viernes, 1 de abril de 2016

Viernes de la Pasión y Muerte de Jesucristo: día de penitencia y abstinencia de carne, excepto fiesta de precepto (CDC 1250/3). 01/03/2016. San Hugo ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos junto al lago de Tiberíades. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. En esto dijo Simón Pedro:
"Voy a pescar".
Los otros dijeron:
"Vamos contigo".
Salieron y juntos subieron a la barca; pero aquella noche no lograron pescar nada.
Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo:
"Muchachos, ¿han pescado algo?"
Ellos contestaron:
"No".
El les dijo:
"Echen la red al lado derecho de la barca y encontrarán peces".
Ellos la echaron, y la red se llenó de tal cantidad de peces que no podían moverla. Entonces el discípulo a quien Jesús tanto amaba le dijo a Pedro:
"¡Es el Señor!"
Al oír Simón Pedro que era el Señor, se puso la túnica, pues estaba sin ella, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron hasta la orilla en la barca, arrastrando la red llena de peces, pues no era mucha la distancia que los separaba de tierra; tan sólo unos cien metros.
Al saltar a tierra, vieron unas brasas, con peces colocados sobre ellas, y pan. Jesús les dijo:
"Traigan ahora algunos de los peces que acaban de pescar".
Simón Pedro subió a la barca y bajó a tierra la red llena de peces; en total eran ciento cincuenta y tres peces grandes. Y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
"Vengan a comer algo".
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿"quién eres?", porque sabían muy bien que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan en sus manos y lo repartió; y lo mismo hizo con los peces.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de haber resucitado de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

Vie 8a. de Pascua

Antífona de Entrada

El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de esperanza, y a sus enemigos los sumergió en el mar. Aleluya.

 

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que en el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo ofreces a los hombres el pacto de la reconciliación y de la paz, concédenos realizar en nuestra vida este misterio que
proclamamos con la fe.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Fuera de Jesús no hay salvación

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 1-12

En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban a la gente, se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos. Estaban molestos porque enseñaban al pueblo y anunciaban que la resurrección de los muertos se había realizado ya en Jesús. Los arrestaron y los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde. Pero muchos de los que habían oído el discurso creyeron, y el número de los que creyeron llegó a cinco mil.
Al día siguiente se reunieron en Jerusalén los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas; Anás, sumo sacerdote, y Caifás, Juan, Alejandro y todos los quepertenecían a la familia sacerdotal.
Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y les preguntaron:
"¿Con qué poder o en nombre de quién ustedes han hecho esto?"
Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:
"Jefes del pueblo y ancianos de Israel: hoy ha quedado sano un hombre enfermo, y nos preguntan en nombre de quién se ha realizado esta curación; pues sepan ustedes y todo el pueblo de Israel que este hombre aparece sano ante ustedes en virtud del nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron, y a quien Dios ha resucitado de entre los muertos.
El es la piedra rechazada por ustedes, los constructores, que se ha convertido en piedra fundamental. Nadie más que él puede salvarnos, pues sólo por medio de él nos concede Dios a los hombres la salvación sobre la tierra".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 117, 1-2.4.22-24.25-27a

Este es el día en que actuó el Señor.

Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor. Diga el pueblo de Israel: es eterno su amor. Digan los que respetan al Señor: es eterno su amor.
Este es el día en que actuó el Señor.

La piedra que rechazaron los constructores se ha convertido en la piedra fundamental. Esto es obra del Señor y es realmente admirable. Este es el día en que actuó el Señor, festejemos y alegrémonos en él.
Este es el día en que actuó el Señor.

Señor, danos la salvación; Señor, danos la prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor. Desde la casa del Señor los bendecimos; el Señor es Dios, él nos ilumina.
Este es el día en que actuó el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.
Aleluya.

Evangelio

Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio a sus discípulos, y también el pescado

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos junto al lago de Tiberíades. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. En esto dijo Simón Pedro:
"Voy a pescar".
Los otros dijeron:
"Vamos contigo".
Salieron y juntos subieron a la barca; pero aquella noche no lograron pescar nada.
Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo:
"Muchachos, ¿han pescado algo?"
Ellos contestaron:
"No".
El les dijo:
"Echen la red al lado derecho de la barca y encontrarán peces".
Ellos la echaron, y la red se llenó de tal cantidad de peces que no podían moverla. Entonces el discípulo a quien Jesús tanto amaba le dijo a Pedro:
"¡Es el Señor!"
Al oír Simón Pedro que era el Señor, se puso la túnica, pues estaba sin ella, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron hasta la orilla en la barca, arrastrando la red llena de peces, pues no era mucha la distancia que los separaba de tierra; tan sólo unos cien metros.
Al saltar a tierra, vieron unas brasas, con peces colocados sobre ellas, y pan. Jesús les dijo:
"Traigan ahora algunos de los peces que acaban de pescar".
Simón Pedro subió a la barca y bajó a tierra la red llena de peces; en total eran ciento cincuenta y tres peces grandes. Y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
"Vengan a comer algo".
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿"quién eres?", porque sabían muy bien que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan en sus manos y lo repartió; y lo mismo hizo con los peces.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de haber resucitado de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

No se dice "Credo".

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, estos dones que te presentamos, para que nos los conviertas en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo resucitado, para que de las alegrías y trabajos de la tierra podamos elevarnos al deseo de ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio pascual

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este día en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso,
con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Dijo Jesús a sus discípulos: "Vengan y coman". Y tomó el pan y lo repartió entre ellos. Aleluya.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, que tu amor paterno proteja siempre a quienes has salvado por medio de la pasión de tu Hijo, y que Cristo resucitado sea la fuente de todas nuestras alegrías.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

Octava de Pascua. Viernes

CONSTANCIA EN EL APOSTOLADO

— La pesca milagrosa. Junto al Señor, los frutos son siempre abundantes. Distinguir al Señor en medio de los acontecimientos de la vida.

