JMJ
Pax
Curó a muchos enfermos de diversos males
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 29-39
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. El se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.
Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron:
"Todos te andan buscando".
El les dijo:
"Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido".
Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Catecismo 2181: La Eucaristía del domingo fundamenta y confirma toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (cf CIC can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave."
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
mie 1a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Si alguno, teniendo con qué vivir ve a su hermano pasar necesidad y, sin embargo, no lo ayuda, ¿cómo habitará el amor de Dios en él?
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que diste un origen idéntico a todos los pueblos y quisiste formar con ellos una sola familia, llena los corazones con el fuego de tu amor y suscita en todos los seres humanos el deseo de un progreso justo y fraternal; a fin de que, con los bienes que has destinado para todos, se realice cada uno como persona humana y, suprimida toda discriminación, reinen en el mundo la igualdad y la justicia.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Habla, Señor, que tu siervo escucha
Lectura del primer libro de Samuel 3, 1-10. 19-20
En los tiempos en que el joven Samuel servía al Señor a las órdenes de Elí, la palabra de Dios se dejaba oír raras veces y no eran frecuentes las visiones.
Los ojos de Elí se habían debilitado y ya casi no podía ver. Una noche, cuando aún no se había apagado la lámpara del Señor, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en la suya, dentro del santuario, donde se encontraba el arca de Dios, el Señor llamó a Samuel y éste respondió:
"¡Aquí estoy!" Fue corriendo a donde estaba Elí, y le dijo: "Aquí estoy; ¿para qué me llamaste?" Respondió Elí: "Yo no te he llamado; vuelve a acostarte". Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a llamarlo y él se levantó, fue a donde estaba Elí, y le dijo: "Aquí estoy; ¿para qué me llamaste?" Respondió Elí: "No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte". (Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido revelada). Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba Elí, y le dijo: "Aquí estoy; para qué me llamaste?" Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven, y dijo a Samuel: "Ve a acostarte, y si te llama alguien, responde: Habla, Señor; tu siervo te escucha". Y Samuel se fue a acostar. De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: "¡Samuel, Samuel!" Éste respondió: "Habla, Señor; tu siervo te escucha". Samuel creció y el Señor estaba con él; y todo lo que el Señor le decía, se cumplía. Todo Israel, desde la ciudad de Dan hasta la de Bersebá, supo que Samuel estaba acreditado como profeta del Señor. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del Salmo 39
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé en el Señor con gran confianza; él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: "Aquí estoy".
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen.
Aleluya.
Evangelio
Curó a muchos enfermos de diversos males
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 29-39
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. El se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.
Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron:
"Todos te andan buscando".
El les dijo:
"Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido".
Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, que esta ofrenda nos purifique y nos renueve, y sea causa de eterna recompensa para los que cumplen tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Alabanza a Dios por la creación y redención del género humano
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque has querido ser, por medio de tu amado Hijo, no sólo el creador del género humano, sino también el autor bondadoso de la nueva creación.
Por eso,
con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos y unánimes te bendicen tus santos. Con ellos, unidos a los ángeles, nosotros queremos celebrarte y te alabamos diciendo:
Antífona de la Comunión
Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que de nuestra participación en este sacramento de unidad, mediante el cual renuevas constantemente a la familia humana, obtengamos, Señor, un amor auténtico y eficaz que nos impulse a promover el progreso de los pueblos y a realizar, en la caridad, las exigencias de la justicia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
1ª semana. Miércoles
ORACIÓN Y APOSTOLADO
— El corazón del hombre está hecho para amar a Dios. Y el Señor desea y busca el encuentro personal con cada uno.
— No desaprovechar las ocasiones de apostolado. Mantener firme la esperanza apostólica.
— Oración y apostolado.
I. Cierto día, después de haber pasado la tarde anterior curando enfermos, predicando y atendiendo a las gentes que acudían a Él, Jesús se levantó de madrugada, cuando era todavía muy oscuro, salió de la casa de Simón y se fue a un lugar solitario, y allí oraba. Fueron a buscarle Simón y los que estaban con él; y cuando le encontraron, le dijeron: Todos te buscan. Lo relata San Marcos en el Evangelio de la Misa1.
