JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 35-38; 10, 1.6-8
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas judías, anunciando la buena noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y desorientados como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
"La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos; rueguen por tanto al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recogerla".
Después, llamando a sus doce discípulos, Jesús les dio poder para expulsar espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo:
"Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Vayan y proclamen que
está llegando el Reino de los cielos.
Curen a los enfermos, limpien a los leprosos, resuciten a los muertos, expulsen a los demonios.
Gratis lo han recibido, entréguenlo también gratis".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
sab 1a. Adviento
Antífona de Entrada
Ven, Señor; muéstranos tu rostro y nos salvaremos.
Oración Colecta
Oremos:
Señor Dios, que para librarnos del pecado enviaste a este mundo a tu Hijo unigénito; concédenos, a cuantos esperamos sinceramente su venida, alcanzar la gracia de tu misericordia y el don de la verdadera libertad.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
El Señor se compadece de ti al oír el clamor de tu voz
Lectura del libro del profeta Isaías 30, 19-21.23-26
Esto dice el Señor, Dios de Israel:
"Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no tendrás que llorar: el Señor misericordioso se apiadará de ti cuando clames a él, en cuanto te oiga, te responderá.
El Señor les dará pan en la escasez, agua en la necesidad; tu Maestro no se esconderá ya, con tus ojos verás a tu Maestro; cuando te desvíes a derecha o izquierda, oirás con tus oídos una palabra a la espalda: "Este es el camino, síganlo".
El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en tu tierra; y el alimento que produzca la tierra será abundante y sustancioso; aquel día pastarán tus ganados en amplias praderas. Los bueyes y los burros que trabajan la tierra comerán un sabroso forraje, aventado con pala y horquilla. En toda montaña alta y en toda colina elevada habrá arroyos y corrientes de agua el día de la gran matanza, cuando las torres caigan. El día que el señor vende la herida de su pueblo y sane las llagas de sus golpes, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 146, 1-2.3-4.5-6
Alabemos al Señor, nuestro Dios.
¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios, qué agradable y hermoso es alabarlo! El Señor reconstruye Jerusalén, congrega a los dispersos de Israel.
Alabemos al Señor, nuestro Dios.
Sana a los que tienen quebrantado el corazón y venda sus heridas; cuenta el número de las estrellas y llama a cada una por su nombre.
Alabemos al Señor, nuestro Dios.
Grande y omnipotente es nuestro Señor, su sabiduría no tiene límite. El Señor engrandece a los humildes y humilla a los malvados hasta el polvo.
Alabemos al Señor, nuestro Dios.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro juez, nuestro legislador y nuestro rey; él vendrá a salvarnos.
Aleluya.
Evangelio
Al ver a la multitud se compadeció de ella
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 35-38; 10, 1.6-8
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas judías, anunciando la buena noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y desorientados como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
"La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos; rueguen por tanto al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recogerla".
Después, llamando a sus doce discípulos, Jesús les dio poder para expulsar espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo:
"Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Vayan y proclamen que
está llegando el Reino de los cielos.
Curen a los enfermos, limpien a los leprosos, resuciten a los muertos, expulsen a los demonios.
Gratis lo han recibido, entréguenlo también gratis".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Te pedimos, Señor, que este sacrificio, signo de nuestra entrega total a ti, te sea ofrecido siempre, para que realice la intención que tuviste al instituir este sacramento y lleve a cabo plenamente en nosotros tu salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Las dos venidas de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación; para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Pronto vendré y traeré conmigo la recompensa, dice el Señor, y daré a cada uno según sus obras.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Imploramos, Señor, tu misericordia, para que esta comunión que hemos recibido nos prepare a las fiestas que se acercan, purificándonos de todo pecado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 7/12 San Ambrosio (obispo y doctor de la Iglesia, blanco)
Antífona de Entrada
El Señor lo eligió sumo sacerdote y derramó sobre él todos los bienes.
Oración Colecta
Oremos:
Señor y Dios nuestro: tú que hiciste al obispo san Ambrosio doctor esclarecido de la fe católica y ejemplo admirable de fortaleza apostólica; suscita en medio de tu pueblo hombres que, según tu voluntad, gobiernen a tu Iglesia con sabiduría y fortaleza.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Se me ha concedido la gracia de anunciar a los paganos la riqueza insondable, que es Cristo
Lectura de la carta el apóstol san Pablo a los Efesios 3, 8-12
Hermanos: A mí, el más insignificante de todos los fieles, se me ha dado la gracia de anunciar a los paganos la incalculable riqueza que hay en Cristo, y dar a conocer a todos cómo va cumpliéndose este designio de salvación, oculto desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.
