JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31
Gloria a ti, Señor.
Cuando Jesús salía de Cafarnaún, lo siguieron dos ciegos, que gritaban:
"¡Hijo de David, compadécete de nosotros!"
Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó:
"Creen que puedo hacerlo?"
Ellos le contestaron:
"Sí, Señor".
Entonces les tocó los ojos, diciendo:
"Que se haga en ustedes conforme a su fe".
Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente:
"Que nadie lo sepa".
Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
vie 1a. Adviento
Antífona de Entrada
Por nuestra participación en esta Eucaristía enséñanos, Señor, a no poner nuestro corazón en las cosas pasajeras, sino en los bienes eternos.
Oración Colecta
Concédenos, Señor Dios nuestro permanecer alerta a la venida de tu Hijo Jesucristo, para que cuando venga y llame, nos encuentre velando en oración y entonándole alabanza.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
En aquel día los ojos de los ciegos se abrirán
Lectura del libro del profeta Isaías 29, 17-24
Esto dice el Señor:
"¿Acaso no está el Líbano a punto de convertirse en un vergel y el vergel en un bosque?
Aquel día los sordos oirán las palabras de un libro; los ojos de los ciegos verán sin tinieblas ni oscuridad; los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor y los pobres se gozarán en el Santo de Israel; porque ya no no habrá opresores y los altaneros habrán sido exterminados. Serán aniquilados los que traman iniquidades, los que con sus palabras echan la culpa a los demás, los que tratan de enredar a los jueces y sin razón alguna hunden al justo".
Esto dice a la casa de Jacob el Señor que rescató a Abrahán:
"Ya no se avergonzará Jacob, ya no se demudará su rostro, porque al ver mis acciones en medio de los suyos, santificará mi nombre, santificará al Santo de Jacob y temerá al Dios de Israel. Los extraviados de espíritu entrarán en razón y los inconformes aceptarán la enseñanza".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del Salmo 26
El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar?
El Señor es mi luz y mi salvación.
Lo único que pido, lo único que busco, es vivir en la casa del Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar continuamente en su presencia.
El Señor es mi luz y mi salvación.
La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Armate de valor y fortaleza y en el Señor confía.
El Señor es mi luz y mi salvación.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, Aleluya.
Ya viene el Señor, nuestro Dios, con todo su poder para iluminar los ojos de sus hijos.
Aleluya.
Evangelio
Quedaron curados dos ciegos que creyeron en Jesús
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31
Gloria a ti, Señor.
Cuando Jesús salía de Cafarnaún, lo siguieron dos ciegos, que gritaban:
"¡Hijo de David, compadécete de nosotros!"
Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó:
"Creen que puedo hacerlo?"
Ellos le contestaron:
"Sí, Señor".
Entonces les tocó los ojos, diciendo:
"Que se haga en ustedes conforme a su fe".
Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente:
"Que nadie lo sepa".
Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración Sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, estas ofrendas que hemos tomado de tus mismos dones, y concédenos que esta Eucaristía que estamos celebrando, nos alcance la salvación eterna.
Por Jesucristo, Señor nuestro.
Prefacio de Adviento
Las dos venidas de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
El cual, al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación, para que cuando venga de nuevo, en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.
Por eso,
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Ven Señor, a visitarnos con tu paz, para que nos alegremos delante de ti, de todo corazón.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta sagrada Eucaristía
que hemos celebrado, encienda, Señor, en nosotros, el amor por Cristo y por las almas para que, a ejemplo de san Francisco Javier,
podamos vivir auténticamente nuestra vocación cristiana.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 4/12 San Juan Damasceno (presbítero y doctor de la Iglesia, blanco)
Antífona de Entrada
Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, serán como estrellas eternas.
Oración Colecta
Oremos:
Señor y Dios nuestro, que infundiste en san Juan Damasceno tu admirable doctrina, concédenos, por su intercesión, ser fieles a sus enseñanzas y dar testimonio de ellas con nuestra conducta.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 13-14; 2, 1-3
Querido hermano: Conforma tu predicación a la sólida doctrina que recibiste de mí acerca de la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo, que habita en nosotros.
