miércoles, 17 de julio de 2013

Jueves del Santísimo Sacramento. 18/07/2013. San Federico ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo: 
"Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera". 
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

jue 15a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

Sálvanos, Señor y Dios nuestro; reúnenos de entre las naciones, para que podamos agradecer tu poder santo y sea nuestra gloria alabarte.

Oración Colecta

Oremos:
Concédenos, Señor, Dios nuestro, amarte con todo el corazón y, con el mismo amor, amar a nuestros prójimos. 
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

"Soy el que soy". "Yo soy" me envía a ustedes

Lectura del libro del Exodo 3, 13-20

En aquel tiempo, Moisés, después de oír la voz del Señor desde la zarza ardiendo, le dijo: 
"Está bien. Me presentaré a los israelitas y les diré: "El Dios de sus padres me envía a ustedes"; pero cuando me pregunten cuál es su nombre, ¿qué les voy a responder?"
Dios le contestó a Moisés: 
"Mi nombre es Yo-soy".
Y añadió:
"Esto les dirás a los israelitas: 
"Yo-soy me envía a ustedes". También les dirás: "El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me envía a ustedes. Este es mi nombre para siempre. Con este nombre me han de recordar de generación en generación".
Ve a reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, de Isaac, y de Jacob, se me apareció y me dijo: "Yo he venido a ustedes porque he visto cómo los maltratan en Egipto. He decidido sacarlos de la esclavitud de Egipto para llevarlos al país de los cananeos, hititas, amorreos, perezeos, jeveos y yebuseos, a una tierra que mana leche y miel".
Los ancianos de Israel escucharán tu voz y tú irás con ellos a ver al faraón y le dirán: "El Señor, el Dios de los hebreos, se nos ha aparecido. Permítenos caminar tres días por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios".
Ya sé que el faraón no los dejará ir, si no se ve obligado. Por eso yo extenderé mi brazo y azotaré a los egipcios con toda clase de males, y finalmente el faraón los dejará salir". 
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 104

El Señor nunca olvida sus promesas.

Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a los pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos.
El Señor nunca olvida sus promesas.

Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abrahán, del juramento a Isaac, que un día le hiciera. 
El Señor nunca olvida sus promesas.

Dios hizo a su pueblo muy fecundo, más poderoso que sus enemigos. A éstos les endureció el corazón para que odiaran a su pueblo y le pusieran asechanzas a sus siervos.
El Señor nunca olvida sus promesas.

Pero envió a Moisés, su siervo, y a Aarón, su elegido, que hicieran contra ellos sus señales anunciadas, sus prodigios en la tierra de Egipto.
El Señor nunca olvida sus promesas.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré, dice el 
Señor. 
Aleluya.

Evangelio

Soy manso y humilde de corazón

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo: 
"Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera". 
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, estos dones que te presentamos en señal de sumisión a ti, y conviértelos en el sacramento de nuestra redención. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Restauración universal en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso, 
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Ven, Señor, en ayuda de tu siervo, sálvame por tu misericordia. Que no me arrepienta nunca de haberte invocado.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que el sacramento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que acabamos de recibir, nos ayude, Señor, a vivir más profundamente nuestra fe. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

15ª Semana. Jueves

EL YUGO DEL SEÑOR ES LLEVADERO

— Jesucristo nos libera de las cargas más pesadas.

— Hemos de contar con el peso del dolor, de las contradicciones y de los obstáculos.

— Deportividad, reciedumbre y alegría para afrontar todo aquello que nos es contrario o menos agradable, lo que se opone a nuestros planes o produce pesar y dolor. Huir del desaliento.

I. Venid a Mí todos los fatigados y agobiados –nos dice Jesús en el Evangelio de la Misa1–, y Yo os aliviaré. Se dirige a las multitudes que le siguen, maltratadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor2, y las libera de los pesos que las agobian. Los fariseos las sobrecargaban de minuciosas prácticas insoportables3 y a cambio no les daban la paz en sus corazones.

Las cargas más pesadas de los hombres –enseña San Agustín– son los pecados. «Dice Jesús a los hombres que llevan cargas tan pesadas y detestables y que sudan en vano bajo ellas: Venid a Mí... y Yo os aliviaré. ¿Cómo alivia a los cargados con los pecados, sino mediante el perdón de los mismos?»4. Cada Confesión es liberadora, porque los pecados –aun los veniales– abruman y oprimen. De este sacramento salimos restaurados, dispuestos de nuevo para luchar, llenos de paz. «Como si dijera: todos los que andáis atormentados, afligidos y cargados con la carga de vuestros cuidados y deseos, salid de ellos, viniendo a Mí, y Yo os recrearé, y hallaréis para vuestras almas el descanso que os quitan vuestras pasiones»5.

