JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 1-20
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Y se reunió una muchedumbre tan grande que Jesús tuvo que subir a una barca; allí se sentó, mientras la gente estaba en tierra junto a la orilla. Les estuvo enseñando muchas cosas con parábolas; y les decía:
"Escuchen: Salió el sembrador a sembrar; cuando iba sembrando, unos granos cayeron en la vereda, vinieron los pájaros y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, donde apenas había tierra; como la tierra no era profunda, las plantas brotaron enseguida, pero cuando salió el sol se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otros granos cayeron entre espinas; las espinas crecieron, ahogaron las plantas y no las dejaron madurar. Finalmente, los otros granos cayeron en tierra buena; las plantas fueron brotando y creciendo y produjeron el treinta, el sesenta o el ciento por uno".
Y añadió Jesús:
"El que tenga oídos para oír, que oiga".
Cuando se quedaron solos, sus acompañantes y los Doce le preguntaron qué quería decir la parábola. Entonces Jesús les dijo:
"A ustedes se les ha confiado el secreto del Reino de Dios; en cambio, a los que están fuera, todo les queda oscuro; así, por más que miren, no verán; por más que oigan, no entenderán; a menos que se arrepientan y sean perdonados".
Y les dijo a continuación:
"Si no entienden esta parábola, ¿cómo van a comprender todas las demás? "El sembrador"
siembra la Palabra.
"Los granos de la vereda" son aquellos en quienes se siembra la Palabra, pero cuando la acaban de escuchar, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos.
"Los que reciben la semilla en terreno pedregoso", son los que, al escuchar la Palabra, de momento la reciben con alegría; pero no tienen raíces, son inconstantes y, en cuanto surge un problema o una contrariedad por causa de la Palabra, se dan por vencidos.
"Los que reciben la semilla entre espinas", son los que escuchan la Palabra; pero por las preocupaciones de esta vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás que lo invade, ahogan la Palabra y la hacen estéril.
Por fin, "los que reciben la semilla en tierra buena", son aquellos que escuchan la Palabra, la aceptan y dan una cosecha: unos, de treinta; otros, de sesenta; y otros, de ciento por uno".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
mie 3a. Ordinario año Par
Antífona de entrada
Canten al Señor un cántico nuevo, hombres de toda la tierra, canten al Señor. Hay brillo y esplendor en su presencia y en su templo, belleza y majestad.
Oración Colecta
Oremos:
Dios eterno y todopoderoso, conduce nuestra vida por el camino de tus mandamientos para que, unidos a tu Hijo amado, podamos producir frutos abundantes.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Primera Lectura
Yo engrandeceré a tu hijo y consolidaré su reino
Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-17
En aquellos días, el Señor le habló al profeta Natán, y le dijo:
"Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: ¿Piensas que vas a ser tú el que me construya una casa para que yo habite en ella? Desde que saqué a Israel de Egipto hasta el presente no he tenido casa, sino que he andado en una tienda de campaña por dondequiera que han ido los hijos de Israel. ¿Acaso en todo ese tiempo le pedí a alguno de los jueces, a quien puse como pastores de mi pueblo, Israel, que me construyera una casa de cedro?
Di, pues, a mi siervo David: Yo te saqué de los apriscos y de andar tras las ovejas, para que fueras el jefe de mi pueblo, Israel. Yo estaré contigo en todo lo que emprendas, acabaré con tus enemigos y te haré tan famoso como los hombres más famosos de la tierra.
Le asignaré un lugar a mi pueblo, Israel: lo plantaré allí para que habite en su propia tierra; vivirá tranquilo y sus enemigos ya no lo oprimirán más, como lo han venido haciendo desde los tiempos en que establecí jueces para gobernar a mi pueblo, Israel; y a ti, David, te haré descansar de tus enemigos. Además, yo el Señor, te hago saber que te daré una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. El me construirá una casa y yo consolidaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo; si hace el mal, yo lo castigaré con vara fuerte y con azotes; pero no le retiraré mi favor, como lo hice con Saúl,
a quien quité de tu camino. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente".
