martes, 12 de julio de 2011

Lecturas Miércoles 13 de Julio de 2011

Divina Misericordia

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-27

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús exclamó:
"Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

mie 15a. Ordinario año impar

Antífona de entrada

Yo soy la salvación del pueblo, dice el Señor. Cuando me llamen desde el peligro, yo les escucharé, y seré para siempre su Señor.

 

Oración Colecta

Oremos:
¡Oh Dios!, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo; concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Se le apareció el Señor en una llama que salía de un zarzal

Lectura del libro del Exodo 3, 1-6.9-12

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro, Jetró, sacerdote de Madián. En cierta ocasión llevó el rebaño más allá del desierto, hasta el Horeb, la montaña de Dios, y el Señor se le apareció en una llama que salía de un zarzal. Moisés observó con gran asombro que la zarza ardía sin consumirse y se dijo:
"Voy a ver de cerca esa cosa tan extraña, por qué la zarza no se quema".
Viendo el Señor que Moisés se había desviado para mirar, lo llamó desde la zarza:
"¡Moisés, Moisés!"
El respondió:
"Aquí estoy".
Le dijo Dios:
"¡No te acerques! Quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es tierra sagrada".
Y añadió:
"Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob".
Entonces Moisés se tapó la cara, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Pero el Señor le dijo:
"El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto cómo los oprimen los egipcios. Ahora, ve a ver al faraón, porque yo te envío para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel".
Moisés le dijo entonces a Dios:
"¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?"
El Señor respondió:
"Yo estaré contigo y ésta será la señal de que yo te envío: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, ustedes darán culto a Dios en esta montaña".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 102

El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios.
El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor hace justicia y le da la razón al oprimido. A Moisés le mostró su bondad y sus prodigios al pueblo de Israel.
El Señor es compasivo y misericordioso.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
Aleluya.

Evangelio

Escondiste estas cosas a los sabios y las revelaste a la gente sencilla

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-27

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús exclamó:
"Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta propicio, Señor, las ofrendas de tu pueblo, para que alcance en el sacramento eucarístico los bienes en que ha creído por la fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Jesús, buen samaritano

En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.
También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Tú, Señor, promulgas tus decretos para que se observen exactamente; ¡ojalá esté firme mi camino para cumplir tus mandatos!

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que tu auxilio, Señor, nos acompañe siempre a los que alimentas con tus sacramentos, para que por ellos y en nuestra propia vida recibamos los frutos de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Dia 13/07 San Enrique (blanco)

Antífona de Entrada

El justo se alegra con el Señor, se refugia en él y se felicitan los rectos de corazón.

 

Oración Colecta

Oremos:
Proclamamos, Señor, que sólo tú eres santo, sólo tú eres bueno y nadie puede serlo sin tu gracia; por eso te pedimos que, mediante la intercesión de san Enrique, nos ayudes a vivir de tal forma en el mundo, que nunca nos veamos privados de tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Te he explicado, hombre, lo que Dios desea de ti

Lectura del profeta Miqueas 6, 6-8

¿Con qué me acercaré al Señor, me inclinaré ante el Dios de las alturas? ¿Me acercaré con holocaustos, con novillos de un año? ¿Se complacerá el Señor en un millar de carneros, o en diez mil arroyos de grasa? ¿Le daré un primogénito para expirar mi culpa, el fruto de mi vientre para expiar mi pecado? Te he explicado, hombre, el bien, lo que Dios desea de ti: simplemente que respetes el derecho, que ames la misericordia y que andes humilde con tu Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 1

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos, sino que su gozo es la ley del Señor y medita su ley día y noche.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón, y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

No así los impíos, no así: serán paja que arrebata el viento, porque el Señor protege el camino de los justos; pero el camino de los impíos acaba mal.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
Aleluya.

Evangelio

Ustedes son la luz del mundo

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para metería debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así nuestra luz a los hombres, para que vean nuestras buenas obras y den gloria a nuestro Padre que ésa en el cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Te suplicamos, Dios todopoderoso,que este sacrificio, ofrecido humildemente en honor de tus santos, sea grato a tus ojos y purifique nuestro cuerpo y nuestro espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

La gloria de los santos

En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo. Porque tu gloria resplandece en cada uno de los Santos, ya que, al coronar sus méritos, coronas tus propios dones.
Con su vida, nos proporcionas ejemplo; ayuda, con su intercesión, y por la comunión con ellos, nos haces participar de sus bienes, para que, alentados por testigos tan insignes, lleguemos victoriosos al fin de la carrera y alcancemos con ellos la corona inmortal de la gloria, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles, y con la multitud de los santos, te cantamos un himno de alabanza diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde esté yo, allí estará mi servidor.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
En el aniversario de la glorificación de tus santos, te suplicamos, Señor, que, robustecidos con los sacramentos, alcancemos plenamente en el cielo los bienes con que ahora nos ayudas por tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

15ª Semana. Miércoles

NUESTRO PADRE DIOS

— Dios está siempre a nuestro lado.

— Imitar a Jesús para ser buenos hijos de Dios Padre.

— La filiación divina nos lleva a identificarnos con Cristo.

I. Cuando Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró cerca del Horeb, el monte santo, se le apareció Dios en una zarza que ardía sin consumirse. Allí recibió la misión extraordinaria de su vida: sacar al pueblo elegido de la esclavitud a que estaba sometido por los egipcios y llevarlo a la Tierra Prometida. Y como garantía de la empresa, el Señor le dijo: Yo estoy contigo1. No pudo imaginar Moisés entonces hasta qué punto Dios iba a estar con él y con su pueblo en medio de tantas vicisitudes y pruebas.

Tampoco nosotros conocemos del todo –por nuestra limitación humana– hasta qué extremo está Dios con nosotros en todos los momentos de la vida. Esta cercanía se hace especialmente próxima cuando Dios ve que estamos recorriendo el camino hacia la santidad. Está como un Padre que cuida de su hijo pequeño. Jesús, perfecto Dios y perfecto Hombre, nos habla constantemente, a lo largo del Evangelio, de esta cercanía de Dios en la vida de los hombres y de su amorosa paternidad. Solo Él podía hacerlo, pues nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo2, nos dice en el Evangelio de la Misa. El Hijo conoce al Padre con el mismo conocimiento con que el Padre conoce al Hijo. Jamás se ha dado ni se dará una intimidad más perfecta. Es la identificación de saber y de conocimiento que implica la unidad de la naturaleza divina. Jesús está declarando con estas palabras su divinidad.

Y como Hijo, que es consustancial con el Padre, nos manifiesta quién es Dios Padre en relación a nosotros, y cómo en su bondad nos otorga el Don del Espíritu Santo. Este fue el núcleo de su revelación a los hombres: el misterio de la Santísima Trinidad, y con él y en él la maravilla de la paternidad divina. La última noche, cuando parece resumir en la intimidad del Cenáculo lo que habían sido aquellos años de entrega y de confidencias profundas, declara: Manifesté tu nombre a los que me diste3. "Manifestar el nombre" era mostrar el modo de ser, la esencia de alguien. El Señor nos dio a conocer la intimidad del misterio trinitario de Dios: su paternidad, siempre próxima a los hombres. Son incontables las veces que Jesús da a Dios el título de Padre en sus diálogos íntimos y en su doctrina a las muchedumbres. Habla con detenimiento de su bondad como Padre: retribuye cualquier pequeña acción, pondera todo lo bueno que hacemos, incluso lo que nadie ve4, es tan generoso que reparte sus dones sobre justos e injustos5, anda siempre solícito y providente sobre nuestras necesidades6. Con frecuencia, el nombre de Padre viene citado como un estribillo que le fuera muy grato repetir a Jesús. Nunca está lejos de nuestra vida, como no lo está el padre que ve a su hijo pequeño solo y en peligro. Si buscamos agradarle en todo, siempre le encontraremos a nuestro lado: "Cuando ames de verdad la Voluntad de Dios, no dejarás de ver, aun en los momentos de mayor trepidación, que nuestro Padre del Cielo está siempre cerca, muy cerca, a tu lado, con su Amor eterno, con su cariño infinito"7.

II. Dios no es solamente el hacedor del hombre, como el pintor lo es del cuadro; Dios es padre del hombre, y de un modo misterioso y sobrenatural le hace partícipe de la naturaleza divina8. El Padre ha querido que nos llamemos hijos de Dios y que en verdad lo seamos9. Ser hijos de Dios no es una conquista nuestra, no es un progreso humano, sino don divino, don inefable que hemos de considerar y de agradecer frecuentemente todos los días. La filiación divina será el fundamento de nuestra alegría y de nuestra esperanza al realizar la tarea que el Señor nos ha encomendado. Aquí estará la seguridad ante los posibles temores y angustias: Padre, Padre mío, le diremos tantas veces, acariciando este nombre suave y sonoro, jugoso y fuerte; ¡Padre!, le gritaremos en momentos de alegría y en situaciones de peligro. "Llámale Padre muchas veces al día, y dile –a solas, en tu corazón– que le quieres, que le adoras: que sientes el orgullo y la fuerza de ser hijo suyo"10.

Nuestra participación en la filiación divina se realiza a través de Jesucristo: en la medida en que nos empeñamos, con la ayuda de la gracia, en parecernos a Él, que es el Primogénito de muchos hermanos sin dejar de ser el Unigénito del Padre.

Dios Padre nos ve cada vez más como hijos suyos en la medida en que nos parecemos más a su Hijo: si procuramos trabajar como Él, si tratamos con misericordia a quienes vamos encontrando en las diversas circunstancias que componen un día nuestro, si reparamos por los pecados del mundo, si somos agradecidos como lo era Jesús. Y, de modo especial, si en la oración acudimos a nuestro Padre Dios como lo hacía Jesucristo: prorrumpiendo frecuentemente en acciones de gracias y actos de alabanza ante las continuas manifestaciones del amor que Dios nos tiene. Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, leemos en el Evangelio de hoy11. Gracias, le decimos nosotros, porque me ha sucedido esto o aquello..., porque esa persona se ha acercado a los sacramentos..., porque me ayudas a sacar la familia adelante..., por poder desahogar mi corazón en la dirección espiritual..., por todo... Nos portamos como buenos hijos de Dios cuando nuestro pensamiento, nuestros afectos, se dirigen a Dios Padre con mucha frecuencia; no solo en los momentos difíciles, sino también en medio de la alegría, para alabarle y bendecirle: Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; Él rescata tu vida de la fosa, y te colma de gracia y de ternura12.

Hemos de procurar mirar a las gentes como lo hacía el Maestro... ¡Qué distinto es el mundo visto a través de la mirada de Cristo! Y es el Espíritu Santo el que nos impulsa a asemejarnos más a Cristo. Porque los que son guiados por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios13. "Con el Espíritu se pertenece a Cristo –comenta San Juan Crisóstomo–, se le posee, se compite en honor con los ángeles. Con el Espíritu se crucifica la carne, se gusta el encanto de una vida inmortal, se tiene la prenda de la resurrección futura, se avanza rápidamente por el camino de la virtud"14. La filiación divina es el camino ancho para ir a la Trinidad Beatísima.

