martes, 6 de junio de 2017

[ † ] Martes por los ángeles custodios. 06/06/2017. San Marcelino Champagnat ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 13-17

Gloria a ti, Señor.


En aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes, para hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a él y le dijeron:
"Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la gente, porque no tratas de adular a los hombres, sino que enseñas con toda verdad el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagar tributo al César? ¿Se lo damos o no se lo damos?"
Jesús, notando su hipocresía, les dijo:
"¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que yo la vea". 
Se la trajeron y él les preguntó:
"¿De quién es la imagen y el nombre que lleva escrito?"
Le contestaron:
"Del César".
Entonces les respondió Jesús:
"Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". 
Y los dejó admirados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

mar 9a. Ord. año impar desp Pentecostés

Antífona de Entrada

Dios nuestro y protector nuestro, un sólo día en tu casa es más valioso para tus elegidos, que mil días en cualquier otra parte.

 

Oración Colecta

Oremos:
Enciende, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu amor a fin de que, amándote en todo sobre todo,
podamos obtener aquellos bienes que no podemos nosotros ni siquiera imaginar y has prometido tú a los que te aman.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

 

Primera Lectura

Estuve privado de la vista

Lectura del libro de Tobías 2, 9-14


Aquella noche, después de lavarme, salí al patio de mi casa y me quedé dormido junto a la pared, con la cara descubierta, pues hacía calor. Yo no sabía que arriba, en la pared, había unos pájaros. Su estiércol caliente me cayó en los ojos y se me formaron unas manchas blancas.
Consulté a los médicos para que me curaran, pero mientras más ungüentos me aplicaban, las manchas se extendían más sobre mis ojos, hasta que me quedé completamente ciego. Estuve privado de la vista durante cuatro años y todos mis hermanos estaban afligidos. Ajicar se hizo cargo de mí durante dos años, hasta que se fue a Elimaida.
Entonces mi esposa Ana se puso a hacer sobre pedido tejidos de lana, que luego entregaba a sus dueños y ellos le pagaban. Un día, el siete del mes doce, al terminar ella un trabajo, lo entregó a los dueños, quienes, además de darle su paga íntegra, le regalaron un cabrito.
Al llegar a mi casa el cabrito, comenzó a balar, y yo, al oírlo, llamé a Ana y le pregunté: "¿De dónde ha salido ese cabrito? ¿No será robado? Devuélveselo a sus dueños, porque nosotros no podemos comer nada robado".
Entonces ella me respondió:
"Es un regalo que me hicieron, además de mi paga".
Pero yo no le creí y le dije que lo devolviera a sus dueños y me enojé con ella por ese motivo. Entonces ella me replicó:
"¿De qué te han servido tus limosnas? ¿De qué te han servido tus buenas obras? ¡Dímelo tú, que todo lo sabes!"
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del Salmo 111

El justo vive confiado en el Señor.

Dichosos los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos; poderosos serán sus descendientes. Dios bendice a los hijos de los buenos.
El justo vive confiado en el Señor.

No temerán malas noticias, puesto que en el Señor viven confiados. Firme está y sin temor su corazón, pues vencidos verán a sus contrarios.
El justo vive confiado en el Señor.

Al pobre dan limosna, obran siempre conforme a la justicia; su frente se alzará llena de gloria.
El justo vive confiado en el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Que el padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento.
Aleluya.

Evangelio

Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 13-17

Gloria a ti, Señor.


En aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes, para hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a él y le dijeron:
"Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la gente, porque no tratas de adular a los hombres, sino que enseñas con toda verdad el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagar tributo al César? ¿Se lo damos o no se lo damos?"
Jesús, notando su hipocresía, les dijo:
"¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que yo la vea". 
Se la trajeron y él les preguntó:
"¿De quién es la imagen y el nombre que lleva escrito?"
Le contestaron:
"Del César".
Entonces les respondió Jesús:
"Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". 
Y los dejó admirados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las ofrendas

Acepta, Señor, los dones que te presentamos para esta Eucaristía a fin de que, a cambio de ofrecerte lo que tú nos has dado, podamos recibir de ti, tu misma vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Prefacio

El misterio de nuestra salvación en Cristo

para que , hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección extendió sus brazos en la cruz y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo:

 

Antífona de la Comunión

Mi alma espera al Señor con más ansia que los centinelas el amanecer, porque con el Señor viene la misericordia y la abundancia de su gracia.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Tú que nos has hecho partícipes de la vida de Cristo en este sacramento, transfórmanos, Señor, a imagen de tu Hijo, para que participemos también de su gloria en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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Meditación diaria

 

AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR. CIUDADANOS EJEMPLARES

— El cristiano en la vida pública. El cumplimiento ejemplar de nuestros deberes.

— Unidad de vida.

