JMJ
Pax
Ustedes recen así
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Cuando recen, no hablen mucho como hacen los paganos, creyendo que Dios va a escuchar todo lo que hablaron. No sean como ellos, pues su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan. Ustedes recen así:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
Porque si ustedes perdonan a los demás sus culpas, también a ustedes los perdonará su Padre celestial. Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre les perdonará sus culpas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
jue 11a. Ordinario año impar
Acuérdate, Señor, de tu alianza: no olvides por más tiempo la suerte de tus pobres. Levántate, Señor, a defender tu causa: no te olvides de las voces de los que te buscan.
Oremos:
Dios eterno y todopoderoso, a quien confiadamente podemos llamar ya Padre nuestro: haz crecer en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que podamos gozar, después de esta vida, de la herencia que nos has prometido.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Les anuncié gratis el Evangelio de Dios
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 1-11
Hermanos: ¡Ojalá disculpen un poco mi impertinencia! Ya sé que me tolerarán, pues mis celos por ustedes son celos de Dios, ya que los he desposado con un solo marido, presentándolos a Cristo como si fueran una virgen pura. Pero temo que así como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así también se perviertan sus pensamientos y los aparten de la sinceridad y pureza que le deben a Cristo.
De hecho, si viene alguno y les anuncia a un Jesús distinto del que les hemos anunciado, o reciben un espíritu distinto del que recibieron, o un evangelio diferente del que han aceptado, lo toleran con gusto. ¡Pues creo que en nada soy inferior a esos superapóstoles! Y si carecemos de elocuencia, no nos faltan conocimientos, como lo hemos demostrado siempre a ustedes en las más diversas circunstancias.
¿Es que he cometido un pecado al anunciarles gratuitamente el Evangelio de Dios, humillándome yo para que ustedes fueran engrandecidos?
He tenido la sensación de despojar a otras iglesias al aceptar de ellas un salario para servirles a ustedes.
Y cuando estaba con ustedes y me encontré necesitado, para nadie fui una carga; los hermanos procedentes de Macedonia fueron los que me atendieron en mis necesidades. He tenido gran cuidado en no ser para ustedes una carga, y seguiré teniéndolo. Por Cristo en quien creo, les aseguro que nadie en toda Grecia me arrebatará este motivo de orgullo. ¿Acaso me comporté así porque no los quiero? Bien sabe Dios que los quiero.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Sal 110, 1-2.3-4.7-8
Justas y verdaderas son tus obras, Señor.
Doy gracias al Señor de todo corazón, en la reunión de los buenos y en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.
Justas y verdaderas son tus obras, Señor.
Su acción es espléndida y majestuosa, su salvación permanece para siempre. Ha hecho maravillas memorables, el Señor es compasivo y misericordioso.
Justas y verdaderas son tus obras, Señor.
El actúa con verdad y justicia, todas sus leyes son de fiar, estables para siempre y promulgadas con verdad y rectitud.
Justas y verdaderas son tus obras, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Hemos recibido un espíritu de hijos, que nos hace exclamar: ¡Padre!
Aleluya.
Ustedes recen así
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Cuando recen, no hablen mucho como hacen los paganos, creyendo que Dios va a escuchar todo lo que hablaron. No sean como ellos, pues su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan. Ustedes recen así:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
Porque si ustedes perdonan a los demás sus culpas, también a ustedes los perdonará su Padre celestial. Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre les perdonará sus culpas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Acepta, Señor, con bondad estos dones que has puesto en manos de tu Iglesia, y con tu poder conviértelos en el sacramento de nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Restauración universal en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina, se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
El pan que yo daré es mi carne para vida del mundo, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, que la recepción de esta Eucaristía nos confirme en tu amor y nos ayude a conseguir la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 22/06 San Juan Fisher, y santo Tómas Moro (obispo, y mártir, rojo)
Antífona de Entrada
Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor. El Señor cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú has querido que el testimonio del martirio sea perfecta expresión de la fe; concédenos, te rogamos, por la intercesión de tus santos Juan Fisher y Tomás Moro, ratificar con una vida santa la fe que profesamos de palabra.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Alégrense de compartir los padecimientos de Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 4, 12-19
Queridos hermanos: No se extrañen de verse sometidos al fuego de la prueba, como si fuera algo nunca visto. Al contrario, alégrense de compartir ahora los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, el júbilo de ustedes sea desbordante. Si los injurian por el nombre de Cristo, ténganse por dichosos, porque la fuerza y la gloria del Espíritu de Dios descansan sobre ustedes.
Pero que ninguno de ustedes tenga que sufrir por criminal, ladrón, malhechor o simplemente por entrometido. En cambio, si sufre por ser cristiano, que le dé gracias a Dios por llevar ese nombre.
Pues ha llegado el tiempo del juicio definitivo, que comienza por el mismo pueblo de Dios. Y si comienza por nosotros, ¿qué podrán esperar los que se niegan a creer en el Evangelio? Pues si el bueno se salva a duras penas, ¿qué suerte correrán el impío y el pecador? Así pues, los que según la voluntad de Dios tienen que sufrir, que pongan toda su confianza en la fidelidad del creador y sigan haciendo el bien.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 125
Entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar: entonces no cesaba de reír nuestra boca, ni se cansaba entonces la lengua de cantar.
Entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Aun los mismos paganos con asombro decían: "Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor". Y estábamos alegres, pues ha hecho cosas grandes por su pueblo el Señor.
Entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora, nuestra suerte, Señor, y entre gritos de júbilo, cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Al ir, iban llorando, cargando su semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas.
Entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
No he venido a traer la paz, sino la guerra
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 34-39
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles:
"No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra,- y los enemigos de cada uno serán los de su propia familia.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Sea agradable a tus ojos, Señor, esta ofrenda que va a ser consagrada en la festividad gloriosa de tus mártires, para que nos purifique de nuestros pecados y te mueva a escuchar las plegarias de tu pueblo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Testimonio y ejemplo de los mártires
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque la sangre de los gloriosos mártires Juan Fisher y Tomás Moro, derramada como la de Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder, que convierte la fragilidad en fortaleza y al humano débil robustece para que sea testigo tuyo.
Por eso,
como los ángeles te canta en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Alimentados con el pan del cielo, viviendo la unidad como miembros del Cuerpo de Cristo, te rogamos, Señor, que no nos separemos del amor de tu Hijo; y a ejemplo de tus mártires Juan Fisher y Tomás Moro, logremos superar con valentía cualquier dificultad por aquel que nos amó sobre toda medida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 22/06 San Paulino de Nola ( obispo, blanco)
Antífona de Entrada
Yo elegiré para mi pueblo un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos, dice el Señor.
Oración Colecta
Oremos:
Señor y Dios nuestro, tú que concediste a tu obispo san Paulino de Nola ser agregado al número de los santos pastores, por su ardiente caridad y su fe insigne; concédenos, por su intercesión, perseverar en el amor y en la fe, para poder así, participar del premio de tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 8, 9-15
Hermanos: Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza.
Respecto de la colecta les doy un consejo: ya que desde el año pasado ustedes no sólo comenzaron a hacerla sino que fueron los que tuvieron la iniciativa, lo que les conviene ahora es llevarla a feliz término. Así, siempre de acuerdo con las posibilidades de cada uno, el interés por concluir la colecta corresponderá al entusiasmo con que la proyectaron. Habiendo buena voluntad, se acepta lo que den conforme a lo que tienen, porque a nadie se le piden imposibles.
No se trata de que los demás vivan tranquilos, mientras ustedes están sufriendo. Se trata, más bien, de aplicar durante nuestra vida una medida justa; porque entonces la abundancia de ustedes remediará las carencias de ellos, y ellos, por su parte, los socorrerán a ustedes en sus necesidades. En esa forma habrá un justo medio, como dice la Escritura: "Al que recogía mucho, nada le sobraba; al que recogía poco, nada le faltaba".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 39
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Con una gran confianza esperé en el Señor; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. El me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas ya no quieres, en cambio me has dejado oír tu voz; no pides expiaciones ni holocaustos, así que dije: "Aquí estoy".
