lunes, 15 de julio de 2013

Martes por los ángeles custodios. 16/07/2013. Nuestra Señora del Carmen ¡ruega por nosotros! Invita a todos a la imposición del escapulario: es el manto de protección de María!!! y el uniforme de quienes la aman!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 20-24

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se puso a reprender a las ciudades que habían visto sus numerosos milagros, por no haberse arrepentido. Les decía:
"¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han hecho en ustedes, hace tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Pero yo les aseguro que el día del juicio será menos riguroso para Tiro y Sidón, que para ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo, porque si en Sodoma se hubieran realizado los milagros que en ti se han hecho, quizá estaría en pie hasta el día de hoy. Pero yo te digo que será menos riguroso el día, del juicio para Sodoma que para ti".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

mar 15a. Ordinario año impar

Antífona de entrada

Canten al Señor un cántico nuevo, cante al Señor toda la tierra; brillo y esplendor hay en su presencia, belleza y majestad en su templo.

Oración Colecta

Oremos:
Dios eterno y todopoderoso, conduce nuestra vida por el camino de tus mandamientos, para que, unidos a tu Hijo amado, podamos producir frutos abundantes.
Por nuestro Señor Jesucristo... 
Amén.

Primera Lectura

Le llamó Moisés, porque lo había sacado del agua

Lectura del libro del Exodo 2, 1-15

En aquellos días, un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de su misma tribu. La mujer concibió y dio a luz un hijo; y viendo que era hermoso, lo tuvo escondido tres meses. Pero como ya no podía ocultarlo por más tiempo, tomó una canastilla de mimbre, la embadurnó con betún y con brea, metió en ella al niño y la dejó entre los juncos, a la orilla del río. Entre tanto, la hermana del niño se quedó a cierta distancia para ver lo que sucedía.
Bajó la hija del faraón a bañarse en el río y, mientras sus doncellas se paseaban por la orilla, vio la canastilla entre los juncos y envió a una criada para que se la trajera. La abrió y encontró en ella un niño que lloraba. Se compadeció de él y exclamó: 
"Es un niño hebreo". Entonces se acercó la hermana del niño y le dijo a la hija del faraón: 
"¿Quieres que vaya a llamar a una nodriza hebrea para que te críe al niño?" 
La hija del faraón le dijo que sí.
Entonces la joven fue a llamar a la madre del niño. La hija del faraón le dijo a ésta: 
"Toma a este niño; críamelo y yo te pagaré". 
Tomó la mujer al niño y lo crió. El niño creció y ella se lo llevó entonces a la hija del faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, que significa: 
"De las aguas lo he sacado".
Cuando Moisés creció, fue a visitar a sus hermanos y se dio cuenta de sus penosos trabajos; vio también cómo un egipcio maltrataba a uno de sus hermanos hebreos. Entonces Moisés miró para todas partes, no vio a nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. Al día siguiente salió y vio que dos hebreos se estaban peleando. Le dijo entonces al culpable: 
"¿Por qué le pegas a tu compañero?" 
Pero él le contestó: 
"¿Quién te ha nombrado jefe y juez de nosotros? ¿Acaso piensas matarme como al egipcio?" 
Lleno de temor, Moisés pensó: 
"Sin duda que ya todo el mundo lo sabe". 
Se enteró el faraón de lo sucedido y buscó a Moisés para matarlo, pero él huyó lejos del faraón y se fue a vivir al país de Madián.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 68

Busquen al Señor y vivirán.

Me estoy hundiendo en un lodo profundo y no puedo apoyar los pies; he llegado hasta el fondo de las aguas y me arrastra la corriente.
Busquen al Señor y vivirán.

A ti, Señor, elevo mi plegaria, ven en mi ayuda pronto; escúchame conforme a tu clemencia, Dios fiel en el socorro.
Busquen al Señor y vivirán.

Mírame enfermo y afligido; defiéndeme y ayúdame, Dios mío. En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido.
Busquen al Señor y vivirán.

Se alegrarán al verlo los que sufren; quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre ni olvida al que se encuentra encadenado.
Busquen al Señor y vivirán.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice:
"No endurezcan su corazón".
Aleluya.

Evangelio

El día del juicio será menos riguroso para Tiro, Sidón y Sodoma que para otras ciudades

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 20-24

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se puso a reprender a las ciudades que habían visto sus numerosos milagros, por no haberse arrepentido. Les decía:
"¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han hecho en ustedes, hace tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Pero yo les aseguro que el día del juicio será menos riguroso para Tiro y Sidón, que para ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo, porque si en Sodoma se hubieran realizado los milagros que en ti se han hecho, quizá estaría en pie hasta el día de hoy. Pero yo te digo que será menos riguroso el día, del juicio para Sodoma que para ti".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, con bondad los dones que te presentamos, y santifícalos por medio de tu Espíritu para que se nos conviertan en sacramento de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

La gloria de Dios es el hombre viviente

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu presencia, pero sobre todo
has dejado la huella de tu gloria en el hombre, creado a tu imagen.
Tú le llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el proyecto de la creación y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y de paz, en Cristo, el hombre nuevo.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con alegría el himno de tu alabanza:

Antífona de la comunión

Acudan al Señor, pongan en él su confianza y no quedarán defraudados.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Te damos gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, y te pedimos que este don tuyo sea para nosotros fuente inagotable de vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Dia 16/07 Nuestra Señora del Carmen (blanco)

Antífona de Entrada

Te aclamamos, santa Madre de Dios, porque has dado a luz al Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.

Oración Colecta

Oremos:
Padre todopoderoso, te suplicamos que la santísima Virgen María nos proteja siempre con su maternal intercesión y nos ayude a conocer y a amar a tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos...
Amén.

Primera Lectura

Regocíjate, Jerusalén, pues vengo a vivir en medio de ti

Lectura del libro del profeta Zacarías 2, 14-17

"Canta de gozo y regocíjate, Jerusalén, pues vengo a vivir en medio de ti, dice el Señor. Muchas naciones se unirán al Señor en aquel día; ellas también serán mi pueblo y yo habitaré en medio de ti y sabrás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti. El Señor tomará nuevamente a Judá como su propiedad personal en la tierra santa y Jerusalén volverá a ser la ciudad elegida".
¡Que todos guarden silencio ante el Señor, pues él se levanta ya de su santa morada!
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Lucas 1

Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre.

Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque
ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre. Y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.


Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre.

Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero. Destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.
Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichosos lo que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, dice el Señor.
Aleluya,

Evangelio

Señalando con la mano a sus discípulos, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus parientes se acercaron y trataban de hablar con él. Alguien le dijo entonces a Jesús:
"Oye, ahí fuera están tu madre y tus hermanos, y quieren hablar contigo".
Pero él respondió al que se lo decía:
"¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?"
Y señalando con la mano a sus discípulos, dijo:
"Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Padre lleno de bondad, que nos socorra el inmenso amor de tu Hijo unigénito para que, quien al nacer de la Virgen María no menoscabó la integridad de la Madre, sino que la consagró, nos libre de nuestras culpas y haga aceptable a ti nuestra oblación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Maternidad de la santísima Virgen María

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la festividad de Santa María, siempre virgen, en su advocación de Nuestra Señora del Carmen.
Porque ella concibió a tu único Hijo por obra del Espíritu Santo, y, sin perder la gloria de su virginidad, hizo brillar sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, nuestro Señor.
Por él,
los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:

Antífona de la Comunión

Dichosa la Virgen María, que llevó en su seno al Hijo del eterno Padre.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, al recibir el sacramento celestial en esta conmemoración de la santísima Virgen María, te pedimos que nos concedas celebrar dignamente, a imitación suya, el misterio de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

15ª Semana. Martes

DOLOR DE LOS PECADOS

— A pesar de los muchos milagros que el Señor realizó en ellas, algunas ciudades no hicieron penitencia. También Jesús pasa a nuestro lado.

— Frutos que produce la contrición en el alma.

— Pedir el don de la contrición. Obras de penitencia.

I. Al abandonar Nazaret, Jesús escogió Cafarnaún como lugar de residencia. A veces en el Evangelio se le llama su ciudad. Desde allí irradió su predicación a Galilea y a toda Palestina. Es posible que Jesús se hospedara en casa de Pedro y que hiciese de ella el centro de sus salidas apostólicas por toda la región. Es muy probable que no exista otro sitio en el que Jesús hiciera tantos milagros como en esta población.

En la orilla norte del lago de Genesaret, no lejos de Cafarnaún, estaban situadas dos florecientes ciudades en las que Jesús también realizó muchísimos milagros. A pesar de tantos signos, de tantas bendiciones, de tanta misericordia, las gentes de estos lugares no se convirtieron al paso de Jesús. El Evangelio de la Misa menciona las fuertes palabras del Señor a estas ciudades que no quisieron hacer penitencia ni arrepentirse de sus pecados1: ¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que han sido hechos en vosotras, hace tiempo que habrían hecho penitencia... Y tú, Cafarnaún, ¿te vas a alzar hasta el cielo? ¡Hasta el infierno vas a descender! Porque si en Sodoma se hubieran realizado los milagros que se han obrado en ti, subsistiría hasta hoy.

¡Tantas gracias y tantos milagros! Y, sin embargo, muchos habitantes de aquellas comarcas no cambiaron, no se arrepintieron de sus pecados. Incluso se rebelaron contra el Señor: Dirumpamus vincula eorum, et proiciamus a nobis iugum ipsorum2: rompamos los mandatos del Señor, rechacemos su dulce yugo. Estas palabras del Salmo II, ¡se han repetido ya en tantas ocasiones...!

Jesús pasa a nuestro lado y derrama su gracia y su misericordia. ¡Tantas veces! Son incontables los momentos y situaciones en los que el Señor se ha parado a nuestro lado para curarnos, para bendecirnos, para alentarnos en el bien. Muchas atenciones hemos recibido de parte del Señor. Y espera de nosotros correspondencia, arrepentimiento sincero de nuestras faltas, aborrecer el pecado venial deliberado, todo aquello que de alguna manera nos separa de Él, porque la gracia derramada ha sido mucha. Él nos oye siempre, pero de modo muy particular cuando acudimos con deseos de cambiar, de recuperar el camino perdido, de empezar de nuevo con un corazón contrito y humillado3. Debe ser esta una actitud habitual porque han sido muchas las ocasiones en las que, conscientes o no, hemos rechazado su gracia, porque la ofensa es mayor cuanto mayores han sido las muestras del amor de Dios en nuestra vida. ¿Quién es tan ciego para no ver a Cristo que se nos hace el encontradizo una y otra vez?

II. No despreciarás, Señor, un corazón contrito y humillado. La palabra contrición quiere decir rompimiento -como cuando una piedra se rompe y se hace añicos-, y se da este nombre al dolor de las faltas y pecados para significar que el corazón endurecido por el pecado en cierta manera se despedaza por el dolor de haber ofendido a Dios4. También en el lenguaje corriente solemos decir "se me partió el corazón", para expresar nuestra reacción ante una gran desgracia que ha conmovido lo más íntimo de nuestro ser. Algo parecido ha de ocurrirnos al contemplar los propios pecados delante de la santidad de Dios y del amor que Él nos tiene. No es tanto el sentimiento de fracaso que todo pecado produce en un alma que sigue a Dios, como el pesar de habernos separado –aunque sea un poco– del Señor. Ese dolor de los pecados o contrición consiste esencialmente en un pesar y en una sincera detestación de la ofensa hecha a Dios, un pesar y aborrecimiento del pecado cometido, con el propósito de no pecar en adelante5; es una conversión hacia lo bueno, que hace irrumpir en nosotros una nueva vida6.

