lunes, 20 de enero de 2014

Lunes por las almas del Purgatorio. 20/01/2014. San Fabián ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (2, 18-22)

Gloria a ti, Señor.

En una ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron:

"¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no?"

Jesús les contestó:

"¿Cómo van a ayunar los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos?

Mientras está con ellos el novio, no pueden ayunar. Pero llegará el día en que el novio les será quitado y entonces sí ayunarán.

Nadie le pone un parche de tela nueva a un vestido viejo, porque el remiendo encoge y rompe la tela vieja y se hace peor la rotura. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino rompe los odres, se perdería el vino y se echarían a perder los odres. A vino nuevo, odres nuevos".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

Quien me da gracias, ese me honra

Lunes. Feria de la 2a. semana del Tiempo Ordinario

La palabra de Dios es viva y eficaz

Antífona Entrada

El Señor es mi protector; él me libró de las manos de mis enemigos y me salvó, porque me ama.

Oración Colecta

Oremos:

Concédenos, Señor, que el curso de los acontecimientos del mundo se desenvuelva, según tu voluntad, en la justicia y en la paz, y que tu Iglesia pueda servirte con tranquilidad y alegría.

Por nuestro Señor Jesucristo…

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del primer libro de Samuel (15, 16-23)

En aquellos días,Samuel le dijo a Saúl:

"Te voy a manifestar lo que el Señor me dijo hoy en la noche".

El le contestó:

"¿Qué te dijo?" Samuel prosiguió: "Aunque a tus propios ojos no valías nada, ¿no llegaste acaso a ser el jefe de Israel? El Señor te ungió como rey de Israel. El te ordenó llevar a cabo una expedición contra los amalecitas, diciéndote:

'Ve y destruye a esos pecadores. Hazles la guerra hasta acabar con todos ellos'. ¿Por qué no has obedecido la voz del Señor y te has quedado con el botín, haciendo lo que desagradaba al Señor?".

Saúl le respondió a Samuel:

"No. Yo obedecí al Señor.

Llevé a cabo la expedición que él me ordenó. Traje cautivo a Agag, rey de Amalec, y acabé con los amalecitas. Fue el pueblo el que tomó del botín lo mejor de las ovejas y los bueyes para sacrificarlos al Señor, nuestro Dios, en Guilgal".

Pero Samuel le replicó:

"¿Crees tú que al Señor le agradan más los holocaustos y los sacrificios que la obediencia a sus palabras?

La obediencia vale más que el sacrificio, y la docilidad, más que la grasa de los carneros. La rebelión contra Dios es tan grave como el pecado de hechicería, y la obstinación, como el crimen de idolatría. Por haber rechazado la orden del Señor, él te rechaza a ti como rey".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 49

Quien me da gracias, ése me honra.

No voy a reclamarte sacrificios, dice el Señor, pues siempre están ante mí tus holocaustos.

Pero ya no aceptaré becerros de tu casa ni cabritos de tus rebaños.

Quien me da gracias, ése me honra.

¿Por qué citas mis preceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú que detestas la obediencia y echas en saco roto mis mandatos?

Quien me da gracias, ése me honra.

Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme? ¿Crees acaso que yo soy como tú? No, yo te reprenderé y te echaré en cara tus pecados.

Quien me da gracias, ése me honra.

Quien las gracias me da, ése me honra y yo salvaré al que cumple mi voluntad.

Quien me da gracias, ése me honra.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones

del corazón.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (2, 18-22)

Gloria a ti, Señor.

En una ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron:

"¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no?"

Jesús les contestó:

"¿Cómo van a ayunar los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos?

Mientras está con ellos el novio, no pueden ayunar. Pero llegará el día en que el novio les será quitado y entonces sí ayunarán.

Nadie le pone un parche de tela nueva a un vestido viejo, porque el remiendo encoge y rompe la tela vieja y se hace peor la rotura. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino rompe los odres, se perdería el vino y se echarían a perder los odres. A vino nuevo, odres nuevos".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Que este pan y este vino que tú mismo nos das para ofrecértelos nos ayuden, Señor, convertidos en el Cuerpo y Sangre de tu Hijo, a conseguir el premio de la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio Común III

Alabanza a Dios por la creación y la redención del hombre

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Pues por medio de tu amado Hijo, eres el creador del género humano, y también el autor bondadoso de la nueva creación. Por eso, con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos, y unánimes te bendicen tus santos.

Con ellos, también nosotros, a una con los ángeles, cantamos tu gloria gozosos diciendo:

Santo, Santo, Santo…

 

Antífona de la Comunión

Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho; y entonaré un himno de alabanza al Dios Altísimo.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Te pedimos, Padre misericordioso, que por este sacramento con que ahora nos fortaleces, nos hagas algún día, participar de la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

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Dia 20/01-1 San Sebastián (Mártir, rojo)

Antífona de Entrada

Este hombre es un verdadero mártir, ya que derramó su sangre por Cristo; no temió las amenazas de quienes lo juzgaron y mereció así el Reino de los cielos.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que otorgaste a san Sebastián la gracia de luchar por la fe hasta el martirio; concédenos, por su intercesión, soportar por tu amor todas las adversidades y caminar incansablemente hacia ti, que eres nuestra vida.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

No teman las amenazas ni se asusten

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3, 14-17

Hermanos: Dichosos ustedes si tienen que sufrir por ser buenos. No teman las amenazas ni se asusten.
Veneren en sus corazones a Cristo, el Señor, dispuestos siempre a dar, al que las pidiere, las razones de la esperanza de ustedes. Pero háganlo con sencillez y respeto y estando en paz con su conciencia. Así quedarán avergonzados los que denigran la conducta cristiana de ustedes, pues mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 33

El Señor me libró de todos mis temores.

Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
El Señor me libró de todos mis temores.

Proclamemos qué grande es el Señor y alabemos su nombre. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
El Señor me libró de todos mis temores.

Vuélvanse a él y quedarán radiantes, jamás se sentirán decepcionados. El Señor siempre escucha al afligido, de su tribulación lo pone a salvo.
El Señor me libró de todos mis temores.

A quien teme al Señor, el ángel del Señor lo salva y cuida. ¡Prueben! Verán qué bueno es el Señor; dichoso quien en él confía.
El Señor me libró de todos mis temores.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichoso el hombre que sufre la tentación porque, después de haberla superado, recibirá en premio la corona de la vida.
Aleluya.

