martes, 29 de marzo de 2016

Martes por los ángeles custodios. 29/03/2016. Santa Gladys ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 11-18)

Gloria a ti, Señor.

El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron:

"¿Por qué estás llorando, mujer?" Ella les contestó: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto".

Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: "Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?" Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió:

"Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto".

Jesús le dijo: "¡María!" Ella se volvió y exclamó: "¡Rabuní!", que en hebreo significa 'maestro'. Jesús le dijo:

"Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios' ".

María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

Martes de la Octava de Pascua

El Señor nos llenará de gloria eternamente

Antífona de Entrada

El Señor les dará a beber el agua de la sabiduría; se apoyarán en él y no vacilarán. El los llenará de gloria eternamente. Aleluya.

Se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Señor, tú que nos has librado del pecado por medio de la muerte y resurrección de tu Hijo, prosigue en nosotros la obra liberadora de tu gracia y concédenos el gozo de celebrar la Pascua eterna, que ya desde ahora nos llena de esperanza y alegría.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2, 36-41)

El día de Pentecostés, dijo Pedro a los judíos: "Sepa todo Israel, con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien ustedes han crucificado".

Estas palabras les llegaron al corazón y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:

"¿Qué tenemos que hacer, hermanos?" Pedro les contestó: "Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo, para el perdón de sus pecados y recibirán el Espíritu Santo.

Porque las promesas de Dios valen para ustedes y para sus hijos y también para todos los paganos que el Señor, Dios nuestro, quiera llamar, aunque estén lejos".

Con éstas y otras muchas razones los instaba y exhortaba, diciéndoles: "Pónganse a salvo de este mundo corrompido". Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil personas.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 32

En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya.

Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.

En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya.

Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.

En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya.

En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado.

En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya.

 

Secuencia

(Opcional durante la Octava)

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 11-18)

Gloria a ti, Señor.

El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron:

"¿Por qué estás llorando, mujer?" Ella les contestó: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto".

Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: "Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?" Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió:

"Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto".

Jesús le dijo: "¡María!" Ella se volvió y exclamó: "¡Rabuní!", que en hebreo significa 'maestro'. Jesús le dijo:

"Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios' ".

María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

No se dice Credo.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, en tu bondad, los dones que te presentamos, y concédenos tu protección para conservar tu gracia y conseguir la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Pascua I

El misterio pascual

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo, en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.

Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión

Puesto que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aficionaos a los bienes del cielo, no a los de la tierra. Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Tú que nos has concedido la gracia inmerecida del bautismo, purifica, Señor, y fortalece nuestros corazones, para que podamos alcanzar un día la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

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Meditación diaria

Octava de Pascua. Martes

JESUCRISTO VIVE PARA SIEMPRE

— El Señor se aparece a María Magdalena. Jesús en nuestra vida.

— Presencia de Cristo entre nosotros.

— Buscar a Cristo y tratarle. El ejemplo de María Magdalena nos enseña que quien busca con sinceridad al Señor acaba encontrándolo.

I. María de Magdala ha vuelto al sepulcro. Conmueven el cariño y la devoción de esta mujer por Jesús aun después de muerto. Ella había sido fiel en los momentos durísimos del Calvario, y el amor de la que estuvo poseída por siete demonios1 sigue siendo muy grande. La gracia había arraigado y fructificado en su corazón después de haber sido librada de tantos males.

María se queda fuera del sepulcro llorando. Unos ángeles, que ella no reconoce como tales, le preguntan por qué llora. Se han llevado a mi Señor, les dice, y no sé dónde lo han puesto2. Es lo único que le importa en el mundo. A nosotros también es lo único que nos interesa por encima de cualquier otra cosa.

Dicho esto –nos sigue narrando el Evangelio de la Misa–, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. María no ha dejado de llorar la ausencia del Señor. Y sus lágrimas no le dejan verlo cuando lo tiene tan cerca. Le dijo Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Vemos a Cristo resucitado sonriente, amable y acogedor. Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.

Bastó una sola palabra de Cristo para que sus ojos y su corazón se aclarasen. Jesús le dijo: ¡María! La palabra tiene esa inflexión única que Jesús da a cada nombre –también al nuestro– y que lleva aparejada una vocación, una amistad muy singular. Jesús nos llama por nuestros nombres, y su entonación es inconfundible.

