lunes, 20 de enero de 2014

Martes por los ángeles custodios. 21/01/2014. Santa Inés ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 2, 23-28

Gloria a ti, Señor.

Un sábado, Jesús iba caminando entre los sembrados y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron:
"¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?"
El les respondió:
"¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros".
Luego añadió Jesús:
"El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

mar 2a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

En un trono excelso vi sentado a un hombre, a quien adoran muchedumbre de ángeles que cantan a una sola voz: "Su imperio es eterno".

 

Oración Colecta

Oremos:
Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu
voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

David fue ungido rey de Israel y el espíritu del Señor estuvo con él

Lectura del primer libro de Samuel 16, 1-13

En aquellos días dijo el Señor a Samuel:
"¿Hasta cuándo vas a estar triste por Saúl? Yo ya lo rechacé y él no reinará más sobre Israel.
Ve a la casa de Jesé, en Belén, porque de entre sus hijos me he escogido un rey. Llena, pues, tu cuerno de aceite para ungirlo, y vete".
Pero Samuel le replicó:
"¿Cómo voy a ir? Si Saúl se entera me matará".
El Señor le respondió:
"Lleva contigo una ternera y di: "Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor". Invita a Jesé al sacrificio y yo te indicaré lo que has de hacer; luego ungirás al que yo te señale".
Hizo Samuel lo que el Señor le había dicho. Cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirlo temerosos y le preguntaron:
"¿Vienes en son de paz?"
Les respondió:
"Sí, vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio".
Luego purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó también al sacrificio.
Cuando se presentaron ante él, al ver a Eliab, el hijo mayor de Jesé, Samuel pensó:
"Éste es, sin duda, el que voy a ungir como rey".
Pero el Señor le dijo:
"No te dejes impresionar por su aspecto ni por su gran estatura, pues yo le he descartado.
Porque yo no juzgo como juzga el hombre. El hombre se fija en las apariencias, pero el Señor se fija en los corazones".
Entonces Jesé llamó a su hijo Abinadab y le hizo pasar ante Samuel, el cual dijo:
"Tampoco a éste lo ha escogido el Señor".
Jesé hizo pasar a Samá, pero Samuel dijo:
"A éste tampoco lo ha elegido el Señor".
Así fueron pasando ante Samuel siete de los hijos de Jesé, pero Samuel dijo:
"Ninguno de éstos es el elegido del Señor".
Luego le preguntó a Jesé:
"¿Son éstos todos tus hijos?"
Jesé respondió:
"Falta el más pequeño, que está cuidando el rebaño".
Samuel le dijo:
"Hazlo venir, que no nos sentaremos a comer hasta que llegue".
Y Jesé lo mandó llamar; el muchacho era rubio, de ojos vivos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel:
"Levántate y úngelo, porque éste es".
Tomó Samuel el cuerno con el aceite y lo ungió delante de sus hermanos. A partir de aquel momento, el espíritu del Señor estuvo con David. Samuel se despidió y regresó a Ramá.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 88

He encontrado a David, mi servidor.

Hablando tú en visión a tus amigos, un día les dijiste: "He escogido a un valiente de mi pueblo y he ceñido a sus sienes la corona.
He encontrado a David, mi servidor.

He encontrado a David, mi servidor, y con mi aceite santo lo he ungido. Lo sostendrá mi mano y le dará mi brazo fortaleza.
He encontrado a David, mi servidor.

El me podrá decir: "Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva". Y yo lo nombraré mi primogénito sobre todos los reyes de la tierra".
He encontrado a David, mi servidor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes, para que comprendamos cuál es la esperanza que nos da su llamamiento.
Aleluya.

Evangelio

El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 2, 23-28

Gloria a ti, Señor.

Un sábado, Jesús iba caminando entre los sembrados y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron:
"¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?"
El les respondió:
"¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros".
Luego añadió Jesús:
"El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las ofrendas

Dígnate, Señor, aceptar la ofrenda de tu pueblo: que ella nos santifique y nos alcance lo que ahora imploramos de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Proclamación del misterio de Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque, unidos en la caridad, celebramos la muerte de tu Hijo, con fe viva proclamamos su resurrección, y con esperanza firme anhelamos su venida gloriosa.
Por eso,
con todos los ángeles y santos, te alabamos proclamando sin cesar:

Antífona de la Comunión

Señor, en ti está la fuente viva y tú nos haces ver la luz.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Te suplicamos, Dios todopoderoso, que concedas a quienes alimentas con tus
sacramentos la gracia de poder servirte llevando una vida según tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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Dia 21/01 Santa Inés (Virgen y mártir, rojo)

Antífona de Entrada

Esta es una virgen sabia y prudente, que salió a recibir a Cristo con la lámpara encendida.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que eliges a los débiles para confundir a los fuertes de este mundo; concédenos a cuantos celebramos el triunfo de tu mártir santa Inés, imitar la firmeza de su fe.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Dios ha elegido a los débiles del mundo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 26-31

Hermanos: Consideren que entre ustedes, los que han sido llamados por Dios, no hay muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos nobles, según los criterios humanos. Pues Dios ha elegido a los ignorantes de este mundo, para humillar a los sabios; a los débiles del mundo, para avergonzar a los fuertes; a los insignificantes y despreciados del mundo, es decir, a los que no valen nada, para reducir a la nada a los que valen; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios.
En efecto, por obra de Dios, ustedes están injertados en Cristo Jesús, a quien Dios hizo nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención. Por lo tanto, como dice la Escritura: "El que se gloría, que se gloríe en el Señor".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 22

El Señor es mi pastor, nada me faltará.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mi amor, dice el Señor; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
Aleluya.

Evangelio

vende cuanto tiene y compra el campo

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46

Gloria a ti Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud:
"El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor, te proclamamos admirable en tu virgen santa Inés, y humildemente rogamos a tu divina Majestad que, así como te complaces en los méritos de esta virgen, aceptes igualmente complacido el culto que tu pueblo te tributa.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

La vida de consagración exclusiva a Dios

En verdad es justo y necesario que te alaben, Señor, tus criaturas del cielo y de la tierra, y, al recordar a los santos que por el Reino de los cielos se consagraron a Cristo, celebremos la grandeza de tus designios.
En ellos recobra el ser humano la santidad primera que de ti había recibido, y gusta ya en la tierra los dones reservados para el cielo.
Por eso,
con todos los ángeles y santos, te alabamos proclamando sin cesar:

Antífona de la Comunión

¡Que llega el esposo; salgan a recibir a Cristo, el Señor!

