JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50
Gloria a ti, Señor.
En   aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus   parientes se acercaron y trataban de hablar con él. Alguien le dijo entonces a   Jesús:
"Oye, ahí fuera están tu madre y tus hermanos, y quieren hablar   contigo".
Pero él respondió al que se lo decía:
"¿Quién es mi madre y   quiénes son mis hermanos?"
Y señalando con la mano a sus discípulos,   dijo:
"Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad   de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi   madre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor   Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Dia 16/07 Nuestra Señora del Carmen (blanco)
Antífona de Entrada
Te aclamamos, santa Madre de Dios, porque has dado a luz al Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.
Oración Colecta
Oremos:
Padre todopoderoso, te suplicamos que la santísima   Virgen María nos proteja siempre con su maternal intercesión y nos ayude a   conocer y a amar a tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del   Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los   siglos...
Amén.
Primera Lectura
Regocíjate, Jerusalén, pues vengo a vivir en medio de ti
Lectura del libro del profeta Zacarías 2, 14-17
"Canta de gozo y regocíjate, Jerusalén, pues vengo a vivir en   medio de ti, dice el Señor. Muchas naciones se unirán al Señor en aquel día;   ellas también serán mi pueblo y yo habitaré en medio de ti y sabrás que el Señor   de los ejércitos me ha enviado a ti. El Señor tomará nuevamente a Judá como su   propiedad personal en la tierra santa y Jerusalén volverá a ser la ciudad   elegida".
¡Que todos guarden silencio ante el Señor, pues él se levanta ya de   su santa morada!
Palabra de Dios.
Te alabamos,   Señor.
Salmo Responsorial Lucas 1
Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre.
Mi   alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador,   porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Ha hecho en mí grandes   cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,   porque
ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su   nombre. Y su misericordia llega de generación en generación a los que lo   temen.
Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su   nombre.
Ha   hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero. Destronó   a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes   y a los ricos los despidió sin nada.
Ha hecho en mí grandes cosas el que   todo lo puede. Santo es su nombre.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos lo que escuchan la palabra de Dios y la ponen en   práctica, dice el Señor.
Aleluya,
Evangelio
Señalando con la mano a sus discípulos, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50
Gloria a ti, Señor.
En   aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus   parientes se acercaron y trataban de hablar con él. Alguien le dijo entonces a   Jesús:
"Oye, ahí fuera están tu madre y tus hermanos, y quieren hablar   contigo".
Pero él respondió al que se lo decía:
"¿Quién es mi madre y   quiénes son mis hermanos?"
Y señalando con la mano a sus discípulos,   dijo:
"Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad   de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi   madre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor   Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Padre lleno de bondad, que nos socorra el inmenso amor de tu Hijo   unigénito para que, quien al nacer de la Virgen María no menoscabó la integridad   de la Madre, sino que la consagró, nos libre de nuestras culpas y haga aceptable   a ti nuestra oblación.
Por Jesucristo, nuestro   Señor.
Amén.
Prefacio
Maternidad de la santísima Virgen María
En   verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre   y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar,   bendecir y proclamar tu gloria en la festividad de Santa María, siempre virgen,   en su advocación de Nuestra Señora del Carmen.
Porque ella concibió a tu   único Hijo por obra del Espíritu Santo, y, sin perder la gloria de su   virginidad, hizo brillar sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, nuestro   Señor.
Por él,
los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales   celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces,   cantando humildemente tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Dichosa la Virgen María, que llevó en su seno al Hijo del eterno Padre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, al recibir el sacramento celestial en esta   conmemoración de la santísima Virgen María, te pedimos que nos concedas celebrar   dignamente, a imitación suya, el misterio de nuestra   redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
jue 15a. Ordinario año impar
Antífona de Entrada
Sálvanos, Señor y Dios nuestro; reúnenos de entre las naciones, para que podamos agradecer tu poder santo y sea nuestra gloria alabarte.
Oración Colecta
Oremos:
Concédenos, Señor, Dios nuestro, amarte con todo el   corazón y, con el mismo amor, amar a nuestros prójimos. 
Por nuestro Señor   Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
"Soy el que soy". "Yo soy" me envía a ustedes
Lectura del libro del Exodo 3, 13-20
En aquel tiempo, Moisés, después de oír la voz del Señor desde la   zarza ardiendo, le dijo: 
"Está bien. Me presentaré a los israelitas y les   diré: "El Dios de sus padres me envía a ustedes"; pero cuando me pregunten cuál   es su nombre, ¿qué les voy a responder?"
Dios le contestó a Moisés: 
"Mi   nombre es Yo-soy".
Y añadió:
"Esto les dirás a los israelitas: 
"Yo-soy   me envía a ustedes". También les dirás: "El Señor, el Dios de sus padres, el   Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me envía a ustedes. Este es   mi nombre para siempre. Con este nombre me han de recordar de generación en   generación".
Ve a reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el Dios   de sus padres, el Dios de Abrahán, de Isaac, y de Jacob, se me apareció y me   dijo: "Yo he venido a ustedes porque he visto cómo los maltratan en Egipto. He   decidido sacarlos de la esclavitud de Egipto para llevarlos al país de los   cananeos, hititas, amorreos, perezeos, jeveos y yebuseos, a una tierra que mana   leche y miel".
Los ancianos de Israel escucharán tu voz y tú irás con ellos a   ver al faraón y le dirán: "El Señor, el Dios de los hebreos, se nos ha   aparecido. Permítenos caminar tres días por el desierto, para ofrecer   sacrificios al Señor, nuestro Dios".
Ya sé que el faraón no los dejará ir, si   no se ve obligado. Por eso yo extenderé mi brazo y azotaré a los egipcios con   toda clase de males, y finalmente el faraón los dejará salir". 
Palabra de   Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Del salmo 104
El Señor nunca olvida sus promesas.
Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a los   pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos.
El   Señor nunca olvida sus promesas.
Ni   aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la   alianza pactada con Abrahán, del juramento a Isaac, que un día le hiciera.   
El Señor nunca olvida sus promesas.
Dios hizo a su pueblo muy fecundo, más poderoso que sus enemigos.   A éstos les endureció el corazón para que odiaran a su pueblo y le pusieran   asechanzas a sus siervos.
El Señor nunca olvida sus   promesas.
Pero envió a Moisés, su siervo, y a Aarón, su elegido, que   hicieran contra ellos sus señales anunciadas, sus prodigios en la tierra de   Egipto.
El Señor nunca olvida sus promesas.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la   carga, y yo los aliviaré, dice el 
Señor.   
Aleluya.
Evangelio
Soy manso y humilde de corazón
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo: 
"Vengan a mí, todos los que están   fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre   ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán   descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera". 
Palabra del   Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, estos dones que te presentamos en señal de sumisión   a ti, y conviértelos en el sacramento de nuestra redención. 
Por Jesucristo,   nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Restauración universal en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación,   darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y   eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de   cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina   se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas   las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna   para cuantos creen en él.
Por eso, 
con los ángeles y arcángeles y con   todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu   gloria:
Antífona de la Comunión
Ven, Señor, en ayuda de tu siervo, sálvame por tu misericordia. Que no me arrepienta nunca de haberte invocado.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el sacramento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que   acabamos de recibir, nos ayude, Señor, a vivir más profundamente nuestra fe.   
Por Jesucristo, nuestro   Señor.
Amén
† Meditación diaria
16 de julio
NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN*
Memoria
— El amor a la Virgen y el escapulario del Carmen.
— Especial ayuda y gracias de Nuestra Madre en el momento de la muerte.
— El escapulario, símbolo del vestido de bodas.
I. El culto y la devoción a la Virgen del Carmen se remonta a los orígenes de la Orden carmelitana, cuya tradición más antigua la relaciona con aquella pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que subía desde el mar1 y que se divisaba desde la cumbre del Monte Carmelo, mientras el profeta Elías suplicaba al Señor que pusiese fin a una larga sequía. La nube cubrió rápidamente el cielo y trajo lluvia abundante a la tierra sedienta durante tanto tiempo. En esta nube cargada de bienes se ha visto una figura de la Virgen María2, quien, dando el Salvador al mundo, fue portadora del agua vivificante de la que estaba sedienta toda la humanidad. Ella nos trae continuamente bienes incontables.
El 16 de julio de 1251 se apareció la Virgen Santísima a San Simón Stock, General de la Orden de los Carmelitas, y prometió unas gracias y bendiciones especiales para aquellos que llevaran el escapulario. Esta devoción "ha hecho correr sobre el mundo un río caudaloso de gracias espirituales y temporales"3. La Iglesia la ha aprobado repetidamente con numerosos privilegios espirituales. Durante siglos, los cristianos se han acogido a esa protección de Nuestra Señora. "Lleva sobre tu pecho el santo escapulario del Carmen. Pocas devociones hay muchas y muy buenas devociones marianas tienen tanto arraigo entre los fieles, y tantas bendiciones de los Pontífices. Además, ¡es tan maternal ese privilegio sabatino!"4.
