JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 3, 1-6
Gloria a ti, Señor.
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea,
Herodes rey de Galilea, su hermano Filipo rey de las regiones de Iturea y Traconítide, y Lisanias rey de Abilene, en tiempos de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, la palabra de Dios vino sobre Juan, el hijo de Zacarías, en el desierto.
Y fue por toda la región del Jordán predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías:
Voz del que grita en el desierto: preparen el camino del Señor; hagan rectos sus senderos; todo barranco será rellenado y toda montaña o colina será rebajada; los caminos torcidos se enderezarán y los desnivelados se rectificarán. Y todos verán la salvación de Dios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Adviento (2o.dom) Ciclo C
Antífona de Entrada
Pueblo de Sión, mira al Señor que viene para salvar a todos los pueblos; y dejará oír la majestad de su voz para alegría de nuestro corazón.
Oración Colecta
Oremos:
Que nuestra responsabilidades terrenas no nos impidan, Señor, prepararnos a la venida de tu Hijo; y que la sabiduría que viene del cielo, nos disponga a recibirlo para que podamos participar de su propia vida.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Dios mostrará tu grandeza
Lectura del libro del profeta Baruc 5, 1-9
Jerusalén, deja tu vestido de luto y miseria y vístete de fiesta con la gloria que Dios te concede. Colócate el manto de la victoria de Dios, adorna tu cabeza con la diadema gloriosa del Dios eterno.
Porque Dios mostrará tu esplendor a todos los pueblos de la tierra. Dios te dará para siempre este
nombre: "Paz en la justicia, Gloria en la piedad".
Levántate, Jerusalén, colócate en lo alto y mira hacia oriente; allí están tus hijos, convocados desde donde sale el sol hasta el ocaso, por la palabra del Santo, alegres porque Dios se ha acordado de ellos. Salieron de ti a pie, conducidos por el enemigo, pero Dios te los devuelve con honor, transportados como en un trono de rey.
Porque Dios ha mandado que todo monte elevado y toda colina perenne se abajen; que los valles se emparejen y se nivele la tierra, para que Israel avance seguro guiado por la gloria de Dios. El ha ordenado a los bosques y a todos los árboles aromáticos que den sombra a Israel. Porque Dios conducirá a Israel con alegría al resplandor de su gloria, en medio de su misericordia y de su fuerza salvadora.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 125, 1-2ab.2cd-3.4-5.6
Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía un sueño: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de canciones.
Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Los paganos decían: "El Señor ha hecho grandes cosas por ellos". El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y estamos alegres.
Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Cambia, Señor, nuestra suerte como cambian los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre canciones.
Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Aunque iban llorando cuando llevaban la semilla, regresan contentos, trayendo la cosecha.
Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Segunda Lectura
Manténganse limpios e irreprochables para el día de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 1, 4-6.8-11
Hermanos: Cuando ruego por ustedes lo hago siempre con alegría, porque han colaborado en el anuncio del Evangelio desde el primer día hasta hoy. Estoy convencido de que Dios, que comenzó en ustedes esta obra tan buena, la llevará a feliz término para el día en que Cristo Jesús se manifieste.
Dios es testigo de que a todos ustedes los quiero entrañablemente en Cristo Jesús.Y le pido que el amor de ustedes crezca más y más en conocimiento y sensibilidad para todo. Así sabrán discernir lo que más convenga, y el día en que Cristo se manifieste los encontrará limpios y sin culpa, colmados del fruto de la salvación que se logra por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos y todos los hombres verán al Salvador.
Aleluya.
Evangelio
Todos verán la salvación de Dios
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 3, 1-6
Gloria a ti, Señor.
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea,
Herodes rey de Galilea, su hermano Filipo rey de las regiones de Iturea y Traconítide, y Lisanias rey de Abilene, en tiempos de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, la palabra de Dios vino sobre Juan, el hijo de Zacarías, en el desierto.
Y fue por toda la región del Jordán predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías:
Voz del que grita en el desierto: preparen el camino del Señor; hagan rectos sus senderos; todo barranco será rellenado y toda montaña o colina será rebajada; los caminos torcidos se enderezarán y los desnivelados se rectificarán. Y todos verán la salvación de Dios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Salgamos al encuentro del Señor, que se acerca a nosotros con designios de paz y presentémosle confiados nuestra plegaria:
(Respondemos a cada petición: Te rogamos que nos escuches).
Para que la Iglesia viva alegre, sin inquietarse por nada y, llena de esperanza, crea que el Señor está cerca de ella, roguemos al Señor.
Te rogamos que nos escuches.
Para que nuestra comunidad, con la ayuda de Dios, goce de seguridad, de alegría y de paz, roguemos al Señor.
Te rogamos que nos escuches.
Para que el Señor, con su venida, conforte los corazones abatidos y fortalezca las rodillas que se doblan, roguemos al Señor.
Te rogamos que nos escuches.
Para que nuestra fe crea firmemente en los dones que Dios nos promete y, ayudados por la gracia divina, nos dispongamos a recibir los auxilios que él nos envía, roguemos al Señor.
Te rogamos que nos escuches.
