lunes, 4 de abril de 2016

Fiesta de la Anunciación. Precepto (es pecado grave faltar sin causa grave). Lunes por las almas del Purgatorio. 04/04/2016. San Cayetano Catanoso ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven desposada con un hombre llamado José, de la descendencia de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró donde estaba María y le dijo:
"Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué significaba tal saludo. El ángel le dijo:
"No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. El será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la descendencia de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al ángel:
"¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones con ningún hombre?"
El ángel le contestó:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer de ti será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril; porque para Dios nada hay imposible".
María dijo:
"Aquí está la esclava del Señor, que me suceda como tú dices".
Y el ángel la dejó.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

Fiesta de precepto: faltar a Misa sin causa grave, es objetivamente, pecado grave. Si no nos arrepentimos antes de morir, podríamos ser condenados al infierno eterno.

Anunciación del Señor

25 de mar; si cae domingo se anticipa al sábado, si cae en Semana Santa, se celebra luego de la octava de Pascua.

Antífona de Entrada

Cuando Jesús entró en el mundo dijo: Padre mío, he venido para cumplir tu voluntad.

 

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Yo quiero misericordia y no sacrificios

Lectura del libro del profeta Isaías 7, 10-14

En aquellos días dijo el Señor a Ajaz:
"Pide al Señor tu Dios una señal, en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo".
Respondió Ajaz:
"No la pido, pues no quiero poner a prueba al Señor".
Isaías dijo:
"Escucha, heredero de David, ¿les parece poco cansar a los hombres, que quieren también cansar a mi Dios? Pues el Señor mismo les dará una señal. Miren, la joven está encinta y dará a luz un hijo, a quien le pondrá el nombre de Enmanuel".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 39, 7-8a.8b-9.10.11

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero hiciste que te escuchara; no pides holocaustos ni víctimas. Entonces yo digo: "Aquí estoy".
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Para hacer lo que está escrito en el libro acerca de mí. Amo tu voluntad, Dios mío, llevo tu ley en mi interior.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

He proclamado tu fidelidad en la gran asamblea; tú sabes, Señor, que no me he callado.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

No he ocultado tu fidelidad en el fondo de mi corazón, proclamé tu lealtad y tu salvación, no oculté tu amor y tu lealtad en la gran asamblea.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Segunda Lectura

"Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad"

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 4-10

Hermanos: Es imposible que la sangre de los toros y de los chivos quite los pecados. Por eso, al entrar en este mundo, dice Cristo:
No has querido sacrificio ni ofrenda, pero me has formado un cuerpo; no has aceptado holocausto ni sacrificio por el pecado. Entonces yo dije: Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad. Así está escrito de mí en un capítulo del libro.
En primer lugar dice: No has querido ni has aceptado los sacrificios, ofrendas, holocaustos ni víctimas por el pecado, que se ofrecen según la ley. Después añade: Aquí vengo para hacer tu voluntad. De este modo anula la primera disposición y establece la segunda. Por haber cumplido la voluntad de Dios, y gracias a la ofrenda que Jesucristo ha hecho de su cuerpo una vez para siempre, nosotros hemos quedado consagrados a Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

El publicano regresó a su casa justificado, el fariseo no

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven desposada con un hombre llamado José, de la descendencia de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró donde estaba María y le dijo:
"Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué significaba tal saludo. El ángel le dijo:
"No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. El será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la descendencia de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al ángel:
"¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones con ningún hombre?"
El ángel le contestó:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer de ti será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril; porque para Dios nada hay imposible".
María dijo:
"Aquí está la esclava del Señor, que me suceda como tú dices".
Y el ángel la dejó.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Celebrante:
Al celebrar hoy el inicio de la salvación del linaje humano, oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre todopoderoso:
Respondemos: Escúchanos, Señor).

Para que el Hijo de Dios, que se hizo hombre en el seno de una virgen humilde y obediente, conceda a los fieles imitar a aquélla que complació con su humildad al Señor y a nosotros nos ayudó con su obediencia, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Para que el Verbo de Dios, que al hacerse hombre en el seno de María cumplió las antiguas profecías, realice también, con su encarnación, los anhelos y esperanzas de los pueblos que aún ignoran la presencia de Dios en el mundo, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Para que el que enaltece a los humildes y colma de bienes a los hambrientos dé fuerza a los decaídos, consuele a los tristes y conceda su ayuda a los que sufren, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Para que el que miró la humillación de María, su sierva, ponga también sus ojos en nuestra debilidad y haga obras grandes en nosotros, roguemos al Señor. Para la Salvación, oremos hermanos.
Escúchanos, Señor.

Celebrante:
Dios nuestro, que escogiste a santa María Virgen como Madre del Salvador, escucha las oraciones de tu Iglesia; y haz que, siguiendo el ejemplo de santa María y poniendo en ti toda nuestra esperanza, obtengamos en abundancia los bienes que te hemos pedido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, con bondad, los dones de tu Iglesia, que reconoce haber tenido su origen en la encarnación de tu Hijo, y concédele celebrar llena de gozo este memorial de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio de la Encarnación

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque la Virgen creyó el anuncio del ángel: que Cristo, por obra del Espíritu Santo, iba a hacerse hombre por salvar a los hombres. Así Dios cumplió sus promesas al pueblo de Israel y colmó de manera insospechada la esperanza de otros pueblos.
Por eso,
los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:

Antífona de la Comunión

Miren: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Dios con nosotros.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Confirma, Señor, en nosotros la verdadera fe mediante los sacramentos que hemos recibido; para que cuantos confesamos al Hijo de la Virgen, como Dios y como hombre verdadero, podamos llegar a las alegrías del Reino por el poder de su santa resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

25 de marzo

ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR*

Solemnidad

— Verdadero Dios y perfecto hombre.

— La culminación del amor divino.

— Consecuencias de la Encarnación en nuestra vida.

I. Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo nacido de mujer1.

