J†A
  JMJ
  Pax
  †   Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8
  Gloria a ti, Señor.
  En   aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin   desfallecer, 
Jesús les propuso esta parábola:
"En cierta ciudad había un   juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en 
aquella misma   ciudad una viuda que le solicitaba con frecuencia:
"Hazme justicia frente a   mi adversario"".
Por mucho tiempo el juez no le hizo caso, pero después se   dijo: 
"Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, por la insistencia de esta   viuda le haré justicia para 
que no me siga molestando".
Dicho esto, Jesús   comentó: 
"Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará   justicia a sus elegidos, que 
claman a él día y noche? ¿Que los hará esperar?   Yo les aseguro que les hará justicia sin tardar. 
Pero, cuando venga el Hijo   del hombre, ¿creen que encontrará esta fe en la tierra?"
Palabra del   Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
  Suplicamos tu   oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus   oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te   salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre   todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre   de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.   Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa! 
  Aclaración:   una relación muere sin comunicación   y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras   de vida eterna"   (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no   basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite   ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han   sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
  Por leer la Palabra, no se debe   dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse   el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al   Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y   nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias   por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en   CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
  Nota: es una película protestante, por eso   falta LA MADRE.
  El Misterio de la Misa en 2 minutos:   https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
  Lo que no ven tus ojos (2 minutos):   http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
  El Gran Milagro (película completa):   http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
  Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
    "El GRAN tesoro oculto de la Santa   Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc 
  Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo,   tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc   14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y   no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros"   (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre   dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si   comulgamos   en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y   renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero   (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios,   que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos   auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es   ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la   Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo,   pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama   realmente?
  Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el   primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las   fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos   pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana:   0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses"   son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren   baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué   no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que   todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa   grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10;   Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
  Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir   "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir   "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad",   "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la   tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la   Misa?
  Estamos en el mundo para ser felices para siempre,   santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la   Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el   representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes   de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el   Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm   14,23). ¿Otros pecados mortales? no   confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al   menos en tiempo pascual (920),   abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),   promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación   artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual   fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,   borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de   venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver   más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
  Si no ponemos los medios para confesamos lo antes   posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al   infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22;   10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.).   Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves,   si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa   (Jn 15,22).
   
    
  † Misal
   
  sab 32a. Ordinario año   impar
    Escucha, Señor, mi voz y mis clamores. Ven en mi ayuda; no me   rechaces, no me abandones, Dios de mi salvación.
   
    Oremos:
Dios nuestro, fuerza de todos los que en ti confían,   ayúdanos con tu gracia sin la cual nada 
puede nuestra humana debilidad, para   que podamos serte fieles en la observancia de tus 
mandamientos.
Por   nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
   
    En   medio del mar Rojo apareció un camino plano y ellos brincaron como   corderos
  Lectura del libro de la Sabiduría 18, 14-16; 19,   6-9
  Cuando un profundo silencio envolvía todas las cosas, y la noche   estaba a la mitad de su 
camino, tu palabra todopoderosa, Señor, como   implacable guerrero, se lanzó desde tu trono real 
del cielo hacia la región   condenada al exterminio. Blandiendo como espada tu decreto 
irrevocable,   sembró la muerte por dondequiera; tocaba el cielo con la mano y al mismo tiempo   
pisaba la tierra. 
La creación entera, obediente a tus órdenes, actuó de   manera diversa a su modo de proceder, 
para librar a tus hijos de todo daño.   Una nube protegió con su oscuridad el campamento israelita 
y donde antes   había agua surgió la tierra firme; en el mar Rojo apareció un camino despejado y   
en las olas impetuosas una verde llanura. Por allí, protegido por tu mano,   pasó todo el pueblo, 
mientras contemplaba tus prodigios admirables. Corrían   como potros y brincaban como 
corderos, dándote gracias, Señor, por haberlos   liberado.
Palabra de Dios.
Te alabamos,   Señor.
    Del   Salmo 104
  El   Señor nunca olvida sus promesas.
  Aclamen al Señor y denle gracias, canten sus maravillas a los   pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos y celebren sus portentos.
El   Señor nunca olvida sus promesas.
  Del   nombre del Señor enorgullezcámonos y siéntase feliz el que lo busca. Recurran al   Señor y a su poder, y a su presencia acudan.
El Señor nunca olvida sus   promesas.
  Descendientes de Abrahán, su servidor; estirpe de Jacob, su   predilecto, escuchen; el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus   decretos.
El Señor nunca olvida sus promesas.
  Ni   aunque transcurran mil generaciones se olvidará el Señor de sus promesas, de la   alianza pactada con Abrahán, del juramento a Isaac, que un día le   hiciera.
El Señor nunca olvida sus promesas.
    Aleluya, aleluya.
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la   gloria de nuestro Señor   
Jesucristo.
Aleluya.
    Dios hará justicia a sus elegidos que claman a   él
  † Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18,   1-8
  Gloria a ti, Señor.
  En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de   orar siempre y sin desfallecer, 
Jesús les propuso esta parábola:
"En   cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres.   Vivía en 
aquella misma ciudad una viuda que le solicitaba con   frecuencia:
"Hazme justicia frente a mi adversario"".
Por mucho tiempo el   juez no le hizo caso, pero después se dijo: 
"Aunque no temo a Dios ni   respeto a nadie, por la insistencia de esta viuda le haré justicia para 
que   no me siga molestando".
Dicho esto, Jesús comentó: 
"Si así pensaba el   juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que   
claman a él día y noche? ¿Que los hará esperar? Yo les aseguro que les hará   justicia sin tardar. 
Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que   encontrará esta fe en la tierra?"
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor   Jesús.
   
    Dios nuestro, que el estos dones que te presentamos nos has   otorgado en pan que alimenta y el 
sacramento que da nueva vida; concédenos   que nunca llegue a faltarnos este sustento del 
cuerpo y del espíritu.
