viernes, 21 de junio de 2013

Sábado de la Virgen María. 22/06/2013. En su día, lo que más agrada a María, es la Misa matutina.

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 24-34

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
"Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.
Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento?
¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? 
No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas".
Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

sab 11a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

Escucha, Señor, respóndeme, salva a tu siervo; ten piedad de mí, Dios mío, pues sin cesar te invoco.

Oración Colecta

Oremos:
Dios nuestro todopoderoso: tú que puede darnos un mismo querer y un mismo sentir, concédenos amar lo que nos mandas y anhelar lo que nos prometes; para que, en medio de las preocupaciones de esta vida, pueda encontrar nuestro corazón la felicidad verdadera.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

De buena gana prefiero gloriarme de mis debilidades

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 1-10

Hermanos: Si hace falta presumir, aunque nada se saca con ello, hablaré de las visiones y revelaciones del Señor. Sé de un cristiano que hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo; si fue con el cuerpo o sin el cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe. Lo cierto es que ese hombre fue arrebatado al paraíso; si fue con el cuerpo o sin el cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe, y oyó palabras misteriosas que el hombre no puede pronunciar. 
De ese hombre sí podría gloriarme; pero en cuanto a mí, sólo me gloriaré de mis debilidades. Si pretendiera, pues, gloriarme, no sería insensato, diría la pura verdad. Pero me abstengo de ello, no sea que alguien se forme de mí una idea superior a lo que en mí ve o de mí escucha.
Y por eso, para que yo no me llene de soberbia por la sublimidad de las revelaciones que he tenido, llevo una espina clavada en mi carne, un enviado de Satanás, que me abofetea para humillarme. Tres veces le he pedido al Señor que me libre de esto, pero él me ha respondido: "Te basta mi gracia, porque mi poder se manifiesta en la debilidad". 
Así pues, de buena gana prefiero gloriarme de mis debilidades, para que se manifieste en mí el poder de Cristo. Por eso me alegro de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando soy más débil, soy más fuerte. 
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 33

Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor; dichoso el que se refugia en él.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

Que amen al Señor todos sus fieles, pues nada faltará a los que lo aman. El rico empobrece y pasa hambre; a quien busca al Señor, nada le falta.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

Escúchame, hijo mío: voy a enseñarte cómo amar al Señor, para que puedas vivir y disfrutar la vida.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza. 
Aleluya.

Evangelio

No se preocupen por el día de mañana

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 24-34

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
"Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.
Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento?
¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? 
No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas".
Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Dios nuestro, que por medio del sacrificio único de Cristo en la Cruz, nos has adoptado como hijos tuyos, concede siempre a tu Iglesia el don de la unidad y de la paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Alabanza a Dios por la creación y redención del género humano

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque has querido ser, por medio de tu amado Hijo, no sólo el creador del género humano, sino también el autor generoso de la nueva creación.
Por eso, 
con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos y unánimes te bendicen tus santos. Con ellos, unidos con los ángeles, nosotros queremos celebrarte y te alabamos, diciendo:

Antífona de la Comunión

La tierra está llena, Señor, de dones tuyos; de ti proviene el pan y el vino que alegra el ánimo.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Completa en nosotros, Señor, la obra redentora de tu amor, y danos la fortaleza y generosidad necesarias para cumplir en todo tu santa voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Dia 22/06 San Paulino de Nola ( obispo, blanco)

Antífona de Entrada

Yo elegiré para mi pueblo un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos, dice el Señor.

Oración Colecta

Oremos:
Señor y Dios nuestro, tú que concediste a tu obispo san Paulino de Nola ser agregado al número de los santos pastores, por su ardiente caridad y su fe insigne; concédenos, por su intercesión, perseverar en el amor y en la fe, para poder así, participar del premio de tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
8, 9-15

Hermanos: Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza.
Respecto de la colecta les doy un consejo: ya que desde el año pasado ustedes no sólo comenzaron a hacerla sino que fueron los que tuvieron la iniciativa, lo que les conviene ahora es llevarla a feliz término. Así, siempre de acuerdo con las posibilidades de cada uno, el interés por concluir la colecta corresponderá al entusiasmo con que la proyectaron. Habiendo buena voluntad, se acepta lo que den conforme a lo que tienen, porque a nadie se le piden imposibles.
No se trata de que los demás vivan tranquilos, mientras ustedes están sufriendo. Se trata, más bien, de aplicar durante nuestra vida una medida justa; porque entonces la abundancia de ustedes remediará las carencias de ellos, y ellos, por su parte, los socorrerán a ustedes en sus necesidades. En esa forma habrá un justo medio, como dice la Escritura: "Al que recogía mucho, nada le sobraba; al que recogía poco, nada le faltaba".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 39

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Con una gran confianza esperé en el Señor; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. El me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Sacrificios y ofrendas ya no quieres, en cambio me has dejado oír tu voz; no pides expiaciones ni holocaustos, así que dije: "Aquí estoy".
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

En el libro sagrado se me ordena cumplir lo que tú mandas. Me agrada hacer tu voluntad, Dios mío, pues tu ley es la entraña de mi entraña.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

He dado a conocer tu salvación ante todo tu pueblo; tú bien sabes, Señor, que no guardé silencio.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya,

Evangelio

El Padre ha tenido a bien darles el Reino

Ý Lectura del santo Evangelio según san Lucas
12, 32-34

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"No temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino.
Vendan sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón ni carcome la polilla. Porque donde está su tesoro, allí estará su corazón".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe, Señor, las ofrendas que te presentamos en la festividad del obispo san Paulino de Nola, y concédenos obtener por ellas, como lo esperamos, el auxilio de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Paulino de Nola, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

Yo vine al mundo, para que tengan vida y la tengan en abundancia, dice el Señor.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, Dios nuestro, que estos sacramentos enciendan en nosotros el fuego de amor que abrasó el corazón de san Paulino de Nola y le impulsó a entregarse sin reserva al servidor de la Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

11ª semana. Sábado

TODO ES PARA BIEN

— Amar la voluntad de Dios. Dios tiene los mejores proyectos posibles para cada hombre. Serenidad ante las contradicciones.

— Abandono en Dios y responsabilidad.

 Omnia in bonum. Para quienes aman a Dios, todo ocurre para su bien.

I. Todo, aun lo más pequeño del universo, existe porque Dios lo sostiene en su ser. Él es quien cubre el cielo de nubes, el que prepara la lluvia para la tierra. Quien hace brotar hierbas de los montes para pasto de los que sirven al hombre; quien da el alimento al ganado y a los polluelos del cuervo que claman1. La creación entera es obra de Dios, que además cuida amorosamente de todas las criaturas, empezando por mantenerlas constantemente en la existencia. «Este "mantener" es, en cierto sentido, un continuo crear (conservatio est continua creatio)»2. Este cuidado y providencia se extiende muy particularmente al hombre, objeto de su predilección.