Como culmen del amor por nosotros, envió Dios a su Unigénito, que se hizo hombre, para salvarnos y darnos la incomparable dignidad de hijos. Con su venida podemos afirmar que llegó la plenitud de los tiempos. San Pablo dice literalmente que fue hecho de mujer2. Jesús no apareció en la tierra como una visión fulgurante, sino que se hizo realmente hombre, como nosotros, tomando la naturaleza humana en las entrañas purísimas de la Virgen María. La fiesta de hoy es propiamente de Jesús y de su Madre. Por eso, "ante todas las cosas –señala fray Luis de Granada– es razón poner los ojos en la pureza y santidad de esta Señora que Dios ab aeterno escogió para tomar carne de ella.

"Porque así como, cuando determinó criar al primer hombre, le aparejó primero la casa en que le había de aposentar, que fue el Paraíso terrenal, así cuando quiso enviar al mundo el segundo, que fue Cristo, primero le aparejó lugar para lo hospedar: que fue el cuerpo y alma de la Sacratísima Virgen"3. Dios preparó la morada de su Hijo, Santa María, con la mayor dignidad creada, con todos los dones posibles y llena de gracia.

En esta Solemnidad aparece Jesús más unido que nunca a María. Cuando Nuestra Señora dio su consentimiento, "el Verbo divino asumió la naturaleza humana: el alma racional y el cuerpo formado en el seno purísimo de María. La naturaleza divina y la humana se unían en una única Persona: Jesucristo, verdadero Dios y, desde entonces, verdadero Hombre; Unigénito eterno del Padre y, a partir de aquel momento, como Hombre, hijo verdadero de María: por eso Nuestra Señora es Madre del Verbo encarnado, de la segunda Persona de la Santísima Trinidad que ha unido a sí para siempre -sin confusión la naturaleza humana. Podemos decir bien alto a la Virgen Santa, como la mejor alabanza, esas palabras que expresan su más alta dignidad: Madre de Dios"4. ¡Tantas veces le hemos repetido: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros...! ¡Tantas veces las hemos meditado al considerar el primer misterio gozoso del Santo Rosario!

II. Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros...5.

A lo largo de los siglos, santos y teólogos, para comprender mejor, buscaron las razones que podrían haber movido a Dios a un hecho tan extraordinario. De ninguna manera era preciso que el Hijo de Dios se hiciera hombre, ni siquiera para redimirlo, pues Dios –como afirma Santo Tomás de Aquino– "pudo restaurar la naturaleza humana de múltiples maneras"6. La Encarnación es la manifestación suprema del amor divino por el hombre, y solo la inmensidad de este amor puede explicarla: Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito...7, al objeto único de su Amor. Con este abajamiento, Dios ha hecho más fácil el diálogo del hombre con Él. Es más, toda la historia de la salvación es la búsqueda de este encuentro; la fe católica es una revelación de la bondad, de la misericordia, del amor de Dios por nosotros.

Desde el principio, Dios fue enseñando a los hombres su gratuito acercamiento. La Encarnación es la plenitud de esta cercanía. El Emmanuel, el Dios con nosotros, tiene su máxima expresión en el acontecimiento que hoy nos llena de alegría. El Hijo Unigénito de Dios se hace hombre, como nosotros, y así permanece para siempre, encarnado en una naturaleza humana: de ningún modo la asunción de un cuerpo en las purísimas entrañas de María fue algo precario y provisional. El Verbo encarnado, Jesucristo, permanece para siempre Dios perfecto y hombre verdadero. Este es el gran misterio que nos sobrecoge: Dios, en su amor, ha querido tomar en serio al hombre y, aun siendo obra de puro amor, ha querido una respuesta en la que la criatura se comprometa ante Cristo, que es de su misma raza. "Al recordar que el Verbo se hizo carne, es decir, que el Hijo de Dios se hizo hombre, debemos tomar conciencia de lo grande que se hace todo hombre a través de este misterio; es decir, ¡a través de la Encarnación del Hijo de Dios! Cristo, efectivamente, fue concebido en el seno de María y se hizo hombre para revelar el eterno amor del Creador y Padre, así como para manifestar la dignidad de cada uno de nosotros"8.

La Iglesia, al exponer durante siglos la verdadera realidad de la Encarnación, tenía conciencia de que estaba defendiendo no solo la Persona de Cristo, sino a ella misma, al hombre y al mundo. "Él, que es imagen de Dios invisible (Col 1, 15), es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En Él la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo con todo el hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros excepto en el pecado"9. ¡Qué valor debe tener la criatura humana ante Dios, "si ha merecido tener tan grande Redentor"!10. Demos hoy gracias a lo largo del día por tan inmenso bien a través de Santa María, pues Ella "ha sido el instrumento de la unión de Jesús con toda la humanidad"11.

III. La Encarnación debe tener muchas consecuencias en la vida del cristiano. Es, en realidad, el hecho que decide su presente y su futuro. Sin Cristo, la vida carece de sentido. Solo Él "revela plenamente al hombre el mismo hombre"12. Solo en Cristo conocemos nuestro ser más profundo y aquello que más nos afecta: el sentido del dolor y del trabajo bien acabado, la alegría y la paz verdaderas, que están por encima de los estados de ánimo y de los diversos acontecimientos de la vida, la serenidad, incluso el gozo ante el pensamiento del más allá, pues Jesús, a quien ahora procuramos servir, nos espera... Es Cristo quien "ha devuelto definitivamente al hombre la dignidad y el sentido de su existencia en el mundo, sentido que había perdido en gran medida a causa del pecado"13.

La asunción de todo lo humano noble por el Hijo de Dios (el trabajo, la amistad, la familia, el dolor, la alegría...) nos indica que todas estas realidades han de ser amadas y elevadas. Lo humano se convierte en camino para la unión con Dios. La lucha interior tiene entonces un carácter marcadamente positivo, pues no se trata de aniquilar al hombre para que resplandezca lo divino, ni de huir de las realidades corrientes para llevar una vida santa. No es lo humano lo que choca con lo divino, sino el pecado y las huellas que dejaron en el alma el pecado original y el personal. El empeño por asemejarnos a Cristo lleva consigo la lucha contra todo aquello que nos hace menos humanos o infrahumanos: los egoísmos, las envidias, la sensualidad, la pequeñez de espíritu... El verdadero empeño del cristiano por la santidad lleva consigo el desarrollo de la propia personalidad en todos los sentidos: prestigio profesional, virtudes humanas, virtudes de convivencia, amor a todo lo verdaderamente humano...