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, fortalecidos con esta Eucaristía te pedimos que, a ejemplo de santa Inés, llevemos en nuestro cuerpo la muerte de Cristo y nuestra vida sea un esfuerzo continuo por unirnos cada vez más ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

2ª semana. Martes

DIGNIDAD DE LA PERSONA

— La grandeza y dignidad de la persona humana.

— Dignidad de la persona en el trabajo. Principios de doctrina social de la Iglesia.

— Una sociedad justa.

I. Iba Jesús atravesando un sembrado, y los discípulos desgranaban algunas espigas para comerlas. Era un día de sábado; los fariseos se dirigieron al Maestro para que les llamara la atención, pues –según su propia casuística– no era lícito realizar aquel pequeño trabajo en sábado. Jesús salió en defensa de sus discípulos y del propio descanso sabático, y para esto acude a la Sagrada Escritura: ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando se vio necesitado, y tuvo hambre él y los que estaban con él? ¿Cómo entró en la Casa de Dios en tiempos de Abiatar, Sumo Sacerdote, y comió los panes de la proposición, que no es lícito comer más que a los sacerdotes, y los dio también a los que estaban con él? Y les decía: El sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y a continuación les da todavía una razón más alta: el Hijo del Hombre es señor hasta del sábado1. Todo está ordenado en función de Cristo y de la persona; también el descanso del sábado.

Los panes de la proposición eran doce panes que se colocaban cada semana en la mesa del santuario, como homenaje de las doce tribus de Israel2; los que se retiraban del altar quedaban reservados para los sacerdotes que atendían el culto.

La conducta de David anticipó la doctrina que Cristo enseña en este pasaje. Ya en el Antiguo Testamento, Dios había establecido un orden en los preceptos de la Ley de modo que los de menor rango ceden ante los principales. Así se explica que un precepto ceremonial, como era este de los panes, cediese ante un precepto de ley natural3. El precepto del sábado tampoco estaba por encima de las necesidades elementales de subsistencia.

El Concilio Vaticano II se inspira en este pasaje para subrayar el valor de la persona por encima del desarrollo económico y social4. Después de Dios, el hombre es lo primero; si no fuera así sería un verdadero desorden, como vemos desgraciadamente que ocurre con frecuencia.

La Humanidad Santísima de Cristo arroja una luz que ilumina nuestro ser y nuestra vida, pues solo en Cristo conocemos verdaderamente el valor inconmensurable de un hombre. «Cuando os preguntéis por el misterio de vosotros mismos –decía Juan Pablo II a numerosos jóvenes–, mirad a Cristo, que es quien da sentido a la vida»5. Solo Él; ningún otro puede dar sentido a la existencia, y por eso no cabe definir al hombre a partir de las realidades inferiores creadas, y menos por su producción laboral, por el resultado material de su esfuerzo. La grandeza de la persona humana se deriva de la realidad espiritual del alma, de la filiación divina, de su destino eterno, recibido de Dios. Y esto la sitúa por encima de toda la naturaleza creada. La dignidad, y el respeto inmenso que merece, le es otorgada en el momento de su concepción, y fundamenta el derecho a la inviolabilidad de la vida y la veneración a la maternidad.

El título que, en último término, funda la dignidad humana está en ser la única realidad de la creación visible a la que Dios ha amado en sí misma, creándola a su imagen y semejanza y elevándola al orden de la gracia. Pero además, el hombre adquirió un valor nuevo después que el Hijo de Dios, mediante su Encarnación, asumiera nuestra naturaleza y diera su vida por todos los hombres: propter nos homines et propter nostram salutem descendit de coelis. Et incarnatus est. Por eso, nos interesan todas las almas que nos rodean: no hay ninguna que quede fuera del Amor de Cristo, ninguna que alejemos de nuestro respeto y consideración. Miremos a nuestro alrededor, a las personas que diariamente vemos y saludamos, y veamos en la presencia del Señor si de hecho es así, si manifestamos a los demás ese aprecio y veneración.

II. La dignidad de la criatura humana –imagen de Dios– es el criterio adecuado para juzgar los verdaderos progresos de la sociedad, del trabajo, de la ciencia..., y no al revés6. Y la dignidad del hombre se expresa en todo su quehacer personal y social; de modo particular, en el campo del trabajo, donde se realiza y cumple a la vez el mandato de su Creador, que lo sacó de la nada y lo puso en una tierra sin pecado ut operaretur, para que trabajara7 y así le diera gloria. Por eso, la Iglesia defiende la dignidad de la persona que trabaja, y a la que se falta cuando se la estima solo en lo que produce, cuando se considera el trabajo como mera mercancía, valorando más «la obra que el obrero», «el objeto más que el sujeto que la realiza»8 –dice de modo expresivo Juan Pablo II–, cuando se le utiliza como elemento para la ganancia, estimándolo solo en lo que produce.

No se trata de una cuestión de formas externas, de trato, pues incluso con unos modos humanos cordiales puede atentarse contra la dignidad de los demás, si se les subordina a fines meramente utilitarios, como mecanismo, por ejemplo, para elevar la productividad o mantener la paz en la empresa: hemos de venerar en todo hombre la imagen de Dios.

Lejos estaríamos de una visión cristiana si en algo mantuviéramos una visión chata, pegada a la tierra: los indicadores más fieles de la justicia en las relaciones sociales no son el volumen de la riqueza creada ni su distribución..., es necesario examinar «si las estructuras, el funcionamiento, los ambientes de un sistema económico, son tales que comprometen la dignidad humana de cuantos en él despliegan su propia actividad...»9. Hemos de tener presente que el criterio supremo en el uso de los bienes materiales debe ser «el de facilitar y promover el perfeccionamiento espiritual de los seres humanos, tanto en el orden natural como en el sobrenatural»10, comenzando, como es lógico, por aquellos que los producen.

