J†A
  JMJ
  Pax
  †   Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21, 20-28
  Gloria a ti, Señor.
  En   aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
"Cuando vean a Jerusalén sitiada   por un ejército, sepan que se aproxima su destrucción.
Entonces, los que   estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en la ciudad, que se   
alejen de ella; los que estén en el campo, que no vuelvan a la ciudad;   porque esos días serán de 
castigo para que se cumpla todo lo que está   escrito. 
¡Pobres de las que estén embarazadas y de las que estén criando en   aquellos días! Porque 
vendrá una gran calamidad sobre el país y el castigo   de Dios se descargará contra este pueblo. 
Caerán al filo de la espada, serán   llevados cautivos a todas las naciones y Jerusalén será 
pisoteada por los   paganos, hasta que se cumpla el plazo que Dios le ha señalado.
Habrá señales   prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas; en la tierra las naciones   se 
llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la   gente se morirá de terror 
y de angustiosa espera por las cosas que vendrán   sobre el mundo, pues hasta las estrellas se 
bambolearán. Entonces verán   venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. 
Cuando   estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se   
acerca la hora de su liberación".
Palabra del Señor.
Gloria a ti,   Señor Jesús.
  Suplicamos tu   oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus   oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te   salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre   todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre   de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.   Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa! 
  Aclaración:   una relación muere sin comunicación   y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras   de vida eterna"   (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no   basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite   ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han   sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
  Por leer la Palabra, no se debe   dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse   el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al   Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y   nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias   por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en   CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
  Nota: es una película protestante, por eso   falta LA MADRE.
  El Misterio de la Misa en 2 minutos:   https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
  Lo que no ven tus ojos (2 minutos):   http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
  El Gran Milagro (película completa):   http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
  Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
    "El GRAN tesoro oculto de la Santa   Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc 
  Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo,   tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc   14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y   no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros"   (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre   dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si   comulgamos   en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y   renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero   (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios,   que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos   auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es   ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la   Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo,   pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama   realmente?
  Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el   primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las   fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos   pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana:   0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses"   son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren   baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué   no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que   todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa   grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10;   Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
  Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir   "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir   "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad",   "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la   tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la   Misa?
  Estamos en el mundo para ser felices para siempre,   santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la   Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el   representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes   de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el   Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm   14,23). ¿Otros pecados mortales? no   confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al   menos en tiempo pascual (920),   abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),   promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación   artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual   fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,   borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de   venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver   más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
  Si no ponemos los medios para confesamos lo antes   posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al   infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22;   10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.).   Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves,   si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa   (Jn 15,22).
   
    
  † Misal
   
  Jue 34a. Ordinario año   impar
    Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo   peligro. Mírame, Dios mío, y ten 
  piedad de mí, que estoy solo y   afligido.
   
    Oremos:
Nos acogemos, Señor, a tu providencia que nunca se   equivoca, y te pedimos humildemente que 
apartes de nosotros todo mal y nos   concedas aquello que pueda contribuir a nuestro bien.
Por nuestro Señor   Jesucristo...
Amén.
   
    Mi   Dios envió a su ángel para cerrar las fauces de los   leones
  Lectura del libro del profeta Daniel 6,   12-28
  En aquellos días, unos hombres fueron a espiar a Daniel y lo   sorprendieron haciendo oración a 
su Dios. Entonces fueron a decirle al rey   Darío: 
"Señor, ¿no has firmado tú un decreto, que prohíbe, durante treinta   días, hacer oración a 
cualquier dios u hombre que no seas tú, bajo pena de   ser arrojado al foso de los leones?"
El rey contestó: 
"El decreto está en   vigor, como ley irrevocable para medos y persas". 
Ellos le replicaron:   
"Pues Daniel, uno de los desterrados de Judea, no ha obedecido el decreto   que firmaste, porque 
tres veces al día hace oración a su Dios".
Al oír   estas palabras, el rey se afligió mucho, se propuso salvar a Daniel y hasta la   puesta del sol 
estuvo buscando el modo de librarlo. Pero aquellos hombres,   comprendiendo que el rey quería 
salvar a Daniel, le urgían diciéndole:   
"Señor, tú sabes que, según la ley de medos y persas, un decreto real es   irrevocable".
Entonces el rey ordenó que trajeran a Daniel y lo arrojaran al   foso de los leones. Pero le dijo a 
Daniel: 
"Tu Dios, a quien sirves con   perseverancia, te va a librar".
Trajeron un piedra, taparon con ella la   entrada del foso y el rey la selló con su sello y con el de 
sus   funcionarios, para que nadie pudiera modificar la sentencia dada en contra de   Daniel. 
Después el rey se volvió a su palacio y se pasó la noche sin probar   bocado y sin poder 
dormir.
Al amanecer, se levantó y se dirigió a toda   prisa al foso de los leones. Ya cerca del foso le gritó 
angustiado a Daniel:   
"Daniel, siervo del Dios vivo, ¿ha podido salvarte de los leones tu Dios, a   quien veneras 
fielmente?" 
Daniel le contestó: 
"Viva siempre el rey.   Mi Dios envió sus ángeles para cerrar las fauces de los leones y no me han   
hecho nada, porque ante él soy inocente, como lo soy también ante ti".
El   rey se alegró mucho y mandó que sacaran a Daniel del foso; al sacarlo, vieron   que no tenía ni 
un rasguño, porque había confiado en su Dios. Luego ordenó   que trajeran a los que habían 
acusado a Daniel y los arrojaran al foso de   los leones con sus hijos y su esposas. No habían 
llegado al suelo y ya los   leones los habían atrapado y despedazado.
Entonces el rey Darío escribió a   todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra: 
"Paz y bienestar. Ordeno   y mando que en mi imperio, todos respeten y teman al Dios de Daniel. 
El es   el Dios vivo que permanece para siempre. Su reino no será destruido, su imperio   durará 
hasta el fin. El salva y libra, obra prodigios y señales en el cielo   y en la tierra. El salvó a Daniel de 
los leones".
Palabra de   Dios.
Te alabamos, Señor.
    Daniel 3
  Bendito seas para siempre, Señor.
  Rocíos y lluvias, bendigan al Señor. Hielo y frío, bendigan al   Señor. Heladas y nieves, bendigan al Señor.
Bendito seas para siempre,   Señor.
  Noches y días, bendigan al Señor. Luz y tinieblas, bendigan al   Señor.
Bendito seas para siempre, Señor.
  Rayos y nubes, bendigan al Señor. Tierra, bendice al   Señor.
Bendito seas para siempre, Señor.
    Aleluya, aleluya.
Estén atentos y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su   liberación, dice el Señor.
Aleluya.
    Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que se cumpla el   plazo señalado por Dios
  † Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21,   20-28
  Gloria a ti, Señor.
  En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
"Cuando vean a   Jerusalén sitiada por un ejército, sepan que se aproxima su   destrucción.
Entonces, los que estén en Judea, que huyan a los montes; los   que estén en la ciudad, que se 
alejen de ella; los que estén en el campo,   que no vuelvan a la ciudad; porque esos días serán de 
castigo para que se   cumpla todo lo que está escrito. 
¡Pobres de las que estén embarazadas y de   las que estén criando en aquellos días! Porque 
vendrá una gran calamidad   sobre el país y el castigo de Dios se descargará contra este pueblo. 
Caerán   al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones y Jerusalén   será 
pisoteada por los paganos, hasta que se cumpla el plazo que Dios le ha   señalado.
Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas;   en la tierra las naciones se 
llenarán de angustia y de miedo por el   estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror 
y de angustiosa   espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se   
bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran   poder y majestad. 
Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y   levanten la cabeza, porque se 
acerca la hora de su liberación".
Palabra   del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
   
    Confiados en tu misericordia, Señor, venimos a tu altar con   nuestros dones, a fin de que te 
dignes purificarnos por este memorial que   estamos celebrando.
Por Jesucristo, nuestro   Señor.
Amén.
   
    Jesús, buen samaritano
  En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre   santo, Dios todopoderoso y 
eterno,en todos los momentos y circunstancias de   la vida, en la salud y en la enfermedad, en el 
sufrimiento y en el gozo, por   tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó   haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. 
También hoy, como   buen samaritano, se acerca a todo ser humano que sufre en su cuerpo o en 
su   espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la   esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en   la noche del dolor, 
vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y   resucitado.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una   voz el himno de tu gloria:
    Yo   te invoco, porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis   palabras.
   
