JMJ
Pax
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 36-8,3
Gloria a ti, Señor
En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a la casa del fariseo, y se sentó en la mesa. Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús iba a comer ese día en la casa del fariseo, tomo consigo un frasco con perfume, fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar, y con sus lágrimas bañaba sus píes, lo enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume.
Viendo esto el fariseo que lo que había invitado comenzó a pensar: "Sí este hombre fuera profeta, sabría que clase de mujer es la que está tocando; sabría que es una pecadora".
Entonces Jesús dijo: "Simón, tengo algo que decirte". El fariseo contestó: "Dímelo, Maestro". El le dijo: "Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. Como no tenían con que pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿"Cuál de ello lo amará más?" Simón le respondió: "Supongo que aquel quién le perdonó más".
Entonces Jesús le dijo: "Haz juzgado bien" luego señalando a la mujer de Simón: ¿Ves está mujer? Entré en tu casa y tu no me ofreciste agua para los pies, mientras ella me los ha bañado con sus lagrimas y me los ha enjaguado con sus cabellos. Tú me diste el beso de saludo; ella en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis píes. Tu no ungiste con aceite mi cabeza; ella a en cambio, me ha ungido los píes con perfume. Por lo cual, yo té digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona poco ama". Luego le dijo a a la mujer: "Tus pecados te han quedado perdonados".
Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos: ¿Quién es este, que hasta los pecados perdona? Jesús le dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado; vete en paz.
Después de ésto, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido libradas de los espíritus malignos y curadas de varías enfermedades, entre ellas iba iban, María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchachas, que los ayudaban con sus propios bienes.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
11o. Dom Ord Ciclo C
Antífona de Entrada
Escucha, Señor, mi voz y mis clamores y ven en mi ayuda; no me rechaces, ni me abandones, Dios, salvador mío.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, fuerza de todos los que en ti confían, ayúdanos con tu gracia, sin la cual nada puede nuestra humana debilidad, para que podamos serte fieles en la observancia de tus mandamientos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
El Señor te perdona tu pecado. No morirás
Lectura del libro de Samuel 12, 7-10.13
En aquellos días, dijo el profeta Natán al rey David: "Así dice el Dios de Israel y te libré de las manos de Saúl. te confíe la casa de tu señor y puse sus mujeres en tus brazos; te di poder sobre Judá e Israel, y si todo esto te parece poco, estoy dispuesto a darte todavía más. ¿Porque pues has despreciado el mandato del Señor, haciendo lo que es malo a sus ojos? Mataste a Urías, el hitita y tomaste a su esposa por mujer. A él lo hiciste morir por la espada de las amonitas. Pues bien, la muerte por espada no se apartará nunca de tu casa, pues, me has despreciado, al apoderarte de la esposa de Urías, el hitita y hacerla tu mujer".
David le dijo a Natán: "¡He pecado contra al Señor!" Natán le respondió: "El Señor te perdona tu pecado. No morirás"
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del Salmo 31
Perdona, Señor, nuestros pecados.
dichosos aquel que ha sido absuelto de su culpa y su pecado. Dichoso aquel en el que Dios no encuentra ni delito ni engaño.
Perdona, Señor, nuestros pecados.
Ante el Señor reconocí mi culpa no oculté mi pecado. Te confesé, Señor mi gran delito y tú e has perdonado.
Perdona, Señor, nuestros pecados.
Alégrense con el Señor y regocíjense los justos todos, y todos los hombres de corazón sincero canten de gozo.
Perdona, Señor, nuestros pecados.
Segunda Lectura
Vivo, pero ya no soy el que vive, es Cristo quien vive en mí
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2. 16. 19-21
Hermanos:
Sabemos que el hombre no llega a ser justo por cumplir la ley, sino por en Jesucristo. Por eso también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo y no por cumplir la ley. Porque nadie queda justificado por el cumplimiento de la ley. Por la ley estoy muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo. Vivo, pero ya no soy yo el que vive, es Cristo quién vive en mí. Pues mi vida en este mundo la vivo en la fe que tengo en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó así mismo por mí. Así no vuelvo inútil a la gracia de Dios. que me amó y se entregó así mismo por sí mismo. Así no vuelvo inútil la gracia de Dios, pues si uno pudiera ser justificado por cumplir la ley, Cristo habría muerto en vano.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.