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
En el libro sagrado se me ordena cumplir lo que tú mandas. Me agrada hacer tu voluntad, Dios mío, pues tu ley es la entraña de mi entraña.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He dado a conocer tu salvación ante todo tu pueblo; tú bien sabes, Señor, que no guardé silencio.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya,
Evangelio
El Padre ha tenido a bien darles el Reino
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 32-34
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"No temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino.
Vendan sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón ni carcome la polilla. Porque donde está su tesoro, allí estará su corazón".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Recibe, Señor, las ofrendas que te presentamos en la festividad del obispo san Paulino de Nola, y concédenos obtener por ellas, como lo esperamos, el auxilio de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Paulino de Nola, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Yo vine al mundo, para que tengan vida y la tengan en abundancia, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, Dios nuestro, que estos sacramentos enciendan en nosotros el fuego de amor que abrasó el corazón de san Paulino de Nola y le impulsó a entregarse sin reserva al servidor de la Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
11ª semana. Jueves
ORACIONES VOCALES
— Necesidad.
— Oraciones vocales habituales.
— Atención al rezarlas. Luchar contra la rutina y las distracciones.
I. Y al orar no empleéis muchas palabras, como los gentiles, que se figuran que por su locuacidad van a ser escuchados, nos dice el Señor en el Evangelio de la Misa1. Quiere apartar a sus discípulos de la visión equivocada de muchos judíos de su tiempo, quienes pensaban que son necesarias largas oraciones vocales para que Dios las escuche; y les enseña a tratar a Dios con la sencillez con que un hijo habla con su padre. La oración vocal es muy agradable a Dios, pero ha de ser verdadera oración: las palabras han de expresar el sentir del corazón. No basta recitar meras fórmulas, pues Dios no quiere un culto solo externo, quiere nuestra intimidad2.
La oración vocal es un medio sencillo y eficaz, imprescindible, adecuado a nuestro modo de ser, para mantener la presencia de Dios durante el día, para manifestar nuestro amor y nuestras necesidades. Como leemos en el mismo Evangelio de la Misa, Nuestro Señor quiso dejarnos la oración vocal por excelencia, el Padrenuestro, en la que, en pocas palabras, compendia todo lo que el hombre puede pedir a Dios3. A lo largo de los siglos ha subido hasta Dios esta oración, llenando de esperanza y de consuelo a innumerables almas, en las situaciones y momentos más dispares.
Descuidar la oración vocal significaría un gran empobrecimiento de la vida espiritual. Por el contrario, cuando se aprecian estas oraciones, a veces muy cortas pero llenas de amor, se facilita mucho el camino de la contemplación de Dios en medio del trabajo o en la calle. «Empezamos con oraciones vocales, que muchos hemos repetido de niños: son frases ardientes y sencillas, enderezadas a Dios y a su Madre, que es Madre nuestra. Todavía, por las mañanas y por las tardes, no un día, habitualmente, renuevo aquel ofrecimiento que me enseñaron mis padres: ¡oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me ofrezco enteramente a Vos. Y, en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón... ¿No es esto –de alguna manera– un principio de contemplación, demostración evidente de confiado abandono? (...).
»Primero una jaculatoria, y luego otra, y otra..., hasta que parece insuficiente ese fervor, porque las palabras resultan pobres...: y se deja paso a la intimidad divina, en un mirar a Dios sin descanso y sin cansancio»4. Y Santa Teresa, como todos los santos, sabía bien de este camino asequible a todos para llegar hasta el Señor: «Sé –afirmaba la Santa– que muchas personas, rezando vocalmente (...), las levanta Dios, sin saber ellas cómo, a subida contemplación»5.
Pensemos hoy nosotros en el interés que ponemos en nuestras oraciones vocales, en su frecuencia a lo largo del día, en las pausas necesarias para que aquello que decimos al Señor no sean «meras palabras que vienen unas en pos de otras»6. Meditemos en la necesidad del pequeño esfuerzo que hemos de poner para alejar de nuestras oraciones la rutina, que bien pronto significaría la muerte de la verdadera devoción, del verdadero amor. Procuremos que cada jaculatoria, cada oración vocal sea un acto de amor.
II. El secreto de la fecundidad de los buenos cristianos está en su oración, en que rezan mucho y bien. De la oración –mental y vocal– sacamos fuerzas para la abnegación y el sacrificio, y para superar y ofrecer a Dios el cansancio en el trabajo, para ser fieles en los pequeños actos heroicos de cada día... Se ha dicho que la oración es como el alimento y la respiración del alma, porque nos pone en relación íntima con Dios y nos empuja a conocerle mejor y amarle más. La piedad auténtica es esa actitud estable que permite al cristiano valorar desde Dios el trajín diario, donde encuentra ocasión para el ejercicio de las virtudes, el ofrecimiento de la obra acabada, la pequeña mortificación... Sin darnos apenas cuenta estamos «metidos en Dios», y entonces estamos orando también con el ejercicio de nuestro trabajo sin chapuzas, aunque en esos momentos no realicemos actos expresos de oración. Una mirada al crucifijo o a una imagen de Nuestra Señora, una jaculatoria, una breve oración vocal, ayudan entonces a mantener «ese modo estable de ser del alma», y así nos es posible orar sin interrupción7, el orar siempre que nos pide el Señor8. Hay muchos momentos en los que debemos concentrarnos en el trabajo y la cabeza no nos permite pensar a la vez en Dios y en lo que hacemos. Sin embargo, si mantenemos esa disposición habitual del alma, esa unión con Dios, al menos ese ánimo de hacerlo todo por el Señor, estamos orando sin interrupción...
Lo mismo que el cuerpo necesita ser alimentado y los pulmones respirar aire puro, así necesita dirigirse el alma hacia el Señor. «El corazón se desahogará habitualmente con palabras, en esas oraciones vocales que nos ha enseñado el mismo Dios, Padre nuestro, o sus ángeles, Ave María. Otras veces utilizaremos oraciones acrisoladas por el tiempo, en las que se ha vertido la piedad de millones de hermanos en la fe: las de la liturgia –lex orandi–, las que han nacido de la pasión de un corazón enamorado, como tantas antífonas marianas:Sub tuum praesidium..., Memorare..., Salve Regina...»9. Muchas de estas oraciones vocales (el Bendita sea tu pureza, el Adoro te devote, que podemos rezar los jueves, adorando al Señor en la Eucaristía...) fueron compuestas por hombres y mujeres –conocidos o no– con mucho amor a Dios y fueron guardadas en el seno de la Iglesia como piedras preciosas para que las utilicemos nosotros. Quizá tienen para muchos el candor de aquellas enseñanzas fundamentales para la vida que aprendieron de sus madres. Son una parte muy importante del bagaje espiritual que poseemos para enfrentarnos con todo tipo de dificultades.
La oración vocal es sobreabundancia de amor, y por eso es lógico que sea muy frecuente desde que iniciamos la jornada hasta que dedicamos a Dios nuestro último pensamiento antes del descanso diario. Y saldrá a nuestros labios –quizá «sin ruido de palabras»– en los momentos más inesperados. «Acostúmbrate a rezar oraciones vocales, por la mañana, al vestirte, como los niños pequeños. —Y tendrás más presencia de Dios luego, durante la jornada»10.
