viernes, 30 de septiembre de 2011

Misterios de los ángeles. ¡Conságrate a ellos! Congreso en Argentina. México. ¿y en tu país?

JMJ

Pax

 

El mundo te necesita: por cada email nuestro, favor de rezar un minutito, un Padre nuestro o un Ave María DE CORAZÓN por el triunfo del Inmaculado Corazón de María. ¡Dios no se deja ganar en generosidad!

Dice María: "El Santo Rosario es el arma a la cual le teme el enemigo, es también el refugio de los que buscan alivio a sus pesares y es la puerta para entrar en mi corazón" (San Nicolás, 10.04.86)

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Hay buena información en:
http://opusangelorum.org/Espanol/Espanol.html (por ejemplo, tu ángel de la guarda, Santa Teresita y los ángeles; etc.)
Debajo de esta nota está la consagración a los ángeles: ¡pruéba que bueno es! No te arrepentirás jamás de haber invocado a un ángel bueno. Si supieras cuánto le debes a tu ángel de la guarda!
Aclaraciones sobre la relación con los ángeles
La asociación "Opus Sanctorum Angelorum"


CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 26 de marzo de 2011 (
ZENIT.org).- Presentamos el artículo con el que el diario de la Santa Sede, "L'Osservatore Romano", aclara la espiritualidad de la asociación "Opus Sanctorum Angelorum", la Obra de los Santos Ángeles, surgida en 1949 por iniciativa de un grupo de sacerdotes y seminaristas de Innsbruk, Austrla.

Nota: "opus", significa "obra" en latín. No hay vinculación alguna con entidades que lleven esa palabra en el nombre, por ejemplo, "Opus Dei", "Pontificium Opus a Sancta Infantia", "Pontificium Opus Missionale a Sancto Petro Apostolo", etc.

La Congregación para la doctrina de la fe envió alos presidentes de las Conferencias episcopales el2 de octubre de 2010 una carta circular acerca de la asociación «Opus Angelorum», carta que pos­teriormente fue publicada en L'Osservatore Roma­no el 21 de noviembre de 2010, p. 10. En dicha carta la Congregación informa en concreto sobre la aprobación del «Estatuto del Opus Sanctorum Angelorum» por parte de la Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica y la aprobación de la «fórmula de una consagración a los santos ángeles para el Opus Angelorum» por parte de la Congregación para la doctrina de la fe. Por ello parece oportuno expli­car brevemente la espiritualidad de esta Obra de los santos Ángeles, que tal como hoy se presenta es«una asociación pública de la Iglesia en armonía con la doctrina tradicional y las normas de la au­toridad suprema. Difunde entre los fieles la devo­ción a los santos ángeles, exhorta a rezar por los sacerdotes y promueve el amor a la Pasión de Cristo y su unión con ella» (carta de la CDF).

¿Cuál es, por tanto, la espiritualidad de esta asociación? ¿Y cuál ha sido su camino hasta el momento presente al que se refiere la carta de la Congregación para la doctrina de la fe? El Opus Sanctorum Angelorum nació en Innsbruck, Austria, en el año 1949. La señora Gabriele Bitterlich, es­posa y madre de tres hijos, estuvo en el origen de este movimiento. Desde ese año, 1949, fue cre­ciendo en ella una conciencia personal cada vez más clara de que el Señor Jesucristo quería que las personas venerasen e invocasen más a los san­tos ángeles y se abriesen a su poderosa ayuda. Sin embargo, como auténtica cristiana, se puso siem­pre bajo la autoridad de la Iglesia. En aquellos años, esta autoridad fue el obispo de Innsbruck, monseñor Paulus Rusch, con el cual estuvo siem­pre en contacto. A partir de 1961, el Opus Angelo­rum se fue extendiendo en diversos países del mundo. Por lo que desde el año de 1977 ha sido la autoridad suprema de la Iglesia la que ha ido examinando las doctrinas y las prácticas particula­res del Opus Angelorum.

Que el movimiento haya sido aprobado signifi­ca que la Iglesia ha reconocido la validez funda­mental de la intuición fundadora de la señora Bit­terlich, aunque por otra parte también ha consta­tado, entre sus numerosos escritos, varias doctri­nas y concretamente «teorías... acerca del mundo de los ángeles, sus nombres personales, sus gru­pos y funciones», «que son ajenas a la Sagrada Escritura y a la Tradición», las cuales «no pueden servir como base para la espiritualidad y actividad de asociaciones aprobadas por la Iglesia» (1). De­bido a que el Opus Angelorum ha obedecido a la Iglesia y ha abandonado aquellas doctrinas y sus consecuencias prácticas, actualmente se presenta a todos los efectos como un movimiento eclesial que está llamado a colaborar con el propio caris­ma en la misión evangelizadora y salvadora de la Iglesia.

El fundamento de su espiritualidad es, por lo tanto, la Palabra de Dios, que se encuentra en la Sagrada Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia, que son auténticamente interpretadas por el Magisterio de la Iglesia. En el Catecismo de la Iglesia católica se encuentra una síntesis de la doc­trina del Magisterio sobre el mundo angélico (cf. CIC 328-336, 350-352).

Se lee allí en primer lugar que «la existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una ver­dad de fe» (CIC 328). «Con todo su ser, los ánge­les son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan "constantemente el rostro de mi Pa­dre que está en los cielos" (Mt 18, 10), son "agen­tes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra"(Sal 103, 20)» (CIC 329); «son criaturas personales e inmortales» (CIC 330).

