lunes, 23 de mayo de 2016

Lunes por las almas del Purgatorio. 23/05/2016. San Crispin ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-27

Gloria a ti Señor.

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó:
"Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"
Jesús le contestó:
"¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre".
Entonces él le contestó:
"Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven". Jesús lo miró con amor y le dijo:
"Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme".
Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos:
"¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!"
Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió:
"Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios".
Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí:
"Entonces, ¿quién puede salvarse?"
Jesús, mirándolos fijamente, les dijo:
"Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

lun 8a. Ord. año Par

Antífona de Entrada

Entremos y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro, porque él es nuestro Dios.

 

Oración Colecta

Oremos:
Señor, que tu amor incansable cuide y proteja siempre a estos hijos tuyos, que han puesto en tu gracia toda su esperanza.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Ustedes no han visto a Cristo, y, sin embargo, lo aman; al creer ahora en él se llenan de una alegría indescriptible

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 3-9

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su gran misericordia, porque al resucitar a Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a la esperanza de una vida nueva, que no puede corromperse ni mancharse y que él nos tiene reservada como herencia en el cielo. Porque ustedes tienen fe en Dios, él los protege con su poder, para que alcancen la salvación que les tiene preparada y que él revelará al final de los tiempos.
Por esta razón, alégrense, aun cuando ahora tengan que sufrir un poco por adversidades de todas clases, a fin de que su fe, sometida a la prueba, sea hallada digna de alabanza, gloria y honor, el día de la manifestación de Cristo. Porque la fe de ustedes es más preciosa que el oro, y el oro se acrisola por el fuego.
A Cristo Jesús no lo han visto ustedes y, sin embargo, lo aman; al creer en él ahora, sin verlo, se llenan de una alegría radiante e indescriptible, seguros de alcanzar la salvación de sus almas, que es la meta de la fe.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 110

El Señor recuerda siempre su alianza.

Doy gracias al Señor de todo corazón, en las reuniones de los justos. Grandiosas son las obras del Señor, dignas de estudio para los fieles.
El Señor recuerda siempre su alianza.

El Señor ha hecho prodigios inolvidables, es piadoso y clemente: recordando siempre su alianza, él da de comer a sus fieles.
El Señor recuerda siempre su alianza.

Redimió a su pueblo, estableció su alianza para siempre: Dios es sagrado y terrible; su gloria perdura eternamente.
El Señor recuerda siempre su alianza.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza.
Aleluya.

Evangelio

Ve y vende lo que tienes y sígueme

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-27

Gloria a ti Señor.

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó:
"Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"
Jesús le contestó:
"¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre".
Entonces él le contestó:
"Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven". Jesús lo miró con amor y le dijo:
"Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme".
Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos:
"¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!"
Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió:
"Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios".
Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí:
"Entonces, ¿quién puede salvarse?"
Jesús, mirándolos fijamente, les dijo:
"Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor, Dios nuestro, tú que nos has dado este pan y este vino para reparar nuestras fuerzas, conviértelos para nosotros en sacramento de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Jesús, buen samaritano

En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Demos gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace por su pueblo; porque da de beber a los sedientos y da de comer a los hambrientos.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, tú que has querido hacernos participar de un mismo pan y de un mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera unidos en Cristo, que nuestro trabajo sea eficaz para la salvación del mundo.
El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

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Meditación diaria

8ª SEMANA. LUNES

64. EL JOVEN RICO

- Dios llama a todos. Necesidad de desprendimiento para seguir a Cristo.

- La respuesta a la personal vocación.

- Pobreza y desprendimiento en nuestra vida corriente.