III. Del Patriarca Enoc nos dice la Sagrada Escritura que anduvo siempre en la presencia de Dios11, que le tuvo presente en sus alegrías, en sus fatigas y en sus trabajos. «¡Ojalá nos ocurriera a nosotros algo parecido! ¡Ojalá pudiéramos andar por esos mundos con Dios a nuestro lado! Tan junto a Él, sintiendo tan vivamente su presencia, que compartiéramos todo con Él. Recibiríamos entonces todo de su mano, cada rayo de sol, cada sombra de incertidumbre que pasara por nuestra vida; aceptaríamos con gratitud consciente todo lo que nos mandase, obedeciendo así al más ligero soplo de su llamada»12. Pero, con frecuencia, el verdadero centro de referencia no es, por desgracia, el Señor, sino nosotros mismos. De ahí la necesidad de ese empeño continuo por estar metidos en Dios, «atentos» a sus más leves insinuaciones, evitando estar ensimismados en nuestras cosas; en todo caso, teniéndolas presentes en la medida en que hacen referencia a Dios: porque hacemos el bien con ellas, porque las hemos ofrecido...
Las oraciones vocales son un gran medio para tener a Dios presente en nuestros quehaceres a lo largo del día. Para eso es necesario poner atención en lo que le decimos al Señor. Y tendremos que luchar a veces en detalles muy pequeños pero necesarios: en pronunciar claramente, con pausa, en huir de la rutina. Ha de haber tiempo también para la consideración, de modo que llegue, en cierta manera, a ser una verdadera oración mental, aunque no podamos evitar del todo las distracciones.
Sin una gracia especial de Dios no es posible mantener una atención continua y perfecta al sentido y significado de las palabras. A veces, la atención estará referida particularmente al modo como se pronuncia; en otros momentos se mira a la persona a quien se habla. Pero hay ocasiones en que, por circunstancias personales o de ambiente, no se puede prestar de modo conveniente ninguna de estastres formas de atención. Es entonces necesario poner al menos un cuidado externo, que consiste en rechazar cualquier actividad exterior que por su misma naturaleza impida la atención interior. Algunos trabajos manuales, por ejemplo, no impiden tener la cabeza en otra cosa; como la madre de familia, que reza el Rosario en casa mientras limpia o mientras está más o menos pendiente de los hijos pequeños, aunque se distraiga en algún instante, mantiene al menos esa atención interior, cosa que no sería posible si quisiera a la vez ver la televisión. De todos modos, hemos de organizar nuestro plan de vida de modo que, siempre que sea posible, el tiempo que dedicamos a algunas oraciones vocales como el Ángelus o el Rosario sea un rato en que podamos concentrarnos bien. Por otra parte, las simples distracciones involuntarias son imperfecciones que el Señor disculpa cuando nos ve poner empeño en rezar.
Junto a las oraciones vocales, el alma necesita el alimento diario de la oración mental. «Gracias a esos ratos de meditación, a las oraciones vocales, a las jaculatorias, sabremos convertir nuestra jornada, con naturalidad y sin espectáculo, en una alabanza continua a Dios. Nos mantendremos en su presencia, como los enamorados dirigen continuamente su pensamiento a la persona que aman, y todas nuestras acciones –aun las más pequeñas– se llenarán de eficacia espiritual»13. El Señor las mirará con complacencia y las bendecirá.
1 Mt 6, 7-15. — 2 San Cipriano, Tratado sobre el Padrenuestro. Liturgia de las Horas,Domingo XI ordinario, Segunda lectura. — 3 Cfr. San Agustín, Sermón 56. — 4 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 296. — 5 Santa Teresa, Camino de perfección, 30, 7. — 6 R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, vol. I, p. 506. —7 1 Tes 5, 17. — 8 Lc 18, 1. — 9 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 119. —10 ídem, Camino, n. 553. — 11 Cfr. Gen 5, 21. — 12 R. A. Knox, Ejercicios para seglares, Rialp, Madrid 1956, p. 41. — 13 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 119.
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22 de junio
SANTOS JUAN FISHER
Y TOMÁS MORO, MÁRTIRES*
Memoria
— Un testimonio de fe hasta el martirio.
— Fortaleza y vida de oración.
— Coherencia cristiana y unidad de vida.
I. En Inglaterra, en 1534, se exigió a todos los ciudadanos que hubieran alcanzado la edad legal que prestasen juramento al Acta de Sucesión, en la que se reconocía como matrimonio la unión de Enrique VIII y Ana Bolena. Se proclamaba el rey Jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra, negando al Papa toda autoridad. Juan Fisher, Obispo de Rochester, y Tomás Moro, Canciller del Reino, se negaron a jurar el Acta, y fueron encarcelados en abril de 1534 y decapitados al año siguiente.
En un momento en que muchos se doblegaron a la voluntad real, su juramento habría pasado prácticamente inadvertido y hubieran conservado la vida, la hacienda y el cargo, como tantos otros1. Sin embargo, ambos fueron fieles a su fe hasta el martirio. Supieron dar la vida en aquel momento porque fueron hombres que vivieron su vocación día a día, dando testimonio de fe en cada jornada, a veces en asuntos que podrían parecer de escaso o de ningún relieve.
Tomás Moro es una figura muy cercana a nosotros, pues fue un cristiano corriente, que supo compaginar bien su vocación de padre de familia con la profesión de abogado y más tarde de Canciller, en una perfecta unidad de vida. Se encontraba en el mundo como en su propio hogar; amaba todas las realidades humanas que constituyen el entramado de su vida, donde Dios le quiso. Vivió al mismo tiempo un desprendimiento de los bienes y un amor a la Cruz tan grandes que puede decirse que ahí asentó toda su fortaleza.
Tomás Moro tenía costumbre de meditar cada viernes algún pasaje de la Pasión de Nuestro Señor. Cuando sus hijos o su mujer se quejaban por dificultades y contrariedades comunes, les decía que no podían pretender "ir al Cielo en un colchón de plumas" y les recordaba los sufrimientos que padeció Nuestro Señor, y que no es el siervo mayor que su dueño. Además de aprovechar las contrariedades para identificarse con la Cruz, Moro hacía otras penitencias. Algunos días llevaba, a flor de piel y oculta, una camisa de pelo áspero. Esta práctica la continuó durante su encarcelamiento en la Torre de Londres, a pesar del frío, humedad y privaciones de toda clase que pasó en aquellos largos meses2. Aquí, en la Cruz, encontró su fortaleza.
Nosotros, cristianos que siguen de cerca a Cristo en medio del mundo, dando testimonio, casi siempre callado, ¿encontramos las fuerzas en el desprendimiento de los bienes, en la mortificación diaria y en la oración?
II. Cuando Tomás Moro hubo de dimitir de su cargo de Lord Canciller, reunió a la familia para exponerles el futuro que les aguardaba y hacer previsiones económicas. "He vivido –dijo, resumiendo su carrera– en Oxford, en la hospedería de la Cancillería... y también en la Corte del rey..., desde lo más bajo a lo más alto. Actualmente dispongo de poco más de cien libras al año. Si tenemos que seguir juntos, todos deberemos aportar nuestra parte; pienso que lo mejor para nosotros es no descender de golpe al nivel más bajo". Y les sugiere un descenso gradual, recordándoles cómo uno puede vivir feliz en cada categoría. Y si ni siquiera pueden sostenerse en el nivel más bajo, el que vivió en Oxford, "entonces –les dice con paz y buen humor– todavía nos queda ir juntos a pedir limosna, con bultos y bolsas, y confiar en que alguna buena persona sienta compasión de nosotros (...), pero aun entonces nos mantendremos juntos, unidos y felices"3. Nunca permitió que nada rompiera la unidad y la paz familiar, ni siquiera cuando se encontró ausente o en la cárcel. Vivió desprendido de los bienes cuando los tuvo, y con gran alegría cuando no disponía de lo indispensable. Siempre supo estar a la altura de las circunstancias. Sabía cómo celebrar un acontecimiento, incluso en prisión. Un biógrafo contemporáneo suyo dice que, estando preso en la Torre, solía vestirse con más elegancia en los días de fiesta importantes, en cuanto se lo permitía su escaso vestuario. Mantuvo siempre su alegría y su buen humor, incluso en el momento en que subía al cadalso, porque se apoyó firmemente en la oración.
