JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66
Gloria a ti, Señor.
Cuando se cumplió el tiempo, Isabel dio a luz un hijo. Sus vecinos y parientes oyeron que el Señor le había mostrado su gran misericordia, y se alegraron con ella.
Al octavo día fueron a circuncidar al niño y querían llamarlo Zacarías, como su padre. Pero su madre dijo:
"No, se llamará Juan".
Le replicaron:
"No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".
Se dirigieron entonces al padre y le preguntaron por señas cómo quería que se llamara. El pidió una tablilla y escribió: Juan es su nombre. Entonces, todos quedaron sorprendidos. De pronto recuperó el habla y comenzó a bendecir a Dios. Todos sus vecinos se llenaron de temor y en toda la montaña de Judea se comentaba lo sucedido. Cuantos lo oían pensaban:
"¿Qué llegará a ser este niño?"
Porque efectivamente el Señor estaba con él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
23 de Diciembre
Antífona de Entrada
Un niño nos nacerá y será llamado Dios todopoderoso; en él serán bendecidos todos los pueblos de la tierra.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, al acercarnos a las fiestas de Navidad, te rogamos que tu Hijo, que se encarnó en las entrañas de la Virgen María y habitó entre nosotros, nos haga sentir su amor y su misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera lectura
Les enviaré al profeta Elías, antes de que llegue el día del Señor
Lectura del libro del profeta Malaquías 3, 1-4.23-24
Esto dice el Señor:
"Miren, yo envío mi mensajero a prepararme el camino, y de pronto entrará en el santuario el Señor a quien ustedes buscan, el mensajero de la alianza a quien tanto desean; he aquí que ya viene, dice el Señor todopoderoso.
¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién se mantendrá de pie en su presencia? Será como fuego para fundir metales y como un blanqueador de ropa. Se pondrá a fundir y a refinar la plata. Limpiará a los hijos de Leví y los purificará como el oro y la plata, para que presenten al Señor ofrendas legítimas. Entonces agradarán al Señor las ofrendas de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años remotos.
Yo les enviaré al profeta Elías antes que llegue el día del Señor, grande y terrible; el hará que padres e hijos se reconcilien, de manera que, cuando yo venga, no tenga que entregar esta tierra al exterminio".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 24, 4-bc-5ab.8-9.10 y 14
Muéstrame, Señor, tus caminos.
Muéstrame, Señor, tus caminos, muéstrame tus sendas; guíame en tu verdad, enséñame, pues tú eres el Dios que me salva.
Muéstrame, Señor, tus caminos.
El Señor es bueno y recto, señala el camino a los pecadores, guía por la senda del bien a los humildes, les enseña su camino.
Muéstrame, Señor, tus caminos.
Todas las sendas del Señor son amor y fidelidad para quien guarda su alianza y cumple sus mandamientos. El Señor da su confianza al que lo honra, y le da a conocer su alianza.
Muéstrame, Señor, tus caminos.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Rey de las naciones y piedra angular de la Iglesia, ven a salvar al hombre, que modelaste del barro.
Aleluya.
Evangelio
Nacimiento de Juan el Bautista
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66
Gloria a ti, Señor.
Cuando se cumplió el tiempo, Isabel dio a luz un hijo. Sus vecinos y parientes oyeron que el Señor le había mostrado su gran misericordia, y se alegraron con ella.
Al octavo día fueron a circuncidar al niño y querían llamarlo Zacarías, como su padre. Pero su madre dijo:
"No, se llamará Juan".
Le replicaron:
"No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".
Se dirigieron entonces al padre y le preguntaron por señas cómo quería que se llamara. El pidió una tablilla y escribió: Juan es su nombre. Entonces, todos quedaron sorprendidos. De pronto recuperó el habla y comenzó a bendecir a Dios. Todos sus vecinos se llenaron de temor y en toda la montaña de Judea se comentaba lo sucedido. Cuantos lo oían pensaban:
"¿Qué llegará a ser este niño?"
Porque efectivamente el Señor estaba con él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, que el sacrificio de tu Hijo, que es el acto de culto más perfecto que podemos ofrecerte, restablezca nuestra amistad contigo; así celebraremos, con un corazón puro, el nacimiento de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Prefacio
La doble espera de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Estoy a la puerta y llamo: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
A quienes hemos participado de esta Eucaristía, concédenos, Señor, tu perdón y tu paz, para que estemos siempre preparados a recibir dignamente a tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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Día 23/12 San Juan de Kety (presbítero, blanco)
Antífona de Entrada
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la Buena Nueva a los pobres y anunciar su liberación a los cautivos.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, luz y pastor de los creyentes, que confiaste a san Juan de Kety la misión de instruir a tus ovejas con la palabra y el ejemplo; concédenos, por su intercesión, ser fieles a la fe que enseñó con su palabra e imitar el ejemplo que nos dio con su vida.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
La fe sin obras está muerta
Lectura de la carta del apóstol Santiago 2,14-17
Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no la demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?
Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice: "Que te vaya bien; abrígate y come", pero no le da lo necesario para el cuerpo; ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 111
Dichosos los que temen al Señor.
Dichosos los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos; poderosos serán sus descendientes, Dios bendice a los hijos de los buenos.
Dichosos los que temen al Señor.
Fortuna y bienestar habrá en su casa, siempre actuarán conforme a la justicia. Quien es justo, clemente y compasivo, como una luz en las tinieblas brilla.
Dichosos los que temen al Señor.
Quienes, compadecidos, prestan y llevan sus negocios rectamente, jamás se desviarán, vivirá su recuerdo para siempre.
Dichosos los que temen al Señor.
No temerán malas noticias, puesto que en el Señor viven confiados. Firme está y sin temor su corazón, pues vencidos verán a sus contrarios.
Dichosos los que temen al Señor.
Al pobre dan limosna, obran siempre conforme a la justicia; su frente se alzará llena de gloria.
Dichosos los que temen al Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los uno a los otros, como yo los he amado.
Aleluya.
Evangelio
Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores. Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores, con la intención de cobrárselo después.
Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que estos dones, Señor, que te presentamos en honor de tus santos y que van a dar testimonio de tu poder y de tu gloria, nos alcancen de ti la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Juan de Kety para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te rogamos, Señor, que el sacramento que hemos recibido nos encamine al cielo que ya mereció obtener san Juan de Kety sirviéndote con fidelidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Adviento. 23 de diciembre
DESPRENDIMIENTO Y POBREZA CRISTIANA
— La Navidad nos llama a vivir la pobreza predicada y vivida por el Señor. El ejemplo de Jesús.
— En qué consiste la pobreza evangélica.
— Detalles de pobreza y modos de vivirla.
I. El desprendimiento efectivo de lo que somos y poseemos es necesario para seguir a Jesús, para abrir nuestra alma al Señor, que pasa y llama. Por el contrario, el apegamiento a los bienes de la tierra cierra las puertas a Cristo, y nos cierra las puertas al amor y al entendimiento de lo más esencial en nuestra vida: si alguno no renuncia a todo lo que posee no puede ser mi discípulo1.
El nacimiento de Jesús, y toda su vida, es una invitación para que nosotros examinemos en estos días la actitud de nuestro corazón hacia los bienes de la tierra. El Señor, Unigénito del Padre, Redentor del mundo, no nace en un palacio, sino en una cueva; no en una gran ciudad, sino en una aldea perdida, en Belén. Ni siquiera tuvo una cuna, sino un pesebre. La precipitada huida a Egipto fue para la Sagrada Familia la experiencia del exilio en tierra extraña, con pocos más medios de subsistencia que los brazos de José acostumbrados al trabajo. Durante su vida pública Jesús pasará hambre2, no dispondrá de dos pequeñas monedas de escaso valor para pagar el tributo del templo3. Él mismo dirá que el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza4. La muerte en la Cruz es la muestra del supremo desprendimiento.
El Señor quiso conocer el rigor de la pobreza extrema –falta de lo necesario– especialmente en las horas más señaladas de su vida.
La pobreza que ha de vivir el cristiano ha de ser una pobreza real, ligada al trabajo, a la limpieza, al cuidado de la casa, de los instrumentos de trabajo, a la ayuda a los demás, a la sobriedad de vida. Por eso se ha dicho que "el mejor modelo de pobreza han sido siempre esos padres y esas madres de familia numerosa y pobre, que se desviven por sus hijos, y que con su esfuerzo y su constancia –muchas veces sin voz para decir a nadie que sufren necesidades– sacan adelante a los suyos, creando un hogar alegre en el que todos aprenden a amar, a servir, a trabajar"5.
Si llegan los bienes, siempre será posible vivir como "esos padres y esas madres de familia numerosa y pobre" y hacer con ellos el bien, porque "la pobreza que Jesús declaró bienaventurada es aquella hecha a base de desprendimiento, de confianza en Dios, de sobriedad y disposición a compartir con otros"6.
La pobreza que nos pide a todos el Señor no es suciedad, ni miseria, ni dejadez, ni pereza. Estas cosas no son virtud. Para aprender a vivir el desprendimiento de los bienes, en medio de esta ola de materialismo que parece envolver a la humanidad, hemos de mirar a nuestro Modelo, Jesucristo, que se hizo pobre por amor nuestro, para que vosotros fueseis ricos por su pobreza7.
