viernes, 7 de junio de 2013

Sábado de la Virgen María. 08/06/2013. En su día, lo que más agrada a María, es la Misa matutina.

JMJ

Pax

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-51

Gloria a ti, Señor.

Los padres de Jesús solían ir a cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.
Al tercer día lo encontaron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo:
"Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia".
El respondió:
"¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?"
Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

Inmaculado Corazón de María

Antífona de Entrada

¡Salve, Madre Santa, Virgen, Madre del Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos!

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intersección de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas del mundo y concédenos las alegrías del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya.

Lectura del Libro de Génesis 3, 9-15. 20

Después de que el hombre y la mujer comieron del fruto del árbol prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le preguntó:
"Dónde estás".
Este le respondió:
"Oí tus pasos en el Jardín; tuve miedo, porque, estoy desnudo, y me escondí".
Entonces le dijo Dios:
"¿Y quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?"
Respondió Adán:
"La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto del árbol y comí".
El Señor Dios dijo a la mujer:
"¿Por qué has hecho esto?"
Repuso la mujer:
"La serpiente me engañó y comí".
Entonces dijo el Señor Dios a la serpiente:
"Porque has hecho esto, serás maldita entre todos los animales y entre todas la bestias salvajes. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya; y su descendencia te aplastará la cabeza, mientras tú tratarás de morder su talón".
El hombre le puso a su mujer el nombre de "Eva", porque ella fue la madre de todos los vivientes.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del Salmo 97

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas.

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria.

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas.

El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel .
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas.

La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichosa la Virgen María, que guardaba la palabra de Dios y la meditaba en su corazón.
Aleluya.

Evangelio

María conservaba en su corazón todas aquellas cosas

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-51

Gloria a ti, Señor.

Los padres de Jesús solían ir a cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.
Al tercer día lo encontaron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo:
"Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia".
El respondió:
"¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?"
Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice "Credo".

Oración sobre las Ofrendas

El amor y la gracia de tu Hijo, hecho hombre por nosotros, sea nuestro socorro, Señor; y el que al nacer de la Virgen no menoscabó la integridad de su madre, sino que la santificó, nos libre del peso de nuestros pecados y vuelva así aceptable nuestra ofrenda delante de tus ojos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Maternidad de la santísima Virgen María

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la memoria de santa María, siempre Virgen.
Porque ella concibió a tu único Hijo por obra del Espíritu Santo y, sin perder la gloria de su virginidad, hizo brillar sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro.
Por él,
los ángeles y arcángeles y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:

Antífona de la Comunión

Dichoso el vientre de María la Virgen, que llevo al Hijo del Eterno Padre.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Al recibir estos sacramentos, Señor, imploramos de tu misericordia que cuantos nos gozamos en la festividad de María, siempre Virgen, nos entreguemos como ella al servicio de tu plan de salvación sobre los seres humanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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Meditación diaria

Sábado posterior al 2º domingo después de Pentecostés

EL INMACULADO CORAZÓN DE LA VIRGEN MARÍA*

Memoria

— El Corazón de María.

— Un Corazón materno.

 Cor Mariae dulcissimum, iter para tutum.

I. En mí está toda gracia del camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de fuerza1, leemos en la Antífona de entrada de la Misa.

Como considerábamos en la fiesta de ayer, el corazón expresa y es símbolo de la intimidad de la persona. La primera vez que se menciona en el Evangelio el Corazón de María es para expresar toda la riqueza de esa vida interior de la Virgen: María -escribe San Lucas- guardaba todas estas cosas, ponderándolas en su corazón2.

El Prefacio de la Misa proclama que el Corazón de María es sabio, porque entendió como ninguna otra criatura el sentido de las Escrituras, y conservó el recuerdo de las palabras y de las cosas relacionadas con el misterio de la salvación; inmaculado, es decir, inmune de toda mancha de pecado; dócil, porque se sometió fidelísimamente al querer de Dios en todos sus deseos; nuevo, según la antigua profecía de Ezequiel –os daré un corazón nuevo y un espíritu nuevo3–, revestido de la novedad de la gracia merecida por Cristo; humilde, imitando el de Cristo, que dijo: Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón4; sencillo, libre de toda duplicidad y lleno del Espíritu de verdad; limpio, capaz de ver a Dios según la Bienaventuranza del Señor5; firme en la aceptación de la voluntad de Dios, cuando Simeón le anunció que una espada de dolor atravesaría su corazón6, cuando se desató la persecución contra su Hijo7 o llegó el momento de su Muerte;dispuesto, ya que, mientras Cristo dormía en el sepulcro, a imitación de la esposa del Cantar de los Cantares8, estuvo en vela esperando la resurrección de Cristo.

El Corazón Inmaculado de María es llamado, sobre todo, santuario del Espíritu Santo9, en razón de su Maternidad divina y por la inhabitación continua y plena del Espíritu divino en su alma. Esta maternidad excelsa, que coloca a María por encima de todas las criaturas, se realizó en su Corazón Inmaculado antes que en sus purísimas entrañas. Al Verbo que dio a luz según la carne lo concibió primeramente según la fe en su corazón, afirman los Santos Padres10. Por su Corazón Inmaculado, lleno de fe, de amor, humilde y entregado a la voluntad de Dios, María mereció llevar en su seno virginal al Hijo de Dios.

Ella nos protege siempre, como la madre al hijo pequeño que está rodeado de peligros y dificultades por todas partes, y nos hace crecer continuamente. ¿Cómo no vamos a acudir diariamente a Ella? «"Sancta Maria, Stella maris" -Santa María, Estrella del mar, ¡condúcenos Tú!