III. Hemos meditado muchas veces en la misericordia de Dios, que quiso hacerse hombre para que el hombre en cierto modo se pudiera hacer Dios, se divinizara15, participara de modo real de la misma vida de Dios. La gracia santificante, que recibimos en los sacramentos y a través de las buenas obras, nos va identificando con Cristo y haciéndonos hijos en el Hijo, pues Dios Padre tiene un solo Hijo, y no cabe acceder a la filiación divina más que en Cristo, unidos e identificados con Él, como miembros de su Cuerpo Místico: vivo yo; pero ya no soy yo quien vive: es Cristo quien vive en mí16, San Pablo a los Gálatas.

Por esta razón, si nos dirigimos al Padre es Cristo quien ora en nosotros; cuando renunciamos a algo por Él, es Él quien está detrás de este espíritu de desasimiento; cuando queremos acercar a alguien a los sacramentos, nuestro afán apostólico no es más que un reflejo del celo de Jesús por las almas. Por benevolencia divina, nuestros trabajos y nuestros dolores completan los trabajos y los dolores que el Señor sufrió por su Cuerpo místico, que es la Iglesia. ¡Qué inmenso valor adquieren entonces el trabajo, el dolor, las dificultades de los días corrientes!

Este esfuerzo ascético que, con la ayuda de la gracia, nos lleva a identificarnos cada vez más con el Señor, nos debe mover a tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús17; y conforme nos identificamos con Él vamos creciendo en el sentido de la filiación divina, somos –para decirlo de algún modo– más hijos de Dios. En la vida humana no cabe ser "más o menos hijo" de un padre de la tierra, sino que todos lo son por igual: cabe solo ser buenos o malos hijos. En la vida sobrenatural, conforme más santos seamos, somos más hijos de Dios; al meternos más y más en la intimidad divina, llegamos a ser no solo mejores hijos, sino más hijos. Esa debe ser la gran meta de la vida de un cristiano: un continuo crecimiento en su filiación divina.

Nuestra Madre, Santa María, es el modelo perfecto de esta grandeza sublime a la que puede llegar la gracia divina cuando encuentra una correspondencia total. Nadie ha estado, fuera de Cristo en su Santísima Humanidad, más cerca de Dios; ni ninguna criatura puede llegar a ser, en la plenitud de sentido en la que la Santísima Virgen lo fue, Hija de Dios Padre.

Pidámosle que meta en nuestras almas la inquietud de buscar esas enseñanzas del Espíritu Santo que nos impulsan a imitar a Jesús: bajo su influjo tendremos la urgencia, la necesidad ardiente de volvernos hacia el Padre en todo momento, pero especialmente en la Misa: le invocaremos Padre clementísimo18, uniéndonos al sacrificio de su Hijo; nos atreveremos a verle como Padre y llamarle Abba, precisamente porque estamos ungidos por el Espíritu de su Hijo, que clama Abba, Padre19. Él es quien nos hace tener el hambre y la sed de Dios y de su gloria, tan patentes en su Hijo Encarnado. Y el Padre es glorificado por nuestra creciente semejanza con su Hijo Unigénito: Aquel que es poderoso sobre todas las cosas para hacer mucho más de lo que podemos pedir o pensar20, 21.

1 Primera lectura. Año I. Ex 3, 1-6; 9-1 2. — 2 Mt 11, 27. — 3 Jn 17, 6. — 4 Cfr. Mt 6, 3-4; 17-18. — 5 Cfr. Mt 5, 44-46. — 6 Cfr. Mt 4, 7-8, 25-33. — 7 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 240. — 8 2 Pdr 1, 4. — 9 1 Jn 3, 1 — 10 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 150 — 11 Mt 11, 25-26. — 12 Salmo responsorial. Año I. Sal 102, 1-4. — 13 Rom 8, 14. — 14 San Juan Crisóstomo, Comentario a la Epístola a los Romanos, 13. — 15 Cfr. San Ireneo, Contra los herejes, V, pref. — 16 Gal 2, 20. — 17 Flp 2, 5 — 18 Cfr. Misal Romano, Anáfora I. — 19 Gal 4, 6. — 20 Ef 3, 20. — 21 Cfr. B. Perquin Abba, Padre, Rialp, Madrid 1986, pp. 139-140.

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Santoral             (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Enrique
Emperador
Año 1024

En verdad que es difícil encontrar gobernantes
de una santidad como la de este gran Emperador.
Que Dios nos mande muchos jefes de nación como San Enrique.

 

Jesús carga la cruzEnrique significa: "Jefe Poderoso"
Este es el único emperador declarado santo por la Iglesia Católica.

Tuvo la gran suerte de pertenecer a una familia sumamente religiosa. Su hermano Bruno fue obispo. Su hermana Brígida fue monja. La otra hermana, Gisela, fue la esposa de un santo, San Esteban, rey de Hungría. Y la mamá de Enrique lo confió desde muy jovencito bajo la dirección de otro fervoroso personaje, San Wolfgan, obispo de Ratisbona, el cual lo educó de la mejor manera que le fue posible.

Un aviso que lo llevó a la santidad:
Al poco tiempo de haberse muerto su gran maestro, San Wolfgan, vio Enrique que se le aparecía en sueños y escribía en una pared esta frase: "Después de seis". Él se imaginó que le avisaban que dentro de seis días iba a morir y se dedicó con todo su fervor a prepararse para bien morir. Pero pasaron lo seis día y no se murió. Entonces creyó que eran seis meses los que le faltaban de vida, y dedicó ese tiempo a lecturas espirituales, oraciones, limosnas a los pobres, obras buenas a favor de los más necesitados y cumplimiento exacto de su deber de cada día. Pero a los seis meses tampoco se murió. Se imaginó que el plazo que le habían anunciado eran seis años, y durante ese tiempo se dedicó con mayor fervor a sus prácticas de piedad, a obras de caridad y a instruirse ejercer lo mejor posible sus oficios, y a los seis años... lo que le llegó no fue la muerte sino el nombramiento de Emperador. Y este aviso le sirvió muchísimo para prepararse sumamente bien para ejercer tan alto cargo.

Emperador Guerrero.
Enrique cumplió lo que su nombre significa en alemán: jefe poderoso. Pues empezó siendo simplemente rey (o gobernador) de un departamento del sur de Alemania, Baviera. Y allí ejerció su autoridad con agrado de todos , llegando a ser enormemente estimado por su pueblo. Pero de pronto se murió el Emperador Otón III, su primo, sin dejar herederos, y entonces los principes electores juzgaron que ningún otro estaba mejor preparado para gobernar Alemania y a las naciones vecinas que el buen Enrique, tan apreciado por sus súbditos. Y llegó así a aquel altísimo cargo.

Pero por todas partes estallaban revueltas y revoluciones, y el nuevo emperador tuvo que organizar un poderoso ejército para ir calmando a los revoltosos. Y resultó ser un gran guerrero. Dominó las revueltas nacionales y las de Polonia y se hizo respetar por todos los países vecinos.

Liberador del Papa.
Y sucedió que en Roma un anticristo se atrevió a quitarle el puesto al Papa Benedicto VIII. Éste pidió auxilio a Enrique, el cual con un fortísimo ejército invadió a Italia, derrotó a los enemigos del Pontífice y le restituyó su alto cargo. En premio por todo esto, el Papa Benedicto lo coronó solemnemente en Roma como Emperador de Alemania, Italia y Polonia.

Enrique el piadoso.
La gente lo llamaba así porque en todas partes lo que buscaba era extender la religión y hacer que las gentes amaran más a Nuestro Señor.

Para conceder como esposa a su hermana Gisela, al rey Esteban de Hungría le puso como condición a dicho mandatario que propagara el catolicismo por todo su reino, lo cual cumplió Esteban de manera admirable.

Por todas partes levantaba templos, construía conventos para religiosos y apoyaba a cuantos se dedicaban a evangelizar. A los templos les regalaba cálices, ornamentos y demás objetos para que el culto resultara muy solemnemente, y dejaba donaciones para que celebraran misas por sus intenciones.

En su viaje a Italia se sintió sumamente enfermo y se fue en peregrinación a Monte Casino, y allá rezando con toda fe a San Benito consiguió su curación.

Reunía a los obispos y sacerdotes para estudiar los métodos que consiguieran una mayor santidad para el clero. Delante de los obispos se arrodillaba con toda humildad, como cualquier sencillo creyente.

Padre de los pobres y amigo del pueblo.
Pocos gobernantes que hayan gozado de una manera tan extraordinaria de cariño de su pueblo, como San Enrique. Un día, a un empleado que le aconsejaba tratar con crueldad a los revoltosos, le respondió: "Dios no me dio autoridad para hacer sufrir a la gente, sino para tratar de hacer el mayor bien posible."

Fue un verdadero padre para sus súbditos. La fama de su bondad corrió pronto por toda Alemania e Italia, ganándose la simpatía general. En sus labores caritativas le ayudaba su virtuosa esposa, Santa Cunegunda, mujer ejemplarísima en todo.

Buscador de la paz.
Decía siempre que lo que más deseaba para su nación, después de la fe, era la paz. Con los gobernantes vecinos trató de conservar muy buenas relaciones de amistad, y a los súbditos revoltosos, fácilmente los perdonaba y volvían a ser sus amigos. Pocos gobernantes han logrado ganarse como Enrique el amor de sus gobernados, y la gente bendecía a Dios por haberle concedido un mandatario tan comprensivo.

Murió el 13 de julio del año 1024, y poco antes de morir contó a sus familiares que con su esposa Santa Cunegunda había hecho voto de virginidad, y que habían vivido siempre como dos hermanos.

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Santa Teresa de los Andes
Fiesta el 13 de Julio

 

Memoria

Juana Fernández de Solar vino al mundo en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900. Desde su adolescencia se sintió atraída irresistiblemente por Cristo. El 7 de mayo de 1919 ingresó en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de "los Andes" con el nombre de Teresa de Jesús. Entregó su alma a Dios el 12 de abril del año siguiente, después de hacer su profesión religiosa. Fue beatificada por Juan Pablo II en Santiago de Chile el 3 de abril de 1987 y canonizada en Roma, el 21 de marzo de 1993. Propuesta como modelo a los jóvenes, es la primera flor de santidad de la nación chilena y del Carmelo Teresiano de América Latina.

Oficio de Lectura

Segunda Lectura
De los escritos espirituales de Santa Teresa de Jesús (Diario y cartas, Los Andes, 1983, 373, 359, 376)

Sólo Jesús es hermoso
Sólo Jesús es hermoso. El sólo puede hacerme gozar. Lo llamo, lo lloro, lo busco dentro de mi alma. Quiero que Jesús me triture interiormente para ser hostia pura donde El pueda descansar. Quiero estar sedienta de amor para que otras almas posean ese amor. Que yo muera a las criaturas y a mí misma para que El viva en mí.
¿Hay algo bueno, bello, verdadero que podamos concebir que en Jesús no esté? Sabiduría, para la cual no hay nada secreto; poder, para el cual nada existe imposible; justicia, que lo hace encarnarse para satisfacer por el pecado; providencia, que siempre vela y sostiene; misericordia, que jamás deja de perdonar; bondad, que olvida las ofensas de sus criaturas; amor, que reune todas las ternuras de una madre, del hermano, del esposo y que haciendolo salir del abismo de su grandeza, lo liga estrechamente a sus criaturas; belleza que extasía…¿Qué otra cosa imaginas que no esté en este Hombre-Dios?
Temes acaso que el abismo de la grandeza de Dios y el de tu nada jamás podrán unirse? Existe en El el amor; y esta pasión lo hizo encarnarse para que viendo un Hombre-Dios, no temieran acercarse a Él. Esta pasión hízolo convertirse en pan, para poder asimilar y hacer desaparecer nuestra nada en su Ser infinito. Esta pasión le hizo dar su vida, muriendo muerte de cruz.
¿Temes acercarte a El? Míralo rodeado por los niños. Los acaricia, los estrecha contra su corazón. Míralo en medio de su rebaño fiel, cargando sobre sus hombros a la oveja infiel. Míralo sobre la tumba de Lázaro. Y oye lo que dice a Magdalena: Mucho se le ha perdonado porque ha amado mucho. ¿Qué descubres en estos rasgos del Evangelio, sino un corazón bueno, dulce, tierno, compasivo, un corazón, en fin, de un Dios?
Él es mi riqueza infinita, mi beatitud, mi cielo.