Todos te buscan. También ahora las muchedumbres tienen «hambre» de Dios. Continúan siendo actuales aquellas palabras de San Agustín al comienzo de sus Confesiones: «Nos has creado, Señor, para ti y nuestro corazón no halla sosiego hasta que descansa en ti»2. El corazón de la persona humana está hecho para buscar y amar a Dios. Y el Señor facilita ese encuentro, pues Él busca también a cada persona, a través de gracias sin cuento, de cuidados llenos de delicadeza y de amor. Cuando vemos a alguien a nuestro lado, o nos llega una noticia de alguna persona por medio de la prensa, de la radio o de la televisión, podemos pensar, sin temor a equivocarnos: a esta persona la llama Cristo, tiene para ella gracias eficaces. «Fíjate bien: hay muchos hombres y mujeres en el mundo, y ni a uno solo de ellos deja de llamar el Maestro.
»Les llama a una vida cristiana, a una vida de santidad, a una vida de elección, a una vida eterna»3. En esto reside nuestra esperanza apostólica: a todos, de una manera u otra, anda buscando Cristo. Nuestra misión –por encargo de Dios– es facilitar estos encuentros de la gracia.
San Agustín, comentando este pasaje del Evangelio, escribe: «El género humano yace enfermo; no de enfermedad corporal, sino por sus pecados. Yace como un gran enfermo en todo el orbe de la tierra, de Oriente a Occidente. Para sanar a este moribundo descendió el médico omnipotente. Se humilló hasta tomar carne mortal, es decir, hasta acercarse al lecho del enfermo»4. Han pasado pocas semanas desde que hemos contemplado a Jesús en la gruta de Belén, pobre e indefenso, habiendo tomado nuestra naturaleza humana para estar muy cerca de los hombres y salvarnos. Hemos meditado después su vida oculta en Nazaret, trabajando como uno más, para enseñarnos a buscarle en la vida corriente, para hacerse asequible a todos y, mediante su Santa Humanidad, poder llegar a la Trinidad Beatísima. Nosotros, como Pedro, también vamos a su encuentro en la oración –en nuestro diálogo personal con Él–, y le decimos:Todo el mundo te busca, ayúdanos, Señor, a facilitar el encuentro contigo de nuestros parientes, de nuestros amigos, de los colegas y de toda alma que se cruce en nuestro camino. Tú, Señor, eres lo que necesitan; enséñanos a darte a conocer con el ejemplo de una vida alegre, a través del trabajo bien realizado, con una palabra que mueva los corazones.
II. Un pueblecito alemán, que quedó prácticamente destruido durante la Segunda Guerra Mundial, tenía en una iglesia un crucifijo, muy antiguo, del que las gentes del lugar eran muy devotas. Cuando iniciaron la reconstrucción de la iglesia, los campesinos encontraron esa magnífica talla, sin brazos, entre los escombros. No sabían muy bien qué hacer: unos eran partidarios de colocar el mismo crucifijo –era muy antiguo y de gran valor– restaurado, con unos brazos nuevos; a otros les parecía mejor encargar una réplica del antiguo. Por fin, después de muchas deliberaciones, decidieron colocar la talla que siempre había presidido el retablo, tal como había sido hallada, pero con la siguiente inscripción: Mis brazos sois vosotros... Así se puede contemplar hoy sobre el altar5. Somos los brazos de Dios en el mundo, pues Él ha querido tener necesidad de los hombres. El Señor nos envía para acercarse a este mundo enfermo que no sabe muchas veces encontrar al Médico que le podría sanar. Hablamos de Dios a las gentes con la esperanza cierta de que Cristo conoce a todos, y que solo en Él encuentran la salvación y palabras de vida eterna. Por eso, no debemos dejar pasar –por pereza, comodidad, cansancio, respetos humanos– ni una sola ocasión: acontecimientos normales de todos los días, el comentario sobre una noticia aparecida en el periódico, un pequeño servicio que prestamos o que nos prestan..., y también los sucesos extraordinarios: una enfermedad, la muerte de un familiar... «Quienes viajan por motivo de obras internacionales, de negocios o de descanso, no olviden que son en todas partes heraldos itinerantes de Cristo y que deben portarse como tales con sinceridad»6. El Papa Juan Pablo I, en su primer mensaje a los fieles, exhortaba a que se estudiaran todos los caminos, todas las posibilidades, y se procurasen todos los medios para anunciar, oportuna e inoportunamente7, la salvación a todas las gentes. «Si todos los hijos de la Iglesia –decía el Romano Pontífice– fueran misioneros incansables del Evangelio, brotaría una nueva floración de santidad y de renovación en este mundo sediento de amor y de verdad»8.
