JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45
Gloria a ti, Señor.
Por aquellos días, María se puso en camino y fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces:
"¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Adviento (4o.dom) Ciclo C
Antífona de Entrada
Destilen, cielos, el rocío; nubes, lluevan al justo; que la tierra se abra y haga germinar al salvador.
Oración Colecta
Oremos:
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
De ti saldrá el jefe de Israel
Lectura del profeta Miqueas 5, 1-4a
Esto dice el Señor:
"En cuanto a ti, Belén de Efrata, que no destacas entre las aldeas de Judá, sacaré de ti al que ha de ser soberano de Israel: sus orígenes se remontan a los tiempos antiguos, a los días pasados.
Por eso el Señor abandonará a los suyos hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces los que aún queden volverán a reunirse con sus hermanos israelitas. El se mantendrá firme y pastoreará con la fuerza del Señor, y con la majestad del nombre del Señor su Dios. Ellos vivirán seguros, porque extenderá su poder hasta los extremos de la tierra. El mismo será la paz".
Palabra del Señor.
Salmo Responsorial
Sal 79, 2-ac y 3b.15-16.18-19
Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.
Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre los querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos.
Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.
Dios todopoderoso, atiéndenos, mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la planta que sembraste, el retoño que hiciste vigoroso.
Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.
Que tu mano proteja al elegido, al hombre que tú fortaleciste. Ya nunca nos apartaremos de ti; devuélvenos la vida para que invoquemos tu nombre.
Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.
Segunda Lectura
Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad
Lectura de la Carta a los Hebreos 10, 5-10
Hermanos: Cuando Cristo entró en este mundo, dijo: "No has querido sacrificio ni ofrenda, pero me has formado un cuerpo; no has aceptado holocaustos ni sacrificios por el pecado. Entonces yo dije: Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad. Así está escrito de mí en un capítulo del libro".
En primer lugar dice: No has querido ni aceptado los sacrificios, ofrendas, holocaustos ni víctimas por el pecado, que se ofrecen según la ley. Después añade: Aquí vengo para hacer tu voluntad. De este modo anula la primera disposición y establece la segunda.
Por haber cumplido la voluntad de Dios, y gracias a la ofrenda que Jesucristo ha hecho de su cuerpo una vez para siempre, nosotros hemos quedado consagrados a Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la esclava el Señor; que se cumpla en mí lo que me has dicho.
Aleluya.
Evangelio
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme?
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45
Gloria a ti, Señor.
Por aquellos días, María se puso en camino y fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces:
"¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Pidamos, hermanos y hermanas, el auxilio del Señor, para que, apiadado del pobre y del oprimido, venga a salvar al mundo de sus males:
(Respondemos a cada petición: Escúchanos, Señor).
Para que todos los fieles se dispongan a recibir a Cristo como lo recibió María, y como ella conserven sus palabras en el corazón, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que aquellos hermanos nuestros que han abandonado las prácticas cristianas, pero acudirán al templo en las próximas fiestas de Navidad, descubran la buena noticia del Evangelio, no como un rayo fugaz en la noche, sino como luz permanente que ilumina y alegra toda la vida, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que las fiestas del nacimiento del Señor alejen las tinieblas de quienes viven sumergidos en dudas e incertidumbres y colmen los deseos de quienes se sienten descorazonados y tristes, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el nacimiento de Cristo nos ayude a renunciar a los deseos mundanos y a vivir sobria y honradamente esperando la aparición definitiva del Señor, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Celebrante:
Dios nuestro, que elegiste como templo de tu permanencia a María, la humilde hija de Israel, escucha nuestras plegarias y concédenos vivir siempre plenamente adheridos a tu voluntad, imitando la obediencia del Verbo, que vino al mundo a cumplir las Escrituras.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
El mismo Espíritu, que cubrió con su sombra y fecundó con su poder las entrañas de María, la Virgen Madre, santifique, Señor, estos dones que hemos colocado sobre tu altar.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La doble espera de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres.
