J†A
  JMJ
  Pax
  †   Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10,   21-24)
  Gloria a ti, Señor.
  En aquella misma hora Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu   Santo y exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque   has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a   la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo   ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién   es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera   revelar".
  Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "Dichosos los ojos   que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes   quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no   lo oyeron".
  Palabra del Señor.
  Gloria a ti, Señor Jesús.
  Suplicamos tu   oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus   oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te   salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre   todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre   de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.   Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa! 
  Aclaración:   una relación muere sin comunicación   y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras   de vida eterna"   (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no   basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite   ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han   sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
  Por leer la Palabra, no se debe   dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse   el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al   Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y   nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias   por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en   CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
  Nota: es una película protestante, por eso   falta LA MADRE.
  El Misterio de la Misa en 2 minutos:   https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
  Lo que no ven tus ojos (2 minutos):   http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
  El Gran Milagro (película completa):   http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
  Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
    "El GRAN tesoro oculto de la Santa   Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc 
  Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo,   tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc   14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y   no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros"   (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre   dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si   comulgamos   en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y   renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero   (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios,   que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos   auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es   ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la   Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo,   pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama   realmente?
  Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el   primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las   fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos   pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana:   0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses"   son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren   baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué   no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que   todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa   grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10;   Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
  Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir   "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir   "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad",   "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la   tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la   Misa?
  Estamos en el mundo para ser felices para siempre,   santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la   Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el   representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes   de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el   Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm   14,23). ¿Otros pecados mortales? no   confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al   menos en tiempo pascual (920),   abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),   promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación   artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual   fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,   borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de   venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver   más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
  Si no ponemos los medios para confesamos lo antes   posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al   infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22;   10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.).   Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves,   si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa   (Jn 15,22).
   
    
  † Misal
   
  Ven, Señor, rey de paz y de justicia
  Feria de Adviento: martes de la 1a.   semana
  Florecerá en sus días la justicia y reinará la   paz
  Antífona de Entrada
  Vendrá el Señor, mi Dios, y con él, todos sus santos; y brillará   en aquel día una gran luz.
  Oración Colecta
  Oremos:
  Señor, Dios nuestro acoge favorablemente nuestras súplicas y   concédenos tu ayuda en las tribulaciones para que, reanimados con la venida de   tu Hijo, ya cercana, no volvamos a mancharnos con el   pecado.
  Por nuestro Señor Jesucristo...
  Amén.
   
  Primera Lectura
  Lectura   del libro del profeta Isaías (11,   1-10)
  En aquel día brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago   florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor, espíritu de   sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de piedad y   temor de Dios. No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas; defenderá   con justicia al desamparado y con equidad dará sentencia al pobre; herirá al   violento con el látigo de su boca, con el soplo de sus labios matará al impío.   Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura. Habitará el lobo   con el cordero, la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león   pacerán juntos y un muchachito los apacentará. La vaca pastará con la osa y sus   crías vivirán juntas. El león comerá paja con el buey.
  El niño jugará sobre el agujero de la víbora; la creatura meterá   la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi   monte santo, porque así como las aguas colman el mar, así está lleno el país de   la ciencia del Señor.
  Aquel día la raíz de Jesé se alzará como bandera de los pueblos,   la buscarán todas las naciones y será gloriosa su morada.
  Palabra de Dios.
  Te alabamos, Señor.
   
  Salmo   Responsorial Salmo   71
  Ven, Señor, rey de paz y de justicia.
  Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de   reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo   justamente.
  Ven, Señor, rey de paz y de justicia.
  Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era.   De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la   tierra.
  Ven, Señor, rey de paz y de justicia.
  Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin   amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al   desdichado.
  Ven, Señor, rey de paz y de justicia.
  Que bendigan al Señor eternamente y tanto como el sol, viva su   nombre. Que sea la bendición del mundo entero y lo aclamen dichoso las   naciones.
  Ven, Señor, rey de paz y de justicia.
   
  Aclamación antes del Evangelio
  Aleluya, aleluya.
  Ya viene el Señor, nuestro Dios, con todo su poder para iluminar   los ojos de sus hijos.
  Aleluya.
   
  Evangelio
  †   Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10,   21-24)
  Gloria a ti, Señor.
  En aquella misma hora Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu   Santo y exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque   has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a   la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo   ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién   es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera   revelar".
  Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "Dichosos los ojos   que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes   quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no   lo oyeron".
  Palabra del Señor.
  Gloria a ti, Señor Jesús.
   
  Oración sobre las Ofrendas
  Que te sean agradables, Señor, nuestras humildes ofrendas y   oraciones y que tu misericordia supla la extrema pobreza de nuestros   méritos.
  Por Jesucristo, nuestro Señor.
  Amén.
  Prefacio de Adviento I
  Las dos venidas de Cristo
  El Señor esté con ustedes.
  Y con tu espíritu.
  Levantemos el corazón.
  Lo tenemos levantado hacia el Señor.
  Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
  Es justo y necesario.
  En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte   gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,   por Cristo nuestro Señor. El cual, al venir por vez primera en la humildad de   nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el   camino de la salvación, para que cuando venga de nuevo, en la majestad de su   gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes   prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos   alcanzar.
  Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros   celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
  Santo, Santo, Santo...
   
  Antífona de la Comunión
  El Señor, justo juez, dará la corona merecida, a todos los que   esperan con amor su venida gloriosa.
  Oración después de la Comunión
  Oremos:
  Como fruto de nuestra participación en este sacramento de vida   eterna, enséñanos, Señor, a no sobrevalorar las cosas terrenales y a estimar las   del cielo.
  Por Jesucristo, nuestro Señor.
  Amén.
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  † Meditación diaria
  Adviento. 1ª semana. Martes
  EL MESÍAS, «PRÍNCIPE DE LA PAZ»
  — La paz, don de Dios. Se pierde por el pecado, la soberbia y la   insinceridad.
  — Dar alegría y serenidad a quienes carecen de   ellas.
  — La filiación divina, fundamento de nuestra paz y de nuestra   alegría.
  I. La paz es uno de los grandes bienes constantemente implorados   en el Antiguo Testamento. Se promete este don al pueblo de Israel como   recompensa a su fidelidad1, y aparece como una obra de Dios2 de la que se siguen incontables beneficios. Pero la verdadera paz   llegará a la tierra con la venida del Mesías. Por eso los ángeles anuncian   cantando: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de   buena voluntad3. El Adviento y la Navidad son tiempos especialmente oportunos   para aumentar la paz en nuestros corazones; son tiempos también para pedir la   paz de este mundo lleno de conflictos y de insatisfacciones.
  Mirad: Nuestro Señor llega con fuerza. Para visitar a su pueblo   con la paz y darle la vida eterna4. Isaías nos recuerda en la Primera lectura de la Misa que en la   era mesiánica habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el   cabrito, el novillo y el león pacerán juntos5. Con el Mesías se renuevan la paz y la armonía del comienzo de la   Creación y se inaugura un orden nuevo.
  El Señor es el Príncipe de la paz6, y desde el mismo momento en que nace nos trae un mensaje de paz   y de alegría, de la única paz verdadera y de la única alegría cierta. Después   las irá sembrando a su paso por todos los caminos: La paz sea con vosotros;   soy yo, no temáis7. La presencia de Cristo en nuestras vidas es, en toda   circunstancia, la fuente de una paz serena e inalterable: Soy yo, no   temáis, nos dice.
  Las enseñanzas del Señor constituyen la buena nueva de la   paz8. Y este es también el tesoro que nos ha dejado en herencia a sus   discípulos de todos los tiempos; la paz os dejo, mi paz os doy, no os la doy   como la da el mundo9. «La paz sobre la tierra, nacida del amor al prójimo, es imagen y   efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre. En efecto, el propio Hijo   encarnado, Príncipe de la paz, ha reconciliado con Dios a todos los hombres por   medio de su cruz (...), ha dado muerte al odio en su propia carne y, después del   triunfo de su resurrección, ha infundido el Espíritu de amor en el corazón de   los hombres»10. La paz del Señor trasciende por completo la paz del mundo, que   puede ser superficial y aparente, quizá resultado del egoísmo y compatible con   la injusticia.
  Cristo es nuestra paz11 y nuestra alegría; el pecado, por el contrario, siembra soledad,   inquietud y tristeza en el alma. La paz del cristiano, tan necesaria para el   apostolado y para la convivencia, es orden interior, conocimiento de las propias   miserias y virtudes, respeto a los demás y una plena confianza en el Señor, que   nunca nos deja. Es consecuencia de la humildad, de la filiación divina y de la   lucha contra las propias pasiones, siempre dispuestas al   desorden.
  Se pierde la paz por el pecado, y por la soberbia y la falta de   sinceridad con uno mismo y con Dios. También se pierde la paz por la   impaciencia: cuando no se sabe ver la mano de Dios providente en las   dificultades y contrariedades.
  La confesión sincera de nuestros pecados es uno de los principales   medios puestos por Dios para recuperar la paz perdida por el pecado o por la   falta de correspondencia a la gracia. «Paz con Dios, efecto de la justificación   y alejamiento del pecado; la paz con el prójimo, fruto de la caridad difundida   por el Espíritu Santo; y la paz con nosotros mismos, la paz de la conciencia,   proveniente de la victoria sobre las pasiones y sobre el mal»12. Recuperar la paz, si la hubiésemos perdido, es una de las   mejores muestras de caridad para quienes están a nuestro alrededor, y también la   primera tarea para preparar en nuestro corazón la llegada del Niño   Dios.
  II. En la bienaventuranza en la que se enuncia el don de la paz   «no se contenta el Señor con eliminar toda discusión y enemistad de unos con   otros, sino que nos pide algo más: que tratemos de poner paz en quienes están   enemistados»13.
  El cristiano es un hombre abierto a la paz y su presencia debe dar   serenidad y alegría. Pero se trata de la verdadera paz, no de sus sucedáneos.   Somos bienaventurados cuando sabemos llevar la paz a quienes están afligidos,   cuando servimos como instrumentos de unión en la familia, entre nuestros   compañeros de trabajo, con todas las personas en medio de los sucesos de la vida   de cada día. Para poder realizar este cometido importantísimo hemos de ser   humildes y afables, pues la soberbia solo ocasiona   disensiones14. El hombre que tiene paz en su corazón la sabe comunicar casi sin   proponérselo, y en él buscan apoyo y serenidad los demás: es una gran ayuda en   el apostolado. Los cristianos hemos de difundir la paz interior de nuestro   corazón allí donde nos encontremos. Por el contrario, el amargado, el inquieto y   el pesimista, que carecen de paz en su corazón, destruyen lo que encuentran a su   paso.