Celebrante:
Señor Dios, grande en el amor, que llamas a los humildes al esplendor de tu Reino, escucha nuestra oración y endereza nuestro camino hacia ti; abaja los montes elevados de nuestra soberbia, para que celebremos con fe ardiente la venida de Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Que te sean agradables, Señor, nuestras humildes ofrendas y oraciones y que tu misericordia supla la extrema pobreza de nuestros méritos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Los dos advientos de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación; para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Levántate, Jerusalén, sube a lo alto para que contemples la alegría que te viene de Dios.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Como fruto de nuestra participación en este sacramento de vida eterna, enséñanos, Señor, a no sobrevalorar las cosas terrenales y a estimar las del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Adviento. Segundo domingo
EL PRECURSOR: PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR
— La vocación del Bautista. Su figura en el Adviento.
— Humildad de Juan. Necesidad de esta virtud para el apostolado.
— Nosotros somos testigos y precursores. Apostolado con quienes tratamos habitualmente.
I. Pueblo de Sión: mira al Señor que viene a salvar a los pueblos. El Señor hará oír la majestad de su voz, y os alegraréis de todo corazón1.
Mira al Señor que viene... Iba a llegar el Salvador y nadie advertía nada. El mundo seguía como de costumbre, en la indiferencia más completa. Solo María sabe; y José, que ha sido advertido por el ángel. El mundo está en la oscuridad: Cristo está aún en el seno de María. Y los judíos seguían disertando sobre el Mesías, sin sospechar que lo tenían tan cerca. Pocos esperaban la consolación de Israel: Simeón, Ana... Estamos en Adviento, en la espera.
Y en este tiempo litúrgico la Iglesia propone a nuestra meditación la figura de Juan el Bautista. Este es aquel de quien habló el profeta Isaías diciendo: Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas2.
La llegada del Mesías fue precedida de profetas que anunciaban de lejos su llegada, como heraldos que anuncian la llegada de un gran rey. "Juan aparece como la línea divisoria entre ambos Testamentos: el Antiguo y el Nuevo. El Señor mismo enseña de algún modo lo que es Juan, cuando dice: La ley y los Profetas hasta Juan Bautista. Es personificación de la antigüedad y anuncio de los tiempos nuevos. Como representante de la antigüedad, nace de padres ancianos; como quien anuncia los tiempos nuevos, se muestra ya profeta en el seno de su madre. Aún no había nacido cuando, a la llegada de Santa María, salta de gozo dentro de su madre3. Juan se llamó el profeta del Altísimo, porque su misión fue ir delante del Señor para preparar sus caminos, enseñando la ciencia de salvación a su pueblo"4.
Toda la esencia de la vida de Juan estuvo determinada por esta misión, desde el mismo seno materno. Esta será su vocación; tendrá como fin preparar a Jesús un pueblo capaz de recibir el reino de Dios y, por otra parte, dar testimonio público de Él. Juan no hará su labor buscando una realización personal, sino para preparar al Señor un pueblo perfecto. No lo hará por gusto, sino porque para eso fue concebido. Así es todo apostolado: olvido de uno mismo y preocupación sincera por los demás.
Juan realizará acabadamente su cometido, hasta dar la vida en el cumplimiento de su vocación. Muchos conocieron a Jesús gracias a la labor apostólica del Bautista. Los primeros discípulos siguieron a Jesús por indicación expresa suya, y otros muchos estuvieron preparados interiormente gracias a su predicación.
La vocación abraza la vida entera y todo se pone en función de la misión divina. De la respuesta que Juan dé más tarde, hace depender el Señor la conversión de muchos de los hijos de Israel.
Cada hombre, en su sitio y en sus propias circunstancias, tiene una vocación dada por Dios; de su cumplimiento dependen otras muchas cosas queridas por la voluntad divina: "De que tú y yo nos portemos como Dios quiere –no lo olvides– dependen muchas cosas grandes"5. ¿Acercamos al Señor a quienes nos rodean? ¿Somos ejemplares en la realización de nuestro trabajo, en la familia, en nuestras relaciones sociales? ¿Hablamos del Señor a nuestros compañeros de trabajo o de estudio?
II. Plenamente consciente de la misión que le ha sido encomendada, Juan sabe que ante Cristo no es ni siquiera digno de llevarle las sandalias6, lo que solía hacer el último de los criados con su señor; para ese menester cualquiera servía. El Bautista no tiene reparo en proclamar que él carece de importancia ante Jesús. Ni siquiera se define a sí mismo según su ascendencia sacerdotal. No dice: "Yo soy Juan, hijo de Zacarías, de la tribu sacerdotal de...". Por el contrario, cuando le preguntan: ¿Quién eres tú?, Juan dice: Yo soy la voz que clama en el desierto: Preparad los caminos del Señor, allanad sus sendas. Él no es más que eso: la voz. La voz que anuncia a Jesús. Esa es su misión, su vida, su personalidad. Todo su ser viene definido por Jesús; como tendría que ocurrir en nuestra vida, en la vida de cualquier cristiano. Lo importante de nuestra vida es Jesús.
