JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 11-17
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús habló del Reino de Dios a la multitud y curó a los enfermos.
Cuando caía la tarde, los doce apóstoles se acercaron a decirle:
"Despide a la gente, para que vayan a los pueblos y caseríos a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar solitario".
Jesús les contestó:
"Denles ustedes de comer"
Pero ellos le replicaron:
"No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar víveres para toda esta gente".
Eran como cinco mil varones.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
"Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta".
Así lo hicieron, y todos se sentaron. Luego Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados y, levantando la mirada al cielo, pronunció una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente.
Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Cuerpo y Sangre de Cristo (C)
Alimentó a su pueblo con lo mejor del trigo, y lo sació con miel sacada de la roca.
Oremos:
Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión; concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención.
Tú que vives y reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Melquisedec presentó pan y vino
Lectura del libro del Génesis 14, 18-20
En aquellos días Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios altísimo, y bendijo a Abram diciendo:
"Bendito sea Abram de parte del Dios altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos".
Y Abraham le dio el diezmo de todo lo que había rescatado
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 109
Tú eres sacerdote para siempre.
Esto ha dicho el Señor: "Siéntate a mi derecha; yo haré de tu contrarios el estrado donde pongas los pies"
Tú eres sacerdote para siempre.
Extenderá el Señor desde Sión tu cetro poderoso, y tu dominarás al enemigo.
Tú eres sacerdote para siempre.
Es tuyo el señorío; el día en que naciste en los montes sagrados, te consagró el Señor antes del alba.
Tú eres sacerdote para siempre.
Juró el Señor y no ha de retractarse: "Tú eres sacerdote para siempre, como Melquisedec".
Tú eres sacerdote para siempre.
Cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26
Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido:
Que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
"Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
"Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía, siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Secuencia
(Forma abreviada) El pan que del cielo baja es comida de viajeros, es un pan para los hijos. ¡No hay qué tirarlo a los perros!
Isaac, el inocente, es figura de este pan, con el cordero de Pascua y el misterioso maná.
Ten compasión de nosotros, buen pastor, pan verdadero. Apaciéntanos y cuídanos, y condúcenos al cielo.
Todo lo puedes y sabes, pastor de ovejas divino. Concédenos en el cielo gozar la herencia contigo. Amén.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy el pan que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Aleluya.
Comieron todos y se saciaron
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 11-17
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús habló del Reino de Dios a la multitud y curó a los enfermos.
Cuando caía la tarde, los doce apóstoles se acercaron a decirle:
"Despide a la gente, para que vayan a los pueblos y caseríos a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar solitario".
Jesús les contestó:
"Denles ustedes de comer"
Pero ellos le replicaron:
"No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar víveres para toda esta gente".
Eran como cinco mil varones.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
"Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta".
Así lo hicieron, y todos se sentaron. Luego Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados y, levantando la mirada al cielo, pronunció una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente.
Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Celebrante:
Antes de disponer la mesa santa, donde el Señor hará nuevamente presente su tránsito pascual que salva a todos los hombres, elevemos , hermanos y hermanas, nuestras súplicas a Dios Padre con la plena confianza de ser escuchados:
(Respondemos: Escúchanos Padre.)
Para que los obispos y presbíteros, cuando presidan la celebración eucarística, vivan tan plenamente identificados con el Señor que el pueblo vea en ellos la imagen viva de Cristo, que preside a quienes se han reunido en su nombre, roguemos al Señor.
Escúchanos Padre.
Para que pronto llegue el día en que todos los cristianos celebremos la Eucaristía en la unidad de una sola Iglesia, y todos los hombres, de un extremo al otro del mundo, ofrezcan el sacrificio del Cuerpo y la Sangre de Cristo, roguemos al Señor.
Escúchanos Padre.
Para que los fieles que se encuentran a las puertas de la muerte dejen este mundo llenos de paz y, confiando en las promesas del Señor y fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, lleguen al reino de la felicidad y de la vida, roguemos al Señor.
Escúchanos Padre.