Jesucristo nos da a conocer constantemente que Dios es nuestro Padre, que quiere lo mejor para sus hijos. Lo que podríamos imaginar, para nosotros mismos y para aquellos a quienes más queremos, se queda muy lejos de los planes divinos. Él sabe muy bien lo que necesitamos, y su mirada alcanza esta vida y la eternidad; la nuestra es corta y muy deficiente. Es lógico que la felicidad, y la santidad, consistan esencialmente en conocer, amar y realizar la voluntad de Dios, que se nos manifiesta de formas diversas, pero con la suficiente claridad, a lo largo de la vida. En el Evangelio de la Misa, el Señor nos hace una recomendación para que se llenen de paz nuestros días: no andéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo pensando qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta3. Es una invitación a vivir con alegre esperanza el quehacer diario. Es lógico que encontremos sufrimientos, preocupaciones, trabajos, pero debemos llevarlos como hijos de Dios, sin agobios inútiles, sin la sobrecarga de la rebeldía o de la tristeza, porque sabemos que el Señor permite esos sucesos, esta enfermedad, aquello que parece un desastre, para purificarnos, para convertirnos en corredentores. Los padecimientos, la contradicción, deben servirnos para purificarnos, para crecer en las virtudes y para amar más a Dios. «¿No has oído de labios del Maestro la parábola de la vid y los sarmientos? —Consuélate: te exige, porque eres sarmiento que da fruto... Y te poda, "ut fructum plus afferas" —para que des más fruto.

»¡Claro!: duele ese cortar, ese arrancar. Pero, luego, ¡qué lozanía en los frutos, qué madurez en las obras!»4. No nos desconcertemos con los planes divinos; Él sabe bien lo que hace o permite.

Examinemos hoy si llevamos con paz la contradicción y el dolor y el fracaso; si nos quejamos, o si dejamos paso, aunque sea por poco tiempo, a la tristeza o a la rebeldía. Veamos junto al Señor si los quebrantos –físicos o morales– nos acercan verdaderamente a nuestro Padre Dios, si nos hacen más humildes. No andéis agobiados por la vida..., nos dice hoy de nuevo el Señor en este rato de oración.

II. Con frecuencia los hombres no sabemos lo que es bueno para nosotros; «y lo que hace aún peor la confusión es que creemos saberlo. Nosotros tenemos nuestros propios planes para nuestra felicidad, y demasiado a menudo miramos a Dios simplemente como alguien que nos ayudará a realizarlos. El verdadero estado de las cosas es completamente al contrario. Dios tiene Sus planes para nuestra felicidad, y está esperando que Le ayudemos a realizarlos. Y quede bien claro que nosotros no podemos mejorar los planes de Dios»5. Tener la certeza práctica de estas verdades, vivirlas en el acontecer diario, lleva a un abandono sereno, incluso ante la dureza de aquello que no comprendemos y que nos causa dolor y preocupación. Nada se derrumba si estamos amparados en el sentido de nuestra filiación divina: pues si a una hierba que hoy está en el campo, y mañana se echa al fuego en el horno, Dios así la viste, ¿cuánto más a vosotros...?6.

A veces nos ocurre –dice Santo Tomás– lo que al profano en medicina que ve al médico recetar a un enfermo agua y a otro vino, según le sugiere su ciencia: al no saber medicina, piensa que el médico receta estos remedios al azar. «Así pasa con respecto a Dios. Él, con conocimiento de causa y según su providencia, dispone las cosas que necesitan los hombres: aflige a unos que quizá son buenos, y deja vivir en prosperidad a otros que son malos»7. Nunca podemos olvidar que Dios nos quiere felices aquí, pero nos quiere aún más felices con Él para siempre en el Cielo.

La santidad consiste en el cumplimiento amoroso de la voluntad de Dios, que se manifiesta en los deberes de cada día, en las propias circunstancias, contando con los incidentes de toda vida normal y abandonándonos en Dios con total confianza. Pero este abandono ha de ser activo y responsable, poniendo los medios que cada situación requiera: acudir al médico cuando estamos enfermos, hacer todas las gestiones necesarias para conseguir ese empleo que tanto necesitamos y por el que hemos rezado a Dios, trabajar esforzadamente para salir adelante, estudiar las horas necesarias y con hondura para aprobar esa asignatura difícil... El abandono en Dios ha de ir íntimamente unido a la responsabilidad, que lleva a poner los oportunos remedios humanos, pues en muchas ocasiones lo que se disfraza con excusas («mala suerte», ambiente adverso, etc.) es mediocridad oculta, pereza, imprudencia por no haber previsto todas las posibilidades y no haber puesto los medios precisos que la situación requería. Un trabajo hecho a conciencia, con orden, acabado, santificado, lo mismo que el apostolado constante y sacrificado, da sus frutos con el tiempo. Y si esos frutos tardan en llegar es señal de que Dios los dará por caminos insospechados para nosotros y que quiere que nos santifiquemos en esas circunstancias.

III. El sentido de la filiación divina nos ayuda a descubrir que todos los acontecimientos de nuestra vida son dirigidos, o permitidos para nuestro bien, por la amabilísima Voluntad de Dios. Él, que es nuestro Padre, nos concede lo que más nos conviene y espera que sepamos ver su amor paternal tanto en los acontecimientos favorables como en los adversos8.

Dice San Pablo que todas las cosas cooperan para el bien de quienes aman a Dios9. El que ama a Dios con obras sabe que, pase lo que pase, todo será para bien, si no deja de amar. Y, precisamente porque ama, pone los medios para que el resultado sea bueno, para que el trabajo acabado y hecho con rectitud de intención dé frutos de santidad y de apostolado. Y, una vez que ha puesto los medios a su alcance, se abandona en Dios y descansa en su providencia amorosa. «Fíjate bien –escribe San Bernardo– que no dice que las cosas sirvan para el capricho, sino que cooperan al bien. No al capricho, sino a la utilidad; no al placer, sino a la salvación; no a nuestro deseo, sino a nuestro provecho. En este sentido, cooperan siempre las cosas a nuestro bien, aun incluyendo la misma muerte, aun el mismo pecado (...). ¿Acaso no cooperan los pecados al bien de aquel que con ellos se vuelve más humilde, más fervoroso, más solícito, más precavido, más prudente?»10. Después de poner los medios a nuestro alcance, o ante acontecimientos en los que nada podemos hacer, diremos en la intimidad de nuestro corazón: Omnia in bonum, todo es para bien.

Con esta convicción, fruto de la filiación divina, viviremos llenos de optimismo y de esperanza y superaremos así muchas dificultades: «Parece que el mundo se te viene encima. A tu alrededor no se vislumbra una salida. Imposible, esta vez, superar las dificultades.

»Pero, ¿me has vuelto a olvidar que Dios es tu Padre?: omnipotente, infinitamente sabio, misericordioso. Él no puede enviarte nada malo. Eso que te preocupa, te conviene, aunque los ojos tuyos de carne estén ahora ciegos.

»Omnia in bonum!; Señor, que otra vez y siempre se cumpla tu sapientísima Voluntad!»11.

Omnia in bonum! ¡Todo es para bien! Todo lo podemos convertir en algo agradable a Dios, y en bien del alma. Esta expresión de San Pablo puede servirnos para repetirla a modo de jaculatoria, como una pequeña oración, que nos dará paz en momentos difíciles.

La Santísima Virgen, Nuestra Madre, nos enseñará a vivir confiadamente en las manos de Dios, si a Ella acudimos frecuentemente cada día. En el Corazón Dulcísimo de María –cuya fiesta celebramos en este mes de junio– encontramos siempre paz, consuelo y alegría.

