jueves, 24 de marzo de 2016

Jueves SANTO. Institución del Santísimo Sacramento. 24/03/2016. Beato Oscar Romero ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15

Gloria a ti, Señor.

Era la víspera de la fiesta de la pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de dejar este mundo para ir al Padre. Y él, que había amado a los suyos, que estaban en el mundo, llevó su amor hasta el final.
Estaban cenando y ya el diablo había convencido a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que entregara a Jesús. Entonces Jesús, sabiendo que el Padre le había entregado todo, y que de Dios había venido y a Dios regresaba, se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la colocó en la cintura.
Después echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste se resistió:
"Señor, ¿cómo vas a lavarme tú a mí los pies?"
Jesús le contestó:
"Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora; lo comprenderás después".
Pedro insistió:
"Jamás permitiré que me laves los pies".
Entonces Jesús le contestó:
"Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo".
Simón Pedro reaccionó diciendo:
"Señor, no sólo los pies; lávame también las manos y la cabeza".
Pero Jesús le dijo:
"El que se ha bañado sólo necesita lavarse los pies, porque está completamente limpio; y ustedes están limpios, aunque no todos".
Sabía muy bien Jesús quién lo iba a entregar; por eso dijo: "No todos están limpios".
Después de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a sentarse a la mesa y dijo:
"¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque efectivamente lo soy. Pues bien, si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben hacer lo mismo unos con otros. Les he dado ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

Jueves Santo

Según una antiquísima tradición de la Iglesia, en este día están prohibidas todas las misas sin pueblo.
Al atardecer, en la hora más oportuna, se celebra la misa de la Cena del Señor, en la que participa plenamente toda la comunidad local y todos los sacerdotes y clérigos que ejercen su ministerio.
Los sacerdotes que han participado en la misa crismal o ya han celebrado para bien de los fieles, pueden concelebrar de nuevo la misa vespertina.
Donde lo exija el bien pastoral, el Ordinario del lugar puede permitir la celebración de otra misa, por la tarde, en los templos u oratorios públicos o semipúblicos, y en caso de verdadera necesidad, incluso por la mañana, pero solamente para los fieles que de ningún modo puedan participar en la misa vespertina.
Cuídese que estas misas no se celebren solamente para bien de unos pocos y no perjudiquen en nada a la misa vespertina, que es la principal.
La sagrada comunión solamente se puede distribuir a los fieles dentro de la misa; a los enfermos se la pueden llevar a cualquier hora del día.
El sagrario debe estar completamente vacío. Conságrense en esta misa suficientes hostias, de modo que alcancen para la comunión del clero y del pueblo hoy y mañana.

Antífona de Entrada

Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, vida y resurrección, él nos ha salvado y libertado.

 

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Dios nuestro, nos has reunido hoy para celebrar aquella misma memorable Cena en que tu Hijo, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno, sacramento de su amor; concédenos alcanzar, por la participación en este sacramento, la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Prescripciones sobre la cena pascual

Lectura del libro del Exodo 12, 1-8.11-14

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés y a Aarón en Egipto:
"Este mes será para ustedes el más importante de todos, será el primer mes del año. Digan a toda la asamblea de Israel:
Que el día décimo de este mes prepare cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comerlo entero, que invite a cenar en su casa a su vecino más próximo, según el número de personas y la porción de cordero que cada cual pueda comer.
Será un animal sin defecto, macho, de un año; podrá ser cordero o cabrito. Lo guardarán hasta el día catorce de este mes, y toda la comunidad de Israel lo inmolará al atardecer. Luego rociarán con la sangre el marco de la puerta en las casas donde vayan a comerlo. Lo comerán esa noche asado al fuego, con panes sin levadura y hierbas amargas. Y lo comerán así: el cinturón puesto, los pies calzados, bastón en mano y a toda prisa, porque es la pascua del Señor.
Esa noche pasaré yo por el país de Egipto y mataré a todos sus primogénitos, tanto de los hombres como de los animales. Así ejecutaré mi sentencia contra todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor. La sangre servirá de señal en las casas donde estén; al ver yo la sangre, pasaré de largo y, cuando yo castigue a Egipto, la plaga exterminadora no los alcanzará cuando hiera yo a Egipto.
Este día lo recordarán siempre y lo celebrarán como fiesta del Señor, institución perpetua para todas las generaciones".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 115, 12-13.15-16bc.17-18

Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de la salvación, invocando su nombre.
Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.

El Señor siente profundamente la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis ataduras.
Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.

Te ofreceré un sacrificio de acción de gracias invocando tu nombre; cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo el pueblo.
Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.

Segunda Lectura

Cada vez que comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

Hermanos: Por lo que a mí toca, del Señor recibí la tradición que les he transmitido, a saber, que Jesús, el Señor, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, después de dar gracias, lo partió y dijo:
"Esto es mi cuerpo entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía".
Igualmente, después de cenar, tomó el cáliz y dijo:
"Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; cuantas veces beban de él, háganlo en memoria mía".
Así pues, siempre que coman de este pan y beban de este cáliz, anuncian la muerte del Señor hasta que él venga.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros como yo los he amado, dice el Señor.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Los amó hasta el extremo

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15

Gloria a ti, Señor.