Mantengamos con firmeza la esperanza en el apostolado, aunque el ambiente se presente difícil. Los caminos de la gracia son, efectivamente, inescrutables. Pero Dios ha querido contar con nosotros para salvar a las almas. ¡Qué pena si, por omisión de los cristianos, muchos hombres quedan sin acercarse al Señor! Por eso debemos sentir la responsabilidad personal de que ningún amigo, compañero o vecino, con quienes tuvimos algún trato, pueda decir al Señor: hominem non habeo9: no encontré quien me hablara de Ti, nadie me enseñó el camino. En ocasiones, nuestro trato solo será el comienzo de ese camino que lleva a Cristo: un comentario oportuno, un libro para reafirmar la fe, un consejo certero, una palabra de aliento... y siempre el aprecio y el ejemplo de una vida recta.
«El cristianismo posee el gran don de enjugar y curar la única herida profunda de la naturaleza humana, y esto vale más para su éxito que toda una enciclopedia de conocimientos científicos y toda una biblioteca de controversias; por eso el cristianismo ha de durar mientras dure la naturaleza humana»10. Preguntémonos hoy: ¿a cuántas personas he ayudado a vivir cristianamente el tiempo de Navidad que acabamos de celebrar? Encomendemos a los amigos a quienes estamos ayudando para que se acerquen a la Confesión o a algún medio que facilite su formación y su conocimiento de la doctrina del Señor.
III. El Señor nos quiere como instrumentos suyos para hacer presente su obra redentora en medio de las tareas seculares, en la vida corriente. Pero, ¿cómo podríamos ser buenos instrumentos de Dios sin cuidar con esmero la vida de piedad, sin un trato verdaderamente personal con Cristo en la oración? ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?, ¿no caerán los dos en el precipicio?11. El apostolado es fruto del amor a Cristo. Él es la Luz con la que iluminamos, la Verdad que debemos enseñar, la Vida que comunicamos. Y esto solo será posible si somos hombres y mujeres unidos a Dios por la oración. Conmueve contemplar cómo el Señor, entre tanta actividad apostólica, se levanta muy de madrugada, cuando aún era oscuro, para dialogar con su Padre Dios y confiarle la nueva jornada que comienza, llena también de atención a las almas.
Nosotros debemos imitarle: es en la oración, en el trato con Jesús, donde aprendemos a comprender, a mantener la alegría, a atender y apreciar a las personas que el Señor pone en nuestra senda. Sin oración, el cristiano sería como una planta sin raíces: acaba seca, sin posibilidad de dar frutos, en poco tiempo. En nuestro día podemos y debemos dirigirnos al Señor muchas veces. Él no está lejos: está cerca, a nuestro lado, y nos oye siempre, pero particularmente en los ratos –como ahora– que dedicamos expresamente a hablar, sin anonimatos, de tú a tú, con Dios. En la medida en que nos abrimos a los requerimientos divinos, la jornada será divinamente eficaz y tendremos más facilidad para no interrumpir el diálogo con Jesús. En verdad, nuestra vida de apóstoles vale lo que valga nuestra oración12.
