JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"No crean que he venido a abolir la ley y los profetas; no he venido a abolirlas, sino a llevarlas hasta sus últimas consecuencias. Porque les aseguro que mientras duren el cielo y la tierra, la más pequeña letra de la ley estará vigente hasta que todo se cumpla.
Por eso, el que descuide uno de estos mandamientos más pequeños y enseñe a hacer lo mismo a los demás, será el más pequeño en el Reino de los cielos. Pero el que los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los cielos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
mie 10a. Ordinario año impar
Antífona de Entrada
Pueblos todos, aplaudan; aclamen al Señor con gritos de júbilo.
Oración Colecta
Padre de bondad, que por medio de tu gracia nos has hecho hijos de la luz, concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de la verdad.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Dios nos ha hecho servidores de una alianza nueva, basada no en la letra, sino en el Espíritu
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 3, 4-11
Hermanos: La confianza que tenemos en Dios nos viene de Cristo. Ni siquiera somos capaces de pensar que algo procede de nosotros, sino que nuestra capacidad proviene de Dios, el cual nos ha capacitado para ser ministros de una alianza nueva, basada no en la letra de la ley, sino en la fuerza del Espíritu; porque la letra mata, mientras que el Espíritu da vida.
Y si aquel instrumento de muerte que fue la ley, grabada letra a letra sobre piedras, se proclamó con tal gloria que los israelitas no podían mirar fijamente el rostro de Moisés a causa de su resplandor -que era transitorio-, ¡cuánto más gloriosa será la acción del Espíritu!
En efecto, si lo que esinstrumento de condenación estuvo rodeado de gloria, mucho más lo estará lo que es
instrumento de salvación. Y así, lo que fue glorioso en otro tiempo, ha dejado de serlo, al ser eclipsado por esta gloria incomparable.
Porque si lo transitorio fue glorioso, mucho más lo será lo permanente.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 98, 5.6.7.8.9
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, póstrense ante el estrado de sus pies; él es Santo.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios.
Entre sus sacerdotes estaban Moisés y Aarón, y Samuel entre los que invocaban su nombre; clamaban al Señor y él les respondía.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios.
Desde la columna de nube conversaba con ellos, y ellos obedecían sus normas y la ley que les dio.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios.
Señor, Dios nuestro, tú les respondías, tú eras para ellos un Dios compasivo, aunque castigabas sus delitos. Glorifiquen al Señor, nuestro Dios. Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, póstrense ante su monte santo, pues Santo es el Señor, nuestro Dios.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Descúbrenos, Señor, tus caminos y guíanos con la verdad de tu doctrina.
Aleluya.
Evangelio
No he venido a abolir, sino a dar plenitud
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"No crean que he venido a abolir la ley y los profetas; no he venido a abolirlas, sino a llevarlas hasta sus últimas consecuencias. Porque les aseguro que mientras duren el cielo y la tierra, la más pequeña letra de la ley estará vigente hasta que todo se cumpla.
Por eso, el que descuide uno de estos mandamientos más pequeños y enseñe a hacer lo mismo a los demás, será el más pequeño en el Reino de los cielos. Pero el que los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los cielos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, por medio de la cual tú te dignas hacernos partícipes de los frutos de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Restauración universal por el misterio pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues aunque no necesitas de nuestras alabanzas, ni nuestras bendiciones te enriquecen, Tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría:
Antífona de la Comunión
Padre, te ruego por ellos para que sean uno en nosotros, a fin de que el mundo crea que tú me has enviado, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Padre Santo y todopoderoso, que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, que hemos ofrecido y recibido en comunión, sean para nosotros principio de vida nueva; a fin de que unidos a ti por el amor, demos frutos que permanezcan para siempre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
10ª semana. Miércoles
LAS GRACIAS ACTUALES
— Necesidad de la gracia para realizar el bien.
— Las gracias actuales.
— Correspondencia.
