†
JMJ
Pax
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 13-17
En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo:
"Nadie ha subido al cielo, a no ser el que vino de allí, es decir, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de él".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Día 14/09 Exaltación de la Santa Cruz (14 de sep) en Europa
Antífona de Entrada
Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, vida y resurrección; él nos ha salvado y liberado.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los humanos por medio de tu Hijo, muerto en la cruz; concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de la redención.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce quedaba curado
Lectura del libro de los Números 21, 4-9
En aquellos días, el pueblo se impacientó y murmuró contra Dios y contra Moisés diciendo:
"¿Por qué nos sacaste de Egipto para morir en el desierto? No tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de ese pan sin consistencia".
Entonces Dios envió contra el pueblo serpientes venenosas que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés diciendo:
"Hemos pecado murmurando contra el Señor y contra ti; ruega al Señor para que aparte de nosotros las serpientes".
Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:
"Haz una serpiente de bronce y colócala en un estandarte: los mordidos por serpiente quedarán curados al mirarla".
Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un asta; cuando uno era mordido, miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 67
No olvidemos las hazañas del Señor.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, presten oídos a las parábolas de mi boca. Abriré mi boca y les hablaré en parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.
No olvidemos las hazañas del Señor.
Cuando Dios los hacia morir, lo buscaban y madrugaban para volverse hacía él. Se acordaban de que Dios era su auxilio; el Dios altísimo su redentor.
No olvidemos las hazañas del Señor.
Lo adulaban con su boca, le mentían con la lengua; su corazón no era sincero con él ni eran fieles a su alianza.
No olvidemos las hazañas del Señor.
Pero el sentía lástima de ellos, les perdonaba su culpa y nos los destruía. Muchas veces dominó su ira y apago el furor de su cólera.
No olvidemos las hazañas del Señor.
Segunda Lectura
Cristo se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11
Cristo Jesús, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres.
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia acepto incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, el nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Aleluya.
Evangelio
El hijo del hombre tiene que ser levantado
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 13-17
En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo:
"Nadie ha subido al cielo, a no ser el que vino de allí, es decir, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de él".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice "Credo".
Oración de los Fieles
Celebrante:
Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre: él es nuestro único Mediador y Sacerdote, al ofrecer una vez y para siempre su sacrificio en la cruz; para que, ya resucitado, interceda ante el Padre por la Iglesia en la tierra:
A cada petición respondemos: Escúchanos, Padre.
Para que, por el poder de la cruz de Cristo, el Padre conceda a su Iglesia la firmeza en la fe, el valor en la esperanza y la entrega en el amor, oremos al Señor.
Escúchanos, Padre.
Para que, por la eficacia salvífica de la cruz de Cristo, el Señor conceda la paz y la reconciliación entre todos los seres humanos de buena voluntad. Oremos al Señor.
Escúchanos, Padre.
Para que, por la cruz salvadora, el Padre sostenga a los enfermos, dé fortaleza y aliento a los oprimidos y conforte a cuantos comparten la pasión de Cristo. Oremos al Señor.
Escúchanos, Padre.
Para que, por la cruz redentora, el Señor robustezca a cuantos predican el Evangelio en tierras lejanas y en los grupos más alejados de la Iglesia. Oremos al Señor.
Escúchanos, Padre.
Para que, por la fuerza de la cruz del Señor, el Padre otorgue a cuantos con ella hemos sido marcados el Espíritu de fortaleza y de paciencia, de paz y de amor. Oremos al Señor.
Escúchanos, Padre.
Celebrante:
Dios y Padre nuestro, que levantaste sobre todo a tu Hijo, obediente hasta la muerte, y muerte de cruz; escucha la oración de cuantos creemos en él y queremos seguir su camino de entrega, de sacrificio por amor a ti y a nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, que nos limpie de toda culpa este sacrificio, el mismo que, ofrecido en el altar de la cruz, quitó el pecado del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La gloriosa victoria de la Cruz
nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque has puesto la salvación del género humano en el árbol de la Cruz, para que, donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol, fuera en un árbol vencido, por Cristo, Señor nuestro.
Por él,
los ángeles y arcángeles y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría.
Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia m, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Fortalecidos con esta Eucaristía, te pedimos, Señor Jesucristo, que lleves a la gloria de la resurrección a los que has redimido en el madero salvador de la Cruz. Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos.
Amén.
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mie 24a. Ordinario año impar (Id=624)
Antífona de Entrada
Entremos y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro, porque él es nuestro Dios.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, que tu amor incansable cuide y proteja siempre a estos hijos tuyos, que han puesto en tu gracia toda su esperanza.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Realmente es grande el misterio del amor de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo
3, 14-16
Querido hermano: Te escribo estas cosas con la esperanza de ir a verte pronto; pero si tardo en llegar, quiero que sepas desde ahora cómo debes de actuar en la casa del Dios vivo, que es la Iglesia, columna y fundamento de la verdad.
Realmente es grande el misterio del amor de Dios que se nos ha manifestado en Cristo, hecho hombre, santificado por el Espíritu y contemplado por los ángeles. Fue anunciado a todas las naciones, aceptado en el mundo mediante la fe y elevado a la gloria.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 110
Alabemos a Dios de todo corazón.
Quiero alabar a Dios de corazón en las reuniones de los justos. Grandiosas son las obras del Señor, y para todo fiel dignas de estudio.
Alabemos a Dios de todo corazón.
De majestad y gloria hablan sus obras y su justicia dura para siempre. Ha hecho inolvidables sus prodigios. El Señor es piadoso y es clemente.
Alabemos a Dios de todo corazón.
Acordándose siempre de su alianza, él le da de comer al que lo teme. Al darle por herencia a las naciones hizo ver a su pueblo sus poderes.
Alabemos a Dios de todo corazón.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.
Aleluya.
Evangelio
Tocamos la flauta y ustedes no bailaron, cantamos canciones tristes y no lloraron
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas
7, 31-35
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo:
"¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos niños que se sientan a jugar en la plaza y se gritan los unos a los otros:
"Tocamos la flauta y no han bailado; cantamos canciones tristes y no han llorado".
Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y ustedes dijeron:
"Este está endemoniado".
Y viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen:
"Este hombre es un glotón y un bebedor, amigo de publicanos y pecadores".
Pero sólo aquéllos que tienen la sabiduría de Dios son quienes lo reconocen".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios nuestro, tú que nos has dado este pan y este vino para reparar nuestras fuerzas, conviértelos para nosotros en sacramento de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El misterio de nuestra salvación en Cristo
En verdad es justo y necesario,es nuestro deber y salvación, darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria diciendo:
Antífona de la Comunión
Demos gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace por su pueblo; porque da de beber al que tiene sed y les da de comer a los hambrientos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que has querido hacernos participar de un mismo pan y de un mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera unidos en Cristo, que nuestro trabajo sea eficaz para la salvación del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
14 de septiembre
EXALTACIóN DE LA SANTA CRUZ*
Fiesta
— Origen de la fiesta.
— El Señor bendice con la Cruz a quienes más ama.
— Los frutos de la Cruz.
I. Por la Pasión de Nuestro Señor, la Cruz no es un patíbulo de ignominia, sino un trono de gloria. Resplandece la Santa Cruz, por la que el mundo recobra la salvación. ¡Oh Cruz que vences! ¡Cruz que reinas! ¡Cruz que limpias de todo pecado! Aleluia1.
La fiesta que hoy celebramos tiene su origen en Jerusalén en los primeros siglos del Cristianismo. Según un antiguo testimonio2, se comenzó a festejar en el aniversario del día en el que se encontró la Cruz de Nuestro Señor. Su celebración se extendió con gran rapidez por Oriente y poco más tarde a la Cristiandad entera. En Roma tuvo gran solemnidad la procesión que, antes de la Misa, para venerar la Cruz3, se dirigía desde Santa María la Mayor a San Juan de Letrán.