»-Clama así con reciedumbre, porque no hay tempestad que pueda hacer naufragar el Corazón Dulcísimo de la Virgen. Cuando veas venir la tempestad, si te metes en ese Refugio firme, que es María, no hay peligro de zozobra o de hundimiento»11. En él encontramos un puerto seguro donde es imposible naufragar.

II. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón12.

El Corazón de María conservaba como un tesoro el anuncio del Ángel sobre su Maternidad divina; guardó para siempre todas las cosas que tuvieron lugar en la noche de Belén y lo que refirieron los pastores ante el pesebre, y la presencia, días o meses más tarde, de los Magos con sus dones, y la profecía del anciano Simeón, y las zozobras de su viaje a Egipto... Más tarde, le impresionó profundamente la pérdida de su Hijo en Jerusalén, a la edad de doce años, y las palabras que Este les dijo a Ella y a José cuando por fin, angustiados, le encontraron. Luego descendió con ellos a Nazareth y les estaba sometido. Pero María conservaba todas estas cosas en su corazón13. Jamás olvidó María, en los años que vivió aquí en la tierra, los acontecimientos que rodearon la muerte de su Hijo en la Cruz y las palabras que allí oyó a Jesús: Mujer, he ahí a tu hijo14. Y al señalar a Juan, Ella nos vio a todos nosotros y a todos los hombres. Desde aquel momento nos amó en su Corazón con amor de madre, con el mismo con que amó a Jesús. En nosotros reconoció a su Hijo, según lo que Este mismo había dicho: Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a Mí me lo hicisteis15.

Pero Nuestra Señora ejerció su maternidad antes de que se consumase la redención en el Calvario, pues Ella es madre nuestra desde el momento en que prestó, mediante su fiat, su colaboración a la salvación de todos los hombres. En el relato de las bodas de Caná, San Juan nos revela un rasgo verdaderamente maternal del Corazón de María: su atenta solicitud por los demás. Un corazón maternal es siempre un corazón atento, vigilante: nada de cuanto atañe al hijo pasa inadvertido a la madre. En Caná, el Corazón maternal de María despliega su vigilante cuidado en favor de unos parientes o amigos, para remediar una situación embarazosa, pero sin consecuencias graves. Ha querido mostrarnos el Evangelista, por inspiración divina, que a Ella nada humano le es extraño ni nadie queda excluido de su celosa ternura. Nuestros pequeños fallos y errores, lo mismo que las culpas grandes, son objeto de sus desvelos. Le interesan los olvidos y preocupaciones, y las angustias grandes que a veces pueden anegar el alma. No tienen vino16, dice a su Hijo. Todos están distraídos, nadie se da cuenta.. Y aunque parece que no ha llegado aún la hora de los milagros, Ella sabe adelantarla.

María conoce bien el Corazón de su Hijo y sabe cómo llegar hasta Él; ahora, en el Cielo, su actitud no ha variado. Por su intercesión nuestras súplicas llegan «antes, más y mejor» a la presencia del Señor. Por eso, hoy podemos dirigirle la antigua oración de la Iglesia: Recordare, Virgo Mater Dei, dum steteris in conspectu Domini, ut loquaris pro nobis bona17, Virgen Madre de Dios, Tú que estás continuamente en su presencia, habla a tu Hijo cosas buenas de nosotros. ¡Bien que lo necesitamos!

Al meditar sobre esta advocación de Nuestra Señora, no se trata quizá de que nos propongamos una devoción más, sino de aprender a tratarla con más confianza, con la sencillez de los niños pequeños que acuden a sus madres en todo momento: no solo se dirigen a ella cuando están en gravísimas necesidades, sino también en los pequeños apuros que les salen al paso. Las madres les ayudan con alegría a resolver los problemas más menudos. Ellas –las madres– lo han aprendido de nuestra Madre del Cielo.

III. Al considerar el esplendor y la santidad del Corazón Inmaculado de María, podemos examinar hoy nuestra propia intimidad: si estamos abiertos y somos dóciles a las gracias y a las inspiraciones del Espíritu Santo, si guardamos celosamente el corazón de todo aquello que le pueda separar de Dios, si arrancamos de raíz los pequeños rencores, las envidias... que tienden a anidar en él. Sabemos que de su riqueza o pobreza hablarán las palabras y las obras, pues el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas18.

De nuestra Señora salen a torrentes las gracias de perdón, de misericordia, de ayuda en la necesidad... Por eso, le pedimos hoy que nos dé un corazón puro, humano, comprensivo con los defectos de quienes están junto a nosotros, amable con todos, capaz de hacerse cargo del dolor en cualquier circunstancia en que lo encontremos, dispuesto siempre a ayudar a quien lo necesite. «¡Mater Pulchrae dilectionis, Madre del Amor Hermoso, ruega por nosotros! Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos como tú los has amado: haz que nuestro amor hacia los demás sea siempre paciente, benigno, respetuoso (...), haz que nuestra alegría sea siempre auténtica y plena, para poder comunicarla a todos»19, y especialmente a quienes el Señor ha querido que estemos unidos con vínculos más fuertes.