Para que el Señor fortalezca constantemente nuestra fe y acreciente nuestro amor, a fin de que adoremos siempre en espíritu y verdad a Cristo, realmente presente en el admirable sacramento de la Eucaristía, roguemos al Señor.
Escúchanos Padre.
Celebrante:
Contempla, Padre santo, a tu pueblo reunido en torno a la mesa de tu Hijo, para ofrecerte el sacrificio de la nueva alianza y escucha sus súplicas; purifica nuestros corazones para que, invitados a la mesa del Cordero, pregustemos en ella las delicias de la Pascua eterna que nos tienes preparada en la Jerusalén del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Señor, concede a tu Iglesia los dones de la unidad y de la paz, simbolizados en las ofrendas sacramentales que te presentamos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
El sacrificio y el sacramento de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre
El cual, verdadero y eterno sacerdote, al instituir el sacrificio perdurable, se ofreció a ti como víctima salvadora y nos mandó que lo ofreciéramos como memorial suyo.
En efecto, cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando bebemos su sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros pecados.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Concédenos, Señor, disfrutar eternamente del gozo de tu divinidad, que ahora pregustamos en la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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† Meditación diaria
Jueves después de la Santísima Trinidad
EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE
DE CRISTO*
Solemnidad
— Amor y veneración a Jesús Sacramentado.
— Alimento para la vida eterna.
— La procesión del Corpus Christi.
I. Lauda, Sion, Salvatorem... Alaba, Sión, al Salvador; alaba al guía y al pastor con himnos y cánticos1. Hoy celebramos esta gran Solemnidad en honor del misterio eucarístico. En ella se unen la liturgia y la piedad popular, que no han ahorrado ingenio y belleza para cantar al Amor de los amores. Para este día, Santo Tomás compuso esos bellísimos textos de la Misa y del Oficio divino. Hoy debemos dar muchas gracias al Señor por haberse quedado entre nosotros, desagraviarle y mostrarle nuestra alegría por tenerlo tan cerca: Adoro te, devote, latens Deitas..., te adoro con devoción, Dios escondido..., le diremos hoy muchas veces en la intimidad de nuestro corazón.
En la Visita al Santísimo podremos decirle al Señor despacio, con amor: plagas, sicut Thomas, non intueor..., no veo las llagas, como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios; haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere, que te ame.
La fe en la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía llevó a la devoción a Jesús Sacramentado también fuera de la Misa. La razón de conservar las Sagradas Especies, en los primeros siglos de la Iglesia, era poder llevar la comunión a los enfermos y a quienes, por confesar su fe, se encontraban en las cárceles en trance de sufrir martirio. Con el paso del tiempo, la fe y el amor de los fieles enriquecieron la devoción pública y privada a la Sagrada Eucaristía. Esta fe llevó a tratar con la máxima reverencia el Cuerpo del Señor y a darle un culto público. De esta veneración tenemos muchos testimonios en los más antiguos documentos de la Iglesia, y dio lugar a la fiesta que hoy celebramos.
Nuestro Dios y Señor se encuentra en el Sagrario, allí está Cristo, y allí deben hacerse presentes nuestra adoración y nuestro amor. Esta veneración a Jesús Sacramentado se expresa de muchas maneras: bendición con el Santísimo, procesiones, oración ante Jesús Sacramentado, genuflexiones que son verdaderos actos de fe y de adoración... Entre estas devociones y formas de culto, "merece una mención particular la solemnidad del Corpus Christi como acto público tributado a Cristo presente en la Eucaristía (...). La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del Amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las graves faltas y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración"2. Especialmente el día de hoy ha de estar lleno de actos de fe y de amor a Jesús Sacramentado.
Si asistimos a la procesión, acompañando a Jesús, lo haremos como aquel pueblo sencillo que, lleno de alegría, iba detrás del Maestro en los días de su vida en la tierra, manifestándole con naturalidad sus múltiples necesidades y dolencias; también la dicha y el gozo de estar con Él. Si le vemos pasar por la calle, expuesto en la Custodia, le haremos saber desde la intimidad de nuestro corazón lo mucho que representa para nosotros... "Adoradle con reverencia y con devoción; renovad en su presencia el ofrecimiento sincero de vuestro amor; decidle sin miedo que le queréis; agradecedle esta prueba diaria de misericordia tan llena de ternura, y fomentad el deseo de acercaros a comulgar con confianza. Yo me pasmo ante este misterio de Amor: el Señor busca mi pobre corazón como trono, para no abandonarme si yo no me aparto de Él"3. En ese trono de nuestro corazón Jesús está más alegre que en la Custodia más espléndida.