El lo dispuso así, para que la multiforme sabiduría de Dios sea dada a conocer ahora, por medio de la Iglesia, a los espíritus celestiales, según el designio eterno realizado en Cristo Jesús, nuestro Señor, por quien podemos acercarnos libre y confiadamente a Dios, por medio de la fe en Cristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 88
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Cantaré eternamente del Señor las bondades y anunciará mi boca tu lealtad por todas las edades. Pues el Señor ha dicho: "Mi amor es un amor eterno y mi fidelidad, más firme que los cielos".
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Una alianza pacté con mi elegido, a mi siervo David yo le he jurado: "Perpetuaré tu descendencia y afirmaré para siempre tu reinado".
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Hallé a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado a fin de que mi mano lo sostenga y lo revista de valor, mi brazo.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Su poder en mi nombre crecerá, mi amor y mi lealtad serán su escolta. El me podrá decir: "Tú eres mi Padre, mi Dios, mi roca salvadora".
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen pastor; dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.
Aleluya.
Evangelio
El buen pastor da la vida por sus ovejas
Ý Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 11-16
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos:
"Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Recibe, Señor, las ofrendas que tu pueblo te presenta en la memoria de san Ambrosio; que ellas nos merezcan, como lo esperamos, el auxilio de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Ambrosio, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Nosotros predicamos a Cristo crucificado; fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Reanimados con el pan del cielo, te rogamos, Señor, que, a imitación de san Ambrosio, permanezcamos en continua acción de gracias por los dones recibidos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Adviento. 1ª Semana. Sábado
EL BUEN PASTOR ANUNCIADO POR LOS PROFETAS
— Jesucristo es el Buen Pastor prometido por los Profetas. Nos conoce a cada uno por nuestro nombre.
— El Señor ha dejado en su Iglesia buenos pastores.
— Encontramos al Buen Pastor en la dirección espiritual.
I. Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a la espalda: «Éste es el camino, caminad por él»1. Una de las gracias mayores que el Señor nos puede dar en esta vida es la de tener claro el camino que nos conduce a Él y contar con una persona que nos ayude a salir de nuestros desvíos y errores para retornar de nuevo al sendero bueno.
En muchos momentos de su historia, el pueblo de Dios se encontró sin rumbo y sin camino, en el desconcierto y abatimiento más grandes, por falta de verdaderos guías. Así halla el Señor a su pueblo: como ovejas sin pastor, según nos narra el Evangelio de la Misa de hoy2.Al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». Sus guías se habían comportado más como lobos que como verdaderos pastores del rebaño.
En la larga espera del Antiguo Testamento, los Profetas anunciaron, con siglos de antelación, la llegada del Buen Pastor, el Mesías, que guiaría y cuidaría amorosamente su rebaño. Sería un pastor único3, que buscaría a la oveja perdida y a la extraviada, vendaría a la herida y curaría a la enferma4. Con Él, las ovejas estarían seguras y, en su nombre, habría otros buenos pastores con el encargo de cuidarlas y guiarlas: Les daré pastores que de verdad las apacienten, y ya no habrán de temer más, ni angustiarse ni afligirse5.
Yo soy el buen pastor6, dice Jesús. Ha venido al mundo para congregar al rebaño de Dios7: Andabais, nos dice San Pedro, como ovejas descarriadas, mas ahora os habéis convertido al pastor y guardián de vuestras almas8; viene el Buen Pastor para recoger a su rebaño de su extravío9, para guiarlo10, para defenderlo11, para alimentarlo12, para juzgarlo13, para conducirlo por fin hasta las praderas definitivas, junto a las aguas de la vida14.
Jesús es el Buen Pastor anunciado por los Profetas. En Él se cumplen al pie de la letra todas las profecías. Él conoce y llama a cada una de las ovejas por su nombre15. ¡Jesús nos conoce personalmente, nos llama, nos busca, nos cura! No nos sentimos perdidos en medio de una humanidad inmensa y sin nombre. Somos únicos para Él. Podemos decir con toda exactitud: Me amó y se entregó por mí16. Él distingue mi voz entre otras muchas. Ningún cristiano tiene derecho a decir que está solo. Jesucristo está con él, y si se ha perdido por los caminos del mal, el Buen Pastor ha salido ya en su busca. Solo la mala voluntad de la oveja puede hacer fracasar el desvelo del pastor; el no querer regresar al aprisco. Solo eso.