La Virgen prometió, a quienes viviesen y muriesen con el escapulario o la medalla bendecida con el Sagrado Corazón y la Virgen del Carmen, que hace sus veces la gracia para obtener la perseverancia final5; es decir, una ayuda particular para que, quienes no estén en gracia, se arrepientan en los últimos momentos de su vida. A esta promesa hay que añadir el llamado privilegio sabatino, que consiste en la liberación del Purgatorio al sábado siguiente a la muerte6, y otras muchas gracias e indulgencias. Verdaderamente, "María, con su amor materno, se cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y se hallan en peligros y en ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada..."7. No dejemos de acudir, cada día, muchas veces, a Ella, para que nos ayude y proteja. El mismo escapulario nos puede recordar frecuentemente que pertenecemos a Nuestra Madre del Cielo y que Ella nos pertenece, pues somos sus hijos, que tanto le hemos costado.
II. Expresamos en esta devoción una especial dedicación a Nuestra Señora de nosotros mismos y de todo lo nuestro, pues "en la aparición de la Santísima Virgen entregando el escapulario a San Simón Stock, se manifiesta la Madre de Dios como Señora de la gracia; y también como Madre amantísima, que protege a sus hijos en la vida y en la muerte.
"El pueblo cristiano ha venerado a la Virgen del Carmen particularmente por medio del santo escapulario como a la Madre de Dios y nuestra, que se nos presenta con estas credenciales: "En la vida, protejo; en la muerte, ayudo; y, después de la muerte, salvo""8. Ella es vida, dulzura y esperanza nuestra, como le hemos repetido tantas veces en el rezo de la Salve.
La devoción al santo escapulario del Carmen manifiesta nuestra seguridad en el auxilio materno de la Virgen. Del mismo modo que se utilizan trofeos y medallas para significar relaciones de amistad, de recuerdo o de triunfo, nosotros damos un sentido entrañable al escapulario para acordarnos muy frecuentemente de nuestro amor a la Virgen y de su bendita protección. Ella nos toma de la mano y, todos los días de nuestra vida aquí en la tierra, nos lleva por un camino seguro, nos ayuda a superar dificultades y tentaciones: jamás nos abandona, "porque es su costumbre favorecer a los que de Ella se quieren amparar"9.
Un día nos llegará la hora de nuestro encuentro definitivo con el Señor. Entonces necesitaremos más que nunca su protección y ayuda. La devoción a la Virgen del Carmen y a su santo escapulario es prenda de esperanza en el Cielo, pues la Virgen Santísima prolonga su maternal protección más allá de la muerte. Esta prerrogativa nos llena de consuelo. "María nos guía hacia ese futuro eterno; nos lo hace ansiar y descubrir; nos da su esperanza, su certeza, su deseo. Animados por tan esplendorosa realidad, con alegría indecible, nuestra humilde y fatigosa peregrinación terrena, iluminada por María, se transforma en camino seguro iter para tutum hacia el Paraíso"10. Allí, con la gracia divina, la veremos a Ella.
Cuando en 1605 fue elegido Papa el Cardenal De Médicis, que tomaría el nombre de León XI, y mientras le revestían con los hábitos papales, le quisieron quitar un gran escapulario del Carmen que llevaba entre la ropa. Entonces, el Papa dijo a quienes le ayudaban a revestirse: "Dejadme a María, para que María no me deje". Tampoco nosotros queremos dejarla, pues es mucho lo que la necesitamos. Por eso, llevamos siempre su escapulario. Y le decimos ahora que cuando llegue ese momento último nos abandonaremos en su brazos. ¡Tantas veces le hemos pedido que ruegue por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte, que Ella no se olvidará!
En su visita a Santiago de Compostela, el Papa Juan Pablo II deseaba a todos: "Que la Virgen del Carmen... os acompañe siempre, Sea Ella la Estrella que os guíe, la que nunca desaparezca de vuestro horizonte. La que os conduzca a Dios, al puerto seguro"11. De su mano llegaremos a presencia de su Hijo. Y si nos quedara algo por purificar, Ella adelantará el momento en que, limpios del todo, podamos ver a Dios.
Antiguamente se representaba a la Virgen del Carmen con un grupo a sus pies formado por almas en llamas en el Purgatorio, para señalar su especial intercesión en este lugar de purificación12. "La Virgen es buena para aquellos que están en el Purgatorio, porque por Ella obtienen alivio"13, predicaba con frecuencia San Vicente Ferrer. Su amor nos ayudará a purificarnos en esta vida para estar con su Hijo inmediatamente después de la muerte.
III. El escapulario es también imagen del vestido de bodas, la gracia divina, que ha de vestir siempre el alma.
El Papa Juan Pablo II, hablando a jóvenes en una parroquia romana dedicada a la Virgen del Carmen, recordaba en confidencia el especial socorro y amparo que recibió de su devoción a la Virgen del Carmen. "Debo deciros les comentaba que en mi edad juvenil, cuando era como vosotros, Ella me ayudó. No podría decir en qué medida, pero creo que en una medida inmensa. Me ayudó a encontrar la gracia propia de mi edad, de mi vocación". Y añadía: la misión de la Virgen, la que se halla prefigurada y "toma inicio en el Monte Carmelo, en Tierra Santa, está ligada a un vestido. Este vestido se llama santo escapulario. Yo debo mucho, en mis años jóvenes, a este, su escapulario carmelitano. Que la madre sea siempre solícita, se preocupe de los vestidos de sus hijos, de que vayan bien vestidos, es algo hermoso". Pero cuando estos vestidos se rompen, "la madre trata de reparar los vestidos de sus hijos". "La Virgen del Carmen, Madre del santo escapulario, nos habla de este cuidado materno, de esta preocupación suya para vestirnos. Vestirnos en sentido espiritual. Vestirnos con la gracia de Dios, y ayudarnos a mantener siempre blanco este vestido". El Papa hacía mención del vestido blanco que llevaban los catecúmenos de los primeros siglos, símbolo de la gracia santificante que recibían con el Bautismo. Y después de exhortar a conservar siempre limpia el alma, concluía: "Sed también vosotros solícitos colaborando con la Madre buena, que se preocupa de vuestros vestidos, y especialmente del vestido de la gracia, que santifica el alma de sus hijos e hijas"14. Ese vestido con el que un día nos presentaremos al banquete de bodas.
El escapulario del Carmen Puede ser una ayuda grande para querer más a Nuestra Madre del Cielo, un especial recordatorio de que le estamos dedicados y de que en un momento de apuro, en medio de una tentación, contamos con su ayuda. El tenerla tan cerca nos permitirá ser fuertes. Con palabras del Gradual para la fiesta de hoy, pedimos a Nuestra Señora: Recordare Virgo Mater... ut loquaris pro nobis bona. "Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés en la presencia del Señor, de decirle cosas buenas de nosotros"15; también en esos días en que no hayamos sido tan fieles como Dios espera de sus hijos.
1 1 Rey 18, 44 — 2 Cfr. Profesores de Salamanca, Biblia Comentada, BAC, Madrid 1961, in loc., vol. II, p. 450. — 3 Pío XII, Alocución 6-VIII-1950. — 4 San Josemaría Escrivá, Camino, Rialp, 30.ª ed., Madrid 1976, n. 500. — 5 Cfr. Inocencio IV, Bula Ex parte dilectorum. 13-I-1252. — 6 Cfr. Juan XXII, Bula Sacratissimo uti culmine, 3-III-1322. — 7 Conc. Vat. II, Conts. Lumen gentium, 62. — 8 Card. Gomá, María Santísima, R. Casulleras, 2.ª ed., Barcelona 1947. — 9 Santa Teresa, Fundaciones, 23, 4. — 10 Pablo VI, Homilía 15-VIII-1966. — 11 Juan Pablo II, Alocución 9-XI-1982. — 12 Cfr. M. Trens. María. Iconografía de la Virgen en el arte español, Plus Ultra, Madrid 1946, p. 378. — 13 San Vicente Ferrer, Sobre la Natividad. — 14 Juan Pablo II, Alocución 15-I-1989. — 15 Graduale Romanum, in loc, p. 580.
* Esta fiesta, instituida en el año 1726, conmemora el día en el que, según las tradiciones carmelitas, San Simón Stock, primer General de la Orden, tuvo una aparición de la Virgen el 16 de julio de 1251. María prometió una bendición especial para todos los que, en el transcurso de los siglos, llevaran su escapulario. La Iglesia ha aprobado solemne y repetidamente esta devoción mariana nacida en Inglaterra, de modo que, a cuantos llevan el escapulario, han concedido los Papas numerosos privilegios espirituales.