— Nuestra unión con Dios, necesaria para ser mejores ciudadanos.

I. Narra el Evangelio de la Misa1 que se acercaron unos fariseos a Jesús para sorprenderle en alguna palabra, algo con qué poder acusarle. Con este fin, le preguntan maliciosamente si es lícito pagar el tributo al César. Se trataba del impuesto que todos los judíos debían pagar a Roma, y que les recordaba su dependencia de un poder extranjero. No era muy gravoso, pero planteaba un problema político y moral; los mismos judíos estaban divididos acerca de su obligatoriedad. Y quieren ahora que Jesús tome partido a favor o en contra de este impuesto romano. Maestro -le dicen-, ¿nos es lícito dar el tributo al César, o no? Si el Señor dice que sí, podrán acusarle de que colabora con el poder romano, que los judíos odiaban puesto que era el invasor; si contesta que no, podrán acusarle de rebelión ante Pilato, la autoridad romana. Tomar partido a favor o en contra del impuesto significaba, en el fondo, manifestarse a favor o en contra de la legalidad de la situación político-social por la que pasaba el pueblo judío: colaborar con el poder ocupante o alentar la rebelión latente en el seno del pueblo. Más tarde le acusarán, diciendo con falsedad manifiesta: Hemos encontrado a este pervirtiendo al pueblo; prohíbe pagar el tributo al César2.

En esta ocasión, Jesús, conociendo la malicia de su pregunta, les dice: Mostradme un denario. ¿De quién es la imagen y la inscripción que tiene? Ellos contestaron: Del César. Y Jesús les dejó desconcertados por la sencillez y la hondura de la respuesta: Pues bien, dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Jesús no elude la cuestión, sino que la sitúa en sus verdaderos términos. Se trata de que el Estado no se eleve al plano de lo divino, y de que la Iglesia no tome partido en cuestiones temporales cambiantes y relativas. De este modo, se opone igualmente al error difundido entre los fariseos de un mesianismo político y al error de la injerencia del Estado romano –de cualquier Estado– en el terreno religioso3. Con su respuesta, el Señor establece con claridad dos esferas de competencia. «Cada una en su ámbito propio, son mutuamente independientes y autónomas. Sin embargo, ambas, aunque por título diverso, están al servicio de la vocación personal y social de unos mismos hombres»4.

La Iglesia, en cuanto tal, no tiene por misión dar soluciones concretas a los asuntos temporales. Sigue así a Cristo, quien, afirmando que sureino no es de este mundo5, se negó expresamente a ser constituido juez en cuestiones terrenas6. Así no caeremos nunca los cristianos en lo que Jesucristo evitaba con todo cuidado: unir el mensaje evangélico, que es universal, a un sistema, a un César. Es decir, debemos evitar que cuantos no pertenecen al sistema, al partido o al César, se sientan con dificultades comprensibles para aceptar un mensaje que tiene como fin último la vida eterna. La misión de la Iglesia, que continúa en el tiempo la obra redentora de Jesucristo, es la de llevar a los hombres a ese destino sobrenatural y eterno: la justa y debida preocupación por los problemas de la sociedad deriva de su misión espiritual y se mantiene en los límites de esa misión.

Nos toca a los cristianos, metidos en la entraña de la sociedad, con plenitud de derechos y de deberes, dar solución a los problemas temporales, formar a nuestro alrededor un mundo cada vez más humano y más cristiano, siendo ciudadanos ejemplares que exigen sus derechos y saben cumplir todos los deberes con la sociedad. Es más, en muchas ocasiones, la manera de actuar los cristianos en la vida pública no puede limitarse al mero cumplimiento de las normas legales, de lo que está dispuesto. La diferencia entre el orden legal y los criterios morales de la propia conducta obliga a veces a adoptar comportamientos más exigentes o distintos de los criterios estrictamente jurídicos7: sueldos excesivamente bajos, situaciones injustas no contempladas en la ley, dedicación del médico a los enfermos que lo necesitan por encima de un horario estrictamente exigido por el reglamento o las disposiciones del hospital, etcétera. ¿Se nos conoce en nuestro trabajo –cualquiera que este sea– por ser personas que se exceden, por amor a Dios y a los hombres, en aquello que señala la obligación estricta: horario, dedicación, interés, preocupación sincera por las personas y por sus problemas...?

II. Dad al César lo que es del César... El Señor distingue los deberes relacionados con la sociedad y los que se refieren a Dios, pero de ninguna manera quiso imponer a sus discípulos como una doble existencia. El hombre es uno, con un solo corazón y una sola alma, con sus virtudes y sus defectos que influyen en todo su actuar, y «tanto en la vida pública como en la privada, el cristiano debe inspirarse en la doctrina y seguimiento de Jesucristo»8, que tornará siempre más humano y noble su actuar. La Iglesia ha proclamado siempre la justa autonomía de las realidades temporales, pero entendida, claro está, en el sentido de que «las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores (...). Pero si "autonomía de lo temporal" quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le escape la falsedad envuelta en tales palabras. La criatura, sin el Creador, desaparece»9; y la misma sociedad se vuelve inhumana y difícilmente habitable, como se puede comprobar.

