JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 4, 43-54
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo salió Jesús de Samaria y continuó su viaje hacia Galilea. El mismo Jesús había declarado que un profeta no es bien considerado en su propia tierra.
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, pues también ellos habían estado en Jerusalén por la fiesta de la pascua y habían visto todo lo que Jesús hizo en aquella ocasión.
Jesús visitó de nuevo Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un
funcionario del rey, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún.
Cuando se enteró de que Jesús venía de Judea a Galilea, salió a su encuentro para suplicarle que fuera a su casa y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir. Jesús le dijo:
"Si no ven signos y prodigios son incapaces de creer".
Pero el funcionario insistía:
"Señor, ven pronto, antes de que muera mi hijo".
Jesús le dijo:
"Regresa a tu casa; tu hijo ya está bien".
El hombre creyó en lo que Jesús le había dicho, y se fue. Cuando regresaba a su casa, le salieron al encuentro sus criados para darle la noticia de que su hijo estaba bien. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado la mejoría. Los criados le dijeron:
"Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre".
El padre comprobó que la mejoría de su hijo había comenzado en el mismo momento en que Jesús le había dicho: "Tu hijo está curado"; y creyeron en Jesús él y todos los suyos. Este segundo signo lo hizo Jesús al regresar de Judea a Galilea.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
lun 4a. Sem cuaresma
Antífona de Entrada
Yo confío en el Señor. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi congoja.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que renuevas el mundo por medio de tus sacramentos divinos; concede a tu Iglesia aprovechar estos signos misteriosos de tu presencia y asístela siempre en sus necesidades materiales.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Ya no se oirán gemidos ni llantos
Lectura del libro del profeta Isaías 65, 17-21
Esto dice le Señor:
"Miren, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; lo pasado no se recordará ni se volverá a pensar a ello, sino que habrá alegría y gozo eterno por lo que voy a crear.
Pues convertiré en gozo a Jerusalén y a sus habitantes en alegría; me gozaré por Jerusalén y me alegraré por mi pueblo, y ya no se oirán en ella llantos ni lamentos. Ya no habrá allí niños que mueran al nacer ni ancianos que no completen sus años, pues será joven quien muera a los cien años, y a quien no llegue a ellos se le tendrá por maldito.
Construirán casas y vivirán en ellas, plantarán viñas y comerán su fruto".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Sal 29, 2.4.-6.11-12a y 13b
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Yo te alabo, Señor, porque me has librado, no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Tú, Señor, me libraste del abismo, me reanimaste cuando estaba a punto de morir.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Canten al Señor, fieles suyos, den gracias a su santo nombre. Porque su enojo dura un instante, pero su bondad, toda la vida: por la tarde nos domina el llanto, por la mañana todo es alegría.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Escucha, Señor, ten compasión de mí, Señor, ven en mi ayuda. Tú cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Busquen el bien y no el mal para que vivan, y el Señor estará con ustedes.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
Vete, tu hijo ya está sano
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 4, 43-54
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo salió Jesús de Samaria y continuó su viaje hacia Galilea. El mismo Jesús había declarado que un profeta no es bien considerado en su propia tierra.
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, pues también ellos habían estado en Jerusalén por la fiesta de la pascua y habían visto todo lo que Jesús hizo en aquella ocasión.
Jesús visitó de nuevo Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un
funcionario del rey, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún.
Cuando se enteró de que Jesús venía de Judea a Galilea, salió a su encuentro para suplicarle que fuera a su casa y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir. Jesús le dijo:
"Si no ven signos y prodigios son incapaces de creer".
Pero el funcionario insistía:
"Señor, ven pronto, antes de que muera mi hijo".
Jesús le dijo:
"Regresa a tu casa; tu hijo ya está bien".
El hombre creyó en lo que Jesús le había dicho, y se fue. Cuando regresaba a su casa, le salieron al encuentro sus criados para darle la noticia de que su hijo estaba bien. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado la mejoría. Los criados le dijeron:
"Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre".