A principios del siglo VII los persas saquearon Jerusalén, destruyeron muchas basílicas y se apoderaron de las sagradas reliquias de la Santa Cruz, que serían recuperadas pocos años más tarde por el emperador Heraclio. Cuenta una piadosa tradición que cuando el emperador, vestido con las insignias de la realeza, quiso llevar personalmente el Santo Madero hasta su primitivo lugar en el Calvario, su peso se fue haciendo más y más insoportable. Zacarías, Obispo de Jerusalén, le hizo ver que para llevar a cuestas la Santa Cruz debería despojarse de las insignias imperiales e imitar la pobreza y la humildad de Cristo, que se había abrazado a ella desprendido de todo. Heraclio vistió entonces unas humildes ropas de peregrino y, descalzo, pudo llevar la Santa Cruz hasta la cima del Gólgota4.
Es posible que desde niños aprendiéramos a hacer el signo de la Cruz en la frente, en los labios y en el corazón, en señal externa de nuestra profesión de fe. En la Liturgia, la Iglesia utiliza el signo de la Cruz en los altares, en el culto, en los edificios sagrados. Es el árbol de riquísimos frutos, arma poderosa, que aleja todos los males y espanta a los enemigos de nuestra salvación: Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, pedimos todos los días al signarnos. La Cruz enseña un Padre de la Iglesia "es el escudo y el trofeo contra el demonio. Es el sello para que no nos alcance el ángel exterminador, como dice la Escritura (cfr. Ex 9, 12). Es el instrumento para levantar a los que yacen, el apoyo de los que se mantienen en pie, el bastón de los débiles, la guía de quienes se extravían, la meta de los que avanzan, la salud del alma y del cuerpo, la que ahuyenta todos los males, la que acoge todos los bienes, la muerte del pecado, la planta de la resurrección, el árbol de la vida eterna"5. El Señor ha puesto la salvación del género humano en el árbol de la Cruz, para que donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la Vida, y el que venció en un árbol, fuera en un árbol vencido6.
La Cruz se presenta en nuestra vida de muy diferentes maneras: enfermedad, pobreza, cansancio, dolor, desprecio, soledad... Hoy podemos examinar en nuestra oración nuestra disposición habitual ante esa Cruz que se muestra a veces difícil y dura, pero que, si la llevamos con amor, se convierte en fuente de purificación y de Vida, y también de alegría. ¿Nos quejamos con frecuencia ante las contrariedades? ¿Damos gracias a Dios también por el fracaso, el dolor y la contradicción? ¿Nos acercan a Dios estas realidades, o nos separan de Él?
II. La Primera lectura de la Misa7 nos narra cómo el Señor castigó al Pueblo elegido por murmurar contra Moisés y contra Yahvé, al experimentar las dificultades del desierto, enviándole serpientes que causaron estragos entre los israelitas. Cuando se arrepintieron, el Señor dijo a Moisés: Haz una serpiente de bronce y ponla por señal; el herido que la mirare, vivirá. Hizo, pues, Moisés una serpiente de bronce y la puso por señal, y los heridos que la miraban eran sanados. La serpiente de bronce era signo de Cristo en la Cruz, en quien obtienen la salvación los que lo miran. Así lo expresa Jesús en su conversación con Nicodemo, recogida en el Evangelio: Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna en él8. Desde entonces, el camino de la santidad pasa por la Cruz, y cobra sentido algo tan falto de él como es la enfermedad, el dolor, la pobreza, el fracaso..., la mortificación voluntaria. Es más, Dios bendice con la Cruz cuando quiere otorgar grandes bienes a un hijo suyo, al que trata entonces con particular predilección.
Muchas gentes huyen de la Cruz de Cristo como en desbandada, y se alejan de la alegría verdadera, de la eficacia sobrenatural que llena el corazón, de la misma santidad; huyen de Cristo. Llevémosla nosotros sin rebeldía, sin quejas, con amor. "¿Estás sufriendo una gran tribulación? -¿Tienes contradicciones? Di, muy despacio, como paladeándola, esta oración recia y viril:
""Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. Amén. Amén".
"Yo te aseguro que alcanzarás la paz"9.