II. Los pobres a quienes el Señor promete el reino de los Cielos8 no son cualquier persona que padece necesidad, sino aquellos que, teniendo bienes materiales o no, están desprendidos y no se encuentran aprisionados por ellos. Pobreza de espíritu que ha de vivirse en cualquier circunstancia de la vida. Yo sé vivir –decía San Pablo– en la abundancia, pero sé también sufrir hambre y escasez9.
El hombre puede orientar su vida a Dios, a quien se alcanza usando todas las cosas materiales como medios, o bien puede tener como fin el dinero y la riqueza en sus muchas manifestaciones: deseo de lujo, de comodidad desmedida, ambición, codicia... Estos dos fines son irreconciliables: no se puede servir a dos señores10. El amor a la riqueza desaloja, con firmeza, el amor al Señor: no es posible que Dios pueda habitar en un corazón que ya está lleno de otro amor. La palabra de Dios queda ahogada en el corazón del rico, como la simiente que cae entre cardos11. Por eso no nos sorprende oír al Señor enseñar que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que entre un rico en el reino de los cielos12. ¡Y qué fácil es, si no se está vigilante, que se meta en el corazón el espíritu de riqueza!
La Iglesia nos recuerda, desde sus comienzos hasta nuestros días, que el cristiano ha de vigilar el modo como utiliza los bienes materiales, y amonesta a sus hijos a que estén "atentos a encauzar rectamente sus afectos, no sea que el uso de las cosas del mundo y un apego a las riquezas, contrario al espíritu de pobreza evangélica, les impida alcanzar la caridad perfecta. Acordándose de la advertencia del Apóstol: los que usan de este mundo no se detengan en eso, porque los atractivos de este mundo pasan (Cfr. 1 Cor 7, 31)"13. El que se apegue a las cosas de la tierra no solo pervierte su recto uso y destruye el orden dispuesto por Dios, sino que su alma queda insatisfecha, prisionera de esos bienes materiales que la incapacitan para amar de verdad a Dios.
El estilo de vida cristiano supone un cambio radical de actitud ante los bienes terrenos: se procuran y se usan, no como si fueran un fin, sino como medio para servir a Dios. Al ser medios, no merecen que pongamos en ellos el corazón: son otros los bienes auténticos.
Hemos de recordar en nuestra oración que el desprendimiento efectivo de las cosas supone sacrificio. Un desprendimiento que no cuesta no se vive. Y se manifestará frecuentemente en la generosidad en la limosna, en saber prescindir de lo superfluo, en la lucha contra la tendencia desordenada al bienestar y a la comodidad, en evitar caprichos innecesarios, en renunciar al lujo, a los gastos por vanidad, etcétera.
Es tan importante esta virtud de la pobreza para un cristiano que bien se puede decir que "quien no ame y viva la virtud de la pobreza no tiene el espíritu de Cristo. Y esto es válido para todos: tanto para el anacoreta que se retira al desierto, como para el cristiano corriente que vive en medio de la sociedad humana, usando de los recursos de este mundo o careciendo de muchos de ellos..."14.
III. El corazón humano tiende a buscar desmedidamente los bienes de la tierra: si no hay lucha positiva por andar desprendido de las cosas, se puede afirmar que el hombre, más o menos conscientemente, ha puesto su fin aquí abajo. Y el cristiano no debe olvidar nunca que camina hacia Dios.
Por eso ha de examinarse con frecuencia, preguntándose si ama la virtud de la pobreza y si la vive; si se mantiene atento para no caer en la comodidad o en un aburguesamiento que es incompatible con ser discípulo de Cristo; si está desprendido de las cosas de la tierra; si las tiene, en fin, como medios para hacer el bien y vivir cada vez más cerca de Dios. Porque "en el decurso de la historia, el uso de los bienes temporales ha sido desfigurado con graves defectos... Incluso en nuestros días, no pocos... caen como en una idolatría de los bienes materiales, haciéndose más bien siervos que señores de ellos"15.
Siempre podemos y debemos ser parcos en las necesidades personales, frenando los gastos superfluos, no cediendo a los caprichos, vigilando la tendencia a crearse falsas necesidades, siendo generosos en la limosna, o en la ayuda a las obras buenas. Por el mismo motivo, debemos cuidar con esmero las cosas de nuestro hogar, así como toda clase de bienes que, en realidad, tenemos solo como en depósito para administrarlos bien. "La pobreza está en encontrarse verdaderamente desprendido de las cosas terrenas; en llevar con alegría las incomodidades, si las hay, o la falta de medios (...). Vivir pensando en los demás, usar de las cosas de tal manera que haya algo que ofrecer a los otros: todo eso son dimensiones de la pobreza, que garantizan el desprendimiento efectivo"16.