I. La naturaleza humana perdió, por el pecado original, el estado de santidad al que había sido elevada por Dios y, en consecuencia, también quedó privada de la integridad y del orden interior que poseía. Desde entonces el hombre carece de la suficiente fortaleza en la voluntad para cumplir todos los preceptos morales que conoce. Obrar el bien se hizo difícil después de la aparición del pecado sobre la tierra. Y «esto es lo que explica la íntima división del hombre –enseña el Concilio Vaticano II–. Toda la vida humana, la individual y la colectiva, se presenta como lucha, y por cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas»1.
La ayuda de Dios nos es absolutamente necesaria para realizar actos encaminados a la vida sobrenatural. No es que nosotros seamos capaces de pensar algo como propio, sino que nuestra capacidad viene de Dios2. Además, tras el pecado de origen esa ayuda se hace más necesaria. «Nadie por sí y por sus propias fuerzas se libera del pecado y se eleva sobre sí mismo; nadie queda completamente libre de su debilidad, o de su soledad, o de su esclavitud»3; todos tenemos necesidad de Cristo modelo, maestro, médico, liberador, salvador, vivificador4. Sin Él nada podemos; con Él, lo podemos todo.
Aunque la naturaleza humana no está corrompida por el pecado de origen, experimentamos –incluso después del Bautismo– una tendencia al mal y una dificultad para hacer el bien: es el llamado fomes peccati o concupiscencia, que –sin ser en sí mismo pecado– procede del pecado y al pecado se inclina5. La misma libertad, aunque no ha sido suprimida, está debilitada.
Entendemos así, a la luz de esta doctrina, que nuestras buenas obras, los frutos de santidad y apostolado, son en primer lugar de Dios; en segundo término –muy en segundo término–, resultado de haber correspondido como instrumentos, siempre flojos y desproporcionados, de la gracia. El Señor nos pide que tengamos en cuenta siempre la pobreza de nuestra condición, evitando el peligro de una fatua vanidad. Porque a menudo –afirma San Alfonso María de Ligorio–, «el hombre dominado por la soberbia es un ladrón peor que los demás, porque roba no bienes terrenos, sino la gloria de Dios (...). En efecto, según el Apóstol, por nosotros mismos no podemos hacer obra buena, ni siquiera tener un buen pensamiento (cfr. 2 Cor 3, 5) (...). Y ya que esto es así, cuando hagamos algún bien, digamos al Señor: Te devolvemos, Señor, lo que de tu mano recibimos (1 Cron 29, 14)»6. Esto hemos de hacer con cualquier fruto que nos encontremos en las manos: ofrecerlo de nuevo a Dios, pues bien sabemos que lo malo, la deficiencia, es nuestra; la belleza y la bondad son de Él.
II. Como observamos en las páginas del Evangelio, los encuentros de aquellos hombres y mujeres con Cristo fueron únicos e irrepetibles: Nicodemo, Zaqueo, la mujer adúltera, el buen ladrón, los Apóstoles... La acción de Dios ya había preparado lentamente aquellas almas para que se abrieran al Señor en el momento oportuno; así mismo, tras ese encuentro singular y determinante, la gracia de Dios les acompañará, buscando y realizando en sus almas nuevas conversiones, nuevos progresos. Otros personajes no correspondieron, total o parcialmente, a la luz de Dios. Nuestros encuentros con Cristo también han sido irrepetibles y únicos, como los de estas gentes que le hallaron en tierras de Galilea, junto al lago de Genesaret, en Jerusalén o en un pueblo cualquiera a su paso por Samaria. Jesús está igualmente presente en nuestro vivir, y también recibimos, por la bondad de Dios, mociones y ayudas para acercarnos a Él, para acabar con perfección un trabajo, para hacer una mortificación o un acto de fe, para vencernos por amor de Dios en algo que nos cuesta...: son las gracias actuales, dones gratuitos y transitorios de Dios que en cada alma desarrollan sus efectos de una manera particular. ¡Cuántas hemos recibido nosotros cada jornada! ¡Cuántas más recibiremos si no cerramos la puerta del alma a esa acción callada y eficacísima del Santificador!