El padre comprobó que la mejoría de su hijo había comenzado en el mismo momento en que Jesús le había dicho: "Tu hijo está curado"; y creyeron en Jesús él y todos los suyos. Este segundo signo lo hizo Jesús al regresar de Judea a Galilea.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, concédenos recibir todo el fruto de estas ofrendas que te presentamos, para que muera en nosotros el antiguo poder del pecado y nos renovemos con la participación en tu vida divina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El camino del éxodo en el desierto cuaresmal
En verdad es justo bendecir tu nombre, Padre rico en misericordia, ahora que, en nuestro itinerario hacia la luz pascual, seguimos los pasos de Cristo, maestro y modelo de la humanidad reconciliada en el amor.
Tú abres a la Iglesia el camino de un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal, para que, llegados a la montaña santa, con el corazón contrito y humillado, reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza, convocado para bendecir tu nombre,escuchar tu Palabra, y experimentar con gozo tus maravillas.
Por estos signos de salvación, unidos a los ángeles, ministros de tu gloria, proclamamos el canto de tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Les infundiré mi espíritu para que vivan según mis mandamientos y cumplan mi voluntad, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta santa comunión, Señor, renueve y santifique nuestra vida y nos ayude a alcanzar los bienes eternos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 7/03 Santas Perpetua y Felicidad (mártires, rojo)
Antífona de Entrada
Aquellos que siguieron en la tierra las huellas de Cristo, se alegran ahora en el cielo; y porque lo amaron hasta morir con él, con él se gozan eternamente.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso, por cuyo amor las santas mártires Perpetua y Felícita fueron capaces de resistir persecuciones y tormentos, concédenos por su intercesión la gracia de amarte más cada día.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Ni la muerte ni la vida podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 31-39
Hermanos: Si Dios está a nuestro favor, ¿quién estará en contra nuestra? El que no nos escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo todo, junto con su Hijo? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Si Dios mismo es quien los perdona, ¿quién será el que los condene? ¿Acaso Jesucristo, que murió, resucitó y está a la derecha de Dios para interceder por nosotros?
¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las tribulaciones? ¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada?
Como dice la Escritura: "Por tu causa estamos expuestos a la muerte todo el día, nos tratan como ovejas llevadas al matadero".
Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a aquel que nos ha amado; pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 123
Nuestra alma se salvó como un ave de la trampa del cazador.
De no estar el Señor de nuestra parte cuando nos perseguían, nos habrían allí tragado vivos; contra nosotros tanto ardía su ira.
Nuestra alma se salvó como un ave de la trampa del cazador.
Las aguas nos habrían arrollado, nos habría el torrente sumergido; tragado nos habría el turbulento río.
Nuestra alma se salvó como un ave de la trampa del cazador.
Las redes se rompieron y escapamos de ellas. Nuestra ayuda nos viene del Señor que hizo el cielo y la tierra.
Nuestra alma se salvó como un ave de la trampa del cazador.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los perseguidos por la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
No he venido a traer la paz, sino la guerra
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 34-39
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles:
"No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y los enemigos de cada uno serán los de su propia familia.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Recibe, Padre santo, las ofrendas que te presentamos en honor de tus santos mártires, y concédenos permanecer firmes en la confesión de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Testimonio y ejemplo de los mártires
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque la sangre de santa Perpetua y santa Felícita, derramada como la de Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder, que convierte la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece para que sea testigo tuyo.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les preparo un Reino, dice el Señor, para que en él coman y beban en mi casa.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor y Dios nuestro, que admirablemente ilustraste el misterio de la cruz con el ejemplo de tus santas mártires, concédenos la gracia, ya que hemos sido alimentados con el Cuerpo de Cristo, de seguirlo con fidelidad en la Iglesia para la salvación de todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma. 4ª semana. Lunes
LA ORACIÓN PERSONAL
— Necesidad de la oración. El ejemplo de Jesús.
— Oración personal: diálogo confiado con Dios.
— Poner los medios para rezar con recogimiento y evitar las distracciones.