El cristiano elige sus opciones políticas, sociales, profesionales, desde sus convicciones más íntimas. Y lo que aporta a la sociedad en la que vive es una visión recta del hombre y de la sociedad, porque solo la doctrina cristiana le ofrece la verdad completa sobre el hombre, sobre su dignidad y el destino eterno para el que fue creado. Sin embargo, son muchos los que en ocasiones querrían que los cristianos tuvieran como una doble vida: una en sus actuaciones temporales y públicas, y otra en su vida de fe; incluso afirman, con palabras o hechos sectarios y discriminatorios, la incompatibilidad entre los deberes civiles y las obligaciones que comporta el seguimiento de Cristo. Nosotros los cristianos debemos proclamar, con palabras y con el testimonio de una vida coherente, que «no es verdad que haya oposición entre ser buen católico y servir fielmente a la sociedad civil. Como no tienen por qué chocar la Iglesia y el Estado, en el ejercicio legítimo de su autoridad respectiva, cara a la misión que Dios les ha confiado.

»Mienten –¡así: mienten!– los que afirman lo contrario. Son los mismos que, en aras de una falsa libertad, querrían "amablemente" que los católicos volviéramos a las catacumbas»10, al silencio.

Nuestro testimonio en medio del mundo se ha de manifestar en una profunda unidad de vida. El amor a Dios ha de llevarnos a cumplir con fidelidad nuestras obligaciones como ciudadanos: pagar los tributos justos, votar en conciencia buscando el bien común, etc. Desentenderse de manifestar, a todos los niveles, la propia opinión –por dejadez, pereza o falsas excusas– a través del voto o del medio equivalente, es una falta contra la justicia, pues supone la dejación de unos derechos que, por sus consecuencias de cara a los demás, son también deberes. Esa dejación puede ser grave en la medida en que con esa inhibición se contribuya al triunfo –en el colegio profesional, en la agrupación de padres de la institución donde estudian los hijos, en la vida política nacional– de una candidatura cuyo ideario está en contraste con los principios cristianos.

«Vivid vosotros –exhortaba Juan Pablo II– e infundid en las realidades temporales la savia de la fe de Cristo, conscientes de que esa fe no destruye nada auténticamente humano, sino que lo refuerza, lo purifica, lo eleva.

»Demostrad ese espíritu en la atención prestada a los problemas cruciales. En el ámbito de la familia, viviendo y defendiendo la indisolubilidad y los demás valores del matrimonio, promoviendo el respeto a toda vida desde el momento de la concepción. En el mundo de la cultura, de la educación y de la enseñanza, eligiendo para vuestros hijos una enseñanza en la que esté presente el pan de la fe cristiana.

»Sed también fuertes y generosos a la hora de contribuir a que desaparezcan las injusticias y las discriminaciones sociales y económicas; a la hora de participar en una tarea positiva de incremento y justa distribución de los bienes. Esforzaos por que las leyes y costumbres no vuelvan la espalda al sentido trascendente del hombre ni a los aspectos morales de la vida»11.

III. ... y a Dios lo que es de Dios. También insiste el Señor en esto, aunque no se lo preguntaron. «El César busca su imagen, dádsela. Dios busca la suya: devolvédsela. No pierda el César su moneda por vosotros; no pierda Dios la suya en vosotros»12, comenta San Agustín. Y de Dios es toda nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras preocupaciones, nuestras alegrías... Todo lo nuestro es suyo. De modo particular esos momentos –como este rato de oración– que dedicamos exclusivamente a Él. Ser buenos cristianos nos impulsará a ser buenos ciudadanos, pues nuestra fe nos mueve constantemente a ser buenos estudiantes, madres de familia abnegadas que sacan fuerzas de su fe y de su amor para llevar la familia adelante, empresarios justos, etc.; el ejemplo de Cristo a todos nos lleva a ser laboriosos, cordiales, alegres, optimistas, a excedernos en nuestras obligaciones, a ser leales con la empresa, en el matrimonio, con el partido o la agrupación a la que pertenecemos. El amor a Dios, si es verdadero, es garantía del amor a los hombres, y se manifiesta en hechos.

«Se ha promulgado un edicto de César Augusto, que manda empadronarse a todos los habitantes de Israel. Caminan María y José hacia Belén... —¿No has pensado que el Señor se sirvió del acatamiento puntual a una ley, para dar cumplimiento a su profecía?