De la misma forma que en Cristo lo humano no deja de serlo por su unión con lo divino, por la Encarnación lo terrestre no dejó de serlo, pero desde entonces todo puede ser orientado por el hombre hacia Él. Et ego, si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum14. Y Yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré todo hacia Mí. "Cristo con su Encarnación, con su vida de trabajo en Nazareth, con su predicación y milagros por las tierras de Judea y de Galilea, con su muerte en la Cruz, con su Resurrección, es el centro de la creación, Primogénito y Señor de toda criatura.

"(...) Quiere el Señor a los suyos en todas las encrucijadas de la tierra. A algunos los llama al desierto, a desentenderse de los avatares de la sociedad de los hombres, para hacer que esos mismos hombres recuerden a los demás, con su testimonio, que existe Dios. A otros, les encomienda el ministerio sacerdotal. A la gran mayoría, los quiere en medio del mundo, en las ocupaciones terrenas. Por lo tanto, deben estos cristianos llevar a Cristo a todos los ámbitos donde se desarrollan las tareas humanas: a la fábrica, al laboratorio, al trabajo de la tierra, al taller del artesano, a las calles de las grandes ciudades y a los senderos de montaña"15. Ese es nuestro cometido.

Terminamos nuestra oración acudiendo a la Madre de Jesús, nuestra Madre. "¡Oh María!, hoy tu tierra nos ha germinado al Salvador... ¡Oh María! Bendita seas entre todas las mujeres por todos los siglos... Hoy la Deidad se ha unido y amasado con nuestra humanidad tan fuertemente que jamás se pudo separar ya esta unión ni por la muerte ni por nuestra ingratitud"16. ¡Bendita seas!

1 Liturgia de las Horas, Antífona 1 del Oficio de lectura. Cfr. Gal 4, 4-5. — 2 Cfr. Sagrada Biblia, Vol. VI, Epístolas de San Pablo a los Romanos y a los Gálatas, EUNSA, Pamplona 1984, nota a Gal 4, 4. — 3 Fray Luis de Granada, Vida de Jesucristo, 1. — 4 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 274. — 5 Jn 1, 14. — 6 Santo Tomás, Suma Teológica, 3, q. 1, a. 2. — 7 Jn 3, 16. — 8 Juan Pablo II, Ángelus en el Santuario de Jasna Gora, 5-VI-1979. — 9 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 22. — 10 Misal Romano, Himno Exsultet de la Vigilia pascual. — 11 Juan Pablo II, Audiencia general 28-I-1987. — 12 ídem, Enc. Redemptor hominis, 4-III-1979, 11. — 13 Ibídem. — 14 Jn 12, 32. — 15 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 105. — 16 Santa Catalina de Siena, Elevaciones, 15.

* La Iglesia celebra hoy el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios y, al mismo tiempo, la vocación de Nuestra Señora, que conoce a través del Ángel la voluntad de Dios sobre Ella. Con su correspondencia -su fiat comienza la Redención.

Esta Solemnidad, tanto en los calendarios más antiguos como en el actual, es una fiesta del Señor. Sin embargo, los textos hacen referencia especialmente a la Virgen, y durante muchos siglos fue considerada como una fiesta mariana. La Tradición de la Iglesia reconoce un estrecho paralelismo entre Eva, madre de todos los vivientes, por quien con su desobediencia entró el pecado en el mundo, y María -nueva Eva-, Madre de la humanidad redimida, por la que vino la Vida del mundo: Jesucristo nuestro Señor.

La fijación en el día de hoy, 25 de marzo, está relacionada con la Navidad; además, según una antigua tradición, en el equinoccio de primavera debían coincidir la creación del mundo, el inicio y el fin de la Redención: la Encarnación y la Muerte y Resurrección de Cristo.

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25 de marzo

LA VOCACIÓN DE SANTA MARÍA

— El ejemplo de Nuestra Señora.

— Corresponder a la propia vocación.

— El que nos pide el Señor.

I. Al entrar al mundo dijo el Señor: Vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad1.

La Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios es el hecho más maravilloso y extraordinario, el misterio más entrañable de las relaciones de Dios con los hombres y el más trascendental de la historia de la humanidad: ¡Dios se hace hombre y para siempre! Y sin embargo este acontecimiento tuvo lugar en un pueblo pequeño de un país prácticamente desconocido en su tiempo. En Nazareth, "el que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la integridad de su naturaleza humana, conservando la totalidad de la esencia que le es propia y asumiendo la totalidad de nuestra esencia humana... para restaurarla"2.

San Lucas nos narra con suma sencillez este supremo acontecimiento: En el sexto mes fue enviado un ángel a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María3. La piedad popular ha representado desde antiguo a Santa María recogida en oración cuando recibe la embajada del ángel: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Nuestra Madre quedó turbada ante estas palabras, pero con una turbación que no la deja paralizada. Ella conocía bien la Escritura por la instrucción que todo judío recibía desde los primeros años y, sobre todo, por la claridad y penetración que le daban su fe incomparable, su profundo amor y los dones del Espíritu Santo. Por eso entendió el mensaje de aquel enviado de Dios. Su alma está completamente abierta a lo que Dios le va a pedir. El ángel se apresura a tranquilizarla y le descubre el designio del Señor sobre ella, su vocación: has hallado gracia delante de Dios –le dice–: concebirás en tu seno y darás a luz a un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin.

"El mensajero saluda, en efecto, a María como llena de gracia: la llama así como si este fuera su verdadero nombre. No llama a su interlocutora con el nombre que le es propio en el registro civil, Miryam (María), sino con este nombre nuevo: llena de gracia. ¿Qué significa este nombre? ¿Por qué el arcángel llama así a la Virgen de Nazareth?