Con la gracia, Dios otorga a cada hombre, a cada mujer, no solo la facilidad para realizar el bien, sino incluso la misma posibilidad de realizarlo, porque las criaturas no somos capaces de cumplir –con nuestras solas fuerzas– los mandamientos y hacer otras obras sobrenaturalmente buenas. Sin Mí, nada podéis hacer7, dijo terminantemente el Señor. Y San Pablo enseña que la salvación no es obra del que quiere, ni del que corre, sino de Dios, que usa de misericordia8, de una constante e infinita misericordia. ¡Bien experimentado lo tenemos!
El Espíritu Santo nos ilumina para que conozcamos la verdad, nos inspira y nos mueve, antecediendo, acompañando y perfeccionando las buenas acciones. Dios es el que obra en vosotros, por efecto de su buena voluntad, no solo el querer, sino el ejecutar9. Sin embargo, la gracia no suprime la libertad, pues somos nosotros quienes queremos y actuamos.
Hemos de pedir al Señor la sabiduría práctica de apoyarnos siempre en Él y no en nosotros, de buscar en Él la fortaleza y no en la habilidad de nuestra inteligencia o en otros recursos personales; hemos de escuchar a menudo, en la vida práctica, la amorosa advertencia del Maestro: sin Mí, nada podéis hacer. En la vida sobrenatural seremos siempre principiantes, empeñándonos con la docilidad y aplicación de un niño que en todo necesita de sus mayores. San Francisco de Sales ilustra con este ejemplo la delicadeza del amor de Dios por los hombres: «Cuando una madre enseña a andar a su hijito, le ayuda y le sostiene cuanto es necesario, dejándole dar algunos pasos por los sitios menos peligrosos y más llanos, asiéndole de la mano y sujetándole, o tomándole en sus brazos y llevándole en ellos. De la misma manera Nuestro Señor tiene cuidado continuo de los pasos de sus hijos»10. Así somos nosotros delante de Dios: como niños pequeños que no acaban de aprender a andar.
A nosotros nos toca corresponder, manifestar nuestra buena voluntad, comenzar y recomenzar, siendo sinceros en la dirección espiritual, teniendo el examen particular (ese punto en el que luchamos de una manera especial) bien concreto. Nuestras jornadas se resumirán frecuentemente en: pedir ayuda, corresponder y agradecer.
III. Dios trata a cada alma con infinito respeto y, por eso, porque Él no fuerza nuestra voluntad, el hombre puede resistir a la gracia y hacer estéril el deseo divino. De hecho, a lo largo del día, quizá en cosas pequeñas, decimos que no a Dios. Y hemos de procurar decir muchas veces sí a lo que el Señor nos pide, y no al egoísmo, a los impulsos de la soberbia, a la pereza.
La respuesta libre a la gracia de Dios debe hacerse en el pensamiento, con las palabras y los hechos11. No basta la sola fe para cooperar adecuadamente: Dios pide el esfuerzo personal, las obras, las iniciativas, los deseos eficaces... Aunque Nuestro Señor, con su Muerte en la Cruz, nos mereció un tesoro infinito de bienes, sin embargo estas gracias no se nos conceden todas de una vez; y su mayor o menor abundancia depende de cómo correspondemos. Cuando estamos dispuestos a decir sí al Señor en todo, atraemos una verdadera lluvia de dones12. La gracia, el amor a Dios, nos inunda cuando somos fieles a las pequeñas insinuaciones de cada jornada: cuando vivimos el «minuto heroico» por la mañana y procuramos que nuestro primer pensamiento sea para el Señor, cuando preparamos la Santa Misa y rechazamos las distracciones que pretenden alejarnos de lo que importa, cuando ofrecemos el trabajo...