Es el amor, sobre todo, el que debe llevarnos a pedir perdón muchas veces a Dios, pues son incontables los momentos en los que no correspondemos como debiéramos a las gracias que recibimos. "Acordóse el amigo de sus pecados, y por temor del infierno quiso llorar y no pudo. Pidió lágrimas al amor y la Sabiduría le respondió que más frecuente y fuertemente llorase por amor de su Amado que por temor de las penas del infierno, puesto que le agradan más los llantos que son por amor que las lágrimas que se derraman por temor"7. Es el amor el que debe conducirnos a la Confesión.

La contrición da al alma una particular fortaleza, devuelve la esperanza, la paz y la alegría, hace que el cristiano se olvide de sí mismo y se entregue al Señor con más delicadeza y finura interior. Para acercarnos a Dios con un corazón contrito, es necesario reconocer las faltas y los pecados, sin excusarlos con falsas razones, sin extrañarse y sobresaltarse porque aparezcan defectos o errores que creíamos ya superados. Si se achacara al ambiente exterior o a otras circunstancias la causa de nuestras flaquezas, el alma se apartaría del camino de la humildad y no llegaría a Dios, tan cercano precisamente cuando nosotros nos hemos alejado. En el examen diario de conciencia debemos ver nuestras faltas más como ofensa a Dios que como miseria propia. Si no relacionamos nuestras faltas y caídas con el amor a Dios, es fácil que tendamos a excusarlas; entonces, no encontraremos motivos para mantener esa actitud habitual de contrición, de arrepentimiento y de reparación por los pecados. Nunca estamos "en regla" con Dios; somos, por el contrario, aquel deudor que no tenía con qué pagar8; siempre estamos necesitados de acudir a su infinita misericordia. Ten piedad de mí, Señor, que soy un hombre pecador9, le decimos con las palabras de aquel que, lleno de humildad, conocía bien la realidad de su alma delante de la santidad de Dios.

Tampoco podemos reaccionar ante nuestras faltas, defectos y pecados aceptándolos como algo inevitable, casi natural, "pactando con ellos", sino pidiendo perdón, recomenzando muchas veces. Le diremos al Señor: Padre, pequé contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros10. Y el Señor, "que está cerca de los que tienen el corazón contrito"11, escuchará siempre nuestra oración.

Jesús pasa una y otra vez por nuestras vidas, como por aquellas ciudades de Galilea, y nos invita a salir a su encuentro, dejando nuestros pecados. No retrasemos esa conversión llena de amor. Nunc coepi: ahora comienzo, una vez más, con Tu ayuda, Señor.

III. ¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti Betsaida!... El Señor pronunciaría estas palabras con pena, al ver que en sus habitantes no calaba la gracia derramada a manos llenas. Le seguían unos días, daban muestras de admiración ante una curación, se mostraban complacientes..., pero en el fondo de su alma seguían lejos de Cristo.

Nosotros hemos de pedir al Espíritu Santo el don inefable de la contrición. Hemos de esforzarnos en hacer muchos actos de ese dolor de amor, y de modo particular cuando hemos ofendido al Señor en algo más importante, siempre que nos acercamos a la Confesión, a la hora del examen de conciencia y también durante el día. Nos será de gran provecho hacer o meditar el Vía Crucis y meditar o leer la Pasión del Señor..., y no cansarnos jamás de considerar el infinito amor que Jesús nos tiene y la afrenta y el desamor que significa el pecado.

El dolor sincero de los pecados no lleva consigo necesariamente un dolor emocional. Lo mismo que el amor, el dolor es un acto de la voluntad, no un sentimiento. Del mismo modo que se puede amar a Dios sin experimentar conmociones sensibles, se puede tener un dolor profundo de los pecados sin una reacción emotiva. Pero se mostrará en el alejamiento de toda ocasión de ofender al Señor y en obras concretas de penitencia por las veces en que no fuimos fieles a la gracia. Estas obras nos ayudan a expiar las penas que hemos merecido por nuestras culpas, a vencer las malas inclinaciones y a fortalecernos en el bien.

¿Con qué obras de penitencia podremos agradar al Señor?: oraciones, ayunos y limosnas, pequeñas mortificaciones, llevar con paciencia las penas y contrariedades, y aceptar bien dispuestos las cargas de la propia profesión, la fatiga que el trabajo lleva consigo. Particular atención y amor pondremos en recibir la gracia de la Confesión, acercándonos bien dispuestos, arrepentidos sinceramente de las faltas y pecados. "Dirígete a la Virgen, y pídele que te haga el regalo –prueba de su cariño por ti– de la contrición, de la compunción por tus pecados, y por los pecados de todos los hombres y mujeres de todos los tiempos, con dolor de Amor.

"Y, con esa disposición, atrévete a añadir: Madre, Vida, Esperanza mía, condúceme con tu mano..., y si algo hay ahora en mí que desagrada a mi Padre-Dios, concédeme que lo vea y que, entre los dos, lo arranquemos.

"Continúa sin miedo: ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen Santa María!, ruega por mí, para que, cumpliendo la amabilísima Voluntad de tu Hijo, sea digno de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesús"12.

1 Mt 11, 20-24. — 2 Sal 2, 3. — 3 Sal 50, 19. — 4 Cfr. Catecismo de San Pío X, n. 684-685. — 5 Cfr. Conc. de Trento, Sesión XIV, cap. 4. Dz. 987. — 6 Cfr. M. Schmaus, Teología dogmática, vol. VI, Los Sacramentos, p. 562. 7 R. Llull, Libro del Amigo y del Amado, 341. — 8 Cfr. Mt 18, 25. — 9 Lc 5, 8. — 10 Lc 15, 18-19. — 11 San Agustín, Tratado sobre el Evangelio de San Juan,15, 25. — 12 San Josemaría Escrivá, Forja, n.161.

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16 de julio

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN*

Memoria

— El amor a la Virgen y el escapulario del Carmen.

— Especial ayuda y gracias de Nuestra Madre en el momento de la muerte.

— El escapulario, símbolo del vestido de bodas.

I. El culto y la devoción a la Virgen del Carmen se remonta a los orígenes de la Orden carmelitana, cuya tradición más antigua la relaciona con aquella pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que subía desde el mar1 y que se divisaba desde la cumbre del Monte Carmelo, mientras el profeta Elías suplicaba al Señor que pusiese fin a una larga sequía. La nube cubrió rápidamente el cielo y trajo lluvia abundante a la tierra sedienta durante tanto tiempo. En esta nube cargada de bienes se ha visto una figura de la Virgen María2, quien, dando el Salvador al mundo, fue portadora del agua vivificante de la que estaba sedienta toda la humanidad. Ella nos trae continuamente bienes incontables.

El 16 de julio de 1251 se apareció la Virgen Santísima a San Simón Stock, General de la Orden de los Carmelitas, y prometió unas gracias y bendiciones especiales para aquellos que llevaran el escapulario. Esta devoción "ha hecho correr sobre el mundo un río caudaloso de gracias espirituales y temporales"3. La Iglesia la ha aprobado repetidamente con numerosos privilegios espirituales. Durante siglos, los cristianos se han acogido a esa protección de Nuestra Señora. "Lleva sobre tu pecho el santo escapulario del Carmen. Pocas devociones hay muchas y muy buenas devociones marianas tienen tanto arraigo entre los fieles, y tantas bendiciones de los Pontífices. Además, ¡es tan maternal ese privilegio sabatino!"4.

La Virgen prometió, a quienes viviesen y muriesen con el escapulario o la medalla bendecida con el Sagrado Corazón y la Virgen del Carmen, que hace sus veces la gracia para obtener la perseverancia final5; es decir, una ayuda particular para que, quienes no estén en gracia, se arrepientan en los últimos momentos de su vida. A esta promesa hay que añadir el llamado privilegio sabatino, que consiste en la liberación del Purgatorio al sábado siguiente a la muerte6, y otras muchas gracias e indulgencias. Verdaderamente, "María, con su amor materno, se cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y se hallan en peligros y en ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada..."7. No dejemos de acudir, cada día, muchas veces, a Ella, para que nos ayude y proteja. El mismo escapulario nos puede recordar frecuentemente que pertenecemos a Nuestra Madre del Cielo y que Ella nos pertenece, pues somos sus hijos, que tanto le hemos costado.

II. Expresamos en esta devoción una especial dedicación a Nuestra Señora de nosotros mismos y de todo lo nuestro, pues "en la aparición de la Santísima Virgen entregando el escapulario a San Simón Stock, se manifiesta la Madre de Dios como Señora de la gracia; y también como Madre amantísima, que protege a sus hijos en la vida y en la muerte.

"El pueblo cristiano ha venerado a la Virgen del Carmen particularmente por medio del santo escapulario como a la Madre de Dios y nuestra, que se nos presenta con estas credenciales: "En la vida, protejo; en la muerte, ayudo; y, después de la muerte, salvo""8. Ella es vida, dulzura y esperanza nuestra, como le hemos repetido tantas veces en el rezo de la Salve.

La devoción al santo escapulario del Carmen manifiesta nuestra seguridad en el auxilio materno de la Virgen. Del mismo modo que se utilizan trofeos y medallas para significar relaciones de amistad, de recuerdo o de triunfo, nosotros damos un sentido entrañable al escapulario para acordarnos muy frecuentemente de nuestro amor a la Virgen y de su bendita protección. Ella nos toma de la mano y, todos los días de nuestra vida aquí en la tierra, nos lleva por un camino seguro, nos ayuda a superar dificultades y tentaciones: jamás nos abandona, "porque es su costumbre favorecer a los que de Ella se quieren amparar"9.

Un día nos llegará la hora de nuestro encuentro definitivo con el Señor. Entonces necesitaremos más que nunca su protección y ayuda. La devoción a la Virgen del Carmen y a su santo escapulario es prenda de esperanza en el Cielo, pues la Virgen Santísima prolonga su maternal protección más allá de la muerte. Esta prerrogativa nos llena de consuelo. "María nos guía hacia ese futuro eterno; nos lo hace ansiar y descubrir; nos da su esperanza, su certeza, su deseo. Animados por tan esplendorosa realidad, con alegría indecible, nuestra humilde y fatigosa peregrinación terrena, iluminada por María, se transforma en camino seguro iter para tutum hacia el Paraíso"10. Allí, con la gracia divina, la veremos a Ella.

Cuando en 1605 fue elegido Papa el Cardenal De Médicis, que tomaría el nombre de León XI, y mientras le revestían con los hábitos papales, le quisieron quitar un gran escapulario del Carmen que llevaba entre la ropa. Entonces, el Papa dijo a quienes le ayudaban a revestirse: "Dejadme a María, para que María no me deje". Tampoco nosotros queremos dejarla, pues es mucho lo que la necesitamos. Por eso, llevamos siempre su escapulario. Y le decimos ahora que cuando llegue ese momento último nos abandonaremos en su brazos. ¡Tantas veces le hemos pedido que ruegue por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte, que Ella no se olvidará!

En su visita a Santiago de Compostela, el Papa Juan Pablo II deseaba a todos: "Que la Virgen del Carmen... os acompañe siempre, Sea Ella la Estrella que os guíe, la que nunca desaparezca de vuestro horizonte. La que os conduzca a Dios, al puerto seguro"11. De su mano llegaremos a presencia de su Hijo. Y si nos quedara algo por purificar, Ella adelantará el momento en que, limpios del todo, podamos ver a Dios.

Antiguamente se representaba a la Virgen del Carmen con un grupo a sus pies formado por almas en llamas en el Purgatorio, para señalar su especial intercesión en este lugar de purificación12. "La Virgen es buena para aquellos que están en el Purgatorio, porque por Ella obtienen alivio"13, predicaba con frecuencia San Vicente Ferrer. Su amor nos ayudará a purificarnos en esta vida para estar con su Hijo inmediatamente después de la muerte.