Natán comunicó a David todas estas palabras, conforme se las había revelado el Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del Salmo 88
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
"Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. El me podrá decir: Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva. Y yo lo nombraré mi primogénito sobre todos los reyes de la tierra. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Yo jamás le retiraré mi amor ni violaré el juramento que le hice. Nunca se extinguirá su descendencia y su trono durará igual que el cielo". Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquél que lo encuentra vivirá para siempre.
Aleluya.
Evangelio
Salió el sembrador a sembrar
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 1-20
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Y se reunió una muchedumbre tan grande que Jesús tuvo que subir a una barca; allí se sentó, mientras la gente estaba en tierra junto a la orilla. Les estuvo enseñando muchas cosas con parábolas; y les decía:
"Escuchen: Salió el sembrador a sembrar; cuando iba sembrando, unos granos cayeron en la vereda, vinieron los pájaros y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, donde apenas había tierra; como la tierra no era profunda, las plantas brotaron enseguida, pero cuando salió el sol se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otros granos cayeron entre espinas; las espinas crecieron, ahogaron las plantas y no las dejaron madurar. Finalmente, los otros granos cayeron en tierra buena; las plantas fueron brotando y creciendo y produjeron el treinta, el sesenta o el ciento por uno".
Y añadió Jesús:
"El que tenga oídos para oír, que oiga".
Cuando se quedaron solos, sus acompañantes y los Doce le preguntaron qué quería decir la parábola. Entonces Jesús les dijo:
"A ustedes se les ha confiado el secreto del Reino de Dios; en cambio, a los que están fuera, todo les queda oscuro; así, por más que miren, no verán; por más que oigan, no entenderán; a menos que se arrepientan y sean perdonados".
Y les dijo a continuación:
"Si no entienden esta parábola, ¿cómo van a comprender todas las demás? "El sembrador"
siembra la Palabra.
"Los granos de la vereda" son aquellos en quienes se siembra la Palabra, pero cuando la acaban de escuchar, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos.
"Los que reciben la semilla en terreno pedregoso", son los que, al escuchar la Palabra, de momento la reciben con alegría; pero no tienen raíces, son inconstantes y, en cuanto surge un problema o una contrariedad por causa de la Palabra, se dan por vencidos.
"Los que reciben la semilla entre espinas", son los que escuchan la Palabra; pero por las preocupaciones de esta vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás que lo invade, ahogan la Palabra y la hacen estéril.
Por fin, "los que reciben la semilla en tierra buena", son aquellos que escuchan la Palabra, la aceptan y dan una cosecha: unos, de treinta; otros, de sesenta; y otros, de ciento por uno".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, con bondad, los dones que te presentamos y santifícalos por medio de tu Espíritu
para que se nos conviertan en sacramento de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
Proclamación del misterio de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor, cuya muerte celebramos unidos en caridad, cuya resurrección proclamamos con viva fe, y cuyo advenimiento glorioso aguardamos con firmísima esperanza.
Por eso,
con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
Antífona de la Comunión
Acudan al Señor, pongan en él nuestra confianza y no quedarán defraudados.
Oración después de la comunión
Oremos:
Te damos gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y te pedimos que este don tuyo sea para nosotros fuente inagotable de vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
3ª SEMANA. MIÉRCOLES
LA SIEMBRA Y LA COSECHA
- Parábola del sembrador. Nosotros somos colaboradores del Señor. Dar doctrina. Las disposiciones de las almas pueden cambiar.
- Optimismo en el apostolado. El Señor permite que en muchas ocasiones no veamos los frutos. Paciencia y constancia. "Las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo".
- El fruto es siempre superior a la semilla que se pierde. Muchos de nuestros amigos están esperando que les hablemos de Cristo.
I. Salió el sembrador a sembrar su semilla, nos dice el Señor en el Evangelio (1). El campo, el camino, los espinos y los pedregales recibieron la semilla: el sembrador siembra a voleo y la simiente cae en todas partes. Con esta parábola quiso declarar el Señor que Él derrama en todos su gracia con mucha generosidad. Lo mismo que el labrador no distingue la tierra que pisa con sus pies, sino que arroja natural e indistintamente su semilla, así el Señor no distingue al pobre del rico, al sabio del ignorante, al tibio del fervoroso, al valiente del cobarde (2). Dios siembra en todos; da a cada hombre las ayudas necesarias para su salvación.