II. El Señor los alimentó con flor de harina y los sació con miel silvestre4, nos recuerda la Antífona de entrada de la Misa.
Durante años el Señor alimentó con el maná al pueblo de Israel errante por el desierto. Aquello era imagen y símbolo de la Iglesia peregrina y de cada hombre que va camino de su patria definitiva, el Cielo; aquel alimento del desierto es figura del verdadero alimento, la Sagrada Eucaristía. "Este es el sacramento de la peregrinación humana (...). Precisamente por esto, la fiesta anual de la Eucaristía que la Iglesia celebra hoy contiene en su liturgia tantas referencias a la peregrinación del pueblo de la Alianza en el desierto"5. Moisés recordará con frecuencia a los israelitas estos hechos prodigiosos de Dios con su Pueblo: No sea que te olvides del Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud...6.
Hoy es un día de acción de gracias y de alegría porque el Señor se ha querido quedar con nosotros para alimentarnos, para fortalecernos, para que nunca nos sintamos solos, La Sagrada Eucaristía es el viático, el alimento para el largo caminar de la vida hacia la verdadera Vida. Jesús nos acompaña y fortalece aquí en la tierra, que es como una sombra comparada con la realidad que nos espera; y el alimento terreno es una pálida imagen del alimento que recibimos en la Comunión. La Sagrada Eucaristía abre nuestro corazón a una realidad totalmente nueva7.
Aunque celebramos una vez al año esta fiesta, en realidad la Iglesia proclama cada día esta dichosísima verdad: Él se nos da diariamente como alimento y se queda en nuestros Sagrarios para ser la fortaleza y la esperanza de una vida nueva, sin fin y sin término. Es un misterio siempre vivo y actual.
Señor, gracias por haberte quedado. ¿Qué hubiera sido de nosotros sin Ti? ¿Dónde íbamos a ir a restaurar fuerzas, a pedir alivio? ¡Qué fácil nos haces el camino desde el Sagrario!
III. Un día que Jesús dejaba ya la ciudad de Jericó para proseguir su camino hacia Jerusalén, pasó cerca de un ciego que pedía limosna junto al camino. Y este, al oír el ruido de la pequeña comitiva que acompañaba al Maestro, preguntó qué era aquello. Y quienes le rodeaban le contestaron: Es Jesús de Nazareth que pasa8.
Si hoy, en tantas ciudades y aldeas donde se tiene esa antiquísima costumbre de llevar en procesión a Jesús Sacramentado, alguien preguntara al oír también el rumor de las gentes: "¿qué es?", "¿qué ocurre?", se le podría contestar con las mismas palabras que le dijeron a Bartimeo: es Jesús de Nazareth que pasa. Es Él mismo, que recorre las calles recibiendo el homenaje de nuestra fe y de nuestro amor. ¡Es Él mismo! Y, como a Bartimeo, también se nos debería encender el corazón para gritar: ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí! Y el Señor, que pasa bendiciendo y haciendo el bien9, tendrá compasión de nuestra ceguera y de tantos males como a veces pesan en el alma. Porque la fiesta que hoy celebramos, con una exuberancia de fe y de amor, "quiere romper el silencio misterioso que circunda a la Eucaristía y tributarle un triunfo que sobrepasa el muro de las iglesias para invadir las calles de las ciudades e infundir en toda comunidad humana el sentido y la alegría de la presencia de Cristo, silencioso y vivo acompañante del hombre peregrino por los senderos del tiempo y de la tierra"10. Y esto nos llena el corazón de alegría. Es lógico que los cantos que acompañen a Jesús Sacramentado, especialmente este día, sean cantos de adoración, de amor, de gozo profundo. Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Señor; Dios está aquí, venid, adoremos a Cristo Redentor... Pange, lingua, gloriosi... Canta, lengua, el misterio del glorioso Cuerpo de Cristo...