  Serán bendecidos especialmente por el Señor quienes velan por la   paz entre las naciones y trabajan por ella con intención recta; y, sobre todo,   los que oran y se sacrifican para poner a los hombres en paz con Dios. Este es   el primer quehacer de cualquier actividad apostólica. El apostolado de la   Confesión, que nos mueve a llevar a nuestros amigos a este sacramento debe tener   un especial premio en el Cielo, pues este sacramento es verdaderamente la mayor   fuente de paz y de alegría en el mundo. «No hablan de la severidad de Dios los   confesonarios esparcidos por el mundo, en los cuales los hombres manifiestan los   propios pecados, sino más bien de su bondad misericordiosa. Y cuantos se acercan   al confesonario, a veces después de muchos años y con el peso de pecados graves,   en el momento de alejarse de él, encuentran el alivio deseado, encuentran la   alegría y la serenidad de la conciencia, que fuera de la Confesión no podrán   encontrar en otra parte»15.
  Quienes tienen la paz del Señor y la promueven a su alrededorse   llamarán hijos de Dios16. Y San Juan Crisóstomo explica la razón: «A la verdad, esta fue   la obra del Unigénito: unir a los que estaban alejados y reconciliar a los que   estaban en guerra»17. En nuestra propia familia, en el lugar de trabajo, entre   nuestros amigos, ¿no podríamos también nosotros fomentar en este tiempo de   Adviento una mayor unión con Dios de las personas que nos rodean y una   convivencia más amable todavía y más alegre?
  III. «Cuando el hombre olvida su destino eterno y el horizonte de   su vida se limita a la existencia terrena, se contenta con una paz ficticia, con   una tranquilidad solo exterior a la que pide la salvaguardia del máximo   bienestar material que puede alcanzarse con el mínimo esfuerzo. De este modo   construye una paz imperfecta e inestable, pues no está radicada en la dignidad   de la persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios y llamada a la   filiación divina. Vosotros jamás tenéis que contentaros con estos sucedáneos de   paz; sería un grave error, cuyo fruto produciría la más amarga de las   desilusiones. Ya lo anunció Jesucristo poco antes de la Ascensión al cielo   cuando dijo a sus discípulos: La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo   la da os la doy yo» (Jn 14, 27).
  «Existen, por tanto, dos tipos de paz: la que los hombres son   capaces de construir por sí solos, y la que es don de Dios; (...) la que viene   impuesta por el poder de las armas y la que nace del corazón. La primera es   frágil e insegura, podría llamarse una mera apariencia de paz porque se funda en   el miedo y en la desconfianza. La segunda, por el contrario, es una paz fuerte y   duradera porque, al fundarse en la justicia y en el amor, penetra en el corazón;   es un don que Dios concede a quienes aman su ley (Cfr. Sal 119,   165)»18.
  Si somos hombres y mujeres que tienen la verdadera paz en su   corazón estaremos mejor capacitados para vivir como hijos de Dios y viviremos   mejor la fraternidad con los demás. También, en la medida en que nos sintamos   hijos de Dios, seremos personas de una paz inalterable.
  La filiación divina es el fundamento de la paz y de la alegría del   cristiano. En ella encontramos la protección que necesitamos, el calor paternal   y la confianza ante el futuro. Vivimos confiados en que detrás de todos los   azares de la vida hay siempre una razón de bien: todas las cosas contribuyen   al bien de los que aman a Dios19, decía San Pablo a los primeros cristianos de   Roma.
  La consideración de nuestra filiación divina nos ayudará a ser   fuertes ante las dificultades. «No os asustéis, ni temáis ningún daño, aunque   las circunstancias en que trabajéis sean tremendas (...). Las manos de Dios son   igualmente poderosas y, si fuera necesario, harían   maravillas»20.   Estamos   bien protegidos.
  Intentemos, pues, en estos días de Adviento, fomentar la paz y la   alegría, superando los obstáculos; aprendamos a encontrar al Señor en todas las   cosas, también en los momentos difíciles. «Buscad el rostro de Aquel que habita   siempre, con presencia real y corporal, en su Iglesia. Haced, al menos, lo que   hicieron los discípulos. Tenían solo una fe débil, no poseían gran confianza ni   paz, pero al menos no se separan de Cristo (...). No os defendáis de Él, antes   bien, cuando estéis en un apuro acudid a Él, día tras día, pidiéndole   fervorosamente y con perseverancia aquello que solo Él puede otorgar (...). Así,   aunque observe tanta falta de firmeza en vosotros, que no debía existir, se   dignará increpar a los vientos y al mar, y dirá: Calma, estad tranquilos.   Y habrá una gran paz»21.
  Santa María, Reina de la paz, nos ayudará a tener paz en nuestros   corazones, a recuperarla si la hubiéramos perdido, y a comunicarla a quienes nos   rodean. Como ya se acerca la festividad de la Inmaculada, nos esforzaremos por   acudir a Ella durante todo el día, teniéndola más presente en nuestro trabajo y   ofreciéndole alguna muestra especial de cariño.
  1 Lev 26, 6. — 2 Is 26, 12. — 3 Lc 2, 14. — 4 Antífona en la Liturgia de las horas. —   5 Cfr. Is 11, 1-10. — 6 Is 9, 6. — 7 Lc 24, 36. — 8 Hech 10, 36. — 9Jn   14, 27. — 10 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 78. —   11 Ef 2, 14. — 12Juan Pablo II, Discurso al UNIV-86, Roma 24-III-1986. —   13 San Juan Crisóstomo, Homilía sobre San Mateo, 15, 4. —   14 Prov 13, 10. — 15 Juan Pablo II, Hom. Parroquia de S. Ignacio de A., Roma   16-III-1980. — 16 Cfr. Mt 5, 9. — 17 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 15, 4. —   18 Juan Pablo II,Discurso al UNIV-86, Roma 24-III-1986. —   19 Rom 8, 28. — 20 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 105. —   21 J. H. Newman, Sermón para el domingo IV de Epifanía,   1848.
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  1 de diciembre. 2º Día de la Novena
  CASA DE ORO
  — Santa María, Templo de Dios vivo, enriquecida por los dones del   Espíritu Santo.
  — Los dones de entendimiento, ciencia y sabiduría en Nuestra   Señora.
  — Los dones de prudencia, piedad, fortaleza y santo temor de   Dios.
  I. Dichosa eres, Virgen María, morada consagrada del   Altísimo...1.
  En las letanías lauretanas llamamos a María Domus   aurea, Casa de oro, recinto de muchísimo esplendor. Cuando una familia   habita una casa y la convierte en un hogar, este refleja las peculiaridades,   aficiones y preferencias de sus habitantes. La casa y quienes la habitan   constituyen una cierta unidad, como el cuerpo y el vestido, como el conocimiento   y la acción, En el Antiguo Testamento, el Tabernáculo primero, y más tarde el   Templo, era la Casa de Dios, donde tenía lugar el encuentro de Yahvé con   su pueblo. Cuando Salomón decidió construir el Templo, los Profetas   especificaron los materiales nobles que se habían de emplear, la abundancia de   madera de cedro en el interior, revestida de oro... Lo mejor que tenían a su   alcance había de emplearse en su construcción, y los mejores artífices serían   los que trabajarían en él.
  Cuando llegó la plenitud de los tiempos y Dios decretó su venida   al mundo, preparó a María como la criatura adecuada donde Él iba a habitar   durante nueve meses, desde su Encarnación hasta el Nacimiento en Belén. En Ella,   Dios dejó la huella de su poder y de su amor. María, Domus aurea, el   nuevo Templo de Dios, fue revestida de una hermosura tan grande que otra   mayor no fue posible. Su Concepción Inmaculada y todas las gracias y dones con   que Dios enriqueció su alma estaban dirigidos en orden a su Maternidad   divina2.
  Se comprende bien que el Arcángel Gabriel, al saludar a María, se   mostrara lleno de respeto y de veneración, Pues comprendió la inmensa excelencia   de la Virgen y su intimidad con Dios. La gracia inicial de María, que la   disponía para su Maternidad divina, fue superior a la de todos los Apóstoles,   mártires, confesores y vírgenes juntos, los que han vivido y los que vivirán   hasta el fin de los tiempos, más que todas las almas santas y que todos los   ángeles creados desde el origen del mundo3. Dios preparó una criatura   humana de acuerdo a la dignidad de su Hijo.
  Cuando decimos que María tiene una dignidad "casi infinita" se   quiere indicar que es la criatura más cercana a la Santísima Trinidad y que goza   de un honor y majestad altísimos, del todo singulares. Es la Hija primogénita   del Padre, la predilecta, como ha sido llamada tantas veces en la Tradición de   la Iglesia y ha repetido el Concilio Vaticano II4. Con Jesucristo,   Hijo de Dios, Nuestra Señora mantiene la estrecha vinculación de la   consanguinidad, que le hace tener con Él unas relaciones absolutamente propias.   Del Espíritu Santo es María Templo y Sagrario5. ¡Qué alegría poder   contemplar siempre, pero de modo particular en estos días de la Novena a la   Inmaculada, que tenemos una Madre tan cercana a Dios, tan pura y bella, tan   próxima a nosotros! "¡Cómo gusta a los hombres que les recuerden su parentesco   con personajes de la literatura, de la política, de la milicia, de la   Iglesia!...
  "-Canta ante la Virgen Inmaculada, recordándole:
  "Dios te salve, María, hija de Dios Padre: Dios te salve, María,   Madre de Dios Hijo: Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo... ¡Más   que tú, solo Dios!"6.
  II. El alma de María fue singularmente enriquecida por los dones   del Espíritu Santo, que son como las joyas más preciadas que Dios puede   comunicar a la criatura. Con ellos, en grado sumo, Dios embelleció la morada de   su Hijo.