A medida que Cristo se va manifestando, Juan busca quedar en segundo plano, ir desapareciendo. Sus mejores discípulos serán los que sigan, por indicación suya, al Maestro en el comienzo de su vida pública. Este es el Cordero de Dios, dirá a Juan y a Andrés, indicando a Jesús que pasaba. Con gran delicadeza se desprenderá de quienes le siguen para que se vayan con Cristo. Juan "perseveró en la santidad, porque se mantuvo humilde en su corazón"7; por eso mereció también aquella formidable alabanza del Señor: En verdad os digo que no ha salido de entre los hijos de mujer nadie mayor que Juan8.
El Precursor señala también ahora el sendero que hemos de seguir. En el apostolado personal –cuando vamos preparando a otros para que encuentren a Cristo–, debemos procurar no ser el centro. Lo importante es que Cristo sea anunciado, conocido y amado: Solo Él tiene palabras de vida eterna, solo en Él se encuentra la salvación. La actitud de Juan es una enérgica advertencia contra el desordenado amor propio, que siempre nos empuja a ponernos indebidamente en primer plano. Un afán de singularidad no dejaría sitio a Jesús.
El Señor nos pide también que vivamos sin alardes, sin afanes de protagonismo, que llevemos una vida sencilla, corriente, procurando hacer el bien a todos y cumpliendo nuestras obligaciones con honradez. Sin humildad no podríamos acercar a nuestros amigos al Señor. Y entonces nuestra vida quedaría vacía.
III. Nosotros, sin embargo, no somos solo precursores; somos también testigos de Cristo. Hemos recibido con la gracia bautismal y la Confirmación el honroso deber de confesar, con las obras y de palabra, la fe en Cristo. Para cumplir esta misión recibimos frecuentemente, y aun a diario, el alimento divino del Cuerpo de Jesús; los sacerdotes nos prodigan la gracia sacramental y nos instruyen con la enseñanza de la Palabra divina.
Todo lo que poseemos es tan superior a lo que Juan tenía, que Jesús mismo pudo decir que el más pequeño en el reino de Dios es mayor que Juan. Sin embargo, ¡qué diferencia! Jesús está a punto de llegar, y Juan vive fundamentalmente para ser el Precursor. Nosotros somos testigos; pero, ¿qué clase de testigos somos? ¿Cómo es nuestro testimonio cristiano entre nuestros colegas, en la familia? ¿Tiene suficiente fuerza para persuadir a los que no creen todavía en Él, a quienes no le aman, a los que tienen una idea falsa acerca de Jesús? ¿Es nuestra vida una prueba, al menos una presunción, a favor de la verdad del cristianismo? Son preguntas que podrían servirnos para vivir este Adviento, en el que no puede faltar un sentido apostólico.
Mira al Señor que viene... Juan sabe que Dios prepara algo muy grande, de lo cual él debe ser instrumento, y se coloca en la dirección que le señala el Espíritu Santo. Nosotros sabemos mucho más acerca de lo que Dios tenía preparado para la humanidad. Nosotros conocemos a Cristo y a su Iglesia, tenemos los sacramentos, la doctrina salvadora perfectamente señalada... Sabemos que el mundo necesita que Cristo reine, sabernos que la felicidad y la salvación de los hombres dependen de Él. Tenemos al mismo Cristo, al mismo que conoció y anunció el Bautista.
Somos testigos y precursores. Hemos de dar testimonio, y, al mismo tiempo, señalar a otros el camino. "Grande es nuestra responsabilidad: porque ser testigo de Cristo supone, antes que nada, procurar comportarnos según su doctrina, luchar para que nuestra conducta recuerde a Jesús, evoque su figura amabilísima. Hemos de conducirnos de tal manera, que los demás puedan decir, al vernos: este es cristiano, porque no odia, porque sabe comprender, porque no es fanático, porque está por encima de los instintos, porque es sacrificado, porque manifiesta sentimientos de paz, porque ama"9.
Quizá el mundo ahora, en muchos casos, tampoco espera nada. O espera en otra dirección, de donde no vendrá nadie. Muchos se hallan volcados hacia los bienes materiales como si fueran su fin último, pero con ellos no llenarán su corazón jamás. Hemos de señalarles el camino. A todos. "Conocéis –nos dice San Agustín– lo que cada uno de vosotros tiene que hacer en su casa, con el amigo, el vecino, con su dependiente, con el superior, con el inferior. Conocéis también de qué modo da Dios ocasión, de qué manera abre la puerta con su palabra. No queráis, pues, vivir tranquilos hasta ganarlos para Cristo, porque vosotros habéis sido ganados por Cristo"10.
Nuestra familia, los amigos, los compañeros de trabajo, aquellas personas a quienes vemos con frecuencia, deben ser los primeros en beneficiarse de nuestro amor al Señor. Con el ejemplo y con la oración debemos llegar incluso hasta aquellos con quienes no tenemos ocasión de hablar.
Nuestra gran alegría será haber acercado a Jesús, como hizo el Bautista, a muchos que estaban lejos o indiferentes. Sin perder de vista que es la gracia de Dios y no nuestras fuerzas humanas la que consigue mover las almas hacia Jesús. Y como nadie da lo que no tiene, se hace más urgente un esfuerzo por crecer en la vida interior, de forma que el amor de Dios sobreabundante pueda contagiar a todos los que pasan por nuestro lado.