    Oremos:
Padre Santo, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y   la Sangre de tu Hijo, guíanos por medio 
de tu Espíritu a fin de que, no sólo   con palabras, sino con toda nuestra vida, podamos 
demostrarte nuestro amor y   así merezcamos entrar al Reino de los cielos.
Por Jesucristo, nuestro   Señor.
Amén.
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  † Meditación diaria
  34ª semana. Jueves
  BENDECID TODOS AL SEÑOR
  — La naturaleza entera alaba a Dios. El Canto del Trium   puerorum.
  — Preparación y acción de gracias de la Misa.
  — Jesús viene a visitarnos en la Comunión. Poner todos los medios   para darle buena acogida.
  I. Rocíos y escarchas, bendecid al Señor. // Hielo y frío,   bendecid al Señor. // Luz y tinieblas, bendecid al   Señor...1.
  Una de las lecturas de estos días nos narra diversos pasajes del   Libro de Daniel, y los Salmos responsoriales recogen el bellísimo   Canto llamado de los tres jóvenes (Trium puerorum), utilizado en   la Iglesia desde la antigüedad como himno de acción de gracias, introducido   primero en la Santa Misa, y después fuera de ella, para fomentar la piedad de   los fieles2.
  Cuando los tres jóvenes judíos fueron condenados a morir en un   horno ardiendo por negarse a adorar la estatua de oro erigida por el rey   Nabucodonosor, oraron al Dios de sus padres, al Dios de la Alianza, que   manifestó su santidad y magnificencia en tantos prodigios sobre el pueblo de   Israel, y cantaron este himno que «suena como una llamada dirigida a las   criaturas a fin de que proclamen la gloria de Dios Creador»3; esta gloria está ante todo en Dios mismo y, mediante la obra de   la Creación, brota del seno mismo de la Divinidad y, «en cierto modo, se   traslada fuera: a las criaturas del mundo visible y del invisible, según su   grado de perfección»4.
  Comienza el himno con una invitación a todas las criaturas a   dirigirse a su Creador: Obras todas del Señor, bendecid al Señor: alabadle y   ensalzadle por todos los siglos de los siglos. Los ángeles del Cielo dirigen   la alabanza. Luego, los cielos, donde está la lluvia5, y todos los cuerpos celestes, el sol y la luna, las estrellas,   aguaceros y rocío, los vientos, fuego y calor, frío y helada, rocío y escarcha,   helada y nieves, noches y días, luz y tinieblas, relámpagos y nubes son   invitados a alabar al Señor. La tierra con sus montes y colinas, sus fuentes,   sus mares y ríos, ballenas y peces y todo lo que se mueve en las aguas; las aves   del cielo, las bestias todas y los ganados son instados a bendecir al   Señor.
  El hombre, rey de la Creación, aparece el último, y por este   orden: todos los hombres en general, el pueblo de Israel, los sacerdotes, los   ministros del Señor, el pueblo judío, los justos, los santos y humildes de   corazón. Por último, los mismos jóvenes judíos fieles al Señor (Ananías, Azarías   y Misael) son llamados a cantar alabanzas al Creador6.
  Para la acción de gracias después de la Misa, se añadió desde   antiguo a este Cántico el Salmo 150, último del Salterio, en el que también se   convoca a todos los seres vivientes para bendecir al Señor. Laudate Dominum   in sanctis eius... Alabad al Señor en su templo, alabadlo en todo su   firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, por su inmensa grandeza. Alabadlo   tocando trompas, con arpas y cítaras, con tambores y danzas... ¡Todo ser   viviente alabe al Señor!
  Nuestra vida cristiana debe ser toda ella como un canto   vibrante de alabanza, lleno de adoración, acciones de gracias y entrega   amorosa. Por eso, en la acción de gracias de la Comunión, mientras que tenemos   en nuestro corazón al Señor de Cielo y tierra, nos unimos a todo el universo en   su pregón de agradecimiento al Creador.
  II. La vida entera, pero especialmente los momentos después de   haber comulgado, es un tiempo de alegría y de alabanza a Dios. Para dar gracias   al Señor nos podemos unir interiormente a todas las criaturas que, cada una   según su ser, manifiestan su gozo al Señor. «Hay que cantar desde ahora –comenta   San Agustín–, porque la alabanza a Dios hará nuestra dicha durante la eternidad   y nadie sería apto para esta ocupación futura si no se ejercitara alabando en   las condiciones de la vida presente. Cantemos el Aleluya, diciendo unos a   otros: alabad al Señor; y así prepararnos el tiempo de la alabanza que seguirá a   la resurrección»7. ¡Alabad al Señor...! Nos unimos a todos los seres de la   tierra, y a los santos y «los ángeles y los arcángeles, y con todos los coros   celestiales cantamos sin cesar el himno de tu gloria ...»8.
  Te adoro con devoción, Dios escondido9, le decimos a Jesús en la intimidad de nuestro corazón después de   haber comulgado. En esos momentos hemos de frenar las impaciencias y permanecer   recogidos con Dios que nos visita. Nada hay en el mundo más importante que   prestar a ese Huésped el honor y la atención que se merece. Si somos generosos   con el Señor y cuidamos esos diez minutos en su compañía, llegará un tiempo   –quizá ya ha llegado– en el que esperaremos con impaciencia la Santa Misa y el   momento de la Comunión. Las almas de todos los tiempos que han estado cerca de   Dios han esperado con impaciencia ese momento inefable en el que tan próximos   estamos de Dios. Así ocurría a San Josemaría Escrivá: durante la mañana daba   gracias por la Misa que había celebrado, y por la tarde preparaba la Misa del   día siguiente. Y era tal su amor que incluso durante la noche, cuando se   interrumpía su sueño, su pensamiento se dirigía hacia la Misa que iba a celebrar   al día siguiente y, con el pensamiento, el deseo de glorificar a Dios a través   de aquel Sacrificio único. De este modo, el trabajo y las mortificaciones, las   jaculatorias y las comuniones espirituales, los detalles de caridad, iban   dirigidos como preparación o como obsequio en acción de   gracias10.
  Examinemos hoy con qué amor acudimos nosotros a la Santa Misa,   donde tributamos a Dios la alabanza suprema, y con qué atención y esmero   cuidamos de esos minutos que estamos con Él. Es una cortesía que no debemos   descuidar jamás.
  III. El Evangelio de la Misa11 nos recuerda la venida gloriosa de Cristo al fin de los tiempos:   Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se   le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán. Entonces verán   al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria, Ahora, en la   Comunión, llega el mismo Hijo del Hombre a nuestro corazón para   fortalecernos y llenarnos de paz. Viene como el Amigo tanto tiempo esperado. Y   hemos de recibirlo como lo hicieron sus más íntimos: con la atención de María de   Betania, con la alegría con que le acogió Zaqueo en su casa... «Parece que esto   es lo correcto: si se recibe en casa a un amigo, a un invitado, se le atiende,   es decir, se le da conversación, se le acompaña. No se le deja en la sala de   visitas o en cualquier otro lugar de la casa, con el periódico, para que   entretenga la espera hasta que nos venga bien atenderle. Sin duda sería de muy   mala educación. Y si la persona que nos visitara fuera de tan gran categoría,   que el solo hecho de venir a nuestra casa supusiera un honor muy por encima de   nuestra condición y merecimientos, entonces la desatención no sería ya falta de   educación, sino grosería incalificable»12. Hemos de tratar bien a Jesús, que tanto desea visitarnos en   nuestra pobre casa. «Y no suele Su Majestad pagar mal la posada, si le hace buen   hospedaje»13. Es una buena ocasión de unirnos a toda la Creación para alabar y   dar gracias al Creador que, humilde, se queda sacramentalmente en nuestro   corazón durante esos minutos.
  La Iglesia, siempre Madre buena, nos ha aconsejado a sus hijos   esas oraciones que han alimentado la piedad de tantos cristianos para ayudarnos,   especialmente cuando nos sintamos pobres de palabras para dirigirnos a Jesús: el   Himno Adoro te devote, elTrium puerorum, la Oración a Jesús   Crucificado, las Invocaciones al Santísimo Redentor... Si al comulgar   procuramos tener a mano algún devocionario –cuando sea posible– o algún Misal de   los fieles, dispondremos de una buena ayuda para aprovechar ese tiempo que tanto   va a influir luego a lo largo de todo el día. Muchas veces, la jornada depende   de esos minutos junto a Jesús Sacramentado.
  No dejemos de poner todos lo medios a nuestro alcance para mejorar   nuestras disposiciones antes y después de haber comulgado. Cualquier esfuerzo   que pongamos es siempre largamente recompensado. «Cuando recibas al Señor en la   Eucaristía, agradécele con todas las veras de tu alma esa bondad de estar   contigo.
  »—¿No te has detenido a considerar que pasaron siglos y siglos,   para que viniera el Mesías? Los patriarcas y los profetas pidiendo, con todo el   pueblo de Israel: ¡que la tierra tiene sed, Señor, que vengas!
  »—Ojalá sea así tu espera de amor»14.
  1 Salmo responsorial. Año 1. Dan 3, 68 ss. —   2 Cfr. A. G. Martimort, La Iglesia en oración, Herder, 3ª   ed., Barcelona 1987, p. 168. — 3 Juan Pablo II, Audiencia general 12-III-1986. —   4 Ibídem. — 5 Cfr. Gen 1, 7. — 6 Cfr. B. Orchard y otros,Verbum Dei, vol. II, notas a   Dan 3, 51-90. — 7 San Agustín, cit. por D. de las Heras, Comentario   ascético-teológico sobre los Salmos, p. 374. — 8 Misal Romano, Prefacio de la Misa. — 9 Himno Adoro te devote. — 10 Cfr. F. Suárez,El sacrificio del altar, p. 280. —   11 Lc 21, 20-28. — 12 F. Suárez, o. c., p. 274. —13 Santa Teresa, Camino de perfección, 39. —   14 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 991.
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  † Santoral                   (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
   