III. El escapulario es también imagen del vestido de bodas, la gracia divina, que ha de vestir siempre el alma.

El Papa Juan Pablo II, hablando a jóvenes en una parroquia romana dedicada a la Virgen del Carmen, recordaba en confidencia el especial socorro y amparo que recibió de su devoción a la Virgen del Carmen. "Debo deciros les comentaba que en mi edad juvenil, cuando era como vosotros, Ella me ayudó. No podría decir en qué medida, pero creo que en una medida inmensa. Me ayudó a encontrar la gracia propia de mi edad, de mi vocación". Y añadía: la misión de la Virgen, la que se halla prefigurada y "toma inicio en el Monte Carmelo, en Tierra Santa, está ligada a un vestido. Este vestido se llama santo escapulario. Yo debo mucho, en mis años jóvenes, a este, su escapulario carmelitano. Que la madre sea siempre solícita, se preocupe de los vestidos de sus hijos, de que vayan bien vestidos, es algo hermoso". Pero cuando estos vestidos se rompen, "la madre trata de reparar los vestidos de sus hijos". "La Virgen del Carmen, Madre del santo escapulario, nos habla de este cuidado materno, de esta preocupación suya para vestirnos. Vestirnos en sentido espiritual. Vestirnos con la gracia de Dios, y ayudarnos a mantener siempre blanco este vestido". El Papa hacía mención del vestido blanco que llevaban los catecúmenos de los primeros siglos, símbolo de la gracia santificante que recibían con el Bautismo. Y después de exhortar a conservar siempre limpia el alma, concluía: "Sed también vosotros solícitos colaborando con la Madre buena, que se preocupa de vuestros vestidos, y especialmente del vestido de la gracia, que santifica el alma de sus hijos e hijas"14. Ese vestido con el que un día nos presentaremos al banquete de bodas.

El escapulario del Carmen Puede ser una ayuda grande para querer más a Nuestra Madre del Cielo, un especial recordatorio de que le estamos dedicados y de que en un momento de apuro, en medio de una tentación, contamos con su ayuda. El tenerla tan cerca nos permitirá ser fuertes. Con palabras del Gradual para la fiesta de hoy, pedimos a Nuestra Señora: Recordare Virgo Mater... ut loquaris pro nobis bona. "Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés en la presencia del Señor, de decirle cosas buenas de nosotros"15; también en esos días en que no hayamos sido tan fieles como Dios espera de sus hijos.

1 1 Rey 18, 44 — 2 Cfr. Profesores de Salamanca, Biblia Comentada, BAC, Madrid 1961, in loc., vol. II, p. 450. — 3 Pío XII, Alocución 6-VIII-1950. — 4 San Josemaría Escrivá, Camino, Rialp, 30.ª ed., Madrid 1976, n. 500. — 5 Cfr. Inocencio IV, Bula Ex parte dilectorum. 13-I-1252. — 6 Cfr. Juan XXII, Bula Sacratissimo uti culmine, 3-III-1322. — 7 Conc. Vat. II, Conts. Lumen gentium, 62. — 8 Card. Gomá, María Santísima, R. Casulleras, 2.ª ed., Barcelona 1947. — 9 Santa Teresa, Fundaciones, 23, 4. — 10 Pablo VI, Homilía 15-VIII-1966. — 11 Juan Pablo II, Alocución 9-XI-1982. — 12 Cfr. M. Trens. María. Iconografía de la Virgen en el arte español, Plus Ultra, Madrid 1946, p. 378. — 13 San Vicente Ferrer, Sobre la Natividad. — 14 Juan Pablo II, Alocución 15-I-1989. — 15 Graduale Romanum, in loc, p. 580.

* Esta fiesta, instituida en el año 1726, conmemora el día en el que, según las tradiciones carmelitas, San Simón Stock, primer General de la Orden, tuvo una aparición de la Virgen el 16 de julio de 1251. María prometió una bendición especial para todos los que, en el transcurso de los siglos, llevaran su escapulario. La Iglesia ha aprobado solemne y repetidamente esta devoción mariana nacida en Inglaterra, de modo que, a cuantos llevan el escapulario, han concedido los Papas numerosos privilegios espirituales.

La Virgen del Carmen es patrona de los marineros. Ella es el Puerto seguro donde hemos de refugiarnos en medio de todas las tormentas de la vida.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

Nuestra Señora del Carmen

Monte Carmelo

El Carmelo es una cadena montañosa de Israel que, partiendo de la región de Samaria, acaba por hundirse en el Mar Mediterráneo, cerca del puerto de Haifa.
Esta altura tiene un encanto peculiar. Es diferente del Monte Nebo, en Jordania, del macizo del Sinaí y del Monte de los Olivos en Jerusalén.
Todas las montañas palestinas tienen sus recuerdos teofánicos (es decir de las manifestaciones de Dios), que las convierten en cumbres sagradas y místicas. Pero ninguna tan sugestiva como el Monte Carmelo. ¿Por qué San Juan de la Cruz lo tomó como el símbolo de la ascensión mística? Seguramente se le sugirió el nombre de su propia Orden Carmelitana. Pero sin duda había alguna intención más profunda que la hacía simpatizar con el misterio de la sagrada montaña del profeta Elías.
Una tradición piadosa sostiene que, desde los días de los profetas Elías y Eliseo, hubo en aquella zona hombres de oración que vivían en soledad la búsqueda de Dios. En el período de los Cruzados surgió entre los cristianos el deseo de vivir sobre aquella montaña de vida de entrega al Señor. Así surgió en el Carmelo la vida carmelita. El convento del Monte Carmelo tiene un nombre evocador: "Stella Maris" (Estrella del Mar). Es un hermoso edificio cuadrangular a 500 metros de altura sobre el nivel del Mar Mediterráno en la ciudad de Haifa.
El centro del convento lo ocupa el santuario de la Virgen del Carmen. En el altar mayor de esta hermosa iglesia en cruz griega se venera la estatua de la Virgen del Carmen, obra de un escultor italiano en 1836.
Debajo del altar se ve la gruta del profeta Elías. Según la tradición, éste era el lugar donde se refugiaba el profeta. Una estatua recuerda al celoso defensor de la religión de Yahwéh.
Nos cuentan los Padres Carmelitas que no ha sido fácil la permanencia católica sobre esta montaña. Bien es verdad que, en la época de los Cruzados, el patriarca latino de Jerusalén, San Alberto, pudo dar a los ermitaños del Monte Carmelo una regla religiosa el año 1212. Se cuenta que el carmelita San Simón Stock pasó por aquí antes de su célebre visión del escapulario carmelita.
También subió en peregrinación a esta santa montaña el rey San Luis de Francia en el año 1254 en acción de gracias por haberse salvado de un naufragio.
Con la caída de la ciudad de San Juan de Acre en 1291 vino la persecusión árabe que causó el martirio de no pocos religiosos. Después de una larga interrupción de la vida monacal en la montaña que dio ocasión para la expansión del ideal carmelitano por el Occidente, regresaron los religiosos del Carmen al Monte Carmelo por el siglo XVII.

La estrella del Mar

Los marineros antes de la edad de la electrónica confiaban su rumbo a las estrellas. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar

Los Carmelitas y la Virgen del Carmen
se difunden por Europa

La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir la que desde tiempos remotos allí se le venera. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Llegaron incluso a llamárseles: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella a Cristo.

El Escapulario Carmelita

Los signos en la vida humana y cristiana
Vivimos en un mundo con cantidad de realidades tomadas como símbolo: el rayo de luz, la llama de fuego, el agua que brota... En la vida de cada día existe también gestos que expresan y simbolizan valores más profundos: como el compartir la comida (signo de amistad), el ponerse en fila para una manifestación (signo de solidariedad), el estar todos en pie (respeto).
Como hombres tenemos necesidad de signos o símbolos que nos ayuden a entender y vivir.
Como cristianos tenemos a Jesús, el gran don y al mismo tiempo signo eterno del amor del Padre. El estableció la Iglesia, ella misma como signo e instrumento de su amor. E incluso utilizó pan, vino, agua para remontarnos a realidades superiores que no vemos ni tocamos: constituyó signos capaces para dárnoslas verdaderamente, es decir los Sacramentos.
En la celebración de los Sacramentos los símbolos (agua, aceite, pan, imposición de las manos, anillos) expresan y operan una comunicación con Dios, que se hace presente a través de tales cosas concretas y cotidianas.
Además de los signos litúrgicos, existen en la Iglesia otros signos, ligados a un acontecimiento, a una tradición, a una persona.
UNO DE ESTOS ES EL ESCAPULARIO DEL CARMEN.

Origen del Escapulario
En el Medioevo muchos cristianos querían unirse a las Ordenes religiosas fundadas entonces: Franciscanos, Dominicos, Agustinos, Carmelitas. Surgió un laicado asociado a ellas mediante las Confraternidades.
Las Ordenes religiosas trataron de dar a los laicos un signo de afiliación y de participación en su espíritu y apostolado. Este signo estaba constituido por una parte significativa del hábito: capa, cordón, escapulario.
Entre los Carmelitas se estableció el Escapulario, en forma reducida, como expresión de pertenencia a la Orden y de compartir su devoción mariana.
Actualmente el Escapulario de la Virgen del Carmen es un signo aprobado por la Iglesia y propuesto por la Orden Carmelitana como manifestación del amor de María por nosotros y como expresión de confianza filial por parte nuestra en Ella, cuya vida queremos imitar.
El "Escapulario" en su origen era un delantal que los monjes vestían sobre el hábito religioso durante el trabajo manual. Con el tiempo asumió el significado simbólico de querer llevar la cruz de cada día, comlos verdaderos seguidores de Jesús. En algunas Ordenes religiosas, como el Carmelo se convirtió en el signo de la decisión de vivir la vida como siervos de Cristo y de Maria.
El Escapulario simbolizó el vínculo especial de los Carmelitas a María, Madre del Señor, expresando la confianza en su materna protección y el deseo de seguir su ejemplo de donación a Cristo y a los demás. Así se ha transformado en un signo Mariano por excelencia.

El Escapulario, signo mariano
El Escapulario ahonda sus raíces en la larga historia de la orden Carmelita, donde representa el compromiso de seguir a Cristo como María, modelo perfecto de todos los discípulos de Cristo. Este compromiso tiene su origen lógico en el bautismo que nos transforma en hijos de Dios.

La Virgen nos enseña
A vivir abiertos a Dios y a su voluntad, manifestada en los acontecimientos de la vida;
A escuchar la voz (palabra) de Dios en la Biblia y en la vida, poniendo después en práctica las exigencias de esta voz;
A orar fielmente sintiendo a Dios presente en todos los acontecimientos;
A vivir cerca de nuestros hermanos y a ser solidarios con ellos en sus necesidades.

El Escapulario introduce en la fraternidad del Carmelo, es decir en una gran comunidad de religiosos y religiosas que, nacidos en Tierra Santa, están presentes en la Iglesia desde hace más de ocho siglos.
Compromete a vivir el ideal de esta familia religiosa, que es la amistad íntima con Dios a través de la oraciòn
Pone delante el ejemplo delos santos y santas del Carmelo con quienes se establece una relación familiar de hermanos y hermanas.
Expresa la fe en el encuentro con Dios en la vida eterna por la intercesión de María y su protección.