I. Estaba Jesús orando en cierto lugar...1. Muchos pasajes del Evangelio muestran a Jesús que se retiraba y quedaba a solas para orar2; y se pone particularmente de relieve en los momentos más importantes de su ministerio público: Bautismo3, elección de los Apóstoles4, primera multiplicación de los panes5, transfiguración6, etcétera. Era una actitud habitual de Jesús: "A veces, pasaba la noche entera ocupado en coloquio íntimo con su Padre. ¡Cómo enamoró a los primeros discípulos la figura de Cristo orante!"7. ¡Cómo nos ayuda a nosotros!
En esta Cuaresma podemos fijarnos especialmente en una escena que contemplamos en el Santo Rosario: la oración de Jesús en el Huerto. Inmediatamente antes de entregarse a la Pasión, el Señor se dirige con los Apóstoles al Huerto de Getsemaní. Muchas veces había rezado Jesús en aquel lugar, pues San Lucas dice: Salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos8. Pero esta vez la oración de Jesús tendrá un matiz muy particular, porque ha llegado la hora de su agonía.
Llegado a Getsemaní, les dijo: Orad, para no caer en tentación9. Antes de retirarse un poco para orar, el Señor pide a los Apóstoles que permanezcan también en oración. Sabe Jesús que se acerca para ellos una fuerte tentación de escándalo al ver que es apresado su Maestro. Se lo ha comunicado ya durante la Última Cena, y ahora les advierte que no podrán resistir la prueba si no permanecen vigilantes y orando.
La oración es indispensable para nosotros, porque si dejamos el trato con Dios, nuestra vida espiritual languidece poco a poco. "Si se abandona la oración, primero se vive de las reservas espirituales..., y después, de la trampa"10. En cambio, la oración nos une a Dios, que nos dice: Sin mí no podéis hacer nada11. Conviene orar perseverantemente12, sin desfallecer nunca. Hemos de hablar con Él y tratarle mucho, con insistencia, en todas las circunstancias de nuestra vida. Además, ahora, durante este tiempo de Cuaresma, vamos con Jesucristo camino de la Cruz, y "sin oración, ¡qué difícil es acompañarle!"13.
El Señor nos enseña con el ejemplo de su vida cuál ha de ser nuestra actitud: dialogar siempre filialmente con Dios. "No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama"14. Siempre hemos de procurar tener presencia de Dios y contemplar los misterios de nuestra fe. Ese diálogo con Dios no debe interrumpirse; más aún, debe hacerse en medio de todas las actividades. Pero es indispensable que sea más intenso en esos ratos que diariamente dedicamos a la oración mental: meditamos y hablamos en su presencia sabiendo que verdaderamente Él nos oye y nos ve. Quizá sea la necesidad de la oración, junto con la de vivir la caridad, uno de los puntos en los que el Señor insistió más veces en su predicación.
II. Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, puesto de rodillas, oraba, diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya15.
Cuando el sufrimiento espiritual es tan intenso que le hace entrar en agonía, el Señor se dirige a su Padre con una oración llena de confianza. Le llama Abba, Padre, y le dirige palabras íntimas. Ese es el camino que debemos seguir también nosotros. En nuestra vida habrá momentos de paz espiritual y otros de lucha más intensa, quizá de oscuridad y de dolor profundo, con tentaciones de desaliento... La imagen de Jesús en el Huerto nos señala cómo hemos de proceder siempre: con una oración perseverante y confiada. Para avanzar en el camino hacia la santidad, pero especialmente cuando sintamos el peso de nuestra debilidad, hemos de recogernos en oración, en conversación íntima con el Señor.
La oración pública (o en común) en la que participan todos los fieles es santa y necesaria, pues Dios quiere ver a sus hijos también juntos orando16, pero nunca puede sustituir al precepto del Señor: tú, en tu aposento, cerrada la puerta, ora a tu Padre17. La liturgia es la oración pública por excelencia, "es la cumbre hacia la cual tiende toda la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo fuente de donde mana toda su fuerza (...). Con todo, la vida espiritual no se contiene en la sola participación de la sagrada Liturgia. Pues el cristiano, llamado a orar en común, debe sin embargo entrar también en su aposento y orar a su Padre en lo oculto, es más, según señala el Apóstol, debe rezar sin interrupción (1 Tes, 5, 17)"18.
La oración hecha en común con otros cristianos también debe ser oración personal, mientras los labios la recitan con las pausas oportunas y la mente pone en ella toda su atención.