"En el lenguaje de la Biblia, gracia significa un don especial que, según el Nuevo Testamento, tiene la propia fuente en la vida trinitaria de Dios mismo, de Dios que es amor (cfr. 1 Jn 4, 8)"4. María es llamada llena de gracia porque este nombre designa su verdadero ser. Cuando Dios cambia un nombre a alguien o le da un sobrenombre, le destina a algo nuevo o le descubre su verdadera misión en la historia de la salvación. María es llamada llena de gracia, agraciadísima, en razón de su Maternidad divina.

El anuncio del ángel descubre a María su propio quehacer en el mundo, la clave de toda su existencia. La Anunciación fue para Ella una iluminación perfectísima que alcanzó su vida entera y la hizo plenamente consciente de su papel excepcional en la historia de la humanidad. "María es introducida definitivamente en el misterio de Cristo a través de este acontecimiento"5.

Cada día –en el Ángelus–, muchos cristianos en todo el mundo recordamos a Nuestra Madre este momento inefable para Ella y para toda la humanidad; también cuando contemplamos el primer misterio de gozo del Santo Rosario. Procuremos meternos en esa escena y contemplar a Santa María que abraza con amorosa piedad la santa voluntad de Dios. "Cómo enamora la escena de la Anunciación. –María –¡cuántas veces lo hemos meditado! está recogida en oración..., pone sus cinco sentidos y todas sus potencias al habla con Dios. En la oración conoce la Voluntad divina; y con la oración la hace vida de su vida: ¡no olvides el ejemplo de la Virgen!"6.

II. Aquí estoy para hacer tu voluntad7.

La Trinidad Santísima había trazado un plan para Nuestra Señora, un destino único y absolutamente excepcional: ser Madre del Dios encarnado. Pero Dios pide a María su libre aceptación. No dudó Ella de las palabras del ángel, como había hecho Zacarías; manifiesta, sin embargo, la incompatibilidad entre su decisión de vivir siempre la virginidad, que el mismo Dios había puesto en su corazón, y la concepción de un hijo. Es entonces cuando el ángel le anuncia en términos claros y sublimes que iba a ser madre sin perder su virginidad: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que nacerá será llamado Santo, Hijo de Dios.

María escucha y pondera en su corazón estas palabras. Ninguna resistencia en su inteligencia y su corazón: todo está abierto a la voluntad divina, sin restricción ni limitación alguna. Este abandono en Dios es lo que hace al alma de María ser buena tierra capaz de recibir la semilla divina8. Ecce ancilla Domini... he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Nuestra Señora acepta con inmensa alegría no tener otra voluntad y otro querer que el de su Amo y Señor, que desde aquel momento es también Hijo suyo, hecho hombre en sus purísimas entrañas. Se entrega sin limitación alguna, sin poner condiciones, con júbilo y libremente. "Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en Madre de Jesús y, al abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad de Dios, se consagró totalmente como esclava del Señor a la Persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con Él y bajo Él, con la gracia de Dios omnipotente. Con razón, pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres"9.

La vocación de Santa María es el ejemplo perfecto de toda vocación. Entendemos la vida nuestra y los acontecimientos que la rodean a la luz de la propia llamada. Es en el empeño por llevar a cabo ese designio divino donde encontramos el camino del Cielo y la propia plenitud humana y sobrenatural.

La vocación no es tanto la elección que nosotros hacemos, como aquella que Dios ha hecho de nosotros a través de mil circunstancias que es necesario saber interpretar con fe y con un corazón limpio y recto. No me habéis elegido vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros10. "Toda vocación, toda existencia, es por sí misma una gracia que encierra en sí otras muchas. Una gracia, esto es, un don, algo que se nos da, que se nos regala sin derecho alguno de nuestra parte, sin mérito propio que lo motive o -menos aún justifique. No es preciso que la vocación, el llamamiento a cumplir el designio de Dios, la misión asignada, sea grande o brillante: basta que Dios haya querido utilizarnos, servirse de nosotros, basta el hecho de que confíe en nuestra colaboración. Es esto ya, en sí mismo, tan inaudito, tan grandioso, que toda una vida dedicada al agradecimiento no bastaría para corresponder"11.

Hoy le será muy grato a Dios que le demos gracias por las incontables luces que han ido señalando el itinerario de nuestra llamada, y que lo hagamos a través de su Madre Santísima que tan fidelísimamente correspondió a lo que el Señor quiso de Ella.

III. Ne timeas...

"No temas. Aquí radica el elemento constitutivo de la vocación. El hombre, de hecho, teme. Teme no solamente ser llamado al sacerdocio, sino también ser llamado a la vida, a sus obligaciones, a una profesión, al matrimonio. Este temor muestra un sentido de responsabilidad inmadura. Hay que superar el temor para acceder a una responsabilidad madura: hay que aceptar la llamada, escucharla, asumirla, ponderarla según nuestras luces, y responder: sí, sí. No temas, no temas, pues has hallado la gracia, no temas a la vida, no temas tu maternidad, no temas tu matrimonio, no temas tu sacerdocio, pues has hallado la gracia. Esta certidumbre, esta conciencia nos ayuda de igual forma que ayudó a María. En efecto, "la tierra y el paraíso esperan tu , oh Virgen Purísima". Son palabras de San Bernardo, famosas y hermosísimas palabras. Espera tu , María. Espera tu , madre que vas a tener un hijo; espera tu , hombre que debes asumir una responsabilidad personal, familiar y social...

"Esta es la respuesta de María, la respuesta de una madre, la respuesta de un joven: un para toda la vida"12, que nos compromete gozosamente.

La respuesta de María –fiat– es aún más definitiva que un simple . Es la entrega total de la voluntad a lo que el Señor quería de Ella en aquel momento y a lo largo de toda su vida. Este fiat tendrá su culminación en el Calvario cuando, junto a la Cruz, se ofrezca juntamente con su Hijo.