Responsorio

R. Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor; continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo. Habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús.
V. Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba me llama. Habiendo sido yo.

Oración

Dios misericordioso, alegría de los santos, que inflamaste el corazón juvenil de Santa Teresa con el fuego del amor virginal a Cristo y a su Iglesia, y la hiciste testigo gozoso de la caridad aun en medio de los sufrimientos; concédenos, por su intersesión, que, movidos por el Espíritu Santo, también nosotros, revestidos con su dulzura, proclamemos en el mundo, de palabra y de obra, el Evangelio de la caridad. Por nuestro Señor Jesucristo.

Juanita o Teresita

Juanita Fernández Solar y Teresa de los Andes son dos nombres de la misma persona.
Nacida en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900, fue bautizada a los dos días con el nombre de Juana. Sus padres Miguel y Lucía, y los demás familiares y amistades la llamaban cariñosamente Juanita.
Desde que entró en el convento, siguiendo la costumbre tradicional, le cambiaron de nombre, llamándola Teresa de Jesús. Finalmente para distinguirla de Santa Teresa de Avila y de Santa Teresita de Lisieux, se la conoce ahora como Santa Teresa de los Andes.

¿Que ha hecho para ser Santa?

Viendo que Teresita no hizo obras espectaculares ni alcanzó a cumplir los 20 años, muchos se preguntan qué méritos tiene para llegar a los altares.
Los tales deben saber que la santidad - a la que todos los bautizados estamos llamados- se alcanza tratando de cumplir siempre y en todo la voluntad de Dios en el puesto que a cada uno le toca ocupar en la vida. No es, pues, lo importante el papel o misión que uno tiene encomendado, sino el amor y la ilusión con que lo desempeña.
En el teatro no se aplaude al que hace de señor, de rey o de obispo, sino al que encarna bien su personaje y lo representa con perfección, aunque haga de mendigo o de tonto. Y lo mismo ocurre en el "gran teatro del mundo". Dios, dueño absoluto de todo, no necesita de nuestras cosas. Busca solamente nuestro amor, porque -como nos hizo libres- podemos negárselo, prefiriendo nuestros planes a los suyos. Y como podemos incluso estropear nuestras buenas obras actuando egoístamente, no mira Dios su grandeza o pequeñez, sino el amor con que las practicamos.
Doctrina es esta que se desprende de los capítulos 12 y 13 de la primera carta de San Pablo a los Corintios. Y es muy consoladora y estimulante para una buena mayoría de cristianos cuya existencia se consume en situaciones harto penosas y difíciles, para que se animen a ser fieles al Señor en los oscuros deberes de su rutinario vivir. Porque, si han sido auténticos, verán a la hora las cuentas que han hecho por Cristo más que muchos que ocuparon puestos de responsabilidad en la Iglesia e hicieron obras llamativas, aunque la historia les dedique muchas páginas; por aquello de que, aunque uno traslade montañas o se deje quemar vivo, si actúa sin amor, o sea, interesadamente, buscandose a sí mismo, de nada le sirve.
Ha sido, pues, muy oportuno que el Papa Juan Pablo II la canonizase, (21-3-1993), porque

·         una santa joven, enteramente normal y equilibrada, sencilla, alegre, deportista, simpática y que amó y vivió plenamente la vida es un regalo de Dios para una sociedad como la nuestra, con un porcentaje muy elevado de jóvenes;

·         porque, como enamorada de Cristo, nos contagiará a jóvenes y adultos de su amor, que nos impulsará – como a Cristo – a obedecer incondicionalmente al Padre y a vivir para los demás;

·         porque nos convencerá de que sólo a base de espíritu de superación y de esfuerzo maduraremos y nos realizaremos como personas; y

·         porque, olvidándose de sí misma y sacrificándose por los demás, nos señala el camino que conduce al equilibrio humano y a la verdadera felicidad.

Escribe Santa Teresita de los Andes

A mí desde chica me decían que era la más bonita de mis hermanos
En 1906 fue cuando Jesús principió a tomar mi corazón para Sí.

Primera Comunión

Primera 
ComuniónQueda dicho que Juanita nació en Santiago, el 13 de julio de 1900.
Cuando tenía 7 años, ingresó al Colegio del Sagrado Corazón de Santiago. En él hizo sus estudios como externa hasta los 15 años. Desde septiembre de 1915 hasta agosto de 1918, en el internado.
A los seis años acompaña ya habitualmente a su mamá y a una tía a la Santa Misa. Y pronto comienza a pedirles con insistencia que la dejen hacer la Primera Comunión. Se lo conceden para 1910. Y el 11 de septiembre, la recibe solemnemente después de haberse preparado muy a conciencia. Desde muchos meses antes ha comenzado ha tomar muy en serio sus obligaciones de bautizada, tratando de dominarse más, de dejar de ser rabiosa y peleadora y de ser cada día más obediente y responsable.
Su preparación para acto tan trascendental la dejó impactada para siempre. Fue el punto de partida para llegar a la amistad más íntima con Jesús. Fue la semilla que fructificó en una vida plena de amor y de entrega a Dios y a la humanidad.

La Virgen me ayudó a limpiar mi corazón de toda imperfección. Yo modifiqué mi carácter por completo. Tanto que mi mamá estaba feliz de verme prepararme tan bien para mi Primera Comunión.
Jesús, desde ese primer abrazo, no me soltó y me tomó para Sí. Todos los días comulgaba y hablaba con Jesús largo rato. Pero mi devoción especial era la Virgen. Le contaba todo. Sentía su voz dentro de mí misma.
En 1913 tuve una fiebre espantosa. Nuestro Señor me llamaba para Sí. A los 14 años me envío una apendicitis, lo que me hizo oír su voz querida, que me llamaba para hacerme su esposa más tarde en el Carmelo.

Nos dijeron que entraríamos de internas. Yo creo que jamás me acostumbraré a vivir lejos de mi familia: mi padre, mi madre, esos seres que quiero tanto. ¡Ah!, ¡Si supieran cuánto sufro, se compadecerían! Sin embargo, me debo consolar.
La mirada de mi crucifijo me sostiene.
Todos los días hago mi meditación y veo cuán gran ayuda es para santificarse. Es el espejo del alma. ¡Cuánto se conoce en ella a sí misma!

Se exige un método

Epoca muy valiosa y decisiva para el futuro humano y espiritual de Juanita es la que corre de 1915 a 1919. En ella planifica su vida exigiéndose un método, en el que ocupan lugar preferente la oración, la misa diaria y el sacrificio; el esfuerzo constante por superarse, por eliminar cuanto le impide realizarse como persona y como cristiana.
Juanita, que gusta de repetir que si se es monja no hay que serlo a medias, no quiere ser cristiana sólo de nombre. Y fiel a su compromiso con Cristo, cumple con tenacidad el programa de vida que se ha trazado. De ahí su empeño en superarse en el cumplimiento concienzudo del deber y la serena aceptación de las pruebas que le van llegando, que fueron incontables en su vida. Porque sabía muy bien que en ello consiste el sacrificio más agradable a Dios y la cruz más santificadora; pues, al no elegirla nosotros, la llevamos solo por amor, sin peligro de buscar nuestra satisfacción.
Quiere ante todo ser fiel a su empeño de recogerse a solas con Jesús para intimar con El. Por eso madruga buscando el silencio y la soledad. Y hace lo imposible por comulgar a diario. Está "chiflada" por Jesús-Hostia. Tiene verdadera hambre de El. Ha comprobado que le da ánimo; que lo necesita. Que Jesús es su vida y que sin Él desfallece y muere.
Así trata de alcanzar la meta que se ha propuesto: vivir identificándose con Cristo, para que cuando el Padre la contemple, reconozca en ella una copia de su Hijo.

¡Qué feliz soy! He sido cautivada en las redes del Divino Pescador. Soy su prometida y muy luego celebraremos nuestros desposorios en el Carmen.
El 8 de Diciembre me comprometí. Mi pensamiento no se ocupa sino de Él. Es mi ideal; es un ideal infinito. (Año 1916).
¡Oh, soy feliz! Pues puedo decir con verdad, que el único amor de mi corazón ha sido Él.
Jesús mío, he visto que sólo una cosa es necesaria: amarte y servirte con fidelidad; Parecerme y asemejarme en todo a Ti. En eso consistirá toda mi ambición.
Jesús me pide que sea santa. Que haga con perfección mi deber. Que el deber es la cruz. ¿Encontrará el Padre la figura de Cristo en mí? ¡Cuánto me falta para parecerme a Él!
Mi espejo ha de ser María. Puesto que yo soy su hija, debo parecerme a Ella y así me pareceré a Jesús.

Es tan rico dar

El trato familiar con Cristo -"el Hombre para los demás"- le ha hecho comprender que el cristiano no puede ser individualista. De ahí su constante empeño por matar su egoísmo para vivir abierta a las necesidades de los demás, y desvivirse por remediarlas en cuanto puede.
Una de sus resoluciones es sacrificarse por los demás para hacerlos felices. Y trata de llevarla a la práctica con naturalidad; sin que sospechen que le cuesta sacrificio complacerles y dar gusto a todos.
No se contenta con gozar ella sola de la felicidad de servir a Dios. Lleva el alma desgarrada porque sabe que hay muchísimos alejados de Él. Vive ofreciendo su vida y mil sacrificios para que le conozcan y le amen. Y no descansa hasta entrar en el convento, para convertirse en hostia que se inmole escondidamente toda la vida para que la humanidad mejore.
No está hecha para gozar ella sola. Aun durante sus vacaciones -tiempo de paseos y sanas distracciones – vive disponible en actitud de servicio. Sus preferidos son los pobres, sobre todo los niños. "Es tan rico dar", dice. Y ella da y se da. Reparte sus ahorros para aliviarlos. Cose ropa para los necesitados. En una ocasión rifó su reloj para obtener fondos con que comprar zapatos a un niño a quien protege habitualmente. Visita las casas de los inquilinos, quienes le confían sus problemas; y ella les ayuda en sus necesidades espirituales y materiales. Reúne a los niños para enseñarles catecismo. Y cuando se da cuenta de que la instrucción que reciben en la escuela es nula o deficiente, les da clase diariamente. Excelente catequista, colabora con entusiasmo en las misiones con los sacerdotes. Las empleadas de su casa reciben de ella en todo momento ayuda, estímulo, atenciones y muestras de cariño y afecto.