II. Además del título de Buen Pastor, Cristo se aplica a sí mismo la imagen de la puerta por la que se entra al aprisco de las ovejas, que es la Iglesia. Ella «es un redil cuya única y obligada puerta es Cristo. Es también una grey de la que el mismo Dios se profetizó Pastor, y cuyas ovejas, aunque conducidas ciertamente por pastores humanos, son, no obstante, guiadas y alimentadas continuamente por el mismo Cristo, Buen Pastor y Príncipe de los pastores, que dio su vida por las ovejas»17.
Jesús ha dispuesto que haya en su Iglesia buenos pastores para que en su nombre guarden y guíen a sus ovejas18. Por encima de todos y como Vicario suyo en la tierra estableció a Pedro y a sus sucesores19, a quienes hemos de tener una especial veneración, amor y obediencia. Junto al Papa y en comunión con él, a los obispos, como sucesores de los Apóstoles.
Los sacerdotes son buenos pastores, especialmente en la administración del sacramento de la Penitencia, donde nos curan de todas nuestras heridas y enfermedades. «Recuerden –decía Juan Pablo II– que su ministerio sacerdotal (...) está ordenado, de manera particular, a la gran solicitud del Buen Pastor, que es la solicitud por la salvación de todo hombre (...), que los hombres tengan vida, y la tengan en abundancia, para que ninguno se pierda, sino que tengan la vida eterna»20.
Cada cristiano debe ser un buen pastor también de sus hermanos, especialmente por medio de la corrección fraterna, del ejemplo y de la oración. Pensemos con frecuencia que de alguna forma también nosotros somos buenos pastores de las personas que Dios ha puesto a nuestro lado. Tenemos obligación de ayudarles –con el ejemplo y la oración– a que anden el camino de la santidad y perseveren en la correspondencia a los dones y llamadas del Buen Pastor, que nos conduce a los pastos de la vida eterna.
El oficio de buen pastor es un oficio delicado en extremo: exige mucho amor y mucha paciencia21, valentía22, competencia23, mansedumbre también, prontitud de ánimo24 y un gran sentido de la responsabilidad25. El descuido de esta misión ocasionaría gravísimos daños al pueblo de Dios26: «el mal pastor lleva a la muerte incluso a las ovejas fuertes»27.
«Cuatro son las condiciones que debe reunir el buen pastor. En primer lugar, el amor: fue precisamente la caridad la única virtud que el Señor exigió a Pedro para entregarle el cuidado de su rebaño. Luego,la vigilancia, para estar atento a las necesidades de las ovejas. En tercer lugar, la doctrina, con el fin de poder alimentar a los hombres hasta llevarlos a la salvación. Y finalmente la santidad e integridad de vida; esta es la principal de todas las cualidades»28.
A todos nos corresponde pedir insistentemente que no falten nunca los buenos pastores en la Iglesia. Especialmente hemos de pedir por aquellos que Dios ha constituido como buenos pastores para nuestras almas.
III. Cada uno de nosotros necesita un buen pastor que guíe su alma, pues nadie puede orientarse a sí mismo sin una ayuda especial de Dios. La falta de objetividad, el apasionamiento con que nos vemos a nosotros mismos y la pereza, van oscureciendo nuestro camino hacia el Señor. Y llega entonces el estancamiento espiritual, la tibieza y el desánimo. En cambio, «de manera semejante a como una nave que tiene buen timonel llega sin peligro a puerto, así también, el alma que tiene un buen pastor lo alcanza fácilmente, aunque haya cometido muchos errores»29.
«Cualquiera comprende sin dificultad que para realizar la ascensión de una montaña es necesario un guía; lo mismo sucede cuando se trata de la ascensión espiritual...; y tanto más, cuanto que en este caso hay que evitar los lazos que nos tiende alguien (el demonio) muy interesado en impedir que subamos»30.