Por   Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
   
    La alabanza, don de Dios
  En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte   gracias siempre y en todo 
lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y   eterno.
Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, es don tuyo el que seamos   agradecidos; y aunque 
nuestras bendiciones no aumentan tu gloria, nos   aprovechan para nuestra salvación, por Cristo, 
Señor nuestro.
Por   eso,
unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de   alegría:
    Padre santo: guarda en tu nombre a los que me has dado, para que   sean uno como nosotros, 
  dice el Señor.
   
    Oremos:
Que nuestra participación en este sacramento, Señor,   signo de nuestra unión contigo, realice la 
unidad de tu Iglesia.
Por   Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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  † Meditación diaria
  32ª semana. Sábado
  LA ORACIÓN DE PETICIÓN Y LA MISERICORDIA DIVINA
  — Nuestra confianza en la petición tiene su fundamento en la   infinita bondad de Dios.
  — Acudir siempre a la misericordia divina.
  — La intercesión de la Virgen.
  I. El Señor nos enseñó de muchas maneras la necesidad de la   oración y la alegría con que acoge nuestras peticiones. Él mismo ruega al Padre   para darnos ejemplo de lo que habíamos de hacer nosotros. Bien sabe Dios que   cada instante de nuestra existencia es fruto de su bondad, que carecemos de   todo, que nada tenemos. Y, precisamente porque nos ama con amor infinito, quiere   que reconozcamos nuestra dependencia, pues esta conciencia de nuestra nada es   para nosotros un gran bien, que nos lleva a no separarnos un solo instante de su   protección.
  Para alentarnos a esta oración de súplica, Jesús quiso darnos   todas las garantías posibles, al mismo tiempo que nos mostraba las condiciones   que ha de tener siempre la petición. Y daba argumentos, ponía ejemplos para que   lo entendiéramos bien. El Evangelio de la Misa nos presenta a la viuda que clama   sin cesar ante un juez inicuo que se resiste a atenderla1, pero que,   por la insistencia de la mujer, acabará escuchándola. Dios aparece en la   parábola en contraste con el juez. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus   elegidos que claman a Él día y noche, y les hará esperar? Si el que es   injusto e inicuo decide al final hacer justicia, ¿qué no hará el que es   infinitamente bueno, justo y misericordioso? Si la postura del juez es desde el   principio de resistencia a la viuda, la de Dios, por el contrario, es siempre   paternal y acogedora. Este es el tema central de la parábola: la misericordia   divina ante la indigencia de los hombres.
  Las razones que da el juez de la parábola para atender a la viuda   son superficiales y de poca consistencia. Al final se dijo a sí mismo: aunque   no temo a Dios ni respeto a los hombres, ya que esta viuda está molestándome, le   haré justicia, para que no siga viniendo a importunarme. La "razón" de Dios,   por el contrario, es su infinito amor. Jesús concluye así la parábola:   Prestad atención a lo que dice el juez injusto. ¿Acaso Dios no hará justicia   a sus elegidos que claman a Él día y noche, y les hará esperar? Y comenta   San Agustín: "Por tanto, deben estar bien seguros los que ruegan a Dios con   perseverancia, porque Él es la fuente de la justicia y de la   misericordia"2. Si la constancia ablanda al juez "capaz de todos los   crímenes, ¿con cuánta más razón debemos postrarnos y rogar al Padre de las   misericordias, que es Dios?"3.
  El amor de los hijos de Dios debe expresarse en la constancia y en   la confianza, pues "si a veces tarda en dar, encarece sus dones, no los niega.   La consecución de algo largamente esperado es más dulce... Pide, busca, insiste.   Pidiendo y buscando obtienes el crecimiento necesario para obtener el don. Dios   te reserva lo que no te quiere dar de inmediato, para que aprendas a desear   vivamente las cosas grandes. Por tanto, conviene orar y no   desfallecer"4. No debemos desalentarnos jamás en nuestras   súplicas a Dios. "¡Dios mío, enséñame a amar! —¡Dios mío, enséñame a   orar!"5. Ambas cosas coinciden.
  II. Mucho vale la oración perseverante del   justo6. Y tiene tanto poder porque pedimos en nombre de   Jesús7. Él encabeza nuestra petición y actúa de Mediador ante Dios   Padre8. El Espíritu Santo suscita en nuestra alma la súplica, cuando   ni siquiera sabemos lo que debemos pedir. Quien ha de conceder pide con nosotros   que nos sea concedido, ¿qué más seguridad podemos desear? Solamente nuestra   incapacidad de recibir limita los dones de Dios. Como cuando se va a una fuente   con una vasija pequeña o agujereada.
  El Señor es compasivo y   misericordioso9 con   nuestras deficiencias y con nuestros males. La Sagrada Escritura presenta con   frecuencia al Señor como Dios de misericordia, utilizando para ello expresiones   conmovedoras: tiene entrañas de misericordia, ama con amor   entrañable10, como las madres... Santo Tomás, que insiste   frecuentemente en que la omnipotencia divina resplandece de manera especial en   la misericordia11, enseña cómo en Dios esta es abundante e infinita:   "Decir de alguien que es misericordioso –enseña el Santo– es como decir que   tiene el corazón lleno de miserias, o sea, que ante la miseria de otro   experimenta la misma sensación de tristeza que experimentaría si fuese suya; de   donde proviene que se esfuerce en remediar la tristeza ajena como si se tratase   de la propia, y este es el efecto de la misericordia. Pues bien, a Dios no le   compete entristecerse por la miseria de otro; pero remediar las miserias,   entendiendo por miseria un defecto cualquiera, es lo que más compete a   Dios"12.