La Reina de los Apóstoles aumentará nuestra ilusión y esfuerzo por acercar almas a su Hijo, con la seguridad de que ningún esfuerzo es vano ante Él.
1 Antífona de entrada de la Misa, cfr. Is 30,19-30. — 2 Mt 3, 3. — 3 Cfr. Lc 1, 76-77. — 4 San Agustín, Sermón 293, 2. — 5 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 755. — 6 Cfr. Mt 3, 11. — 7 San Gregorio Magno, Trat. sobre el Evang. de San Lucas, 20, 5. — 8 Mt 11, 11. — 9 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 122. — 10 San Agustín, Trat. sobre el Evang. de San Juan, 10, 9.
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6 de diciembre. 7º Día de la Novena REFUGIO DE LOS PECADORES — La Virgen y el sacramento de la Penitencia. — Su actitud misericordiosa para con los pecadores. — Nuestro refugio. I. Salve, llena de gracia, eres llamada clementísima para los pecadores, porque contemplas misericordiosa nuestra miseria1. Desde muy antiguo fue costumbre en algunos lugares representar a Nuestra Señora con un gran manto debajo del cual se encuentran, con rostros de paz, todo género de gentes: papas y reyes, comerciantes y campesinos, hombres y mujeres... A algunos, que no se cobijaron bien bajo este manto protector, se les ve heridos por alguna flecha: el perezoso es representado sentado y con la flecha en una pierna anquilosada, el goloso con el plato en la mano y la flecha en el vientre...2. Refugium peccatorum: desde siempre los cristianos la han visto como amparo y refugio de los pecadores, donde acudimos a protegernos, como por instinto, en momentos de mayor tentación o dificultades más grandes, o cuando quizá no hemos sido fieles al Señor. Ella es el atajo que nos facilita la vuelta rápida a Jesús. En los primeros siglos de nuestra fe, los Santos Padres, al tratar del misterio de la Encarnación del Verbo, afirmaron con frecuencia que el seno virginal de María fue el lugar donde se realizó la paz entre Dios y los hombres. Ella, por su especialísima unión con Cristo, ejerce una maternidad sobre los hombres que consiste en "contribuir a restaurar la vida sobrenatural en las almas"3; por esta maternidad, forma parte muy especial del plan querido por Dios para librar al mundo de sus pecados. Para eso, "se consagró totalmente como esclava del Señor a la Persona y a la obra de su Hijo, sirviendo bajo Él y con Él al misterio de la redención"4; estuvo asociada a la expiación de Cristo por todos los pecados del mundo, padeció con Él y fue corredentora en todos los momentos de la vida de Jesús, y de modo muy particular en el Calvario, donde ofreció a su Hijo al Padre y Ella se ofreció juntamente con Él: "Verdaderamente María se ha convertido en la aliada de Dios en virtud de su maternidad divina en la obra de la reconciliación"5. Por esto, suelen comentar muchos teólogos que la Virgen está de algún modo presente en la Confesión sacramental, donde se nos conceden particularmente las gracias de la redención. "Si alguien separa del sacramento de la penitencia la coexpiación de María, introduce entre Ella y Cristo una división que ni existió nunca ni puede ser admitida (...), puesto que es Cristo mismo quien asume en su expiación toda la cooperación expiatoria de su Madre"6. Muy cerca de la Confesión se encuentra siempre María: está presente en el camino que lleva a este sacramento, disponiendo el alma para que, con humildad, sinceridad y arrepentimiento, se llegue a este sacramento de la misericordia divina. Ella ejerce una labor maternal importantísima, facilitando el camino de la sinceridad y moviendo suavemente a esa fuente de la gracia. En el apostolado de la Confesión, Ella es la primera aliada. Si alguna vez avergüenzan particularmente las faltas cometidas, es el Refugio primero al que hay que acudir. Y Ella, poco a poco, con su gracia maternal, hace fácil lo que al principio quizá resultaba difícil. Si un hijo se ha alejado de la casa paterna, ¿qué madre no estaría dispuesta a facilitarle el regreso? "La Madre de Dios, que buscó afanosamente a su Hijo, perdido sin culpa de Ella, que experimentó la mayor alegría al encontrarle, nos ayudará a desandar lo andado, a rectificar lo que sea preciso cuando por nuestras ligerezas o pecados no acertemos a distinguir a Cristo. Alcanzaremos así la alegría de abrazarnos de nuevo a Él, para decirle que no lo perderemos Más"7. Santa María, Refugio de los pecadores, nuestro refugio, danos el instinto certero de acudir a Ti cuando nos hayamos alejado, aunque sea poco, del amor de tu Hijo, Danos el don de la contrición. II. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores... Siempre es posible el perdón. El Señor desea nuestra salvación y la limpieza de nuestra alma más que nosotros mismos. Dios es todopoderoso, es nuestro Padre y es Amor. Y Jesús dice a todos, y a nosotros también: no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores8. Él nos llama y en esta Novena con más fuerza para que, con la ayuda de su Madre, nos despeguemos del egoísmo, de pequeños rencores quizá, faltas de amor, juicios precipitados sobre los demás, faltas de desprendimiento... Debemos acercarnos a la gran fiesta de Nuestra Señora con un corazón más limpio. En la intimidad del corazón, debemos sentir esa llamada a una mayor pureza interior. Una tradición muy antigua narra la aparición del Señor a San Jerónimo. Jesús le dijo: Jerónimo, ¿qué me vas a dar?, a lo que el Santo respondió: Te ofreceré mis escritos. Y Cristo replicó que no era suficiente. ¿Qué te entregaré entonces?, ¿mi vida de mortificación y de penitencia? La respuesta fue: Tampoco me basta. ¿Qué me queda por dar?, preguntó Jerónimo. Y Cristo le contestó: Puedes darme tus pecados, Jerónimo9. A veces puede costar reconocer ante Dios los pecados, las flaquezas y los errores: darlos sin envoltura alguna, como son, sin justificación, con sinceridad de corazón, llamando a cada cosa por su nombre. Dios los toma porque es lo que nos separa de Él y de los demás, lo que nos hace sufrir, lo que impide una verdadera vida de oración. Dios los desea para destruirlos, para perdonarlos, y darnos a cambio una fuente de Vida. Enseña San Alfonso M.