Nadie podrá decir que ha sido olvidado o desamparado por Dios, si hace cuanto está a su alcance, porque el Señor concede su auxilio a todos, también a quienes están fuera de la Iglesia sin culpa propia13. Es más, el Señor, infinitamente misericordioso y paciente, ha procurado una y otra vez, de mil maneras distintas, la vuelta de quien se marchó con la herencia y ahora se encuentra en una lamentable situación. Cada día sale a esperarle y mueve su corazón para que reemprenda el camino que conduce a la casa paterna. Y cuando encuentra correspondencia a sus gracias se vuelca en ayudas y bienes, y le anima a subir más y más.
Si, en esta oración personal, encontramos que nos cuesta corresponder, sigamos este consejo: «Ponte en coloquio con Santa María, y confíale: ¡oh Señora!, para vivir el ideal que Dios ha metido en mi corazón, necesito volar... muy alto, ¡muy alto! (...)»14. Y cerca de María siempre encontramos a José, su esposo fidelísimo, que tan bien y con tanta prontitud supo realizar lo que Dios, a través del Ángel, le iba manifestando. A él podemos acudir a lo largo del día, para que nos ayude a oír con claridad la voz del Espíritu Santo en tantos detalles y en ocasiones tan pequeñas, y seamos fuertes para llevarla a la práctica.
1 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 13. — 2 Primera lectura de la Misa, Año I, 2 Cor 3, 5. — 3 San Ireneo, Contra las herejías, 3, 15, 3. — 4 Cfr. Conc. Vat. II, Decr. Ad gentes, 8. — 5 Conc. de Trento, Decr. Sobre el pecado original, 5. — 6 San Alfonso Mª de Ligorio, Selva de materias predicables, 2, 6. — 7 Jn 15, 5. — 8 Rom9, 16. — 9 Flp 2, 13. — 10 San Francisco de Sales, Tratado del amor a Dios, 3, 4. —11 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 14. — 12 Cfr. Pío XII, Enc. Mystici Corporis, 29-VI-1943. — 13 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 16. — 14 Cfr.San Josemaría Escrivá, Forja, n. 994.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Juan de Sahagún
Predicador
Sahagún es una cuidad de España, y allá nació nuestro santo en el año 1430.
Sus padres no tenían hijos y dispusieron hacer una novena de ayunos, oraciones y limosnas en honor de la Santísima Virgen y obtuvieron el nacimiento de este que iba a ser su honor y alegría.
Educado con los monjes benedictinos, demostró muy buena inclinación hacia el sacerdocio y el señor obispo lo hizo seguir los estudios sacerdotales y después de ordenado sacerdote lo nombró secretario y canónigo de la catedral. Pero estos cargos honoríficos no le agradaban, y pidió entonces ser nombrado para una pobre parroquia de arrabal.
Después de varios años de sacerdocio, sintió el deseo de especializarse en teología y se matriculó como un estudiante ordinario en la Universidad de Salamanca. Allí estuvo cuatro años hasta completar todos sus estudios teológicos. Al principio era bastante desconocido pero un día fue invitado a hacer el sermón en honor de San Sebastián, patrono de uno de los colegios, y su predicación agradó tanto que empezó a ser muy popular entre la gente de la ciudad.
Y sucedió que le sobrevino una gravísima enfermedad con serio peligro de muerte y no había más remedio que hacerle una difícil operación quirúrgica (y con los métodos tan primarios de ese tiempo). Fue entonces cuando prometió a Dios que si le devolvía la salud mejoraría totalmente sus comportamientos y entraría de religioso. Dios le concedió la salud y Juan entró de religioso agustino.
En el noviciado lo pusieron a lavar platos y barrer corredores y desyerbar campos, y siendo todo un doctor, lo hacía todo con gran humildad y total esmero. Después lo pusieron a servir el vino a la comunidad, y todavía se conserva la vasija con la cual hizo el milagro de que con un poco de vino sirvió a muchos comensales y le sobró vino. En cumplimiento de sus deberes, en penitencias, en obediencia y en humildad, no le ganaba ninguno de los otros religiosos.