Por eso, la íntima conexión entre trabajo y propiedad pide, para su propia perfección, que quien lo realiza pueda considerar de alguna forma «que está trabajando en algo propio»11.

La dignidad del trabajo viene expresada en un salario justo, base de toda justicia social; incluso en el caso en el que se trate de un contrato libre, pues, aunque el salario estipulado fuera conforme a la letra de la ley, esto no legitima cualquier retribución que se acuerde. Y si quien contrata (el director de una academia, el constructor, el patrono, el ama de casa...) quisiera aprovecharse de una situación en la que haya excedente de mano de obra, por ejemplo, para pagar unos salarios contrarios a la dignidad de las personas, ofendería a esas personas y a su Creador, pues estas tienen un derecho natural irrenunciable a los medios suficientes para el propio mantenimiento y el de sus familias, que está por encima del derecho a la libre contratación12. Otra «consecuencia lógica es que todos tenemos el deber de hacer bien nuestro trabajo... No podemos rehuir nuestro deber, ni conformarnos con trabajar medianamente»13. La pereza y el trabajo mal hecho también atentan contra la justicia social.

III. Es preciso tener presente que la finalidad principal del desarrollo económico «no es un mero crecimiento de la producción, ni el lucro o el poder, sino el servicio del hombre integral, teniendo en cuenta sus necesidades de orden material y las exigencias de su vida intelectual, moral, espiritual y religiosa»14. Esto no niega un campo de legítima autonomía para la ciencia económica: la autonomía que es propia del orden temporal, que llevará a estudiar las causas de los problemas económicos, sugerir soluciones técnicas y políticas, etc. Pero estas soluciones se deben someter siempre a un criterio superior, de orden moral, pues no son absolutamente independientes y autónomas; y no se ha de confiar en acciones puramente técnicas cuando nos encontramos con problemas que tienen su origen en un desorden moral.

Es largo el camino hasta llegar a una sociedad justa en la que la dignidad de la persona, hija de Dios, sea plenamente reconocida y respetada. Pero ese cometido es nuestro, de los cristianos, junto a todos los hombres de buena voluntad. Porque «no se ama la justicia, si no se ama verla cumplida con relación a los demás. Como tampoco es lícito encerrarse en una religiosidad cómoda, olvidando las necesidades de los otros. El que desea ser justo a los ojos de Dios se esfuerza también en hacer que la justicia se realice de hecho entre los hombres»15. Debemos vivir, con todas sus consecuencias y en los campos más variados, el respeto a toda persona: defendiendo la vida ya concebida, porque allí hay un hijo de Dios con un derecho a vivir que Él le ha dado y que nadie le puede quitar; a los ancianos y más débiles, para quienes hemos de tener entrañas de misericordia, esa misericordia que el mundo parece perder. Como empleados u obreros, siendo buenos trabajadores y expertos profesionales, o como empresarios, conociendo muy bien la doctrina social de la Iglesia para llevarla a la práctica.

También hemos de reconocer esa dignidad de la persona en las relaciones normales de la vida: considerando a quienes tratamos –por encima de sus posibles defectos– como hijos de Dios, evitando hasta la más pequeña murmuración y todo aquello que pueda dañarles. «Acostúmbrate a encomendar a cada una de las personas que tratas a su Ángel Custodio, para que le ayude a ser buena y fiel, y alegre»16. Entonces será más fácil el trato, y las relaciones ganarán en cordialidad, en paz y respeto mutuo.

El Hijo del Hombre es señor hasta del sábado. Todo debemos ordenarlo en función de Cristo –Sumo Bien– y de la persona humana, por cuya salvación Él se inmoló en el Calvario. Ningún bien terreno es superior al hombre.

1 Mc 2, 23-28. — 2 Cfr. Lev 24, 5-9. — 3 Cfr. Sagrada Biblia, Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983, in loc. — 4 Cfr. Conc. Vat. II, Const Gaudium et spes, 26. — 5 Juan Pablo II, Nueva York, En el Madison Square Garden, 3-X-1979. — 6 Cfr. ídem, Discurso 15-VI-1982, 7. — 7 Gen 2, 15. — 8 Juan Pablo II, Discurso 24-XI-1979. — 9 Juan XXIII, Enc. Mater et Magistra, 15-V-1961, 83. — 10 Ibídem, 246. — 11 Juan Pablo II, Enc. Laborem exercens, 15. — 12 Cfr. Pablo VI, Enc. Populorum progressio, 24-III-1967, 59. — 13 Juan Pablo II, Discurso 7-XI-1982. — 14 Conc. Vat. II, loc. cit., 64. — 15 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 52. — 16 ídem, Forja, n. 1012.

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21 de enero. 4º Día del Octavario

EL FUNDAMENTO DE LA UNIDAD

— El primado de Pedro se prolonga en la Iglesia a través de los siglos en la persona del Romano Pontífice.

— El Vicario de Cristo.

— El Primado, garantía de la unidad de los cristianos y cauce del verdadero ecumenismo. Amor y veneración por el Papa,

I. San Juan inicia la narración de la vida pública de Jesús contándonos cómo se encontraron con Él los primeros discípulos y cómo Andrés le presentó a su hermano Pedro. El Señor le dio la bienvenida con este saludo: Tú eres Simón, hijo de Juan, tú te llamarás Cefas, que quiere decir Pedro1. Cefas es la transcripción griega de una palabra aramea que quiere decir piedra, roca, fundamento. Por eso el Evangelista, que escribe en griego, explica el significado del término empleado por Jesús. Cefas no era nombre propio, pero el Señor llama así al Apóstol para indicar la misión que el mismo Jesús le revelará más adelante. Poner el nombre equivalía a tomar posesión de lo nombrado. Así, por ejemplo, Dios constituye a Adán dueño de la creación y le manda poner nombre a todas las cosas2, manifestando así su dominio. El nombre de Noé se le impone como signo de nueva esperanza después del diluvio3. Dios cambió el nombre de Abram por Abrahán para designar que sería padre de muchas generaciones4.