Jesucristo no es solamente el centro de los hombres sino también de los ángeles: «Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen... Le pertenecen porque fueron crea­dos por y para él... Le pertenecen más aún por­que los ha hecho mensajeros de su designio de salvación» (CIC 331). «Desde la creación y a lo largo de toda la historia de la salvación, los en­contramos, anunciando de lejos o de cerca esa sal­vación y sirviendo al designio divino de su reali­zación» (CIC 332). Es decir, este servicio angélico abarca la misma vida del Verbo encarnado y a la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo sobre la tierra.«De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles... Protegen la infancia de Jesús, le sirven en el desierto, lo reconfortan en la agonía cuando él habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos como en otro tiempo Israel. Son también los ángeles quie­nes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la buena nueva de la Encarnación y de la Resurrección de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles, estos estarán presentes al servicio del juicio del Señor» (CIC 333).

«De aquí que toda la vida de la Iglesia se be­neficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles» (CIC 334). «En su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo; invoca su asistencia..., y celebra más parti­cularmente la memoria de ciertos ángeles (san Miguel, san Gabriel, san Rafael, los ángeles cus­todios)» (CIC 335).

Así, «desde su comienzo hasta la muerte, la vi­da humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. "Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vi­da" (san Basilio, Eun. 3, 1). Desde esta tierra, la vida cristiana partici­pa, por la fe, en la sociedad biena­venturada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios» (CIC 336). Con razón, por lo tanto, «la Iglesia venera a los ángeles que la ayudan en su peregrinar terrestre» (CIC 352).

Lo específico de la asociación Opus Sanctorum consiste en el hecho de que sus miembros llevan la devo­ción a los santos ángeles hasta aquel desarrollo pleno que se expresa y se concreta en una «consagración a los santos ángeles», tal como se ha constatado a lo largo de la historia de la Iglesia con las devocio­nes al Sacratísimo Corazón de Jesús y al Inmacu­lado Corazón de María (consagración al Corazón de Jesús y de su Madre).

Se entra en la Obra de los santos Ángeles me­diante la consagración al ángel de la guarda. La consagración a los santos ángeles la hacen aquellos miembros que quieren comprometerse más activa­mente con los fines espirituales del movimiento. Esta consagración se entiende como una alianza del fiel con los santos ángeles, es decir, como un acto consciente y explícito que reconoce y toma en serio su misión y función en la economía de la salvación. Así como otras muchas espiritualidades tienen sus propias expresiones típicas, por ejem­plo el «Totus tuus» del Papa Juan Pablo II, así también la espiritualidad de la consagración a los santos ángeles en el Opus Angelorum se podría ca­racterizar con las palabras «cum sanctis angelis», o sea, «con los santos ángeles»o «en comunión con los santos ángeles».

Precisamente, una «convivencia» de los fieles con los santos ángeles como verdaderos amigos (2) es posible en la fe y en la caridad teologal, y así también una íntima c o l a b o ra c i ó n espiritual con ellos para los fines del plan salvador de Dios en relación con todas las criaturas (3), ya que su coo­peración está garantizada en todas nuestras bue­nas obras (4).

Esta convivencia y colaboración espiritual de los fieles con los santos ángeles, que como se in­dica en el mencionado Estatuto, es lo propio dela «esencia» del Opus Angelorum, exige natural­mente no sólo la fe y el amor a los santos ángeles-y en primer lugar al propio ángel de la guarda-, sino también una prudente aplicación de los crite­rios del «discernimiento de los espíritus». A este propósito, encontramos la siguiente explicación en el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica(5): «Como en la visión de la escala de Jacob, "los ángeles de Dios subían y bajaban por aquella escalera" (Gn 28, 12), los ángeles son dinámicos e incansables mensajeros que unen el cielo con la tierra. Entre Dios y la humanidad no hay silencioe incomunicabilidad, sino diálogo continuo y co­municación incesante. Y los hombres, destinata­rios de esta comunicación, deben afinar su sensi­bilidad espiritual para escuchar y comprender este lenguaje de los ángeles, que sugieren palabras buenas, sentimientos santos, acciones misericor­diosas, comportamientos caritativos y relaciones edificantes».

El Opus Angelorum se fundamenta en la pronti­tud incondicional para servir a Dios con la ayuda de los santos ángeles y tiene como finalidad la re­novación de la vida espiritual en la Iglesia, ayuda­dos por ellos en las así llamadas «direcciones (o dimensiones) fundamentales» de adoración, con­templación, expiación y misión (apostolado).

La ayuda de los ángeles y la unión de los hom­bres con ellos permiten que los hombres vivan mejor su fe y la puedan testimoniar con más fuer­za y convicción. Efectivamente, los santos ángeles contemplan continuamente el rostro de Dios (cf.Mt 18, 10) y viven en constante adoración. De un modo particularmente eficaz los ángeles pueden iluminar, por tanto, a aquellos que se abren cons­cientemente a su acción, los cuales son ayudados por ellos a contemplar en la fe los divinos miste­rios: el mismo Dios y sus obras -theologia y oiko­nomia (6)-, a crecer así en el conocimiento y en el amor de Dios, a permanecer en su presencia y realizar una adoración particularmente reve­rente y amorosa, dedi­cándose a la mayor glorificación de Dios. La a d o r a c i ó n, especialmente, la adoración eucarística ocupa, por lo tanto, el primer lu­gar en el Opus Angelo­rum.