De esta y de otras formas diferentes se manifestará nuestro deseo de no tener el corazón puesto en las riquezas; también cuando, por razones de profesión u oficio, dispongamos para nuestro uso personal de otros bienes. La sobriedad de que entonces demos prueba será el buen aroma de Cristo, que siempre tiene que acompañar la vida de un cristiano.
Dirigiéndose a hombres y mujeres que se esfuerzan por alcanzar la santidad en medio del mundo –comerciantes, catedráticos, campesinos, oficinistas, padres y madres de familia– decía San Josemaría Escrivá: "Todo cristiano corriente tiene que hacer compatibles, en su vida, dos aspectos que pueden a primera vista parecer contradictorios. Pobreza real, que se note y se toque –hecha de cosas concretas–, que sea una profesión de fe en Dios, una manifestación de que el corazón no se satisface con las cosas creadas, sino que aspira al Creador, que desea llenarse de amor de Dios, y dar luego a todos de ese mismo amor. Y, al mismo tiempo, ser uno más entre sus hermanos los hombres, de cuya vida participa, con quienes se alegra, con los que colabora, amando al mundo, utilizando todas las cosas creadas para resolver los problemas de la vida humana, y para establecer el ambiente espiritual y material que facilita el desarrollo de las personas y de las comunidades.
"Lograr la síntesis entre esos dos aspectos es –en buena parte– cuestión personal, cuestión de vida interior, para juzgar en cada momento, para encontrar en cada caso lo que Dios no pide"17.
Si luchamos eficazmente por vivir desprendidos de lo que tenemos y usamos, el Señor encontrará nuestro corazón limpio y abierto de par en par cuando venga de nuevo a nosotros en la Nochebuena. No ocurrirá con nuestra alma, lo que sucedió con aquella posada: estaba llena y no tenían sitio para el Señor.
1 Lc 14, 33. — 2 Cfr. Mt 4, 2. — 3 Cfr. Mt 17, 23-26. — 4 Mt 8, 20. — 5 Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 111. — 6 S. C. para la Doctrina de la fe, Instr. Sobre la libertad cristiana y la liberación, 22-III-1986, 66. — 7 2 Cor 8, 9. — 8 Mt 5, 3. — 9 Flp 4, 12. — 10 Mt 6, 24. — 11 Mt 13, 7. — 12 Mt 19, 24. — 13 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 42. — 14 Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 110. — 15 Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 7. — 16 Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 111. — 17 Ibídem, 110.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Juan Cancio de Kety
Año 1473
Se llama así porque nació en la ciudad de Dant, en Polonia.
Cuando era estudiante los compañeros le decían que el ayunar y dejar de comer carne era dañoso para la salud, y les respondía que los antiguos monjes nunca comían carne y ayunaban muchas veces y llegaban hasta los ochenta años llenos de salud física y mental.
Un día estando almorzando vio pasar por frente a la puerta a un mendigo muy hambriento. Salió y le regaló su almuerzo. Sintió entonces una alegría tan grande al recordar que quien atiende al pobre, atiende a Cristo, que después cuando sea profesor de la universidad, todos los días le dará un almuerzo a un pobre. Cuando alguien le decía: "Ya viene el pobre", él añadía: "Ya viene Jesucristo", porque recordaba lo que dijo Jesús: "Yo les diré: tuve hambre y me dieron de comer. Porque todo favor que han hecho a cualquiera de estos mis humildes hermanos, yo lo recibo como si me lo hubieran hecho a Mí en persona" (Mt. 25, 40).
Siendo joven sacerdote lo nombraron profesor de la universidad. Pero otros sintieron envidia contra él por este cargo, e hicieron que lo nombraran como párroco de un pueblo lejano. Allá se hizo querer tanto, que el día que lo trasladaron otra vez hacia la capital, centenares de feligreses lo acompañaron por varios kilómetros, dando grandes demostraciones de tristeza. Él se despidió de ellos con estas palabras: "La tristeza no es provechosa. Si algún bien les he hecho en estos años canten un himno de acción de gracias a Dios, pero vivan siempre alegres y contentos, que así lo quiere Dios".
Nuevamente lo nombraron profesor de la Universidad de Cracovia (que es la segunda ciudad de Polonia) y durante muchos años dio allí la clase de Sagrada Escritura o explicación de la Santa Biblia. Su fama llegó a ser sumamente grande.