En la oficina, en la empresa, en la farmacia, en la consulta, en el taller, en la tienda, en los hospitales, en el campo, en el teatro..., en todas partes, allí donde nos encontremos, podemos dar a conocer el mensaje del Señor. Él mismo es quien esparce la semilla en las almas y quien da a su tiempo el crecimiento. "Nosotros somos simples braceros, porque Dios es quien siembra" (3). Somos colaboradores suyos y en su campo: Jesús, "por medio de los cristianos, prosigue su siembra divina. Cristo aprieta el trigo en sus manos llagadas, lo empapa con su sangre, lo limpia, lo purifica y lo arroja en el surco, que es el mundo" (4), con infinita generosidad.
Nos toca preparar la tierra y sembrar en nombre del Señor de la tierra. No deberíamos desaprovechar ninguna ocasión de dar a conocer a nuestro Dios: viajes, descanso, trabajo, enfermedad, encuentros inesperados..., todo puede ser ocasión para sembrar en alguien la semilla que más tarde dará su fruto. El Señor nos envía a sembrar con largueza. No nos corresponde a nosotros hacer crecer la semilla; eso es propio del Señor (5): que la semilla germine y llegue a dar los frutos deseados depende sólo de Dios, de su gracia que nunca niega. Debemos recordar siempre "que los hombres no son más que instrumentos, de los que Dios se sirve para la salvación de las almas, y hay que procurar que estos instrumentos estén en buen estado para que Dios pueda utilizarlos" (6). Gran responsabilidad la del que se sabe instrumento: estar en buen estado.
En todas partes cayó la semilla del sembrador: en el campo, en el camino, en los espinos, en los pedregales. "Y ¿qué razón tiene el sembrar sobre espinas, sobre piedras, sobre el camino? Tratándose de semilla y de tierra, ciertamente no tendría razón de ser, pues no es posible que la piedra se convierta en tierra, ni que el camino no sea camino, ni que las espinas dejen de ser tales; mas con las almas no es así. Porque es posible que la piedra se transforme en tierra buena, y que el camino no sea ya pisado ni permanezca abierto a todos los que pasen, sino que se torne campo fértil, y que las espinas desaparezcan y la semilla fructifique en ese terreno" (7). No hay terrenos demasiado duros o baldíos para Dios. Nuestra oración y nuestra mortificación, si somos humildes y pacientes, pueden conseguir del Señor la gracia necesaria que transforme las condiciones interiores de las almas que queremos acercar a Dios.
II. Siempre es eficaz la labor en las almas. El Señor, de forma muchas veces insospechada, hace fructificar nuestros esfuerzos. Mis elegidos no trabajarán en vano (8), nos ha prometido.
La misión apostólica unas veces es siembra, sin frutos visibles, y otras recolección de lo que otros sembraron con su palabra, o con su dolor desde la cama de un hospital, o con un trabajo escondido y monótono que permaneció inadvertido a los ojos humanos. En ambos casos, el Señor quiere que se alegren juntamente el sembrador y el segador (9). El apostolado es tarea alegre y, a la vez, sacrificada: en la siembra y en la recolección.
La tarea apostólica es también labor paciente y constante. De la misma manera que el labriego sabe esperar días y más días hasta ver despuntar la simiente, y más aún hasta la recolección, así debemos hacer nosotros en nuestro empeño de acercar almas a Dios. El Evangelio y la propia experiencia nos enseñan que la gracia, de ordinario, necesita tiempo para fructificar en las almas. Sabemos también de la resistencia a la gracia en muchos corazones, como pudo suceder con el nuestro anteriormente. Nuestra ayuda a otros se manifestará entonces en una mayor paciencia -muy relacionada con la virtud de la fortaleza- y en una constancia sin desánimos. No intentemos arrancar el fruto antes de que esté maduro. "Y es esta paciencia la que nos impulsa a ser comprensivos con los demás, persuadidos de que las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo" (10).