Evangelio

No tengan miedo a los que matan el cuerpo

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 28-33

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles:
"No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de los hombres, yo también los reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Padre misericordioso, bendice nuestros dones y fortalécenos en la fe que tu santo mártir san Sebastián atestiguó con su propia sangre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Testimonio y ejemplo de los mártires

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque la sangre del glorioso mártir san Sebastián derramada como la de Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder, que convierte la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece para que sea testigo tuyo.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

Yo soy la vid y ustedes los sarmientos, dice el Señor; el que permanece en mí y en el cual yo permanezco, ese dará fruto abundante.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Concédenos, Señor, imitar, confortados con este sacramento, la admirable entereza de san Sebastián, a fin de obtener así el premio eterno, prometido a los que sufren por causa de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Dia 20/01-2 San Fabián (Papa y mártir, rojo )

Antífona de Entrada

Este santo luchó hasta la muerte por la ley de Dios y no se aterrorizó ante la amenaza de los impíos, pues estaba afianzado sobre roca firme.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios omnipotente y misericordioso, que mantuviste firme en medio de los tormentos a tu santo mártir san Fabián, protege a quienes celebramos hoy su triunfo, para que no caigamos nunca en las tentaciones del enemigo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Apacienten el rebaño de Dios que él les ha confiado

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 5,1-4

Hermanos: Me dirijo ahora a los pastores de las comunidades de ustedes, yo, que también soy pastor como ellos y además he sido testigo de los sufrimientos de Cristo y participante de la gloria que se va a manifestar.
Apacienten el rebaño que Dios les ha confiado y cuiden de él no como obligados por la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por ambición de dinero, sino con entrega generosa; no como si ustedes fueran los dueños de las comunidades que se les han confiado, sino dando buen ejemplo. Y cuando aparezca el Pastor supremo, recibirán el premio inmortal de la gloria.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 39

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Con una gran confianza esperé en el Señor; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. El me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Sacrificios y ofrendas ya no quieres, en cambio me has dejado oír tu voz; no pides expiaciones ni holocaustos, así que dije: "Aquí estoy".
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

En el libro sagrado se me ordena cumplir lo que tú mandas. Me agrada hacer tu voluntad, Dios mío, pues tu ley es la entraña de mi entraña.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

He dado a conocer tu salvación ante todo tu pueblo; tú bien sabes, Señor, que no guardé silencio.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.
Aleluya.

Evangelio

Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas

Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 15-17

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro:
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?"
El le contestó:
"Sí, Señor, tú sabes que te quiero".
Jesús le dijo:
"Apacienta mis corderos".
Por segunda vez le preguntó:
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?"
El le respondió:
"Sí, Señor, tú sabes que te quiero".
Jesús le dijo:
"Pastorea mis ovejas".
Por tercera vez le preguntó:
"Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?"
Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó:
"Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero".
Jesús le dijo:
"Apacienta mis ovejas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Santifica, Señor, con tu bendición estas ofrendas y enciende en nosotros ese amor a ti, por el que tu santo mártir Fabián fue capaz de soportar todos los tormentos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Testimonio y ejemplo de los mártires

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque la sangre del glorioso mártir san Fabián, derramada como la de Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder, que convierte la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece para que sea testigo tuyo.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga, dice el Señor.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que el sacramento que hemos recibido nos dé, Señor, la misma fortaleza con la que tu santo mártir san Fabián fue fiel en tu servicio y generoso en el sufrimiento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

2ª semana. Lunes

SANTIDAD DE LA IGLESIA

— La Iglesia es santa y produce frutos de santidad.

— Santidad de la Iglesia y miembros pecadores.

— Ser buenos hijos de la Iglesia.

I. El Antiguo Testamento, de mil formas diferentes, anuncia y prefigura todo lo que tiene lugar en el Nuevo. Y este es plenitud y cumplimiento de aquel. Cristo muestra el contraste entre el espíritu que Él trae y el del judaísmo de su época. Este espíritu nuevo no será como una pieza añadida a lo viejo, sino un principio pleno y definitivo que sustituye las realidades provisionales e imperfectas de la antigua Revelación. La novedad del mensaje de Cristo, su plenitud, como un vino nuevo, no cabe ya en los moldes de la Antigua Ley. Nadie echa vino nuevo en odres viejos...1.

Quienes le escuchan entienden bien las imágenes que emplea el Señor para hablar del Reino de los Cielos. Nadie debe cometer el error de remendar un vestido viejo con un trozo de tela nueva, porque el paño nuevo encogerá al mojarse, desgarrando aún más el vestido viejo y pasado, con lo que se perderían los dos al mismo tiempo.

La Iglesia es el vestido nuevo, sin roturas; es la vasija nueva preparada para recibir el espíritu de Cristo, que llevará generosamente hasta los confines del mundo, y mientras existan hombres sobre la tierra, el mensaje y la fuerza salvífica de su Señor.

Con la Ascensión se cierra una etapa de la Revelación, y comienza en Pentecostés el tiempo de la Iglesia2, Cuerpo Místico de Cristo, que continúa la acción santificadora de Jesús, principalmente a través de los sacramentos, y nos consigue abundantes gracias por su intercesión, a través también de los sacramentos y de los ritos externos que Ella ha instituido: las bendiciones, el agua bendita...; su doctrina ilumina nuestra inteligencia, nos da a conocer al Señor, nos permite tratarlo y amarlo. Por eso, nuestra Madre la Iglesia jamás ha transigido con el error en la doctrina de fe, con la verdad parcial o deformada; se ha mantenido siempre vigilante para mantener la fe en toda su pureza, y la ha enseñado por el mundo entero. Gracias a su indefectible fidelidad, por la asistencia del Espíritu Santo, podemos nosotros conocer la doctrina que enseñó Jesucristo, y en su mismo sentido, sin cambio ni variación alguna. Desde los días de Pentecostés hasta hoy, se sigue escuchando la voz de Cristo.

Todo árbol bueno produce buenos frutos3, y la Iglesia da frutos de santidad4. Desde los primeros cristianos, que se llamaron entre sí santos, hasta nuestros días, han resplandecido los santos de toda edad, raza y condición. La santidad no está de ordinario en cosas llamativas, no hace ruido, es sobrenatural; pero trasciende enseguida, porque la caridad, que es la esencia de la santidad, tiene manifestaciones externas: en el modo de vivir todas las virtudes, en la forma de realizar el trabajo, en el afán apostólico... «Mirad cómo se aman», decían de los primeros cristianos5; y los habitantes de Jerusalén los contemplaban con admiración y respeto, porque advertían los signos de la acción del Espíritu Santo en ellos6.

Hoy, en este rato de oración y durante el día, podemos dar gracias al Señor por tantos bienes como hemos recibido a través de nuestra Madre la Iglesia. Son dones impagables. ¿Qué sería de nuestra vida sin esos medios de santificación que son los sacramentos? ¿Cómo podríamos conocer la Palabra de Jesús –¡palabras de vida eterna!– y sus enseñanzas si no hubieran sido guardadas con tanta fidelidad?