— El apostolado supone un trabajo paciente.

— Contar con el tiempo. Poner más medios humanos y sobrenaturales cuanta más resistencia ofrezca un alma.

I. Jesucristo... es la piedra angular: ningún otro puede salvar; bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos1.

Los Apóstoles han marchado de Jerusalén a Galilea, como les había indicado el Señor2. Están junto al lago: en el mismo lugar o en otro semejante donde un día los encontró Jesús y los invitó a seguirle. Ahora han vuelto a su antigua profesión, la que tenían cuando el Señor los llamó. Jesús los halla de nuevo en su tarea. Acaeció así: estaban juntos Simón Pedro y Tomás, llamado Dídimo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos3. Son siete en total. Es la hora del crepúsculo. Otras barcas han salido ya para la pesca. Entonces, les dijo Simón Pedro: Voy a pescar. Le contestaron: Vamos también nosotros contigo. Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.

Al alba, se presentó Jesús en la orilla. Jesús resucitado va en busca de los suyos para fortalecerlos en la fe y en su amistad, y para seguir explicándoles la gran misión que les espera. Los discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús, no acaban de reconocerle. Están a unos doscientos codos, a unos cien metros. A esa distancia, entre dos luces, no distinguen bien los rasgos de un hombre, pero pueden oírle cuando levanta la voz. ¿Tenéis algo que comer?, les pregunta el Señor. Le contestaron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y encontraréis. Y Pedro obedece: La echaron y ya no podían sacarla por la gran cantidad de peces. Juan confirma la certeza interior de Pedro. Inclinándose hacia él, le dijo: ¡Es el Señor! Pedro, que se ha estado conteniendo hasta este momento, salta como impulsado por un resorte. No espera a que las barcas lleguen a la orilla. Al oír Simón Pedro que era el Señor, se ciñó la túnica y se echó al mar. Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra, sino a doscientos codos, arrastrando la red con los peces.

El amor de Juan distinguió inmediatamente al Señor en la orilla: ¡Es el Señor! "El amor, el amor lo ve de lejos. El amor es el primero que capta esas delicadezas. Aquel Apóstol adolescente, con el firme cariño que siente hacia Jesús, porque quería a Cristo con toda la pureza y toda la ternura de un corazón que no ha estado corrompido nunca, exclamó: ¡es el Señor!"4.

Por la noche –por su cuenta–, en ausencia de Cristo habían trabajado inútilmente. Han perdido el tiempo. Por la mañana, con la luz, cuando Jesús está presente, cuando ilumina con su Palabra, cuando orienta la faena, las redes llegan repletas a la orilla.

En cada día nuestro ocurre lo mismo. En ausencia de Cristo, el día es noche; el trabajo, estéril: una noche más, una noche vacía, un día más en la vida. Nuestros esfuerzos no bastan, necesitamos a Dios para que den fruto. Junto a Cristo, cuando le tenemos presente, los días se enriquecen. El dolor, la enfermedad, se convierten en un tesoro que permanece más allá de la muerte; la convivencia con quienes nos rodean se torna junto a Jesús un mundo de posibilidades de hacer el bien: pormenores de atención, aliento, cordialidad, petición por los demás...

El drama de un cristiano comienza cuando no ve a Cristo en su vida; cuando por la tibieza, el pecado o la soberbia se nubla su horizonte; cuando se hacen las cosas como si no estuviera Jesús junto a nosotros, como si no hubiera resucitado.

Debemos pedirle mucho a la Virgen que sepamos distinguir al Señor en medio de los acontecimientos de la vida, que podamos decir muchas veces: ¡Es el Señor! Y esto, en el dolor y en la alegría, en cualquier circunstancia. Junto a Cristo, cerca siempre de Él, seremos apóstoles, en medio del mundo, en todos los ambientes y situaciones5.

II. Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez puesto encima y pan. Jesús les dijo: Traed algunos de los peces que habéis pescado ahora. Subió Simón Pedro y sacó a tierra la red llena de ciento cincuenta y tres peces grandes. Y aunque eran tantos no se rompió la red.

Los Santos Padres han comentado con frecuencia este episodio diciendo que la barca representa a la Iglesia, cuya unidad está simbolizada por la red que no se rompe; el mar es el mundo; Pedro, en la barca, simboliza la suprema autoridad de la Iglesia; el número de peces significa los llamados6. Nosotros, como los Apóstoles, somos los pescadores que han de llevar a las gentes a los pies de Cristo, porque las almas son de Dios7.

"¿Por qué contó el Señor tantos pescadores entre sus Apóstoles? (...). ¿Qué cualidad vio en ellos Nuestro Señor? Creo que había una cosa que apreció particularmente en quienes habían de ser sus Apóstoles: una paciencia inquebrantable (...). Han trabajado toda la noche y no han pescado nada; muchas horas de espera, en las que la luz gris de la aurora les traería su premio, y no lo ha habido (...).

"¡Cuánto ha esperado la Iglesia de Cristo a través de los siglos (...) extendiendo pacientemente su invitación y dejando que la gracia hiciera su obra! (...) ¿Qué importa si en un sitio o en otro ha trabajado duramente y recogido muy poco para su Maestro? Sobre su palabra, pese a todo, volverá a echar la red, hasta que su gracia, cuyos límites no guardan proporción con el esfuerzo humano, le traiga de nuevo una nueva pesca"8. No sabemos cómo ni cuándo, pero todo esfuerzo apostólico da su fruto, aunque en muchas ocasiones nosotros no lo veamos. El Señor nos pide a los cristianos la paciente espera de los pescadores. Ser constantes en el apostolado personal con los amigos y conocidos. No abandonarlos jamás, no dejar a nadie por imposible.

