J†A
  JMJ
  Pax
  †   Lectura del santo Evangelio según san Juan (8,   31-42)
  Gloria a ti, Señor.
  En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en   él:
  "Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos discípulos   míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres".
  Ellos replicaron:
  "Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie.   ¿Cómo dices tú:
  'Serán libres'?"
  Jesús les contestó: 
  "Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo y el esclavo no   se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo   les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin   embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que   he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su   padre".
  Ellos le respondieron: 
  "Nuestro padre es Abraham". 
  Jesús les dijo:
  "Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero   tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo   hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre".
  Le respondieron:
  "Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que   a Dios".
  Jesús les dijo entonces: 
  "Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y   vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por   él".
  Palabra del Señor.
  Gloria a ti, Señor Jesús.
  Suplicamos tu   oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus   oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te   salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre   todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre   de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.   Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa! 
  Aclaración:   una relación muere sin comunicación   y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras   de vida eterna"   (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no   basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite   ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han   sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
  Por leer la Palabra, no se debe   dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse   el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al   Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y   nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias   por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en   CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
  Nota: es una película protestante, por eso   falta LA MADRE.
  El Misterio de la Misa en 2 minutos:   https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
  El que no valora una obra de arte es   porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
  Lo que no ven tus ojos (2 minutos):   http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
  El Gran Milagro (película completa):   http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
  Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
    San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto   de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc 
  Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
  Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo,   tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc   14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y   no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros"   (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre   dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si   comulgamos   en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y   renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero   (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios,   que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos   auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es   ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la   Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo,   pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama   realmente?
  Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el   primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las   fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos   pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana:   0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses"   son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren   baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué   no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que   todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa   grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10;   Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
  Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir   "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir   "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad",   "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la   tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la   Misa?
  Estamos en el mundo para ser felices para siempre,   santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la   Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el   representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes   de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el   Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm   14,23). ¿Otros pecados mortales? no   confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al   menos en tiempo pascual (920),   abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),   promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación   artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual   fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,   borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de   venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver   más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
  Si no ponemos los medios para confesamos lo antes   posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al   infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22;   10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.).   Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves,   si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa   (Jn 15,22).
   
    
  † Misal
   
  Bendito seas, Señor, para siempre
  Feria de la 5a. semana de Cuaresma
  Señor, haz que seamos fieles a tu   palabra
  Antífona de Entrada
  Tú me libras, Señor, de la ira de mis enemigos, me haces triunfar   sobre mis adversarios y me salvas del hombre malvado.
  Oración Colecta
  Oremos:
  Ilumina, Señor, el corazón de tus hijos, purificado por las   penitencias cuaresmales y concédenos manifestar en nuestra vida el deseo de   servirte que nos has inspirado.
  Por nuestro Señor Jesucristo...
  Amén.
   
  Primera Lectura
  Lectura   del libro del profeta Daniel (3,   14-20. 49-50. 91-92. 95)
  En aquellos días dijo el rey Nabucodonosor:
  "¿Es cierto, Sedrak, Mesak y Abednegó, que no quieren servir a mis   dioses, ni adorar la estatua de oro que he mandado levantar? Pues bien, si no es   cierto, estén dispuestos para que, al oír sonar el cuerno, la flauta, la cítara,   el salterio, la chirimía y toda clase de instrumentos, se postren y adoren la   estatua que he mandado hacer. Pero si no la adoran, serán arrojados   inmediatamente a un horno encendido. ¿Y qué dios podrá librarlos entonces de mis   manos?"
  Pero Sedrak, Mesak y Abednegó contestaron al rey Nabucodonosor:   "No es necesario responder a tu pregunta, pues el Dios a quien servimos puede   librarnos del horno encendido y nos librará de tus manos; y aunque no lo   hiciera, sábete que de ningún modo serviremos a tus dioses, ni adoraremos la   estatua de oro,que has mandado levantar".
  Entonces Nabucodonosor se enfureció y la expresión de su rostro   cambió para Sedrak, Mesak y Abednegó. Mandó encender el horno y aumentar la   fuerza del fuego siete veces más de lo acostumbrado. Después ordenó que algunos   de los hombres más fuertes de su ejército ataran a Sedrak, Mesak y Abednegó y   los arrojaran al
  horno encendido.
  Pero el ángel del Señor bajó del cielo, se puso junto a ellos,   apartó las llamas y produjo en el horno un frescor como de brisa y de rocío, y   el fuego no los atormentó, ni los hirió, ni siquiera los tocó. El rey   Nabucodonosor, estupefacto, se levantó precipitadamente y dijo a sus consejeros:   "¿Acaso no estaban atados los tres hombres que arrojamos al horno?" Ellos   contestaron: "Sí, señor". El rey replicó: "¿Por qué, entonces, estoy viendo   cuatro hombres sueltos, que se pasean entre las llamas, sin quemarse? Y el   cuarto, parece un ángel".
  Nabucodonosor los hizo salir del horno y exclamó: "Bendito sea el   Dios de Sedrak, Mesak y Abednegó, que ha enviado a su ángel para librar a sus   siervos, que confiando en él, desobedecieron la orden del rey y expusieron su   vida, antes que servir y adorar a un dios extraño".
  Palabra de Dios.
  Te alabamos, Señor.
   
  Salmo   Responsorial Daniel   3
  Bendito seas, Señor, para siempre.
  Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu   nombre santo y glorioso.
  Bendito seas, Señor, para siempre.
  Bendito seas en tu templo santo y glorioso. Bendito seas en el   trono de tu reino.
  Bendito seas, Señor, para siempre.
  Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los abismos y   te sientas en un trono rodeado de querubines.Bendito seas, Señor, en la bóveda   del cielo.
  Bendito seas, Señor, para siempre.
   
  Aclamación antes del Evangelio
  Honor   y gloria a ti,   Señor   Jesús.
  Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno   y sincero, y
  perseveran hasta dar fruto.
  Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
   
  Evangelio
  †   Lectura del santo Evangelio según san Juan (8,   31-42)
  Gloria a ti, Señor.
  En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en   él:
  "Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos discípulos   míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres".
  Ellos replicaron:
  "Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie.   ¿Cómo dices tú:
  'Serán libres'?"
  Jesús les contestó: 
  "Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo y el esclavo no   se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo   les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin   embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que   he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su   padre".
  Ellos le respondieron: 
  "Nuestro padre es Abraham". 
  Jesús les dijo:
  "Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero   tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo   hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre".
  Le respondieron:
  "Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que   a Dios".
  Jesús les dijo entonces: 
  "Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y   vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por   él".
  Palabra del Señor.
  Gloria a ti, Señor Jesús.
   
  Oración sobre las Ofrendas
  Acepta, Señor, estos dones que tú has querido que te ofrezcamos   para alabanza tuya y salvación nuestra.
  Por Jesucristo, nuestro Señor.
  Amén.
  Prefacio de la pasión del Señor I
  La fuerza de la cruz
  El Señor esté con ustedes.
  Y con tu espíritu.
  Levantemos el corazón.
  Lo tenemos levantado hacia el Señor.
  Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
  Es justo y necesario.
  En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte   gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y   eterno.
  Porque en la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una   nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner de   manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado y el   juicio que del mundo has hecho.
  Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los   ángeles y los santos diciendo:
  Santo, Santo, Santo...
   