La dirección espiritual nos es necesaria para que no tengamos que decir, al final de nuestra vida, lo mismo que los judíos después de vagar por el desierto sin rumbo ni sentido: 40 años hemos dado vueltas alrededor de la montaña31. Hemos vivido sin ton ni son, sin saber adónde íbamos, sin que el trabajo o el estudio nos acercara a Dios, sin que la amistad, la familia, la salud y la enfermedad, los éxitos o los fracasos nos ayudaran a dar un paso adelante en lo verdaderamente importante: la santidad, la salvación. Para que no tengamos que decir que hemos vivido de cualquier manera, sin sentido, entretenidos con cuatro cosas pasajeras. Y todo, porque nos faltaron unas metas sobrenaturales en las que luchar, un camino claro y un guía.
Puede ser necesario confiar a alguien la dirección de nuestra alma, porque todos necesitamos una palabra de aliento si llega el desánimo por nuestras derrotas en este camino de Dios. Precisamos entonces de esa voz amiga que nos dice ¡adelante!, ¡no debes pararte, porque tienes la gracia de Dios para superar cualquier dificultad! Dice el Espíritu Santo: Si uno cae el otro lo levanta: pero ¡ay del que está solo, que cuando cae no tiene quien le levante!32. Y con esa ayuda nos recomponemos por dentro, y sacamos fuerzas cuando nos parecía que ya no nos quedaba ninguna, y seguimos nuestro camino.
Es una gracia especial de Dios poder contar con esa persona amiga que nos ayuda eficazmente en algo de tanta importancia, a la que podemos abrir el alma en una confidencia llena de sentido humano y sobrenatural. ¡Qué alegría poder comunicar lo más íntimo de nuestros sentimientos, para orientarlos a Dios, a alguien que nos comprende, nos estima, nos abre horizontes nuevos, nos alienta, reza por nosotros, y tiene una gracia especial del Señor para ayudarnos! Pero es importante acudir al que es verdaderamente buen pastor para nosotros, aquel a quien el Señor quiere que acudamos.
San Lucas nos narra de qué manera el hijo pródigo siente la necesidad de descargar el peso que agobia su alma. También Judas se siente agobiado por la carga de su traición. El primero se dirige a quien tiene que ir y encuentra una paz que ni siquiera podía imaginar; restableció de nuevo su vida. Judas debió volver a Jesús, quien, a pesar de su pecado, lo hubiera acogido y confortado, como a Pedro. Fue, sin embargo, a quien no debía: a quienes eran incapaces de comprender, y, sobre todo, incapaces de dar a aquel hombre lo que necesitaba. ¿A nosotros qué? Allá tú, le dicen.
En la dirección espiritual encontramos al Buen Pastor que nos da las ayudas necesarias para no perdernos, para recuperar el camino si nos hubiéramos desorientado en nuestro andar hacia Cristo.
Nuestra Madre Santa María nos muestra siempre el sendero seguro que conduce a Cristo.
1 Primera lectura de la Misa, Is 30, 21. — 2 Mt 9, 35-10; 1, 6-8. — 3 Ez 34, 23. — 4Cfr. Ez 34, 16. — 5 Jer 23, 4. — 6 Jn 10, 11. — 7 Mt 15, 24. — 8 1 Pedr 2, 25. — 9Lc 15, 3-7. — 10 Jn 10, 4. — 11 Lc 12, 32. — 12 Mc 6, 34. — 13 Mt 25, 32. — 14 1 Pedr 5, 4; Apoc 7, 17. — 15 Jn 10, 3. — 16 Gal 2, 20. — 17 Conc. Vat. II, Const.Lumen gentium, 6. — 18 Ef 4, 11. — 19 Jn 21, 15-17. — 20 Juan Pablo II, Carta a todos los sacerdotes, 8-IV-1979, 7. — 21 Is 40, 11; Ez 34, 4. — 22 1 Sam 25, 7; Is31, 4; Am 3, 12. — 23 Prov 27, 23. — 24 1 Pedr 5, 2. — 25 Mt 18, 12. — 26 Is 13, 14-15; Jer 50, 6-8. — 27 San Agustín, Sermón 46, Sobre los pastares. — 28 Santo Tomás de Villanueva, Sermón sobre el Evang. del Buen Pastor, en Opera omnia, Manila 1922, pp. 324-325. — 29 San Juan Clímaco, Escala del Paraíso. — 30 D. Garrigou Lagrange, Las tres edades de la vida interior, Ed. Palabra, vol. I, 2ª ed., p. 297. — 31 Dt 2, 1. — 32 Eccl 4, 10.
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7 de diciembre. 8º Día de la Novena
PUERTA DEL CIELO
— A través de María encontramos siempre a Jesús.