»Ama y respeta las normas de una convivencia honrada, y no dudes de que tu sumisión leal al deber será, también, vehículo para que otros descubran la honradez cristiana, fruto del amor divino, y encuentren a Dios»13.

1 Mc 12, 13-17. — 2 Lc 23, 2. — 3 Cfr. J. M. Casciaro, Jesucristo y la sociedad política, Palabra, 3ª ed., Madrid 1973. — 4 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 76. — 5 Jn 19, 36. — 6 Cfr. Lc 12, 13 ss. — 7 Cfr. Conferencia Episcopal Española, Los cristianos en la vida pública, 22-IV-1986, 85. — 8 Ibídem. — 9 Conc. Vat. II, loc. cit., 36. — 10 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 301. — 11 Juan Pablo II, Homilía en la Misa celebrada en el Nou Camp, Barcelona, 7-XI-1982. — 12 San Agustín,Comentario al Salmo 57, 11. — 13 San Josemaría Escrivá, o. c., n. 322.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

 

Marcelino Champagnat

 

Video: https://youtu.be/0Npz5d_jmMg

 

 "Todo en honor de Jesús, pero por medio de María. Todo por María, para llevar hacia Jesús", decía San Marcelino Champagnat, fundador de los Hermanos Maristas, cuya fiesta se celebra cada 6 de junio.

San Marcelino nació en 1789 en una familia francesa y muy cristiana que pasó dificultades con la revolución. Su madre lo consagró a la Virgen y su tía le leía la vida de los santos.

Creció sin asistir a la escuela, pero se formó con lecturas caseras en el amor por la fe. En su infancia aprendió el oficio de albañil y su habilidad en los negocios para la venta de corderillos le ayudó a ahorrar para costearse después sus estudios.

Más adelante ingresó a un seminario menor cerca de su pueblo. Aunque encontró dificultad para aprender las materias, a tal punto que casi fue echado del lugar, su buena conducta y el apoyo de buenos amigos le permitieron continuar.

Uno de sus compañeros, incluso con más problemas en el estudio, fue el futuro San Juan María Vianney, también conocido como el Santo Cura de Ars.

San Marcelino fue ordenado sacerdote en 1816. Lo enviaron como vicario de un sacerdote anciano en un pueblo donde la gente desperdiciaba su tiempo en borracheras y fiestas; pero el santo animó tanto a los jóvenes a aprender las cosas de Dios, que los muchachos llegaban antes de las seis de la mañana a la iglesia para la catequesis.

En una de sus visitas al Santuario Mariano de la Fourviere, San Marcelino recibió la inspiración de fundar una congregación religiosa dedicada a enseñar catecismo. En aquel entonces se encontró con un joven enfermo carente de preparación en la fe. Lo ayudó a morir en paz y buscó compañeros para comenzar la obra educativa.

El 2 de enero de 1817 se dio inicio a la nueva comunidad de Hermanos Maristas, a quienes el santo instruyó con mucha dedicación, enviándolos a diversas parroquias como maestros de religión y catequistas, mientras llegaban nuevos aspirantes.

Dentro del método que se empleaba en la formación estaban la caridad, el canto y la participación activa de los alumnos. Estaba rotundamente prohibido el trato humillante y los castigos físicos y deprimentes. Otra esencia de la pedagogía era el amor a María.

"Nuestra Comunidad pertenece por completo a Nuestra Señora la Madre de Dios. Nuestras actividades deben estar dirigidas a hacerla amar, estimar y glorificar. Inculquemos su devoción a nuestros jóvenes, y así los llevaremos más fácilmente hacia Jesucristo", decía San Marcelino a sus religiosos.

El fundador de los Hermanos Maristas partió a la Casa del Padre el 6 de junio de 1840 con tan sólo 51 años de edad, después de padecer una gastritis aguda por mucho tiempo y un cáncer al estómago que le ocasionó la muerte. Su obra educativa se ha expandido en muchos países.

Fue canonizado en 1999 por San Juan Pablo II, quien enfatizó que "San Marcelino anunció el Evangelio con un corazón ardiente. Mostró sensibilidad a las necesidades espirituales y educativas de su época, especialmente a la ignorancia religiosa y al abandono que experimentaba particularmente la juventud".

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San Francisco Caracciolo
Fundador
Año 1608

Señor: que también nosotros, después de una vida dedicada a tu santo servicio, vayamos un día a acompañarte en tu Patria feliz del cielo, para siempre. Amen.

El que quiera ser el primero que se haga el servidor de todos (Jesucristo).

