viernes, 9 de agosto de 2013

Domingo por la Santísima Trinidad. 11/08/2013. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE. Precepto: Misa ENTERA. Desde Sábado 16:00 puede ser Domingo, según diócesis (Catecismo 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

JMJ

Pax

†Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 23-48

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo. Jesús dijo a sus discípulos;: "No temas rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino. Vendan sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen el el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el la ladrón, ni carcome la polilla. Porque donde está tu tesoro , ahí estará su corazón.
Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su Señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos quienes su Señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguró que se recogerá la túnica, los hará sentar en la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a media noche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos.
Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no lo dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre"
Entonces Pedro le pregunto a Jesús: "¿Dices esta parábola solo por nosotros o por todos?"
El Señor respondió:
"Supongan que un administrador, puesto por su amo en frete de la servidumbre, con su cargo de repartirles a su tiempo sus alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso este siervo, si el amo a su llegada lo encuentra,cumpliendo con su deber.
Yo les aseguro que lo pondrá al frente de todo lo que tiene. Pero si esté siervo piensa: 'Mi amo tardará en llegar' y empieza a maltratar a los criados y a las criadas, a comer, beber y a embriagarse, el día menos pensada y a la hora menos inesperada, llegará su amo y lo castigará severamente y le hará correr la misma suerte que los hombres desleales.
El servidor que conociendo la voluntad de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le da, se le exigirá mucho, y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más".
Palabra de Dios.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

19o. Dom Ord Ciclo C

Antífona de Entrada

Acuérdate, Señor de tu alianza; no olvides por más tiempo la suerte de tus pobres. Levántate, Señor, a defender tu causa; no olvides las voces de los que te buscan.

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Dios eterno y todopoderoso a quien confiadamente podemos llamar ya Padre nuestro, haz crecer en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que podamos gozar, después de esta vida, de la herencia que nos has prometido.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Castigaste a nuestros adversarios y a tus elegidos nos cubriste de gloria

Lectura del libro de la Sabiduría 18, 6-9

La noche de la liberación pascual fue anunciada con anterioridad a nuestros padres, para que se confortaran al reconocer la firmeza de las promesas en que habían creído. Tu pueblo esperaba a la vez la salvación de los justos y el exterminio de sus enemigos. En efecto, con aquello mismo, con que castigaste a nuestros adversarios nos cubriste de gloria a tus elegidos.
Por eso los piadoso hijos de un pueblo justo celebraron la Pascua en sus casas, y de común acuerdo se impusieron esta ley sagrada, de que todos los santos participaran por igual de los bienes y de los peligros. Y ya desde entonces cantaron los himnos de nuestros padres.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del Salmo 32

Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.

Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.

Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.
Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.

En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado.
Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.

Segunda Lectura

Esperaban la ciudad de dolidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Lectura de la carta de los hebreos 11, 1-2. 8-19


Hermanos:
la fe es la forma de poseer, ya desde ahora, lo que se espera es conocer las realidades que no se ven. Por ella fueron elevadas nuestros mayores.
Por su fe, Abraham, obediente al llamado de Dios, y sin saber a donde iba, partió hacia la tierra que habría de recibir como herencia. Por la fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, en tiendas de campaña, como Isaac y Jacobo, coherederos de la misma promesa después de él. Porque ellos esperaban la ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Por su fe, Sara, aún siendo estéril y a pesar de su avanzada edad, pudo concebir un hijo, porque creyó en Dios habría de ser fiel a la promesa; y así, de un sólo hombre anciano , nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como las aterías del mar.
Todos ellos murieron firmes en la fe. Nos alcanzaron los bienes prometidos, pero los vieron y los saludaron con gozo desde lejos. Ellos reconocieron que eral extraños y peregrinos en la tierra. Quienes hablan así, dan a entender claramente que van en busca de una patria, pues si hubiera añorado la patria de donde habían salido, habrían estado a tiempo de volver a ella todavía. Pero ellos ansiaban una patria mejor: la del cielo. Por eso Dios no se avergüenza de ser llamado dios pues les tenía preparada una ciudad. Por su fe, Abraham, cuando Dios le puso una prueba, se dispuso a sacrificar a Isaac, su hijo único, garantía de la promesa, porque Dios le había dicho: De Isaac nacerá la decencia que ha de llevar tu nombre. Abraham pensaba, en efecto, que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, por eso fue devuelto Isaac, que se convirtió así en un símbolo profético.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía: "Éste es mi Hijo amado; escúchenlo".
Honor y gloria ti, Señor Jesús.

Evangelio

también ustedes estén preparados

†Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 23-48

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo. Jesús dijo a sus discípulos;: "No temas rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino. Vendan sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen el el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el la ladrón, ni carcome la polilla. Porque donde está tu tesoro , ahí estará su corazón.
Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su Señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos quienes su Señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguró que se recogerá la túnica, los hará sentar en la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a media noche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos.
Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no lo dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre"
Entonces Pedro le pregunto a Jesús: "¿Dices esta parábola solo por nosotros o por todos?"
El Señor respondió:
"Supongan que un administrador, puesto por su amo en frete de la servidumbre, con su cargo de repartirles a su tiempo sus alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso este siervo, si el amo a su llegada lo encuentra,cumpliendo con su deber.
Yo les aseguro que lo pondrá al frente de todo lo que tiene. Pero si esté siervo piensa: 'Mi amo tardará en llegar' y empieza a maltratar a los criados y a las criadas, a comer, beber y a embriagarse, el día menos pensada y a la hora menos inesperada, llegará su amo y lo castigará severamente y le hará correr la misma suerte que los hombres desleales.
El servidor que conociendo la voluntad de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le da, se le exigirá mucho, y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más".
Palabra de Dios.

Gloria a ti, Señor. Se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Oremos, hermanos, a dios Padre todopoderoso, que tanto amó al mundo que le dio a su hijo único.
Respondemos: Roguemos al Señor.
Por la santa Iglesia de Dios: para que la unidad, la caridad mutua y el fervor reinen entre nosotros.
Roguemos al Señor.

Por la humanidad: para que casen en el mundo las guerras, las divisiones, los odios, los recelos y las misericordias, y recuperemos la esperanza en el amor.
Roguemos al Señor.

Por los que conociendo el amor, sufren los frutos del egoísmo: la soledad, la opresión, el desamparo: para que encuentren en su camino quienes le comprendan y le ayuden.
Roguemos al Señor.

Por nosotros mismos: para que abandonando todos los ídolos: dinero, prestigio, consumimos,... amemos al Señor con un corazón indiviso.
Roguemos al Señor.

Para que saliendo de nuestra mediocridad, sepamos llevar a plenitud la fe recibida en el bautismo, caminando así hacia la santidad que Dios exige de nosotros.
Roguemos al Señor.

Celebrante:
Padre que imitemos a tu Hijo, que pasó por la vida haciendo el bien, llevando así plenitud la ley; que te amemos sobre todas las osas y a nuestros hermanos como a nosotros mismos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, con bondad, estos dones que has puesto en manos de tu Iglesia, y con tu poder conviértelos en el sacramento de nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

El misterio de la salvación

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. El cual, compadecido del extravío de los hombres, quiso nacer de la Virgen; sufriendo en la cruz, nos libró de eterna muerte y, resucitando, nos dio vida eterna. Por eso con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Alaba, Jerusalén, al Señor, porque te alimenta con lo mejor de su trigo.

Oración después de la comunión

Que la recepción de esta Eucaristía nos confirme, Señor, en tu amor y nos ayude a conseguir la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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Meditación diaria

Décimo noveno Domingo
ciclo c

ESPERANDO AL SEÑOR

— Fundamentos de la esperanza teologal.

— Una espera vigilante. El examen de conciencia.

— La lucha en lo pequeño.

I. La Liturgia de la Palabra de este Domingo nos recuerda que la vida en la tierra es una espera, no muy larga, hasta que venga de nuevo el Señor. La fe que guía nuestros pasos es precisamente certeza en las cosas que se esperan1, como se lee en la Segunda lectura. Por medio de esta virtud teologal, el cristiano adquiere una firme garantía acerca de las promesas del Señor, y una posesión anticipada de los dones divinos. La fe nos da a conocer con certeza dos verdades fundamentales de la existencia humana: que estamos destinados al Cielo y, por eso, todo lo demás ha de ordenarse y subordinarse a este fin supremo; y que el Señor quiere ayudarnos, con abundancia de medios, a conseguirlo2. Nada debe desanimarnos en el camino hacia la santidad, porque nos apoyamos en estas "tres verdades: Dios es omnipotente, Dios me ama inmensamente, Dios es fiel a las promesas. Y es Él, el Dios de las misericordias, quien enciende en mí la confianza; por lo cual yo no me siento solo, ni inútil, ni abandonado, sino implicado en un destino de salvación que desembocará un día en el Paraíso"3. La Bondad, la Sabiduría y la Omnipotencia divinas constituyen el cimiento firme de la esperanza humana.

Dios es omnipotente. Todo le está sometido: el viento, el mar, la salud, la enfermedad, los cielos, la tierra... Y todo lo emplea y dispone para la salvación de mi alma y de todos los hombres. Ni un solo medio deja de poner para el bien de cada uno de sus hijos; también de quien parece estar solo y abandonado. La fuerza de Dios se pone al servicio de la salvación y santificación de los hombres. Solo el mal uso de la libertad puede hacer inútiles los medios divinos. Pero siempre es posible el perdón. Siempre es posible dejar abierta la puerta para que la esperanza nos invada. Dios es omnipotente; Dios lo puede todo, es nuestro Padre y es Amor4.

Dios me ama inmensamente, como si fuera su único hijo, no me abandona nunca en mi peregrinación por la tierra, me busca cuando por mi culpa me he perdido, me ama con obras, disponiéndolo todo para el bien de mi alma. El amor paterno y materno, con todo el atractivo que posee, es tan solo un pálido reflejo del amor de Dios.

Dios es fiel a sus promesas, a pesar de nuestros retrocesos, traiciones y deslealtades, de la falta de correspondencia a los requerimientos divinos. Él nunca nos falla, no se cansa, tiene paciencia, una paciencia infinita, con los hombres. Mientras caminamos por esta tierra, a nadie abandona por imposible, a nadie considera irrecuperable. A Dios siempre lo encontramos como el Padre del hijo pródigo que sale impaciente todos los días a ver si su hijo se divisa ya en la lejanía, y tiene una fiesta preparada para el hijo que retorna.