Los primeros cristianos consideraron tan significativo el nombre deCefas que lo emplearon sin traducirlo5; después se hizo corriente su traducción –Piedra, Pedro–, que motivó el olvido, en buena parte, de su primer nombre, Simón. El Señor le llamará con mucha frecuenciaSimón Pedro, significando el nombre propio y la misión y el oficio que se le encomienda. Resultan aún más significativas estas palabras de Jesús al no ser Pedro –Cefas– nombre propio de persona en aquella época.

Desde el principio, Pedro ocupó un lugar singular entre los discípulos de Jesús y luego en la Iglesia. En las cuatro listas del Nuevo Testamento donde se enumeran los Doce, Simón Pedro ocupa el primer lugar. Jesús lo distingue entre los demás, a pesar de que Juan aparezca como su predilecto: se aloja en su casa6, paga el tributo por los dos7 y posiblemente se le aparece primero8. En muchas ocasiones se le destaca de los demás. Así, las expresiones Pedro y sus compañeros9, Pedro y los que te acompañaban10... El ángel dice a las mujeres: Id a decir a sus discípulos y a Pedro...11. Otras muchas veces, Pedro es el portavoz de los Doce; y también es quien pide al Señor que les explique el sentido de las parábolas12, etc.

Todos saben bien de esta preeminencia de Simón, Así, por ejemplo, los encargados de recaudar el tributo se dirigen a él para cobrar los dracmas del Maestro13... Esta superioridad no se debe a su personalidad, sino a la distinción de que es objeto por parte de Jesús, quien le otorgará de modo solemne este poder, fundamento de la unidad de la Iglesia, que se prolongará en sus sucesores hasta el fin de los tiempos: «El Romano Pontífice -enseña el Concilio Vaticano II es el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad, tanto de los obispos como de la multitud de los fieles»14.

En estos días en que nuestra oración se dirige a obtener del Señor la unidad de todos los cristianos, hemos de pedir de modo muy particular por el Papa, en quien está vinculada toda unidad. Debemos pedir por sus intenciones, por su persona: Dominus conservet eum et vivificet eum... El Señor lo conserve, y lo vivifique, y le haga feliz en la tierra..., le pedimos a Dios, y lo podemos repetir a lo largo del día, seguros de que será una oración muy grata al Señor.

II. Estando en Cesarea de Filipo, mientras caminaban, Jesús preguntó a los discípulos qué opinaba la gente de Él. Y ellos, con sencillez, le contaron lo que se decía sobre su Persona. Entonces Jesús les pidió a ellos su parecer, después de aquellos años de seguirle: Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo? Pedro se adelantó a todos y dijo:Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. El Señor le contestó con estas palabras tan trascendentales para la historia de la Iglesia y del mundo:Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan, porque no te ha revelado eso ni la sangre ni la carne, sino mi Padre que está en los Cielos. Y Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los Cielos, y todo lo que atares en la tierra quedará atado en los Cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra quedará desatado en los Cielos15.

Este texto se encuentra en todos los códices antiguos y es citado ya por los primeros autores cristianos16. El Señor funda la Iglesia sobre la misma persona de Simón: Tú eres Pedro y sobre esta piedra... Las palabras de Jesús van dirigidas a él personalmente: «Tú»..., y contienen una clara alusión al primer encuentro17. El discípulo es el fundamento firme sobre el que se asienta este edificio en construcción que es la Iglesia. La prerrogativa propia de Cristo de ser la única piedra angular18 se comunica a Pedro. De aquí el nombre posterior que recibirá el sucesor de Pedro: Vicario de Cristo, el que le suple y hace sus veces. De ahí también ese entrañable título que Santa Catalina de Siena daba al Papa: el dulce Cristo en la tierra19. Viene el Señor a decir a Pedro: «aunque Yo soy el fundamento y fuera de Mí no puede haber otro, sin embargo también tú, Pedro, eres piedra, porque Yo mismo te constituyo en fundamento y porque las prerrogativas que son de mi propiedad Yo te las comunico y, por consiguiente, son comunes a los dos»20.

En aquellos tiempos de ciudades amuralladas, entregar las llavesera símbolo de dar la autoridad y de confiar el cuidado de la ciudad. Cristo deposita en Pedro la responsabilidad de guardar y cuidar la Iglesia, es decir, le da la autoridad suprema sobre ella. Atar y desatar, en el lenguaje semita de la época, significa «prohibir y permitir». Pedro y sus sucesores serán, al mismo tiempo que el fundamento, los encargados de orientar, mandar, prohibir, dirigir... Y este poder, como tal, será ratificado en el Cielo. Además, el Vicario de Cristo será encargado, a pesar de su debilidad personal, de sostener a los demás Apóstoles y a todos los cristianos. En la Última Cena, Jesús le dirá:Simón, Simón, he aquí que Satanás os ha reclamado para cribaros como el trigo. Pero Yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe; y tú, cuando te conviertas, confirma a tus hermanos21. Ahora, en el momento en que recuerda las verdades supremas, cuando ha instituido la Eucaristía y su Muerte está próxima, Jesús renueva la promesa del Primado: la fe de Pedro no puede desfallecer porque se apoya en la eficacia de la oración de Cristo.

Por la oración de Jesús, Pedro no desfalleció en su fe, a pesar de su caída. Se levantó, confirmó a sus hermanos y fue la piedra angular de la Iglesia. «Donde está Pedro, allí está la Iglesia; donde está la Iglesia, no hay muerte, sino vida»22, comenta San Ambrosio. Aquella oración de Jesús, a la que unimos hoy la nuestra, mantiene su eficacia a través de los Siglos23.

III. La promesa que Jesús hizo a Pedro en Cesarea de Filipo se cumple después de la Resurrección, junto al lago de Genesaret, después de una pesca milagrosa semejante a aquella primera en que Simón dejó las barcas y las redes y siguió definitivamente a Jesús24.

Pedro fue proclamado por Cristo su continuador, su vicario, con esa misión pastoral que el mismo Jesús indicó como su misión más característica y preferida: Yo soy el Buen Pastor.

«El carisma de San Pedro pasó a sus Sucesores»25. Él moriría unos años más tarde, pero era preciso que su oficio de Pastor supremo durara eternamente, pues la Iglesia –fundada sobre roca firme– debe permanecer hasta la consumación de los Siglos26.