  Por el don de entendimiento, que tuvo en mayor grado que   cualquier otra criatura, María conoció, con una fe pura radicada en la autoridad   de Dios, que su virginidad le era sumamente grata. Su mirada profundizó con la   máxima hondura en el sentido oculto de las Escrituras, y comprendió enseguida   que el saludo del ángel era estrictamente mesiánico y que la Trinidad Beatísima   la había designado como Madre del Mesías tanto tiempo esperado. Luego tendrá   sucesivas iluminaciones que confirmarán el cumplimiento de las promesas divinas   de salvación y comprenderá que "deberá vivir en el sufrimiento su obediencia de   fe al lado del Salvador que sufre, y que su maternidad será oscura y   dolorosa"7.
  Este don de entendimiento está íntimamente unido a la pureza de   alma. Por eso se relaciona con la bienaventuranza de los limpios de corazón, que   verán a Dios8. El alma de María, la Purísima, estuvo   especialmente iluminada para encontrar el querer de Dios en todos los sucesos.   Nadie conoce mejor que Ella lo que Dios espera de cada hombre; por eso es   nuestra mejor aliada en las peticiones a Dios en medio de nuestras   necesidades.
  El don de ciencia amplió aún más la mirada de la fe de   María. Por medio de él, la Virgen contemplaba en las realidades cotidianas las   huellas de Dios en el mundo como caminos para ir al Creador, juzgaba con   rectitud la relación que tenían todas las cosas y acontecimientos con respecto a   la salvación. A María, influenciada por este don, todo le hablaba de Dios, todo   la llevaba a Dios9. También entendió mejor que nadie la tremenda   realidad del pecado; por eso sufrió como ninguna otra criatura por los pecados   de los hombres. Íntimamente asociada al dolor de su Hijo, padeció con Él   "cuando moría en la Cruz, cooperando en forma del todo singular en la   restauración de la vida sobrenatural de las   almas"10.
  El don de sabiduría perfeccionó en la Virgen la virtud de   la caridad, y la llevó a tener un conocimiento gustoso y experimental de lo   divino y a mirar y gozar en su intimidad los misterios que hacían referencia   especialmente al Mesías, su Hijo. Era la suya una sabiduría amorosa,   infinitamente superior a la que se puede obtener en los tratados más profundos   de la Teología. Veía, contemplaba, amaba, lo ordenaba todo de acuerdo con esa   experiencia divina; juzgaba con la luz poderosa y amorosa que llenaba su   corazón. Siempre estuvo colmada de esta luz sobrenatural y de este amor. Si se   lo pedimos con insistencia en estos días, Ella nos lo conseguirá, pues "entre   los dones del Espíritu Santo, diría que hay uno del que tenemos especial   necesidad todos los cristianos: el don de sabiduría que, al hacernos conocer a   Dios y gustar de Dios, nos coloca en condiciones de poder juzgar con verdad   sobre las situaciones y las cosas de esta vida"11.
  III. El don de consejo perfeccionó la virtud de la   prudencia en la Virgen y la llevó a descubrir con prontitud la Voluntad de Dios   en las situaciones ordinarias de la vida. Por influencia de este don, la Virgen   actuó siempre con facilidad y como al dictado de Dios12. Nuestra   Señora se dejó llevar con docilidad en las grandes cosas que Dios le pidió y en   los detalles menudos de cada día.
  En el Evangelio vemos cómo nuestra Madre Santa María se movió   continuamente por esta luz del Espíritu Santo. Aunque vivió la mayor parte de su   existencia terrena en el retiro de Nazareth, cuando su presencia es necesaria   junto a su prima Santa Isabel, va con prisa13 para estar a su   lado. Ocupa en el Evangelio un lugar discreto, pero está con los discípulos   cuando estos la necesitan después de la Muerte de Jesús, y luego espera con   ellos la venida del Espíritu Santo. María está al pie de la Cruz, pero no va al   sepulcro con las otras santas mujeres: en la intimidad de su alma sabe que no   encontrarán allí el Cuerpo amadísimo de su Hijo, porque ya ha resucitado.   Nuestra Señora vivió entregada a los pequeños menesteres de una madre que cuida   de la familia, y se da cuenta antes que nadie de la falta de vino en las bodas   de Caná: su vida contemplativa le hace estar pendiente de lo pequeño que ocurre   a su alrededor. Ella es la Madre del Buen Consejo Mater boni consilii,   que nos ayudará, en las mil pequeñas incidencias del día, a descubrir y secundar   el querer e Dios.
  El don de piedad dio a la Virgen una especie de instinto   filial que afectaba profundamente a todas sus relaciones con Jesús: en la   oración, a la hora de pedir, en la manera como se enfrentaba a los diversos   acontecimientos, no siempre agradables...
  María se sintió siempre Hija de Dios, y este sentimiento profundo   fue creciendo en Ella continuamente, hasta el fin de su vida mortal. Pero, a la   vez, se sentía Madre de Dios y Madre de los hombres. Filiación y Maternidad   estaban hondamente empapadas por la piedad. Ella nos querrá siempre, porque   somos sus hijos. Y la madre está más cerca del hijo enfermo, del que más la   necesita.
  La gracia divina se derramó sobre Nuestra Señora de modo   abundantísimo, y encontró una cooperación y docilidad excepcional y solo propia   de Ella, viviendo con heroísmo la fidelidad a los pequeños deberes de todos los   días y en las pruebas grandes. Dios dispuso para Ella una vida sencilla, como   las demás mujeres de su tierra y de su época; también pasó por las mayores   amarguras que haya podido sufrir una criatura, excepto su Hijo, que fue el   Varón de dolores anunciado por el Profeta Isaías14. Por el   don de fortaleza, que recibió en grado máximo, pudo llevar con paciencia   las contradicciones diarias, los cambios de planes... Hizo frente a las   dificultades calladamente, pero con entereza y valentía. Por esta fortaleza   estuvo de pie ante la Cruz15. La piedad cristiana, venerando esta   actitud de dolor y de fortaleza, la invoca como Reina de los mártires,   Consoladora de los afligidos...
  Finalmente, el Espíritu Santo la adornó con el santo temor de   Dios, que en María fue solo una reverencia filial de altísima intimidad con   el Señor, que la llevó de continuo a una profunda actitud de adoración ante la   infinitud de Dios, de quien lo había recibido todo. Por eso se llama a sí misma   la Esclava del Señor. Y, a la vez, Ella sabía muy bien que era la Madre   de Jesús, la Madre de Dios, y también nuestra Madre.
  1 Cfr. Misas   de la Virgen María, La Virgen, templo del Señor, Antífona de comunión. —   2 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 3. q. 27, a. 5, ad 2. —   3 Cfr. R. Garrigou-Lagrange, La Madre del Salvador, pp. 411 ss. —   4 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 53. — 5 Cfr.   Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, 9. — 6 San   Josemaría Escrivá, Camino, n. 496. — 7 Juan Pablo II, Enc.   Redemptoris Mater, cit., 16. — 8 Mt 5, 8. — 9 Cfr.   J. Polo, María y la Santísima Trinidad, Folleto MC n. 460, Madrid 1987,   p. 29. — 10 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 61. — 11   San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 133. — 12 Cfr. J. Polo,   o. c., p. 39. — 13 Lc 1, 39. — 14 Is 53, 3. —   15 Cfr. Jn 19, 25.
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  † Santoral                   (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
  San Eloy, Orfebre, Año 660
  
Eloy   (o Eligio, que es lo mismo) significa: "el elegido, el   preferido".
  San   Eloy fue el más famoso orfebre de Francia en el siglo VII (orfebre es el que   labra objetos de plata u oro).
  Dios   le concedió desde muy pequeño unas grandes cualidades para trabajar con mucho   arte el oro y la plata. Nació en el año 588 en Limoges (Francia). Su padre, que   era también un artista en trabajar metales, se dio cuenta de que el niño tenía   capacidades excepcionales para el arte y lo puso a aprederlo bajo la dirección   de Abon, que era el encargado de fabricar las monedas en   Limoges.
  Cuando   ya aprendió bien el arte de la orfebrería se fue a París y se hizo amigo del   tesorero del rey. Clotario II le encomendó a Eloy que le fabricara un trono   adornado con oro y piedras preciosas. Pero con el material recibido el joven   artista hizo dos hermosos tronos. El rey quedó admirado de la honradez, de la   inteligencia, la habilidad y las otras cualidades de Eloy y lo nombró jefe de la   casa de moneda (todavía se conservan monedas de ese tiempo que llevan su   nombre).
  Nuestro   santo fabricó también los preciosos relicarios en los cuales se guardaron las   reliquias de San Martín, San Dionisio, San Quintín, Santa Genoveva y San Germán.   La habilidad del artista y su amistad con el monarca hicieron de él un personaje   muy conocido en su siglo.
  Eloy   se propuso no dejarse llevar por las costumbres materialistas y mundanas de la   corte. Y así, aunque vestía muy bien, como alto empleado, sin embargo era muy   mortificado en el mirar, comer y hablar. Y era tan generoso con los necesitados   que cuando alguien preguntaba: "¿Dónde vive Eloy?", le respondían: "siga por   esta calle, y donde vea una casa rodeada por una muchedumbre de pobres, ahí vive   Eloy".
  Un   día Clotario le pidió a nuestro santo que como todos los demás empleados jurara   fidelidad al rey. Él se negaba porque había leído que Cristo recomendaba: "No   juren por nada". Y además tenía miedo de que de pronto al monarca se le antojara   mandarle cosas que fueran contra su conciencia. Al principio el rey se disgustó,   pero luego se dio cuenta de que un hombre que tenía una conciencia tan delicada   no necesitaba hacer juramentos para portarse bien.
  Eloy   se propuso ayudar a cuanto esclavo pudiera. Y con el dinero que conseguía pagaba   para que les concedieran libertad. Varios de ellos permanecieron ayudándole a él   durante toda su vida porque los trataba como un bondadoso   padre.
  Al   santo le llamaba mucho la atención alejarse del gentío a dedicarse a rezar y   meditar. Y entonces el nuevo rey Dagoberto le regaló un terreno en Limousin,   donde fundó un monasterio de hombres. Luego el rey le regaló un terreno en París   y allá fundó un monasterio para mujeres. Y a sus religiosos les enseñaba el arte   de la orfebrería y varios de ellos llegaron a ser muy buenos artistas. Al cercar   el terreno que el rey le había regalado en París, se apropió de unos metros más   de los concedidos, y al darse cuenta fue donde el monarca a pedirle perdón por   ello. El rey exclamó: "Otros me roban kilómetros de terreno y no se les da nada.   En cambio este bueno hombre viene a pedirme perdón por unos pocos metros que se   le fueron de más". Con esto adquirió tan grande aprecio por él que lo nombró   embajador para tratar de obtener la paz ante un gobierno vecino que le quería   hacer la guerra.