El Señor espera nuestra conversión sincera y correspondencia cada vez más generosa: espera que estemos vigilantes para no adormecernos en la tibieza, que andemos siempre despiertos. La esperanza está íntimamente relacionada con un corazón vigilante; depende en buena parte del amor5.

II. Jesús nos exhorta a la vigilancia, porque el enemigo no descansa, está siempre al acecho6, y porque el amor nunca duerme7. En el Evangelio de la Misa8 nos advierte el Señor: Tened ceñidas vuestras cinturas y las lámparas encendidas, y estad como quien aguarda a su amo cuando vuelve de las nupcias, para abrirle al instante en cuanto venga y llame.

Los judíos usaban entonces unas vestiduras holgadas y se las ceñían con un cinturón para caminar y para realizar determinados trabajos. "Tener las ropas ceñidas" es una imagen gráfica para indicar que uno se prepara para hacer un trabajo, para emprender un viaje, para disponerse a luchar9. Del mismo modo, "tener las lámparas encendidas" indica la actitud propia del que vigila o espera la venida de alguien10. Cuando el Señor venga al fin de la vida, nos debe encontrar así, preparados: en estado de vigilia, como quienes viven al día; sirviendo por amor y empeñados en mejorar las realidades terrenas, pero sin perder el sentido sobrenatural de la vida, el fin a donde se ha de dirigir todo; valorando debidamente las cosas terrenas –la profesión, los negocios, el descanso...–, sin olvidar que nada de esto tiene un valor absoluto, y que debe servirnos para amar más a Dios, para ganarnos el Cielo y servir a los hombres; haciendo un mundo más justo, más humano, más cristiano.

Poco tiempo nos separa de ese encuentro definitivo con Cristo, cada día que pasa nos acerca a la eternidad. Puede ser este mismo año, o el que viene, o el siguiente... De todas formas, siempre nos parecerá que la vida ha ido muy deprisa. El Señor vendrá en la segunda o en la tercera vigilia... "Y como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según la amonestación del Señor, que vigilemos constantemente para que, terminado el único plazo de nuestra vida terrena (Heb 9, 27), merezcamos entrar con Él a las bodas y ser contados entre los elegidos"11. Vendrá, para quienes han vivido de espaldas a Dios, como algo completamente inesperado: como ladrón en la noche12. Sabed esto: si el dueño de la casa conociera a qué hora va a llegar el ladrón, no permitiría que se horadase su casa. Vosotros, pues, estad preparados... Y comenta San Juan Crisóstomo que "con esto parece confundir a aquellos que no ponen tanto cuidado en guardar su alma, como en guardar sus riquezas del ladrón que esperan"13.

"A la vigilancia se opone la negligencia o falta de solicitud debida, que procede de cierta desgana de la voluntad"14. Estamos vigilantes cuando hacemos con hondura el examen de conciencia diario. "Mira tu conducta con detenimiento. Verás que estás lleno de errores, que te hacen daño a ti y quizá también a los que te rodean.

"—Recuerda, hijo, que no son menos importantes los microbios que las fieras. Y tú cultivas esos errores, esas equivocaciones –como se cultivan los microbios en el laboratorio–, con tu falta de humildad, con tu falta de oración, con tu falta de cumplimiento del deber, con tu falta de propio conocimiento... Y, después esos focos infectan el ambiente.

"—Necesitas un buen examen de conciencia diario, que te lleve a propósitos concretos de mejora, porque sientas verdadero dolor de tus faltas, de tus omisiones y pecados"15. El Señor debe encontrarnos preparados a cualquier hora en que se presente, en cualquier circunstancia.

III. Estaremos vigilantes en el amor y lejos de la tibieza y del pecado si nos mantenemos fieles en las cosas menudas que llenan el día. Si consideramos lo pequeño de cada jornada en el examen de conciencia, encontraremos con facilidad las señales que indican el camino y las raíces de posibles descaminos. Las cosas pequeñas son antesala de las grandes, y el amor vigilante se alimenta de lo pequeño; y cae en la tentación más grande quien descuida lo que parece sin importancia.

San Francisco de Sales señala la necesidad de luchar en las tentaciones menudas, pues son muchas las ocasiones que se presentan en una jornada corriente y, si se vence ahí, esas victorias son más importantes –por ser muchas– que si se hubiera vencido en una de más trascendencia. Además, aunque "los lobos y los osos son sin duda más peligrosos que las moscas", sin embargo "no nos causan tantas molestias, ni prueban tanto nuestra paciencia". Es cosa fácil –señala el Santo– "apartarse del homicidio, pero es dificultoso evitar las pequeñas cóleras", que suelen presentarse con alguna facilidad. "No es dificultoso el no hurtar los bienes ajenos; pero sí lo es el no desearlos. Fácil es el no levantar en juicio falso testimonio, pero difícil será el no mentir en conversaciones. Con facilidad nos apartaremos de la embriaguez, pero con más dificultad viviremos la sobriedad"16.

Las pequeñas victorias diarias fortalecen la vida interior y despiertan el alma para lo divino. Estas ocasiones se presentan con mucha frecuencia: vivir el minuto heroico al levantarse o al comenzar el trabajo; cuando dejamos a un lado esa revista insustancial que puede enredar el alma o es, al menos, una pérdida de tiempo y, siempre, una buena ocasión para vencer la curiosidad; en la mortificación a la hora de la comida; en la sobriedad en las reuniones sociales, en la locuacidad... Estamos seguros de que "tantas victorias cuantas ganemos contra esos pequeños enemigos, tantas piedras preciosas serán puestas en la corona de la gloria que Dios nos prepara en su santo reino"17.

Si hacemos un acto de amor en cada tentación, en todo aquello que en nosotros o en los demás puede ser origen de una ofensa a Dios, nos llenaremos de paz, y lo que podía haber sido motivo de derrota lo convertimos en una victoria. Además de este inmenso bien para el alma, asegura el mismo Santo que "cuando el demonio ve que sus tentaciones nos llevan a este divino amor, cesa de tentarnos"18.

Si somos fieles en lo pequeño nos mantendremos ceñidos, en vela, alerta ante el Señor que llega. Nuestra vida habrá consistido en una alegre espera, mientras llevamos a cabo ilusionadamente la tarea que nuestro Padre Dios nos ha encomendado en el mundo. Entonces comprenderemos con hondura las palabras de Jesús: Dichoso aquel siervo, al que encuentre obrando así su amo cuando vuelva. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Y Él está para venir; no dejemos de vigilar.

1 Heb 11, 1. — 2 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 17, a. 5 y 7. — 3 Juan Pablo II, Alocución 20-IX-1978. — 4 Cfr. G. Redondo, Razón de la esperanza, EUNSA, Pamplona 1977, p. 79. — 5 Cfr. J. Pieper, Sobre la esperanza, Rialp, 3ª ed., Madrid 1961, p. 48. — 6 1 Pdr 5, 8. — 7 Cfr. Cant 5, 2. — 8 Lc 12, 32-48. — 9 Cfr. Jer 1, 17; Ef 6, 14; 1 Pdr 1, 13. — 10 Sagrada Biblia, Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983, notas a Lc 12, 33-39 y 35. — 11 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 48. — 12 1 Tes 6, 2. — 13 San Juan Crisóstomo, en Catena Aurea, vol. III, p. 204. — 14 Santo Tomás, o. c., 2-2, q. 54, a. 3. — 15 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 481. — 16 Cfr. San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, IV, 8. — 17 Ibídem. — 18 Ibídem, IV, 9.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Santa Clara de Asís

Estas palabras resumen la vida y espíritu de Clara: 

"Yo, Clara, sierva de Cristo, pequeña planta 
de nuestro Padre Francisco"

"Seguir a Cristo tras las huellas de San Francisco en 
pobreza, humildad y caridad. Nadie ha realizado jamás 
con mayor plenitud el ideal concebido por un hombre 
como esta mujer" (Joergensen).

SU VIDA
Nació en Asís en 1194, poco se conoce de su infancia y adolescencia. A los 18 años se consagró a Cristo haciéndose cortar los cabellos y vistiendo el sayo oscuro de la orden de San Francisco que se había convertido para ella desde 1208 en el "loco, cuyas palabras le parecían inflamadas y sus obras sobrehumanas". Después de lo cual inició una vida de pobreza radical, renunciando a todo lo que tenia y prometiendo vivir sin poseer nada. Comenzaba así la Segunda Orden Franciscana: Las Damas Pobres o Clarisas. Esto sucedía en Santa María de los Angeles (Porciúncula), la iglesia restaurada por San Francisco. En 1228 obtenía del Papa el "privilegioum paupertatis" de vivir totalmente de limosnas.

El ideal de San Francisco lo realizaba Clara y un grupo de mujeres de Asís y de toda Italia. Cuarenta y tres años vivió Clara este ideal sin salir del convento. En vida pudo ver como su orden se extendía por España (43 conventos en el siglo XIII, Bohemia, Francia, Inglaterra). Dos veces logró hacer huir a los sarracenos, alistados en el ejército de Federico II, con solo mostrarles desde la ventana del dormitorio la custodia con el Santísimo Sacramento (1240), o exhortando a las hermanas a la oración, estando totalmente inmovilizada a causa de sus continuos dolores.

Murió en San Damián, a las afueras de Asís, el 11 de Agosto de 1253. Fue canonizada solo dos años después por Alejandro IV. Dejó cuatro cartas, la Regla y el testamento. "Vete en paz ya que has seguido el buen camino; vete confiada, ya que tu creador te ha santificado, custodiado incesantemente y amado con la ternura de una madre con su hijo". "Oh Dios, bendito seas por haberme creado". Estas fueron las últimas palabras de una gran mística llena de alegría y de amor a Dios y a los hombres. Fiesta, 11 de Agosto.

Documental EWTN: http://gloria.tv/?media=35018

Película EWTN/Paulinas: http://gloria.tv/?media=50097 (el primero de varios)

Miniserie recomendable de Lux Vide: http://www.youtube.com/watch?v=tXAkWhRuM_4 (el primero de 20)

Se pueden bajar con vdownloader y unir con avidemux.