El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Dios con nosotros.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, que este pueblo, que acaba de recibir la prenda de su salvación, se prepare con tanto mayor fervor a celebrar el misterio del nacimiento de tu Hijo, cuanto más se acerca la fiesta de Navidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
___________________________________________________________________________________________
† Meditación diaria
Adviento. Cuarto domingo
ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERANZA
— Santa María, Maestra de esperanza. Origen del desánimo y del desaliento. Jesucristo, el bien supremo.
— El objeto de nuestra esperanza.
— Confianza en el Señor. Nunca llega tarde para darnos la gracia y las ayudas necesarias.
I. El espíritu del Adviento consiste en buena parte en vivir cerca de la Virgen en este tiempo en el que Ella lleva en su seno a Jesús. La vida nuestra es también un adviento un poco más largo, una espera de ese momento definitivo en el que nos encontraremos por fin con el Señor para siempre. El cristiano sabe que este adviento ha de vivirlo junto a la Virgen todos los días de su vida si quiere acertar con seguridad en lo único verdaderamente importante de su existencia: encontrar a Cristo en esta vida, y después en la eternidad.
Y para preparar la Navidad, ya tan cercana, nada mejor que acompañar en estos días a Santa María, tratándola con más amor y más confianza.
Nuestra Señora fomenta en el alma la alegría, porque con su trato nos lleva a Cristo. Ella es "Maestra de esperanza. María proclama que la llamarán bienaventurada todas las generaciones (Lc 1, 48). Humanamente hablando, ¿en qué motivos se apoyaba esa esperanza? ¿Quién era Ella, para los hombres y mujeres de entonces? Las grandes heroínas del Viejo Testamento –Judit, Ester, Débora– consiguieron ya en la tierra una gloria humana (...). ¡Cómo contrasta la esperanza de Nuestra Señora con nuestra impaciencia! Con frecuencia reclamamos a Dios que nos pague enseguida el poco bien que hemos efectuado. Apenas aflora la primera dificultad, nos quejamos. Somos, muchas veces, incapaces de sostener el esfuerzo, de mantener la esperanza"1.
No cae en desaliento quien padece dificultades y dolor, sino el que no aspira a la santidad y a la vida eterna, y el que desespera de alcanzarlas. La primera postura viene determinada por la incredulidad, por el aburguesamiento, la tibieza y el excesivo apegamiento a los bienes de la tierra, a los que considera como los únicos verdaderos. El desaliento, si no se le pone remedio, paraliza los esfuerzos para hacer el bien y superar las dificultades. En ocasiones, el desánimo en la propia santidad está determinado por la debilidad del querer, por miedo al esfuerzo que comporta la lucha ascética y tener que renunciar a apegamientos y desórdenes de los sentidos. Tampoco los aparentes fracasos de nuestra lucha interior o de nuestro afán apostólico pueden desalentarnos: quien hace las cosas por amor a Dios y para su Gloria no fracasa nunca: "Convéncete de esta verdad: el éxito tuyo –ahora y en esto– era fracasar. –Da gracias al Señor y ¡a comenzar de nuevo!"2. "No has fracasado: has adquirido experiencia–. ¡Adelante!"3.
Dentro de pocos días veremos en el belén a Jesús en el pesebre, lo que es una prueba de la misericordia y del amor de Dios. Podremos decir: "En esta Nochebuena todo se para en mí. Estoy frente a Él: no hay nada más que Él, en la inmensidad blanca. No dice nada, pero está ahí... Él es Dios amándome"4. Y si Dios se hace hombre y me ama, ¿cómo no buscarle? ¿Cómo perder la esperanza de encontrarle si Él me busca a mí? Alejemos todo posible desaliento; ni las dificultades exteriores ni nuestra miseria personal pueden nada ante la alegría de la Navidad que ya se acerca.
