el Rosario en familia todos los días, se leían las biografías de los santos u otros libros religiosos, y se compartía el contenido de la homilía dominical. |
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José Gérard, Beato |
José Gérard nació el 12 de Marzo de 1831 dentro de una familia de labradores en la provincia de Lorraine en Francia. Parte de su niñez la pasó siendo pastor de ovejas.
José Gérard escribe sobre una tal Hermana Odile que lo preparó para su Primera Comunión, un evento que tuvo un gran impacto en su vida. Entre otras personas que tuvieron un gran impacto en su vida están Monsieur Richard y el Abbé Cayens. Monsieur Richard ofreció pagar la educación del joven y lo guió en una enseñanza sobre el arte de orar. El Abbé Cayens fue misionero en Argelia y vio una posible vocación sacerdotal en el joven José Gérard. Por lo tanto lo ayudó a aprender Latín y luego lo guió al seminario menor en Pont-à-Mousson.
También estudió algún tiempo en el seminario mayor de Nancy. Llegó a conocer a los Oblatos a través de algunos misioneros Oblatos que visitaron el seminario. Entró al noviciado y el 10 de Mayo de 1852 tomo sus votos perpetuos.
El 3 de Abril de 1853 fue ordenado Diacono por el Obispo Eugenio de Mazenod. El Obispo luego le pidió que ejerciera su misión en el reino de Natal en el Sur de África. En mayo de 1853 José Gérard tomó un barco con otros dos Oblatos al pequeño reino.
En 1854 El Obispo Allard lo ordenó sacerdote y comenzó su trabajo con un grupo de Irlandeses en Pietermaritzburg. Su misión era de ser con los Zulúes de Natal y por lo tanto tenia que aprender el idioma Zulú junto con el Inglés que usaba con los Irlandeses. Para aprender el idioma decidió pedir permiso para crear una misión en un pueblo Zulú. José Gérard trató varias veces a evangelizar a los Zulúes pero no tuvo éxito.
José Gérard decidió tomar su misión al oeste de Natal a un pueblo llamado Roma en otro reino llamado Lesotho. Allí conversó con el jefe de una tribu familia de los Zulúes de Natal. El jefe le dio permiso a construir una Iglesia y ejercer su misión. Tuvo que aprender un idioma nuevo y una cultura nueva, pero siguió adelante. Después de dos años tuvo su primer catecúmeno. El jefe de la tribu también se convirtió después de algunos años. Después de 22 años en Roma decidió llevar su misión al norte de Lesotho y comenzó la Misión de Santa Mónica donde trabajo con los Basothos. Luego regresó a Roma donde viviría el resto de su vida. En 1914 se encontró con una enfermedad que lo dejó en cama. El 22 de Mayo celebró su última Misa.
El 29 de Mayo Padre José Gérard dio su último sí a Dios con la palabra Amén. Aunque sufrió muchos desafíos en su misión en África, el Padre Gérard nunca se dio por vencido. Siempre fue fiel a su voto de perseverancia. Dado a esto muchos de los nativos de aquellos países en el sur de África se convirtieron a la fe Católica. El Padre José Gérard fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 15 de Septiembre en Maseru, Lesotho donde le dieron el titulo de Apóstol de Lesotho.
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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