II. Desde el mismo momento de su fundación, el Señor ha tenido en su Iglesia un pueblo santo, lleno de buenas obras7. Puede afirmarse que en todos los tiempos «la Iglesia de Dios, sin dejar de ofrecer nunca a los hombres el sustento espiritual, engendra y forma nuevas generaciones de santos y de santas para Cristo»8. Santidad en su Cabeza, Cristo, y santidad en muchos de sus miembros también. Santidad por la práctica ejemplar de las virtudes humanas y las sobrenaturales. Santidad heroica es la de aquellos que «son de carne, pero no viven según la carne. Habitan en la tierra, pero su patria es el Cielo... Aman a los otros y los otros los persiguen. Se les calumnia y ellos bendicen. Se les injuria y ellos honran a sus detractores... Su actitud (...) es una manifestación del poder de Dios»9. Son innumerables los fieles que han vivido su fe heroicamente: todos están en el Cielo, aunque la Iglesia haya canonizado solo a unos pocos. Son también incontables, aquí en la tierra, las madres de familia que, llenas de fe, sacan adelante a su familia, con generosidad, sin pensar en ellas mismas; trabajadores de todas las profesiones que santifican su trabajo; estudiantes que realizan un apostolado eficaz y saben ir con alegría contra corriente; y tantos enfermos que ofrecen sus vidas en el hogar o en un hospital por sus hermanos en la fe, con gozo y paz...

Esta santidad radiante de la Iglesia queda velada en ocasiones por las miserias personales de los hombres que la componen. Aunque, por otra parte, esas mismas deslealtades y flaquezas contribuyen a manifestar, por contraste, como las sombras de un cuadro realzan la luz y los colores, la presencia santificadora del Espíritu Santo, que la sostiene limpia en medio de tantas debilidades.

Nadie echa vino nuevo en odres viejos: el licor divino de las enseñanzas del Señor, de la vida que nos ha dispensado al traernos a su Iglesia, se ha de contener en nuestra alma, un recipiente que debe ser digno, pero que es defectible, que puede fallar. Con fe y con amor entendemos que la Iglesia sea santa y que sus miembros tengan defectos, sean pecadores. En Ella «están reunidos buenos y malos. Está formada por diversidad de hijos, porque a todos engendra en la fe; pero de tal modo que no a todos, por culpa de ellos, logra conducir a la libertad de la gracia mediante la renovación de sus vidas»10. La misma Iglesia está constituida por hombres que alcanzaron ya su destino eterno –los santos del Cielo–, por otros que purgan en espera del premio definitivo, y también por los que aquí en la tierra han de luchar con sus defectos y malas inclinaciones para ser fieles a Cristo. No es razonable –y va contra la fe y contra la justicia– juzgar a la Iglesia por la conducta de algunos miembros suyos que no saben corresponder a la llamada de Dios; es una deformación grave e injusta, que olvida la entrega de Cristo, que amó a su Iglesia y se sacrificó por ella, para santificarla, limpiándola en el bautismo del agua, a fin de hacerla comparecer delante de Él llena de gloria, sin arruga ni cosa semejante, sino siendo santa e inmaculada11. No olvidemos a Santa María, a San José, a tantos mártires y santos; tengamos siempre presente la santidad de la doctrina y del culto y de los sacramentos y de la moral de la Iglesia; consideremos frecuentemente las virtudes cristianas y las obras de misericordia, que adornan y adornarán siempre la vida de tantos cristianos... Esto nos moverá a portarnos siempre como buenos hijos de la Iglesia, a amarla más y más, a rezar por aquellos hermanos nuestros que más lo necesitan.

III. La Iglesia no deja de ser santa por las debilidades de sus hijos, que son siempre estrictamente personales, aunque estas faltas tengan mucha influencia en el resto de sus hermanos. Por eso, un buen hijo no tolera los insultos a su Madre, ni que le achaquen defectos que no tiene, que la critiquen y maltraten.

Por otra parte, incluso en aquellos tiempos en que el verdadero rostro ha estado velado por la infidelidad de muchos que deberían haber sido fieles y cuando solo aparecen vidas de muy escasa piedad, en esos momentos –quizá ocultas a la mirada de las gentes– existen almas santas y heroicas. Aun en las épocas más oscurecidas por el materialismo, la sensualidad y el deseo de bienestar, hay hombres y mujeres fieles que en medio de sus quehaceres son la alegría de Dios en el mundo.

La Iglesia es Madre: su misión es la de «engendrar hijos, educarlos y regirlos, guiando con materno cuidado la vida de los individuos y los pueblos»12. Ella –santa y madre de todos nosotros13– nos proporciona todos los medios para adquirir la santidad. Nadie puede llegar a ser buen hijo de Dios si no vive con amor y piedad estos medios de santificación, porque «no puede tener a Dios como Padre, quien no tiene a la Iglesia como Madre»14. De aquí que no se concibe un gran amor a Dios sin un gran amor a la Iglesia.

Como el amor a Dios brota del amor que Él nos tiene –Él nos amó primero a nosotros15–, el amor a la Iglesia ha de nacer del agradecimiento por los medios que nos brinda para que alcancemos la santidad. Le debemos amor por el sacerdocio, por los sacramentos todos –y de modo muy particular por la Sagrada Eucaristía–, por la liturgia, por el tesoro de la fe que ha guardado fielmente a lo largo de los siglos... La miramos nosotros con ojos de fe y de amor, y la vemos santa, limpísima, sin arruga.

Si la Iglesia, por voluntad de Jesucristo, es Madre –una buena madre–, tengamos nosotros la actitud de unos buenos hijos. No permitamos que se la trate como si fuera una sociedad humana, olvidando el misterio profundo que en Ella se encierra; no queramos escuchar críticas contra sacerdotes, obispos... Y cuando veamos errores y defectos de quienes quizá tenían que ser más ejemplares, sepamos disculpar, resaltar otros aspectos positivos de esas personas, recemos por ellos... y, en su caso, ayudémosles con la corrección fraterna, si nos es posible. «Amor con amor se paga», un amor con obras, que sea notorio, por quienes habitualmente nos conocen y tratan.

Terminamos nuestra oración invocando a Santa María, Mater Ecclesiae, Madre de la Iglesia, para que nos enseñe a amarla cada día más.

1 Mc 2, 22. — 2 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 4. 3 Mt 7, 17. — 4 Cfr. Catecismo Romano, I, 10, n. 15. — 5 Tertuliano, Apologético, 39, 7. — 6 Cfr. Hech 2, 33. — 7 Tit 2, 14. 8 Pío XI, Enc. Quas primas, 11-XII-1925, 4. 9 Epístola a Diogneto, 5, 6, 16; 7, 9. — 10 San Gregorio Magno, Homilía 38, 7. — 11 Ef 5, 25-27. — 12 Juan XXIII, Enc. Mater et magistra, Introd. — 13 Cfr. San Cirilo de Jerusalén, Catequesis, 18, 26. — 14 San Cipriano, Sobre la unidad de la Iglesia Católica, 6. — 15 1 Jn 4, 10.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

 

San Fabián, Sumo Pontífice (250)

Fue Sumo Pontífice del año 236 al 250, por 14 años.