Recordamos hoy cómo, cuando las necesidades han apremiado, la Iglesia y sus hijos han acudido al Corazón Dulcísimo de María para consagrar el mundo, las naciones o las familias20. Siempre hemos tenido la intuición de que solo en su Dulce Corazón estamos seguros. Hoy le hacemos entrega, una vez más, de lo que somos y tenemos. Dejamos en su regazo los días buenos y los que parecen malos, las enfermedades, las flaquezas, el trabajo, el cansancio y el reposo, los ideales nobles que el Señor ha puesto en nuestra alma; ponemos especialmente en sus manos nuestro caminar hacia Cristo para que Ella lo preserve de todos los peligros y lo guarde con ternura y fortaleza, como hacen las madres. Cor Mariae dulcissimum, iter para tutum, Corazón dulcísimo de María, prepárame..., prepárales un camino seguro21.

Terminamos nuestra oración pidiendo al Señor, con la liturgia de la Misa: Señor, Dios nuestro, que hiciste del Inmaculado Corazón de María una mansión para tu Hijo y un santuario del Espíritu Santo, danos un corazón limpio y dócil, para que, sumisos siempre a tus mandatos, te amemos sobre todas las cosas y ayudemos a los hermanos en sus necesidades22.

1 Antífona de entrada. Misas de la Virgen María, I. Misa del Inmaculado Corazón de la Virgen María, n. 28. — 2 Lc 2, 19. — 3 Cfr. Ez 36, 26. — 4 Mt 11, 29.  5 Cfr. Mt 5, 8. — 6 Cfr. Lc 2, 35. — 7 Cfr. Mt 2, 13. — 8 Cfr. Cant 5, 2. — 9 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 53. — 10 Cfr. San Agustín, Tratado sobre la virginidad, 3. —11 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 1055. — 12 Antífona de comunión, Lc 2, 19. — 13Lc 2, 51. — 14 Jn 19, 26. — 15 Mt 25, 40. — 16 Cfr. Jn 2, 3. — 17 Misal de San Pío V, Oración sobre las ofrendas de la Misa de Santa María Medianera de todas las gracias; cfr. Jer 18, 20. — 18 Mt 12, 35. — 19 Juan Pablo II, Homilía 31-V-1979. — 20Cfr. Pío XII, Alocución Benedicite Deum, 31-X-1942; Juan Pablo II, Homilía en Fátima, 13-V-1982. — 21 Cfr. Himno Ave Maris Stella. — 22 Oración colecta de la Misa.

* Después de la consagración del mundo al dulcísimo y maternal Corazón de la Virgen María en 1942, llegaron numerosas peticiones al Romano Pontífice para que extendiera el culto al Inmaculado Corazón de María, que ya existía en algunos lugares, a toda la Iglesia. Pío XII accedió en 1945, «seguros de encontrar en su amantísimo Corazón... el puerto seguro en medio de las tempestades que por todas partes nos apremian». A través del símbolo del corazón, veneramos en María su amor purísimo y perfecto a Dios y su amor maternal hacia cada hombre. En él encontramos refugio en medio de todas las dificultades y tentaciones de la vida y el camino seguro -iter para tutum- para llegar prontamente a su Hijo.

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9ª semana. Sábado

EL VALOR DE LO PEQUEÑO

— La limosna de la viuda pobre. Lo importante para Dios.

— El amor da valor a lo que es en sí pequeño y de escasa importancia. La tibieza y el descuido en lo pequeño.

— La santidad es un tejido de pequeñas menudencias. El crecimiento en las virtudes y las cosas pequeñas.

I. Nos relata San Marcos en el Evangelio de la Misa1 que estaba Jesús sentado frente al cepillo del Templo y observaba a la gente que echaba dinero en él. La escena tiene lugar en uno de los atrios, en la llamada Cámara del tesoro o Sala de las ofrendas; los días de la Pasión están ya cercanos.

Ante muchos que daban grandes cantidades, el Señor no hizo el menor comentario. Pero vio Jesús una mujer que se acercaba con el clásico atuendo de las viudas, con clara apariencia de ser una mujer pobre. Había esperado quizá a que la aglomeración desapareciera, y dejó dos monedas pequeñas; eran, entre las que estaban en circulación, las de menos valor. San Marcos aclara para los lectores no judíos, a quienes se dirige particularmente su Evangelio, la entidad real de estas monedas. Quiere llamar la atención de todos sobre la exigua cantidad que representaban. De cara a los hombres aquella limosna tenía muy poco valor: las dos monedas hacían un cuadrante, es decir, la cuarta parte de un as. Esta moneda era a su vez la decimosexta parte de un denario, que constituía la primera unidad monetaria; un denario era el jornal de un trabajador del campo. Pocas cosas se podían comprar con un cuadrante.

Si alguien hubiera llevado una relación de las ofrendas que se hicieron aquel día en el Templo, quizá habría pensado que no valía la pena tomar nota de la limosna de esta mujer. ¡Y resultó ser, entre todas, la más importante! Tan grata fue a Dios que Jesús convocó a sus discípulos dispersos por los alrededores para que aprendieran la lección de aquella viuda. Aquellas piezas de cobre apenas hicieron ruido, pero Jesús percibió claramente el amor sin palabras de esta mujer que daba a Dios todos sus ahorros. Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía2.