La oración siempre da sus frutos, es capaz de sostener toda una vida. De ella sacaremos la fortaleza para afrontar las dificultades con el garbo de los hijos de Dios. Y para la perseverancia –la constancia en el trato con nuestros amigos– que requiere todo apostolado. Por eso nuestra amistad con Cristo ha de ser día a día más honda y sincera. Para esto debemos empeñarnos seriamente en evitar todo pecado deliberado, guardar el corazón para Dios, procurar rechazar los pensamientos inútiles, que frecuentemente dan lugar a faltas y pecados, rectificar muchas veces la intención, dirigiendo al Señor nuestro ser y nuestras obras... Hemos de luchar contra el desaliento –si llegara alguna vez– que puede producirse al pensar que no mejoramos en la oración personal, pues entonces es fácil que el demonio insinúe la tentación de abandonarla. No debemos dejarla jamás, aunque estemos cansados y no podamos centrar del todo la atención, aunque no tengamos ningún afecto, aunque –sin desearlo– lleguen muchas distracciones. La oración es el soporte de nuestra vida y la condición de todo apostolado.
Acudimos, al terminar este rato de oración, a la intercesión poderosa de San José, maestro de la vida interior. A él, que durante tantos años vivió junto a Jesús, le pedimos que nos enseñe a amarle y a dirigirnos a Él con confianza todos los días de nuestra vida; también aquellos que parecen más apretados de trabajos y en los que nos sentimos con más dificultades para dedicarle ese rato de oración que acostumbramos. Nuestra Madre Santa María intercederá, junto al Santo Patriarca, por nosotros.
1 Mc 1, 29-39. — 2 San Agustín, Confesiones, 1, 1, 1. — 3 San Josemaría Escrivá, Forja, Rialp, 1ª ed., Madrid 1987, n. 13. — 4 San Agustín, Sermón 87, 13. — 5 Cfr. F. Fernández-Carvajal, La tibieza, Palabra, 6ª ed., Madrid 1986, p. 149. — 6 Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 14. — 7 2 Tim 4, 2. — 8 Juan Pablo I, Alocución27-VIII-1978. — 9 Jn 5, 7. — 10 Card. J. H. Newman, El sentido religioso, p. 417. — 11 Lc 6, 39. — 12 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, Rialp, 30ª ed., Madrid 1976, n. 108.
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Después de Epifanía
10 de enero
JESÚS, NUESTRO MAESTRO
— El Señor es el Maestro de todos los hombres. Es nuestro único Maestro.
— Aprender de Él. Meditar el Evangelio.
— Jesús nos enseña en la intimidad de nuestro corazón, a través de los acontecimientos y personas que nos rodean y, sobre todo, a través del Magisterio de la Iglesia.
I. Al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles1.
Los rabinos solían comentar en el Templo la Sagrada Escritura. Para los forasteros de Jerusalén era esta la única ocasión de ver y oír a los maestros más relevantes de Israel. Los oyentes tomaban asiento sobre las esteras alrededor del maestro y podían intervenir, y también ser preguntados sobre el texto que se explicaba. Las preguntas y respuestas de Jesús, aunque de acuerdo con su edad, llamaron poderosamente la atención de todos: Cuantos le oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas.
Cuando comience su vida pública, el Evangelista nos dirá que las gentes se maravillaban de su doctrina, pues la enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas2. Oyéndole, las multitudes se olvidaban del hambre y del frío de la intemperie. Nunca se opuso a que el pueblo le llamase profeta o maestro3, y a sus discípulos les decía: Vosotros me llamáis maestro y señor, y hacéis bien, porque lo soy4.
Con frecuencia Jesús utiliza la expresión: Pero Yo os digo. Quiere indicarnos que su doctrina tiene una fuerza especial: es el Hijo de Dios quien habla. Y se oyó una voz del cielo que decía: Este es mi Hijo muy amado. Escuchadle5. Desde entonces ya no hay otro a quien escuchar.
Moisés os dijo..., pero Yo os digo. Los antiguos profetas se presentaban como portavoces de Dios: Así habla Yahvé, declaraban después de sus discursos. Jesús habla en nombre propio (cosa que jamás había hecho ningún profeta), e imparte una enseñanza divina. Precisa el sentido y el alcance de los mandamientos de Dios recibidos por Moisés en el Sinaí, corrige falsas interpretaciones. Sus preceptos, siguiendo la misma revelación del Antiguo Testamento, son sin embargo absolutamente nuevos. Nadie como Él ha mostrado la soberanía de Dios y, al mismo tiempo, su cualidad de Padre amorosamente preocupado de las cosas del mundo y, sobre todo, de sus hijos, los hombres. Nadie como Él ha señalado la verdad fundamental del hombre: su libertad interior y su intocable dignidad.