Tengo pena. Me sangra el corazón. Mil vidas, si yo pudiera, ofrecería por Él. Todos los sufrimientos, Dios mio, enviadme y dadme gracias para soportarlos, con tal que él se convirtiera.
Junté treinta pesos para mi día. Voy a comprarle zapatos a Juanito y lo demás para dárselo a los pobres. Es tan rico dar.
Nosotras hacíamos catecismo. Se juntaban más de cincuenta chiquillos. Y después de las misiones hemos seguido haciéndoles clase todos los días, pues parece que poco o nada les enseñan en la escuela fiscal.
María, eres la Madre del Universo. ¿Quién no se anima al verle tan tierna, tan compasiva, a descubrir sus íntimos tormentos? Si es pecador, tus caricias lo enternecen. Si es tu fiel devoto, tu presencia solamente enciende la llama viva del amor divino.

Alegre y bromista

Juanita lleva una vida interior rica y profunda. Trata con Jesús de corazón a corazón. Se ha entregado a Él sin reservas. Pero su equilibrio sociológico le hace llevar una vida normal, como la de cualquier joven de su tiempo.
Todo lo que sea distinguirse le repugna. Evita cuidadosamente merecer el título de beata. Se gloría de que es feliz y lo pasa bien allí donde le toca vivir. De que no es como otras chiquillas que en todas partes se "latean". Le gusta querer de verdad. Por eso tiene tantas y tan buenas amigas. Y sus educadoras la admiran y aprecian sinceramente. En todas partes la quieren.
Es alegre, comunicativa, bromista. Contagia a todos su sana alegría. Es maestra en el manejo de la broma y de la ironía. En sus cartas abundan episodios divertidísimos de ataques de risa. La sencillez, familiaridad y alegría de las carmelitas le encantó, incluyendo poderosamente en su resolución de ingresar en el Carmelo.
En la intimidad de su familia es amable, dulce, cariñosa. La "joya de la casa", como dirá su hermano Luis.

El viaje resultó divertidísimo. Gozamos, pues embromamos desde que salimos. También nos acordamos de Uds., pero nada más que para "pelarlas".
No hacemos otra cosa que embromar. Apróntate. En la mesa nosotras estamos las últimas con Pepe. Era tanto lo que disparateábamos y nos reíamos, que a veces no podía comer. Pero lo más trágico era que el Padre que rezaba después de la comida, en la mitad del rezo, no podía continuarlo por la risa, pues lo contagiábamos.
Saqué como resolución vivir muy alegre exteriormente.
Donde me llevan soy feliz….Vivir siempre muy alegres. Dios es alegría infinita.

Le encanta el deporte

Todo lo que sea el deporte le fascina. Es estupenda equitadora. Desde niñita, su abuelo le había enseñado a montar a caballo. Y no hay nada que le guste más que cabalgar. Le divierten los largos paseos a caballo por cerros y quebradas. Se lanza decidida por cualquier parte desafiando peligros. Envidia a los jóvenes que van por verios días a la cordillera. También le encanta el tenis y manejar la "cabrita". Pero descuella sobre todo como nadadora. Como es alta y bien proporcionada, tiene excelentes cualidades para la natación. Bate el récord de rapidez y resistencia entre sus familiares, resultando indiscutiblemente vencedora en cuantas competencias organizan.
Se extasía a la vista de los paisajes pintorescos, que retrata después con precisión y colorido en sus cartas. El mar y las bellezas de la naturaleza le hacen sentir sed de lo infinito.
Estudia música y canto. Y las veces que asiste al teatro a alguna ópera, sabe apreciar la voz y el desempeño de los actores.

He salido mucho a caballo y estoy encantada con subir y bajar cerros. Aquí están admirados porque no me canso, y me dicen que soy una verdadera amazona. No dejaría de ser una vergüenza si no lo fuera.
Nos ha bajado furor por el tenis. Estoy aprendiendo. Me encanta.
No hemos hecho ningún paseo grande, pues los chiquillos se van a la cordillera por seis días. Te aseguro que los envidio con toda el alma.
Me siento llena de Dios. No hay separación entre nosotros. Donde yo vaya, El está conmigo, dentro de mí. Vivo con Él. Y a pesar de estar en los paseos, ambos conversamos sin que nadie nos sorprenda ni pueda interrumpirnos.
La voluntad de Dios es un alimento espiritual que fortifica el alma que se entrega a El gustosa.

Divina y Humana

Lo más sorprendente es la naturaleza con que armoniza el trato con Dios con el de los hombres. Se abisma y queda absorta en la contemplación de las perfecciones de Dios y de las finezas de su amor, sin dejar de mostrarse después alegre, amable y comunicativa con sus semejantes.
Cada día siente necesidad más apremiante de orar. Y aún cuando las ocupaciones o la atención de los demás le impiden recogerse a dialogar con Jesús, sabe y dice que toda su vida es una oración continuada, una alabanza ininterrumpida a Dios; porque todo lo hace por su amor y sin salirse un punto de su divina voluntad. En los lugares de esparcimiento goza con la idea de que, allí donde tantos lo olvidan, al menos ella lo adora y ama. ¡Que páginas tan deliciosas escribió sobre su intimidad con Dios!
Su oración es sencilla, sin complicaciones. Una íntima y familiar conversación con Jesús. Se figura que está a sus pies escuchándolo. Y trata con Él sobre lo que hacer a evitar para serle más agradable.
Verdaderamente pasma su equilibrio, la armoniosa síntesis que ha logrado integrando lo divino y lo humano tan perfectamente. Sorprende verla tan normal, tan complaciente, alegre y bromista incluso en los meses en que su cuerpo esta aquejado por fatigas y molestias, y su espíritu viene sufriendo la purificación más angustiosa- dudas, sequedades, abandono y agonía interior con que el amor acrisoló su alma los dos últimos años de su vida.

Ayer salí para siempre del colegio. Desde ahora, papacito, quiero que Ud. cuente para todo conmigo. No tengo otro deseo que darle gusto en todo, acompañarlo y consolarlo. Pienso correr con la casa, tratando de hacerlo lo mejor posible.
Véngase luego, papacito, para pasar siquiera dos días con Ud., ya que nosotras lo aprovechamos tan poco cuando Ud. viene por estar internas.

Amor sin caricias

Juanita es profundamente afectiva. Llora a mares cada vez que se despide de los suyos para ir al internado. Es de temperamento tan afectuoso y regalón, que de jovencita se pregunta cómo las monjas pueden ser felices sin recibir muestras externas de cariño, y cree imposible enamorarse de un Dios a quien no se ve ni se puede acariciar. Pero se ha entregado al Amor. Y ha comprobado que Dios resarce plenamente; que da muestras palpables – aunque invisibles – de su amor infinito.
Examina, pues, su corazón y se convence de que sus aspiraciones de amor son tales, que ningún ser humano podrá colmarlas enteramente; porque será necesariamente limitado, interesado, sujeto a flaquezas. Que únicamente Jesús es capaz no solo de perfeccionarla, sino de divinizarla. Y que por lo tanto, sólo Él podrá enamorarla. Y opta por Él. Y decididamente. Y escoge el convento de las Carmelitas de los Andes para realizar su ideal de ser toda de Jesús. Esta convencida de que encontrará muchos obstáculos para lograr su intento. Pero confía en que, con Jesús, atravesará el fuego, si es preciso, para conseguirlo.
No es que Juanita no aprecie el matrimonio. Sabe que la vida del hogar es muy sacrificada y fecunda. Que hacen falta cristianos que la vivan generosamente para colaborar en la transformación del mundo. Pero ella no se siente llamada sino a fundirse con Jesús en el amor, como prisionera voluntaria suya en una clausura.
No es una ilusa, sabe que el amor es exigente. Que si se va al Carmen, es para inmolarse con Cristo por la humanidad. Que en su pieza tendrá una cruz de madera sin Cristo. Que es esa la cruz donde ella debe morir a su egoísmo, a todo lo que le impida repetir: "Yo no soy la que vivo, sino Jesus".
Pero el sufrimiento no le es desconocido. ¿Qué importa sufrir cuando se ama?, dice. El amor es cielo. Y ella, perdidamente enamorada de Cristo, cifra su ideal en sufrir, amar y orar por la Iglesia y por la humanidad pecadora.

Los corazones de los hombres aman un día y al otro son indiferentes. Solo Dios no cambia.
He visto que la felicidad en el mundo no existe. Siempre su trato me deja un vacío que lo llena por completo nuestro Señor.
¡Qué impresión me produjo cuando vi mi conventito! Su pobreza habla muy bien a su favor. Apenas lo vi me encantó y me sedujo. Sé que si voy al Carmen será para sufrir. Mas el sufrimiento no me es desconocido. En él encuentro mi alegría, pues en la cruz se encuentra Jesús, y Él es Amor. Y ¿qué importa sufrir cuando se ama?
No temas, hermanita querida. No existirá jamas separación entre nuestras almas. Yo viviré en Él. Busca a Jesús y en Él me encontraras y allí los tres seguiremos los coloquios íntimos que hemos de continuar allá en la eternidad (carta a su hermana Rebeca)
Solo me restan 20 días. Y después el Calvario, el cielo………Ya estoy subiendo su cima. El dolor de la separación es tan intenso, que no hay palabras para expresarlo. Solo Dios me sostiene.
Jesús no quiere que exista nada entre El y yo. Manifestándose a mi alma la ha enamorado en tal forma que sólo en Él puedo encontrar reposo.

 


El colmo de la dicha y del dolor

El 7 de Mayo de 1919 ingresó Juanita en las Carmelitas Descalzas de Los Andes, separándose para siempre de los suyos. Así culminó el gran sacrificio que la trajo desgarrada los últimos meses, y que sólo por amor a Cristo pudo consumar. Un mes antes escribía: "Estoy en el colmo de la dicha y del dolor". Contrastes y paradojas que sólo el locamente enamorado puede entender. Dolor intensísimo por alejarse de los suyos a quienes ama y que nunca hubiera abandonado por un hombre. Lucha contra su propia naturaleza – sobre todo desde que solicita el permiso paterno -, que se convierte en agonía, en martirio cruel, según va acercándose el día de subir definitivamente al Calvario de la terrible despedida.
Y por otra parte, dicha felicidad, por ver realizado el ideal de su vida; por dejar todo lo que tiene a cambio de Nuestro Señor. Dicha inefable, porque el amante goza en demostrar el amor en lances difíciles y comprometedores. Y porque Jesús no se deja ganar en generosidad, cuando Juanita se arranco de los brazos de su madre, le abrió los suyos dulcemente, confortándola y fortaleciéndola con su gracia.

El fin de las carmelitas me entusiasma: santificarse a sí misma para que la savia divina se comunique, por la unión que existe entre los fieles, a todos los miembros de la Iglesia. Ella se inmola sobre la cruz y su sangre cae sobre los pecadores, pidiendo misericordia y arrepentimiento. Cae sobre los sacerdotes, santificándolos. Y todo en silencio, sin que nadie lo sepa. Cuantos hay que tachan su vida de inútil. Sin embargo, ella es como el Cordero de Dios que lleva los pecados del mundo. Se sacrifica para volver al redil las almas extraviadas. Pero así como a Cristo no lo conoció el mundo, a ella tampoco la conoce. Esta abnegación completa me encanta. No hay cabida al amor propio. No ve siquiera el fruto de su oración. Solo en el cielo lo vera.
Por Jesús he preferido ser pobre y trabajar. Ya que Él por mi amor se hizo pobre, yo por amor a Él quiero serlo.
La ternura de mi corazón de hija crece cada día, mi papacito, y no creo que en el Carmen se extingue, antes al contrario, toma mayores proporciones, porque se ama sin interés y en Dios.

