miércoles, 19 de junio de 2013

Jueves del Santísimo Sacramento. 20/06/2013. Nuestra Señora de la Consolación ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
"Cuando recen, no hablen mucho como hacen los paganos, creyendo que Dios va a escuchar todo lo que hablaron. No sean como ellos, pues su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan. Ustedes recen así:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad 
en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
Porque si ustedes perdonan a los demás sus culpas, también a ustedes los perdonará su Padre celestial. Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre les perdonará sus culpas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

jue 11a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

Acuérdate, Señor, de tu alianza: no olvides por más tiempo la suerte de tus pobres. Levántate, Señor, a defender tu causa: no te olvides de las voces de los que te buscan.

Oración Colecta

Oremos:
Dios eterno y todopoderoso, a quien confiadamente podemos llamar ya Padre nuestro: haz crecer en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que podamos gozar, después de esta vida, de la herencia que nos has prometido.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Les anuncié gratis el Evangelio de Dios

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 1-11

Hermanos: ¡Ojalá disculpen un poco mi impertinencia! Ya sé que me tolerarán, pues mis celos por ustedes son celos de Dios, ya que los he desposado con un solo marido, presentándolos a Cristo como si fueran una virgen pura. Pero temo que así como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así también se perviertan sus pensamientos y los aparten de la sinceridad y pureza que le deben a Cristo.
De hecho, si viene alguno y les anuncia a un Jesús distinto del que les hemos anunciado, o reciben un espíritu distinto del que recibieron, o un evangelio diferente del que han aceptado, lo toleran con gusto. ¡Pues creo que en nada soy inferior a esos superapóstoles! Y si carecemos de elocuencia, no nos faltan conocimientos, como lo hemos demostrado siempre a ustedes en las más diversas circunstancias.
¿Es que he cometido un pecado al anunciarles gratuitamente el Evangelio de Dios, humillándome yo para que ustedes fueran engrandecidos? 
He tenido la sensación de despojar a otras iglesias al aceptar de ellas un salario para servirles a ustedes. 
Y cuando estaba con ustedes y me encontré necesitado, para nadie fui una carga; los hermanos procedentes de Macedonia fueron los que me atendieron en mis necesidades. He tenido gran cuidado en no ser para ustedes una carga, y seguiré teniéndolo. Por Cristo en quien creo, les aseguro que nadie en toda Grecia me arrebatará este motivo de orgullo. ¿Acaso me comporté así porque no los quiero? Bien sabe Dios que los quiero.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 110, 1-2.3-4.7-8

Justas y verdaderas son tus obras, Señor.

Doy gracias al Señor de todo corazón, en la reunión de los buenos y en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.
Justas y verdaderas son tus obras, Señor.

Su acción es espléndida y majestuosa, su salvación permanece para siempre. Ha hecho maravillas memorables, el Señor es compasivo y misericordioso.
Justas y verdaderas son tus obras, Señor.

El actúa con verdad y justicia, todas sus leyes son de fiar, estables para siempre y promulgadas con verdad y rectitud.
Justas y verdaderas son tus obras, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Hemos recibido un espíritu de hijos, que nos hace exclamar: ¡Padre!
Aleluya.

Evangelio

Ustedes recen así

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
"Cuando recen, no hablen mucho como hacen los paganos, creyendo que Dios va a escuchar todo lo que hablaron. No sean como ellos, pues su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan. Ustedes recen así:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad 
en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
Porque si ustedes perdonan a los demás sus culpas, también a ustedes los perdonará su Padre celestial. Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre les perdonará sus culpas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, con bondad estos dones que has puesto en manos de tu Iglesia, y con tu poder conviértelos en el sacramento de nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Restauración universal en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina, se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

El pan que yo daré es mi carne para vida del mundo, dice el Señor.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, que la recepción de esta Eucaristía nos confirme en tu amor y nos ayude a conseguir la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

11ª semana. Jueves

ORACIONES VOCALES

— Necesidad.

— Oraciones vocales habituales.

— Atención al rezarlas. Luchar contra la rutina y las distracciones.