Se puede comprar el DVD en:

http://www.paulinas-sal.org/

http://www.paulinas.org.ve/prodshow.cfm

www.paulinas.com.mx/loNuevo.swf

www.paulinas.org.bo/

www.paulinas.org.co/dvd.htm

www.dvdgo.com/dvd-clara-y-francisco/1302195/127026

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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Alejandro el Carbonero, Santo Mártir y Obispo, 11 de agosto  

Alejandro el Carbonero, Santo

Mártir y Obispo

Martirologio Romano: En Comana, en el Ponto (Armenia), san Alejandro, de sobrenombre Carbonero, obispo, que a partir de la filosofía alcanzó la eminente ciencia de la humildad cristiana y, elevado por san Gregorio Taumaturgo a la sede episcopal de aquella Iglesia, fue célebre no sólo por su predicación, sino también por haber sufrido el martirio por el fuego (s. III).

 


Cuando Alejandro vive la historia que va haciendo día a día con su vida corren tiempos de paz para la Iglesia. La tranquilidad del momento parece haber desterrado para siempre a la persecución; del amor a Jesucristo amasado en el riesgo, el miedo, la huida, el pánico a la denuncia y la decisión última de cambiar la vida presente por la eterna se va pasando paulatinamente y casi sin advertirlo a un periodo de baja tensión entre los cristianos, muchos de los cuales sólo conocían a los mártires de oídas; entra pereza en bastantes y se comienzan a detectar corrientes que tienden a procurarse una manera de ser cristiano más cómoda, apoltronada y fácil. Se descuida el esfuerzo para asistir a las vigilias nocturnas al tiempo que aumenta el lujo y la preocupación por los bienes terrenos.

En Asia Menor se ha hecho el cristianismo la religión preponderante. En las regiones próximas a las riberas del mar Negro la nueva doctrina se propaga como un incendio; Frigia y Bitinia están completamente evangelizadas; la provincia del Ponto, desde siempre refractaria al Evangelio, la abraza repentinamente con un ardor sin antecedentes por la labor del misionero y taumaturgo Gregorio, discípulo de Orígenes, obispo de Neocesarea, que sólo encontró en la ciudad a diecisiete cristianos, cuando llegó a principios del siglo. Con esfuerzo pudo alzar una iglesia en el centro de núcleo urbano y logró en no mucho tiempo un número tan elevado de conversiones que pronto comenzaran a menguar los sacrificios y luego fueran las mismas gentes las que acabaran destruyendo las imágenes de los ídolos. Ahora ha subido su fama de santo y sabio como la espuma y vienen de las ciudades próximas a pedir consejo en la forma de organizar las iglesias.

Eso fue lo que pasó con Comana. Muerto su pastor, necesitan reponer obispo y quieren que presida Gregorio y sea él quien imponga las manos al elegido. Eran los modos usuales en aquellos momentos; presentados los candidatos por el clero local y por los fieles, se procedía a la elección y los obispos presentes lo consagraban como obispo. Parece que no dio entonces mal resultado el método porque el mismísimo emperador Septimio Severo llegó a proponer nombrar a los gobernadores romanos al estilo de los cristianos con sus obispos, interrogando la opinión pública. En Comana, alguien propone a un sabio letrado como candidato, otra facción señala al penitente austero, un grupo da el nombre de un rico propietario. Ante la falta de acuerdo en señalar a un líder que pueda ser consagrado como pastor de todos, el obispo Gregorio dirige la palabra a los cristianos reunidos recordándoles que los Apóstoles no fueron ricos, ni sabios, ni poderosos, pero tuvieron tanto amor al Señor que sufrieron y murieron por Él; les anima a que tuvieran en cuenta lo importante y necesario, dando de lado a otros criterios y les pide que se pongan de acuerdo en elegir a un hombre caritativo, fervoroso, trabajador, honrado y de limpias costumbres. Entre la muchedumbre se oyó una voz clara, aunque insegura o más bien tímida: "Alejandro, el Carbonero". A continuación se oyeron risas, carcajadas y comentarios. Gregorio lo manda traer y al rato aparece un hombre de rudo aspecto, alto, vestido con ropas de pueblo, tiene callosas las manos, las cejas pobladas y el pelo revuelto. Se hace un profundo silencio. El Taumaturgo ha fijado en él la mirada y a aquella multitud expectante les dice: "Ahí tenéis a vuestro obispo Alejandro". Primero estupefactos, luego protestones y finalmente gritan con burlas a la decisión del obispo. Tiene que calmar a las turbas y ponerles al corriente de lo que ha pasado en poco tiempo: ha visto en los ojos del carbonero su vida, fue en otro tiempo adinerado y amigo de gastar en juergas el dinero, tuvo la gracia de la conversión, hizo penitencia, estudió las enseñanzas de los Apóstoles y decidió pasados los años volver con su pueblo sin que nadie conociese su identidad para vivir honradamente y haciendo buenas obras para reparar algo el mal ejemplo que dio. "Ahora, ahí lo tenéis y tomadlo como obispo".

Y bien que supo serlo: grave y paternal, consuelo de pobres, alivio de enfermos, apoyo de vacilantes y fuerza para el fervoroso; elocuente y sencillo, más tosco que elegante, pero claro y sereno al reprimir los vicios.

Cuando llegó la persecución de Decio, se reavivó en Comana la antigua exigencia cristiana. Y mientras Gregorio tuvo que huir con los suyos a esconderse en los desiertos porque no se fiaba de sus ovejas -bien las conocía y las sabía faltas de raíces profundas- tan fácilmente convertidas y bautizadas, su amigo y vecino Alejandro el Carbonero daba su vida heróicamente por Jesucristo en un ejercicio de sublime renunciamiento.

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Fuente: misa_tridentina.t35.com
Susana, Santa Mártir, 11 de agosto.  

Susana, Santa

Mártir

Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Susana, bajo cuyo nombre, celebrado entre los mártires en los anales antiguos, en el siglo VI fue dedicada a Dios la basílica del Título de Gaio, junto a las termas de Diocleciano (s. inc.).

Etimológicamente: Susana = Aquella que conserva la pureza o la gracia, es de origen hebreo.

 

La Iglesia celebra junto con San Tiburcio a Santa Susana virgen y mártir. Se cuenta que era hija de un sabio sacerdote llamado Gabino y sobrina del Papa San Cayo. Era tan encantadora como bella y su erudición igualaba a la de su padre. El emperador Diocleciano, que buscaba esposa para su hijastro Maximiano, oyó tantas alabanzas de Susana, que mandó a Claudio, un tío de la joven que trabajaba en la corte, a decir a Gabino que quería casar a Susana con Maximiano. Pero, en cuanto Susana se enteró del honor con que la distinguía el emperador, declaró que era esposa de Cristo y que no podía aceptar otro marido. Su tío Claudio fue, sin embargo, a visitarla y la saludó con un beso y, al ver que Susana se resistía a aceptarlo, le explicó que se trataba de una simple muestra de afecto. La joven replicó: "Lo que me repugna no es el beso sino tu boca, profanada por los sacrificios a los ídolos." Claudio le preguntó: "¿Cómo puedo limpiar mi boca?" "Arrepiéntete y recibe el bautismo", fue la respuesta.

La actitud de Susana en el asunto del matrimonio con Maximiano, impresionó tanto a Claudio, que se instruyó y recibió el bautismo, junto con su esposa, Prepedigna, y sus dos hijos. En seguida, puso en libertad a sus esclavos y repartió sus bienes entre los pobres. Como Claudio no volviese a la corte,

Diocleciano envió a su hermano Máximo, otro cortesano, a averiguar la respuesta de Susana y a preguntar por la salud de Claudio, a quien creía enfermo. Máximo encontró a Claudio muy consumido por las penitencias, y éste le comunicó la decisión de Susana. Ambos fueron juntos a visitar a la joven y, después, discutieron el asunto con Gabino y el Papa San Cayo. Los cuatro hermanos comprendieron que no tenían derecho a apartar a Susana de su vocación, a pesar del peligro en que ello ponía a toda la familia. Máximo recibió también el bautismo y repartió sus bienes a los pobres. Cuando Diocleciano se enteró de la decisión de Susana y de la conversión de los dos hermanos, montó en cólera y dio permiso a uno de sus favoritos, llamado Julián, quien quería vengarse de ellos, de arrestar a todos los miembros de la familia y hacer de ellos lo que quisiese.

Temiendo tal vez que Diocleciano se arrepintiera, Julián mandó trasladar inmediatamente a Máximo y Claudio y a la esposa y los hijos de este último a Cumas, donde los quemó vivos y ordenó que sus cenizas fuesen arrojadas al mar. Santa Susana y su padre fueron decapitados en su propia casa.

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Fuente: ACI Prensa
Luis Biragui, Beato Sacerdote Fundador, 11 de agosto  

Luis Biragui, Beato

Fundador del Instituto de las Religiosas de Santa Marcelina

Martirologio Romano: En Milán, Italia, beato Luis Biraghi, presbítero y fundador (1879).

 

Nació en Vignate (Milán, Italia) el 2 de noviembre de 1801. Era el quinto de los ocho hijos de Francesco Biraghi y Maria Fina. Poco después de su nacimiento, la familia se trasladó a Cernusco sul Naviglio, un pueblo cercano.

A los doce años Luis entró en el seminario menor de Castello sopra Lecco. Luego, prosiguió sus estudios sacerdotales en los seminarios mayores de Monza y de Milán. En la catedral de Milán recibió la ordenación sacerdotal el 28 de mayo de 1825.

Fue destinado inmediatamente a la enseñanza en los seminarios de Castello sopra Lecco, Séveso y Monza.

En 1833 lo nombraron director espiritual del seminario mayor de Milán.

En 1848 volvió a la enseñanza, pero a causa de las vicisitudes políticas que se produjeron en Italia durante esos años, sobre todo en Lombardía y Venecia, fue destituido de su cargo por los austriacos en 1850.

En 1855 fue nombrado doctor —y desde 1864 viceprefecto— de la prestigiosa Biblioteca Ambrosiana y canónigo honorario de la basílica de San Ambrosio. En 1873 Pío IX le concedió el título de prelado doméstico de Su Santidad.

Ese Pontífice lo apreciaba mucho, hasta el punto de que en 1862 le dirigió una carta autógrafa para que, usando su gran influencia, actuara de mediador y pacificador entre el clero milanés, dividido por entonces en dos facciones: los promotores de la nueva unidad nacional italiana, que se estaba concretando, y los defensores del poder temporal de los Papas.

Mons. Biraghi era hombre de gran cultura y profunda vida interior; apasionado estudioso de patrología y arqueología.