  Antífona de la Comunión
  Dios nos ha hecho entrar al Reino de su Hijo amado, por cuya   sangre recibimos la redención y el perdón de los pecados.
  Oración después de la Comunión
  Oremos:
  Concédenos, Señor, que este sacramento que hemos recibido, nos   purifique de todos nuestros vicios y nos confirme para siempre en tu   amistad.
  Por Jesucristo, nuestro Señor.
  Amén.
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  †   Meditación diaria
  Cuaresma. 5ª semana. Miércoles
  CORREDIMIR CON CRISTO
  — Jesucristo nos redimió y liberó del pecado, raíz de todos los   males. Valor de corredención del dolor sufrido por amor a   Cristo.
  — Jesucristo ha venido a traernos la salvación. Todos los demás   bienes han de ordenarse a la vida eterna.
  — A cada hombre se le aplican los méritos que Cristo nos alcanzó   en la Cruz. Necesidad de corresponder. La Redención se actualiza de modo   singular en la Santa Misa. Corredentores con Cristo.
  I. Nos ha trasladado Dios al reino de su Hijo querido, por cuya   Sangre hemos recibido la redención, el perdón de los   pecados1.
  Redimir significa liberar por medio de un rescate. Redimir a un   cautivo era pagar un rescate por él, para devolverle la libertad. Os   aseguro –son palabras de Jesucristo, en el Evangelio de la Misa de hoy–   que quien comete pecado es esclavo del pecado2. Nosotros,   después del pecado original, estábamos como en una cárcel, éramos esclavos del   pecado y del demonio, y no podíamos alcanzar el Cielo. Jesucristo, perfecto Dios   y perfecto Hombre, pagó el rescate con su Sangre, derramada en la Cruz.   Satisfizo sobreabundantemente la deuda contraída por Adán al cometer el pecado   original y la de todos los pecados personales cometidos por los hombres y que se   habrían de cometer hasta el fin de los tiempos. Es nuestro Redentor y su obra se   llama Redención y Liberación, pues verdaderamente Él nos ha ganado   la libertad de hijos de Dios3.
  Jesucristo nos liberó del pecado, y así sanó la raíz de todos los   males; de esa forma hizo posible la liberación integral del hombre. Ahora cobran   su sentido pleno las palabras del Salmo que hoy reza la Iglesia en la liturgia   de las Horas: "Dominus illuminatio mea et salus mea, quem timebo?, el   Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? (...) Si un ejército acampa   contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento   tranquilo"4. Si no se hubiera curado el mal en su raíz, que es el   pecado, el hombre jamás habría podido ser verdaderamente libre y sentirse fuerte   ante el mal. Jesús mismo quiso padecer voluntariamente el dolor y vivir pobre   para mostrarnos que el mal físico y la carencia de bienes materiales no son   verdaderos males. Solo existe un mal verdadero, que hemos de temer y rechazar   con la gracia de Dios: el pecado5; esa es la esclavitud más honda, es   la única desgracia para toda la humanidad y para cada hombre en   concreto.
  Los demás males que aquejan al hombre solo es posible vencerlos   –parcialmente en esta vida y totalmente en la otra– a partir de la liberación   del pecado. Más aún, los males físicos –el dolor, la enfermedad, el cansancio–,   si se llevan por Cristo, se convierten en verdaderos tesoros para el hombre.   Esta es la mayor revolución obrada por Cristo, que solo se puede entender en la   oración, con la luz que da la fe. "Yo te voy a decir cuáles son los tesoros del   hombre en la tierra para que no los desperdicies; hambre, sed, calor, frío,   dolor, deshonra, pobreza, soledad, traición, calumnia,   cárcel..."6.
  Por eso hoy podemos examinar si de verdad consideramos el dolor,   físico o moral, como un tesoro que nos une a Cristo. ¿Hemos aprendido a   santificarlo o, por el contrario, nos quejamos? ¿Sabemos ofrecer a Dios con   prontitud y serenidad las pequeñas mortificaciones previstas y las que surjan a   lo largo del día?
  II. La liturgia de las Horas hoy proclama: Vultum tuum, Domine,   requiram: Tu rostro buscaré, Señor7. La contemplación de Dios   saciará nuestras ansias de felicidad. Y esto tendrá lugar al despertar, porque   la vida es como un sueño... Así la compara muchas veces San   Pablo8.
  Mi   reino no es de este mundo,   había dicho el Señor. Por esto, cuando declaró: Yo he venido para que tengan   vida y la tengan en abundancia9, no se refería a una vida terrena   cómoda y sin dificultades, sino a la vida eterna, que se incoa ya en esta. Vino   a liberarnos principalmente de lo que nos impide alcanzar la felicidad   definitiva: del pecado, único mal absoluto, y de la condenación a la que el   pecado conduce. Si el Hijo os hace libres seréis realmente libres, nos   dice el Señor en el Evangelio de hoy10. Nos dio también así la   posibilidad de vencer las otras consecuencias del pecado: la opresión, las   injusticias, las diferencias económicas desorbitadas, la envidia, el odio..., o   padecerlas por Dios con alegría cuando no se pueden evitar.
  Es de tal valor la vida que Cristo nos ha ganado que todos los   bienes terrenos deben estarle subordinados. De ninguna manera quiere decir esto   que los cristianos debamos quedar pasivos ante el dolor y la injusticia; por el   contrario, toca a cada uno, manteniendo esa subordinación de todos los demás   bienes al bien absoluto del hombre, asumir el compromiso, nacido de la caridad y   en ocasiones de la justicia, de hacer un mundo más humano y más justo,   comenzando por la empresa en que trabajamos, en el barrio de la gran ciudad o en   el pueblo en el que nos encontramos.
  El precio que Cristo pagó por nuestro rescate fue su propia vida.   Así nos mostró la gravedad del pecado, y cuánto vale nuestra salvación eterna y   los medios para alcanzarla. San Pablo también nos recuerda: Habéis sido   comprados a gran precio; y a continuación añade, como consecuencia:   glorificad a Dios y llevadle en vuestro cuerpo11. Pero sobre   todo, quiso el Señor llegar tan lejos para demostrarnos su amor, pues nadie   tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos12,   porque la vida es lo más que puede dar el hombre. Esto hizo Cristo por nosotros.   No se conformó con hacerse uno de nosotros, sino que quiso dar su vida como   rescate para salvarnos. Nos amó y se entregó a sí mismo por   nosotros13. "Nos ha trasladado Dios al reino de su Hijo querido, por   cuya Sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados"14.   Cualquier hombre puede decir: El Hijo de Dios me amó y se entregó por   mí15.
  ¿Cómo aprecio la vida de la gracia que me consiguió Cristo en el   Calvario?, nos podemos preguntar hoy cada uno de nosotros. ¿Pongo los medios   para aumentarla: sacramentos, oración, buenas obras? ¿Evito las ocasiones de   pecar, manteniendo una lucha decidida contra la sensualidad, la soberbia, la   pereza...? Os aseguro que quien comete pecado, es esclavo del   pecado...
  III. El aparente "fracaso" de Cristo en la Cruz se vuelve   redención gozosa para todos los hombres, cuando estos quieren. Nosotros estamos   ahora recibiendo copiosamente los frutos de aquel amor de Jesús en la Cruz. "En   la misma historia humana que es el escenario del mal, se va tejiendo la obra de   la salvación eterna"16, en medio de nuestros olvidos y negaciones, y   de nuestra correspondencia llena de amor.
  La Cuaresma es un buen momento para recordar que la Redención se   sigue haciendo día a día y para detenernos a considerar los momentos en que se   hace más patente: "Cada vez que se celebra en el altar el sacrificio de la Cruz,   por el que se inmoló Cristo nuestra Pascua, se realiza la obra de nuestra   redención"17. Cada Misa posee un valor infinito; los frutos en cada   fiel dependen de las disposiciones personales. Con San Agustín podemos decir,   aplicándolo a la Misa, que "no está permitido querer con amor menguado (...),   pues debéis llevar grabado en vuestro corazón al que por vosotros murió clavado   en la Cruz"18. La Redención se realizó una sola vez mediante la   Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, y se actualiza ahora en cada   hombre, de un modo particularmente intenso, cuando participa íntimamente del   Sacrificio de la Misa.
  Se realiza también la redención, de modo distinto a lo dicho   anteriormente sobre la Misa, en cada una de nuestras conversiones interiores,   cuando hacemos una buena Confesión, cuando recibimos con piedad los sacramentos,   que son como "canales de la gracia". El dolor ofrecido en reparación de nuestros   pecados –que merecían un castigo mucho mayor–, por nuestra salvación eterna y la   de todo el mundo, nos hace también corredentores con Cristo. Lo que era inútil y   destructivo se convierte en algo de valor incalculable. Un enfermo en un   hospital, la madre de familia que se enfrenta a problemas que aparentemente la   superan, la noticia de una desgracia que nos hiere profundamente, los obstáculos   con los que cada día tropezamos, las mortificaciones que hacemos sirven para la   Redención del mundo si las ponemos en la patena, junto al pan que el sacerdote   ofrece en la Santa Misa. Nos puede parecer que son cosas muy pequeñas, de poco   peso, como las gotas de agua que el sacerdote añade al vino en el Ofertorio. Sin   embargo, del mismo modo que esas gotas de agua se unen al vino que se convertirá   en la Sangre de Cristo, también nuestras acciones así ofrecidas alcanzarán un   valor inmenso a los ojos de Dios, porque las hemos unido al Sacrificio de   Jesucristo. "El pecador perdonado es capaz de unir su propia mortificación   física y espiritual, buscada o al menos aceptada, a la Pasión de Jesús que le ha   obtenido el perdón"19. Nos hacemos así corredentores con   Cristo.
  Acudimos a la Virgen para que nos enseñe a vivir nuestra vocación   de corredentores con Cristo en medio de nuestra vida ordinaria. "¿Qué sentiste,   Señora, al ver así a tu Hijo? –le preguntamos en la intimidad de nuestra   oración–. Te miro, y no encuentro palabras para hablar de tu dolor. Pero sí   entiendo que al ver a tu Hijo que lo necesita, al comprender que tus hijos lo   necesitamos, aceptas todo sin vacilar. Es un nuevo "hágase" en tu vida. Un nuevo   modo de aceptar la corredención. ¡Gracias, Madre mía! Dame esa actitud decidida   de entrega, de olvido absoluto de mí mismo. Que frente a las almas, al aprender   de ti lo que exige el corredimir, todo me parezca poco. Pero acuérdate de salir   a mi encuentro, en el camino, porque solo no sabré ir   adelante"20.
  1   Antífona de comunión. Col 1, 13-14. — 2 Jn 8, 34. —   3 Cfr. Gal 4, 31. — 4 Sal 26. — 5 Cfr. San   Josemaría Escrivá, Camino, n. 386. — 6 Ibídem, n. 194. —   7 Sal 26. — 8 Cfr. 1 Tes 4, 14. — 9 Jn   10, 10. — 10 Jn 8, 36. — 11 1 Cor 6, 20. — 12   Jn 15, 13. — 13 Cfr. Ef 5, 2. — 14 Antífona de   comunión. Gal 1, 13-14. — 15 Gal 2, 20. — 16 San   Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 186. — 17 Conc. Vat. II,   Const. Lumen gentium, 3. — 18 San Agustín, Sobre la santa   virginidad, 55. — 19 Juan Pablo II, Exhor. Apost. Reconciliatio et   Paenitentia, 31. — 20 M. Montenegro, Vía Crucis, Palabra, 3ª   ed., Madrid 1976, IV.
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  † Santoral                   (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
   
  
  Beato José Gabriel del Rosario Brochero 
  Nació en los aledaños de Santa Rosa de Río Primero (Córdoba) el 16   de marzo de 1840. Era el cuarto de diez hermanos, que vivían de las tareas   rurales de su padre. Creció en el seno de una familia de profunda vida   cristiana. Dos de sus hermanas fueron religiosas del Huerto.
  Habiendo ingresado al Colegio Seminario Ntra. Sra. de Loreto el 5   de marzo de 1856, fue ordenado sacerdote el 4 de noviembre de 1866. Como   ayudante de las tareas pastorales de la Catedral de Córdoba, desempeñó su   ministerio sacerdotal durante la epidemia de cólera que desbastó a la ciudad.   Siendo Prefecto de Estudios del Seminario Mayor, obtuvo el título de Maestro en   filosofía por la Universidad de Córdoba.
  A fines de 1869 asumió el extenso Curato de San Alberto de 4.336   kilómetros cuadrados. Con poco más de 10.000 habitantes que vivían en lugares   distantes sin caminos y sin escuelas.
  Incomunicados por las Sierras Grandes de más de 2.000 metros de   altura. El estado moral y la indigencia material de sus habitantes eran   lamentables. El corazón apostólico de Brochero no se desanima, sino que desde   ese momento dedicara su vida toda no sólo a llevar el Evangelio sino a educar y   promocionar a sus habitantes. Al año siguiente de llegar, comenzó a llevar a   hombres y mujeres a Córdoba, para hacer los Ejercicios Espirituales. Recorrer   los 200 kilómetros requería tres días a lomo de mula, en caravanas que muchas   veces superaban las quinientas personas. Más de una vez fueron sorprendidos por   fuertes tormentas de nieve. Al regresar, luego de nueve días de silencio,   oración y penitencia sus feligreses iban cambiando de vida, siguiendo el   Evangelio y buscando el desarrollo económico de la zona.
  En 1875, con la ayuda de sus feligreses, comenzó la construcción   de la Casa de Ejercicios de la entonces Villa del Transito (localidad que hoy   lleva su nombre). Fue inaugurada en 1877 con tandas que superaron las 700   personas, pasando por la misma, durante el ministerio parroquial del Siervo de   Dios, más 40.000 personas. Para complemento construyó la casa para las   religiosas, el Colegio de niñas y la residencia para los sacerdotes. Con sus   feligreses construyó más de 200 kilómetros de caminos y varias iglesias, fundó   pueblos y se preocupó por la educación de todos. Solicitó ante las autoridades y   obtuvo mensajerías, oficinas de correo y estafetas telegráficas. Proyectó el   ramal ferroviario que atravesaría el Valle de Traslasierra uniendo Villa Dolores   y Soto para sacar a sus queridos serranos de la pobreza en que se encuentran.   "abandonados de todos pero no por Dios", como solía repetir.
  Predicó el Evangelio asumiendo el lenguaje de sus feligreses para   hacerlo comprensible a sus oyentes. Celebró los sacramentos, llevando siempre lo   necesario para la Misa en las ancas de su mula. Ningún enfermo quedaba sin los   sacramentos, para lo cual ni la lluvia ni el frío lo detenían. "Ya el diablo me   va a robar un alma", decía. Se entregó por entero a todos, especialmente a los   pobres y alejados, a quienes buscó solicitadamente para acercarlos a Dios.   
  Pocos días después de su muerte, el diario católico de Córdoba   escribe: "Es sabido que el Cura Brochero contrajo la enfermedad que lo ha   llevado a la tumba, porque visitaba largo y hasta abrazaba a un leproso   abandonado por ahí". Debido a su enfermedad, renunció al Curato, viviendo unos   años con sus hermanas en su pueblo natal. Pero respondiendo a la solicitud de   sus antiguos feligreses, regresó a su casa de Villa del Tránsito, muriendo   leproso y ciego el 26 de enero de 1914.
  