En síntesis y en concreto el escapulario del Carmen
NO ES
Ni un objeto para una protección mágica (un amuleto)
Ni una garantía automática de salvación
Ni una dispensa para no vivir las exigencias de la vida cristiana, al revés!
ES
Un signo "fuerte" aprobado por la Iglesia desde hace varios siglos, ya que representa nuestro compromiso de seguir a Jesús como María:
* abiertos a Dios y a su voluntad
* guiados por la fe, por la esperanza y por el amor
* cercanos al prójimo necesitado
* orando constantemente y descubriendo a Dios presente en todas las circunstancias
* un signo que introduce en la familia del Carmelo
* un signo que alimenta la esperanza del encuentro con Dios en la vida eterna bajo la protección de María Santísima.

Normas prácticas
* El Escapulario lo impone una vez para siempre, un religioso carmelita u otro sacerdote autorizado.
* Puede ser sustituido por una medalla que represente por una parte la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, y por otra la de la Virgen. Esta medalla se bendice cuando se cambia.
* El Escapulario es para los cristianos auténticos que viven conforme a las exigencias evangélicas, reciben los Sacramentos y profesan una especial devoción a la Santísima Virgen (expresada con el rezo cotidiano de al menos tres Ave Marías).

Imposición del escapulario: fórmula
Recibe este Escapulario, signo de una relación especial con María, la Madre de Jesús, que te comprometes a imitare.
Este Escapulario te recuerde tu dignidad de cristiano, tu entrega al servicio del prójimo y a la imitación de María.
Llévalo como signo de su protección y como signo de tu pertenencia a la familia del Carmelo. Estáte dispuesto a cumplir la voluntad de Dios y a comprometerte en el trabajo por la construcción de un mundo que responda al plan de fraternidad, justicia y paz de Cristo.

Santa Teresa de Jesús y la Virgen María

Toda la experiencia mariana de Santa Teresa que se encuentra diseminada en sus escritos, se puede componer en un mosaico que ofrece una hermosa imagen de María; nos servimos de tres líneas importantes de esta doctrina teresiana.

a. Devoción mariana y experiencia mística mariana

Desde la primera página de los escritos teresianos aparece la Virgen entre los recuerdos más importantes de la niñez de Teresa; es el recuerdo de la devoción que su madre Doña Beatriz le inculcaba y que ejercitaba con el rezo del Santo Rosario (Vida 1,1.6); es conmovedor el episodio de su oración a la Virgen cuando pierde su madre Doña Beatriz, a la edad de 13 años: "Afligida fuíme a una imagen de nuestra Señora y suplicaba fuese mi madre con muchas lágrimas. Parecíame que aunque se hizo con simpleza me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a ella, y, en fin, me ha tornado a sí" (Vida 1,7). La Santa atribuye, pues, a la Virgen, la gracia de una protección constante y de manera especial la gracia de su conversión: "me ha tornado a sí". Otros textos de la autobiografía nos revelan la permanencia de esta devoción mariana: cuando acude a la Virgen en sus penas (Vida 19,S), cuando recuerda sus fiestas de la Asunción y de la Inmaculada Concepción (Ib. 5,9; 5,6), o la Sagrada Familia (Ib. 6,8), o su devoción al Rosario (Ib. 29,7; 38,1).
Muy pronto la devoción a la Virgen pasa a ser, como en otros aspectos de la vida de la Santa, una experiencia de sus misterios cuando Dios hace entrar a Teresa en contacto con el misterio de Cristo y de todo lo que a él le pertenece. En la experiencia
mística teresiana del misterio de la Virgen hay como una progresiva contemplación y experiencia de los momentos más importantes de la vida de la Virgen, según la narración evangélica. Así por ejemplo, tenemos una intuición del misterio de la obumbración de la Virgen y de su actitud humilde y sabia en la Anunciación (Conceptos de Amor de Dios 5,2; 6,7). Por dos veces la Santa Madre ha tenido una experiencia mística de las primeras palabras del Cántico de María, el "Magnificat" (Relación 29,1; 61), que según el testimonio de María de San José con mucha frecuencia "repetía en voz baja y en lenguaje castellano"' (Cfr. B.M.C. 18, p. 491).
Contempla con estupor el misterio de la Encarnación y de la presencia del Señor dentro de nosotros a imagen de la Virgen que lleva dentro de sí al Salvador: "Quiso (el Señor) caber en el vientre de su Sacratísima Madre. Como es Señor, consigo trae la libertad, y como nos ama hácese a nuestra medida" (Camino Escorial 48,11). Contempla la Presentación de Jesús en el templo y se le revela el sentido de las palabras de Simeón a la Virgen (Relación 35,1): "No pienses cuando ves a mi Madre que me tiene en los brazos, que gozaba de aquellos contentos sin graves tormentos. Desde que le dijo Simeón aquellas palabras, la dio mi Padre clara luz para que viese lo que yo había de padecer" ( Cfr. también sobre el nacimiento de Jesús la Poesía 14 y sobre la presentación Camino 31,2). Tiene presente la huída a Egipto y la vida oculta de la Sagrada Familia (Carta a Doña Luisa de la Cerda, 27 de mayo de 1563, y Vida 6,8).
Tiene una especial intuición de la presencia de María en el misterio pascual de su Hijo; participa con ella en la pena de su desolación y en la alegría de la Resurrección del Señor. A Teresa le gusta contemplar fortaleza de María y su comunión con el misterio de Cristo al pie de la Cruz (Camino 26,8). En los Conceptos de Amor de Dios (3,11) describe la actitud de la Virgen: "Estaba de pie y no dormida, sino padeciendo su santísima anima y muriendo dura muerte". Ha entrado místicamente en el dolor de la Virgen cuando se le pone el Señor en sus brazos "a manera de como se pinta la quinta angustia" (Relación 58); ha experimentado en la Pascua de 1571 en Salamanca la desolación y el traspasamiento del alma ( que es como una noche oscura del espíritu); todo ello le hace hacen recordar la soledad de la Virgen al pie de la Cruz (Relación 15, 1.6). En esta misma ocasión le dice el Señor que: "En resucitando había visto a nuestra Señora, porque estaba ya con gran necesidad ... y que había estado mucho con ella- porque había sido menester hasta consolarla" (Ib.).
En varias ocasiones ha podido contemplar el misterio de la glorificación de la Virgen en la fiesta de su Asunción gloriosa (Vida 33,15 y 39,26). Tiene conciencia de que la Virgen acompaña con su intercesión constante la comunidad en oración, como le acaece en San José de Avila (Vida 36,24) y en la Encarnación (Relación 25,13).
Cuando en una altísima experiencia mística de le da a conocer el misterio de la Trinidad percibe la cercanía de la Virgen en este misterio y el hecho de que la Virgen, con Cristo y el Espíritu Santo son un don inefable del Padre: "Yo te di a mi Hijo y al Espíritu Santo y a esa Virgen. ¿Qué me puedes dar tu a mi? (Ib.)
Se puede afirmar que la Santa ha tenido una profunda experiencia mística mariana, ha gozado de la presencia de María y ella misma, la Madre, le ha hecho revivir sus misterios. Por eso es una profunda convicción de la doctrina teresiana que los misterios de la Humanidad de Cristo y los misterios de la Virgen Madre forman parte de la experiencia mística de los perfectos (Cfr. Moradas VI,7,13 y título del cap.; 8,6).

b. María, modelo y madre de la vida espiritual.

Santa Teresa ha expresado en algunas líneas doctrinales su experiencia y su contemplación del misterioso de la Virgen María. Hubiera, sin duda alguna, trazado una hermosa síntesis de espiritualidad mariana si, como fue su intención, hubiese comentado el "Ave María" como hizo con el Padre Nuestro en la primera redacción del Camino de Perfección.
Podemos afirmar que entre las virtudes características de la Virgen que Santa Teresa propone a la imitación, hay una que las resume todas. María es la primera cristiana, la discípula del Señor, la seguidora de Cristo hasta el pie de la Cruz (Camino 26,8). Es el modelo de una adhesión total a la Humanidad de Cristo y a la comunión con El en sus misterios, de manera que Ella es el modelo de una contemplacion centrada en la Sacratísima Humanidad (Cfr. Vida 22,1; Moradas VI,7,14).
Entre las virtudes que son también las de la vida religiosa carmelitana podemos citar: la pobreza que hace María pobre con Cristo (cfr. Camino 31,2); la humildad que trajo a Dios del cielo "en las entrañas de la Virgen" (Camino 16,2) y por eso es una de las virtudes principales que hay que imitar: "Parezcámonos en algo a la gran humildad de la Virgen Santísima" (Camino 13,3); la actitud de humilde contemplacion y de estupor ante las maravillas de Dios (Conceptos de Amor de Dios, 6,7) y el total asentimiento a su voluntad (Ib.).
Su presencia acompaña todo nuestro camino de vida espiritual, como si cada gracia y cada momento crucial de madurez en la vida cristiana y religiosa tuvieran que ver con la presencia activa de la Madre en el camino de sus hijas. Así la Virgen aparece activamente presente en toda la descripción que la Santa hace del itinerario de la vida espiritual en el Castillo Interior. Es la Virgen que intercede por los pecadores cuando a ella se encomiendan (Moradas I, 2,12). Es ejemplo y modelo de todas las virtudes, para que con sus méritos y con sus virtudes pueda servir de aliento su memoria en la hora de la conversión definitiva (Moradas III 1,3). Es la Esposa de los Cantares (Conceptos de Amor de Dios, 6,7), modelo de las almas perfectas. Y es la Madre en la que todas las gracias se resumen en su comunión con Cristo en el "mucho padecer": "Siempre hemos visto que los que mas cercanos anduvieron a Cristo nuestro Señor fueron los de mayores trabajos: miremos los que pasó su gloriosa Madre y sus gloriosos apóstoles" (Moradas VII 4,5). Por eso la memoria de Cristo y de la Virgen, en la celebración litúrgica de sus misterios, nos acompaña y fortalece (Cfr. Moradas VI,7,11.13).