Este Primado es garantía de la unidad de los cristianos y cauce por el que debe desarrollarse el verdadero ecumenismo. El Papa hace las veces de Cristo en la tierra; hemos de amarle, escucharle, porque en su voz está la verdad. Y procuraremos por todos los medios que esta verdad llegue a los rincones más lejanos o más difíciles de la tierra, sin deformaciones, para que muchos desorientados vean la luz y muchos afligidos recobren la esperanza. Viviendo la Comunión de los Santos, rezaremos cada día por su persona, como uno de los más gratos deberes de nuestra caridad ordenada.

La devoción y el amor al Papa constituye para los católicos un distintivo único que comporta el testimonio de una fe vivida hasta sus últimas consecuencias. El Papa es para nosotros la tangible presencia de Jesús, «el dulce Cristo en la tierra»; y nos mueve a quererlo, y a oír esa voz del Maestro interior que habla en nosotros y nos dice: Este es mi elegido, escuchadlo, pues el Papa «hace las veces de Cristo mismo, Maestro, Pastor y Pontífice, y actúa en su lugar»27.

1 Jn 1, 42. — 2 Gen 2, 20. — 3 Gen 5, 20. — 4 Gen 17, 5. — 5 Cfr. Gal 2, 9; 11; 14. — 6 Lc 4, 38-41. — 7 Mt 17, 27. — 8 Lc 24, 34. — 9 Lc 9, 32. — 10 Lc 8, 45. — 11Mc 16, 7. — 12 Lc 12, 41. — 13 Mt 17, 24. — 14 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 23. — 15 Mt 16, 16-20. — 16 Cfr. J. Auer, J. Ratzinger, Curso de Teología dogmática, Herder, Barcelona 1986, vol. VIII, La Iglesia, p. 267 ss. — 17 Jn 1, 42. —18 Cfr. 1 Pdr 2, 6-8. — 19 Santa Catalina de Siena, Carta 207, ed. italiana de P.Misciateli, Siena 1913, vol. III, p. 270. — 20 San León Magno, Sermón 4. — 21 Lc 22, 31-32. — 22 San Ambrosio, Comentario sobre el Salmo 12. — 23 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Pastor aeternus, 3. — 24 Jn 21, 15-17. — 25 Juan Pablo II, Alocución 30-XII-1980. — 26 Conc. Vat. II, loc. cit., 2. — 27 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 21.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Fuente: Corazones.org
Nuestra Señora de la Altagracia Advocación Mariana, Enero 21  

Nuestra Señora de la Altagracia

Patrona de República Dominicana

Tiene la República Dominicana dos advocaciones marianas:
Nuestra Señora de la Merced
, proclamada en 1616, durante la época de la colonia, y la Virgen de la Altagracia (imagen de la izquierda), Protectora y Reina del corazón de los dominicanos. Su nombre: "de la Altagracia" nos recuerda que por ella recibimos la mayor gracia que es tener a Jesucristo Nuestro Señor. Ella, como Madre, continua su misión de mediadora unida inseparablemente a su Hijo. Los hijos de Quisqueya la llaman cariñosamente "Tatica, la de Higüey".

Existen documentos históricos que prueban que en el año de 1502, en la Isla de Santo Domingo, ya se daba culto a la Virgen Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, cuyo cuadro pintado al óleo fue traído de España por los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, que eran del grupo de los primeros pobladores europeos de la isla. Al mudarse estos hermanos a la ciudad de Higüey llevaron consigo esta imagen y más tarde la ofrecieron a la parroquia para que todos pudieran venerarla. En el 1572 se terminó el primer santuario altagraciano y en el 1971 se consagró la actual basílica.

La piedad del pueblo cuenta que la devota hija de un rico mercader pidió a este que le trajese de Santo Domingo un cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia. El padre trató inútilmente de conseguirlo por todas partes; ni clérigos ni negociantes, nadie había oído hablar de esa advocación mariana. Ya de vuelta a Higüey, el comerciante decidió pasar la noche en una casa amiga. En la sobremesa, apenado por la frustración que seguramente sentiría su hija cuando le viera llegar con las manos vacías, compartió su tristeza con los presentes relatándoles su infructuosa búsqueda.

Mientras hablaba, un hombre de edad avanzada y largas barbas, que también iba de paso, sacó de su alforja un pequeño lienzo enrollado y se lo entregó al mercader diciéndole: "Esto es lo que usted busca". Era la Virgen de la Altagracia. Al amanecer el anciano había desaparecido envuelto en el misterio. El cuadro de Ntra. Sra. de la Altagracia tiene 33 centímetros de ancho por 45 de alto y según la opinión de los expertos es una obra primitiva de la escuela española pintada a finales del siglo XV o muy al principio del XVI. El lienzo, que muestra una escena de la Natividad, fue exitosamente restaurado en España en 1978, pudiéndose apreciar ahora toda su belleza y su colorido original, pues el tiempo, con sus inclemencias, el humo de las velas y el roce de las manos de los devotos, habían alterado notablemente la superficie del cuadro hasta hacerlo casi irreconocible.

Sobre una delgada tela aparece pintada la escena del nacimiento de Jesús; la Virgen, hermosa y serena ocupa el centro del cuadro y su mirada llena de dulzura se dirige al niño casi desnudo que descansa sobre las pajas del pesebre. La cubre un manto azul salpicado de estrellas y un blanco escapulario cierra por delante sus vestidos.

María de la Altagracia lleva los colores de la bandera Dominicana anticipando así la identidad nacional. Su cabeza, enmarcada por un resplandor y por doce estrellas, sostiene una corona dorada colocada delicadamente, añadida a la pintura original. Un poco retirado hacia atrás, San José observa humildemente, mirando por encima del hombro derecho de su esposa; y al otro lado la estrella de Belén brilla tímida y discretamente.

El marco que sostiene el cuadro es posiblemente la expresión más refinada de la orfebrería dominicana. Un desconocido artista del siglo XVIII construyó esta maravilla de oro, piedras preciosas y esmaltes, probablemente empleando para ello algunas de las joyas que los devotos han ofrecido a la Virgen como testimonio de gratitud.