— La intercesión de Nuestra Señora.
— La devoción a la Virgen, señal de predestinación.
I. Ave, maris stella, // Dei Mater alma, // atque semper Virgo, // felix caeli porta. Dios te salve, estrella del mar, // Madre santa de Dios, // y siempre Virgen, // dichosa puerta del Cielo1.
Ianua caeli, Puerta del Cielo, así la hemos invocado tantas veces en las letanías del Santo Rosario. Ella es la entrada y el acceso a Dios, es la Puerta oriental del Templo2 de la que habla el Profeta, porque por allí nos llegó Jesús, el Sol de justicia. Y es, a la vez, «la puerta dorada del Cielo por la que confiamos entrar algún día en el descanso de la eterna bienaventuranza»3. A través de María encontramos siempre a Jesús.
Los hombres han recorrido a veces mil caminos extraviados, buscando a Dios con nostalgia; han intentado llegar a Él a fuerza de brazos, de complicadas especulaciones, y han olvidado esta entrada sencilla que es María, «que nos conduce al interior del Cielo de la convivencia con Dios»4.
Se cuenta de fray León, un lego que acompañaba siempre a San Francisco de Asís, que después de morir el santo depositaba todos los días sobre su tumba hierbas y flores y meditaba sobre las verdades eternas. Un día se quedó dormido y tuvo una visión del día del Juicio. Vio que se abría una ventana en el Cielo y aparecía Jesús, el amable Juez, acompañado de San Francisco. Descolgaron una escala roja, que tenía los peldaños muy espaciados, de tal manera que era imposible subir por ella. Todos lo intentaron y poquísimos consiguieron subir. Al cabo de un tiempo, y como llegara de la tierra un gran clamor, se abrió otra ventana, en la que apareció de nuevo San Francisco, y la Virgen al lado de Jesús. Tiraron otra escala, pero esta era blanca y con los peldaños mucho más juntos. Y todos, con inmensa alegría, iban subiendo. Cuando alguno de ellos se sentía especialmente débil, Santa María le animaba llamándole por su nombre y enviando a alguno de los ángeles que la servían para que le echase una mano. Y así subieron uno tras otro5. No deja de ser una leyenda piadosa, que nos enseña una verdad esencial y consoladora, conocida desde siempre por el pueblo cristiano: con la Virgen es más fácil la santidad y la salvación. Sin la Virgen no solo se hace todo más difícil, sino que quizá se vuelve imposible, pues Dios mismo ha querido que fuera «la dispensadora de todos los tesoros que Jesús nos conquistó con su Sangre y su Muerte»6.
La Virgen no solo es la Puerta del Cielo Ianua caeli, sino una ayuda poderosísima para que lleguemos a él. Pues, «asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna. Con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la Patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora»7.
Por voluntad divina, la Santísima Virgen es la Mediadora ante el Mediador, como enseña San Bernardo8, y subordinada a Él. Todas las gracias nos vienen de manos de María, de tal manera, afirman muchos teólogos, que Cristo no nos otorga nada sino a través de Nuestra Señora. Y Ella está siempre bien dispuesta a concedernos lo que le pidamos y nos ayude en nuestra salvación. No nos quedemos cortos durante esta Novena en la petición. Con motivo de la gran fiesta que estamos preparando, Ella otorga sus dones con largueza.
II. San Alfonso M.ª de Ligorio afirma que María es Puerta del Cieloporque, de la misma forma que toda gracia e indulto que otorga el Rey pasa por la puerta de su palacio, de igual modo ninguna gracia desciende del Cielo a la tierra sin pasar por las manos de María9.
Desde su vida terrena, aparece Nuestra Señora como la dispensadora de las gracias. Por Ella, Jesús santifica al Precursor, cuando visita a su pariente Isabel. En Caná, a instancias de María realizó Jesús su primer milagro, convirtiendo el agua en vino; allí también, por este milagro, sus discípulos creyeron en Él10. La Iglesia comienza su camino, a través de la historia de los hombres y de los pueblos, el día de Pentecostés, y «se sabe que al comienzo de este camino está presente María, que vemos en medio de los Apóstoles en el cenáculo "implorando con sus ruegos el don del Espíritu Santo"»11.