c. La Virgen María y el Carmelo

Teresa de Jesús con su vocación de Carmelita ha entrado profundamente en toda la antigua tradición espiritual del Carmelo. En el monasterio de la Encarnación de Avila ha podido impregnarse de toda la rica espiritualidad mariana de la Orden, tal como en el siglo XVI la expresaban la tradición histórica, las leyendas espirituales, la liturgia carmelitana, la devoción popular, la iconografía carmelitana. En sus escritos el nombre de la Orden esta siempre unido al de la Virgen que es Señora, Patrona, Madre de la Orden y de cada uno de sus miembros. Todo es mariano en la Orden, según Santa Teresa: el hábito, la Regla, las casas.
Cuando es nombrada Priora de la Encarnación, en 1571, coloca en el lugar primero del coro a la Virgen, porque comprende que en María hay una convergencia de devoción, de amor y respeto por parte de todas las religiosas. El gesto tiene un hermoso epílogo mariano, con la aparición de la Virgen (Relación 25). En una Carta a María de Mendoza (7 de marzo de 1572) dice afectuosamente: "Mi 'Priora' (la Virgen María) hace estas maravillas". Acoge con gozo al P. Gracián, tan devoto de la Virgen, como ella recuerda con frecuencia en sus Cartas, y se entusiasma con el conocimiento que él tiene y le comunica de los orígenes de la Orden, tal como eran narrados en los libros de entonces (cfr. Fundaciones, c.23) Tiene plena conciencia de los privilegios del Santo Escapulario, como parece aludir en esta frase a propósito de la muerte de un carmelita: "Entendí que por haber sido fraile que había guardado bien su profesión le habían aprovechado las Bulas de la Orden para no entrar en el Purgatorio (Vida 38,31).
Con idéntico espíritu mariano, como un servicio de renovación de la Orden de nuestra Señora y por impulsos de la Virgen, emprende la tarea de la fundación de San José. Ya en las primeras gracias que Cristo le hace, encontramos la alusión de la presencia de la Virgen en el Carmelo (Vida 32,11).
Después es la misma Virgen la que activa la fundación de San José con idénticas palabras y promesas y con una gracia especial concedida a Teresa de pureza interior, una especie de investidura mariana para ser Fundadora (Vida 33,14). Al concluir felizmente la fundación de San José la Madre Teresa confiesa sus sentimientos marianos: "Fue para mí como estar en una gloria ver poner el Santísimo Sacramento... y hecha una obra que tenía entendido era para servicio del Señor y honra del hábito de su gloriosa Madre" (Vida 36,6). Y añade: "Guardamos la Regla de nuestra Señora del Carmen... Plega al Señor sea todo para gloria y alabanza suya, y de la gloriosa Virgen María, cuyo hábito traemos" (Ib. 36, 26.28) Como respuesta a este servicio mariano, ve a Cristo que le agradece "lo que había hecho por su Madre" y ve a la Virgen "con grandísima gloria, con manto blanco y debajo de él parecía ampararnos a todas" (Ib. 36, 24).
En la narración de los progresos de la Reforma, Teresa tiene siempre el cuidado de subrayar la continuidad con la Orden, el servicio hecho a nuestra Señora, la especial protección que Ella le dispensa en todas las ocasiones. Así, por ejemplo, el encuentro con el Padre Rubeo y el permiso obtenido para extender los monasterios teresianos: "Escribí a nuestro Padre General una carta... poniéndole delante el servicio que haría a nuestra Señora, de quien era muy devoto. Ella debía ser la que lo negoció" (Fundaciones, 2,5). Todo el libro de las Fundaciones parece estar escrito en clave mariana, pues son continuas las alusiones de Teresa a la Virgen y a su servicio, como cuando escribe: "Comenzando a poblarse estos palomarcitos de la Virgen nuestra Señora ..." (Ib. 4,5); o cuando subraya: "Son estos principios para renovar la Regla de la Virgen su Madre y Señora y Patrona Nuestra" (Ib. 14,5), como dice a propósito de la fundación de Duruelo. Cuando vuelve la vista atrás, al final del libro de las Fundaciones, contempla todo como un servicio de la Virgen y una obra en la que ha colaborado la misma Reina del Carmelo: "Nosotras nos alegramos de poder en algo servir a nuestra Madre y Señora y Patrona... Poco a poco se van haciendo cosas en honra y gloria de esta gloriosa Virgen y su Hijo ..." (Ib. 29,23.28). La misma separación de calzados y descalzos hecha en el Capítulo de Alcalá, en 1581, es contemplada por Teresa con una referencia pacificadora a la Madre de la Orden: "Acabó nuestro Señor cosa tan importante... a la honra y gloria de su gloriosa Madre, pues es de su Orden, como Señora y Patrona que es nuestra ..." (Ib. 29,31).
El recuerdo de la Virgen sugiere a Teresa en diversas ocasiones el sentido de la vocación carmelitana inspirada en María. Así por ejemplo con una alusión implícita a la Virgen escribe: "Todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen somos llamadas a la oración y contemplación (porque este fue nuestro principio, de esta casta venimos, de aquellos santos Padres nuestros del Monte Carmelo, que en tan gran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban este tesoro, esta preciosa margarita de que hablamos" (Moradas V 1,2).
En el contexto anterior y posterior la Santa habla de la vocación la oración, tesoro escondido y perla preciosa - dos alusiones evangélicas - que están dentro de nosotros, pero que exigen el don total de nuestra vida para comprar el campo donde esta el tesoro y adquirir la perla preciosa. María aparece como la Madre de esta "casta de contemplativos", por su interioridad en la meditación y la entrega total del Señor. En otra ocasión Teresa llama la atención sobre la necesidad de la imitación de la Virgen para poder llamarnos de veras hijas suyos: "Plega a nuestro Señor, hermanas, que nosotras hagamos la vida como verdaderas hijas de la Virgen y guardemos nuestra profesión, para que nuestro Señor nos haga la merced que nos ha prometido" (Fundaciones 16,7). En el amor a la Virgen y en la adhesión a la misma familia se encuentra para la fraternidad teresiana el fundamento del amor recíproco y de la comunión de bienes, como sugieren estos dos textos: "Así que, mis hijas, todas lo son de la Virgen y hermanas, procuren amarse mucho unas a otras" (Carta a las monjas de Sevilla, 13 de enero de 1580, 6). "Por eso traemos todas un hábito, porque nos ayudemos unos (monasterios) a otros, pues lo que es de uno es de todos" (Carta a la M. Priora y Hermanas de Valladolid, 31 de mayo de 1579,4).
Estas páginas muestran como la Santa Madre ha vivido intensamente la tradición mariana del Carmelo y la ha enriquecido con su experiencia mística, su devoción y la orientación doctrinal de sus escritos. Para la carmelita descalza la Virgen es, en la perspectiva teresiana, modelo de adhesión a Cristo, de vivencia contemplativa de su misterio y de servicio eclesial; para cada monasterio, la Virgen es la Madre que con su presencia acrecienta el sentido de intimidad y de familia, alienta en el camino de la vida espiritual, preside la oración como ferviente intercesora ante su Hijo.

La Espiritualidad Mariana de la orden Carmelita
Escrita por la Orden de Carmelitas Descalzos

1. En los orígenes de nuestra devoción mariana

Hay tres palabras claves que sintetizan los orígenes de nuestra relación carismática con la Virgen María: el lugar del Monte Carmelo, el nombre o título mariano de la Orden, la explícita mención de la dedicación de la Orden del Carmelo al servicio de nuestra Señora.
a. El lugar: una capilla en honor de la Virgen María en el Monte Carmelo
Un anónimo peregrino de principios del siglo XIII nos ofrece, en un documento sobre los caminos y peregrinaciones de la Tierra Santa, el primer testimonio histórico mariano acerca de la Orden. Nos habla de una "muy bella y pequeña iglesia de nuestra Señora que los ermitaños latinos, llamados "Hermanos del Carmelo" tenían en el Wadi 'ain es-Siah. Otra redacción del mismo manuscrito habla de una iglesia de nuestra Señora.
Posteriormente el título de la Virgen María se le dará a todo el monasterio, cuando se amplíe notablemente la primitiva capilla, como consta en varios documentos antiguos (cfr. Bullarium Carmelitanum, I, pp. 4 y 28). Este dato primordial de la capilla del Monte Carmelo dedicada a la Madre de Dios es significativo y prácticamente es el hecho del que se desprende la más antigua devoción de los Carmelitas a la Virgen. Desde el principio de su fundación los Carmelitas han erigido una pequeña capilla dedicada a la Virgen Madre de Dios en su misma tierra de Israel.
Suponemos que esta capilla estaba presidida por una imagen de la Madre de Dios. La tradición antigua de la orden nos ha transmitido algunas imágenes antiguas, de inspiración oriental. Entre ellas algunas del tipo de la Virgen de la ternura o de la Virgen sentada en un trono con su Hijo. Todo ello indica que los ermitaños del Monte Carmelo querían dedicarse por entero al vivir en obsequio de Jesucristo bajo la mirada amorosa de la Virgen Madre, y que ella presidió desde sus misma cuna el nacimiento de una nueva experiencia eclesial. De aquí el hecho que se la reconozca como Patrona, según las palabras del General Pedro de Millaud al Rey de Inglaterra Eduardo I a propósito de la Virgen María "en cuya alabanza y gloria esta misma Orden fue fundada especialmente" (Cfr. Ibidem, 606-607). Una afirmación que la tradición posterior confirmara constantemente.
b. El nombre: "Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo"
Así aparece el título de la Orden en algunos documentos pontificios, con una referencia explícita a la Virgen María, como consta por la Bulla de Inocencio IV, Ex parte dilectorum (13-1-1252): "De parte de los amados hijos, los ermitaños hermanos de la Orden de Santa María del Monte Carmelo" (Analecta Ordinis Carmelitarum 2 (1911-1913) p.128). En un documento posterior (20-2-1233) Urbano IV (en la Bula Quoniam, ut ait) hace referencia al "Prior Provincial de la Orden de la Bienaventurada María del Monte Carmelo en Tierra Santa" y añade que en el Monte Carmelo está el lugar de origen de esta Orden donde se va a edificar un nuevo monasterio en honor de Dios y "de la dicha Gloriosa Virgen su Patrona" (Bullarium Carmelitanum I, p.28).
Este nombre, "Hermanos" que es signo de familiaridad e intimidad con la Virgen, ha sido reconocido por la Iglesia, y será en adelante fuente de espiritualidad cuando los autores carmelitas posteriores hablen del "patronazgo de la Virgen" y de su cualidad de "Hermana" de los Carmelitas.
c. La consagración a la Virgen
El Carmelo profesa con su dedicación total al servicio de Jesucristo como Señor de la Tierra Santa, según el sentido de seguimiento y de servicio que tiene el texto inicial de la Regla en su contexto histórico y geográfico, su total consagración a la Virgen María. Así lo reconoce un antiguo texto legislativo del Capitulo de Montpellier, celebrado en 1287: "Imploramos la intercesión de la gloriosa Virgen María, Madre de Jesús, en cuyo obsequio y honor fue fundada nuestra religión del Monte Carmelo" (Cfr. Actas del Capítulo General de Montpellier, Acta Cap.Gen., Ed. Wessels-Zimmermann, Roma 1912, p.7). Esta especial consagración que se une al recuerdo del seguimiento de Cristo tendrá una lógica consecuencia en la fórmula de la profesión que incluirá la mención explícita de la entrega a Dios y a la Bienaventurada Virgen María.