Y precisamente su conocimiento y admiración por la antigüedad cristiana, y su devoción por san Ambrosio, hicieron que surgiera en él la idea de fundar el instituto de las Religiosas de Santa Marcelina, para renovar el ideal de la virginidad consagrada, típica de la Iglesia primitiva, dedicándose simultáneamente a la educación de la juventud femenina (santa Marcelina, hermana mayor de san Ambrosio, recibió el velo de las vírgenes consagradas de manos del Papa Liberio en la Navidad del año 353, y colaboró con su hermano obispo en Milán).

Mons. Biraghi fundó el instituto en 1838, en Cernusco sul Naviglio, con la colaboración de la madre Marina Videmari (1812-1891), que fue la primera superiora y la continuadora de la obra después de la muerte del fundador.

Pronto abrió otras casas, como colegios y escuelas, en varias ciudades.

Ya sin compromisos pastorales directos, mons. Biraghi dedicó todas sus energías, hasta el fin, a la formación espiritual de sus religiosas y a la organización de la nueva congregación.

Murió el 11 de agosto de 1879, a los setenta y ocho años, en Milán. Fue sepultado en el panteón familiar, en Cernusco sul Naviglio. En 1951 sus restos fueron trasladados a la capilla de la casa madre de las Religiosas de Santa Marcelina, en ese mismo pueblo.

Fue beatificado por S.S. Benedicto XVI el 30 de abril de 2006 en ceremonia realizada en Milán, Italia.

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Fuente: LaVerdadCatólica.org
Mauricio Tornay, Beato Presbítero y Mártir, 11 de agosto  

Mauricio Tornay, Beato

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En los confines del Tibet, beato Mauricio Tornay, presbítero y mártir. Era canónigo regular de la Congregación de los santos Nicolás y Bernardo de Monte Giove (Gran San Bernardo). Anunció con empeño el Evangelio en China y en el Tibet, y recibió la muerte a manos de los enemigos del nombre cristiano (1949).

 

Es el séptimo de ocho hermanos. Nace en Rosiere (comuna de Orsieres, cantón de Valais), Suiza. Sus padres le forman en la fe católica. Estudia en la escuela del lugar; al regresar, ayuda a sus padres en el establo y la huerta. Después de su primera comunión, el niño se torna más atento. Está internado por seis años en el colegio de la abadía de San Mauricio, donde destaca por ser fervoroso; después de sus estudios secundarios, ingresa al noviciado de los canónigos Regulares de San Bernardo, donde expresa: "Cumplir con mi vocación de abandonar el mundo y dedicarme por completo al servicio de las almas para conducirlas a Dios, y salvarme yo mismo" (1931). Su voluntad de ser misionero es férrea; por lo mismo, al escribir a su hermana, le dice: "Hay tantos paganos que nos llaman... Nuestra salud, nuestra carne, es para ellos... Cuanto más vivo más convencido estoy de que el sacrificio y la entrega de uno mismo tienen sentido y son lo único que dan sentido a estos días... ". Su actividad se interrumpe cuando en 1934 es sometido a una intervención quirúrgica, momento en el cual sus dolores los ofrece a Dios y señala: "Las penas bien soportadas de un día tienen más mérito que si hubieras rezado todo el día... Nuestras pequeñas penas poseen un valor infinito si las unimos a Cristo". Hace sus votos solemnes en 1935 y es enviado a misionar en Weishi, Yun-nan (suroeste de China), en la frontera con el Tíbet, actual territorio de China. Ahí continúa estudios y aprende el idioma chino. Vive entregado a la oración, la Misa y la reflexión. Recibe la ordenación sacerdotal en 1938, ejerce su ministerio y está a cargo del seminario. Un año después estalla la guerra: China es invadida por Japón y las fronteras tibetanas son dominadas por la tropa.

El padre Mauricio necesita pedir limosnas para alimentar a los seminaristas. Antes de terminar el conflicto bélico (1945), es nombrado párroco de Yerkalo (al suroeste del Tíbet), donde el lama Gun-Akhio es soberano en todos los aspectos y odia a los misioneros; por lo que, en enero de 1946, es conducido al exilio en Pamé, Yunnan, China, donde se dedica a hacer oración, visitar a los lugareños y cuidar enfermos. En julio de 1949, disfrazado con hábito tibetano y afeitado, se dirigió a Lhasa, capital del Tíbet, para obtener del Dalai-Lama la libertad religiosa para los cristianos de Yerkalo; aun siendo reconocido continuó. Cuando llega a Tothong, varios guardias disparan sobre él, por lo que cae muerto. Su sacrificio no es inútil, ya que en la actualidad la fe católica predomina en Yerkalo. Así se hizo realidad uno de sus pensamientos de adolescente: "El día de la muerte es el más feliz de nuestra vida. Ante todo, hay que alegrarse, pues significa la llegada a la verdadera patria".

Beatificado por Juan Pablo II el 16 de mayo de 1993.

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Fuente: ArchiValencia.org
Rafael Alonso Gutiérrez, Beato Mártir Laico, 11 de agosto  

Rafael Alonso Gutiérrez, Beato

Mártir

Martirologio Romano: En la aldea Agullent, en el territorio de Valencia, en España, beato Rafael Alonso Gutiérrez, mártir, que era padre de familia y, en el furor de la persecución contra la fe, derramó su sangre por Cristo. Con él se conmemora también al bienaventurado mártir Carlos Díaz Gandía, que este mismo día y en la misma localidad recibió la vida eterna por la defensa de la fe (1936).

 

El Rafael Alonso Gutiérrez nació el 14 junio de 1890 en la ciudad de Onteniente. El 24 septiembre de 1916, a la edad de veinticuatro años, contrajo matrimonio canónico con Adelaida Ruiz Cañada. Formaron un hogar cristiano bendecido por Dios con 6 retoños de los cuales dos murieron pequeños; las cuatro hijas se llaman Isabel, Adelaida, Dolores y Elena. Vivió auténticamente su vocación laical, tratando de impregnar de espíritu evangélico la realidad temporal en la cual la Providencia divina lo llevó a ejercer su trabajo cotidiano al servicio y en la construcción de la sociedad civil valenciana como Administrador de Correos en Albaida y posteriormente en Onteniente.

Hombre profundamente religioso, movido por del Espíritu Santo se dedicó al apostolado organizado siendo miembro de varias asociaciones laicales como la Adoración nocturna, Asociación del Sagrado Corazón de Jesús, Terciario Franciscano, Escuela de Cristo y Asesor de los Jóvenes de Acción Católica. Fue secretario de la Legión Católica. Fue presidente de los Hombres de Acción Católica y de la Junta parroquial, colaboró en estrecha relación con el arcipreste de Onteniente en la catequesis parroquial. Por la intensa actividad apostólica que realizaba era considerado por los enemigos de la Iglesia como el principal católico de la ciudad y por eso lo arrestaron y asesinaron.

Quienes le conocieron afirman que Rafael Alonso Gutiérrez era de temperamento serio, fuerte y vivo. De carácter bondadoso mostraba alegría y entereza cuando las circunstancias lo aconsejaban. Los testigos interrogados en el proceso, acerca de las virtudes practicadas por el Beato, describen una personalidad moral rica en la cual brillan las virtudes infusas en el bautismo dentro de las cuales se subrayan especialmente los aspectos específicos de la espiritualidad laical. Lo describen como un fiel laico auténtico, coherente que cumplió con exactitud sus deberes profesionales, formó un hogar cristiano, educó en la fe a sus hijos y se comprometió activamente en el apostolado.

En los días previos a la revolución Rafael Alonso Gutiérrez era consciente de la situación que estaba por afrontar: la persecución religiosa y el probable martirio. Uno de los testigos, depone: "Su estado de ánimo en los días previos a la Revolución fue de un luchador entusiasta en disposición para afrontar el martirio, lo que presentía desde el primer momento, como repetidamente se lo oí de sus propios labios. El Beato se dedicó con otros católicos a custodiar las iglesias en los meses que precedieron a la Revolución".Y continúa diciendo: "Durante la dictadura ocupó el cargo de Secretario de la Legión Católica, y después en la Acción Católica desempeñó el mismo cargo. También fue Presidente de la Junta Parroquial, Consejero del Sr. Arcipreste, catequista infatigable, colaborador asiduo en una revista llamada 'Paz cristiana'. Como hombre culto intervino en muchos círculos de estudios y conferencias de propaganda cristiana. Por todo lo cual sufrió muchas denuncias y molestias hasta ser detenido algunas veces. Era considerado por los enemigos de la Iglesia como un católico muy destacado".

Otro colega del Beato, afirma: "En los días que precedieron a la Revolución y siguieron, se mostró con igualdad de ánimo y optimista. Dentro de la consiguiente preocupación conservó siempre su alegría de espíritu. Hizo vida normal hasta el momento de su detención".

La esposa del Beato, declara: "Mi marido junto con Carlos Díaz y alguno más, ofrecieron en la Vigilia de la Adoración nocturna del 24 de Julio, su vida por la salvación de España". Continúa diciendo la Sra. Adelaida Ruiz Cañada, esposa del Beato: "El se sentía perseguido y no se escondió haciendo vida natural". En el mismo modo manifiesta su hija Adelaida: "Ante la inminencia de la revolución estaba apenado, no acobardado. Nunca asintió a nuestras insistencias a que se ocultara, diciendo que sucedería lo que Dios quisiera, continuando su vida normal hasta el último momento".

El 4 de agosto de 1936 fue detenido por unos milicianos en su casa. La esposa del Beato, afirma: "En los primeros días de agosto... hacia las 11 de la noche y estando oyendo por la radio cómo comentaban sarcásticamente el incendio y saqueo de la parroquia de los Santos Juanes de Valencia, llamaron a la puerta y mi marido dijo: 'Ya vienen por mí'. Salí a abrir la puerta y los milicianos dijeron que venían por el Beato para que hiciera unas declaraciones, y él, sin ninguna protesta, marchóse, y yo desde el balcón le vi alejarse siendo conducido a la profanada iglesia de San Francisco y aunque algunos vecinos le ofrecieron colchón los rojos lo impidieron". En el mismo modo su hija Adelaida, dice: "Fue detenido el 4 de agosto de 1936 después de cenar y rezar el rosario en familia, estando yo presente. Vinieron unos milicianos armados llamando con violencia a la puerta. No permitió que abriéramos nosotros, sino que salió él. Le detuvieron y le dijeron que los acompañara, a lo cual accedió de buena voluntad. Se despidió de nosotros, diciendo a mi madre que probablemente él no volvería, que nos educaba en el temor de Dios y el amor a la Patria y que no confiara en nadie más que en Dios y en sus fuerzas, que por mucho que le insistieran, que no nos llevara al Colegio de huérfanas, porque estaba regido por masones, que si podía nos diera un medio de vida independiente, y que lo demás, Dios lo haría. Nos abrazó a todos y se marchó".