Del mismo modo que Nuestro Señor Je­sucristo fue fortificado por el Padre celestial a través de un ángel para poder soportar la pasión redentora (cf. Lc 22, 43), así también los miem­bros del Opus Angelorum confían en la ayuda de los santos ángeles para seguir a Cristo con caridad expiatoria para la santificación y salvación de las almas, especialmente por los sacerdotes. Por ello, en el Opus Angelorum también se tiene el ejercicio piadoso de la «Passio Domini», es decir, un tiem­po de oración semanal (el jueves por la noche y el viernes por la tarde), en el que los miembros se unen espiritualmente al Redentor en el misterio de su pasión salvadora. Cristo crucificado y resu­citado es, de hecho, el centro de los hombres y de los santos ángeles.

Con la aprobación del Opus Ss. Angelorum, la Iglesia ha bendecido un movimiento que se carac­teriza, es cierto, por una devoción peculiar a los santos ángeles, pero también y esencialmente -se­gún las propias características de los santos ánge­les- por una orientación absoluta hacia Dios y su servicio, hacia Cristo redentor, la cruz, la Eucaris­tía, para la gloria de Dios y la salvación de las al­mas. En realidad, la conciencia viva de la presen­cia y de la misteriosa y potente ayuda de los san­tos ángeles, siervos y mensajeros divinos, es capaz de dar impulso a los fieles para que se dediquen con confianza a la primera y esencial misión de la Iglesia: la salvación de las almas para gloria de Dios.

(1) Cf. decreto Litteris diei de la Congregaciónpara la doctrina de la fe, del 6 de junio de 1992. 

(2) Cf. santo Tomás de Aquino, Summa Theolo­giae II-II, q. 25., a. 10; q. 23, a. 1, ad 1.

(3) Cf. Ef 1, 9-10; Col 1, 15-20; Jn 12, 32; 17, 21­23; Ap 10, 7; 19, 6-9. 

(4) Cf. CIC 350: «"Ad omnia bona nostra coo­perantur angeli": Los ángeles cooperan en toda obra buena que hacemos (santo Tomás de Aqui­no, Summa Theologiae I, 114, 3, ad 3)».

(5) P. 210: comentario a un cuadro de Jan vanEyck, reproducido en la página precedente.

(6) Cf. CIC 236.

La Consagración a los santos Ángeles

Consagración a los santos Ángeles

Santos Ángeles de Dios, 
en la presencia de Dios Uno y Trino y en el amor de Jesucristo, mi Señor y Redentor, yo, N.N., pobre pecador, quiero establecer hoy una alianza con vosotros, Sus siervos, para que en comunión con vosotros, pueda dedicarme con humildad y fortaleza a la gloria de Dios y a la venida de Su Reino. 
Por eso os suplico encarecidamente que me asistáis de modo particular 
-  en la reverente adoración a Dios y al Santísimo Sacramento del Altar, 
-  en la contemplación de la Palabra y de las obras salvíficas de Dios, 
-  en el seguimiento de Cristo y el amor a Su Cruz en espíritu de expiación, 
-  en el fiel cumplimiento de mi misión en la Iglesia, sirviendo a ejemplo de María, mi Madre celestial y vuestra Reina.

Y tú, mi buen Ángel de la Guarda, que ves continuamente el rostro de nuestro Padre que está en el cielo (cf Mt 18,10), Dios me ha confiado a ti desde el inicio de mi vida. Te agradezco de todo corazón por tu amoroso cuidado.  
A ti me entrego y te prometo mi amor y fidelidad.  
Te pido: protégeme contra mi propia debilidad y contra los ataques de los espíritus malignos; ilumina mi espíritu y mi corazón para que conozca y cumpla siempre la voluntad de Dios y guíame a la unión con Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén

Esta Consagración fue aprobada por la Congregación para la Fe, y para uso en el Opus Angelorum, el día 31 de mayo de 2000.


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Culto a Dios y comunión

En la última circular se señaló que una consagración a los santos ángeles constituía una entrega (devoción) particular, basada en la gracia bautismal. Mediante el Bautismo surge la comunión de fieles en Cristo. Esta comunión, nacida de la gracia, constituye el fundamento de la devoción y consagración a los santos ángeles. El Concilio Vaticano II enseña que: "la Iglesia peregrinante desde los primeros tiempos del cristianismo tuvo perfecto conocimiento de esta comunión de todo el Cuerpo Místico de Jesucristo y así conservó con gran piedad el recuerdo de los difuntos [...]. Siempre creyó la Iglesia que los apóstoles y mártires de Cristo[...] nos están íntimamente unidos: a ellos junto con la Bienaventurada Virgen María y los santos ángeles, profesó peculiar veneración" (Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, 50). Esta comunión se realiza plenamente en la celebración de la Liturgia, pues "en su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo" (Catecismo de la Iglesia Católica, 335; cf Hb 12,22). "En la Liturgia terrena [...] cantamos al Señor el himno de gloria con todo el ejército celestial" (Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium, 8), y "al celebrar el Sacrificio Eucarístico es cuando mejor nos unimos al culto de la Iglesia celestial (Lumen Gentium, 50). Esta comunión incluye a los santos ángeles, pues también ellos tienen a Cristo como Cabeza y son miembros de Su Cuerpo místico (cf Ef 1,20-23; Col 2,10; Summa Theol. III.8,4,c).

La finalidad de la Consagración a los Ángeles es consolidar y cultivar esta comunión. En la oración de consagración nos dirigimos a los santos ángeles para establecer un pacto con ellos. Mediante este vínculo queremos sobre todo adorar a Dios junto con los ángeles. También queremos honrar a los ángeles, darles gracias e implorar su ayuda para nosotros y para la Iglesia. Puesto que los ángeles y los hombres son "consiervos" del Señor (cf Ap 19,10; 22,9), queremos comprometernos con ellos, según nuestras sencillas fuerzas, en la venida del Reino de Dios.