Era la víspera de la fiesta de la pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de dejar este mundo para ir al Padre. Y él, que había amado a los suyos, que estaban en el mundo, llevó su amor hasta el final.
Estaban cenando y ya el diablo había convencido a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que entregara a Jesús. Entonces Jesús, sabiendo que el Padre le había entregado todo, y que de Dios había venido y a Dios regresaba, se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la colocó en la cintura.
Después echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste se resistió:
"Señor, ¿cómo vas a lavarme tú a mí los pies?"
Jesús le contestó:
"Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora; lo comprenderás después".
Pedro insistió:
"Jamás permitiré que me laves los pies".
Entonces Jesús le contestó:
"Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo".
Simón Pedro reaccionó diciendo:
"Señor, no sólo los pies; lávame también las manos y la cabeza".
Pero Jesús le dijo:
"El que se ha bañado sólo necesita lavarse los pies, porque está completamente limpio; y ustedes están limpios, aunque no todos".
Sabía muy bien Jesús quién lo iba a entregar; por eso dijo: "No todos están limpios".
Después de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a sentarse a la mesa y dijo:
"¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque efectivamente lo soy. Pues bien, si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben hacer lo mismo unos con otros. Les he dado ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

No se dice "Credo".

Lavatorio de los pies

Los ministros invitan a las personas designadas a que ocupen los asientos que se han preparado en un lugar apto, donde fácilmente el rito sea visible a los fieles. Entonces el celebrante, quitándose si es necesario la casulla y ayudándole los ministros, se acerca a cada uno, echa agua sobre sus pies y se los seca.
Mientras tanto se cantan las siguientes antífonas u otros cantos apropiados:

Antífona Primera

El Señor se levantó de la mesa,echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de sus discípulos para darles ejemplo.
Señor, ¿cómo me vas a lavar los pies tú a mí?

Antífona Segunda

"Señor, ¿pretendes tú lavarme los pies?"
Jesús le respondió:
"Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo".
Señor, ¿cómo me vas a lavar los pies tú a mí?

Antífona Tercera

Fue Jesús hacia Simón Pedro y éste le dijo:
"Señor, ¿pretendes tú lavarme los pies?"
Jesús le dijo:
"Lo que yo estoy haciendo, tú no lo entiendes ahora; lo entenderás más tarde".
Señor, ¿cómo me vas a lavar los pies tú a mí?

Antífona Cuarta

"Si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies,
cuánto más ustedes deben
lavarse los pies unos a otros.
Señor, ¿cómo me vas a lavar
los pies tú a mí?

Antífona Quinta

"En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se aman unos a otros".
Señor, ¿cómo me vas a lavar los pies tú a mí?

Antífona Sexta

Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros como yo los he amado, dice el Señor.
Señor, ¿cómo me vas a lavar los pies tú a mí?

Antífona Séptima

"Que permanezca en ustedes la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor. Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor".
Señor, ¿cómo me vas a lavar los pies tú a mí?

Oración de los Fieles

Celebrante:
Supliquemos, hermanos y hermanas, a Cristo, el ungido de Dios, en cuyas manos el Padre ha puesto todas las cosas, y pidámosle que escuche nuestras oraciones:
(Respondemos a cada petición: Te lo pedimos, Señor).

Para que todos los cristianos sepan seguir el ejemplo de humildad del Señor, que lavó los pies de sus discípulos, e imiten la bondad de aquél que aceptó las lágrimas de Pedro, que lo había negado, roguemos al Señor.
Te lo pedimos Señor.

Para que nuestros obispos y sus presbíteros, que en estos días han recordado el inicio de su ministerio y han renovado sus promesas, vivan plenamente conformes a Jesús y sean siempre fieles a lo que en su ordenación prometieron, roguemos al Señor.
Te lo pedimos Señor.

Para que el Señor, que se entregó a la muerte para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos, inspire sentimientos de conversión a los que por el pecado o por la indiferencia se han alejado de la Iglesia, roguemos al Señor
Te lo pedimos Señor.

Para que los enfermos, al ser ungidos con el óleo de la salvación, experimenten la protección del Señor y sientan mejora en su enfermedad y alivio en sus dolores, roguemos al Señor.
Te lo pedimos Señor.

Para que el Señor, que con su humillación nos exalta, con su entrega nos merece el perdón, con su sangre nos purifica y con su carne nos alimenta, ilumine también nuestra mentes para que comprendamos y amemos los misterios que hoy conmemoramos, roguemos al Señor.
Te lo pedimos Señor.

Celebrante:
Señor Jesucristo, ya que, mientras vivimos aún en este mundo, nos invitas a participar en la mesa que es imagen del banquete eterno, escucha nuestra oración y haz que los que ahora nos reunimos para celebrar el sacramento de tu triunfo, podamos ser también tus comensales en el banquete de la Pascua eterna. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El sacrificio y el sacramento de Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro, verdadero y único sacerdote.
El cual, al instituir el sacrifico de la eterna alianza, se ofreció a sí mismo como víctima de salvación, y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración suya. Su carne, inmolada por nosotros, es alimento que nos fortalece; su sangre, derramada por nosotros, es bebida que nos purifica.
Por eso,
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Esto es mi Cuerpo, que se da por ustedes. Este cáliz es la nueva alianza establecida por mi Sangre; cuantas veces lo beban, háganlo en memoria mía, dice el Señor.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, tú que nos permites disfrutar en esta vida de la Cena instituida por tu Hijo, concédenos participar también del banquete celestial de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Traslado del Santísimo Sacramento

Dicha la oración después de la comunión, el celebrante, de pie ante el altar, pone incienso en el incensario y, arrodillado, inciensa tres veces al Santísimo Sacramento. Poniéndose el paño de hombros, toma en sus manos el copón y lo cubre con las extremidades del paño.
Se forma entonces la procesión para llevar el Santísimo Sacramento a través del templo hasta el sitio de la reserva. Durante la procesión se canta algún canto eucarístico.
Al llegar la procesión al lugar de la reserva, el celebrante deposita el copón y, poniendo incienso, lo inciensa arrodillado. Después se cierra el tabernáculo o la urna del depósito.
Después de unos momentos de adoración en silencio, el celebrante y los ministros hacen genuflexión y vuelven a la sacristía.
Seguidamente se desnuda el altar, y si es posible, se quitan del templo las cruces. Si algunas no se pueden quitar, es conveniente que queden cubiertas con un velo.
Exhórtese a los fieles, según las circunstancias y costumbres del lugar, a dedicar alguna parte de su tiempo, en la noche, a la adoración delante del Santísimo Sacramento. Esta adoración, después de la medianoche, hágase sin solemnidad.