Anécdotas
  Un buen pasto para rumiar
  La gente se lamentaba de su mal (la lepra), y él dijo que estaba   mejor para meditar piadosamente en las cosas de nuestro Señor…, incluso, cuando   estaba ciego, yo misma le leía. Cuando terminaba la lectura, me agradecía   diciéndome:
      -    Muchas gracias, hermana   Lucía, ya tengo pasto para rumiar todo el día…
   Peor que la lepra...
  En cierta ocasión un hombre le dijo al cura Brochero, luego de que   este visitara a un enfermo de lepra.
      -    Señor Cura, no se exponga   tanto a enfermarse... mire que vale más su vida que la de ese hombre. Ya lo ha   confesado, déjelo que muera en paz. 
    -    ¡Caray, que habías sido   bárbaro! Si la lepra no vale nada... Si Dios quiere, ni el diablo me ha de   contagiar. La lepra hedionda es la de adentro, y esa no se pega, esa se lava con   la caridad. 
    -    Pero   exponerse, sin necesidad… refregándose con el   leproso… 
    -    ¡Déjate de   zonzeras! ¿No mandas tú a tus hijas al baile a que se refrieguen con esos   calaveritas que vienen de la ciudad? ¡Eso es peor que la   lepra!
   Viveza criolla
  En cierta ocasión, había una diferencia entre dos vecinos,   motivada por la tenencia de un potrillo. Cada uno de los cuales alegaba el   derecho de propiedad… Para dilucidar el caso y hacer la paz entre los vecinos,   el cura Brochero les pidió a cada uno que trajeran al patio de la casa   parroquial las yeguas de su propiedad y el potrillo en litigio, citando, además,   a otro vecino que había seducido a una muchacha que había dado a luz a un hijo.   Ubicando a cada uno de los litigantes en puestos distantes del patio con sus   respectivas yeguas, pidió al vecino seductor que se ubicase en el medio,   teniendo el potrillo en discordia y posteriormente dio órdenes de soltar las   yeguas, una de las cuales quedó pastando, cerca de donde estaba ubicada,   mientras que la otra corrió a acariciar el potrillo. En presencia de lo cual, el   Cura estableció cuál era la verdadera madre del potrillo en litigio. Y, después   de amonestar a quien había pretendido apropiarse ilícitamente del animalito,   pidió al tercer vecino que lo acompañara a otro lugar, donde, hablando a solas   con él, le preguntó si se había dado cuenta de lo que había hecho la madre del   potrillo, y, ante el asentimiento de aquel, indicando que había reconocido al   hijo, le manifestó que tenía que hacer lo mismo respecto del hijo de la mujer   que él había seducido, y, frente a las reticencias de éste, le   manifestó:
      -    Hijo, tú no puedes ser más   animal que la yegua que ha reconocido a su propio hijo, y, por lo tanto, tú   debes proceder de idéntica manera y normalizar tu vida casándote, para lo cual   yo mismo te ofrezco la ayuda que tú necesites.
   Santas palabrotas
  Cierta vez, un sacerdote joven le predicaba a los gauchos, y el   cura Brochero asistía a la plática. El predicador trataba de mover el corazón de   sus oyentes:
      -    Acércate hijo mío a esa   Cruz, y contempla cómo está lastimado Jesucristo sufriendo por tus   pecados.
  Los paisanos oían como quien oye llover. Cuando el padre terminó,   Brochero le hizo una seña y le cuchicheó al oído:
      -    Padre, ¡mis paisanos no le   entienden! ¡Mire qué cara de bozales tienen! Déjeme a mí predicarles la segunda   parte.
  El jesuita asintió con gusto. Brochero dijo lo   siguiente:
      -    Mira hijo lo jodido que   está Jesucristo, saltados los dientes y chorreando sangre. Mira la cabeza rajada   y con espinas. Por ti que sacas la oveja al vecino. Por ti tiene jodidos y rotos   los labios. ¡Qué jodido lo has dejado con los pies abiertos con clavos, tú que   perjuras y odias.
  Estas "palabrotas" penetraban en el corazón de los paisanos que al   poco rato se enternecían y empezaban a sollozar.
   Desgranando rosarios
  Al final de su vida, ya estando ciego y leproso, el cura Brochero   decía:
      -    ;Aquí me la paso   desgranando rosarios...
  Solía rezar, de memoria, la Misa en honor a la Virgen María, quien   era para él, "la Purísima"...
   Si allí hay un alma...
  En la salida del Tránsito (donde vivía Brochero) a Pocho vivía un   leproso. Era éste de tan mala condición y hablar que nadie se arrimaba para no   oírle los insultos y blasfemias.
Brochero, con todo, no temía visitarlo. Le   llevaba ropas y alimentos, y hasta se supo que tomaba mate con él. Lo disuadían   para que no lo visitara, pero Brochero contestaba con gracia:
      -    Pero, por favor; si allí   hay un alma...
  Al final, lo confesó y le llevó la santa comunión. El leproso   murió en sus brazos, resignado como un santo.
  Frases
  "La hostia consagrada es un milagro de amor, es un prodigio de   amor, es una maravilla de amor, es un complemento de amor, y es la prueba más   acabada de su amor infinito hacia mí, hacia ustedes, hacia el   hombre"
  "El Señor me dio la salud, él me la quita; bendita sea su santa   voluntad. Debemos estar siempre conformes con los designios de   Dios.""
  "No somos cristianos por una idea o decisión ética sino por   encontrarnos con Jesucristo."
  "Dios es como los piojos, está en todas partes, pero prefiere a   los pobres"
  "Yo me felicitaría si Dios me saca de este planeta sentado   confesando y predicando el Evangelio."
  "Yo le he dicho al Señor Obispo y le he repetido hasta el fastidio   quizás, que lo acompañaré hasta la muerte como simple soldado que desea morir en   las peleas de Jesucristo."
  "Dios me da la ocupación de buscar mi fin y de orar por los   hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del   mundo."
  "La gracia de Dios es como la lluvia que a todos   moja."
  "Jesús convida con un modo suavísimo, con palabras dulcísimas a   seguirle y ponerse bajo su bandera. En la cruz está nuestra salud y nuestra   vida, la fortaleza del corazón, el gozo del espíritu y la esperanza del   cielo"
  "Para llorar como hombre, como puedo llorar yo. Para sufrir   persecuciones como hombre, como puede sufrirlas cualquiera de ustedes. Para   padecer hambre, sed, tristeza. Para experimentar los desprecios de la vanidad,   la indiferencia del orgullo, las burlas de la impiedad… Para beber la hiel de la   calumnia. Para apurar las heces de la maledicencia. Para sufrir en su persona…   Todo cuanto debía padecer el hombre, a fin de que el hombre experimentase las   riquezas de su misericordia y las dulzuras de su amor. Apareció, en fin, entre   nosotros el Hijo de Dios hecho hombre para asimilarse perfectamente al hombre, a   fin de que el hombre se hiciese Dios y pudiese participar de su infinito   amor."
  "Yo estoy muy conforme con lo que Dios ha hecho conmigo   relativamente a la vista y le doy muchas gracias por ello. Cuando yo pude servir   a la humanidad me conservó íntegros y robustos mis sentidos. Hoy, que ya no   puedo, me ha inutilizado uno de los sentidos del cuerpo. Es un grandísimo favor   el que me ha hecho Dios nuestro Señor en desocuparme por completo de la vida   activa y dejarme la ocupación de buscar mi fin y de orar por los hombres   pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del   mundo."
  "El sacerdote que no tiene mucha lástima de los pecadores es medio   sacerdote. Estos trapos benditos que llevo encima no son los que me hacen   sacerdote; si no llevo en mi pecho la caridad, ni a cristiano   llego."
  "Mis amados: que Dios amó al hombre desde la eternidad es una   verdad tan clara y tan demostrada que el solo pensar lo contrario es y sería el   colmo de la locura… El amor eterno de Dios hacia el hombre está escrito en todas   las maravillas de la creación… los prodigiosos fenómenos de la naturaleza que, a   cada paso, nos asombran, publican por todas partes ese amor. Lo mismo hacen los   luminosos astros que embellecen el firmamento. Igual cosa publican las   refulgentes estrellas que tachonan y esmaltan la bóveda celeste. El cambio   periódico de las estaciones, la riqueza del mundo vegetal y animal, y todo lo   grande y sublime que presenciamos en el universo, predican que Dios amó al   hombre desde la eternidad y que, en él, puso los ojos de su amor y de su   predilección"
  "A los sacerdotes: "Cuanto sean más pecadores o más rudos o más   inciviles mis feligreses, los han de tratar con más dulzura y amabilidad en el   confesionario, en el púlpito y aún en el trato familiar""
  "Acerca de su ordenación de sacerdote: "Sentí mucho miedo. Apenas   soy un pobre pecador, tan lleno de límites y miserias. Y me preguntaba: '¿Podré   ser fiel a la vocación? ¿En qué enredo me metí?' Pero en seguida una sensación   inmensa de paz invadió todo mi ser. Porque si el Señor me había llamado, Él   sería fiel y sostendría mi fidelidad; además, Jesús, el Buen Pastor, jamás niega   sus dones a quienes lo siguen y son 'otros Jesús' como su Hijo muy   amado.""
  "En fin, mi amigo, yo, usted y todos los hombres somos de Dios en   el cuerpo y en el alma. Él es el que nos conserva los 5 sentidos del cuerpo y   las 3 potencias del alma, y el mismo Dios es quien inutiliza algunos o todos los   sentidos del cuerpo y lo mismo hace con las potencias del alma. Yo estoy muy   conforme con lo que ha hecho conmigo relativamente a la vista y le doy muchas   gracias por ello. Cuando yo pude servir a la humanidad, me conservó íntegros y   robustos mis sentidos. Hoy, que ya no puedo, me ha inutilizado uno de los   sentidos del cuerpo. En este mundo, no hay gloria cumplida, y estamos llenos de   miserias."
   