Orando, trabajando y riéndonos

ClaustroLas religiosas quedan prendadas de su nueva hermana y de sus sobresalientes cualidades. Y el 14 de octubre la visten con el hábito de la Orden, imponiéndole su nuevo nombre: Teresa de Jesús.
En el convento, fiel a su consigna de santificarse por los demás, continúa buscando para si lo más trabajoso y molesto para aliviar a sus hermanas. Las ama de corazón. Ahora es ella la que, con su trato fino y exquisito, contribuye a que siga reinando en la comunidad la alegría, la hermandad y sencillez, que antes de entrar le habían seducido. Se siente cada día más feliz. En la antesala del cielo. Porque pasa horas a los pies del sagrario y en su celda con Jesús, que es su gozo infinito. Con Dios que es alegría infinita. Y luego, en los recreos, se ríe y embroma todo el tiempo, sin que falten los cantos con guitarras y bandurrias los días señalados. Así pasamos la vida – escribió -: orando, trabajando y riéndonos.
Enamorada de Cristo, de la Eucaristía, de la Virgen y de la oración, despliega un apostolado intensísimo con sus cartas. Sus destinatarios van contagiándose de esos amores de Teresa.
Así vive la prisionera voluntaria de Jesús. Siente ansias de martirio. Le fascinaría dar su vida por El. Pero pisa tierra y sabe que su martirio está en donde vive. En eliminar su egoísmo a cada instante. En aceptar los sufrimientos interiores que la purifican. En cumplir con alegría el fin de la carmelita: rogar, vivir inmolándose ocultamente por los pecadores, por la santificación de los sacerdotes y por la Iglesia.

Todo es alegría y sencillez en el Carmen. Y cada una se esmera en poner de su parte cuanto pueda para alegrar a sus hermanas.
Si supieras la felicidad que inunda mi alma en cada instante escondida en Dios! Me parece que principie a vivir sólo el 7 de Mayo. Te aseguro que todos los sacrificios hechos me parecen nada. Vivimos riéndonos y amando. No te imaginas la alegría, la confianza y la sencillez que reina. Me encuentro en mi centro.
Mi celda es bien pobrecita, pero en ella me paso con Nuestro Señor en intima conversación de corazón a corazón.
Que cosa más rica es para el alma que ama pasar la vida junto al Sagrario! Después que comulgo me siento en el cielo, y dominada por el amor infinito de Dios.

Al abrazo del Padre

CrucificciónTodavía no hace el año que Jesús la ha "robado", y ya su alma, acrisolada y purificada la máximo por el amor, está madura. Ella escribió por entonces: "Soy la persona más dichosa. No deseo nada, porque mi ser entero está saciado en Dios – Amor".
Durnate la cuaresma de 1920, Teresa debió sentirse muy enferma; pero no dio importancia a su mal, Llegó así hasta el viernes santo, hasta que su maestra la notó afiebrada. Era tarde. El mal – un violento tifus – había minado ya su frágil organismo. Durante su enfermedad, se pudo comprobar su aquilatada virtud. Jamás molestó por nada. Siempre estaba bien. Sólo se sabía de sus dolores y malestar cuando era interrogada por los médicos. La comunidad hizo lo humanamente posible por devolverle la salud. Pero inútilmente. El fruto – ella misma lo dijo – estaba ya maduro.
El 12 de abril de 1920, a las 7:15pm, fue a gozar plenamente y sin velos de Dios la que ya en vida había experimentado que fuera de El no hay felicidad posible; que sólo El basta. Contaba con 19 años y 9 meses de edad y 11 meses de carmelita.

Para una carmelita la muerte no tiene nada de espantable. Va a vivir la vida verdadera. Va a caer en brazos del que amo aquí en la tierra sobre todas las cosas. Se va a sumergir eternamente en el amor.

Pronto obra milagros

La comunidad de Los Andes y los familiares de Sor Teresa recibieron muchas cartas no de pésame, sino de felicitación por tener una santa en el cielo. Los periódicos de Santiago – cosa insólita para una carmelita de clausura – publicaron su muerte, exaltando la heroicidad de sus virtudes.
A los pocos días de su muerte, el P. Julián Cea, que la había conocido en febrero de 1919 en unas misiones, escribió:
"Su santidad tenía la propiedad de ser atrayente, amable, comunicativa. No sé que respeto y veneración infundía su persona. Y al mismo tiempo se sentía por ella un santo cariño, como el que creo se tendrá a un ángel si lo viéramos con los ojos de cuerpo. ¡Qué sonrisa angelical acompañaba siempre su conversación! No era esquiva, sino confiada. Y su alma, inocente y pura como un niño. ¡Con que pasión amaba a Jesús! Pocos días tuve la dicha de tratarla, paro la impresión que me causó su santidad no se borrará jamás. Le rezo todos los días como a una santa que está en el cielo, Yo confío en que pronto comenzará a obrar milagros, y su conducta angelical influirá no poco en la conducta de muchas jóvenes".
Pronto los fieles comenzaron a ponerla por intercesora ante el Señor. Y en los muchos años que nos separan de su muerte, el Señor a dado pruebas de su deseo de glorificar a su sierva, otorgando por sus ruegos infinidad de gracias, sobre todo espirituales: conversiones, vuelta al camino del bien.
Son incontables los fieles, incluso de las más apartadas regiones del país y del extranjero, que acuden cada día a la tumba de Teresita, sobre todo desde que sus restos reposan en la cripta del Santuario erigido en su honor en Rinconada de Los Andes.

Jesucristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca. Es martirio el que padezco al ver que corazones agradecidos a las criaturas no lo sean con aquel que los sustenta, que les da la vida y los sostiene; que les da y ha dado todo, hasta darse el mismo.

Mensaje a la juventud

Teresa tiene mucho que decirnos a todos. Su mensaje a la juventud es de innegable actualidad.
De los jóvenes que la trataron y rondaron, no le convenció ninguno. Son muy superficiales, dijo.
Hoy buena parte de la juventud es sana, consciente, responsable. Sabe a dónde va y está bien enrutada. Pero hay otros muchos que hablan estupendamente. Da gusto escucharles. Se les ve ilusionados por ser auténticos, por realizarse plenamente, por cultivar los valores humanos y por construir un mundo nuevo más humano y más unido. Señalan muy bien la meta. Dicen querer alcanzarla. Pero no les gusta el camino que conduce a ella. Y muchos se apartan de él. Y ésta es la misión de Teresa: señalar la ruta a la juventud de hoy; recordarle que él único camino que conduce a la plena realización humana es el esfuerzo, la autodisciplina, el control de sí mismo .
El mensaje es de innegable actualidad cuando tanta juventud se muestra alérgica a toda norma y proclama como única regla valida su propio capricho, su talante, el me gusta, no me gusta, me nace, no me nace. No hay pedagogo ni formador serio que apruebe tal actitud. Al contrario, todos ellos, a cuantos aspiran a formar su carácter y personalidad, les exigen borran de su vocabulario esas palabras – me gusta, no me gusta- sustituyéndolas por debo o no debo. Y actuar en consecuencia. Y la experiencia les da la razón. Sin autodisciplina, sin control de si mismo no se forja el hombre.

"Jamás me dejaré llevar por el sentimiento y por el corazón, sino por la razón y mi conciencia". "Todavía soy muy orgullosa. Me propondré abatir hasta los últimos gérmenes del amor propio", escribió Santa Teresa.

Aquí está el remedio. Mal le hubiera ido a Teresa de no haber puesto en práctica esta resolución, dado su gran fondo de orgullo y su tendencia a obrar independientemente y con altivez. Ella nos habla de las "rabietas feroces" que le daban de pequeña. De sus "rezongos"; de su repugnancia a obedecer. De que, en ocasiones, "siente sublevarse todo su ser" De que todavía a sus 17 años, en el colegio, llegó a botar con rabia un dulce que le dieron por creerlo muy chico. Pero al menos desde los nueve años, se propuso muy en serio controlarse. Y humillándose cada vez que quebrantaba su propósito, y dominando sus impulsos las más de las veces, logró alcanzar la ecuanimidad, dulzura y apacibilidad que admiraron todos en ella.

"Debo esforzarme por ser más amable. Me esmeraré en labrar la felicidad de los demás". "Mi resolución: santificarme por todos".

Son también propósitos de Juanita. Los jóvenes que aspiran la madurez humana deben indispensablemente hacerlos suyos. Porque es principio archisabido archirrepetido que únicamente abriéndose a los demás, dándose, saliéndose del propio egoísmo en busca del bienestar de los otros, es como se realiza y madura la persona humana. Es por eso lo exigió Cristo terminantemente a sus seguidores. Y quienes no se esfuercen por vivirlo, ni llegarán a ser hombres nuevos, ni serán capaces de construir el mundo nuevo más humano y más unido que tanto dicen anhelar.

Ocupémonos del prójimo, de servirle, aunque nos cueste repugnancia hacerlo. De esta manera conseguiremos que el trono de nuestro corazón sea ocupado por su Dueño, por Dios.

Hacia la plenitud humana

A los cristianos del siglo XX nos viene a decir Teresa que sólo abriéndonos a Dios y a sus exigencias de amor lograremos ser plenamente hombres.
Teresa – ya queda dicho) ha conseguido armonizar lo divino y lo humano integrándolo en su vida en admirable síntesis. Para ello no hay dos vidas superpuestas: una natural profana y la otra sobrenatural, espiritual. No hay sino una única vida humana planificada por el amor divino, divinizada. Viviendo abierta a la voluntad de Dios y no apartándose ni un punto de ella, conjuga con naturalidad encantadora el trato con Dios y con los hombres, como queda ponderado. Convertida en Sor Teresa, más endiosada por haber rendido incondicionalmente su querer al divino, continúa amable y comunicativa y alegrando y embromando alas religiosas y a los destinatarios de sus cartas.
La obediencia a Dios nos salva, nos lleva a la realización. Por preferir su plan al de Dios, queda el egoísta destruido, sumido en la degradación del vicio; envilecido. ¡Qué verdad es que el hombre sin Dios se deshumaniza!. En cambio, en diálogo con Dios y siguiendo dócilmente su camino de apertura y servicio a los demás, alcanza el hombre su plenitud: su naturaleza se ennoblece, se perfecciona y en cierto modo se diviniza.
A esa meta ha llegado Teresa. Por eso, rebosante de satisfacción, necesita proclamar en todos los tonos – como lo hace en su correspondencia – que está gustando anticipadamente la felicidad del cielo.
Sabe muy bien que, sumergida como está en esa atmósfera divina, su vida entera –sin excluir ninguna de sus acciones – es una alabanza de gloria a la Santísima Trinidad. Y eso mismo nos pide a todos: que convirtamos nuestra vida en culto, en ofrenda, en "melodía continua de amor" para Dios.
Muchos lo habían olvidado y venían separando lamentablemente su vida religiosa de su vida profana. Y el cristianismo quedaba desprestigiado con procederes y conductas en franca oposición con las creencias. Por eso llegó la severa advertencia del Concilia Vaticano II contra los que incurrían en tal incoherencia.
Teresa, que tan estupendamente captó y asimiló esa exigencia del Evangelio, puede con todo derecho recordárnosla a los cristianos de su siglo, haciéndola mensaje propio. Y repetimos: Que no debe haber para nosotros sino una única vida humana. Toda ella cristiana, espiritual, es decir, de acuerdo al espíritu de Cristo. Que estamos obligados a dar culto a Dios no únicamente la hora de la misa dominical y los minutos diarios dedicados al rezo, sino todos los minutos del día y todas las horas de la semana. Cuando nuestra oración sea –como la de Teresa- una conversación intima con Cristo, en la que tratemos familiarmente con El, saliendo de ella dispuestos a sacrificar en nuestra vida personal y social lo que le desagrada, toda nuestra vida, unificada, será auténticamente cristiana. Sí; también la de los negocios, la profesional, la del hogar. Y entonces todo nuestro día – incluso las diversiones – serán culto, liturgia, melodía continua, glorificación de Dios.