Aleluya.
Evangelio
Sus pecados le han quedado perdonados, porque ha amado mucho
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 36-8,3
Gloria a ti, Señor
En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a la casa del fariseo, y se sentó en la mesa. Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús iba a comer ese día en la casa del fariseo, tomo consigo un frasco con perfume, fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar, y con sus lágrimas bañaba sus píes, lo enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume.
Viendo esto el fariseo que lo que había invitado comenzó a pensar: "Sí este hombre fuera profeta, sabría que clase de mujer es la que está tocando; sabría que es una pecadora".
Entonces Jesús dijo: "Simón, tengo algo que decirte". El fariseo contestó: "Dímelo, Maestro". El le dijo: "Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. Como no tenían con que pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿"Cuál de ello lo amará más?" Simón le respondió: "Supongo que aquel quién le perdonó más".
Entonces Jesús le dijo: "Haz juzgado bien" luego señalando a la mujer de Simón: ¿Ves está mujer? Entré en tu casa y tu no me ofreciste agua para los pies, mientras ella me los ha bañado con sus lagrimas y me los ha enjaguado con sus cabellos. Tú me diste el beso de saludo; ella en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis píes. Tu no ungiste con aceite mi cabeza; ella a en cambio, me ha ungido los píes con perfume. Por lo cual, yo té digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona poco ama". Luego le dijo a a la mujer: "Tus pecados te han quedado perdonados".
Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos: ¿Quién es este, que hasta los pecados perdona? Jesús le dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado; vete en paz.
Después de ésto, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido libradas de los espíritus malignos y curadas de varías enfermedades, entre ellas iba iban, María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchachas, que los ayudaban con sus propios bienes.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Nos hemos reunido aquí, hermanos, para conmemorar el misterio de muestra redención; roguemos, por tanto, a Dios todopoderoso, para que todo el mundo se llene de bendiciones y de vida.
Respondemos: Roguemos al Señor.
Por todos los consagrados a Dios; para que, con ayuda, puedan cumplir fielmente tu propósito.
Roguemos al Señor.
Por la paz de los pueblos: pata que, sin ninguna perturbación, pueden servirle en libertad de espíritu.
Roguemos al Señor.
Por los ancianos que viven en soledad y enfermedad: para que sean confortados por nuestra caridad fraterna.
Roguemos al Señor.
Por nosotros, aquí congregados: para que sepamos usar de tal modo los bienes presentes, con lo que Dios no deja de favorecernos, que merezcan alcanzar los eternos.
Roguemos al Señor.
Celebrante:
Sé propicio, Señor, con tu pueblo suplicante, para que reciba con plenitud lo que te pide bajo tu inspiración. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las ofrendas
Dios nuestro, que en estos dones que te presentamos has otorgado al hombre el pan que lo alimenta y el sacramento que la nueva vida, haz que nunca llegue a faltarnos este sustento del cuerpo y del espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El misterio pascual y el pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados de las tinieblas a la luz admirable, proclamemos ante el mundos tus maravillas. Por eso, con todos los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales cantamos sin cesar el himno de tu gloria.
Antífona de la Comunión
Una sola cosa he pedido al Señor y es lo único que busco: habitar en su casa todos los días de mi vida.
Oración después de la comunión.
Que nuestra participación en este sacramento signo de la unión de los fieles en ti, contribuya, Señor, a la unidad de tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Undécimo Domingo
ciclo c
CONTRICIóN POR LOS PECADOS
— La contrición hace que nos olvidemos de nosotros mismos y nos acerquemos de nuevo al Señor. Nuestras caídas no deben desalentarnos.
— No podemos desconocer nuestras faltas. Evitar las excusas.
— Humildad para arrepentirnos. Confesión. Sinceridad.
I. Leemos en el Evangelio de la Misa1 que Jesús fue invitado a comer por un fariseo llamado Simón. No se nombra el lugar, pero el hecho debió de ocurrir en Galilea, quizá en Cafarnaún.