La voz de Jesús no ha cambiado. Cristo resucitado conserva los rasgos humanos de Jesús pasible: la cadencia de su voz, el modo de partir el pan, los agujeros de los clavos en las manos y en los pies.

María se volvió, vio a Jesús, se arrojó a sus pies, y exclamó en arameo: ¡Rabbuni!, que quiere decir Maestro. Sus lágrimas, ahora incontenibles como río desbordado, son de alegría y de felicidad. San Juan ha querido dejarnos la palabra hebraica original –Rabbuni– con que tantas veces le llamaron. Es una palabra familiar, intocable. No es Jesús un "maestro", entre tantos, sino el Maestro, el único capaz de enseñar el sentido de la vida, el único que tiene palabras de vida eterna.

María fue a los Apóstoles a cumplir el encargo que le dio Jesús, y les dijo: ¡He visto al Señor! En sus palabras se transparenta una inmensa alegría. ¡Qué distinta su vida ahora que sabe que Cristo ha resucitado, de cuando solo buscaba honrar el Cuerpo muerto de Jesús!

¡Qué distinta también nuestra existencia cuando procuramos comportarnos según esta consoladora realidad: Jesucristo sigue entre nosotros! El mismo a quien aquella mañana María de Magdala confundió con el hortelano del lugar. "Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos (...).

"Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos. ¿Puede la mujer olvidarse del fruto de su vientre, no compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidare, yo no me olvidaré de ti (Is 49, 14-15), había prometido. Y ha cumplido su promesa. Dios sigue teniendo sus delicias entre los hijos de los hombres (Cfr. Prov 8, 31)"3.

Jesús nos llama muchas veces por nuestro nombre, con su acento inconfundible. Está muy cerca de cada uno. Que las circunstancias externas –quizá las lágrimas, como a María Magdalena, por el dolor, el fracaso, la decepción, las penas, el desconsuelo– no nos impidan ver a Jesús que nos llama. Que sepamos purificar todo aquello que pueda hacer turbia nuestra mirada.

II. Cristo Jesús, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que se hizo hombre en el seno virginal de María, está en el Cielo con aquel mismo Cuerpo que asumió en la Encarnación, que murió en la Cruz y resucitó al tercer día. También nosotros, como María Magdalena, contemplaremos un día la Humanidad Santísima del Señor, y mientras tanto hemos de fomentar el deseo de verle: Oigo en mi corazón: "Buscad mi rostro". Tu rostro buscaré, Señor4. En el Cielo veremos a Jesús como es, sin imágenes oscuras; será el encuentro con quien nos conoce y a quien conocemos porque ya le hemos tratado en muchas ocasiones.

Además de estar en el Cielo, Cristo está realmente presente en la Sagrada Eucaristía. "La única e indivisible existencia de Cristo, el Señor glorioso en los cielos, no se multiplica, pero por el Sacramento se hace presente en varios lugares del orbe de la tierra, donde se realiza el sacrificio eucarístico. La misma existencia, después de celebrado el sacrificio, permanece presente en el Santísimo Sacramento, el cual, en el tabernáculo del altar, es como el corazón vivo de nuestros templos. Por lo cual estamos obligados, por obligación ciertamente suavísima, a honrar y a adorar en la Hostia Santa que nuestros ojos ven, al mismo Verbo encarnado que ellos no pueden ver, y que, sin embargo, se ha hecho presente delante de nosotros sin haber dejado los cielos"5. "La presencia de Jesús vivo en la Hostia Santa es la garantía, la raíz y la consumación de su presencia en el mundo"6.

Cristo vive, y está también presente con su virtud en los sacramentos; está en su Palabra, cuando en la Iglesia se lee la Sagrada Escritura; está presente cuando la Iglesia ora y se reúne en su nombre7. Vive en el cristiano de una manera íntima, profunda e inefable. Cumplió la promesa que hizo a los Apóstoles cuando se despedía de ellos en la Última Cena: Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y en él haremos morada8. Dios habita en nuestra alma en gracia y ahí debemos buscarle, ahí debemos escucharle, pues nos habla, y le entenderemos, si tenemos el oído atento y el corazón limpio. A esa presencia se refiere San Pablo cuando afirma que cada uno de nosotros es templo del Espíritu Santo9.