II. La esperanza se manifiesta a lo largo del Antiguo Testamento como una de las características más esenciales del verdadero pueblo de Dios. Todos los ojos están puestos en la lejanía de los tiempos, por donde un día llegaría el Mesías: "los libros del Antiguo Testamento narran la historia de la Salvación, en la que, paso a paso, se prepara la venida de Cristo al mundo"5.
En el Génesis se habla ya de la victoria de la Mujer sobre los poderes del mal, de un mundo nuevo6.
El profeta Oseas anuncia que Israel se convertirá y florecerá en el amor antiguo7. Isaías, en medio de las decepciones del reinado de Ezequiel, anuncia la venida del Mesías8, Miqueas señalará a Belén de Judá como el lugar de su nacimiento9.
Faltan pocos días para que veamos en el belén a Nuestro Señor, a quien todos los profetas anunciaron, la Virgen cuidó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y lo señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su Nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza10.
Jesucristo proclama, desde el pesebre de Belén hasta el momento de su Ascensión a los cielos, un mensaje de esperanza. Jesús mismo es nuestra única esperanza11. Él es la garantía plena para alcanzar los bienes prometidos. Miramos hacia la gruta de Belén, "en vigilante espera", y comprendemos que solo con Él nos podemos acercar confiadamente a Dios Padre12.
El Señor mismo nos señala que el objeto principal de la esperanza cristiana no son los bienes de esta vida, que la herrumbre y la polilla corroen y los ladrones desentierran y roban13, sino los tesoros de la herencia incorruptible, y en primer lugar la felicidad suprema de la posesión eterna de Dios.
Esperamos confiadamente que un día nos conceda la eterna bienaventuranza y, ya ahora, el perdón de los pecados y su gracia. Como una consecuencia, la esperanza se extiende a todos los medios necesarios para alcanzar ese fin. Desde este aspecto particular, también los bienes terrenales pueden caer en el ámbito de la esperanza, pero solo en la medida y en la manera con que Dios los ordena a nuestra salvación.
Vamos a luchar, estos días y siempre, con todas nuestras fuerzas contra esas formas menores de desesperación que son el desánimo, el desaliento y el estar preocupados casi exclusivamente por los bienes materiales.
La esperanza lleva al abandono en Dios y a poner todos los medios a nuestro alcance, para una lucha ascética que nos impulsará a recomenzar muchas veces, a ser constantes en el apostolado y pacientes en la adversidad, a tener una visión más sobrenatural de la vida y de sus acontecimientos. "En la medida en que el mundo se canse de su esperanza cristiana, la alternativa que le queda es el materialismo, del tipo que ya conocemos; esto y nada más. Su experiencia del cristianismo ha sido como la experiencia de un gran amor, el amor de toda una vida... Ninguna voz nueva (...) tendrá ningún atractivo para nosotros si no nos devuelve a la gruta de Belén, para que allí podamos humillar nuestro orgullo, ensanchar nuestra caridad y aumentar nuestro sentimiento de reverencia con la visión de una pureza deslumbradora"14.
III. Escuchadme, los desanimados, que os creéis lejos de la victoria. Yo acerco mi victoria; no está lejos, mi salvación no tardará15.
Nuestra esperanza en el Señor ha de ser más grande cuanto menores sean los medios de que se dispone o mayores sean las dificultades. En cierta ocasión en que Jesús vuelve a Cafarnaúm, nos dice San Lucas16 que todos estaban esperándole. En medio de aquella multitud sobresale un personaje que el Evangelista destaca diciendo que era un jefe de sinagoga y pide a Jesús la curación de su hija: se postró a sus pies; no tiene reparo alguno en dar esta muestra pública de humildad y de fe en Él.
Inmediatamente, a una indicación del Señor, todos se ponen en movimiento en dirección a la casa de Jairo. La niña, de doce años, hija única, se estaba muriendo. Debe de estar ya agonizando. Precisamente entonces, cuando han recorrido una parte del camino, y al amparo de la multitud, una mujer que padece una enfermedad que la hace impura según la ley se acerca por detrás y toca el extremo del manto del Señor. Es también una mujer llena de una profunda humildad.