El que nos pide el Señor, a cada uno en su propio camino, se prolonga a lo largo de toda la vida, en acontecimientos pequeños unas veces, mayores otras, en las sucesivas llamadas, de las cuales unas son preparación para las siguientes. El a Jesús nos lleva a no pensar demasiado en nosotros mismos y a estar atentos, con el corazón vigilante, hacia donde viene la voz del Señor que nos señala el camino que Él traza a los suyos. En esta correspondencia amorosa se van entrelazando, en perfecta armonía, la propia libertad y la voluntad divina,

Pidamos hoy a Nuestra Señora el deseo sincero y grande de conocer con más hondura la propia vocación, y luz para corresponder a las sucesivas llamadas que el Señor nos hace. Pidámosle que sepamos darle una respuesta pronta y firme en cada circunstancia, pues solo la vocación es lo que llena una vida y le da sentido.

1 Heb 10, 5-7. — 2 Liturgia de las Horas, Segunda lectura. San León Magno, Carta 28, a Flaviano, 3 — 3 Lc 1, 26-37. — 4 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, 8. — 5 Juan Pablo II, loc. cit. — 6 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 481. — 7 Salmo responsorial. Sal 39, 7. — 8 Cfr. M. D. Philippe, Misterio de María, Rialp, Madrid 1986, p. 108. — 9 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 56. — 10 Jn 15, 16. — 11 F. Suárez, La Virgen Nuestra Señora, Rialp, 17ª ed., Madrid 1984, pp. 35-36. — 12 Juan Pablo II, Alocución 25-III-1982.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Fuente: Mercaba.org
José Benito Dusmet, Beato Obispo, Abril 4  

José Benito Dusmet, Beato

Obispo de Catania

Nació en Palermo, Sicilia, Italia el 15 de agosto de 1818, en una familia aristocrática.

Fue monje y abad benedictino, y muchos acudían a él para pedirle consejo y para su dirección espiritual. Su caridad para con los pobres fue extraordinaria y acudía presuroso donde quiera que hubiera una calamidad.

Fue preconizado obispo de Catania y se entregó plenamente a todos, pero de modo especial a los más necesitados. Tuvo un cuidado y esmero especial para los sacerdotes, y promovió la vida parroquial con gran intensidad.

A pesar de su oposición, fue nombrado cardenal por el papa León XIII, pero no duró mucho en su cargo, pues su salud se deterioró rápidamente y murió dos años después el 4 de abril de 1894.

Los que lo amortajaron no encontraron en el ropero ni una sola pieza para cambiarle de ropa. Todo lo había dado para los pobres, hasta su propio pectoral y anillo..

Su pueblo lo lloró como a un padre bueno y lo veneró como a un santo.

Fue beatificado por el papa Juan Pablo II, el 25 de septiembre de 1988.

El Martirologio Romano lo festeja el 4 de Abril, pero en Catania se lo recuerda el 25 de Septiembre.

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Fuente: Franciscanos.org
Benito Moro, Santo Religioso Franciscano, Abril 4  

Benito Moro, Santo

Religioso

A este San Benito se le llama de Palermo, por la ciudad en que murió, o de San Fratello o San Filadelfo por el lugar en que nació, o también el Moro o el Negro por el color de su piel y su ascendencia africana. De joven abrazó la vida eremítica, pero más tarde pasó a la Orden franciscana. No tenía estudios, pero sus dotes naturales y espirituales de consejo y prudencia atraían a multitud de gente. Aunque hermano lego, fue, no sólo cocinero, sino también guardián de su convento y maestro de novicios.

San Benito el Moro nació en 1526 en San Fratello, antes llamado San Filadelfo, provincia de Mesina (Sicilia), de padres cristianos, Cristóbal Manassari y Diana Larcari, descendientes de esclavos negros. De adolescente Benito cuidaba el rebaño del patrón y desde entonces, por sus virtudes, fue llamado el "santo moro".

A los veintiún años entró en una comunidad de ermitaños, fundada en su región natal por Jerónimo Lanza, que vivía bajo la Regla de San Francisco. Cuando los ermitaños se trasladaron al Monte Pellegrino para vivir en mayor soledad, Benito los siguió, y a la muerte de Lanza, fue elegido superior por sus compañeros.

En 1562 Pío IV retiró la aprobación que Julio II había dado a aquel instituto e invitó a los religiosos a entrar en una Orden que ellos mismos escogieran. Benito escogió la Orden de los Hermanos Menores, y entró en el convento de Santa María de Jesús, en Palermo, fundado por el Beato Mateo de Agrigento.

Luego fue enviado al convento de Santa Ana Giuliana, donde permaneció sólo tres años. Trasladado nuevamente a Palermo, vivió allí veinticuatro años.

Al principio ejerció el oficio de cocinero con gran espíritu de sacrificio y de caridad sobrenatural. Se le atribuyeron muchos milagros.

Se le tenía en tal aprecio que en 1578, siendo religioso no sacerdote, fue nombrado superior del convento. Por tres años guió a su comunidad con sabiduría, prudencia y gran caridad. Con ocasión del Capítulo provincial se trasladó a Agrigento, donde, por la fama de su santidad, que se había difundido rápidamente, fue acogido con calurosas manifestaciones del pueblo.

Nombrado maestro de novicios, atendió a este delicado oficio de la formación de los jóvenes con tanta santidad, que se creyó que tenía el don de escrutar los corazones. Finalmente volvió a su primitivo oficio de cocinero.

Un gran número de devotos iba a él a consultarlo, entre los cuales también sacerdotes y teólogos, y finalmente el Virrey de Sicilia. Para todos tenía una palabra sabia, iluminadora, que animaba siempre al bien. Humilde y devoto, redoblaba las penitencias, ayunando y flagelándose hasta derramar sangre. Realizó numerosas curaciones. Cuando salía del convento la gente lo rodeaba para besarle la mano, tocarle el hábito, encomendarse a sus oraciones. Dócil instrumento de la bondad divina, hacía inmenso bien a favor de las almas.

En 1589 enfermó gravemente y por revelación conoció el día y hora de su muerte. Recibió los últimos sacramentos, y el 4 de abril de 1589 expiró dulcemente a la edad de 63 años, pronunciando las palabras de Jesús moribundo: "En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu". Su culto se difundió ampliamente y vino a ser el protector de los pueblos negros.