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Dia 2/04 San Francisco de Paula (ermitaño, blanco)

Antífona de Entrada

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en su mano: me ha tocado un lote hermoso me encanta mi heredad.

 

Oración Colecta

Oremos:
Señor, tú que otorgaste a san Francisco de Paula la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde; concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de vivir fielmente nuestra vocación, para que así tendamos a la perfección que tú nos has propuesto en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo...
Amén.

 

Primera Lectura

El Señor es su heredad

Lectura del libro de Deuteronomio 10, 8-9

Moisés habló al pueblo y dijo:
"El Señor apartó a la tribu de Leví para que llevara el arca de la alianza del Señor, estuviera en presencia del Señor, a su servicio, y bendijera en su nombre, y así hacen todavía hoy.
Por eso la levita no recibe parte en la heredad de sus hermanos, sino que el Señor es su heredad, como le dijo el Señor tu Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 15

El Señor es el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: "Tú eres mi bien".
El Señor es el lote de mi heredad.


El Señor es el lote de mi heredad.

Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
El Señor es el lote de mi heredad.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
El Señor es el lote de mi heredad.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya.

Evangelio

Nuestro Padre ha tenido a bien darnos el Reino

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 32-34

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"No temas, pequeño rebaño, porque nuestro Padre ha tenido a bien darnos el Reino. Vendan sus bienes y den limosna; hagan bolsas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está nuestro tesoro, allí estará también nuestro corazón.
Palabra del Señor".
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Dios de bondad, que en san Francisco de Paula has querido destruir el hombre viejo y crear en él un hombre nuevo, a tu imagen; concédenos, por sus méritos, ser renovados por ti, como él lo fue, para que podamos ofrecerte un sacrificio que te sea agradable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

La gloria de los santos

En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo. Porque tu gloria resplandece en cada uno de los Santos, ya que, al coronar sus méritos, coronas tus propios dones. Con su vida, nos proporcionas ejemplo; ayuda, con su intercesión, y por la comunión con ellos, nos haces participar de sus bienes, para que, alentados por testigos tan insignes, lleguemos victoriosos al fin de la carrera y alcancemos con ellos la corona inmortal de la gloria, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles, y con la multitud de los santos, te cantamos un himno de alabanza, diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

Créanme: Los que han dejado todo y me han seguido, recibirán cien veces más y heredarán la vida eterna.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Te rogamos, Señor, que nosotros tus siervos, fortalecidos por este sacramento, aprendamos a buscarte sobre todas las cosas, a ejemplo de san Francisco de Paula y a ser nosotros, mientras vivamos en el mundo, la imagen del hombre nuevo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

Jueves Santo
Pasión de Nuestro Señor

LA ÚLTIMA CENA DEL SEÑOR

— Jesús celebra la Última Cena con los Apóstoles.

— Institución de la Sagrada Eucaristía y del sacerdocio ministerial.

El Mandamiento Nuevo del Señor.

I. Este Jueves Santo nos trae el recuerdo de aquella Última Cena del Señor con los Apóstoles. Como en años anteriores, Jesús celebrará la Pascua rodeado de los suyos. Pero esta vez tendrá características muy singulares, por ser la última Pascua del Señor antes de su tránsito al Padre y por los acontecimientos que en ella tendrán lugar. Todos los momentos de esta Última Cena reflejan la Majestad de Jesús, que sabe que morirá al día siguiente, y su gran amor y ternura por los hombres.

La Pascua era la principal de las fiestas judías y fue instituida para conmemorar la liberación del pueblo judío de la servidumbre de Egipto. Este día será para vosotros memorable, y lo celebraréis solemnemente en honor de Yahvé, de generación en generación. Será una fiesta a perpetuidad1. Todos los judíos están obligados a celebrar esta fiesta para mantener vivo el recuerdo de su nacimiento como Pueblo de Dios.

Jesús encomendó la disposición de lo necesario a sus discípulos predilectos: Pedro y Juan. Los dos Apóstoles hacen con todo cuidado los preparativos. Llevaron el cordero al Templo y lo inmolaron, luego vuelven para asarlo en la casa donde tendrá lugar la cena. Preparan también el agua para las abluciones2, las "hierbas amargas" (que representan la amargura de la esclavitud), los "panes ácimos" (en recuerdo de los que tuvieron que dejar de cocer sus antepasados en la precipitada salida de Egipto), el vino, etc. Pusieron un especial empeño en que todo estuviera perfectamente dispuesto.

Estos preparativos nos recuerdan a nosotros la esmerada preparación que hemos de realizar en nosotros mismos cada vez que participamos en la Santa Misa. Se renueva el mismo Sacrificio de Cristo, que se entregó por nosotros, y nosotros somos también sus discípulos, que ocupamos el lugar de Pedro y Juan.

La Última Cena comienza a la puesta del sol. Jesús recita los salmos con voz firme y con un particular acento. San Juan nos ha transmitido que Jesús deseó ardientemente comer esta cena con sus discípulos3.