El Señor, a cambio de estas cargas del pecado, de la soberbia, de la falta de generosidad..., nos invita a compartir su propio yugo: Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: porque mi yugo es suave y mi carga ligera... Y comenta San Agustín: «Esta carga no es un peso para quien la lleva, sino alas para quien va a volar»6. Son un dulce peso los compromisos propios de nuestra vocación cristiana y aquella parte de la Cruz que a cada uno toca llevar; y esta amable carga nos permite remontarnos hasta Dios mismo.

Junto a Cristo, además, las dificultades y los obstáculos normales que se encuentran en la vida de todo hombre adquieren un sentido bien diferente. En vez de ser «nuestra cruz» se convierten en la Cruz de Cristo, con quien corredimimos, se purifican nuestras faltas y crecen las virtudes. Y, sin embargo, tantas veces, a nuestro alrededor se alza la voz de gente buena, pero sin fe viva, inmersa en la comodidad, que no entiende el sacrificio. «Ese camino es muy difícil, te ha dicho. Y, al oírlo, has asentido ufano, recordando aquello de que la Cruz es la señal cierta del camino verdadero... Pero tu amigo se ha fijado solo en la parte áspera del sendero, sin tener en cuenta la promesa de Jesús: "mi yugo es suave".

»Recuérdaselo, porque –quizá cuando lo sepa– se entregará»7, comprenderá mejor que él también ha sido llamado a la santidad.

Debemos proclamar a los cuatro vientos que el camino que sigue de cerca las pisadas de Cristo es un camino lleno de alegría, de optimismo y de paz, aunque estemos siempre cerca de la Cruz. Y precisamente de esas tribulaciones, llevadas por Dios, sacaremos los mayores frutos. «Acuérdate –nos aconseja San Francisco de Sales– que las abejas en el tiempo que hacen la miel comen y se sustentan de un mantenimiento muy amargo; y que así nosotros no podemos hacer actos de mayor mansedumbre y paciencia, ni componer la miel de las mejores virtudes, sino mientras comemos el pan de la amargura y vivimos en medio de las aflicciones»8.

II. Es difícil, quizá imposible, encontrar a una persona que no tenga dolor, enfermedad, preocupaciones de un sentido o de otro. Al cristiano no le debe ocurrir lo que comenta San Gregorio Magno: «hay algunos que quieren ser humildes, pero sin ser despreciados; quieren contentarse con lo que tienen, pero sin padecer necesidad; ser castos, pero sin mortificar su cuerpo; ser pacientes, pero sin que nadie los ultraje. Cuando tratan de adquirir virtudes, y a la vez rehúyen los sacrificios que las virtudes llevan consigo, se parecen a quienes, huyendo del campo de batalla, quisieran ganar la guerra viviendo cómodamente en la ciudad»9. Sin dolor y sin esfuerzo no hay virtudes.

Hemos de contar con dificultades, con preocupaciones y con penas; en unas épocas se manifestarán de una forma más costosa, y en otras más liviana; pero junto a Cristo serán siempre llevaderas. Estas contradicciones –grandes o pequeñas–, aceptadas y ofrecidas a Dios, no oprimen; por el contrario, disponen al alma para la oración y para ver a Dios en los pequeños sucesos de la vida. El Señor no permitirá que nos llegue un dolor, ningún apuro, que no podamos sobrellevar acudiendo a Él en demanda de ayuda. Si alguna vez tropezamos con una contrariedad más grande, también el Señor nos dará una gracia mayor: «Si Dios te da la carga, Dios te dará la fuerza»10.

Mientras nos encontremos en la tierra hemos de contar con las dificultades como algo normal. San Pedro ya lo advertía a los primeros cristianos: carísimos, cuando Dios os pruebe con el fuego de las tribulaciones, no lo extrañéis como si os aconteciese una cosa muy extraordinaria11. No nos sorprendamos; precisamente por el camino de la Cruz pasa la senda de la felicidad y de la eficacia. El Señor permite con frecuencia que venga la contradicción sobre aquellos que más quiere para que den más fruto aún: todo sarmiento que unido a la vid da fruto, lo poda para que dé más fruto12. Pero nunca nos deja solos; Jesús está siempre junto a los suyos, especialmente cuando más se hace notar el peso de la vida.

III. Del Señor solo nos llegan bienes. Cuando permite el dolor, la contrariedad, problemas económicos o familiares..., es que desea para nosotros algo mejor.