San Agustín, al considerar la cercanía inefable de Dios en el alma, exclamaba: "¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!; he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba (...). Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Me tenían lejos de Ti las cosas que, si no estuviesen en Ti, no serían. Tú me llamaste claramente y rompiste mi sordera; brillaste, resplandeciste y curaste mi ceguedad"10.

En el alma en gracia, el Señor está más cerca que cualquier persona que esté a nuestro lado, más cerca que el hijo o el hermano que tenéis en vuestros brazos o lleváis de la mano; está más presente que el propio corazón. No dejemos de tratarle.

III. Cristo vive, y de diversos modos está entre nosotros y aun dentro de nosotros. Por eso debemos salir a su encuentro, esforzarnos por tener más conciencia de esa presencia inefable para que, teniéndole más presente, le tratemos más, y su amor crezca en nosotros. "Hay que tratar a Cristo, en la Palabra y en el Pan, en la Eucaristía y en la Oración. Y tratarlo como se trata a un amigo, a un ser real y vivo como Cristo lo es, porque ha resucitado. Cristo, leemos en la epístola a los Hebreos, como siempre permanece, posee eternamente el sacerdocio. De aquí que puede perpetuamente salvar a los que por medio suyo se presentan a Dios, puesto que está siempre vivo para interceder por nosotros (Heb 7, 24-25).

"Cristo, Cristo resucitado, es el compañero, el Amigo. Un compañero que se deja ver solo entre sombras, pero cuya realidad llena toda nuestra vida, y que nos hace desear su compañía definitiva"11. Si contemplamos a Cristo resucitado, si nos esforzamos en mirarlo con mirada limpia, comprenderemos hondamente que también ahora es posible seguirle de cerca, vivir junto a Él nuestra vida, que entonces se engrandece y adquiere un sentido nuevo.

Con el tiempo, entre Jesús y nosotros se irá estableciendo una relación personal –una fe amorosa– que puede ser hoy, al cabo de veinte siglos, tan auténtica y cierta como la de aquellos que le contemplaron resucitado y glorioso con las señales de la Pasión en su Cuerpo. Notaremos que, cada vez con más naturalidad, vamos refiriendo al Señor todas las cosas de nuestra existencia, y que no podríamos vivir sin Él. Encontrar al Señor nos supondrá en ocasiones una paciente y laboriosa búsqueda, comenzar y recomenzar cada día, quizá con la impresión de que estamos en la vida interior como al principio. Sin embargo, si luchamos, siempre estaremos más cerca de Jesús. Pero es preciso no dejar jamás que penetre el desaliento en nuestra alma por posibles retrocesos, muchas veces aparentes.

El ejemplo de María Magdalena, que persevera en la fidelidad al Señor en momentos difíciles, nos enseña que quien busca con sinceridad y constancia a Jesucristo acaba encontrándolo. En cualquier circunstancia de nuestra vida le hallaremos mucho más fácilmente si iniciamos nuestra búsqueda de la mano de la Virgen, nuestra Madre, a quien le decimos en la Salve: muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

1 Cfr. Lc 8, 2. — 2 Jn 20, 13. — 3 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 102. — 4 Sal 26, 8. — 5 Pablo VI, Credo del pueblo de Dios. — 6 San Josemaría Escrivá, loc. cit. — 7 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 7. — 8 Jn 14, 23. — 9 Cfr. 2 Cor 6, 16-17. — 10 San Agustín, Confesiones, 10, 27-38. — 11 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 116.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

SANTOS JONAS Y BARAQUICIO
Mártires

Sapor, rey de Persia, emprendió una recia persecución contra los cristianos. Jonás y Barraquicio, dos monjes de Beth-Iasa, sabiendo que varios cristianos estaban sentenciados a muerte fueron a alentarlos y servirlos. Después de la ejecución, los dos santos fueron aprehendidos por haber exhortado los mártires a perseverar hasta morir.

El rey empezó instando a los dos hermanos y urgiéndoles a que obedecieran al monarca persa y que adoraran al sol. Ellos se mantuvieron fieles en su fe a Cristo, por lo que Barraquicio fue arrojado a un estrecho calabazo, mientras que Jonás se le ordenó a adorar a los dioses, pero ante su negativa fue azotado y arrojado a un estanque de agua helada. Posteriormente, Jonás fue atormentado con muchas torturas, para después ser prensado en un molino de madera hasta provocarle la muerte. Los jueces le aconsejaron a Barraquicio que salvara su propio cuerpo, pero el santo jamás renegó su fe; fue entonces sujeto de nuevo a tormentos y finalmente se le dio muerte, vertiéndoles pez y azufre ardientes en la boca.