Simón no muestra un especial amor a Cristo, ya que ni siquiera tiene con Él esos detalles de deferencia habituales entre los judíos cuando se recibía a un huésped de importancia: el ósculo de bienvenida, el agua perfumada para lavarse, el ungüento...
Cuando estaban a la mesa, entra una mujer y va directamente a Cristo. Era una mujer pecadora, que había en la ciudad. Ya debía de conocer al Señor, y probablemente se había sentido impresionada en alguna otra ocasión por sus palabras o por un gesto de su misericordia. Hoy se ha decidido a un encuentro personal con Él. Y se desborda en muestras de arrepentimiento y contrición: llevó un vaso de alabastro con perfume, se puso detrás a sus pies llorando y comenzó a bañarlos con sus lágrimas, los enjugaba con sus cabellos, los besaba y los ungía con el perfume. Lo que pasa en su interior se sabe por las palabras posteriores del Señor: Amó mucho. Muestra que profesa a Jesús una veneración sin límites. Se ha olvidado de los demás y de sí; solo le importa Cristo.
Porque amó mucho, se le perdonó mucho: esta es la razón de tanto perdón. Terminará la escena con estas palabras consoladoras del Señor: Tu fe te ha salvado, vete en paz. Recomienza tu vida con una nueva esperanza.
La paz ha sido siempre el resultado de una contrición profunda. Vete en paz: así nos despide el sacerdote después de darnos la absolución de nuestros pecados. La fe y la humildad salvaron a aquella mujer de su hundimiento definitivo; con la contrición, comenzó una vida nueva. Y dice San Gregorio Magno que "a nosotros nos representó aquella mujer cuando, después de haber pecado, nos volvemos de todo corazón al Señor y la imitamos en el llanto de penitencia"2. La contrición hace que nos olvidemos de nosotros mismos y nos acerquemos de nuevo a Dios mediante un acto de amor más profundo; es también muestra de la hondura de nuestro amor, y atrae la misericordia divina sobre nuestras vidas: Mis miradas -dice el Señor- se posan sobre los humildes y sobre los de corazón contrito3. Nuestros peores defectos y faltas no deben desalentarnos, aunque sean muchos y frecuentes, mientras seamos humildes y volvamos arrepentidos.
Pidamos al Señor que grabe en nuestras almas esta doctrina esperanzadora, para no cejar en el empeño por ser santos, por alcanzar el Amor de Dios. "En este torneo de amor no deben entristecernos las caídas, ni aun las caídas graves, si acudimos a Dios con dolor y buen propósito en el sacramento de la Penitencia. El cristiano no es un maníaco coleccionista de una hoja de servicios inmaculada. Jesucristo Nuestro Señor se conmueve tanto con la inocencia y la fidelidad de Juan y, después de la caída de Pedro, se enternece con su arrepentimiento. Comprende Jesús nuestra debilidad y nos atrae hacia sí, como a través de un plano inclinado, deseando que sepamos insistir en el esfuerzo de subir un poco, día a día. Nos busca, como buscó a los dos discípulos de Emaús, saliéndoles al encuentro; como buscó a Tomás y le enseñó, e hizo que las tocara con sus dedos, las llagas abiertas en las manos y en el costado. Jesucristo siempre está esperando que volvamos a Él, precisamente porque conoce nuestra debilidad"4.
II. Simón, callado, contempla la escena y menosprecia en su interior a la mujer. Jesús la ha perdonado, y él, erigiéndose en juez, la condena. Piensa también que Cristo, del que tanto se viene hablando, no es un verdadero profeta. Quizá le ha invitado para observarle de cerca.
Jesús le va a demostrar que conoce no solo el alma de aquella mujer, sino también sus propios pensamientos: Simón -le dice-, un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta. No teniendo estos con qué pagar, se lo perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos le amará más?
La respuesta era clara: más le deberá amar aquel a quien más deuda se le perdonó. Simón respondió correctamente. Y entonces la parábola se hace realidad. Allí están presentes los dos deudores. En definitiva, lo que el Señor dice a continuación es una gran alabanza a esta mujer que ni siquiera se atreve a hablar. Por eso la mira a ella, mientras parece hablar a Simón. Es en realidad a la mujer a la que habla: Y vuelto hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies; ella en cambio ha bañado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste... Tú no me amas; ella, sí. Me ama a pesar de sus muchos pecados, o, quizá, a causa de ellos, pues es muy grande su necesidad de ser perdonada.