I. Y al orar no empleéis muchas palabras, como los gentiles, que se figuran que por su locuacidad van a ser escuchados, nos dice el Señor en el Evangelio de la Misa1. Quiere apartar a sus discípulos de la visión equivocada de muchos judíos de su tiempo, quienes pensaban que son necesarias largas oraciones vocales para que Dios las escuche; y les enseña a tratar a Dios con la sencillez con que un hijo habla con su padre. La oración vocal es muy agradable a Dios, pero ha de ser verdadera oración: las palabras han de expresar el sentir del corazón. No basta recitar meras fórmulas, pues Dios no quiere un culto solo externo, quiere nuestra intimidad2.

La oración vocal es un medio sencillo y eficaz, imprescindible, adecuado a nuestro modo de ser, para mantener la presencia de Dios durante el día, para manifestar nuestro amor y nuestras necesidades. Como leemos en el mismo Evangelio de la Misa, Nuestro Señor quiso dejarnos la oración vocal por excelencia, el Padrenuestro, en la que, en pocas palabras, compendia todo lo que el hombre puede pedir a Dios3. A lo largo de los siglos ha subido hasta Dios esta oración, llenando de esperanza y de consuelo a innumerables almas, en las situaciones y momentos más dispares.

Descuidar la oración vocal significaría un gran empobrecimiento de la vida espiritual. Por el contrario, cuando se aprecian estas oraciones, a veces muy cortas pero llenas de amor, se facilita mucho el camino de la contemplación de Dios en medio del trabajo o en la calle. «Empezamos con oraciones vocales, que muchos hemos repetido de niños: son frases ardientes y sencillas, enderezadas a Dios y a su Madre, que es Madre nuestra. Todavía, por las mañanas y por las tardes, no un día, habitualmente, renuevo aquel ofrecimiento que me enseñaron mis padres: ¡oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me ofrezco enteramente a Vos. Y, en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón... ¿No es esto –de alguna manera– un principio de contemplación, demostración evidente de confiado abandono? (...).

»Primero una jaculatoria, y luego otra, y otra..., hasta que parece insuficiente ese fervor, porque las palabras resultan pobres...: y se deja paso a la intimidad divina, en un mirar a Dios sin descanso y sin cansancio»4. Y Santa Teresa, como todos los santos, sabía bien de este camino asequible a todos para llegar hasta el Señor: «Sé –afirmaba la Santa– que muchas personas, rezando vocalmente (...), las levanta Dios, sin saber ellas cómo, a subida contemplación»5.

Pensemos hoy nosotros en el interés que ponemos en nuestras oraciones vocales, en su frecuencia a lo largo del día, en las pausas necesarias para que aquello que decimos al Señor no sean «meras palabras que vienen unas en pos de otras»6. Meditemos en la necesidad del pequeño esfuerzo que hemos de poner para alejar de nuestras oraciones la rutina, que bien pronto significaría la muerte de la verdadera devoción, del verdadero amor. Procuremos que cada jaculatoria, cada oración vocal sea un acto de amor.

II. El secreto de la fecundidad de los buenos cristianos está en su oración, en que rezan mucho y bien. De la oración –mental y vocal– sacamos fuerzas para la abnegación y el sacrificio, y para superar y ofrecer a Dios el cansancio en el trabajo, para ser fieles en los pequeños actos heroicos de cada día... Se ha dicho que la oración es como el alimento y la respiración del alma, porque nos pone en relación íntima con Dios y nos empuja a conocerle mejor y amarle más. La piedad auténtica es esa actitud estable que permite al cristiano valorar desde Dios el trajín diario, donde encuentra ocasión para el ejercicio de las virtudes, el ofrecimiento de la obra acabada, la pequeña mortificación... Sin darnos apenas cuenta estamos «metidos en Dios», y entonces estamos orando también con el ejercicio de nuestro trabajo sin chapuzas, aunque en esos momentos no realicemos actos expresos de oración. Una mirada al crucifijo o a una imagen de Nuestra Señora, una jaculatoria, una breve oración vocal, ayudan entonces a mantener «ese modo estable de ser del alma», y así nos es posible orar sin interrupción7, el orar siempre que nos pide el Señor8. Hay muchos momentos en los que debemos concentrarnos en el trabajo y la cabeza no nos permite pensar a la vez en Dios y en lo que hacemos. Sin embargo, si mantenemos esa disposición habitual del alma, esa unión con Dios, al menos ese ánimo de hacerlo todo por el Señor, estamos orando sin interrupción...