La Virgen del Carmen es patrona de los marineros. Ella es el Puerto seguro donde hemos de refugiarnos en medio de todas las tormentas de la vida.
15ª Semana. Jueves
EL YUGO DEL SEÑOR ES LLEVADERO
— Jesucristo nos libera de las cargas más pesadas.
— Hemos de contar con el peso del dolor, de las contradicciones y de los obstáculos.
— Deportividad, reciedumbre y alegría para afrontar todo aquello que nos es contrario o menos agradable, lo que se opone a nuestros planes o produce pesar y dolor. Huir del desaliento.
I. Venid a Mí todos los fatigados y agobiados –nos dice Jesús en el Evangelio de la Misa1–, y Yo os aliviaré. Se dirige a las multitudes que le siguen, maltratadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor2, y las libera de los pesos que las agobian. Los fariseos las sobrecargaban de minuciosas prácticas insoportables3 y a cambio no les daban la paz en sus corazones.
Las cargas más pesadas de los hombres –enseña San Agustín– son los pecados. "Dice Jesús a los hombres que llevan cargas tan pesadas y detestables y que sudan en vano bajo ellas: Venid a Mí... y Yo os aliviaré. ¿Cómo alivia a los cargados con los pecados, sino mediante el perdón de los mismos?"4. Cada Confesión es liberadora, porque los pecados –aun los veniales– abruman y oprimen. De este sacramento salimos restaurados, dispuestos de nuevo para luchar, llenos de paz. "Como si dijera: todos los que andáis atormentados, afligidos y cargados con la carga de vuestros cuidados y deseos, salid de ellos, viniendo a Mí, y Yo os recrearé, y hallaréis para vuestras almas el descanso que os quitan vuestras pasiones"5.
El Señor, a cambio de estas cargas del pecado, de la soberbia, de la falta de generosidad..., nos invita a compartir su propio yugo: Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: porque mi yugo es suave y mi carga ligera... Y comenta San Agustín: "Esta carga no es un peso para quien la lleva, sino alas para quien va a volar"6. Son un dulce peso los compromisos propios de nuestra vocación cristiana y aquella parte de la Cruz que a cada uno toca llevar; y esta amable carga nos permite remontarnos hasta Dios mismo.
Junto a Cristo, además, las dificultades y los obstáculos normales que se encuentran en la vida de todo hombre adquieren un sentido bien diferente. En vez de ser "nuestra cruz" se convierten en la Cruz de Cristo, con quien corredimimos, se purifican nuestras faltas y crecen las virtudes. Y, sin embargo, tantas veces, a nuestro alrededor se alza la voz de gente buena, pero sin fe viva, inmersa en la comodidad, que no entiende el sacrificio. "Ese camino es muy difícil, te ha dicho. Y, al oírlo, has asentido ufano, recordando aquello de que la Cruz es la señal cierta del camino verdadero... Pero tu amigo se ha fijado solo en la parte áspera del sendero, sin tener en cuenta la promesa de Jesús: "mi yugo es suave".
"Recuérdaselo, porque –quizá cuando lo sepa– se entregará"7, comprenderá mejor que él también ha sido llamado a la santidad.
Debemos proclamar a los cuatro vientos que el camino que sigue de cerca las pisadas de Cristo es un camino lleno de alegría, de optimismo y de paz, aunque estemos siempre cerca de la Cruz. Y precisamente de esas tribulaciones, llevadas por Dios, sacaremos los mayores frutos. "Acuérdate –nos aconseja San Francisco de Sales– que las abejas en el tiempo que hacen la miel comen y se sustentan de un mantenimiento muy amargo; y que así nosotros no podemos hacer actos de mayor mansedumbre y paciencia, ni componer la miel de las mejores virtudes, sino mientras comemos el pan de la amargura y vivimos en medio de las aflicciones"8.
II. Es difícil, quizá imposible, encontrar a una persona que no tenga dolor, enfermedad, preocupaciones de un sentido o de otro. Al cristiano no le debe ocurrir lo que comenta San Gregorio Magno: "hay algunos que quieren ser humildes, pero sin ser despreciados; quieren contentarse con lo que tienen, pero sin padecer necesidad; ser castos, pero sin mortificar su cuerpo; ser pacientes, pero sin que nadie los ultraje. Cuando tratan de adquirir virtudes, y a la vez rehúyen los sacrificios que las virtudes llevan consigo, se parecen a quienes, huyendo del campo de batalla, quisieran ganar la guerra viviendo cómodamente en la ciudad"9. Sin dolor y sin esfuerzo no hay virtudes.
Hemos de contar con dificultades, con preocupaciones y con penas; en unas épocas se manifestarán de una forma más costosa, y en otras más liviana; pero junto a Cristo serán siempre llevaderas. Estas contradicciones –grandes o pequeñas–, aceptadas y ofrecidas a Dios, no oprimen; por el contrario, disponen al alma para la oración y para ver a Dios en los pequeños sucesos de la vida. El Señor no permitirá que nos llegue un dolor, ningún apuro, que no podamos sobrellevar acudiendo a Él en demanda de ayuda. Si alguna vez tropezamos con una contrariedad más grande, también el Señor nos dará una gracia mayor: "Si Dios te da la carga, Dios te dará la fuerza"10.
Mientras nos encontremos en la tierra hemos de contar con las dificultades como algo normal. San Pedro ya lo advertía a los primeros cristianos: carísimos, cuando Dios os pruebe con el fuego de las tribulaciones, no lo extrañéis como si os aconteciese una cosa muy extroordinaria11. No nos sorprendamos; precisamente por el camino de la Cruz pasa la senda de la felicidad y de la eficacia. El Señor permite con frecuencia que venga la contradicción sobre aquellos que más quiere para que den más fruto aún: todo sarmiento que unido a la vid da fruto, lo poda para que dé más fruto12. Pero nunca nos deja solos; Jesús está siempre junto a los suyos, especialmente cuando más se hace notar el peso de la vida.
III. Del Señor solo nos llegan bienes. Cuando permite el dolor, la contrariedad, problemas económicos o familiares..., es que desea para nosotros algo mejor.
Frecuentemente, Dios bendice a quienes más quiere con la Cruz y con su gracia para que sepan llevarla con garbo humano y sobrenatural. Cuando Santa Teresa, ya casi al final de su vida, se dirigía a una fundación, se encontró con caminos impracticables y los ríos desbordados por las inundaciones. Después de pasar la noche, enferma y fatigada, en una posada tan pobre que no tenía ni camas13, decidió proseguir su viaje, porque el Señor así se lo pedía. Él le había dicho: "No hagas caso de estos fríos, que Yo soy la verdadera calor. El demonio pone todas sus fuerzas para impedir esa fundación; ponlas tú de mi parte porque se haga y no dejes de ir en persona, que se hará gran provecho"14. Lo cierto es que al día siguiente la Santa decidió atravesar el río Arlanzón en unas condiciones tales que cuando llegó la caravana a la orilla del río, no se veía más que una inmensa sabana de agua sobre la cual apenas se distinguían los pontones de madera15. Los que estaban en la orilla vieron cómo su carruaje oscilaba y quedaba suspendido al borde de la corriente. Teresa saltó, con el agua hasta las rodillas, pero como estaba poco ágil se lastimó. Se dirigió entonces al Maestro en tono amablemente quejoso: "¡Señor, entre tantos daños y me viene esto!". Y Jesús le respondió: "Teresa, así trato Yo a mis amigos". Y la Santa, llena de ingenio y de amor, le contestó: "¡Ah, Señor, por eso tenéis tan pocos!"16. Después, todos estaban contentos, "porque en pasando el peligro era recreación hablar de él"17.
Quiere el Señor que llevemos las contradicciones con paz, con reciedumbre, con alegría y confianza en Él, sabiendo que "nunca falló a sus amigos", especialmente si estos solo pretenden hacer Su voluntad. Junto al Sagrario –mientras le decimos quizá: Adoro te devote, latens deitas, te adoro con devoción, deidad escondida– comprobaremos que, aun en los casos más difíciles y apurados, la carga junto a Cristo se hace ligera y su yugo suave. Él nos ayuda a tener paciencia y a hacer frente a los obstáculos con espíritu deportivo y siempre que sea posible con buen humor, como hicieron los santos. Con esta actitud llevamos un gran bien a nuestra alma y a todos aquellos que viven cerca de nosotros.