Ya que esta misión es común a los ángeles y a los hombres, la veneración a los santos ángeles estimula la alabanza conjunta de Dios y el compromiso conjunto por la salvación de las almas. De ahí que en la historia de la Iglesia haya habido muchas cofradías de los ángeles. Y aun cuando los miembros se encuentren en lugares apartados, se saben unidos espiritualmente, pues la consagración es un pacto y un pacto crea comunión. Por consiguiente, queremos vivir también este pacto en la comunidad de la Obra de los Santos Angeles, apoyándonos, ayudándonos y animándonos mutuamente. La Consagración a los santos Ángeles implica un compromiso serio, razón por la cual ha de efectuarse sólo después de una preparación apropiada y ligada generalmente a la vinculación con una asociación del Opus Angelorum reconocida por la Iglesia, como por ejemplo la Cofradía de los Ángeles de la Guarda.

La Consagración a los santos Ángeles está estructurada en dos partes. En la primera parte se establece la espiritualidad del Opus Angelorum como fundamento orientador para el pacto con los ángeles y nuestro compromiso. Sólo quien está decidido a aspirar a esta elevada meta, ha de pensar en la consagración. En la segunda parte, el hombre se dirige al propio ángel de la guarda en el ámbito de la misión que le ha sido confiada por Dios con miras a la educación y santificación de su protegido. Esta segunda parte es también apropiada como consagración privada al ángel de la guarda, para aquellos fieles que deseen cultivar su unión con él.

Para que la oración, y el pacto con el ángel vinculado a ella, produzcan fruto en la vida espiritual de los miembros del Opus Angelorum, vamos a reflexionar en seguida acerca del contenido de esta consagración y a explicar también la razón por la cual los mismos santos ángeles están interesados en establecer un pacto con nosotros. 

Relación entre consagración y pacto

La consagración a los santos ángeles como pacto corresponde a la teología bíblica de la alianza. Es un pacto sagrado, una promesa solemne, mediante los cuales convienen y se confirman nuestras mutuas relaciones y compromisos.

En las Sagradas Escrituras la alianza se estableció primordialmente entre Dios y el Pueblo. Josué comunicó la renovación de esta alianza. Dios prometió bendición y salvación, y el pueblo asintió: "'Queremos servir al Señor.' Dijo entonces Josué al pueblo: 'Testigos sois contra vosotros mismos de que habéis escogido al Señor para servirle.' Respondieron: 'Testigos somos'". (Jos 24, 21-22.24-25). También hubo alianzas entre el pueblo y el rey: el pueblo estableció ante Yahvé un pacto con David y le ungió como rey (cf 1 Cr 11, 1-3). Hubo, además, pactos entre individuos. "He hizo Jonatán pacto con David, porque le amaba como su propia alma" (1 Sam 18,3). Más tarde David se refirió a este pacto y lo relacionó definitivamente con Dios: "Haz este favor a tu siervo; ya que tú [Jonatán] has concluido con tu siervo un pacto de Yahvé" (1 Sam 20,8).

Se alude también a un pacto con el ángel en el convenio establecido entre Tobías y Rafael, quien acompañó voluntariamente al hijo de Tobías en su exitoso viaje (Tob 5,6.15-17). Tobías alude también indirectamente al resultado de este pacto, luego de volver del viaje, cuando dice a su padre: "Oh, padre, ¿qué salario le daremos? ¿O qué cosa podría considerarse como equivalente de sus beneficios?" (Tob 12,2). La relación mutua que surgió del pacto no se restringió al mero cumplimiento de ciertos compromisos, sino que también implicó amistad, amor y fidelidad.

En este pacto con los ángeles aspiramos a establecer una estrecha comunión con ellos en el amor a Dios; y en comunión con ellos esperamos poder comprometernos con mayor eficacia por la gloria de Dios y la venida de Su reino. Pues "Dios quiso la diversidad de sus criaturas y la bondad peculiar de cada una, su interdependencia y su orden"(Catecismo de la Iglesia Católica, 353).

Comunión entre el ángel y el hombre

Nos esforzamos por realizar este santo vínculo con los ángeles a través de cuatro aspectos: en la adoración, en la contemplación, en la expiación y en el apostolado. Estos constituyen, al mismo tiempo, las cuatro orientaciones fundamentales de la vida espiritual en la Obra de los Santos Angeles. 

1) Asistencia en la adoración a Dios

Primero que todo esperamos la asistencia de los santos ángeles a fin de llevar, como verdaderos adoradores del Padre, una vida respetuosa en la presencia de Dios (cf Jn 4,23-24). Esperamos particularmente su asistencia en la celebración de la liturgia y en la adoración del Santísimo Sacramento. Y aspiramos efectuar estas prácticas conscientes de nuestra comunión con ellos.

El papa Juan Pablo II explica: "Lo dice Jesús mismo: 'Sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que está en los cielos' (Mt 18,10). Ese 'ver de continuo la faz del Padre' es la manifestación más alta de la adoración de Dios. Se puede decir que constituye esa 'liturgia celeste' , realizada en nombre de todo el universo, a la cual se asocia incesantemente la liturgia terrena de la Iglesia, especialmente en sus momentos culminantes. Baste recordar aquí el acto con el que la Iglesia, cada día y cada hora, en el mundo entero, antes de dar comienzo a la plegaria eucarística en el corazón de la Santa Misa, apela 'a los Angeles y a los Arcangeles' para cantar la gloria de Dios tres veces santo, uniéndose así a aquellos primeros adoradores de Dios, en el culto y en el amoroso conocimiento del misterio inefable de su santidad" (Audiencia general del 6 de agosto de 1986).