La espera no se confunde con la dejadez ni con el abandono. Por el contrario, mueve a poner los medios más oportunos para aquella situación concreta en la que se encuentra esa persona a la que queremos ayudar: abundancia de la luz de la doctrina, más oración y alegría, espíritu de sacrificio, profundizar más en la amistad...
Y cuando la semilla parece que cae en terreno pedregoso o con espinos, y que tarda en llegar el fruto deseado, entonces hemos de rechazar cualquier sombra de pesimismo al ver que el trigo no aparece cuando queríamos. "A menudo os equivocáis cuando decís: "me he engañado con la educación de mis hijos", o "no he sabido hacer el bien a mi alrededor". Lo que sucede es que aún no habéis conseguido el resultado que pretendíais, que todavía no veis el fruto que hubiérais deseado, porque la mies no está madura. Lo que importa es que hayáis sembrado, que hayáis dado a Dios a las almas. Cuando Dios quiera, esas almas volverán a Él. Puede que vosotros no estéis allí para verlo, pero habrá otro para recoger lo que habéis sembrado" (11). Sobre todo estará Cristo, para quien nos hemos esforzado.
Trabajar cuando no se ven los frutos es un buen síntoma de fe y de rectitud de intención, buena señal de que verdaderamente estamos realizando una tarea sólo para la gloria de Dios. "La fe es un requisito imprescindible en el apostolado, que muchas veces, se manifiesta en la constancia para hablar de Dios, aunque tarden en venir los frutos.
"Si perseveramos, si insistimos bien convencidos de que el Señor lo quiere, también a tu alrededor, por todas partes, se apreciarán señales de una revolución cristiana: unos se entregarán, otros se tomarán en serio su vida interior, y otros -los más flojos- quedarán al menos alertados" (12).
III. Otra semilla, en cambio, cayó en buena tierra y dio fruto, una parte el ciento, otra el sesenta y otra el treinta. Aunque una parte de la siembra se perdió porque cayó en mal terreno, la otra parte dio una cosecha imponente. La fertilidad de la buena tierra compensó con creces a la simiente que dejó de dar el fruto debido. No debemos olvidar nunca el optimismo radical que comporta el mensaje cristiano: el apostolado siempre da un fruto desproporcionado a los medios empleados. El Señor, si somos fieles, nos concederá ver, en la otra vida, todo el bien que produjo nuestra oración, las horas de trabajo que ofrecimos por otros, las conversaciones que sostuvimos con nuestros amigos, las horas de enfermedad ofrecidas, el resultado de aquel encuentro del que nunca más tuvimos noticias, los frutos de todo lo que aquí nos pareció un fracaso, a quienes alcanzó aquella oración del Santo Rosario que rezamos cuando veníamos de la Facultad o de la oficina... Nada quedó sin fruto: una parte el ciento, otra el sesenta y otra el treinta. El gran error del sembrador sería no echar la simiente por temor a que una parte cayera en lugar poco propicio para que fructificara: dejar de hablar de Cristo por temor a no saber sembrar bien la semilla, o a que alguno pueda interpretar mal nuestras palabras, o nos diga que no le interesan, o...
En el apostolado hemos de tener presente que Dios ya sabe que unas personas responderán a nuestra llamada, y otras no. Al hacer al hombre criatura, el Señor -en su Sabiduría infinita- contó con el riesgo de que usara mal su libertad: aceptó que algunos hombres no quisieran dar fruto; "cada alma es dueña de su destino, para bien o para mal (...). Siempre nos impresiona esta tremenda capacidad tuya y mía, de todos, que revela a la vez el signo de nuestra nobleza" (13).
Dios se complace en los que corresponden voluntariamente a su gracia. Un alma que se decide libremente a aceptar sus gracias en lugar de rechazarlas, ¡cuánta gloria da a Dios!; una persona que se empeña en dar frutos de santidad con la ayuda divina en lugar de quedarse en la tibieza, ¡cuánto se complace Dios en ella!, pensemos cuánto le han agradado los santos, cuánto le ha glorificado la Santísima Virgen en el tiempo de su estancia en la tierra. Éste ha de ser el fundamento de nuestro optimismo en el apostolado.