ª de Ligorio que el principal oficio que el Señor encomendó a María es ejercitar la misericordia, y que todas sus prerrogativas las pone María al servicio de la misma10. Resulta sorprendente, gozosamente sorprendente, la insistencia de Jesús en su llamada constante a los pecadores, pues el Hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido11. A través del ejercicio de esta actitud misericordiosa para con todos, le conocieron muchos de quienes vivieron cerca de Él: los fariseos y los escribas murmuraban y, decían: éste recibe a los pecadores y come con ellos12. Y, ante el asombro de todos, libra a la mujer adúltera de la humillación a que está siendo sometida, y luego la despedirá, perdonada, con estas sencillas palabras: Vete y no peques más13. Siempre es así Jesús. Nunca entre en nuestra mente recomendaba el Cardenal Newman la idea de que Dios es un amo duro, severo14. Esta imagen es la que se puede formar quien se comportaría de esa manera -con enfado, con dureza, con frialdad; quien se sintiera ofendido por otro. Pero Dios no es así, nos quiere más, nos busca más cuanto peor es nuestra situación. La misión de María no es ablandar la justicia divina. Dios es siempre bueno y misericordioso. La misión de Nuestra Señora es la de disponer nuestro corazón para que podamos recibir las innumerables gracias que el Señor nos tiene preparadas. "¿No será María un suave y poderoso estímulo para superar las dificultades inherentes a la Confesión sacramental? Más aún, ¿no invita Ella a la aceptación de esas dificultades para transformarlas en medio de expiación de las culpas propias y ajenas?"15. Acudamos siempre a Ella mientras nos preparamos y disponemos a recibir este sacramento. Santa María, "Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver a Él, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma"16. III. Sancta María, refugium nostrum et virtus... Refugio y fortaleza nuestra. La palabra refugio viene del latín lugere, huir de algo o de alguien... Cuando se acude a un refugio se huye del frío, de la oscuridad de la noche, de una tormenta; y se busca seguridad, abrigo y resguardo. Cuando acudimos a Nuestra Señora, encontramos la única protección verdadera contra las tentaciones, el desánimo, la soledad... Muchas veces solo el hecho de comenzar a rezarle es suficiente para que la tentación desaparezca, para recuperar la paz y el optimismo. Si en algún momento encontramos más dificultades y las tentaciones aprietan, hemos de acudir con prontitud a guarecernos bajo el manto de Nuestra Señora. "Todos los pecados de tu vida parece como si se pusieran de pie. No desconfíes. Por el contrario, llama a tu Madre Santa María, con fe y abandono de niño. Ella traerá el sosiego a tu alma"17. En Ella siempre encontraremos cobijo y protección. Ella "consuela nuestro temor, mueve nuestra fe, fortalece nuestra esperanza, disipa nuestros temores y anima nuestra pusilanimidad"18. Sus hijos, percibiendo su amor de madre, se refugian en Ella implorando perdón, y "al contemplar su espiritual belleza se esfuerzan por librarse de la fealdad del pecado, y al meditar sus palabras y ejemplos se sienten llamados a cumplir los mandatos de su Hijo"19. Madre mía, Refugio de los pecadores, enséñanos a reconocer nuestros pecados y a arrepentirnos de ellos. Sal a nuestro encuentro cuando nos resulte difícil el camino de vuelta hasta tu Hijo, cuando nos sintamos perdidos. 1 Misas de la Virgen María, n. 14. Antífona de la Misa Madre de la reconciliación. — 2 Cfr. M. Trens, María. Iconografía de la Virgen en el arte español, pp. 274 ss. — 3 Conc. Vat. II Const. Lumen gentium, 61. — 4 Ibídem, 56. — 5 Juan Pablo II, Exhort. Apost. Reconciliatio et Paenitentia, 2-XII-1984, n. 35. — 6 A. Bandera, La Virgen María y los sacramentos, Rialp, Madrid 1978, p. 173. — 7 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 278. — 8 Mt 9, 13. — 9 Cfr. F. J. Sheen, Desde la Cruz, p. 16. — 10 San Alfonso Mª. de Ligorio, Las glorias de María, VI. 3, 5. — 11 Mt 18, 11. — 12 Mt 11, 19. — 13 Jn 8, 11. — 14 Card. J. H. Newman, Sermón para el Domingo IV después de Epifanía. — 15 A. Bandera, o. c., pp. 179-180. — 16 Juan Pablo II, Oración a la Virgen de Guadalupe, enero 1979. — 17 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 498. — 18 San Bernardo, Homilía en la Natividad de la Virgen María, 7. — 19 Cfr. Misas de la Virgen María, n. 14. Prefacio de la Misa Madre de la reconciliación. |
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6 de diciembre
SAN NICOLÁS DE BARI*
Memoria
— Los santos amigos de Dios, son nuestros intercesores ante Él. San Nicolás.