Fue canonizado por Pío VII el 24 de mayo de 1807.

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Platón, Santo Abad, Abril 4  

Platón, Santo

Abad de Bitinia

Etimológicamente significa "ancho de hombros". Viene de la lengua griega.

Elegir a Cristo Jesús supone no seguir más que uno. ¿Elegirás tú a Cristo? Tú comienza. Dale tu confianza. No esperes a que tu corazón haya cambiado: día tras día Cristo lo cambiará

Este confesor, muerto en el año 814, eligió a Cristo. No tuvo la menor duda. En abandonar muchos bienes y el porvenir halagüeño que le aguardaba para hacerse monje.

Primero estuvo en Bitinia, y a continuación pasó como abad al monasterio de Sakkoudion en Constantinopla.

Y aquí le vino el primer lío. Resulta que el emperador Constantino IV repudió a su mujer con el fin de casarse con una prima de san Platón.

Hubo algunos que vieron muy mal esta actitud del emperador. Sin embargo, el abad lo condenó con palabras duras. ¡Menudo atrevimiento!

Cristo actuaba en él. La verdad hace al hombre libre. A él le costó decirla 14 años de cárcel y sentirse perseguido siempre.

Una vez que fue librado, no se lo pensó dos veces. Se fue al monasterio de Studion durante algún tiempo.

Poco después, el patriarca Nicéforo lo llevó encarcelado a la isla de Oxeia, en el archipiélago de los Príncipes.

La razón de este destierro fue porque Platón no aceptaba su rápida elevación al trono patriarcal.

Vuelto al monasterio de Studion por orden del emperador Miguel I, murió tres años más tarde cantando el himno: "Yo soy la Resurrección y la Vida". Murió en el año 814.

Cuando se hace una elección por Cristo, se hace de forma definitiva.

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Fuente: ACI Prensa
Francisco Marto, Beato Vidente de Fátima, Abril 4 

 

"Me gustó mucho ver al ángel, pero me gustó mucho más Nuestra Señora. Lo que más me gustó fue ver a Nuestro Señor en aquella Luz que Nuestra Señora nos metió en el pecho. ¡Me gusta tanto Dios!" (IV, 4)
Francisco

 

Nació en Aljustrel, Fátima, el 11 de Junio de 1908. Fue bautizado el 20 de Junio de 1908.

Cayó victima de la neumonía en Diciembre de 1918 y falleció en Aljustrel a las 22 horas del día 4 de Abril de 1919.

Sus restos mortales quedaron sepultados en el cementerio parroquial de Fátima hasta el día 13 de marzo de 1952, fecha en que fueron trasladados para la Basílica de Cova da Iria (lado derecho según se entra).

Su gran preocupación era la de "consolar a Nuestro Señor". El Espíritu de amor y reparación para con Dios ofendido, fueron notables en su vida tan corta. Pasaba horas "pensando en Dios". Según su historia, el pequeño Francisco pasaba largas horas "pensando en Dios", por lo que siempre fue considerado como un contemplativo.

Su precoz vocación de eremita fue reconocida en el decreto de heroicidad de virtudes, según el que después de las apariciones "se escondía detrás de los árboles para rezar solo; otras veces subía a los lugares más elevados y solitarios y ahí se entregaba a la oración tan intensamente que no oía las voces de los que lo llamaban".

Hoy festejamos de nacimiento de Francisco al Reino de Dios;
Francisco junto a su hermana Jacinta son festejados el 20 de febrero.

 

Para contactarse con la postuladora de la causa de canonización:

http://www.pastorinhos.com/francisco/

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Fuente: Vatican.va
Cayetano Catanoso, Santo Fundador, Abril 4  

Cayetano Catanoso, Santo

Fundador de las Religiosas Verónicas de la Santa Faz

Nació en Chorio di San Lorenzo, archidiócesis de Reggio Calabria, en una familia de agricultores profundamente cristianos, el 14 de febrero de 1879. Ese mismo día fue bautizado. En 1882 recibió el sacramento de la Confirmación.

A los diez años sintió la vocación al sacerdocio y entró en el seminario arzobispal de Reggio.

Fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 1902. Durante dos años fue prefecto de disciplina en el seminario. Luego, en 1904, fue nombrado párroco en una aldea, donde reinaba la pobreza, el analfabetismo, la ignorancia religiosa. Allí compartió las privaciones y sufrimientos de la gente. Fue celoso en el anuncio de la palabra de Dios y en la enseñanza de la doctrina cristiana, edificante en la celebración de los misterios divinos, asiduo en el ministerio de la Confesión, generoso con las familias necesitadas, y solícito con los enfermos. Para los jóvenes que no podían frecuentar las escuelas públicas abrió una escuela vespertina gratuita, en la que él era el maestro.

Colaboraba con los párrocos de las aldeas vecinas en la predicación y en la administración del sacramento de la Penitencia.

Era muy devoto de la santa faz de Cristo y difundió con celo esa devoción entre el pueblo, implicando a sacerdotes y laicos en el apostolado de la reparación por los pecados, especialmente de la blasfemia y la profanación de las fiestas religiosas. Con feliz intuición, unió esta devoción a la piedad eucarística: el rostro real de Cristo lo encontramos en la Eucaristía, donde se oculta bajo el blanco velo de la Hostia. En 1918 fundó la Pía unión de la Santa Faz.

Para ayudar a los jóvenes que querían ser sacerdotes pero no tenían recursos, instituyó la "Obra de los clérigos pobres".

Desde 1921 hasta 1940 fue párroco, en la ciudad de Reggio, de la iglesia de Santa María de la Purificación. Allí desempeñó una actividad aún más intensa y más amplia. Se dedicaba en especial a la catequesis, las misiones populares, el ministerio de la Confesión, la asistencia a los pobres, a los enfermos y a los perseguidos por asociaciones criminales. Fomentaba con empeño el culto a la Eucaristía y promovía las vocaciones sacerdotales. Además, fue director espiritual en el seminario arzobispal, capellán de hospitales, confesor en casas religiosas y en cárceles, y canónigo penitenciario de la catedral.