¡Qué diferente es con frecuencia lo importante para Dios y lo importante para nosotros los hombres! ¡Qué diferentes medidas! A nosotros nos suele impresionar lo llamativo, lo grande, lo sorprendente. A Dios le conmueven –el Evangelio nos ha dejado abundantes testimonios– pequeños detalles llenos de amor, que están al alcance de todos; también los sucesos que nosotros consideramos de gran importancia, pero cuando están realizados con el mismo espíritu de rectitud, de humildad y de amor. Los Apóstoles, que serían más tarde el fundamento de la Iglesia, no olvidaron la lección de esta jornada. Aquella mujer nos ha enseñado a todos cómo conmover el corazón de Dios cada día con lo único que corrientemente tenemos a nuestro alcance: cosas pequeñas. «¿No has visto en qué "pequeñeces" está el amor humano? Pues también en "pequeñeces" está el Amor divino»3.

Aprendemos también en este pasaje del Evangelio el verdadero valor de las cosas. Cualquier acontecimiento –aunque parezca sin importancia– podemos convertirlo en algo gratísimo a Dios. Y, por ser grato a Él, valioso. Solo tiene valor real, verdadero y eterno lo que hacemos agradable a Dios.

Hoy, en nuestra oración, podemos considerar la gran cantidad de oportunidades que nos salen al paso: «Raras veces se ofrecen grandes ocasiones de servir a Dios, pero pequeñas continuamente. Pues ten entendido que el que sea fiel en lo poco será constituido en lo mucho. Haz, pues, todas tus cosas en honor de Dios, y todas las harás bien: ora comas, ora bebas, oras duermas, ora te diviertas, ora des vueltas al asador, si sabes aprovechar estas haciendas, adelantarás mucho a los ojos de Dios realizando todo esto porque así quiere Dios que lo hagas»4.

II. Son las cosas pequeñas las que hacen perfecta una obra y, por tanto, digna de ser ofrecida al Señor. No basta que aquello que se realiza sea bueno (trabajo, rezar...), sino que además debe ser una obra bien terminada. Para que haya virtud –enseña Santo Tomás de Aquino– es necesario atender a dos cosas: a lo que se hace y al modo de hacerlo5. Y en cuanto al modo de hacerlo, la cincelada, la pincelada, el retoque final convierte aquel trabajo en una obra maestra. Por el contrario, la chapuza, lo desmañado y defectuoso es señal de languidez espiritual y de tibieza en el cristiano, que se ha de santificar con su trabajo de cada día: conozco tus obras y que tienes nombre de viviente y estás muerto (...). Porque yo no hallo tus obras cabales en presencia de mi Dios6. El cuidado de las cosas pequeñas viene exigido por la naturaleza propia de la vocación cristiana: imitar a Jesús en los años de Nazaret, aquellos largos años de trabajo, de vida de familia, de trato amistoso con las gentes de su pueblo. Poner amor en lo pequeño por Dios requiere atención, sacrificio y generosidad. Un pequeño detalle aislado puede no tener importancia: «lo que es pequeño, pequeño es; pero el que es fiel en lo poco, ese es grande»7.

El amor es el que hace importante lo pequeño8. Si faltara este amor no tendría sentido el interés por cuidar las cosas pequeñas: se convertirían en manía o fariseísmo; se pagarían diezmos de la hierbabuena, del eneldo y del comino –como hacían los fariseos–, y se correría el riesgo de abandonar los puntos más esenciales de la ley, de la justicia y de la misericordia. Aunque lo que podamos ofrecer nos parezca poca cosa –como la limosna de esta pobre viuda–, adquiere un gran valor si lo ponemos sobre el altar y lo unimos al ofrecimiento que el Señor Jesús hace de Sí mismo al Padre. Entonces, «nuestra humilde entrega –insignificante en sí, como el aceite de la viuda de Sarepta o el óbolo de la pobre viuda– se hace aceptable a los ojos de Dios por su unión a la oblación de Jesús»9. Otras veces, los detalles, tanto en el trabajo, en el estudio, como en las relaciones con otros, son la coronación de algo bueno que sin ese detalle quedaría incompleto.

Uno de los síntomas más claros de que se inicia el camino de la tibieza es que se valoran poco los pormenores en la vida de piedad, los detalles en el trabajo, los actos pequeños y concretos en las virtudes; y se acaba descuidando también lo grande. «La desgracia es tanto más funesta e incurable cuando al deslizarse hacia lo profundo apenas se nota, y se verifica con mayor lentitud (...). Que con este estado se da un golpe mortal a la vida del espíritu, es cosa a todos manifiesta»10. El amor a Dios, por el contrario, se pone de relieve en el ingenio, en la vibración, en el esfuerzo por encontrar en todo ocasión de amor a Dios y de servicio a los demás.

III. El Señor no es indiferente a un amor que sabe estar en los detalles. No es indiferente, por ejemplo, a que vayamos a saludarle –lo primero– al entrar en una iglesia o al pasar delante de ella; al esfuerzo por llegar puntuales (mejor unos minutos antes) a la Santa Misa; a la genuflexión bien realizada ante Él en el Sagrario; a las posturas o al recogimiento que guardamos en su presencia... Además, cuando se ve a alguien doblar con devoción la rodilla ante el Sagrario es fácil pensar: tiene fe y ama a Dios. Y ese gesto de adoración ayuda a los demás a tener más fe y más amor. «Os podrá parecer quizá que la Liturgia está hecha de cosas pequeñas: actitud del cuerpo, genuflexiones, inclinaciones de cabeza, movimiento del incensario, del misal, de las vinajeras. Es entonces cuando hay que recordar las palabras de Cristo en el Evangelio: El que es fiel en lo poco, lo será en lo mucho (Lc 16, 10). Por otra parte, nada es pequeño en la Santa Liturgia, cuando se piensa en la grandeza de Aquel a quien se dirige»11.