El convento de los padres Agustinos en Salamanca tenía fama de gran santidad, pero desde que Juan de Sahagún llegó allí, esa buena fama creció enormemente. Era un predicador muy elocuente y sus sermones empezaron a transformar a las gentes. En la ciudad había dos partidos que se atacaban sin misericordia y el santo trabajó incansablemente hasta que logró que los cabecillas de los partidos se amistaran y firmaran un pacto de paz, y se acabaron la violencia y los insultos.
Los biógrafos dicen que Fray Juan era un hombre de una gran amabilidad con todos, devotísimo del Santísimo Sacramento y muy amigo de dedicar largos ratos a la oración. Las gentes cuando lo veían rezar decían: "parece un ángel". El estudio que más le agradaba era el de la Sagrada Biblia, para lograr comprender y amar más la palabra de Dios. A veces gastaba todo el día visitando enfermos, tratando de poner paz en familias desunidas y ayudando a gentes pobres y hasta se olvidaba de ir a comer.
Algunos lo criticaban porque en la confesión era muy rígido con los que no querían enmendarse y se confesaban sólo para comulgar, sin tener propósito de volverse mejores. Pero su rigidez transformó a muchos que estaban como adormilados en sus vicios y malas costumbres. Confesarse con él era empezar a enmendarse.
Otro defecto que le criticaban sus superiores era que tardaba mucho tiempo en celebrar la Santa Misa. Pero para ello había una explicación: y es que nuestro santo veía a Jesucristo en la Sagrada Eucaristía y al verlo se quedaba como en éxtasis y ya no era capaz por mucho rato de proseguir la celebración. Pero las gentes gustaban de asistir a sus misas porque les parecían más fervorosas que las de otros sacerdotes.
San Juan de Sahagún predicaba muy fuerte contra los ricos que explotan a los pobres. Y una vez un rico, amargado por estas predicaciones, pagó a dos delincuentes para que atalayaran al santo y le dieran una paliza. Pero cuando llegaron junto a él sintieron tan grande terror que no fueron capaces de mover las manos. Luego confesaron muy arrepentidos que los había invadido un temor reverencial y que no habían sido capaces de golpearlo.
En un pueblo habló muy fuerte contra los terratenientes que no pagaban lo debido a los campesinos y desde entonces aquellos ricachones no le permitieron volver a predicar en ese pueblo.
Sus preferidos eran los huérfanos, los enfermos, los más pobres y los ancianos. Para ellos recogía limosnas y buscaba albergues o asilos. A las muchachas en peligro les conseguía familias dignas que les dieran sanas ocupaciones y las protegieran.
Hizo frecuentes milagros, y obtuvo con sus oraciones que a Salamanca la librara Dios, durante la vida del santo, de la peste del tifo negro, que azotaba a otras regiones cercanas. Un joven se cayó a un hondo pozo. Fray Juan le alargó su correa y, sin saber cómo, salió el joven desde el abismo, prendido de la tal correa. La gente se puso a gritar "¡Milagro! ¡Milagro!", pero él se escondió para no recibir felicitaciones.
Salamanca sufría un terrible verano. El les anunció que con su muerte llegarían lluvias abundantes. Y así sucedió: apenas murió, enseguida llegaron muy copiosas y provechosas lluvias.
Y sucedió que un hombre que tenía una amistad de adulterio con una mala mujer, al escuchar los sermones de Fray Juan, se apartó totalmente de tan dañosa amistad. Entonces aquella pérfida y malvada exclamó: "Ya verá el tal predicador que no termina con vida este año". Y mandó echar un veneno en un alimento que el santo iba a tomar. Desde entonces Fray Juan empezó a enflaquecerse y a secarse, y en aquel mismo año de 1479, el santo predicador murió de sólo 49 años.
A su muerte, dejaba la ciudad de Salamanca completamente transformada, y la vida espiritual de sus oyentes renovada de manera admirable.
Que Dios nos mande muchos valientes predicadores como San Juan de Sahagún.