— Necesidad de los bienes humanos y materiales.
— Generosidad y desprendimiento en los bienes. Acudir a San Nicolás en las necesidades económicas.
I. Leemos en el Antiguo Testamento cómo, cuando el Señor se disponía a destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra en castigo por sus pecados, intercedió Abrahán ante Él: Si hubiera cincuenta justos en la ciudad, ¿los exterminarías acaso y no perdonarías al lugar por los cincuenta justos?... Y le dijo Yahvé: si hallare en Sodoma cincuenta justos, perdonaría por ellos a todo el lugar. Pero Abrahán insistía lleno de confianza: ¿Y si se hallaren allí cuarenta?..., ¿veinte?... ¿Y si se hallaren allí diez? Y le contestó Yahvé: por los diez no la destruiría1. La respuesta del Señor es siempre misericordiosa.
También Moisés acudía a la misericordia divina, invocando a los que habían sido amigos de Dios: acuérdate de Abrahán, de Isaac y de Jacob, tus siervos2. De Jeremías, ya difunto, se lee: este es el amador de la nación, que ora mucho por el pueblo y por la ciudad santa3. En el Evangelio vemos cómo un centurión envía a unos ancianos, amigos del Señor, para que intercedan por él. Y estos, cuando llegaron junto a Jesús, le rogaban encarecidamente diciendo: Merece que le hagas esto, pues aprecia a nuestro pueblo y él mismo nos ha construido una sinagoga4. Jesús escuchó complacido a los judíos que hablaban en favor de este gentil: merece que le hagas esto... El mismo San Pablo pedía a los cristianos de Roma: os suplico, hermanos, por Nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que me ayudéis con vuestras oraciones, rogando por mí al Señor5. Y comenta San Jerónimo al hablar de los hermanos ya muertos: "si los Apóstoles y los mártires, cuando estaban encerrados en un cuerpo y tenían motivos para ocuparse de sí mismos, oraban por los demás, ¡cuánto más, después de la corona, la victoria y el triunfo!"6.
Desde siempre creyó la Iglesia que los santos que gozan ya de la eterna bienaventuranza, y las benditas almas del Purgatorio, son nuestros grandes aliados e intercesores. Ellos atienden nuestras peticiones y las presentan al Señor, avaladas por los méritos que adquirieron aquí en la tierra con su vida santa.
De San Nicolás, cuya fiesta celebramos hoy, se cuenta que fue muy generoso aquí en la tierra con la fortuna que heredó de unos padres ricos, cuando él era aún joven. Por eso se le considera intercesor en las necesidades materiales y económicas.
El Fundador del Opus Dei le tenía una gran devoción, y contaba que un día, abrumado ante muchos problemas económicos, se acordó de San Nicolás momentos antes de comenzar la celebración de la Santa Misa. Le hizo esta promesa en la sacristía: "si me sacas de esto, te nombro Intercesor". Pero, al subir las gradas del altar, se arrepintió de las condiciones, y le dijo: "y si no me sacas, te nombro igual". Salió adelante en aquellas circunstancias y acudió a la intercesión del Santo otras muchas veces7.
Muchas personas a lo largo de los siglos han acudido a San Nicolás ante situaciones económicas difíciles en la familia, en el trabajo, en las obras apostólicas, que frecuentemente han de tener una base económica. No temamos pedir al Señor estas ayudas materiales que Él mismo nos invita a solicitar cuando recitamos el Padrenuestro: danos hoy nuestro pan de cada día. Y muchas veces lo podemos pedir por mediación de los santos.
II. Mientras estemos en la tierra vamos a necesitar medios materiales y humanos, tanto para el sostenimiento de la propia familia como de aquellas tareas apostólicas que el Señor nos pida que promovamos o que colaboremos de alguna manera en ellas. Los bienes económicos son eso: bienes; se convierten en males cuando no sirven para hacer el bien; cuando hay un apegamiento desordenado que impide ver los sobrenaturales. San León Magno enseña que Dios no solo nos ha dejado los bienes espirituales, sino también los corporales8, para que los orientemos al bien humano y sobrenatural de los demás.
El mismo Jesús enseñó a los Apóstoles la necesidad de emplear medios humanos. En la primera misión apostólica les indicó expresamente: no llevéis bolsa ni alforja... Les deja sin apoyo material alguno para que vean que es Él, Jesús, quien da la eficacia. Comprendieron entonces que las curaciones, las conversiones, los milagros no se debían a sus cualidades humanas, sino al poder de Dios. Sin embargo, cuando está ya próxima la partida, complementa aquella primera enseñanza: ahora, el que tenga bolsa, que la lleve; y del mismo modo alforja9. Aunque los medios sobrenaturales son los principales en todo apostolado, quiere el Señor que utilicemos todos los medios humanos a nuestro alcance como si no existiera ninguno sobrenatural; los económicos, también.