En aquellas horas sucedieron cosas singulares que los Evangelios nos han dejado consignadas: la rivalidad entre los Apóstoles, que comenzaron a discutir quién sería el mayor; el ejemplo sorprendente de humildad y de servicio al realizar Jesús el oficio reservado al ínfimo de los siervos: se puso a lavarles los pies; Jesús se vuelca en amor y ternura hacia sus discípulos: Hijitos míos..., llega a decirles. "El mismo Señor quiso dar a aquella reunión tal plenitud de significado, tal riqueza de recuerdo, tal conmoción de palabras y de sentimientos, tal novedad de actos y de preceptos, que nunca terminaremos de meditarlos y explorarlos. Es una cena testamentaria; es una cena afectuosa e inmensamente triste, al tiempo que misteriosamente reveladora de promesas divinas, de visiones supremas. Se echa encima la muerte, con inauditos presagios de traición, de abandono, de inmolación; la conversación se apaga enseguida, mientras la palabra de Jesús fluye continua, nueva, extremadamente dulce, tensa en confidencias supremas, cerniéndose así entre la vida y la muerte"4.

Lo que Cristo hizo por los suyos puede resumirse en estas breves palabras de San Juan: los amó hasta el fin5. Hoy es un día particularmente apropiado para meditar en ese amor de Jesús por cada uno de nosotros, y en cómo estamos correspondiendo: en el trato asiduo con Él, en el amor a la Iglesia, en los actos de desagravio y de reparación, en la caridad con los demás, en la preparación y acción de gracias de la Sagrada Comunión, en nuestro afán de corredimir con Él, en el hambre y sed de justicia...

II. Y ahora, mientras estaban comiendo, muy probablemente al final, Jesús toma esa actitud trascendente y a la vez sencilla que los Apóstoles conocen bien, guarda silencio unos momentos y realiza la institución de la Eucaristía.

El Señor anticipa de forma sacramental –"mi Cuerpo entregado, mi Sangre derramada"– el sacrificio que va a consumar al día siguiente en el Calvario. Hasta ahora la Alianza de Dios con su pueblo estaba representada en el cordero pascual sacrificado en el altar de los holocaustos, en el banquete de toda la familia en la cena pascual. Ahora, el Cordero inmolado es el mismo Cristo6: Esta es la nueva alianza en mi Sangre... El Cuerpo de Cristo es el nuevo banquete que congrega a todos los hermanos: Tomad y comed...

El Señor anticipó sacramentalmente en el Cenáculo lo que al día siguiente realizaría en la cumbre del Calvario: la inmolación y ofrenda de Sí mismo –Cuerpo y Sangre– al Padre, como Cordero sacrificado que inaugura la nueva y definitiva Alianza entre Dios y los hombres, y que redime a todos de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna.

Jesús se nos da en la Eucaristía para fortalecer nuestra debilidad, acompañar nuestra soledad y como un anticipo del Cielo. A las puertas de su Pasión y Muerte, ordenó las cosas de modo que no faltase nunca ese Pan hasta el fin del mundo. Porque Jesús, aquella noche memorable, dio a sus Apóstoles y sus sucesores, los obispos y sacerdotes, la potestad de renovar el prodigio hasta el final de los tiempos: Haced esto en memoria mía7. Junto con la Sagrada Eucaristía, que ha de durar hasta que el Señor venga8, instituye el sacerdocio ministerial.

Jesús se queda con nosotros para siempre en la Sagrada Eucaristía, con una presencia real, verdadera y sustancial. Jesús es el mismo en el Cenáculo y en el Sagrario. En aquella noche los discípulos gozaron de la presencia sensible de Jesús, que se entregaba a ellos y a todos los hombres. También nosotros, esta tarde, cuando vayamos a adorarle públicamente en el Monumento, nos encontraremos de nuevo con Él; nos ve y nos reconoce. Podemos hablarle como hacían los Apóstoles y contarle lo que nos ilusiona y nos preocupa, y darle gracias por estar con nosotros, y acompañarle recordando su entrega amorosa. Siempre nos espera Jesús en el Sagrario.

III. La señal por la que conocerán que sois mis discípulos será que os amáis lo unos a los otros9.

Jesús habla a los Apóstoles de su inminente partida. Él se marcha para prepararles un lugar en el Cielo10, pero, mientras, quedan unidos a Él por la fe y la oración11.

Es entonces cuanto enuncia el Mandamiento Nuevo, proclamado, por otra parte, en cada página del Evangelio: Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado12. Desde entonces sabemos que "la caridad es la vía para seguir a Dios más de cerca"13 y para encontrarlo con más prontitud. El alma entiende mejor a Dios cuando vive con más finura la caridad, porque Dios es Amor, y se ennoblece más y más en la medida en que crece en esta virtud teologal.

El modo de tratar a quienes nos rodean es el distintivo por el que nos conocerán como sus discípulos. Nuestro grado de unión con Él se manifestará en la comprensión con los demás, en el modo de tratarles y de servirles. "No dice el resucitar a muertos, ni cualquier otra prueba evidente, sino esta: que os améis unos a otros"14. "Se preguntan muchos si aman a Cristo, y van buscando señales por las cuales poder descubrir y reconocer si le aman: la señal que no engaña nunca es la caridad fraterna (...). Es también la medida del estado de nuestra vida interior, especialmente de nuestra vida de oración"15.

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis...16. Es un mandato nuevo porque son nuevos sus motivos: el prójimo es una sola cosa con Cristo, el prójimo es objeto de un especial amor del Padre. Es nuevo porque es siempre actual el Modelo, porque establece entre los hombres nuevas relaciones. Porque el modo de cumplirlo será nuevo: como yo os he amado; porque va dirigido a un pueblo nuevo, porque requiere corazones nuevos; porque pone los cimientos de un orden distinto y desconocido hasta ahora. Es nuevo porque siempre resultará una novedad para los hombres, acostumbrados a sus egoísmos y a sus rutinas.