En el libro del Apocalipsis aparece representada la plenitud de esta comunión de oración, cuando los veinticuatro ancianos que se encuentran en la presencia del Cordero, ofrecen, junto con los ángeles, el sacrificio de alabanza, compuesto por las oraciones de la Iglesia (cf Ap 5,8-9). Por el Cordero, la liturgia celeste y la liturgia terrena se unen realmente en una sola liturgia. El cielo y la tierra se unen en el sacrificio de alabanza de Cristo, que está sentado a la derecha del Padre en el cielo. Esta adoración del Cordero se realiza también en la adoración eucarística en la tierra, y en comunión, así mismo, con los santos ángeles.

Antes de la Encarnación los ángeles en el cielo bendecían y alababan a Dios. Y aunque ellos estaban plenos de amor puro y ardiente a Dios, su alabanza, sin embargo, propia de una creatura, no alcanzaba para bendecir apropiadamente al Dios infinito y excelso. Sólo cuando la Palabra del Padre descendió y se hizo carne y cuando nuestro Sumo Sacerdote elevó Su voz para alabanza del Padre, fue que subió por primera vez al cielo el canto de alabanza digno de Dios. También los ángeles bajaron, para, con el Gloria in excelsis Deo, con la alabanza a Cristo, volver a subir a los cielos. Este fue el comienzo de la común e imperecedera alabanza del ángel y el hombre en Cristo. 

2) Asistencia en la contemplación de la palabra de Dios

Los santos ángeles son instrumentos y testimonios de las palabras y hechos salvíficos de Dios en la historia de la salvación. Ellos estuvieron presentes, además, en el Nacimiento de Cristo, en Su Crucifixión, Resurrección y Ascensión al cielo. Ellos, que conocen de una manera más perfecta que nosotros estos misterios, nos trasmiten la luz de esos misterios según la medida de nuestra disponibilidad y apertura.

¿Pero cómo se realiza en nosotros esa mediación de las gracias? San Juan de la Cruz describe de la siguiente manera este ministerio de los ángeles: "La [...] Sabiduría de Dios ... [se deriva] desde Dios por las jerarquías primeras hasta las postreras, y de ahí a los hombres. Que, por eso, todas las obras que hacen los ángeles e inspiraciones, se dicen con verdad en la Escritura y propiedad hacerlas Dios y hacerlas ellos; porque de ordinario las deriva por ellos, y ellos también de unos en otros sin alguna dilación, así como el rayo del sol comunicado de muchas vidrieras ordenadas entre sí; que, aunque es verdad que de suyo el rayo pasa por todas, todavía cada una le envía e infunde en la otra más modificado, conforme al modo de aquella vidriera, algo más abreviada y remisamente, según ella está más o menos cerca del sol"(Noche oscura II, 12,3). De ahí que la mediación de las gracias por parte de los ángeles y los santos tenga siempre un sello personal. Así, por ejemplo, la ayuda del arcángel San Miguel tiene un sello diferente a la del arcángel San Gabriel.

Los ángeles contribuyen también de manera fundamental al progreso y la alegría en la vida espiritual. Así, mediante la luz de la contemplación que ellos nos transmiten participamos de la alegría espiritual; por el contrario, si descuidamos la contemplación, sobrevendrán sequedad, desconsuelo y letargia. Santo Tomás nos da una explicación al respecto: "En el salmo 38 se dice: 'El corazón ardía en mi pecho; cuando meditaba, el fuego se encendía'. El fuego espiritual provoca devoción. Por tanto, la contemplación es la causa de la devoción" (Summa Theol. II-II.82,3, sc). En otro pasaje nos señala que la misión de todas las jerarquías angélicas consiste en hacernos semejantes a Dios, purificándonos, iluminándonos y conduciéndonos a la unión con Dios (cf De Div. Nom. IV, 1 § 286). Así pues, ellos ayudan a los hombres a configurarse con Cristo. Cuanto más pidamos y colaboremos al respecto, tanto mayor será la eficacia de su ayuda.

Los ángeles se alegran por Cristo, cuando pueden ayudar a una alma en el camino de la perfección. Constituye también una alegría para cada uno de ellos, pues como escribe Santo Tomás: " Los ministerios de los ángeles son útiles para los ángeles bienaventurados, en cuanto que de alguna manera son parte de su propia bienaventuranza; pues derramar sobre otros la perfección que se tiene, es algo que pertenece al ser de quien es perfecto como tal. Con todo, la alegría que sienten los ángeles por la salvación de aquellos que serán salvados mediante su ministerio, es susceptible de aumentar;Lc 15,10: 'Los ángeles de Dios se alegran por un solo pecador que se arrepienta'" (Summa Theol. 62,9,2m, y 3m)

3) Asistencia en el seguimiento del Crucificado

Si por razón de su condición espiritual y su dicha celestial los ángeles nos superan respecto a las dos primeras orientaciones fundamentales de la adoración y la contemplación, no así en el seguimiento del Crucificado, donde les llevamos ventaja. Pues el Hijo de Dios asumió nuestra naturaleza, y sólo el hombre puede tomar parte en Su pasión redentora. Por eso Santa Teresita del Niño Jesús dice que si los ángeles pudiesen envidiarnos algo, sería nuestra capacidad de sufrir por y con Jesús (véase Cartas, No. 38; Poemas, No. 10).