I. Nos dice el Evangelio de la Misa (1) que salía ya Jesús de una ciudad y se ponía en camino hacia otro lugar, cuando vino un joven corriendo y se detuvo ante el Señor. Los tres Evangelistas que nos relatan el suceso nos dicen que era de buena posición social. Se arrodilló a los pies de Cristo, y le hizo una pregunta fundamental para todo hombre: Maestro, le dice, ¿qué he de hacer para conseguir la vida eterna? Jesús está de pie, rodeado de sus discípulos, que contemplan la escena; el joven, de rodillas. Es un diálogo abierto, en el que el Señor comienza dándole una respuesta general: Guarda los mandamientos. Y los enumera: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás... Él respondió: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi adolescencia... ¿Qué me falta aún?, recoge San Mateo (2). Es la pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez ante el desencanto íntimo de las cosas que siendo buenas no acaban de llenar el corazón, y ante la vida que va pasando sin apagar esa sed oculta que no se sacia. Y Cristo tiene una respuesta personal para cada uno, la única respuesta válida.

Jesús sabía que en el corazón de aquel joven se hallaba un fondo de generosidad, una capacidad grande de entrega. Por eso lo miró complacido, con amor de predilección, y le invitó a seguirle sin condición alguna, sin ataduras. Se quedó mirándolo fijamente, como sólo Cristo sabe mirar, hasta lo más profundo del alma. "Él mira con amor a todo hombre. El Evangelio lo confirma a cada paso. Se puede decir también que en esta "mirada amorosa" de Cristo está contenida casi como en resumen y síntesis toda la Buena Nueva (...). Al hombre le es necesaria esta "mirada amorosa"; le es necesario saberse amado, saberse amado eternamente y haber sido elegido desde la eternidad (cfr. Ef 1, 4). Al mismo tiempo, este amor eterno de elección divina acompaña al hombre durante su vida como la mirada de amor de Cristo" (3). Así nos ve el Señor ahora y siempre, con amor hondo, de predilección.

El Maestro, con una voz que tendría una entonación particular, le dijo: Una cosa te falta aún. Una sola. ¡Con qué expectación aguardaría aquel joven la respuesta del Maestro! Era, sin duda, lo más importante que iba a oír en toda su existencia. Anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres... Luego ven y sígueme. Era una invitación a entregarse por entero al Señor. No esperaba esto aquel joven. Los planes de Dios no siempre coinciden con los nuestros, con aquellos que hemos forjado en la imaginación, en nuestros sueños. Los proyectos divinos, de una forma u otra, siempre pasan por el desprendimiento de todo aquello que nos ata. Para seguir a Cristo necesitamos tener el alma libre. Las muchas riquezas de este joven fueron el gran obstáculo para aceptar el requerimiento de Jesús, lo más grande que ocurrió en su vida.

Dios llama a todos: a sanos y a enfermos; a personas con grandes cualidades y a las de capacidad modesta; a los que poseen riquezas y a los que sufren estrecheces; a los jóvenes, a los ancianos y a los de edad madura. Cada hombre, cada mujer debe saber descubrir el camino peculiar al que Dios le llama. Y a todos nos llama a la santidad, a la generosidad, al desprendimiento, a la entrega; a todos nos dice en nuestro interior: ven y sígueme. No cabe la mediocridad ante la invitación de Cristo; Él no quiere discípulos de "media entrega", con condicionamientos.

Este joven ve de repente su vocación: la llamada a una entrega plena. Su encuentro con Jesús le descubre el sentido y el quehacer fundamental de su vida. Y ante Él se pone al descubierto su verdadera disponibilidad. Había creído realizar la voluntad de Dios porque cumplía los mandamientos de la Ley. Cuando Cristo le pone delante una entrega completa, se descubre lo mucho que está apegado a sus cosas y el poco amor a la voluntad de Dios. También hoy se repite esta escena. "Me dices, de ese amigo tuyo, que frecuenta sacramentos, que es de vida limpia y buen estudiante. -Pero que no "encaja": si le hablas de sacrificio y apostolado, se entristece y se te va.

"No te preocupes. -No es un fracaso de tu celo: es, a la letra, la escena que narra el Evangelio: "si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes, y dáselo a los pobres" (sacrificio)... "y ven después y sígueme" (apostolado).