Por la intercesión ante su Hijo, María nos alcanza y distribuye todas las gracias, con ruegos que no pueden quedar defraudados. Esta intercesión es aún mayor después de su Asunción al Cielo y de haber sido elevada en dignidad por encima de los ángeles y de los arcángeles. Ella nos distribuye el agua de la fuente, no toda de una vez afirma San Bernardo-, sino que hace caer la gracia gota a gota sobre nuestros corazones resecos, a unos más, a otros menos. De la fuente que brota del corazón del Padre, nos distribuye enseguida a nosotros todo cuanto somos capaces de recibir12. Ella conoce perfectamente nuestras necesidades y nos distribuye las gracias que necesitamos. Solo nuestra mala voluntad puede impedir que esas gracias lleguen al alma.
Por el conocimiento que tiene de las necesidades espirituales y materiales de cada uno de sus hijos, Nuestra Señora, llevada por su inmensa caridad, intercede constantemente por nosotros. Mucho más cuando se lo pedimos con insistencia, como hacemos estos días. Otras veces dejaremos en sus manos la solución de los problemas que nos agobian, con el claro convencimiento de que Ella sabe mejor que nosotros lo que nos conviene: «Madre mía... ya ves que necesito esto y aquello... que este amigo, este hermano, este hijo... están lejos de la Casa paterna...». En Ella se dan con toda plenitud las palabras de Jesús en el Evangelio: quien busca, encuentra: quien pide, recibe: al que llama, se le abrirá13. ¿Cómo nos va a dejar en la puerta cuando le pedimos que nos abra? ¿Cómo no nos va a socorrer si nos ve tan necesitados?
III. Ianua caeli, ora por eis... ora pro me.
El título de Puerta del Cielo le conviene a la Virgen por su íntima unión con su Hijo y por cierta participación en la plenitud de poder y de misericordia que deriva de Cristo, Nuestro Señor. Él es, por derecho propio y principal, el camino y la entrada a la gloria, ya que con su Pasión y Muerte nos abrió las puertas del Cielo, antes cerradas. A María la llamamos Puerta del Cielo porque, con su intercesión omnipotente, nos procura los auxilios necesarios para llegar al Cielo y entrar hasta el mismo trono de Dios14, donde nos espera nuestro Padre.
Además, ya que por esa puerta celestial nos llegó Jesús, vayamos a Ella para encontrarle, pues «María es siempre el camino que conduce a Cristo. Cada encuentro con Ella se resuelve necesariamente en un encuentro con Cristo mismo. ¿,Qué otra cosa significa el continuo recurso a María, sino un buscar entre sus brazos, en Ella y por Ella y con Ella, a Cristo, nuestro Salvador»15. Siempre, como los Magos en Belén, encontramos a Jesús con María, su Madre16. Por eso se ha dicho en tantas ocasiones que la devoción a la Virgen es señal de predestinación17. Ella cuida de que sus hijos acierten con la senda que lleva a la Casa del Padre. Y si alguna vez nos desviamos, utilizará sus recursos poderosos para que retornemos al buen camino, y nos dará su mano como las madres buenas para que no nos desviemos de nuevo. Y si hemos caído, nos levantará; y nos arreglará una vez más para que estemos presentables ante su Hijo.
La intercesión de la Virgen es mayor que la de todos los santos juntos, pues los demás santos nada obtienen sin Ella. La mediación de los santos depende de la de María, que es universal y siempre subordinada a la de su Hijo. Además, las gracias que nos obtiene la Virgen ya las ha merecido por su honda identificación con la Pasión y Muerte de Cristo. Con su ayuda entraremos en la Casa del Padre.
Con esos pequeños actos de amor que le estamos ofreciendo estos días, no podemos ni siquiera imaginar la lluvia de gracias que está derramando sobre cada uno de nosotros y sobre las personas que le encomendamos, y sobre toda la Iglesia. «Las madres no contabilizan los detalles de cariño que sus hijos les demuestran; no pesan ni miden con criterios mezquinos. Una pequeña muestra de amor la saborean como miel, y se vuelcan concediendo mucho más de lo que reciben. Si así reaccionan las madres buenas de la tierra, imaginaos lo que podremos esperar de Nuestra Madre Santa María»18. No nos separemos de su lado; no dejemos un solo día de acudir a su protección maternal.