2. Una tradición espiritual viva

Tras los datos históricos reseñados que pertenecen a los albores de la experiencia mariana del Carmelo, las Constituciones señalan los elementos mas significativos de la espiritualidad mariana de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. Sin embargo podemos condensar en algunas orientaciones la riqueza doctrinal del espíritu mariano de la Orden, tal como ha sido vivido a partir de los orígenes, enriquecido por la devoción y los escritos espirituales de algunos carmelitas insignes.
a. Los títulos de amor y de veneración.
Se puede afirmar que la antigua tradición carmelitana ha expresado los vínculos de amor con la Virgen a través de una serie de títulos relativos al misterio de María pero percibidos con un sabor especial desde la experiencia de la vida del Carmelo. Así, en los orígenes, predomina la denominación de Patrona de la Orden, pero también se va haciendo camino la expresión más dulce de Madre, como aparece en fórmulas antiguas de Capítulos y Constituciones, como estas: "En honor de nuestro Señor Jesucristo y de la gloriosa Virgen María, Madre de nuestra Orden del Carmelo"; "Para alabanza de Dios y de la bienaventurada Virgen María Madre de Dios y Madre nuestra", como dicen las Constituciones de 1369.
En la antífona "Flos Carmeli" se invoca a la Virgen como "Madre dulce" (Mater mitis) y Juan de Chimineto habla de María como "fuente de las misericordias y Madre nuestra". Los dos apelativos están en relación con el misterio de la Virgen Madre de Dios en la expansión de su maternidad hacia los hombres. A estos títulos hay que añadir el de Hermana, asumido por los Carmelitas del siglo XIV en la literatura devocional que narra los orígenes de la Orden, a partir del profeta Elías que contempla proféticamente en la nubecilla la futura Madre del Mesías, y se complace en ilustrar las relaciones de la Virgen con los ermitaños del Monte Carmelo.
Desde otro punto de vista doctrinal, los Carmelitas, en la contemplacion el misterio de la Virgen, han puesto de relieve su Virginidad, admirando en ella el modelo de la opción por una vida virginal en el Carmelo y su relación con la contemplacion. Por las mismas razones los Carmelitas siempre estuvieron entre los defensores del privilegio de la Inmaculada Concepción de la Virgen, en las controversias de la edad media, sea a nivel de teología, sea a favor de la introducción de la fiesta en el Calendario de la Orden que la celebraba con particular devoción. De aquí también la insistencia de los autores carmelitas en la filial contemplacion de la Virgen Purísima y del compromiso de imitar en la Virgen esta actitud espiritual, simbólicamente reflejada en la capa blanca del hábito de la Orden.
b. Privilegios para la Orden.
La historia y la espiritualidad mariana de la Orden, sobre todo durante los siglos XIV-XVI, se enriquecen de motivos devocionales que van aumentando la tradición histórica primitiva. La Virgen María aparece como una auténtica Protectora de la Orden en momentos difíciles de su evolución y su expansión en Occidente. EL Catálogo de los Santos Carmelitas ha recogido la visión que el General de la Orden Simón Stock tuvo hacia el año 1251, cuando la Virgen se le aparece y le hace entrega del hábito de la Orden asegurándole la salvación eterna para todos los que lo lleven con devoción. Al Papa Juan XXII se le atribuye un documento, llamado comúnmente Bula Sabatina, que lleva la fecha del 3 de marzo de 1322, en el cual refiere la visión que el mismo Papa tiene de la Virgen que le promete una protección personal a cambio de la ayuda que él mismo preste a los Carmelitas; en la Bula se alude al privilegio de una liberación de las penas del Purgatorio para todos aquellos que hayan llevado dignamente el Santo Escapulario, mediante la acción maternal de la Virgen que irá a liberar a sus devotos el sábado siguiente a su muerte.
Estos dos hechos han polarizado la atención popular hacia la devoción mariana propuesta por los Carmelitas y han monopolizado, en cierto sentido, la visión espiritual que la Orden ha tenido del misterio de María, que es sin duda mucho más rica, más evangélica, más espiritual.
La Orden desde el siglo XIV quiso celebrar con una fiesta especial, la Conmemoración de la Virgen María del Monte Carmelo, los beneficios recibidos por intercesión de nuestra Señora. Esta fiesta tenía a la vez el sentido de recordar la protección de María y de realizar la acción de gracias por parte de la Orden. En la elección de la fecha, como se sabe, influye la parcial aprobación de la Orden obtenida en el Concilio II de Lyon, el 17 de julio de 1274, cuando había estado en peligro la extinción de la Orden. Posteriormente, la fecha del 16 de julio fue considerada como el día tradicional de la aparición de la Virgen a San Simón Stock; de esta forma el recuerdo de la protección de la Virgen se concentró en el agradecimiento particular por lo que constituía la suma y compendio del amor de la Virgen para los Carmelitas: el don del Santo Escapulario y sus privilegios.
c. Espiritualidad mariana de la Orden: María, modelo y Madre
Una nota distintiva de la actitud de los Carmelitas hacia la Virgen María es el deseo de imitar sus virtudes dentro de la propia profesión religiosa. Ya el conocido teólogo carmelita Juan Baconthorp (1294-1348) había intentado hacer en su comentario a la Regla un paralelismo entre la vida del Carmelita y la vida de la Virgen María; se trata de un principio exegético de gran importancia porque centra la devoción en la imitación. Otro gran teólogo, Arnoldo Bostio (1445-1499), ha cantado en su obra acerca del Patronazgo mariano sobre la Orden, el sentido de intimidad con la Virgen, la especial filiación del carmelita, la comunión de bienes con la Madre, el sentido de la "hermandad" con Ella. El Beato Bautista Mantuano (1447-1516) es un cantor eximio de la Virgen en su producción poética. Como fieles intérpretes de la tradición carmelitana llevan a su esplendor el sentido de la intimidad con la Virgen y su conformación interior al misterio de María el P. Miguel de San Agustín (1621-1684) y su dirigida María de Santa Teresa (1623-1677).
Aunque no es éste el lugar para desarrollar la doctrina de todos estos autores, hemos querido dejar constancia de una rica tradición doctrinal y espiritual del Carmelo que encontrará en los representantes del Carmelo Teresiano una digna continuidad y profundización de la espiritualidad mariana.
d. Liturgia y devoción popular.
Los Carmelitas han expresado su devoción y consagración a la Virgen especialmente por medio de la liturgia. Han erigido templos en su memoria y venerado su imagen. Los antiguos Rituales de la Orden, a partir del siglo XIII, muestran el fervor litúrgico del Carmelo en la celebración de las fiestas marianas de la Iglesia, con la aceptación de nuevas celebraciones; se trata de fiestas que en otros lugares y en otras Ordenes, no son acogidas con tanto fervor, como la fiesta de la Inmaculada Concepción. La fiesta de la Conmemoración Solemne de la Virgen del Monte Carmelo se convierte en la fiesta principal. El antiguo rito jerosolimitano, seguido por la Orden, reserva a María múltiples invocaciones en las horas canónicas, con antífonas marianas a final de cada hora y con una solemnización especial de la Salve Regina de Completas.
En honor de la Virgen se celebran sus misas votivas y el nombre de María se introduce con frecuencia en los textos litúrgicos de la toma de hábito y de la profesión. Se puede decir que la liturgia carmelitana ha dejado una profunda huella de espíritu mariano en la tradición espiritual y ha plasmado interiormente la dedicación que la Orden profesaba a la Virgen Nuestra Señora. Junto a la liturgia florecen características prácticas de devoción popular de la Iglesia, como el Angelus y el Rosario, y otras propias de la Orden, unidas a la devoción del Escapulario.

3. La espiritualidad mariana en el Carmelo teresiano

La segunda parte del n. 54 de las Constituciones presenta la lógica continuidad de la experiencia mariana del Carmelo en Santa Teresa y en San Juan de la Cruz con estas palabras: "Santa Teresa y San Juan de la Cruz, han reafirmado y renovado la piedad mariana del Carmelo". Sigue a continuación una breve y jugosa síntesis del pensamiento mariano de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. Dentro del espacio que ofrecen estas páginas de breve comentario vale la pena alargar un poco más la visión que ofrecen de este punto las Constituciones para ver hasta qué punto el tema mariano se enriquece en los Santos de la Orden y como queda configurado actualmente en nuestra espiritualidad, a partir de la doctrina y experiencia de Teresa de Jesús, de Juan de la Cruz y de otros testigos eximios del Carmelo Teresiano.

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Fuente: LaVerdadCatolica.org
Bartolomé de los Mártires Fernandes, Beato Obispo, 16 de julio  

Bartolomé de los Mártires Fernandes, Beato

Obispo de Braga

Martirologio Romano: En el monasterio de la Santa Cruz de Viana do Castelo, en Portugal, beato Bartolomé de los Mártires Fernandes, obispo de Braga, que eximio por la integridad de su vida, se distinguió por la caridad en el cuidado pastoral de su grey, dejando muchos escritos de sólida doctrina.

Etimológicamente: Bartolomé = Aquel que es hijo de Tolomeo, es de origen hebreo.

Vio la primera luz en Lisboa (Portugal) el 3 de mayo de 1514. Fue bautizado en la Iglesia de los Mártires, de ahí su nombre. Su familia era adinerada y generosa con los pobres.

Nació con una seña particular: tenía una cruz bien delineada en el exterior de su mano derecha, con una flor de lis en cada punta.

Cursó estudios elementales y después gramática y latín; en tanto, la predicación de los padres dominicos inspiraron su vocación al sacerdocio. Ingresó en dicha orden (1528), donde practicó la penitencia y la mortificación que le caracterizaron.

Después de su ordenación sacerdotal continuó estudios en Batalha. En 1551 asistió con su provincial al Capítulo General en Salamanca (España), donde recibió el doctorado en sagrada teología. Desempeñó el cargo de prior en el convento de Benfica (Lisboa) y años después, por obediencia, fue obispo en Braga (1559).

Su celo pastoral infundió en la feligresía el amor a Dios, por medio de la oración y la contemplación; asimismo, corrigió con firmeza, las costumbres incorrectas del clero y del pueblo. Participó en el concilio de Trento (1561) y, al regresar a Braga, convocó el IV concilio provincial (1564) para dar a conocer los decretos de Trento.

Renunció al arzobispado (1581) e hizo vida de retiro en el convento de Viana do Gástelo (Portugal) hasta su muerte acaecida el 16 de julio de 1590. Fue sepultado en este lugar, donde en 1609 colocaron sus reliquias en un mausoleo.

S.S. Juan Pablo II lo beatificó el 4 de noviembre de 2001.

Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Bartolomé contacte a:
Dominicanos - Casa Provincial
Travessa do Corpo Santo, 32
1200-131 Lisboa, PORTUGAL

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Elvira, Santa Abadesa, 16 de julio  

Elvira, Santa

Abadesa

 

Etimológicamente significa "prudente consejera", Viene de la lengua alemana.

Alguien, muy amante de la vida y profundamente creyente, decía a menudo:"Me alegro de cada instante que vivo".

Se le veía siempre con el rostro alegre repitiendo en su oración personal estas palabras: Jesús, mi alegría, mi esperanza y mi vida.

Un creyente que vive en esta dimensión, todo lo relativiza y sabe darle importancia cada día a lo que es fundamental.

Elvira celebra su santo en el mismo día que la Virgen del Carmen, devoción tan arraigada en España y en el mundo entero.

Elvira consagró su vida al Señor mediante los tres lazos imperecederos de la virginidad, la pobreza y la obediencia en el monasterio.

Su virtud resplandecía entre todas su hermanas. Por eso, apenas tuvieron ocasión, la eligieron abadesa o superiora del monasterio.

Fue una alegría para todas. Supo dirigir el monasterio con tanta prudencia, amabilidad y buen consejo, que las monjas y cuantas personas la trataban quedaban encantadas ante el atractivo de su santidad y la delicia de sus corazón virgen.

El monasterio en el que surgió su apostolado, brilló por sus dotes de atención a los pobres y sus cualidades para gobernarlo según las reglas.

El monasterio se llama D´Ohren, ya que está situado a la vera de la Renania alemana, fue construido en el siglo VII por Dagoberto I de Austrasia y San Modoaldo.

Todo esto sucedió en el siglo XII.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
María Magdalena Postel, Santa Virgen y Fundadora, 16 de julio  

María Magdalena Postel, Santa

Fundadora de la Congregación de Hijas de la Misericordia
(1756-1846)

Martirologio Romano: En Saint-Sauveur-le-Vicomte, pueblo de Normandía, en Francia, santa María Magdalena Postel, virgen, la cual, durante la misma revolución, al haber sido expulsados todos los sacerdotes, prestó toda clase de servicios a los enfermos y, en general, a todos los fieles. Vuelta la paz, fundó en la más completa pobreza la Congregación de las Hijas de la Misericordia, para la formación de las jóvenes pobres (1846).

Nació en Barfleur, en la Normandía francesa, el 28 de noviembre de 1756. A los nueve años tomó la Primera Comunión; pocos años después murieron sus padres.

Estudió en la abadía benedictina de Valognes, la cual abandonó para dedicarse a la educación y formación cristiana de mujeres sin recursos. A los dieciocho años fundó su primera escuela. Al estallar la Revolución y ser disueltas las órdenes religiosas, le fue encomendada la misión de custodiar y administrar el Pan Eucarístico y guardar los vasos y ornamentos sagrados (1789).

Durante más de diez años dio asilo a sacerdotes perseguidos y continuó en la clandestinidad su labor catequística; por ello, debido a su caridad y por los dones especiales que en ella radicaban, fue nombrada "la Virgen sacerdote".