  Por   sus grandes virtudes fue elegido obispo de Rouen, y se dedicó con todas sus   energías a obtener que las gentes de su región se convirtieran al cristianismo,   porque en su mayoría eran paganas. Predicaba constantemente donde quiera que   podía. Al principio aquellos bárbaros se burlaban de él, pero su bondad y su   santidad los fueron ganando y se fueron convirtiendo. Cada año el día de Pascua   bautizaba centenares de ellos. Se conservan 15 sermones suyos, y en ellos ataca   fuertemente a la superstición, a la creencia en maleficios, sales, lectura de   naipes o de las manos, y recomienda fuertemente dedicar bastante tiempo a la   oración, asistir a la Santa Misa y comulgar; hacer cada día la señal de la cruz,   rezar frecuentemente el Credo y el Padrenuestro y tener mucha devoción a los   santos. Insistía muchísimo en la santificación de las fiestas, en asistir a misa   cada domingo y en descansar siempre en el día del Señor. Prohibía trabajar más   de dos horas los domingos.
  Cuando   ya llevaba 19 años gobernando a su diócesis, supo por revelación que se le   acercaba la hora de su muerte y comunicó la noticia a su clero. Poco después le   llegó una gran fiebre. Convocó a todo el personal que trabajaba en su casa de   obispo y se despidió de ellos dándoles las gracias y prometiéndoles orar por   cada uno. Todos lloraban fuertemente y esto lo conmovió a él también. Y el 1º.   de diciembre del año 660 murió con la tranquilidad de quien ha dedicado su vida   a hacer el bien y a amar a Dios.
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  Blanca   de Castilla, Santa Reina y Religiosa,   Diciembre 1   
                                                        |                 
  |                        |                Blanca de Castilla, Santa  |           Reina de Francia        La corte ha dado también santos. Blanca era hija de Alfonso         IX, rey de Castilla y de Eleonora de Inglaterra.
  Nació en el año         1185.
  Cuando era todavía una         adolescente quinceañera, contrajo matrimonio con Luis, hijo de         Felipe-Augusto, rey de Francia en el año 1200.
  Al morir Felipe, el 14 de julio de 1223, ocupó el trono su         marido con el nombre de Luis VIII.
  Se         le coronó, al estilo de aquellos siglos, en la bella catedral de Reims al         mes siguiente.
  A los tres años murió         el rey Luis. Los obispos estaban presentes y veían con gran dolor la pena         que tenía Blanca.
  La consolaron y le         dieron la regencia y la tutela de su hijo.
  Dicen que como regente mostró una fina prudencia y al         mismo tiempo mucha energía.
  Nadie –         comentaban – se lo podían imaginar.
  Hizo trizas todas las intrigas que conspiraban contra la         corona real.
  La guerra contra los         albigenses continuó. En 1228, hizo un tratado de paz con Raimundo, conde         de Tolosa.
  Educó a su hijo en la         verdad cristiana. Por eso, con esta buena madre y su profunda fe, su hijo         llegaría también más tarde, a la santidad: san Luis rey de         Francia.
  Fue en peregrinación a Tierra         Santa. Murió cuatro años más tarde. Sus restos descansan en el monasterio         de Maubuisson, fundado por ella misma.
  En Roma, en la iglesia de los franceses, se conservan         algunas de sus reliquias.  | 
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  Fuente: Vatican.va   
Charles   (Carlos de Jesús) de Foucauld, Beato Religioso, 1   Diciembre   
                                                        |                 
  |                        |                Charles (Carlos de Jesús) de Foucauld,               Beato  |           Hermano Carlos de Jesús) nace en Francia, en Estrasburgo, el         15 de septiembre 1858. Huérfano a los 6 años, creció con su hermana Maria,         bajo los cuidados de su abuelo, orientándose hacia la carrera militar.         
  Adolescente, pierde la fe. Conocido         por su gusto de la vida fácil él revela, no obstante una voluntad fuerte y         constante en las dificultades. Emprende una peligrosa exploración a         Marruecos (1883- 1884). El testimonio de fe de los Musulmanes despierta en         él un cuestionamiento sobre Dios: "Dios mío, si existes, haz que te         conozca ". 
  Regresando a Francia, le         emociona mucho la acogida discreta y cariñosa de su familia profundamente         cristiana, y comienza una búsqueda. Guiado por un sacerdote, el Padre         Huvelin, él encuentra a Dios en octubre 1886.Tiene 28 años. "Enseguida que         comprendí que existía un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que         de vivir sólo para El". 
  Durante una         peregrinación a Tierra Santa descubre su vocación: seguir Jesús en su vida         de Nazareth. Pasa 7 años en la Trapa, primero N.S. de las Nieves, después         Akbes, en Syria. Enseguida después, él vive solo en la oración y adoración         cerca de las Clarisas de Nazareth.
  Ordenado sacerdote a los 43 años (1901) parte al Sahara,         primero Beni-Abbes, después Tamanrasset en medio de los Tuaregs del         Hoggar. Quiere ir al encuentro de los más alejados, "los más olvidados y         abandonados".Quiere que cada uno de los que lo visiten lo consideren como         un hermano, "el hermano universal". El quiere "gritar el evangelio con         toda su vida" en un gran respeto de la cultura y la fe de aquellos en         medio de los cuales vive. "Yo quisiera ser lo bastante bueno para que         ellos digan: "Si tal es el servidor, como entonces será el Maestro..."?".         
  En el atardecer del 1° de Diciembre         1916, fue matado por una banda que rodeó la casa. 
  Siempre soñó compartir su vocación con otros: después de         haber escrito varia reglas religiosas; pensó que esta "vida de Nazareth"         podía ser vivida en todas partes y por todos. Actualmente la "familia         espiritual de Charles de Foucauld" comprende varias asociaciones de         fieles, comunidades religiosas e institutos seculares de laicos y         sacerdotes.
  Fue beatificado por         Benedicto XVI el 13 de Noviembre de 2005 en la Basílica de San Pedro en         Roma.
  Aquí podrás ver más         sobre Charles de   Foucauld  | 
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  Clementina   Anuarite Nengapeta, Beata Virgen y Mártir, 1   Diciembre   
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  |                        |                Clementina Anuarite Nengapeta,               Beata  |           Diciembre 1 "La María Goretti         afrinaca"                  Etimológicamente significa "generosa, indulgente." Viene de         la lengua latina.
  En los instantes o días de depres, cuando tu         corazón parece que no escucha a Dios o él no te oye, abandónate con toda         sencillez a la vida del Espíritu. Y no te hundas. Tu poca fe te         basta.
  Esta joven del Zaire murió en 1964. Le tocaron tiempos         horrible. Era la época en la que el Congo se independizaba de Europa         (Bélgica) al grito de ¡fuera los blancos!
  Y precisamente en este         ambiente de crispación es donde nació y se fraguó el martirio de         Clementina.
  Dicen que era una religiosa de fuerte voluntad, aunque         su cultura e inteligencia no brillaran a gran altura.
  No le tenía         miedo a nada ni a nadie. Sabía resistir al mal y a los peligros haciendo         el bien.
  Había un coronel revolucionario que le pedía         insistentemente una chica a la superiora.
  La suerte cayó en la         joven Clementina. Cuando se dio cuenta de las malas intenciones del         militar, le gritó fuerte :"No quiero, no quiero, no quiero, prefiero la         muerte antes que ser suya".
  El bruto del coronel, al ver la         negativa de la chica, le golpeó, se enfureció, cogió una pistola y le dio         muerte a la religiosa.
  Antes de morir, pidió perdón al coronel. Le         dijo:" Le perdono...no tengo en cuenta lo que me has hecho...el Padre de         perdona".
  Esta preparación al martirio no se improvisa. Llevaba una         vida llena de amor a Dios, ayudaba a todo el mundo, consolaba a los         apenados, alegraba a los alegres.
  Nació en 1939 en Wamba en el seno         de una familia pagana. El padre le puso por nombre Nengapeta, pero, al         hacer la profesión religiosa, se puso el de Clementina en la congregación         de la Sagrada Familia.  | 
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  Alejandro   Briant, Santo Mártir Inglaterra, 1   Diciembre   
                                                        |                 
  |                        |                Alejandro Briant, Santo  |           Es descrito como un apuesto joven protestante, que estudió         en Oxford.
  Convertido al catolicismo estudió en         el colegio inglés en Reims, Francia, y fue ordenado sacerdote el 29 de         marzo de 1578.
  Regresó a Inglaterra en         Agosto de 1579, como misionero en Somersetshire, detenido el 28 de abril         de 1581 en Londres en la casa del Padre Robert         Persons.
  Fue torturado en las Torres         de Londres, en parte para que indicara el paradero del Padre Robert.         Durante su encarcelamiento escribió a los Jesuitas solicitando ser         admitido, recibiendo respuesta positiva en las últimas semanas de su         arresto.
  Fue condenado a morir, junto         con otros seis sacerdotes el 16 de Noviembre de 1581 en Wetminster, su         crimen: ser sacerdotes católicos.
  En         prisión, Alejandró talló una pequeña cruz de madera, que luego usaba todo         el tiempo, incluso durante el juicio donde le dijo al juez: "Usted podrá         quitármela de mis manos, pero no de mi corazón".
  Es uno de los cuarenta mártires de Inglaterra y         Gales.
  Para ver más sobre los 40         mártires en Inglaterra y Gales haz "click" AQUI   | 
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  Fuente:   ar.geocities.com/misa_tridentina04   
Juan   Garbella de Vercelli, Beato Sacerdote dominico,   Diciembre 1   
                                                        |                 
  |                        |                Juan Garbella de Vercelli, Beato  |           Sacerdote Dominico        Martirologio Romano: En Montpellier, de la Provenza, en         Francia, beato Juan de Verceli, presbítero, maestro general de la Orden de         Predicadores, que predicó incansablemente la reverencia al nombre de Jesús         (1283).
  Juan nació en Vercelli alrededor del         año 1205.
  Cuando la historia habla de         él por primera vez, tenía ya cuarenta años y era prior de los dominicos de         Vercelli.