1 Sal 147, 8-9. — 2 Juan Pablo II, Audiencia general 29-I-1986. — 3 Mt 6, 25-26. — 4San Josemaría Escrivá, Camino, n. 701. — 5 E. Boylan, El amor supremo. vol. II, p. 46. — 6 Mt 6, 30. — 7 Santo Tomás, Sobre el Credo, 1, en Escritos de Catequesis, Rialp, Madrid 1975, p. 35. — 8 Cfr. Sagrada Biblia, Carta a los Romanos, EUNSA, Pamplona 1986, nota a Rom 8, 28. — 9 Rom 8, 28. — 10 San Bernardo, Sobre la falacia y brevedad de la vida, 6. — 11 San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, IX, n. 4.

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22 de junio

SANTOS JUAN FISHER 
Y TOMÁS MORO, MÁRTIRES*

Memoria

— Un testimonio de fe hasta el martirio.

— Fortaleza y vida de oración.

— Coherencia cristiana y unidad de vida.

I. En Inglaterra, en 1534, se exigió a todos los ciudadanos que hubieran alcanzado la edad legal que prestasen juramento al Acta de Sucesión, en la que se reconocía como matrimonio la unión de Enrique VIII y Ana Bolena. Se proclamaba el rey Jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra, negando al Papa toda autoridad. Juan Fisher, Obispo de Rochester, y Tomás Moro, Canciller del Reino, se negaron a jurar elActa, y fueron encarcelados en abril de 1534 y decapitados al año siguiente.

En un momento en que muchos se doblegaron a la voluntad real, su juramento habría pasado prácticamente inadvertido y hubieran conservado la vida, la hacienda y el cargo, como tantos otros1. Sin embargo, ambos fueron fieles a su fe hasta el martirio. Supieron dar la vida en aquel momento porque fueron hombres que vivieron su vocación día a día, dando testimonio de fe en cada jornada, a veces en asuntos que podrían parecer de escaso o de ningún relieve.

Tomás Moro es una figura muy cercana a nosotros, pues fue un cristiano corriente, que supo compaginar bien su vocación de padre de familia con la profesión de abogado y más tarde de Canciller, en una perfecta unidad de vida. Se encontraba en el mundo como en su propio hogar; amaba todas las realidades humanas que constituyen el entramado de su vida, donde Dios le quiso. Vivió al mismo tiempo un desprendimiento de los bienes y un amor a la Cruz tan grandes que puede decirse que ahí asentó toda su fortaleza.

Tomás Moro tenía costumbre de meditar cada viernes algún pasaje de la Pasión de Nuestro Señor. Cuando sus hijos o su mujer se quejaban por dificultades y contrariedades comunes, les decía que no podían pretender «ir al Cielo en un colchón de plumas» y les recordaba los sufrimientos que padeció Nuestro Señor, y que no es el siervo mayor que su dueño. Además de aprovechar las contrariedades para identificarse con la Cruz, Moro hacía otras penitencias. Algunos días llevaba, a flor de piel y oculta, una camisa de pelo áspero. Esta práctica la continuó durante su encarcelamiento en la Torre de Londres, a pesar del frío, humedad y privaciones de toda clase que pasó en aquellos largos meses2. Aquí, en la Cruz, encontró su fortaleza.

Nosotros, cristianos que siguen de cerca a Cristo en medio del mundo, dando testimonio, casi siempre callado, ¿encontramos las fuerzas en el desprendimiento de los bienes, en la mortificación diaria y en la oración?

II. Cuando Tomás Moro hubo de dimitir de su cargo de Lord Canciller, reunió a la familia para exponerles el futuro que les aguardaba y hacer previsiones económicas. «He vivido –dijo, resumiendo su carrera– en Oxford, en la hospedería de la Cancillería... y también en la Corte del rey..., desde lo más bajo a lo más alto. Actualmente dispongo de poco más de cien libras al año. Si tenemos que seguir juntos, todos deberemos aportar nuestra parte; pienso que lo mejor para nosotros es no descender de golpe al nivel más bajo». Y les sugiere un descenso gradual, recordándoles cómo uno puede vivir feliz en cada categoría. Y si ni siquiera pueden sostenerse en el nivel más bajo, el que vivió en Oxford, «entonces –les dice con paz y buen humor– todavía nos queda ir juntos a pedir limosna, con bultos y bolsas, y confiar en que alguna buena persona sienta compasión de nosotros (...), pero aun entonces nos mantendremos juntos, unidos y felices»3. Nunca permitió que nada rompiera la unidad y la paz familiar, ni siquiera cuando se encontró ausente o en la cárcel. Vivió desprendido de los bienes cuando los tuvo, y con gran alegría cuando no disponía de lo indispensable. Siempre supo estar a la altura de las circunstancias. Sabía cómo celebrar un acontecimiento, incluso en prisión. Un biógrafo contemporáneo suyo dice que, estando preso en la Torre, solía vestirse con más elegancia en los días de fiesta importantes, en cuanto se lo permitía su escaso vestuario. Mantuvo siempre su alegría y su buen humor, incluso en el momento en que subía al cadalso, porque se apoyó firmemente en la oración.

«Dame, mi buen Señor, la gracia de esforzarme para conseguir las cosas que en la oración te pido», rezaba. No esperaba que Dios hiciera por él lo que, con un poco de esfuerzo, podía lograr por sí mismo. Trabajó con empeño toda su vida hasta llegar a ser un abogado de prestigio antes de ser nombrado Canciller, pero nunca olvidó la necesidad de la oración, aunque a veces, sobre todo en circunstancias tan dramáticas como mientras esperaba la ejecución, no le era fácil. En estos días escribió una larga plegaria, en la que, entre muchas piadosas y conmovedoras consideraciones del hombre que sabe que va a morir, exclamaba: «Dame, Señor mío, un anhelo de estar contigo, no para evitar calamidades de este pobre mundo, y ni siquiera para evitar las penas del purgatorio, ni las del infierno tampoco, ni para alcanzar las alegrías del Cielo, ni por consideración de mi propio provecho, sino sencillamente por auténtico amor a Ti»4.

Santo Tomás Moro se nos presenta siempre como un hombre de oración; así pudo ser fiel a sus compromisos como ciudadano y como fiel cristiano en todas las circunstancias, en perfecta unidad de vida. Así hemos de ser nosotros. «¿Católico, sin oración?... Es como un soldado sin armas»5. ¿Cómo es nuestro trato con el Señor? ¿Nos esforzamos en crecer día a día en intimidad con Él? ¿Influye nuestra oración en el resto del día?

III. Give me thy grace, good Lord, to set the world at nought...«Dadme vuestra gracia, buen Señor, para estimar el mundo en nada, para tener mi mente bien unida a vos; y no depender de las variables opiniones de los demás... Para que piense en Dios con alegría, e implore tiernamente su ayuda. Para que me apoye en la fortaleza de Dios y me esfuerce con afán en amarle... Para darle gracias sin cesar por sus beneficios; para redimir el tiempo que he perdido...»6. Así escribía el Santo en los márgenes del Libro de las Horas que tenía en la Torre de Londres. Eran aquellos días en que estaba dedicado a contemplar la Pasión, preparando así su propia muerte en unión con la que padeció Cristo en la Cruz.