"El adolescente "abiit tristis" -se retiró también entristecido: no quiso corresponder a la gracia" (4). Se marchó lleno de tristeza, porque la alegría sólo es posible cuando hay generosidad y desprendimiento. Entonces la vida se llena de gozo en esa disponibilidad absoluta ante el querer de Dios que se manifiesta cada día en cosas pequeñas y en momentos bien precisos de nuestra vida. Digámosle hoy al Señor que nos ayude con su gracia para que, en todo momento, pueda contar efectivamente con nosotros para lo que quiera, sin condiciones ni ataduras. "Señor, no tengo otro fin en la vida que buscarte, amarte y servirte... Todos los demás objetivos de mi existencia a esto se encaminan. No quiero nada que me separe de Ti", le decimos en este diálogo con Él.

II. "La tristeza de este joven -comenta el Papa Juan Pablo II- nos lleva a reflexionar. Podremos tener la tentación de pensar que poseer muchas cosas, muchos bienes de este mundo, puede hacernos felices. En cambio, vemos en el caso del joven del Evangelio que las muchas riquezas se convirtieron en obstáculo para aceptar la llamada de Jesús a seguirlo: ¡no estaba dispuesto a decir sí a Jesús, y no a sí mismo, a decir sí al amor, y no a la huida! El amor verdadero es exigente (...). Porque fue Jesús -nuestro mismo Jesús- quien dijo: Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando (Jn 15, 14). El amor exige esfuerzo y compromiso personal para cumplir la voluntad de Dios. Significa sacrificio y disciplina, pero significa también alegría y realización humana (...). Con la ayuda de Cristo y a través de la oración, vosotros podréis responder a su llamada (...). Abrid vuestros corazones a este Cristo del Evangelio, a su amor, a su verdad, a su alegría. ¡No os vayáis tristes!" (5).

La llamada del Señor a seguirle de cerca exige una actitud de respuesta continua, porque Él, en sus diferentes llamamientos, pide una correspondencia dócil y generosa a lo largo de la existencia. Por eso debemos ponernos con frecuencia delante del Señor -cara a cara con Él, sin anonimato- y preguntarle, como este joven: ¿Qué me falta?, ¿qué exigencias tiene hoy, en estas circunstancias mi vocación de cristiano?, ¿qué caminos quieres que siga? Seamos sinceros: quien tiene verdaderos deseos de llegar, llega a conocer con claridad los caminos de Dios. "El cristiano va descubriendo así, en medio de su vida corriente, cómo su vocación debe desplegarse a través de un tejido menudo y cotidiano de llamadas y sugerencias divinas (...), de instantes significativos, de "vocaciones" concretas, para realizar, por amor a su Señor, pequeñas o grandes tareas en el mundo de los hombres. Es en medio de este diálogo con el Señor como un hombre puede escuchar esa voz divina que le pide tomar unas decisiones definitivas, radicales (...). La palabra de Dios puede llegar con el huracán o con la brisa (1 Rey 19, 22)" (6). Pero para seguirla debemos estar desprendidos de toda atadura: sólo Cristo importa. Todo lo demás, en Él y por Él.

III. Aquel joven se levantó del suelo, esquivó aquella mirada de Jesús y su invitación a una vida honda de amor, y se marchó -todos se dieron cuenta- con la tristeza señalada en el rostro. "El instinto nos indica que la negativa de aquel momento fue definitiva" (7). El Señor vio con pena cómo se alejaba; el Espíritu Santo nos revela el motivo de aquel rechazo a la gracia: tenía muchos bienes, y estaba muy apegado a ellos.