Simón no ofreció los signos de hospitalidad que se acostumbraba en aquel lugar con los huéspedes distinguidos. No le ofreció agua para lavar los pies cansados por los caminos; ni le saludó con el ósculo de la paz; ni le hizo ungir la cabeza con perfume. Sin embargo, la mujer lo hizo con creces: le lavó los pies, los enjugó con sus cabellos y no paraba de besarlos.
Simón no se da cuenta de sus faltas; tampoco es consciente de que si no cometió más pecados y más graves se debió a la misericordia divina, que lo preservó del mal. "Ama poco –comenta San Agustín– aquel que es perdonado en poco. Tú, que dices no haber cometido muchos pecados, ¿por qué no lo hiciste? Sin duda, porque Dios te llevó de la mano (...). Ningún pecado, en efecto, comete un hombre que no pueda hacerlo también otro si Dios, que hizo al hombre, no le tiene de su mano"5.
No podemos olvidar la realidad de nuestras faltas, ni achacarlas al ambiente, a las circunstancias que rodean nuestra vida, o admitirlas como algo inevitable, disculpándonos y eludiendo la responsabilidad. De esta manera cerraríamos las puertas al perdón y al reencuentro verdadero con el Señor, como le ocurrió a este fariseo. "Más que el pecado mismo –dice San Juan Crisóstomo–, irrita y ofende a Dios que los pecadores no sientan dolor alguno de sus pecados"6. Y no puede haber dolor si nos excusamos de nuestras flaquezas. Por el contrario, hemos de examinarnos con profundidad, sin limitarnos a la aceptación genérica de que somos pecadores. "No podemos quedarnos –decía el entonces Cardenal Wojtyla– en la superficie del mal, hay que llegar a su raíz, a las causas, a la más honda verdad de la conciencia"7. Jesús conoce bien nuestro corazón y desea limpiarlo y purificarlo.
III. Leemos en el Salmo responsorial de la Misa: Te confesé mi pecado y no oculté mi iniquidad. // Dije: "confesaré a Yahvé mi pecado", // y tú perdonaste la culpa de mi pecado. // Tú eres mi refugio; de la angustia me guardas, // de cantos de liberación me rodeas8.
La sinceridad es salvadora: la verdad os hará libres9, había dicho el Señor. Mientras que el engaño, la simulación y la mentira llevan a la separación del Señor y a la esterilidad en los frutos de la caridad: se tornó mi vigor en sequedades de estío10, dice el mismo Salmo.
La raíz de la falta de sinceridad es la soberbia: impide al hombre que se deja llevar por ella someterse a Dios, reconocer su dependencia y lo que Él nos pide, y le hace más trabajoso aún reconocer que ha obrado mal y rectificar. Si permanece esta actitud, las disposiciones primeras toman cuerpo, y dificultan cada vez más la objetividad con uno mismo: el alma que no quiere reconocer sus faltas, busca la excusa de sus errores. Si persiste en ese camino, llega a la ceguera. Necesitamos, pues, una actitud humilde, como la de esta mujer pecadora, para crecer en el propio conocimiento con sinceridad, y así confesar nuestros pecados. Nos ayudará el examen de conciencia, hecho en la presencia de Dios, sin falsas justificaciones ni excusas, y la acusación sincera y concreta de nuestros pecados en la Confesión sacramental.
La humildad nos permite ver la gran deuda que tenemos contraída con nuestro Señor y sentir la radical insuficiencia personal, que nos lleva a pedir perdón a Dios muchas veces al día por las cosas que no marchan bien en nuestra vida, al menos todo lo bien que deberían ir. Así, las muchas faltas llevan a amar mucho; las pocas, a dar gracias a Dios, que con su amor nos impidió caer. Si vivimos de este modo, siendo sinceros con nosotros mismos, no tendremos motivo para constituirnos en jueces de los defectos de aquellos con quienes convivimos.