Por tu parte, hijo mío, manténte firme con la gracia de Cristo Jesús. Y lo que me oíste proclamar en presencia de tantos testigos, confíalo a personas fieles, capaces, a su vez, de enseñarlo a otras personas. Comparte conmigo los sufrimientos, como buen soldado de Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 18
Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo.
Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino.
Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
La voluntad de Dios es santa y para siempre estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Más deseables que el oro y las piedras preciosas las normas del Señor, y más dulces que la miel de un panal que gotea.
Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí
Aleluya.
Evangelio
El buen pastor da la vida por sus ovejas
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 11-16
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos:
"Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Oremos:
Que la participación en esta Eucaristía nos llene, Señor, de aquella misma luz de tu Espíritu que iluminó a san Juan Damasceno y lo hizo instrumento de tu gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La gloria de los santos
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo. Porque tu gloria resplandece en cada uno de los Santos, ya que, al coronar sus méritos, coronas tus propios dones. Con su vida, nos proporcionas ejemplo; ayuda, con su intercesión, y por la comunión con ellos, nos haces participar de sus bienes, para que, alentados por testigos tan insignes, lleguemos victoriosos al fin de la carrera y alcancemos con ellos la corona inmortal de la gloria, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con la multitud de los santos, te cantamos un himno de alabanza diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Nosotros proclamamos a Cristo crucificado: fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Alimentados con este sacramento, te pedimos, Señor, que fieles a las enseñanzas de san Juan Damasceno te demos gracias sin cesar por los dones recibidos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
4 de diciembre. 5º Día de la Novena
ROSA MÍSTICA
— Siempre con Jesús. Vida de oración.
— Aprender a rezar.
— Las oraciones vocales. El Santo Rosario.
I. María, por su parte, guardaba estas cosas y las meditaba en su corazón1. Su Madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón2. Por dos veces el Evangelista hace referencia a esta actitud de María ante los acontecimientos que se van sucediendo: en la Nochebuena de Belén, y en Nazareth, a la vuelta de Jerusalén, después de encontrar a Jesús en el Templo. La insistencia del Evangelista parece ser el eco de la repetida reflexión de María, quien debió contarlo a los Apóstoles después de la Ascensión de Jesús al Cielo.
La Virgen conserva y medita. Sabe de recogimiento interior, y valora, guarda en su intimidad y hace tema de su oración los sucesos grandes y pequeños de su vida. Esta plegaria continua de María es como el aroma de la rosa "que constantemente se eleva hacia Dios. Esta elevación suya no cesa jamás, tiene una frescura igual a la primera; es siempre jubilosamente nueva y virginal. Si la brisa de nuestras plegarias o los vientos tormentosos de este mundo pasan junto a Ella y la rozan, el perfume de la oración se levanta entonces más fuerte y perceptible; se convierte en intercesora incluyendo nuestra oración en la suya para presentarla al Padre en Cristo Jesús, su Hijo"3.
Cuando estaba aquí en la tierra todo lo hacía en referencia a su Hijo: cada vez que hablaba a Jesús oraba, pues eso es la oración: hablar con Dios: y cuando le miraba, y siempre que le sonreía o pensaba en Él4.
En Caná de Galilea, en las bodas de aquellos parientes o amigos, nos enseña con qué delicadeza e insistencia se debe pedir. "Era su Madre, le había acunado en sus brazos, y, con todo, se abstiene de indicarle lo que puede hacer. Expone la necesidad y deja todo lo demás a su arbitrio, segura de que la solución que dé al problema, cualquiera que sea, y en cualquier sentido, es la mejor, la más indicada, la que lo resuelve de manera más conveniente. Deja al Señor el campo totalmente libre para que haga sin compromisos ni violencias su voluntad, pero es porque Ella estaba segura de que su voluntad era lo más perfecto que podía hacerse y lo que de verdad resolvía el asunto. No le ata las manos forzándole a adoptar un camino, a hacer algo determinado: confía en su sabiduría, en su superior conocimiento, en su visión más amplia y profunda de las cosas que abarca aspectos y circunstancias que Ella podía, quizá, desconocer, Ni siquiera se planteó Nuestra Señora la cuestión de que a lo mejor Él no consideraba conveniente intervenir: expone lo que ocurre y lo deja en sus manos. Y es que la fe deja a Dios comprometido con más fuerza que los argumentos más sagaces y contundentes"5.