Además de los supervivientes ya señalados, fue compañero de detención el cura Arcipreste de Onteniente, Don Juan Belda, también mártir. La vida en prisión estuvo caracterizada por malos tratados y vejaciones morales que los Beato supieron llevar con entereza cristiana.

Un compañero de Rafael Alonso, el Sr. Eduardo Latonda Puig, testifica: "En la cárcel nos obligaban a la limpieza de las letrinas, suelos e incluso a subir a los hornacinas de los retablos vacíos para que hiciésemos de imágenes de santos y después al bajar o mientras estábamos en el altar en posturas incómodas non golpeaban con cables de acero". Y la esposa del Beato, afirma: "Todos los días mi hija y un sirviente le llevaban la comida a la cárcel. [Mi marido se interesaba] por todos nosotros. Sé por compañeros de prisión que barrían las capillas".

Tortura y simulacro de fusilamiento

El 6 de agosto unos milicianos trasladaron a Rafael Alonso y Carlos Díaz, junto con Eduardo Latonda, a la cercana población de Ayelo de Malferit, con el pretexto de hacerles declarar. Allí fueron sometidos a varias torturas y les dieron una gran paliza. Después los retornaron a Onteniente. Así lo testimonia el mismo Sr. Eduardo Latonda Puig: "Sobre las 7 de la tarde del 6 de agosto de 1936 el Comité de Salud Pública determinó y nos sacaron: al Beato, a Carlos Díaz y a mí y nos condujeron en un autobús de línea de la 'Concepción' a Ayelo de Malferit, custodiados y vigilados por milicianos y nos bajaron a la puerta del palacio de los Marqueses de Malferit donde estaba todo el pueblo congregado. El pueblo nos recibió en medio de escarnios e insultos. Después de un breve intercambio entre los milicianos nos condujeron a la prisión municipal, donde al cabo de unas horas nos dieron un botijo de agua y dos sillas y más tarde el cartero de la población nos trajo una cena suculenta en atención a Rafael Alonso Gutiérrez. El Beato tomó tan solo un poco de pan y algunos sorbos, y nos aconsejó que cenáramos pronto para rezar el santo rosario y otras devociones. Al finalizar uno de los rosarios el Beato con lágrimas en los ojos nos dijo: "A vosotros dos no sé si os matarán, a mí sí; no pido más que cuiden de mis hijas y que no les falte nada". Alrededor de las tres y media los milicianos rojos se presentaron en la prisión y preguntaron por el más joven de los tres, que era yo mismo. Me sacaron de la cárcel y en medio de la expectación del pueblo, brazos en alto me condujeron al Cementerio distante aproximadamente un kilómetro y me introdujeron en el oratorio del Cementerio donde me preguntaron por el arsenal de armas. Dije la verdad, que no existía nada de esto y al salir de la capilla me dieron unos golpes con palas de raíz de olivo y me devolvieron a la población encarcelándome en el oratorio privado de los Sres. Colomer convertido en cárcel después de haber sido profanado. Desde allí, a través de la ventana, alrededor de las cuatro vi pasar a Carlos Díaz brazos en alto apuntado por los cañones de los fusiles y a quien oí regresar después para volverlo a la prisión de la que sacaron en aquel momento al Beato Rafael Alonso que abatido, brazos en alto, fue conducido del mismo modo que los anteriores y que regresó al cabo de mucho tiempo, totalmente abatido, gimiendo de dolor por las heridas recibidas, dejándole encerrado en la casa de un cura ocupada por los rojos. A las ocho de la mañana recibí la visita de mi padre que venía acompañado del secretario comarcal de la F.A.I. quien habló con el Comité Rojo de Malferit, y logró que nos trasladasen a Onteniente y así lo hicieron aquella misma tarde con otro autobús de 'Montas y Morales'. Durante el trayecto nos contó Rafael Alonso Gutiérrez que cuando le llevaron al Cementerio le quitaron la chaqueta, se puso las manos en la cabeza y allí perdió el sentido a fuerza de golpes y efectivamente durante el regreso no se pudo poner la chaqueta. Llegamos a Onteniente en el preciso momento que trasladaban a los presos de la iglesia de San Francisco a la de San Carlos. El Beato [Rafael Alonso] no pudo cargar con su equipaje que tenía, debido al estado lastimoso en que se encontraba. El Beato, tendido de bruces sobre una colchoneta no quiso que nadie le viese la espalda hasta que llegó el médico D. Rafael Rovira, ya fallecido, quien le descubrió las espaldas y pude ver que estaba desollado desde los hombros hasta las nalgas, con heridas de puntapiés en las piernas. El médico le curó las heridas. Hasta que le sacaron para matarle no pudo dormir, rezando continuamente, comía muy poco lo que le llevaba su familia".

Y agrega: "Los de Ayelo al devolvernos a Onteniente dijeron: 'Arreglaos con ésos pues son más duros que la piedra'. Los de Ayelo se ensañaron de una manera especial con el Beato Rafael Alonso y durante toda su permanencia en la cárcel fue sometido a una vigilancia y disciplina rigurosa teniéndole separado de los demás".

Rafael Alonso Gutiérrez vivió estas torturas con ánimo cristiano y cuando sus compañeros de prisión le preguntaron quienes lo habían apaleado él supo perdonarlos, así lo afirma el testigo Sr. Juan Micó Penadés: "Al interrogarle para que nos dijese quienes le habían apaleado manifestó 'que no interesaba, que eso quedaba en las manos de Dios y no les guardaba rencor'".

La esposa del Beato, confirma estos hechos diciendo: "Al cabo de unos cinco días y pasando yo por la puerta de S. Francisco vi que se lo llevaron en un coche a mi marido que se hizo el distraído por no afligirme, junto con Carlos Díaz y Eduardo Latonda. Luego me enteré de que fueron llevados a Ayelo de Malferit donde fueron torturados en el Cementerio de dicha población, y se ensañaron especialmente con mi marido, como pude comprobar al enterrarle. Vi que tenía un trozo de algodón en sus espaldas que le pusieron sus compañeros para que pudiese soportar el vestido. De Ayelo regresaron a Onteniente, siendo llevados a S. Carlos otra iglesia convertida en prisión". Y un compañero de prisión depone: "El mismo nos contó que le hicieron simulacros de asesinato enterrándole vivo dejándole solo la cabeza fuera e intimándole a que renegara de su fe y disparando tiros al aire. Todo esto lo manifestó con una calma y tranquilidad admirable que traslucía su gozo interior"".

Mientras estaban en la cárcel, convencidos que le habrían de asesinar, mantuvieron la entereza cristiana que era típica en ellos: pasaban los días enteros en oración, con una total confianza en la voluntad de Dios.

Un compañero de prisión del Beato, afirma: "A las pocas horas de su ingreso en la cárcel llegue yo también detenido y le encontré con la disposición integra y la entereza cristiana típica en él". Otro amigo declara: "Fue detenido y encerrado en la profanada iglesia de S. Francisco. A continuación detuvieron a unos cuarenta. Mostró una entereza de ánimo extraordinaria, exhortándonos a ponernos en manos de la divina providencia". Y un testigo de oficio, corrobora los hechos diciendo: "Fue detenido el día 4 de agosto de 1936 y llevado a la iglesia de San Francisco y allí encontré al Beato, que estaba muy triste y llevaba una vida muy recogida y de mucha oración".Y agrega: "Hasta que lo sacaron para matarle no pudo dormir, rezando continuamente, comía muy poco lo que le llevaba la familia". Y continúa diciendo: "Al finalizar uno de los rosarios el Beato con lágrimas en los ojos nos dijo: 'A vosotros dos no sé si os matarán, a mí sí; no pido más que cuiden de mis hijas y que nos les falte nada'". Y su esposa dice: "El día 10 de agosto, hacia el mediodía, le llevé la comida y me hizo determinados encargos sobre la educación y porvenir de los hijos. Me dijo que todo le dolía, que no podía dormir, pero que aquello no tenia importancia, y me despidió diciéndome que tuviese confianza en Dios que nada me faltaría".

Ejecución

La noche del 11 de agosto de 1936 sacaron de la prisión a Rafael Alonso Gutiérrez, a Carlos Díaz Gandía y a otro compañero, el doctor José María García Marcos. A los tres los asesinaron con disparos de arma de fuego en el término municipal de Agullent, población cercana a Onteniente. La Sra. Adelaida Alonso Ruiz, hija del Beato, depone: "Fue llevado por la carretera Albaida hasta el término de Agullent juntamente con Carlos Díaz y José García Marcos. Los tres murieron perdonando a los enemigos y dando vivas a Cristo Rey. Los compañeros murieron en el acto y mi padre quedó agonizante". Y agrega: "Los milicianos contaron posteriormente el valor y la entereza de los tres hasta el último momento, pues les habían ofrecido, si renegaban, volverlos a Onteniente, y ellos prefirieron seguir el camino".

Un compañero de prisión y testigo de oficio, afirma: "El comentario de los rojos fue que el Beato había muerto diciendo: '¡Viva Cristo Rey!'". Y quien aporta un detalle elocuente que explica el que Rafael Alonso superviviese al tiroteo es su amigo y compañero, el Sr. Eduardo Latonda Puig quien, al atestiguar sobre el Beato Carlos Díaz Gandía agrega: "El Beato salió para el martirio la noche del 11 de agosto de 1936. Con él también iba Rafael Alonso. Ambos fueron conducidos a la carretera de Albaida cerca de Agullent. El Beato en el momento de disparar se adelantó a los milicianos cubriendo con su cuerpo el de Rafael Alonso. Esto lo sé por lo que dijeron los mismos milicianos". Otro compañero de prisión afirma: "Hubo reunión de dirigentes en lugar de juicio, en que decidieron el orden en que habían de asesinar a los primeros, y antes que a ninguno a Carlos Díaz. Dormíamos en la misma capilla, habilitada como celda, y en la madrugada del día 11 de Agosto subieron los milicianos y enfocándole con la lamparilla eléctrica le obligaron a levantarse a puntapiés, sacándole junto con D. Rafael Alonso y José M. García. Les subieron en un taxi y les llevaron por la carretera de Agullent". Y agrega: "Al llegar al entrador de dicho pueblo, en la curva en donde se inicia una bajada en dirección a Albaida, les hicieron bajar y casi a bocajarro les dispararon varios tiros de escopeta y pistola y según manifestaron los propios asesinos al volver a la cárcel, Carlos Díaz sacó una estampa de la Virgen y se la puso en la frente, llevando la estampa a la herida. Serían las dos a lo más de la madrugada".