  Tras haber dado pruebas de         su fuerza de carácter y habilidades en varios cargos y misiones, fue         elegido como sexto maestro general de la Orden de Predicadores, en 1624.         
  Durante diecinueve años, desempeñó         ese oficio en forma muy distinguida. Juan era de estatura más bien baja         (en su primera carta a sus hermanos se llama a sí mismo "pobre         hombrecito") y de rostro tan alegre que, según se dice, exigía que su         ayudante fuese siempre un fraile de aspecto severo e imponente.Pero su         energía suplía con creces su baja estatura.
  En efecto, visitó y reformó incansablemente los conventos         de su orden en toda Europa, sin dispensarse jamás durante sus viajes de         los ayunos eclesiásticos y de los de su orden. 
  Gregorio X, poco después de su elección al pontificado,         confió a Juan de Vercelli y a los dominicos la tarea de hacer la paz entre         los estados italianos. Tres años más tarde, el Papa pidió al beato que         redactase un "esquema" para el segundo Concilio Ecuménico de         Lyon.
  En el Concilio conoció el Beato         Juan a Jerónimo de Ascoli (más tarde Nicolás IV), quien había cedido a San         Buenaventura en el cargo de general de los franciscanos. Ambos escribieron         juntos una carta a sus súbditos.
  Más         tarde, la Santa Sede los envió como mediadores entre Felipe III de Francia         y Alfonso X de Castilla. Ello no fue más que una continuación del oficio         de pacificación en el que tanto se distiuguió Juan de         Vercelli.
  El beato fue uno de los         primeros propagadores de la devoción al nombre de Jesús, que el Concilio         de Lyon recomendó como acto de reparación por las blasfemias de los         albigenses.
  El Beato Gregorio X eligió         particularmente a Juan de Vercelli como capitán de la Orden de         Predicadores, para difundir esa devoción. El beato escribió inmediatamente         a todos los provinciales.
  Filialmente         se decidió que en todas las iglesias de los dominicos hubiese un altar         dedicado al Santo Nombre de Jesús y que se formasen cofradías contra la         blasfemia.
  En 1278, el maestro general         envió a un visitador a Inglaterra, donde algunos frailes habían atacado la         doctrina de Santo Tomás de Aquino, muerto         recientemente.
  El beato había nombrado         al Doctor Angélico para ocupar la cátedra de teología en París, ya que San         Alberto Magno no quiso aceptarla. Dos años más tarde, Juan de Vercelli         asistió a un capítulo general en Oxford. Como su predecesor, Humberto de         Romanos, el beato se negó a aceptar la dignidad episcopal y un cargo en la         curia romana. 
  También renunció al         cargo de general de la orden, pero su renuncia no fue aceptada, de suerte         que ejerció ese oficio hasta su muerte, ocurrida el 30 de noviembre de         1283.
  Su culto fue aprobado         en 1903.  | 
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  Fuente: www.cpalsj.org 
Edmundo   Campion, Santo Mártir, 1   Diciembre   
                                                        |                 
  |                        |                Edmundo Campion, Santo  |           Es el primer santo inglés de la Compañía de Jesús. Con su         simpatía, alegría contagiosa, con su patriotismo y oratoria supo dar, a         los ingleses perseguidos, el entusiasmo que les faltaba para defender su         fe. 
  Niñez y         juventud Edmundo Campion nace en         Londres, el 15 de enero de 1540, poco después que el rey Enrique VIII         lograra separar a Inglaterra de la obediencia de la Iglesia         católica.
  Su padre fue un librero de         Londres. Desde muy pequeño aprende a devorar libros. Al quedar huérfano,         el gremio de los mercaderes de Londres decide encargarse de su formación.         Fue un excelente alumno.
  Esos son los         años turbulentos de Eduardo VI, niño también de pocos años.         
  Durante el reinado de María         Tudor Cuando cuenta 13 años, en 1553,         Edmundo es elegido para componer y leer un discurso de felicitación a la         Reina María Tudor. Ella también es hija de Enrique VIII y ha sucedido a su         hermano Eduardo.
  Poco después, el         Alcalde Mayor de Londres, Sir Thomas White, determina fundar un Colegio         católico, en Oxford. El cambio religioso, sucedido con el nuevo reinado,         lo mueve a hacerlo. Recordando al joven Edmundo Campion, por el hermoso         discurso a la Reina, le ofrece una beca en el nuevo Colegio. Edmundo pasa         a educarse, entonces, al Colegio de Saint John, donde con distinción         continúa sus estudios.
  En         Oxford Cuando muere la Reina María, en         1558, las cosas se precipitan en Inglaterra y también en Oxford. Le sucede         su hermana Isabel, hija de Enrique y de Ana Bolena, educada en la fe         protestante.
  El favorito de la Reina,         el conde de Leicester, Roberto Dudley, es nombrado Canciller de la         Universidad de Oxford.
  Edmundo Campion         tiene, entonces, 18 años. Ha sido nombrado profesor en el Colegio de Saint         John. Un buen número de alumnos, sigue sus clases. La influencia de         Campion aparece muy claramente. Los jóvenes frecuentan sus conferencias,         imitan su tipo de elocuencia e incluso su modo de vestir. Con orgullo         algunos empiezan a llamarse campionistas.
  Fama de orador A         los oídos de Roberto Dudley llegó la fama de la oratoria de Edmundo         Campion. Cuando muere su esposa, el Canciller dispone que sea Campion         quien escriba y pronuncieel elogio fúnebre. San Edmundo compone un hermoso         discurso que llenade satisfacción al vanidoso         Canciller.
  A la muerte de Sir Thomas         White, el fundador del Colegio de Saint John, en 1564, Campion pidió el         honor de escribir su elogio. La renovada admiración del Canciller,                                                  |                 
  |                        |                Edmundo Campion, Santo  |           al escucharlo, hacen concebir en Campion una protección y un         porvenir muy seguro.
  Discurso ante la reina         Isabel Dos años más tarde, en 1566, la         reina Isabel visitó Oxford. Entre las fiestas de recibimiento debe         destacar un acto académico de filosofía.
  Edmundo Campion, el joven profesor de 26 años, es el         encargado de organizar y de mostrar, ante la Reina, la erudición, la         profundidad de ciencia y la elegancia en el buen decir. Isabel se admira y         decide de veras utilizar los servicios de Campion. Lo recomienda         interesada a Leicester.
  Vice         canciller de Oxford Roberto Dudley,         conde de Leicester nombra entonces a Edmundo Campion, orador de la         Universidad. Poco después, lo elige Prorrector de la misma, oficio que         equivale al de Vice canciller.
  Todos         estos cargos, los recibe Campion antes de tener el grado de doctor, lo que         resulta extraordinario. Es la promesa de una gran         carrera.
  Un paso en         falso Es posible que Edmundo Campion         haya prestado el juramento de supremacía en 1560. Pero ello no lo         intranquiliza. En forma regular frecuenta los ahora servicios protestantes         de la capilla del Colegio de Saint John. Edmundo es católico y no piensa         separarse de su fe. Pero la situación se va haciendo         crítica.
  Poco a poco, se deja vencer.         En 1567 acepta la ordenación diaconal, de manos de su amigo el obispo de         Gloucester, Ricardo Cheney, de la Iglesia reformada.
  Sus amigos, entonces, se dividen, unos lo felicitan, los         más se horrorizan. Edmundo Campion se sumerge en un mar de dudas y en un         recriminarse por la decisión tomada.
  Los estudios de teología En Oxford la división es clara. Hay un partido católico         mayoritario y un partido protestante ascendente.
  Edmundo Campion vacila entre los dos, sin deseos de         elegir. Su anhelo más íntimo es que lo dejen estudiar en paz y poder         desempeñar sus deberes de profesor y de orador universitario. Según los         estatutos del Colegio, su obligación es dedicarse al estudio de teología y         aceptar la ordenación sacerdotal, si quiere continuar su carrera en la         Universidad. Edmundo Campion posterga la decisión, hasta donde puede,         concentrándose en el estudio de Aristóteles y en la teología         natural.
  En 1567 le fue necesario         iniciar el estudio de los Padres de la Iglesia. Y en la medida de su         avance, cada vez se siente más lejos de la Iglesia Anglicana. Trata de         refugiarse en la oración. Consulta a su amigo Tobie Matthew quien parece         no tener escrúpulos en el abandono de la antigua fe. "No leo a los Padres,         para no creerles", es la respuesta.
  El         camino de Tobie Matthew, más tarde obispo de Durham y después arzobispo de         York, parece fácil. Edmundo Campion ama a Inglaterra, ¿es razonable         rechazar lo bueno de la reforma por un anhelo de perfección?. Pero en         Inglaterra no hay libertad. Y eso lo intranquiliza.
  Tormentas exteriores En la primavera de 1568, María Estuardo, católica y         heredera del trono, fue hecha prisionera.
  Poco después Gregorio Martin, su íntimo amigo durante         trece años, abandona Oxford y se exilia en el         continente.
  La tormenta anglicana lo         va presionando. Primero, pierde una beca. Después su cargo como juez         escolástico de la Universidad.
  La         vuelta al buen camino Con la         aprobación de Leicester, Edmundo Campion se decide pasar a Dublin. Allí         podrá trabajar en el proyecto de la creación de la Universidad         Nacional.
  Se adapta fácilmente al         nuevo ambiente y empieza a vivir en paz con su conciencia. La católica         Irlanda está bajo el poder del gobierno imglés, pero las leyes religiosas         no se aplican.
  En         Irlanda Con el pensamiento puesto en         la Universidad irlandesa, prepara una disertación, De Homine Academico. Es         un verdadero catálogo de las virtudes y cualidades de un formador         universitario. Sin duda es su propio programa y que, en parte, lo siente         realizando.
  Poco tiempo después         empieza a trabajar en una historia de Irlanda. Es toda una obra literaria.         La dedica al conde de Leicester, buscando siempre una         protección.
  Tormentas         interiores El 25 de febrero de 1570,         San Pío V dicta la Bula Regnans in Excelsis, de excomunión contra Isabel,         liberando a sus súbditos de la obligación de         obedecerla.
  Una copia de la Bula es         clavada en la puerta del palacio del obispo de Londres el 25 de mayo por         el caballero católico John Felton. Este es torturado y ejecutado. En el cadalso regaló a la         Reina un gran anillo de brillantes, que llevaba cuando fue arrestado,         manifestándole que no deseaba su mal, pero que creía que se destitución         era buena para el país y para su salvación         eterna.