III. Cruz fiel, tú eres el árbol más noble de todos; ningún otro se te puede comparar en hojas, en flor, en fruto10.
El amor a la Cruz produce abundantes frutos en el alma. En primer lugar, nos lleva a descubrir enseguida a Jesús, que nos sale al encuentro y toma lo más pesado de la contradicción y lo carga sobre sus hombros. Nuestro dolor, asociado al del Maestro, deja de ser el mal que entristece y arruina, y se convierte en medio de unión con Dios. "Si sufres, sumerge tu dolor en el suyo: di tu Misa. Pero si el mundo no comprende estas cosas, no te turbes; basta con que te comprendan Jesús, María, los santos. Vive con ellos y deja que corra tu sangre en beneficio de la humanidad: ¡como Él!"11.
La Cruz de cada día es una gran oportunidad de purificación, de desprendimiento y de aumento de gloria12. San Pablo enseñaba con frecuencia a los cristianos que las tribulaciones son siempre breves y llevaderas, y el premio de esos sufrimientos llevados por Cristo es inmenso y eterno. Por eso el Apóstol se gozaba en sus tribulaciones, se gloriaba de ellas y se consideraba dichoso de poder unirlas a las de Cristo Jesús y completar así su Pasión para bien de la Iglesia y de las almas13. El único dolor verdadero es alejarnos de Cristo. Los demás padecimientos son pasajeros y se tornan gozo y paz: "¿No es verdad que en cuanto dejas de tener miedo a la Cruz, a eso que la gente llama cruz, cuando pones tu voluntad en aceptar la Voluntad divina, eres feliz, y se pasan todas las preocupaciones, los sufrimientos físicos o morales?
"Es verdaderamente suave y amable la Cruz de Jesús. Ahí no cuentan las penas; solo la alegría de saberse corredentores con Él"14.
El trato y la amistad con el Maestro nos enseñan, por otra parte, a ver y a llevar con una disposición joven, decidida, alejada de la tristeza y de la queja, las dificultades que se presentan. Las veremos, igual que han hecho los santos, como un estímulo, un obstáculo que es preciso saltar en esta carrera que es la vida. Este espíritu alegre y optimista, incluso en los momentos difíciles, no es fruto del temperamento ni de la edad: nace de una profunda vida interior, de la conciencia siempre presente de nuestra filiación divina. Esta disposición serena, optimista, creará en toda circunstancia un buen ambiente a nuestro alrededor en la familia, en el trabajo, con los amigos... y será un gran medio para acercar a otros al Señor.
Terminamos nuestra oración junto a Nuestra Señora. ""Cor Mariae perdolentis, miserere nobis!" invoca al Corazón de Santa María, con ánimo y decisión de unirte a su dolor, en reparación por tus pecados y por los de los hombres de todos los tiempos.
"Y pídele para cada alma que ese dolor suyo aumente en nosotros la aversión al pecado, y que sepamos amar, como expiación, las contrariedades físicas o morales de cada jornada"15.
1 Liturgia de las Horas, Antífona de Laudes. — 2 Cfr. Egeria, Itinerario, ed. preparada por A. Arce, BAC, Madrid 1980, pp. 318-319. — 3 Cfr. A. G. Martimort, La Iglesia en oración, Herder, 3.ª ed., Barcelona 1987, pp. 989-990. — 4 Cfr. P. Croisset, Año cristiano, Madrid 1846, vol. 7, pp. 120-121. — 5 San Juan Damasceno, De fide ortodoxa, IV, 11. — 6 Prefacio de la Misa. — 7 Num 21, 4-9. — 8 Jn 3, 14-15. — 9 San Josemaría Escrivá, Camino n. 691. — 10 Himno Crux fidelis. — 11 Ch. Lubich, Meditaciones, Ciudad Nueva, Madrid 1989, p. 32. — 12 Cfr. A. Tanquerey, La divinación del sufrimiento, Rialp, Madrid 1955, p. 18. — 13 Cfr. Rom 7, 18; Gal 2, 19-20; 6, 14; etc. — 14 San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, Rialp, 2.ª ed., Madrid 1981, II. — 15 ídem, Surco, n. 258.
* La devoción y el culto a la Santa Cruz, donde Cristo dio su vida por nosotros, se remonta a los mismos comienzos del Cristianismo. En la Liturgia se tiene constancia desde el siglo iv. La Iglesia conmemora hoy el rescate de la Cruz del Señor por obra del emperador Heraclio en su victoria sobre los persas. En los textos de la Misa y de la Liturgia de las Horas la Iglesia canta con entusiasmo a la Santa Cruz, pues fue el instrumento de nuestra salvación; si el árbol a cuya sombra pecaron de desobediencia nuestros primeros padres fue causa de perdición, el Árbol de la Cruz es el origen de nuestra salvación eterna.