El historiador Eusebio cuenta que al morir el Papa San Antero, el clero de Roma se reunió junto con los fieles creyentes, para elegir al nuevo Papa, y que estando allí reunidos, vieron descender una paloma sobre la cabeza de Fabián. No habían pensado elegirlo a él porque todavía no era sacerdote. Pero ante esta señal, lo eligieron, y fue ordenado sacerdote y consagrado obispo. San Cipriano dijo de él: "Fue un hombre muy santo, y la gloria de su martirio correspondió a la gran pureza de su vida". El emperador Decio ordenó en el 250 una terrible persecución contra los cristianos y al primero que mandó matar fue al Papa San Fabián.

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San Sebastián, soldado mártir. Año 300.

Se dice de él que entró a la vida militar para poder ayudar a los cristianos que estaban prisioneros. Una vez un mártir estaba para desanimarse a causa de las lágrimas de sus familiares, pero el militar Sebastián lo animó a ofrecer su vida por Jesucristo, y así aquel creyente obtuvo el glorioso martirio. Dicen los antiguos documentos que Sebastián era Capitán de la Guardia en el Palacio Imperial en Roma, y aprovechaba ese cargo para ayudar lo más posible a los cristianos perseguidos.

Pero un día lo denunciaron ante el emperador por ser cristiano. Maximino lo llamó y lo puso ante la siguiente disyuntiva: o dejar de ser cristiano y entonces ser ascendido en el ejército, o si persistía en seguir creyendo en Cristo ser degradado de sus cargos y ser atravesado a flechazos. Sebastián declaró que sería seguidor de Cristo hasta el último momento de su vida, y entonces por orden del emperador fue atravesado a flechazos. En Roma le levantaron desde muy antiguos tiempos una basílica en su honor. Ha sido invocado por muchos siglos como su Patrono contra las flechas envenenadas y para librarse de plagas y enfermedades. San Ambrosio pronunció hermosos sermones acerca de San Sabastián. Es patrono de los arqueros, los soldados y los atletas.

El nombre "Sebastián" significa: "Digno de respeto. Venerable".

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Fuente: Franciscanos.org
Eustoquia (Esmeralda) Calafato de Mesina, Santa Abadesa, Enero 20  

Eustoquia (Esmeralda) Calafato de Mesina, Santa

Abadesa

Martirologio Romano: En la ciudad de Mesina, en Sicilia (hoy Italia), santa Eustoquia Calafato, virgen, abadesa de la Orden de Santa Clara, que se dedicó con todas sus fuerzas a restaurar la primitiva disciplina de la vida regular, en el seguimiento de Cristo según el ejemplo de san Francisco (1485)

Eustoquia Calafato (de seglar, Esmeralda) nació en Mesina il 25 de marzo de 1434, siendo la sexta de los seis hijos de Bernardo Cofino alias Calafato y Mascalda Romano, nobles y acomodados. El padre tenía una embarcación con la que ejercía el comercio por cuenta ajena, según los usos de aquel tiempo y de Mesina en particular.

La pequeña Esmeralda pasó los primeros años de su infancia sin sobresaltos ni acontecimientos notables, en su casa paterna, confiada a los cuidados de la madre, ferviente cristiana y admiradora entusiasta del Franciscanismo en su reforma peculiar de la Observancia que precisamente entonces se iba afianzando en la Orden de los Frailes Menores. El principal animador y exponente de aquel movimiento en Italia fue San Bernardino de Siena ( 1444), junto al cual, y siguiendo su ejemplo, floreció todo un conjunto de espíritus selectos, insignes por su santidad, doctrina y actividad social, entre los que destacan el Beato Alberto de Sarteano ( 1450), San Juan de Capistrano ( 1456) y San Jaime de la Marca ( 1476). El nuevo espíritu de reforma, que se proponía la estricta observancia de la Regla de San Francisco especialmente en materia de pobreza, invadió también la II Orden franciscana, es decir, la de las Clarisas, en cuyo seno muchos monasterios antiguos eran reconducidos a una observancia más estricta y a una vida religiosa más ajustada a la Regla, mientras se fundaban otros nuevos que adoptaban la Regla propia de Santa Clara y se ponían bajo la guía de los Hermanos Menores de la Observancia.

En Sicilia apareció el movimiento observante en 1421, pero oficialmente puede datarse desde 1425, cuando el Beato Mateo de Agrigento, que fue su eficaz organizador, obtuvo del papa Martín V la facultad de fundar tres nuevos conventos para los frailes que deseaban vivir según el espíritu de la nueva reforma. El primero de estos conventos se abrió precisamente en Mesina, donde el Beato Mateo, predicador afamado y admirado, había suscitado entre el pueblo con su palabra ardiente un gran entusiasmo y una viva participación en la reforma espiritual que él propugnaba.

A los sermones de aquel fervoroso franciscano asistió también Mascalda Romano, entonces joven esposa de dieciocho años, y, conquistada por las palabras del predicador, se inscribió en las filas de la Tercera Orden Franciscana, consagrándose a una vida de oración intensa y de ásperas penitencias, y dedicando parte de su tiempo y de sus haberes al prójimo necesitado. Mascalda infundió sus sentimientos y aspiraciones a la pequeña Esmeralda, iniciándola desde niña en la piedad y en el ejercicio de las virtudes cristianas, obteniendo de ello frutos que superaron las más halagüeñas y nobles expectativas de la virtuosa madre.

La muchacha, en efecto, no sólo atesoró las enseñanzas maternas esforzándose, según su capacidad, en imitar los ejemplos de su progenitora y en orientar su vida religiosa según el espíritu franciscano, sino que, aspirando a metas más altas, se consagró a Dios entre las Clarisas y más tarde fundó un nuevo monasterio para poder seguir más intensa y profundamente su ideal de perfección cristiana.

Pero antes de iniciar y dar cumplimiento a sus aspiraciones, la pequeña Esmeralda tuvo que sufrir la prueba de un triste pero providencial acontecimiento, el único de un cierto relieve acaecido en su infancia. En diciembre de 1444, en efecto, cuando Esmeralda apenas tenía once años, su padre, sin pedirle siquiera su parecer y según las costumbres de aquel tiempo, la prometió en matrimonio a un viudo maduro de su misma condición social y económica; pero el convenido matrimonio se esfumó por la muerte imprevista y repentina del prometido esposo en julio de 1446.

Aunque no fuera plenamente consciente de lo que había sucedido, el acontecimiento tuvo que provocar en la pequeña Esmeralda un tremendo y comprensible trauma; pero la divina Providencia, que tenía unos designios muy otros sobre ella, se sirvió de lo ocurrido para atraer hacia los bienes celestiales su corazón, por lo demás ya bien dispuesto para las decisiones más intrépidas y sublimes. Y así la muerte de su prometido impulsó suave pero fuertemente a Esmeralda a considerar en su verdadera realidad y a la luz de lo sobrenatural la vanidad de las cosas terrenas y de los placeres mundanos, por lo que, no obstante las reiteradas presiones de los familiares y las óptimas ocasiones que se presentaban para un nuevo noviazgo, permaneció firme en su decisión de renunciar a tales ofertas, decidiendo a la vez consagrarse a Dios en la vida religiosa, decisión madurada a la edad de catorce años aproximadamente.