Deportividad y alegría para afrontar todo aquello que nos es contrario o menos agradable, lo que se opone a nuestros planes o produce pesar y dolor. Y también sencillez y humildad para no inventarse problemas y dolores que no existen en la realidad, para dejar a un lado suspicacias, para no complicarse falsamente la vida. Porque, aunque los obstáculos sean reales y se deba contar con ellos, en ocasiones se corre el riesgo de desorbitarlos, dándoles excesiva importancia. Puede ocurrir que alguna vez se piense que nada se hace bien, que todo va de mal en peor, que se es ineficaz en el apostolado, que el ambiente influye demasiado para ir contra corriente... Es una visión deformada de las cosas, quizá por no contar con la verdadera realidad: somos hijos de Dios, y jamás nos faltará la gracia para salir adelante con un mayor bien. Junto a Él y con la protección de Santa María, refugium nostrum et virtus, refugio y fortaleza nuestra, sabremos matizar y definir aquello que va menos bien, pediremos ayuda en la dirección espiritual y lo que nos parecía tan costoso se hará llevadero. Este espíritu optimista, alegre y lleno de fortaleza es imprescindible para adelantar en el amor a Dios y para llevar a cabo toda labor de apostolado. El alma envuelta en dificultades se enrecia, se hace generosa y paciente. En los obstáculos hemos de ver siempre la gran ocasión de hacernos fuertes y de amar más.
1 Mt 11, 28-30. — 2 Mt 9, 36. — 3 Cfr. Hech 15, 10. — 4 San Agustín, Sermón 164, 4. — 5 San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, I, 7, 4 — 6 San Agustín, o. c., 7. — 7 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 198. — 8 San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, III, 3. — 9 San Gregorio Magno, Moralia, 7, 28, 34. — 10 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 325. — 11 1 Pdr 4, 12. — 12 Cfr. Jn 15, 2. — 13 Santa Teresa de Jesús, Fundaciones, 27, 12. — 14 Ibídem, 31, 11. — 15 Cfr. M. Auclair, La vida de Santa Teresa de Jesús, Palabra, 4.ª ed., Madrid 1984, pp. 422-423. — 16 Ibídem, p. 423. — 17 Santa Teresa de Jesús, Fundaciones, 31, 17.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Nuestra Señora del Carmen
El Carmelo es una cadena montañosa de Israel que, partiendo de la   región de Samaria, acaba por hundirse en el Mar Mediterráneo, cerca del puerto   de Haifa. 
Esta altura tiene un encanto peculiar. Es diferente del Monte   Nebo, en Jordania, del macizo del Sinaí y del Monte de los Olivos en Jerusalén.   
Todas las montañas palestinas tienen sus recuerdos teofánicos (es decir de   las manifestaciones de Dios), que las convierten en cumbres sagradas y místicas.   Pero ninguna tan sugestiva como el Monte Carmelo. ¿Por qué San Juan de la Cruz   lo tomó como el símbolo de la ascensión mística? Seguramente se le sugirió el   nombre de su propia Orden Carmelitana. Pero sin duda había alguna intención más   profunda que la hacía simpatizar con el misterio de la sagrada montaña del   profeta Elías. 
Una tradición piadosa sostiene que, desde los días de los   profetas Elías y Eliseo, hubo en aquella zona hombres de oración que vivían en   soledad la búsqueda de Dios. En el período de los Cruzados surgió entre los   cristianos el deseo de vivir sobre aquella montaña de vida de entrega al Señor.   Así surgió en el Carmelo la vida carmelita. El convento del Monte Carmelo tiene   un nombre evocador: "Stella Maris" (Estrella del Mar). Es un hermoso edificio   cuadrangular a 500 metros de altura sobre el nivel del Mar Mediterráno en la   ciudad de Haifa. 
El centro del convento lo ocupa el santuario de la Virgen   del Carmen. En el altar mayor de esta hermosa iglesia en cruz griega se venera   la estatua de la Virgen del Carmen, obra de un escultor italiano en 1836.   
Debajo del altar se ve la gruta del profeta Elías. Según la tradición, éste   era el lugar donde se refugiaba el profeta. Una estatua recuerda al celoso   defensor de la religión de Yahwéh. 
Nos cuentan los Padres Carmelitas que no   ha sido fácil la permanencia católica sobre esta montaña. Bien es verdad que, en   la época de los Cruzados, el patriarca latino de Jerusalén, San Alberto, pudo   dar a los ermitaños del Monte Carmelo una regla religiosa el año 1212. Se cuenta   que el carmelita San Simón Stock pasó por aquí antes de su célebre visión del   escapulario carmelita. 
También subió en peregrinación a esta santa montaña   el rey San Luis de Francia en el año 1254 en acción de gracias por haberse   salvado de un naufragio. 
Con la caída de la ciudad de San Juan de Acre en   1291 vino la persecusión árabe que causó el martirio de no pocos religiosos.   Después de una larga interrupción de la vida monacal en la montaña que dio   ocasión para la expansión del ideal carmelitano por el Occidente, regresaron los   religiosos del Carmen al Monte Carmelo por el siglo XVII. 
Los marineros antes de la edad de la electrónica confiaban su rumbo a las estrellas. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.
Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar
Los Carmelitas y la Virgen del Carmen 
se difunden por   Europa
La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir la que desde tiempos remotos allí se le venera. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Llegaron incluso a llamárseles: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella a Cristo.
Los signos en la vida humana y cristiana 
Vivimos en un mundo con cantidad de realidades tomadas como   símbolo: el rayo de luz, la llama de fuego, el agua que brota... En la vida de   cada día existe también gestos que expresan y simbolizan valores más profundos:   como el compartir la comida (signo de amistad), el ponerse en fila para una   manifestación (signo de solidariedad), el estar todos en pie (respeto). 
Como   hombres tenemos necesidad de signos o símbolos que nos ayuden a entender y   vivir. 
Como cristianos tenemos a Jesús, el gran don y al mismo tiempo signo   eterno del amor del Padre. El estableció la Iglesia, ella misma como signo e   instrumento de su amor. E incluso utilizó pan, vino, agua para remontarnos a   realidades superiores que no vemos ni tocamos: constituyó signos capaces para   dárnoslas verdaderamente, es decir los Sacramentos. 
En la celebración de los   Sacramentos los símbolos (agua, aceite, pan, imposición de las manos, anillos)   expresan y operan una comunicación con Dios, que se hace presente a través de   tales cosas concretas y cotidianas. 
Además de los signos litúrgicos, existen   en la Iglesia otros signos, ligados a un acontecimiento, a una tradición, a una   persona. 
UNO DE ESTOS ES EL ESCAPULARIO DEL CARMEN. 
Origen del Escapulario 
En el Medioevo muchos cristianos querían unirse a las Ordenes   religiosas fundadas entonces: Franciscanos, Dominicos, Agustinos, Carmelitas.   Surgió un laicado asociado a ellas mediante las Confraternidades. 
Las   Ordenes religiosas trataron de dar a los laicos un signo de afiliación y de   participación en su espíritu y apostolado. Este signo estaba constituido por una   parte significativa del hábito: capa, cordón, escapulario. 
Entre los   Carmelitas se estableció el Escapulario, en forma reducida, como expresión de   pertenencia a la Orden y de compartir su devoción mariana. 
Actualmente el   Escapulario de la Virgen del Carmen es un signo aprobado por la Iglesia y   propuesto por la Orden Carmelitana como manifestación del amor de María por   nosotros y como expresión de confianza filial por parte nuestra en Ella, cuya   vida queremos imitar. 
El "Escapulario" en su origen era un delantal que los   monjes vestían sobre el hábito religioso durante el trabajo manual. Con el   tiempo asumió el significado simbólico de querer llevar la cruz de cada día,   comlos verdaderos seguidores de Jesús. En algunas Ordenes religiosas, como el   Carmelo se convirtió en el signo de la decisión de vivir la vida como siervos de   Cristo y de Maria.
El Escapulario simbolizó el vínculo especial de los   Carmelitas a María, Madre del Señor, expresando la confianza en su materna   protección y el deseo de seguir su ejemplo de donación a Cristo y a los demás.   Así se ha transformado en un signo Mariano por excelencia. 
El Escapulario, signo mariano 
El Escapulario ahonda sus raíces en la larga historia de la   orden Carmelita, donde representa el compromiso de seguir a Cristo como   María, modelo perfecto de todos los discípulos de Cristo. Este compromiso tiene   su origen lógico en el bautismo que nos transforma en hijos de Dios.   
La Virgen nos enseña 
A vivir abiertos a Dios y a su voluntad, manifestada en los   acontecimientos de la vida; 
A escuchar la voz (palabra) de Dios en la Biblia   y en la vida, poniendo después en práctica las exigencias de esta voz; 
A   orar fielmente sintiendo a Dios presente en todos los acontecimientos; 
A   vivir cerca de nuestros hermanos y a ser solidarios con ellos en sus   necesidades. 