Lo mismo que el cuerpo necesita ser alimentado y los pulmones respirar aire puro, así necesita dirigirse el alma hacia el Señor. «El corazón se desahogará habitualmente con palabras, en esas oraciones vocales que nos ha enseñado el mismo Dios, Padre nuestro, o sus ángeles, Ave María. Otras veces utilizaremos oraciones acrisoladas por el tiempo, en las que se ha vertido la piedad de millones de hermanos en la fe: las de la liturgia –lex orandi–, las que han nacido de la pasión de un corazón enamorado, como tantas antífonas marianas:Sub tuum praesidium..., Memorare..., Salve Regina...»9. Muchas de estas oraciones vocales (el Bendita sea tu pureza, el Adoro te devote, que podemos rezar los jueves, adorando al Señor en la Eucaristía...) fueron compuestas por hombres y mujeres –conocidos o no– con mucho amor a Dios y fueron guardadas en el seno de la Iglesia como piedras preciosas para que las utilicemos nosotros. Quizá tienen para muchos el candor de aquellas enseñanzas fundamentales para la vida que aprendieron de sus madres. Son una parte muy importante del bagaje espiritual que poseemos para enfrentarnos con todo tipo de dificultades.

La oración vocal es sobreabundancia de amor, y por eso es lógico que sea muy frecuente desde que iniciamos la jornada hasta que dedicamos a Dios nuestro último pensamiento antes del descanso diario. Y saldrá a nuestros labios –quizá «sin ruido de palabras»– en los momentos más inesperados. «Acostúmbrate a rezar oraciones vocales, por la mañana, al vestirte, como los niños pequeños. —Y tendrás más presencia de Dios luego, durante la jornada»10.

III. Del Patriarca Enoc nos dice la Sagrada Escritura que anduvo siempre en la presencia de Dios11, que le tuvo presente en sus alegrías, en sus fatigas y en sus trabajos. «¡Ojalá nos ocurriera a nosotros algo parecido! ¡Ojalá pudiéramos andar por esos mundos con Dios a nuestro lado! Tan junto a Él, sintiendo tan vivamente su presencia, que compartiéramos todo con Él. Recibiríamos entonces todo de su mano, cada rayo de sol, cada sombra de incertidumbre que pasara por nuestra vida; aceptaríamos con gratitud consciente todo lo que nos mandase, obedeciendo así al más ligero soplo de su llamada»12. Pero, con frecuencia, el verdadero centro de referencia no es, por desgracia, el Señor, sino nosotros mismos. De ahí la necesidad de ese empeño continuo por estar metidos en Dios, «atentos» a sus más leves insinuaciones, evitando estar ensimismados en nuestras cosas; en todo caso, teniéndolas presentes en la medida en que hacen referencia a Dios: porque hacemos el bien con ellas, porque las hemos ofrecido...

Las oraciones vocales son un gran medio para tener a Dios presente en nuestros quehaceres a lo largo del día. Para eso es necesario poner atención en lo que le decimos al Señor. Y tendremos que luchar a veces en detalles muy pequeños pero necesarios: en pronunciar claramente, con pausa, en huir de la rutina. Ha de haber tiempo también para la consideración, de modo que llegue, en cierta manera, a ser una verdadera oración mental, aunque no podamos evitar del todo las distracciones.