  En Cristo, enseña el Papa Juan Pablo II, se hace particularmente   visible la misericordia de Dios. "Él mismo la encarna y personifica. Él mismo   es, en cierto sentido, la misericordia"13. Él nos conoce bien y se   compadece de la enfermedad, de la mala situación económica que atravesamos   quizá..., de las penas que la vida lleva a veces consigo. "Nosotros –cada uno–   somos siempre muy interesados; pero a Dios Nuestro Señor no le importa que, en   la Santa Misa, pongamos delante de Él todas nuestras necesidades. ¿Quién no   tiene cosas que pedir? Señor, esa enfermedad... Señor, esta tristeza... Señor,   aquella humillación que no sé soportar por tu amor... Queremos el bien, la   felicidad y la alegría de las personas de nuestra casa; nos oprime el corazón la   suerte de los que padecen hambre y sed de pan y de justicia; de los que   experimentan la amargura de la soledad; de los que, al término de sus días, no   reciben una mirada de cariño ni un gesto de ayuda.
  "Pero la gran miseria que nos hace sufrir, la gran necesidad a la   que queremos poner remedio es el pecado, el alejamiento de Dios, el riesgo de   que las almas se pierdan para toda la eternidad"14. El estado del   alma de quienes tratamos más frecuentemente debe ser nuestra primera solicitud,   la petición más urgente que elevamos cada día al Señor.
  III. El pueblo cristiano se ha sentido movido a lo largo de los   siglos a presentar sus peticiones a Dios a través de su Madre, María, y a la vez   Madre nuestra. En Caná de Galilea puso de manifiesto su poder de intercesión   ante una necesidad material de unos novios que quizá se encontraron con una   afluencia de amigos y conocidos mayor de la prevista. El Señor había determinado   que su hora fuera adelantada por la petición de su Madre. "En la vida   pública de Jesús –señala el Concilio Vaticano II– aparece significativamente su   Madre ya desde el principio, cuando en las bodas de Caná de Galilea, movida por   la misericordia, suscitó con su intercesión el comienzo de los milagros del   Mesías"15. Desde el principio, la obra redentora de Jesús está   acompañada por la presencia de María. En aquella ocasión, no solo se remedió,   con abundancia, la carencia del vino en la fiesta de bodas, sino que, como el   Evangelista indica expresamente, el milagro confirmó la fe de aquellos que   seguían más de cerca a Jesús. Así en Caná de Galilea hizo Jesús el primero de   sus milagros con el que manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en   él16.
  La Virgen Santa María, siempre atenta a las dificultades y   carencias de sus hijos, será el cauce por el que llegarán con prontitud nuestras   peticiones hasta su Hijo. Y las enderezará si van algo torcidas. "¿Por qué   tendrán tanta eficacia los ruegos de María ante Dios?", se pregunta San Alfonso   Mª de Ligorio. Y responde el Santo: "Las oraciones de los santos son oraciones   de siervos, en tanto que las de María son oraciones de Madre, de donde procede   su eficacia y carácter de autoridad; y como Jesús ama inmensamente a su Madre,   no puede rogar sin ser atendida (...).
  "Para conocer bien la gran bondad de María recordemos lo que   refiere el Evangelio (...). Faltaba el vino, con el consiguiente apuro de los   esposos. Nadie pide a la Santísima Virgen que interceda ante su Hijo en favor de   los consternados esposos. Con todo, el corazón de María, que no puede menos de   compadecer a los desgraciados (...), la impulsó a encargarse por sí misma del   oficio de intercesora y pedir al Hijo el milagro, a pesar de que nadie se lo   pidiera (...). Si la Señora obró así sin que se lo pidieran, ¿qué hubiera sido   si le rogaran?"17.
  Hoy, un sábado que procuramos dedicar especialmente a Nuestra   Señora, es una buena ocasión para acudir a Ella con más frecuencia y con más   amor. "A tu Madre María, a San José, a tu Ángel Custodio..., ruégales que hablen   al Señor, diciéndole lo que, por tu torpeza, tú no sabes   expresar"18.
  1 Lc   18, 1-8. — 2 San Agustín, en Catena Aurea, vol. VI, p. 295. —   3 Teofilacto, en Catena Aurea, vol. VI, p, 296. — 4 San   Agustín, Sermón 61, 6-7. — 5 San Josemaría Escrivá, Forja,   n. 66. — 6 Sant 5, 16. — 7 Cfr. Jn 15, 16; 16, 26. —   8 Cfr. San Cirilo DE Jerusalén, Comentario al Evangelio de San   Juan, 16, 23-24. — 9 Sant 5, 11. — 10 Cfr. Ex   34, 6; Ioel 2, 13; Lc 1, 78. — 11 Cfr. Santo Tomás, Suma   Teológica, 1, q, 21, a. 4; 2-2, q. 30, a. 4. — 12 ídem, o. c.,   1, q. 21, a. 3. — 13 Juan Pablo II, Enc. Dives in   misericordia, 30-XI-1980, 2. — 14 San Josemaría Escrivá, Amar a la   Iglesia, Palabra, 2ª ed., Madrid 1986, pp. 77-78. — 15 Conc. Vat. II,   Const. Lumen gentium, 58. — 16 Jn 2, 11. — 17 San   Alfonso Mª de Ligorio, Sermones abreviados, 48. — 18 San Josemaría   Escrivá, Forja, n. 272.