En este día de Jueves Santo podemos preguntarnos, al terminar este rato de oración, si en los lugares donde discurre la mayor parte de nuestra vida conocen que somos discípulos de Cristo por la forma amable, comprensiva y acogedora con que tratamos a los demás. Si procuramos no faltar jamás a la caridad de pensamiento, de palabra o de obra; si sabemos reparar cuando hemos tratado mal a alguien; si tenemos muchas muestras de caridad con quienes nos rodean: cordialidad, aprecio, unas palabras de aliento, la corrección fraterna cuando sea necesaria, la sonrisa habitual y el buen humor, detalles de servicio, preocupación verdadera por sus problemas, pequeñas ayudas que pasan inadvertidas... "Esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria"17.

Cuando está ya tan próxima la Pasión del Señor recordamos la entrega de María al cumplimiento de la Voluntad de Dios y al servicio de los demás. "La inmensa caridad de María por la humanidad hace que se cumpla, también en Ella, la afirmación de Cristo: nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos (Jn 15, 13)"18.

1 Ex 12, 14. — 2 Jn 13, 5. — 3 Jn 13, 1. — 4 Pablo VI, Homilía de la Misa del Jueves Santo, 27-III-1975. — 5 Jn 13, 1. — 6 1 Cor 5, 7. — 7 Lc 22, 19; 1 Cor 2, 24. — 8 1 Cor 11, 26. — 9 Lavatorio de los pies. Antífona 4ª Jn 13, 35. — 10 Jn 14, 2-3. — 11 Jn 14, 12-14. — 12 Jn 15, 12. — 13 Santo Tomás, Coment. a la Epístola a los Efesios, 5, 1. 14 ídem, Opúsculo sobre la caridad. — 15 B. Baur, En la intimidad con Dios, Herder, Barcelona 1973, p. 246. — 16 Jn 13, 34. — 17 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 38. — 18 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 287.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Mons. Romero fue asesinado por odio a la fe el 24 de marzo de 1980, en medio de una naciente guerra civil entre la guerrilla de izquierda y el gobierno dictatorial de derecha.

 

Oración para pedir un favor por intercesión del Beato Óscar Romero:

¡Oh! Dios Padre Misericordioso,

que por mediación de Jesucristo

y la intercesión de la Virgen

María, Reina de Paz; y la acción

del Espíritu Santo, concediste al

Beato Óscar Romero la gracia

de ser un Pastor ejemplar al

servicio de la Iglesia; y en ella

preferencialmente a los pobres y

los necesitados.

Haz, Señor, que yo sepa

también vivir conforme al

Evangelio de tu Hijo y dígnate

glorificar a tu Beato Óscar

Romero y concédeme, por su

Intercesión, el favor que te

pido… Así sea.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Catalina de Suecia, Santa Virgen, Marzo 24  

Catalina de Suecia, Santa

Virgen

Martirologio Romano: En Vástena, en Suecia, santa Catalina, virgen, hija de santa Brígida, que casada contra su voluntad, con consentimiento de su cónyuge conservó la virginidad y, al enviudar, se entregó a la vida piadosa. Peregrina en Roma y en Tierra Santa, trasladó los restos de su madre a Suecia y los depositó en el monasterio de Vástena, donde ella misma tomó el hábito monástico (1381).

Etimológicamente: Catalina = Aquella que es pura y casta, es de origen griego.

 

A Catalina de Suecia o de Vadstena nació alrededor del año 1331 del matrimonio formado por el príncipe Ulf Gudmarsson y Brigitta Birgesdotter; fue la cuarta de ocho hermanos. La educaron, como era frecuente en la época, al calor del monasterio; en este caso lo hicieron las monjas de Riseberga.

Contrajo matrimonio con el buen conde Egar Lyderson van Kyren con quien acordó vivir su matrimonio en castidad; ambos influyeron muy positivamente en los ambientes nobles plagados de costumbres frívolas y profanas.

Brígida, su madre, ha tenido la revelación de fundar la Orden del Santísimo Salvador que tenga como fin alabar al Señor y a la Santísima Virgen según la liturgia de la Iglesia, reparar por las ofensas que recibe de los hombres, propagar la oración contemplativa -preferentemente de la Pasión- para la salvación de las almas.

Madre e hija se encuentran juntas en Roma. Cuando Catalina tiene planes de regresar a su casa junto al esposo, Brígida comunica a su hija otra revelación sobrenatural de Dios: ha muerto su yerno. Esto va a determinar el rumbo de la vida de Catalina desde entonces. Ante el lógico dolor y la depresión anímica que sufre, es sacada de la situación por la Virgen. Es en estas circunstancias cuando muestra ante su madre la firme disposición interna a pasar toda suerte

Catalina de Suecia, Santa

de penalidades y sufrimientos por Jesucristo. Las dos juntas y emprenden una época de oración intensa, de mortificación y pobreza extrema; sus cuerpos no conocen sino el suelo duro para dormir; visitan iglesias y hacen caridad. La joven viuda rechaza proposiciones matrimoniales que surgen frecuentes, llegando algunas hasta la impertinencia y el acoso. Peregrinan a los santuarios famosos y organizan una visita a Tierra Santa para empaparse de amor a Dios en los lugares donde padeció y murió el Redentor.

En el año 1373 han regresado, muere en Roma Brígida y Catalina da sepultura provisional en la Ciudad Eterna al cadáver de su madre en la iglesia de san Lorenzo. El traslado del cuerpo en cortejo fúnebre hasta Suecia es una continua actividad misionera por donde pasa. Catalina habla de la misericordia de Dios que espera siempre la conversión de los pecadores; va contando las revelaciones y predicciones que Dios hizo a su santa madre.