Pero Santo Tomás no solo vivió de cara a Dios en aquellos momentos supremos. Su amor a Dios se había manifestado diariamente en su vida de familia, de modo sencillo y afable, en el ejercicio de su profesión de abogado, en el más alto cargo de Inglaterra, como Lord Canciller. Cumpliendo los deberes de todos los días, unas veces importantes y otras menos, se santificó y ayudó a otros a encontrar a Dios. Entre muchos ejemplos de un apostolado eficaz, nos ha dejado el que llevó a cabo con su yerno, que había caído en la herejía luterana. «He tenido paciencia con tu marido –decía a su hija Margaret– y he razonado y discutido con él acerca de esos puntos de la religión. Le he dado además mi pobre consejo paterno, pero veo que no ha servido de nada para atraerlo de nuevo al redil. Por ello, Meg, ya no voy a discutir más con él, sino que lo voy a dejar enteramente en manos de Dios, y voy a rezar por él»7. Las palabras y las oraciones de Tomás Moro fueron eficaces, y el marido de su hija volvió a la plenitud de la fe, fue un cristiano ejemplar y padeció mucho por ser consecuente con su fe católica.

Santo Tomás Moro está entre nosotros como ejemplo vivo para nuestra conducta de cristianos. Es «semilla fecunda de paz y de alegría, como lo fue su paso por la tierra entre su familia y amigos, en el foro, en la cátedra, en la Corte, en las embajadas, en el Parlamento y en el gobierno.

»Es también el patrono silencioso de Inglaterra, que derramó su sangre en defensa de la unidad de la Iglesia y del poder espiritual del Vicario de Cristo. Y siendo la sangre de los cristianos semilla germinante, la de Tomás Moro va lentamente calando y empapando las almas de quienes a él se acercan imantados por su prestigio, dulzura y fortaleza. Moro será el apóstol silencioso del retorno a la fe de todo un pueblo»8.

A Juan Fisher y a Tomás Moro les pedimos hoy que sepamos imitarlos en su coherencia cristiana para vivir en todas las circunstancias de nuestra existencia como el Señor espera de nosotros, en lo grande y en lo pequeño. Con la liturgia de la fiesta, pedimos:Señor, Tú que has querido que el testimonio del martirio sea perfecta expresión de la fe; concédenos, te rogamos, por la intercesión de San Juan Fisher y de Santo Tomás Moro, ratificar con una vida santa la fe que profesamos de palabra9.

1 Cfr. A. Prévosi, Tomás Moro y la crisis del pensamiento europeo, Palabra, Madrid 1972, p. 392. — 2 Cfr. T. J. McGovern, Tomás Moro, un hombre para la eternidad, Madrid 1984, pp. 22-23. — 3 Roper's Life of More, citado por T. J. McGovern, o. c., p, 31. — 4 T. Moro, Un hombre solo (Cartas desde la Torre), Rialp, Madrid 1988, p. 125. — 5 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 453. — 6 T. Moro, Un hombre solo, pp. 120-122. — 7 N. Haspsfield, Sir Thomas More, Londres 1963, p. 102; A. Vázquez de Prada, Sir Tomás Moro, Rialp, 3ª ed., Madrid 1975, pp. 284-285. — 8 A. Vázquez de Prada, o. c., pp, 15-16. — 9 Oración colecta de la Misa.

* Juan Fisher fue ordenado sacerdote en 1491. Ejerció diversos cargos en la Universidad de Cambridge, a la vez que asumía la dirección espiritual de la reina Margarita, madre de Enrique VII, pasando a ocupar más tarde la Cátedra de Teología que la reina fundara allí. A principios de 1504 es nombrado rector de Cambridge y a finales de año sería consagrado Obispo de Rochester, la más pequeña y pobre diócesis de Inglaterra; dos días más tarde tomaba posesión de su puesto como miembro del Consejo del Rey.

Tomás Moro realizó estudios de Literatura y Filosofía en Oxford y de Derecho en New Inn. En 1504 fue elegido miembro del Parlamento y ocupó distintos cargos públicos, logrando un gran prestigio por sus conocimientos de leyes y por su honradez. Aunque su vida profesional fue intensa, siempre encontró tiempo para dedicar a la familia, su gran ocupación, y para los estudios literarios o históricos: publicó varios libros y ensayos. En 1529 fue nombrado Canciller de Inglaterra, a pesar de que ya había contestado claramente al rey que no podía estar de acuerdo con la disolución del matrimonio real. Plenamente interesado por los problemas de su tiempo, se entregó a su trabajo con afán de llenar de contenido cristiano las leyes e instituciones de su época.

Ambos murieron decapitados en 1535 por negarse a reconocer la supremacía de Enrique VIII sobre la Iglesia de Inglaterra y la anulación del matrimonio del rey.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

"Dichosos los que sufren persecución por causa de la religión,
porque su premio será muy grande en el reino de los cielos" (Mt  5,11).


SANTO TOMÁS MORO
Mártir
(Año 1535)


SU VIDA

Este es uno de los dos grandes mártires de la Iglesia de Inglaterra, cuando un rey impuro quiso acabar con la Religión Católica y ellos se opusieron. El otro es San Juan Fisher (20 de junio). Tomás significa: "el gemelo". Y en verdad que fue un verdadero gemelo en santidad y en cualidades con su compañero de martirio, San Juan Fisher.

Nació Tomás Moro en Cheapside, Inglaterra en 1478. A los 13 años se fue a trabajar de mensajero en la casa del Arzobispo de Canterbury, y éste al darse cuenta de la gran inteligencia del joven, lo envió a estudiar al colegio de la Universidad de Oxford.

Su padre que era juez, le enviaba únicamente el dinero indispensable para sus gastos más necesarios, y esto le fue muy útil, pues como él mismo afirmaba después: "Por no tener dinero para salir a divertirme, tenía que quedarme en casa y en la biblioteca estudiando". Lo cual le fue de gran provecho para su futuro.

A los 22 años ya es doctor en abogacía, y profesor brillante. Es un apasionado lector que todos los ratos libres los dedica a la lectura de buenos libros. Uno de sus compañeros de ese tiempo dio de él este testimonio: "Es un intelectual muy brillante, y a sus grandes cualidades intelectuales añade una muy agradable simpatía".

Le llegaron dudas acerca de cuál era la vocación para la cual Dios lo tenía destinado. Al principio se fue a vivir con los cartujos (esos monjes que nunca hablan, ni comen carne, y rezan mucho de día y de noche) pero después de 4 años se dio cuenta de que no había nacido para esa heroica vocación. También intentó irse de franciscano, pero resultó que tampoco era ese su camino. Entonces se dispuso optar por la vocación del matrimonio. Se casó, tuvo cuatro hijos y fue un excelente esposo y un cariñosísimo papá. Su vocación estaba un poco más allá: su vocación era actuar en el gobierno y escribir libros.

Para con sus hijos, para con los pobres y para cuantos deseaban tratar con él, Tomás fue siempre un excelente y simpático amigo. Acostumbraba ir personalmente a visitar los barrios de los pobres para conocer sus necesidades y poder ayudarles mejor. Con frecuencia invitaba a su mesa a gentes muy pobres, y casi nunca invitaba a almorzar a los ricos. A su casa llegaban muchas visitas de intelectuales que iban a charlar con él acerca de temas muy importantes para esos momentos y a comentar los últimos libros que se iban publicando. Su esposa se admiraba al verlo siempre de buen humor, pasara lo que pasara. Era difícil encontrar otro de conversación más amena.