Cuando estaba en presencia del Santísimo Sacramento, se dice que "ni siquiera un rayo podría distraerla". En 1798 ingresó como terciaria franciscana. En 1807 fundó en Cherburgo el Instituto de las Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia, de regla severa y vida muy austera.

En este lugar murió el 16 de julio de 1846. Durante su fecunda vida fundó más de treinta y siete conventos e iglesias.

Fue canonizada por Pío XI el 24 de mayo de 1926

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Fuente: De la Mano de Cristo
Ermengarda (Irmengard), Beata Abadesa, 16 de julio  

Ermengarda (Irmengard), Beata

Martirologio Romano: En el monasterio de Frauenwörth, junto al lago Chiemsee, en Baviera, beata Irmengard, abadesa, que desde su más tierna infancia, despreciando el esplendor de la corte, se entregó al servicio de Dios, consiguiendo que otras muchas vírgenes siguieran al Cordero (866).

Las siguientes consideranciones sobre la Beata Ermengarda (Irmengard, en alemán), están tomadas de J. Ratzinger, De la mano de Cristo. Homilías sobre la Virgen y algunos Santos, Eunsa, Pamplona 1997, pp. 69-76.

La Beata Ermengarda, fundadora del monasterio de Frauenwörth, junto al Chiemsee, nació en Ratisbona (Regensburg) el año 833 y murió a los 33 años de edad, el 866. Fue hija de Luis II "el Germánico" y Emma von Altdorf. Bisabuelos suyos fueron: Carlomagno, Hildegarda de Vintzgau, el duque Ingerman de Hesbaye, el duque Isembart II von Altdorf, Ermengarda de Francia (hermana de Carlomagno), el duque Widukind "el Grande" de Sajonia y Svetana de Sajonia.

Ermengarda tuvo tres hermanas y dos hermanos. Junto con sus hermanas, fue educada en el monastrio de Buchau (Suabia). Mas tarde, se hizo benedictina y se fue a vivir a la abadía de Frauenwörth, situada en una isla en el lago de Chiemsee (Baviera, cerca de Salzburgo). Fue la primera abadesa y se distinguió por su piedad de vida. Sus restos reposan en la capilla del monasterio. Fue beatificada por Pio XI en 1928. La pequeña isla llamada Fraueninsel ("isla de las mujeres") es un lugar de peregrinación al que acude toda Alemania. Se invoca a Ermengarda para superar la esterilidad y también como protectora en los partos múltiples. Se celebra el día de la Virgen del Carmen, 16 de julio.

Gisela, una de sus hermanas, casó con el duque Bertoldo de Suabia y tuvo dos hijas antepasadas nuestras: Bertilde de Suabia y Cunegunda de Suabia (ver descedencia de Luis "el Germánico").

El 18 de julio de 1993, el Card. Ratzinger pronunció una homilía en el monasterio de la abadía de Frauenwörth, comentando el texto de Mt 13, 24-33 (parábolas del Reino de los Cielos).

Jesús dice que "los justos brillarán como estrellas en el Reino de mi Padre. "Son los santos, personas que habiendo abierto sus ojos a la luz de Dios, despiden a su vez destellos luminosos. A la manera de estrellas suspendidas en el horizonte de la Historia, penetran con sus rayos los nubarrones y oscuridades de los tiempos, e inciden sobre el mundo para dejarnos ver algo de la santidad de Dios" (p. 69). Hay que fijarse en ellos, en los tiempos de crisis. Ellos nos darán luces nuevas para conocer mejor a Dios y a su Iglesia.

La Beata Ermengarda ha dejado en el curso de los siglos una estela continua que las múltiples tinieblas de las épocas no han podido sofocar. Durante la secularización, cuando las puertas del convento se cerraron, las gentes de Chiemgau creyeron ver luces que se movían por las inmediaciones del lugar. Decían que fue una procesión de la Beata Ermengarda. Actualmente, sólo se conserva de una parte la portada de doble planta de el convento que ella fundo, con sus pinturas de ángeles y, de otra, los huesos de la Beata. Esas dos cosas tangibles que nos quedan nos dicen muchas otras.

"Coram angelis psallam tibi"

Ermengarda, al fundar su convento, lo dispuso como un lugar al servicio de la fe. Quería que se extendiera el Reino de Dios por el mundo.

Los frescos de los ángeles nos recuerdan que desde sus mismos orígenes remotos, la vida monacal ha respondido a la idea del angelikos bios, la vida de los ángeles como modelo: mirar la faz de Dios, , estar en diálogo con Él y glorificarle con cantos armoniosos de alabanza. Los ángeles se distinguen porque vuelan y porque cantan.

Vuelan porque son ágiles y pueden alcanzar las alturas porque están desentendidos de su peso y su importancia. Y cantan porque de suyo son diáfanos y rebosan de una alegría que, al integrarse en toda la armonía de la Creación, es un reflejo de la belleza de su Autor.

"Coram angelis psallam tibi, Domine" (Ps 138,1). Ante la faz de tus ángeles he de alabarte, Señor. "Esto nos dice que, en la Liturgia, no sólo estamos reunidos unos con otros, sino que hay alguien más. Nos encontramos asociados a los ángeles mirando la faz de Dios. Con nuestras voces nos unimos a sus coros, y las suyas se juntan con los nuestros. De aquí viene la grandeza de la Liturgia: porque en ésta elevamos nuestros ojos hacia los ángeles y, con ellos, nos ponemos ante la faz del Creador. Si comprendemos esto significa que la Liturgia será para nosotros una fuente de alegría que jamás podrá ser parangonada con todas esas fiestas que nosotros hemos inventado, y en las cuales no se hermanan los Cielos y la tierra. Y, al tener la certeza de que estamos ante los ángeles de Dios, y que ellos mismos están entre nosotros, brotará con nuestro gozo el espíritu de adoración hacia la inmensa Presencia que nos envuelve" (p. 71-72).

"A la vista de este sitio y del estilo de vida que la Beata Ermengarda implantara en esta isla, nos viene a la memoria la frase en que San Benito condensó la quintaesencia de su Regla: "Operi Dei nihil praeponatur" (Antepóngase a todas las cosas, el servicio de Dios). Ha de ser siempre lo principalísimo. A ello se suma lo mismo que el Señor nos ha dejado dicho: "Buscad primeramente el Reino de Dios, y lo demás se os dará por añadidura" (Mt 6, 33). En el espíritu de San Benito, la idea es además una idea completamente práctica para los casos en que puedan surgir dudas. Podríamos preguntarnos: ¿No habrá acaso algo que sea más prioritario? Su respuesta será siempre: no. Jamás podrá surgir alguna cosa que sea más urgente que dedicar tiempo a Dios y disponerse para servirle. Lo demás tomará de ahí su ritmo justo. Tener tiempo para Dios ha de ser siempre criterio de preferencia frente a todo lo restante.

La regla de este mundo es la opuesta: "Operi Dei quaecumque res praeponatur" (Todas las otras cosas son más importantes, y se han de hacer primero: los pendientes, los apuros, etc.; luego viene Dios). El problema es que siempre se va relegando a Dios al final y nunca tenemos tiempo para Él.

"Nuestro tiempo, al quedar huero de Dios, se ha convertido sin más en tiempo vano. Con él vamos flotando en el vacío y, al perder la noción de nuestro fin, ya no sabemos el sentido, la magnitud y la densidad de nuestra vida: porque hemos invertido el orden de las cosas al estimar superfluo lo importante, y hacer de nosotros mismos lo primero sin caer en cuenta de que nuestra importancia verdadera viene sólo de Dios. Busquemos pues su Reino con total preferencia. Dios primero: tal es el llamamiento que esta obra de Irmengarda, su convento y su monasterio, continúan dirigiendo a nuestro mundo" (p. 73).

Los restos de Ermengarda

"¿Y qué nos dicen los restos de Ermengarda? Que murió a los 34 años, y que según han declarado los expertos tras haber analizado los huesos, padecía de artritis, a pesar de su juventud, como la mayoría de sus parientes. Al saber de una muerte tan temprana, y de aquella enfermedad que había venido soportando, nos hacemos cierta idea de su vida, sus fatigas y sus dolores. Nos podemos imaginar cuánto debió de sufrir entre unos muros tan fríos, y en el coro de las horas nocturnas durante unos inviernos largos, oscuros, gélidos y húmedos".

Sus dolores fueron también morales. Supo de la sublevación de su hermano Carlomán contra el padre (Luis "el Germánico"), en 862, que se unió al dux eslavo Ratislav (846-869), guía de checos y moravos y constructor del gran imperio eslavo.

El movimiento coincidió con una nueva agitación de los abodritas (eslavos) y una incursión normanda en Sajonia, a las que se debió hacer frente, así como a la primera aparición de jinetes magiares en los confines de Baviera, que será asolada por las sagitae hungarorum entre 910 y 955 (resonante triunfo de Otón I en Lechfeld, sobre los magiares).

En consecuencia, si fue una mujer de amor, fue al mismo tiempo una mujer de sufrimiento. Ambas cosas van unidas en la vida. "Podemos afirmar que quien se niega a sufrir no puede amar de verdad, pues el amor implica siempre alguna forma de morir a sí mismo, de sentirse arrancado y, con ello, liberado de sí mismo" (p. 74).

Nuestro tiempo ignora la idea de sufrimiento. Queremos "hacer", pero no "padecer". Nuestra vida no es únicamente actividad, sino también "pasividad", estado de pasión. Hemos nacido, y tendremos que morir. Entre la hora del nacimiento y esa otra en la que seremos despojados de la vida, nuestros días son un continuo decaer hacia la muerte. Sólo si unos y otros acertamos a entenderlo y asumirlo, volveremos a comprender la forma verdadera de amarnos mutuamente: porque esto implica siempre que sepamos aceptarnos y sobrellevarnos unos a otros, aunque a veces los demás no sean "de nuestro agrado", nos fastidien y nos "alteren los nervios". Y sólo cuando aceptemos hondamente lo pasivo de nuestra existencia y sus padecimientos, podremos recobrar el sentimiento de la alegría de vivir" (p.74).

Las parábolas del Reino de los Cielos

Las parábolas del Reino es precisamente lo que nos enseñan:

a) la parábola del trigo y la cizaña: que tenemos que soportar el crecimiento de la cizaña en nosotros y en los demás,
b) la parábola del grano de mostaza: que tenemos que soportar que la Iglesia (la Obra) parezca sólo un grano pequeño de mostaza,
c) la parábola de la levadura: que debemos contentarnos con creer que el Reino de los Cielos actúa como la levadura, sigilosa en los adentros, y cuya fuerza somos incapaces de apreciar.

"Esto nos dice que necesitamos tener fe, dejarnos fermentar por la levadura del Evangelio: porque así seremos buenos y el mundo podrá serlo igualmente" (p. 74).

El abad Gerhard von Seeon puso una leyenda en unas tablillas de plomo, 150 años después de la muerte de Ermengarda: "virgo beata nimis, ora pro nobis". Irmengarda continuaba cerca de ellos para escucharles y ayudarles.
"El amor hacia el prójimo no mengua entre los santos cuando se hallan en el otro mundo" (Orígenes). Habiéndose abismado en el amor a Dios, están presentes con Él para nosotros, dispuestos a escucharnos y acompañarnos.

En la tablilla de von Seeon aparecen otras palabras: un texto de la Escritura que nos es bien conocido por la liturgia de Adviento: "Alegraos siempre en el Señor, os lo repito, alegraos. Que los hombres conozcan vuestra amabilidad. El Señor está cercano" (Fil 4,4).