  Una verdadera persecución cae,         entonces, sobre los cristianos que continúan con su adhesión a         Roma.Edmundo Campion, tocado íntimamente por los contenidos de la Bula y         acosado por los remordimientos de conciencia, decide entonces dejar         Irlanda. Por lo demás es buscado afanosamente por las autoridades, pues         todo católico debe ser interrogado.
  Perseguido, Campion vuelve a Londres. Allí no es buscado.         Se le cree en Irlanda.
  Testigo de un martirio En Londres                                          |                 
  |                        |                Edmundo Campion, Santo  |           asiste, en Westminster Hall, atónito entre la muchedumbre,         al despiadado juicio contra el Bienaventurado John Storey. Este se había         exiliado en Flandes. Al poco tiempo, ya anciano, en el Colegio de Douai,         recibió la ordenación sacerdotal. Sir William Cecil lo había hecho raptar         y traer desde Amberes, acusándolo de traición.
  Ese Colegio de Douai fue toda una         institución para la restauración católica de Gran Bretaña. Había sido         fundado por Sir William Allen a quien su fe lo obligó a abandonar         Inglaterra y ordenarse de sacerdote en Lovaina. Lo fundó para los         ingleses, con el fin de formar sacerdotes que pudieran, más tarde,         predicar la fe en la patria. Algunos años más tarde, ya cardenal, fundó         otro Colegio similar en Reims.
  En         Flandes Edmundo Campion decide pasar a         Flandes. Consigue dinero entre sus antiguos alumnos católicos y se embarca         el 1 de junio de 1571.
  Una fragata         inglesa intercepta a la nave. Por no llevar pasaportes, Campion es         detenido y devuelto a Inglaterra. El capitán se queda con el dinero y lo         deja huir, pero en territorio inglés.
  De nuevo, muy pronto, consigue dinero entre los amigos. Un         segundo intento y, esta vez, feliz. A fines de junio de 1571, con grandes         muestras de gozo y alegría fue recibido en el Colegio de         Douai.
  Gran parte de los trece         candidatos que, allí, se preparan al sacerdocio son antiguos amigos y los         más, alumnos suyos en Oxford. Allí está su amigo Gregorio Martin.Estudios         sacerdotales
  En Douai, San Edmundo         Campion vuelve formalmente a la Iglesia católica. Es admitido a los         sacramentos, de los que ha estado privado desde hace más de diez años. Se         siente feliz, viviendo en una comunidad enteramente católica. Sir William         Allen lo considera como una adquisición sensacional.
  Dos años enteros dedica Edmundo Campion a terminar los         estudios de teología. En Douai recibe las órdenes menores y el         subdiaconado, requisitos exigidos por la Iglesia católica antes de las         órdenes del diaconado y el sacerdocio.
  Al pedir las órdenes sagradas y al recibirlas, Campion         siente que puede expiar la falta de haber sido ordenado diácono por un         obispo anglicano.
  Discernimiento         vocacional
  Después viene el largo         discernimiento. ¿Qué debe hacer?. Señor, ¿qué quieres que haga?.En la         oración comprende que debe dirigirse a Roma y que allí el Señor le         mostrará el mejor camino.
  Viaje a         Roma El viaje a Roma lo hace, solo y a         pie, en penitencia. Pide limosna en los caminos y ora sin cansancio. A         fines de febrero de 1573, llega a la Ciudad eterna. Por cierto, se hospeda         en el hospital de los ingleses, como peregrino.
  El primer tiempo lo dedica a la oración y a la visita de         las principales Iglesias de Roma. Visita al cardenal Gesualdi con quien         tiene largas conversaciones a propósito de la Bula Regnans in         Excelsis.
  Pero pronto, entiende         claramente la voluntad de Dios. Debe entrar en la Compañía de Jesús. En         ella podrá darse a los demás y, con la voluntad del Señor, podrá volver a         predicar la fe en Inglaterra.
  Su         ingreso a la Compañía de Jesús
  Es         admitido por el P. Everardo Mercuriano, recién elegido General de la         Compañía. La Congregación General continuaba todavía en funciones. Varios         de los padres congregados, lo han conocido y oído hablar de él. La         simpatía de Campion les gana el corazón a todos. Cada Provincial lo quiere         para su propia Provincia. En Inglaterra no hay jesuitas. El General, lo         admite para la Provincia alemana, la de Austria.
  Noviciado En         Austria Terminada la Congregación General, a mediados de junio de 1573,         con el P. Provincial alemán viaja a Praga para iniciar su noviciado de dos         años. San Edmundo Campion es uno de los fundadores del Noviciado en Brünn,         muy cerca de Praga. Allí, todo le es fácil, en especial la experiencia del         mes de Ejercicios. Los trabajos humildes y el apostolado le resultan         llenos de consolación. Y su facilidad en los estudios le sirve         extraordinariamente para el aprendizaje del nuevo         idioma.
  En         Praga En septiembre de 1574, los         Superiores lo destinan al Colegio de Praga, a continuar el noviciado e         iniciar la etapa de magisterio con los alumnos de retórica. Sus cualidades         literarias, adquiridas en Oxford, le permiten un año brillante. En 1575         hace los votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia. En el Colegio,         funda la Congregación Mariana (hoy, Comunidades de Vida cristiana, CVX)         para sus alumnos. Al año siguiente le añaden el cargo de Prefecto general         del Internado y las predicaciones en la Iglesia. En diversas ocasiones         predica en la corte. Y con su oratoria verdaderamente atrayente se gana el         ánimo del mismo emperador Rodolfo II.
  Ordenación sacerdotal El 8 de septiembre de 1578, el arzobispo de Praga lo         ordenó sacerdote. Y hasta marzo de 1580 ejerce en la capital del imperio         su sacerdocio y ministerio de enseñanza. El idioma alemán parece no tener         secretos para él.
  Llamado a         Roma Por ese tiempo, el cardenal y         doctor, Sir William Allen, fundador del Colegio de Douai, presenta al Papa         Gregorio XIII y al P. General Everardo Mercuriano, un largo y muy bien         fundado memorial. En él solicita el envío de refuerzos sacerdotales a         Inglaterra. El Colegio inglés de Douai ha crecido mucho. Cada año se         ordenan treinta o cuarenta sacerdotes. Más de la mitad logra atravesar el         Canal hacia Inglaterra. Los informes recibidos coinciden respecto al         entusiasmo de las gentes, al deseo de recibir los sacramentos y al ansia         de ser reconciliados con la Iglesia. El Papa Gregorio XIII decide apoyar         al cardenal Allen y funda en Roma el Colegio Inglés. Los primeros         seminaristas vienen todos desde Douai. Dos años después, en 1578, la         dirección del Colegio Inglés es entregada a la Compañía de Jesús, con gran         gozo del cardenal Allen. El P. General Everardo Mercuriano se aviene a         tomar la dirección del Colegio y a hacer suyos los objetivos de su         fundación. Es decir, promete al cardenal Allen que la Compañía de Jesús         enviará misioneros a Inglaterra. Allen pide expresamente al P. Edmundo         Campion para la primera expedición. El P. General         accede.
  San Edmundo Campion es,         entonces, llamado a Roma.
  Destino a         Inglaterra San Edmundo deja Praga el         25 de marzo de 1580, postergado algunos meses por el Provincial de         Austria. Llega a Roma el sábado de Pascua, el 9 de abril. El viaje lo hace         a pie, a caballo y en parte en coche, de acuerdo a los azares del camino.         En Roma, San Edmundo Campion, con profundo gozo, acepta la invitación del         P. General. Su compañero de misión será el P. Roberto Persons, jesuita         inglés, seis años más joven que él.
  San Edmundo lo conoce bien desde los tiempos de Oxford.         Fue su discípulo, y Campion al saberlo católico lo había liberado del         juramento de supremacía. Las autoridades entonces intervenieron y Persons         debió prestar el juramento, pasando así a ser profesor del Colegio de         Balliol. A ruegos de Campion, el P. Persons es nombrado Superior de la         Compañía de Jesús en Inglaterra.
  Instrucciones Las         intrucciones del General de la Compañía son muy precisas. Se verán         obligados a descartar el traje talar y a viajar disfrazados. Deberán vivir         entre seglares bajo nombres supuestos. Vivirán solos durante largos         períodos. No podrán realizar retiros periódicos para recobrar las fuerzas         espirituales. El objetivo de la misión queda también delineado. Trabajarán         en "la conservación y aumento de la fe de los católicos de Inglaterra". No         deberán disputar con los protestantes. Les queda prohibido, en forma         absoluta, inmiscuirse en los asuntos de Estado o enviar informes         políticos. No deben permitir ninguna conversación contra la Reina. San         Edmundo recibe las aclaraciones que pide. Queda claro, la Bula Regnans in         Excelsis obliga sólo a la Reina y a los protestantes. Los católicos,         mientras la Reina gobierne de facto, deben obedecer en todo lo que no         toque a la fe católica.
  El viaje a         la patria El 18 de abril de 1580 sale         de Roma esa primera expedición jesuita a Inglaterra. La componen los PP.         Roberto Persons, Edmundo Campion y el Hermano Rodolfo         Emerson. Con ellos van otros tres         sacerdotes del Colegio inglés, dos seminaristas y cuatro sacerdotes         ingleses radicados en Roma.Antes de salir, el Papa Gregorio XIII los         abraza, a cada uno, cariñosamente, los bendice, a ellos y a toda         Inglaterra. San Felipe Neri también los bendijo. En Milán, San Carlos         Borromeo los obliga a alojar en su propio palacio arzobispal. Edmundo         Campion predica en la Catedral, con gran complacencia del arzobispo. El         resto del viaje lo hacen a través de Suiza, país ya sumido en las ideas de         la reforma protestante. En Ginebra son admitidos, por ser ingleses, a         pesar de ser católicos. San Edmundo, incluso, tiene una conversación con         el célebre calvinista Teodoro Beza, ya anciano, quien lo recibe en su         casa, después de comer. Fue una velada agradable, llena de         humanismo.
  En Reims tiene lugar el         encuentro con el cardenal doctor, Sir William Allen. Campion, a petición         de su amigo, predica a los jóvenes ingleses del Seminario. En su propio         idioma, después de tantos años. Lo hace con fluidez y corrección, como si         jamás hubiera dejado Inglaterra.