  San Leonardo de Puerto Mauricio 
Predicador 
Año 1751
                  |           Este santo ha sido uno de los mejores predicadores que ha         tenido Italia, y logró popularizar por todo el país el rezo del santo         Víacrucis.          Nació en Puerto Mauricio (Italia) en 1676.                                         |                San Leonardo de Porto Mauricio,               (1676-1751)               por Isidoro de Villapadierna             |           El 17 de marzo de 1923 Pío XI nombraba celestial patrono de         los sacerdotes que se dedican a las misiones populares a San Leonardo de         Porto Mauricio, «solícito y valiente pregonero de la divina palabra,         escogidísimo obrero en la viña del Señor». Émulo de San Vicente Ferrer,         protector de sus misiones, fue puesto por la divina Providencia en aquel         siglo XVIII racionalista, frívolo y decadente, «el más bajo de los         siglos», para predicar a Jesús crucificado y renovar la piedad, atenazada         por el jansenismo hipócrita y frío.         Nació en Porto Mauricio (hoy Imperia), en la azul Riviera         italiana, el 20 de diciembre de 1676 en un hogar de honrados marinos. Niño         serio y piadoso, fue enviado a los trece años a Roma, cursando los         estudios de humanidades, retórica y filosofía en el célebre Colegio         Romano, al mismo tiempo que, como congregante de los oratorios filipino y         del padre Caravita, adquiría una sólida formación espiritual. A los         veintiún años, sin titubeo alguno, siguió la voz del Señor, que le llamaba         al estado religioso, vistiendo el hábito franciscano el 2 de octubre de         1697 en la provincia reformada romana. Ordenado de sacerdote el 23 de         septiembre de 1702 y destinado a la enseñanza de la filosofía, cayó         enfermo de una grave afección pulmonar, cuya curación, cinco años más         tarde en su país natal, atribuyó a la Santísima Virgen, dedicándose         inmediatamente de lleno al ministerio de la predicación. Trasladado en         1709 al convento de San Francisco al Monte de Florencia, trabajó         incansable en el establecimiento y organización de los conventos-retiros         de la Orden, donde una selección de religiosos, observantísimos entre los         observantes, vivía la pureza de la regla franciscana en un intransigente         aislamiento del mundo. Nombrado guardián del retiro de San Francisco al         Monte, que gobernó nueve años, logró fundar en 1717 un «super-retiro» en         la cercana colina del Incontro, dotándole de unos estatutos calcados en el         austerísimo espíritu de San Pedro de Alcántara y del Beato Buenaventura de         Barcelona.         En este eremitorio, que llevaba el sugestivo nombre de «la         Soledad del Encuentro», San Leonardo redactó aquel mismo año sus         Propósitos, férreo programa detallado y razonado de su lucha por la         perfección, que define «trato íntimo y comercio interior con Dios Uno y         Trino». Poniendo como fundamento la desconfianza en sí mismo, se crea una         inaccesible zona de seguridad, «una soledad mental llamada por mí País de         la Fe, donde en olvido de todas las criaturas hablaré y conversaré con         Dios». Armazón del edificio espiritual son las tres obras principales del         día: la santa misa, precedida de la confesión y celebrada siempre con         cilicio; el oficio divino, meditando la pasión del Señor; la oración         mental, «mi pan cotidiano», que extendía a todas las horas libres de la         jornada. Con el «cuchillo de la mortificación» a la mano, San Leonardo         fija el método ascético de adquisición y ejercicio de las virtudes         teologales, votos monásticos y virtudes de religión, humildad, caridad con         el prójimo y modestia; detalla las prácticas piadosas del día y las         especiales de cada semana y mes, y reglamenta sus devociones predilectas:         la pasión del Señor, que «meditaré día y noche»; el ejercicio del vía         crucis, «que introduciré sin perdonar fatiga y aun lo impondré         frecuentemente por penitencia»; la devoción a la Santísima Virgen, «cuyo         sermón predicaré con especial fervor», llevando además por toda la vida,         en memoria de sus siete dolores, una cruz con siete puntas sobre el pecho.         Cada obra ha de llevar la etiqueta de la pureza de intención, la «nata del         amor de Dios»; cada transgresión será castigada con el rezo del «Miserere»         o una cruz en tierra con la lengua. Para la renovación de la pureza de         intención y petición de la ayuda divina se propone la jaculatoria «Jesús         mío, misericordia», que repetía millares de veces al día y recomendaba         insistentemente a sus dirigidos y misionados. «El sello de todos estos mis         propósitos –termina– será la presencia continua de Dios», para lo cual se         ayudará de la mencionada jaculatoria y de un ingenioso recurso         nemotécnico: a los dedos de la mano.         No se trata del cuaderno de un novicio fervoroso; estos 66         propósitos eran la experiencia y ejercicio de veinte años de religioso         perfecto. Cinco veces los revisó y copió, poniéndolos a la firma del         confesor para tener el mérito de la obediencia. La última ratificación y         copia en 1745, a los sesenta y nueve años de edad, testifican la plena         validez y eficacia de este manualito privado de ascética y mística, cuya         observancia, minuto a minuto, llevó a nuestro Santo a las más altas         cumbres de la santidad.         La fórmula de la espiritualidad de San Leonardo consistió en         la equilibrada combinación de contemplación y acción. O como decía él         mismo al definir su vocación: «Misión, estando siempre ocupado por Dios;         soledad, estando siempre ocupado en Dios». Eterno ermitaño en su corazón,         abandonaba la paz conventual para «la campaña contra el infierno», como         llamaba a las misiones populares, el género predilecto de su apostolado,         comenzando ya en 1708. Compuestos al principio su Cuaresma y los Sermones         de misión, no se cuidó de renovarlos, y repitiéndolos apenas retocados en         los mismos lugares –en Roma cerca de veinte veces–, los efectos fueron         siempre maravillosos. Con un lenguaje sencillo y directo –una perla rara         en aquella época del ridículo y huero barroquismo oratorio–, exponía los         novísimos, la gravedad del pecado, los males del escándalo, atacando con         especial vehemencia e ironía al chichisbeo, el típico y pecaminoso         galanteo de aquel siglo sensual y morboso. Personalmente con los pecadores         era sereno, jovial y benigno, poniendo en una buena confesión el fin         principal de las misiones.         