  "La gracia de Dios es como la lluvia, que a todos   moja"
  "Jesucristo impone a sus soldados leyes al parecer muy duras:   'Niégate a ti mismo, carga con tu cruz y sígueme', porque el negarse a sí mismo,   importa una renuncia completa de todos los placeres del sentido, un abandono de   las riquezas superfluas, y un desprecio de los vanos honores. Tomar la cruz, es   la preparación del ánimo, para tolerar las cosas contrarias al genio de la   naturaleza; tales son, la penitencia, la mortificación del cuerpo, la pobreza de   espíritu y la humildad de corazón: cosas todas que se oponen directamente a los   tres genios de apetitos que sugiere Lucifer"
  "Dios en los santos Ejercicios me ha enseñado a mí y a ustedes que   el hombre debe primero perder su honor, sus bienes o riquezas y su vida misma,   antes que perder a Dios, o sea, su salvación"
  "Porque entonces es cuando su Amor se acrece, se vigoriza, se   agiganta, se rebalsa por todas partes, y se revienta, si puedo expresarme así, y   hace entonces un milagro de amor: la Eucaristía"
  "Promover el hombre aquí en la tierra pero con la vista fija en el   cielo."
   
  Libro gratis
  Brochero: Un hombre de Dios para su pueblo
  http;//www.curabrochero.org.ar/documents/Un Hombre de Dios para su   pueblo.doc
   