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Fuente: Itunet
Eugenio de Cartago, Santo Obispo, 13 de julio  

Eugenio de Cartago, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Albi, ciudad de Aquitania, trásito de san Eugenio, obispo de Cartago, glorioso por su fe y sus virtudes, que sufrió el destierro durante la persecución desencadenada por los vándalos (501).

Etimológicamente: Eugenio = Aquel que es bien nacido, es de origen griego.

 

Cuando los bárbaros destruyeron el Imperio Romano, los vándalos -dirigidos por Genserico- se apoderaron del norte de África, que constituía una de las provincias del Imperio.

Aunque cristianos, los vándalos eran arrianos, que desdecían de su fe cometiendo, por donde pasaban o se asentaban, una larga serie de atropellos y de crímenes, destruyendo y quemando iglesias y monasterios y torturando a los habitantes.

A Genserico sucedió en el reino Hunerico, quien al principio se mostró moderado con los católicos y, por un pedido del emperador de Constantinopla, permitió que los fieles eligieran libremente sus autoridades eclesiásticas. Para ejercer la dignidad episcopal de Cartago resultó electo Eugenio, cuyo nombre significa "bien nacido". Era un sacerdote estimado por su saber, su piedad y su caritativo celo hacia los pobres.

Eugenio predicó con ardor, defendiendo la fe católica con agudeza y audacia. Realizó numerosas conversiones y se hizo muy popular y Hunerico, que le tenía, le prohibió predicar al público, ordenándole no admitir en su iglesia a ningún súbdito vándalo.

Eugenio replicó que las puertas de la casa de Dios estaban abiertas para todo el que se acercara. Entonces el déspota puso guardias a la entrada de los templos, con orden de torturar a aquellos que no acatasen la prohibición. A los torturados los hacía pasear luego por las calles, como en procesión, a fin de que sirviesen de escarmiento a los otros.

Así llegaron la violencia, los asesinatos y deportaciones. Hunerico mandó organizar una asamblea de obispos católicos y arrianos, para examinar los argumentos de ambas partes. Hablando con Eugenio, le decía: "Así sabremos quién está en la verdad".

Se refiere que en este tiempo Eugenio realizó un milagro, en el cual por su intercesión un ciego, al recibir sobre los ojos agua bendita, recobró públicamente la vista. Los arrianos achacaron el suceso a artes mágicas y lo acusaron de hechicero.

La asamblea reunida resultó una farsa. Obispos católicos desaparecían; otros eran torturados. El pueblo fue espectador de una afligente caravana caminando en el desierto: era Eugenio, seguido por sacerdotes y fieles. En Tripoli, a donde se trasladó, fue puesto bajo la autoridad de un obispo arriano, quién lo trató duramente.

Miles de católico fueron llevados al interior del país, donde cayeron en manos de los moros, que los torturaron y esclavizaron. Murió así todo el clero de Cartago y muchos hombres, mujeres, ancianos y niños.

La muerte sorprendió al rey de los vándalos en el año 484 y Eugenio pudo regresar a su diócesis cuatro años más tarde, para ser desterrado nuevamente tiempo después por Trasimundo. Esta vez se dirigió a las Galias.

Se cree que cerca de Albi, donde reinaba el visigodo Alarico, otro arriano, realizó vida solitaria y se dedicó a escribir contra los errores de los herejes.
Allí murió en julio del año 505.

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Fuente: Magnificat.ca
Anacleto (Cleto), Santo III Papa, 13 de julio  

Anacleto (Cleto), Santo

III Papa

Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de san Cleto, papa, que fue el segundo que rigió la Iglesia Romana después de san Pedro (88).

Etimológicamente: Anacleto = Aquel que es llamado, es de origen griego.

 

El santo papa Anacleto fue natural de Atenas, hijo de Antioco, y por su mucha santidad y letras fue puesto en la Silla del Príncipe de los Apóstoles, por muerte de San Clemente, papa y mártir, imperando Trajano. Este cruelísimo emperador, viendo crecer la religión cristiana y disminuir el culto de sus falsos dioses, levantó la tercera persecución contra la Iglesia, pensando que con tormentos podría exterminarla; pero la semilla regada con la Sangre de los mártires fructificaba más y más.

En virtud de esta persecución tan rigurosa, ordenó San Anacleto que al fin de la Misa comulgasen todos los que se hallaran presentes. Mandó también que a la consagración del obispo asistiesen otros tres obispos, y que los clérigos fuesen admitidos a las órdenes públicamente. Escribió algunas Epístolas, en que trata de la autoridad del Sumo Pontífice, afirmando que sólo Dios le puede juzgar. Finalmente, después de haber gobernado la Iglesia de Dios nueve años, tres meses y diez días, padeció martirio por la fe de nuestro Señor Jesucristo en el año 88.

Antiguamente se recordabaa a este santo el 13 de julio, en actual martirologio traslado su fiesta al 26 de abril.

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Fuente: Vatican.va
Carlos Manuel Cecilio Rodriguez Santiago, Beato Laico, 13 de julio  

Carlos Manuel Cecilio Rodriguez Santiago, Beato

Laico

Martirologio Romano: En Caguas, ciudad de Puerto Rico, beato Carlos Manuel Cecilio Rodríguez Santiago, que trabajó incansablemente en la renovación de la sagrada liturgia y en fomentar la vida de fe en los jóvenes (1963).

Etimológicamente: Carlos = Aquel que es dotado de noble inteligencia, es de origen germánico.

Etimológicamente: Manuel = Dios esta con nosotros, es de origen hebreo,

 

Carlos Manuel Cecilio Rodríguez Santiago nació en Caguas, Puerto Rico, el 22 de noviembre de 1918, hijo de Manuel Baudilio Rodríguez y Herminia Santiago, ambos de familias numerosas, sencillas y de gran arraigo cristiano. Fue bautizado en la Iglesia Dulce Nombre de Jesús en Caguas el 4 de mayo de 1919. Fue el segundo de cinco hermanos: dos hermanas se casaron, otra es religiosa Carmelita de Vedruna y su único hermano es sacerdote benedictino y Primer Abad puertorriqueño.

Cuando 'Chali' tenía seis años, un voraz incendio consumió la modesta tienda del papá y la vivienda de su familia. Como resultado, perdieron todo y se vieron precisados a mudarse a casa de los abuelos maternos. Aquí, Carlos Manuel vino en estrecho contacto con su abuela Alejandrina Esterás, una "santa mujer" al decir de quienes la conocieron.

Manuel Baudilio, el padre, sufrió con resignación, sin perder su fe esta pérdida y tras una larga enfermedad, murió en 1940. Doña Herminia, al no estar en su casa propia se impuso a sí y a sus hijos un celoso respeto y hasta cohibición, de quien está en casa ajena. Esto influyó en el carácter reservado y tímido de sus hijos. Pero Herminia tenía la virtud de la serena alegría iluminada por la fe dada su familiaridad con el Señor en la Eucaristía diaria.

Es así como las primeras lecciones en la fe católica y las vivencias de esa fe las recibe y experimenta Carlos desde muy temprano en el seno de su propia familia. A los seis años comenzó su vida escolar en el Colegio Católico de Caguas, en donde permaneció hasta octavo grado.

Allí conoció a las Hermanas de Notre Dame y cultivó una especial amistad con ellas durante toda su vida. Bajo la tutela de éstas y de los Padres Redentoristas, desarrolla su primera educación formal, humanística y religiosa; recibe a Cristo por vez primera en la Sagrada Eucaristía que marcaría un amor para siempre; se hace monaguillo y posiblemente siente el llamado inicial a una vida de entrega total a Cristo. Como monaguillo, empieza a degustar las riquezas de la fe a través de la sagrada liturgia de la Iglesia.

Se gradúa de octavo grado en 1932, siendo el primer honor de su clase y obteniendo la medalla de religión. Pasa entonces a cursar estudios en la escuela superior pública Gautier Benítez en Caguas. Durante el segundo semestre de ese curso escolar empieza a notar los primeros síntomas de una enfermedad que sugería un trastorno gastrointestinal: colitis ulcerosa. Este habría de causarle muchísimos inconvenientes por el resto de su vida, y se iría agravando paulatinamente. Ello jamás llegó a doblegar su espíritu de entrega a Cristo y a Su Iglesia.

Más tarde, renueva su contacto con las Hermanas de Notre Dame y los Padres Redentoristas, esta vez en la Academia Perpetuo Socorro en el sector Miramar de San Juan, donde cursa su tercer año de Escuela Superior (1934-35), pero su salud le impide continuar. Vuelve a Caguas, trabaja por algún tiempo y por fin termina ambos cursos, el comercial y el científico, en su cuarto año en la Gautier Benítez en 1939.

Se desempeña como oficinista hasta 1946, cuando decide iniciar estudios hacia un bachillerato en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras, y logra completar un año. En 1947, a pesar de haber aprobado con excelentes calificaciones todas las materias y pese a su amor por los estudios, una vez más su salud le impide estudiar formalmente: esta vez, de manera definitiva. Sin embargo los estudios jamás terminaron para 'Charlie', como ya empezaban a llamarlo sus amigos en la UPR. Él era un lector voraz. Todo le interesaba: las artes, las ciencias, filosofía, religión, música... De hecho, tomó clases de piano tan sólo un año, pero su interés le llevó a continuar por sí solo, hasta tocar no sólo el piano, sino además, el órgano de la Iglesia... ¡La música sacra que tanto aprendió a amar!

Otro de sus grandes amores era la Naturaleza. Desde niño acostumbraba pasar las vacaciones de verano en el campo. Solía ir con hermanos y primos de pasadía, al río o a la playa. Ya de adulto organizaba junto a sus hermanos, caminatas de un día al campo; ligero de equipaje, frugal el alimento, pero abundante el deseo de comulgar con la creación entera.

Carlos Manuel trabajó como oficinista en Caguas, Gurabo y en la Estación Experimental Agrícola, adscrita a la UPR de Río Piedras, donde además traducía documentos. Empleaba casi todo su modesto salario en promover el conocimiento y el amor a Cristo, especialmente a través de la Sagrada Liturgia. Por eso, se afanaba en traducir artículos que leía sobre la materia y que él editaba para nutrir dos publicaciones a manera de folletos mimeografiados, Liturgia y Cultura Cristiana, tarea a la que dedicaba incontables horas de trabajo.