Jairo había mostrado su esperanza y su humildad postrándose delante de todos ante Jesús. Esta mujer pretende pasar inadvertida, no quería entretener al Maestro; pensaba que era demasiado poca cosa para que el Señor se fijara en ella. Le basta tocar su manto.
Ambos milagros se realizarán acabadamente. La mujer, en la que había fracasado la ciencia de tantos médicos, será curada para siempre, y la hija de Jairo vivirá plena de salud a pesar de que cuando llega la comitiva después del retraso sufrido en el trayecto, haya muerto.
Durante el suceso con la hemorroísa, ¿qué ocurre con Jairo? Parece que ha pasado a segundo plano, y no es difícil imaginarlo un tanto impaciente, pues su hija se le moría cuando la dejó para buscar al Maestro. Cristo, por el contrario, no aparenta tener prisa. Incluso parece no dar importancia a lo que ocurre en casa de Jairo.
Cuando Jesús llega, la niña ya había muerto. Ya no hay posibilidad de salvarla; parece que Jesús ha acudido tarde. Y precisamente ahora, cuando humanamente no queda nada por hacer, cuando todo invita al desaliento, ha llegado la hora de la esperanza sobrenatural.
Jesús no llega nunca tarde. Solo se precisa una fe mayor. Jesús ha esperado a que se hiciese "demasiado tarde", para enseñarnos que la esperanza sobrenatural también se apoya, como cimiento, en las ruinas del esperar humano y que solo es necesario una confianza sin límites en Él, que todo lo puede en todo momento.
Nos recuerda este pasaje nuestra propia vida, cuando parece que Jesús no viene al encuentro de nuestra necesidad, y luego nos concede una gracia mucho mayor. Nos recuerda tantos momentos junto al Sagrario en que nos ha parecido oír palabras muy semejantes a estas: No temas, ten solo fe. Esperar en Jesús es confiar en Él, dejarle hacer. Más confianza, cuanto menores sean los elementos en que humanamente nos podamos apoyar.
La devoción a la Virgen es la mayor garantía para alcanzar los medios necesarios y la felicidad eterna a la que hemos sido destinados. María es verdaderamente "puerto de los que naufragan, consuelo del mundo, rescate de los cautivos, alegría de los enfermos"17. Pidámosle que sepamos esperar, en estos días que preceden a la Navidad y siempre, llenos de fe, a su Hijo Jesucristo, el Mesías anunciado por los Profetas. "Ella precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo, hasta que llegue el día del Señor (Cfr. 2 Pdr 3, 10)"18.
1 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 286. — 2 ídem, Camino, n. 404. — 3 Ibídem, n. 405. — 4 J. Leclerq, Siguiendo el año litúrgico, Madrid 1957, p. 78. — 5 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 55. — 6 Cfr. Gen 8, 15. — 7 Os 2, 16-25. — 8 Is 7, 9-14. — 9 Cfr. Miq 5, 2-5. — 10 Prefacio II de Adviento. — l1 Cfr. 1 Tim 1, 1. — 12 1 Tim 3, 12. — 13 Mt 6, 19. — 14 R. A. Knox, Sermón sobre la Navidad, 29-XII-1953. — 15 Cfr. Is 46, 12-13. — 16 Lc 8, 40-56. — 17 San Alfonso Mª de Ligorio, Visita al Stmo. Sacramento, 2. — 18 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 68.
___________________________________________________________________________________________
Adviento. 20 de diciembre
LA VOCACIÓN DE MARÍA. NUESTRA VOCACIÓN
— La Virgen, elegida desde la eternidad.
— Nuestra vocación. Correspondencia.
— Imitar a la Virgen en su espíritu de servicio a los demás.
I. Estamos ya muy próximos a la Navidad. Ahora va a cumplirse la profecía de Isaías: Una Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y se llamará Emmanuel, que significa "Dios con nosotros"1.