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  Buscar en Gloria.tv
  P. Ramiro Sáenz - Cura   Brochero, arquetipo sacerdotal - parte 1
  P. Ramiro Sáenz - Cura   Brochero, arquetipo sacerdotal - parte 2
  Daniel González Céspedes -   El Cura Brochero 02-08-13
  "EL CURA BROCHERO" http://www.gloria.tv/media/nA7QHjHwkYc
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  Benedicta   de Asís, Beata   Abadesa, Marzo 16   
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  |                        |                Benedicta de Asís,           Beata  |           Ingresó a las Clarisas de Asís en 1214, sucedió a Sta. Clara         en el gobierno del monasterio de San Damiano, permaneciendo en ese cargo         hasta 1260. 
  Pudo asistir a la construcción de la basílica en honor         de Santa Clara, y al traslado de las Clarisas desde el local anexo a la         vieja iglesia de San Jorge.
  Murió de causas naturales en el año         1260.
  Sus restos se encuentan en la Basílica de Santa Clara de         Asís.  | 
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  Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01 
Abraham Kidunaia   de Edesa, Santo Anacoreta, Marzo 16   
                                                        |                 
  |                        |                Abraham Kidunaia de Edesa, Santo  |           Anacoreta         Martirologio Romano: En Edesa, en la antigua Siria, San Abraham, anacoreta,         cuya vida fue descrita por el diácono San         Efrén.
  Etimológicamente: Abraham = Aquel que es padre         de muchos pueblos.
  El admirable varón san Abraham, cuya vida         nos dejó escrita san Efrén, nació en las cercanías de Edesa en la         Mesopotámica, de padres muy ricos, los cuales le amaban tiernísimamente, y         fue tanta la instancia que le hicieron para que se casase, y tantas las         lágrimas que derramó la madre, que sólo por no contristarlos dijo que se         casaría.  Preparáronse las fiestas y bodas, y habiendo durado seis días         el regocijo, el séptimo, al tiempo que toda la casa estaba ocupada en         convites, músicas, bailes y danzas, salióse Abraham secretamente de ella y         fue a encerrarse en una gruta que distaba a más o menos una legua del         lugar. 
  Halláronle allí al cabo de diecisiete días, y el santo         habló a sus padres con tanto espíritu de Dios, que hasta recabó de su         esposa que consintiese en una perpetua separación. Todo cuanto poseía en         la tierra era una túnica de pelo de cabra, un manto, una escudilla para         comer y beber, y una estera de juncos para acostarse. 
  En esta vida         había pasado ya algunos años cuando el obispo de Edesa le mandó que se         ordenase de sacerdote y evangelizase una población de gentiles muy         obstinados que había en la diócesis. Tres años gastó el santo en la obra         de convertirlos: le apedrearon, le dejaron por muerto, le arrastraron tres         veces por las calles; pero finalmente se rindieron, y se echaron .a sus         pies para que les bautizase. 
  Volvióse después Abraham a su antiguo         encerramiento, y en esta sazón una sobrina suya llamada María quedó         huérfana a los siete años de su edad, y la llevaron al santo; el cual la         puso en una celda inmediata a la suya y allí por una ventanilla la         instruía en las cosas de Dios.  Pero como a los pocos años de su         recogimiento viniese la doncella a perderse por la tentación de un mozo         que en hábito de monje fue a visitar al santo, en lugar de arrepentirse de         su pecado, se fue a una ciudad, que estaba de allí a dos jornadas, y con         hábito de seglar, galano y lascivo se entró en un mesón para perderse del         todo. 
  Tuvo Abraham revelación de la caída de su sobrina, y deseoso         de sacar aquella alma de las garras del dragón infernal y restituirla a         Jesucristo, buscó un caballo, y vestido de soldado, se fue a la ciudad y         al mesón donde María vivía, a la cual habló con tan tiernas palabras, que         compungida y llena de confusión se deshizo en lágrimas, 
  Sin osar         mirar la cara de su tío. "No te desesperes, hija, -le dijo el         santo- porque no hay llaga tan incurable que con la sangre de Cristo no         se pueda curar". Volvió luego María a su antigua morada, donde se dio         de tal suerte a la penitencia, que fue un perfecto retrato de la santidad         de su tío, y finalmente compañera de su gloria en su dichoso tránsito.                  ORACIÓN                   Oh Dios, que cada año nos alegras con la fiesta,  de         tu confesor,  el bienaventurado Abraham, danos tu gracia para que          celebrando la nueva vida  de que goza en la gloria,  imitemos         sus virtuosas acciones en la tierra.  Por Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.         | 
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  Heriberto   de Colonia, Santo   Obispo, Marzo 16   
                                                        |                 
  |                        |                Heriberto de Colonia,           Santo  |           Obispo         Martirologio Eomano: En Colonia, en Alemania, san Heriberto, obispo, que,         siendo canciller del emperador Otón III, fue elegido a la fuerza para la         sede episcopal, desde donde iluminó constantemente al clero y al pueblo         con el ejemplo de sus virtudes, que también recomendaba en la predicación         (1021).
  Etimológicamente: Heriberto = Aquel que es         temido en la batalla, es de origen germánico.                   Nació en Worms, en el año 970, murió el 16 de Marzo de 1021         en Colonia.
  Fue arzobispo de Colonia, canciller del emperador Otón         III y fundador de la abadía de Deutz.
  Heriberto era hijo del duque         Hugo de Worms. Tras estudiar en la escuela de la catedral de Worms, su         ciudad natal, pasó algún tiempo en el monasterio benedictino de Gorza,         situado en el ducado de Lorena. 
  Después de este periodo fue         nombrado rector de la catedral de Worms. 
  En 994 fue ordenado         sacerdote. Ese mismo año el rey Otón III le nombró canciller para Italia y         cuatro años más tarde, también para Alemania, cargo que mantuvo hasta la         muerte del emperador en 23 de enero de 1002. 
  Como canciller,         Heriberto se convirtió en el consejero más importante de Otón III, a quien         acompañó a Roma en 996 y 997. Todavía estaba en Italia cuando en 999 fue         elegido arzobispo de Colonia.
  Recibió la investidura eclesiástica y         el palio de parte del papa Silvestre II el 9 de julio de 999 en la ciudad         italiana de Benevento, siendo consagrado en la Catedral de Colonia en día         de Navidad de ese mismo año. 
  El año 1002 estuvo presente en el         lecho de muerte del emperador en Paterno. 
  Caundo regresaba a         Alemania con los restos del emperador y la insignia imperial, fue hecho         prisionero por un tiempo por el futuro rey Enrique II, a cuya candidatura         Heriberto se había opuesto inicialmente. 
  Tan pronto como Enrique         fue elegido nuevo rey, el 7 de junio de 1002, cambió de postura para pasar         a reconocer al nuevo rey y servirlo fielmente, acompañándolo a Roma en         1004 y mediando entre el monarca y la Casa de Luxemburgo entre otras         obras. 
  Sin embargo Heriberto nunca se ganó la total confianza de         Enrique II hasta el año 1021, cuando el rey reconoció su error y pidió         perdón al arzobispo, el mismo año de la muerte del santo.
  Heriberto         fundó el monasterio benedictino y la iglesia de Deutz, al que hizo         generosos donativos y donde se encuentra su tumba. Heriberto fue         considerado santo ya en vida. 
  El papa Gregorio VII lo canonizó         entre 1073 y 1075. Su fiesta se celebra el mismo día de su fallecimiento,         el 16 de marzo.  | 
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  Fuente: iberopuebla.edu.mx 
Juan de Brébeuf, Santo   Mártir, Marzo 16   
                                                        |                 
  |                        |                Juan de Brébeuf, Santo  |           Mártir Jesuita         Martirologio         Romano:         En la región de los hurones, en Canadá, pasión de san Juan de Brébeuf,         presbítero de la Compañía de Jesús, que enviado desde Francia a la misión         del Hurón, murió por Cristo después de ingentes trabajos, atormentado con         gran crueldad por algunos paganos del lugar. Su memoria, con la de los         compañeros, se celebra el día 19 de octubre (1649).                   Es el patrono de los jesuitas del Canadá y uno de los más         insignes misioneros de la Compañía de Jesús.
  Nacimiento y patria Juan         nace el 25 de marzo de 1593, en Condé sur Vire, en la Normandía oriental,         Francia.
  Pertenece a una familia de terratenientes y granjeros. Sus         padres son ricos, y bien considerados dentro de su clase, y en toda la         región. Son católicos decididos, a pesar del predominante calvinismo de         Normandía.
  Su         formación
  El maestro de la escuela,         o tal vez el sacerdote de la parroquia de Condé sur Vire, le enseña a leer         y a escribir.
  Debido a la posición de la familia, Juan estudia         después en la Academia de la vecina ciudad de Saint Lô. Más tarde da         comienzo a los estudios humanísticos en la Universidad de         Caen.
  Con los         jesuitas
  Juan de Brébeuf tiene 16         años cuando la Compañía de Jesús abre un Colegio en la ciudad de Caen. El         se inscribe allí para los estudios de filosofía. 
  El Colegio es         clausurado al año siguiente, en 1610, pero los jesuitas mantienen una         Residencia en la ciudad. Juan continúa bajo la guía espiritual de sus         antiguos maestros. 
  De nuevo en la Universidad de Caen, termina la         filosofía y hace unos cursos de teología moral. No tiene aún determinado         si debe ofrecerse como seminarista al obispo de Bayeux o ingresar a la         Compañía de Jesús. 
  En 1614 hace su discernimiento vocacional.         Tiene entonces 21 años. Se decide por la Compañía de Jesús pero posterga         su ingreso por asuntos familiares. 
  Regresa a Condé sur Vire para         dirigir y administrar las fincas de su familia. Tres años después, a los         24 de edad, pide formalmente la admisión en la Compañía de         Jesús.
  El         noviciado
  A primeros de noviembre de         1617, Juan de Brébeuf llega a Rouen montando a caballo. 
  La primera         impresión del Maestro de novicios es la de tener ante sí a un normando de         los viejos tiempos. La edad es mayor que la de los otros. La estatura es         excepcional, una cabeza más alto. Es muy enjuto de carnes, ancho de         espaldas y bien proporcionado. Tiene facciones muy normandas: nariz         prominente, labios gruesos, pómulos elevados y unos ojos que miran de         frente y sin temor. 
  El 8 de noviembre, termina la Primera         probación y se incorpora a la vida de la comunidad. Sus compañeros, unos         cincuenta, son menores que él, y casi todos son normandos. 
  Hace el         mes de Ejercicios espirituales, y se acaban las dudas de si debe ser         sacerdote o hermano. El 8 de noviembre de 1619, pronuncia los votos         perpetuos de pobreza, castidad y obediencia en la Compañía de         Jesús.
  El         magisterio
  Como Juan ha terminado         los estudios humanísticos y de filosofía antes de su ingreso, no es         enviado al Colegio de La Flèche con los demás jesuitas de su clase.         
  Es destinado al Colegio de Rouen para la experiencia del         magisterio. El Colegio se halla al doblar la esquina del mismo Noviciado.         Sus alumnos son los del curso de Gramática inferior, todos de doce años.         Con enorme paciencia, enseña bien y cuida la conducta de esos niños         inquietos. 
  Al año siguiente, 1620, con los mismos niños, Juan de         Brébeuf empieza a dictar el curso de Media Gramática. Pero se enferma muy         seriamente, con fiebres periódicas, toses violentas y depresión. No es         capaz, por consiguiente, de dar sus clases.
  La ordenación sacerdotal
  El Provincial, entonces, juzga aconsejable que sea ordenado         sacerdote antes de morir. Para ello, señala a un sacerdote del Colegio         para que le dé los cursos de Teología, Sagrada Escritura y Derecho         canónico que le faltan. 
  En septiembre de 1621, en un tosco         carruaje viaja a Lisieux a recibir el Subdiaconado. El 18 de diciembre del         mismo año, recibe el diaconado en la Catedral de Bayeux. El 19 de febrero         de 1622, en Pontoise, se ordena de presbítero. 
  Su primera Misa la         dice en la fiesta de la Anunciación. Es su cumpleaños, pero por ser         Viernes Santo, la fiesta se traslada al 4 de abril.
  Con la         ordenación sacerdotal, la mejoría de Juan de Brébeuf se acentúa         notablemente. Ese mismo año es Ayudante del Ecónomo en el Colegio de         Rouen. Al año siguiente es el Ecónomo titular. No es un cargo fácil. El         Colegio tiene 600 alumnos y todavía deben hacerse construcciones         nuevas.
  La vocación al         Canadá
  En Rouen, Juan tiene la         oportunidad de conocer a dos sacerdotes franciscanos que han regresado de         Nueva Francia, desde América del Norte. 
  El normando se interesa.         La petición oficial de los franciscanos a la Compañía de Jesús para ser         ayudados en las misiones del Canadá no es ningún secreto. 
  Juan se         ofrece para la primera expedición. El Provincial no le da ninguna         seguridad de hacer el viaje, pero lo deja inscrito en el gran registro de         las peticiones.
  Y Juan es elegido, casi sin tener esperanzas.         Siente entonces un profundo gozo y un agradecimiento inmenso a Dios. Con         él, son tres sacerdotes y dos Hermanos. Como Superior va designado el P.         Carlos Lalement, director de estudios en el Colegio de Clermont de París.         Son los últimos días de marzo de 1625. 
  Preparativos
  La flota         hacia Nueva Francia debe zarpar desde el puerto de Dieppe a mediados de         abril. Hay que llevar de todo: alimentos, ropa, colchones, sábanas, útiles         de cocina, herramientas, medicinas, vasos sagrados, libros... En Nueva         Francia no hay casi nada.
  Si olvidan algo, deberán esperar al año         siguiente, cuando la flota haga otro viaje. En los últimos días hay         dificultades, pero no impiden la partida de los         jesuitas.
  El mundo         americano
  El 24 de abril de 1625,         zarpa la flota de tres barcos. La travesía dura siete semanas. 
  El         16 de junio, los veleros llegan al fondeadero de Moulin Baude y esperan la         corriente y la marea favorables para seguir al interior de la caleta de         Tadoussac. 
  Juan de Brébeuf contempla maravillado ese nuevo mundo.         Alrededor del barco hay muchas canoas con remeros esnudos, de piel rojiza.         Cantan y marcan el ritmo. En las orillas pululan los indígenas, hombres,         mujeres y niños. Casi todos están semidesnudos. Algunos van pintados, con         grasa azul, roja, negra o blanca. Es toda una algarabía de voces,         profundamente guturales, como graznidos de cuervos. El paisaje es hermoso.         Brébeuf queda fascinado con los bosques, los pájaros y los rayos del sol         sobre el río. 
  En chalupas remontan el río San Lorenzo. Todo es         cada vez más asombroso. Cinco días y sus hermosas noches llenan a los         misioneros de profundo consuelo.
  Quebec
  Por fin oyen el         grito tan esperado: ¡Quebec, Quebec! Es el 15 de julio de 1625.         
  Pero la Compañía Montmorency, responsable de la colonia francesa,         prohibe el desembarco de los jesuitas. Los franciscanos los defienden         valientemente y, después de mucho parlamentar, logran el desembarco y         reciben a sus amigos jesuitas en su pequeño convento de Quebec.         
  Por los franciscanos, conocen toda la dificultad de la nueva         misión. La Compañía Montmorency no se preocupa sino de sus intereses         comerciales. En Quebec viven 51 residentes franceses, de los cuales 33 son         empleados de la Compañía comercial. 
  Eso es todo.
  Las         construcciones son miserables barracas, excepto el almacén y la casa del         gobernador. Los franceses casi todos son hugonotes, o malos católicos. Los         indígenas algonquines, que comercian en Quebec, son nómades y no se         muestran dispuestos a escuchar la doctrina cristiana. Ningún recoleto         franciscano ha podido aprender la lengua. 
  Los franciscanos les         hablan también de los indígenas hurones, en el lejano oeste. Son         sedentarios, cultivan el trigo y viven en casas permanentes, agrupadas         tras una empalizada. Se han mostrado amistosos y buscan ayuda para         defenderse de sus enemigos los iroqueses. Tal vez allí, podría instalarse         una Misión.
  Hacia una Misión entre         los hurones
  Dos semanas después,         Juan de Brébeuf y un franciscano remontan el río San Lorenzo, hacia el         país de los hurones. 
  Empaquetan lo necesario para pasar allá un         invierno: galleta de barco, alimentos, carpas y ropa de abrigo, lo que         necesitan para celebrar misa, algunos libros, hachas, cuchillos, ollas y         baratijas. Lo más valioso es una lista de palabras y frases en dialecto         hurón, recopiladas por los franciscanos. 
  Por semanas remontan el         río en unas canoas. En el lugar denominado Trois Rivières, deben unirse a         los comerciantes de la Compañía Montmorency para poder continuar. En el         cabo Victoria los franceses tienen la costumbre de esperar a los hurones,         de río arriba, para traficar con ellos. 
  En ese lugar Juan de         Brébeuf los contempla por primera vez. Algunos usan el pelo formando una         especie de moño en la coronilla, y el resto del cráneo está rapado. Otros         tienen el cabello engrasado, pegado a las orejas y al cuello. Muchos         ostentan franjas de pelo, de dos o tres dedos de ancho, alternando con         trozos rapados, desde la frente hasta el cuello. Todos los rostros están         embadurnados. Tienen una franja negra de oreja a oreja, con círculos         blancos en los ojos y en la boca. El pecho, el vientre, los brazos y la         espalda relucen con grasa de color. Usan collares de conchas, pulseras en         los brazos y cinturones. Algunos tienen pendientes en las orejas y en la         nariz.
  Los franceses de Trois Rivières deciden no permitir el viaje         a los misioneros. Un franciscano, el P. Nicolás Viel, ha perecido ahogado         el año anterior, después de haber pasado dos inviernos con los hurones.         Las explicaciones de los jefes hurones, por cierto, no parecen claras. Más         bien, dejan en los franceses la impresión de un crimen. 
  Los         misioneros, sin embargo, traban amistad con algunos jefes. A Juan de         Brébeuf lo miran con cierta admiración: por su altura y corpulencia. Lo         empiezan a llamar "Echon", al no poder pronunciar el nombre francés de         Juan.  Los dos misioneros insisten en seguir. Hay un largo parlamento.         Al fin, los hurones, ante las sospechas, pretextan no tener sitio en las         canoas. Entonces, todos los franceses regresan a         Quebec.
  La misión de los         algonquines
  En Quebec, Juan de         Brébeuf y sus compañeros se dedican a la construcción de la Residencia         jesuita, junto al río San Carlos, a unas dos millas de la aldea. Y desde         allí, empiezan la dura tarea de evangelizar a los algonquines. Es muy poco         lo que pueden hacer. 
  Juan obtiene del P. Lalement, por insistencia         de ruegos, la licencia para incorporarse a un grupo de algonquines, que         acepta su compañía en su vivir nómade de pleno invierno. 
  Con ellos         camina, navega en canoas, atraviesa bosques, participa en la caza del oso         y del castor. Sube montañas, sufre la nieve. Comparte muchas veces el         hambre. Lo más duro es la convivencia promiscua en los campamentos, junto         al fuego. Pero aprende mucho, costumbres y palabras de su lengua extraña.         
  De nuevo hacia los         hurones
 