Jesús mismo, para realizar su misión divina quiso servirse a menudo de medios terrenos: unos cuantos panes y unos pececillos, un poco de barro, la ayuda material de aquellas piadosas mujeres que le seguían...
Cuando sintamos la necesidad en la familia, en las obras apostólicas en las que colaboramos, etc., no dudemos en acudir al Señor. No olvidemos cómo su primer milagro, por intercesión de Nuestra Señora, se realizó para sacar de apuros a unos recién casados en un asunto que no era de vital importancia. ¿Cómo no nos va a atender a nosotros, si alguna vez le necesitamos? Pero no nos olvidemos tampoco de hacer todo lo que esté de nuestra parte, como aquellos sirvientes de Caná que llenaron de agua las tinajas hasta arriba10: pusieron todo lo que estaba en sus manos.
Alguna vez, en situaciones económicas apuradas, este texto puede dar paz a nuestras almas: "Me encuentro en una situación económica tan apurada como cuando más. No pierdo la paz. Tengo absoluta seguridad de que Dios, mi Padre, resolverá todo este asunto de una vez.
"Quiero, Señor, abandonar el cuidado de todo lo mío en tus manos generosas. Nuestra Madre ¡tu Madre! a estas horas, como en Caná, ha hecho sonar en tus oídos: ¡no tienen!... Yo creo en Ti, espero en Ti, Te amo, Jesús: para mí, nada; para ellos"11.
III. Se darán en nuestra vida ocasiones en las que el Señor aliente nuestra generosidad, y contribuyamos con nuestros medios económicos muchos o apenas ninguno al sostenimiento de la Iglesia o de instituciones buenas que promueven obras de cultura o de asistencia a gentes más necesitadas. También es posible que, además, debamos recaudar fondos para esas obras. Muchas páginas del Nuevo Testamento nos muestran el empeño de los discípulos de Cristo y de los primeros cristianos por allegar medios para la extensión del Evangelio. Vemos, por ejemplo, a Mateo, de buena posición económica, que desborda gratitud hacia Cristo12. Y aquel grupo de mujeres que sigue al Señor y le asistían con sus bienes13. Y esos otros discípulos gentes hacendadas, como José de Arimatea, que cede su sepulcro al Maestro y costea su sudario14; o Nicodemo, que se ocupa de comprar gran cantidad de mirra y áloes para embalsamar el Cuerpo del Señor15. De igual modo, observamos el heroico comportamiento de los primeros cristianos que vendían sus posesiones y demás bienes16, y todos los que tenían posesiones o casas, vendiéndolas, traían el precio de ellas y lo ponían a los pies de los Apóstoles17.
San Pablo organizará colectas en Antioquía, en Galacia, en Macedonia, en Grecia para socorrer a los fieles de Jerusalén, provocando la emulación de unos y otros18. Cuando el Apóstol escribe a los cristianos de Corinto les agradece su generosidad en la colecta que llevan a cabo, les alienta en su propósito y les dice: porque esto es lo que os conviene19. Y Santo Tomás, comentando estas palabras, resalta el provecho que se saca del desprendimiento de los bienes en favor de otros: "El bien de la piedad es más útil para quien la ejerce que para aquel que la recibe. Porque quien la ejerce saca de allí un provecho espiritual, mientras quien la recibe solo temporal"20. La limosna es uno de los principales remedios para curar las heridas del alma, que son los pecados21, y atrae siempre la misericordia divina.
Junto a nuestra generosidad y desprendimiento de los bienes, hemos de fomentar en nuestros amigos esa buena disposición del alma, que conseguirá del Señor tantas bendiciones para ellos y sus familias. "He aquí una tarea urgente: remover la conciencia de creyentes y no creyentes hacer una leva de hombres de buena voluntad, con el fin de que cooperen y faciliten los instrumentos materiales necesarios para trabajar con las almas"22. Nos puede servir, para terminar, esta frase que anima al esfuerzo, a la generosidad y al desprendimiento: "pensad ¿cuánto os cuesta también económicamente- ser cristianos?"23.
San Nicolás será nuestro aliado en el Cielo para ser generosos con Dios y con nuestros hermanos, y buscar estos medios económicos necesarios en la tierra. Acudamos a él. Cerca de Dios sigue siendo generoso con los que le invocan.
1 Cfr. Gen 18, 24-32. — 2 Ex 32, 13. — 3 2 Mac 15, 14. — 4 Cfr. Lc 7, 1-10. — 5 Rom 15, 30. — 6 San Jerónimo, Contra Vigilantium, 1, 6. — 7 Cfr A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, Rialp, 155, 161, 256, 470. — 8 San León Magno, Homilías, 10, 1. — 9 Lc 22, 36. — 10 Jn 2, 7. — 11 Cfr. San Josemaría Escrivá, Forja, n. 807. — 12 Mt 9, 9-10. — 13 Lc 8, 3. — 14 Mc 15, 46. — 15 Jn 19, 39. — 16 Hech 2, 45. — 17 Hech 4, 34-35. — 18 2 Cor 8, 8. — 19 2 Cor 8, 10. — 20 Santo Tomás, Comentario a la Segunda Carta a los Corintios, in loc. — 21 Cfr. Catecismo Romano, IV, 14, 23. — 22 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 24. — 23 ídem, Amigos de Dios, 126.