Frecuentemente, Dios bendice a quienes más quiere con la Cruz y con su gracia para que sepan llevarla con garbo humano y sobrenatural. Cuando Santa Teresa, ya casi al final de su vida, se dirigía a una fundación, se encontró con caminos impracticables y los ríos desbordados por las inundaciones. Después de pasar la noche, enferma y fatigada, en una posada tan pobre que no tenía ni camas13, decidió proseguir su viaje, porque el Señor así se lo pedía. Él le había dicho: «No hagas caso de estos fríos, que Yo soy la verdadera calor. El demonio pone todas sus fuerzas para impedir esa fundación; ponlas tú de mi parte porque se haga y no dejes de ir en persona, que se hará gran provecho»14. Lo cierto es que al día siguiente la Santa decidió atravesar el río Arlanzón en unas condiciones tales que cuando llegó la caravana a la orilla del río, no se veía más que una inmensa sabana de agua sobre la cual apenas se distinguían los pontones de madera15. Los que estaban en la orilla vieron cómo su carruaje oscilaba y quedaba suspendido al borde de la corriente. Teresa saltó, con el agua hasta las rodillas, pero como estaba poco ágil se lastimó. Se dirigió entonces al Maestro en tono amablemente quejoso: «¡Señor, entre tantos daños y me viene esto!». Y Jesús le respondió: «Teresa, así trato Yo a mis amigos». Y la Santa, llena de ingenio y de amor, le contestó: «¡Ah, Señor, por eso tenéis tan pocos!»16. Después, todos estaban contentos, «porque en pasando el peligro era recreación hablar de él»17.

Quiere el Señor que llevemos las contradicciones con paz, con reciedumbre, con alegría y confianza en Él, sabiendo que «nunca falló a sus amigos», especialmente si estos solo pretenden hacer Su voluntad. Junto al Sagrario –mientras le decimos quizá: Adoro te devote, latens deitas, te adoro con devoción, deidad escondida– comprobaremos que, aun en los casos más difíciles y apurados, la carga junto a Cristo se hace ligera y su yugo suave. Él nos ayuda a tener paciencia y a hacer frente a los obstáculos con espíritu deportivo y siempre que sea posible con buen humor, como hicieron los santos. Con esta actitud llevamos un gran bien a nuestra alma y a todos aquellos que viven cerca de nosotros.

Deportividad y alegría para afrontar todo aquello que nos es contrario o menos agradable, lo que se opone a nuestros planes o produce pesar y dolor. Y también sencillez y humildad para no inventarse problemas y dolores que no existen en la realidad, para dejar a un lado suspicacias, para no complicarse falsamente la vida. Porque, aunque los obstáculos sean reales y se deba contar con ellos, en ocasiones se corre el riesgo de desorbitarlos, dándoles excesiva importancia. Puede ocurrir que alguna vez se piense que nada se hace bien, que todo va de mal en peor, que se es ineficaz en el apostolado, que el ambiente influye demasiado para ir contra corriente... Es una visión deformada de las cosas, quizá por no contar con la verdadera realidad: somos hijos de Dios, y jamás nos faltará la gracia para salir adelante con un mayor bien. Junto a Él y con la protección de Santa María, refugium nostrum et virtus, refugio y fortaleza nuestra, sabremos matizar y definir aquello que va menos bien, pediremos ayuda en la dirección espiritual y lo que nos parecía tan costoso se hará llevadero. Este espíritu optimista, alegre y lleno de fortaleza es imprescindible para adelantar en el amor a Dios y para llevar a cabo toda labor de apostolado. El alma envuelta en dificultades se enrecia, se hace generosa y paciente. En los obstáculos hemos de ver siempre la gran ocasión de hacernos fuertes y de amar más.

1 Mt 11, 28-30. — 2 Mt 9, 36. — 3 Cfr. Hech 15, 10. — 4 San Agustín, Sermón 164, 4. — 5 San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, I, 7, 4 — 6 San Agustín, o. c., 7. — 7 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 198. — 8 San Francisco de Sales,Introducción a la vida devota, III, 3. — 9 San Gregorio Magno, Moralia, 7, 28, 34. —10 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 325. — 11 1 Pdr 4, 12. — 12 Cfr. Jn 15, 2. — 13Santa Teresa de Jesús, Fundaciones, 27, 12. — 14 Ibídem, 31, 11. — 15 Cfr. M. Auclair, La vida de Santa Teresa de Jesús, Palabra, 4.ª ed., Madrid 1984, pp. 422-423. — 16 Ibídem, p. 423. — 17 Santa Teresa de Jesús, Fundaciones, 31, 17.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Sinforosa y sus siete hijos, Santos Mártires, Julio 18  