Sin una gracia especial de Dios no es posible mantener una atención continua y perfecta al sentido y significado de las palabras. A veces, la atención estará referida particularmente al modo como se pronuncia; en otros momentos se mira a la persona a quien se habla. Pero hay ocasiones en que, por circunstancias personales o de ambiente, no se puede prestar de modo conveniente ninguna de estastres formas de atención. Es entonces necesario poner al menos un cuidado externo, que consiste en rechazar cualquier actividad exterior que por su misma naturaleza impida la atención interior. Algunos trabajos manuales, por ejemplo, no impiden tener la cabeza en otra cosa; como la madre de familia, que reza el Rosario en casa mientras limpia o mientras está más o menos pendiente de los hijos pequeños, aunque se distraiga en algún instante, mantiene al menos esa atención interior, cosa que no sería posible si quisiera a la vez ver la televisión. De todos modos, hemos de organizar nuestro plan de vida de modo que, siempre que sea posible, el tiempo que dedicamos a algunas oraciones vocales como el Ángelus o el Rosario sea un rato en que podamos concentrarnos bien. Por otra parte, las simples distracciones involuntarias son imperfecciones que el Señor disculpa cuando nos ve poner empeño en rezar.

Junto a las oraciones vocales, el alma necesita el alimento diario de la oración mental. «Gracias a esos ratos de meditación, a las oraciones vocales, a las jaculatorias, sabremos convertir nuestra jornada, con naturalidad y sin espectáculo, en una alabanza continua a Dios. Nos mantendremos en su presencia, como los enamorados dirigen continuamente su pensamiento a la persona que aman, y todas nuestras acciones –aun las más pequeñas– se llenarán de eficacia espiritual»13. El Señor las mirará con complacencia y las bendecirá.

1 Mt 6, 7-15. — 2 San Cipriano, Tratado sobre el Padrenuestro. Liturgia de las Horas,Domingo XI ordinario, Segunda lectura. — 3 Cfr. San Agustín, Sermón 56. — 4 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 296. — 5 Santa Teresa, Camino de perfección, 30, 7. — 6 R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, vol. I, p. 506. —7 1 Tes 5, 17. — 8 Lc 18, 1.  9 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 119. —10 ídem, Camino, n. 553. — 11 Cfr. Gen 5, 21. — 12 R. A. Knox, Ejercicios para seglares, Rialp, Madrid 1956, p. 41. — 13 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 119.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)


Nuestra Señora de la Consolación
Advocación Mariana, Junio 20  

Nuestra Señora de la Consolación

La Madre que consuela y sostiene

 

Fuente: www.terrelontane.org
El día 20 de junio se celebra la fiesta de la Santísima Virgen del Consuelo, patrona especial de Turín y del Piamonte.

El culto de la Virgen del Consuelo data del siglo XI, cuando se amplió el primitivo edificio dedicado a San Andrés y se erigió, en el transcurso del siglo XVIII el Santuario de la Consolación, una de las iglesias más bellas y más amadas por los habitantes de Turín.

En relación con el culto de la Virgen del Consuelo, se narra que, en el mismo sitio en que hoy admiramos el santuario, había un pequeño templete que se vio destruido en una de las invasiones de los bárbaros.

Algunos años después, en la ciudad de Briançon, un hombre ciego de nacimiento, tuvo en sueños una visión de la Virgen María que le exhortó a llegarse a Turín para buscar un cuadro con su efigie que se había extraviado.

El hombre, llegado a aquel sitio, recobró milagrosamente su vista y pudo ver a la Virgen, quien se presentó como "Consoladora" y se convirtió en la patrona de Turín.

Hoy, la Virgen del Consuelo no sólo es venerada por muchísimos fieles que a ella imploran gracia y consuelo y que con fe y con devoción participan en la procesión que, todos los años durante su celebración, sale del Santuario y serpentea por las calles de la ciudad.

Ella es también la Madre inspiradora de los misioneros que, en su nombre, se empeñan en llevar el Evangelio por todo el mundo. Al igual que María, que veneran bajo el título de Consolación, pretenden llevar al mundo el auténtico Consuelo que es Jesús, el Evangelio y con ello su presencia junto a los marginados, con la ayuda a los afligidos, la cura a los enfermos, la defensa de los derechos humanos y el fomento de la justicia y de la paz.

Por todo eso, ellos se dedican a la Misión de forma total, sin ninguna clase de vínculos, alejados de la materialidad de las cosas, profesando la pobreza y la obediencia en el espíritu de la beatitud evangélica.