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  † Santoral                   (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
   
   
  San José Pignatelli
Restaurador de los Jesuitas
Año   1811
                  |           El mérito especial de este santo fue el de conservar lo que         quedaba de la Compañía de Jesús (que es la Comunidad religiosa más         numerosa en la Iglesia Católica) y tratar de que los religiosos de esa         comunidad pudieran sobrevivir, a pesar de una terrible persecución.                  De familia italiana, nació en Zaragoza (España) en 1737. Se         hizo jesuita y empezó a trabajar en los apostolados de su Comunidad,         especialmente en enseñar catecismo a los niños y a los         presos.         En 1767 la masonería mundial se puso de acuerdo para pedir a         todos los gobernantes que expulsaran de sus países a los Padres Jesuitas.         El rey Carlos III de España obedeció las órdenes masónicas y declaró que         de España y de todos los territorios de América que dependían de ese país         quedaban expulsados los jesuitas. Con este decreto injusto le hizo un         inmenso mal a muchas naciones y a la Santa Iglesia         Católica.         El Padre José Pignatelli y su hermano, que eran de familia         de la alta clase social, recibieron la oferta de poder quedarse en España         pero con la condición de que se salieran de la Compañía de Jesús. Ellos no         aceptaron esto y prefirieron irse al destierro. Se fueron a la Isla de         Córcega, pero luego los franceses invadieron esa isla y de allá también         los expulsaron.         En 1774 Clemente XIV por petición de los reyes de ese tiempo         dio un decreto suprimiendo la Compañía de Jesús. Como efecto de ese         Decreto 23,000 jesuitas quedaron fuera de sus casas         religiosas.         El Padre Pignatelli y sus demás compañeros, cuando oyeron         leer el terrible decreto exclamaron: "Tenemos voto de obediencia al Papa.         Obedecemos sin más, y de todo corazón".         Durante los 20 años siguientes la vida del Padre José y la         de los demás jesuitas será de tremendos sufrimientos. Pasando por         situaciones económicas sumamente difíciles (como los demás jesuitas         dejados sin su comunidad), pero siempre sereno, prudente, espiritual,         amable, fiel.         Se fue a la ciudad de Bolonia y allí estuvo dedicado a         ayudar a otros sacerdotes en sus labores sacerdotales, y a coleccionar         libros y manuscritos relacionados con la Compañía de Jesús y a suministrar         ayuda a sus compañeros de religión. Muchos de ellos estaban en la miseria         y si eran españoles no les dejaban ni siquiera ejercer el sacerdocio. Un         día al pasar por frente a una obra del gobierno, alguien le dijo que         aquello lo habían construido con lo que les habían quitado a los jesuitas,         y Pignatelli respondió: "Entonces deberían ponerle por nombre "Haceldama",         porque así se llamó el campo que compraron con el dinero que Judas         consiguió al vender a Jesús.         Cuando los gobiernos de Europa se declaraban en contra de         los jesuitas, la emperatriz de Rusia, Catalina, prohibió publicar en su         país el decreto que mandaba acabar con la Compañía de Jesús, y recibió         allá a varios religiosos de esa comunidad. El Padre Pignatelli con permiso         del Papa Pío VI se afilió a los jesuitas que estaban en Rusia y con la         ayuda de ellos empezó a organizar otra vez a los jesuitas en Italia.         Conseguía vocaciones y mandaba los novicios a Rusia y allá eran recibidos         en la comunidad. El jefe de los jesuitas de Rusia lo nombró provincial de         la comunidad en Italia, y el Papa Pío VII aprobó ese nombramiento. Así la         comunidad empezaba a renacer otra vez, aunque fuera bajo cuerda y en gran         secreto.         El Padre Pignatelli oraba y trabajaba sin descanso por         conseguir que su Comunidad volviera a renacer. En 1804 logró con gran         alegría que en el reino de Nápoles fuera restablecida la Compañía de         Jesús. Fue nombrado Provincial. Con las generosas ayudas que le enviaban         sus familiares logró restablecer casas de Jesuitas en Roma, en Palermo, en         Orvieto y en Cerdeña.         Ya estaba para conseguir que el Sumo Pontífice restableciera         otra vez la Compañía de Jesús, cuando Napoleón se llevó preso a Pío VII al         destierro.         El Padre Pignatelli murió en 1811 sin haber logrado que su         amada Comunidad religiosa lograra volver a renacer plenamente, pero tres         años después de su muerte, al quedar libre de su destierro el Papa Pío VII         y volver libre a Roma, decretó que la Compañía de Jesús volvía a quedar         instituida en todo el mundo, con razón Pío XI llamaba a San José         Pignatelli "el anillo que unió la Compañía de Jesús que había existido         antes, con la que empezó a existir nuevamente". Los Jesuitas lo recuerdan         con inmensa gratitud, y nosotros le suplicamos a Dios que a esta comunidad         y a todas las demás comunidades religiosas de la Iglesia Católica las         conserve llenas de un gran fervor y de grandísima         santidad.  | 
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  Fuente: E W   T N 
Lorenzo   O´Toole, Santo Arzobispo de Dublín,   14 Noviembre   
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  |                        |                Lorenzo O´Toole, Santo  |           San Lorenzo nació         en Irlanda hacia el año 1128, de la familia O'Toole que era dueña de uno         de los más importantes castillos de esa época.  Cuando el niño nació,         su padre dispuso pedirle a un conde enemigo que quisiera ser padrino del         recién nacido. El otro aceptó y desde entonces estos dos condes (ahora         compadres) se hicieron amigos y no lucharon más el uno contra el         otro.
  Cuando lo llevaban a bautizar, apareció en el camino un poeta         religioso y preguntó qué nombre le iban a poner al niño. Le dijeron un         nombre en inglés, pero él les aconsejó: "Pónganle por nombre Lorenzo,         porque este nombre significa: 'coronado de laureles por ser vencedor', y         es que el niño va a ser un gran vencedor en la vida". A los papás les         agradó la idea y le pusieron por nombre Lorenzo y en verdad que fue un         gran vencedor en las luchas por la santidad.