Sinforosa y sus siete hijos, Santos

Mártires

Martirologio Romano; A nueve millas de Roma por la via Tiburtina, conmemoración de los Santos Sinforosa y sus siete compañeros Crecencio, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio, mártires, que fueron martirizados de diversas maneras, fieles a su hermandad con Cristo

Santa Sinforosa fue una matrona romana, mujer, cuñada, y madre de mártires. Su esposo, san Getulio, que era tribuno militar, murió mártir en la época de Adriano. Este matrimonio tenía siete hijos varones cuyos nombres conserva la tradición: Crescencio, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio.

La familia vivió en Roma un tiempo, yendo y viniendo a las propiedades que el padre de familia, el tribuno Getulio -llamado también Zotico-, tenía en Tívoli. Dios les ha dado siete hijos; son familia cristiana y, en una casa bien dispuesta, llenan las horas del día viviendo en paz y armonía entre trabajos y aprendizajes mezclados con juegos, gritos y rezos.

El supersticioso emperador Adriano se ha convertido en un perseguidor cruel de los cristianos. Entre otros muchos, aprisiona a Getulio y a Amancio, su hermano, también militar. Prisioneros primero, acaban siendo decapitados en la orilla del Tiber.

Durante todo el tiempo de la persecución, Sinforosa ha salido con los suyos de Roma hacia Tívoli y allí procura preparar a sus hijos para la amenaza presente que se promete larga y que ya ha acabado con la vida de su padre. Les habla del amor de Dios y del premio, de fortaleza y fidelidad, de lealtad a Dios con las obras hasta la muerte como ha sido la actitud de su propio padre. Tuvo que pasar oculta siete meses con sus hijos, escondiéndose cuando arreciaba la persecución, por el temor a ser descubiertos, en una cisterna seca, que siglos después se mostraba a los visitantes. Sin fingimiento inútil, prepara a sus hijos hablándoles del peligro que corren, de los bienes futuros prometidos a los que son fieles y de la confianza en Jesucristo; también les pone al corriente de la dureza que supone el martirio y confiesa sus miedos ante la posibilidad de que claudique alguno de ellos. Todos se proponen estar dispuestos a la muerte antes que adorar a los ídolos.

Por fin cayeron en manos de sus enemigos, y como Sinforosa no se dejase persuadir con promesas y amenazas para sacrificar a los ídolos, el juez quiere colgarla por los cabellos junto al templo de Hércules; pero, comprendiendo que el espectáculo contribuirá a afianzar la fe de los cristianos que permanecen ocultos entre el pueblo, cambia el propósito, disponiendo que sea arrojada al río Teverone, próximo a Tívoli, con una pesada piedra atada al cuello. Hasta último momento Sinforosa siguió animando a sus hijos a permanecer firmes en la fe.

Sus hijos Crescente, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio, jóvenes y algunos niños, se resisten firmemente a sacrificar a los dioses y aseguran con claridad ante el juez que se ha ofrecido con promesas a hacer de padre y madre para ellos: "No seremos menos fuertes ni menos cristianos que nuestros padres".

Entonces es el potro alrededor del templo de Hércules el que entra en juego. A fuerza de ser estirados les descoyuntan los miembros, pero ellos bendecían a Dios en medio del tormento. Luego vienen los garfios que van rompiendo las carnes y, por último, vencido y humillado el juez por no poder torcer la voluntad de los fuertes y jóvenes reos, manda que los verdugos terminen con sus vidas atravesándoles con espadas y puñales.

Enterraron sus cuerpos en una fosa común que los paganos llamaron luego "Biothanatos", queriendo expresar el desprecio a la muerte que mostraron al juzgarles. Cuando se calma de furia de Adriano en cosa de año y medio, los cristianos pudieron dar digna sepultura a los que llamaban ya, distinguiéndolos, como "Los Siete Hermanos" y levantaron una pequeña y pobre iglesia a Sinforosa. Posteriormente sus reliquias se trasladaron a Roma y se pusieron, junto a las de Getulio, en la Iglesia de san Miguel.

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Marina de Orense, Santa Mártir, Julio 18  

Marina de Orense, Santa

Virgen y Mártir de Aguas Santas, Orense

Su vida esta mezclada entre la realidad y la leyenda. Nació en Balcagia, la actual Bayona de Pontevedra en Galicia (España), por el año 119, siendo hija de Lucio Castelio Severo, gobernador romano de Gallaecia y Lusitania y de su esposa Calsia, quien da a luz en un solo parto a nueve niñas mientras su marido esta fuera recorriendo sus dominios. Asustada Calsia por el múltiple alumbramiento y temiendo ser repudiada por infidelidad conyugal decide deshacerse de las criaturas y se las encomienda a su fiel servidora Sila, ordenándole que bajo el mayor secreteo las ahogara en el río Miñor.