En 1934 fundó las religiosas Verónicas de la Santa Faz, para propagar la devoción que constituía el fulcro de su espiritualidad y para ayudar a los sacerdotes más necesitados en las parroquias más perdidas y abandonadas. En 1953 la congregación recibió la aprobación canónica.

La misa, celebrada diariamente, y la adoración frecuente del santísimo Sacramento fueron el alma de su sacerdocio y el apoyo de su apostolado. Cultivó una devoción filial a la Virgen María, que irradió a sus religiosas y al pueblo fiel. Desde niño aprendió a rezar el rosario todos los días y lo siguió haciendo hasta su muerte.

Practicó el sacrificio, la mortificación y la penitencia. Aceptó con paciencia las enfermedades y la ceguera que lo afligió en la última etapa de su vida. En 1929 se había ofrecido como víctima al Corazón de Cristo, anhelando completar en su carne lo que faltaba a los padecimientos de Cristo en favor de su cuerpo, que es la Iglesia.

Se preparó con gran serenidad al encuentro definitivo con el Señor, que tuvo lugar el 4 de abril de 1963, en Reggio, en la casa madre de la congregación que había fundado.

Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 4 de mayo de 1987 y canonizado por S.S. Benedicto XVI el 25 de Octubre de 2005.

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26 de Abril
(4 de abril en Perú)

San Isidoro
Doctor de la Iglesia, Arzobispo de Sevilla
(año 636)

Isidoro significa: "Regalo de la divinidad (Isis: divinidad. Doro: regalo).

Nació en Sevilla en el año 556. Era el menor de cuatro hermanos, todos los cuales fueron santos y tres de ellos obispos. San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina se llamaron sus hermanos.

Su hermano mayor, San Leandro, que era obispo de Sevilla, se encargó de su educación obteniendo que Isidoro adquiriera el hábito o costumbre de dedicar mucho tiempo a estudiar y leer, lo cual le fue de gran provecho para toda la vida.

Al morir Leandro, lo reemplazó Isidoro como obispo de Sevilla, y duró 38 años ejerciendo aquel cargo, con gran brillo y notables éxitos.

Isidoro fue el obispo más sabio de su tiempo en España. Poseía la mejor biblioteca de la nación. Escribió varios libros que se hicieron famosos y fueron muy leídos por varios siglos como por ej. Las Etimologías, que se pueden llamar el Primer Diccionario que se hizo en Europa. También escribió La Historia de los Visigodos y biografías de hombres ilustres.

San Isidoro es como un puente entre la Edad Antigua que se acababa y la Edad Media que empezaba. Su influencia fue muy grande en toda Europa y especialísimamente en España, y su ejemplo llevó a muchos a dedicar sus tiempos libres al estudio y a las buenas lecturas.

Fue la figura principal en el Concilio de Toledo (año 633) del cual salieron leyes importantísimas para toda la Iglesia de España y que contribuyeron muy fuertemente a mantener firme la religiosidad en el país.

Se preocupaba mucho porque el clero fuera muy bien instruido y para eso se esforzó porque en cada diócesis hubiera un colegio para preparar a los futuros sacerdotes, lo cual fue como una preparación a los seminarios que siglos más tarde se iban a fundar en todas partes.

Dice San Ildefonso que "la facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas".

Su amor a los pobres era inmenso, y como sus limosnas eran tan generosas, su palacio se veía continuamente visitado por gentes necesitadas que llegaban a pedir y recibir ayudas. De todas las ciencias la que más le agradaba y más recomendaba era el estudio de la Sagrada Biblia, y escribió unos comentarios acerca de cada uno de los libros de la S. Biblia. Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas las faltas de su vida pasada y suplicó al pueblo que rogara por él a Dios. A los 80 años de edad murió, el 4 de abril del año 636.

La Santa Sede de Roma lo declaró "Doctor de la Iglesia".

Benedicto XVI:

 

Queridos hermanos y hermanas: Hoy quisiera hablar de san Isidoro de Sevilla: era hermano menor de Leandro, obispo de Sevilla, y gran amigo del Papa Gregorio Magno. Esta observación es importante, pues constituye un elemento cultural y espiritual indispensable para comprender la personalidad de Isidoro. En efecto, le debe mucho a Leandro, persona muy exigente, estudiosa y austera, que había creado en torno a su hermano menor un contexto familiar caracterizado por las exigencias ascéticas propias de un monje y por los ritmos de trabajo exigidos por una seria entrega al estudio.

 

Además, Leandro se había preocupado por disponer lo necesario para afrontar la situación político-social del momento: en aquellas décadas los visigodos, bárbaros y arianos, habían invadido la península ibérica y se habían adueñado de los territorios que pertenecían al Imperio Romano.

 

Era necesario conquistarlos a la romanidad y al catolicismo. La casa de Leandro y de Isidoro contaba con una biblioteca sumamente rica de obras clásicas, paganas y cristianas. Isidoro, que sentía la atracción tanto de unas como de otras, aprendió bajo la responsabilidad de su hermano mayor una disciplina férrea para dedicarse a su estudio, con discernimiento.    En la sede episcopal de Sevilla se vivía, por tanto, en un clima sereno y abierto.

 

Lo podemos deducir a partir de los intereses culturales y espirituales de Isidoro, tal y como emergen de sus mismas obras, que comprenden un conocimiento enciclopédico de la cultura clásica pagana y un conocimiento profundo de la cultura cristiana. De este modo se explica el eclecticismo que caracteriza la producción literaria de Isidoro, el cual pasa con suma facilidad de Marcial a Agustín, de Cicerón a Gregorio Magno.

 

La lucha interior que tuvo que afrontar el joven Isidoro, que se convirtió en sucesor del hermano Leandro en la cátedra episcopal de Sevilla, en el año 599, no fue ni mucho menos fácil. Quizá se debe a esta lucha constante consigo mismo la impresión de un exceso de voluntarismo que se percibe leyendo las obras de este gran autor, considerado como el último de los padres cristianos de la antigüedad.