Después de este incidente, la comitiva emprende su camino. Pero antes, o quizá mientras recorren los primeros pasos, Jesús, mirando a su alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Ellos quedaron impresionados por sus palabras. Y el Señor repitió con más fuerza: Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino. Hemos de considerar con atención la enseñanza de Jesús y aplicarla a nuestra vida: no se pueden conciliar el amor a Dios, el seguirle de cerca, y el apegamiento a los bienes materiales: en un mismo corazón no caben esos dos amores. El hombre puede orientar su vida proponiéndose como fin a Dios, al que se alcanza, con la ayuda de la gracia también a través de las cosas materiales, usándolas como medios, que eso son; o puede, desgraciadamente, poner en las riquezas la esperanza de su plenitud y felicidad: deseo desmedido de bienes, de lujo, de comodidad, ambición, codicia...

Hoy puede ser una buena ocasión para que examinemos valientemente en la intimidad de nuestra oración qué nos mueve en nuestro actuar, dónde tenemos puesto el corazón: si tenemos planteado un verdadero empeño por andar desprendidos de los bienes de la tierra, o bien si, por el contrario, sufrimos cuando padecemos necesidad; si estamos vigilantes para reaccionar ante un detalle que manifieste aburguesamiento y comodidad, servidos a menudo por los reclamos de la sociedad de consumo; si somos parcos en las necesidades personales, si frenamos la tendencia a gastar, si evitamos los gastos superfluos, si no nos creamos falsas necesidades de las que podríamos prescindir con un poco de buena voluntad, si nos esforzamos por no ceder en los caprichos, si cuidamos con esmero las cosas de nuestro hogar y los bienes que usamos; si actuamos con la conciencia clara de ser sólo administradores que han de dar cuenta a su verdadero Dueño, Dios nuestro Señor; si llevamos con alegría las incomodidades y la falta de medios; si somos generosos en la limosna a los más necesitados y en el sostenimiento de obras buenas privándonos de cosas que nos agradaría poseer... Sólo así viviremos con la alegría y la libertad necesaria para ser discípulos del Señor en medio del mundo.

Seguir de cerca a Cristo es nuestro supremo ideal; no queremos marcharnos como aquel joven, con el alma impregnada de profunda tristeza porque no supo desprenderse de unos bienes de escaso valor ante la riqueza inmensa de Jesús.

(1) Mc 10, 17-27.- (2) Mt 19, 20.- (3) JUAN PABLO II, Carta a los jóvenes, 31-III-1985, n. 7.- (4) J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 807.- (5) JUAN PABLO II, Homilía en el Boston Common, 1-X-1979.- (6) P. RODRIGUEZ, Fe y vida de fe, pp. 82-83.- (7) R. A. KNOX, Ejercicios para seglares, Rialp, 2ª ed., Madrid 1962, p. 141.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Juan Bautista Rossi
Confesor
(Año 1764)