  Inglaterra El         ingreso en Inglaterra resulta muy difícil. Las autoridades inglesas ya         estaban en conocimiento de la expedición católica. Los informantes han         comunicado nombres y también fechas. Conocedores de la dificultad, los         jesuitas resuelven disolver la expedición. Cada cual, ingresará como pueda         hacerlo.
  Los jesuitas flamencos del         Colegio de San Omer, prepararon el paso del Canal. Los tres jesuitas no         deben viajar juntos. El P. Roberto Persons, como Superior, será el         primero. Los otros dos pasarán a Inglaterra un tiempo después. Roberto         Persons, vestido de militar y fingiendo ser soldado de los Países Bajos,         cruza el Canal sin mayor dificultad. Edmundo Campion y Rodolfo Emerson,         vestidos de mercaderes, son detenidos en Dover, el 24 de junio. Las         autoridades tienen sospechas, los registran minuciosamente, pero al fin         los dejan pasar. Ambos se dirigen al puerto de Gravesend, distante 30         kilómetros de Londres. En un bote, por el Támesis, llegan a la capital.         Entretanto, el P. Roberto Persons había encargado a jóvenes católicos que         se turnaran, paseándose, en los muelles de Londres. Uno de ellos los         reconoce, por las señas del Hermano, y los lleva a la casa alquilada por         Persons.Ministerios.
  Así comenzaron         los años ingleses del ministerio de Campion. El mejor resumen de esos años         lo da él mismo en carta al P. General. "Por todas partes se publican         contra nosotros edictos llenos de amenazas". "Con las precauciones que         tomamos y con las oraciones de los buenos y, especialmente con el favor de         Dios, hemos recorrido con toda felicidad buena parte de la isla.         
  Nunca nos han faltado personas, que         olvidadas de su propio peligro se mostraron solícitas de nuestra         seguridad". "La persecución se ha embravecido. Nuestra comunidad está         triste, porque no se habla sino de muerte, de prisión o pérdida de bienes         de los fieles. 
  Y con todo, vamos         adelante animosamente". "En la actualidad son innumerables los que vuelven         a la Iglesia. Trabajo desde muy de mañana hasta gran parte de la noche,         habiendo cumplido los diversos oficios y predicado algunos días dos veces.         Trabajo en una infinidad de asuntos: doy respuesta a casos de conciencia,         organizo el trabajo de otro sacerdotes distribuyéndolos donde hubiere         mayor necesidad; reconcilio a los separados con la Iglesia, procuro ayudas         temporales para los que sufren en las cárceles. Son tantos, que fácilmente         desmayaría de fatiga, pero es Dios quien favorece". 
  "La mayor consolación la recibimos al constatar la         increible alegría de estos hermanos, por nuestra venida a         Inglaterra".
  Defensa de la         fe Fue muy célebre el famoso         documento, escrito por San Edmundo dirigido al Consejo de la Reina. En él         refuta el falso rumor, difundido por las autoridades. Los católicos, de         ninguna manera, pretenden la desobediencia civil y aman especialmente a la         Reina Isabel. El excelente estilo gusta a todos, aún a muchos         protestantes. Las ediciones de este escrito se multiplican y es conocido         por toda la población.
  Los católicos         se sienten muy confortados y tranquilos al verse defendidos en su         patriotismo. Poco después Campion compone y edita, en abril de 1581, su         opúsculo "Diez         Razones", un compendio de la fe         católica y los principales argumentos teológicos. Esta obra ocasiona una         verdadera revolución en la Iglesia reformada. Fue todo un éxito. Católicos         y protestantes no pueden hablar, durante meses y en todas partes, sino del         libro del P. Edmundo Campion. Las autoridades, muy molestas, se endurecen         y la persecución se hace más rigurosa. En la Universidad de Oxford, el         libro de Campion fue conocido y comentado, con admiración, por todos y en         especial por sus compañeros y antiguos discípulos.
  Detención El 16 de         julio de 1581, el P. Edmundo Campion es detenido en el castillo de Lyford.         Es traicionado por Jorge Elliot, quien se ha hecho pasar por católico. San         Edmundo no guarda rencor alguno al traidor. Requerido por él, sonriendo le         dice: "Dios te perdone, Jorge, y yo te perdono. Si te arrepientes y te         confiesas, yo te absolveré, pero tendrás que hacer penitencia". Es llevado         a Londres y encerrado en la Torre. En el calabozo Little Ease, tal vez el         más lóbrego y húmedo, de las 22 torres. Allí pasó el primer tiempo. Por         expreso deseo de la Reina Isabel, es llevado a su presencia, al cuarto         día. "¿Me tenéis por verdadera Reina de Inglaterra?". "Sí, Majestad". La         Reina promete: "Os ofrezco la vida, la libertad, bienes de fortuna,         grandeza y honores, si consentís en servirme". La respuesta de San Edmundo         es muy rápida: "Soy vuestro vasallo, mi Reina, pero soy católico". Por         ultimo la Reina dice: "En vos no hay otro crimen que el ser papista".         "Esta es mi mayor gloria", le contestó Campion, con un buen humor         inglés.
  Prisión Se le dio un trato muy humano, para ablandarlo. Los         carceleros, por expreso encargo de la corte, renuevan constantemente las         promesas de la Reina. Le dicen que su conversión al protestantismo lo         llevará al arzobispado de Canterbury. Cuando las autoridades constatan el         fracaso, lo someten a la tortura. Pero no logran una sola palabra de         debilidad. Ni siquiera una indiscreción que pudiera delatar a los otros         jesuitas, o a algún católico.
  Disputas teológicas Destrozado por los tormentos, días después, lo hacen         disputar con los mejores teólogos protestantes. San Edmundo Campion hace         un gran esfuerzo. Muestra serenidad, e incluso amabilidad con todos. Con         un dejo de humor les dice no estar en las mejores condiciones para         sostener una discución teológica.
  Y,         sin embargo, con verdadera sabiduría expone muy bien los argumentos. El         conde de Arendel, protestante, hijo del duque de Norfolk, presente en las         disputas y convencido por Campion, decide volver a la fe católica.         Merecerá más tarde dar su vida por la fe.
  Condenación a muerte A los actos finales lo acompañan San Alexander Briant y el         Bienaventurado Thomas Cottam, ambos sacerdotes de la Compañía de Jesús,         Ralph Sherwim y otros sacerdotes católicos. San Edmundo dijo en esa         ocasión: "Se nos acusa y se pide nuestra muerte. No tenemos a quien         apelar, sino a las conciencias de Uds. ¿Pueden Uds. creer a nuestros         acusadores?.
  Uds. lo saben, ellos han         traicionado a Dios y al hombre. No han mostrado el menor fundamento para         dar crédito a sus juramentos. Ni siquiera son hombres honrados. Aunque         Uds. quisieran creerles, no pueden. Yo encomiendo todo a Dios. Esta         condena la encomiendo a Uds. Nunca hemos temido a la muerte. Lo único que         podemos decir es, que si nuestra religión nos hace traidores, merecemos         ser condenados. Pero somos, y hemos sido, los mejores súbditos que la         Reina haya tenido. Al condenarnos, Uds. condenan a todos nuestros         antepasados, a todos los sacerdotes, obispos y reyes, a todo lo que fue la         gloria de Inglaterra, la isla de los santos y la más fiel hija de la Sede         de San Pedro. La posteridad nos dará la razón. El juicio futuro no va a         estar sujeto a la corrupción como el de hoy." Y ese día, el 21 de         noviembre de 1581, todos son condenados a muerte. "Sean llevados a Tyburn.         Serán ahorcados. Descolgados con vida, se les cortarán las partes         inferiores y se les arrancarán las entrañas para ser quemadas en presencia         de ellos. Se les cortará la cabeza y serán descuartizados. Y Dios tenga         piedad de Uds". San Edmundo Campion entona entonces el Te Deum. Los otros         sacerdotes condenados lo siguen en su canto. 
  Los últimos días San Edmundo estuvo encadenado los once días que mediaron         entre el juicio y la ejecución. Recibió la visita de una hermana,         facultada para hacerle el último ofrecimiento de libertad y de grandes         beneficios, a condición de que renunciara a su Fe. También lo visita Jorge         Elliot. "Si yo hubiera pensado que habíais de sufrir algo más que la         prisión, yo nunca os hubiera acusado". "En ese caso, le contesta con humor         Campion, os suplico, en nombre de Dios, que hagáis penitencia y que         confeséis vuestro pecado, para gloria de Dios y salvación de vuestra         alma". Y ante el temor manifestado por Elliot, por las posibles         represalias católicas, le agrega: "Estáis equivocado si creéis que los         católicos llevan su odio y su ira hasta la venganza. Para que os sintáis         seguro, si queréis, os recomendaré a un Duque católico alemán, donde         podréis vivir en paz". 
  El carcelero         de San Edmundo Campion, presente en la entrevista, se conmovió de tal modo         por la generosidad de Campion, que se hizo católico.
  El martirio El 1°         de diciembre de 1581 sufre el martirio, en compañía de San Alexander         Briant y de Ralph Sherwim.Lo sacan de la Torre. Está lloviendo. Ha llovido         durante varios días. Un gran multitud se ha agolpado a las puertas. San         Edmundo, con una sonrisa, los saluda a todos. "Que Dios os salve,         caballeros, y os haga buenos católicos". Lo atan a una rastra tirada por         un caballo. A él y a Briant los arrastran lentamente por la lluvia y el         barro, hasta llegar a Tyburn. Al pasar por el Arco de Newgate ve una         imagen de la Virgen María, que se ha salvado de los martillazos, y la         saluda cariñosamente. En el camino un católico le enjuga el rostro,         salpicado de lodo y suciedad. San Edmundo le dijo: "Dios te premie y te         bendiga".