Muere perdonando a sus asesinos

Pero Rafael Alonso no murió en el acto, sino que quedó malherido en el vientre. A las pocas horas recobró el conocimiento y pidió socorro por señas a alguien que pasó por allí. La persona que vio las señas del herido acudió presurosa a dar cuenta de ello al Comité de Onteniente, y de allí salió una comisión con intención de acabar con él; pero entretanto llegaron gentes de Agullent, que recogieron al herido y lo trasladaron al convento de las Religiosas Capuchinas, donde le prodigaron algunos auxilios. Fue atendido por un sacerdote que pudieron encontrar. Poco pudo hablar por el estado tan grave en que se encontraba y murió alrededor de las tres de la tarde, perdonando a los que le habían herido, bendiciendo a Dios. No quiso delatar los nombres de los asesinos y exhortó a todos sus familiares a perdonar a sus verdugos con verdadera caridad cristiana. Falleció en la calle del Maestro Tormo, 5, de Agullent, a las 12 horas.

El Sr. Luis Amorós Ferri, alcalde que era de Agullent cuando fue asesinado el Beato, declara: "En los primeros días del mes de agosto de 1936 siendo yo alcalde de Agullent vino a mi casa hacia las 4 de la mañana un guardia rural y me dijo que en la carretera de Albaida Onteniente, cerca del cruce de Agullent, había tres hombres muertos. Inmediatamente me dirigí a dicho lugar acompañado del secretario del Ayuntamiento; vi a unos 100 metros y en un campo separado de la carretera un cadáver 100 ms. más lejos a dos, uno de los cuales era el Beato que estaba malherido y el otro era el cadáver de Carlos Gandía. El Beato pedía auxilio, haciendo señales con la mano. Llegamos junto a él y nos dijo que quería confesarse, y le contesté que haríamos lo posible para que lo pudiera hacer. De regreso al pueblo me dirigí en busca de uno de los sacerdotes que estaban escondidos y le indiqué lo que pasaba, y que hacía falta confesor. Me encaminé a Onteniente en busca del médico y volví con D. Rafael Rovira quien dijo que no tenía solución pues tenía el vientre acribillado a balazos. Encontré al Beato con un pañuelo puesto en el vientre. Al preguntarle si alguien le había curado me dijo que él mismo había sacado aquel algodón de la espalda que tenía lastimada y al decirle si sufría mucho, me contestó: menos que cuando fue llevado a Ayelo de Malferit. Le preguntaron si conocía a los asesinos, pero aunque seguramente los conocía, no quiso revelar ningún nombre, limitándose a decir que eran de Onteniente y forasteros. El siervo llegó a Agullent al Convento de los Capuchinos evacuado por los religiosos, llevado en una especie de camilla. Hacia las 7 de la mañana. Allí llamó la atención su gran entereza y serenidad de ánimo. Poco después vinieron sus familiares, hijos y esposa. Hacia las tres de la tarde de ese mismo día falleció y fue conducido al cementerio de esta localidad".

Y el Sr. Joaquín Soler Francés, ayudante del médico que asistió el Beato durante los últimos momentos de su vida, afirma: "Serían las 11 de la mañana del 11 agosto del 1936 cuando a requerimiento del médico Dr. José Delgado de Molina, le acompañé a asistir al malherido Beato Rafael Alonso Gutiérrez que se encontraba en el Convento de las Capuchinas quien yacía en el suelo sobre una manta. Yo como practicante procedí a prestarle mi asistencia en la cura de los numerosas heridas que prestaba en la región abdominal. Le di una inyección calmante ordenada por el médico pues suponíamos que sufría mucho, a pesar de que el Beato tenía una serenidad que me dejó maravillado. No pronunció ninguna palabra de protesta, ni queja alguna sobre la situación en que se encontraba. Puedo recordar estas palabras textuales que contestó a unas palabras de consuelo que los presentes le dirigíamos: 'Que no nos preocupáramos, que sabía que iba a morir dentro de breves momentos; pero que moría muy a gusto con tal de que su sangre fuera para bien de su Patria'. En estas circunstancias el Presidente del Comité nos avisó de que llegaba un camión de Onteniente con milicianos y nos aconsejó que nos ocultáramos para evitar algún percance. Por lo dicho nos marchamos y poco después fallecía él. De lo que me enteré por ser noticia pública".

La hija del Beato, Adelaida, depone: "No tardó en llegar mi hermana informada por un amigo de Albaida. Al encontrar a mi padre en esta gravedad extrema pidió que le dejasen entrar a verle, cosa que consiguió con gran dificultad, y a condición de que no llorase para no alarmar a la gente. Mi padre se alegró y le dijo que no se afligiese y le pidió que acudiésemos los demás de casa. Cuando nosotros llegamos, ya había fallecido. El día 11 de Agosto a las 3 de la tarde. Le vimos y ayudamos a colocarle en el ataúd".

Los restos del Beato fueron enterrados en el Cementerio Municipal de Agullent, en donde reposan en un nicho particular. Su hija Adelaida, depone: "Ya he dicho que le vimos los familiares en el cementerio de Agullent. Unas mujeres piadosas de Onteniente trajeron los tres ataúdes. Fueron enterrados y están todavía en el cementerio de Agullent".

El 11 de marzo de 2001, el Papa Juan Pablo II lo beatífico junto a otros
232 mártires de la persecución a la fe.

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Fuente: ArchiValencia.org
Carlos Díaz Gandía, Beato Mártir Laico, 11 de agosto  

Carlos Díaz Gandía, Beato

Mártir Laico

Martirologio Romano: En la aldea Agullent, en el territorio de Valencia, en España, beato Rafael Alonso Gutiérrez, mártir, que era padre de familia y, en el furor de la persecución contra la fe, derramó su sangre por Cristo. Con él se conmemora también al bienaventurado mártir Carlos Díaz Gandía, que este mismo día y en la misma localidad recibió la vida eterna por la defensa de la fe (1936).

 

Carlos Díaz Gandía nació el 25 de diciembre de 1907 en Onteniente, y Fue bautizado el 26 de diciembre del mismo año en la Iglesia parroquial de Santa María de aquella Ciudad. Sus padres, Cándido y Vicenta, formaron un hogar cristiano y educaron a sus hijos en la fe. El Beato recibió el sacramento de Eucaristía en la iglesia Arciprestal y en la misma parroquia recibió el sacramento de la Confirmación el 23 de abril de 1911. Recibió la instrucción escolar en una escuela nacional y más tarde en el Centro parroquial. Contrajo matrimonio con Luisa Torró Perdeguer el 3 de noviembre de 1934 en Santa María de Onteniente. De dicho matrimonio nació una hija, María Luisa Díaz Torró, ocho meses antes de la muerte del Beato.

Vivió auténticamente su vocación laical, tratando de impregnar de espíritu evangélico las realidades temporales en las cuales vivió su condición de esposo, padre de familia y trabajador, así lo testimonia su esposa. Hombre de fe profunda, solía concurrir a todos los actos religiosos, recibía frecuentemente la Eucaristía. Era muy devoto del rosario de la aurora. En esta intensa vida de piedad fue disponiendo su persona a una respuesta generosa a la acción que el Espíritu Santo le lanzó al apostolado organizado siendo miembro de varias asociaciones laicales. A los 14 años de edad, y dirigido espiritualmente por el entonces arcipreste de Onteniente, don Rafael Juan Vidal, ingresó en la naciente Rama de la Juventud de Acción Católica, de la que llegó a ser Presiente.

Bajo la dirección de su Consiliario, fundó los Centros catequísticos de las partidas de "Casa Eusebi", "San Vicente" y "Las Aguas" y "Morena", a los cuales acudía como catequista todos los domingos del año, teniendo que andar a pie o, en bicicleta, hasta tres horas de camino con frío o calor, siendo insultado a menudo por este rasgo. Era aficionado a organizar funciones de teatro en el Centro Catequístico de Onteniente con objeto de moralizar las costumbres y ayudar a santificar los días del Señor. Pertenecía también a la Adoración Nocturna, al Apostolado de la Oración y a la Escuela de Cristo.

Apóstol social era caritativo con los pobres en toda ocasión. Ya militando en la Rama de Hombres de Acción Católica, fue presidente de la misma, distinguiéndose en su labor de ayuda especialmente hacia los jóvenes de condición más humilde. Pertenecía también a la Conferencia de San Vicente de Paúl. Visitaba a los enfermos de la localidad con asiduidad y desprendimiento. Por la intensa actividad apostólica que realizaba era considerado por los enemigos de la Iglesia como un católico ferviente y por eso fue el primero que arrestaron.

Un amigo y compañero de prisión del Beato, afirma: "Se distinguió en la formación de los obreros. Los obreros de izquierda le apodaron maliciosamente un sobrenombre porque socorría y atendía a sus compañeros de trabajo. Por todo lo cual estaba fichado por los enemigos de la fe y le temían por su corpulencia física".

Los testigos procesales afirman que Carlos Díaz Gandía era de temperamento fuerte, enérgico, vehemente, serio, alegre y jovial. Interrogados acerca de las virtudes practicadas por el Beato, lo describen como una personalidad moral rica en la cual brillaron las virtudes infusas en el bautismo dentro de las cuales subrayan especialmente los aspectos concretos de la espiritualidad laical. Lo definen como un fiel laico auténtico, coherente que cumplió con exactitud sus deberes profesionales, formó un hogar cristiano y se comprometió activamente en el apostolado.

El perseguidor sin lugar a dudas provocó la muerte natural, cumpliendo uno de los requisitos, según la doctrina de Benedicto XIV, por los cuales se concreta el verdadero martirio. En el proceso, no obstante las dificultades para encontrar testimonios sobre el hecho del martirio del Beato, se consiguieron suficientes testigos. Del hecho y las circunstancias de la detención de Carlos Díaz Gandía testificó de visu su viuda. Y del período transcurrido en la cárcel dieron testimonió sus compañeros de prisión. Del traslado de la cárcel al lugar de la ejecución y del fusilamiento atestiguaron de auditu ab ipsis interfectoribus, cuatro testigos de oficio. Del reconocimiento del cadáver del Beato depuso de visu su esposa, la Sra. María Torró Perseguer. Y del ambiente hostil a la Iglesia depusieron, de visu, todos los testigos.