1 Himno Ave, maris stella. — 2 Ez 44, 1. — 3 Benedicto XIV, Bula Gloriosae Dominae, 27-IX-1748. — 4 F. M. Moscher, Rose mística, p. 240. — 5 Cfr. Vita fratris Leonis, en Analecta Franciscana, III, I. — 6 San Pío X. Enc. Ad diem illum. 2-II-1904. — 7 Conc. Vat. II. Const. Lumen gentium, 62. — 8 San Bernardo, Sermón sobre las doce prerrogativas de la B. Virgen María, en Suma Aurea, VI, 996. — 9 San Alfonso María de Ligorio, Las glorias de María, 1, 5, 7. — 10 Cfr. Jn 2, 11. — 11 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, n. 26. — 12 Cfr. San Bernardo, Homilía en la Natividad de la B. Virgen María, 3, 5. — 13 Mt 7, 8. — 14 Cfr. Card. I. Gomá, María Santísima, vol. II, pp. 162-163. — 15 Pablo VI, Enc. Mense Maio, 29-IV-1965. — 16Cfr. Mt 2, 11. — 17 Cfr. Pío XII, Enc. Mediator Dei, 20-II-1947. — 18 San Josemaría escrivá, Amigos de Dios, 280.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Ambrosio
Arzobispo de Milán
Año 397
San Ambrosio: que así como tu palacio de Arzobispo estaba
siempre abierto para que entraran todos los necesitados de
ayudas materiales o espirituales, que así también cada
uno de nosotros estemos siempre disponibles para hacer
todo el mayor bien posible a los demás.
Ambrosio significa "Inmortal".
Este santo es uno de los más famosos doctores que la Iglesia de occidente tuvo en la antigüedad (junto con San Agustín, San Jerónimo y San León).
Nació en Tréveris (sur de Alemania) en el año 340. Su padre que era romano y gobernador del sur de Francia, murió cuando Ambrosio era todavía muy niño, y la madre volvió a Roma y se dedicó a darle al hijo la más exquisita educación moral, intelectual, artística y religiosa. El joven aprendió griego, llegó a ser un buen poeta, se especializó en hablar muy bien en público y se dedicó a la abogacía.
Las defensas que hacía de los inocentes ante las autoridades romanas eran tan brillantes, que el alcalde de Roma lo nombró su secretario y ayudante principal. Y cuando apenas tenía 30 años fue nombrado gobernador de todo el norte de Italia, con residencia en Milán. Cuando su formador en Roma lo despidió para que fuera a posesionarse de su alto cargo dijo: "Trate de gobernar más como un obispo que como un gobernador". Y así lo hizo.
En la gran ciudad de Milán, Ambrosio se ganó muy pronto la simpatía del pueblo. Más que un gobernante era un padre para todos, y no negaba un favor cuando en sus manos estaba el poder hacerlo. Y sucedió que murió el Arzobispo de Milán, y cuando se trató de nombrarle sucesor, el pueblo se dividió en dos bandos, unos por un candidato y otros por el otro. Ambrosio temeroso de que pudiera resultar un tumulto y producirse violencia se fue a la catedral donde estaban reunidos y empezó a recomendarles que procedieran con calma y en paz. Y de pronto una voz entre el pueblo gritó: "Ambrosio obispo, Ambrosio obispo". Inmediatamente todo aquel gentío empezó a gritar lo mismo: "Ambrosio obispo". Los demás obispos que estaban allí reunidos y también los sacerdotes lo aclamaron como nuevo obispo de la ciudad. Él se negaba a aceptar (pues no era ni siquiera sacerdote), pero se hicieron memoriales y el emperador mandó un decreto diciendo que Ambrosio debía aceptar ese cargo.
Desde entonces no piensa sino en instruirse lo más posible para llegar a ser un excelente obispo. Se dedica por horas y días a estudiar la S. Biblia, hasta llegar a comprenderla maravillosamente. Lee los escritos de los más sabios escritores religiosos, especialmente San Basilio y San Gregorio Nacianceno, y una vez ordenado sacerdote y consagrado obispo, empieza su gran tarea: instruir al pueblo en su religión.
Sus sermones comienzan a volverse muy populares. Entre sus oyentes hay uno que no le pierde palabra: es San Agustín (que todavía no se ha convertido). Éste se queda profundamente impresionado por la personalidad venerable y tan amable que tiene el obispo Ambrosio. Y al fin se hace bautizar por él y empieza una vida santa.