Práctico y organizador, como auténtico genovés, compuso en         1712 el reglamento de misiones, que substancialmente, y aun en muchos         detalles, coincide con el método corriente de las actuales misiones         populares. Cada misión solía durar de quince a dieciocho días,         comenzándose con la entrega del gran crucifijo, que plantaba en el palco o         púlpito y señalaba patéticamente al pueblo: «He aquí el compendio de         cuanto os vamos a predicar en estos santos días: Jesús crucificado». No se         desdeñaba de hacer un moderado uso de piadosos recursos externos para         crear y mantener el clima de misión, como tomar la disciplina         interrumpiendo el sermón, la procesión de penitencia con el impresionante         cuadro del «condenado», las procesiones del entierro de Jesús y de Nuestra         Señora del Bello Amor, el lúgubre toque de la «campana del pecador» a las         nueve de la noche. La misión terminaba con la solemne erección del vía         crucis, «gran batería contra el infierno», de los que erigió 576. En días         sucesivos daba pláticas al clero y ejercicios espirituales a las         religiosas, forma de apostolado que, como igualmente la dirección         espiritual, cultivó con abnegación y esmero. Sigilosamente se retiraba         después al retiro más cercano «a predicar la misión a fray Leonardo», es         decir, a intensificar su vida de penitencia y de unión con         Dios.         Es imposible seguir el itinerario de sus cuarenta y cuatro         años de misionero, en los que recorrió con los pies descalzos, sin         sandalias, todos los caminos de la Italia del Norte y central, dando 339         misiones, reseñadas en el diario de su inseparable compañero fray Diego de         Florencia con la anotación de los prodigios obrados en ellas.         Particularmente intensas y fructuosas fueron las misiones predicadas en         Roma en el jubileo extraordinario de 1740, y, más tarde, en la preparación         del Año Santo de 1750, terminado con la solemne inauguración de las         estaciones del vía crucis en el Coliseo el 27 de diciembre. Muy curiosas y         accidentadas, pero plenamente logradas, las misiones de Córcega en 1744         ante auditorios frecuentemente armados de punta en         blanco.         «Deseo morir en misión con la espada en la mano contra el         infierno» –dice uno de sus propósitos–. Y así fue literalmente. Acabó su         última misión el 24 de octubre de 1751 en las montañas de Bolonia; el 26         de noviembre, próximo a cumplir setenta y cinco años, moría en su amado         retiro de San Buenaventura de Roma este «gran cazador del paraíso», como         le llamaba su amigo Benedicto XIV. Anticipándose en más de un siglo a la         «lluvia de rosas» de Santa Teresita, había escrito con fuerte estilo         misional: «Cuando muera revolucionaré el paraíso y obligaré a los ángeles,         a los apóstoles, a todos los santos, a que hagan una santa violencia a la         Santísima Trinidad para que mande hombres apostólicos y llueva un diluvio         de gracias eficacísimas que conviertan la tierra en cielo». Fue         beatificado el 19 de junio de 1796 y canonizado el 29 de junio de 1867. La         iconografía le muestra con el crucifijo misionero en el pecho o en el acto         de mostrarlo al auditorio, emblema merecidísimo de este gran propagador         del vía crucis y predicador incansable de Jesús crucificado, «principio y         fin de toda nuestra obra».         Isidoro de Villapadierna, O.F.M.Cap.,  San Leonardo de         Porto Maurizio, en Año Cristiano, Tomo IV,  Madrid, Ed. Católica (BAC         186), 1960, pp. 471-475         San Leonardo estimaba muchísimo el rezo del Santo Viacrucis         (las 14 estaciones del viaje de Jesús hacia la cruz). A él se debe que         esta devoción se volviera tan popular y tan estimada entre la gente         devota. Como penitencia en la confesión ponía casi siempre rezar un         Viacrucis, y en sus sermones no se cansaba de recomendar esta práctica         piadosa. En todas las parroquias donde predicaba dejaba instaladas         solemnemente las 14 estaciones del Viacrucis.          Logró erigir el Viacrucis en 571 parroquias de         Italia.         Otras tres devociones que propagaba por todas partes eran la         del Santísimo Sacramento, la del Sagrado Corazón de Jesús y la del         Inmaculado Corazón de María. En este tiempo esas devociones estaban         muchísimo menos popularizadas que ahora. A San Leonardo se le ocurrió una         idea que después obtuvo mucho éxito: recoger firmas en todo el mundo para         pedirle al Sumo Pontífice que declarara el dogma de la Inmaculada         Concepción. Esto se hizo después en el siglo XIX y el resultado fue         maravilloso: millones y millones de firmas llegaron a Roma, y así los         católicos de todo el mundo declararon que estaban convencidos de que María         sí fue concebida sin pecado original.         Daba dirección espiritual a muchas personas por medio de         cartas. Se conservan 86 cartas que dirigió a una misma persona tratando de         llevarla hacia la santidad.         Se le encomendó ir a predicar a la Isla de Córcega que         estaba en un estado lamentable de abandono espiritual. Fue la más difícil         de todas las misiones que tuvo que predicar. Él escribía: "En cada         parroquia encontramos divisiones, odios, riñas, pleitos y peleas. Pero al         final de la misión hacen las paces. Como llevan tres años en guerra, en         estos años el pueblo no ha recibido instrucción alguna. Los jóvenes son         disolutos, alocados y no se acercan a la iglesia, y lo grave es que los         papás no se atreven a corregirlos. Pero a pesar de todo, los frutos que         estamos consiguiendo son muy abundantes.         El Sumo Pontífice lo mandó volver a Roma para que se         dedicara a predicar Retiros y Ejercicios a religiosos y monjas. Y el éxito         de sus predicaciones era impresionante.         San Leonardo logró entonces cumplir algo que había deseado         durante muchos años: poder erigir un Viacrucis en el Coliseo de Roma (que         era un estadio inmenso para los espectáculos de los antiguos romanos, en         el cual cabían 80,000 espectadores. Fue construido en tiempos de         Vespasiano y Tito, año 70, y siempre había estado destinado a fines no         religiosos. Sus impresionantes ruinas se conservan todavía). Desde San         Leonardo se ha venido rezando el Viernes Santo el Viacrucis en el Coliseo,         y casi siempre lo preside el Sumo Pontífice. El santo escribió entonces:         "Me queda la satisfacción de que el Coliseo haya dejado de ser simplemente         un sitio de distracción, para convertirse en un lugar donde se         reza".         Ya muy anciano y muy desgastado de tanto trabajar y hacer         penitencia, y después de haber pasado 43 años recorriendo todo el país         predicando misiones, tuvo que hacer un largo viaje en pleno invierno. El         Sumo Pontífice le mandó que ya no viajara a pie, sino en carroza, pero por         el camino se destrozó el carruaje en el que viajaba y tuvo que seguir a         pie, lo cual lo fatigó inmensamente.         El 26 de noviembre llegó a Roma y cayó en cama. En seguida         envió un mensaje al Papa contándole que había obedecido su orden de volver         a esa ciudad. A las nueve de la noche llegó un Monseñor con un mensaje muy         afectuoso del Sumo Pontífice y una hora después murió nuestro santo. Era         el año 1751.  | 
    