Söderkoping es el lugar patrio que recibe la procesión en 1374 como si fuera un acto triunfal. Se relatan conversiones y milagros que se suceden hasta depositar los restos en el monasterio de Vadstena, donde entra y se queda Catalina, practicando la regla que vivió durante veinticinco años con su madre.

Un segundo viaje a Roma durará cinco años; tendrá como meta la puesta en marcha del proceso de canonización de la futura santa Brígida y la aprobación de la Orden del Santísimo Salvador. A su regreso a Vadstena, muere el 24 de marzo de 1381.

Aparte de las revelaciones que tuvo y de las predicciones sobrenaturales que hizo la santa, se cuenta de ella la finura de alma que le llevó a la confesión diaria durante veinticinco años -no por ser escrupulosa- y que consiguió la confesión arrepentida de impenitentes a punto de morir. También se habla de luces que rodean el cuerpo inerte después de su muerte, de una estrella que pudo verse por un tiempo señalando el lugar del reposo y de luminosidades que refulgían junto al sarcófago. No es extraño que la leyenda haya querido dejar su huella intentando hacer que los sentidos descubran la magnanimidad de su alma que sólo es perceptible por lo externo. Por eso dijeron que nunca mamó la leche de la nodriza mundana mientras buscaba el pecho de su madre santa y de otras mujeres honestas. Igualmente contaron que libró a Roma de inundación entrando sus pies en el Tiber y hablaron de la liberación de una posesa.

De todos modos, los santos de ayer y de hoy, siempre han sido puntos de inflexión de la gracia para el bien de todos los hombres.

Su culto fue confirmado por el Papa Inocencio VIII el año 1784.

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Fuente: Franciscanos.org
Diego José de Cadiz, Beato Sacerdote Capuchino, Marzo 24  

Diego José de Cadiz, Beato

Presbítero Capuchino

Martirologio Romano: En Ronda, en Andalucía, región de España, beato Diego José de Cádiz (Francisco José) López-Caamaño, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, predicador insigne y propugnador intrépido de la libertad de la Iglesia (1801).

Etimológicamente: Diego = Aquel que es instruido, es de origen griego.

 

Treinta años de activísima vida misionera no caben en unas páginas. No es posible reducir a tan breve síntesis la labor de este apóstol capuchino, que, siempre a pie, recorrió innumerables veces Andalucía entera en todas direcciones; que se dirigió después a Aranjuez y Madrid, sin dejar de misionar a su paso por los pueblos de la Mancha y de Toledo; que emprendió más tarde un largo viaje desde Roma hasta Barcelona, predicando a la ida por Castilla la Nueva y Aragón, y a la vuelta por todo Levante; que salió, aunque ya enfermo, de Sevilla y, atravesando Extremadura y Portugal, llegó hasta Galicia y Asturias, regresando por León y Salamanca.

Pero hay que recordar, además, que en sus misiones hablaba varias horas al día a muchedumbres de cuarenta y aun de sesenta mil almas (y al aire libre, porque nuestras más gigantescas catedrales eran insuficientes para cobijar a tantos millares de personas, que anhelaban oírle como a un "enviado de Dios"); que tuvo por oyentes de su apostólica palabra, avalada siempre por la santidad de su vida, a los príncipes y cortesanos por un lado y a los humildes campesinos por otro, a los intelectuales y universitarios y a las clases más populares, al clero en todas sus categorías y a los ejércitos de mar y tierra, a los ayuntamientos y cabildos eclesiásticos y a los simples comerciantes e industriales y aun a los reclusos de las cárceles; que intervino con su consejo personal y con su palabra escrita, bien por dictámenes más o menos públicos, bien por su casi infinita correspondencia epistolar, en los principales asuntos de su época y en la dirección de muchas conciencias; que escribió tal cantidad de sermones, de obras ascéticas y devocionales, que, reunidas, formarían un buen número de volúmenes; que caminaba siempre a pie, con el cuerpo cubierto por áspero cilicio, pero alimentando su alma con varias horas de oración mental al día; y que, si le seguía un cortejo de milagros y de conversiones ruidosas, también supo de otro cortejo doloroso de ingratitudes, de incomprensiones y aun de persecuciones, hasta morir envuelto en un denigrante proceso inquisitorial.

¿Cómo describir, siquiera someramente, tan inmensa labor? La amplitud portentosa de aquella vida, tan extraordinariamente rica de historia y de fecundidad espiritual, durante los últimos treinta años del siglo XVIII, a lo largo y ancho de la geografía peninsular, se resiste a toda síntesis. Sólo de la Virgen Santísima, a la que especialmente veneraba bajo los títulos de Pastora de las almas y de la paz, predicó más de cinco mil sermones. Y seguramente pasaron de veinte mil los que predicó en su vida de misiones, las cuales duraban diez, quince y aun veinte días en cada ciudad.

La misión concreta de su vida y el porqué de su existencia podría resumirse en esta sola frase: fue el enviado de Dios a la España oficial de fines de aquel siglo y el auténtico misionero del pueblo español en el atardecer de nuestro Imperio.

Nuestros intelectuales de entonces y las clases directoras, con el consentimiento y aun con el apoyo de los gobernantes, abrían las puertas del alma española a la revolución que nos venía de allende el Pirineo, disfrazada de "ilustración", de maneras galantes, de teorías realistas. Todo ello producía, arriba, la "pérdida de Dios" en las inteligencias. Luego vendría la "pérdida de Dios" en las costumbres del pueblo. Aquella invasión de ideas sería precursora de la invasión de armas napoleónicas que vendría después.