 

Este santo nació en los Abruzos (Italia) en 1536 y como era de familia rica había dispuesto dedicarse al comercio y a la política. Le agradaban fuertemente el deporte y las fiestas.
Pero a los 21 años le dio una enfermedad tan terrible a la piel, que parecía lepra, y todos creían que sería incurable. Entonces Francisco le hizo a Dios esta promesa: "Si me curas de esta enfermedad, dedicaré mi vida al sacerdocio y al apostolado". Y cuando menos se lo esperaba quedó curado de su enfermedad, de una manera tan admirable que muchos consideraron esta curación como un verdadero milagro. Entonces nuestro joven cumplió su promesa y se dedicó a prepararse al sacerdocio. Se fue a Nápoles, y allá, apenas ordenado de sacerdote se unió a un grupo de apostolado que se dedicaba a atender a los presos de las cárceles. Este trabajo le iba a ser muy útil para cuando más tarde fundara su Comunidad religiosa.
En el año 1588 un gran apóstol llamado Juan Adorno, dispuso fundar una comunidad religiosa que dedicara la mitad del tiempo a la oración y la otra mitad al apostolado y para esto mandó una carta a un tal Ascanio Caracciolo, pidiéndole consejos acerca de este proyecto y proponiéndole que le colaborara. Y sucedió que los que llevaban la carta se equivocaron de destinatario y en vez de entregarla a Ascanio la entrega fue a nuestro santo. Y él al leerla encontró que esta comunidad era lo que él había deseado por muchos años y se fue donde Juan Adorno y entre los dos fundaron la nueva congregación.
Juan y Francisco hicieron un Retiro Espiritual de 40 días en un monasterio de camaldulenses, en perfecto silencio y dedicados totalmente a la oración, después de ayunar y rezar y meditar mucho, y de haber pedido insistentemente al Espíritu Santo que los iluminara, redactaron los Reglamentos de la Nueva Congregación.
La nueva comunidad recibió el nombre de "Clérigos regulares" y su reglamento tenía detalles como los siguientes: 1º. Cada día alguno de los religiosos hará ayuno (por que Jesús dijo: "Ciertos espíritus malos no se alejan sino con la oración y el ayuno"). 2º. Todo lo religioso pasará cada día al menos una hora en el templo en oración ante el Santísimo Sacramento. 3º. Los religiosos prometerán no aspirar a cargos importantes ni a altos puestos. Los dos fundadores se fueron a Roma y el Papa Sixto V aprobó la nueva Congregación, y les fue concedida una casa junto a la famosa Basílica Santa María la Mayor y pronto empezaron a llegarles muchos jóvenes con la aspiración de pertenecer a la comunidad recién fundada. Los fervorosos religiosos se dedicaban a predicar misiones por pueblos y veredas y a hacer apostolados en las cárceles y hospitales. Tenían ciertos sitios apartados y solitarios para retirarse de vez en cuando a dedicarse a la oración y a la meditación.
Al morir su compañero, fue nombrado nuestro santo como superior general de la Congregación, pero él se sentía totalmente indigno y firmaba así sus cartas: "Francisco el pecador".
Aunque había sido nombrado Superior General, sin embargo Francisco seguía haciendo su turno semanal para barrer las habitaciones, tender las camas de los huéspedes, y lavar la loza en la cocina, como todos los demás. Las pocas horas que concedía al sueño las pasaba sobre una mesa, o en las gradas del altar.
Sus amados pobres sabía que siempre tenía lago para regalarles, y muchas veces tuvo que salir por las calles de la ciudad a pedir limosnas para regalarles a los necesitados. En pleno invierno se quitaba su propio abrigo y lo regalaba a los más pobres.
Los pecadores sabían que en el confesionario los estaba esperando todos los días con un corazón inmensamente comprensivo.
Los envidiosos le inventaron horribles calumnias, y él callaba humildemente, dejando a Dios que se encargara de su defensa. Muchos le demostraban desprecio y otros se oponían agriamente a sus labores apostólicas, pero el santo lo soportaba todo con gran mansedumbre y paciencia. Nadie le escuchaba jamás una queja contra los que lo hacían sufrir.
Sus sermones trataban casi siempre acerca de la gran misericordia que Dios tiene para con nosotros los pecadores. Tanto que la gente lo llamaba "El predicador del Amor de Dios". Y no se cansaba de propagar en sus sermones la devoción a la Sma. Virgen.
De vez en cuando con la señal de la cruz devolvía la salud a los enfermos. La gente se arrodillaba al verlo pasar por las calles.
Fundó una gran casa religiosa en Nápoles, que pronto se llenó de nuevos religiosos de su congregación. Fundó también casas en Madrid, Valladolid y Alcalá en España. En 1607 renunció a todos sus cargos y se dedicó a la oración y a la meditación, como preparándose para la muerte. Escogió como habitación un cuartucho debajo de una escalera en la casa religiosa de Nápoles, y allí varias veces lo encontraron en el suelo, con los brazos en cruz, en éxtasis, orando mirando al crucifijo y sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.
El Sumo Pontífice le ofreció varias veces nombrarlo obispo, pero el santo que había hecho juramento de no aspirar a altos puestos, no quiso aceptar. Se sentía indigno.
En el año 1608 se fue hacia el santuario de la Sma. Virgen de Loreto y allá le permitieron pasar la noche orando ante la imagen de Nuestra Señora, y en una visión sintió que su antiguo compañero Juan Adorno le decía:
"Pronto nos encontraremos de nuevo en la eternidad". Al día siguiente amaneció con alta fiebre. Recibió los últimos sacramentos y después de comulgar por viático empezó a decir: "Vayamos jubilosos, vayamos jubilosos". Uno de los presentes le preguntó: - Vayamos jubilosos, ¿a dónde Padre Francisco?" y él respondió: "A la Patria Celestial. Al cielo. Al cielo para siempre". Y tan pronto terminó de decir estas palabras le fue concedido su deseo y murió en santa paz, pasando a la eternidad a recibir el premio de sus muchas buenas obras. Era el 4 de junio del año 1608. Tenía apenas 44 años. Su cuerpo, después de muerte despedía suaves fragancias que por tres días llenaron aquel recinto.