 

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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Mártires Ingleses Fiesta, junio 20  

Mártires Ingleses

Mártires

Fueron hombres y mujeres, clérigos y laicos que dieron su vida por la fe entre los años 1535 y 1679 en Inglaterra.

Ya habían surgido dificultades entre el trono inglés y la Santa Sede que ponían los fundamentos de una previsible ruptura; el motivo fue doble: el trono se reservó unilateralmente el nombramiento de obispos para las diferentes sedes -lo que suponía una merma de libertad de Roma para el desempeño de su misión espiritual-, al tiempo que ponía impuestos y gravámenes tanto a clérigos como a bienes eclesiásticos -lo que suponía una injusticia y merma en los presupuestos económicos de la Santa Sede-. Luego vinieron los problemas de ruptura con Roma en tiempos de Enrique VIII, con motivo del intento de disolución del matrimonio con Catalina de Aragón y su posterior unión con Ana Bolena, a pesar de que el rey inglés había recibido el título de Defensor de la Fe por sus escritos contra la herejía luterana en el comienzo de la Reforma. Pero fue sobre todo en la sucesión al trono, después de la muerte de María, hija legítima de Enrique VIII y Catalina de Aragón, cuando comienza a reinar en Inglaterra Isabel, cuando se desencadenan los hechos persecutorios a cuyo término hay que contar 316 martirios entre laicos hombres y mujeres y clérigos altos y bajos.

Primero fueron dos leyes -bien pudo ser la gestión del primer ministro de Isabel, Guillermo Cecil- principalmente las que dieron el presupuesto político necesario que justificase tal persecución: El Decreto de Supremacía, y el Acta de Uniformidad (1559). Por ellas el Trono se arrogaba la primacía en lo político y en lo religioso. Así la Iglesia dejaba de ser "católica" -universal- pasando a ser nacional -inglesa- cuya cabeza, como en lo político era Isabel. Y el juramento de fidelidad necesario supuso para muchos la inteligencia de que con él renunciaban a su condición de católicos sometidos a la autoridad del papa y por tanto era interpretado como una desvinculación de Roma, una herejía, una cuestión de renuncia a la fe que no podía aceptarse en conciencia. De este modo, quienes se negaban al mencionado juramento -necesario por otra parte para el desempeño de cualquier cargo público- o quienes lo rompían quedaban ipso facto considerados como traidores al rey y eran tratados como tales por los que administraban la justicia.

Vino la excomunión a la reina por el papa Pío V (1570). Se endurecían las presiones hasta el punto de quedar prohibido a los sacerdotes transmitir al pueblo la excomunión de la Reina Isabel I.

En Inglaterra se emanó un Decreto (1585) por el que se prohibía la misa y se expulsaba a los sacerdotes. Dispusieron de cuarenta días los sacerdotes para salir del reino. La culpa por ser sacerdote era traición y la pena capital. En esos años, quienes dieran o cobijo, o comida, o dinero, o cualquier clase de ayuda a sacerdotes ingleses rebeldes escondidos por fidelidad y preocupación por mantener la fe de los fieles o a los sacerdotes que llegaran desde fuera por mar camuflados como comerciantes, obreros o intelectuales eran tratados como traidores y se les juzgaba para llevarlos a la horca. Bastaba con sorprender una reunión clandestina para decir misa, unas ropas para los oficios sagrados descubiertas en cualquier escondite, libros litúrgicos para los oficios, un hábito religioso o la denuncia de los espías y de malintencionados aprovechados de haber dado hospedaje en su casa a un misionero para acabar en la cuerda o con la cabeza separada del cuerpo por traición.