El Escapulario introduce en la fraternidad del   Carmelo, es decir en una gran comunidad de religiosos y religiosas que,   nacidos en Tierra Santa, están presentes en la Iglesia desde hace más de ocho   siglos. 
Compromete a vivir el ideal de esta familia religiosa, que es la   amistad íntima con Dios a través de la oraciòn 
Pone delante el ejemplo delos   santos y santas del Carmelo con quienes se establece una relación familiar de   hermanos y hermanas. 
Expresa la fe en el encuentro con Dios en la vida   eterna por la intercesión de María y su protección. 
En síntesis y en concreto el escapulario del Carmen 
NO ES 
Ni un objeto para   una protección mágica (un amuleto) 
Ni una garantía automática de salvación   
Ni una dispensa para no vivir las exigencias de la vida cristiana, al revés!   
ES 
Un signo "fuerte" aprobado por la Iglesia desde hace varios   siglos, ya que representa nuestro compromiso de seguir a Jesús como María: 
*   abiertos a Dios y a su voluntad 
* guiados por la fe, por la esperanza y por   el amor 
* cercanos al prójimo necesitado 
* orando constantemente y   descubriendo a Dios presente en todas las circunstancias 
* un signo que   introduce en la familia del Carmelo 
* un signo que alimenta la esperanza del   encuentro con Dios en la vida eterna bajo la protección de María Santísima.   
Normas prácticas 
* El Escapulario lo impone una vez para siempre, un religioso   carmelita u otro sacerdote autorizado. 
* Puede ser sustituido por una   medalla que represente por una parte la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, y   por otra la de la Virgen. Esta medalla se bendice cuando se cambia. 
* El   Escapulario es para los cristianos auténticos que viven conforme a las   exigencias evangélicas, reciben los Sacramentos y profesan una especial devoción   a la Santísima Virgen (expresada con el rezo cotidiano de al menos tres Ave   Marías). 
Imposición del escapulario: fórmula 
Recibe este Escapulario, signo de una relación especial   con María, la Madre de Jesús, que te comprometes a imitare.   
Este Escapulario te recuerde tu dignidad de cristiano, tu entrega al   servicio del prójimo y a la imitación de María. 
Llévalo como   signo de su protección y como signo de tu pertenencia a la familia del Carmelo.   Estáte dispuesto a cumplir la voluntad de Dios y a comprometerte en el trabajo   por la construcción de un mundo que responda al plan de fraternidad, justicia y   paz de Cristo. 
Santa Teresa de Jesús y la Virgen   María 
Toda   la experiencia mariana de Santa Teresa que se encuentra diseminada en sus   escritos, se puede componer en un mosaico que ofrece una hermosa imagen de   María; nos servimos de tres líneas importantes de esta doctrina teresiana.   
a. Devoción mariana y experiencia mística mariana
Desde la primera página de los escritos teresianos aparece la   Virgen entre los recuerdos más importantes de la niñez de Teresa; es el recuerdo   de la devoción que su madre Doña Beatriz le inculcaba y que ejercitaba con el   rezo del Santo Rosario (Vida 1,1.6); es conmovedor el episodio de su oración a   la Virgen cuando pierde su madre Doña Beatriz, a la edad de 13 años: "Afligida   fuíme a una imagen de nuestra Señora y suplicaba fuese mi madre con muchas   lágrimas. Parecíame que aunque se hizo con simpleza me ha valido; porque   conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a   ella, y, en fin, me ha tornado a sí" (Vida 1,7). La Santa atribuye, pues, a la   Virgen, la gracia de una protección constante y de manera especial la gracia de   su conversión: "me ha tornado a sí". Otros textos de la autobiografía nos   revelan la permanencia de esta devoción mariana: cuando acude a la Virgen en sus   penas (Vida 19,S), cuando recuerda sus fiestas de la Asunción y de la Inmaculada   Concepción (Ib. 5,9; 5,6), o la Sagrada Familia (Ib. 6,8), o su devoción al   Rosario (Ib. 29,7; 38,1). 
Muy pronto la devoción a la Virgen pasa a ser,   como en otros aspectos de la vida de la Santa, una experiencia de sus misterios   cuando Dios hace entrar a Teresa en contacto con el misterio de Cristo y de todo   lo que a él le pertenece. En la experiencia 
mística teresiana del misterio   de la Virgen hay como una progresiva contemplación y experiencia de los momentos   más importantes de la vida de la Virgen, según la narración evangélica. Así por   ejemplo, tenemos una intuición del misterio de la obumbración de la Virgen y de   su actitud humilde y sabia en la Anunciación (Conceptos de Amor de Dios 5,2;   6,7). Por dos veces la Santa Madre ha tenido una experiencia mística de las   primeras palabras del Cántico de María, el "Magnificat" (Relación 29,1; 61), que   según el testimonio de María de San José con mucha frecuencia "repetía en voz   baja y en lenguaje castellano"' (Cfr. B.M.C. 18, p. 491). 
Contempla con   estupor el misterio de la Encarnación y de la presencia del Señor dentro de   nosotros a imagen de la Virgen que lleva dentro de sí al Salvador: "Quiso (el   Señor) caber en el vientre de su Sacratísima Madre. Como es Señor, consigo trae   la libertad, y como nos ama hácese a nuestra medida" (Camino Escorial 48,11).   Contempla la Presentación de Jesús en el templo y se le revela el sentido de las   palabras de Simeón a la Virgen (Relación 35,1): "No pienses cuando ves a mi   Madre que me tiene en los brazos, que gozaba de aquellos contentos sin graves   tormentos. Desde que le dijo Simeón aquellas palabras, la dio mi Padre clara luz   para que viese lo que yo había de padecer" ( Cfr. también sobre el nacimiento de   Jesús la Poesía 14 y sobre la presentación Camino 31,2). Tiene presente la huída   a Egipto y la vida oculta de la Sagrada Familia (Carta a Doña Luisa de la Cerda,   27 de mayo de 1563, y Vida 6,8). 
Tiene una especial intuición de la   presencia de María en el misterio pascual de su Hijo; participa con ella en la   pena de su desolación y en la alegría de la Resurrección del Señor. A Teresa le   gusta contemplar fortaleza de María y su comunión con el misterio de Cristo al   pie de la Cruz (Camino 26,8). En los Conceptos de Amor de Dios (3,11) describe   la actitud de la Virgen: "Estaba de pie y no dormida, sino padeciendo su   santísima anima y muriendo dura muerte". Ha entrado místicamente en el dolor de   la Virgen cuando se le pone el Señor en sus brazos "a manera de como se pinta la   quinta angustia" (Relación 58); ha experimentado en la Pascua de 1571 en   Salamanca la desolación y el traspasamiento del alma ( que es como una noche   oscura del espíritu); todo ello le hace hacen recordar la soledad de la Virgen   al pie de la Cruz (Relación 15, 1.6). En esta misma ocasión le dice el Señor   que: "En resucitando había visto a nuestra Señora, porque estaba ya con gran   necesidad ... y que había estado mucho con ella- porque había sido menester   hasta consolarla" (Ib.). 
En varias ocasiones ha podido contemplar el   misterio de la glorificación de la Virgen en la fiesta de su Asunción gloriosa   (Vida 33,15 y 39,26). Tiene conciencia de que la Virgen acompaña con su   intercesión constante la comunidad en oración, como le acaece en San José de   Avila (Vida 36,24) y en la Encarnación (Relación 25,13). 
Cuando en una   altísima experiencia mística de le da a conocer el misterio de la Trinidad   percibe la cercanía de la Virgen en este misterio y el hecho de que la Virgen,   con Cristo y el Espíritu Santo son un don inefable del Padre: "Yo te di a mi   Hijo y al Espíritu Santo y a esa Virgen. ¿Qué me puedes dar tu a mi? (Ib.)   
Se puede afirmar que la Santa ha tenido una profunda experiencia mística   mariana, ha gozado de la presencia de María y ella misma, la Madre, le ha hecho   revivir sus misterios. Por eso es una profunda convicción de la doctrina   teresiana que los misterios de la Humanidad de Cristo y los misterios de la   Virgen Madre forman parte de la experiencia mística de los perfectos (Cfr.   Moradas VI,7,13 y título del cap.; 8,6). 
b. María, modelo y madre de la vida espiritual.
Santa Teresa ha expresado en algunas líneas doctrinales su   experiencia y su contemplación del misterioso de la Virgen María. Hubiera, sin   duda alguna, trazado una hermosa síntesis de espiritualidad mariana si, como fue   su intención, hubiese comentado el "Ave María" como hizo con el Padre Nuestro en   la primera redacción del Camino de Perfección. 