La vida de Jesús fue una predicación incesante. Habló en las sinagogas6, a la orilla del lago7, en el Templo8, en los caminos9, en las casas, en todas partes. Su doctrina nos ha sido transmitida, fidelísima y sustancialmente completa, a través de los Evangelios. Mucho más hizo Jesús; si se escribiera todo, creo que las obras escritas no cabrían en el mundo entero10, nos dice San Juan al terminar su Evangelio. Pero todo lo esencial lo conocemos tal y como sucedió, tal y como lo enseñó el Maestro. Nuestro único Maestro. Junto a Él nos sentimos seguros. Siempre dice a cada uno lo que necesita oír. Leyendo el Evangelio unos minutos todos los días con corazón leal, meditándolo despacio, uno se siente empujado a repetir con San Pedro. Señor, solo Tú tienes palabras de vida eterna11. Solo Tú, Señor. Examinemos cómo y con qué atención leemos el Evangelio.
II. Uno solo es vuestro Maestro, Cristo12. Si después ha habido maestros y doctores en su Iglesia13 ha sido porque Él los constituyó14, subordinándolos a Él, repetidores y testigos, de lo que han visto y oído15. A través de la Iglesia, del Evangelio, tal como se lee en la Iglesia, nos llega como por un canal la Buena Nueva de Cristo.
Solo se verá privado de oír su palabra quien se cierra a ella voluntariamente. Todos pueden comprenderla. La doctrina más sublime se hace accesible a los espíritus más sencillos. Los humildes, quienes se hacen pequeños como los niños, captan sin esfuerzo la doctrina, mientras que a los "sabios" que se dejan llevar por su soberbia no les da la luz el Espíritu Santo, y se quedan a oscuras, sin entender nada o deformando la verdad salvadora: Porque has tenido encubiertas estas cosas a los sabios y prudentes, y las has revelado a los pequeñuelos16.
Jesús es el Maestro de todos, nuestro Maestro. Y puede serlo porque sabe Él mismo lo que hay dentro de cada hombre17. No se engaña sobre nuestras miserias y flaquezas: conoce bien el abismo de maldad que puede anidar en cada corazón. Pero conoce también, mejor que nosotros mismos, las posibilidades de generosidad, de sacrificio, de grandeza que existen también en todo corazón, y Él puede despertarlas con su Palabra viva.
La enseñanza de Cristo afecta al hombre entero en lo más profundo de su ser. "Es Maestro de una ciencia que solo Él posee: la del amor sin límites a Dios y, en Dios, a todos los hombres. En la escuela de Cristo se aprende que nuestra existencia no nos pertenece..."18.
Tomar a Jesús como Maestro es tomarlo por guía, andar sobre sus huellas, buscar con afán su voluntad sobre nosotros, sin desalentarnos jamás por nuestras derrotas, de las que Él nos levanta y las convierte en victorias una y otra vez. Tomarle como Maestro es querer parecernos cada vez más a Él: que los demás, al ver nuestro trabajo, nuestro comportamiento con la familia, con los extraños, y sobre todo con los más necesitados, puedan reconocer a Jesús. De la misma manera que en el trato habitual con una persona a la que se quiere mucho y se admira mucho, se termina por adoptar no solo su manera de pensar, sino sus expresiones y gestos, tratándole diariamente en la oración y meditando el santo Evangelio, nos pareceremos a Él, casi sin darnos cuenta: "Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte y al oírte hablar: este lee la vida de Jesucristo"19.
III. Nos dice San Pablo que la palabra de Dios es viva y eficaz (Cfr. Heb 4, 12). La doctrina de Jesús es siempre actual, nueva para cada hombre; es una enseñanza personal porque va destinada a cada uno de nosotros. No es difícil reconocernos en un determinado personaje de una parábola o comprender en lo más íntimo de nuestra alma que unas palabras de Jesús hace veinte siglos fueron pronunciadas para nosotros, como si hubiéramos sido los únicos destinatarios. Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros padres a través de los profetas; últimamente, en estos días, nos ha hablado por su Hijo (Cfr. Heb 1, 1). Estos días son también los nuestros. Jesucristo sigue enseñando. Sus palabras, por ser divinas y eternas, son siempre actuales.