Pero así como los ángeles sirvieron al Señor después de la tentación en el desierto (cf Mc 1,14), y un ángel, por mandato del Padre, le alcanzó el cáliz de la fortaleza durante la agonía en el Huerto de los Olivos (cf Lc 22,43), así también nosotros podemos estar confiados de que en el momento de la prueba y de cargar la cruz el Padre nos enviará a los ángeles para que nos asistan y ayuden.

Ciertamente, María y los santos ángeles interceden por nosotros ante Dios, incluso sin nuestras peticiones, pues ellos han recibido de Dios esa misión; sin embargo, es importante que nosotros mismos imploremos la ayuda de los ángeles, no en últimas para ser receptivos a su ayuda. San Alfonso María de Ligorio enseña que la gracia de pedir es la primera gracia que nos es concedida antes que cualquier otra. Pedir hace también humilde al hombre. De la humildad con que pidamos, dependerá la eficacia de la gracia y la abundancia con la cual sea derramada, pues a quien tiene, le será dado aun en mayor abundancia: "He aquí un miserable que clamó, y el Señor lo oyó, lo salvó de todas sus angustias. El ángel del Señor monta guardia en torno a los que temen y honran a Dios, y los salva" (Sl 33,7-8).

En esta tercera orientación fundamental de la expiación, aprendemos, de la mano de los santos ángeles, la ciencia de la Cruz, a saber: que el amor sufriente es la mayor y más noble fuerza y la única capaz de llevar la cosecha para Dios y de alcanzar la victoria para Dios. Una particular intención de los santos ángeles es que nos comprometamos a orar y ofrecer sacrificios por los sacerdotes, pues los sacerdotes, por el poder de su sacerdocio sacramental, comunican a las almas más y mayores gracias que los ángeles.

4) Asistencia en la misión y en las tareas en la Iglesia

Todo miembro del cuerpo de Cristo tiene una misión, es decir, una tarea que cumplir para bien de la Iglesia. Se trata, sobretodo, de anunciar y extender el Reino de Dios. Lo que San Lorenzo de Brindisi, doctor de la Iglesia, decía sobre la tarea de los predicadores, puede también aplicarse a la misión de los fieles laicos: "La predicación es, pues, una misión apostólica, una misión para los ángeles y los cristianos, una santa misión. ...Pues de ella [de la palabra de Dios] proceden la fe, la esperanza y el amor" (Lectura de la Liturgia de las horas del 21 de julio).

El hombre debe confesar la fe con palabras y obras, y el ángel, entonces, hará efectiva su luz y su ayuda. "La fe", subraya San Pablo, "viene del oír, y el oír por la palabra de Cristo" (Rom 10,17), lo cual no sucede sin la luz del Espíritu (cf 1 Cor 12,3). El hombre tiene la misión de anunciar la palabra de Dios. Pero el anuncio queda estéril sin la gracia de la iluminación. A este respecto, Santo Tomás enseña que la comunicación de las verdades de la fe acontece primordialmente a través de los ángeles, "mediante los cuales les son revelados a los hombres los misterios divinos. Por eso los ángeles contribuyen a que la fe sea iluminada" (Summa Theol. I.111,1,1m).  San Francisco de Sales compartía esta verdad, al invocar, antes de cada homilía, el auxilio de los ángeles de quienes lo iban a escuchar. Se sabe que ayudó a más de setenta mil personas a volver a la fe católica.

La misión de extender el reino de Dios es una tarea conjunta de los ángeles y los hombres, en la cual el hombre es el siervo visible de Cristo. El cristiano confiesa la fe con su vida y su palabra. El hombre puede también corresponder a esta misión, cumpliendo fiel y humildemente pequeñas tareas a ejemplo de María y de la mano de los santos ángeles, pues no son las muchas palabras las que convencen, sino el ejemplo vivido. Lo decisivo no es lo que hacemos , sino cómo lo hacemos, pues es el amor divino el que transformará y salvará al mundo. Sólo allí donde reine la humildad, podrá nuestro consiervo, el santo ángel, derramar sobre nosotros y nuestro prójimo su luz auxiliadora para gloria de Dios y testimonio de la verdad. Según esto, es posible entender en un sentido amplio las palabras: "Así brille vuestra luz ante los hombres, de modo tal que, viendo vuestras obras buenas, glorifiquen a vuestro Padre del cielo" (Mt 5,16).

Si consideramos que la gracia de Dios llega a su plenitud en la debilidad, sabremos gloriarnos, como el apóstol San Pablo, de nuestra debilidad, sabiendo que este camino conduce a la salvación (cf 2 Cor 12,9). Conscientes de esta debilidad nos inclinaremos, más bien, a invocar la ayuda de los santos ángeles, ayuda con la cual nuestro trabajo y nuestra misión se convertirán en una piedra para la construcción del Reino de Dios. 

Por qué los ángeles quieren hacer este pacto

Los ángeles no sólo fueron creados por razón de ellos mismos, sino también por razón de los hombres (cf Col 1,16). Al inicio de la creación los santos ángeles admitieron con toda humildad esta sabiduría de Dios. Por ello se asemejaron también al Hijo de Dios, que vino a servir y a dar Su vida en rescate por muchos (cf Mt 20,28), y ellos "lo asisten en el cumplimiento de Su misión salvadora en favor de los hombres" (Juan Pablo II, Audiencia general del 30 de julio de 1986). Sin embargo, la razón fundamental por la cual los ángeles quieren gustosamente hacer un pacto con nosotros, radica en el designio de Dios de reconciliar consigo todas las cosas en Cristo (cf Ef 1,10 y Col 1,20).