Al pie de la Cruz nos anima a estar siempre junto a Cristo, en oración silenciosa, en los momentos más duros de la vida. La última noticia que de Ella nos dan los Evangelios nos refiere que se encuentra con los Apóstoles, orando juntamente con ellos6, en espera de la llegada del Espíritu Santo. El mismo Señor debió de aprender de su Madre muchas oraciones que se habían transmitido en el pueblo de Israel de generación en generación, de modo parecido a las que nosotros aprendimos de nuestras madres.
"El Santo Evangelio, brevemente, nos facilita el camino para entender el ejemplo de Nuestra Madre: María conservaba todas estas cosas dentro de sí, ponderándolas en su corazón (Lc 2, 19). Procuremos nosotros imitarla, tratando con el Señor, en un diálogo enamorado, de todo lo que nos pasa, hasta de los acontecimientos más menudos. No olvidemos que hemos de pesarlos, valorarlos, verlos con ojos de fe, para descubrir la Voluntad de Dios"7. A eso ha de llevarnos nuestra meditación diaria: a identificarnos plenamente con Jesús: a dar un contenido divino a los pequeños acontecimientos diarios.
II. El aroma de nuestra oración ha de subir constantemente a nuestro Padre Dios. Es más, le pedimos a Nuestra Señora que ya está en el Cielo en cuerpo y alma- que diga a Jesús constantemente cosas buenas de nosotros: Recordare, Virgo Mater..., in conspectu Domini, ut loquaris pro nobis bona... Acuérdate, Madre de Dios, cuando estés en la presencia del Señor, de hablarle cosas buenas de nosotros8. Y Ella, desde el Cielo, nos alienta siempre a no dejar jamás la oración, el trato con Dios, pues es nuestra fortaleza diaria.
Debemos aprender a tratar cada vez mejor al Señor en la oración mental esos ratos que dedicamos a hablarle calladamente de nuestros asuntos, a darle gracias, a pedirle ayuda, a decirle que le amamos...- y mediante la oración vocal, empleando muchas veces las que han servido a tantas generaciones para elevar su corazón y sus peticiones al Señor y a su Madre Santísima, y quizá con esas otras que aprendimos de labios de nuestra madre.
La oración nos hace fuertes contra las tentaciones. A veces, podremos oír también nosotros las mismas palabras que Jesús dirigió a sus discípulos en Getsemaní: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para no caer en tentación9. Hemos de rezar siempre, pero hay momentos en los que debemos intensificar esa oración, cuidarla mejor, esmerarnos en prestar más atención..., porque quizá son mayores las dificultades familiares o en el trabajo, o son más fuertes las tentaciones. Ella nos mantiene vigilantes ante el enemigo que acecha, nos ayuda a trabajar mejor, a cumplir las obligaciones y deberes con la familia y con la sociedad, a tratar mejor a los demás.
La Virgen Santa María nos enseña hoy a ponderar en nuestro corazón, a darle sentido en la presencia de Dios a todo aquello que constituye nuestra vida: lo que nos parece una gran desgracia, las pequeñas penas normales de toda vida, las alegrías, el nacimiento de un hijo o de un hermano, la muerte de un ser querido, las incidencias del trabajo o de la vida familiar, la amistad... También, como María, nos acostumbramos a buscar al Señor en la intimidad de nuestra alma en gracia. "Gózate con Él en tu recogimiento interior. Alégrate, con Él, ya que le tienes tan cerca.