Los familiares, sin embargo, y especialmente el padre, no estaban dispuestos en absoluto a secundar las aspiraciones de aquella jovencita, por lo que se originó un inevitable conflicto familiar, que la empujó a ella incluso a intentar una fuga inútil de la casa paterna, pero que se resolvió finalmente a su favor cuando, hacia la mitad de 1448, durante uno de sus acostumbrados viajes comerciales, el padre falleció de repente en Cerdeña.

La espera se prolongó todavía un año, ya que sólo a finales de 1449 pudo Esmeralda saciar su ardiente sed entrando en el monasterio de las Clarisas de Santa María de Basicó en Mesina, donde le fue impuesto el nombre de Sor Eustoquia. Tenía cosa de unos 15 años y medio.

Desde el noviciado la joven hermana se distinguió por su piedad y virtudes sobresalientes. Era, en efecto, increíble el empeño, ímpetu y entusiasmo con que sor Eustoquia se aplicó a vivir su vocación dedicándose a la oración, a la meditación asidua de la Pasión de Cristo, a la mortificación, al servicio de las enfermas; sus progresos en la vida de perfección fueron tan conspicuos y evidentes, que le atrajeron la admiración, estima y veneración de las hermanas.

No contenta, empero, con atender a su perfección personal, sor Eustoquia deseaba ardientemente que todo el monasterio resplandeciese por la observancia ejemplar de la Regla. Por desgracia, en aquellos años precisamente, la abadesa, sor Flos Milloso, con una acción progresiva y tenaz y con fines no del todo laudables, había sustraído al monasterio de la dirección espiritual de los franciscanos Observantes, y, aunque no desatendiera las necesidades espirituales de las monjas, estaba demasiado inmiscuida e inmersa en asuntos terrenos y temporales. Todo eso había creado un cierto malestar y contrariedad profunda en las hermanas más sensibles y fervorosas, entre las que destacaba sor Eustoquia, y como no sirvieron de nada los esfuerzos e intentos de reconducir a una disciplina más severa la vida regular del monasterio, nuestra Santa y algunas otras hermanas decidieron buscar en otra parte lo que faltaba en Basicó; así maduró en ellas el propósito de fundar un nuevo monasterio según el genuino espíritu de la pobreza franciscana y bajo la dirección espiritual de los Hermanos Menores de la Observancia.

Obtenida la necesaria autorización pontificia, con los medios que le proporcionaron su madre y su hermana y la eficaz colaboración del noble de Mesina Bartolomé Ansalone, apoyada moralmente por una monja del monasterio de Basicó, sor Jacoba Pollicino, la única que la siguió en la difícil empresa y que permaneció fielmente junto a ella hasta la muerte, superando inmensos obstáculos, soportando violentas adversidades y contradicciones internas y externas, en 1460 sor Eustoquia se trasladó a los locales de un viejo hospital adaptados para monasterio. Allí la siguieron su hermana carnal Mita (Margarita) y una joven sobrina.

Muy pronto se unieron otras mujeres al pequeño grupo. Pero se les fueron acumulando dificultades materiales y morales, por lo que las monjas tuvieron que dejar el viejo hospital a la vez que encontraron generosa hospitalidad en la casa de una congregación de la Tercera Orden Franciscana, situada en el barrio Montevergine de Mesina, adonde se trasladaron a comienzos de 1464.

Con la ayuda de bienhechores, la nueva residencia pudo ser convenientemente ampliada y adaptada para monasterio. Y así tuvo su origen el monasterio de Montevergine, en el que muy pronto una multitud de almas nobles y generosas, entre ellas la madre misma de Eustoquia, solicitaron el ingreso para compartir allí la vida pobre y evangélica.

Convertida en madre espiritual de sus hijas, Eustoquia las instruyó, educó y formó en la vida franciscana, estimulándolas a la meditación de la Pasión de Cristo, comunicándoles los frutos de sus propias experiencias ascéticas, infundiendo en sus corazones el amor a las virtudes que ella misma practicaba con admirable constancia y heroísmo, empapando sus vidas en la espiritualidad simple y generosa del franciscanismo, espiritualidad que descansaba en el cristocentrismo, es decir en Cristo amante y sufriente, y en la devoción a la Eucaristía, sacando de una vida litúrgica intensa y sentida el alimento para las meditaciones diarias.

Sor Eustoquia murió en el monasterio de Montevergine (Mesina) el 20 de enero de 1485, dejando una ferviente y acreditada comunidad religiosa de cerca de 50 monjas, el perfume de sus virtudes y la fama de su santidad.

Días después de la sepultura se manifestaron en su sepulcro y en su cuerpo fenómenos extraordinarios que dieron origen a una popular y vasta devoción hacia ella. Impulsadas por aquellos acontecimientos y ante los ruegos de personalidades eclesiásticas y civiles, las monjas de Montevergine escribieron una biografía de su venerada madre y fundadora, mientras la fiel compañera de Eustoquia, sor Jacoba Pollicino, en dos cartas dirigidas a sor Cecilia Coppoli, abadesa del monasterio de Santa Lucía de Foligno, describía rasgos conmovedores y admirables de la Santa, en los que confirmaba o completaba cuanto de más interesante y virtuoso había notado en ella.

Por su parte, el pueblo de Dios experimentaba de diversos modos y en variadas circunstancias que sor Eustoquia tenía ante el Altísimo un eficaz poder de intercesión. El año 1782, Pío VI aprobó el culto inmemorial que se tributaba a la bendita monja. Y Juan Pablo II la canonizó en Mesina el 11 de junio de 1988.

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Fuente: Vatican.va
Basilio Antonio María Moreau, Beato Sacerdote y Fundador, Enero 20  

Basilio Antonio María Moreau, Beato

Sacerdote y Fundador
de la Congregación de la Santa Cruz

El Beato Basilio Antonio María Moreau nació en Laigné-en-Bélin, distrito de Le Mans (Francia), el 11 de febrero de 1799. Fue el octavo de catorce hijos de una familia piadosa. Con su párroco, el p. Julián Le Provost, aprendió las primeras nociones de latín. Prosiguió los estudios en el colegio de Château-Gontier, y los terminó en el seminario mayor de Le Mans. El 12 de agosto de 1821 recibió la ordenación sacerdotal. En su corazón ardía el celo por las misiones, pero su obispo, mons. De la Myre, que lo quería para profesor en el seminario diocesano, lo envió a realizar estudios superiores, primero en San Sulpicio, en París, y después en la "Solitude D´Issy", dirigida también por los sulpicianos. Allí permaneció de 1822 a 1823, y encontró a quien sería su padre espiritual, el p. Gabriel Mollevaut. Al volver a Le Mans, enseñó filosofía, teología dogmática y sagrada Escritura desde 1823 hasta 1836. Al mismo tiempo, desarrolló con fruto una intensa actividad pastoral.