La paciencia es parte principal de la fortaleza y nos lleva a saber esperar cuando así lo requiera la situación, a poner más medios humanos y sobrenaturales, a recomenzar muchas veces, a contar con nuestros defectos y con los de las personas que queremos llevar a Dios. "La fe es un requisito imprescindible en el apostolado, que muchas veces se manifiesta en la constancia para hablar de Dios, aunque tarden en venir los frutos.

"Si perseveramos, si insistimos bien convencidos de que el Señor lo quiere, también a tu alrededor, por todas partes, se apreciarán señales de una revolución cristiana: unos se entregarán, otros se tomarán en serio su vida interior, y otros –los más flojos– quedarán al menos alertados"9.

III. Jesús llamó a los Apóstoles conociendo sus defectos. Los quiere como son. A Pedro le dirá, después de haber comido con ellos aquella mañana: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?... Apacienta mis corderos... Apacienta mis ovejas10. Cuenta con ellos para fundar su Iglesia; les da el poder de realizar en su nombre el Sacrificio del altar, el poder de perdonar los pecados, les hace depositarios de su doctrina y de sus enseñanzas... Confía en ellos y los forma con paciencia; cuenta con el tiempo para hacerlos idóneos para la misión que han de desempeñar.

El Señor también ha previsto los momentos y el modo de santificar a cada uno, respetando su personal correspondencia. A nosotros nos toca ser buenos canales por los que llega la gracia del Señor, facilitar la acción del Espíritu Santo en nuestros amigos, parientes, conocidos, colegas... Si el Señor no se cansa de dar su ayuda a todos, ¿cómo nos vamos a desalentar nosotros, que somos simples instrumentos? Si la mano del carpintero sigue firme sobre la madera, ¿cómo va a ser reacia la garlopa en realizar su trabajo?

No es corta la senda que conduce al Cielo. Y Dios no suele conceder gracias que consigan inmediatamente y de forma definitiva la santidad. Nuestros amigos, de ordinario, se acercarán poco a poco hasta el Señor. Encontraremos resistencias, consecuencia muchas veces del pecado original, que ha dejado sus secuelas en el alma, y también de los pecados personales. A nosotros nos corresponde facilitar la acción de Dios con nuestra oración, la mortificación, el quererles de verdad, el ejemplo, la palabra oportuna, la amistad sincera, la comprensión, el pasar por alto sus defectos... Si nuestros amigos tardan en responder a la gracia, nosotros debemos prodigar las muestras de amistad y de afecto, hacer más sólido el soporte humano sobre el que se apoya el apostolado. Afianzar el trato humano con esa persona, que parece no querer comprometerse en aquello que pueda acercarle a Cristo, es señal por nuestra parte de amistad verdadera y de rectitud de intención, de que nos mueve verdaderamente el deseo de que Dios tenga muchos amigos en la tierra, y el bien de nuestros amigos.

El Evangelio nos muestra cómo el Señor era Amigo de sus discípulos, dedicándoles todo el tiempo necesario: les pregunta si tienen algo que comer, para iniciar el diálogo, les prepara luego una pequeña comida a la orilla del lago, se marcha con Pedro mientras Juan les sigue, le dice que continúa confiando en él. No nos debe extrañar que unos amigos así tratados por el Amigo, den luego la vida hasta el martirio, por Él y por la salvación del mundo. Pidamos a Santa María que nos ayude a imitar a Jesús, de modo que en la amistad no seamos "un elemento pasivo tan solo. Tienes que convertirte en verdadero amigo de tus amigos: "ayudarles". Primero, con el ejemplo de tu conducta. Y luego, con tu consejo y con el ascendiente que da la intimidad"11.

1 Primera lectura. Hech 4, 12. — 2 Cfr. Mt 28, 7. — 3 Jn 21, 2 y ss. — 4 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 266. — 5 Cfr. F. Fernández-Carvajal, La tibieza, Palabra, 6ª ed., Madrid 1986, pp. 157 y ss. — 6 Cfr. San Agustín, Comentario sobre San Juan, in loc. — 7 Cfr. San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 267. — 8 R. A. Knox, Sermón predicado en la festividad de San Pedro y San Pablo, 29-VI-1947. — 9 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 207. — 10 Jn 21, 15-17. — 11 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 731.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Hugo, Obispo y gran orador (año 1132)

Hugo significa "el inteligente".

Hay 16 santos o beatos que llevan el nombre de Hugo. Los dos más famosos son San Hugo, Abad de Cluny (1109), y San Hugo, obispo de quien vamos a hablar hoy.

San Hugo nació en Francia en el año 1052. Su padre Odilón, que se había casado dos veces, al quedar viudo por segunda vez se hizo monje cartujo y murió en el convento a la edad de cien años, teniendo el consuelo de que su hijo que ya era obispo, le aplicara los últimos sacramentos y le ayudara a bien morir.

A los 28 años nuestro santo ya era instruido en ciencias eclesiásticas y tan agradable en su trato y de tan excelente conducta que su obispo lo llevó como secretario a una reunión de obispos que se celebraba en Avignon en el año 1080 para tratar de poner remedio a los desórdenes que había en la diócesis de Grenoble. Allá en esa reunión o Sínodo, los obispos opinaron que el más adaptado para poner orden en Grenoble era el joven Hugo y le propusieron que se hiciera ordenar de sacerdote porque era un laico. El se oponía porque era muy tímido y porque se creía indigno, pero el Delegado del Sumo Pontífice logró convencerlo y le confirió la ordenación sacerdotal. Luego se lo llevó a Roma para que el Papa Gregorio VII lo ordenara de obispo.

En Roma el Pontífice lo recibió muy amablemente. Hugo le consultó acerca de las dos cosas que más le preocupaban: su timidez y convicción de que no era digno de ser obispo, y las tentaciones terribles de malos pensamientos que lo asaltaban muchas veces. El Pontífice lo animó diciéndole que "cuando Dios da un cargo o una responsabilidad, se compromete a darle a la persona las gracias o ayudas que necesita para lograr cumplir bien con esa obligación", y que los pensamientos aunque lleguen por montones a la cabeza, con tal de que no se consientan ni se dejen estar con gusto en nuestro cerebro, no son pecado ni quitan la amistad con Dios.