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Quirino de Tivoli, Santo Mártir, Junio 4  

Quirino de Tivoli, Santo

Mártir

Etimológicamente significa "del dios Qurinal". Viene de la lengua latina.

Fue uno de los cinco mártires con este nombre en los primeros siglos. Todos sabemos ya los duros golpes que les infligían a los cristianos por el sólo hecho de confesarse como tales. Los emperadores pensaban que era una afrenta contra el imperio y sus muchos dioses protectores.

El Quirino de hoy fue el primero que recibió el martirio. Su cuerpo lo enterraron en las catacumbas de san Ponciano, una vez que lo sacaron del río Tíber, en donde lo habían arrojado.

Pero según César Baronio, está en la iglesia de san Lorenzo de Tivoli. Pero hay otro santo con el mismo nombre que se celebra también en este día. Este homonimo fue obispo en Siscia (Croacia).

Siguiendo con la historia de Quirino de Tivoli, cuando Diocleciano hacía de las suyas contra los creyentes. Lo mandó prender para que, delante de todo el mundo, hiciera sacrificios a los dioses, tal y como prescribía el edicto imperial; con la fuerza interior que Dios da a sus amigos, rechazó tal oferta. Entonces lo metieron en la cárcel. Incluso en ella no dejaba de predicar y enseñar la vida de Jesús. De este modo, pudo convertir al guardián Marcelo.
Al cabo de los tres días, otro juez le hizo recapacitar en su decisión. Y se mantuvo fiel en su fe.

Cansado y al mismo tiempo admirado de su valentía, dictaminó que lo echaran al río Sava con una piedra atada al cuello.

Los cristianos recogieron su cuerpo y le dieron sepultura. Ya en el siglo V se lo llevaron a Roma y lo colocaron en un mausoleo, detrás de la basílica de san Sebastián en la Via Apia.

Su nombre se hizo muy popular entre los romanos para designar a los Sabinos y los Quirites

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Fuente: Vatican.va
Felipe Smaldone, Santo Fundador, Junio 4  

Felipe Smaldone, Santo

Fundador de la Congregación de las Hermanas Salesianas

La vida de Felipe Smaldone, que se extiende desde 1848 a 1923, estuvo marcada por décadas particularmente densas de tensiones y contrastes en varios campos y sectores de la vida de la sociedad italiana, especialmente en su patria de origen y en la misma Iglesia. Nació en Nápoles el 27 de julio de 1848, el año de los famosos "motines de Nápoles ". Cuando tenía doce años, la monarquía borbónica, a la cual su familia estaba fuertemente unida, fue derrocada, y la Iglesia, con la conquista de Garibaldi, sufrió momentos muy dramáticos, que terminaron en el destierro del cardenal Arzobispo de Nápoles Sisto Riario Sforza.

Ciertamente no se vislumbraba un futuro favorable y prometedor, especialmente para la juventud, que padecía los " dolores del parto " del nuevo curso socio-político-religioso. Ahora bien, fue en esa fase de crisis institucional y social que Felipe tomó la decisión irrevocable de optar por el sacerdocio y de ponerse para siempre al servicio de la Iglesia, que veía en dificultad y perseguida.

Mientras aún era estudiante de filosofía y teología, quiso marcar su carrera eclesiástica con el servicio caritativo, dedicándose a la asistencia de una cierta categoría de personas marginadas, que, en aquellos tiempos, en Nápoles, eran particularmente numerosas y se encontraban en un lamentable estado de abandono: los sordomudos.