  El 14 de julio de 1626,         llegan a Quebec, desde Francia, otros tres jesuitas. Con uno de ellos y un         sacerdote franciscano, Juan de Brébeuf inicia nuevamente la expedición         hacia los hurones. En el cabo de la Victoria los encuentran, igual que el         año anterior. 
  Hay muchos regateos, muchos rechazos, insistencias y         ruegos. Por fin, Echon se embarca en una canoa hurona. Debe remar, llevar         cargas, atravesar cascadas con la canoa a cuestas, remontar el cenagoso         río Ottawa. 
  A las tres semanas, llegan al lago de los indios         nipissingos, aliados de los hurones. Allí descansan dos días. Continúan.         Es una sucesión interminable de rápidos y el agua es negra. Navegan otros         cuatro días a través de canales traidores. 
  Por fin, llegan a la         Bahía Georgia en el Lago Hurón. Reman noventa millas y arriban al extremo         sur. Un poco más arriba queda la aldea hurona de Toanché, de quince casas.         
  De rodillas, Juan de Brébeuf da gracias a Dios. Los hurones, las         mujeres y los niños lo miran con asombro.
  Entre los hurones
  Durante el invierno, Juan aprende a vivir como un hurón. Su         alimentación es el maíz, el pescado y la carne de castor, de oso y de         antílope. 
  En junio de 1627, su compañero jesuita, el P. Anne Nouë,         regresa a Quebec. No puede acostumbrarse. 
  Juan visita, una tras         otra, las 25 aldeas del pueblo hurón. Poco a poco, empieza a querer a ese         pueblo que Dios le ha puesto en su camino. El aprendizaje del idioma es,         sin duda, lo más duro. 
  En el mes de junio de 1628, también lo         abandona el compañero franciscano. Juan queda, entonces, totalmente solo.          En el tercer invierno, trabaja duramente en un diccionario, en una         gramática y en la traducción del Catecismo Ledesma. No quiere bautizar a         nadie en esos tres años. 
  Solamente es un amigo del pueblo hurón.         
  Expulsado del nuevo         mundo
  En junio de 1629, también él         debe abandonar Toanché. Por obediencia, se le pide regresar con maíz. En         Quebec la población muere de hambre. Los ingleses están cerca y es         necesaria su ayuda. 
  Pocos días después de llegar, atacan los         ingleses y Quebec se rinde. La población francesa y con ella, los         franciscanos y los jesuitas, pasan a Tadoussac para regresar a         Francia.
  En         Francia
  El P. Juan de Brébeuf y sus         cinco compañeros jesuitas llegan a Calais los últimos días de octubre de         1629. En París entrega al Provincial informes escritos y verbales sobre la         Nueva Francia. En todos los ambientes es admirado y, con gran curiosidad,         quieren conocer sus experiencias entre los "salvajes". 
 