En la oración personal se habla con Dios como en la conversación que se tiene con un amigo, sabiéndolo presente, siempre atento a lo que decimos, oyéndonos y contestando. Es en esta conversación íntima, como la que ahora intentamos mantener con Dios, donde abrimos nuestra alma al Señor, para adorar, dar gracias, pedirle ayuda, para profundizar –como los Apóstoles– en las enseñanzas divinas. "Me has escrito: "orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?" —¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias..., ¡flaquezas!; y hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y desagravio.
"En dos palabras: conocerle y conocerte: "¡tratarse!""19.
Nunca puede ser plegaria anónima, impersonal, perdida entre los demás, porque Dios, que ha redimido a cada hombre, desea mantener un diálogo con cada uno de ellos, y al final de la vida la salvación o condenación dependerán de la correspondencia personal de cada uno. Debe ser el diálogo de una persona concreta –que tiene un ideal y una profesión determinada, y unas amistades propias..., y unas gracias de Dios específicas– con su Padre Dios.
III. Cuando se levantó de la oración y llegó hasta los discípulos, los encontró adormilados por la tristeza. Y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para no caer en tentación20.
Los apóstoles han descuidado el mandato del Señor. Los había dejado allí, cerca de Él, para que velaran y orasen y así no cayeran en la tentación: pero aún no aman bastante, y se dejan vencer por el sueño y la flaqueza, abandonando a Jesús en aquel momento de agonía. El sueño, imagen de la debilidad humana, ha permitido que se apodere de ellos una tristeza mala: decaimiento, falta de espíritu de lucha, abandono de la vida de piedad.
No caeremos en esa situación si mantenemos vivo el diálogo con Dios en cada rato de oración. Frecuentemente tendremos que acudir a los Santos Evangelios o a otro libro –como este que lees–, para que nos ayude a encauzar ese diálogo, aproximarnos más al Señor, en el que nada ni nadie nos puede sustituir. Así hicieron muchos santos: "Si no era acabando de comulgar –dice Santa Teresa– jamás osaba comenzar a tener oración sin libro, que tanto temía mi alma estar sin él en oración, como si con mucha gente fuera a pelear. Con este remedio, que era como una compañía o escudo en que había de recibir los golpes de los muchos pensamientos, andaba consolada"21.
Hemos de poner los medios para hacer esa oración mental con recogimiento. En el lugar más adecuado según nuestras circunstancias, siempre que sea posible, ante el Señor en el Sagrario. Y a la hora que hayamos determinado en nuestro plan de vida ordinario. En la oración estaremos también prevenidos contra las distracciones; esto supone, en gran medida, la mortificación de la memoria y de la imaginación, apartando lo que nos impida estar atentos a nuestro Dios. Hemos de evitar el tener "los sentidos despiertos y el alma dormida"22.
Si luchamos con decisión contra las distracciones, el Señor nos facilitará la vuelta al diálogo con Él; además, el Ángel Custodio tiene, entre otras, la misión de interceder por nosotros. Lo importante es no querer estar distraídos y no estarlo voluntariamente. Las distracciones involuntarias, que nos vienen a pesar nuestro, y que procuramos rechazar en cuanto somos conscientes, no quitan provecho ni mérito a nuestra oración. No se enfadan el padre y la madre porque balbucee sin sentido el niño que todavía no sabe hablar. Dios conoce nuestra flaqueza y tiene paciencia, pero hemos de pedirle: "concédenos el espíritu de oración"23.
Al Señor le será grato que hagamos el propósito de mejorar en la oración mental todos los días de nuestra vida; también aquellos en los que nos parezca costosa, difícil y árida, porque "la oración no es problema de hablar o de sentir, sino de amar. Y se ama, esforzándose en intentar decir algo al Señor, aunque no se diga nada"24. Si lo hacemos así, toda nuestra vida saldrá enriquecida y fortalecida. La oración es un potentísimo faro que da luz para iluminar mejor los problemas, para conocer mejor a las personas y así poder ayudarlas en su caminar hacia Cristo, para situar en su verdadero lugar aquellos asuntos que nos preocupan. La oración deja en el alma una atmósfera de serenidad y de paz que se transmite a los demás. La alegría que produce es un anticipo de la felicidad del Cielo.