La procesión solemne que se celebra en tantos pueblos y ciudades de tradición cristiana es de origen muy antiguo y es expresión con la que el pueblo cristiano da testimonio público de su piedad hacia el Santísimo Sacramento11. En este día el Señor toma posesión de nuestras calles y plazas, que la piedad alfombra en muchos lugares con flores y ramos; para esta fiesta se proyectaron magníficas Custodias, que se hacen más ricas cuanto más cerca de la Forma consagrada están los elementos decorativos. Muchos serán los cristianos que hoy acompañen en procesión al Señor, que sale al paso de los que quieren verle, "haciéndose el encontradizo con los que no le buscan. Jesús aparece así, una vez más, en medio de los suyos: ¿cómo reaccionamos ante esa llamada del Maestro? (...).
"La procesión del Corpus hace presente a Cristo por los pueblos y las ciudades del mundo. Pero esa presencia (...) no debe ser cosa de un día, ruido que se escucha y se olvida. Ese pasar de Jesús nos trae a la memoria que debemos descubrirlo también en nuestro quehacer ordinario. Junto a esa procesión solemne de este jueves, debe estar la procesión callada y sencilla, de la vida corriente de cada cristiano, hombre entre los hombres, pero con la dicha de haber recibido la fe y la misión divina de conducirse de tal modo que renueve el mensaje del Señor en la tierra (...).
"Vamos, pues, a pedir al Señor que nos conceda ser almas de Eucaristía, que nuestro trato personal con Él se exprese en alegría, en serenidad, en afán de justicia. Y facilitaremos a los demás la tarea de reconocer a Cristo, contribuiremos a ponerlo en la cumbre de todas las actividades humanas. Se cumplirá la promesa de Jesús: Yo, cuando sea exaltado sobre la tierra, todo lo atraeré hacia mí (Jn 12, 32)"12.
1 Secuencia Lauda, Sion, Salvatorem. — 2 Juan Pablo II, Carta Dominicae Cenae, 24-II-1980. — 3 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 161. — 4 Antífona de entrada, Sal 80, 17. — 5Juan Pablo II, Homilía, 4-VI-1988. — 6 Primera lectura. Ciclo A. Cfr. Dt 8, 2-3; 14-16. — 7 Cfr. Evangelio de la Misa. Ciclo C. Lc 9, 11-17. — 8 Lc 18, 37. — 9 Cfr. Hech 10, 38. — 10 Pablo VI, Homilía, 11-VIII-1964. — 11 Cfr. J. Abad y M. Garrido, Iniciación a la liturgia de la Iglesia. Palabra, Madrid 1988, pp. 656-657. — 12 San Josemaría Escrivá, o. c., 156.
* Esta Solemnidad se remonta al siglo xiii. Primero fue establecida para la diócesis de Lieja, y el Papa Urbano IV la instituyó en 1264 para toda la Iglesia. El sentido de esta fiesta es la consideración y el culto a la presencia real de Cristo en la Eucaristía. El centro de la fiesta había de ser, según describía ya el Papa Urbano IV, un culto popular reflejado en himnos y alegría. Santo Tomás de Aquino, a petición del Papa, compuso para el día de hoy dos oficios en 1264, que han alimentado la piedad de muchos cristianos a lo largo de los siglos. La procesión de la Custodia por las calles engalanadas de muchos lugares testimonia la fe y el amor del pueblo cristiano hacia Cristo que vuelve a pasar por nuestras ciudades y pueblos. La procesión nació a la par que la fiesta.
En los lugares donde esta Solemnidad no es de precepto, se celebra -como día propio- el domingo siguiente a la Santísima Trinidad.
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Noveno Domingo
Ciclo C
DEVOCIÓN A LOS SANTOS
— Son nuestros intercesores ante Dios y nuestros grandes aliados en las dificultades.
— El culto a los santos. El dies natalis.