Nuestro santo era prácticamente el único que se atrevía a oponerse a los altos gobernantes cuando estos cometían injusticias. Escribía al emperador y a las altas autoridades corrigiéndoles sus errores. El emperador Valentino le decía en una carta: "Nos agrada la valentía con que sabe decirnos las cosas. No deje de corregirnos, sus palabras nos hacen mucho bien". Cuando la emperatriz quiso quitarles un templo a los católicos para dárselo a los herejes, Ambrosio se encerró con todo el pueblo en la iglesia, y no dejó entrar allí a los invasores oficiales.
El emperador de ese tiempo era Teodosio, un creyente católico, gran guerrero, pero que se dejaba llevar por sus arrebatos de cólera. Un día los habitantes de la ciudad de Tesalónica mataron a un empleado del emperador, y éste envió a su ejército y mató a siete mil personas. Esta noticia conmovió a todos. San Ambrosio se apresuró a escribirle una fuerte carta al mandatario diciéndole: "Eres humano y te has dejado vencer por la tentación. Ahora tienes que hacer penitencia por este gran pecado". El emperador le escribió diciéndole: "Dios perdonó a David; luego a mí también me perdonará". Y nuestro santo le contestó: "Ya que has imitado a David en cometer un gran pecado, imítalo ahora haciendo una gran penitencia, como la que hizo él".
Teodosio aceptó. Pidió perdón. Hizo grandes penitencias, y en el día de Navidad del año 390, San Ambrosio lo recibió en la puerta de la Catedral de Milán, como pecador arrepentido. Después ese gran general murió en brazos de nuestro santo, el cual en su oración fúnebre exclamó: "siendo la primera autoridad civil y militar, aceptó hacer penitencia como cualquier otro pecador, y lloró su falta toda la vida. No se avergonzó de pedir perdón a Dios y a la Santa Iglesia, y seguramente que ha conseguido el perdón".
San Ambrosio componía hermosos cantos y los enseñaba al pueblo. Cuando tuvo que estarse encerrado con todos sus fieles durante toda una semana en un templo para no dejar que se lo regalaran a los herejes, aprovechó esas largas horas para enseñarles muchas canciones religiosas compuestas por él mismo. Después los herejes lo acusaban de que les quitaba toda la clientela de sus iglesias, porque con sus bellos cantos se los llevaba a todos para la catedral de Milán. Sabía ejercitar su arte para conseguirle más amigos a Dios.
Este gran sabio compuso muy bellos libros explicando la S. Biblia, y aconsejando métodos prácticos para progresar en la santidad. Especialmente famoso se hizo un tratado que compuso acerca de la virginidad y de la pureza. Las mamás tenían miedo de que sus hijas charlaran con este gran santo porque las convencía de que era mejor conservarse vírgenes y dedicarse a la vida religiosa (Él exclamaba: "en toda mi vida nunca he visto que un hombre haya tenido que quedarse soltero porque no encontró una mujer con la cual casarse"). Pero además de su sabiduría para escribir, tenía el don de poner las paces entre los enemistados. Así que muchísimas veces lo llamaron del alto gobierno para que les sirviera como embajador para obtener la paz con los que deseaban la guerra, y conseguía muy provechosos armisticios o tratados de paz.
El viernes santo del año 397, a la edad de 57 años, murió plácidamente exclamando: "He tratado de vivir de tal manera que no tenga que sentir miedo al presentarme ante el Divino Juez" (San Agustín decía que le parecía admirable esta exclamación).
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María Josefa Rossello, Santa Fundadora, 7 Dicembre
Fundadora Etimológicamente significa "princesa de las aguas", en lengua siria; "espejo", en lengua hebrea. |
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Antonio de Siya, Santo Abad, 7 de diciembre
Diciembre 7 Etimológicamente significa " florido, inestimable" Viene de la lengua griega. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Fara o Burgundófora, Santa Abadesa y Virgen, 7 Diciembre
Santa Fara nació en la ciudad de Pipimisicum (hoy Poincy, cerca de Meaux). Sus padres eran el conde Cagnerico y Leodegonda. Tuvo dos hermanos santos: Cagnoaldo, monje en Luxeuil, y Farone, Obispode Meaux. |
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Fuente: Cpalsj.org
Carlos Garnier, Santo Mártir, 7 Diciembre
Este santo es muy querido en la Compañía de Jesús. Desde muy joven se entregó con gran generosidad al llamado de Dios. Siempre fue un hombre feliz. En su vida no parece haber una sombra de tristeza. La consolación espiritual lo acompaña en todas las etapas. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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