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24ª semana. Miércoles
HACER EL BIEN CON LA PALABRA
— La palabra es un gran don de Dios y no debe emplearse para el mal.
— Imitar a Cristo en su conversación amable con todos. Nuestra palabra ha de enriquecer, alentar, consolar...
— Pasar por la vida haciendo el bien con la conversación. No hablar nunca mal de nadie.
I. Con alusión a alguna canción popular o a un juego de los niños hebreos de entonces, Jesús reprocha a quienes interpretan torcidamente sus enseñanzas la sinrazón de sus excusas. Son semejantes a los niños sentados en la plaza que se gritan unos a otros aquello que dice: Hemos hecho sonar la flauta y no habéis danzado, hemos cantado lamentaciones y no habéis llorado. Y nos transmite a continuación el Señor lo que comentaban algunos del Bautista y de Él mismo: Porque llegó Juan, que no comía pan ni bebía vino, y decís: Tiene demonio. Llegó el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre comilón y bebedor, amigo de publicanos y de pecadores1. El ayuno de Juan es interpretado como obra del demonio; a Jesús, en cambio, le llaman glotón. San Lucas no tiene reparo alguno en referir las acusaciones que se dijeron contra el Maestro2.
Lógicamente, la Sabiduría divina se manifiesta de manera distinta en Juan y en Jesús. Juan prepara el conocimiento del misterio divino mediante la penitencia; Jesús, perfecto Dios y perfecto hombre, es portador de la salvación, de la alegría y de la paz. "Por uno u otro camino –comenta San Juan Crisóstomo– teníais que haber venido a parar en el Reino de los cielos"3. El Señor termina así este breve pasaje del Evangelio, que leemos en la Misa de hoy: Y la sabiduría ha sido manifestada por todos sus hijos. Pero muchos fariseos y doctores de la Ley no supieron descubrir esa sabiduría que llega hasta ellos. En vez de cantar la gloria de Dios que tienen delante, emplean sus palabras en la maledicencia, tergiversando lo que ven y oyen. Sus ojos no ven las maravillas que se realizan en su presencia, y su corazón está cerrado ante el bien. ¡Qué distintas eran aquellas otras gentes, a las que en tantas ocasiones el Señor tenía que imponer silencio porque todavía no había llegado la hora de su manifestación pública! Y cuando esta llega, próxima ya la Pasión, toda la multitud de los que bajaban, llena de alegría, comenzó a alabar a Dios en alta voz por todos los prodigios que habían visto, diciendo: ¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el Cielo y gloria en las alturas!4. Algunos fariseos pidieron a Jesús que les hiciera callar, pero Él les respondió: Os digo que si estos callan gritarán las piedras.
La palabra es un gran don de Dios que nos ha de servir para cantar sus alabanzas y para hacer siempre el bien con ella, nunca el mal. "Acostúmbrate a hablar cordialmente de todo y de todos; en particular, de cuantos trabajan en el servicio de Dios.
"Y cuando no sea posible, ¡calla!: también los comentarios bruscos o desenfadados pueden rayar en la murmuración o en la difamación"5.
II. A Jesús le gustaba conversar con sus discípulos. San Juan nos dejó constancia en su Evangelio de sus confidencias de la Última Cena. "Conversaba mientras se encaminaba a otra ciudad –¡aquellas largas caminatas del Señor!–, mientras paseaba bajo los pórticos del Templo. Conversaba en las casas, con las personas que estaban a su alrededor, como María, sentada a sus pies, o como Juan, que tenía reclinada su cabeza sobre el pecho de Jesús"6. Nunca rehusó el diálogo con quienes se le acercaban en las situaciones de cultura, de tiempo... más diversas: Nicodemo, la mujer samaritana que había ido a buscar agua al pozo del pueblo, un ladrón cuando su dolor es más grande... Con todos se entendía Jesús y todos salían confortados con sus palabras. Y en esto también hemos de imitar al Maestro. A veces tendremos que vencer la tendencia a permanecer callados, o la inclinación a hablar con poca medida. Y siempre será una ocasión de vencer el egoísmo de estar en nuestras cosas para ocuparnos de lo que preocupa a los demás.