Ninguna persona de este mundo ha sabido tratar a Jesús como su Madre Santa María, que pasó largas horas mirándole, hablando con Él, tratándole con sencillez y veneración. Si acudimos a Nuestra Madre del Cielo, aprenderemos muy pronto a hablar, llenos de confianza, con Jesús, y a seguirle de cerca, muy unidos a su Cruz.
1 Lc 11, 1-3. — 2 Cfr. Mt 14, 23; Mc 1, 35; Lc 5, 16; etc. — 3 Cfr. Lc 3, 21. — 4 Cfr. Lc 6, 12. — 5 Cfr. Mc 6, 46. — 6 Cfr. Lc 9, 29. — 7 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 119. — 8 Lc 22, 39. — 9 Lc 22, 40. — 10 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 445. — 11 Jn 15, 5. — 12 Cfr. Lc 18, 1. — 13 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 89. — 14 Santa Teresa, Vida, 8, 2. — 15 Lc 22, 41-42. — 16 Cfr. Mt 18, 19-20. — 17 Mt 6, 6. — 18 Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 10, 12. — 19 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 91. — 20 Lc 22, 45-46. — 21 Santa Teresa, Vida, 6, 3. — 22 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 368. — 23 Preces de laudes. Lunes IV semana de Cuaresma. — 24 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 464.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Santas Felicidad y Perpetua
Mártires
(año 203)
Estas dos santas murieron martirizadas en Cartago (África) el 7 de marzo del año 203.
Perpetua era una joven madre, de 22 años, que tenía un niñito de pocos meses. Pertenecía a una familia rica y muy estimada por toda la población. Mientras estaba en prisión, por petición de sus compañeros mártires, fue escribiendo el diario de todo lo que le iba sucediendo.
Felicidad era una esclava de Perpetua. Era también muy joven y en la prisión dio a luz una niña, que después los cristianos se encargaron de criar muy bien.
Las acompañaron en su martirio unos esclavos que fueron apresados junto a ellas, y su catequista, el diácono Sáturo, que las había instruido en la religión y las había preparado para el bautismo. A Sáturo no lo habían apresado, pero él se presentó voluntariamente.
Los antiguos documentos que narran el martirio de estas dos santas, eran inmensamente estimados en la antigüedad, y San Agustín dice que se leían en las iglesias con gran provecho para los oyentes. Esos documentos narran lo siguiente.
El año 202 el emperador Severo mandó que los que siguieran siendo cristianos y no quisieran adorar a los falsos dioses tenían que morir.
Perpetua estaba celebrando una reunión religiosa en su casa de Cartago cuando llegó la policía del emperador y la llevó prisionera, junto con su esclava Felicidad y los esclavos Revocato, Saturnino y Segundo.
Dice Perpetua en su diario: "Nos echaron a la cárcel y yo quedé consternada porque nunca había estado en un sitio tan oscuro. El calor era insoportable y estábamos demasiadas personas en un subterráneo muy estrecho. Me parecía morir de calor y de asfixia y sufría por no poder tener junto a mí al niño que era tan de pocos meses y que me necesitaba mucho. Yo lo que más le pedía a Dios era que nos concediera un gran valor para ser capaces de sufrir y luchar por nuestra santa religión".
Afortunadamente al día siguiente llegaron dos diáconos católicos y dieron dinero a los carceleros para que pasaran a los presos a otra habitación menos sofocante y oscura que la anterior, y fueron llevados a una sala a donde por lo menos entraba la luz del sol,y no quedaban tan apretujados e incómodos. Y permitieron que le llevaran al niño a Perpetua, el cual se estaba secando de pena y acabamiento. Ella dice en su diario: "Desde que tuve a mi pequeñín junto a mí, y a aquello no me parecía una cárcel sino un palacio, y me sentía llena de alegría. Y el niño también recobró su alegría y su vigor". Las tías y la abuelita se encargaron después de su crianza y de su educación.