No todos vieron a dónde iban a parar aquellas tendencias ni cuáles serían sus funestos resultados. Pero fray Diego los vio con intuición penetrante –y mejor diríamos profética–, ya desde sus primeros años de sacerdocio. Por eso escribía: "¡Qué ansias de ser santo, para con la oración aplacar a Dios y sostener a la Iglesia santa! ¡Qué deseo de salir al público, para, a cara descubierta, hacer frente a los libertinos!... ¡Qué ardor para derramar mi sangre en defensa de lo que hasta ahora hemos creído!"

Dios le había escogido para hacerle el nuevo apóstol de España, y su director espiritual se lo inculcaba repetidas veces: "Fray Diego misionero es un legítimo enviado de Dios a España". Y convencido de ello, el santo capuchino se dirige a las clases rectoras y a las masas populares. Entre la España tradicional que se derrumba y la España revolucionaria que pronto va a nacer, él toma sus posiciones, que son: ponerse al servicio de la fe y de la patria y presentar la batalla a la "ilustración". Había que evitar esa "pérdida de Dios" en las inteligencias y fortalecer la austeridad de costumbres en la masa popular. Y cuando vio rechazada su misión por la España oficial (¡cuánta parte tuvieron en ello Floridablanca, Campomanes y Godoy...!), se dirigió únicamente al auténtico pueblo español, con el fin de prepararle para los días difíciles que se avecinaban.

En su misión de Aranjuez y Madrid (1783) el Beato se dirigió a la corte. Pero los ministros del rey impidieron solapadamente que la corte oyera la llamada de Dios. Intentó también fray Diego traer al buen camino a la vanidosa María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV. Pero, convencido más tarde de que nada podía esperar, sobre todo cuando Godoy llegó a privado insustituible de Palacio, el santo misionero rompió definitivamente con la corte, llegando a escribir, más tarde, con motivo de un viaje de los reyes a Sevilla: "No quiero que los reyes se acuerden de mí".

Para cumplir fielmente su misión, el Beato recibió de Dios carismas extraordinarios, que podríamos recapitular en estos tres epígrafes: comunicaciones místicas que lo sostuvieran en su empresa, don de profecía y multiplicación continua de visibles milagros.

Pero Dios no se lo dio todo hecho. Hay quienes, conociéndole sólo superficialmente, no ven en él más que al misionero del pueblo que predica con celo de apóstol, acentos de profeta y milagros de santo. Pero junto al orador, al santo, al profeta y al apóstol, aparece también a cada momento el hombre. También él siente las acometidas de la tentación carnal; también él se apoca y sufre cuando se le presenta la contradicción; también él experimenta dificultades y desganas para cumplir su misión; y aun sólo "a costa de estudio y de trabajo" –dice él– logra escribir lo que escribe. Y a pesar de todo, nada de "tremendismo" en su predicación, como no fuera en contados momentos, cuando el impulso divino le arrebata a ello. Y así, mientras otros piden a Dios el remedio de los pueblos por medio de un castigo misericordioso, "yo lo pido –escribe– por medio de una misericordia sin castigo". Y no se olvide que vivió en los peores tiempos del rigorismo. ¿Y cómo no iba a ser así, si él fue siempre, como buen franciscano y neto andaluz, santamente humano y alegre, ameno en sus conversaciones y gracioso hasta en los milagros que hacía?

Pero el celo de la gloria de Dios y el bien de las almas le dominaron de suerte que ello solo explica aquel perfecto dominio de sus debilidades humanas, aquella actividad pasmosa, lo mismo predicando que escribiendo, y aquel idear disparates: como el deseo de no morir, para seguir siempre misionando; o el de misionar entre los bienaventurados del cielo o los condenados del infierno; o el de marcharse a Francia, cuando tuvo noticias de los sucesos de París en 1793, para reducir a buen camino a los libertinos y forajidos de la Revolución Francesa.

Dícese de Napoleón que, desterrado ya en Santa Elena, exclamaba recordando sus victorias y su derrota definitiva: "La desgraciada guerra de España es la que me ha derribado". Pero esta guerra no la vencieron nuestros reyes ni nuestros intelectuales; la venció aquel pueblo que había recibido con sumisión y fidelidad las enseñanzas del "enviado de Dios". Este pueblo, fiel a la misión de fray Diego, no traicionó a su fe ni a su patria; los intelectuales y gobernantes, que habían rechazado esa misión, traicionaron a su patria, porque ya habían traicionado a su fe.

Sólo Dios puede medir y valorar –como sólo Él los puede premiar– los frutos que produjo la constante y difícil, fecunda y apostólica actividad misionera del Beato Diego José de Cádiz. Describiendo él su vocación religiosa decía: "Todo mi afán era ser capuchino, para ser misionero y santo". Y lo fue. Realizó a maravilla este triple ideal. Su vida fue un don que Dios concedió a España a fines del XVIII. Por la gracia de Dios y sus propios méritos, fray Diego fue capuchino, misionero y santo.

Fue beatificado por el Papa León XIII el 22 de abril de 1894.

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Fuente: Vatican.va
María Karlowska, Beata Fundadora, Marzo 24  

María Karlowska, Beata

Fundadora de la Congregación
de Hermanas Pastorcitas de la Divina Providencia

Martirologio Romano: En el lugar de Pniewite, junto a Gdansk, en Polonia, beata María Karlowska, virgen, que instituyó la Congregación de Hermanas del Divino Pastor de la Divina Providencia, cuya finalidad era que recuperasen la dignidad de hijas de Dios las jóvenes y mujeres pobres caídas en la corrupción de costumbres (1935).

Etimológicamente: María = eminencia, excelsa. Es de origen hebreo.

 

Nació el 4 de Septiembre de 1865 en Karlawo, Polonia.