Se distinguió más por su actividad caritativa que por sus estudios. Su escaso rendimiento académico le obstáculo la recepción de las llamadas Órdenes Menores. Eso provocó que se cambiara de la Arquidiócesis de Nápoles a la de Rossano Calabro, cuyo Arzobispo, Mons. Pietro Cilento, en consideración de su bondad y su óptimo espíritu eclesiástico, lo acogió generosamente.

A pesar de ese cambio de diócesis, que duró pocos años, —pues en 1876, con licencia del nuevo Arzobispo, regresó en Nápoles— continuó sus estudios eclesiásticos en Nápoles, bajo la guía de uno de los Maestros del célebre Almo Colegio de Teólogos, mientras proseguía, con inalterada dedicación, su obra de asistencia a los sordomudos. Mons. Pietro Cilento, que lo estimaba mucho, quiso ordenarlo subdiácono personalmente en Nápoles el 31 de julio de 1870. El 27 de marzo de 1871 fue ordenado diácono y, finalmente, el 23 de septiembre de 1871, habiendo recibido la debida dispensa, pues era menor de 24 años, recibió, en Nápoles, con indecible gozo, la ordenación sacerdotal.

Apenas ordenado sacerdote inició un ardiente ministerio como asiduo catequista en las "capillas vespertinas", que, de pequeño, había frecuentado muy provechosamente; como celoso colaborador en varias parroquias, especialmente en la de Santa Catalina en el Foro Magno; y visitando asiduamente a los enfermos en clínicas, hospitales y casas privadas. Su caridad alcanzó el ápice de la generosidad y heroísmo con ocasión de una terrible peste que azotó Nápoles en aquellos días. Él mismo fue contagiado y se salvó por intercesión de la Virgen de Pompeya, cuya devoción lo acompañó por el resto de su vida.

Pero la cura pastoral preponderante de Don Felipe Smaldone era la de los pobres sordomudos, a los que quiso dedicar todas sus energías con criterios más idóneos y convenientes de los que veía que aplicaban los responsables de ese sector educativo. En efecto, le causaba gran pena que los esfuerzos y tentativos se hacían en la educación y formación humano-cristiana de los sordomudos, equiparados a paganos, de hecho, quedaban casi siempre frustrados.

En cierto momento, quizás para dar una expresión más directa y concreta a su sacerdocio, pensó en irse como misionero al extranjero. Pero su confesor, que lo guió constantemente desde la infancia, lo ayudó a entender que su "misión" estaba entre los sordomudos de Nápoles. Desde entonces se dedicó completamente al apostolado a favor sus queridos sordomudos. Dejó la casa paterna y se estableció con un grupo de sacerdotes y laicos, que querían instituir una Congregación de Sacerdotes Salesianos, que, de hecho, nunca se realizó. Con el tiempo adquirió una gran competencia pedagógica en el sector y gradualmente fue proyectando la realización de una Institución estable e idónea para la atención, instrucción y asistencia humana y cristiana de los sordomudos.

El 25 de marzo de 1885 fue a Lecce para abrir, junto con Don Lorenzo Apicella, un Instituto para sordomudos. Llevó algunas "hermanas", que había estado formando, y echó así las bases de la Congregación de las Hermanas Salesianas de los Sagrados Corazones, que, bendita y sostenida por los Obispos de Lecce, Mons. Salvatore Luigi dei Conti di Zola y Mons. Gennaro Trama, tuvo una expansión rápida y sólida.

El Instituto de Lecce, con secciones femeninas y masculinas, tuvo sedes cada vez más amplias por el creciente número de asistidos, hasta la adquisición del célebre ex-convento de las Descalzas, que se convirtió en la sede definitiva y Casa Madre. A éste siguió, en 1897, el instituto de Bari.

Ya que el corazón compasivo del sacerdote Smaldone no sabía decir que no a las solicitudes de muchas familias pobres, en un cierto momento empezó a hospedar, no sólo a las sordomudas, sino también las niñas ciegas, huérfanas y abandonadas. No olvidaba las necesidades humanas y morales de la juventud. Abrió, en efecto, muchas casas con escuelas maternas anexas, con talleres de costura y residencias para las niñas estudiantes, entre las cuales, también una casa en Roma.

Durante su vida, la Obra y la Congregación, a pesar de las duras pruebas a las cuales fue sometida desde afuera y desde adentro, se ensancharon y consolidaron. En Lecce fue furibundamente atacado por una Administración Municipal laicista y adversa a la Iglesia. Dentro de la Congregación tuvo que afrontar con amargura una delicada y compleja situación de secesión provocada por la primera Superiora General, que causó una larga Visita Apostólica. Fue en estas dolorosas circunstancias que brillaron las virtudes eximias de Smaldone, y quedó claro que su fundación era voluntada de Dios. En efecto, a veces Dios purifica con el sufrimiento a sus hijos mejores y las obras nacidas en su nombre.