  Obras:
  Una   misa más o menos ¿poco importa? El tesoro escondido   o valor y excelencias de la Santa Misa
  PDF
  http://www.geocities.ws/misa_tridentina08/tesoro_escondido.pdf
  WORD
  http://ar.oocities.com/misa_tridentina08/tesoro_escondido.doc
  AUDIO LIBRO
  https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
   
  Via   Crucis Explanado,   y Ilustrado Con Los Breves y Declaraciones de Los Sumos Pontifices Clemente XII   y Benedicto XIV(1758) 
  http://books.google.com/books?id=VEd53aLzmQYC
   
  Discurso Místico Moral
  http://books.google.com/books?id=o2_J1x9ygCEC
  http://books.google.com.ar/books?id=oRNlgwqsubQC
   
  Liga Sagrada entre los Venerables confesores para administrar   uniformemente el Sacramento de la Penitencia: 
  sin laxitud y sin nimio rigor; dispuesta según las maximas de la   Iglesia, decretos de los Sumos Pontivices y Doctrinas de los Santos   Padres
  http://books.google.com.ar/books?id=83e4vXYrNNUC
   
  Obras   completas   (italiano)
  http://books.google.com/books?id=n2PhL2n4VDwC
   
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  Conrado,   Santo   Obispo, 26 Noviembre   
                                                        |                 
  |                        |                Conrado, Santo  |           Etimológicamente significa " consejero audaz". Viene de la         lengua alemana.
  Nos encontramos ante el segundo santo después de la         separación luterana de la Iglesia de Roma.
  Nació en Venushof el 22         de diciembre de 1818 y murió en la Baja Baviera tal día como hoy del         1894.
  No le acompañó la suerte los primeros años de su vida. Se         quedó huérfano y tuvo que ponerse a trabajar en la factoría de         Venushof.
  Los ideales del joven John Birndorfer – así se llamaba         antes de entrar en el convento – eran de alcanzar la perfección humana y         cristiana hasta el más alto                                          |                 
  |                        |                Conrado, Santo  |           grado que un ser humano puede lograr.
  A la edad de 21         años, se dio cuenta de que Dios lo llamaba a una vida monástica , alejada         del ruido de la fábrica. Dejó Parzham, renunció a su fábrica, a todo con         tal de vivir en la comunidad de los Capuchinos como un hermano lego, es         decir, sin llegar siquiera a sacerdote.
  Una vez que pronunció ante         dios sus votos de obediencia, celibato y pobreza – no miseria – lo         enviaron al monasterio de Altötting.
  Hay junto al lugar sagrado una         gruta de la madre de Dios. Cada año la visitan miles y miles de peregrinos         y devotos. A él le gustaba mucho estar ahí atendiendo a la gente como         guardián.
  Este trabajo lo realizó por espacio de 41 años.
  Su         paciencia era imperturbable, su atención a la gente brillaba por su         amabilidad, sus palabras de aliento, su piedad y su diligencia en cuidar         todos los detalles.
  Nunca lo vio nadie irritado, nunca dijo una         palabra fuera de tono o un juicio contra nadie, aunque su trabajo era         inmenso por la mucha gente que acudía al monasterio.
  Recibía tantas         visitas que apenas tenía tiempo para comer con la comunidad         religiosa.
  Se ganaba los corazones de los adultos y niños.         
  Así lo confirma el hecho de que tres días antes de su muerte, supo         que tenía que dejar aquella portería para entrar en las puertas del         cielo.
  Fue llevado a los altares en el 1934 por el Papa Pío         XI.  | 
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  Fuente: Vatican.va 
Santiago Alberione, Beato Sacerdote,   26 de noviembre   
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  |                        |                Santiago Alberione,           Beato  |           Presbítero y Fundador de la Congregación de la Pía         Sociedad de San Pablo Apóstol         Martirologio         Romano:         En Roma, beato Santiago Alberione, presbítero, que, solícito por la         evangelización, se dedicó enteramente a poner al servicio de la sociedad         humana los instrumentos de comunicación social para promover la verdad de         Cristo, fundando, además, la Congregación de la Pía Sociedad de San Pablo         Apóstol (1971).                   Fundador de la Familia Paulina, fue uno de los apóstoles más         creativos del siglo XX. Nacido en San Lorenzo di Fossano (Cúneo, Italia)         el 4 de abril de 1884, recibió el bautismo al día siguiente. La familia         Alberione, compuesta por Michele y Teresa Allocco más seis hijos,         pertenecía a la clase campesina, era profundamente cristiana y         trabajadora.
  El pequeño Santiago, cuarto de los hijos, experimenta         pronto la llamada de Dios: el primer año de la escuela elemental, al         preguntarle la maestra qué hará cuando sea mayor, respondió: "Quiero ser         cura". Los años de la niñez se orientan en esa         dirección.
  Trasladada la familia al pueblecito de Cherasco,         parroquia de San Martín, diócesis de Alba, el párroco don Montersino ayuda         al adolescente a tomar conciencia y a responder a la llamada. A los 16         años, Santiago es admitido en el seminario de Alba y enseguida se         encuentra con quien le será padre, guía, amigo y consejero durante 46         años: el canónigo Francisco Chiesa.
  Al término del Año Santo 1900,         habiéndose sentido interpelado por la encíclica de León XIII "Tametsi         futura", Santiago vive la experiencia determinante de su vida. La noche         del 31 de diciembre de 1900, puente entre los dos siglos, el joven         seminarista reza cuatro horas seguidas ante el Smo. Sacramento y proyecta         en la luz de Dios su futuro. Una "luz especial " le vino de la Hostia, y         desde aquel momento se siente "profundamente obligado a prepararse para         hacer algo por el Señor y por los hombres del nuevo siglo": "obligado a         servir a la Iglesia" con los nuevos medios que el ingenio humano         presentaba.
  El itinerario del joven Alberione prosigue intensamente         durante los años del estudio de la filosofía y la teología. El 29 de junio         de 1907 es ordenado sacerdote. Sigue una breve pero decisiva experiencia         pastoral en Narzole (Cúneo), como vicepárroco. Allí encuentra al jovencito         José Giaccardo, que para él será lo que fue Timoteo para el apóstol Pablo.         Y también allí, el P. Alberione madura la comprensión de lo que puede         hacer la mujer                                          |                 
  |                        |                Santiago Alberione,           Beato  |           implicada         en el apostolado.
  En el seminario de Alba desempeña el cargo de         Padre espiritual de los seminaristas mayores y menores, y da clases de         varias asignaturas. Se presta para la predicación, catequesis y         conferencias en diversas parroquias de la diócesis. Dedica asimismo mucho         tiempo al estudio sobre la situación de la sociedad civil y eclesial de su         tiempo y sobre las nuevas necesidades que se entrevén.
  Comprende         que el Señor le guía a una misión nueva: predicar el Evangelio a todos los         pueblos, en el espíritu del apóstol Pablo, utilizando los medios modernos         de comunicación. Atestiguan tal orientación dos libros suyos: Apuntes de         teología pastoral (1912) y La mujer asociada al celo sacerdotal         (1911-1915).
  Dicha misión, para tener carisma y continuidad, debe         ser asumida por personas consagradas, pues "las obras de Dios se hacen con         los hombres de Dios". Y así, el 20 de agosto de 1914, mientras en Roma         muere el papa Pío X, en Alba el P. Alberione da inicio a la "Familia         Paulina" con la fundación de la Pía Sociedad de San Pablo. El comienzo es         pobrísimo, de acuerdo con la pedagogía divina: "empezar siempre desde un         pesebre".
  La familia humana —en la que el P. Alberione se inspira—         está compuesta de hermanos y hermanas. La primera mujer que sigue al P.         Alberione es una muchacha veinteañera de Castagnito (Cúneo): Teresa Merlo.         Con su aporte, Alberione da comienzo a la congregación de las Hijas de San         Pablo (1915). Lentamente la "Familia" se desarrolla, las vocaciones         masculinas y femeninas aumentan, el apostolado se delinea y toma         forma.
  En diciembre de 1918 se produce una primera partida de         "hijas" hacia Susa (Turín): empieza una intrépida historia de fe y de         iniciativas, que engendra incluso un estilo característico, denominado "a         la paulina". Este camino parece interrumpirse en 1923, cuando el P.         Alberione enferma gravemente y el diagnóstico de los médicos no deja         esperanzas. Pero el Fundador reemprende milagrosamente el camino: "San         Pablo me curó", comentará después. Por entonces aparece en las capillas         paulinas la frase que, en sueño o en revelación, el divino Maestro dirige         al Fundador: "No temáis - Yo estoy con vosotros - Desde aquí quiero         iluminar - Caminad en continua conversión".
  Al año siguiente viene         a la vida la segunda congregación femenina: las Pías Discípulas del Divino         Maestro, para el apostolado eucarístico, sacerdotal, litúrgico. A guiarlas         en la nueva vocación, el P. Alberione llama a la joven Hna. Ma.         Escolástica         Rivata, que                                          |                 
  |                        |                Santiago Alberione,           Beato  |           morirá a los noventa años en olor de santidad.