  Cuando el niño tenía         diez años, un conde enemigo de su padre le exigió como condición para no         hacerle la guerra que le dejara a Lorenzo como rehén. El Sr. O'Toole         aceptó y el jovencito fue llevado al castillo de aquel guerrero. Pero allí         fue tratado con crueldad y una de las personas que lo atendían fue a         comunicar la triste noticia a su padre y este exigió que le devolvieran a         su hijo. Como el tirano no aceptaba devolverlo, el Sr. O'Toole le         secuestró doce capitanes al otro guerrero y puso como condición para         entregarlos que le devolvieran a Lorenzo. El otro aceptó pero llevó al         niño a un monasterio, para que apenas entregaran a los doce secuestrados,         los monjes devolvieran a Lorenzo.
  Y sucedió que al jovencito le         agradó inmensamente la vida del monasterio y le pidió a su padre que lo         dejara quedarse a vivir allí, porque en vez de la vida de guerras y         batallas, a él le agradaba la vida de lectura, oración y meditación. El         buen hombre aceptó y Lorenzó llegó a ser un excelente monje en ese         monasterio.
  Su comportamiento en la vida religiosa fue         verdaderamente ejemplar. Dedicadísimo a los trabajos del campo y brillante         en los estudios. Fervoroso en la oración y exacto en la obediencia. Fue         ordenado sacerdote y al morir el superior del monasterio los monjes         eligieron por unanimidad a Lorenzo como nuevo superior.
  Por         aquellos tiempos hubo una tremenda escasez de alimentos en Irlanda por         causa de las malas cosechas y las gentes hambrientas recorrían pueblos y         veredas robando y saqueando cuanto encontraban. El abad Lorenzo salió al         encuentro de los revoltosos, con una cruz en alto y pidiendo que en vez de         dedicarse a robar se dedicaran a pedir a Dios que les ayudara. Las gentes         le hicieron caso y se calmaron y él, sacando todas las provisiones de su         inmenso monasterio las repartió entre el pueblo hambriento. La caridad del         santo hizo prodigios en aquella situación tan angustiada.
  En el año         1161 falleció el arzobispo de Dublín (capital de Irlanda) y clero y pueblo         estuvieron de acuerdo en que el más digno para ese cargo era el abad         Lorenzo. Tuvo que aceptar y, como en todos los oficios que le         encomendaban, en este cargo se dedicó con todas sus fuerzas a cumplir sus         obligaciones del modo más exacto posible. Lo primero que hizo fue tratar         de que los templos fueran lo más bellos y bien presentados posibles. Luego         se esforzó porque cada sacerdote se esmerara en cumplir lo mejor que le         fuera posible sus deberes sacerdotales. Y en seguida se dedicó a repartir         limosnas con gran generosidad.
  Cada día recibía 30, 40 o 60         menesterosos en su casa episcopal y él mismo les servía la comida. Todas         las ganancias que obtenía como arzobispo las dedicaba a ayudar a los más         necesitados.
  En el año 1170 los ejércitos de Inglaterra invadieron         a Irlanda llenando el país de muertes, de crueldad y de desolación. Los         invasores saquearon los templos católicos, los conventos y llenaron de         horrores todo el país. El arzobispo Lorenzo hizo todo lo que pudo para         tratar de detener tanta maldad y salvar la vida y los bienes de los         perseguidos. Se presentó al propio jefe de los invasores a pedirle que         devolviera los bienes a la Iglesia y que detuviera el pillaje y el saqueo.         El otro por única respuesta le dio una carcajada de desprecio. Pero pocos         días después murió repentinamente. El sucesor tuvo temor y les hizo mucho         más caso a las palabras y recomendaciones del santo.
  El arzobispo         trató de organizar la resistencia pero viendo que los enemigos eran muy         superiores, desistió de la idea y se dedicó con sus monjes a reconstruir         los templos y los pueblos y se fue a Inglaterra a suplicarle al rey         invasor que no permitiera los malos tratos de sus ejércitos contra los         irlandeses.
  Estando en Londres de rodillas rezando en la tumba de         Santo Tomás Becket (un obispo inglés que murió por defender la religión)         un fanático le asestó terribilísima pedrada en la cabeza. Gravemente         herido mandó traer un poco de agua. La bendijo e hizo que se la echaran en         la herida de la cabeza, y apenas el agua llegó a la herida, cesó la         hemorragia y obtuvo la curación.
  El Papa Alejandro III nombró a         Lorenzo como su delegado especial para toda Irlanda, y él, deseoso de         conseguir la paz para su país se fue otra vez en busca del rey de         Inglaterra a suplicarle que no tratara mal a sus paisanos. El rey no lo         quiso atender y se fue para Normandía. Y hasta allá lo siguió el santo,         para tratar de convencerlo, pero a causa del terribilísimo frío y del         agotamiento producido por tantos trabajos, murió allí en Normandía en 1180         al llegar a un convento. Cuando el abad le aconsejó que hiciera un         testamento, respondió: "Dios sabe que no tengo bienes ni dinero porque         todo lo he repartido entre el pueblo. Ay, pueblo mío, víctima de tantas         violencias ¿Quién logrará traer la paz?". Seguramente desde el cielo debe         haber rezado mucho por su pueblo, porque Irlanda ha conservado la religión         y la paz por muchos siglos. Estos son los verdaderos patriotas, los que         como San Lorenzo de Irlanda emplean su vida toda por conseguir el bien y         la paz para sus conciudadanos. Dios nos envíe muchos patriotas como         él.
  Dichosos los que buscan la paz porque serán llamados hijos de         Dios. (Jesucristo).  | 
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  Serapio   de Algeria (Serapión), Santo Mártir, 14 de   noviembre   
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  |                        |                Serapio de Algeria (Serapión),               Santo  |           Etimológicamente significa "perteneciente a la divinidad de         Serapis" Viene de la lengua griega.
  Nació en Inglaterra y murió en         Argel (Algeria) en 1240. Desde su infancia soñaba con dar su sangre por         amor a Cristo.
  Tuvo la suerte de crecer en la corte del duque de         Austria, en donde se respiraba, a pesar de todo el fausto de la corte, un         profundo espíritu religioso auténtico.