 

Pocos años después de su muerte, que tuvo lugar en el año 636, el Concilio de Toledo (653) le definió: "Ilustre maestro de nuestra época, y gloria de la Iglesia católica".   Isidoro fue, sin duda, un hombre de contraposiciones dialécticas acentuadas. E incluso, en su vida personal, experimentó un conflicto interior permanente, sumamente parecido al que ya habían vivido san Gregorio Magno y san Agustín, entre el deseo de soledad, para dedicarse únicamente a la meditación de la Palabra de Dios, y las exigencias de la caridad hacia los hermanos de cuya salvación se sentía encargado, como obispo.

 

Por ejemplo, sobre los responsables de la Iglesia escribe: "El responsable de una Iglesia (vir ecclesiasticus) por una parte tiene que dejarse crucificar al mundo con la mortificación de la carne, y por otra, tiene que aceptar la decisión del orden eclesiástico, cuando procede de la voluntad de Dios, de dedicarse al gobierno con humildad, aunque no quisiera hacerlo" (Libro de las Sentencias III, 33, 1: PL 83, col. 705 B).

 

Y añade un párrafo después: "Los hombres de Dios (sancti viri) no desean ni mucho menos dedicarse a las cosas seculares y gimen cuando, por un misterioso designio divino, se les encargan ciertas responsabilidades... Hacen todo lo posible para evitarlas, pero aceptan aquello que no quisieran y hacen lo que habrían querido evitar. Entran así en el secreto del corazón y allí, adentro, tratan de comprender qué es lo que les pide la misteriosa voluntad de Dios.

 

Y cuando se dan cuenta de que tienen que someterse a los designios de Dios, agachan la cabeza del corazón bajo el yugo de la decisión divina" (Libro de las Sentencias III, 33, 3: PL 83, col. 705-706).   Para comprender mejor a Isidoro es necesario recordar, ante todo, la complejidad de las situaciones políticas de su tiempo, que antes mencionaba: durante los años de la niñez había tenido que experimentar la amargura del exilio.

 

A pesar de ello, estaba lleno de entusiasmo: experimentaba la pasión de contribuir a la formación de un pueblo que encontraba finalmente su unidad, tanto a nivel político como religioso, con la conversión providencial del heredero al trono, el visigodo Ermenegildo, del arrianismo a la fe católica.    Sin embargo, no hay que minusvalorar la enorme dificultad que supone afrontar de manera adecuada los problemas sumamente graves, como los de las relaciones con los herejes y con los judíos.

 

Toda una serie de problemas que resultan también hoy muy concretos, si pensamos en lo que sucede en algunas regiones donde parecen replantearse situaciones muy parecidas a las de la península ibérica del siglo VI.    La riqueza de los conocimientos culturales de que disponía Isidoro le permitía confrontar continuamente la novedad cristiana con la herencia clásica grecorromana. Más que el don precioso de la síntesis, parece que tenía el de la collatio, es decir, la recopilación, que se expresaba en una extraordinaria erudición personal, no siempre tan ordenada como se hubiera podido desear.    En todo caso, hay que admirar su preocupación por no dejar de lado nada de lo que la experiencia humana produjo en la historia de su patria y del mundo. No hubiera querido perder nada de lo que el ser humano aprendió en las épocas antiguas, ya fueran éstas paganas, judías o cristianas.

 

Por tanto, no debe sorprender el que, al perseguir este objetivo, no lograra transmitir adecuadamente, como él hubiera querido, los conocimientos que poseía, a través de las aguas purificadoras de la fe cristiana. Sin embargo, según las intenciones de Isidoro, las propuestas que presenta siempre están en sintonía con la fe católica, defendida por él con firmeza.    Percibe la complejidad en la discusión de los problemas teológicos y propone a menudo, con agudeza, soluciones que recogen y expresan la verdad cristiana completa. Esto ha permitido a creyentes a través de los siglos hasta nuestros días servirse con gratitud de sus definiciones.  Un ejemplo significativo en este sentido es la enseñanza de Isidoro sobre las relaciones entre vida activa y vida contemplativa.

 

Escribe: "Quienes tratan de lograr el descanso de la contemplación tienen que entrenarse antes en el estadio de la vida activa; de este modo, liberados de los residuos del pecado, serán capaces de presentar ese corazón puro que permite ver a Dios" (Diferencias II, 34, 133: PL 83, col 91A).    El realismo de auténtico pastor le convence del riesgo que corren los fieles de vivir una vida reducida a una sola dimensión. Por este motivo, añade: "El camino intermedio, compuesto por una y otra forma de vida, resulta normalmente el más útil para resolver esas cuestiones, que con frecuencia se agudizan con la opción por un sólo tipo de vida; sin embargo, son mejor moderadas por una alternancia de las dos formas" (o.c., 134: ivi, col 91B).   Isidoro busca la confirmación definitiva de una orientación adecuada de vida en el ejemplo de Cristo y dice: "El Salvador Jesús nos ofreció el ejemplo de la vida activa, cuando durante el día se dedicaba a ofrecer signos y milagros en la ciudad, pero mostró la vida contemplativa cuando se retiraba a la montaña y pasaba la noche dedicado a la oración" (o.c. 134: ivi).

 

A la luz de este ejemplo del divino Maestro, Isidoro ofrece esta precisa enseñanza moral: "Por este motivo, el siervo de Dios, imitando a Cristo, debe dedicarse a la contemplación, sin negarse a la vida activa. Comportarse de otra manera no sería justo. De hecho, así como hay que amar a Dios con la contemplación, también hay que amar al prójimo con la acción. Es imposible, por tanto, vivir sin una ni otra forma de vida, ni es posible amar si no se hace la experiencia tanto de una como de otra" (o.c., 135: ivi, col 91C).    Considero que esta es la síntesis de una vida que busca la contemplación de Dios, el diálogo con Dios en la oración y en la lectura de la Sagrada Escritura, así como la acción al servicio de la comunidad humana y del prójimo. Esta síntesis es la lección que nos deja el gran obispo de Sevilla a los cristianos de hoy, llamados a testimoniar a Cristo al inicio del nuevo milenio.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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