* San Nicolás de Bari nació en Patara hacia el año 270, fue Obispo de Mira en Licia (actualmente Turquía) y murió un 6 de diciembre entre los años 345 y 352. Su culto se extendió con rapidez en Oriente y se propagó más tarde en Occidente, principalmente después del traslado de sus reliquias a Bari (Italia) en el siglo xi. Son muy numerosas las iglesias e imágenes que se le han dedicado.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Nicolás
Obispo
Año 345
San Nicolás bendito, ruégale a Dios que
nos libre de todo peligro del alma y del cuerpo.
Su nombre significa "Protector y defensor de pueblos".
Este santo fue tan popular en la antigüedad, que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era invocado en los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, y la gente conseguía por su intercesión favores admirables.
Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y prácticamente con esta fecha se empezaban las festividades de diciembre. Como en alemán se llama "San Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus, y lo pintan como un anciano vestido de rojo, con una barba muy blanca, que pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños (entre nosotros lo llamaron Papá Noel).
De San Nicolás escribieron muy hermosamente San Juan Crisóstomo y otros grandes santos. Su biografía la escribió San Metodio, Arzobispo de Constantinopla, y de ella sacamos los siguientes datos curiosos.
Nació en Licia, Turquía, de padres muy ricos. Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Decía a sus padres: "sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos ha dado tanto".
Tenía un tío que era obispo y este lo consagró como sacerdote. Al morir sus padres atendiendo a los enfermos en una epidemia, él quedó heredero de una inmensa fortuna. Entonces repartió sus riquezas entre los pobres y se fue de monje a un monasterio. Después quiso visitar la Tierra Santa donde vivió y murió Jesús, y al volver de allá llegó a la ciudad de Mira (en Turquía) donde los obispos y sacerdotes estaban en el templo discutiendo a quién deberían elegir como nuevo obispo de la ciudad, porque el anterior se había muerto. Al fin dijeron: "elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo". Y en ese momento sin saber esto, entró Nicolás y por aclamación de todos fue elegido obispo. Por eso se le llama San Nicolás de Mira.
La especialidad de este santo fueron los milagros tan numerosos que logró conseguir de Dios. Lo pintaban con unos niños, porque los antiguos contaban que un criminal hirió a cuchillo a varios niñitos, y el santo al rezar por ellos obtuvo su curación instantánea. También pintan junto a él a una señorita, porque en su ciudad había un anciano muy pobre con tres hijas y no lograba que se casaran por ser en tan extremo pobres. Entonces el santo por tres días seguidos, cada noche le echó por la ventana una bolsa con monedas de oro, y así el anciano logró casar a sus hijas muy bien.
Es Patrono de los marineros, porque estando unos marineros en medio de una terribilísima tempestad en alta mar, empezaron a decir: "Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos". Y en ese momento vieron aparecer sobre el barco a San Nicolás, el cual bendijo al mar, que se calmó, y en seguida desapareció.
Otro día iban a condenar injustamente a tres amigos suyos que estaban muy lejos. Ellos rezaron pidiendo a Dios que por la intercesión de Nicolás su obispo los protegiera. Y esa noche en sueños el santo se apareció al juez y le dijo que no podía condenar a esos tres inocentes. Y fueron absueltos.
El emperador Licino decretó una persecución contra los cristianos y Nicolás fue encarcelado y azotado, pero siguió aprovechando toda ocasión que se le presentaba, para enseñar la religión a cuantos trataban con él. Más tarde llegó el emperador Constantino y lo liberó a él junto con todos los demás prisioneros cristianos.
Luego apareció la herejía de Arrio que decía que Jesucristo no es Dios. San Nicolás se opuso con toda su sabiduría y con su gran ascendiente y no permitió que los arrianos entraran a su ciudad de Mira.
Dicen que el santo murió el 6 de diciembre del año 345.
En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde estuvo de obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia. En esa ciudad se obtuvieron tan admirables milagros al rezarle a este gran santo, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía. En Roma ya en el año 550 le habían construido un templo en su honor.
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Pedro Pascual, Santo Mártir Mercedario, 6 Diciembre
Mártir Mercedario
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Emilio y compañeros, Santos Mártires, 6 de diciembre
Dionisia, Mayórico, Dativa, Leoncia, Tercio, Bonifacio, Servio y Emiliano (Emilio)
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Abraham de Kratia, Santo Monje, 6 de diciembre
Diciembre 6
Etimológicamente significa "hombre excelso, padre de muchos". Viene de la lengua hebrea. |
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Luisa María Frías Cañizares, Beata Mártir, 6 Diciembre
Nacida el 20 de junio de 1896 en Valencia, murió en Picadero de Paterna,Valencia, España, el 6 de Diciembre de 1936. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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