  En el         campo apostólico, el P. Alberione promueve la impresión de ediciones         populares de los Libros Sagrados, y con las publicaciones periódicas se         lanza a las formas más rápidas para hacer llegar el mensaje de Cristo a         los lejanos. En 1912 ya había aparecido la revista Vida Pastoral destinada         a los párrocos; El Domingo, hojita semanal para la animación de la         liturgia dominical, sale en 1921; en 1931 nace Familia Cristiana, revista         semanal con la finalidad de alimentar la vida cristiana de las familias.         Seguirán: La Madre de Dios (1933), "para desvelar a las almas las bellezas         y las grandezas de María"; Pastor bonus (1937), revista mensual en latín;         Camino, Verdad y Vida (1952), revista mensual para dar a conocer y enseñar         la doctrina cristiana; La Vida en Cristo y en la Iglesia (1952), con el         fin de hacer "conocer los tesoros de la Liturgia, difundir cuanto sirve a         la Liturgia, vivir la Liturgia según la Iglesia". El P. Alberione piensa         también en los muchachitos: para ellos empieza a publicar en 1924 Il         Giornalino 1.
  Se pone mano asimismo a la construcción del gran         templo dedicado a san Pablo en Alba. Seguirán los otros dos a Jesús         Maestro (en Alba y Roma) y el santuario a la Reina de los Apóstoles         (Roma). Sobre todo se mira a salir de los confines locales y nacionales.         En 1926 nace la primera Casa filial en Roma, seguida en los años sucesivos         por muchas fundaciones en Italia y en otras naciones.
  Entretanto         crece el edificio espiritual: el Fundador inculca el espíritu de entrega         mediante "devociones" de fuerte dinamismo apostólico: a Jesús Maestro y         Pastor "Camino y Verdad y Vida", a María Madre, Maestra y Reina de los         Apóstoles; a san Pablo apóstol. Es precisamente la referencia al Apóstol         lo que califica en la Iglesia a las nuevas instituciones como "Familia         Paulina". La meta ansiada por el Fundador como primer empeño, es la         conformación plena con Cristo: acoger todo el Cristo Camino y Verdad y         Vida en toda la persona, mente, voluntad, corazón, fuerzas físicas.         Orientación codificada en el librito Donec formetur Christus in vobis         (1932).
  En octubre de 1938 el P. Alberione funda la tercera         congregación femenina: las Hermanas de Jesús Buen Pastor o "Pastorcitas",         destinadas al apostolado pastoral directo en auxilio de los         Pastores.
  Durante el obligado paréntesis de la segunda guerra         mundial (1940-1945), el Fundador no se detiene en su itinerario         espiritual. Va acogiendo en medida creciente la luz de Dios en un clima de         adoración y contemplación. De ello son testimonio los Cuadernillos         espirituales, en los que anota las inspiraciones y los medios que adoptar         para responder al proyecto de Dios. En esta atmósfera espiritual nacen las         meditaciones que cada día dicta a los hijos e hijas, las directrices para         el apostolado, la predicación de incontables retiros y cursos de         ejercicios (recogidos en sendos opúsculos). El empeño del Fundador es         siempre el mismo: hacer comprender a todos que "la primera preocupación en         la Familia Paulina será la santidad de la vida, la segunda la santidad de         la doctrina". A la luz de esto hay que entender su Proyecto de una         enciclopedia sobre Jesús Maestro (1959).
  En 1954, recordando el 40         aniversario de fundación, el P. Alberione aceptó por primera vez que se         escribiera de él en el volumen Mi protendo in avanti 2, y consintió en         facilitar algunos apuntes suyos acerca de los orígenes de la fundación.         Surgió así el librito Abundantes divitiæ gratiæ suæ, que se considera como         la "historia carismática de la Familia Paulina". Familia que fue         completándose entre 1957 y 1960, con la fundación de la cuarta         congregación femenina, el Instituto Regina Apostolorum para las vocaciones         (Hermanas "Apostolinas"), y de los Institutos de vida secular consagrada:         San Gabriel Arcángel, Virgen de la Anunciación, Jesús Sacerdote y Santa         Familia. Diez instituciones (incluidos los Cooperadores Paulinos), unidos         todos ellos por el mismo ideal de santidad y de apostolado: la         reafirmación de Cristo "Camino, Verdad y Vida" en el mundo, mediante los         instrumentos de la comunicación social.
  A lo largo de los años         1962-1965, el P. Alberione es protagonista silencioso pero atento del         Concilio Vaticano II, a cuyas sesiones participa diariamente. Entre tanto,         no faltan tribulaciones y sufrimientos: la muerte prematura de sus         primeros colaboradores, Timoteo Giaccardo y Tecla Merlo; la preocupación         por las comunidades en países con dificultades y, personalmente, una         martirizadora escoliosis, que le atormentaba noche y día.
  Vivió 87         años. Cumplida la obra que Dios le había encargado, el 26 de noviembre de         1971 dejó la tierra para ocupar su sitio en la Casa del Padre. Sus últimas         horas se vieron confortadas con la visita y la bendición del papa Pablo         VI, que nunca ocultó su admiración y veneración por el P. Alberione. Es         conmovedor el testimonio que dio de él en la audiencia concedida a la         Familia Paulina el 28 de junio de 1969 (el Fundador tenía 85 años):         
  "Miradlo: humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre         ensimismado en sus pensamientos, que van de la oración a la acción,         siempre atento a escrutar los "signos de los tiempos", es decir, las         formas más geniales de llegar a las almas... Nuestro P. Alberione ha dado         a la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios para         vigorizar y ampliar su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de         la validez y de la posibilidad de su misión en el mundo moderno y con los         medios modernos. Deje, querido P. Alberione, que el Papa goce de esta         prolongada, fiel e incansable fatiga y de los frutos por ella producidos         para gloria de Dios y bien de la Iglesia".
  El 27 de Abril de 2003         fue beatificado por el papa Juan Pablo   II  | 
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  Fuente: Vatican.va 
Humilde de Bisignano, Santo   Confesor, 26 Noviembre   
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  |                        |                Humilde de Bisignano,           Santo  |           Humilde de Bisignano (1582-1637) pertenece al pueblo de los         "pequeños" que Dios ha elegido para confundir a los "sabios" y a los         "poderosos" de este mundo. En efecto, el Padre reveló su misterio de         condescendencia al franciscano de Bisignano, porque éste se dejó asir por         el amor de Dios y tomó el suave yugo de la cruz, que fue siempre una         fuente de paz y de consuelo para él.
  Hijo de Giovanni Pirozzo y de         Ginevra Giardino, nació el 26 de agosto de 1582 en Bisignano (Cosenza) y         recibió en el bautismo el nombre de Luca Antonio. Desde su niñez causó         admiración por su extraordinaria piedad: participaba diariamente en la         santa misa, comulgaba en todas las fiestas y oraba meditando la pasión del         Señor incluso mientras estaba trabajando en el campo.
  Ingresado en         la Cofradía de la Inmaculada Concepción, solía ser indicado a los miembros         de la misma como modelo de todas las virtudes. En los procesos canónicos         se recuerda que su respuesta a alguien que le dio un solemne bofetón en la         plaza pública, fue simplemente presentar con humildad la otra mejilla.         Hacia los dieciocho años sintió la llamada de Dios a la vida consagrada,         pero, por diversas causas, tuvo que retrasar nueve años la realización de         su propósito, retraso que no le impidió empeñarse en una vida más austera         y fervorosa.
  A los veintisiete años ingresó en el noviciado de los         frailes menores de Mesoraca (Crotone), donde la formación de los jóvenes         estaba encomendada a dos santos religiosos: el P. Antonio de Rossano,         maestro de novicios, y el P. Cósimo de Bisignano, guardián del convento.         Emitió la profesión religiosa el 4 de septiembre de 1610, tras superar,         por intercesión de la Virgen, no pocas dificultades.
  Ejerció con         simplicidad y diligencia las tareas típicas de los religiosos no         sacerdotes, como ir a pedir limosna, atender el servicio de la mesa de la         comunidad, cultivar el huerto y otros trabajos manuales que le         encomendaron los superiores.
  Desde el noviciado se distinguió por         su madurez espiritual y por su fervor en la observancia de la Regla. Se         entregó con denuedo a la oración y Dios ocupó siempre el centro de sus         pensamientos. Fue obediente, humilde y dócil, y compartió con alegría los         diversos momentos de la vida de comunidad. Después de la profesión         religiosa intensificó su empeño en el camino de la santidad. Multiplicó         las mortificaciones, los ayunos y el celo en el servicio de Dios y de la         comunidad. Su caridad lo hizo amado de todos: de los frailes, del pueblo y         de los pobres, a quienes ayudaba distribuyéndoles cuanto recibía de la         Providencia. Los dones carismáticos con que estuvo abundantemente dotado         los empleó para gloria de Dios, para construir el Reino de Cristo en las         almas y para consuelo de los necesitados.
  Desde la juventud tuvo el         don de continuos éxtasis, hasta el punto de ser llamado "el fraile         extático". Estos éxtasis le ocasionaron una larga serie de pruebas y de         humillaciones, a las que le sometieron sus superiores con el fin de tener         la certeza de que provenían realmente de Dios y no había en ellos engaño         diabólico. Tales pruebas, felizmente afrontadas y superadas, acrecentaron         la fama de su santidad entre los hermanos de hábito y entre los         extraños.