El espíritu de mortificación se nos concreta normalmente en pequeños sacrificios a lo largo de la jornada: lucha perseverante en el examen particular, sobriedad en las comidas, puntualidad, afabilidad en el trato, levantarse a la hora, no dejar la tarea aunque nos resulte costosa y falte ilusión humana, orden y cuidado de los instrumentos de trabajo, comer con agradecimiento lo que nos sirven, sin andar con caprichos...

Para vivir la caridad en un tono cada vez más delicado y heroico será necesario también descender a los detalles pequeños y menudos de la convivencia cotidiana. «El deber de la fraternidad, con todas las almas, hará que ejercites el "apostolado de las cosas pequeñas", sin que lo noten: con afán de servicio, de modo que el camino se les muestre amable»12. En ocasiones será poner verdadero interés en lo que nos cuentan; otras, pasar por alto las preocupaciones personales para atender a quienes conviven con nosotros; el no enfadarnos por cosas sin importancia; no ser susceptibles; ser cordiales; la ayuda, quizá inadvertida, que alivia el peso; pedir a Dios por una persona necesitada; evitar toda crítica; ser siempre agradecidos..., cosas que están al alcance de todos... Y así ocurre en cada una de las virtudes.

Si estamos atentos a lo pequeño, viviremos con plenitud todos los días, sabremos dar a cada momento el sentido de estar preparando la eternidad. Para eso, pidamos con mucha frecuencia la ayuda de María. Digámosle frecuentemente: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros... ahora, en cada situación ordinaria y pequeña de nuestra vida.

1 Mc 12, 38-44. — 2 Mc 12, 43-44. — 3 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 824. — 4San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, III, 34. — 5 Cfr. Santo Tomás, Quodl. IV, a. 19. — 6 Apoc 3, 1-2. — 7 San Agustín, Sobre la doctrina cristiana, 14, 35. — 8 Cfr. San Josemaría Escrivá, o. c., n. 814. — 9 Juan Pablo II, Homilía en Barcelona 7-XI-1982. — 10 B. Baur, La confesión frecuente, p. 105. — 11 Pablo VI,Alocución 30-V-1967. — 12 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 737.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Medardo
Obispo
Año 560

Medardo significa: "audaz y valeroso" (Med: audaz. Adr: valeroso. Del antiguo alemán).

San Medardo es el santo preferido de los campesinos de Francia. Le tienen gran fe para que les obtenga lluvias para los tiempos de la siembra, y para que les cuide sus viñedos o plantaciones de uva, contra los ladrones y el mal tiempo.

Siendo muy joven, una vez le regaló su caballo a un pobre viajero que lloraba porque los ladrones le habían robado el caballo en el que viajaba. Su papá al verlo tan generoso para con los necesitados opinó que el hijo más iba a servir para sacerdote que para negociante. Y así sucedió.

A los 33 años fue ordenado sacerdote, y siguió ejercitando una gran caridad para con los pobres. A los estudiantes muy necesitados los sentaba a su mesa, gratuitamente para que se alimentaran lo mejor posible. Con sus oraciones obtuvo lluvias para los campos, y en otras ocasiones libró de granizadas los cultivos.

Como era un sacerdote verdaderamente ejemplar fue elegido obispo y entonces le sucedieron unas anécdotas que se han hecho famosas.

Tenía San Medardo una vaquita, y para saber por dónde andaba el animalejo le había colgado al pescuezo una campanilla que iba anunciando por dónde estaba pastando. Y sucedió que un ladrón le robó la vaca. El ratero le quitó la campanilla del pescuezo y la echó entre las alforjas, pero la campana seguía sonando. Entonces la llenó de pasto y la escondió entre el montón de pasto seco de su pesebrera, pero la campana siguió sonando. Al fin el ladrón dispuso enterrar la campana en el suelo, pero apenas se acostó para dormir, empezó a oír que seguía sonando. Desesperado sacó la campana y colgándola otra vez del pescuezo de la vaca se fue a donde el santo y le devolvió el animal robado, diciéndole: "Padre, aquí le traigo su vaca, porque la campanilla no quiso dejar de sonar ni por un momento", y San Medardo le dijo sonriente: "Hijo, lo que sonaba no era la campanilla, era tu conciencia, que no quería que te quedaras en paz con este pecado". Al otro le fue muy provechosa esta lección.

Tenía San Medardo un cultivo de matas de uva y una noche en pleno tiempo de cosecha entraron los ladrones a robarle las uvas. Pero cuando ya tenían los costales llenos, fueron a salir y no encontraron la puerta de salida. Les parecía como si se hubieran vuelto ciegos, porque por ninguna parte encontraron la puerta de salida. Y así amaneció y llegó el santo, y ellos muy asustados le pidieron perdón y con tal de que no los denunciara, le dejaron también los costales, y así el santo recolectó sus uvas gratis y de encima le dieron los costales.

También tenía San Medardo unas colmenas que le producían muy buena miel, y las abejas eran muy mansas y muy buenas. Pero un día llegó un ratero a robarse la miel y las abejas lo persiguieron tan terriblemente que al otro no le quedó otro remedio que meterse a la casa del santo a pedirle que rezara por él. San Medardo echó una bendición a las abejas y estas se fueron muy obedientes, y él vuelto hacia el ladrón le dijo: "Esto es señal de los castigos que te pueden llegar si sigues robando. Ahora son unas sencillas abejas, pero después los que te picarán serán tus remordimientos eternamente". Y el otro no volvió a robar.