  La         Compañía Montmorency es reemplazada por la de los Cien Asociados, decisión         tomada por el Cardenal Richelieu, de acuerdo con los recoletos y los         jesuitas. 
  La Tercera         Probación
  Juan de Brébeuf entra         entonces al curso de Tercera Probación bajo la tutela del famoso P. Luis         Lalement. Hace el mes de Ejercicios, y el 20 de enero de 1630 pronuncia         los últimos Votos en la Compañía de Jesús. 
  Conservamos el mejor de         sus propósitos. "Sea yo destrozado antes de violar oluntariamente         una disposición de las Constituciones. Nunca descansaré, jamás he de         decir: basta".
  El regreso al         Canadá
  En 1632, el Cardenal         Richelieu ordena el regreso a Nueva Francia. Ha obtenido la restitución de         parte de Inglaterra y ha dispuesto la organización de un imperio para         Francia. 
  Pero esta vez, la evangelización queda sólo bajo la         responsabilidad de la Compañía de Jesús. Excluye, así, a los franciscanos         recoletos, con gran pesar de todos. 
  En la primera expedición, no         es incluido el P. Juan de Brébeuf, y debe quedarse en Francia con profunda         pena. En ella parte su amigo el Padre Antonio Daniel. 
  Pero el 23         de marzo de 1633, se embarca en el buque insignia del ahora Virrey Samuel         Champlain. Es una vuelta en gloria y majestad. 
  El 25 de mayo de         1633 está nuevamente en Quebec. Juan de Brébeuf baja aprisa y corre hasta         Nuestra Señora de los Angeles para abrazar, emocionado, a sus         compañeros.
  La Misión de         Ihonatiria
  A principios de julio de         1633, llegan los hurones y prometen llevar con ellos a Echon, el próximo         verano. Irán tres: los PP. Antonio Daniel, Ambrosio Davost y él. Además,         seis franceses les ayudarán en las construcciones. 
  El 4 de julio         de 1634, Brébeuf viaja en dirección a los hurones y bendice la fundación         del Fuerte de Trois Rivières, la futura ciudad. Y de nuevo viene el viaje         extenuante. "Hemos llevado a cuestas nuestras canoas 35 veces y las hemos         remolcado, por lo menos, cincuenta".
  Se establece esta vez en         Ihonatiria, adonde se han trasladado los hurones de Toanché. Con sus         amigos construye la casa de la Misión de San José y se da, con entusiasmo,         al trabajo apostólico. 
  En 1635 los jesuitas se atreven a bautizar         a dos ancianos. Visitan con gran sacrificio todas las aldeas huronas. Son         bien recibidos. Juan ya puede decir en lengua hurona casi todo lo que         quiere y, por cierto, ésa es la mejor de sus ventajas. Día a día adquiere         autoridad y crédito ante el pueblo. 
  El 13 de agosto de 1635,         llegan a su lado los PP. Francisco Le Mercier y Pedro Pijart. En 1636,         envía a 12 jóvenes hurones a Quebec para ser educados en la Misión de         Nuestra Señora de los Angeles.
  El 13 de agosto de 1636, llegan a la         Misión el padre Carlos Garnier y otro jesuita y, el 11 de septiembre,         Isaac Jogues y un joven francés. 
  Las epidemias
  Pero         con los nuevos misioneros, llega también la gripe que hace ya estragos en         Quebec y Trois Rivières. En la Misión hurona de San José, todos los         jesuitas y gran parte de los franceses caen enfermos y quedan al borde de         la muerte. Solamente Juan de Brébeuf escapa al contagio y puede dedicarse         con gran sacrificio a sus súbditos y hermanos. 
  Poco después, la         aldea hurona entera se contagia y Echon pasa a ser el principal médico que         desafía a los hechiceros. Sólo en febrero de 1637, la epidemia empieza a         ceder.
  El fundador de         misiones
  El 8 de junio de 1637, Juan         de Brébeuf funda la Misión  de Nuestra Señora de la Concepción, en         Ossosané, la capital hurona de la nación del Oso. 
  La epidemia de         fiebre ecrudece en julio en toda Huronia. Ahora se sospecha que los         "sotanas negras" son los causantes. Todos los misioneros están entonces en         peligro de muerte. 
  Juan logra la conversión de uno de los jefes,         Chihwatenhwa, a quien ha cuidado con enorme cariño durante las fiebres.         Pero el peligro de la vida es evidente. Se han multiplicado las miradas de         odio.
  El voto del         martirio
  Juan escribe, entonces, su         voto de martirio, para pronunciarlo todos los días en la misa.         
  "Formulo mi voto en presencia Tuya, del Padre Eterno y del         Espíritu Santo. En resencia de tu Madre y de San José, ante los ángeles,         apóstoles y mártires, ante mi padre San Ignacio y San Francisco Javier.         Formulo mi voto formal, y lo dedico a Ti, Jesús. Si la gracia del martirio         se me ofrece, por tu infinita misericordia, no dejaré pasar esta gracia.         
  Hago este voto por el resto de mi vida. A Ti, Señor Jesús, te         ofrezco con placer mi sangre, mi cuerpo y mi alma, desde este día, y me         ofrezco con gozo a morir por Ti, si así lo deseas Tú que moriste por         mí".
  La cosecha del misionero
  El 1 de febrero de         1638, Juan de Brébeuf es nombrado solemnemente jefe hurón. Es el mayor         honor que puede obtener un misionero. Las conversiones continúan. Tiene         el consuelo de bendecir el primer matrimonio en tierra hurona, el de José         Chihwatenhwa y de María su esposa. 
  El 25 de junio de 1638, decide         trasladar la Misión de San José desde Ihonatiria a Teanaustayé, la capital         hurona de la nación de la Cuerda. Deja allí a Isaac Jogues y a Pedro         Chastellain. 
  Un nuevo Superior
  El 26 de agosto de         1638, llegó a Huronia el P. Jerónimo Lalement, con el cargo de Superior.         
  De inmediato el P. Lalement, secundado por Juan de Brébeuf, decide         organizar definitivamente la Misión. Acepta las ideas de Echon y juntos         echan las bases de la institución de los "donados" en la Compañía. Se         necesitan muchos misioneros. La mies es demasiado grande. 
  Los         donados serán laicos en servicio de las obras de la Compañía. Vivirán como         religiosos, pero solamente con votos privados. Ellos tendrán la gran         responsabilidad de las construcciones, la catequesis y todo lo material de         las misiones.
  La guerra con los iroqueses
  Juan de         Brébeuf es trasladado a la Misión de Teanaustayé, la que poco después se         divide en dos. Todo parece sonreír.
  Pero la tradicional guerra de         los hurones y los iroqueses recrudece ese año. En una redada hurona, caen         prisioneros 80 iroqueses. Según la ley hurona, son condenados a torturas y         muerte. Echon, como jefe hurón, tiene acceso a los concilios y puede         convertir a un buen número de ellos. Ellos desean tener, después de la         muerte, una ida feliz en la otra que se les promete. 
  También las         conversiones, en los poblados de la Misión, aumentan con la alegría         profunda de los misioneros. En 1638, el número de cristianos llega a 50.         En 1639, en las tres Misiones se cuentan 96.
  La Misión de Santa         María
  A fines de agosto de 1639, el P. Jerónimo Lalement decide         agrupar a los misioneros de toda la Misión hurona en un solo sitio. Funda,         así, la Misión de Santa María, relativamente cerca de la antigua aldea de         Toanché. 
  Pero muy pronto llega a los poblados hurones la epidemia         de la viruela. Nuevamente, la mortandad es de los indios y el peligro para         los misioneros. ¿Por qué no mueren los sotanas negras? Pueden ser los         causantes porque no desean sanar a los hurones.
  La Misión entre         los indios neutrales
  El 2 de noviembre de 1639, el padre Juan         de Brébeuf es destinado por su superior a fundar una Misión entre los         indios neutrales, al sur de Huronia. El nombre de "neutrales" lo reciben         porque viven en paz con los hurones y también con los iroqueses del lado         sur del lago Erie. 
  Juan, con un compañero jesuita, dos donados y         un joven hurón, avanza hacia el sur. Al séptimo día llegan al poblado de         Kanducho. El idioma es un dialecto parecido al hurón, con marcadas         diferencias de pronunciación. Todos los neutrales usan tatuajes. Las         caras, los cuerpos, los brazos y las piernas muestran franjas negras,         círculos y dibujos. 
  Juan de Brébeuf comienza el recorrido de todas         las aldeas. Pero no es bien recibido. En todas ellas hay prevención en su         contra. Los jefes neutrales creen que con el misionero puede venir la         peste. Algunos hurones enemigos divulgan esos rumores. 
  En la         misión emplea un año y cuatro meses. Es un tiempo difícil. Soporta         peligros y amenazas y no obtiene conversiones. Por fin, al iniciarse marzo         de 1641, emprenden Juan y su compañero el regreso a Santa María.         
  Pero al cruzar un arroyo, resbala y se da un golpe contra el         hielo. A duras penas, debe admitir que se ha quebrado la clavícula del         lado izquierdo. 
  El día 19 de marzo, con gran trabajo, los dos         jesuitas llegan a Santa María para celebrar de inmediato la Misa, en honor         del santo patrono de la Misión.
  Un descanso en Quebec         
  El P. Jerónimo Lalement decide enviar a Juan de Brébeuf a la         ciudad de Quebec, con las canoas que viajan en el mes de mayo. La         clavícula quebrada no puede ser tratada en la Misión y los dolores de         Brébeuf parecen muy intensos. Después de siete años consecutivos entre los         hurones, bien puede recuperar las fuerzas en Quebec. 
  Con hondo         desconsuelo en Santa María, lo despiden. Todos lo aprecian, sacerdotes,         hermanos, donados y obreros. Lo quieren hondamente, por su humildad,         inagotable paciencia, caridad y valor indomable.
  El 20 de junio de         1641, las canoas llegan a Trois Rivières, con admiración de todos, a causa         de las incursiones iroquesas alrededor de la ciudad. Pocos días después,         los misioneros están en Quebec. 
  Juan visita, fascinado, la nueva         Misión de los jesuitas en el poblado de los algonquines cristianos de         Sillery. Poco después, recorre el hospital fundado por las religiosas de         Dieppe y también el Colegio de las Ursulinas para muchachas algonquinas.         
  Juan es nombrado Superior de Sillery. Desde allí, siempre         inquieto, participa en la fundación de la ciudad de Montreal y apoya, con         todos los medios a su alcance, a su querida misión entre los hurones.         
  Un dolor que desgarra 
  En julio de 1642, recibe en         Trois Rivières a Isaac Jogues que acompaña a los hurones en el viaje anual         de comercio. En el mes de agosto, Juan decide el destino del joven donado         y hábil cirujano René Goupil como compañero de Isaac. 
  Más que         otras veces, sufre con ese viaje de sus amigos, pues él quisiera         acompañarlos. Pero su decisión de guiarse por la obediencia le devuelve la         paz. 
  Al atardecer de ese mismo día, Juan conoce, con horror, que         Isaac, René y los hurones han caído en manos iroquesas.  Siente         desgarrársele el corazón, pero una vez más debe cumplir la voluntad de         Dios. Llora como un hombre y encomienda a sus amigos.
  Poco         después,  Juan bautiza en Quebec a seis hurones, todos jóvenes.         Incansable, sigue con sus trabajos en Sillery y Trois         Rivières.
  Noticias alarmantes
  El 12 de junio de 1643,         llegan a Trois Rivières dos hurones.  Con emoción, Juan de Brébeuf         reconoce, en esos rostros torturados, a José y a Pedro, los dos hermanos         de Chihwatenhwa. Pertenecen al grupo de los prisioneros capturados por los         iroqueses en el pasado mes de agosto. 
  Ellos relatan los tormentos,         cómo fueron pasados por el fuego, despedazados y la vida de esclavitud         durante el invierno. Narran también la muerte de René Goupil. Juan llora         casi sin consuelo. 
  El 15 de agosto, llegan a Trois Rivières varias         canoas iroquesas. Los franceses permiten que atraque una sola y con un         solo iroqués. Este entrega a Juan una carta de Isaac, en latín, francés y         hurón: 
  "Esta es la cuarta carta que escribo desde que estoy con         los iroqueses. Los holandeses han tratado de rescatarnos, pero ha sido en         vano. Estoy resuelto a seguir aquí hasta que Dios lo quiera. No pienso         huir, aunque se me presente la ocasión de hacerlo".
  Otro año de         angustia 
  Un año más Juan de Brébeuf debe quedarse en Quebec,         Sillary y Trois Rivières.
  El 27 de abril de 1644, después de         haberla preparado, despide a la expedición del P. Francisco Bressani,         joven jesuita italiano, con sus seis hurones cristianos y un donado         francés. 
  Dos semanas más tarde, el 14 de mayo, recibe con profundo         dolor la noticia de que los hurones han perecido y que el P. Bressani es         esclavo de los iroqueses. 
  Después, Juan de Brébeuf es llamado a         Quebec para celebrar conferencias con el Gobernador y el P. Vimont, el         Superior jesuita de Nueva Francia. Es urgente lograr la paz con los         iroqueses. De lo contrario, todos los esfuerzos hechos con los         algonquines, hurones y neutrales podrán perderse.
  Una sorpresa         increíble
  En junio de 1644, llega a Quebec la flota que viene         de Francia. La sorpresa de Juan es enorme cuando ve descender desde los         veleros a su querido amigo Isaac Jogues. Antes de preguntar nada se         confunden en un abrazo.
  Isaac cuenta a sus amigos la tremenda         odisea. Los iroqueses han sido en verdad muy duros. Los jesuitas miran,         sorprendidos, las manos mutiladas y la paz del amigo. Ha podido huir con         la ayuda de los holandeses.  Llegó a Francia para Navidad. Obtuvo         permiso para regresar. Ahora lo ven nuevamente feliz.
  En el mes de         julio, Juan y su amigo Isaac viajan juntos a Trois Rivières. A los pocos         días, llegan a la ciudad doce canoas huronas, con el P. Pedro Pijart y         algunos donados.
  Los hurones declaran que no vienen a comerciar         sino que viajan en lucha guerrera contra los iroqueses. Juan de Brébeuf         cree ver, entonces, una nueva oportunidad para él. El P. Pijart puede         quedarse en Trois Rivières y él dirigirse de nuevo al país hurón.         
  Se apresura y va a Quebec a pedir la autorización del P. Vimont.         Este asiente y le entrega los últimos documentos llegados de Francia. El         P. Jerónimo Lalement debe regresar a Quebec, pues es el nuevo Superior de         la Misión de Nueva Francia. El P. Pablo Raguenau ha sido designado como         Superior en la Misión hurona. Juan de Brébeuf será el encargado de         comunicar los cambios. Por tercera vez en Huronia
  De         Quebec Juan viaja, feliz, con su tercer destino hacia los hurones. Con él         van otros dos jóvenes misioneros, Natal Chabanel y  Leonardo Garreau.         
  El 7 de septiembre de 1644 llegan a Santa María, después de 30         días de viaje. A Echon los hurones y los jesuitas, lo reciben         tumultuosamente. Primero, los gritos de sorpresa, después vienen las risas         y los abrazos. En la capilla de troncos, todos entonan el vibrante Te Deum         de acción de gracias. 
  Los recién llegados responden las miles de         preguntas. Sí, el viaje ha resultado fácil. No, no han visto a los         iroqueses. Isaac Jogues está en Quebec. Ha regresado con las huellas de         sus torturas. 
  Todos se alegran. Como buenos jesuitas, aceptan         confiados los cambios de Superiores. El P. Jerónimo Lalement es para todos         un verdadero padre, muy querido, y se felicitan de tenerlo como Superior         principal en Quebec. Desde allí velará con dedicación por la Misión         hurona. El P. Pablo Raguenau se parece mucho a Brébeuf y es como su         sombra. Es un buen religioso, inteligente y de una caridad a toda prueba.         "Aondechate" como lo llaman los hurones es otro Echon. 
  La nueva         Misión de Santa María
  La comunidad tiene ahora dieciséis         jesuitas. De ellos, catorce son sacerdotes y dos son hermanos. También se         cuentan once donados. 
  Santa María ha progresado mucho en los tres         años de ausencia de Brébeuf. Ahora es casi una fortaleza, con empalizadas         hasta el río. En el recinto hay cinco edificios, talleres y almacenes.         
  La casa de la comunidad tiene dos pisos, dos chimeneas, doce         aposentos, sala de estar, comedor y cocina. La Capilla tiene 15 metros de         longitud y 8 de ancho, un altar de piedra, imágenes talladas por los         hurones, hermosos ornamentos y cuadros. Hay una casa para los donados, y         otra para los huéspedes. Dentro del recinto hay un pozo de agua, una         fragua, y corrales para las gallinas y los cerdos. 
  Juan de Brébeuf         no sale de su asombro. Con profunda alegría, visita las construcciones         junto a la Misión, la Capilla de los hurones, el pequeño hospital y el         cementerio. En el campo hay sembrados. 
 