  Estuvo adornado también con extraordinarios dones de         lectura de los corazones, de profecía, de milagros y, sobre todo, de         ciencia infusa. Aunque era analfabeto y sin estudios, respondía a         preguntas sobre la Sagrada Escritura y sobre cualquier punto de la         doctrina católica con una precisión que asombraba a los teólogos. Varias         veces fue examinado por una asamblea de sacerdotes seculares y regulares,         presidida por el Arzobispo de Reggio Calabria, que le presentaban dudas y         objeciones; por varios profesores de la ciudad de Cosenza; por el         inquisidor Mons. Campanile, en Nápoles, en presencia del P. Benedetto         Mandini, teatino; y por otros. Pero fray Humilde respondía siempre con         tanta sabiduría que sorprendía a sus examinadores.
  Es fácil         comprender la estima que le rodeaba por doquier. El P. Benigno de Génova,         Ministro general de la Orden, lo llevó como acompañante en su visita         canónica a los frailes menores de Calabria y de Sicilia. Gozó de la         confianza de los sumos pontífices Gregorio XV y Urbano VIII, que lo         llamaron a Roma y, tras un riguroso examen, se sirvieron de su oración y         de su consejo. Permaneció bastantes años en Roma, donde vivió casi siempre         en el convento de San Francisco a Ripa y, algunos meses, en el de San         Isidoro. También vivió algún tiempo en el convento de la Santa Cruz, en         Nápoles, donde se prodigó difundiendo el culto al Beato Juan Duns Escoto,         venerado especialmente en la diócesis de Nola.
  Alrededor de 1628         pidió poder "ir a padecer" en tierra de misiones. Habiendo recibido de los         superiores una respuesta negativa, siguió sirviendo al Reino de Dios entre         su gente, atendiendo a los más necesitados, a los marginados y a los         olvidados (cf. VC 75).
  Su vida fue una "oración incesante por todo         el género humano". Sus oraciones eran simples, pero brotaban del corazón.         A la pregunta del P. Dionisio de Canosa, su confesor durante muchos años y         su primer biógrafo, sobre qué era lo que pedía al Señor durante tantas         horas de oración, respondió: "Lo único que hago es decir a Dios: "!Señor,         perdóname mis pecados y haz que te ame como estoy obligado a amarte; y         perdona los pecados a todo el género humano, y haz que todos te amen como         están obligados a amarte!"".
  Siempre dispuesto a obedecer con         prontitud, valeroso en la pobreza, acogedor en la vivencia alegre de la         castidad, fray Humilde recorrió un camino de luz que lo llevó a la         contemplación de la Luz divina el día 26 de noviembre de 1637, en         Bisignano, es decir, en el lugar "donde había recibido el espíritu de la         gracia" (LM 14, 3a) y desde donde "ilumina el mundo con multitud de         milagros" (1 Cel 118a).
  Fue beatificado por León XIII el 29 de         enero de 1882. Canonizado por Juan Pablo II el 19 de mayo de         2002.
  Humilde, el hombre que depende totalmente de Dios         
  El misterio de la vida del Beato Humilde es ciertamente el         misterio de un Dios que hace cosas grandes en la criatura que cree en él y         se confía por entero a su amor, consagrando todo, presente y futuro, en         sus manos y dedicándose enteramente a su servicio (cf. VC 17).
  Pero         su vida, en la que resplandece el fulgor de la santidad de Dios, es         también un misterio de disponibilidad de esta criatura que, en su profunda         y convencida humildad, repite con frecuencia: "Todas las criaturas alaban         y bendicen a Dios; yo soy el único que lo ofende".
  Humilde de         Bisignano, invitado por Cristo a dejar todo y a arriesgar todo por el         Reino de Dios, sintió la fascinación del Evangelio de las bienaventuranzas         y aceptó ponerse al servicio del plan de Dios sobre él, consagrándose a         vivir como Francisco de Asís "en obediencia, sin nada propio y en         castidad" (S. Francisco de Asís, Regla bulada 1, 1).
  En efecto, a         imitación de María, que cumplió plenamente la voluntad del Padre, los         pobres están libres de tantos lazos que atan a las cosas que pasan y de         tantas ambiciones que sólo producen desilusiones amargas, y tienen el         espíritu pronto y disponible. El alma verdaderamente pobre no se preocupa         ni se agita ni se disipa enredada en muchas cosas, sino mira hacia arriba         y se deja fascinar por Dios y por el Evangelio de su Hijo.
  Es la         sorprendente sabiduría que se nos revela, 365 años después de su tránsito,         en el testimonio de fe del Beato Humilde de Bisignano.
  Hoy día         nuestra mirada contempla asombrada al gran hijo de Calabria, tierra donde         la santidad ha florecido de tantas formas a lo largo de los siglos         marcando su gloriosa historia. Con él cantamos la misericordia infinita de         un Dios que es "fuente de alegría para cuantos caminan en su alabanza".         !Siguiendo su ejemplo acojamos la llamada a la conversión y a la santidad         que nos llega a través de su testimonio de fidelidad gozosa al Evangelio!           | 
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  Fuente: DonBosco.es 
Margarita Occhiena, Venerable Mamá   de San Juan Bosco, 26 Noviembre   
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  |                        |                Margarita Occhiena,           Venerable  |           Margarita Occhiena nació el 1 de abril de 1788 en Capriglio         (Asti, norte de Italia). Casada con Francisco Bosco, se trasladó a vivir a         I Becchi. Después de la muerte prematura de su marido, Margarita, a sus 29         años, tuvo que sacar adelante a su familia, ella sola, en un tiempo de         hambruna cruel. Cuidó de la madre de Francisco y de su hijo Antonio, a la         vez que educaba a sus propios hijos, José y Juan. Éste último sería         sacerdote y el fundador de la Congregación Salesiana. 
  Mujer         fuerte, de ideas claras, de fe recia, decidida en sus opciones, observaba         un estilo de vida sencillo y se preocupó de la educación cristiana de sus         hijos. Educó a tres chicos de temperamento muy diferente y más de una vez         se vio obligada a tomar decisiones extremas (tal como tener que mandar         fuera de casa al más pequeño, Juan, a fin de preservar la paz en casa y         ofrecerle la posibilidad de estudiar). 
  Corría el año 1848 cuando,         con un cariño especial, acompañó a su hijo Juan en su camino hacia el         sacerdocio y fue entonces, a sus 58 años, cuando abandonó su casita y         tranquilidad en su pueblo y le siguió en su misión entre los muchachos         pobres y abandonados de Turín. Aquí, durante diez años, madre e hijo         unieron sus vidas con los inicios de la Congregación Salesiana. Ella fue         la primera y principal cooperadora de don Bosco y, con su amabilidad hecha         vida, aportó su presencia maternal al Sistema Preventivo. 
  Fue así         como, aún sin saberlo, llegó a ser la "cofundadora" de la Familia         Salesiana, capaz de formar a tantos santos, como Domingo Savio y Miguel         Rua. Era analfabeta pero estaba llena de aquella sabiduría que viene de lo         alto, ayudando, de este modo, a tantos niños de la calle, hijos de nadie.         Para ella Dios era lo primero, así consumió su vida en el servicio de         Dios, en la pobreza, la oración y el sacrificio.  Murió a los 68 años         de edad, en Turín, un 26 de noviembre de 1856. Una multitud de muchachos         que lloraban por ella como por una madre, acompañó sus restos al         cementerio.
  Fue declarada Venerable, el 15 de Noviembre de 2006,         por Benedicto XVI a través de un decreto publicado hoy por la Congregación         para la Causa de los Santos.   | 
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  Belino   de Padua, Santo   Mártir y Obispo, 26 Noviembre   
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  |                        |                Belino de Padua,         Santo  |           Nacido         en Fratta Polesine, Venecia, Italia en fecha no conocida.
  En el         lugar llamado Fratta Polesine, en el territorio de Rodigo, en la región         véneta limitando con Venecia, murió san Belino, obispo de Padua y mártir,         defensor eximio en Iglesia, que cruelmente malherido por unos sicarios,         murió a consecuencia de las lesiones recibidas. Era el año         1151.  | 
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  Fuente: Vatican.va 
Cayetana Sterni, Beata Fundadora, 26   de noviembre   
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  |                        |                Cayetana Sterni,         Beata  |           Fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Divina         Voluntad         Martirologio         Romano:         En Passano, cerca de Vicenza, en Italia, beata Cayetana Sterni,         religiosa, que, habiendo enviudado siendo aún joven, se entregó al         servicio de los pobres, fundando la Congregación de las Hermanas de la         Divina Voluntad, para atender a los menesterosos y enfermos         (1889).                   Cayetana Sterni vivió toda su vida en Bassano del Grappa,         antigua y alegre cindad de la provincia de Vincenza (Italia). Alli llegó         con su familia, a los 8 años, desde la cercana Cassola, donde nació, el 26         de junio de 1827. Su padre, Giovanni Battista Sterni, administraba las         propiedades de campo de la familia Mora, nobles venecianos, en "Ca'Mora de         Cassola", donde vivió holgadamente con su esposa Giovanna Chiuppani y sus         6 hijos. 
  En 1835 se trasladó con su familia a Bassano. Al poco         tiempo, algunas vicisitudes cambiaron las condiciones de vida de la         familia Sterni. A los 18 años murió su hermana mayor, Margarita y después         de una penosa enfermedad, murió su padre; mientras su hermano Francisco,         en busca de una carrera artistica se alejó de la familia, que por         entonces, estaba pasando una critica situación económica. Estos hechos         marcaron la vida de Cayetana, que crecía rapídamente, condividiendo con su         madre los problemas de cada día.