Ermengarda sabía que el Señor está cercano. De aquí vino su bondad y su alegría, una alegría contagiosa. "Pienso, pues, que su legado a nuestro favor en este día se resume en las siguientes palabras: "El Señor está cerca. Manteneos a su lado. Si sois buenos por Él, podréis estar alegres también por Él"" (p. 76).

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Andrés de Soveral y 29 Mártires de Brasil, Beatos Mártires de Brasil, 16 de julio  

Andrés de Soveral y 29 Mártires de Brasil, Beatos

Mártires de Brasil

Martirologio Romano: En la ciudad de Cunhaú, cerca de Natal, en Brasil, beatos Andrés de Soveral, presbítero de la Compañia de Jesús, y Domingo Carvalho, mártires, que dolosamente encerrados en la iglesia cuando celebraban la Misa, tanto ellos como un grupo de fieles fueron cruelmente asesinados por unos soldados (16 de julio 1645).

Junto al río Uruaçu, cerca de Natal, en Brasil, beatos Ambrosio Francisco Ferro, presbítero, y compañeros, mártires, que dieron la vida víctimas de la opresión que se desencadenó contra la fe católica (1645). Sus nombres son: beatos Antonio Baracho, Antonio Vilela Cid, Antonio Vilela hijo y su hija, Diego Pereira, Manuel Rodrigues Moura y su esposa, hija de Francisco Dias hijo, Francisco de Bastos, Francisco Mendes Pereira, Juan da Silveira, Juan Lostau Navarro, Juan Martins y siete jóvenes, José do Porto, Mateo Moreira, Simón Correia, Esteban Machado de Miranda y dos hijas suyas, Vicente de Souza Pereira (3 de octubre 1645).

Martirio de Cunhaú

El 16 de julio de 1645, los holandeses que ocupaban el nordeste de Brasil, llegaron a Cunhaú, en Río Grande del Norte, donde varios colonos residían en los alrededores del Molino, ocupados en la plantación de la caña de azúcar. Era un domingo. La hora de la misa, 69 personas se reunieron en la capilla Nuestro Señora de Candeias. La capilla fue rodeada e invadida por soldados e indios que eliminaron a todos los que allí estaban, incluyendo al párroco sacerdote Andrés de Soveral que celebraba la misa. Ellos no opusieron resistencia a los agresores y entregando sus almas piadosamente al Creador.

Martirio de Uruaçu

Aterrorizados por lo acontecido en Cunhaú, muchos habitantes pidieron asilo en el Fuerte Reis Magos ("Reyes Magos"), o se refugiaban en lugares improvisados. El 3 de octubre, cerca de 80 fueron llevados a los márgenes de Río Uruaçu, donde los esperaban soldados holandeses e indios armados. Los holandeses, calvinistas de religión, que eran acompañados por un pastor protestante, les ofrecieron a quienes apostataban el perdonarles la vida, todos los que se resistieron a esta oferta fueron bárbaramente sacrificados. Entre ellos estaba Mateo Moreira que, cuando le arrancaban el corazón por la espalda, murió exclamando: "Alabó es Sagrado Sacramento".

Beato Andrés de Soveral
Nacido en São Vicente, hoy el Estado de São Paulo, alrededor del año 1572. Ingresó en la Compañía de Jesús el 6 de agosto de 1593, en Bahia; estudió latín y Teología Moral. Sabiendo muy bien el idioma indígena, estaba a cargo de de la conversión del Indios en los territorios dependientes de la escuela de Pernambuco, en la ciudad de Olinda.

En 1606 viaja a Río Grande en una misión. Probablemente entre 1607 y 1610 pasó al clero diocesano, regresando a Rio Grande en 1614 ya como sacerdote secular y quedándose esta vez como parroco de Cunhaú. El tendría 73 años cuando fue martirizado mientras celebraba la misa en su iglesia parroquial.:

"La figura del P. Andrés de Soveral, el pastor del pequeño rebaño de Cunhaú, despunta como el gran héroe que, no sólo ofreció su vida por la fe en el momento sublime del sacrificio eucarístico, sino que también exhorto a sus feligreses a que hicieran lo mismo, aceptando voluntariamente el martirio" (PEREIRA, F. de Assis. Protomártires de Brasil, p. 17)

Beato Domingo Carvalho

Además del Beato Andrés, Domingo es el único nombre conocido de entre todas las víctimas de la masacre de Cunhaú. Después de la matanza, los asesinos empezaron a hacer fiesta y a robar las pertenencias de los cadáveres. Se dice que en uno de los cuerpos, el de Domingo Carvalho, quien era uno de los principales del lugar, encontraron cierta cantidad de oro que fue distribuido entre en los asesinos.

Beato Ambrosio Francisco Ferro

La primera información que se tiene del P. Ambrosio data de 1636, consistiendo aquella en que él era el vicario de Río Grande. Aparentemente mantenía una relación amistosa con los holandeses, ya que les pidió asilo en la Fortaleza. Otro mártir, el Beato Antonio Vilela Cid, estaba casado con la hermana de P. Ambrósio, Inés Duarte, "açoriana". Se deduce por lo tanto que él era "açoriano" que es decir portugués.

La lista de los demás beatificados es la siguiente:
Beato Juan Lostau Navarro;
Beato Antonio Vilela Cid;
Beatos Antonio Vilela hijo y su pequeña hija;
Beatos Estaban Machado de Miranda y sus dos pequeñas hijas;
Beatos Manuel Rodrigues de Moura y su esposa;
Beato José do Porto;
Beato Francisco de Bastos;
Beato Diego Pereira;
Beato Vicente de Souza Pereira;
Beato Francisco Mendes Pereira;
Beato Juan de Silveira;
Beato Simón Correia;
Beatos Juan Martins y siete compañeros;
La Beata hija de Francisco Días;
Beato Antonio Barrocho;
Beato Mateo Morreira.

A estos mártires se los recuerda en las dos fechas de sus martirios: 16 de julio y 3 de octubre.

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Fuente: Libro "Santos y Beatos de la Cartuja"
Claudio Béguignot, Beato Presbítero y Mártir, 16 de mayo  

Claudio Béguignot, Beato

Martirologio Romano: Frente a Rochefort, en la costa de Francia, beatos Nicolás Savouret, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, y Claudio Béguignot, cartujo, presbíteros y mártires, que durante la Revolución Francesa, por odio al sacerdocio, fueron encerrados en una nave convertida en cárcel, en la que enfermaron y murieron (1794).

Etimológicamente: Claudio = Aquel que camina con dificultad, es de origen latino.

 

(1736-1794)

Profesó en la cartuja de Bourgfontaine, el 15 de agosto de 1760. Sabemos muy poco de su vida en la Cartuja; sin embargo, después de la supresión de su Casa, rehusó prestar juramento y se escondió en la Cartuja de Ruán como "huésped", o sea, como miembro de aquella Comunidad de la que no era profeso, según consta en el Capítulo General de 1782. En 1791 se dispersó esa Comunidad, siendo arrestado en la casa de un particular en abril de 1793, y deportado el 6 de marzo del año siguiente en que le llevaron a Rockefort, donde tras ser objeto de un cacheo fue embarcado en el buque "Les Deux-Associés" (Los dos socios).

Más tarde, otro cartujo y compañero en la prueba, llamado Labiche de Reignefort, ofreció de él el siguiente testimonio: "Este santo religioso falleció en el gran hospital, durante mi permanencia en él. Después de haber pasado santamente la mayor parte de su vida en la contemplación y en la práctica de todas las virtudes propias del claustro, la terminó aún más santamente en la profesión de la fe, en medio de las obras penosas de su ministerio sacerdotal, como confesor. Casi todos los enfermos acudían a él, aunque Don Claudio estuviera tan enfermo como ellos. Tantos trabajos terminaron por enardecer su sangre. A esto se añadió el empeoramiento de una llaga que se había hecho en una pierna, y en tal forma que le ocasionó la muerte. Falleció como había vivido; con las señales de un verdadero predestinado, en el mes de julio de 1794. Con solo ver a este hombre de Dios, se sentía uno atraído por el amor a la penitencia. Llevaba la mortificación de Jesucristo en todo su cuerpo. Nunca se hubiera uno cansado de oírle hablar de Dios, tal era la unción conque lo hacía. . . Los rasgos de su rostro tenían algo de parecido con los que los artistas acostumbran a representar a San José Benito Labre. Esta es la razón por la que habíamos dado ese mismo nombre a este gran siervo de Dios". Don Claudio de Beguignot falleció el 16 de julio de 1794, a la edad de 58 años. Siendo sepultado en la isla de Aix.

El archivo pdf del libro sobre SANTOS Y BEATOS DE LA CARTUJA, lo pueden encontrar en: blog.juanmayo.net

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, 16 de julio  

Otros Santos y Beatos

San Antíoco, mártir
En Anastasiópolis, de Galacia, san Antíoco, mártir, hermano de san Platón (s. III/IV).

San Atenógenes, presbítero y mártir
En Sebaste, de Armenia, san Atenógenes, corepíscopo y mártir, que dejó a sus discípulos un himno en el que habla de la divinidad del Espíritu Santo, y que fue arrojado al fuego por ser cristiano (c. 305).

San Helerio, eremita
En la isla de Jersey, en el mar Británico, san Helerio, ermitaño, martirizado por unos piratas, según la tradición (s. VI).

Santos Monulfo y Gondulfo, obispos
En Maastricht, en la ribera del Mosa, de Brabante, en Austrasia, santos Monulfo y Gondulfo, obispos (s. VI/VII).

Santos Reinildis, Grimoaldo y Gondulfo, mártires
En Saintes (o Xantes), en Hainaut, santos mártires Reinildis, virgen, Grimoaldo y Gondulfo, los cuales, según cuenta la tradición, fueron asesinados por unos salteadores (c. 680).

San Sisenando, diácono y mártir
En la ciudad de Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Sisenando, diácono y mártir, decapitado por los sarracenos por su fe en Cristo (651).

Beato Simón da Costa, mártir
Pasión del beato Simón da Costa, hermano coadjutor de la Compañía de Jesús, que fue martirizado por odio a la Iglesia en la nave "San Jacobo", un día después que los otros religiosos con los que iba (1570).

Beatos Juan Sugar y Roberto Grissold, mártires
En Warwick, en Inglaterra, beatos Juan Sugar, presbítero, y Roberto Grissold, mártires, el primero de ellos por haber entrado en Inglaterra siendo sacerdote, y el segundo por haberle prestado ayuda, por lo cual ambos fueron cruelmente atormentados, alcanzaron la palma del martirio en tiempo de Jacobo I (1604).

Beato Nicolás Savouret, religioso mártir
Frente a Rochefort, en la costa de Francia, beatos Nicolás Savou-ret, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, y Claudio Béguignot, cartujo, presbíteros y mártires, que durante la Revolución Francesa, por odio al sacerdocio, fueron encerrados en una nave convertida en cárcel, en la que enfermaron y murieron (1794).

Santos Lang Yangzhi y su hijo Pablo Lang Fu, mártires
En Lüjiapo, lugar de Qinghe, en la provincia china de Hebei, santos Lang Yangzhi, catecúmena, y su hijo Pablo Lang Fu, mártires, que en la persecución desencadenada por el movimiento de los Yihetuan, a causa de haber profesada públicamente su fe cristiana, ambos murieron consumidos por el fuego dentro de su casa, que había sido incendiada (1900).

Santos Teresa Zhang Hezhi y dos hijos, mártires
En Zhangjiaji, pueblo de Ningjin, también en la provincia china de Hebei, santa Teresa Zhang Hezhi, mártir, que durante la misma persecución, habiendo sido llevada a una pagoda pagana, se negó a adorar a los ídolos, por lo que ella y sus dos hijos fueron alanceados (1900).

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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