Nació en 1698, en un pueblecito cerca de Génova (Italia). Cuando tenía diez años, fueron a su pueblo dos esposos muy piadosos a veranear y al ver lo piadoso y bueno que era el muchachito, pidieron permiso a sus padres para llevarlos a su casa de Génova y educarlo allá. Y sucedió que a la casa de estos esposos iban frecuentemente de visita unos padres capuchinos a pedir ayuda para los pobres y estos religiosos le dieron recomendaciones tan laudatorias del buen joven al Padre Provincial que éste lo recomendó a un Canónigo de Roma el cual lo llevó a estudiar a la ciudad eterna.
E
n el Colegio Romano hizo estudios con gran aplicación, ganándose la simpatía de sus profesores y compañeros, y fue ordenado sacerdote, a los 23 años.
L
eyó un libro algo exagerado que recomendaba hacer penitencias muy fuertes, y se dedicó a mortificarse en el comer, en el beber y en el dormir, tan exageradamente que le sobrevino una depresión nerviosa que lo dejó varios meses sin poder hacer nada. Logró rehacer sus fuerzas, pero de ahí en adelante tuvo siempre que luchar contra su mala salud. Y aprendió que la mejor mortificación es aceptar los sufrimientos y trabajos de cada día, y hacer bien en cada momento lo que tenemos que hacer y tener paciencia con las personas y las molestias de la vida, en vez de andar dañándose la salud con mortificaciones exageradas.
D
esde cuando era seminarista sentía una gran predilección por los pobres, los enfermos y los abandonados. El Sumo Pontífice había fundado un albergue para recibir a las personas que no tenían en dónde pasar la noche, y allá fue por muchos años el joven Juan Bautista a atender a los pobres y necesitados y a enseñarles el catecismo y prepararlos para recibir los sacramentos. Se llevaba varios compañeros más, sobre los cuales él ejercía una gran influencia. También le agradaba irse por las madrugadas a la Plaza de mercado a donde llegaban los campesinos a vender sus productos. Allí enseñaba catecismo a los niños y a los mayores y preparó a muchos para hacer la confesión y recibir la Primera Comunión.
L
os primeros años de su sacerdocio no se atrevía casi a confesar porque le parecía que no sabría dar los debidos consejos. Pero un día un santo Obispo le pidió que se dedicara por algún tiempo a confesar en su diócesis. Y allí descubrió Juan Bautista que este era el oficio para el cual Dios lo tenía destinado. Al volver a Roma le dijo a un amigo: "Antes yo me preguntaba cuál sería el camino para lograr llegar al cielo y salvar muchas almas. Y he descubierto que la ayuda que yo puedo dar a los que se quieren salvar es: confesarlos. Es increíble el gran bien que se puede hacer en la confesión".
S
e fue a ayudar a un sacerdote en un templo a donde acudían muy pocas personas. Pero desde que comenzó Rossi a confesar allí, el templo se vio frecuentado por centenares y centenares de penitentes que venían a ser absueltos de sus pecados. Cada penitente le traía otras personas para que se confesaran con él y las conversiones que se obraban eran admirables.
E
l Sumo Pontífice le encomendó el oficio de ir a confesar y a predicar a los presos en las cárceles y a los empleados que dirigían las prisiones. Y allí consiguió muchas conversiones.
D
e todas partes lo invitaban para que fuera a confesar enfermos, presos y gentes que deseaban convertirse. A muchos sitios tenía que ir a predicar misiones y obtenía del cielo numerosas conversiones. En los hospitales era estimadísimo confesor y consolador de los enfermos. Sus amigos de siempre fueron los pobres, los desamparados, los enfermos, los niños de la calle y los pecadores que deseaban convertirse. Para ellos vivió y por ellos desgastó totalmente su vida. El se mantenía siempre humilde y listo a socorrer a todo el que le fuera posible.
E
l 23 de mayo del año 1764, sufrió un ataque al corazón y murió a la edad de 66 años. Su pobreza era tal que el entierro tuvieron que costeárselo de limosna.
L
a estimación por él en Roma era tan grande que a su funeral asistieron 260 sacerdotes, un arzobispo, muchos religiosos e inmenso gentío. La misa de réquiem la cantó el coro pontificio de la Basílica de Roma.
Todo el bien que habéis hecho a uno de estos mis humildes hermanos, a mí me lo habéis hecho. (Jesucristo).

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Didier (o Desiderio) de Viena, Santo Obispo, Mayo 23  

Didier (o Desiderio) de Viena, Santo

Obispo

Etimológicamente significa "deseoso de Dios". Viene de la lengua latina.

Este joven obispo murió en el año 603 tal día como hoy. Dados sus méritos, sus virtudes y su entrega sin condiciones a los demás, aceptó ser obispo muy joven.

Cuando su apostolado era brillante y todo el mundo le profesaba un gran cariño, se le presentó la terrible Brunehaut, la mujer que gobernaba Austrasia en nombre de su nieto Thierry II que contaba tan sólo con quince años.

Didier no tenía pelillos en la lengua. Por eso no le quedó más remedio que atacar con dureza los vicios de la corte, sobre todo los estupros y todos otros escándalos por el estilo.