Gregorio VII ordenó de obispo al joven Hugo que sólo tenía 28 años, y lo envió a dirigir la diócesis de Grenoble, en Francia. Allá estará de obispo por 50 años, aunque renunciará el cargo ante 5 Pontífices, pero ninguno le aceptará la renuncia.

Al llegar a Grenoble encontró que la situación de su diócesis era desastrosa y quedó aterrado ante los desórdenes que allí se cometían. Los cargos eclesiásticos se concedían a quien pagaba más dinero (Simonía se llama este pecado). Los sacerdotes no se preocupaban por cumplir buen su celibato. Los laicos se habían apoderado de los bienes de la Iglesia. En el obispado no había ni siquiera con qué pagar a los empleados. Al pueblo no se le instruía casi en religión y la ignorancia era total.

Por varios años se dedicó a combatir valientemente todos estos abusos. Y aunque se echó en contra la enemistad de muchos que deseaban seguir por el camino de la maldad, sin embargo la mayoría acepto sus recomendaciones y el cambio fue total y admirable. El dedicaba largas horas a la oración y a la meditación y recorría su diócesis de parroquia en parroquia corrigiendo abusos y enseñando cómo obrar el bien.

Todos veían con admiración los cambios tan importantes en la ciudad, en los pueblos y en los campos desde que Hugo era obispo. El único que parecía no darse cuenta de todos estos éxitos era él mismo. Por eso, creyéndose un inepto y un inútil para este cargo, se fue a un convento a rezar y a hacer penitencia. Pero el Sumo Pontífice Gregorio VII, que lo necesitaba muchísimo para que le ayudara a volver más fervorosa a la gente, lo llamó paternalmente y lo hizo retornar otra vez a su diócesis a seguir siendo obispo. Al volver del convento parecía como Moisés cuando volvió del Monte Sinaí que llegaba lleno de resplandores. Las gentes notaron que ahora llegaba más santo, más elocuente predicador y más fervoroso en todo.

Un día llegó San Bruno con 6 amigos a pedirle a San Hugo que les concediera un sitio donde fundar un convento de gran rigidez, para los que quisieran hacerse santos a base de oración, silencio, ayunos, estudio y meditación. El santo obispo les dio un sitio llamado Cartuja, y allí en esas tierras desiertas y apartadas fue fundada la Orden de los Cartujos, donde el silencio es perpetuo (hablan el domingo de Pascua) y donde el ayuno, la mortificación y la oración llevan a sus religiosos a una gran santidad.

Se dice que al construir la casa para los Cartujos no se encontraba agua por ninguna parte. Y que San Hugo con una gran fe, recordando que cuando Moisés golpeó la roca, de ella brotó agua en abundancia, se dedicó a cavar el suelo con mucha fe y oración y obtuvo que brotara una fuente de agua que abasteció a todo el gran convento.

En adelante San Bruno fue el director espiritual del obispo Hugo, hasta el final de su vida. Y se cumplió lo que dice el Libro de los Proverbios: "Triunfa quien pide consejo a los sabios y acepta sus correcciones". A veces se retiraba de su diócesis para dedicarse en el convento a orar, a meditar y a hacer penitencia en medio de aquel gran silencio, donde según sus propias palabras "Nadie habla si no es para cosas extremadamente graves, y lo demás se lo comunican por señas, con una seriedad y un respeto tan grandes, que mueven a admiración". Para San Hugo sus días en la Cartuja eran como un oasis en medio del desierto de este mundo corrompido y corruptor, pero cuando ya llevaba varios días allí, su director San Bruno le avisaba que Dios lo quería al frente de su diócesis, y tenía que volverse otra vez a su ciudad.

Los sacerdotes más fervorosos y el pueblo humilde aceptaban con muy buena voluntad las órdenes y consejos del Santo obispo. Pero los relajados, y sobre todo muchos altos empleados del gobierno que sentían que con este Monseñor no tenían toda la libertad para pecar, se le opusieron fuertemente y se esforzaron por hacerlo sufrir todo lo que pudieron. El callaba y soportaba todo con paciencia por amor a Dios. Y a los sufrimientos que le proporcionaban los enemigos de la santidad se le unían las enfermedades. Trastornos gástricos que le producían dolores y le impedían digerir los alimentos. Un dolor de cabeza continuo por más de 40 años (que no lo sabían sino su médico y su director espiritual y que nadie podía sospechar porque su semblante era siempre alegre y de buen humor). Y el martirio de los malos pensamientos que como moscas inoportunas lo rodearon toda su vida haciéndolo sufrir muchísimo, pero sin lograr que los consintiera o los admitiera con gusto en su cerebro.

Varias veces fue a Roma a visitar al Papa y a rogarle que le quitara aquel oficio de obispo porque no se creía digno. Pero ni Gregorio VII, ni Urbano II, ni Pascual II, ni Inocencio II, quisieron aceptarle su renuncia porque sabían que era un gran apóstol y que si se creía indigno, ello se debía más a su humildad, que a que en realidad no estuviera cumpliendo bien sus oficios de obispo. Cuando ya muy anciano le pidió al Papa Honorio II que lo librara de aquel cargo porque estaba muy viejo, débil y enfermo, el Sumo Pontífice le respondió: "Prefiero de obispo a Hugo, viejo, débil y enfermo, antes que a otro que esté lleno de juventud y de salud".

Era un gran orador, y como rezaba mucho antes de predicar, sus sermones conmovían profundamente a sus oyentes. Era muy frecuente que en medio de sus sermones, grandes pecadores empezaran a llorar a grito entero y a suplicar a grandes voces que el Señor Dios les perdonara sus pecados. Sus sermones obtenían numerosas conversiones.