"Dame, mi buen Señor, la gracia de esforzarme para conseguir las cosas que en la oración te pido", rezaba. No esperaba que Dios hiciera por él lo que, con un poco de esfuerzo, podía lograr por sí mismo. Trabajó con empeño toda su vida hasta llegar a ser un abogado de prestigio antes de ser nombrado Canciller, pero nunca olvidó la necesidad de la oración, aunque a veces, sobre todo en circunstancias tan dramáticas como mientras esperaba la ejecución, no le era fácil. En estos días escribió una larga plegaria, en la que, entre muchas piadosas y conmovedoras consideraciones del hombre que sabe que va a morir, exclamaba: "Dame, Señor mío, un anhelo de estar contigo, no para evitar calamidades de este pobre mundo, y ni siquiera para evitar las penas del purgatorio, ni las del infierno tampoco, ni para alcanzar las alegrías del Cielo, ni por consideración de mi propio provecho, sino sencillamente por auténtico amor a Ti"4.
Santo Tomás Moro se nos presenta siempre como un hombre de oración; así pudo ser fiel a sus compromisos como ciudadano y como fiel cristiano en todas las circunstancias, en perfecta unidad de vida. Así hemos de ser nosotros. "¿Católico, sin oración?... Es como un soldado sin armas"5. ¿Cómo es nuestro trato con el Señor? ¿Nos esforzamos en crecer día a día en intimidad con Él? ¿Influye nuestra oración en el resto del día?
III. Give me thy grace, good Lord, to set the world at nought... "Dadme vuestra gracia, buen Señor, para estimar el mundo en nada, para tener mi mente bien unida a vos; y no depender de las variables opiniones de los demás... Para que piense en Dios con alegría, e implore tiernamente su ayuda. Para que me apoye en la fortaleza de Dios y me esfuerce con afán en amarle... Para darle gracias sin cesar por sus beneficios; para redimir el tiempo que he perdido..."6. Así escribía el Santo en los márgenes del Libro de las Horas que tenía en la Torre de Londres. Eran aquellos días en que estaba dedicado a contemplar la Pasión, preparando así su propia muerte en unión con la que padeció Cristo en la Cruz.
Pero Santo Tomás no solo vivió de cara a Dios en aquellos momentos supremos. Su amor a Dios se había manifestado diariamente en su vida de familia, de modo sencillo y afable, en el ejercicio de su profesión de abogado, en el más alto cargo de Inglaterra, como Lord Canciller. Cumpliendo los deberes de todos los días, unas veces importantes y otras menos, se santificó y ayudó a otros a encontrar a Dios. Entre muchos ejemplos de un apostolado eficaz, nos ha dejado el que llevó a cabo con su yerno, que había caído en la herejía luterana. "He tenido paciencia con tu marido –decía a su hija Margaret– y he razonado y discutido con él acerca de esos puntos de la religión. Le he dado además mi pobre consejo paterno, pero veo que no ha servido de nada para atraerlo de nuevo al redil. Por ello, Meg, ya no voy a discutir más con él, sino que lo voy a dejar enteramente en manos de Dios, y voy a rezar por él"7. Las palabras y las oraciones de Tomás Moro fueron eficaces, y el marido de su hija volvió a la plenitud de la fe, fue un cristiano ejemplar y padeció mucho por ser consecuente con su fe católica.
Santo Tomás Moro está entre nosotros como ejemplo vivo para nuestra conducta de cristianos. Es "semilla fecunda de paz y de alegría, como lo fue su paso por la tierra entre su familia y amigos, en el foro, en la cátedra, en la Corte, en las embajadas, en el Parlamento y en el gobierno.
"Es también el patrono silencioso de Inglaterra, que derramó su sangre en defensa de la unidad de la Iglesia y del poder espiritual del Vicario de Cristo. Y siendo la sangre de los cristianos semilla germinante, la de Tomás Moro va lentamente calando y empapando las almas de quienes a él se acercan imantados por su prestigio, dulzura y fortaleza. Moro será el apóstol silencioso del retorno a la fe de todo un pueblo"8.
A Juan Fisher y a Tomás Moro les pedimos hoy que sepamos imitarlos en su coherencia cristiana para vivir en todas las circunstancias de nuestra existencia como el Señor espera de nosotros, en lo grande y en lo pequeño. Con la liturgia de la fiesta, pedimos: Señor, Tú que has querido que el testimonio del martirio sea perfecta expresión de la fe; concédenos, te rogamos, por la intercesión de San Juan Fisher y de Santo Tomás Moro, ratificar con una vida santa la fe que profesamos de palabra9.
1 Cfr. A. Prévosi, Tomás Moro y la crisis del pensamiento europeo, Palabra, Madrid 1972, p. 392. — 2 Cfr. T. J. McGovern, Tomás Moro, un hombre para la eternidad, Madrid 1984, pp. 22-23. — 3 Roper's Life of More, citado por T. J. McGovern, o. c., p, 31. — 4 T. Moro, Un hombre solo (Cartas desde la Torre), Rialp, Madrid 1988, p. 125. — 5 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 453. — 6 T. Moro, Un hombre solo, pp. 120-122. — 7 N. Haspsfield, Sir Thomas More, Londres 1963, p. 102; A. Vázquez de Prada, Sir Tomás Moro, Rialp, 3ª ed., Madrid 1975, pp. 284-285. — 8 A. Vázquez de Prada, o. c., pp, 15-16. — 9 Oración colecta de la Misa.
* Juan Fisher fue ordenado sacerdote en 1491. Ejerció diversos cargos en la Universidad de Cambridge, a la vez que asumía la dirección espiritual de la reina Margarita, madre de Enrique VII, pasando a ocupar más tarde la Cátedra de Teología que la reina fundara allí. A principios de 1504 es nombrado rector de Cambridge y a finales de año sería consagrado Obispo de Rochester, la más pequeña y pobre diócesis de Inglaterra; dos días más tarde tomaba posesión de su puesto como miembro del Consejo del Rey.
Tomás Moro realizó estudios de Literatura y Filosofía en Oxford y de Derecho en New Inn. En 1504 fue elegido miembro del Parlamento y ocupó distintos cargos públicos, logrando un gran prestigio por sus conocimientos de leyes y por su honradez. Aunque su vida profesional fue intensa, siempre encontró tiempo para dedicar a la familia, su gran ocupación, y para los estudios literarios o históricos: publicó varios libros y ensayos. En 1529 fue nombrado Canciller de Inglaterra, a pesar de que ya había contestado claramente al rey que no podía estar de acuerdo con la disolución del matrimonio real. Plenamente interesado por los problemas de su tiempo, se entregó a su trabajo con afán de llenar de contenido cristiano las leyes e instituciones de su época.
Ambos murieron decapitados en 1535 por negarse a reconocer la supremacía de Enrique VIII sobre la Iglesia de Inglaterra y la anulación del matrimonio del rey.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
"Dichosos los que sufren persecución por causa de la religión,
porque su premio será muy grande en el reino de los cielos" (Mt 5,11).
SANTO TOMÁS MORO
Mártir
(Año 1535)
SU VIDA
Este es uno de los dos grandes mártires de la Iglesia de Inglaterra, cuando un rey impuro quiso acabar con la Religión Católica y ellos se opusieron. El otro es San Juan Fisher (20 de junio). Tomás significa: "el gemelo". Y en verdad que fue un verdadero gemelo en santidad y en cualidades con su compañero de martirio, San Juan Fisher.