En 1833 participó en la fundación del Buen Pastor de Le Mans, institución destinada a la reeducación de delincuentes juveniles. En 1835 su obispo, mons. Bouvier, le encargó la guía espiritual de la congregación de los Hermanos de San José, constituida por laicos fervorosos que tenían como misión instruir a la gente del campo de Le Mans. En ese mismo año fundó la sociedad de Sacerdotes Auxiliares, con la finalidad de ayudar a los párrocos mediante retiros espirituales, predicaciones de misiones populares y cursillos. El 1 de marzo de 1837 el p. Basilio unió los Sacerdotes Auxiliares con los Hermanos de San José en una única comunidad, que tomó el nombre de Congregación de la Santa Cruz.

Completó su obra en 1841, fundando la rama femenina de las Marianitas de la Santa Cruz. De ese modo, realizó su ideal de una única congregación religiosa con tres secciones, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret: a los sacerdotes les dio el nombre de Salvatoristas; a los hermanos, el de Josefinos; y a las religiosas, el de Marianitas.

La finalidad de la Congregación era: la educación, la predicación, sobre todo en las zonas rurales y en las misiones extranjeras, el ministerio parroquial, la difusión de la buena prensa, así como la dirección de casas destinadas a la acogida de delincuentes jóvenes o de personas abandonadas.

Entre los años 1840 y 1847 la Congregación, respondiendo al impulso misionero de su fundador, envió a algunos de sus miembros a Argelia, Estados Unidos y Canadá para establecer nuevas casas. Por deseo expreso del Papa Pío IX, el p. Basilio fundó en Argelia las primeras escuelas cristianas del país y contribuyó a la introducción y al progreso de la Iglesia católica en Estados Unidos. En 1853 la Congregación asumió la responsabilidad de la misión en Bengala (actualmente Bangladesh).

La vida del p. Basilio, como la vida de casi todos los fundadores, estuvo marcada por el sufrimiento y la incomprensión, pero él se sintió siempre un simple instrumento en las manos de Dios: "La obra de la Santa Cruz —escribió a sus hijos espirituales— no es obra del hombre, sino obra de Dios mismo. (...) Por eso os exhorto a renovar el espíritu de vuestra vocación, que es un espíritu de pobreza, castidad y obediencia".

Aunque el nombre elegido para la Congregación no fue fruto de su devoción particular a la cruz de Cristo, esta estuvo muy presente en su vida, e insistió a menudo en ella para formar la vida espiritual de sus miembros. Por eso dio como lema a su comunidad el verso de un himno litúrgico: "Salve, oh cruz, nuestra única esperanza".

El Beato vivió retirado durante sus últimos años en una casita junto al Instituto de la Santa Cruz; predicaba en las parroquias de los alrededores de Le Mans, donde murió el 20 de enero de 1873.

Las tres ramas de la Congregación, que han ido creciendo y extendiéndose por el mundo, están presentes en Francia, África y Asia. Desempeñan su misión en escuelas y universidades, en la pastoral y servicios sociales. La fase diocesana de la causa de beatificación del Beato comenzó en Le Mans en 1948; en 1994 prosiguió en Roma, en la Congregación para las causas de los santos. El 12 de abril de 2003 el Santo Padre Juan Pablo II declaró al p. Basilio Antonio María Moreau "venerable", reconociendo sus virtudes heroicas y S.S. Benedicto XVI lo declaró beato el 15 de septiembre de 2007 en ceremonia realizada en LeManas (Francia).

Reproducido con autorización de
Vatican.va

Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Basilio, contacte a:
Congregazione di S. Croce
via Framura, 85
00168 Roma, ITALY
- o -
Soeurs de Sainte-Croix
905, rue Basile-Moreau
Saint-Laurent, QC H4L 4A1, CANADA
- o -
Sisters of the Holy Cross
Saint Mary's
Bertrand Hall, Notre Dame, IN 46556, USA
- o -
Marianites of the Holy Cross
1011 Gallier Street
New Orleans, LA 70117, USA

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Fuente: Vatican.va
María Cristina de la Inmaculada Concepción (Adelaida) Brando, Virgen y Fundadora, 20 de enero  

María Cristina de la Inmaculada Concepción (Adelaida) Brando,

Virgen y Fundadora
de la Congregación de las Hermanas Víctimas Expiatorias de Jesús Sacramentado

Martirologio Romano: En la ciudad de Casoria, cerca de Nápoles, en Italia, beata María Cristina de la Inmaculada (Adelaida) Brando, virgen, que dedicó su existencia a la formación cristiana de los niños y fundó la Congregación de las Hermanas Víctimas Expiatorias de Jesús Sacramentado, con la cual promovió en gran manera la adoración a la Sagrada Eucaristía (1906).

Etimología: Adelaida = aquella que es de noble cuna, es de origen germánico

Nació en Nápoles el 1 de mayo de 1856. Su madre murió pocos días después. De carácter amable y dócil, recibió una buena educación religiosa. Pronto dio signos de una clara inclinación a la oración y a la virginidad. Atraída por las cosas de Dios, huía de las vanidades mundanas, amaba la soledad, acudía con frecuencia al sacramento de la penitencia y diariamente a la sagrada Comunión. Solía repetir: "Debo ser santa; quiero ser santa". A los doce años hizo voto de castidad perpetua ante una imagen del Niño Jesús.

En 1876 ingresó en la congregación de las Sacramentinas de Nápoles, tomando el nombre de María Cristina de la Inmaculada Concepción. Por motivos de salud tuvo que abandonar ese camino que había iniciado con tanto fervor.

Entonces comprendió que había llegado el momento de dar vida a un instituto, misión a la que se sentía llamada. En 1878 fundó las Religiosas Víctimas Expiadoras de Jesús Sacramentado, congregación que creció rápidamente, a pesar de las estrecheces económicas, las oposiciones y la salud precaria de la fundadora. Después de cambiar de sede varias veces, la comunidad, por consejo del siervo de Dios Michelangelo da Marigliano y del beato Ludovico de Casoria, se estableció en Casoria, cerca de Nápoles. El nuevo instituto afrontó numerosas y serias dificultades, pero siempre experimentó la ayuda de la divina Providencia, y pudo contar con el apoyo de muchos bienhechores y amigos eclesiásticos. La congregación se incrementó con nuevos miembros y casas, mostrando gran solicitud por la educación de niños y niñas. En 1897 la sierva de Dios emitió los votos temporales. El 20 de julio de 1903 la congregación obtuvo la aprobación canónica por parte de la Santa Sede, y el 2 de noviembre de ese mismo año la fundadora, juntamente con muchas hermanas, emitió la profesión perpetua.