  En Tyburn, San Edmundo subió         a la carreta instalada bajo la horca. El mismo se pone la soga alrededor         del cuello. Entonces, pide utilizar el derecho que le otorga la ley, decir         unas palabras."Soy inocente de las traiciones que me han acusado. Soy         católico y sacerdote de la Compañía de Jesús. En esta fe he vivido y en         ella quiero morir". Entonces le gritan que pida perdón a la Reina."¿En qué         la he ofendido?. Soy inocente. He rezado y rezo mucho por ella". Un         cortesano le exige que diga por cuál Reina reza. "Por Isabel, vuestra         Reina y la mía, a la que deseo un largo reinado, tranquilo y feliz". De         inmediato dieron orden de retirar la carreta que estaba bajo sus pies. Y         San Edmundo queda colgando. Inconsciente, tal vez muerto, cortan la cuerda         que lo ata y el carnicero lo descuartiza. Entre los presentes, en primera         línea, está Enrique Walpole, un joven de familia católica, pero inclinado         a la reforma. Tan cerca está, que un poco de sangre le salpica el abrigo         cuando el carnicero arranca las entrañas de Campion y las arroja al         caldero de agua hirviendo. Enrique Walpole se conmovió profundamente.         Tanto que decidió, poco después, cruzar el mar y ordenarse de sacerdote en         la Compañía de Jesús. Trece años más tarde morirá del mismo modo que San         Edmundo, en el cadalso de York.
  Glorificación San         Edmundo Campion fue canonizado el 25 de octubre de 1970 conjuntamente con         San Alexander Briant, San Enrique Walpole y otros siete jesuitas, ingleses         y galeses, mártires de la fe, como él. También fue canonizado su compañero         San Ralph Sherwim.
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  Fuente: Vatican.va   
Liduina   (Elisa Ángela) Meneguzzi, Beata Religiosa Misionera, 1   de diciembre   
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  |                        |                Liduina (Elisa Ángela) Meneguzzi,               Beata  |           Religiosa        Martirologio         Romano: En la ciudad         de Dire-Daua, en Etiopía, beata Liduina (Elisa Anagela) Meneguzzi, virgen         del Instituto de San Francisco de Sales, que, cual espejo de humildad y         caridad cristiana, mostró la misericordia de Dios entre los pobres,         enfermos y cautivos (1941).                   Elisa Angela Meneguzzi (la futura Hermana Liduina) nace el         12 de septiembre del 1901 en Giarre, barrio de Abano Terme, provincia de         Padua.
  Pertenece a una familia de modestos         campesinos, pero rica en honestidad y fe, valores que la niña asimila         desde muy temprana edad; demuestra un vivo espíritu de oraciòn: participa         cada día en la Misa aunque tenga que caminar casi dos kilómetros,         frecuenta la catequesis, más tarde será catequista Reza, durante las         noches con su liimilia y es feliz de poder hablar de Dios a sus         hermanos.
  A los catorce años, para         ayudar económicamente a su familia, empieza a trabajar fuera de casa y lo         hace como empleada doméstica de fanilias acomodadas y en los hoteles de         Abano, ciudad reconocida por sus tratamientos         termales.
  Su carácter es dulce,         siempre disponible y se hace amar y apreciar en cualquier         lugar.
  Deseosa de consagrar su vida a         Dios, el 5 de niarzo de 1926, ingresa en la Congregación de las Hermanas         de San Francisco de Sales en la Casa Generalicia de Padua. Allí realiza su         entrega a Dios y difunde en torno a sí los tesoros de su gran         corazón.
  Realiza con amor su trabajo         como encargada del cuidado de la ropa, enfermera y sacristana entre las         jóvenes del Colegio de la Santa Cruz; éstas ven en ella la amiga buena         capaz de ayudarlas en sus problemas con sus sabios consejos. Deja, en         todas ellas, huellas de imborrable ternura, de valiente serenidad y de         probada paciencia.
  Realiza por fin su         gran sueño que desde siempre guarda en su corazòn: irse en 1937 a tierras         de misiòn y llevar la fe y el amor de Cristo a muchos hermanos que no lo         conocen. Las Superioras la envían como misionera a Etiopía, a la ciudad         cosmopolita de DireDawa, en donde viven gentes de diversas costumbres y         religiones. La humilde hermana dedica con fervor toda su actividad         misionera en este mundo. No tiene gran cultura teológica pero sí una         fuerte riqueza interior, alimentada por un profundo trato con Dios.         Trabaja como enfermera en el Hospital Civil Parmi, que una vez estallada         la guerra se habilita como hospital militar, donde llegan los soldados         heridos. Sor Liduina es verdaderamente para ellos un "àngel de caridad".         Cuida los males fisicos con ternura e incansable dedicaciòn viendo la         imagen de Dios en cada herniario que sufre.
  Su nombre se encuentra muy pronto en boca de todos: la         buscan, la invocan como una bendiciòn. La gente del lugar la llaman         "Hermana Gudda" (grande). Arrecian los bombardeos en la ciudad y todos en         el hospital piden ayuda con un solo grito: "!Socorro, hermana Liduina!". Y         ella sin preocuparse del peligro, lleva los heridos al refugio y corre,         inmediatamente, a socorrer a otros. Se inclina ante los moribundos para         sugerirles el acto de contrición y con su inseparable botellita de agua         bautiza a los niños moribundos.
  Su         entrega no conoce límites; ayuda con un verdadero espíritu ecwnénico a         todos: italianos, blancos y negros, católicos, coptos, musulmanes y         paganos.
  Le gusta hablar,         especialmente, de la bondad de Dios Padre y del cielo preparado para todos         sus hijos.
  Todo esto hace que la gente         del lugar, casi todos musulmanes, queden fascinados y manifiesten una gran         simpatía por la religión católica.
  Por         lo cual se le atribuye el apelativo de "llama ecuménica" porque ya antes         del Concilio Vaticano li realiza uno de los aspectos más recomendados del         ecumenismo. Los santos se anticipan a su tiempo: son como faros luminosos         que señalan la dirección justa en la obscuridad más         densa.
  Mientras tanto una enfermedad         incurable mina su salud; acepta con paz y serenamente su situación; sufre         y se consume cumpliendo con valor su preciosa obra de amor entre los         enfermos.
  Se somete por fin a una         delicada operación quirúrgica que parece superar, pero las cosas se         complican y una parálisis intestinal, el 2 de Diciembre de 1941, corta su         vida.
  La hermana Liduina muere         santamente a los 40 años de edad entregada completamente a la voluntad de         Dios y ofreciendo su existencia por la paz del mundo.
  Un médico que estaba presente allí, afirmaba: "Nunca he         visto morir a alguien con tanta paz y serenidad".
  Los soldados, que la quieren como una de su propia familia         la hacen enterrar en el cementerio reservado para ellos. Los restos         mortales de la hermana Liduina, después de 20 años son trasladados, en         junio de 1961, a Padua, a una capilla de la Casa Generalicia donde devotos         y amigos perigrinan a su tumba para invocar su intercesión ante         Dios.
  Beatificada el 20 de         Octubre del 2002 por Juan Pablo   II.  | 
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  Fuente: Vatican.va   
María   Rosa de Jesús Pellesi, Beata Religiosa Franciscana,   1 Diciembre   
                                                        |                 
  |                        |                María Rosa de Jesús Pellesi, Beata  |           Nació en Prignano sulla Secchia (Italia) el 11 de noviembre         de 1917. Era la última de nueve hermanos. Desde el inicio, la vida le dio         belleza, elegancia, buen humor, dulzura, alegría y mucha paz. A los 17         años llegó también el amor. Su existencia parecía haber tomado el camino         de la plena realización y de la felicidad. El binomio amor-felicidad era         el sueño que perseguía con todo su entusiasmo. Pero Dios tenía otros         planes. 
  Escuchó la voz del Señor, que la         invitaba a dejarlo todo para seguirlo. El 27 de agosto de 1940 dejó su         casa para entrar en el convento de las Religiosas Franciscanas de San         Onofrio en Rímini, fundadas en 1885 por la madre Teresa de Jesús         Crucificado —en el siglo Faustina de los condes Zavagli—, que después, por         sugerencia de ella, se llamarían Franciscanas Misioneras de Cristo. Al         profesar tomó el nombre de María Rosa. 
  Emitió la profesión temporal el 25 de septiembre de 1942.         Se dedicó a la enseñanza en la escuela Santa Ana, de Rímini, y luego en la         escuela parroquial Pro Patria, en Ferrara. El 22 de julio de 1945 abrió         una guardería en Tamara, en Ferrara, pero menos de tres meses después se         tuvo que internar en la sección de enfermos de tuberculosis en el hospital         Santa Ana de Ferrara, iniciando así, a los 27 años, una larguísima         experiencia de dolor, que duraría otros 27 años, hospitalizada y sufriendo         numerosísimas intervenciones quirúrgicas. 
  Siempre buscó hacer la voluntad de Dios y ser santa en         todas las circunstancias. En la escuela del Cristo crucificado aprendió a         sufrir y sobre todo a entregarse como ofrenda por amor. En el hospital se         comportó como el buen samaritano, ayudando a los demás enfermos con su         palabra, con su sonrisa y con su sola presencia. Describiendo su         experiencia hablaba siempre de alegría, paz, serenidad, amor e incluso de         felicidad. 
  El 16 de julio de 1946 se         consagró a la Virgen. Repitió la consagración el 8 de diciembre de 1961.          En marzo de 1947 tuvieron que operarla         para eliminar las adherencias de un neumotórax y se vio afectada por una         pleuritis con exudación. Desde entonces tuvieron que extraerle         periódicamente líquido de la pleura, que se convirtió en una "fuente         inagotable". Un solo médico registró más de mil de esas intervenciones         dolorosísimas (toracentesis). Durante una de ellas, el 28 de octubre de         1955, se rompió la aguja y, dado que no lograron extraérsela, llevó desde         entonces clavada en su pecho esa "lanza", como ella la llamaba, hasta su         muerte. 
  En uno de sus escritos         afirma: "Me abandono totalmente en Jesús. Me fío de él. Lo amo. Es un         abandono vivido en una oración continua y silenciosa. 
  A lo largo de 13 años llevó insertado, día y noche, el         tubo de drenaje. 
  Ante el agravamiento         de su salud, el 31 de agosto de 1947 anticipó la profesión perpetua. Hizo         peregrinaciones a Loreto en 1948, 1950 y 1957, y también una a Lourdes en         1951. 
  El 5 de agosto de 1955 hizo un         voto de abandono a la voluntad de Dios. 
  El 15 de marzo de 1968, al agravarse el edema pulmonar que         sufría, recibió la unción de los enfermos. 
  Murió el 1 de diciembre de 1972, a la hora de las         Vísperas.   | 
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  Fuentes: IESVS.org; EWTN.com;   hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
   
  Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
   
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