En los días previos a la revolución Carlos Díaz Gandía era consciente de la situación que estaba por afrontar: la persecución religiosa y el probable martirio. Carlos se distinguió por su valentía en la defensa de la Religión, al peligrar la seguridad de los templos. Al peligrar la seguridad de los templos, Carlos no vaciló en montar un puesto de guardia en su propio domicilio que se halla situado entre la Arciprestal de Sta. María y el Convento de Madres Carmelitas, en el cual pasaba noche tras noche con algunos jóvenes de A.C. Una de ésas noches observó que un grupo de enemigos de Dios se dirigían al domicilio del Sr. Arcipreste gritando desaforadamente ¡A él! ¡A él! y con todo el valor salió a la calle dispuesto si era preciso a dar la vida por su Párroco, consiguiendo con su audaz actitud acobardar al grupo que huyó cobardemente. Y el 28 de Julio de 1.936, cuando sistemáticamente comenzaron los saqueos de los templos de la Ciudad, persuadido de que el Señor estaba en el Sagrario, corrió a la Arciprestal e inmediatamente, y sin contar con el peligro que ello suponía, evitó que fuese profanada la Santa Eucaristía. Esto le produjo gran satisfacción. A partir de esta fecha su casa fue rodeada por los milicianos armados. Un compañero de apostolado del Beato, afirma: "Preveía todo lo que podía ocurrir".

La revolución en Onteniente inició con el incendio de las iglesias, la quema de las imágenes y objetos religiosos y el encarcelamiento de algunos católicos. Así lo testimonian los testigos. Al estallar la Revolución del 36 Carlos Díaz reaccionó como católico auténtico. El 24 de julio de 1936 junto a algunos más, ofreció en la Vigilia de la Adoración nocturna su vida por la salvación de España. Su esposa, declara al respecto: "Estando yo leyendo los escritos de la M. Rafols en lo que predecía una persecución en España, me dijo que él se había ofrecido ya hacía tiempo como víctima".

En este clima de persecución el Beato mantuvo el ánimo sereno, confiando su vida en las manos de Dios, y continuando en sus actividades cotidianas con total naturalidad. Dice su esposa: "Desoyó las advertencias de su madre a que abandonara el Centro parroquial por el peligro que corría". Y un compañero de apostolado del Beato, declara: "El Beato a pesar de estar fichando de antemano y sentirse amenazado no se escondió".

Detención y Encarcelamiento

En la madrugada del 4 de agosto de 1936 fue detenido por unos milicianos en su casa, quienes con gran vocerío llamaron a la puerta gritando: "Venim pel President del Sentro". Les abrió la puerta y apunto de pistola se lo llevaron, manifestando lo hacían a requerimiento y en nombre de la C.N.T. Así lo testifica su viuda, la Sra. Luisa Torró Perseguer.

La vida en prisión estuvo caracterizada por malos tratos y vejaciones morales que el Beato supo llevar con entereza cristiana. Compañeros de detención de Carlos Díaz Gandía fueron: el Cura-Arcipreste de Onteniente don Juan Belda y el Beato Rafael Alonso Gutiérrez, ambos fueron asesinados. También compartieron la cárcel los supervivientes: Eduardo Latonda Puig, Juan y Vicente Mico Penadés, Gonzalo Gironés Plá y Luis Mompó Delgado de Molina.

La esposa de Carlos Díaz, señala: "Quedó preso en la iglesia de San Carlos, donde fui a verle con la niña. El no quiso decir que le habían atormentado". Y su cuñada, declara: "Fue trasladado a la iglesia de San Carlos, donde igualmente fue maltratado, según me consta por otro preso que durante el día tenía libertad para ir a trabajar". Un compañero de prisión, afirma: "El Beato se encontraba recluido en una de las capillas laterales de San Francisco. Poco después fue trasladado a San Carlos. Normalmente se nos obligaba a estar separados, durmiendo sobre unas esteras de las Iglesia. A Carlos le amenazaron de muerte, aunque él entonces pensó que no eran capaces de matar a nadie".

Al hablar del Beato Rafael Alonso Gutiérrez ya señalamos el violento episodio que tuvo lugar en Ayelo de Malferit, en donde fueron bárbaramente martirizados. El 6 de agosto Carlos Díaz Gandía y Rafael Alonso Gutiérrez fueron trasladados, junto con Eduardo Latonda Puig, al vecino pueblo de Ayelo. Allí los sometieron a varias torturas, y les dieron una gran paliza. Después fueron devueltos a Onteniente. Era el 6 de agosto, día muy significativo para la población en de Malferit. Aquellos terribles hechos los vivió y presenció uno de los testigos, el Sr. Eduardo Latonda Puig.

Vida De Oración Constante

Carlos Díaz, mientras estuvo en la cárcel, convencido que iban a asesinarlo, mantuvo la entereza cristiana que era típica en él: pasaban muchas horas en oración, con una total confianza en la voluntad de Dios. Un compañero de prisión, anota: "En la cárcel hizo vida normal y de oración intensísima". Y otro compañero, depone: "Yo fui detenido el día 5 de agosto de 1936 y al llegar a la cárcel - Iglesia de San Francisco allí me encontré al Beato Carlos Díaz Gandía. Aquella misma tarde recé el rosario con él paseando por dentro de la Iglesia".

Sintiendo próxima la muerte el Beato hizo las últimas recomendaciones a sus amigos y a su esposa con absoluta confianza, con total abandono en la providencia Divina: Declara un compañero de prisión: "El 10 de agosto, víspera de su muerte, a mediodía, al disponerse a comer junto con D. Rafael Alonso, D. José Mª. García Marcos (también asesinados), y el declarante, le entró como un síncope, atendiéndole yo y los demás compañeros, manifestando Carlos Díaz que sabía absolutamente cierto que iba a morir, y añadió literalmente: 'Algunos de vosotros, viviréis, perdonad a los que se sientan bien arrepentidos y tened caridad con todos'. Anteriormente varias veces había dicho que debíamos perdonar a los enemigos".

Ejecución

La noche del 11 de agosto de 1936 sacaron de la prisión, al doctor José María García Marcos, a Rafael Alonso Gutiérrez y a Carlos Díaz Gandía y los asesinaron con disparos en el término municipal de Agullent, población cercana a Onteniente. La Sra. Adelaida Alonso Ruiz, hija del Beato Rafael Alonso Gutiérrez, depone: "[mi padre] fue llevado por la carretera de Albaida hasta el término de Agullent juntamente con Carlos Díaz y José García Marcos. Los tres murieron perdonando a los enemigos y dando vivas a Cristo Rey. Los compañeros murieron en el acto y mi padre quedó agonizante". Y agrega: "Los milicianos contaron posteriormente el valor y la entereza de los tres hasta el último momento, pues les habían ofrecido, si renegaban, volverlos a Onteniente, y ellos prefirieron seguir el camino". El Sr. Eduardo Latonda Puig, compañero de prisión y testigo de oficio, afirma: "El comentario de los rojos fue el que el Beato había muerto diciendo: '¡Viva Cristo Rey!'".

Y agrega: "El Beato salió para el martirio la noche del 11 de agosto de 1936. Con él también iba Rafael Alonso. Ambos fueron conducidos a la carretera de Albaida cerca de Agullent. El Beato en el momento de disparar se adelantó a los milicianos cubriendo con su cuerpo el de Rafael Alonso. Esto lo sé por lo que dijeron los mismos milicianos". Y otro compañero de prisión, afirma: "Hubo reunión de dirigentes en lugar de juicio, en que decidieron el orden en que habían de asesinar a los primeros, y antes que a ninguno a Carlos Díaz. Dormíamos en la misma capilla, habilitada como celda, y en la madrugada del día 11 de Agosto subieron los milicianos y enfocándole con la lamparilla eléctrica le obligaron a levantarse a puntapiés, sacándole junto con D. Rafael Alonso y José M. García. Les subieron en un taxi y les llevaron por la carretera de Agullent". Y agrega: "Al llegar al entrador de dicho pueblo, en la curva en donde se inicia una bajada en dirección a Albaida, les hicieron descender y casi a bocajarro les dispararon varios tiros de escopeta y pistola y según manifestaron los propios asesinos al volver a la cárcel, Carlos Díaz sacó una estampa de la Virgen y se la puso en la frente, llevando la estampa a la herida. Serían las dos a lo más de la madrugada".

Carlos Díaz Gandía y José Mª. García murieron en el acto. Pero Rafael Alonso quedó malherido y sobrevivió unas horas. El que fuera Alcalde de Agullent en aquella fecha declara: "En los primeros días del mes de agosto de 1936 siendo yo alcalde de Agullent vino a mi casa hacia las 4 de la mañana un guardia rural y me dijo que en la carretera de Albaida Onteniente, cerca del cruce de Agullent, había tres hombres muertos. Inmediatamente me dirigí a dicho lugar acompañado del secretario del Ayuntamiento; vi en un campo, separado unos 100 metros de la carretera un cadáver [el de. José Mª. García]; cien metros más lejos a dos, uno de los cuales era [Rafael Alonso Gutiérrez] que estaba malherido y el otro era el cadáver de Carlos Díaz Gandía".

La muerte del Beato está probada mediante los respectivos certificados de defunción. Y en la documentación que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, en donde se lee: Carlos Díaz Gandía, "Si, fue encontrado su cadáver, en qué sitio y clase de heridas que presentaba: Sí. Arma de fuego".

La esposa de Carlos Díaz, afirma: "Está enterrado en un nicho del Cementerio de Agullent". Y la cuñada del Beato, declara: "Yo misma, como he dicho, lo vi muerto en el referido cementerio. Tenía los tiros en la cabeza. Está enterrado en Agullent, nosotras mismas lo enterramos". Confirmado por los siguientes documentos: Certificado de defunción y de inhumación de sus restos mortales.

El 11 de marzo de 2001, el Papa Juan Pablo II lo beatífico junto a
otros 232 mártires de la persecución a la fe.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Gaugerico de Cambrai, Santo Obispo, 11 de agosto  

Gaugerico de Cambrai, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Cambrai, en Austrasia, san Gaugerico, obispo, célebre por su piedad y caridad para con los pobres. Fue ordenado diácono por Magnerico de Tréveris y, elegido para la sede episcopal de Cambrai, ejerció el episcopado durante treinta y nueve años (c. 625).