Nació Tomás Moro en Cheapside, Inglaterra en 1478. A los 13 años se fue a trabajar de mensajero en la casa del Arzobispo de Canterbury, y éste al darse cuenta de la gran inteligencia del joven, lo envió a estudiar al colegio de la Universidad de Oxford.
Su padre que era juez, le enviaba únicamente el dinero indispensable para sus gastos más necesarios, y esto le fue muy útil, pues como él mismo afirmaba después: "Por no tener dinero para salir a divertirme, tenía que quedarme en casa y en la biblioteca estudiando". Lo cual le fue de gran provecho para su futuro.
A los 22 años ya es doctor en abogacía, y profesor brillante. Es un apasionado lector que todos los ratos libres los dedica a la lectura de buenos libros. Uno de sus compañeros de ese tiempo dio de él este testimonio: "Es un intelectual muy brillante, y a sus grandes cualidades intelectuales añade una muy agradable simpatía".
Le llegaron dudas acerca de cuál era la vocación para la cual Dios lo tenía destinado. Al principio se fue a vivir con los cartujos (esos monjes que nunca hablan, ni comen carne, y rezan mucho de día y de noche) pero después de 4 años se dio cuenta de que no había nacido para esa heroica vocación. También intentó irse de franciscano, pero resultó que tampoco era ese su camino. Entonces se dispuso optar por la vocación del matrimonio. Se casó, tuvo cuatro hijos y fue un excelente esposo y un cariñosísimo papá. Su vocación estaba un poco más allá: su vocación era actuar en el gobierno y escribir libros.
Para con sus hijos, para con los pobres y para cuantos deseaban tratar con él, Tomás fue siempre un excelente y simpático amigo. Acostumbraba ir personalmente a visitar los barrios de los pobres para conocer sus necesidades y poder ayudarles mejor. Con frecuencia invitaba a su mesa a gentes muy pobres, y casi nunca invitaba a almorzar a los ricos. A su casa llegaban muchas visitas de intelectuales que iban a charlar con él acerca de temas muy importantes para esos momentos y a comentar los últimos libros que se iban publicando. Su esposa se admiraba al verlo siempre de buen humor, pasara lo que pasara. Era difícil encontrar otro de conversación más amena.
Tomás Moro escribió bastantes libros. Muchos de ellos contra los protestantes, pero el más famoso es el que se llama Utopía. Esta es una palabra que significa: "Lo que no existe" (U=no. Topos: lugar. Lo que no tiene lugar). En ese libro describe una nación que en realidad no existe pero que debería existir. En su escrito ataca fuertemente las injusticias que cometen los ricos y los altos del gobierno con los pobres y los desprotegidos y va describiendo cómo debería ser una nación ideal. Esta obra lo hizo muy conocido en toda Europa.
El joven abogado Tomás Moro fue aceptado como profesor de uno de los más prestigiosos colegios de Londres. Luego fue elegido como secretario del alcalde de la capital. En 1529 fue nombrado Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores. Pero este altísimo cargo no cambió en nada su sencillez. Siguió asistiendo a Misa cada día, confesándose con frecuencia y comulgando. Tratable y amable con todos. Alguien llegó a afirmar: "Parece que lo hubieran elegido Canciller, solamente para poder favorecer más a los pobres y desamparados". Otro añadía: "El rey no pudo encontrar otro mejor consejero que este". Pero Tomás, que conocía bien cómo era Enrique VIII, declaraba con su fino humor: "El rey es de tal manera que si le ofrecen una buena casa por mi cabeza, me la mandará cortar de inmediato".
Ya llevaba dos años como Canciller cuando sucedió en Inglaterra un hecho terrible contra la religión católica. El impúdico rey Enrique VIII se divorció de su legítima esposa y se fue a vivir con la concubina Ana Bolena. Y como el Sumo Pontífice no aceptó este divorcio, el rey se declaró Jefe Supremo de la religión de la nación, y declaró la persecución contra todo el que no aceptara su divorcio o no lo aceptara a él como reemplazo del Papa en Roma. Muchos católicos tendrían que morir por oponerse a todo esto.
Tomás Moro no aceptó ninguno de los terribilísimos errores del malvado rey: ni el divorcio ni el que tratara de reemplazar al Sumo Pontífice. Entonces fue destituido de su alto puesto, le confiscaron sus bienes y el rey lo mandó encerrar como prisionero de la espantosa Torre de Londres. Santo Tomás y San Juan Fisher fueron los dos principales de todos los altos funcionarios de la capital que se negaron a aceptar tan grandes infamias del monarca. Y ambos fueron llevados a la torre fatídica. Allí estuvo Tomás encerrado durante 15 meses.
Verdaderamente hermosas son las cartas que desde la cárcel escribió este gran sabio a su hija Margarita que estaba muy desconsolada por la prisión de su padre. En ellas le dice: "Con esta cárcel estoy pagando a Dios por los pecados que he cometido en mi vida. Los sufrimientos de esta prisión seguramente me van a disminuir las penas que me esperan en el purgatorio. Recuerda hija mía, que nada podrá pasar si Dios no permite que me suceda. Y todo lo permite Dios para bien de los que lo aman. Y lo que el buen Dios permite que nos suceda es lo mejor, aunque no lo entendamos, ni nos parezca así".
El día en que Margarita fue a visitar por última vez a su padre, vieron los dos salir hacia el sitio del martirio a cuatro monjes cartujos que no habían querido aceptar los errores de Enrique VIII. Tomás dijo a Margarita: "Mire cómo van de contentos a ofrecer su vida por Jesucristo. Ojalá también a mí me conceda Dios el valor suficiente para ofrecer mi vida por su santa religión".
Tomás fue llamado a un último consejo de guerra. Le pidieron que aceptara lo que el rey le mandaba y él respondió: "Tengo que obedecer a lo que mi conciencia me manda, y pensar en la salvación de mi alma. Eso es mucho más importante que todo lo que el mundo pueda ofrecer. No acepto esos errores del rey". Se le dictó entonces sentencia de muerte. El se despidió de su hijo y de su hija y volvió a ser encerrado en la Torre de Londres.
En la madrugada del 6 de julio de 1535 le comunicaron que lo llevarían al sitio del martirio, él se colocó su mejor vestido. De buen humor como siempre, dijo al salir al corredor frío: "por favor, mi abrigo, porque doy mi vida, pero un resfriado sí no me quiero conseguir". Al llegar al sitio donde lo iban a matar rezó despacio el Salmo 51: "Misericordia Señor por tu bondad". Luego prometió que rogaría por el rey y sus demás perseguidores, y declaró públicamente que moría por ser fiel a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Luego enseguida de un hachazo le cortaron la cabeza.
Tomás Moro fue declarado santo por el Papa en 1935. Un sabio decía:
"Este hombre, aunque no hubiera sido mártir,
bien merecía que lo canonizaran, porque su vida fue
un admirable ejemplo de lo que debe ser el
comportamiento de un servidor público:
un buen cristiano y un excelente ciudadano".
CARTA APOSTÓLICA
EN FORMA DE MOTU PROPRIO
PARA LA PROCLAMACIÓN DE
SANTO TOMÁS MORO
COMO PATRONO DE LOS GOBERNANTES
Y DE LOS POLÍTICOS
JUAN PABLO II
SUMO PONTÍFICE
PARA PERPETUA MEMORIA
1. De la vida y del martirio de santo Tomás Moro brota un mensaje que a través de los siglos habla a los hombres de todos los tiempos de la inalienable dignidad de la conciencia, la cual, como recuerda el Concilio Vaticano II, "es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (Gaudium et spes, 16). Cuando el hombre y la mujer escuchan la llamada de la verdad, entonces la conciencia orienta con seguridad sus actos hacia el bien. Precisamente por el testimonio, ofrecido hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de la verdad sobre el poder, santo Tomás Moro es venerado como ejemplo imperecedero de coherencia moral. Y también fuera de la Iglesia, especialmente entre los que están llamados a dirigir los destinos de los pueblos, su figura es reconocida como fuente de inspiración para una política que tenga como fin supremo el servicio a la persona humana.