  Por todo el país se         extiende la noticia del regreso de Echon. Los hurones vienen a Santa         María, desde todos los poblados, de Ossossané y Teanaustayé y de los más         alejados. Uno de Ossossané le dice: "Pronto todo nuestro poblado será         cristiano".
  Juan queda destinado a Santa María. Desde allí, en         largas excursiones, debe atender a las aldeas huronas de Santa Ana, San         Luis, San Dionisio, San Juan y San Francisco Javier. 
  Noticias         de los iroqueses
  En septiembre de 1645, ante la sorpresa y         alegría de Juan  y de todos los habitantes de Santa María, llega en         una canoa el P. Francisco Bressani. 
  Nada se sabía de él desde que         había sido capturado por los iroqueses en abril del año anterior. El         cuenta su tortura y cómo fue rescatado por los holandeses y enviado por         ellos a Francia en el mes de octubre. 
  Echon contempla con dolor         las cicatrices que cubren el cuello, la cara, los brazos, las piernas y         las manos del P. Francisco. De éstas, los iroqueses le amputaron algunos         dedos y otros los arrancaron a mordiscos, dejándole sólo los muñones. Juan         piensa que el P. Francisco es un mártir y reza profundamente para merecer         iguales sufrimientos y, si Dios lo quiere, una muerte sangrienta.         
  En noviembre, Juan hace un viaje de seis días, remando con un         donado, para visitar a un grupo de hurones que ha huido más allá del lago         Nipissing. A su regreso, continúa sus recorridos entre los poblados         hurones. 
  Noticias de su amigo Isaac Jogues
  En uno de         los poblados, Juan se entera de las muertes de Isaac Jogues y de Juan de         La Lande a manos de los iroqueses mohawks. Para él es la noticia más         triste de su vida. Desconsolado, llora amargamente por sus dos amigos y         también por los iroqueses mohawks. 
  Admira la labor de Isaac         Jogues. Sin desmayar, él inició las tentativas de paz con los onondagas,         los cayugas y los oneidas, las tres naciones centrales de los iroqueses.         Los senecas se negaron. Ahora también los mohawks están en implacable         guerra contra los hurones.
  El martirio de Antonio         Daniel
  En septiembre de 1647, el P. Pablo Raguenau, el Superior         de la Misión hurona, decide ampliar los horizontes misioneros hacia los         petuns, los algonquines del norte y volver a los neutrales. Juan queda en         Santa María, con sus mismas aldeas huronas.
  A principios de junio         de 1648, tiene el consuelo de recibir en la Misión de Santa María al         P.  Antonio Daniel. Los hurones lo llaman Antwen. El ha llegado para         hacer, en la casa principal de la Misión, los Ejercicios espirituales de         año. Con su amigo hace nuevos planes.
  Antonio Daniel regresa a su         puesto de Teanaustayé el 2 de julio. Los iroqueses atacan la aldea el día         4, queman y matan. La noticia del martirio de su amigo le llega a Juan el         mismo día. Corre a Teanaustayé y sólo encuentra cenizas.
  La         continuación del trabajo 
  En 1649, además de los poblados         hurones a su cargo, Juan se  encarga de la aldea de San Ignacio que         reemplaza al destruido poblado de Teanaustayé, a unos 8 kilómetros de         Santa María. 
  El nuevo pueblo ha sido construido bajo las         indicaciones de Juan. Recibe como compañero al Padre Gabriel Lalement,         misionero llegado recién el año anterior. 
  Con Gabriel, llamado         ahora Atironta, recorre todas las aldeas. En todas recibe una buena         cosecha espiritual.
  De nuevo los iroqueses 
  En la         mañana del lunes 15 de marzo de 1649, Juan de Brébeuf y Gabriel Lalement         parten desde Santa María para el recorrido usual de sus Misiones.         
  Pasan el día en San Luis, ubicado a 4 kilómetros, con sus         cuatrocientos hurones. Alojan en la pequeña cabaña. Poco después del alba,         del día 16, dicen sus Misas. Ese mismo día tienen pensado dirigirse a la         aldea de San Ignacio, a otros 4 kilómetros de distancia. 
  A las         seis de la mañana, cuando están terminando la acción de gracias, son         sorprendidos por los gritos de los hurones: "¡Los iroqueses están en San         Ignacio! ¡Los iroqueses están degollando a los hurones de San Ignacio!         ".
  Juan piensa, horrorizado: No tardarán de presentarse en este         pueblo de San Luis. 
  Sobreponiéndose al griterío de los hombres y a         los aullidos desesperados de las mujeres y los niños, prepara la defensa.         Los hombres van a las empalizadas y las mujeres con los niños son         obligados a huir hacia el bosque. 
  Después ambos, Echon y Atironta,         corren a las empalizadas. El jefe hurón les insta a huir con las mujeres.         Echon contesta  que su puesto está ahí, para cuidar a los guerreros.         
  Muy pronto los iroqueses llegan a la empalizada. Silban las         flechas y suenan los disparos de los mosquetes iroqueses. El primer ataque         es rechazado. En un segundo ataque masivo, la aldea es         capturada.
  Las torturas 
  Los prisioneros son         fuertemente atados. A empellones los iroqueses los obligan a salir del         poblado. Los agrupan como a un rebaño. Saquean y matan. Aullando en         frenética danza, celebran la victoria. 
  Después, queman las         construcciones. A los prisioneros los obligan a cantar y, en trote         agotador, los llevan a San Ignacio. 
  En el bosque, los iroqueses         arrancan las ropas a Echon y a Atironta. Los dejan desnudos como van         ellos. 
  Al llegar a la aldea de San Ignacio, los iroqueses se ponen         en dos filas paralelas y obligan a los prisioneros a pasar entre ellas.         Con palos y porras, aullando, los golpean hasta que puedan llegar al otro         extremo. Echon, con el cuerpo  magullado, queda al fin acurrucado         junto a sus amigos los hurones. 
  Juan y Gabriel, en cuchillas,         hacen su oración y ofrecimiento. Echon dice a Atironta que probablemente         él, Gabriel, va a quedar con vida y va a ser llevado a los poblados         iroqueses como esclavo.  En tal caso, le aconseja, deberá huir, como         Isaac y el P. Francisco Bressani. 
  El uno al otro se oyen en         confesión y se absuelven mutuamente. 
  Poco después son obligados a         ponerse de pie. Se les ordena que bailen y entonen el canto de la muerte.         
  En la danza, los iroqueses saltan sobre Echon. A mordiscos le         rompen los huesos de las manos. Le arrancan las uñas y mascan sus dedos.         Lo arrastran a un poste. Lo amarran y empieza el tormento del fuego.         
 
  Echon conoce el código de los iroqueses. Sabe lo que esperan         de él. Por eso, pide fuerzas a Dios para no expresar ni temor, ni proferir         quejas. Mientras lo queman, no grita.
  Reza y consuela a los hurones         que mueren con él. Juan grita: "Jesús, ten misericordia". Los         hurones contestan:  "Echon, ruega por nosotros". 
  Los iroqueses         hacen callar a Echon apretándole una tea encendida dentro de la boca.         Después lo empiezan a quemar entero. Todavía vivo, le echan sobre la         cabeza y las heridas agua hirviente, como una burla del bautismo. "Echon,         te bautizamos, para que puedas  ser feliz". 
  A duras penas,         Echon dice: "Jesús, ten misericordia". Y en lengua hurona         agrega: "Jesús, taiteur". Uno de los iroqueses le coge la nariz y         la arranca de un tajo. Otro le hiere el labio superior, tira la lengua y         le corta un pedazo. Un tercero le quema la boca con un tizón         encendido.
  La muerte 
  Entonces, el enorme cuerpo de         Echon, al quemarse las ataduras, cae a las brasas. Sus ojos que todavía         están abiertos, son vaciados con una tea encendida. Lo sacan del fuego.         Todavía estávivo. Ponen su cuerpo en un tablado. 
  El jefe iroqués,         con su afilado cuchillo, le arranca el cuero cabelludo. Ese es su trofeo.         Después hunde su largo cuchillo de guerra, en el costado, y le arranca el         corazón. Chupa la sangre, lo asa, y se lo come con avidez. 
  Los         otros jefes iroqueses también comen lonjas de carne asada y beben sangre.         Un jefe descarga el hacha sobre la cabeza y la parte en dos. Después,         queman todo. 
  Son las cuatro de la tarde del día 16 de marzo de         1649. Atironta, en oración, espera su turno.
  La         glorificación 
  San Juan de Brébeuf fue canonizado el 26 de         junio de 1930, conjuntamente con San Isaac Jogues, San René Goupil, San         Juan de La Lande, San Antonio Daniel, San Gabriel Lalement, San Carlos         Garnier y San Natal Chabanel.
  Todos ellos son los patronos de la         evangelización de América del Norte
  Para ver más sobre los mártires         en Canadá haz "click" AQUI   | 
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  Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01 
Juan Amias y   Roberto Dalby, Beatos Mártires, Marzo 16   
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  |                        |                Juan Amias y Roberto Dalby, Beatos  |           Presbíteros y Mártires         Martirologio Romano: En York, en Inglaterra, beatos Juan Amias y Roberto         Dalby, presbíteros y mártires, que bajo la reina Isabel I fueron         condenados a la pena capital por ser sacerdotes, aceptando con alegría el         suplicio (1589). 
  Juan Amias y Roberto Dalby eran de Yorkshire.         Después de sus estudios en el Colegio de Douai en Reims, fueron ordenados         sacerdotes y partieron a la misión de Inglaterra, donde murieron en 1589.         Amias, que era viudo y monje trapense, misionó por siete u ocho años en         Inglaterra antes de ser capturado; Dalby, que había sido ministro         protestante, hacía un año que había regresado a Inglaterra, cuando fue         aprehendido. 
  No muchos detalles de sus labores parecen ser         exactos, pero tenemos una descripción gráfica de sus muertes en el         manuscrito del Dr. Champney citado por Challoner. Este dice: "El dieciséis         de marzo de este año, Juan Amias y Roberto Dalby, sacerdotes del seminario         de Douai, fueron ejecutados en York, acusados de alta traición, por el         crimen de ser sacerdotes ordenados por la autoridad de la Sede de Roma y         haber regresado a Inglaterra a ejercer su ministerio para beneficio de las         almas de sus vecinos. Tenía yo veinte años, cuando fui testigo ocular del         glorioso combate de estos santos hombres. A la vista de la constancia y         mansedumbre de ellos, regresé a casa convencido de la fe católica, en la         que he permanecido por la gracia de Dios… porque era visible en esos         santos servidores de Dios tanta mansedumbre unida a tan singular         constancia, que uno hubiese fácilmente dicho que eran ovejas llevadas al         matadero". 
  Después de describir la ejecución de Juan Amias y         Roberto Dalby agrega: "Los guardias estaban muy atentos para impedir que         alguno de los que se habían reunido a ver la ejecución se llevase alguna         pertenencia o sangre de los mártires. Aun así, una persona, que me pareció         una gran dama, no sin dificultad, abriéndose paso entre la multitud,         llegóse al lugar donde yacían sus cuerpos despedazados, juntó sus manos y         levantó los ojos al cielo, lo que conmovió hondamente a los presentes.         Dijo también unas palabras que yo no pude oír debido al tumulto y ruido.         Inmediatamente se elevó un clamor en contra de ella, como idólatra y fue         retirada de ahí; pero no pude saber si fue llevada a prisión o         no".  | 
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  Fuente: Martirologio Romano 
Otros Santos y Beratos   Completando el santoral de este día, Marzo 16   
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  |                        |                Otros Santos y Beratos  |           Santos Hilario, obispo, y Taciano,         mártires En Aquileia, en el territorio de Venecia, santos Hilario,         obispo, y Taciano, mártires (s. inc.). 
  San Papas,         mártir En Seleucia, en Persia, san Papas, oriundo de Licaonia, que,         tras muchos tormentos, afrontó el martirio por la fe de Cristo (s. IV).         
  San Julián, mártir En Anazarbo, en Cilicia, san Julián,         el cual, atormentado por largo tiempo, fue metido con serpientes en un         saco y precipitado al mar (s. IV). 
  Santa Eusebia,         abadesa En Artois, de Neustria, santa Eusebia, abadesa de Hamay,         que, tras la muerte de su padre, con su santa madre Rictrude se retiró a         la vida monástica y, todavía adolescente, fue elegida abadesa después de         su abuela santa Gertrudis (c. 680).
  San Juan Sordi o         Cacciafronte, monje, obispo y martir En Vicenza, en el territorio         de Venecia, beato Juan Sordi o Cacciafronte, obispo y mártir, el cual,         siendo abad, fue exiliado por su fidelidad al papa, y elegido después         obispo de Mantua y trasladado a la sede de Vicenza, murió en defensa de la         libertad eclesiástica, asesinado por un sicario (1181).         | 
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  Fuentes: IESVS.org; EWTN.com;   hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
   
  Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
   
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