 

San Gaugerico, Obispo fundador, también es llamado Gery o Gau. Era hijo de Gaudentius y Austadiola, quienes eran romanos. Desde su juventud, Gaugerico llevó una vida piadosa y devota; todo parecía combinarse para prepararlo para la carrera de celo y devoción que más tarde iba a abrazar. Durante una de sus visitas episcopales, San Magnerico, Obispo de Trier, quedó admirado de la conducta ejemplar del joven y concibió la idea de reclutarlo para que integrara las líneas de sus clérigos. Gaugerico, dicen sus biógrafos, aún no había sido ordenado diácono y ya sabía todo el Salterio de memoria. Estaba en Ivoy, en la región de las Ardenas de Bélgica y Francia, o en Trier, Alemania, cuando fue ordenado por San Magnericus. En 586 la sede episcopal de Cambrai-Arras quedó vacante, y Gaugerico fue llamado para ocuparla. El Rey Childebert II dio su consentimiento e impartió instrucciones a Egidius, Metropolitano de Reims, para que consagrara al nuevo obispo. Esta Diócesis era de reciente creación, si se la compara con la más antigua sede de Bélgica, Tongres, que data del siglo IV. En el territorio que comprendía la Diócesis de Cambrai-Arras, como en el de Tournai y Térouanne, probablemente habitaban cristianos antes de la aparición de su primer obispo conocido, San Vaast, pero su cabeza espiritual debe haber residido en Reims. La gran invasión bárbara de 406 deshizo totalmente la organización eclesiástica, pero desde el comienzo del período Merovingio, la Iglesia empezó a recuperarse. La Diócesis de Arras fue especialmente restaurada por San Vaast alrededor de los comienzos del siglo VI. Lleno de celo apostólico, Gaugerico dedicó su vida a exterminar el paganismo que contaminaba la vida del distrito sujeto a su autoridad. Erigió la iglesia de San Medardo en la principal ciudad de Cambrai. Con frecuencia visitaba las zonas rurales desplegando particular solicitud en el rescate de cautivos. Lo nombraron Obispo de Cambrai y Arras, Francia, y fundó el Monasterio de San Medardo, que se convirtió en el corazón de la ciudad de Bruselas, Bélgica. Fue obispo durante treinta y nueve años e implacable adversario del paganismo.

Pero sucesos políticos pronto introdujeron nuevas autoridades, cuando Clotario II (629) tomó posesión de Cambrai. El obispo fue a presentar sus respetos al conquistador en su villa de Chelles, probablemente en 613. Compelido por el rey, tuvo que ir al santuario nacional sitio de peregrinaje de los Francos, San Martí de Tours. En octubre de 614, Godardo asistió al Concilio de París.

Murió después de treinta y nueve años de episcopado, y fue enterrado en la iglesia de San Medardo, en Cambrai. Inmediatamente después de su muerte, se estableció su culto. En tiempos de su sucesor, Bertoald, su tumba ya era objeto de ferviente veneración y el monasterio de San Medardo que él había fundado, prosperó con las ofrendas que le fueron ofrecidas.

Su fiesta se celebra el 11 de agosto. La institución de la fiesta de su exhumación, el 18 de noviembre y la de su traslación el 24 de septiembre, probablemente daten de 1245, cuando fueron exhumadas sus reliquias por el Obispo Guido de Cambrai. Las reliquias del santo se conservan en Santa María de Liessies, en la iglesia de San Godardo en Bruselas, en la del mismo nombre en Arras, en Sab Donatien en Brujas, en San Pedro en Douai y en otras iglesias de Bélgica. San Godardo es patrón de Cambrai, segundo patrono de Bruselas y se lo honra como protector de Braine-le-Comte (Hainaut, Bélgica). En el relicario en forma de ostensorio en la Catedral de Cambrai, que contiene el cráneo de Godardo, está representado con vestido de obispo: la mitra en la cabeza, sin su cruz, con la mano derecha en actitud de impartir la bendición y la izquierda en su pecho.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Equicio, Santo Abad, 11 de agosto  

Equicio, Santo

Abad

Martirologio Romano: En la provincia de Valeria, en Italia, san Equicio, abad, que, como escribe el papa san Gregorio I Magno, fue padre de muchos monasterios a causa de su santidad y, donde quiera que iba, daba a beber a los demás de la fuente de las Sagradas Escrituras (antes de 571).

 

San Equicio abad; contemporáneo de San Benito, fundó muchos monasterios en la provincia de Valeria (Italia); sus monjes, a semejanza de los benedictinos, se dedicaron a las labores del campo y eran verdaderos solitarios.

Alonso de Villegas, en su Flos Sanctorum (1594), en el capítulo Discurso de Compañía provechosa para buenos y dañosa para malos, pone la siguiente anécdota:

Basilio, hechicero y mago, por librarse de la muerte que se daba en Roma a los de su trato, con fingimiento e hipocresía se vistió hábito de monje y llegóse al obispo de Amirtina. Éste le llevó a Equicio, abad en un monasterio de la provincia de Valeria y varón santo y rogó le tuviese consigo. Puso en él Equicio los ojos atentamente, y dijo al obispo: "¿Este hombre, señor, me encomiendas? Sabe que no es monje, sino demonio".

El obispo replicó: "Dices eso para no hacer lo que te ruego". A lo que el abad respondió: "Digo lo que él es, y para que no parezca que niego tu petición, lo recibiré".

Pasaron algunos días, y estando ausente del monasterio Equicio, sucedió que en otro monasterio de monjas sujetas a él cayó enferma una de ellas muy joven y de gran hermosura. Parecía que se iba a morir, pedía a voces que le llevaran allí Basilio Monje, que él sólo podía curarla. Avisaron de esto al abad Equicio, el cual dándose cuenta del engaño, y de que el fingido monje Basilio era causa de la enfermedad de aquélla monja y que pretendía su deshonra, mostrando en su rostro dijo: -Ya había dicho yo que en los hechos, éste era más demonio que hombre; id y echadle del monasterio. Y de la monja no os preocupéis, que luego quedará sana.

Echaron al hipócrita de la congregación y sanó la religiosa. Al tiempo que salió Basilio del monasterio, dijo, oyéndolo muchos monjes: -muchas veces he levantado con arte mágica este edificio y casa en el aire, y nunca he podido hacer daño alguno, porque la santidad de Equicio me lo impide.

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Fuente: Santiebeati.it
Rufino de Asís, Santo Obispo y Mártir, 11 de agosto  

Rufino de Asís, Santo

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En Asís, de la Umbría, san Rufino, a quien se considera primer obispo de aquella ciudad y mártir (c. s. IV).

 

Contrariamente a lo que piensa quién no es de Asís, el patrón principal de la diócesis no es san Francesco sino san Rufino, venerado como el primer obispo de la ciudad, la catedral está dedicada a él desde la primera mitad del siglo XI.

Una ´pasión´ escrita en el siglo IX dice que Rufino obispo de la ciudad de Amasia del Ponto (la actual Amasya, en Turquía), después de haber convertido al procónsul, habría llegado con su hijo Cesidio a la región de Marsi en los Abruzos.

En esta zona habría consagrado una iglesia dejada en custodia a su hijo, mientras que él continuó para predicar el Evangelio a Asís; pero aquí después de poco tiempo fue descubierto por el procónsul Aspasio, quien después someterlo a muchos suplicios, lo condenó a muerte por ser cristiano, Rufino fue echado a las aguas de un río con una piedra atada al cuello. Una antigua tradición indica como lugar del martirio: Costano en la diócesis de Asís, ahora parte del Ayuntamiento de Bastia Umbra, situada en la ribera del río Chiascio. Un pergamino en el archivo de la catedral, recuerda que ya en el 1038 en Costano hubo una iglesia dedicada a san Rufino mártir.

Su cuerpo fue transportado de Costano a Asís, justo en el lugar dónde ahora surge la catedral erigida a la fe del pueblo de Asís y obra de Giovanni de Gubbio, pero esta es la tercera construida sobre la tumba del obispo mártir, es del siglo XII; la primera se construyó en el 412 según una inscripción guardada en la nave izquierda y según está escrito en un documento de 1007 guardado en el archivo.

San Pedro Damiani en un célebre sermón suyo en honor de san Rufino, cita una segunda catedral construida en el siglo XI por el obispo Hugo de Asís, con ocasión del traslado del sarcófago que contuvo los huesos del santo, desde el lugar del martirio; de esta segunda iglesia todavía existe la cripta bajo la actual catedral, con el sarcófago de la época.

La fecha de celebración, desde el siglo XI, es el 11 de agosto, aunque errores de copistas posteriores movieron la fiesta al 30 de julio en el Martirologio Romano.

La iconografía del santo obispo y mártir es muy vasta, especialmente en la ciudad de Asís; imágenes suyas se encuentran la en todas las iglesias de la diócesis, también en las franciscanas. La más antigua es la escultura puesta en el arco sobre el portal de la catedral, realizada en el siglo XII.

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Fuente: Magnificat.ca
Tiburcio de Roma, Santo Mártir, 11 de agosto  

Tiburcio de Roma, Santo

Mártir

Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio llamado "Ad duas lauros", en la vía Labicana, a tres miliarios de la ciudad, san Tiburcio, mártir, cuyas alabanzas cantó el papa san Dámaso (s. III/IV).

 

Nacío en Roma, hijo de Cromacio, vicario del prefecto; fué convertido por San Sebastián, después de haber dado libertad á 1.400 esclavos, que se hicieron cristianos; renunció el empleo y se retiró á su casa de campo, la cual fué el refugio de los cristianos perseguidos en tiempo de Diocleciano. Había sido, como su padre, uno de los más hábiles abogados de su tiempo, y cambió la toga por el tormento de los mártires de Jesucristo.

Su celo por la Religión y sus virtudes se hicieron públicos. Sus milagros eran tan patentes que muchos gentiles abrazaron la fe cristiana. Habiendo reprendido al hipócrita Torcuato por sus vicios, éste le delató al emperador de ser cristiano. Preso Tiburcio, confesó la verdad de nuestra fe y los embustes y sofistería de Torcuato, con el valor que da la divina gracia. Encolerizado Fabiano, sucesor de Cromacio, mandó que sacrificase á los dioses del gentilismo, y, negándose á ello, fué condenado á pasear con los pies descalzos sobre fuego vivo, y como salió ileso de este tormento, le llevaron á una legua de la ciudad, en la vía Lavicana, y allí le cortaron la cabeza el 11 de Agosto del año 286.

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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