Para los ángeles, por tanto, es un motivo de alegría establecer un pacto con nosotros. ¡Cuál no será nuestra ganancia, si podemos participar de su amor y su alabanza a Dios!

Unión particular con el ángel de la guarda

El ángel de la guarda es un regalo particular del amor de Dios. Si pudiésemos escoger entre todos los santos ángeles un auxiliador y asistente particular, no hallaríamos otro mejor que el que Dios, en Su infinita sabiduría y amor, escogió ya desde antes para nosotros. Sólo Dios conoce el misterio de nuestra vida. Él solo, nuestro Creador y Redentor, conoce todas nuestras fortalezas y debilidades, nuestra vocación y nuestras pruebas, nuestra cruz y la gloria que nos será destinada. Es previendo todo esto, que Él, desde toda la eternidad, escogió a nuestro ángel de la guarda: a él para nosotros y a nosotros para él. El Señor nos dice: "He aquí que Yo envío un ángel delante de ti, para guardarte en el camino y para conducirte al lugar que te tengo dispuesto" (Ex 23,20; Lectura de la fiesta del Ángel de la Guarda).

El ángel de la guarda, por tanto, es para nosotros la puerta hacia el mundo de los ángeles y en cierta medida un portero del cielo. Dispuesto por Dios para nosotros, puede aplicarse en primer lugar a él las palabras del Catecismo: "Los ángeles cooperan en toda obra buena que hacemos" (Catecismo de la Iglesia Católica, 350; cf Summa Theol. I.114,3,3m). El es nuestro mejor y más fiel amigo, el único que, junto con Jesús y María, nos acompaña y ampara ininterrumpidamente durante toda nuestra vida. Su primera preocupación y su primera intercesión corresponde siempre a su protegido. El protegido es el 'talento' que le ha sido confiado, y que quisiera devolver a Dios, al final de nuestras vidas, multiplicado por cien. De ahí que esté dedicado día y noche e incansablemente a nuestro bien y a nuestra salvación eterna. Sin desanimarse se esfuerza por nuestra purificación, iluminación y perfección. Acerca de estas tres actividades jerárquicas de los ángeles San Buenaventura escribe: "La purificación conduce a la paz, la iluminación a la verdad y la perfección al amor. Una vez que el alma haya alcanzado con perfección estas tres, alcanzará la dicha; pero mientras ande en este camino, logrará aumentar sus méritos" (Sobre la triple senda, Prólogo 1).

El ángel de la guarda es la ayuda correcta contra los espíritus malignos que nos tientan y hostigan, pues ya al comienzo nuestro ángel de la guarda participó, bajo la guía del Arcángel San Miguel, en la victoria contra los espíritus malignos. Por su condición de ser espiritual puede reconocer fácilmente al tentador y expulsarlo con la fuerza de la gracia. Y si Dios permite que el enemigo nos cribe como a Job (Job 1,12; 2,6), como a Pedro (Lc 22,31) o como a Pablo (2 Cor 12,7-8), no por ello quedaremos privados de la asistencia fortalecedora del ángel de la guarda. Con su ayuda seremos capaces de guardar siempre la fidelidad a Dios.

¡Son muchas las cosas por las cuales debemos dar gracias al ángel de la guarda! ¿Quién está en capacidad de pagarle el salario que se merece? Un amor tan fiel sólo puede ser correspondido con fidelidad, amor y confianza. Por ello entreguémonos con gusto a él y prometámosle nuestro amor y fidelidad. Si somos débiles, él, que mira "de continuo la faz del Padre en el cielo" (Mt 18,10), se encuentra anclado de manera firme e inconmovible en Dios. El quiere comunicarnos esta firmeza, ayudándonos, por medio de la luz de la gracia que le ha sido concedida, a creer más firmemente en Dios, a confiar aún más en Su ayuda y a amar con un desprendimiento aún mayor a Dios y al prójimo.

Estaremos, en íntima amistad, eternamente unidos a nuestro ángel de la guarda y reinaremos con él en el Reino de Dios. Podemos comprender, entonces, las palabras de Santo Tomás de Aquino: "A todo hombre, por tanto, mientras se encuentra peregrinando, se le asigna un ángel de la guarda; pero cuando llegue al final del camino ya no tendrá un ángel de la guarda, sino que en el Reino tendrá a su lado al ángel que reinará con él" (Summa Theol. I. 113, 4c).

Orden de la Santa Cruz
A.A. 75020
Cra. 36 # 53A-67
BOGOTÁ / Colombia 

Tel. 0057/1/3833690

E-mail: santacruz @etb.net.co

 

Obra de los Santos Ángeles [osaargentina @yahoo.com.ar]
Sent: sábado, 24 de septiembre de 2011 14:19
To:
Subject: Mas actividades Misión 2011

 

Estimados amigos:


Nos comunicamos con ustedes para informarles las actividades que se desarrollarán en Buenos Aires en ocasión de la misión de la Obra de los Santos Ángeles de este año:

 

Del jueves 29 de septiembre al domingo 2 de octubre: retiro cerrado en Luján. Comenzando en la fiesta de los Arcángeles y terminando con la fiesta del Ángel Custodio. Para mayor información, pueden comunicarse con nosotros a través de este medio o hablar con Romina al 156-536-3465 (en caso de no atender dejar mensaje que ella se comunica). Predicado por los padres de la Orden de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz.