Tenía gran horror a la calumnia y a la murmuración. Cuando escuchaba hablar contra otros exclamaba asustado: "Yo creo que eso no es así". Y no aceptaba quejas contra nadie si no estaban muy bien comprobadas.

Una vez, cuando por un larguísimo verano hubo una enorme carestía y gran escasez de alimentos, vendió el cáliz de oro que tenía y todos los objetos de especial valor que había en su casa y con ese dinero compró alimentos para los pobres. Y muchos ricos siguieron su ejemplo y vendieron sus joyas y así lograron conseguir comida para la gente que se moría de hambre.

Al final de su vida la artritis le producía dolores inmensos y continuos pero nadie se daba cuenta de que estaba sufriendo, porque sabía colocar una muralla de sonrisas para que nadie supiera los dolores que estaba padeciendo por amor a Dios y salvación de las almas.

Un día al verlo llorar por sus pecados le dijo un hombre: "- Padre, ¿por qué llora, si jamás ha cometido un pecado deliberado y plenamente aceptado?- ". Y él le respondió: "El Señor Dios encuentra manchas hasta en sus propios ángeles. Y yo quiero decirle con el salmista: "Señor, perdóname aun de aquellos pecados de los cuales yo no me he dado cuenta y no recuerdo".

Poco antes de su muerte perdió la memoria y lo único que recordaba eran los Salmos y el Padrenuestro. Y pasaba sus días repitiendo salmos y rezando padresnuestros…

Murió cuando estaba para cumplir los 80 años, el 1 de abril de 1132. El Papa Inocencio II lo declaró santo, dos años después de su muerte.

San Hugo: te encomendamos nuestros obispos. Pídele a Dios que tengamos muchos obispos santos que nos lleven a todos a la santidad.

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Beato José Girotti, presbítero y mártir

En el campo de concentración de Dachau, en Alemania, beato José Girotti, sacerdote profeso de la Orden de Predicadores y mártir.

José Girotti nació en Alba (Cuneo), cuna de tantas figuras venerables y fundadores, el 19 de julio de 1905, de una humilde y estimada familia. A los 13 años entró en el seminario dominico de Chieri (Turín), para realizar su vocación religiosa, y en 1930 fue ordenado sacerdote. Al año siguiente se licenció en Teología en Turín.

Hizo la especialidad en la célebre «Ecole Biblique» de Jerusalén, y luego se dedicó a la enseñanza de la Sagrada Escritura en el seminario teológico dominico de Santa María de las Rosas, de Turín, y al mismo tiempo en el Colegio de Misioneros de la Consolata.

En 1937 -continuando el Comentario a la Sagrada Biblia iniciado por el padre Marco Sales, OP, muerto en 1936- publicó el VI volumen del Antiguo Testamento, dedicado a los libros de Sabiduría. En 1942 publicó el VII volumen sobre el libro de Isaías. En los dos volúmenes volcó toda la profundidad de sus estudios, expuestos con apreciada claridad.

Estimado por su vasta cultura, amaba ejercitar el ministerio sacerdotal también entre los pobres, especialmente en el Hospicio de «Viejos Pobres», vecino a su convento.

Extendió su práctica de la caridad cristiana a los judíos, durante la persecución antisemita de la Segunda Guerra Mundial. En el campo religioso y político era un rebelde, fue incluso alcanzado por la suspensión del permiso de enseñanza, y supervisado por el régimen fascista.

Por sus obras a favor de los judíos, el 29 de agosto de 1944 fue capturado y deportado a Alemania al campo de concentración de Dachau, después de estar detenido en los centros «Le Nuove», de Turín, «S. Vittore», de Milán, y en Bolonia. En aquel campo, en la periferia de Munich, estuvo seis meses, sometido a los malostratos típicos de esos campos, soportados con humildad, paciencia y mansedumbre, vivificados por la oración y por el estudio de la Palabra de Dios.

Por esto fue admirado por otros religiosos, y por ministros de otras confesiones religiosas, prisioneros como él; las penurias y violencia padecidas le llevaron a la muerte a los casi 40 años, en el propio campo de Dachau, el día 1 de abril de 1945, día de Pascua, entre los lamentos y la veneración de todos los deportados, que lo consideraron inmediatamente santo.

En 1988 la curia de Turín comenzó el proceso indagatario sobre el martirio. Este proceso culminó con la beatificación el 26 de abril de 2014, en la Catedral de San Lorenzo, en Alba, Cuneo, en una ceremonia presidida por el Cardenal Severino Poletti.

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Fuente: ACI Prensa
Celso de Armagh, Santo Arzobispo, Abril 1  

Celso de Armagh, Santo

Arzobispo de Armagh

Martirologio Romano: En el lugar llamado Ardpatrick, en la región de Munster, en Irlanda, san Celso, obispo de Armagh, que trabajó en favor de la instauración de la Iglesia (1129).

Etimológicamente: Celso = Aquel que es excelso, es de origen latino.

 

Como sus ocho predecesores, Celso era laico, al asumir la sede en 1105, a los veintiséis años de edad.

Consagrado obispo, fue un excelente pastor. Fue muy asiduo en las visitas pastorales, administró sabiamente las posesiones de su diócesis y restauró la disciplina eclesiástica.

Con este último punto se relaciona su presencia en el gran sínodo de Rath Breasail, al que asistieron no menos de cincuenta obispos, bajo la presidencia del legado pontificio Gilberto de Limerick.

El pueblo no recibió de buen grado ni las reformas que llevó al cabo el sínodo, ni la nueva división de las diócesis.

Los anales de Four Masters cuentan que San Celso recontruyó la catedral de Armagh.

La época en que vivió fue muy agitada; tuvo que ejercer el oficio de mediador en las discordias de los príncipes irlandeses y sufrió las invasiones de los O´Rourke y los O´Brien.