No se relatan aquí las hagiografías de
Juan Fisher, obispo de Rochester y gran defensor de la reina Catalina de Aragón, o del Sir Tomás Moro, Canciller del Reino e íntimo amigo y colaborador de Enrique VIII, -por mencionar un ejemplo de eclesiástico y otro de seglar- que tienen su día y lugar propio en nuestro santoral. Sí quiero hacer mención bajo un título general de todos aquellos que -hombres o mujeres, eclesiásticos tanto religiosos como sacerdotes seculares- dieron su vida con total generosidad por su fidelidad a la fe católica, resistiéndose hasta la muerte a doblegarse a la arbitraria y despótica imposición que suponía claudicar a lo más profundo de su conciencia. Ana Line fue condenada por albergar sacerdotes en su casa; antes de ser ahorcada pudo dirigirse a la muchedumbre reunida para la ejecución diciendo: "Me han condenado por recibir en mi casa a sacerdotes. Ojalá donde recibí uno hubiera podido recibir a miles, y no me arrepiento por lo que he hecho". Las palabras que pronunció en el cadalso Margarita Clitheroe fueron: "Este camino al cielo es tan corto como cualquier otro". Margarita Ward entregó también la vida por haber llevado en una cesta la cuerda con la que pudo escapar de la cárcel el padre Watson. Y así, tantos y tantas... murieron mártires de la misa y del sacerdocio.

En la Inglaterra de hoy tan modélica y proclive a la defensa de los derechos del hombre hubo una época en la que no se respetó la libertad de conciencia de los ciudadanos y, aunque las medidas adoptadas para la represión del culto católico eran las frecuente y lastimosamente usadas en las demás naciones cuando habían de sofocar asuntos políticos, militares o religiosos que supusieran traición, pueden verse aún hoy en los archivos del Estado que las causas de aquellas muertes fue siempre religiosa bajo el disimulo de traición. Y, después de la sentencia condenatoria, los llevaban a la horca, siempre acompañados por un pastor protestante en continua perorata para impedirles hablar con los amigos o rezar en paz.
Así son las cosas.

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Elia o Eliada de Ohren, Santa Abadesa, Junio 20  

Elia o Eliada de Ohren, Santa

Abadesa

Etimológicamente significa " resplandeciente como el sol". Viene de la lengua griega.

Fue una magnífica mujer religiosa que, en toda su vida, se enamoró de la Regla de san Benito.

Con ella escaló la cima de la santidad. El cumplimiento de la Regla constituyó para la Orden Benedictina el factor principal para extenderse por todo el mundo.

Elia se preocupó durante todo el tiempo que fue abadesa de una abadía, la de Ohren, en la que había doce hermanas. Supo con santidad, elegancia y finura tratar a todas y a cada una en particular con el detalle que emana de su gran corazón.

Ella fue consciente de que era como una madre para sus hijas en la comunidad. El título de abadesa se usa en los Benedictinos, Claras y en ciertos colegios de las canonizas. Ella tenía el derecho de llevar el anillo y la cruz como símbolo de su rango.

Fue la quinta abadesa del monasterio de Ohren (Treviri) y murió en el año 750.

Hay libros de rezos que hacen mención específica de ella. Podemos enumerar entre otros el breviario del arzobispo Balduino, los calendarios de san Irmino, de san Máximo en el esplendoroso siglo XIV.

También la rememoran el Greven en las Actas del Martirologio de Usuardo.

En los martirologios benedictinos, desde el fin de Wion, su fiesta pasó a fijarse definitivamente el 20 de junio. En realidad se hizo porque era costumbre poner el día en el cual subía al cielo tras su muerte.

Desde ese lejano tiempo, esta santa abadesa no pierde actualidad porque la reliquia de su brazo está hoy en el gran monasterio franciscano de Ohren.

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Fuente: Santopedia.com
Margarita Ebner, Beata Dominica, Junio 20  

Margarita Ebner, Beata

Nació en Donauworth. Baviera. Hacia 1306 ingreso en el convento dominico de la Asunción de la Virgen. Su vida debía ser según sus palabras: "Salvadora para sí misma, ejemplar para los hombres, agradable a los ángeles y grata a Dios ".

Se esforzó en seguir el ejemplo del fundador de su orden, Domingo de Guzmán, por ello se le consideró modelo de perfección para sus cofrades y el pueblo.

Considerada una de las grandes místicas del siglo XIV. Sus experiencias las escribe en Las revelaciones o Diarios y la colección de elevaciones espirituales llamada Padrenuestro, donde hace patente el gran amor que le une con el Creador.

Muere en su convento con fama de santidad. Su culto fue confirmado y ratificado por Juan Pablo II en 1979.
Fue la primera beatificación de su pontificado.

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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