Sila, cristiana a carta cabal, lejos de cometer tan horrible crimen, las dejaría en casa de familias amigas y las criaturas fueron bautizadas por el obispo San Ovidio y criadas en la fe cristiana.

Llegado el momento tuvieron que comparecer ante su propio padre acusadas de ser cristianas, el cual al saber que eran sus hijas las invita a que renuncien a Cristo a cambio de poder vivir rodeadas de los lujos y comodidades propias de su nacimiento. Las encarcela tratando de atemorizarlas pero logran huir de las garras de la cárcel y se dispersaron. Todas ellas, no obstante acabarían siendo mártires cristianas.

La devoción popular sitúa a Liberata y a Marina (hermanas) mártires en la cruz a la edad de 20 años el 18 de enero del 139.

La fiesta de Santa Liberata se celebra el 20 de julio por ser la fecha en que se trasladaron sus reliquias desde la ciudad de Sigüenza a la Bayona gallega en el año 1515. La fiesta de Santa Marina se celebra el 18 de julio.

En el lugar donde fue decapitada manaron tres manantiales de agua.
Zurbarán la representó ataviada como una gran señora.

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Fuente: santoraldeldia.blogspot.com
Federico de Utrecht, Santo Obispo, Julio 18  

Federico de Utrecht, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Utrecht, ciudad de Güeldres, en Austrasia, san Federico, obispo, que, ilustre por sus conocimientos sobre las Sagradas Escrituras, se dedicó incansablemente a la evangelización de los frisones (838).

Etimológicamente significa "poderoso en la paz". Viene de la lengua alemana.

Descendiente de una familia ilustre entre los frisones, fue elegido obispo de Utrecht en 820. Dedicó toda su actividad a la reforma de las costumbres de sus diocesanos, y combatió las herejías. Murió mártir en Utrecht, el año 838. - Fiesta: 18 de julio.

"Al obispo -dice el consagrante al nuevo obispo, durante el ritual de la consagración-, corresponde juzgar, interpretar, consagrar, ordenar, ofrecer, bautizar y confirmar". Y cuando le hace entrega de la más significativa insignia de su episcopado: "Recibe el báculo de Pastor a fin de que seas dulce y firme en tus correcciones; en tus juicios, justo y sereno; al fomentar la virtud en los demás, persuasivo, y no te dejes llevar ni del rigor ni de la debilidad. Recibe este anillo, símbolo de la fidelidad con que has de conservar intacta y sin mancha a la Esposa de Dios, es decir, la Iglesia". Y asimismo, cuando le hace entrega de los Evangelios, dice: "Recibe el Evangelio y ve a predicarlo al pueblo que te ha sido encomendado. Dios Omnipotente aumente en ti la gracia".

No es extraño que ante una misión tan sublime y a la vez tan cargada de responsabilidad, Federico, varón justo y lleno de humildad, se declarase incapaz de aceptar el cargo de obispo de Utrecht, para el que había sido elegido por el clero y el pueblo de aquella diócesis. Fue necesaria toda la autoridad del emperador Ludovico Pío, para que aquel sacerdote, conocido de todos por su ardor pastoral y su predicación, aceptase la Cátedra episcopal que había quedado vacante a la muerte del obispo Ricfredo.

Y la verdad es que nadie mejor que él podía encargarse de la diócesis: por una parte, sus virtudes y su ciencia le daban la autoridad necesaria para ocupar la Silla episcopal, y por otra, el haber vivido en íntima comunicación con Ricfredo le hacían el más conocedor de la situación.

En efecto, nacido hacia el año 790, en el seno de una noble familia de Frisia, había sido confiado para su educación al clero de la iglesia de Utrecht, primero, y más tarde al mismo obispo, que se aplicó con ardor a formar el alma de aquel joven piadoso y trabajador, hasta que, suficientemente preparado, le confirió el sacerdocio.

Ahora, consagrado ya obispo, en presencia del mismo emperador, Federico se entrega generosamente a su misión, que cumplirá fielmente hasta las últimas consecuencias. Su humildad había hecho cuanto estaba de su mano para no aceptar aquel cargo que sus solas fuerzas no podían soportar, pero ahora que había recibido ya la plenitud del sacerdocio, su fe confía en que el único Sacerdote -Jesucristo-, realizará en él la tarea que le ha querido confiar.