Tomás Moro escribió bastantes libros. Muchos de ellos contra los protestantes, pero el más famoso es el que se llama Utopía. Esta es una palabra que significa: "Lo que no existe" (U=no. Topos: lugar. Lo que no tiene lugar). En ese libro describe una nación que en realidad no existe pero que debería existir. En su escrito ataca fuertemente las injusticias que cometen los ricos y los altos del gobierno con los pobres y los desprotegidos y va describiendo cómo debería ser una nación ideal. Esta obra lo hizo muy conocido en toda Europa.

El joven abogado Tomás Moro fue aceptado como profesor de uno de los más prestigiosos colegios de Londres. Luego fue elegido como secretario del alcalde de la capital. En 1529 fue nombrado Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores. Pero este altísimo cargo no cambió en nada su sencillez. Siguió asistiendo a Misa cada día, confesándose con frecuencia y comulgando. Tratable y amable con todos. Alguien llegó a afirmar: "Parece que lo hubieran elegido Canciller, solamente para poder favorecer más a los pobres y desamparados". Otro añadía: "El rey no pudo encontrar otro mejor consejero que este". Pero Tomás, que conocía bien cómo era Enrique VIII, declaraba con su fino humor: "El rey es de tal manera que si le ofrecen una buena casa por mi cabeza, me la mandará cortar de inmediato".

Ya llevaba dos años como Canciller cuando sucedió en Inglaterra un hecho terrible contra la religión católica. El impúdico rey Enrique VIII se divorció de su legítima esposa y se fue a vivir con la concubina Ana Bolena. Y como el Sumo Pontífice no aceptó este divorcio, el rey se declaró Jefe Supremo de la religión de la nación, y declaró la persecución contra todo el que no aceptara su divorcio o no lo aceptara a él como reemplazo del Papa en Roma. Muchos católicos tendrían que morir por oponerse a todo esto.

Tomás Moro no aceptó ninguno de los terribilísimos errores del malvado rey: ni el divorcio ni el que tratara de reemplazar al Sumo Pontífice. Entonces fue destituido de su alto puesto, le confiscaron sus bienes y el rey lo mandó encerrar como prisionero de la espantosa Torre de Londres. Santo Tomás y San Juan Fisher fueron los dos principales de todos los altos funcionarios de la capital que se negaron a aceptar tan grandes infamias del monarca. Y ambos fueron llevados a la torre fatídica. Allí estuvo Tomás encerrado durante 15 meses.

Verdaderamente hermosas son las cartas que desde la cárcel escribió este gran sabio a su hija Margarita que estaba muy desconsolada por la prisión de su padre. En ellas le dice: "Con esta cárcel estoy pagando a Dios por los pecados que he cometido en mi vida. Los sufrimientos de esta prisión seguramente me van a disminuir las penas que me esperan en el purgatorio. Recuerda hija mía, que nada podrá pasar si Dios no permite que me suceda. Y todo lo permite Dios para bien de los que lo aman. Y lo que el buen Dios permite que nos suceda es lo mejor, aunque no lo entendamos, ni nos parezca así".

El día en que Margarita fue a visitar por última vez a su padre, vieron los dos salir hacia el sitio del martirio a cuatro monjes cartujos que no habían querido aceptar los errores de Enrique VIII. Tomás dijo a Margarita: "Mire cómo van de contentos a ofrecer su vida por Jesucristo. Ojalá también a mí me conceda Dios el valor suficiente para ofrecer mi vida por su santa religión".

Tomás fue llamado a un último consejo de guerra. Le pidieron que aceptara lo que el rey le mandaba y él respondió: "Tengo que obedecer a lo que mi conciencia me manda, y pensar en la salvación de mi alma. Eso es mucho más importante que todo lo que el mundo pueda ofrecer. No acepto esos errores del rey". Se le dictó entonces sentencia de muerte. El se despidió de su hijo y de su hija y volvió a ser encerrado en la Torre de Londres.

En la madrugada del 6 de julio de 1535 le comunicaron que lo llevarían al sitio del martirio, él se colocó su mejor vestido. De buen humor como siempre, dijo al salir al corredor frío: "por favor, mi abrigo, porque doy mi vida, pero un resfriado sí no me quiero conseguir". Al llegar al sitio donde lo iban a matar rezó despacio el Salmo 51: "Misericordia Señor por tu bondad". Luego prometió que rogaría por el rey y sus demás perseguidores, y declaró públicamente que moría por ser fiel a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Luego enseguida de un hachazo le cortaron la cabeza.

Tomás Moro fue declarado santo por el Papa en 1935. Un sabio decía:

"Este hombre, aunque no hubiera sido mártir, 
bien merecía que lo canonizaran, porque su vida fue 
un admirable ejemplo de lo que debe ser el 
comportamiento de un servidor público: 
un buen cristiano y un excelente ciudadano".

 

CARTA APOSTÓLICA
EN FORMA DE MOTU PROPRIO
PARA LA PROCLAMACIÓN DE 
SANTO TOMÁS MORO
COMO PATRONO DE LOS GOBERNANTES 
Y DE LOS POLÍTICOS


JUAN PABLO II
SUMO PONTÍFICE
PARA PERPETUA MEMORIA

1. De la vida y del martirio de santo Tomás Moro brota un mensaje que a través de los siglos habla a los hombres de todos los tiempos de la inalienable dignidad de la conciencia, la cual, como recuerda el Concilio Vaticano II, "es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (Gaudium et spes, 16). Cuando el hombre y la mujer escuchan la llamada de la verdad, entonces la conciencia orienta con seguridad sus actos hacia el bien. Precisamente por el testimonio, ofrecido hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de la verdad sobre el poder, santo Tomás Moro es venerado como ejemplo imperecedero de coherencia moral. Y también fuera de la Iglesia, especialmente entre los que están llamados a dirigir los destinos de los pueblos, su figura es reconocida como fuente de inspiración para una política que tenga como fin supremo el servicio a la persona humana.

Recientemente, algunos Jefes de Estado y de Gobierno, numerosos exponentes políticos, algunas Conferencias Episcopales y Obispos de forma individual, me han dirigido peticiones en favor de la proclamación de santo Tomás Moro como Patrono de los Gobernantes y de los Políticos. Entre los firmantes de esta petición hay personalidades de diversa orientación política, cultural y religiosa, como expresión de vivo y difundido interés hacia el pensamiento y la conducta de este insigne hombre de gobierno.

2. Tomás Moro vivió una extraordinaria carrera política en su País. Nacido en Londres en 1478 en el seno de una respetable familia, entró desde joven al servicio del Arzobispo de Canterbury Juan Morton, Canciller del Reino. Prosiguió después los estudios de leyes en Oxford y Londres, interesándose también por amplios sectores de la cultura, de la teología y de la literatura clásica. Aprendió bien el griego y mantuvo relaciones de intercambio y amistad con importantes protagonistas de la cultura renacentista, entre ellos Erasmo Desiderio de Rotterdam.