El pueblo hebreo estaba familiarizado con las profecías que señalaban a la descendencia de Jacob, a través de David, como portadora de las promesas mesiánicas. Pero no podía imaginar tanto: el Mesías iba a ser el mismo Dios hecho hombre.
Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer2. Y esta mujer, elegida y predestinada desde toda la eternidad para ser la Madre del Salvador, había consagrado a Dios su virginidad, renunciando al honor de contar entre su descendencia directa al Mesías. Desde la eternidad fui yo predestinada –dice el libro de los Proverbios, prefigurando ya a Nuestra Señora–, desde los orígenes, antes que la tierra fuese3.
Son muchos los frutos que podemos obtener en estos días con el trato y amor a la Virgen. Ella misma nos dice: Como vid eché hermosos sarmientos y mis flores dieron sabrosos y ricos frutos. Yo soy la madre del amor, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza.
Venid a mí cuantos deseáis y saciaos de mis frutos. Porque recordarme es más dulce que la miel, y poseerme, más rico que el panal de miel4.
María aparece como la Madre virginal del Mesías, que dará todo su amor a Jesús, con un corazón indiviso, como prototipo de la entrega que el Señor pedirá a muchos.
Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió al Arcángel Gabriel a Nazaret, donde vivía la Virgen. La piedad popular presenta a María recogida en oración mientras escucha, atentísima, el designio de Dios sobre Ella, su vocación: Dios te salve, llena de gracia, le dice el Ángel...5 como leemos en el Evangelio de la Misa de hoy.
Y la Virgen da su pleno asentimiento a la voluntad divina: Hágase en mí según tu palabra6. Desde ese momento acepta y comienza a realizar su vocación; consiste esta vocación en ser Madre de Dios y Madre de los hombres.
El centro de la humanidad, sin saberlo, se encuentra en la pequeña ciudad de Nazaret. Allí está la mujer más amada de Dios, Aquella que es también la más amada del mundo, la más invocada de todos los tiempos. En la intimidad de nuestro corazón, ahora, en nuestra oración personal, le decimos: ¡Madre! ¡Bendita eres entre todas las mujeres!
En función de su Maternidad, fue rodeada de todas las gracias y privilegios que la hicieron digna morada del Altísimo. Dios escogió a su Madre y puso en Ella todo su Amor y su Poder. No permitió que la rozara el pecado: ni el original, ni el personal. Fue concebida Inmaculada, sin mancha alguna. Y le concedió tantas gracias "que por debajo de Dios no se pudiera concebir mayor, y que nadie, fuera de Dios, pudiera alcanzar a comprender"7. Su dignidad es casi infinita.
Todos los privilegios y todas las gracias le fueron dadas para llevar a cabo su vocación. Como en toda persona, la vocación fue el momento central de su vida: Ella nació para ser Madre de Dios, escogida por la Trinidad Beatísima desde la eternidad.
También es Madre nuestra, y en estos días se lo queremos recordar muchas veces. Con una oración antigua, que hacemos nuestra, le podemos decir nosotros: Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés delante del Señor, de decirle cosas buenas de mí.
II. La vocación es también en cada uno de nosotros el punto central de nuestra vida. El eje sobre el que se organiza todo lo demás. Todo o casi todo depende de conocer y cumplir aquello que Dios nos pide.
Seguir y amar la propia vocación es lo más importante y lo más alegre de la vida. Pero a pesar de que la vocación es la llave que abre las puertas de la felicidad verdadera, hay quienes no quieren conocerla, prefieren hacer su propia voluntad en vez de la Voluntad de Dios, quedarse en una ignorancia culpable en vez de buscar con toda sinceridad el camino en que serán felices, alcanzarán con seguridad el Cielo y harán felices a otros muchos.