La palabra, regalo de Dios al hombre, nos ha de servir para hacer el bien: para consolar al que sufre, al que por cualquier circunstancia está pasando una mala temporada; para enseñar al que no sabe; para corregir amablemente al que yerra; para fortalecer al débil, teniendo en cuenta que –como dice la Sagrada Escritura– la lengua del sabio cura las heridas7; para levantar amablemente a quien ha caído, como Jesús hace constantemente. A muchos, que andan perdidos en la vida, les enseñaremos el camino. "Me acuerdo una vez –relata un buen escritor– que en el Pirineo, a mediodía, avanzábamos perdidos por las altas soledades (...). De pronto, envuelto en el gritar del viento oímos un son de esquilas; y nuestros ojos azorados, poco hechos a aquellas grandezas, tardaron mucho en descubrir una yeguada que abajo, en una rara verdor, pacía. Hacia allí nos encaminamos esperanzados (...). Pedimos camino al hombre, que era como de piedra; y él, volviendo los ojos en su rostro extático, alzó lentamente el brazo señalando vagamente un atajo, y movió los labios. En la atronadora marejada del viento, que ahogaba toda voz, solo dos palabras sobrenadaban que el pastor repetía con terquedad: "Aquella canal...", estas eran sus palabras, y señalaba vagamente allá, hacia la altura. ¡Cuán bellas eran las dos palabras gravemente dichas contra el viento! (...). La canal era el camino, la canal por donde bajaban las aguas de las nieves derretidas. Y no era cualquiera, sino aquella canal que el hombre conocía bien entre todas por su fisonomía especial y propia que para él tenía; era aquella canal. ¿Lo veis? Para mí esto es hablar"8: enriquecer, orientar, animar, alegrar, consolar, hacer amable el camino... "Descubro también que mi persona se enriquece por medio de la conversación. Porque poseer sólidas convicciones es hermoso; pero más hermoso todavía es poderlas comunicar y verlas compartidas y apreciadas por otros"9.
Muchas de las personas que nos rodean andan perdidas en su pesimismo, en la ignorancia, en la falta de sentido de lo que hacen... Nuestras palabras, siempre alentadoras, han de indicar a muchos los caminos que llevan a la alegría, a la paz, a descubrir la propia vocación... "Aquella canal", por aquel camino se encuentra a Dios. Y muchos encontrarán a Cristo en esas confidencias normales llenas de sentido positivo, que se dan en medio de la vida corriente de todos los días.
III. La palabra "es uno de los dones más preciosos que el hombre ha recibido de Dios, regalo bellísimo para manifestar altos pensamientos de amor y de amistad con el Señor y con sus criaturas"10, y no podemos utilizarla de modo frívolo, vacío o inconsiderado, como ocurre en la locuacidad, y menos aun para faltar con ella a la verdad o a la caridad, pues la lengua –como afirma el Apóstol Santiago– se puede convertir en un mundo de iniquidad11, haciendo mucho daño a nuestro alrededor: discusiones estériles, burlas, ironías, maledicencia, calumnias... ¡Cuánto amor roto, cuánta amistad perdida, porque no se supo callar a tiempo!
¡Qué alta consideración tenía Jesús de la palabra y de la conversación!: Yo os digo que de cualquier palabra ociosa que hablen los hombres han de dar cuenta en el día del juicio12. Palabra ociosa es aquella que no aprovecha ni al que la dice ni al que la escucha, y proviene de un interior vacío y empobrecido. Esa manera descontrolada de hablar, esos modos difícilmente compatibles con una persona que busca la presencia de Dios allí donde se encuentre, suelen ser síntoma de tibieza, de falta de contenido interior. El hombre de bien, de su buen fondo saca cosas buenas; y el hombre malo, de su mal fondo saca cosas malas13.