Vivió su consagración con generosidad, con perseverancia y gozo espiritual, y desempeñó el cargo de superiora general con humildad, prudencia y amabilidad, dando a las hermanas continuos ejemplos de fidelidad a Dios y a la vocación.

Su vida siempre estuvo iluminada por una fe sencilla, firme y viva, que alimentó con la escucha de la palabra de Dios, con la fructuosa participación en los sacramentos, con la asidua meditación de las verdades eternas y con la oración ferviente. Cultivó particularmente la devoción a la Encarnación, a la pasión y muerte de Cristo, y a la Eucaristía. Para estar más cerca del Sagrario, con el espíritu y con el cuerpo, mandó construir una celda contigua a la iglesia.

Fue muy intensa su espiritualidad reparadora, hasta el punto de que se convirtió en el carisma de su congregación. "El fin principal de la Obra -afirma- es la reparación de los ultrajes que recibe el Sagrado Corazón de Jesús en el santísimo Sacramento, especialmente las muchas irreverencias y descuidos, comuniones sacrílegas, sacramentos recibidos indignamente, misas mal escuchadas, y, lo que amargamente traspasa aquel Corazón santísimo, es que muchos de sus ministros y muchas almas consagradas a él se unen a esos ingratos (...). A las Adoratrices perpetuas el divino Corazón de Jesús ha querido encomendarles el dulce y sublime oficio de víctimas de perpetua adoración y reparación a su divino Corazón horriblemente ofendido y ultrajado en el Sacramento del amor".

Recorrió con gran empeño el camino de la santidad y progresó ininterrumpidamente en la imitación del Señor, en la obediencia al Evangelio y en la perfección cristiana. Murió el 20 de enero de 1906.

Fue beatificada por S.S. Juan Pablo II el 27 de abril de 2003.

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Fuente: ocso.org
Cipriano (Miguel) Iwene Tansi, Beato Presbítero, Enero 20  

Cipriano (Miguel) Iwene Tansi, Beato

Monje y Presbítero

Martirologio Romano: En el monasterio de Mount Saint Bernard, cerca de Leicester, en Inglaterra, beato Cipriano (Miguel) Iwene Tansi, presbítero, de la Orden Cisterciense, que nació en el territorio de Onitsha, en Nigeria, y siendo aún niño, y en contra de su familia, abrazó la fe cristiana. Fue ordenado sacerdote, dedicándose con gran diligencia a la cura pastoral hasta que, hecho monje, mereció coronar con una santa muerte una vida santa (1964).

Iwene Tansi nació en Aguleri, cerca de Onitsha, Nigeria, en el año 1903. Fue bautizado a la edad de 9 años con el nombre cristiano de Miguel. Su bautismo le afectó profundamente a pesar de sus pocos años, y chocó con sus padres no-cristianos, al atreverse a destruir su ídolo personal, dado tradicionalmente a los niños varones en el momento de nacer.

Después de trabajar por varios años como maestro y catequista, entró en el seminario en 1925, donde dejó una impresión perdurable por su entrega, por su celo por el Reino de Dios y por su intenso espíritu de oración. Fue ordenado sacerdote en el 1937 para la diócesis de Onitsha.

Como sacerdote, trabajó sin reposo y con toda su alma durante 13 años para aliviar las necesidades espirituales y materiales de su pueblo. Tenía que caminar a pie para visitar las aldeas y las capillas de su grande parroquia. Luego pasaba días enteros en el confesionario. Prestaba atención especial a la preparación adecuada para el matrimonio, contra la tradición, muy difundida entre los paganos de aquel entonces, de "matrimonios provisorios". La gran cantidad actual de cristianos en muchas aldeas de la tribu igbo testimonia su celo sacerdotal.

Sin embargo y a pesar de todo lo que hacía, el P. Tansi sentía la llamada a servir a Dios de una manera más directa en una vida de oración y contemplación, con el deseo también de traer a Nigeria la vida monástico- contemplativa. Así, en el año 1950, su obispo le dejó libre para probar su vocación cisterciense en la abadía de Mount Saint Bernard, cerca de Nottingham en Inglaterra. En el monasterio se llamaba "Padre Cipriano". El cambio total de vida, especialmente el vivir bajo la obediencia después de haber sido un líder de su pueblo, el cambio de clima, de comida y, sobre todo, el cambio brutal de cultura ponían a prueba su vocación, pero estaba convencido de estar allí donde Dios lo quería. El Padre Mark Ulogu, que fue más tarde Abad de Bamenda, vino el año siguiente.

En el año 1962 Mount Saint Bernard decidió hacer una fundación en Africa, pero, por varias razones, se estableció cerca de la ciudad de Bamenda en Camerún, país vecino del Nigeria. Aunque había sido nombrado maestro de novicios para la fundación, Padre Cipriano, ya muy enfermo, no pudo ir. Murió el 20 de enero de 1964, pocos meses después de la salida de los fundadores.

La reputación de santidad que había dejado en Nigeria antes de ir a Inglaterra no dejó de crecer. Muchas personas afirmaron haber recibido favores por medio de su intercesión, de tal manera que la causa de su beatificación, abierta en la diócesis de Nottingham, fue transferida en 1986 a la archidiócesis de Onitsha. El arzobispo de Onitsha era entonces Monseñor (luego Cardenal) Francis Arinze, que había sido entre los primeros niños bautizados por el Padre Tansi cuando era un joven párroco.

El 22 de marzo de 1998, en Onitsha, durante un viaje a Nigeria hecho precisamente para este fin, el Santo Padre Juan Pablo II beatificó al Padre Cipriano Miguel Tansi, al proponerlo como modelo de celo y de oración sacerdotales.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Neófito, Santo Mártir, Enero 20  

Neófito, Santo

Mártir

Martirologio Romano: En Nicea, ciudad de Bitinia (hoy Turquía), san Neófito, mártir (s. IV).

Fue un joven cristiano de Nicea, en Bitinia. Sus padres fueron cristianos, desde la época en que Diocleciano gobernaba el Imperio.

Como dato prodigioso de su vida, se cuenta que, a los nueve años, era capaz de instruir a los compañeros de su edad y que a los diez, se retiró a una gruta del monte Olimpo. Una extraña bestia roja se apartó de la cueva para hacerle sitio.

Cuando tenía quince años, en los momentos en que la persecución ardía con más furia, fue detenido por cristiano, en Nicea de Bitinia. Rehusó sacrificar a los ídolos y por este motivo fue azotado con varas y arrojado a un brasero ardiente. Como estos suplicios no hicieron ningún efecto en él, fue decapitado por la fe.

Baronio en sus Notes sur le martyrologe romain lo ha inscrito el día 20 de enero, según lo que dice de él el monologio griego.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Enrique de Upsala, Santo Obispo y Mártir, Enero 20  

Enrique de Upsala, Santo

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En Finlandia, san Enrique, obispo y mártir, nacido en Inglaterra, a quien se le confió la iglesia de Upsala, donde se dedicó con empeño a la evangelización de los finlandeses, siendo herido de muerte por un homicida, al que había tratado de corregir con la disciplina eclesiástica (c. 1157).