El Señor hace llamamientos particulares: también hoy. Nos necesita. Además, a todos nos llama con una vocación santa: una invitación a seguirle en una vida nueva cuyo secreto Él posee: si alguno quiere venir en pos de mí...8. Todos hemos recibido por el Bautismo una vocación para buscar a Dios en plenitud de amor. "Porque no es la vida corriente y ordinaria, la que vivimos entre los demás conciudadanos, nuestros iguales, algo chato y sin relieve. Es, precisamente en esas circunstancias, donde el Señor quiere que se santifique la inmensa mayoría de sus hijos.
"Es necesario repetir una y otra vez que Jesús no se dirigió a un grupo de privilegiados, sino que vino a revelarnos el amor universal de Dios. Todos los hombres son amados de Dios, de todos ellos espera amor. De todos, cualesquiera que sean sus condiciones personales, su posición social, su profesión u oficio. La vida corriente y ordinaria no es cosa de poco valor: todos los caminos de la tierra pueden ser ocasión de un encuentro con Cristo, que nos llama a identificarnos con Él, para realizar –en el lugar donde estamos– su misión divina.
"Dios nos llama a través de las incidencias de la vida de cada día, en el sufrimiento y en la alegría de las personas con las que convivimos, en los afanes humanos de nuestros compañeros, en las menudencias de la vida de familia. Dios nos llama también a través de los grandes problemas, conflictos y tareas que definen cada época histórica, atrayendo esfuerzos e ilusiones de gran parte de la humanidad"9.
La llamada del Señor a una mayor entrega nos urge, entre otras razones, porque la mies es mucha y los operarios pocos10. Y hay mieses que se pierden cada día porque no hay quien las recoja.
Hágase en mí según tu palabra, dice la Virgen11. Y la contemplamos radiante de alegría. Nosotros, mientras hacemos nuestra oración, nos podemos preguntar: ¿Busco a Dios en mi trabajo o en mi estudio, en mi familia, en la calle... en todo? ¿Soy audaz en el apostolado? ¿Quiere el Señor algo más de mí?
III. Ante la Voluntad de Dios, la Virgen tiene una sola respuesta: amarla. Al proclamarse la esclava del Señor, acepta sus designios sin limitación alguna. En la antigüedad, cuando está plenamente vigente la esclavitud, se valora en toda su fuerza y profundidad esta expresión de María. El esclavo, se puede decir, no tenía voluntad propia, ni otro querer fuera del de su amo. La Virgen acepta con suma alegría no tener otro querer que el de su Amo y Señor. Se entrega al Señor sin limitación alguna, sin poner condiciones.
Imitando a la Virgen, no queramos tener otra voluntad y otros planes sino los de Dios. Y esto en cosas trascendentales para nosotros (en nuestra propia vocación) y en las pequeñas cosas ordinarias de nuestro trabajo, familia, relaciones sociales.
Uno de los misterios del Adviento es el que contemplamos como segundo misterio de gozo del Santo Rosario: la Visitación. Pero vamos a fijarnos en un aspecto concreto del servicio a los demás que lleva consigo la vocación: el orden de la caridad.
Esta delicada visita de nuestra Madre a su prima Santa Isabel es también una manifestación del orden de la caridad. Amor a todos, porque todos son o pueden ser hijos de Dios, hermanos nuestros. Pero amor, en primer término, a los que están más cerca, a aquellos con quienes nos unen especiales lazos: nuestra familia. Ese orden ha de manifestarse también con obras, no solo con el afecto. Pensemos ahora en el trato con nuestra familia, en las mil oportunidades que nos brinda de ejercitar, de un modo natural, la caridad, el espíritu de servicio.
Queremos vivir estos días de Adviento con el mismo espíritu de servicio con que los vivió nuestra Madre. Apoyados en la entrega humilde de María, vamos a pedirle como buenos hijos que nos ayude para que, cuando el Señor venga, encuentre nuestro corazón dispuesto y sin reservas, dócil a sus mandatos, a sus consejos, a sus sugerencias.