"Deséale ahí; adórale ahí; no vayas a buscarle fuera de ti porque te distraerás y cansarás y no le hallarás; no le podrás gozar con más certeza, ni con más rapidez ni más cerca que dentro de ti"10.
Ninguna persona de este mundo ha sabido tratar a Jesús como su Madre; y, después de Ella, San José, quien pasó largas horas mirándole, contemplándole, hablando con Él de las pequeñas incidencias de un día cualquiera, con sencillez y veneración. Si acudimos a ellos con fe al comenzar nuestro diálogo habitual con el Señor, experimentaremos enseguida su eficaz ayuda.
III. En la oración mental tratamos al Señor de modo personal, entendemos lo que quiere de nosotros, vemos con más profundidad el contenido de la Sagrada Escritura, pues "crece la comprensión de las palabras y de las cosas transmitidas cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón"11.
Junto a ese "ponderar las cosas en el corazón", la oración vocal es muy grata al Señor, como lo fue sin duda la de la Virgen, pues Ella ciertamente recitaría salmos y otras fórmulas contenidas en el Antiguo Testamento, propias del pueblo hebreo12. Cuando comenzamos el trabajo, al terminarlo, al caminar por la calle, al subir o bajar las escaleras..., se enciende el alma con las oraciones vocales y se convierte nuestra vida, poco a poco, en una continuada oración: el Padrenuestro, el Avemaría, jaculatorias que nos han enseñado o que hemos aprendido al leer y meditar el Santo Evangelio, expresiones con que muchos personajes pedían al Señor la curación, el perdón o su misericordia, y otras que inventó nuestro amor. Algunas las aprendimos de niños: "son frases ardientes y sencillas, enderezadas a Dios y a su Madre, que es Madre nuestra. Todavía recordaba San Josemaría Escrivá, por las mañanas y por las tardes, no un día, habitualmente, renuevo aquel ofrecimiento que me enseñaron mis padres: ¡oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me ofrezco enteramente a Vos. Y, en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón... ¿No es esto –de alguna manera– un principio de contemplación, demostración evidente de confiado abandono?"13.
El Bendita sea tu pureza, el Acordaos... encierran para muchos cristianos el recuerdo y el candor de la primera vez que los rezaron. No dejemos que se pierdan esas bellísimas oraciones; cumplamos el deber de enseñarlas a otros. De modo muy particular podemos cuidar el Santo Rosario en estos días de la Novena, la oración tantas veces recomendada en la Iglesia.
Se encontraba el Papa Pío IX en su lecho de muerte, y uno de los prelados que le asistían le preguntó qué era lo que en aquella hora suprema pensaba, y el Papa contestó: "Mira: estoy contemplando dulcemente los quince misterios que adornan las paredes de esta sala, que son otros tantos cuadros de consuelo. ¡Si vieses cómo me animan! Contemplando los misterios de gozo, no me acuerdo de mis dolores; pensando en los de la cruz, me siento confortado en gran manera, pues veo que no voy solo en el camino del dolor, sino que delante de mí va Jesús; y cuando considero los de gloria, siento gran alegría, y me parece que todas mis penas se convierten en resplandores de gloria. ¡Cómo me consuela el rosario en este lecho de muerte!". Y dirigiéndose después a los que le rodeaban, dijo: "Es el rosario un evangelio compendiado y dará a los que lo rezan los ríos de paz de que nos habla la Escritura; es la devoción más hermosa, más rica en gracias y gratísima al corazón de María. Sea este, hijos míos decía a quienes le rodeaban, mi testamento para que os acordéis de mí en la tierra"14.
Hagamos en este día el propósito de cuidar mejor nuestro rato de meditación diaria y, las oraciones vocales, especialmente el Santo Rosario, con el que alcanzaremos tantas gracias para nosotros y para aquellos que queremos acercar al Señor.