Etimología: Enrique = Aquel que es jefe de hogar, es de origen germánico.

Por falta de documentos contemporáneos de valor, sólo podemos dar un breve resumen de la vida de San Enrique. Si bien había nacido en Inglaterra, es posible que residiese en Roma, cuando el cardenal Nicolás Breakspear, que fue posteriormente Papa con el nombre de Adriano IV, partió como legado pontificio a Escandinavia, en 1151. Enrique parece haber formado parte de su comitiva, y no faltan razones para creer que el mismo legado pontificio le consagró obispo de Upsala, en 1152. El nuevo obispo se ganó la benevolencia del rey San Erico de Suecia. Cuando el monarca emprendió una especie de cruzada contra los paganos de Finlandia, el obispo le acompañó en ella. Los suecos obtuvieron una señalada victoria, lo cual tuvo como efecto la conversión de algunos finlandeses. Erico retornó a Suecia, pero el obispo se quedó en Finlandia para continuar el trabajo de las conversiones "con celo apostólico, aunque en algunas ocasiones, con poca prudencia apostólica".

San Enrique impuso penitencia a un convertido, llamado Lali, que había cometido un asesinato. Considerándola éste como una humillación, se puso al acecho del obispo y le asesinó. El santo realizó algunas curaciones y otros milagros. Aunque la afirmación de que el mártir fue canonizado por el Papa Adriano no descansa sobre ninguna prueba, lo cierto es que los holandeses le consideran como su santo patrono, desde épocas muy remotas.

Según se desprende de una carta de Bonifacio VIII, escrita en 1296, la catedral de Abo estaba ya dedicada a San Enrique; y cuando, en el siglo XVI, la serie de pinturas de los mártires ingleses fue colocada en el Colegio Inglés de Roma, el patrono de Finlandia figuraba en ella.

De mayor interés y mérito artístico es el extraordinario bajorrelieve de bronce (c. 1440), todavía existente, que cubría las reliquias de San Enrique en Nousis, con nueve placas secundarias en las que estaban grabados los milagros y episodios de su vida. Las reliquias de San Enrique fueron trasladadas en 1300 a la catedral de Abo (actualmente Turku).

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Fuente: Enciclopedia Católica
Wulfstano (Wolstan) de Worcester, Santo Monje y Obispo, Enero 20  

Wulfstano (Wolstan) de Worcester, Santo

Obispo y Monje

Martirologio Romano: En la ciudad de Worcester, en Inglaterra, san Wulfstano, obispo, que, pasando del claustro a la sede, mantuvo las costumbres monásticas junto al celo pastoral. Visitó incansablemente las parroquias de su diócesis, ocupándose en erigir iglesias, fomentar los estudios y condenar la venta de esclavos (1095).

Benedictino y Obispo de Worcester; nació en Long Itchington, Warwickshire, Inglaterra, aproximadamente en 1008; murió en Worcester, el 19 de enero de 1095.

Fue educado en las grandes escuelas monásticas de Evesham y Pterborough. Resueltamente combabió y superó las tentaciones de su juventud, e ingresó al servicio de Brithege, Obispo de Worcester, quien le ordenó como sacerdote aproximadamente en 1038.

Rechazando todos las prerrogativas eclesiásticas, llegó a ser novicio en el gran priorato de Worcester, y luego de ocupar posiciones en varias oficinas en el monasterio llegó a ser prior de la catedral. Mantuvo esta posición de manera edificante, guiado por su sentido de caridad, santidad en su forma de vida, y estricta observancia de las normas, hasta 1062, cuando la Sede de Worcester tuvo como vacante el cargo de Obispo, debido a que quien lo ocupaba, el Obispo Aldred, fue para ser Arzobispo de York.

Dos cardenales romanos, recomendaron a Wolstan ante el Rey Eduardo para que llenara esta vacante. Estos dos cardenales habían sido huéspedes de nuestro personaje con anterioridad. El rey accedió y lo consagró el 8 de septiembre de 1062. No fue exactamente un hombre de aprendizaje especial, ni de gran intelecto, sin embargo se dedicó con devoción durante su vida completa al cuidado de su diócesis, visitando, predicando, y confirmando. Sin intermediarios, reconstruyó su catedral en el más puro estilo sajón, además de establecer iglesias en muchos lugares. En todo ello mantuvo su actitud y forma de vida caracterizada por los hábitos ascéticos que había adquirido en su vida enclaustrada.

No obstante ello, su vida estuvo llena de asiduas actividades, además de estar dedicada a la oración y meditación. Los Salmos estuvieron siempre en sus labios, y recitaba el Divino Oficio en voz alta, con los asistentes en lo que iba hacia el área rural a fin de cumplir con sus deberes episcopales.

Wolstan fue el último obispo inglés que fue nombrado por un rey sajón, el último representante episcopal representante de la Iglesia de Bede y de Cuthbert, y el enlace entre estas iglesias y la Iglesia de Lanfranc y Anselm. Luego de la conquista, cuando casi todos los sajones nobles y el clero fue despojado de sus oficinas y honores a favor de los normandos, Wolstan retuvo su sede, y gradualmente se fue ganando la estima y la confianza tanto de Lanfranc y del conquistador mismo.

Aelred de Rievaulx cuenta la leyenda de cuando se le pidió que renunciara a ser obispo, y de cómo colocó su cruz frente a la tumba de Eduardo El Confesor en Westminster. La cruz se mantuvo fija, como un símbolo del cielo de que el santo obispo debía permanecer en su cargo. Sobrevivió tanto a Guillermo el Conquistador, como a Lanfranc, y fue uno de los que consagró a San Anselmo.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Enero 20  

Otros Santos y Beatos

Santa Ascla, mártir
En la ciudad de Antinoe, en la Tebaida (hoy Egipto), san Ascla, mártir, que no temió las amenazas del juez, dado que le causaba mucho más temor renegar de Cristo, y después de variados tormentos, fue arrojado al río (s. IV)

San Esteban Min Kuk-ka, mártir
En Seúl, ciudad de Corea, san Esteban Min Kuk-ka, mártir, que fue degollado en la cárcel por ser catequista cristiano (1840).

San Eutimio, abad
En Palestina, san Eutimio, abad, que, nacido en Armenia y consagrado a Dios desde la infancia, fue a Jerusalén y, después muchos años pasados en la soledad, al final de su vida, fiel y esforzado en la humildad y en la caridad, murió dejando ejemplo de observancia y disciplina (473).

Beato Benito Ricasoli, monje eremita
En el monasterio de Coltibuono, en la Toscana (hoy Italia), beato Benito Ricasoli, eremita de la Congregación de Valumbrosa (c. 1107).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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