El jefe del gobierno de Cartago llamó a juicio a Perpetua y a sus servidores. La noche anterior Perpetua tuvo una visión en la cual le fue dicho que tendrían que subir por una escalera muy llena de sufrimientos, pero que al final de tan dolorosa pendiente, estaba un Paraíso Eterno que les esperaba. Ella narró a sus compañeros la visión que había tenido y todos se entusiasmaron y se propusieron permanecer fieles en la fe hasta el fin.
Primero pasaron los esclavos y el díacono. Todos proclamaron ante las autoridades que ellos eran cristianos y que preferían morir antes que adorar a los falsos dioses.
Luego llamaron a Perpetua. El juez le rogaba que dejara la religión de Cristo y que se pasara a la religión pagana y que así salvaría su vida. Y le recordaba que ella era una mujer muy joven y de familia rica. Pero Perpetua proclamó que estaba resuelta a ser fiel hasta la muerte, a la religión de Cristo Jesús. Entonces llegó su padre (el único de la familia que no era cristiano) y de rodillas le rogaba y le suplicaba que no persistiera en llamarse cristiana. Que aceptara la religión del emperador. Que lo hiciera por amor a su padre y a su hijito. Ella se conmovía intensamente pero terminó diciéndole: ¿Padre, cómo se llama esa vasija que hay ahí en frente? "Una bandeja", respondió él. Pues bien: "A esa vasija hay que llamarla bandeja, y no pocillo ni cuchara, porque es una bandeja. Y yo que soy cristiana, no me puedo llamar pagana, ni de ninguna otra religión, porque soy cristiana y lo quiero ser para siempre".
Y añade el diario escrito por Perpetua: "Mi padre era el único de mi familia que no se alegraba porque nosotros íbamos a ser mártires por Cristo".
El juez decretó que los tres hombres serían llevados al circo y allí delante de la muchedumbre serían destrozados por las fieras el día de la fiesta del emperador, y que las dos mujeres serían echadas amarradas ante una vaca furiosa para que las destrozara. Pero había un inconveniente: que Felicidad iba a ser madre, y la ley prohibía matar a la que ya iba a dar a luz. Y ella sí deseaba ser martirizada por amor a Cristo. Entonces los cristianos oraron con fe, y Felicidad dio a luz una linda niña, la cual le fue confiada a cristianas fervorosas, y así ella pudo sufrir el martirio. Un carcelero se burlaba diciéndole: "Ahora se queja por los dolores de dar a luz. ¿Y cuando le lleguen los dolores del martirio qué hará? Ella le respondió: "Ahora soy débil porque la que sufre es mi pobre naturaleza. Pero cuando llegue el martirio me acompañará la gracia de Dios, que me llenará de fortaleza".
A los condenados a muerte se les permitía hacer una Cena de Despedida. Perpetua y sus compañeros convirtieron su cena final en una Cena Eucarística. Dos santos diáconos les llevaron la comunión, y después de orar y de animarse unos a otros se abrazaron y se despidieron con el beso de la paz. Todos estaban a cual de animosos, alegremente dispuestos a entregar la vida por proclamar su fe en Jesucristo.
A los esclavos los echaron a las fieras que los destrozaron y ellos derramaron así valientemente su sangre por nuestra religión.
Antes de llevarlos a la plaza los soldados querían que los hombres entraran vestidos de sacerdotes de los falsos dioses y las mujeres vestidas de sacerdotisas de las diosas de los paganos. Pero Perpetua se opuso fuertemente y ninguno quiso colocarse vestidos de religiones falsas.
El diácono Sáturo había logrado convertir al cristianismo a uno de los carceleros, llamado Pudente, y le dijo: "Para que veas que Cristo sí es Dios, te anuncio que a mí me echarán a un oso feroz, y esa fiera no me hará ningún daño". Y así sucedió: lo amarraron y lo acercaron a la jaula de un oso muy agresivo. El feroz animal no le quiso hacer ningún daño, y en cambio sí le dio un tremendo mordisco al domador que trataba de hacer que se lanzara contra el santo diácono. Entonces soltaron a un leopardo y éste de una dentellada destrozó a Sáturo. Cuando el diácono estaba moribundo, untó con su sangre un anillo y lo colocó en el dedo de Pudente y este aceptó definitivamente volverse cristiano.