1 Lc 2, 19. — 2 Lc 2, 51. — 3 F. M. Mosghner, Rosa mística, p. 201. — 4 Cfr. Card. J. H. Newman, Rosa mística, p. 79. — 5 F. Suárez, La Virgen Nuestra Señora, pp. 266-267. — 6 Hech 1, 14. — 7 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 285. — 8 Cfr. Graduale Romanum, 1979, p. 422. — 9 Lc 22, 46. — 10 San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 1, 8. — 11 Conc. Vat. II, Const. Dei Verbum, 8. — 12 Cfr. F. M. Willian, Vida de María, p. 160. — 13 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 296. — 14 Cfr. H. Marín, Doctrina Pontificia, IV; Documentos marianos, BAC, Madrid 1954, n. 322.
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Adviento. 1ª semana. Viernes AUMENTAR NUESTRA FE — Necesidad de la fe. Pedirla. — La fe, el tesoro más grande que tenemos. Guardarla. Comunicarla. — La fe de María. I. En aquel día, los sordos oirán las palabras del libro, y desde las tinieblas y desde la oscuridad verán los ojos del ciego. Y los mansos se alegrarán más y más en el Señor, y los pobres se regocijarán en el Santo de Israel1. La nueva era del Mesías es anunciada por los Profetas llena de alegría y de prodigios. Una sola cosa pedirá el Redentor: fe. Sin esta virtud el reino de Dios no llega a nosotros. El Evangelio de la Misa2 nos presenta a dos ciegos que seguían a Cristo, pidiéndole a voces su curación: Ten misericordia de nosotros, Hijo de David, le dicen. El Señor les pregunta: ¿Creéis que yo puedo hacer esto? Cuando ellos le dijeron que sí, Él los despidió curados con estas palabras: Hágase en vosotros según vuestra fe3. A otro ciego, en Jericó, le devolvió igualmente la vista y le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista, y le seguía por el camino4. Al padre de una niña muerta le asegura: No temas, basta que creas y vivirá5. Pocos momentos antes había curado a una mujer, enferma durante mucho tiempo, que solo había manifestado su fe tocando la orla de su vestido, y le había dicho: Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz6. ¡Oh mujer, grande es tu fe!, le dirá a una mujer cananea. Y luego: Hágase como tú quieras7. No hay obstáculo para el creyente. Todo es posible para el que cree8, le dice al padre del muchacho que estaba poseído por un espíritu mudo. Los Apóstoles se manifiestan al Señor con toda sencillez. Conocen su fe insuficiente en muchos casos ante lo que ven y oyen, y un día le piden a Jesús: ¡Auméntanos la fe! El Señor les responde: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este moral: arráncate y plántate en el mar, y os obedecería9. También nosotros nos encontramos como los Apóstoles; nos falta fe ante la carencia de medios, ante las dificultades en el apostolado, ante los acontecimientos, que nos cuesta interpretar desde un punto de vista sobrenatural. Si vivimos con la mirada puesta en Dios no hemos de temer nada: "la fe, si es fuerte, defiende toda la casa"10, defiende toda nuestra vida. Con ella podemos alcanzar frutos que están por encima de nuestras pocas fuerzas; no tendremos imposibles. "Jesucristo pone esta condición: que vivamos de la fe, porque después seremos capaces de remover los montes. Y hay tantas cosas que remover..., en el mundo y, primero, en nuestro corazón"11. Imitemos a los Apóstoles y con ánimo humilde, porque conocemos nuestras pocas fuerzas y nuestras cobardías, pidamos al Señor que tenga piedad de nosotros. "Señor, ¡auméntanos la fe!", le decimos en nuestra oración. ¡Santa María, pídele a tu Hijo que aumente nuestra fe flaca y débil en tantas ocasiones! Con esta confianza aguardamos la Navidad, y por eso rezamos con la Iglesia: Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe el nacimiento de tu Hijo; concédenos llegar a la Navidad –fiesta de gozo y salvación– y poder celebrarla con alegría desbordante12. II. La fe es el tesoro más grande que tenemos y, por eso, hemos de poner todos los medios para conservarla y