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María del Divino Corazón de Jesús (Droste zu Vischering), Beata Religiosa, Junio 8  

María del Divino Corazón de Jesús (Droste zu Vischering), Beata

Religiosa

María del Divino Corazón de Jesús nació el 8 de septiembre de 1863, en Münster (Alemania).

Su padre era el conde Clemente Droste de Vischering y su madre la condesa Helena von Galen. De niña vivió la persecución de obispos y sacerdotes en la Alemania liberal del siglo XIX. A los quince años le impresionaron las siguientes palabras de un sacerdote: No podemos brindarle a Jesús más que un corazón sincero totalmente entregado.

En su diario escribió: Con gusto hubiera tapado los oídos de mi alma, pero fue imposible renunciar a la voz de Dios. En este día comenzó nuestro Señor a traerme de una manera muy especial, robándome por fin el corazón. A los quince años ingresó en el internado de las Hermanas del Sagrado Corazón, en Riedenburg. Cuando terminó su educación escolar, en 1881, quiso ingresar al convento, pero se lo impidió su débil salud. Hizo voto de castidad y comenzó a vivir más intensamente la oración y el apostolado en su familia. Ayudaba a jóvenes abandonadas y a prostitutas en el hospital que atendían las Hermanas del Buen Pastor.

A los veinticinco años su salud mejoró lo suficiente para ser admitida entre las religiosas, en el convento de Münster.

Empezó el noviciado el 10 de enero de 1889 y recibió el nombre de María del Sagrado Corazón y profesó sus votos el 29 de enero de 1891. Ese año fue trasladada a Oporto (Portugal), donde desde 1894 fue superiora de la comunidad. Logró un convento ejemplar, pero su salud quedó totalmente quebrantada y contrajo una enfermedad en la columna vertebral que le producía intensos dolores y parálisis progresiva. Mandó hacer una camilla para ser trasladada por las diversas partes de la casa y poder ayudar con su consejo.

Ofreciéndose como víctima, recibió del Sagrado Corazón de Jesús el deseo de que se le consagrara el mundo entero para lo cual escribió al Papa en el mes de junio de 1898. Todavía en el mes de enero del año 1899, a instancias del Sagrado Corazón, envió otra carta al Papa. León XIII acogió su deseo y anunció la consagración del mundo al Sagrado Corazón en la encíclica "Annum Sacrum" del 25 de mayo de 1899. El 8 de junio recibió las dos copias de la encíclica que le había mandado el Papa. Murió ese día a las 3.05 p.m., en Oporto. Mi misión en la tierra, había dicho, se completará en cuanto se haga la consagración del mundo al Sagrado Corazón y que realizó el papa León XIII el 11 de junio de 1899.

Fue beatificada por el papa Pablo VI el 1 de noviembre de 1975.

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Juan Rainuzzi, Beato Confesor, 8 de junio  

Juan Rainuzzi, Beato

Confesor

Etimológicamente significa " Dios es misericordia". Vine de la lengua hebrea.

Sin una amplia esperanza humana, las nuevas generaciones no se sienten estimuladas a participar en la construcción de la familia humana. Frente a un vacío, muchos jóvenes están marcados por una apatía, una desilusión, buscándose vías de escape que anestesien una angustia insoportable.

A Juan no le ocurrió nada de eso. Fue un confesor del siglo XIV. Era natural de Todi, Italia.

Su culto empezó dos siglos más tarde. Un día de 1568, en esta ciudad, en la cripta de la iglesia de santa Margarita, se exorcizaba a un hombre porque decían que estaba endemoniado.

En un cierto momento sucedió algo misterioso para que los asistían atónitos.
El poseído comenzó a gritar y a denunciar la presencia en aquel lugar de un santo, Juan el Limosnero.

Se encontró, efectivamente, la tumba del difunto y su inscripción: "Este es el cuerpo de Juan Rainuzzi, que pasó a la casa del Padre en el año 1330".

Entonces se expusieron sus restos al público para que todos pudieran venerarlos.
Le colocaron ropa y el título de "Juan el Limosnero" por su gran caridad para con los pobres.

De no haber sido por el caso del endemoniado, quizá hubiera tardado más en conocer la existencia de Juan Rainuzzi, monje benedictino.

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Armando de Ziektkzee, Beato Franciscano, Junio 8  

Armando de Ziektkzee, Beato

Franciscano

Etimológicamente significa "estar armado". Viene de la lengua alemana.

Este joven tiene su origen en Holanda. Cuando el siglo XVI estaba en su mitad, él, movido por la vocación divina, entró en el convento de los franciscanos para seguir un camino de mayor perfección cristiana.

Una vez que le admitieron, pasó largos años estudiando la Sagrada Escritura. Para ello tuvo suerte, ya que sabía la lengua griega, la hebrea y la caldea.

Con este bagaje cultura, no le fue muy difícil empezar a hacer comentarios bíblicos, aunque inéditos, pero no así tres obras completas que aparecieron en 1534.

Su enseñanza tuvo un gran eco en todo el mundo cultural. El mismo padre benedictino Butzbach describe con palabras elogiosas a san Armando:"Profundo en la Biblia, no desconocedor de la filosofía secular, de estilo ingenioso, buen comunicador, piadoso en su vida, inferior tan sólo al Tritemio".

Este joven, con su inquietud y su enorme corazón, quiso reformar la Orden de san Francisco, sin que hubiera necesidad de recurrir a las clásicas divisiones que se suscitan cuando alguien pretende hacer reformas.