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Gladys, Santa Reina de Gales, Marzo 29  

Gladys, Santa

Reina de Gales

Etimológicamente significa "lirio, gladiolo". Viene de la lengua galesa.

Gladys nació en Gales en el siglo V. Era la mayor de los 24 hijos de Brychan de Brecknock, esposa de san
Gundleus, y madre de los santos Cadoc y, posiblemente de Keyna.

Gladys llevó una vida muy interesante. Se dice que después de su conversión por el ejemplo y la exhortación de su hijo, ella y Gundleus vivieron una vida austera.

Adquirieron la costumbre de tomar baños de noche en Usk, seguidos de un buen paseo.

Su hijo los convenció para que pusieran fin a esa práctica y que se separaran.

Gladys se fue a Pencanau en Bassaleg. Los detalles de esta historia provienen del siglo XII.

Incluye milagros que tuvieron lugar en tiempos de san Eduardo el Confesor y Guillermo I.

También se cuenta que los primeros años de su matrimonio no fueron muy ejemplares que digamos.

Tuvo que ser su hijo que les convenciera para que se corrigieran de sus defectos.

A ruegos de su hijo, se marchó a llevar una vida de eremita en el lugar llamado hoy Stow, en donde hay una iglesia levantada a san Wooloo.

A raíz de que la mujer se fuera de eremita, el marido hizo otro tanto.

La fiesta de Gladys y de su marido es hoy.

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Gundleus (Gundleius o Gwynnllyw), Santo Rey de Gales, Marzo 29  

Gundleus (Gundleius o Gwynnllyw), Santo

Jefe y hombre común.

Propuso matrimonio
santa Gladys, la hija de Brychan de Brecknock.

Cuando Brychan se negó, él la secuestró, y se cuenta que los primeros años de su matrimonio no fueron muy ejemplares que digamos.

Padre de San Cadoc quien fue los convenció a Gundleus y a Gladys que dejaran su forma de vida, y sigan un camino religioso.

Ingresó a un monasterio en Newport, Monmouthshire.

Ya muy mayor se volvió un ermitaño en Gales.

Una catedral anglicana se dedica a él en Newport, Gwent, Gales.

La fiesta de Gundleus y de su mujer es hoy.

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Marcos de Aretusa, Santo Obispo, Marzo 29  

Marcos de Aretusa, Santo

La Iglesia oriental conmemora en este día a San Marco, obispo de Aretusa en el Monte Líbano, Baronio.

La confesión de fe de San Marco es en sí misma intachable, pero entre los anatemas que le siguen hay un pasaje ambiguo que puede fácilmente entenderse en sentido herético.

De todas maneras, los elegios que le tributan San Gregorio Nazianceno, Teodoro y Sozomeno al relatar sus sufrimientos, nos hacen concluir que aun cuando se manchó en algún tiempo con el semi-arrianismo, se adhirió en seguida a la estricta ortodoxia y expió completamente cualquier anterior vacilación.

Durante el reinado del emperador Constantino, Marco de Aretusa demolió un templo pagano y construyó una iglesia, convirtiendo a muchos a la fe cristiana.

Al hacer esto, se granjeó el resentimiento de la población pagana, que, sin embargo, no pudo vengarse mientras el emperador fuera cristiano.

Su oportunidad llegó cuando Juliano el Apóstata ocupó el trono y proclamó que todos aquellos que hubieran destruido templos paganos deberían reconstruirlas o pagar una fuerte multa.

Marco, que no podía ni quería obedecer, huyó de la furia de sus enemigos, pero enterándose de que algunos de sus fieles habían sido aprehendidos, regresó y se entregó.

El anciano fue arrastrado por las cabellos a lo largo de las calles, desnudado, azotado, arrojado en una sentina de la ciudad y después entregado al arbitrio de jóvenes escolares para que lo punzaran y desollaran con agudos estiletes.

Ataron sus piernas con correas tan apretadas, que le cortaron la carne hasta el hueso, y le arrancaron las orejas con pequeños cordeles. Finalmente, lo untaron de miel y encerrándolo en una especie de jaula, lo suspendieron en alto al medio día, bajo los ardientes rayos del sol de verano, para que fuera presa de avispas y moscones.