La Brunhault, por su cuenta, convocó un concilio en Chalon con la única intención de que este hombre de Dios se callara. Era el año 602.

El santo obispo se encontró frente a una mujer llamada Justa – que de su nombre sólo tiene las letras – que se quejaba ante todos de que Didier la había violado.

Para confirmar su afirmación, se llevó a un empleado de Thiérry, para decir que él fue testigo de la violación.

Hablasen lo que hablasen los obispos de Lyon y otras ciudades, la sentencia ya estaba predeterminada.

A su término, Didier fue condenado al exilio. Pero resulta que la mujer y su cómplice murieron a los tres años de su falsa acusación. La reina vio en ello un castigo del cielo. Temiendo igual suerte para ella, hizo que Didier volviera a su sede episcopal.

De nuevo volvió a condenar a la reina por sus intrigas y malas intenciones.

Cansada y enfurecida, mandó a los soldados para que no hablara. Entraron en la catedral, lo cogieron y lo mataron a pedradas fuera del pueblo que lleva su nombre. Dos años más tarde, el rey Clotario II arrastró a Brunhault por los cabellos atados a un caballo.

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Guiberto de Gembloux, Santo Monje, Mayo 23  

Guiberto de Gembloux, Santo

Monje

Etimológicamente significa "protector". Viene de la lengua alemana.

Doquiera que estés, sea el que sea tu continente, tú que quisieras percibir el misterio que está en el corazón de tu propio corazón, ¿presientes en tu, fugazmente, una presencia?

Guiberto presintió en su corazón la presencia de Alguien que lo llamaba a ser feliz, alejado de tantos bienes como le había dejado su padre en herencia..

Con todo lo que recibió, lo primero que hizo fue construir un monasterio de benedictinos.

Y además obtuvo del emperador Otón I, el permiso para que construyeran murallas en su derredor para una mayor seguridad, fabricar la moneda y tener un mercado público.

Guiberto, ante tanto éxito, hizo lo que le dictaba su corazón: irse a Gorze en la Lorena, para vivir santamente.

Algún tiempo antes de su muerte, los monjes de Gembloux, al acordarse de él, fueron a pedirle que dejara sus despojos mortales en el monasterio.

Desde su muerte, acaecida en el año 962, aquel lugar se convirtió en un centro de peregrinaciones de toda la gente que le había conocido y de cuantos oían hablar de él y de sus milagros.

En toda la Edad Media, Gembloux fue un atractivo religioso de primer orden debido al desprendimiento de este joven que, en lugar de enamorarse de las riquezas materiales, se enamoró de Cristo.

Presintió su presencia divina y, ante ella, no tuvo la menor duda en escoger el mejor camino para su santificación personal.

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San Crispin de Viterbo

 

Se llamaba Pedro y era zapatero remendón, un oficio hoy en desuso por arte y parte de la sociedad de consumo. Al entrar en el noviciado de los Capuchinos cambió su nombre por el del patrón de los zapateros: San Crispín.   Su carisma más original es el de la sonrisa y el canto. Como no tenía muchas letras, sus superiores lo colocaron en la cocina, la huerta y la portería; nada de sacristías ni, mucho menos, de bibliotecas: tan solo en los más humildes encargos de su convento, pero, eso sí, cantando y riendo.   Era tan de buen carácter que a algunos de sus hermanos les parecía poco monástico... su palabra discreta y oportuna, su sonrisa siempre amable y su alegría suavemente desbordante hicieron del buen Crispín un consejero exigente en la entrega y comprometedor en la más rigurosa observancia de la vida interior y el servicio al prójimo: "Fortiter in re, suaviter in modo"... O sea, tan serios por dentro para lo sustancial, como alegres por fuera para lo accidental.

 

  Oremos

Tú, Señor, que concediste a San Crispín Viterbo el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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