En todas sus dificultades le asistió San Malaquías, quien fue primero archidiácono suyo y después obispo de Connor. Poco antes de su muerte, ocurrida en Ardpatrick de Munster, en 1129, el santo acabó con la costumbre de la sucesión hereditaria, nombrando por sucesor a Malaquías.
Según su deseo, fue enterrado en Lismore.

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Fuente: EWTN
María Egipciaca, Santa Eremita Penitente, Abril 1  

María Egipciaca, Santa

Eremita Penitente

Martirologio Romano: En Palestina, santa María Egipcíaca, célebre pecadora de Alejandría, que por la intercesión de la Bienaventurada Virgen se convirtió a Dios en la Ciudad Santa, y llevó una vida penitente y solitaria a la otra orilla del Jordán (s. V).

Etimológicamente: María = eminencia, excelsa. Es de origen hebreo. Es de origen hebreo.

 

Una hermosa tradición muy antigua cuenta que en el siglo V un santo sacerdote llamado Zózimo después de haber pasado muchos años de monje en un convento de Palestina dispuso irse a terminar sus días en el desierto de Judá, junto al río Jordán. Y que un día vio por allí una figura humana, que más parecía un esqueleto que una persona robusta. Se le acercó y le preguntó si era un monje y recibió esta respuesta: "Yo soy una mujer que he venido al desierto a hacer penitencia de mis pecados".

Segun la tradición quella mujer le narró la siguiente historia: Su nombre era María. Era de Egipto. Desde los 12 años llevada por sus pasiones sensuales y su exagerado amor a la libertad se fugó de la casa. Cometió toda clase de impurezas y hasta se dedicó a corromper a otras personas.

Después se unió a un grupo de peregrinos que de Egipto iban al Santo Sepulcro de Jerusalén. Pero ella no iba a rezar sino a divertirse y a pasear.

Y sucedió que al llegar al Santo Sepulcro, mientras los demás entraban fervorosos a rezar, ella sintió allí en la puerta del templo que una mano la detenía con gran fuerza y la echaba a un lado. Y esto le sucedió por tres veces, cada vez que ella trataba de entrar al santo templo.

Y una voz le dijo: "Tú no eres digna de entrar en este sitio sagrado, porque vives esclavizada al pecado". Ella se puso a llorar, pero de pronto levantó los ojos y vio allí cerca de la entrada una imagen de la Sma. Virgen que parecía mirarla con gran cariño y compasión.

Entonces la pecadora se arrodilló llorando y le dijo: "Madre, si me es permitido entrar al templo santo, yo te prometo que dejaré esta vida de pecado y me dedicaré a una vida de oración y penitencia. Y le pareció que la Virgen Santísima le aceptaba su propuesta.

Trató de entrar de nuevo al templo y esta vez sí le fue permitido. Allí lloró largamente y pidió por muchas horas el perdón de sus pecados. Estando en oración le pareció que una voz le decía: "En el desierto más allá del Jordán encontrarás tu paz".

María egipciaca se fue al desierto y allí estuvo por 40 años rezando, meditando y haciendo penitencia.
Se

María Egipciaca, Santa

alimentaba de dátiles, de raíces, de langostas y a veces bajaba a tomar agua al río. En el verano el terrible calor la hacía sufrir muchísimo y la sed la atormentaba. En invierno el frío era su martirio.

Durante 17 años vivió atormentada por la tentación de volver otra vez a Egipto a dedicarse a su vida anterior de sensualidad, pero un amor grande a la Sma. Virgen le obtenía fortaleza para resistir a las tentaciones. Y Dios le revelaba muchas verdades sobrenaturales cuando ella estaba dedicada a la oración y a la meditación.

La penitente le hizo prometer al santo anciano que no contaría nada de esta historia mientras ella no hubiera muerto. Y le pidió que le trajera la Sagrada Comunión. Era Jueves Santo y San Zózimo le llevó la Sagrada Eucaristía.

Quedaron de encontrarse el Día de Pascua, pero cuando el santo volvió la encontró muerta, sobre la arena, con esta inscripción en un pergamino: "Padre Zózimo, he pasado a la eternidad el Viernes Santo día de la muerte del Señor, contenta de haber recibido su santo cuerpo en la Eucaristía. Ruegue por esta pobre pecadora, y devuélvale a la tierra este cuerpo que es polvo y en polvo tiene que convertirse".

El monje no tenía herramientas para hacer la sepultura, pero entonces llegó un león y con sus garras abrió una sepultura en la arena y se fue. Zózimo al volver de allí narró a otros monjes la emocionante historia, y pronto junto a aquella tumba empezaron a obrarse milagros y prodigios y la fama de la santa penitente se extendió por muchos países.

San Alfonso de Ligorio y muchos otros predicadores narraron muchas veces y dejaron escrita en sus libros la historia de María Egipciaca, como un ejemplo de lo que obra en un alma pecadora, la intercesión de la Sma. Madre del Salvador, la cual se digne también interceder por nosotros pecadores para que abandonemos nuestra vida de maldad y empecemos ya desde ahora una vida de penitencia y santidad.

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José Anacleto González Flores y 8 compañeros, Beato

San Anacleto, mártir laico

Etimológicamente: Anacleto = Aquel que es requerido o llamado, es de origen griego.

 

José Anacleto González Flores nació en Tepatitlán, Jalisco, el 13 de julio de 1888, en un ambiente de extrema pobreza.

En 1908 ingresó al seminario auxiliar de San Juan de los Lagos; pronto alcanzó grandes adelantos en las ciencias y hasta pudo suplir con creces las ausencias del catedrático, ganándose el apodo de toda su vida: "Maistro Cleto". Cuando comprendió que su vocación no era el sacerdocio ministerial ingresó en la Escuela libre de leyes. Notable pedagogo, orador, catequista y líder social cristiano, se convirtió en paladín laico de los católicos de Guadalajara.