Podemos afirmar que entre las   virtudes características de la Virgen que Santa Teresa propone a la imitación,   hay una que las resume todas. María es la primera cristiana, la discípula del   Señor, la seguidora de Cristo hasta el pie de la Cruz (Camino 26,8). Es el   modelo de una adhesión total a la Humanidad de Cristo y a la comunión con El en   sus misterios, de manera que Ella es el modelo de una contemplacion centrada en   la Sacratísima Humanidad (Cfr. Vida 22,1; Moradas VI,7,14). 
Entre las   virtudes que son también las de la vida religiosa carmelitana podemos citar: la   pobreza que hace María pobre con Cristo (cfr. Camino 31,2); la humildad que   trajo a Dios del cielo "en las entrañas de la Virgen" (Camino 16,2) y por eso es   una de las virtudes principales que hay que imitar: "Parezcámonos en algo a la   gran humildad de la Virgen Santísima" (Camino 13,3); la actitud de humilde   contemplacion y de estupor ante las maravillas de Dios (Conceptos de Amor de   Dios, 6,7) y el total asentimiento a su voluntad (Ib.). 
Su presencia   acompaña todo nuestro camino de vida espiritual, como si cada gracia y cada   momento crucial de madurez en la vida cristiana y religiosa tuvieran que ver con   la presencia activa de la Madre en el camino de sus hijas. Así la Virgen aparece   activamente presente en toda la descripción que la Santa hace del itinerario de   la vida espiritual en el Castillo Interior. Es la Virgen que intercede por los   pecadores cuando a ella se encomiendan (Moradas I, 2,12). Es ejemplo y modelo de   todas las virtudes, para que con sus méritos y con sus virtudes pueda servir de   aliento su memoria en la hora de la conversión definitiva (Moradas III 1,3). Es   la Esposa de los Cantares (Conceptos de Amor de Dios, 6,7), modelo de las almas   perfectas. Y es la Madre en la que todas las gracias se resumen en su comunión   con Cristo en el "mucho padecer": "Siempre hemos visto que los que mas cercanos   anduvieron a Cristo nuestro Señor fueron los de mayores trabajos: miremos los   que pasó su gloriosa Madre y sus gloriosos apóstoles" (Moradas VII 4,5). Por eso   la memoria de Cristo y de la Virgen, en la celebración litúrgica de sus   misterios, nos acompaña y fortalece (Cfr. Moradas VI,7,11.13).   
c. La Virgen María y el Carmelo
Teresa de Jesús con su vocación de Carmelita ha entrado   profundamente en toda la antigua tradición espiritual del Carmelo. En el   monasterio de la Encarnación de Avila ha podido impregnarse de toda la rica   espiritualidad mariana de la Orden, tal como en el siglo XVI la expresaban la   tradición histórica, las leyendas espirituales, la liturgia carmelitana, la   devoción popular, la iconografía carmelitana. En sus escritos el nombre de la   Orden esta siempre unido al de la Virgen que es Señora, Patrona, Madre de la   Orden y de cada uno de sus miembros. Todo es mariano en la Orden, según Santa   Teresa: el hábito, la Regla, las casas. 
Cuando es nombrada Priora de la   Encarnación, en 1571, coloca en el lugar primero del coro a la Virgen, porque   comprende que en María hay una convergencia de devoción, de amor y respeto por   parte de todas las religiosas. El gesto tiene un hermoso epílogo mariano, con la   aparición de la Virgen (Relación 25). En una Carta a María de Mendoza (7 de   marzo de 1572) dice afectuosamente: "Mi 'Priora' (la Virgen María) hace estas   maravillas". Acoge con gozo al P. Gracián, tan devoto de la Virgen, como ella   recuerda con frecuencia en sus Cartas, y se entusiasma con el conocimiento que   él tiene y le comunica de los orígenes de la Orden, tal como eran narrados en   los libros de entonces (cfr. Fundaciones, c.23) Tiene plena conciencia de los   privilegios del Santo Escapulario, como parece aludir en esta frase a propósito   de la muerte de un carmelita: "Entendí que por haber sido fraile que había   guardado bien su profesión le habían aprovechado las Bulas de la Orden para no   entrar en el Purgatorio (Vida 38,31). 
Con idéntico espíritu mariano, como un   servicio de renovación de la Orden de nuestra Señora y por impulsos de la   Virgen, emprende la tarea de la fundación de San José. Ya en las primeras   gracias que Cristo le hace, encontramos la alusión de la presencia de la Virgen   en el Carmelo (Vida 32,11). 
Después es la misma Virgen la que activa la   fundación de San José con idénticas palabras y promesas y con una gracia   especial concedida a Teresa de pureza interior, una especie de investidura   mariana para ser Fundadora (Vida 33,14). Al concluir felizmente la fundación de   San José la Madre Teresa confiesa sus sentimientos marianos: "Fue para mí como   estar en una gloria ver poner el Santísimo Sacramento... y hecha una obra que   tenía entendido era para servicio del Señor y honra del hábito de su gloriosa   Madre" (Vida 36,6). Y añade: "Guardamos la Regla de nuestra Señora del Carmen...   Plega al Señor sea todo para gloria y alabanza suya, y de la gloriosa Virgen   María, cuyo hábito traemos" (Ib. 36, 26.28) Como respuesta a este servicio   mariano, ve a Cristo que le agradece "lo que había hecho por su Madre" y ve a la   Virgen "con grandísima gloria, con manto blanco y debajo de él parecía   ampararnos a todas" (Ib. 36, 24). 
En la narración de los progresos de la   Reforma, Teresa tiene siempre el cuidado de subrayar la continuidad con la   Orden, el servicio hecho a nuestra Señora, la especial protección que Ella le   dispensa en todas las ocasiones. Así, por ejemplo, el encuentro con el Padre   Rubeo y el permiso obtenido para extender los monasterios teresianos: "Escribí a   nuestro Padre General una carta... poniéndole delante el servicio que haría a   nuestra Señora, de quien era muy devoto. Ella debía ser la que lo negoció"   (Fundaciones, 2,5). Todo el libro de las Fundaciones parece estar escrito en   clave mariana, pues son continuas las alusiones de Teresa a la Virgen y a su   servicio, como cuando escribe: "Comenzando a poblarse estos palomarcitos de la   Virgen nuestra Señora ..." (Ib. 4,5); o cuando subraya: "Son estos principios   para renovar la Regla de la Virgen su Madre y Señora y Patrona Nuestra" (Ib.   14,5), como dice a propósito de la fundación de Duruelo. Cuando vuelve la vista   atrás, al final del libro de las Fundaciones, contempla todo como un servicio de   la Virgen y una obra en la que ha colaborado la misma Reina del Carmelo:   "Nosotras nos alegramos de poder en algo servir a nuestra Madre y Señora y   Patrona... Poco a poco se van haciendo cosas en honra y gloria de esta gloriosa   Virgen y su Hijo ..." (Ib. 29,23.28). La misma separación de calzados y   descalzos hecha en el Capítulo de Alcalá, en 1581, es contemplada por Teresa con   una referencia pacificadora a la Madre de la Orden: "Acabó nuestro Señor cosa   tan importante... a la honra y gloria de su gloriosa Madre, pues es de su Orden,   como Señora y Patrona que es nuestra ..." (Ib. 29,31). 
El recuerdo de la   Virgen sugiere a Teresa en diversas ocasiones el sentido de la vocación   carmelitana inspirada en María. Así por ejemplo con una alusión implícita a la   Virgen escribe: "Todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen somos   llamadas a la oración y contemplación (porque este fue nuestro principio, de   esta casta venimos, de aquellos santos Padres nuestros del Monte Carmelo, que en   tan gran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban este tesoro, esta   preciosa margarita de que hablamos" (Moradas V 1,2). 
En el contexto anterior   y posterior la Santa habla de la vocación la oración, tesoro escondido y perla   preciosa - dos alusiones evangélicas - que están dentro de nosotros, pero que   exigen el don total de nuestra vida para comprar el campo donde esta el tesoro y   adquirir la perla preciosa. María aparece como la Madre de esta "casta de   contemplativos", por su interioridad en la meditación y la entrega total del   Señor. En otra ocasión Teresa llama la atención sobre la necesidad de la   imitación de la Virgen para poder llamarnos de veras hijas suyos: "Plega a   nuestro Señor, hermanas, que nosotras hagamos la vida como verdaderas hijas de   la Virgen y guardemos nuestra profesión, para que nuestro Señor nos haga la   merced que nos ha prometido" (Fundaciones 16,7). En el amor a la Virgen y en la   adhesión a la misma familia se encuentra para la fraternidad teresiana el   fundamento del amor recíproco y de la comunión de bienes, como sugieren estos   dos textos: "Así que, mis hijas, todas lo son de la Virgen y hermanas, procuren   amarse mucho unas a otras" (Carta a las monjas de Sevilla, 13 de enero de 1580,   6). "Por eso traemos todas un hábito, porque nos ayudemos unos (monasterios) a   otros, pues lo que es de uno es de todos" (Carta a la M. Priora y Hermanas de   Valladolid, 31 de mayo de 1579,4). 