Si este fuera profeta, sabría con certeza quién y qué clase de mujer es... La caridad y la humildad nos enseñan a ver en las faltas y pecados de otros nuestra propia condición débil y desvalida, y nos ayudan a unirnos de corazón al dolor de todo pecador que se arrepiente, porque también nosotros caeríamos en iguales o peores faltas si la misericordia del Señor no nos acompañara.
"El Señor –concluye San Ambrosio– amó no el ungüento, sino el cariño; agradeció la fe, alabó la humildad. Y tú también, si deseas la gracia, aumenta tu amor; derrama sobre el cuerpo de Jesús tu fe en la Resurrección, el perfume de la Iglesia santa y el ungüento de la caridad de los demás"11.
Pidamos a la Santísima Virgen, Refugium peccatorum, que nos obtenga de su Hijo un sincero dolor de nuestros pecados y un agradecimiento efectivo por el sacramento de la Penitencia.
1 Lc 7, 36-8, 3. — 2 San Gregorio Magno, Homilías sobre los Evangelios, 13, 5. — 3 Is 66, 2. — 4 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 75. — 5 San Agustín, Sermón 99, 6. — 6 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 14, 4. — 7 Card. K. Wojtyla, Signo de contradicción, BAC, Madrid 1978, p. 244. — 8 Sal 31, 5, 7. — 9 Cfr. Jn 8, 32. — 10 Sal 31, 4. — 11 San Ambrosio, Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, in. loc.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Autor: Archidiócesis de Madrid
Juan Francisco de Regis, Santo Predicador Misionero, Junio 16
Predicador Misionero La tensión entre los católicos y los calvinistas franceses -los que recibieron el nombre de hugonotes-, alimentada por los intereses políticos de la Casa de Valois y la Casa de Guisa, fue aumentando en Francia; estallará la guerra civil en el siglo XVI y se prolongará durante el siglo XVII.
predicadores. Tan es así que, ante el éxito de multitudinaria asistencia y las conversiones que consigue, grandes figuras de la elocuencia sagrada van a escucharle y salen perplejos del discurso que han escuchado por la fuerza que transmite a pesar de la pobreza de expresión. Alguien llegó a decir que "se creía lo que predicaba". De hecho, llegó a provocar celotipias entre los oradores de fama hasta el punto de llegar a acusarle ante su padre provincial declarando que deshonraba el ministerio de la predicación por las inconveniencias y trivialidades que salían de su boca. ¿Por qué el santo suscita envidia precisamente entre los más capacitados que él? ¿Por qué la envidia de los demás es casi consustancial al santo? ¿Cómo es posible que se dé tanta envidia precisamente entre los eclesiásticos? Son preguntas a las que no consigo dar respuesta adecuada. |
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Ciro de Tarso, Santo Niño Mártir, Junio 16
Niño Mártir Etimológicamente significa "señorial". Viene del griego. |
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Fuente: Corazones.org
Lutgarda, Santa Mística, Junio 16
Virgen Santa Mística sisterciense de Aywieres, Bélgica. |
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Fuente: Franciscanos.org
María Teresa Scherer, Beata Cofundadora, Junio 16
Co-fundadora de las Religiosas de la Caridad de la Santa Cruz María Teresa Scherer nació el 31 de octubre de 1825 en Meggen (Lago de los Cuatro Cantones, Suiza). Fue bautizada con el nombre de Ana María Catalina. Era la cuarta de siete hijos de la familia Scherer-Sigrist. A los siete años quedó huérfana de padre y fue a vivir con unos parientes, que le dieron una sana educación cristiana. En los tiempos libres se ocupaba de los trabajos de la casa y del campo. |
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Aureliano de Arlés, Santo Obispo, 16 de junio
Obispo Martirologio Romano: En Lyon, en la Galia, sepultura de san Aureliano, obispo de Arlés, el cual, nombrado vicario en la Galia por el papa Vigilio, fundó en su ciudad dos monasterios, uno masculino y otro femenino, a los que dio una Regla propia (551). Era originario de una familia aristocrática de Borgoña, cercana al poder, que jugaba un papel importante cerca de los reyes francos. San Aureliano era hijo de San Sacerdos, quien llegara a ser en 544 arzobispo de Lyon y primo hermano de San Niceto, sucesor de San Sacerdos en la sede arzobispal de Lyon. |
Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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