Los ratos libres los dedicaba a visitar pobres y enfermos. Lo que ganaba estaba a disposición de los pobres de la ciudad, que muchas veces lo dejaron en la ruina.
En las discusiones repetía lo que decía San Agustín: "Combatimos el pecado pero amamos al pecador. Atacamos el error, pero no queremos violencia contra nadie, la violencia siempre hace daño, en cambio la paciencia y la bondad abren las puertas de los corazones".
Cuando predicaba acerca del pecado lloraba al recordar la ingratitud de los pecadores hacia Dios, y la gente al verlo llorar se conmovía y cambiaba de conducta.
A sus alumnos les repetía estos consejos: "Cuídense de ofender, que después es difícil hacer olvidar la ofensa. Eviten murmurar, porque después resulta muy difícil devolver la fama que se ha quitado".
Sus alumnos y sus beneficiados recordaron con gratitud su nombre por muchos años. Fueron centenares los sacerdotes formados espiritualmente por él. La gente lo llamaba: "el padre de los pobres".
Sintiendo que llegaba la muerte y siendo ya muy anciano, dejó todas las demás actividades y se dedicó únicamente a prepararse bien antes de morir. Y el 24 de diciembre de 1473, rodeado por sus muy amados profesores de la universidad, después de recibir los santos sacramentos, murió santamente.
En su sepulcro se obraron tantos milagros y por su intercesión se consiguieron tan admirables favores, que el Sumo Pontífice lo declaró santo.
También en las universidades se producen santos. Como ejemplo San Cancio, el cual ruegue siempre a Dios por todos los alumnos y profesores de todas las universidades del mundo.
La limosna borra multitud de pecados (S. Biblia).
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María Margarita de Youville, Santa Primera santa canadiense, 23 Diciembre
Primera Santa Canadiense
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Fuente: osanet.org
Juan Stone, Santo Mártir Agustino, 23 Diciembre
El 3 de noviembre de 1534 el parlamento inglés declaraba que el rey era la cabeza suprema de la iglesia en Inglaterra. Resultaba así oficializado, ejecutado y obligatorio para todos los súbditos de la corona el cisma entre la iglesia anglicana y la católica. |
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Fuente: Vatican.va
Antonio de Santa Ana (Fray Galvão), Santo Franciscano, 23 Diciembre
Nació en 1739 en Guaratinguetá (Estado de São Paulo), ciudad que en aquel tiempo pertenecía a la diócesis de Río de Janeiro. Con la fundación de la diócesis de São Paulo, en 1745, Galvão vivió prácticamente sólo en esta diócesis, desde 1762 hasta 1822. |
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Pablo Meléndez Gonzalo, Beato Mártir y Padre de familia, 23 Diciembre
Pablo Meléndez Gonzalo, padre de familia numerosa, abogado y periodista, había nacido en Valencia (España) el 7 de noviembre de 1876. A los 14 años perdió a su padre. Desde ese momento, dedicó el tiempo disponible que le dejaba la escuela para ayudar a su madre y a otros 6 hermanos menores que él. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Sérvulo el Paralítico, Santo Mendigo, 23 Diciembre
San Sérvulo, como el Lázaro de la parábola de Cristo, era un hombre pobre y cubierto de llagas que yacía frente a la puerta de la casa de un rico. En efecto, nuestro santo estuvo paralítico desde niño, de suerte que no podía ponerse en pie, sentarse, llevarse la mano a la boca, ni cambiar de postura. Su madre y su hermano solían llevarle en brazos al atrio de la iglesia de San Clemente de Roma. Sérvulo vivía de las limosnas que le daban las gentes. Si le sobraba algo, lo repartía entre otros menesterosos. A pesar de su miseria, consiguió ahorrar lo suficiente para comprar algunos libros de la Sagrada Escritura. Como él no sabía leer, hacía que otros se los leyesen, y escuchaba con tanta atención, que llegó a aprenderlos de memoria. Pasaba gran parte de su tiempo cantando salmos de alabanza y agradecimiento a Dios, a pesar de lo mucho que sufría. Al cabo de varios años, sintiendo que se acercaba su fin, pidió a los pobres y peregrinos, a quienes tantas veces había socorrido, que entonasen himnos y salmos junto a su lecho de muerte. El cantó con ellos. Pero, súbita mente, se interrumpió y gritó: "¿Oís la hermosa música celestial ?" Murió al acabar de pronunciar esas palabras, y su alma fue transportada por los ángeles al paraíso. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de San Clemente, ante la cual solía estar siempre. Su fiesta se celebra cada año, en esa iglesia de la Colina Coeli. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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