Este fue el ideal que movió su vida entera mientras estuvo como ministro en la región de Colonia.

Pero, muy a pesar suyo, encontró muchas dificultades que le llevaron a renunciar de su cargo. Se vino abajo, se deprimió y se fue con aquellos que seguían la estricta observancia.
Le encantaba la vida en común. Con tal de que esta marchara bien, estaba dispuesto a dejar toda clase de privilegios personales.

Los últimos años de su vida loe empleó en escribir hasta que le sobrevino la muerte en el convento de Lovaina en el año 1524.

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Fuente: ACIprensa.com
Maria Teresa Chiramel Mankidiyan, Beata Fundadora, Junio 8  

Maria Teresa Chiramel Mankidiyan, Beata

Congregación de la Sagrada Familia

Nació el 26 de Abril de 1876 en Puthenchira, en el estado de Querala (India). Como escribió en su autobiografía, realizada por obediencia a su director espiritual, desde muy pequeña sintió un intenso deseo de amar a Dios, que la llamaba a recitar el Rosario varias veces al día. Su madre procuraba disuadirla de esas severas mortificaciones, más ella persistía en este gesto a fin de asemejarse cada vez más a Cristo sufriente, y llegó a consagrar su virginidad cuando tenía apenas diez años.

Cuando ella tenía apenas doce años, murió su madre, lo cual fue también el fin de sus estudios escolares. Ella continuó muy interesada en el discernimiento de su vocación. Quería una vida escondida para dedicarse a la oración, y en 1891 decidió salir de casa para llevar una vida eremítica y de penitencia, más su proyecto fracasó.

Intensificó mientras tanto su colaboración en la parroquia, junto con tres compañeras, dedicándose a los pobres, docentes, personas solas y huérfanos. Oraba por la conversión de los pecadores.

Recibió de Dios muchos favores místicos, entre los cuales están visiones y estigmas, más permaneció siempre en el camino de la humildad. Su Obispo, dudando de la autenticidad de tales fenómenos místicos, la manda a someterse varias veces a exorcismos.

En 1903 explicó al vicario apostólico de Trichur su deseo de fundar una casa de retiro y oración, más le fue sugerido entrar en el convento de las Clarisas Franciscanas. Después, habiendo sido enviada al convento de las Carmelitas de Ollur, también allí María Teresa percibió que no era esta su vocación. Finalmente, el Obispo comprendió que Dios deseaba una nueva congregación religiosa al servicio de la familia.

El día 14 de Mayo de 1914 fue erigida canónicamente la nueva Orden que se denominó Congregación de la Sagrada Familia. Durante y después de los difíciles años de la primera guerra mundial, con indómita energía y total confianza en la Divina Providencia, dio vida a tres nuevos conventos, dos escuelas, una casa de estudios y un orfanato.

Maria Teresa muere con una fama de santidad el 8 de Junio de 1926.

El 9 de abril de 2000 S.S. Juan Pablo II la beatificó.

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Fuente: Franciscanos.org
Nicolás de Gésturi (Juan Medda), Beato Capuchino, Junio 8  

Nicolás de Gésturi (Juan Medda), Beato

Capuchino

Juan Medda, en religión "Fray Nicolás", nació en Gésturi, provincia de Cagliari y archidiócesis de Oristano (Italia), el 5 de agosto de 1882, en una familia de humilde condición social, muy honrada y religiosa. Fue bautizado al día siguiente de nacer en la iglesia parroquial de Santa Teresa de Avila. El 2 de junio de 1886 recibió el sacramento de la confirmación. Muy pronto quedó huérfano de padre y madre. Fue acogido en casa de su hermana mayor, ya casada. Después de concluir los estudios primarios, comenzó a trabajar en el campo. Recibió la primera comunión el 18 de diciembre de 1896.

Desde muy joven sintió que tenía vocación religiosa, pero la pobreza le impidió seguirla. La curación de una dolorosa enfermedad reumática fue la ocasión para poder hacer realidad ese sueño. En 1911, a los 29 años, a impulsos del párroco de Gésturi, entró como terciario oblato en el convento capuchino de San Antonio de Cagliari. El 30 de octubre de 1913 vistió el hábito y tomó el nombre de fray Nicolás. Terminado el año de noviciado, emitió la primera profesión el 1 de noviembre de 1914, y el 16 de febrero de 1919 hizo la profesión solemne.

Sus diez primeros años de vida religiosa los pasó en distintos conventos de Cerdeña, en los que desempeñó principalmente el oficio de cocinero. En 1924 fue trasladado a Cagliari, donde permaneció 34 años, cumpliendo el oficio de "limosnero". Muchísimos, al encontrarse con él, le hacían confidencias, le pedían consejo y oraciones para conseguir favores espirituales o materiales; nació así la costumbre de llamarlo junto al lecho de los enfermos, tanto en casa como en los hospitales.

Sucedieron curaciones extraordinarias, que mostraban la mano de Dios a través del pobre hermano. Se extendió rápidamente su fama de santidad y su poder taumatúrgico. Su vida constituía para todos una llamada a la conversión, a la oración, al amor y al servicio del Señor y de los hermanos.

Fray Nicolás se caracterizó por el silencio, la fidelidad inquebrantable, la piedad, el celo por las almas y la caridad hacia los necesitados que encontraba en su itinerario diario al pedir la limosna.