Dijo Jesús: El que pierda su vida por mi en este mundo, la salvará para la vida eterna (Jn. 12, 25).
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Fuente: Franciscanos.net
Guido (Guy) de Cortona, Beato Franciscano, 12 de junio
Sacerdote de la Primera Orden Franciscana Su culto y misa fueron concedidos por Gregorio XIII en 1583. |
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Fuente: Enciclopedia Católica | ACI Prensa
León III, Santo XCVI Papa, Junio 12
XCVI Papa Fecha de nacimiento desconocida; murió en 816. Fue elegido el mismo día que fue enterrado su predecesor (26 de diciembre de 795), y consagrado al día siguiente. |
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Fuente: ACIprensa.com
María Cándida de la Eucaristía, Beata Carmelita, 12 de junio
Carmelita Descalza María Barba nació el 16 de enero de 1884 en Catanzaro (Italia), a donde la familia, oriunda de Palermo, se había trasladado momentáneamente por motivos de trabajo del padre, Pedro Barba, consejero del Tribunal Superior.
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Fuente: www.mercedesdejesus.com
Mercedes de Jesús Molina y Ayala, Beata La Rosa del Guayas, Junio 12
La Rosa del Guayas Nació en Baba, población perteneciente en esa época parte del Departamento de Guayaquil, provincia del Guayas (luego de una división administrativa Baba queda hoy en día en la provincia de Los Ríos), el 24 de septiembre de 1828, hija de don Miguel Molina y Arbeláez y de doña Rosa Ayala y Aguilar. |
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Fuente: www.passiochristi.org
Lorenzo Salvi, Beato Pasionista, Junio 12
El Misionero del Niño Jesús Lorenzo Salvi es un hombre que ha gastado su vida al servicio de Dios y no se detuvo nunca por lo que mereció como apelativo "movimiento perpetuo". Otras de sus características fueron la mansedumbre y la humildad que aprendió en la escuela de Jesús a niño y de la familia de Nazareth. |
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Gaspar Luis Bertoni, Santo Fundador, Junio 12
Fundador de la Congrecación GASPAR BERTONI nació en Verona, en la República de Venecia, el 9 de octubre de 1777, hijo de Francis Bertoni y Brunora Ravelli de Sirmione. Fue bautizado al día siguiente por su tío abuelo, Fr. James Bertoni, en la iglesia de la parroquia de San Pablo, en el Campo Marzo de la sección de Verona. |
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Fuente: Franciscanos.org
Florida Cevoli, Beata Clarisa, Junio 12
Clarisa Capuchina Florida Cevoli, en el siglo Lucrecia Elena, hija del conde Curzio Cevoli y de la condesa Laura della Seta, nació en Pisa (Italia) el 11 de noviembre de 1685. Educada en la fe en el seno de su familia, afinó su espíritu bajo la guía de las clarisas del monasterio de San Martín, de Pisa, adonde la llevaron a los 13 años y donde vivió como educanda durante cinco años. Aquel clima de silencio que se respiraba allí suscitó en ella un gran deseo de la vida religiosa. |
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Autor: Archidiócesis de Madrid
Onofre, Santo Ermitaño, Junio 12
Ermitaño Si no lo hubiera encontrado el abad san Panufcio, ya moribundo, y no hubiera escrito su vida es seguro que no conoceríamos a este personaje originalísimo. Es un ermitaño, morador de una cueva del desierto egipcio de la Tebaida. |
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Fuente: ACI Prensa
108 mártires de Polonia durante la segunda guerra, Beatos Mártires, 12 de junio
El 13 de junio de 1999, el papa Juan Pablo II beatificó, en Varsovia, a 108 mártires de la última Guerra Mundial en Polonia, y estableció que su fiesta se celebre el 12 de junio. Entre ellos hay 3 obispos, 52 sacerdotes diocesanos, 26 sacerdotes religiosos, 3 clérigos, 7 religiosos no sacerdotes, 8 religiosas y 9 personas laicas. |
Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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