  Para él, su deseo más grande         era venir a España para ayudarle al rey Alfonso VIII en la expulsión de         los moros de nuestro país.
  Se sintió apenado porque a su llegada,         el rey y los moros habían firmado una tregua entre los         beligerantes.
  Se quedó aquí con la esperanza de que las         hostilidades comenzaran de nuevo.
  Durante este intervalo, encontró         al hermano Berenguer, un miembro de la Orden Mercedaria que acaba de ser         fundada por Pedro Nolasco con el único fin de rescatar a los cautivos         cristianos en manos de los moros.
  Y le decía el hermano:"Dios sabe         cuánto durará esta tregua, señor Serapión. Vente conmigo, mientras         esperamos. Nosotros también corremos peligro y nos llevamos a veces la         palma del martirio"
  San Pedro Nolasco los envió a los dos a Murcia.         
  Serapión tenía aún mucho dinero y, de hecho, consiguió rescatar a         un centenar de soldados cristianos cautivos.
  Luego se fueron a         Argel y salvaron casi otros tantos. Cuando se quedó ya sin dinero,         Berenguer tuvo que volver a España para buscar más dinero.
  Serapión         se quedó en Argel como rehén hasta que volviese su amigo.
  Apenas se         fue su amigo, el joven Serapión se echó a la calle increpando a Mahoma y         predicando a Cristo. Hizo algunas conversiones. Pero el rey de Argel le         condenó a muerte.  | 
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  Esteban   Teodoro Cuenot, Santo Obispo y Mártir, 14 de   noviembre   
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  |                        |                Esteban Teodoro Cuenot, Santo  |           Noviembre 14 Mártir                    Etimológicamente         significa "coronado". Viene de la lengua griega.
  Jesús dice: "El         que quiera ser grande entre vosotros, que se haga vuestro         servidor".
  Fue mártir en el siglo XIX por intentar ayudar y servir         a los demás.
  En el mismo año en que Napoleón llegaba al poder en         Francia, nacía el gran literato Víctor Hugo. También, en este mismo         año, en Bélgica, nacía el hijo de un agricultor que se convirtió en obispo         de Indochina.
  En su figura veía V. Hugo al hombre y obispo         ideal.
  Y en el obispo Esteban Teodoro Cuento – si lo hubiera         tratado personalmente- habría podido adivinar la imaginación no literaria         de un verdadero hijo del pueblo, ni una clase social, sino un obispo, que         ya desde pequeño, dejó la escuela sin saber si podría continuar sus         estudios.
  La madre tuvo que hacer grandes esfuerzos y sacrificios         para que estudiara teología. Hasta vender su vestido para ayudarle a su         hijo a llevar a cabo sus estudios.
  Por eso, el primer gesto que         hizo el neosacerdote, sin dudarlo, fue regalarle a su madre un vestido         nuevo.
  Fue relojero y catequista hasta que en la Rue du Bac, tomó         contacto con los padres misioneros de san Vicente Paul.
  En el año         1835 fue a Indochina en donde fue consagrado obispo para llevar a cabo         muchas y diferentes misiones.
  Logró con su apostolado intenso,         buena conducta intachable, sus obras te caridad y su amor a los pobres el         amor de cuantos le conocieron. Murió a consecuencias de la persecución de         Tu- Duc.  | 
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  Fuente: Franciscanos.net 
Nicolás   Tavelic y compañeros mártires, Santos Mártires Franciscanos,   14 de Noviembre   
                                                        |                 
  |                        |                Nicolás Tavelic y compañeros mártires,               Santos  |           Santos Nicolás Tavelic, Deodato         de Rodez, Pedro de Narbona y Esteban de Cuneo         († 1391) sacerdotes y mártires de la Primera         Orden.          Canonizados por a Pablo VI el 21 de         junio de 1970.
  Nicolás Tavelic         (1340-1391) es el primer croata canonizado. Su figura se destaca         grandemente en el ambiente de su tiempo. Nació hacia 1340 en la ciudad         dálmata de Sebenic. Siendo adolescente entró en la Orden de Hermanos         Menores y ya sacerdote fue enviado como misionero a Bosnia, donde se         prodigó por cerca de 12 años por la conversión de los Bogomiles, patarenos         balcánicos, junto con Deodato de Rodez. Hacia 1384 ambos se dirigieron a         Palestina, donde se juntaron con otros dos cohermanos, Pedro de Narbona y         Esteban de Cuneo. Todos cuatro entregaron su vida como mártires de         Cristo.
  Nicolás y los tres cohermanos,         permanecieron en Jerusalén en el convento de San Salvador, en estudio y         oración. Después de larga meditación, Nicolás proyectó una empresa audaz.         La empresa estaba en el espíritu de San Francisco, movido por el Espíritu         Santo, por el celo de la fe y por el deseo del martirio. Se trataba de         anunciar públicamente en Jerusalén ante los musulmanes principales la         doctrina de Cristo. 
  Deodato († 1391)         nació en una ciudad francesa que en los textos originales latinos de la         mayor parte de los autores es llamada "Ruticinium", identificada con la         actual ciudad de Rodez, sede episcopal. Todavía joven se hizo hermano         menor y fue ordenado sacerdote en la Provincia franciscana de         Aquitania.
  En los años 1372‑1373, el         vicario general Padre Bartolomé de la Verna había hecho un llamamiento         para conseguir religiosos para una particular expedición misionera a         Bosnia. Una bula de Gregorio XI del 22 de junio presentaba en aquel         momento buenas perspectivas para el progreso en la verdadera fe de         aquellas zonas devastadas por la herejía de los Bogomiles, una secta         hereje de fuerte tinte maniqueo, que a los errores dogmáticos unía en sus         principales representantes una rígida austeridad de         vida.