 

El miércoles 28 de septiembre a las 18 hs.: Cénaculo de oración grupo Reina del Cielo. Reflexión del P. Cornelio Pfeifer ORC, exposición del Santísimo Sacramento y rezo del Santo Rosario. Parroquia Presentación del Señor, calle Ruiz Huidobro 3565, entre Melián y Roque Pérez, Saavedra

 

El jueves 29 de septiembre: Día de los Arcángeles - celebración de la Santa Misa 19.30 hs. en la Parroquia Inmaculada Concepción, calle Independencia 910 y Tacuarí, Ciudad de Buenos Aires.

 

El lunes 03 de octubre a las 19.30hs: charla en la Parroquia San Pablo Apóstol, Alvarez Thomas 795 Colegiales. Charla sobre "La colaboración del Ángel Custodio en la vida espiritual del hombre"

 

El martes 4 de octubre en la Basílica Nuestra Señora del Pilar a las 20.15 hs.: Charla sobre "La acción del Ángel de la Guarda en nuestro camino hacia Dios". Junín 1904, Recoleta.

El miercoles 05 de octubre a las 18.30hs: Capilla Santo Cristo (al lado de la Abadia de San Benito) Villanueva 933 prédica a cargo del padre Cornelius Pfeifer. Temas: "La colaboracion entre angel y hombre en la vida espiritual" y "Los ángeles en la vida de los santos: San Pio de Pietralcina, Santa Faustina, Santa Hildegarda".  Entrada libre

 

El viernes 7 de octubre 18.15 hs.: charla en la Parroquia Santo Tomás Moro "La acción del Ángel de la Guarda en nuestro camino hacia Dios". Urquiza 1450, Vicente López.

 

El sábado 8 de octubre de 13.30 hs. a 20 hs.: Octavo Congreso Católico sobre los Santos Ángeles, en al Colegio San Pablo (Pacheco de Melo 2300, esq. Larrea). La entrada es libre y la contribución es voluntaria. Para mayor información comunicarse por este medio o al 4737-8882 / 4381-0722. Es tema de este año será"Los Ángeles protectores de la vida". Los temas serán los siguientes:

 

Mons. Dr. Roque Puyelli:

    Introducción: los Ángeles en el mundo de hoy

Dra. Azucena Adelina Fraboschi:

    Las visiones de Santa Hildegarda sobre el mundo angelical

P. Jose Luis Carvajal:

    Los Ángeles en la vida de Santa Faustina

P. Antonio María Cárdenas ORC:

    Los ángeles y la vida humana

P. Cornelius Pfeifer ORC:

    La acción de los ángeles en las etapas de la vida

Exmo. Sr. Obispo Antonio Baseotto:

 19:00hs Santa Misa, presidida por Mons. Baseotto

 

 

Quedando a su disposición por cualquier duda que se pueda presentar,

El Secretariado

Afiche adjunto

 

México

 

Noviembre

03-06: Retiro en León (477) 790 0767

10-13: Retiro en Acapulco (01) 744 486 4522

 

Diciembre

14: Silao: Misa de los enfermos en el Templo de la Divina Misericordia, Lomas de Comanjilla, a partir de 9:30  (477) 790 0767

 

 

Para participar de actividades u ofrecerse a organizarlas (todos los miércoles se celebra una Misa en honor a San José por los bienhechores) escribir a:  

México: oa.mx @opusangelorum.org

Argentina: Obra de los Santos Ángeles [osaargentina @yahoo.com.ar]

Resto: p.cornelius @cruzios.org

 

¡ Ave María puríssima !

 

Gracias por tu apoyo. Recemos unos por otros.

 

Unidos en el Corazón de la Sagrada Familia,

 

El equipo de voluntarios de IESVS.org

 

¿Falta fe a tu alrededor? Difunde estos videos que muestran la existencia de Dios, el alma, Jesús, etc.:

 

http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=MBiXbJmGzc4 (se sugiere apagar el audio por ser irreverente)

 

http://www.youtube.com/watch?v=7JxdzUt7OS0

busque en youtube.com "cuerpos incorruptos"

 

http://www.youtube.com/watch?v=X-OKa0DniDs

busque en youtube.com "Ricardo Castañón" (esto no es un aval a Catalina Rivas)

 

http://www.youtube.com/watch?v=mHIpcNDhWIg

http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=u4PmgfyfyQU

busque en youtube.com "milagros eucarísticos"

 

http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=W1KhlC9DrqE

exorcismo real!

 

http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=Ro2OJeYiZn0

busque en youtube.com "Gloria Polo"

 

Escucha el testimonio impresionante de Marino Restrepo, secuestrado por las FARC y liberado por un Niño:

Testimonio en la web                                                    Bajar a MP3 (click derecho, y guarde como...) 

Véalo en: www.marinorestrepo.com o en www.youtube.com Busque: Marino Restrepo

 

Invitación

 

Míralo y dile:

"Jesús en Ti confío"

"Jesús en Ti confío"

"Jesús en Ti confío"

 

Jesús prometió misericordia a quien rece esto ante esta imagen y prometió obrar milagros por esta imagen, ¡difúndela y llénate de bendiciones!

 

No tengas vergüenza:

Marcos 9, 38          "Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles." Ver también Mt 10,33; Lc 12,9; 2 Tm 2, 12

 

Coloca esta invitación en todos sus emails.

En el email de tu empleador puedes poner algo así: "A continuación,  sigue la firma personalizada de quien le responde: no tiene relación con la empresa."

 

Quienes lo reciban, te lo agradecerán por toda la eternidad =)

 

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