acrecentarla. También es lógico que la defendamos de todo aquello que le pueda hacer daño: lecturas (especialmente en épocas en que los errores están más difundidos), espectáculos que ensucian el corazón, provocaciones de la sociedad de consumo, programas de televisión que puedan dañar este tesoro que hemos recibido. Pongamos los medios para una adecuada formación, tanto más sólida cuanto más difíciles sean los ambientes y situaciones en los que se desarrolla nuestra vida; procuremos rezar con atención el Credo en la Misa de los domingos y fiestas, haciendo una verdadera profesión de fe. En un época de confusión doctrinal hay que velar con especial cuidado para no ceder en el contenido de nuestra fe, ni aun en lo más pequeño, porque "si se cede en cualquier punto del dogma católico, después será necesario ceder en otro, y después en otro más, y así hasta que tales abdicaciones se conviertan en algo normal y lícito. Y una vez que se ha metido la mano para rechazar el dogma pedazo a pedazo, ¿qué sucederá al final, sino repudiarlo en su totalidad?"13. Si guardamos la fe y la reflejamos en nuestra vida ordinaria sabremos comunicarla a los demás. Daremos al mundo el mismo testimonio que dieron los primeros cristianos: fueron fuertes como la roca ante dificultades inimaginables. Muchos de nuestros amigos, al ver que nuestra conducta es coherente con la fe que profesamos, se verán movidos por este testimonio sereno y firme y se acercarán a Nuestro Señor. A todo el que me confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos14. ¡Qué gran promesa para alentarnos a una vida apostólica! Reconocer al Señor delante de los hombres es ser testigos vivos de su vida y de su palabra. Nosotros queremos cumplir nuestras tareas cotidianas según la doctrina de Jesucristo, y debemos estar dispuestos a que se transparente nuestra fe en todas nuestras obligaciones familiares y profesionales. Pensemos un momento en nuestro trabajo, en nuestros compañeros, en nuestras amistades: ¿se nos reconoce como personas cuya conducta es coherente con su fe? ¿Nos falta audacia para hablar de Dios a nuestros amigos? ¿Nos sobran respetos humanos? ¿Cuidamos la fe de aquellos que, de alguna forma, el Señor ha puesto a nuestro cargo? Una consecuencia de la fe firme es el optimismo y la seguridad de que las cosas saldrán adelante. El poder de Dios está con nosotros y disipa todo posible temor. Él que nos ha dado una vocación de santidad y una misión divina, nos dará también la gracia para cumplirla. III. En todo tiempo hemos de fijarnos en Nuestra Señora, que vivió toda su existencia movida por la fe, pero especialmente en este tiempo de Adviento que es tiempo de espera, de esperanza segura, antes de que naciera el Mesías de su seno virginal. Bienaventurada tú que has creído15, le dice su prima Santa Isabel. Confianza y serenidad de la Virgen ante el descubrimiento mismo de su vocación. ¡Ella es la Madre de Dios! Es aquella criatura de quien venían hablando los Libros Sagrados desde los mismos comienzos del Génesis, la que aplastaría la cabeza del enemigo de Dios y de los hombres16, la anunciada tantas veces por los Profetas17. Yahvé ha mirado la humildad, la sencillez, de su esclava18. Serenidad confiada de la Virgen en el silencio que ha de mantener ante San José. María quería a José y le ve sufrir19. Ella confía en Dios. Es posible que al seguir la propia vocación, o al actuar cumpliendo la voluntad de Dios, temamos hacer sufrir a las personas queridas. ¡Él sabe arreglar bien las cosas! "¡Dios sabe más!"20, ve más lejos. El cumplimiento de la voluntad de Dios, que siempre exige fe, es el mayor bien para nosotros y para quienes habitualmente tratamos. Fe de la Virgen en los momentos difíciles que preceden al Nacimiento de Jesús. San José llamó a muchas puertas aquella noche santa, y la Virgen oyó muchas negativas. Fe ante la huida precipitada a Egipto. ¡Dios huyendo a un país