Su sensibilidad religiosa lo llevó a buscar la virtud a través de una asidua práctica ascética: cultivó la amistad con los frailes menores observantes del convento de Greenwich y durante un tiempo se alojó en la cartuja de Londres, dos de los principales centros de fervor religioso del Reino. Sintiéndose llamado al matrimonio, a la vida familiar y al compromiso laical, se casó en 1505 con Juana Colt, de la cual tuvo cuatro hijos. Juana murió en 1511 y Tomás se casó en segundas nupcias con Alicia Middleton, viuda con una hija. Fue durante toda su vida un marido y un padre cariñoso y fiel, profundamente comprometido en la educación religiosa, moral e intelectual de sus hijos. Su casa acogía yernos, nueras y nietos y estaba abierta a muchos jóvenes amigos en busca de la verdad o de la propia vocación. La vida de familia permitía, además, largo tiempo para la oración común y la lectio divina, así como para sanas formas de recreo hogareño. Tomás asistía diariamente a Misa en la iglesia parroquial, y las austeras penitencias que se imponía eran conocidas solamente por sus parientes más íntimos.

3. En 1504, bajo el rey Enrique VII, fue elegido por primera vez para el Parlamento. Enrique VIII le renovó el mandato en 1510 y lo nombró también representante de la Corona en la capital, abriéndole así una brillante carrera en la administración pública. En la década sucesiva, el rey lo envió en varias ocasiones para misiones diplomáticas y comerciales en Flandes y en el territorio de la actual Francia. Nombrado miembro del Consejo de la Corona, juez presidente de un tribunal importante, vicetesorero y caballero, en 1523 llegó a ser portavoz, es decir, presidente de la Cámara de los Comunes.

Estimado por todos por su indefectible integridad moral, la agudeza de su ingenio, su carácter alegre y simpático y su erudición extraordinaria, en 1529, en un momento de crisis política y económica del País, el Rey le nombró Canciller del Reino. Como primer laico en ocupar este cargo, Tomás afrontó un período extremadamente difícil, esforzándose en servir al Rey y al País. Fiel a sus principios se empeñó en promover la justicia e impedir el influjo nocivo de quien buscaba los propios intereses en detrimento de los débiles. En 1532, no queriendo dar su apoyo al proyecto de Enrique VIII que quería asumir el control sobre la Iglesia en Inglaterra, presentó su dimisión. Se retiró de la vida pública aceptando sufrir con su familia la pobreza y el abandono de muchos que, en la prueba, se mostraron falsos amigos.

Constatada su gran firmeza en rechazar cualquier compromiso contra su propia conciencia, el Rey, en 1534, lo hizo encarcelar en la Torre de Londres dónde fue sometido a diversas formas de presión psicológica. Tomás Moro no se dejó vencer y rechazó prestar el juramento que se le pedía, porque ello hubiera supuesto la aceptación de una situación política y eclesiástica que preparaba el terreno a un despotismo sin control. Durante el proceso al que fue sometido, pronunció una apasionada apología de las propias convicciones sobre la indisolubilidad del matrimonio, el respeto del patrimonio jurídico inspirado en los valores cristianos y la libertad de la Iglesia ante el Estado. Condenado por el tribunal, fue decapitado.

Con el paso de los siglos se atenuó la discriminación respecto a la Iglesia. En 1850 fue restablecida en Inglaterra la jerarquía católica. Así fue posible iniciar las causas de canonización de numerosos mártires. Tomás Moro, junto con otros 53 mártires, entre ellos el Obispo Juan Fisher, fue beatificado por el Papa León XIII en 1886. Junto con el mismo Obispo, fue canonizado después por Pío XI en 1935, con ocasión del IV centenario de su martirio.

4. Son muchas las razones a favor de la proclamación de santo Tomás Moro como Patrono de los Gobernantes y de los Políticos. Entre éstas, la necesidad que siente el mundo político y administrativo de modelos creíbles, que muestren el camino de la verdad en un momento histórico en el que se multiplican arduos desafíos y graves responsabilidades. En efecto, fenómenos económicos muy innovadores están hoy modificando las estructuras sociales. Por otra parte, las conquistas científicas en el sector de las biotecnologías agudizan la exigencia de defender la vida humana en todas sus expresiones, mientras las promesas de una nueva sociedad, propuestas con buenos resultados a una opinión pública desorientada, exigen con urgencia opciones políticas claras en favor de la familia, de los jóvenes, de los ancianos y de los marginados.

En este contexto es útil volver al ejemplo de santo Tomás Moro que se distinguió por la constante fidelidad a las autoridades y a las instituciones legítimas, precisamente porque en las mismas quería servir no al poder, sino al supremo ideal de la justicia. Su vida nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes. Convencido de este riguroso imperativo moral, el Estadista inglés puso su actividad pública al servicio de la persona, especialmente si era débil o pobre; gestionó las controversias sociales con exquisito sentido de equidad; tuteló la familia y la defendió con gran empeño; promovió la educación integral de la juventud. El profundo desprendimiento de honores y riquezas, la humildad serena y jovial, el equilibrado conocimiento de la naturaleza humana y de la vanidad del éxito, así como la seguridad de juicio basada en la fe, le dieron aquella confiada fortaleza interior que lo sostuvo en las adversidades y frente a la muerte. Su santidad, que brilló en el martirio, se forjó a través de toda una vida entera de trabajo y de entrega a Dios y al prójimo.

Refiriéndome a semejantes ejemplos de armonía entre la fe y las obras, en la Exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici escribí que "la unidad de vida de los fieles laicos tiene una gran importancia. Ellos, en efecto, deben santificarse en la vida profesional ordinaria. Por tanto, para que puedan responder a su vocación, los fieles laicos deben considerar las actividades de la vida cotidiana como ocasión de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres" (n. 17).

Esta armonía entre lo natural y lo sobrenatural es tal vez el elemento que mejor define la personalidad del gran Estadista inglés. Él vivió su intensa vida pública con sencilla humildad, caracterizada por el célebre "buen humor", incluso ante la muerte.

Éste es el horizonte a donde le llevó su pasión por la verdad. El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral. Ésta es la luz que iluminó su conciencia. Como ya tuve ocasión de decir, "el hombre es criatura de Dios, y por esto los derechos humanos tienen su origen en Él, se basan en el designio de la creación y se enmarcan en el plan de la Redención. Podría decirse, con expresión atrevida, que los derechos del hombre son también derechos de Dios" (Discurso 7.4.1998, 3).

Y fue precisamente en la defensa de los derechos de la conciencia donde el ejemplo de Tomás Moro brilló con intensa luz. Se puede decir que él vivió de modo singular el valor de una conciencia moral que es "testimonio de Dios mismo, cuya voz y cuyo juicio penetran la intimidad del hombre hasta las raíces de su alma" (Enc. Veritatis splendor, 58). Aunque, por lo que se refiere a su acción contra los herejes, sufrió los límites de la cultura de su tiempo.

El Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución Gaudium et spes, señala cómo en el mundo contemporáneo está creciendo "la conciencia de la excelsa dignidad que corresponde a la persona humana, ya que está por encima de todas las cosas, y sus derechos y deberes son universales e inviolables" (n.26). La historia de santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas ingerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre.