— Veneración y aprecio de las reliquias. Las imágenes. La Virgen, especial intercesora en las necesidades.
I. El Evangelio de la Misa1 nos presenta la figura de un centurión, modelo de muchas virtudes: fe, humildad, confianza en el Señor. La liturgia ha conservado sus palabras en la Santa Misa: Señor, no soy digno de que entres en mi casa... Jesús quedó admirado de la actitud de este hombre y, después de concederle lo que le pedía –la curación de uno de sus siervos–, se volvió a la muchedumbre que le seguía y dijo: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Este centurión es también para nosotros un ejemplo del que sabe pedir. Primero envió a unos ancianos para que intercedieran por él. Y estos, cuando llegaron junto a Jesús, le rogaban encarecidamente diciendo: Merece que le hagas esto, pues aprecia a nuestro pueblo y él mismo nos ha construido una sinagoga. Y después, cuando el Señor está cerca de su casa, le envía de nuevo a unos amigos para decir a Jesús que no se tomara la molestia de ir, que con su deseo bastaba para la curación del criado. Jesús había escuchado complacido a los judíos que hablaban en favor de este gentil: merece que le hagas esto...
En la Escritura encontramos abundantes testimonios de esta intercesión eficaz. Cuando Yahvé está dispuesto a destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra, Abrahán le rogó: Si hubiera cincuenta justos en la ciudad, ¿los exterminarías y no perdonarías al lugar por los cincuenta justos?... Y dijo Yahvé: Si hallare en Sodoma cincuenta justos, perdonaría por ellos a todo el lugar. Pero como no había cincuenta justos, Abrahán irá rebajando la cifra: Si de los cincuenta justos faltaran cinco, ¿destruirías la ciudad?... ¿Y si se hallasen allí cuarenta?..., ¿treinta?..., ¿veinte?..., ¿diez?...2. El Señor acoge siempre su intercesión, porque Abrahán era el amigo de Dios3.
Los santos que ya gozan de la eterna bienaventuranza son particularmente los amigos de Dios, pues le han amado sobre todas las cosas y le han servido con una vida heroica. Ellos son nuestros grandes aliados e intercesores, atienden siempre nuestros ruegos y los presentan al Señor, avalados por los méritos que adquirieron aquí en la tierra y por su unión con la Beatísima Trinidad. Dios les honra y glorifica a través de los milagros que hacen y de las gracias que nos alcanzan en nuestras necesidades materiales y espirituales, «pues en esta vida merecieron ante Dios que sus oraciones fuesen escuchadas después de su muerte»4.
La devoción a los santos es parte de la fe católica, y se ha vivido en la Iglesia desde los comienzos. El Concilio Vaticano II nos dice que es «sumamente conveniente que amemos a estos amigos y coherederos de Cristo, hermanos también y eximios bienhechores nuestros; que rindamos a Dios las gracias que le debemos por ellos; que los invoquemos humildemente y que, para impetrar de Dios beneficios por medio de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que es el único Redentor y Salvador nuestro, acudamos a sus oraciones, protección y socorro»5. Tenemos amigos en el Cielo; acudamos en el día de hoy –y todos los días– a su intercesión. Nos prestarán grandes ayudas para realizar con rectitud nuestros quehaceres, para vencer en aquello que más nos cuesta, en el apostolado...
II. En los mismos inicios de la Iglesia nace la veneración por la Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, por los Ángeles Custodios, los apóstoles y los mártires. Nos han quedado innumerables testimonios de estas devociones de los primeros cristianos. Ya en las Actas del martirio de San Policarpo –que fue discípulo del Apóstol San Juan– se dice que los cristianos sepultaron piadosamente sus restos mortales para celebrar en aquel lugar cada año el natalicio (el día del martirio); y San Cipriano recomienda al clero de Cartago que tome nota del día en que mueren los mártires para celebrar el aniversario. Esta celebración tenía lugar junto a la tumba. Cada iglesia guardaba memoria de sus mártires, y estas relaciones recopiladas dieron lugar a los primeros calendarios de los santos. Muchos se disputaban el privilegio de ser sepultados junto a un mártir; sus sepulcros constituían una gloria local, eran símbolo de protección y donde se alcanzaban muchas gracias particulares; pronto se convirtieron en centros de peregrinación. Después, sobre todo cuando el martirio fue menos frecuente, «se unieron también los que imitaron más intensamente la virginidad y la pobreza de Cristo y, finalmente, todos aquellos en cuya piadosa devoción e imitación confiaban los fieles a causa del preclaro ejercicio de las virtudes y de los carismas divinos»6. Son el tesoro de la Iglesia y una gran ayuda en nuestra lucha cotidiana, en el trabajo, en el empeño por sacar adelante los propósitos de mejorar y hacer realidad los deseos de acercar almas a Cristo.