Desempeñó una actividad de auténtica samaritana entre las mujeres que sufrían una gran miseria material y moral.

Su santo celo atrajo en seguida a un grupo de discípulas de Cristo, con quienes fundó la Congregación de las religiosas Pastorcitas de la Divina Providencia.

Estableció para ella y para sus religiosas la siguiente finalidad: "Debemos anunciar el Corazón de Jesús, es decir, vivir de él y en él y para él, de modo que lleguemos a ser semejantes a él y que él sea más visible en nuestra vida que nosotras mismas".

Su entrega al Sagrado Corazón del Salvador dio como fruto un gran amor a los hombres. Sentía una insaciable hambre de amor. Según la beata María Karłowska, un amor de este tipo nunca dirá basta, nunca se detendrá en el camino. Era precisamente esto lo que le sucedía, porque estaba impulsada por la corriente del amor del divino Paráclito. Gracias a ese amor, devolvió a muchas almas la luz de Cristo y les ayudó a recuperar la dignidad perdida.

Murió el 24 de Marzo de 1935 en Pniewita, Polonia.

Fue beatificada por Su Santidad Juan Pablo II el 6 de Junio de 1997 en misa solemne efectuada en Zakapane, Polonia.

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Fuente: Santiebeati.it
Juan del Báculo, Beato Monje y Presbítero, Marzo 24  

Juan del Báculo, Beato

Presbítero y Monje

Martirologio Romano: En Fabriano, del Piceno, en Italia, beato Juan del Báculo, presbítero y monje, compañero de san Silvestre, abad (1290).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.

 

En el pequeño ayuntamiento de Paterno, a las faldas del Montefano en el comuna de Fabriano (AN), vivió a los principios del 1200, una familia de acomodados campesinos, los Bottegoni. La familia estaba compuesta por el padre Bonello y del madre Supercla y por los hijos Giunta, Nicolás, Bienvenido, Buonora y Juan.

Juan nació probablemente 24 de marzo a comienzo de los años 1200, desde joven demostró una profunda atracción por las cosas de Dios y una gran pasión por el estudio, estas dotes hicieron intuir a los padres una clara vocación y decidieron, de común acuerdo, de mandarlo a Bolonia para seguir los estudios literarios. Una repentina enfermedad en una de sus piernas no le permitirá a Juan permanecer en Bolonia y por lo tanto poder continuar los estudios ya emprendidos. La enfermedad se agravará al punto de entorpecer su desplazamientos y obligado a valerse de un bastón, del que tomará el apodo de Juan del Báculo.

No habiendo podido continuar los estudios, pero habiendo conseguido un cierto grado de cultura, Juan decidió trasladarse a Fabriano y de abrir una escuela que le asegurará un alguna autonomía económica. Alrededor del año 1230, Juan, no se sabe bien por cual motivo, decide seguir la vida eremítica de Silvestre de Osimo, cuya fama de santidad empezó a difundirse en la zona. El estilo de vida del grupo de Montefano era austero y pobre, el objetivo fue de reducir a lo mínimo las necesidades materiales para dedicarse completamente a las cosas de Dios. La regla, que los seguidores de San Silvestre asumieron, fue la de los monasterios benedictinos. La pequeña comunidad de ermitaños tomó el nombre de orden de San Benito de Montefano, cuando en 1248 fue reconocida por Inocencio IV.

Juan, por deseo de San Silvestre, fue presentado al obispo para la ordenación sacerdotal. La vida monástica de Juan llevaba el escudo de la oración, de la penitencia y del recogimiento y todo con el objetivo de seguir los peldaños de la virtud. Por sesenta años Juan llevó un estilo de vida aparentemente sin historia. A la edad de noventa años, la enfermedad a la pierna que lo golpeó en juventud se agudizó y el 24 de marzo de 1290, recibidos los sacramentos, Juan durmió en Dios. Desconcertante fue la discrepancia entre la vida retirada que llevó Juan por tanto tiempo y el impacto inmediato de su muerte sobre la gente. Apenas hubo exhalado su última respiración se inició una romería interminable para visitar su cadáver.

Después de la muerte, muchos fueron los prodigios que se lograron por intercesión del Beato, señal evidente de su santidad. El obispo de Camerino (MC), Rambotto, nombró una comisión para recoger y analizar los testimonios para verificar la autenticidad de los milagros. El Beato Juan vino enterrado en la iglesia de San Benito de Fabriano. Fue proclamado santo por voluntad del pueblo, sin ningún procedimiento canónico. Recién en el 1772, bajo el pontificado de Clemente XIV, llegó a su conclusión el proceso de beatificación regular, pero por diversos motivos no se llegó a la última etapa, aquella de la canonización. En el calendario propio de la congregación silvestriana el beato es recordado el 24 de marzo.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando santoral de este día, Marzo 24  

Otros Santos y Beatos

Santos Timolao, Dionisio, Páusides, Rómulo, Alejandro y otro Alejandro, mártires
En Cesarea de Palestina, santos mártires Timolao, Dionisio, Páusides, Rómulo, Alejandro y otro Alejandro, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano fueron conducidos maniatados ante el prefecto Urbano, donde confesaron que eran cristianos, por lo cual, pocos días después, con los compañeros Agapio y otro Dionisio, fueron decapitados, mereciendo las coronas de la vida eterna (303).

San Secúndulo, mártir
En Mauritania, san Secúndulo, que padeció por la fe de Cristo (s. inc.).

San Mac Cairthind (Maccartemio), obispo
En Clogher, en Hibernia (hoy Irlanda), san Mac Cairthind, obispo, a quien se le tiene por discípulo de san Patricio (s. V).

San Severo, obispo
En Catania, de Sicilia, san Severo, obispo (814).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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