"Supliquemos hoy a Santa María que nos haga contemplativos, que nos enseñe a comprender las llamadas continuas que el Señor dirige a la puerta de nuestro corazón. Roguémosle: Madre nuestra, tú has traído a la tierra a Jesús, que nos revela el amor de nuestro Padre Dios; ayúdanos a reconocerlo, en medio de los afanes de cada día; remueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad, para que sepamos escuchar la voz de Dios, el impulso de la gracia"12.
1 Primera lectura de la Misa, Is 7, 14. — 2 Gal 4, 4. — 3 Prov 8, 23-31. — 4 Eclo 24, 23-24. — 5 Lc 1, 28-33. — 6 Lc 1, 38. — 7 Pío XI, Bula Ineffabilis Deus. — 8 Mt 16, 24. — 9 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 110. — 10 Cfr. Mt 9, 37. — 11 Lc 1, 38. — 12 San Josemaría Escrivá, o. c., 174.
___________________________________________________________________________________________
† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Santo Domingo de Silos
Abad
Año 1073
Santos como el de hoy, que nos siga mandando
Dios siempre y en todas partes. Amén.
Sed prudentes como serpientes y
sencillos como palomas (Jesucristo).
Domingo significa: "el que está consagrado a Dios". (Dominus: Dios).
Domingo de Silos es el primer santo que lleva este nombre. Después de él muchos santos más llevarán tan hermoso nombre.
Nació en La Rioja, España, cerca del año 1000.
Era hijo de agricultores, y sus primeros años los pasó como pastor de ovejas. El resto de su vida lo pasará como pastor de almas. El oficio del pastor despertó en su espíritu el gusto por la soledad y por la oración contemplativa. Pensaba retirarse al desierto a vivir vida de soledad absoluta, pero en sueños recibió un aviso de que era mejor entrar de religioso.
Entró de religioso con los Padres Benedictinos en el famoso monasterio de san Millán de la Cogolla y allí hizo grandes progresos espirituales, y recibió de Dios el don de saber interpretar muy bien las enseñanzas de la Sagrada Biblia. Y tenía tan buenas cualidades que llegó a ser superior del convento. En sólo dos años restauró totalmente aquella edificación que ya estaba deteriorada.
Un día llegó un rey de Navarra a exigirle que le entregara los cálices sagrados y lo más valioso que hubiera en el convento, para dedicar todo esto a los gastos de guerra. Santo Domingo se le enfrentó valientemente y le dijo: "Puedes matar el cuerpo y a la carne hacer sufrir. Pero sobre el alma no tienes ningún poder. El evangelio me lo ha dicho, y a él debo creer – que sólo al que al infierno puede echar el ama, a ese debo temer". Y no le entregó al rey ninguna de las posesiones sagradas del monasterio.
El rey de Navarra, lleno de indignación desterró al abad Domingo, y lo hizo salir de allí, pero fue un destierro inmensamente provechoso, porque al saberlo el rey Fernando I de Castilla, lo mandó llamar y le confió el Monasterio de Silos, que estaba en un sitio estéril y alejado y se hallaba en estado de total abandono y descuido, tanto en lo material como en lo espiritual.
Domingo demostró ser un genio organizador, un talento para la restauración. Levantó un monasterio ideal. Una hermosa capilla, con una sacristía que es una obra de arte. Hizo un gran salón para que los monjes se dedicaran a copiar las Sagradas Escrituras y las obras de los santos (en ese tiempo no había imprentas). Formó una biblioteca llena de los mejores libros de ese tiempo. Organizó una droguería en la cual las gentes de los alrededores encontraban remedios baratísimos (y muchas veces regalados, para los más pobres).
Aquella casa se volvió un hervidero de trabajadores. Unos cultivaban plantas de uvas, o árboles de olivos; otros se dedicaban a escribir o pintar. Era una casa donde todos se dedicaban a trabajar, rezar, cantar, hacer progresar el monasterio y ganarse así un buen premio para el cielo. Aquel inmenso edificio estaba siempre abierto para solucionar las miserias de los vecinos. El Monasterio de Silos llegó a ser uno de los más famosos de España.