La imagen de Nuestra Señora de la Altagracia tuvo el privilegio especial de haber sido coronada dos veces; el 15 de agosto de 1922, en el pontificado de Pío XI y por el Papa Juan Pablo II, quien durante su visita a la isla de Santo Domingo el 25 de enero de 1979, coronó personalmente a la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a la Virgen, primera evangelizadora de las Américas. Juan Pablo II también visitó a la Virgen en su basílica en Higüey

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Santa Inés
Mártir

San Ambrosio en una de sus homilías habló de Santa Inés como un personaje muy conocido de las gentes de aquel tiempo. Recuerda que su nombre viene de Agnus, y significa "pura".

Y añade el santo: "Se refiere que ella tenía sólo trece años cuando fue martirizada. Y notemos el poder de la fe que consigue hacer mártires valientes en tan tierna edad. Casi no había sitio en tan pequeño cuerpo para tantas heridas. Se mostró valientísima ante las más ensangrentadas manos de los verdugos y no se desanimó cuando oyó arrastrar con estrépito las pesadas cadenas. Ofreció su cuello a la espada del soldado furioso. Llevada contra su voluntad ante el altar de los ídolos, levantó sus manos puras hacia Jesucristo orando, y desde el fondo de la hoguera hizo el signo de la cruz, señal de la victoria de Jesucristo. Presentó sus manos y su cuello ante las argollas de hierro, pero era tan pequeña que aquellos hierros no lograban atarla. Todos lloraban menos ella. Las gentes admiraban la generosidad con la cual brindaba al Señor una vida que apenas estaba empezando a vivir. Estaban todos asombrados de que a tan corta edad pudiera ser ya tan valerosa mártir en honor de la Divinidad. Cuántas amenazas empleó el tirano para persuadirla. Cuántos halagos para alejarla de su religión. Mas ella respondía: La esposa injuria a su esposo si acepta el amor de otros pretendientes. Unicamente será mi esposo el que primero me eligió, Jesucristo. ¿Por qué tardas tanto verdugo? Perezca este cuerpo que no quiero sea de ojos que no deseo complacer. Llegado el momento del martirio. Reza. Inclina la cabeza. Hubierais visto temblar el verdugo lleno de miedo, como si fuera él quien estuviera condenado a muerte. Su mano tiembla. Palidece ante el horror que va a ejecutar, en tanto que la jovencita mira sin temor la llegada de su propia muerte. H aquí dos triunfos a un mismo tiempo para una misma niña: la pureza y el martirio".

Era de la noble familia romana Clodia. Nació cerca del año 290. Recibió muy buena educación cristiana y se consagró a Cristo con voto de virginidad.

Volviendo un día del colegio, la niña se encontró con el hijo del alcalde de Roma, el cual se enamoró de ella y le prometió grandes regalos a cambio de la promesa de matrimonio. Ella respondió: "He sido solicitada por otro Amante. Yo amo a Cristo. Seré la esposa de Aquel cuya Madre es Virgen; lo amaré y seguiré siendo casta".

El hijo recurre a su padre, el alcalde. Este la hace apresar. La amenazan con las llamas si no reniega de su religión pero no teme a las llamas. Entonces la condenan a morir degollada. Sus padres recogen el cadáver. La sepultan en el sepulcro paterno. Pocos días después su hermana Emerenciana cae martirizada a pedradas por estar rezando junto al sepulcro.

"Con mínimas fuerzas superó grandes peligros", dice San Dámaso en su epitafio.

Todos los historiadores coinciden en proclamarla mártir de la virginidad. Es patrona de las jóvenes que desean conservar la pureza. Cada año, el 21 de enero, día de Santa Inés, se bendicen los corderos con cuya lana se tejen los "palios", o sea el distintivo de los arzobispos.

En este tiempo de materialismo sea ella un modelo de castidad para la juventud.

La liturgia la presenta como modelo de los éxitos que logra alcanzar una persona cuando tiene una gran fe. La fe en Dios y en la eternidad lleva al heroísmo.

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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Fructuoso, obispo, Augurio y Eulogio, diáconos, Santos Mártires, Enero 21  

Fructuoso, obispo, Augurio y Eulogio, diáconos, Santos

Mártires

Martirologio Romano: En Tarraco (hoy Tarragona), ciudad de la Hispania Citerior (hoy España), pasión de los santos mártires Fructuoso, obispo, Augurio y Eulogio, sus diáconos, los cuales, en tiempo de los emperadores Valeriano y Galieno, después de haber confesado su fe en presencia del procurador Emiliano, fueron llevados al anfiteatro y allí, en presencia de los fieles y con voz clara, el obispo oró por la paz de la Iglesia, consumando su martirio en medio del fuego, puestos de rodillas y en oración (259).

En el Peristephanon del calagurritano Aurelio Prudencio está presente como una de las glorias cristianas de la Tarraconense aún romana. El sexto himno hecho de cincuenta y cuatro estrofas de tres versos de once sílabas escritos en los albores del siglo V, cuando el poeta decide según su propia confesión abandonar los honores mundanos para dedicarse al canto de la gloria de Dios hecho en poema latino, al exponer la vida de los que sin excesivo apego a ella la dieron por Jesucristo.

Fructuoso fue obispo de Tarragona y murió mártir, condenado a ser quemado en la hoguera, acompañado por algunos de sus ministros dos de los cuales eran diáconos y con los nombres conocidos de Augurio y Eulogio.

Las Actas de su martirio están reconocidas por los estudiosos como de las pocas que pueden ser consideradas fieles hasta el punto de considerar a Fructuoso como "el protomártir hispano justificado ante la historia" por su autenticidad.
Fue en el tiempo del emperador Valeriano; los cónsules eran Baso y Emiliano.

Fue al despuntar de un día de enero. Llamaron a la puerta del obispo los enviados por las autoridades que querían verle y juzgarle por su fe cristiana ya que se dedicaba a dar instrucción a los fieles y a extender aquella religión. Abrió la puerta cuando llamaron, aún estaba con las sandalias sin atar. Lo llevaron a la cárcel con sus discípulos hasta que se constituyera el tribunal; fue una semana en la que les atendieron los de la "fraternidad" que no abandonaban las puertas de la cárcel; para ellos no había peligro, los romanos sólo buscaban suprimir las cabezas de los jefes o responsables. Al final, la cita con el cónsul Emiliano tiene lugar con la sencillez y resolución de la muerte en la hoguera de los tres cristianos confesos de su condición de creyentes en Cristo y obstinados en rechazar cualquier otra divinidad.