De esas conversaciones, en las que se pudo hacer el bien y no se hizo, pedirá cuenta el Señor. "Después de ver en qué se emplean, ¡íntegras!, muchas vidas (lengua, lengua, lengua con todas sus consecuencias), me parece más necesario y más amable el silencio. -Y entiendo muy bien que pidas cuenta, Señor, de la palabra ociosa"14. De la conversación vana y superficial a la murmuración, al chisme, al enredo, a la susurración o a la calumnia suele haber un camino muy corto. Es difícil controlar la lengua si no hay presencia de Dios. De nosotros, de cada cristiano que quiere seguir a Cristo, se tendría que decir que en ninguna circunstancia nos oyeron hablar mal de nadie. Por el contrario, de cada uno se debería poder afirmar que pasó por la vida, como Cristo, haciendo el bien15. También con la palabra, con una conversación sencilla llena de interés por los demás. Aun el mismo saludo ha de llevar el bien a quienes nos encontramos cada día: es como decirles: ¡qué alegría haberte encontrado en mi camino!
1 Lc 7, 31-35. — 2 Cfr. Sagrada Biblia, Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983, nota a Mt 11, 16-19. — 3 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 37, 4. — 4 Lc 19, 37-38. — 5 San Josemaría Escrivá, Surco, Rialp, 3ª ed., Madrid 1986, n. 902. — 6 A. Luciani, Ilustrísimos señores, BAC, 2ª ed., Madrid 1978, p, 266. — 7 Cfr. Prov 12, 18. — 8 J. Maragall, Elogio de la palabra, Salvat, Madrid 1970, p. 24. — 9 A. Luciani, o. c., p, 206.— 10 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 298. — 11 Sant 3, 6. — 12 Mt 12, 36. — 13 Mt 12, 35. — 14 San Josemaría Escrivá, Camino, Rialp, 30ª ed., Madrid 1976, n. 447. — 15 Hech 10, 38.
Si desea adquirir los libros: http://www.palabra.es/buscar.asp?buscar=Hablar+con+Dios&tc=8501
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
La Exaltación de
la Santa Cruz
14 de Septiembre
La fiesta del Triunfo de la Santa Cruz se hace en recuerdo de la recuperación de la Santa Cruz obtenida en el año 614 por el emperador Heraclio, quien la logró rescatar de los Persas que se la habían robado de Jerusalén.
Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos ornamentos reales, y de pronto se dió cuenta de que no era capaz de avanzar. Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: "Es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles".
Entonces el emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión.
La Santa Cruz (para evitar nuevos robos) fue partida en varios pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, un tercero se dejó en un hermoso cofre de plata en Jerusalén. Otro se partió en pequeñísimas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero, que se llamaron "Veracruz"(verdadera cruz).
Nosotros recordamos con mucho cariño y veneración la Santa Cruz porque en ella murió nuestro Redentor Jesucristo, y con las cinco heridas que allí padeció pagó Cristo nuestras inmensas deudas con Dios y nos consiguió la salvación.
A San Antonio Abad (año 300, fiesta el 17 de enero) le sucedió que el demonio lo atacaba con terribilísimas tentaciones y cuentan que un día, angustiado por tantos ataques, se le ocurrió hacerse la señal de la Cruz, y el demonio se alejó. En adelante cada vez que le llegaban los ataques diabólicos, el santo hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Y dicen que entonces empezó la costumbre de hacer la señal de la cruz para librarse de males.
De una gran santa se narra que empezaron a llegarle espantosas tentaciones de tristeza. Por todo se disgustaba. Consultó con su director espiritual y este le dijo: "Si Usted no está enferma del cuerpo, ésta tristeza es una tentación del demonio". Le recomendó la frase del libro del Eclesiástico en la S. Biblia: "La tristeza no produce ningún fruto bueno". Y le aconsejó: "Cada vez que le llegue la tristeza, haga muy devotamente la señal de la cruz". La santa empezó a notar que con la señal de la cruz se le alejaba el espíritu de tristeza.