Cada vez más convencido de que la liturgia es la vida de la Iglesia (a través de la oración, la Proclamación de la Palabra, la Eucaristía y los misterios de Cristo o sacramentos), organiza en Caguas un "Círculo de Liturgia" junto al P. McWilliams y luego, en 1948, funda junto al P. McGlone el coro parroquial Te Deum Laudamus.

En Río Piedras, donde sus hermanos Pepe y Haydée eran ya profesores de la UPR, Carlos realiza su ardiente deseo de dar a conocer a Cristo entre profesores y estudiantes de ese centro docente. Al ampliarse el grupo de sus "discípulos" se mueve con ellos al Centro Universitario Católico, organiza otro Círculo de Liturgia (más tarde llamado Círculo de Cultura Cristiana). Continúa con sus publicaciones y organiza y da forma a sus célebres "Días de Vida Cristiana" junto con los universitarios a quienes desea que entiendan y gocen los tiempos litúrgicos. Participa en paneles sobre diversos temas, siendo él el portaestandarte de la vida litúrgica y el sentido pascual de la vida y la muerte en Cristo. Organizó grupos de discusión en varios pueblos y participó en la Cofradía de la Doctrina Cristiana. Otras organizaciones católicas en las cuales participó fueron la Sociedad del Santo Nombre y los Caballeros de Colón. Impartió catequesis a jóvenes de escuela superior, aportando él todo el material que mimeografiaba sin descanso para suplir las limitaciones económicas de sus jóvenes alumnos. Defendió y promovió con fervor extraordinario entre obispos, clero y seglares, la renovación litúrgica de la Iglesia a través de la participación activa de los fieles, el uso del vernáculo y, muy especialmente de la observancia de la Vigilia Pascual, felizmente restaurada por SS Pío XII, para regocijo de Charlie. Todo ello, antes del Concilio Vaticano II, de ahí que se le llame apóstol pre-conciliar de lo que vino a ser Sacrosanctum concillium.

Muchos testimonian su desarrollo vital de la fe gracias a la formación que le impartió Carlos Manuel unido a su modelo de entrega y servicio. Varios otros agradecen a su ardiente celo por Cristo el haber despertado en ellos su vocación religiosa. Quienes lo buscaban para aclarar sus dudas o conseguir el fortalecimiento de su fe, no quedaban defraudados. Acercarse a Carlos Manuel era como allegarse a una luz que va iluminando cada vez más la perspectiva y el sentido de la vida a medida que se le conocía mejor. La alegría cierta de la Pascua traslucía siempre en su mirada y en su sonrisa y una notable fortaleza espiritual trascendía su frágil figura. La firme convicción de su fe vencía su natural timidez y hablaba con la seguridad de Pedro en Pentecostés. A pesar de su salud quebrantada por tantos años, ninguna queja nubló la alegría con que enfrentaba la vida y nos recordaba que el cristiano ha de ser alegre porque vive la alegría y la esperanza que Cristo nos regaló con Su Pascua: VIVIMOS PARA ESA NOCHE.

Sus fuerzas físicas decaían, pero jamás su espíritu se doblegó. Vivía cada momento superando calladamente su dolor con el gozo profundo de quien se sabía resucitado. Minada finalmente su salud por la enfermedad que se diagnosticó como un cáncer terminal del recto, tras una larga operación en marzo de 1963, padeció "la noche oscura de la fe" pensándose abandonado de Dios. Antes de morir, re-encontró con emoción la Palabra que estuvo perdida, la que le había dado sentido a su vida. Su paso a la vida eterna fue el 13 de julio de 1963. Tenía 44 años. "El 13 es buen día" – había dicho antes, sin que tuviésemos noción de lo que ello significaba. Ahora sabemos.

El Proceso de Carlos fue meteórico: Iniciado en 1992, su positio sobre virtudes heroicas llevó a que se le declarase Venerable el 7 de julio de 1997. El milagro, para su beatificación (curación de un linfoma maligno no-Hodgkins en 1981) fue aprobado por SS Juan Pablo II el 20 de diciembre de 1999: ¡En tiempo récord (tan solo ocho años) y por actores laicos!

Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 29 de abril de 2001.

Si usted tiene información relevante para la canonización del beato Carlos, comuníquese a:
Círculo Carlos M. Rodríguez
Centro Universitario Católico
# 10 Calle Mariana Bracetti
San Juan, 00925-2201 PUERTO RICO

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Fuente: Vatican.va
Mariano de Jesús Euse Hoyos, Beato Sacerdote, 13 de julio  

Mariano de Jesús Euse Hoyos, Beato

Primer beato nacido en Colombia

Martirologio Romano: En la ciudad de Angostura, en Colombia, beato Mariano de Jesús Euse Hoyos, presbítero, quien, sencillo e íntegro, se entregó totalmente a la oración, a los estudios y a la instrucción de los niños (1926).

Etimológicamente: Mariano = Aquel consagrado o dedicado a la virgen María, es de origen latino.

 

El Beato Don Mariano de Jesús Euse Hoyos nació en Yarumal, Colombia, en la diócesis de Antioquia, el 14 de octubre de 1845. Era el mayor de siete hermanos. Sus padres se llamaban Pedro Euse y Rosalía de Hoyos. Fue bautizado al día siguiente, y confirmado cuando tenía tan solo dos años. El apellido Euse es de origen francés, de la Normandía. Desde allí había emigrado el bisabuelo de Mariano.

Los padres de Mariano eran muy religiosos, por eso, desconfiando de la escuela pública, que entonces se comportaba de mondo muy hostil a la Iglesia, se ocuparon personalmente de la educación de su primogénito. De ellos aprendió Mariano no sólo las buenas costumbres sino también a leer, escribir y los rudimentos de las ciencias. El empeño de los padres dio sus frutos, y muy pronto, el muchacho comenzó a enseñar a otros niños menos afortunados que él.

Por haber pasado su infancia y adolescencia en el campo y entre campesinos, Mariano de Jesús parecía un verdadero campesino. Esto le fue de grande ayuda más tarde, cuando siendo ya sacerdote, ejerza su apostolado entre la gente del campo.

Cuando, a los 16 años, manifestó su deseo de ser sacerdote, fue confiado a la solicitud de su tío Fermín Hoyos, párroco de Girardota, sacerdote de reconocidas virtudes y de ciencia. A su lado, Mariano, con grande ahínco y perseverancia, dio comienzo a su formación cultural y espiritual. Acompañó a su tío cuando éste fue trasladado a San Pedro como párroco y vicario foráneo. Mariano pasaba su vida, sencilla e íntegra, entre la oración, el estudio y el trabajo. En 1869, a los 24 años de edad, entrò en el recientemente abierto Seminario de Medellín, donde se preparó con mucho empeño al sacerdocio. El 14 de julio de 1872 recibió la ordenación sacerdotal.

Inició su ministerio en San Pedro, como coadjutor de su tío Don Fermín, quien lo había solicitado del Sr. Obispo. Esta colaboración no duró mucho, porque Don Fermín murió en enero de 1875, y Don Mariano fue trasladado, siempre como coadjutor, primero a Yarumal (1876) y luego a Angostura (1878). El párroco de Angostura era Don Rudesindo Correa, anciano y de salud muy precaria. Apenas tomó posesión de su cargo, Don Marianito, como era llamado afectuosamente, se dio cuenta de las muchas y no pequeñas dificultades que se le presentaban. Lo primero de todo, la construcción del templo parroquial, que había comenzado, pero que estaba parada por falta de fondos, por las dificultades técnicas y por las amenazas de guerra civil en la región. Después de un año de espera, con paciencia y perseverancia, superadas las dificultades, pudo concluir la construcción. Durante la guerra se vio obligado a esconderse varias veces en las montañas o en las cuevas. Nombrado párroco de Angostura, permaneció en su puesto hasta su muerte, siendo un pastor eximio y solícito para todos sus fieles.

Su fama de santidad se difundió en toda la región. Nada era capaz de frenarle en su celo: ni los obstáculos de parte de la autoridad civil, en aquel entonces muy contraria a la Iglesia, ni las dificultades de tiempos y lugares. Su apostolado constante y eficaz produjo muchos frutos, dejando entre la gente un profundo efecto y un vivo recuerdo.

Supo insertarse totalmente en la vida del pueblo, participando en las penas y alegrías de todos. Para todos fue padre diligente, maestro y consejero de confianza y testigo fiel del amor de Cristo entre ellos. Los pobres, que él llamaba "los nobles de Cristo", eran sus preferidos. No tenía ningún reparo en emplear sus propios bienes para aliviar las penurias y la indigencia de los más débiles. Visitaba con frecuencia a los enfermos, y para asistirles estaba dispuesto a cualquier hora del día o de la noche. Con infinita mansedumbre y sencillez se ocupaba de los niños y de los jóvenes para guiarlos por el camino de las buenas costumbres y de la prudencia.

Tenía un grande amor por los campesinos, recordando que él mismo había sido uno de ellos hasta los 16 años. Estaba muy atento a sus necesidades espirituales y sociales, e incluso a las económicas.

Conociendo como conocía a su gente, sabía hablarles al corazón. Su predicación era muy sencilla, pero al mismo tiempo muy eficaz. Difundía la buena prensa y enseñaba la doctrina cristiana a todos, pobres y ricos, niños y adultos, hombres y mujeres. En su parroquia promovió mucho la práctica religiosa: la asistencia a la misa dominical y festiva, el rezo del rosario en familia, la devoción al Corazón de Jesús, las asociaciones católicas, la oración por las vocaciones santas...

Hizo además algunas obras materiales: la conclusión de la iglesia parroquial, su propia casa de habitación, el campanario, la ermitas de la Virgen del Carmen y de San Francisco y el cementerio. Estas obras contribuyeron mucho a despertar y sostener la vida cristiana de los fieles.

Su vida era muy pobre, austera y mortificada. Era muy constante en su vida de oración en la que se hallaba la raíz de su apostolado y de su vida sacerdotal. Era muy devoto de la Eucaristía, de la Santísima Virgen, de los Ángeles y de los Santos. Amaba sobre todo a Dios, por cuya gloria trabajó siempre. De aquí nacía su afán por salvar las almas de sus parroquianos y el mundo entero.
Durante muchos años gozó de buena salud. Eso le permitía practicar la mortificación con penitencias y ayunos. Pero al fin le sobrevino una grave infección de la vejiga y una fuerte inflamación de la próstata. A mitad de junio de 1926 se vio obligado a guardar cama. El 12 de julio tuvo un ataque de enteritis. Era tan grande su pobreza que no tenía ni la ropa necesaria para cambiarse. Los que le cuidaban tuvieron que acudir a la caridad de la gente para poder asistir al enfermo como convenía. Él dijo entonces: "Ya he vivido bastante. Ahora mi deseo más grande es unirme a mi Jesús".

Murió el 13 de julio de 1926, justo 46 años después de su ordenación sacerdotal. Fue sepultado en la capilla de la Virgen del Carmen, que él mismo había hecho construir. Su muerte fue muy sentida por el pueblo, que participó en pleno en los funerales junto con varios sacerdotes y las autoridades.

Ya en vida gozaba de fama de santidad. Ahora, con el reconocimiento de sus virtudes en grado heroico y la aprobación del milagro, la Iglesia corrobora lo que el pueblo fiel había sentido y propagado.