Poseedor de vasta cultura, escribió algunos libros llenos de espíritu cristiano, así como centenares de artículos periodísticos. En octubre de 1922 contrajo matrimonio con María Concepción Guerrero, quien no asimiló el amor al apostolado de su marido; con todo fue esposo modelo y padre responsable de sus dos hijos.

Muy fiel a su prelado, el siervo de Dios Francisco Orozco y Jiménez, propuso a los católicos la resistencia pacífica y civilizada a los ataques del Estado contra la Iglesia; constituyó por ese tiempo la obra cumbre de su vida, la Unión Popular, que llegó a contar con decenas de miles de afiliados.

Al finalizar el año 1926, después de haber agotado todos los recursos legales y cívicos habidos, y ante la inminente organización de la resistencia activa de los católicos, apoyó con su prestigio, su verbo y su

José Anacleto González Flores y 8 compañeros, Beato

vida, los proyectos de la Liga nacional defensora de la libertad religiosa.

Alimentado con la oración y la comunión diaria, fortaleció su espíritu para dar su voto con sangre por la libertad de la Iglesia católica. La madrugada del 1 de abril de 1927 fue aprehendido en el domicilio particular de la familia Vargas González; se le trasladó al cuartel Colorado, donde se le aplicaron tormentos muy crueles; le exigían, entre otras cosas, revelar el paradero del arzobispo de Guadalajara: "No lo sé, y si lo supiera, no se lo diría", respondió. Los verdugos, bajo las órdenes del general de división Jesús María Ferreira, jefe de operaciones militares de Jalisco, descoyuntaron sus extremidades, le levantaron las plantas de los pies y, a golpes, le desencajaron un brazo.

Antes de morir, dijo a Ferreira: "Perdono a usted de corazón, muy pronto nos veremos ante el tribunal divino, el mismo juez que me va a juzgar, será su juez, entonces tendrá usted, en mi, un intercesor con Dios". El militar ordenó que lo traspasaran con el filo de una bayoneta calada. Su muerte hundió en luto a los tapatíos.

El grupo de los 9 mártires beatificados por Benedicto XVI el 20 de Noviembre de 2005, es completado por:
Anacleto Gonzalez Flores, Laico, 1 abril
José Dionisio Luis Padilla Gómez, Laico, 1 abril
Jorge Ramon Vargas González, Laico, 1 abril
Ramón Vicente Vargas González, Laico, 1 abril

José Luciano Ezequiel Huerta Gutiérrez, Laico, 3 abril
José Salvador Huerta Gutiérrez, Laico, 3 abril
Miguel Gómez Loza, Laico, 21 marzo
Luis Magaña Servin, Laico, 9 febrero
José Sanchez Del Rio, Laico, 10 febrero


Ese mismo día también fueron beatificados los mártires:

Andrés Sola Molist, Sacerdote, 25 abril
José Trinitad Rangel Montano, Sacerdote, 25 abril
Leonardo Pérez Larios, Laico, 25 abril
Dario Acosta Zurita, Sacerdote, 25 julio

(las fechas indicadas corresponden a la de sus mártirios).

Reproducido con autorización de
Vatican.va

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Fuente: Vatican.va
Ludovico Pavoni, Beato Sacerdote y Fundador, Abril 1  

Ludovico Pavoni, Beato

Presbítero y Fundador de la
Congregación de los Hijos de María Inmaculada

Martirologio Romano: En Brescia, de Lombardía, en Italia, beato Ludovico Pavoni, presbítero, que se entregó con ánimo decidido a la formación de los jóvenes pobres, interesándose sobre todo en su educación religiosa y artesana, fundando para ello la Congregación de los Hijos de María Inmaculada (1848).

Etimológicamente: Ludovico = nombre de origen germánico equivalente a Luis, su significado es: Aquel guerrero que es popular.

 

Ludovico Pavoni nace en Brescia el 11 de septiembre de 1784, el primero de cinco hermanos, del matrimonio Alejandro y Lelia Poncarali.

Vivió en una época caracterizada por profundos cambios políticos y sociales: la Revolución Francesa (1789), la Jacobina (1797), el dominio napoleónico con sus diferentes denominaciones y por fin, desde 1814, el Austriaco. Pero la "política" de Ludovico Pavoni, ordenado sacerdote en 1807, fue siempre y únicamente la política del amor. Renunciando a alcanzar altos cargos eclesiásticos, a los que parecía estar llamado cuando el Obispo Monseñor Gabrio

María Nava le quiere como su secretario (1812), supo dedicarse con creatividad generosa a quien tenía más necesidad: los jóvenes y entre éstos los más pobres. Para ellos abrió un centro formativo, su "Oratorio" (1812). Al mismo tiempo, se entregaba, como destacará el Obispo, "en apoyo de los párrocos para instruir, catequizar por medio de homilías, de catequesis, de ejercicios espirituales sobre todo a la juventud y especialmente a la más pobre que tenía mayor necesidad, con muy buenos resultados". El 16 de marzo de 1818 es nombrado Canónigo de la Catedral y se le confia la rectoría de la Basílica de S. Bernabé.

Notando, entonces, que muchos de los chicos de su Oratorio, sobre todo los pobres, decaían en su empeño y se desviaban del buen camino, cuando tenían que insertarse en el mundo del trabajo, que por desgracia no garantizaba un sano ambiente moral y cristiano, Ludovico Pavoni decide fundar "un Instituto o Escuela de Artes de carácter benéfico y privado, donde al menos los huérfanos, o abandonados por sus propios padres fuesen acogidos, mantenidos gratuitamente, educados cristianamente, y capacitados para desempeñar alguna arte, a fin de formarles queridos para la religión, y útiles para la sociedad y el Estado". Nace así, en 1821, el Instituto de S. Bernabé.