Los santos interceden por nosotros en el Cielo, nos alcanzan gracias y favores, pues –comenta San Jerónimo– si cuando estaban en la tierra «y tenían motivos para ocuparse de sí mismos, ya oraban por los demás, ¡cuánto más, después de la corona, la victoria y el triunfo!»7. Nosotros veneramos su memoria y procuramos honrarles en la tierra. Y no debemos conformarnos con invocarlos como intercesores en nuestro favor: la Iglesia quiere que les demos el culto que merecen, en reconocimiento de su santidad, como miembros predilectos del Cuerpo Místico de Cristo, poseedores para siempre de la eterna bienaventuranza. En ellos alabamos a Dios: «honramos a los siervos, para que el honor de estos redunde sobre el Señor»8, pues el trato con los bienaventurados «de ninguna manera rebaja el culto latréutico, tributado a Dios Padre por medio de Cristo en el Espíritu, sino que más bien lo enriquece copiosamente»9.
Además del culto externo, debemos hablarles desde lo íntimo del corazón, sin palabras, con afectos de amistad y confianza, al oído, como a un amigo que nos ayuda siempre, particularmente cuando nos encontramos en alguna dificultad. Muchas veces acudiremos al santo o al mártir que la Iglesia celebre ese día, y cuya festividad coincide frecuentemente con el día de su muerte (dies natalis), en el que oyeron aquellas dichosísimas palabras del Señor: Ven, bendito de mi Padre...10, mira lo que he preparado para ti; es el aniversario de aquel día en el que por vez primera contemplaron la gloria inefable de Dios, y que ya jamás perderán. Son de mucho provecho esas devociones particulares a los santos que por determinadas circunstancias consideramos más cercanos a nuestra vida. Experimentamos entonces cómo «el consorcio con los santos nos une a Cristo, de quien, como de Fuente y Cabeza, dimana toda la gracia y la vida del mismo Pueblo de Dios»11.
III. Es una manifestación de piedad tener en gran aprecio y venerar sus cuerpos y los objetos que usaron en la tierra. Son recuerdos preciosos que guardamos con gran estima, igual que los objetos que pertenecieron a personas muy cercanas y queridas. Los primeros cristianos conservaban las reliquias de los mártires como tesoros inestimables12. «Debemos, en su memoria, venerar dignamente todo aquello que nos han dejado, y sobre todo sus cuerpos, que fueron templos e instrumentos del Espíritu Santo, que habitaba y obraba en ellos, y que se configurarán con el Cuerpo de Cristo, después de su gloriosa resurrección. Por eso, el mismo Dios honra estas reliquias de manera conveniente, obrando milagros por ellas»13.
También honramos sus imágenes, pues en ellas veneramos a los mismos santos a quienes representan, y nos mueven a amarlos e imitarlos. El Señor ha glorificado algunas veces estas imágenes, y también las reliquias, por medio de milagros. Con frecuencia, concede particulares favores y gracias a quienes las veneran piadosamente. Santa Teresa nos ha dejado escrito que ella era «muy amiga de imágenes». «¡Desventurados los que por su culpa pierden este bien!», decía, refiriéndose quizá a aquellos que, influidos por doctrinas protestantes, arremetían contra las imágenes.