5. Confío, por tanto, que la elevación de la eximia figura de santo Tomás Moro como Patrono de los Gobernantes y de los Políticos ayude al bien de la sociedad. Ésta es, además, una iniciativa en plena sintonía con el espíritu del Gran Jubileo que nos introduce en el tercer milenio cristiano.

Por tanto, después de una madura consideración, acogiendo complacido las peticiones recibidas, constituyo y declaro Patrono de los Gobernantes y de los Políticos a santo Tomás Moro, concediendo que le vengan otorgados todos los honores y privilegios litúrgicos que corresponden, según el derecho, a los Patronos de categorías de personas.

Sea bendito y glorificado Jesucristo, Redentor del hombre, ayer, hoy y siempre.

Roma, junto a San Pedro, el día 31 de octubre de 2000, vigésimo tercero de mi Pontificado

IOANNES PAULUS PP.II

 

 01:55:32 Subtitulada

A Man for All Seasons--English & Spanish

 

 01:55:33

Un Hombre de dos Reinos

 

 04:16

Carta de Tomás Moro a su hija Margarita

 

 22:12

Santo Tomás Moro - Dibujos Animados

 

 15:01

SANTO TOMAS MORO 1/2

 14:39

SANTO TOMAS MORO 2/2

 

031-SANTO TOMAS MORO-HISTORIETA

 

 

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San Juan Fischer
Cardenal y mártir
Año 1535

Este santo mártir nació en Beverley, Inglaterra, en el año 1469, su padre murió cuando Juan era todavía muy niño. A los 14 años ya era el más sobresaliente entre sus compañeros estudiantes y a los 20 fue nombrado profesor del colegio San Miguel. Se doctoró con gran brillo en la famosa Universidad de Cambridge, y a los 22 años, obtuvo ser dispensado de la falta de edad, y fue ordenado sacerdote. Poco después recibió el nombramiento de vicecanciller o vicerrector de la gran universidad.

Margarita, la madre del rey, al quedar viuda por tercera vez, y desilusionada de la vida de intrigas del mundo, dispuso dedicarse a la vida espiritual, e impresionada por la santidad y la sabiduría de Juan, lo eligió como su director espiritual. Guiada por el santo distribuyó su fortuna en ayudar a instituciones benéficas, y a la que más ayudas concedió fue a la Universidad de Cambridge.

San Juan Fisher recordaba después con emoción que cuando él empezó a ser director espiritual de la madre del rey, la universidad tenía pocas cátedras o ramas de enseñanza y que luego se pusieron nuevas y muy modernas facultades de estudio. Que la Biblioteca de la universidad sólo tenía 300 libros y que luego se consiguieron millares de ejemplares para el estudio de los universitarios.

Juan fue elegido Canciller de la Universidad y este cargo lo tuvo hasta su muerte. Era un verdadero sabio y un gran benefactor.

En 1504 fue elegido nuestro santo como obispo de Rochester, cuando sólo tenía 35 años. Y él, como hacía con todos los cargos que le confiaban, se dedicó a este oficio con todas las fuerzas de su recia personalidad. Con un entusiasmo no muy frecuente en su época, se dedicó a visitar todas y cada una de las parroquias para observar si cada uno estaba cumpliendo con su deber, y animar a los no muy entusiastas. A los sacerdotes les insistía en la grave responsabilidad de cumplir muy exactamente sus deberes sacerdotales. Iba personalmente a visitar las chozas de los más pobres. Distribuía limosnas con enorme generosidad, y en su casa siempre las puertas estaban abiertas para recibir a visitantes, peregrinos y necesitados.

Y aunque parezca imposible, además de todos sus demás trabajos, dedicaba horas y horas al estudio y a escribir libros. Se hicieron famosos sus discursos fúnebres a la muerte del rey Enrique VII y en el funeral de la reina Margarita.

Aunque era obispo y además canciller de la universidad, llevaba una vida tan austera como la de un monje. No dormía más de seis horas. Hacía fuertes penitencias. En su mesa tenía frente a sí una calavera, para recordar que también a él le llegaría la muerte y la hora de tener que darle cuentas a Dios de todos sus comportamientos.

Decía que su deporte favorito era leer. Sus ahorros eran para comprar nuevos libros, que después de leídos los obsequiaba a la Biblioteca de la Universidad.

Cuando le ofrecían otras diócesis que producían más en dinero, respondía: "No cambio a esta esposa pobre pero amable y muy fiel, por la viuda más rica que exista".

Cuando Lutero empezó a difundir los errores de los protestantes, el obispo Fisher fue elegido para atacar tan fatales errores, y escribió cuatro voluminosos libros para combatir los errores de los luteranos. Esto lo hizo famoso.

El embajador de España llegó a afirmar que el obispo Juan era el prelado más santo del país en ese tiempo. Y el rey de Inglaterra exclamó: "ningún otro reino tiene actualmente un obispo tan sabio y tan santo como Juan Fisher".

En un Sínodo o reunión de todo el clero de Inglaterra, el obispo Fisher protestó fuertemente contra la mundanalidad de algunos eclesiásticos, y la vanidad de aquellos que lo buscaban eran altos puestos y no la verdadera santidad. Criticaba fuertemente los defectos que era necesario corregir, pero él personalmente daba muy buenos ejemplos de vida santa.

Cuando el rey Enrique VIII dispuso divorciarse de su legítima esposa y casarse con su concubina Ana Bolena, el obispo Juan Fisher fue el primero en oponerse a semejante escándalo. Y aunque muchos altos personajes, por conservar la amistad del rey, declararon que ese divorcio sí se podía hacer, en cambio Juan, aun con peligro de perder sus cargos y ser condenado a muerte, declaró públicamente que el matrimonio católico es indisoluble y que el divorcio no es posible para un matrimonio católico que no sea nulo.

Muchos le decían que la mayoría de los altos empleados oficiales aprobaban el divorcio del rey, y él les respondía: "Ellos tienen que cumplir lo que les diga su propia conciencia. Yo para salvarme estoy obligado a obedecer lo que mi conciencia me dice, y ella me afirma que este divorcio no lo puedo aprobar".

El terrible rey Enrique VIII se declaró jefe supremo de la Iglesia en Inglaterra en reemplazo del Sumo Pontífice, y todos los que deseaban conservar sus altos puestos en el gobierno y en la Iglesia, lo apoyaron. Pero Juan Fisher declaró que esto era absolutamente equivocado y en pleno Parlamento exclamó: "Querer reemplazar al Papa de Roma por el rey de Inglaterra, como jefe de nuestra religión es como gritarle un 'muera' a la Iglesia Católica".

Las amenazas de los enemigos empezaron a llegar sobre él. Dos veces lo llevaron a la cárcel. Otra vez trataron de envenenarlo. Una bala pasó sobre sus hombros mientras leía en su escritorio. Le inventaron toda clase de calumnias, y como no lograron que dejara de proclamar sus creencias católicas lo encerraron en la terribilísima Torre de Londres. Tenía 66 años, pero los muchos sufrimientos, y sus ayunos y el excesivo trabajo lo hacían aparecer como de ochenta. Un testigo decía: "su cuerpo está tan débil que casi no es capaz de soportar el peso de su vestido". Pero su espíritu seguía fuerte e invencible. Las gentes se admiraban de que hubiera podido resistir diez meses de prisión en tan horrorosa Torre.