Entre las artes, la más importante fue la Tipografia, querida por Pavoni como "Escuela Tipográfica", que se puede considerar la primera Escuela gráfica de Italia y que pronto llega a ser una verdadera Casa Editorial. Con el paso del tiempo se multiplican los oficios enseñados en S. Bernabé: en 1831, Pavoni detalla ocho oficios existentes: Tipografia, encuadernación de libros, papelería, plateros, cerrajeros, carpinteros, torneros, zapateros.

El Instituto de S. Bernabé unía por primera vez el aspecto educativo, el asistencial y el profesional, pero la fisonomía más profunda "la idea característica" del nuevo Instituto era que "los muchachos pobres, abandonados por sus padres y sus parientes más cercanos, encontrasen todo lo que habían perdido: ... no solamente... pan, vestido y educación en las letras y las artes, sino también el padre y la madre, la familia, de los cuales la mala suerte les ha privado, y con el padre, la madre, la familia todo lo que un pobre podía recibir y gozar".

Durante el cólera de 1836, "con una simple invitación Municipal, y sin la esperanza de recibir ninguna contribución económica, son acogidos gratuitamente en el Pío instituto, alimentados y educados con verdadero amor paterno. ... muchos, y muchos muchachos aun incapaces". Así se lee en las actas de la reunión extraordinaria del Municipio de Brescia del 21 de agosto de 1841.

Pavoni pensó también en los labradores y proyectó una Escuela Agrícola. En 1841, acoge en el Instituto a los Sordomudos.

El 3 de junio de 1844 era condecorado por el Emperador de Austria con el título de Caballero de la Corona de hierro.

Para sostener y continuar el Instituto, Ludovico Pavoni ya desde hacía tiempo andaba madurando la idea de formar con sus jóvenes más fervorosos "una Congregación, que unida con los estrechos vínculos de la caridad, y basada en las virtudes evangélicas, se consagrase a acoger y a educar a los muchachos abandonados, y dilatase gratuitamente sus cuidados también a favor de las Casas de Industria, que quizá por falta de Maestros sabios y hábiles en las artes, sienten prejuicios, y agravios": así ya en 1825 escribía al Emperador Francisco I, de visita en Brescia.

Obtenido el elogio del fin de la Congregación, con decreto del 31 de marzo de 1843 de parte del papa Gregorio XVI, llega por fin la aprobación imperial el 9 de diciembre de 1846.

Monseñor Luchi, Vicario General Capitular, haciendo uso de la facultad otorgada por la Santa Sede, erige canónicamente la Congregación de los Hijos de Maria, el 11 de agosto de 1847. Después de haber dado formalmente el 29 de noviembre las dimisiones del Capítulo de la Catedral, el 8 de diciembre de 1847, solemnidad de la Inmaculada, Pavoni emite su profesión perpetua.

Acerca de la fisonomía de la nueva familia religiosa, los contemporáneos reconocen unánimemente la novedad y la originalidad, pues se compone de Religiosos sacerdotes para la dirección espiritual, disciplinar y administrativa de la obra y de religiosos Laicos para llevar adelante los talleres y la educación de los jóvenes. Aparece así la nueva figura del religioso trabajador y educador: el hermano coadjutor pavoniano, insertado directamente en la misión específica de la Congregación, con igualdad de derechos y de deberes con los Sacerdotes.

El día después de estallar la insurrección contra los Austríacos, llamada de "los Diez Días", el sábado 24 de marzo de 1849, Ludovico Pavoni acompañaba a sus muchachos a la colina de Salano, a doce kilómetros de Brescia, para ponerlos a salvo del saqueo y de los incendios causados por la revuelta, que justo en la plaza de S. Bernabé había montado una barricada. No muy bien de salud, el 26 de marzo se agrava y al amanecer del uno de abril de 1849, domingo de Ramos, muere.

La beatificación de Ludovico Pavoni confirma el decreto que el 5 de junio de 1947 Pío XII emanó sobre las virtudes heroicas, en el cual es llamado "otro Felipe Neri... precursor de san Juan Bosco... perfecto emulador de S. José Cottolengo".

Beatificado por S.S. Juan Pablo II el 14 de Abril de 2002.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando santoral de este día, Abril 1  

Otros Santos y Beatos

Santos Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, Anastasio, Mauro, Pauliniano, Telio, Asterio, Septimio, Antioquiano y Gayano, mártires
En Roma, conmemoración de los santos mártires Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, a saber, Anastasio, Mauro, Pauliniano, Telio, Asterio, Septimio, Antioquiano y Gayano, que la Iglesia se complace en honrar juntamente (s. III/IV).

Santas Agape y Quionia, vírgenes y mártires
En Tesalónica, de Macedonia, santas Agape y Quionia, vírgenes y mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano, por no querer comer carne sacrificada a los ídolos fueron entregadas al prefecto Dulcecio, que las condenó a ser quemadas vivas (304).

San Valerico o Valerio, presbítero y eremita
En Lauconay, cerca de Amiens, en la Galia, san Valerico o Valerio, presbítero, que atrajo a muchos compañeros hacia la vida eremítica (s. VII).

Beato Hugo, abad
En el monasterio cisterciense de Bonnevaux, en el Delfinado, en Francia, beato Hugo, abad, cuya caridad y prudencia lograron la armonía entre el papa Alejandro III y el emperador Federico I (1194).

San Gilberto, obispo
En Caihness, en Escocia, san Gilberto, obispo, que erigió la iglesia catedral en Dornoch y dispuso hospederías para los pobres, y al morir encomendó lo que él mismo había observado en su vida, a saber: no hacer daño a ningún ser, llevar con paciencia los contradicciones permitidas por Dios y a nadie dar ocasión de tropiezo (c. 1245).

Beato Juan Bretton, mártir
En York, en Inglaterra, beato Juan Bretton, mártir, que, siendo padre de familia, mostró una gran constancia en la fe de la Iglesia Romana durante el reinado de Isabel I y, amenazado varias veces, se mantuvo firme, por lo que al fin, falsamente acusado de sedición, fue estrangulado (1598).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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