Estas páginas muestran como la Santa   Madre ha vivido intensamente la tradición mariana del Carmelo y la ha   enriquecido con su experiencia mística, su devoción y la orientación doctrinal   de sus escritos. Para la carmelita descalza la Virgen es, en la perspectiva   teresiana, modelo de adhesión a Cristo, de vivencia contemplativa de su misterio   y de servicio eclesial; para cada monasterio, la Virgen es la Madre que con su   presencia acrecienta el sentido de intimidad y de familia, alienta en el camino   de la vida espiritual, preside la oración como ferviente intercesora ante su   Hijo. 
La Espiritualidad Mariana de la orden Carmelita 
Escrita por la Orden de Carmelitas   Descalzos
1.   En los orígenes de nuestra devoción mariana   
Hay tres palabras claves que sintetizan los orígenes de nuestra   relación carismática con la Virgen María: el lugar del Monte Carmelo, el nombre   o título mariano de la Orden, la explícita mención de la dedicación de la Orden   del Carmelo al servicio de nuestra Señora. 
a. El lugar: una capilla en   honor de la Virgen María en el Monte Carmelo 
Un anónimo peregrino de   principios del siglo XIII nos ofrece, en un documento sobre los caminos y   peregrinaciones de la Tierra Santa, el primer testimonio histórico mariano   acerca de la Orden. Nos habla de una "muy bella y pequeña iglesia de nuestra   Señora que los ermitaños latinos, llamados "Hermanos del Carmelo" tenían en el   Wadi 'ain es-Siah. Otra redacción del mismo manuscrito habla de una iglesia de   nuestra Señora. 
Posteriormente el título de la Virgen María se le dará a   todo el monasterio, cuando se amplíe notablemente la primitiva capilla, como   consta en varios documentos antiguos (cfr. Bullarium Carmelitanum, I, pp.   4 y 28). Este dato primordial de la capilla del Monte Carmelo dedicada a la   Madre de Dios es significativo y prácticamente es el hecho del que se desprende   la más antigua devoción de los Carmelitas a la Virgen. Desde el principio de su   fundación los Carmelitas han erigido una pequeña capilla dedicada a la Virgen   Madre de Dios en su misma tierra de Israel. 
Suponemos que esta capilla   estaba presidida por una imagen de la Madre de Dios. La tradición antigua de la   orden nos ha transmitido algunas imágenes antiguas, de inspiración oriental.   Entre ellas algunas del tipo de la Virgen de la ternura o de la Virgen sentada   en un trono con su Hijo. Todo ello indica que los ermitaños del Monte Carmelo   querían dedicarse por entero al vivir en obsequio de Jesucristo bajo la mirada   amorosa de la Virgen Madre, y que ella presidió desde sus misma cuna el   nacimiento de una nueva experiencia eclesial. De aquí el hecho que se la   reconozca como Patrona, según las palabras del General Pedro de Millaud al Rey   de Inglaterra Eduardo I a propósito de la Virgen María "en cuya alabanza y   gloria esta misma Orden fue fundada especialmente" (Cfr. Ibidem,   606-607). Una afirmación que la tradición posterior confirmara constantemente.   
b. El nombre: "Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del   Monte Carmelo" 
Así aparece el título de la Orden en algunos documentos   pontificios, con una referencia explícita a la Virgen María, como consta por la   Bulla de Inocencio IV, Ex parte dilectorum (13-1-1252): "De parte de los   amados hijos, los ermitaños hermanos de la Orden de Santa María del Monte   Carmelo" (Analecta Ordinis Carmelitarum 2 (1911-1913) p.128). En un   documento posterior (20-2-1233) Urbano IV (en la Bula Quoniam, ut ait)   hace referencia al "Prior Provincial de la Orden de la Bienaventurada María del   Monte Carmelo en Tierra Santa" y añade que en el Monte Carmelo está el lugar de   origen de esta Orden donde se va a edificar un nuevo monasterio en honor de Dios   y "de la dicha Gloriosa Virgen su Patrona" (Bullarium Carmelitanum I,   p.28). 
Este nombre, "Hermanos" que es signo de familiaridad e intimidad con   la Virgen, ha sido reconocido por la Iglesia, y será en adelante fuente de   espiritualidad cuando los autores carmelitas posteriores hablen del "patronazgo   de la Virgen" y de su cualidad de "Hermana" de los Carmelitas. 
c. La   consagración a la Virgen 
El Carmelo profesa con su dedicación total al   servicio de Jesucristo como Señor de la Tierra Santa, según el sentido de   seguimiento y de servicio que tiene el texto inicial de la Regla en su contexto   histórico y geográfico, su total consagración a la Virgen María. Así lo reconoce   un antiguo texto legislativo del Capitulo de Montpellier, celebrado en 1287:   "Imploramos la intercesión de la gloriosa Virgen María, Madre de Jesús, en cuyo   obsequio y honor fue fundada nuestra religión del Monte Carmelo" (Cfr. Actas   del Capítulo General de Montpellier, Acta Cap.Gen., Ed.   Wessels-Zimmermann, Roma 1912, p.7). Esta especial consagración que se une al   recuerdo del seguimiento de Cristo tendrá una lógica consecuencia en la fórmula   de la profesión que incluirá la mención explícita de la entrega a Dios y a la   Bienaventurada Virgen María. 
2. Una tradición espiritual viva
Tras los datos históricos reseñados que pertenecen a los albores   de la experiencia mariana del Carmelo, las Constituciones señalan los elementos   mas significativos de la espiritualidad mariana de Santa Teresa y de San Juan de   la Cruz. Sin embargo podemos condensar en algunas orientaciones la riqueza   doctrinal del espíritu mariano de la Orden, tal como ha sido vivido a partir de   los orígenes, enriquecido por la devoción y los escritos espirituales de algunos   carmelitas insignes. 
a. Los títulos de amor y de veneración. 
Se   puede afirmar que la antigua tradición carmelitana ha expresado los vínculos de   amor con la Virgen a través de una serie de títulos relativos al misterio de   María pero percibidos con un sabor especial desde la experiencia de la vida del   Carmelo. Así, en los orígenes, predomina la denominación de Patrona de la Orden,   pero también se va haciendo camino la expresión más dulce de Madre, como aparece   en fórmulas antiguas de Capítulos y Constituciones, como estas: "En honor de   nuestro Señor Jesucristo y de la gloriosa Virgen María, Madre de nuestra Orden   del Carmelo"; "Para alabanza de Dios y de la bienaventurada Virgen María Madre   de Dios y Madre nuestra", como dicen las Constituciones de 1369. 
En la   antífona "Flos Carmeli" se invoca a la Virgen como "Madre dulce" (Mater mitis) y   Juan de Chimineto habla de María como "fuente de las misericordias y Madre   nuestra". Los dos apelativos están en relación con el misterio de la Virgen   Madre de Dios en la expansión de su maternidad hacia los hombres. A estos   títulos hay que añadir el de Hermana, asumido por los Carmelitas del siglo XIV   en la literatura devocional que narra los orígenes de la Orden, a partir del   profeta Elías que contempla proféticamente en la nubecilla la futura Madre del   Mesías, y se complace en ilustrar las relaciones de la Virgen con los ermitaños   del Monte Carmelo. 
Desde otro punto de vista doctrinal, los Carmelitas, en   la contemplacion el misterio de la Virgen, han puesto de relieve su Virginidad,   admirando en ella el modelo de la opción por una vida virginal en el Carmelo y   su relación con la contemplacion. Por las mismas razones los Carmelitas siempre   estuvieron entre los defensores del privilegio de la Inmaculada Concepción de la   Virgen, en las controversias de la edad media, sea a nivel de teología, sea a   favor de la introducción de la fiesta en el Calendario de la Orden que la   celebraba con particular devoción. De aquí también la insistencia de los autores   carmelitas en la filial contemplacion de la Virgen Purísima y del compromiso de   imitar en la Virgen esta actitud espiritual, simbólicamente reflejada en la capa   blanca del hábito de la Orden. 
b. Privilegios para la Orden. 