Por espacio de cuarenta años aproximadamente, Don Felipe Smaldone estuvo siempre en la brecha, sin jamás echarse atrás, desvelándose para sustentar materialmente y educar moralmente a sus queridos sordomudos, hacia los que dispensaba siempre afecto y atenciones paternales, y para formar en la vida de perfección, a sus Hermanas Salesianas de los Sagrados Corazones.

En Lecce, además del reconocimiento general de sus méritos como director del Instituto y fundador de las Hermanas Salesianas, también brillaba por su intenso y múltiple ministerio sacerdotal. Fue asiduo y estimado confesor de sacerdotes y seminaristas, confesor y director espiritual de muchas comunidades religiosas, fundador de la Liga Eucarística de los Sacerdotes Adoradores y de las Damas Adoradoras, y fue Superior de la Congregación de los Misioneros de San Francisco de Sales para las misiones populares. Fue condecorado con la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice, formaba parte de los canónigos de la Catedral de Lecce, y fue distinguido con una Encomienda por parte de las Autoridades civiles.

A la edad de 75 años terminó sus días en Lecce, soportando con admirable serenidad, una diabetes complicada de disturbios cardiocirculatorios y una esclerosis generalizada. Murió santamente a las nueve de la noche del 4 de junio de 1923, después de haber recibido todos los auxilios religiosos y la bendición del Arzobispo Trama, rodeado por muchos sacerdotes, sus Hermanas y sus queridos sordomudos.

Fue beatificado por Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996 y canonizado por Benedicto XVI el 15 de octubre de 2006.

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Petroc de Cornwall, Santo Abad, Junio 4  

Petroc de Cornwall, Santo

Es el hijo más joven de Rey Glywys.

A la muerte de su padre, la población de Glywysing pidió a Petroc que tomase la corona de una de las regiones del país, pero Petroc optó por la vida religiosa, y se fue a estudiar en Irlanda.

Varios años después él devolvió a Bretaña y desembarcó en River Camel en Cornwall. Siguiendo las ordenes de San Samson fue a la ermita de San Wethnoc, quien estaba de acuerdo en darle su respaldo para que pudiese fundar un monasterio en el sitio.

Después de 30 años como abad, Petroc hizo una peregrinación a Roma. A su retorno, apenas divisó Newton, empezó a llover. Petroc predijo que la lluvia se detendría pronto, pero llovió durante tres días, en penitencia por haberse jactado de poder predecir el clima, Petroc regresó a Roma, y luego viajó a Jerusalén, y por último a India donde él vivió siete años en una isla en el Océano Indico.

Petroc regresó a Bretaña con la compañía de un lobo que él se había encontrado en India.

Abandonó su monasterio y se fue a Llanwethinoc para vivir como un ermitaño en los bosques de Nanceventon, algunos monjes siguieron su ejemplo.

Petroc se trasladó después a lo más recondito de Cornish y encuentró al ermitaño San Guron. Guron se fue al sur, permitiendo a Petroc, con el apoyo de Rey Constantine de Dumnonia (que había sido convertido al cristianismo por Petroc), establecer un monasterio llamado Bothmena (la Morada de Monjes) junto al sitio de la ermita.

Murió en el año 594.

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Fuente: ACIprensa.com
Pacífico Ramati de Cerano, Beato Franciscano, Junio 4  

Pacífico Ramati de Cerano, Beato

Pacífico Ramota nació en la ciudad de Novara, en el Piamonte en el año de 1424. Sus padres murieron cuando era muy joven y quedó al cuidado de los benedictinos en la abadía de Novara.

A la edad de 21 años salió de ahí para tomar el hábito en el convento franciscano de la estricta observancia. Después de su ordenación trabajó como predicador en toda Italia entre los años 1452 y 1471. Escribió un tratado de teología moral titulado "Sometta di Pacifica Concienza" que fue publicado en Milán, en 1475.

Durante mucho tiempo éste fue un modelo del género, ya que simplifica las explicaciones y usa un lenguaje claro. En 1480 se le ordenó el traslado a Cerdeña como Visitador e Inspector General para los conventos de la estricta observancia, así como Nuncio Apostólico, encargado por el Papa Sixto II de proclamar una cruzada contra Mahoma II.

Para este tiempo, el Santo sabía ya que no le quedaba mucho tiempo de vida y apenas había comenzado la cruzada cayó gravemente enfermo. Murió en Sassari, el 4 de junio de 1482.

El cadáver fue llevado a Cerano, donde se construyó una iglesia en su honor.

Fue beatificado en el año 1745.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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