Leer el Evangelio con fe es creer que todo lo que se dice en él está, de alguna manera, ocurriendo ahora. Es actual la marcha y la vuelta del hijo pródigo; la oveja que anda perdida y el Pastor que ha salido a buscarla; la necesidad de la levadura para transformar la masa y la luz que debe iluminar la gran oscuridad que, con demasiada frecuencia, se cierne sobre el mundo y sobre el hombre. "En los Libros sagrados, el Padre que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual"20. Pero debemos aprender a oír a Cristo en nuestra vida y en nuestra alma, en las muchas formas y circunstancias en las que Él nos habla.
Cierto día estaba el Señor en casa de un fariseo llamado Simón. Y le interpeló Jesús: Simón, una cosa tengo que decirte21.
Cristo tiene siempre algo que decirnos, a cada uno en particular, personalmente. Para oírle hemos de tener un corazón que sepa escuchar, un corazón atento para las cosas de Dios. Él es el Maestro de siempre. Era el Maestro ayer y lo será mañana: Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre22. Y se dirige a cada hombre singular, a cada hombre que quiera escucharle. Todo aquel que con sinceridad de corazón busque un Norte para su vida, lo encontrará: el Señor no niega su gracia a quien de verdad lo busca.
Cuando Salomón, que amaba a Yahvé, era todavía joven, se le apareció Yahvé durante la noche en sue-ños, y le dijo: Pídeme lo que quieras que te dé. Y Salomón no pidió riquezas, ni poder, ni una vida larga..., sino sabiduría para gobernar al pueblo de Dios. Esto fue muy grato al Señor y le concedió un corazón sabio e inteligente, un corazón capaz de entender23.
También nosotros debemos pedir ante todo un corazón capaz de escuchar y de entender esas mociones interiores del Paráclito en nuestra alma, ese lenguaje de Dios que nos habla a través del Magisterio de la Iglesia, esa doctrina que nos llega con suma claridad a través del Papa y de los obispos unidos a él, que requiere una respuesta práctica. Conviene que repasemos ahora en nuestra meditación qué empeño y qué medios ponemos para conocer bien la doctrina del Magisterio. Y no solo conocerla, sino vivirla personalmente y difundirla entre los católicos y entre los hombres de buena voluntad. El Maestro, Jesús, nos habla a través de esa doctrina.
Y, en otro orden de cosas, también hemos de saber entender el lenguaje de Dios que nos habla a través de acontecimientos y personas que nos rodean. Muy especialmente en esas sugerencias precisas que nos vienen por medio de la dirección espiritual.
Le pedimos a la Virgen un oído atento a la voz de Dios, que nos habla hoy como lo hizo hace veinte siglos, aunque a veces utilice intermediarios.