La   historia y la espiritualidad mariana de la Orden, sobre todo durante los siglos   XIV-XVI, se enriquecen de motivos devocionales que van aumentando la tradición   histórica primitiva. La Virgen María aparece como una auténtica Protectora de la   Orden en momentos difíciles de su evolución y su expansión en Occidente. EL   Catálogo de los Santos Carmelitas ha recogido la visión que el General de la   Orden Simón Stock tuvo hacia el año 1251, cuando la Virgen se le aparece y le   hace entrega del hábito de la Orden asegurándole la salvación eterna para todos   los que lo lleven con devoción. Al Papa Juan XXII se le atribuye un documento,   llamado comúnmente Bula Sabatina, que lleva la fecha del 3 de marzo de 1322, en   el cual refiere la visión que el mismo Papa tiene de la Virgen que le promete   una protección personal a cambio de la ayuda que él mismo preste a los   Carmelitas; en la Bula se alude al privilegio de una liberación de las penas del   Purgatorio para todos aquellos que hayan llevado dignamente el Santo   Escapulario, mediante la acción maternal de la Virgen que irá a liberar a sus   devotos el sábado siguiente a su muerte. 
Estos dos hechos han polarizado la   atención popular hacia la devoción mariana propuesta por los Carmelitas y han   monopolizado, en cierto sentido, la visión espiritual que la Orden ha tenido del   misterio de María, que es sin duda mucho más rica, más evangélica, más   espiritual. 
La Orden desde el siglo XIV quiso celebrar con una fiesta   especial, la Conmemoración de la Virgen María del Monte Carmelo, los beneficios   recibidos por intercesión de nuestra Señora. Esta fiesta tenía a la vez el   sentido de recordar la protección de María y de realizar la acción de gracias   por parte de la Orden. En la elección de la fecha, como se sabe, influye la   parcial aprobación de la Orden obtenida en el Concilio II de Lyon, el 17 de   julio de 1274, cuando había estado en peligro la extinción de la Orden.   Posteriormente, la fecha del 16 de julio fue considerada como el día tradicional   de la aparición de la Virgen a San Simón Stock; de esta forma el recuerdo de la   protección de la Virgen se concentró en el agradecimiento particular por lo que   constituía la suma y compendio del amor de la Virgen para los Carmelitas: el don   del Santo Escapulario y sus privilegios. 
c. Espiritualidad mariana de la   Orden: María, modelo y Madre 
Una nota distintiva de la actitud de los   Carmelitas hacia la Virgen María es el deseo de imitar sus virtudes dentro de la   propia profesión religiosa. Ya el conocido teólogo carmelita Juan Baconthorp   (1294-1348) había intentado hacer en su comentario a la Regla un paralelismo   entre la vida del Carmelita y la vida de la Virgen María; se trata de un   principio exegético de gran importancia porque centra la devoción en la   imitación. Otro gran teólogo, Arnoldo Bostio (1445-1499), ha cantado en su obra   acerca del Patronazgo mariano sobre la Orden, el sentido de intimidad con la   Virgen, la especial filiación del carmelita, la comunión de bienes con la Madre,   el sentido de la "hermandad" con Ella. El Beato Bautista Mantuano (1447-1516) es   un cantor eximio de la Virgen en su producción poética. Como fieles intérpretes   de la tradición carmelitana llevan a su esplendor el sentido de la intimidad con   la Virgen y su conformación interior al misterio de María el P. Miguel de San   Agustín (1621-1684) y su dirigida María de Santa Teresa (1623-1677). 
Aunque   no es éste el lugar para desarrollar la doctrina de todos estos autores, hemos   querido dejar constancia de una rica tradición doctrinal y espiritual del   Carmelo que encontrará en los representantes del Carmelo Teresiano una digna   continuidad y profundización de la espiritualidad mariana. 
d. Liturgia y   devoción popular. 
Los Carmelitas han expresado su devoción y   consagración a la Virgen especialmente por medio de la liturgia. Han erigido   templos en su memoria y venerado su imagen. Los antiguos Rituales de la Orden, a   partir del siglo XIII, muestran el fervor litúrgico del Carmelo en la   celebración de las fiestas marianas de la Iglesia, con la aceptación de nuevas   celebraciones; se trata de fiestas que en otros lugares y en otras Ordenes, no   son acogidas con tanto fervor, como la fiesta de la Inmaculada Concepción. La   fiesta de la Conmemoración Solemne de la Virgen del Monte Carmelo se convierte   en la fiesta principal. El antiguo rito jerosolimitano, seguido por la Orden,   reserva a María múltiples invocaciones en las horas canónicas, con antífonas   marianas a final de cada hora y con una solemnización especial de la Salve   Regina de Completas. 
En honor de la Virgen se celebran sus misas votivas y   el nombre de María se introduce con frecuencia en los textos litúrgicos de la   toma de hábito y de la profesión. Se puede decir que la liturgia carmelitana ha   dejado una profunda huella de espíritu mariano en la tradición espiritual y ha   plasmado interiormente la dedicación que la Orden profesaba a la Virgen Nuestra   Señora. Junto a la liturgia florecen características prácticas de devoción   popular de la Iglesia, como el Angelus y el Rosario, y otras propias de la   Orden, unidas a la devoción del Escapulario. 
3. La espiritualidad mariana en el Carmelo teresiano
La segunda parte del n. 54 de las Constituciones presenta la lógica continuidad de la experiencia mariana del Carmelo en Santa Teresa y en San Juan de la Cruz con estas palabras: "Santa Teresa y San Juan de la Cruz, han reafirmado y renovado la piedad mariana del Carmelo". Sigue a continuación una breve y jugosa síntesis del pensamiento mariano de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. Dentro del espacio que ofrecen estas páginas de breve comentario vale la pena alargar un poco más la visión que ofrecen de este punto las Constituciones para ver hasta qué punto el tema mariano se enriquece en los Santos de la Orden y como queda configurado actualmente en nuestra espiritualidad, a partir de la doctrina y experiencia de Teresa de Jesús, de Juan de la Cruz y de otros testigos eximios del Carmelo Teresiano.
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Fuente: LaVerdadCatolica.org 
Bartolomé de los Mártires   Fernandes, Beato Obispo, 16 de julio   
        
 Obispo de Braga Martirologio Romano: En el monasterio de la Santa Cruz de Viana do Castelo,         en Portugal, beato Bartolomé de los Mártires Fernandes, obispo de Braga,         que eximio por la integridad de su vida, se distinguió por la caridad en         el cuidado pastoral de su grey, dejando muchos escritos de sólida         doctrina.  | 
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Elvira, Santa Abadesa, 16 de julio
        
 Abadesa 
 Etimológicamente         significa "prudente consejera", Viene de la lengua         alemana.  | 
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01 
María Magdalena   Postel, Santa Virgen y Fundadora, 16 de julio     
        
 Fundadora de la Congregación de Hijas de la         Misericordia Martirologio Romano:         En Saint-Sauveur-le-Vicomte, pueblo de Normandía, en Francia, santa         María Magdalena Postel, virgen, la cual, durante la misma revolución, al         haber sido expulsados todos los sacerdotes, prestó toda clase de servicios         a los enfermos y, en general, a todos los fieles. Vuelta la paz, fundó en         la más completa pobreza la Congregación de las Hijas de la Misericordia,         para la formación de las jóvenes pobres (1846).  | 
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Fuente: De la Mano de Cristo 
Ermengarda (Irmengard),   Beata Abadesa, 16 de julio   
        
 Martirologio Romano: En el monasterio de Frauenwörth, junto al lago Chiemsee,         en Baviera, beata Irmengard, abadesa, que desde su más tierna infancia,         despreciando el esplendor de la corte, se entregó al servicio de Dios,         consiguiendo que otras muchas vírgenes siguieran al Cordero         (866).  | 
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Andrés de Soveral y 29 Mártires de Brasil, Beatos Mártires de Brasil, 16 de julio
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Fuente: Libro "Santos y Beatos de la Cartuja" 
Claudio   Béguignot, Beato Presbítero y Mártir, 16 de mayo     
        
 Martirologio Romano: Frente a Rochefort, en la costa de Francia, beatos         Nicolás Savouret, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, y         Claudio Béguignot, cartujo, presbíteros y mártires, que durante la         Revolución Francesa, por odio al sacerdocio, fueron encerrados en una nave         convertida en cárcel, en la que enfermaron y murieron (1794).          
 (1736-1794) El archivo pdf del libro sobre SANTOS Y BEATOS DE LA CARTUJA, lo pueden encontrar en: blog.juanmayo.net  | 
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Fuente: Martirologio Romano 
Otros Santos y Beatos   Completando el santoral de este día, 16 de julio   
        
 San Antíoco, mártir   | 
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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