Recientemente, algunos Jefes de Estado y de Gobierno, numerosos exponentes políticos, algunas Conferencias Episcopales y Obispos de forma individual, me han dirigido peticiones en favor de la proclamación de santo Tomás Moro como Patrono de los Gobernantes y de los Políticos. Entre los firmantes de esta petición hay personalidades de diversa orientación política, cultural y religiosa, como expresión de vivo y difundido interés hacia el pensamiento y la conducta de este insigne hombre de gobierno.
2. Tomás Moro vivió una extraordinaria carrera política en su País. Nacido en Londres en 1478 en el seno de una respetable familia, entró desde joven al servicio del Arzobispo de Canterbury Juan Morton, Canciller del Reino. Prosiguió después los estudios de leyes en Oxford y Londres, interesándose también por amplios sectores de la cultura, de la teología y de la literatura clásica. Aprendió bien el griego y mantuvo relaciones de intercambio y amistad con importantes protagonistas de la cultura renacentista, entre ellos Erasmo Desiderio de Rotterdam.
Su sensibilidad religiosa lo llevó a buscar la virtud a través de una asidua práctica ascética: cultivó la amistad con los frailes menores observantes del convento de Greenwich y durante un tiempo se alojó en la cartuja de Londres, dos de los principales centros de fervor religioso del Reino. Sintiéndose llamado al matrimonio, a la vida familiar y al compromiso laical, se casó en 1505 con Juana Colt, de la cual tuvo cuatro hijos. Juana murió en 1511 y Tomás se casó en segundas nupcias con Alicia Middleton, viuda con una hija. Fue durante toda su vida un marido y un padre cariñoso y fiel, profundamente comprometido en la educación religiosa, moral e intelectual de sus hijos. Su casa acogía yernos, nueras y nietos y estaba abierta a muchos jóvenes amigos en busca de la verdad o de la propia vocación. La vida de familia permitía, además, largo tiempo para la oración común y la lectio divina, así como para sanas formas de recreo hogareño. Tomás asistía diariamente a Misa en la iglesia parroquial, y las austeras penitencias que se imponía eran conocidas solamente por sus parientes más íntimos.
3. En 1504, bajo el rey Enrique VII, fue elegido por primera vez para el Parlamento. Enrique VIII le renovó el mandato en 1510 y lo nombró también representante de la Corona en la capital, abriéndole así una brillante carrera en la administración pública. En la década sucesiva, el rey lo envió en varias ocasiones para misiones diplomáticas y comerciales en Flandes y en el territorio de la actual Francia. Nombrado miembro del Consejo de la Corona, juez presidente de un tribunal importante, vicetesorero y caballero, en 1523 llegó a ser portavoz, es decir, presidente de la Cámara de los Comunes.
Estimado por todos por su indefectible integridad moral, la agudeza de su ingenio, su carácter alegre y simpático y su erudición extraordinaria, en 1529, en un momento de crisis política y económica del País, el Rey le nombró Canciller del Reino. Como primer laico en ocupar este cargo, Tomás afrontó un período extremadamente difícil, esforzándose en servir al Rey y al País. Fiel a sus principios se empeñó en promover la justicia e impedir el influjo nocivo de quien buscaba los propios intereses en detrimento de los débiles. En 1532, no queriendo dar su apoyo al proyecto de Enrique VIII que quería asumir el control sobre la Iglesia en Inglaterra, presentó su dimisión. Se retiró de la vida pública aceptando sufrir con su familia la pobreza y el abandono de muchos que, en la prueba, se mostraron falsos amigos.
Constatada su gran firmeza en rechazar cualquier compromiso contra su propia conciencia, el Rey, en 1534, lo hizo encarcelar en la Torre de Londres dónde fue sometido a diversas formas de presión psicológica. Tomás Moro no se dejó vencer y rechazó prestar el juramento que se le pedía, porque ello hubiera supuesto la aceptación de una situación política y eclesiástica que preparaba el terreno a un despotismo sin control. Durante el proceso al que fue sometido, pronunció una apasionada apología de las propias convicciones sobre la indisolubilidad del matrimonio, el respeto del patrimonio jurídico inspirado en los valores cristianos y la libertad de la Iglesia ante el Estado. Condenado por el tribunal, fue decapitado.
Con el paso de los siglos se atenuó la discriminación respecto a la Iglesia. En 1850 fue restablecida en Inglaterra la jerarquía católica. Así fue posible iniciar las causas de canonización de numerosos mártires. Tomás Moro, junto con otros 53 mártires, entre ellos el Obispo Juan Fisher, fue beatificado por el Papa León XIII en 1886. Junto con el mismo Obispo, fue canonizado después por Pío XI en 1935, con ocasión del IV centenario de su martirio.
4. Son muchas las razones a favor de la proclamación de santo Tomás Moro como Patrono de los Gobernantes y de los Políticos. Entre éstas, la necesidad que siente el mundo político y administrativo de modelos creíbles, que muestren el camino de la verdad en un momento histórico en el que se multiplican arduos desafíos y graves responsabilidades. En efecto, fenómenos económicos muy innovadores están hoy modificando las estructuras sociales. Por otra parte, las conquistas científicas en el sector de las biotecnologías agudizan la exigencia de defender la vida humana en todas sus expresiones, mientras las promesas de una nueva sociedad, propuestas con buenos resultados a una opinión pública desorientada, exigen con urgencia opciones políticas claras en favor de la familia, de los jóvenes, de los ancianos y de los marginados.
En este contexto es útil volver al ejemplo de santo Tomás Moro que se distinguió por la constante fidelidad a las autoridades y a las instituciones legítimas, precisamente porque en las mismas quería servir no al poder, sino al supremo ideal de la justicia. Su vida nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes. Convencido de este riguroso imperativo moral, el Estadista inglés puso su actividad pública al servicio de la persona, especialmente si era débil o pobre; gestionó las controversias sociales con exquisito sentido de equidad; tuteló la familia y la defendió con gran empeño; promovió la educación integral de la juventud. El profundo desprendimiento de honores y riquezas, la humildad serena y jovial, el equilibrado conocimiento de la naturaleza humana y de la vanidad del éxito, así como la seguridad de juicio basada en la fe, le dieron aquella confiada fortaleza interior que lo sostuvo en las adversidades y frente a la muerte. Su santidad, que brilló en el martirio, se forjó a través de toda una vida entera de trabajo y de entrega a Dios y al prójimo.
Refiriéndome a semejantes ejemplos de armonía entre la fe y las obras, en la Exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici escribí que "la unidad de vida de los fieles laicos tiene una gran importancia. Ellos, en efecto, deben santificarse en la vida profesional ordinaria. Por tanto, para que puedan responder a su vocación, los fieles laicos deben considerar las actividades de la vida cotidiana como ocasión de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres" (n. 17).
Esta armonía entre lo natural y lo sobrenatural es tal vez el elemento que mejor define la personalidad del gran Estadista inglés. Él vivió su intensa vida pública con sencilla humildad, caracterizada por el célebre "buen humor", incluso ante la muerte.
Éste es el horizonte a donde le llevó su pasión por la verdad. El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral. Ésta es la luz que iluminó su conciencia. Como ya tuve ocasión de decir, "el hombre es criatura de Dios, y por esto los derechos humanos tienen su origen en Él, se basan en el designio de la creación y se enmarcan en el plan de la Redención. Podría decirse, con expresión atrevida, que los derechos del hombre son también derechos de Dios" (Discurso 7.4.1998, 3).