1 Lc 2, 46-47. — 2 Mc 1, 22. — 3 Mt 21, 11. — 4 Jn 13, 13. — 5 Mc 9, 7. — 6 Mt 4, 23 ss. — 7 Mc 3, 9. — 8 Mt 21, 22-23. — 9 Jn 4, 5 ss. — 10 Jn 21, 25. — 11 Jn 6, 68. — 12 Mt 23, 10. — 13 Cfr. Hech 13, 1; 1 Cor 12, 28-29. — 14 Ef 4, 11. — 15 Cfr. Hech 10, 39. — 16 Mt 11, 25. — 17 Jn 2, 24. — 18 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 93. — 19 ídem, Camino, n. 2. — 20 Conc. Vat. II, Const. Dei verbum, 21. — 21 Lc 7, 40. — 22 Heb 13, 8. — 23 Cfr. 1 Re 3, 4 ss.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Gregorio X, Beato CLXXXIV Papa, 10 Enero
La personalidad de Teobaldo Visconti, que fue papa desde 1272 hasta 1276 con el nombre de Gregorio X, demuestra la verdad de la afirmación de san Pablo: Dios elige lo que es débil al parecer de los criterios corrientes de los hombres, y sabe darle el vigor necesario para llevar a cabo su plan. |
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Fuente: E W T N
Pablo de Tebas, Santo Ermitaño, Enero 10
Ermitaño Martirologio Romano: En la Tebaida (hoy Egipto), san Pablo, eremita, uno de los primeros en abrazar la vida monástica (s. IV). Oh Señor: Tu que moviste a San Pablo el primer ermitaño a dejar las vanidades del mundo e irse a la soledad del desierto a orar y meditar, concédenos también a nosotros, dedicar muchas horas en nuestra vida, apartados del bullicio mundanal, a orar, meditar y a hacer penitencia por nuestra salvación y por la conversión del mundo. |
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Gonzalo de Amarante, Beato Dominico, 10 Enero
Tagilde, del obispado de Braga, es el pueblo portugués que le vió nacer. Por la discreción que desde pequeño demostró el Arzobispo de Braga lo toma bajo su techo preparándolo para el sacerdocio. Luego le encomienda la Abadía de San Pelayo por sus cualidades. Es muy responsable y celoso de sus ovejas a las que acerca a Jesucristo más con las obras que con los sermones, por ello adopta unas ropas de mendigo y, arreciando en la penitencia, da en limosna a los pobres cuanto le llega. |
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Guillermo de Bourges, Santo Obispo, 10 Enero
Nació en Nevers, Francia, de familia noble y murió en Bourges, Francia, en 1209. |
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Fuente: Wikipédia
Agatón, Santo LXXIX Papa, 10 Enero
Nació en Palermo en fecha no conocida, murió en Roma el 10 de enero de 681. |
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Fuente: SanPablo.com.co
Aldo, Santo Eremita, 10 Enero
De este santo se conoce muy poco, ni siquiera el lugar y fecha de nacimiento. Parece que vivió en el siglo VIII, cuando la humanidad estaba amenazada por el islamismo. Se conoce sí el lugar de su sepultura: en Pavía, primero en la capilla de San Columbano y después en la basílica de San Miguel. |
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Fuente: ACI Prensa
Ana de los Ángeles Monteagudo, Beata Dominica, 10 Enero
Nació en Arequipa el 26 de julio de 1602, hija del español Sebastián Monteagudo de la Jara y de la arequipeña Francisca Ponce de León. |
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Fuente: Franciscanos.org
Gil de Lorenzana (Bernardino de Bello), Beato Eremita Frenciscano, 10 Enero
Gil, en el siglo Bernardino De Bello, nació en Laurenzana, al sur de Italia, en la región de Basilicata, hacia el año 1443,en el seno de un hogar modesto y cristiano. |
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Fuente: Vatican.va
María Dolores Rodriguez Sopeña, Beata Fundadora, 10 de enero
Fundadora del Movimiento de Laicos Sopeña, Martirologio Romano: En Madrid, capital de España, beata María Dolores Rodríguez Sopeña, virgen, la cual dio muestras de su gran caridad cristiana al dedicarse a los más abandonados de la sociedad de su tiempo, acercándose especialmente a los suburbios de las mayores ciudades, y para anunciar el Evangelio y atender a los pobres y a los obreros en cuestiones sociales, fundó el Instituto de la Damas Catequistas y la Obra de la Doctrina (1918).
Dolores Rodríguez Sopeña nace en Vélez Rubio (Almería), el 30 de diciembre de 1848, cuarta entre siete hermanos. Sus padres, Tomás Rodríguez Sopeña y Nicolasa Ortega Salomón, castellanos, se habían trasladado desde Madrid a esa localidad por motivos de trabajo. Don Tomás había terminado su carrera judicial demasiado joven, por lo que no podía ejercer y consigue un empleo como administrador de las fincas de los marqueses de Vélez. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina02
Pedro Orseolo, Santo Monje eremita, 10 Enero
La vocación de San Pedro Orseolo o Urseolo es una de las más extrañas que registra la historia eclesiástica. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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