Cuando Nuestra Señora se le apareció por primera vez a Santa Bernardita en Lourdes (Año 1859), la niña al ver a la Virgen quiso hacerse la señal de la cruz. Pero cuando llegó con los dedos frente a la cara, se le quedó paralizada la mano. La Virgen entonces hizo Ella la señal de la cruz muy despacio desde la frente hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo hasta el derecho. Y tan pronto como la Madre de Dios terminó de hacerse la señal de la cruz, a la niña se le soltó la mano y ya pudo hacerla ella también. Y con esto entendió que Nuestra Señora le había querido dar una lección: que es necesario santiguarnos más despacio y con más devoción.
Mire a la gente cuando pasa por frente a una iglesia. ¿Cómo le parece esa cruz que se hacen? ¿No es cierto que más parece un garabato que una señal de la Cruz? ¿Cómo la haremos de hoy en adelante?
Como recuerdo de esta fecha de la exaltación de la Santa Cruz, quiero hacer con más devoción y más despacio mi señal de la Cruz.
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Fuente: Carmelnet.org
Alberto de Jerusalén, Santo Obispo, 14 de septiembre
Obispo Martirologio Romano: En Tolemaida (San Juan de Acre), cerca de la actual Haifa, en Palestina, san Alberto (de Castro Gualteri), obispo, que, trasladado de la Iglesia de Vercelli a la de Jerusalén, dio una Regla a los eremitas del monte Carmelo y, mientras celebraba la fiesta de la Santa Cruz, fue asesinado por la espada de un malvado, a quien había reprendido (1215). |
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Pedro de Tarantasia, Santo Obispo 14 de septiembre
Obispo de TarantasiaMartirologio Romano: En el monasterio de Bellevaux, en la región de Besançon, en Francia, tránsito de san Pedro, obispo, que, siendo abad cisterciense, fue promovido a la sede de Tarantasia, rigiéndola con fervorosa diligencia y esforzado fomento de la concordia entre los pueblos (1174). Nació en Saboya, en el Bourg de Saint Maurice, cerca de Vienne. Fue hijo de labradores y también debería ser labrador en el futuro, ya que el primogénito Lamberto se dedicaría a los estudios, pero su inteligencia desde pequeño hizo que también ocupara los duros bancos del cultivo intelectual y se enfrentara con los pergaminos para leer latín y griego, adquirir las nociones de filosofía y familiarizarse con los escritos de los Padres antiguos, la Sagrada Escritura y los cánones de la Iglesia. |
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Materno Santo Obispo, 14 de septiembre
ObispoMartirologio Romano: En Colonia Agripina, de Germania, san Materno, obispo, que convirtió a la fe de Cristo a gentes de Tongres, Colonia y Tréveris (post 314). En la vida de este santo confluyen la leyenda con los datos históricos reales.
HISTORIA REAL |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Gabriel Taurino Dufresse, Santo Obispo y Mártir, 14 de septiembre
Obispo y MártirMartirologio Romano: En la ciudad de Chengtu, de la provincia de Sichuan, en China, san Gabriel Taurino Dufresse, obispo y mártir, degollado cruelmente después de una plena dedicación a la actividad ministerial durante cuarenta años (1815). Después de las dificultades encontradas por los jesuitas en China en los siglos XVII y XVIII, se abre una nueva fase en el siglo XIX. Sacerdotes de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París, mártires en China, Vietnam y en Corea durante ese siglo, fueron beatificados en 1900 y en 1909. Desde el siglo XVII, la Sociedad de Misiones Extranjeras de París ha enviado a Asia más de 4500 sacerdotes. |
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Fuente: Enciclopedia Católica
Notburga, Santa Laica Virgen, 14 de septiembre
Patrona de los sirvientes y campesinosMartirologio Romano: En la localidad de Eben, en el Tirol, santa Notburga, virgen, cuya dedicación a las labores domésticas y al servicio de Cristo en los pobres fue ejemplo de santidad para sus compatriotas (1313). Nació en 1265 en Rattenberg, y murió el 16 de septiembre del año de 1313. Ella fue una cocinera en la familia del Conde Henry de Rothenburg, y acostumbraba dar comida a los pobres. Pero Ottilia, su ama, le ordenó que alimentara a los cerdos con cualquier remanente de alimento que quedara. La santa por lo tanto, llegó a resguardar algo de su propio alimento, especialmente los días viernes, para darlo a los pobres. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: www.iesvs.org
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