Y fue precisamente en la defensa de los derechos de la conciencia donde el ejemplo de Tomás Moro brilló con intensa luz. Se puede decir que él vivió de modo singular el valor de una conciencia moral que es "testimonio de Dios mismo, cuya voz y cuyo juicio penetran la intimidad del hombre hasta las raíces de su alma" (Enc. Veritatis splendor, 58). Aunque, por lo que se refiere a su acción contra los herejes, sufrió los límites de la cultura de su tiempo.
El Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución Gaudium et spes, señala cómo en el mundo contemporáneo está creciendo "la conciencia de la excelsa dignidad que corresponde a la persona humana, ya que está por encima de todas las cosas, y sus derechos y deberes son universales e inviolables" (n.26). La historia de santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas ingerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre.
5. Confío, por tanto, que la elevación de la eximia figura de santo Tomás Moro como Patrono de los Gobernantes y de los Políticos ayude al bien de la sociedad. Ésta es, además, una iniciativa en plena sintonía con el espíritu del Gran Jubileo que nos introduce en el tercer milenio cristiano.
Por tanto, después de una madura consideración, acogiendo complacido las peticiones recibidas, constituyo y declaro Patrono de los Gobernantes y de los Políticos a santo Tomás Moro, concediendo que le vengan otorgados todos los honores y privilegios litúrgicos que corresponden, según el derecho, a los Patronos de categorías de personas.
Sea bendito y glorificado Jesucristo, Redentor del hombre, ayer, hoy y siempre.
Roma, junto a San Pedro, el día 31 de octubre de 2000, vigésimo tercero de mi Pontificado
IOANNES PAULUS PP.II
01:55:32 Subtitulada
A Man for All Seasons--English & Spanish
Carta de Tomás Moro a su hija Margarita
Santo Tomás Moro - Dibujos Animados
031-SANTO TOMAS MORO-HISTORIETA
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San Juan Fischer
Cardenal y mártir
Año 1535
Este santo mártir nació en Beverley, Inglaterra, en el año 1469, su padre murió cuando Juan era todavía muy niño. A los 14 años ya era el más sobresaliente entre sus compañeros estudiantes y a los 20 fue nombrado profesor del colegio San Miguel. Se doctoró con gran brillo en la famosa Universidad de Cambridge, y a los 22 años, obtuvo ser dispensado de la falta de edad, y fue ordenado sacerdote. Poco después recibió el nombramiento de vicecanciller o vicerrector de la gran universidad.
Margarita, la madre del rey, al quedar viuda por tercera vez, y desilusionada de la vida de intrigas del mundo, dispuso dedicarse a la vida espiritual, e impresionada por la santidad y la sabiduría de Juan, lo eligió como su director espiritual. Guiada por el santo distribuyó su fortuna en ayudar a instituciones benéficas, y a la que más ayudas concedió fue a la Universidad de Cambridge.
San Juan Fisher recordaba después con emoción que cuando él empezó a ser director espiritual de la madre del rey, la universidad tenía pocas cátedras o ramas de enseñanza y que luego se pusieron nuevas y muy modernas facultades de estudio. Que la Biblioteca de la universidad sólo tenía 300 libros y que luego se consiguieron millares de ejemplares para el estudio de los universitarios.
Juan fue elegido Canciller de la Universidad y este cargo lo tuvo hasta su muerte. Era un verdadero sabio y un gran benefactor.
En 1504 fue elegido nuestro santo como obispo de Rochester, cuando sólo tenía 35 años. Y él, como hacía con todos los cargos que le confiaban, se dedicó a este oficio con todas las fuerzas de su recia personalidad. Con un entusiasmo no muy frecuente en su época, se dedicó a visitar todas y cada una de las parroquias para observar si cada uno estaba cumpliendo con su deber, y animar a los no muy entusiastas. A los sacerdotes les insistía en la grave responsabilidad de cumplir muy exactamente sus deberes sacerdotales. Iba personalmente a visitar las chozas de los más pobres. Distribuía limosnas con enorme generosidad, y en su casa siempre las puertas estaban abiertas para recibir a visitantes, peregrinos y necesitados.
Y aunque parezca imposible, además de todos sus demás trabajos, dedicaba horas y horas al estudio y a escribir libros. Se hicieron famosos sus discursos fúnebres a la muerte del rey Enrique VII y en el funeral de la reina Margarita.
Aunque era obispo y además canciller de la universidad, llevaba una vida tan austera como la de un monje. No dormía más de seis horas. Hacía fuertes penitencias. En su mesa tenía frente a sí una calavera, para recordar que también a él le llegaría la muerte y la hora de tener que darle cuentas a Dios de todos sus comportamientos.
Decía que su deporte favorito era leer. Sus ahorros eran para comprar nuevos libros, que después de leídos los obsequiaba a la Biblioteca de la Universidad.
Cuando le ofrecían otras diócesis que producían más en dinero, respondía: "No cambio a esta esposa pobre pero amable y muy fiel, por la viuda más rica que exista".
Cuando Lutero empezó a difundir los errores de los protestantes, el obispo Fisher fue elegido para atacar tan fatales errores, y escribió cuatro voluminosos libros para combatir los errores de los luteranos. Esto lo hizo famoso.
El embajador de España llegó a afirmar que el obispo Juan era el prelado más santo del país en ese tiempo. Y el rey de Inglaterra exclamó: "ningún otro reino tiene actualmente un obispo tan sabio y tan santo como Juan Fisher".
En un Sínodo o reunión de todo el clero de Inglaterra, el obispo Fisher protestó fuertemente contra la mundanalidad de algunos eclesiásticos, y la vanidad de aquellos que lo buscaban eran altos puestos y no la verdadera santidad. Criticaba fuertemente los defectos que era necesario corregir, pero él personalmente daba muy buenos ejemplos de vida santa.
Cuando el rey Enrique VIII dispuso divorciarse de su legítima esposa y casarse con su concubina Ana Bolena, el obispo Juan Fisher fue el primero en oponerse a semejante escándalo. Y aunque muchos altos personajes, por conservar la amistad del rey, declararon que ese divorcio sí se podía hacer, en cambio Juan, aun con peligro de perder sus cargos y ser condenado a muerte, declaró públicamente que el matrimonio católico es indisoluble y que el divorcio no es posible para un matrimonio católico que no sea nulo.
Muchos le decían que la mayoría de los altos empleados oficiales aprobaban el divorcio del rey, y él les respondía: "Ellos tienen que cumplir lo que les diga su propia conciencia. Yo para salvarme estoy obligado a obedecer lo que mi conciencia me dice, y ella me afirma que este divorcio no lo puedo aprobar".
El terrible rey Enrique VIII se declaró jefe supremo de la Iglesia en Inglaterra en reemplazo del Sumo Pontífice, y todos los que deseaban conservar sus altos puestos en el gobierno y en la Iglesia, lo apoyaron. Pero Juan Fisher declaró que esto era absolutamente equivocado y en pleno Parlamento exclamó: "Querer reemplazar al Papa de Roma por el rey de Inglaterra, como jefe de nuestra religión es como gritarle un 'muera' a la Iglesia Católica".
Las amenazas de los enemigos empezaron a llegar sobre él. Dos veces lo llevaron a la cárcel. Otra vez trataron de envenenarlo. Una bala pasó sobre sus hombros mientras leía en su escritorio. Le inventaron toda clase de calumnias, y como no lograron que dejara de proclamar sus creencias católicas lo encerraron en la terribilísima Torre de Londres. Tenía 66 años, pero los muchos sufrimientos, y sus ayunos y el excesivo trabajo lo hacían aparecer como de ochenta. Un testigo decía: "su cuerpo está tan débil que casi no es capaz de soportar el peso de su vestido". Pero su espíritu seguía fuerte e invencible. Las gentes se admiraban de que hubiera podido resistir diez meses de prisión en tan horrorosa Torre.