Los primeros tiempos de su episcopado los dedica a la villa de Utrecht, esforzándose en devolver la paz a su pueblo, y en hacer desaparecer los últimos restos de paganismo. Siempre acogedor, es generoso para con los pobres, hospitalario para los viajeros, y sacrificado en sus visitas a los enfermos. Entregado a la vida de oración y sacrificio, no ahorra vigilias ni ayunos, en favor de sus diocesanos.

Más adelante, su celo le lanza a recorrer todo el territorio que le ha sido confiado. En todas partes trabaja incansablemente en la reforma de las costumbres de sus diocesanos, y de una manera especial lo hace en la isla de Walcheren, donde reinaba la más burda inmoralidad.

Se dedica también a combatir la herejía arriana, bastante extendida en Frisia, y poco a poco va reduciendo los herejes a la verdadera fe católica. Para asegurar la duración de este retorno a la verdad, San Federico compone una profesión de fe, que resume la enseñanza católica sobre la Santísima Trinidad, y ordena que se recite tres veces cada día una oración en honor de las tres divinas Personas.

Cuando ya casi había recorrido toda la diócesis, un día, mientras estaba dando gracias de la Misa, es atacado por dos criminales que le atraviesan las entrañas, muriendo a los pocos minutos.
¿A qué móviles respondía

Federico de Utrecht, Santo

aquel asesinato? Algunos dan como causa cierta, el odio que Judit, segunda esposa de Ludovico Pío, alimentaba contra San Federico, por haberla reprendido con santa libertad, a causa de su conducta inmoral. No obstante, aun cuando parece que esta persuasión ya existía en Utrecht, muy próximamente a la fecha del martirio, hay quien lo pone en duda, por el testimonio del famoso escritor Rábano Mauro, que ensalza las virtudes de la emperatriz... Quizá los hagiógrafos no lleguen nunca a un acuerdo sobre este punto, pero a pesar de ello continuará siendo cierto que en aquel día del año 838, un obispo moría mártir...

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Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa
Arnulfo de Metz, Santo Obispo, Julio 18  

Arnulfo de Metz, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Metz, ciudad de Austrasia, san Arnulfo, obispo, consejero de Dagoberto, rey de Austrasia, cargo al que renunció para abrazar la vida eremítica en los Vosgos (640).

Etimología: Arnulfo = Aquel que es fuerte y astuto, es de origen alemán.

 



También conocido como Arnold, Arnaldo, Arnoldo o Arnulf.

Hombre de Estado y obispo bajo la dinastía Merovingia, nacido por el año 580, muere alrededor del 640.

Sus padres pertenecían a una distinguida familia franca y vivía en la sección este del reino fundado por Clodoveo I. En la escuela donde fue puesto durante su infancia sobresalió por su talento y su buen comportamiento. De acuerdo a las costumbres de la época fue enviado a su debido tiempo a la corte de Teodeberto II; rey de Austrasia (595-612) para ser iniciado en las diversas ramas del gobierno. Bajo la guía de Gondulfo, el Alcalde del Palacio, pronto se volvió tan hábil que fue colocado en la lista regular de oficiales reales y entre los primeros ministros del rey. El se distinguió como comandante militar y en la administración civil; al mismo tiempo el tuvo bajo su cuidado seis provincias diferentes.

A su debido tiempo, Arnulfo se casó con una mujer franca de linaje noble, de quien tuvo dos hijos, Ansegisel y Clodulfo. Mientras Arnulfo estaba disfrutando emolumentos y honores mundanos no se olvidó de cosas más elevadas y espirituales. Sus pensamientos daban vueltas frecuentemente en monasterios y con su amigo Romarico, oficial de la corte al igual que él, planeó hacer un retiro a la abadía de Lérins, evidentemente con el propósito de dedicar su vida a Dios. Pero, mientras tanto, la sede Episcopal de Metz quedó vacante. Arnulfo fue designado universalmente como un candidato valioso para el oficio y fue consagrado obispo de esa sede cerca del 611. En su nueva posición el estableció el ejemplo de una vida virtuosa para sus súbditos y atendía asuntos del gobierno eclesiástico. En el 625 tomó parte en un concilio llevado a cabo por los obispos francos en Reims. Con todo esto, Arnulfo retuvo su puesto en la corte del rey y tomó una destacada parte en la vida nacional de su gente. En el 613, después de la muerte de Teodoberto, él, con Pipino de Landen y otros nobles llamaron a Austrasia a Clotario II, Rey de Neustria. Cuando en el 625 el reino de Austrasia le fue confiado a Dagoberto el hijo del rey, Arnulfo se convirtió no sólo en el tutor, sino también en Ministro en Jefe del joven rey. En el momento del alejamiento entre los dos reyes en el 625, Arnulfo junto a otros obispos y nobles trató de efectuar una reconciliación. Pero Arnulfo temía las responsabilidades de la oficina episcopal y se cansó de la vida de la corte. Cerca del año 626 obtuvo la designación de un sucesor a la oficina Episcopal de Metz. Él y su amigo Romarico se retiraron a un lugar solitario en las montañas de los Vosgos. Allí vivió en comunión con Dios hasta su muerte. Sus restos, enterrados por Romarico, fueron transferidos cerca de un año más tarde por el obispo Goerico, a la basílica de los Santos Apóstoles en Metz.