  A Deodato de Rodez lo         encontramos en este campo de actividad, en compañía de Nicolás Tavelic.         Fue a Bosnia para responder al deseo del Vicario general y del Papa         Gregorio XI, en las mismas circunstancias en que fue Nicolás de Tavelic.         De este encuentro entre los dos santos nace una fraternal e íntima         amistad, que los sostiene por doce largos años en medio de dificultades y         fatigas comparables a las de los grandes misioneros de la Iglesia. Una         relación pormenorizada, la "Sibenicensis" describe esta venturosa         expedición apostólica de Bosnia junto con la relación de su         martirio.
  Hacia 1384 ambos se         trasladaron a Palestina, donde encontraron otros dos cohermanos: Pedro de         Narbona y Esteban de Cuneo, con quienes compartieron las actividades         apostólicas y la palma del martirio.
  Pedro de Narbona, de la provincia de los Hermanos Menores         de Provenza, por varios años adhirió a la reforma surgida para una mejor         observancia de la regla de San Francisco, reforma iniciada en 1368 en         Umbría por el Beato Paoluccio Trinci. En poco tiempo se difundió en la         Umbría, las Marcas, tanto que en 1373 contaba con una decena de         eremitorios. Era un movimiento de fervor que tendía a renovar la forma         primitiva de la vida franciscana, especialmente en el ideal de la pobreza         y en el ejercicio de la piedad. Que Pedro de Narbona haya llegado de         Francia meridional a los eremitorios umbros, es indicio del fervor         religioso de su espíritu y esto proyecta una luz singular sobre toda su         vida precedente a su permanencia en Jerusalén.
  Esteban nació en Cuneo en el Piamonte y se hizo Hermano         Menor en Génova, en la provincia religiosa de la Liguria. Durante ocho         años trabajó activamente en Córcega, como miembro de la vicaría         franciscana corsa. Podemos decir que de este modo hizo un buen noviciado         apostólico. Pasó luego como misionero a Tierra Santa, donde el 14 de         noviembre de 1391 selló con el martirio la predicación evangélica. Junto         con los tres compañeros, quería demostrar que el islamismo no es la         verdadera religión. Cristo Hombre‑Dios, no Mahoma, era el enviado de Dios         para salvar a la humanidad. 
 
   El 11 de noviembre de 1391 después de         intensa preparación los cuatro misioneros realizaron su proyecto. Salieron         juntos del convento llevando cada uno un papel o pliego escrito en latín y         en árabe. Se dirigieron a la mezquita, pero mientras querían entrar fueron         impedidos. Interrogados por los musulmanes qué querían, respondieron:         "Queremos hablar con el Cadi para decirle cosas muy útiles y saludables         para sus almas". Les respondieron: "La casa del cadi no es aquí, vengan         con nosotros y se la mostraremos".
  Cuando llegaron a su presencia, abrieron los papeles y los         leyeron, explicándoselos y presentando con firmeza sus propias razones.         Dijeron: "Señor cadi y todos ustedes aquí presentes, les pedimos que         escuchen nuestras palabras y pongan mucha atención a las mismas, porque         todo lo que les vamos a decir es muy provechoso para ustedes, es         verdadero, justo, libre de todo engaño y muy útil para el alma de todos         aquellos que quieran ponerlo en práctica". Luego hicieron una prolongada         relación que ilustraba la verdad del mensaje evangélico de Cristo, el         único en quien está la salvación y demostraron la falsedad de ley de         Mahoma. Se reunió una enorme turba de mahometanos, primero asombrados,         luego irritados, finalmente hostiles. Nunca se habían oído ante una turba         de musulmanes semejantes afirmaciones contra el Corán y contra el         islamismo. Al oír este discurso pronunciado con fervor de espíritu por los         cuatro Hermanos, el Cadí y todos los presentes se airaron grandemente.         Comenzaron a llegar innumerables musulmanes.
  El Cadi entonces dirigió la palabra a los cuatro         religiosos en estos términos: "¿Esto lo han dicho ustedes en pleno         conocimiento y libertad, o en un momento de exaltación fanática, sin el         control de la razón como tontos o locos? ¿Han sido enviados a hacer esto         por el Papa de ustedes, o por algún rey cristiano?". A tal pregunta los         religiosos respondieron: "Nosotros hemos venido aquí enviados por Dios.         Por tanto si ustedes no creen en Jesucristo y no se bautizan, no tendrán         la vida eterna". Fueron condenados a muerte y el 14 de noviembre de 1391         fueron asesinados, despedazados y quemados.
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  Fuente:   ar.geocities.com/misa_tridentina04 
Juan   Liccio (Licci), Beato Dominico, 14 de   Noviembre   
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  |                        |                Juan Liccio (Licci), Beato  |           Nació en 1400, en Cáccamo, Sicilia, en el seno de una         familia de pobres labradores. Su madre murió en el alumbramiento. Desde         entonces y durante sus 111 años de vida, estuvo plagada de hechos         milagrosos.
  Su padre tenía que trabajar en el campo, y se vio         forzado a dejar al niño solo. Ante el llanto del pequeño, una vecina lo         tomó y se lo llevó a su casa, poniéndolo en la misma habitación en donde         yacía su marido paralítico, que fue instantáneamente curado. La mujer le         contó al padre de Juan el milagro, pero éste, disgustado porque su vecina         había tomado al niño sin su permiso, no le prestó atención, y se lo llevó         a su casa. Apenas el niño dejó la casa de la vecina, le su marido se vio         nuevamente atacado por la parálisis; cuando Juan retornó, el hombre         recuperó el movimiento. Hasta el padre del niño tomó esto como una señal         del cielo, y permitió que los vecinos lo cuidaran. 