Supo afrontar todas las dificultades con admirable paciencia y caridad, actuando con rectitud, valor y perseverancia. El eje fundamental de su personalidad moral y espiritual era su profundo espíritu de oración, que se manifestaba en su actitud contemplativa habitual, incluso en medio de las ocupaciones diarias. En su comportamiento se reflejaba la presencia de Dios y una constante unión con el Señor. Cada uno de sus actos y palabras se transformaba en oración ardiente y continua.

Murió el 8 de junio de 1958, a los 76 años de edad, tras varios días de enfermedad. Con ocasión de su muerte aumentó la fama de santidad que por decenios lo había acompañado.

Lo beatificó Juan Pablo II el 3 de octubre de 1999.

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Jacobo Berthieu, Beato Mártir Jesuita, Junio 8  

Jacobo Berthieu, Beato

Mártir Jesuita

Nacio el 28 de Noviembre de 1838, en Polminhac, Francia. Murió mientras él estaba acompañando a refugiados que estaban intentando evitar ataques de otra tribu.

Misionero francés en Madagascar, disfrutó cinco años pacíficos de actividad misionera antes de que los movimientos de independencia y rebeliones de tribus rivales le obligara a que trasladarse de lugar a lugar.

Berthieu fue un sacerdote diocesano durante nueve años antes de que él decidiera entrar en los Jesuitas a los 35 años de edad. Él incluso se fijó hacer su misión en Madagascar antes de que él terminara noviciado. Él hizo sus votos justo antes de empezar su primera misión en la isla Sainte-Marie. Catequizó a niños, realizaba su ministerio sacramental y cuidó de los enfermos hasta que en marzo de 1880 el gobierno francés expulsó a los Jesuitas y los forzaron al destierro.

Mientras Berthieu dedicaba su energía a cultivar un huerto o jardín que creció durante el tiempo que él no pudo ejercer ningún ministerio sacerdotal.

En 1885 la paz volvió cuando un tratado fue firmado; Berthieu volvió a abrir la misión en Ambositra, Madagascar. Entonces en diciembre de 1891 que él empezó a evangelizar a las personas en el distrito de Anjozorofady, a corta distancia al norte de Tananarive.

Berthieu tenía 18 misiones que visitar, pero su trabajo se interrumpió varios veces por nueva guerra. En 1895 la rebelión de Malagasy contra Francia lo forzó a irse lejos, poco después él pudo devolver pero otra rebelión se levantó entre las personas de Menalamba. Cuando las batallas estuvieron muy cerca, el coronel francés local el 25 de mayo pidió a las personas salieran del pueblo para sacarlos de peligro. En junio 6 Berthieu fue aconsejado de llevar a sus feligreses a la capital, Tananarive.

Ellos empezaron el viaje pero fueron atacados por la tribu Menalamba y se separaron buscando resguardo en cualquier pueblo cualquier que ellos pudieran encontrar. Berthieu y algunas de sus acompañantes encontraron hospitalidad, pero al día siguiente los Menalamba llegaron al pueblo y arrestaron al misionero. Ellos lo despojaron de su indumentarioa y lo golpearon antes de obligarle a que caminara bajo la fría lluvia hacia el pueblo donde su vivía su jefe.

Berthieu se negó a aceptar la oferta de aquel hombre, que prometió salvarle la vida y darle un puesto de counsejero en la tribu Menalamba, si él renunciara su fe. Berthieu contestó que él se moriría antes de abandodar su religión. Varios hombres lo atacaron con garrotes; un golpe a la cabeza lo mató.

Sus secuestradores descargaron su cuerpo y luego lo arrojaron al río, nunca fue recuperado. Era el 8 de Junio de 1896.

Fue beatificado el 17 de Octubre de 1965 por Pablo VI

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Fuente: Santopedia.com
Guillermo (William) de York, Santo Obispo, Junio 8  

Guillermo (William) de York, Santo

Hijo del conde Herbert, tesorero del rey Henry I, y Emma, hermana del rey William. Fue tesorero de la iglesia en York, Inglaterra, mientras que aún era joven, luego sacerdote y Capellán de Stephen King.

Arzobispo de York en 1140. Su selección fue impugnada por los reformistas, especialmente un grupo de cistercienses, y William fue acusado de simonía, de abusos sexuales, y de ser indebidamente influenciado por sus conexiones con la corte real. El Vaticano investigó, el Papa Inocencio le limpió de todos los cargos, y le confirmó como arzobispo el 26 de septiembre de 1143.

Sin embargo, los cargos resurgieron unos pocos años más tarde bajo el Pontificado de Eugenio III, un cisterciense; William Eugene fue suspendido de su sede, y retirado en 1147 como arzobispo, lo sustituyó Murdac Henry cisterciense, abad de Fuentes. Algunos de los seguidores de William salieron a la calle para defenderlo, y durante un motín, atacaron y quemaron el monasterio de Fuentes. William, sin embargo, se retiró a Winchester, y se convirtió en un monje, siendo notorio por su austeridad y activa vida de oración.

En 1154, durante el reinado del papa Anastasio IV, William fue llamado de su reclusión, y una vez más ordenado arzobispo de York.

Falleció un mes más tarde. Hubo acusaciones de intoxicación, incluyendo veneno introducido en el vino sacramental. Hubo una investigación subsiguiente, pero los registros del resultado no han sobrevivido, y es más probable que muriera de fiebre.

Fue canonizado por el Papa Honorio III el 18 de marzo de 1226. La investigación previa fue impulsada por los cistercienses entre ellos el Abad de Fuentes que apoyaba la canonización.

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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