Fue beatificado el 9 de abril de 2000 por S.S. Juan Pablo II

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Fuente: Vatican.va
Fernando María Baccilieri, Beato Presbítero y Fundador, 13 de julio  

Fernando María Baccilieri, Beato

Presbítero Fundador de la
Congregación de las Siervas de María

Martirologio Romano: En Galeata, cerca de Bolonia, en Italia, beato Fernando María Baccilieri, presbítero, que consagró su vida a la formación, bajo todos los aspectos, del pueblo que se le había encomendado, y fundó la Congregación de las Siervas de María, cuya misión es ayudar a las familias pobres y, sobre todo, a la formación de las jóvenes (1893).
Etimológicamente: Fernando = Aquel que es atrevido, inteligente y osado; es de origen germánico.

 

FERNANDO MARÍA BACCILIERI nació el 14 de mayo de 1821 en Reno Finalese, en la provincia de Módena (Italia). Recibió la ordenación sacerdotal en Ferrara, el 2 de marzo de 1844, y comenzó su ministerio de predicando en misiones populares, dedicándonos a la dirección espiritual y a la enseñanza de italiano y latín en el Seminario de Finale Emilia. En 1848 ingresó en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad de Bolonia, donde obtuvo un doctorado en derecho civil y canónico. En 1851 fue designado a la parroquia de Galeata, y finalmente asumió el cargo de párroco de esta comunidad en abril de 1852. Allí permaneció 41 años.

Se dedicó de manera especial a la predicación, que se volvió extraordinariamente eficaz, preparada en el estudio y la oración. En 1867, afectado por una afonía, continuó la enseñanza catequética con la ayuda de colaboradores, dedicándose con mayor intensidad a la dirección espiritual y al ministerio de la reconciliación, pasando muchas horas en el confesionario. Convencido de la eficacia de las misiones populares, llamaba a los Redentoristas y a los Franciscanos para que colaboren con la predicación y la orientación de los feligreses. Solicita la participación de los laicos en la vida parroquial, logrando la colaboración de jóvenes voluntarios para ayudar a familias pobres, asistir en el servicio litúrgico y apoyar en la educación a la mujer.

Fundó un instituto religioso, los Siervas de María de Galeata, con el fin de hacerse cargo de la educación de las niñas pobres en el centro educativo que había construido cerca de la iglesia parroquial. La congregación surgió de la Cofradía de la Virgen de los Dolores, erigida en 1852, luego, en 1856, el instituto se convirtió en Tercera Orden, permaneciendo las jóvenes en sus hogares, pero viviendo sus votos de castidad, pobreza y obediencia. Constatando la necesidad de tener unido a este grupo de jóvenes consagrada, abrió un convento cerca da la casa parroquial. El Instituto recibió la aprobación diocesana en 1899 y, en 1939, la aprobación pontificia. El trabajo de estas Religiosas se ha extendido por Italia, Alemania, Brasil, Corea del Sur y la República Checa. Este hombre de Dios, apóstol de la confesión, murió el 13 de julio de 1893.

Fue beatificado el 3 de octubre de 1999 por S.S. Juan Pablo II.

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Fuente: ServitasCadiz.com
Clelia Barbieri, Santa Virgen, 13 de julio  

Clelia Barbieri, Santa

Virgen y Fundadora
de la Congregación de las Hermanas Mínimas de la Virgen de los Dolores

Martirologio Romano: En Budrie, ciudad de la Romagna, santa Clelia Barbieri, virgen, que dedicó su vida a ayudar espiritualmente sobre todo a las niñas pobres y abandonadas, y para ello fundó la Congregación de las Hermanas Mínimas de la Virgen de los Dolores (1870).

Etimológicamente: Clelia = Aquella famosa por sus hazañas, es de origen griego.

 

Clelia nació en Le Budrie, diócesis de Bolonia (Italia), el 13 de febrero de 1847, del piadoso matrimonio formado por José Barbieri y Jacinta Nanetti. Sus familiares se ganaban el pan con el trabajo de sus manos; la suma estrechez en que vivían era causa frecuente de enfermedades. Cuando Clelia tenía poco más de ocho años, su padre murió víctima de cólera.

Siendo muy pequeña, aprendió que su madre no sólo a coser e hilar, sino, por encima de todo, a amar a Dios y a vivir cristianamente. Con frecuencia le oían decir a su madre: "Háblame de Dios" o "?qué debo hacer para ser santa?". Acudía a menudo a la iglesia para rezar y estudiaba con ahínco el catecismo. Era de temperamento humilde y dulce y de gran entereza de ánimo. Cuando tejía a sueldo ponía todo su empeño en hacer bien el trabajo y, si su madre le apremiaba para que fuera más deprisa, respondía: "Madre, este trabajo nos lo pagan, por eso debemos hacerlo lo mejor posible".

Nutría su espíritu con piadosas lecturas, en especial con la Práctica del amor a Jesucristo de san Alfonso María de Ligorio y la Filotea de José Riva. Tuvo como director espiritual a don Cayetano Guidi, párroco de Le Budrie, quien con sus sabios consejos le ayudó a progresa en el amor a Dios y en el camino de perfección cristiana.

Impulsada por aquel celoso sacerdote y movida por su generosidad, concibió el deseo de dedicarse por entero con otras jóvenes del lugar, se entregó con gran empeño a servir a los pobres y a enseñar el catecismo a los niños. Los domingos, después de haber asistido a la celebración de las Vísperas, solía reunirse con tres compañeras para hablar de Dios. Poco a poco aquellas jóvenes concibieron el proyecto de hacer vida en común "Somos tan pobres –acostumbraba a decir Clelia- que en ningún instituto religioso nos admitirán. Decidámonos, pues, a hacer vida en común y a dedicarnos únicamente a Dios y al prójimo".

Y así, el día 1 de mayo de 1864, las cuatro jóvenes, confiando solamente en Dios, se juntaron con una humilde morrada, llamada "la casa del maestro", que dio lugar al Ritiro delle Budrie, que con razón es considerado como la cuna de la Congregación de las Hermanas Mínimas de la Virgen Dolorosa. Su misión principal era atender a las niñas huérfanas o abandonadas por sus padre, a las que educaban cristianamente y las preparaban al ejercicio de una profesión.

Poco después, mientras practicaban unos ejercicios espirituales, Clelia redactó una regla de vida comunitaria, basada completamente en la oración, el sacrificio, el trabajo y la caridad. Las hermanas eligieron como patronos de su pequeña comunidad a la Virgen de los Dolores, cuyo culto los Servos de María habían promovido en la diócesis de Bolonia, y a san Francisco de Paula, el más humilde de los humildes siervos de Dios, cuya ayuda imploraban sobre todo en los momentos difíciles.

Al frente del grupo el párroco Cayetano Guidi puso a Clelia, a la que Dios enriqueció con especiales carismas, como atestiguan el único escrito autógrafo que de ella poseemos: la carta a Jesús, mi dulce esposo.

Entretanto, a medida que Clelia avanzaba animosamente por el camino de la santidad, aparecieron en su frágil cuerpo los primeros síntomas de la tuberculosis. Estuvo postrada en cama durante siete meses, al cabo de los cuales, concretamente el 13 de julio de 1870, dijo: "!Ánimo! Yo me voy al cielo, pero estaré siempre con vosotras y nunca os dejaré". Después de estas palabras, que fueron las últimas, murió en el Señor. En el primer aniversario de su muerte, como si quisiera cumplir su promesa, habiéndose reunido las hermanas en su habitación para orar, se oyó, en respuesta a sus plegarias, una vez que todas ellas identificaron como la de Clelia.

Del pequeño grupo congregado en Le Budrie nació la familia religiosa de las Hermanas Mínimas de la Virgen Dolorosa. El papa Juan Pablo II canonizó a Clelia el 9 de abril de 1989. Su cuerpo se venera en el oratorio de la primera casa de la Congregación.

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Fuente: academiahumanidades.cl
Jacobo de Varazze o Voragine, Beato Obispo, 13 de julio  

Jacobo de Varazze o Voragine, Beato

Obispo

Martirologio Romano: En Génova, ciudad de la Liguria, beato Jacobo de Varazze o Voragine, obispo, de la Orden de Predicadores, que para fomentar la vida cristiana del pueblo, ofreció en sus escritos muchos ejemplos de virtudes (1298)

Etimológicamente: Jacobo = Aquel que fue sostenido por el talòn, es de origen hebreo,

 

Nació en el año 1228. En 1244 ingresó en nuestra Orden en Génova.

Se hizo célebre por las colecciones de sermones y, especialmente, por su Leyenda Aurea, libro que influyó profundamente y por mucho tiempo en la espiritualidad occidental y que constituye un rico documento del espíritu y la cultura de aquella época. Prior del convento de Asti (hacia 1260), rigió luego por dos períodos la provincia de Lombardía. Muerto el Maestro de la Orden beato Juan de Vercelli, fue vicario de la Orden y presidié la elección del Maestro Munio de Zamora (1258). Rehusó el arzobispado de Génova, pero el papa Nicolás IV a petición de los genoveses se lo impuso después de algunos años (13 abril 1292).

Convocó un concilio diocesano para la reforma de la vida cristiana (1293) y se entregó con gran caridad pastoral a la grey encomendada, preocupándose principalmente por la renovación del culto divino, por la promoción de la vida cristiana. Murió el 13 de julio de 1298. Sus restos se encuentran en la iglesia de los dominicos de Varazze.

Fue beatificado por el Papa Pío VII el año 1816.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Silas (Silvano), Santo Discípulo de los Apóstoles, 13 de julio  

Silas (Silvano), Santo

Discípulo de los Apóstoles

Martirologio Romano: Conmemoración de san Silas, elegido y enviado por los apóstoles con Pablo y Bernabé a las Iglesias de la gentilidad para anunciar el Evangelio, misión en la que, lleno de la gracia de Dios, puso gran empeño (s. I).

Etimológicamente: Silvano = Guardián de los bosques, es de origen latino.

 

Los Hechos de los Apóstoles mencionan por primera vez a Silas en el capítulo 15, donde le presentan junto con Judas, como "los principales entre los hermanos" elegidos para acompañar a Pablo y Bernabé en su viaje a Antioquía para llevar una carta del Concilio de Jerusalén a los gentiles conversos de Siria. Judas y Silas, "que también poseían el don de profecía", tomaron parte en la predicación y en la confirmación de los hermanos. Silas permaneció con Pablo y Bernabé en Antioquía, hasta que estalló el desacuerdo entre los dos Apóstoles. Entonces, San Pablo le escogió para que le acompañase en la visita a las otras Iglesias de Siria y de Cilicia y en el viaje a Macedonia. Silas fue golpeado y encarcelado junto con San Pablo en Filipos y también él recobró milagrosamente la libertad. En Berea se quedó con Timoteo; pero San Pablo los mandó llamar a Atenas y ambos se reunieron en Corinto con el Apóstol. Ahí escribió San Pablo sus dos epístolas a los Tesalonicenses; en ambas cita a San Silas por su nombre completo: "Silvano". A esto se reduce lo que sabemos acerca de él. Pero la tradición afirma que nuestro santo pasó el resto de su vida en Europa y que murió en Macedonia. No es imposible que Silvano, el secretario de San Pedro (1 Pe. 5:12), se identifique con San Silas.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

 

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