Se ejecutó la condena en el anfiteatro. Entre llamas dieron testimonio firme ante una multitud de paganos vociferantes y muchos cristianos que lloraban su muerte.

El relato es sobrio, sin adornos, escueto. Las palabras del cónsul que iban al grano y las respuestas firmes que no admiten retorno quedaron plasmadas para siempre en testimonio fijo.
Casi tan fijo como el premio.

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Fuente: Franciscanos.net
José Nascimbeni, Beato Presbítero y Fundador, Enero 21  

José Nascimbeni, Beato

Presbítero y Fundador
del Instituto de la Hermanitas de la Sagrada Familia

Martirologio Romano: En Castelletto di Brenzone, junto al lago de Garda, en Italia, beato José Nascimbeni, presbítero, fundador del Instituto de la Hermanitas de la Sagrada Familia (1922).

José Nascimbeni nació en Torri del Benaco (diócesis y provincia de Verona) el 22 de marzo de 1851, hijo de Antonio y Amadea Sartori.

Su padre era carpintero y su madre ama de casa. Familia modesta económicamente, pero religiosamente rica.

Estudió las primeras letras en su pueblo natal, luego en el Colegio de los Jesuitas de Verona, finalmente en el Seminario diocesano. Ordenado Sacerdote el 9 de agosto de 1874.

Nombrado maestro y vicario cooperador en San Pedro di Lavagno, luego en Castelletto, de donde vino a ser párroco en 1885. Durante 37 años ejerció como párroco de dicho lugar, desempeñando una intensa actividad pastoral y social, sobre todo a favor de los jóvenes, los enfermos y los pobres. Tuvo especial cuidado de los moribundos, a quienes auxiliaba con los sacramentos.

Obtuvo para su población los servicios de correo, telégrafo y acueducto. Durante la primera guerra mundial se prodigó en la asistencia a los soldados. Para atender a las necesidades del pueblo con "las obras de caridad espiritual y corporal", fundó el 4 de noviembre de 1892 las Hermanitas de la S. Familia, con la colaboración de la sierva de Dios María Dominga Mantovani, para colaborar en las actividades parroquiales y en la asistencia a los enfermos.

El 31 de diciembre de 1916, mientras celebraba la Eucaristía, sufrió una hemiplejía izquierda, enfermedad que sobrellevó con admirable paciencia y fe, hasta el 21 de enero de 1922, fecha de su muerte. Tenía 71 años de edad. Sus últimas palabras fueron: "!Viva la muerte porque es el principio de la vida!".

Fue beatificado por Juan Pablo II en Verona el 17 de abril de 1988.

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Fuente: laverdadcatolica.org
Josefa María de santa Inés, Beata Religiosa, Enero 21  

Josefa María de santa Inés, Beata

Agustina Descalza

Martirologio Romano: En el monasterio de Benigamin, en la región de Valencia, en España, beata Josefa María de santa Inés, virgen, de la Orden de las Descalzas de San Agustín (1696).

Nació en Benigánim, Valencia, en España, el 9 de enero de 1625. Fue bautizada con el nombre de Josefa Teresa. Sus padres eran humildes campesinos católicos. Se sabe que aún niña quedó huérfana de padres.

Fue sirvienta en casa de un tío, del que soportó malos tratos. Era analfabeta, y no aprendió otra lengua además del valenciano. Padecía epilepsia, y de aquí que era mal vista por el pueblo.

Desde los catorce años tuvo visiones que continuarían de por vida; en la primera vio a Jesús Nazareno, por lo que anheló ser monja; después de varios intentos se incorporó a las Agustinas Descalzas de la Purísima Concepción y San José, en su tierra natal.

Desempeñó labores como hermana lega, dedicada a labores domésticas; cursó el noviciado en 1643; al profesar, en 1645, se le otorgó el nombre de Josefa María de Santa Inés, por la pureza de la mártir romana. A causa de su inocencia, era llamada con cariño "la niña".

Destacó por su espiritualidad, extrema obediencia al realizar los servicios en la cocina o el jardín, entre otros. En su arduo trabajo diario, estaba inmersa en Jesucristo; tenía continuos éxtasis y frecuentes revelaciones. Dios la favoreció con gran sensibilidad para el prójimo; oraba por quien se lo solicitaba; sus plegarias por las ánimas del purgatorio eran permanentes, pues decía que ella llevaba sus "cargamentos" y les ofrecía sus penitencias.

Murió en su convento el 21 de enero, celebración de la mártir Inés de Roma.
Fue beatificada por León XIII en 1888.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Juan Bautista Turpín du Comier y compañeros, Beatos Mártires, Enero 21  

Juan Bautista Turpín du Comier y compañeros, Beatos

Mártires

Martirologio Romano: En la ciudad de Laval, en Francia, beatos presbíteros Juan Bautista Turpín du Comier y otros trece compañeros, mártires, que, por su constante fidelidad a la Iglesia católica, fueron degollados durante la Revolución Francesa (1794). Sus nombres son: beatos Juan Bautista Triquerie, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, Juan María Gallot, José Pellé, Renato Luis Ambroise, Julián Francisco Morvin de la Gérardière, Francisco Duchesne, Jacobo André, Andrés Dudiou, Luis Gastineau, Francisco Migoret Lambardière, Julián Moulé, Agustín Manuel Philippot y Pedro Thomas.