De los dos hijos de Arnulfo, Clodulfo se convirtió en su tercer sucesor en la sede de Metz. Ansegisel permaneció al servicio del estado; de su unión con Begga, hija de Pipino de Landen, nació Pipino de Heristal, el fundador de la dinastía Carolingia. De esta forma Arnulfo fue el ancestro de los poderosos soberanos de esa casa. La vida de Arnulfo muestra hasta cierto punto la oficina episcopal y la carrera en el Estado Merovingio. Los obispos eran muy considerados en la corte; sus consejos eran escuchados, ellos tomaban parte en el reparto de justicia por los tribunales, tenían una voz en la designación de oficiales reales; fueron usados frecuentemente como embajadores del rey y sostenían altas posiciones administrativas. Para la gente bajo su cuidado, eran protectores de sus derechos, sus portavoces frente al rey y el vínculo uniendo a la realeza con sus súbditos. Las oportunidades para el bien eran por lo tanto ilimitadas; y Arnulfo las usó para buen provecho.

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Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa
Bruno de Segni, Santo Obispo, Julio 18  

Bruno de Segni, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Segni, en el Lacio, san Bruno, obispo, que trabajó intensamente en la reforma de la Iglesia, por lo que tuvo que sufrir mucho y se vio incluso obligado a dejar su diócesis, encontrando refugio en Montecasino, monasterio del que fue abad durante un tiempo (1123).

Etimología: Bruno = coraza, del alemán

Obispo de Segni, en Italia, nació en Solero, Piemonte (tierras bajas), alrededor del año 1048; murió en el año 1123.

Recibió educación elemental en un monasterio benedictino de su lugar natal. Después de concluir sus estudios en Bolonia y recibir la ordenación sacerdotal, fue designado canónigo de Siena. Como agradecimiento a su gran aprendizaje y piedad inminente, fue llamado a Roma, donde, como consejero capaz y prudente, cuatro Papas sucesivos buscaron su consejo.

Durante un sínodo en Roma en 1079 obligó a Berengario de Tours, que negaba la presencia real de nuestro Señor en la Santa Eucaristía a retractarse de su herejía. Disfrutó de la amistad personal de Gregorio VII, y fue consagrado Obispo de Segni por él en la "Campagna di Roma", en 1080. Su humildad le llevó a declinar el cardenalato. Se le conoce como "el brillante defensor de la iglesia" por el coraje invencible que mostró ayudando a Gregorio VII y a sus sucesores en sus esfuerzos para la reforma eclesiástica, especialmente en denunciar la investidura laica, que inclusive declaró como herética.

Acompañó al Papa Urbano II en 1095, al Concilio de Clermont en el que se inauguró la Primera Cruzada. En 1102 se convirtió en monje de Monte Casino y fue electo abad en 1107, sin renunciar a su cargo episcopal. Junto a muchos Obispos de Italia y Francia, Bruno rechazó el tratado conocido por la historia como el "Privilegium", el cual Enrique V de Alemania había extraído del Papa Pascual II durante su encarcelamiento.

En una misiva dirigida al Papa lo censuró francamente por concluir una convención que le concedió al rey Alemán el inadmisible reclamo al derecho a la investidura del anillo y del crucifijo exclusivo de obispos y abades, y exigió que el tratado fuera anulado. Irritado por su oposición, Pascual II ordenó a Bruno a renunciar a su abadía y regresar a su sede episcopal. Con un celo incansable continuo la labor en favor de su grey, así como el interés común de toda la Iglesia, hasta su muerte. Fue canonizado por el Papa Lucio III el 5 de septiembre del año 1183.