Conservó tanta calma en medio de sus sufrimientos que se mofó de sus verdugos por haberlo elevado más cerda del cielo, mientras ellos se arrastraban sobre la tierra.

A la larga, la furia del pueblo se tornó en admiración y lo dejaron en libertad, en tanto que el gobernador acudía a Juliano para recabar el perdón.

Eventualmente, el emperador lo concedió, diciendo que no era una deseo dar mártires a los cristianos. Aún lo retórico pagano, Libanio, parece haberse dado cuenta del que la crueldad que provocó tal heroísmo solamente fortaleció la causa cristiana, e imploró a los perseguidores que desistieran en su persecución.

Nos cuenta el historiador Sócrates que la población de Aretusa quedó tan impresionada con la fortaleza del obispo, que muchos pidieron ser instruidos en una religión capas de inspirar tal firmeza, y que muchos de ellos abrazaron el cristianismo.

Así Marco fue dejado en paz hasta el fin de su vida y murió durante el reinado de Joviano y el de Valente.

Ver el Acta Sanctorum, marzo, vol. III y Delehaye, Synax. Constant., pp. 565568

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Betoldo del Monte Carmelo, Beato Fundador, Marzo 29  

Betoldo del Monte Carmelo, Beato

San Bertoldo nació en Francia y estudió teología en París, donde fue elevado al sacerdocio.

Con su pariente Aimerico, que después llegó a ser patriarca latino de Antioquía, acompañó a los cruzados hacia el oriente y, se encontraba en Antioquía en el tiempo en que ésta fue sitiada por los sarracenos.

Se dice que tuvo una revelación divina, por la que se le dio a conocer que el sitio de la población era un castigo por los pecados y especialmente por la vida licenciosa de los soldados cristianos.

Bertoldo se ofreció en sacrificio e hizo voto de que si los cristianos eran salvados de ese gran peligro, dedicaría el resto de su vida al servicio de la Santísima Virgen. En una visión se le apareció Nuestro Señor acompañado de Nuestra Señora y San Pedro, llevando en sus manos una gran cruz luminosa; el Salvador se dirigió a Bertoldo y le habló de la ingratitud de los cristianos, en pago por todas las bendiciones que habían llovido sobre ellos.

Debido a las insistencias y advertencias del santo, los ciudadanos y los soldados fueron movidos a penitencia. Aunque estaban débiles por los ayunos y privaciones, salieron completamente victoriosos cuando tuvo lugar el siguiente asalto y la ciudad y el ejército fueron liberados. Todo esto sin embargo, al parecer, es una leyenda.

Lo cierto es que por los esfuerzos de un Bertoldo, pariente del patriarca Aimerico, se formó una congregación de sacerdotes en el Monte Carmelo.

Se dice que Bertoldo llevó a su comunidad muchos de los dispersos ermitaños latinos que habían habitado anteriormente en la comarca. Más aún, gracias a su desprendimiento y santidad, fue un ejemplo para la Orden de los Carmelitas, de la que es llamado a menudo fundador.

Parece haber sido probable mente su primer superior, y haber sido alentado por Aimerico.

La vida de Bertoldo transcurrió, en gran parte, en la oscuridad y no hay mucho que relatar acerca de él, excepto el haber emprendido la construcción y reconstrucción de edificios monásticos y el haberlos dedicado en honor del profeta Elías.

Así lo informó después Pedro Emiliano al rey Eduardo I de Inglaterra, en una carta fechada en 1282. San Bertoldo gobernó la comunidad por cuarenta y cinco años y parece haber permanecido allí hasta el tiempo de su muerte, que ocurrió alrededor del año 1195.

El padre Papebroch el bolandista, escribiendo en el Acta Sanctorum, marzo, vol. III, sostenía que San Bertoldo fue el primer superior de la orden carmelitana y que los ermitaños que él reunió a su alrededor no tenían más comunicación con Ellas, que el hecho de haber vivido cerca del Monte Carmelo y haber venerado su memoria. Esta afirmación llevó a una deplorable y acre controversia que duró más de dos siglos, pero todos los estudiosos están de acuerdo en que la opinión del bolandista estaba plenamente justificada. Falta evidencia histórica que pueda establecer cualquier clase de continuidad entre el grupo de ermitaños carmelitas de San Bertoldo y los "Hijos de los Profetas".

 

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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