De modo muy particular debemos amar y buscar la intercesión de nuestra Madre Santa María –Medianera de todas las gracias–, en quien «hallan los ángeles la alegría, los justos la gracia y los pecadores el perdón para siempre»14. Ella nos protege siempre, nos ayuda en todo momento. No ha dejado de llevar hasta su Hijo ni una siquiera de nuestras súplicas. Sus imágenes son un recordatorio continuo para ser fieles en nuestra tarea diaria.
De la mano de la Virgen, terminemos nuestra oración invocando al Señor con las palabras de la liturgia: Dios todopoderoso y eterno, tú que has querido darnos una prueba suprema de tu amor en la glorificación de tus santos; concédenos ahora que su intercesión nos ayude y su ejemplo nos mueva a imitar fielmente a tu Hijo Jesucristo15.
1 Lc 7, 1-10. — 2 Cfr. Gen 18, 24-32. — 3 Cfr. Jdt 8, 22. — 4 Santo Tomás, Suma Teológica, Suplem. q. 72, a. 3, ad 4. — 5 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 50. — 6 Juan Pablo II, Const. Apost. Divinus perfectionis magister, 25-I-1983. — 7 San Jerónimo, Contra Vigilantium, 1, 6. — 8 ídem, Carta 109. — 9 Conc. Vat. II, loc. cit., 51. — 10 Cfr. Mt 25, 34. — 11 Conc. Vat. II, loc. cit., 50. — 12 Martirio de San Ignacio, 6, 5. — 13 Santo Tomás, o. c., 3, q. 25, a. 6. — 14 San Bernardo, Sermón en el día de Pentecostés, 2. — 15 Liturgia de las Horas, Común de santos varones. Oración para varios santos.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Voto y Félix, Santos Eremitas, Mayo 29
Eremitas Todo Aragón, con Zaragoza, está dominado por los sarracenos que hace más de medio siglo llegaron a España. Los cristianos sobreviven como pueden su fe en una situación nueva que aún no está del todo clarificada. Ahora resulta que los cristianos de siempre, los discípulos de Jesucristo de toda la vida, tienen que pagar tributos especiales al moro si quieren seguir haciendo las prácticas cristianas. Así, disgustados y humillados como muchos otros, viven los hermanos Voto y Félix que son gente perteneciente a la nobleza, piadosos y buenos con los pobres. |
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Fuente: OP.org.ar
Guillermo Arnaud y compañeros mártires, Beatos Mártires, Mayo 29
Mártires Guillermo fue uno de los primeros frailes a los que fue encargado el oficio de inquisidor en la diócesis de Tolosa (Francia) "en favor de la fe cristiana y de la obediencia a la Iglesia romana". |
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Fuente: Diosbendice.org
Sisinio, Martorio y Alejandro, Santos Mártires, Mayo 29
Mártires Mártires muertos en Medol (Tirol) el 29 de mayo del 397. |
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Fuente: Vatican.va
Úrsula Ledóchowska, Santa Fundadora, 29 de mayo
Fundadora de la Congregación de Nació el 17 de abril de 1865 en Loosdorf (Austria), segunda de nueve hijos. Su madre, de nacionalidad suiza, descendía de una familia noble; su padre procedía de la antigua y noble familia polaca Ledóchowski, en la que destacaron hombres de Estado, militares, eclesiásticos y personas consagradas. Creció en un clima familiar lleno de amor y exigente. María Teresa, su hermana mayor, fundadora de las Misioneras de San Pedro Claver (Hermanas Claverianas), conocida como "madre de África", fue beatificada por el Papa Pablo VI en el año 1975; su hermano Vladimiro, un año menor que ella, fue superior general de la Compañía de Jesús de 1915 a 1942. Otro de sus hermanos, Ignacio, general del ejército polaco, murió asesinado por los nazis en el campo de concentración de Dora-Nordhausen, el año 1945. |
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Fuente: Vatican.va
Elías de San Clemente (Teodora Fracasso), Beata Monja Carmelita, 29 de mayo
Sor Elías de San Clemente nació en Bari (Italia) el 17 de enero de 1901. A los cuatro días fue bautizada, con el nombre de Teodora, en la iglesia de Santiago por su tío don Carlo Fracasso, capellán del cementerio. Recibió la confirmación en 1903. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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