Dios nos podría haber creado sin libertad, de modo que le diéramos gloria como dan gloria los animales y las plantas, que se mueven por las leyes necesarias de su naturaleza, de sus instintos, sometidos a la servidumbre de unos estímulos externos o internos. Podríamos haber sido como animales más perfeccionados, pero sin libertad. Sin embargo, Dios nos ha querido crear libres para que, por amor, queramos reconocer nuestra dependencia de Él. Sepamos decir libremente, como la Virgen: He aquí la esclava del Señor (14). Hacernos esclavos de Dios por amor compensa al Señor de todas las ofensas que otros pueden hacerle por utilizar mal la libertad.
Vivamos la alegría de la siembra, "cada uno según su posibilidad, facultad, carisma y ministerio. Todos, por consiguiente, los que siembran y los que siegan, los que plantan y los que riegan, han de ser necesariamente una sola cosa, a fin de que, "buscando unidos el mismo fin, libre y ordenadamente", dediquen sus esfuerzos con unanimidad a la edificación de la Iglesia" (15).
(1) Mc 4, 1-20.- (2) SAN JUAN CRISOSTOMO, Homilías sobre San Mateo, 44, 3.- (3) SAN AGUSTIN, Sermón 73, 3.- (4) J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 157.- (5) Cfr. 1 Cor 3, 7.- (6) SAN PIO X, Enc. Haerent animo, 9.- (7) SAN JUAN CRISOSTOMO, o. c., 44.- (8) Is 65, 23.- (9) Cfr. Jn 4, 36.- (10) J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios, 78.- (11) G. CHEVROT, El pozo de Sicar, Rialp, Madrid 1981, p. 267.- (12) J. ESCRIVA DE BALAGUER, Surco, n. 207.- (13) IDEM, Amigos de Dios, 33.- (14) Lc 1, 38.- (15) CONC. VAT. II, Decr. Ad gentes, 28.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Pedro Nolasco
Fundador de la Comunidad de
Padres Mercedarios
(+1258)
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Afraates, Santo Escritor Anacoreta, Enero 29
Eremita Martirologio Romano: Cerca de Antioquía de Siria (hoy en Turquía), san Afraates, anacoreta, que, nacido y formado entre los persas, siguiendo las huellas de los magos se convirtió al Señor en Belén y se retiró a Edessa, viviendo en una pequeña casa fuera de las murallas. Más tarde, con su predicación y sus escritos defendió la fe católica contra los arrianos (c. 378). El más antiguo de los Padres de la Iglesia de Siria, es San Afraates, llamado "el Sabio persa" por los escritores sirios posteriores. Muy poco es lo que conocemos sobre su vida, De sus escritos podemos concluir que nació en el paganismo y que, al convertirse, abrazó la vida religiosa o de asceta. Poco tiempo después aparece ya cual figura prócer dentro de la Iglesia de Siria. Afraates cambió su nombre por el de Santiago. Ignoramos si esto aconteció al bautizarse, o si más bien tuvo lugar al ser consagrado obispo, conforme a una costumbre oriental, y no precisamente al iniciarse en las órdenes sagradas. El nombre de Santiago explicaría satisfactoriamente el que tanto Genadio como el traductor de las obras de Afraates al armenio le confundiesen con Santiago de Nísibe. |
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Radegunda de Treviño, Santa Virgen, Enero 29
Se desconoce todo lo que se refiere a su nacimiento. El martirologio romano la llama Radegundis y es una de las gloriosas vírgenes que ha dado España. |
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Sulpicio Severo, Santo Obispo de Bourges, Enero 29
Obispo Martirologio Romano: En la ciudad de Bourges, en Aquitania (hoy Francia), san Sulpicio Severo, obispo, de familia de senadores de las Galias, de quien san Gregorio de Tours ensalza su sabiduría, su ministerio pastoral y su empeño en restaurar la disciplina (591). |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Enero 29
Santos Sarbelio, presbítero, y Bebaia, mártires |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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