extraño...! Confianza de María cada día de los treinta años que Jesús vivió oculto en Nazaret, cuando no hay signos prodigiosos de la divinidad de su Hijo, sino un trabajo sencillo y normal. Fe de María en el Calvario. "Avanzó la Santísima Virgen en la peregrinación de la fe, y mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la Cruz, junto a la cual no sin designio divino permaneció en pie, sufriendo profundamente con su Unigénito y asociándose con entrañas de madre a su Sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la Víctima que Ella misma había engendrado"21. María vive con la mirada puesta en Dios. Ha puesto toda su confianza en el Altísimo y se ha rendido por completo a Él. Eso nos pide Ella a nosotros: que vivamos con una confianza inquebrantable en Jesús. Y esto, porque desea vernos serenos en medio de todas las tempestades, y porque debemos dar serenidad a quienes están cerca de nosotros. Quiere, sobre todo, vernos un día en el Cielo, junto a su Hijo. Con la liturgia de la Iglesia rezamos: Dios y Señor nuestro, que en el parto de la Virgen has querido revelar al mundo entero el esplendor de tu gloria: asístenos con tu gracia, para que proclamemos con fe íntegra y celebremos con piedad sincera el misterio admirable de la encarnación de tu Hijo22. 1 Primera lectura de la Misa, Is 29, 17-24. — 2 Mt 9, 27-31. — 3 Mt 9, 28-29. — 4 Mc 10, 52. — 5 Lc 8, 50. — 6 Lc 8, 48. — 7 Mt 15, 28. — 8 Mc 9, 23. — 9 Lc 17, 5-10. — 10 San Ambrosio, Comentario sobre el Salmo 18, 12, 13. — 11 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 203. — 12 Oración de la Misa del 3.° domingo de Adviento. — 13 San Vicente de Lerins, Conmonitorio, n. 23. — 14 Mt 10, 32. — 15 Lc 1, 45. — 16 Gen 3, 15. — 17 Cfr. Is 7, 14; Miq 5, 2. — 18 Cfr. Lc 1, 48. — 19 Cfr. Mt 1, 18-19.— 20 A. del Portillo, en la presentación de "Amigos de Dios". — 21 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 58. — 22 Oración de la Misa del día 19 de diciembre. |
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Juan Damasceno
Obispo y Doctor de la Iglesia
Año 749
Se le llama "Damasceno", porque era de la ciudad de Damasco (en Siria).
Su fama se debe principalmente a que él fue el primero que escribió defendiendo la veneración de las imágenes.
Era hijo de un alto empleado del Califa de Damasco, y ejerció también el importante cargo de ministro de Hacienda en esa capital. Pero de pronto dejó todos sus bienes, los repartió entre los pobres y se fue de monje al monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén, y allí se dedicó por completo a leer y escribir.
Juan se dio cuenta de que Dios le había concedido una facilidad especial para escribir para el pueblo, y especialmente para resumir los escritos de otros autores y presentarlos de manera que la gente sencilla los pudiera entender.
Al principio sus compañeros del monasterio se escandalizaban de que Juan se dedicara a escurrir versos y libros, porque ese oficio no se había acostumbrado en aquella comunidad. Pero de pronto cambiaron de opinión y le dieron plena libertad de escribir (dice la tradición que este cambio se debió a que el superior del monasterio oyó en sueños que Nuestro Señor le mandaba dar plena libertad a Damasceno para que escribiera).
En aquel tiempo un emperador de Constantinopla, León el Isaúrico, dispuso prohibir el culto a las imágenes, metiéndose él en los asuntos de la Iglesia, cosa que no le pertenecía, y demostrando una gran ignorancia en religión, como se lo probó en carta famosa el Papa Gregorio II. Y fue entonces cuando le salió al combate con sus escritos San Juan Damasceno. Como nuestro santo vivía en territorios que no pertenecían al emperador (Siria era de los Califas mahometanos), podía escribir libremente sin peligro de ser encarcelado. Y así fue que empezó a propagar pequeños escritos a favor de las imágenes, y estos corrían de mano en mano por todo el imperio.