A Perpetua y Felicidad las envolvieron dentro de una malla y las colocaron en la mitad de la plaza, y soltaron una vaca bravísima, la cual las corneó sin misericordia. Perpetua únicamente se preocupaba por irse arreglando los vestidos de manera que no diera escándalo a nadie por parecer poco cubierta. Y se arreglaba también los cabellos para no aparecer despeinada como una llorona pagana. La gente emocionada al ver la valentía de estas dos jóvenes madres, pidió que las sacaran por la puerta por donde llevaban a los gladiadores victoriosos. Perpetua, como volviendo de un éxtasis, preguntó: ¿Y dónde está esa tal vaca que nos iba a cornear?
Pero luego ese pueblo cruel pidió que las volvieran a traer y que les cortaran la cabeza allí delante de todos. Al saber esta noticia, las dos jóvenes valientes se abrazaron emocionadas, y volvieron a la plaza. A Felicidad le cortaron la cabeza de un machetazo, pero el verdugo que tenía que matar a Perpetua estaba muy nervioso y equivocó el golpe. Ella dio un grito de dolor, pero extendió bien su cabeza sobre el cepo y le indicó al verdugo con la mano, el sitio preciso de su cuello donde debía darle el machetazo. Así esta mujer valerosa hasta el último momento demostró que si moría mártir era por su propia voluntad y con toda generosidad.
Estas dos mujeres, la una rica e instruida y la otra humilde y sencilla sirvienta, jóvenes esposas y madres, que en la flor de la vida prefirieron renunciar a los goces de un hogar, con tal de permanecer fieles a la religión de Jesucristo, ¿qué nos enseñarán a nosotros? Ellas sacrificaron un medio siglo que les podía quedar de vida en esta tierra y llevan más de 17 siglos gozando en el Paraíso eterno. ¿Qué renuncias nos cuesta nuestra religión? ¿En verdad, ser amigos de Cristo nos cuesta alguna renuncia? Cristo sabe pagar muy bien lo que hacemos y renunciamos por El.
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María Clotilde de Borbón, Venerable Reina de Cerdeña, Marzo 7
Reina de Cerdeña Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es de origen hebreo,
La que todo el mundo llamaba la reina de Cerdeña, que algún día será llevada al honor de los altares, nació en Cerdeña. |
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Fuente: Carmelnet.org
Teresa Margarita (Redi) del Corazón de Jesús, Santa Virgen Carmelita, Marzo 7
Virgen Carmelita Martirologio Romano: En Florencia, en la Toscana, santa Teresa Margarita Redi, virgen, que habiendo entrado en la Orden de Carmelitas Descalzas, avanzó por el arduo camino de la perfección y murió siendo aún joven (1770).
Nació en Arezzo (Italia) de noble familia, el 15 de Julio de 1747. |
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Leonidas Fedorov, Beato Sacerdote y Mártir, 7 de marzo
Mártir Martirologio Romano: En la ciudad de Kirov, en Rusia, beato Leónidas Fëdorov, obispo y mártir, el cual, siendo exarca apostólico de los católicos rusos de rito bizantino, mereció ser discípulo fiel a Cristo hasta la muerte, bajo un régimen contrario a la religión (1934).
El Beato mártir Leonid Fedorov, nació el día cuatro de noviembre del año 1879 en San Petersburgo (Rusia), en una familia ortodoxa rusa. |
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Fuente: Vatican.va
José Olallo Valdés, Beato Religioso Hospitario, Marzo 7
Religioso de la Orden Hospitalaria El Beato José Olallo Valdés nació en La Habana, Isla de Cuba, el 12 de febrero de 1820. Hijo de padres desconocidos, fue confiado a la Casa Cuna San José de La Habana, donde el mismo día 15 de marzo de 1820 recibió el bautismo. Vivió y fue educado en la misma Casa Cuna hasta los 7 años, y después en la de Beneficencia, manifestándose un muchacho serio y responsable; a la edad de 13-14 años ingresó en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, en la comunidad del hospital de los santos Felipe y Santiago, de la Habana. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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