  Antes de         cumplirlos los diez años, Juan recitaba el Oficio Divino. A los 15,         durante un viaje a Palermo, en la iglesia de Santa Zita Juan se confesó         con el Beato Pedro Jeremías quien le sugirió que considerara entrar en la         vida religiosa. Pese a no considerarse apto, Juan siguió su consejo,         entrando en loa Orden Dominica en 1415, llevando el hábito durante 96         años, lapso de tiempo no superado hasta ahora por ningún otro miembro de         la Orden.
  Fundó el convento de Santa Zita en Caccamo. Faltando         dinero para la construcción, mientras oraba pidiendo consejo, se le         apareció un ángel que le dijo: "construye en los cimientos de lo que ya         está construido". Al día siguiente, en el bosque cercano encontró la         construcción abandonada de la iglesia Santa María de los Ángeles,         presumiendo que ese era el lugar indicado por el Ángel, comenzó la         construcción allí, durante la cual muchas dificultades fueron resueltas de         forma milagrosa.   | 
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  Fuente: Vatican.va   
María   Luisa Merkert, Beata Cofundadora, 14 de   noviembre   
                                                        |                 
  |                        |                María Luisa Merkert, Beata  |           Cofundadora de la Congregación de         Religiosas de Santa Isabel        Martirologio         Romano: En Nysa,         Polonia, beata María Luisa Merkert, cofundadora y primera superiora         general de la Congregación de las Religiosas de Santa Isabel         (1872).                   Nació el 21 de septiembre de 1817 en Nysa, en Silesia de         Opole (entonces diócesis de Breslavia), en el seno de una familia muy         católica de la burguesía. Era la segunda hija de Carlos Antonio Merkert y         María Bárbara Pfitzner. En el bautismo le pusieron los nombres de María         Luisa. Sus padres y su hermana pertenecían a la Cofradía del Santo         Sepulcro. Su padre murió cuando ella tenía un año. Su madre influyó mucho         en la inclinación de sus dos hijas, María Luisa y Matilde, al servicio         caritativo de los necesitados y a la vocación a la vida religiosa.         
  A la muerte de su madre, acaecida en         1842, decidió dedicarse totalmente a los pobres, a los enfermos y a los         abandonados. Aconsejada por su confesor, junto con su hermana Matilde y         con Francisca Werner, se unió a Clara Wolff, joven virtuosa y terciaria         franciscana, que había decidido servir a los enfermos y a los pobres a         domicilio. Comenzaron la actividad caritativa en Nysa el 27 de septiembre         de 1842. Se prepararon para dar ese paso con la confesión, la comunión y         un acto de consagración al Sacratísimo Corazón de Jesús. El presbítero         Francisco Javier Fischer les dio la bendición. A partir de entonces, María         cumplía diariamente los compromisos asumidos, asistiendo a los enfermos y         a los pobres en sus casas y recogiendo limosnas para los necesitados. El 8         de mayo de 1846 murió su hermana Matilde, que se había contagiado de tifus         mientras cuidaba a los enfermos. 
  María Merkert, con Clara Wolff, se dirigió a las Hermanas         de la Misericordia de San Carlos Borromeo en Praga, para un período de         noviciado, trabajando como enfermera en los hospitales de Podole,         Litomierzyce y Nysa. Notando que estas religiosas consideraban secundaria         la asistencia de los enfermos a domicilio, dejó su noviciado el 30 de         junio de 1850, si bien la formación recibida en ese período le sirvió de         mucho. No faltaron incomprensiones, pero María pudo dedicarse totalmente         al proyecto original de la asistencia a domicilio de los enfermos, los         pobres y los más necesitados. 
  El 19         de noviembre de 1850, fiesta de santa Isabel de Hungría, María Merkert y         Francisca Werner, llenas de confianza en Dios, reemprendieron en Nysa la         actividad caritativa-apostólica, escogiendo a santa Isabel, llena de amor         a Dios y a los indigentes, por patrona de la comunidad naciente. Nueve         años más tarde, el 4 de septiembre de 1859, la Asociación de santa Isabel         recibió la aprobación por parte del obispo de Breslavia. El 15 de         diciembre sucesivo se celebró el primer capítulo general, que eligió a         María Merkert como superiora general. El 5 de mayo de 1860, María, junto         con otras veinticinco religiosas hizo los votos de castidad, pobreza y         obediencia, a los que añadieron un cuarto voto de servir a los enfermos y         necesitados. En los años 1863-1865 construyó en Nysa la casa madre de la         congregación; el instituto obtuvo el reconocimiento jurídico estatal en         1864. El 7 de junio de 1871, el Papa Pío IX le concedió el "Decretum         laudis"; y León XIII le otorgó la aprobación definitiva en 1887.         
  El amor a Dios impulsaba a María al         amor al prójimo, en favor del cual gastó todas sus energías hasta la         muerte. La asistencia a los enfermos y abandonados en sus domicilios no         distraía a la sierva de Dios de la vida de oración, pues en su relación         íntima con el Señor y en la filial devoción al Sacratísimo Corazón de         Jesús encontraba la fuerza para su obra caritativa; sentía también una         gran devoción a la Virgen, a la que tenía como modelo de fe y mediadora.         
  Se preocupaba mucho por sus         religiosas, a las que instruía intelectual y espiritualmente en un         espíritu de humildad profunda. En sus veintidós años de gobierno, formó a         casi quinientas hermanas y fundó noventa casas, distribuidas en nueve         diócesis y en dos vicariatos apostólicos. La llamaban "la querida madre de         todos" y "la samaritana de Silesia". 
  Murió con fama de santidad el 14 de noviembre de 1872 y         esa fama fue aumentando después de su muerte. Juan Pablo II promulgó el         decreto sobre sus virtudes heroicas el 20 de diciembre de 2004; y         Benedicto XVI firmó el decreto sobre el milagro el 1 de junio de 2007.         
  Fue beatificada el 30         de septiembre de 2007.  | 
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  Fuentes: IESVS.org; EWTN.com;   hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
   
  Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
   
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