El 19 DE junio de 1955, el Papa Pío XII beatificó a los 19 mártires ejecutados durante la revolución francesa en el departamento de la Mayenne, región que pertenecía entonces a la diócesis de Mans. El más notable de todos fue Juan Bautista Turpín de Comier. Nacido en Laval el 8 de septiembre de 1732, ordenado sacerdote en 1756, bachiller en teología por la Universidad de Anvers, después de varios ministerios fue nombrado, en 1783, párroco de la Trinidad de Laval (la catedral actual). Juan había rehusado prestar el juramento de supremacía; sus vicarios y muchos otros sacerdotes debían a su ejemplo y a sus consejos su firmeza ante la persecución. Habiéndose hecho sospechoso a las autoridades, fue encerrado en el antiguo convento de Cordéliers, desde el 20 de julio de 1772. En la Patience utilizó toda su influencia y su prestigio para alentar a sus hermanos. Fue considerado como el jefe, tanto por ellos como por sus carceleros. Los meses pasaron largos y monótonos. En octubre, el ejército de la Vendée, que había atravesado el Loira, se aproximaba a Laval. Asustadas las autoridades republicanas, evacuaron a Rambouillet a todos sus prisioneros, excepto a los 14 sacerdotes, a quienes se consideraba incapaces de soportar este desplazamiento. Los revolucionarios entraron a la ciudad y liberaron también a los "buenos sacerdotes". No mucho tiempo después, la armada republicana volvió a tomar el puesto, los revolucionarios fueron expulsados y, apenas repuestas en su lugar, las autoridades del departamento obligaron a los sacerdotes a volver a entrar en la Patience.

El tribunal revolucionario de Laval quería vengarse de los fracasos sufridos por las ideas nuevas en el departamento. El 21 de enero de 1794, hacia las 8 de la mañana, los 14 sacerdotes fueron conducidos al tribunal, junto con algunos otros sospechosos.
Juan Bautista Turpin de Comier fue el primero en ser interrogado:
-¿Has prestado el juramento de soberanía exigido por la ley? -No. ,1 -¿Por qué no lo has prestado?
-Porque ataca mi religión y va contra mi conciencia.
-¿Has ejercido tu ministerio desde que te rehusaste a prestar el juramento y has celebrado la misa?
-SÍ.
-¿ Has aconsejado a tus sacerdotes, en la conversación o en la confesión, a que no lo presten?
-Ciudadano, cuando se nos exigió el juramento, nos reunimos y, después de haber discutido sobre el asunto, nos dimos cuenta de que nuestra conciencia no nos lo permitiría de ninguna manera.
-Pero este juramento no es otra cosa que obedecer la ley. ¿Dónde han tenido esa reunión?
-En la sala del presbiterio, lugar ordinario de las deliberaciones eclesiásticas, con el permiso del ciudadano Enjubault Boessay de la Roche.
-¿Entonces, has sido tú quien ha impedido a los sacerdotes prestar el juramento? ¿Quieres prestar hoy el juramento de libertad e igualdad?
-Ni ahora, ni después; siempre se oponen a la ley de Dios.

Desde su promulgación, el juramento de libertad e igualdad levantó entre los sacerdotes fieles al Papa largas polémicas. Es necesario reconocer que las interpretaciones dadas, le hicieron a veces aceptable, a veces imposible. En Laval, el padre Gallot, a quien se interrogó en segundo lugar, recibió una respuesta que resolvía todas las dudas. El fiscal le preguntó:
-¿Has prestado el juramento de libertad e igualdad?
-Ser fiel a la república, no profesar ninguna religión, ni aun la católica.
Después de haber sido interrogados todos los sacerdotes en forma semejante, y convencido el tribunal de su firmeza en la fe, finalmente el fiscal pidió contra los catorce sacerdotes: "exijo que todos sufran la pena de muerte y que Turpin de Comier, ex párroco de esta comunidad, sea ejecutado el último por haber fanatizado a su clero".

Los sacerdotes se confesaron mutuamente y prepararon a morir a los cinco rebeldes condenados a ser guillotinados con ellos. Hacia medio día, fueron conducidos a la plaza del palacio. Uno de los sacerdotes dijo a los curiosos: "Nosotros os hemos enseñado a vivir, nosotros os mostraremos cómo morir".

Fueron enterrados en la Croix-Batalle. El 6 de agosto de 1816, sus cuerpos fueron exhumados y depositados con honor en la iglesia de Avesnieres. Fueron beatificados, como ya se dijo, el 19 de junio de 1955 por Pío XII.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Enero 21  

Otros Santos y Beatos

San Publio, obispo y mártir
Conmemoración de san Publio, obispo de Atenas, en Grecia, que dio testimonio de Cristo con su martirio (s. II).

San Patroclo, mártir
En la ciudad de Troyes, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Patroclo, mártir (c. s. III).

San Epifanio, obispo
En Pavía, ciudad de la Liguria (hoy Italia), san Epifanio, obispo, que en tiempo de las invasiones bárbaras trabajó esforzadamente a favor de la reconciliación de los pueblos, en la redención de los cautivos y en la reconstrucción de la ciudad arruinada (496).

San Meinrado, monje eremita
En las montañas que rodean el lago de Zürich, entre los helvecios (hoy Suiza), san Meinrado, presbítero, que llevó primero vida cenobítica y después eremítica, siendo asesinado por unos ladrones (c. 861).

San Zacarías, el "Angélico", abad
En el monte Mercurio, en la Lucania (hoy Italia), san Zacarías, apodado "Angélico", maestro de la vida cenobítica (c. 950).

Beatos Eduardo Stransham y Nicolás Wheeler, presbíteros y mártires
En la ciudad de Londres, en Inglaterra, beatos Eduardo Stransham y Nicolás Wheeler, presbíteros y mártires, que, reinando Isabel I, fueron condenados a muerte por ser sacerdotes y sufrieron el martirio en Tyburn (1586).

San Albano Roe, monje, y beato Tomás Green, presbíteros y mártires
También en Londres, en Inglaterra, san Albano Roe, de la Orden de San Benito, y beato Tomás Green, presbíteros y mártires, los cuales, ya ancianos, durante el reinado de Carlos I dieron su vida por Cristo, siendo ahorcados en Tyburn después de haber pasado en la cárcel diecisiete años el primero y catorce el segundo (1642).

San Juan Yi Yun-il, mártir
En la aldea de Daegu, en Corea, san Juan Yi Yun-il, mártir, que, siendo padre de familia, campesino y catequista, hubo de soportar azotes y luxación de todos sus miembros, manteniéndose constante en la fe cristiana, con lo que alcanzó con buen ánimo el martirio al ser degollado. Fue la última víctima de la gran persecución en esta nación (1867).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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