El iconoclasta León el Isaúrico, decía que los católicos adoran las imágenes (se llama iconoclasta al que destruye imágenes). San Juan Damasceno le respondió que nosotros no adoramos imágenes, sino que las veneramos, lo cual es totalmente distinto. Adorar es creer que una imagen en un Dios que puede hacernos milagros. Eso sí es pecado de idolatría. Pero venerar es rendirle culto a una imagen porque ella nos recuerda un personaje que amamos mucho, por ej. Jesucristo, la Sma. Virgen o un santo. Los católicos no adoramos imágenes (no creemos que ellas son dioses o que nos van a hacer milagros. Son sólo yeso o papel o madera, etc.) pero sí las veneramos, porque al verlas recordamos cuanto nos han amado Jesucristo o la Virgen o los santos. Lo que la S. Biblia prohibe es hacer imágenes para adorarlas, pero no prohibe venerarlas (porque entonces en ningún país podían hacerse imágenes de sus héroes y nadie podría conservar el retrato de sus padres).
San Juan Damasceno decía en sus escritos: "lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen. Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen".
Dicen autores muy antiguos que el emperador León, por rabia contra San Juan Damasceno por lo bien que escribía en favor de las imágenes, mandó a traición que le cortaran la mano derecha, con la cual escribía. Pero el santo que era devotísimo de la Sma. Virgen, se encomendó a Ella con gran fe y la Madre de Dios le curó la mano cortada y con esa mano escribió luego sermones muy hermosos acerca de Nuestra Señora.
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Bárbara, Santa Virgen y mártir, Diciembre 4
Virgen y Mártir Película excelente: http://www.gloria.tv/media/nPsK4AaTRfs Martirologio Romano: Conmemoración de santa Bárbara, de la cual se dice que fue virgen y mártir en Nocomedia (s. III/IV). |
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Cirano (Sigiramnio), Santo Abad, Diciembre 4
Abad Martirologio Romano: En el territorio de Bourges, actualmente en Francia, San Cirano (Sigiramnio), monje, peregrino y abad de Longoret. |
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Ada (Adrehildis) de Le Mans, Santa Abadesa, Diciembre 4
Abadesa Martirologio Romano: En Cenómano (hoy Le Mans), de Neustria, santa Adrehildis o Ada, abadesa del monasterio de Santa María (c. 692). |
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Fuente: Kolping.net
Adolfo Kolping, Beato Presbítero y Fundador, Diciembre 4
Presbítero y Martirologio Romano: En Colonia, de Renania, en Prusia, beato Adolfo Kolping, presbítero, quien, ardientemente solícito para con los trabajadores y la justicia social, fundó una sociedad de jóvenes obreros, que difundió en muchos lugares (1865). |
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Fuente: Vatican.va
Juan Calabria, Santo Presbítero Fundador, Diciembre 4
Fundador de las Congregaciones de los Pobres Siervos |
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Fuente: Francisancos.net
Pedro de Siena (el Pectinario), Beato Penitente Franciscano, Diciembre 4
Religioso Franciscano Martirologio Romano: En Siena, de la Toscana, beato Pedro Pectinario, religioso de la Tercera Orden de San Francisco, insigne por su peculiar caridad hacia los pobres y los enfermos, y por su humildad y silencio (1289). |
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Fuente: FrateFrancesco.org
Francisco Gálvez, Jerónimo de Angelis y Simón Yempo. Beatos Religiosos Presbíteros, Diciembre 4
Mártires en Japón Martirologio Romano: En el lugar llamado Edo, de Japón, beatos mártires Francisco Gálvez, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, Jerónimo de Angelis, presbítero, y Simón Yempo, religioso, estos dos últimos de la Compañía de Jesús, todos los cuales fueron quemados por odio a la fe (c. 1622/1623). |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Diciembre 4
San Heracles, obispo |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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