Estando en prisión, recibió del sumo Pontífice el nombramiento de Cardenal. El impío rey exclamó: "Le mandaron el sombrero de Cardenal, pero no podrá ponérselo, porque yo le mandaré cortar la cabeza". Y así fue.
El 17 de junio de 1535 le leyeron la sentencia de muerte. El rey Enrique VIII mandaba matarlo por no aceptar el divorcio y por no aceptar que el rey reemplazara al Papa en el gobierno de la Iglesia Católica.
Unos días después al amanecer llegan los guardias a llevarlo al sitio donde debe morir. Lleva en sus manos el Nuevo Testamento. Abre donde primero salga y lee esta frase: "La Vida Eterna consiste en conocerte a Ti Padre Dios y a tu Enviado Jesucristo. Padre yo te he glorificado en la tierra y he cumplido la tarea que tú lleno de ánimo y de consuelo me habías confiado". Esta lectura lo llenó de ánimo y de consuelo.
Al llegar al sitio donde le van a cortar la cabeza, el venerable anciano se dirige a la multitud y les dice a todos que muere por defender a la Santa Iglesia Católica fundada por Jesucristo. Pide a los verdugos que le concedan unos minutos para recitar el Himno Tedeum, en acción de gracias. Al decir la última frase: "En Ti Señor espero, no sea yo confundido eternamente", inclina su cabeza, la cual es cortada por un hachazo de los verdugos de un rey impuro. Dios nos conceda por medio del mártir San Juan Fisher, un gran valor por defender y practicar nuestra santa religión hasta el último momento de nuestra vida.
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San Paulino de Nola |
Pocos santos que hayan hecho tantos esfuerzos por mantenerse ignorados por todos y pasar desapercibidos, como San Paulino de Nola, y pocos como él que hayan recibido en vida tantas alabanzas de grandes sabios y santos. San Jerónimo, San Ambrosio, San Agustín y San Gergorio de Tours hicieron grandes elogios de él y lo presentaron ante los demás como un modelo de obispo, de apóstol y de verdadero amigo.
Nació San Paulino en Burdeos, Francia, en el año 353. Su padre era gobernador y su familia sumamente rica. Tuvo como maestros en su infancia los más famosos literatos de la región y según cuenta San Jerónimo, cuando Paulino llegó a la juventud dejaba admiradas a las gentes por la elegancia de sus estilos al hablar y al escribir.
Nombrado para altos puestos en el gobierno tuvo que viajar por diversos países y en todas partes hizo muy buenas amistades, porque tenía un trato muy agradable y exquisito. En Milán se hizo amigo de San Ambrosio y de San Agustín. Y por carta mantuvo muy provechosas relaciones intelectuales con el gran sabio San Jerónimo.
Al trabar relaciones con San Delfín, obispo de Burdeos, se entusiasmó por la religión cristiana y se hizo bautizar como católico.
Luego se fue a vivir a España y allá se casó con una mujer sumamente piadosa, llamada Teresa, de la cual tuvo un hijo. Pero el niño se murió a los ocho días de nacido, y entonces Paulina y Teresa se propusieron vivir en adelante como dos hermanos y repartir sus enormes riquezas entre los pobres. Así lo hicieron, y pronto fueron vendiendo fincas y casas y repartiendo el dinero entre los más necesitados.
Y resultó que llevaba una vida tan santa que en la Navidad del año 393 el pueblo de Barcelona, España, pidió por aclamación al Sr. Obispo que ordenara de sacerdote a Paulino. El Obispo aceptó y lo ordenó, aunque estaba casado, pero él y su esposa vivían ya como dos hermanos nada más.
Paulino y Teresa se fueron a vivir en Nola (Italia) donde tenían unas posesiones y donde se veneraba con mucha fe la tumba de San Félix. Allí junto a la tumba del santo construyeron una casita sencilla y empezaron a vivir como verdaderos monjes, dedicados a la oración y a la caridad para con los pobres.
Paulino fue a Roma, pero el Papa no lo recibió muy bien, porque no aceptaba que lo hubieran ordenado sacerdote siendo casado (El próximo Pontífice ya lo recibiría con mucho cariño porque le habrán contado lo santamente que vive él en Nola).
Pronto la casa de Paulino en Nola se convirtió en el sitio preferido para todos los pobres y necesitados de la región. El y su esposa, que seguían siendo todavía muy ricos, repartían ayudas con una generosidad extraordinaria. Y con su dinero le construyeron un hermoso templo a San Félix, que era el santo más popular de allí (Dicen que a San Paulino fue al que se le ocurrió llamar a las gentes a las reuniones con un instrumento de metal que retumbara a lo lejos, y como aquella región se llama Campania, por eso aquel instrumento se llamó "campana").
En el año 409 al morir el obispo de Nola, todo el pueblo aclamó a Paulino como nuevo obispo, y tuvo que aceptar. En adelante se dedicará por toda su vida, hasta el año 431, a cuidar de la santidad de sacerdotes y fieles.
A este santo le agradaban mucho dos clases de apostolados intelectuales: las cartas y las poesías. Con la más exquisita gentileza y buena educación se comunicaba por carta con infinidad de personas. De él se conservan más de 50 cartas, que son modelo de buena redacción y de muy amable caridad. Y en cuanto a poesías, cada año en la fiesta de San Félix componía un poema en honor de su santo preferido, y lo hacía recitar y difundir entre el pueblo. Se conservan 13 de esos poemas, que colocan a San Paulino como uno de los mejores poetas de su tiempo.
Paulino fue gastando todas sus inmensas riquezas en ayudar a los más necesitados hasta quedar él totalmente pobre. Y sucedió que cuando en el año 410 llegaron a Nola los terribles vándalos del rey Gensérico se llevaron muchos prisioneros y esclavos y entre ellos al hijo único de una pobre viuda. Entonces nuestro santo se ofreció él personalmente para reemplazar a aquel joven. Le fue aceptado el canje y dejaron libre al muchacho.
Pero sucedió que en el viaje, Dios cambió un poco el corazón de aquellos bárbaros y devolvieron libres al obispo Paulino y a los demás prisioneros, en un barco hacia Nola, y el barco lo enviaron cargado de víveres.
Cuando el santo ya estaba moribundo, vino el ecónomo a avisarle que se debían 40 monedas de unas telas que se habían comprado para vestidos de los pobres. El santo exclamó mirando al cielo: "Dios proveerá". Y a los pocos minutos llegó un mensajero trayendo un envío que hacían para los menesterosos: era un paquetico con 40 monedas de plata. El obispo juntó las manos y exclamó: "¡Bendito sea Dios que nunca me falló en nada!".
Murió San Paulino en el año 431 y fue sepultado en la iglesia de San Félix, pero después de muerto obtuvo tantos milagros, que llegó a ser más popular que el mismo San Félix, al cual él tanto había popularizado entre el pueblo.
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Albano de Inglaterra, Santo Máritr, Junio 22
Mártir Etimológicamente significa "del Alba". Viene de la lengua latina. |
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Nicetas de Remesiana, Santo Obispo, Junio 22
Obispo Etimológicamente significa " triunfador, victorioso". Viene de la lengua griega. |
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Fuente: Enciclopedia Católica | ACI Prensa
Inocencio V (Pedro de Tarentasia), Beato CLXXXV Papa, Junio 22
CLXXXV Papa Nacido en Tarentasia, hacia el 1225; elegido en Arezzo el 21 de enero de 1276; murió en Roma el 22 de junio de 1276. Tarentasia en el alto Isère en el sudeste de Francia ciertamente fue su provincia natal, y el poblado de Champagny con alta certeza fue su lugar de nacimiento. A los dieciseis años ingresó a la orden de los dominicos. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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