Santo Domingo de Silos se propuso reunir ayudas para libertar a los cristianos que estaban prisioneros y esclavos de los musulmanes, y logró libertar a más de 300. Por eso lo pintan casi siempre acompañado de hombres con cadenas, a los cuales les consiguió la libertad. Así estaba él preparando lo que más tarde harían los Padres Mercenarios con San Pedro Nolasco, libertando cautivos.
El santo no era capaz de negar un favor cuando podía hacerlo. De todas partes llegaban gentes a pedir ayudas. Pero también sabía no dejarse engañar. Una vez llegaron unos mentirosos a pedirle vestidos y para conmoverlo dejaron sus mejores ropas escondidas en una cueva cercana y se presentaron vestidos de harapos. El santo se dio cuenta de esto y envió a un monje a que trajera esos vestidos y con ellos hizo un gran paquete y le dijo a los pedigüeños: - "Con mucho gusto les damos la ropa que necesitan. Tomen este paquete lleno de ropa y vayan a la cueva cercana y allá se la reparten". Ellos se fueron muy contentos y al llegar allá se dieron cuenta de que eran los mismos vestidos que habían dejado allí escondidos
Una noche llegaron unos ladrones a robarse toda la cosecha del monasterio. El santo los dejó trabajar toda la noche y a la madrugada, cuando ya estaba todo recogido, en costales y empacado, mandó a sus monjes con garrotes a decirles que muchas gracias por haberlos reemplazado en recoger la cosecha y que podían irse. Pero para que no se fueran demasiado tristes les envió un desayuno como pago por el trabajo de toda esa noche.
Este santo obtuvo de Dios muchísimos milagros para quienes se encomendaban a sus oraciones. El biógrafo, que escribió su vida poco tiempo después de la muerte del santo, dice que no había enfermedad que las oraciones de este santo no lograra curar. Otro testigo de aquel tiempo afirma: "Nunca vi a un enfermo, ni a un sano, a quien no le alegrara él con su boca o con su mano". Llegó hasta a anunciar la fecha de su propia muerte.
96 años después de su muerte, nuestro santo se apareció en sueños a la mamá de Santo Domingo de Guzmán para anunciarle que tendría un hijo que sería un gran apóstol. Por eso cuando el niño nació le pusieron el nombre de Domingo en honor del santo de Silos. Es por ello también que muchas mamás en España se encomiendan al santo Domingo de Silos para obtener que su hijo nazca bien y que sea una buena persona después.
El 20 de diciembre del año 1073 voló al cielo este santo en cuyo honor sigue existiendo todavía el famoso monasterio de Santo Domingo de Silos.
___________________________________________________________________________________________
Coren, Santo Confesor, 20 de diciembre
Diciembre 20
Etimológicamente significa " corazón". Viene de la lengua latina. |
___________________________________________________________________________________________
Miguel Piaszczynski, Beato Sacerdote y Mártir, 20 Diciembre
Nacido en Lomsa, Polonia, el 1 de Noviembre de 1885 |
___________________________________________________________________________________________
Ursicino de Jura, Santo Eremita, 20 Diciembre
Ursicino era un monje irlandés compañero de San Columba. |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Wikipédia
Ceferino, Santo XV Papa, 20 Diciembre
XV Papa
|
___________________________________________________________________________________________
Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
Si NO desea el evangelio, santoral y meditación diaria y sólo artículos interesantes censurados por la prensa (la mayoría), unos 4 por semana escriba a: ave-maria-purisima+subscribe@googlegroups.com (responder el mensaje de confirmación).
Para de-suscribirse escribir desde su casilla de email a:
REEMPLACEporNOMBREdelGRUPO+unsubscribe@googlegroups.com
Si no se desuscribe es porque recibe el mensaje en su otro email que le reenvía al actual: debe escribir desde ese otro email.