Estando en prisión, recibió del sumo Pontífice el nombramiento de Cardenal. El impío rey exclamó: "Le mandaron el sombrero de Cardenal, pero no podrá ponérselo, porque yo le mandaré cortar la cabeza". Y así fue.

El 17 de junio de 1535 le leyeron la sentencia de muerte. El rey Enrique VIII mandaba matarlo por no aceptar el divorcio y por no aceptar que el rey reemplazara al Papa en el gobierno de la Iglesia Católica.

Unos días después al amanecer llegan los guardias a llevarlo al sitio donde debe morir. Lleva en sus manos el Nuevo Testamento. Abre donde primero salga y lee esta frase: "La Vida Eterna consiste en conocerte a Ti Padre Dios y a tu Enviado Jesucristo. Padre yo te he glorificado en la tierra y he cumplido la tarea que tú lleno de ánimo y de consuelo me habías confiado". Esta lectura lo llenó de ánimo y de consuelo.

Al llegar al sitio donde le van a cortar la cabeza, el venerable anciano se dirige a la multitud y les dice a todos que muere por defender a la Santa Iglesia Católica fundada por Jesucristo. Pide a los verdugos que le concedan unos minutos para recitar el Himno Tedeum, en acción de gracias. Al decir la última frase: "En Ti Señor espero, no sea yo confundido eternamente", inclina su cabeza, la cual es cortada por un hachazo de los verdugos de un rey impuro. Dios nos conceda por medio del mártir San Juan Fisher, un gran valor por defender y practicar nuestra santa religión hasta el último momento de nuestra vida.

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Albano de Inglaterra, Santo Máritr, Junio 22  

Albano de Inglaterra, Santo

Mártir

Etimológicamente significa "del Alba". Viene de la lengua latina.

Este joven pertenece al siglo 3º ó 4º. Es muy probable que ya hubiese cristianos en Inglaterra en el siglo I, porque al final del siglo II, muchos de los habitantes del sur de Inglaterra eran cristianos.

Albano es el primero que se recuerda como mártir. Tradicionalmente, todos están de acuerdo que debió morir así en el 304. Pero hay otros estudiosos que sitúan su muerte en el año 209. Todos estos argumentos están sacados del manuscrito "La Pasión de Albano" que se conserva en Turín.

Se supone que fue un soldado romano que alojó a un sacerdote cristiano en su casa durante la dura persecución de Diocleciano.

Al ver cómo quería a Dios y cómo le rezaba, decidió hacerse cristiano. Renunció a la adoración de sus ídolos.

La noticia llegó a oídos del emperador. Enterado Albano, le dio al sacerdote lo que tenía para que escapase. No lo hizo sino que junto con su neófito fueron arrestados.

Ya ante el tribunal, les dijo en su cara que era cristiano. En seguida lo condenaron a muerte.
De camino para el lugar en donde iba a ser ejecutado, Holmhurst. Tuvo que ir por pasos difíciles. La gente, al verlo tan alegre y con los sufrimientos que le proporcionaban, le fue siguiendo y adorando al mismo Dios que hacía Albano.

En lo alto de la colina, cuando el verdugo iba a darle muerte, sintió pena, arrojó la espada y le dijo a todos: "Quiero seguir el ejemplo de este hombre".

Bautizó al soldado con su propia sangre. A su muerte, hubo muchos milagros, ante los cuales se quedó impresionado el mismo gobernador. San Beda el Venerable decía que siempre se harían milagros en la tumba de este primer mártir de las islas británicas.

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Nicetas de Remesiana, Santo Obispo, Junio 22  

Nicetas de Remesiana, Santo

Obispo

Etimológicamente significa " triunfador, victorioso". Viene de la lengua griega.

Desde el principio Cristo estaba en Dios. Desde el nacimiento de la humanidad, él fue la Palabra viva. Vino a la tierra para hacer accesible la confianza de la fe. Resucitado, hace de nosotros su morada, nos habita.. y descubrimos que el amor de Cristo se manifiesta ante todo por su perdón y su continua presencia.

Estas palabras introductorias han marcado la vida de muchos santos y siguen convirtiéndose hoy en el lema de los creyentes en Cristo.

Sin la presencia vivificadora suya, ¿qué sería de nosotros?
Nació en el año 335 y murió en el 414.
Este santo fue un amigo íntimo de san Paulino de Nola. Lo nombraron obispo de Remesiana (Bela Palanca en Serbia) en el 370.

No se conoce mucho acerca de su vida, salvo que fue muy conocido por sus actividades misioneras, especialmente entre los Godos, Dacianos y Bessi.

Todo esto lo conmemora Paulino en un bello poema.
Eran amigos. Nicetas tuvo la ocasión – y si no se las buscó – de visitarle dos veces en Italia.

Habla de él como en auténtico evangelista entre los habitantes de una tierra gélida.

Nicetas escribió una exposición muy importante acerca del Credo de lo Apóstoles, disertaciones sobre la fe, la Trinidad y el valor de los salmos cantados.

Escribió también sobre la importancia del canto en la iglesia. Se cree que fue él el autor y redactor del TE DEUM.

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Fuente: Enciclopedia Católica | ACI Prensa

Inocencio V (Pedro de Tarentasia), Beato CLXXXV Papa, Junio 22  

Inocencio V (Pedro de Tarentasia), Beato

CLXXXV Papa

Nacido en Tarentasia, hacia el 1225; elegido en Arezzo el 21 de enero de 1276; murió en Roma el 22 de junio de 1276. Tarentasia en el alto Isère en el sudeste de Francia ciertamente fue su provincia natal, y el poblado de Champagny con alta certeza fue su lugar de nacimiento. A los dieciseis años ingresó a la orden de los dominicos.

Luego de completar sus estudios en la Universidad de París, de dónde se graduó con una maestría en teología sagrada en 1259, logró distinción como profesor de esa institución, en la cual se le conoce como "el más famoso doctor" (Doctor famosissimus). Por algún tiempo fue provincial de su orden en Francia, fue nombrado Arzobispo de Lyon en 1272 y Cardenal-obispo de Ostia en 1273. Jugó un papel importante en el Segundo Concilio Ecuménico de Lyon (1274), durante el cual dio dos discursos a los padres conciliares y también pronunció la oración fúnebre de San Buenaventura.

Al ser elegido sucesor de Gregorio X, de quien era consejero íntimo, tomó el nombre de Inocencio V y fue el primer papa dominico. Su política fue pacifista. Buscó la reconciliación entre los güelfos y los gibelinos en Italia, restauró la paz entre Pisa y Lucca y, medió entre Rodolfo de Habsburgo y Carlos de Anjou. Asímismo, buscó consolidar la unión de los griegos con Roma, la cual había sido pactada en el Concilio de Lyon.

Es el autor de varias obras relacionadas con la filosofía, teología y leyes canónicas, algunas de las cuales aún no se han publicado. La más importante de éstas es su "Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo" (Toulouse, 1652). Cuatro tratados filosóficos también son de autoría suya: "De unitate formæ", "De materia cæli", "De æternitate mundi", "De intellectu et voluntate". Algunos críticos también le adjudican un comentario sobre las Epístolas Paulinas, el cual frecuentemente se publica bajo el nombre de Nicolás de Gorran (Colonia, 1478).

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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