  Es inteligente, se muestra         sensible y madura, llena de entusiasmo, "deseosa de amar y de ser         amada".Su educación en la fé es sólida y apoyada por el testimonio de vida         y enseñanzas de su madre, de la oración y frecuencia de los sacramentos.         En su ambiente familiar adquirió estima y aprecio por su viva         personalidad, llena de buen sentido y por su delicada feminilidad. Estas         sus cualidades humanas atrajeron la atención de un joven emprendedor,         viudo y con 3 hijos que quiso hacerla su esposa.Valorando conscientemente         sus sentimientos, la responsabilidad del matrimonio y haciendo caso omiso         de su tutor, Cayetana, a los 16 años, aceptó ser la esposa de Liberale         Conte. La joven esposa llena el nuevo hogar, de vitalidad, serenidad y         alegría. Cuando Cayetana sabe que espera un hijo, la felicidad de los         esposos es completa.
  Un día estando en oración tuvo el         presentimiento del inminente fallecimento de su esposo. Su espíritu se         sintió turbado y angustiado porque veía desaparecer la persona màs querida         de su vida. Al mismo tiempo, siente en lo más íntimo de su alma, la         presencia de una fuerza espiritual que la fortalece para no caer en la         desesperación y más bien, abandonarse completamente en Dios. 
  El         presentimiento de la muerte de su esposo , se hizo realidad, y Liberale         Conte muere en la plenitud de su juventud, vigor y salud. La joven esposa         vive momentos de terrible angustia no sólo por la muerte de su esposo,         sino tambien por el dolor de sus hijos, de nuevo huérfanos y por la muerte         prematura de su propio hijo que no conoció a su padre. Estos difíciles         momentos de su vida, Cayetana los vive con confianza y completo abandono         en el Señor, su única esperanza y fortaleza. El dolor y sufrimiento se         renovaron cuando el hijo tanto deseado y esperado murió a los pocos días         de su nacimiento.
  Inicia para Cayetana la prueba dolorosa de la         viudez. La familia de su difunto esposo, no justificando el afecto que la         une a los 3 hijos huérfanos, le hacen la vida imposible con sospechas,         incomprensiones y calumnias, hasta llegar a separarla de sus hijos y         alejarla de su querido hogar. A los 19 años, Cayetana regresa a la casa de         su madre. No obstante esta prueba grande y dura, Cayetana olvídándose de         sí, ayuda a sus hijos a comprender y a aceptar esta         separación.
  Amable y segura defiende los derechos de sus hijos,         perdona, comprende y logra la plena reconciliación con todos sus         familiares. El sufrimiento no la desepera. Su fina y delicada sensibilitad         se hace presencia misericordiosa y solidaria.
  Jamás había pensado         hacerse religiosa. Mirando al futuro y en el silencio de la oración pide a         Dios le haga conocer cuàl es el esposo que Dios quiere para ella.         Precisamente en la oración comprede con claridad meridiana que es Dios         mismo quien quiere "ser el único esposo de su alma". Grande fué la         sorpresa de Cayetana. En diálogo con su confesor, este le asegura, que se         trata de una auténtica llamada de Dios. Por tanto, pide ingresar en el         convento de las Canosianas de Bassano, siendo aceptada como postulante y         donde solamente vive felizmente 5 meses. Estando en oración tiene el         presentimiento de la vecina muerte de su madre, y se prepara         espiritualmente a esta nueva prueba de su vida. Pocos días después, muere         su madre y Cayetana tiene que dejar su querida comunidad y convento para         cuidar y velar por sus hermanos menores.
  Pasan años afrontando         dificultades, enfermedades, sinsabores y estrechezes económicas.No         obstante todo esto, logra darse una forma de vida que la sostiene y         fortalece espiritualmente. 
  Consultando nuevamente a su confesor y         en asidua oración para conocer cual el la voluntad de Dios, Cayetana         comienza a entrever que Dios la quiere totalmente dedicada al servicio de         los pobres y necesitados. Cayetana recuerda y no puede olvidar, que         durante su breve permanencia con las Canosianas al mismo tiempo que         presentía la ya cercana muerte de su madre, comenzaba a intuír que Dios         mismo, la estaba preparando para el hospicio y allí "entregar toda su vida         al servicio de los pobres y así cumplir su voluntad". Por mucho tiempo         conserva oculta en su corazón esta llamada de Dios que no se atreve a         manifestarla a su confesor, porque le parece una llamada extraña y         exigente. Finalmente cuando abre su espiritu a su confesor, este no le da         mucha credibilitad. No obstante la actitud del confesor, Cayetana cada vez         que ve y encuentra un pobre en el hospicio, siente de nuevo la invitación         del Señor: "te quiero entre mis pobrecitos". A esta invitación, Cayetana         se dice a sí misma: "la idea del hospicio siempre me persigue". En 1853         "sólo por hacer la voluntad de Dios" se da al servicio de los pobres en el         hospicio de su ciudad, que por entonces contaba 115 huéspedes, "en su         mayoría víctimas de una vida desordenada y del vicio". Allí permanece 36         años hasta el día de su muerte, entregada cpmpletamente al sevicio de los         pobres con infatigable caridad. En las noches de vela junto al lecho de         los muribundos, en los servicios más humildes a los ancianos y enfermos,         Cayetana era toda, abnegación, dulzura, suavidad y ternura, con la firme         convicción de servir a Dios mismo en cada pobre y en cada         necesitado.
  Con gran confianza en Dios y con un gran deseo de ser         toda de El, buscó hacer y cumplir en todo, sólo su voluntad. A los 33 años         y con la aprobación de su confesor, Don Simonetti, hizo el voto de         donación total de sí misma a Dios, "dispuesta a aceptar lo que Dios quiera         disponer para ella". Con ilimitada confianza se abandona en las manos de         Dios, "debil instrumento del cual Dios se sirve para sus designios".         Atribuye sólo alla Divina Providencia el nacimento de su congregación que         surge en la simplicidad y en el ocultamento, con la profesión de sus dos         primeras compañeras en 1865.
  El nombre de "Hijas de la Divina         Voluntad", interiormente inspirado a Cayetana, para ella y para sus         seguidoras, indica la característica propria que siempre las debe         distinguir: "uniformidad en todo a la Divina Voluntad, mediante un total         abandono en Dios y un santo zelo por el bien del prójimo, dispuestas si         fuera necesario a sacrificarse totalmente". Como ella, sus primeras         compañeras animadas por el mismo espíritu, se consagraron a la Voluntad de         Dios y se dedicaron al servicio de los pobres del Hospicio, al prójimo         necesitado, especialmente con la asistencia de los enfermos a domicilio y         con otras obras de caridad, según las necesitades particulares del         momento.El obispo de Vicenza aprobó las primeras reglas de la congregación         en 1875.
  Cayetana muere el 26 noviembre de 1889, amorosamente         asistida por sus hijas y venerada por sus conciudadanos. Sus restos         mortales son venerados en la Casa Madre.Desde sus inicios la Congregación         de las Hijas de la Divina Voluntad se ha multiplicado y difundido, siendo         presente attualmente en Europa, America y Africa. El camino de santidad de         Cayetana Sterni, es esencialmente, un itinerario espiritual que se puede y         debe proponer a todo cristiano: cumplir en todo y siempre lo que agrada al         Señor, entregándose a El, con ilimitada confianza, para cambiar con la         sóla fuerza del amor, el mal en bien, siguiendo el ejemplo de Jesús.         
  Fue beatificada el 4 de noviembre de 2001 por S.S. Juan Pablo         II.  | 
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  Siricio,   Santo   XXXVIII Papa de la Igresia, 26 Noviembre   
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  |                        |                Siricio, Santo  |           Papa de la Iglesia Católica entre 384 y su muerte, en         399.
  Al morir el papa Dámaso I, el más fuerte candidato para         sustituirle era Jerónimo, pero debido a su fuerte carácter y comentarios         hirientes no tuvo la aceptación necesaria. Fue elegido Siricio, quien         comenzó su pontificado en 384. Disgustado por esta elección, Jerónimo         abandonó Roma y se marchó a Oriente.
  Siricio es el primer papa en         utilizar su autoridad en sus decretos utilizando palabras como:         "Mandamos", "Decretamos", "Por nuestra autoridad..." en el estilo retórico         típico del emperador. Siricio fue también el primero en usar el título de         Papa.
  Consagró la primera basílica de San Pablo Extramuros. Su         nombre aún puede verse en una de las columnas de esta basílica que no fue         dañada durante el incendio de 1823 que casi la destruyó         totalmente.
  Decretó el celibato para los clérigos.
  Murió el         26 de noviembre de 399 y está enterrado en la catacumba de         Priscila.
  No fue hasta el siglo XVIII que su nombre fue incluido en         la lista de los santos por el papa Benedicto     XIV.  | 
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  Fuentes: IESVS.org; EWTN.com;   hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
   
  Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
   
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