Su fiesta se celebra el 18 de Julio. San Bruno fue el autor de numerosas obras, principalmente Escriturísticas. De estas se deben mencionar sus comentarios sobre el Pentateuco, el Libro de Job, los Salmos, los cuatro Evangelios y el Apocalipsis.

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Fuente: Franciscanos.org
Simón de Lipnica, Santo Sacerdote Franciscano, 18 de julio  

Simón de Lipnica, Santo

Sacerdote Franciscano

Martirologio Romano: En Cracovia, ciudad de Polonia, san Simón de Lipnica, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, insigne por su predicación y por su devoción al nombre de Jesús, que, impulsado por su caridad, se entregó al cuidado de los apestados moribundos, deseando ardientemente incluso morir por ellos (1482).

Etimología: Simón = Aquel a quien Dios escucha, es de origen hebreo.

 



Simón nació en Lipnica Murowana, en la Polonia meridional, entre los años 1435 y 1440. Sus padres, Gregorio y Ana, supieron darle una sana educación, inspirada en los valores de la fe cristiana, y, a pesar de su modesta condición, se preocuparon de asegurarle una adecuada formación cultural. Simón creció con un carácter piadoso y responsable, una natural predisposición a la oración y un tierno amor a la Madre de Dios.

En 1454, se trasladó a Cracovia para asistir a la famosa Academia Jagellónica. En ese tiempo san Juan de Capistrano entusiasmaba a la ciudad con la santidad de su vida y el fervor de su predicación, atrayendo a la vocación franciscana a un nutrido grupo de jóvenes generosos. El 8 de septiembre de 1453 el santo italiano había fundado en Cracovia el primer convento de la Observancia, bajo el título de "San Bernardino de Siena", santo que había sido canonizado poco tiempo antes. Por tal motivo los frailes menores de aquel convento fueron llamados por el pueblo "bernardinos".

En 1457, también el joven Simón, fascinado por el ideal franciscano, prefirió adquirir la preciosa perla del Evangelio, interrumpiendo un rico acontecer de éxitos. Junto con otros diez compañeros de estudios, pidió ser admitido en el convento de Stradom.

Bajo la sabia guía del maestro de novicios, P. Cristóforo de Varese, religioso eminente por su doctrina y santidad de vida, Simón recorrió con generosidad la vida humilde y pobre de los frailes menores, y recibió la ordenación sacerdotal hacia el año 1460. Ejerció su primer ministerio en el convento de Tarnów, donde fue Guardián de la fraternidad. A continuación, se estableció en Stradom (Cracovia), dedicándose incansablemente a la predicación evangélica, con palabra limpia, llena de ardor, de fe y de sabiduría, que dejaba entrever su profunda unión con Dios y el prolongado estudio de la Sagrada Escritura.

Como san Bernardino de Siena y san Juan de Capistrano, Fr. Simón difundió la devoción al Nombre de Jesús, obteniendo la conversión de innumerables pecadores. En 1463, primero entre los Frailes Menores, ocupó el oficio de predicador en la catedral de Wawel. Por su entrega a la predicación evangélica, las fuentes biográficas antiguas le confirieron el título de "Predicador ferventísimo".

Deseoso de rendir homenaje a san Bernardino de Siena, inspirador de su predicación, el 17 de mayo de 1472, junto con otros frailes polacos, llegó a L´Aquila para participar en el solemne traslado del cuerpo del santo al nuevo templo erigido en su honor. Volvió a Italia en 1478 con ocasión del Capítulo general celebrado en Pavía. En esta ocasión pudo satisfacer su deseo profundo de visitar las tumbas de los Apóstoles, en Roma, y proseguir después su peregrinación a Tierra Santa. Vivió esta experiencia en espíritu de penitencia, de verdadero amante de la Pasión de Cristo, con la oculta aspiración de derramar la propia sangre por la salvación de las almas, si así agradara a Dios. Imitando a san Francisco en su amor a los Santos Lugares santos y por si fuera capturado por los infieles, antes de emprender el viaje quiso aprender de memoria la Regla de la Orden "para tenerla siempre delante de los ojos de la mente".

El amor de Simón a los hermanos se puso de manifiesto de manera extraordinaria en el último año de su vida, cuando una epidemia de peste devastó Cracovia. De julio de 1482 al 6 de junio de 1483 la ciudad estuvo bajo el flagelo de la enfermedad. En la desolación general, los franciscanos del convento de San Bernardino se prodigaron incansablemente en el cuidado de los enfermos, como verdaderos ángeles del consuelo.

Fr. Simón afrontó aquella situación como un "tiempo propicio" para ejercitar la caridad y para llevar a cabo la ofrenda de la propia vida. Por todas partes pasó confortando, prestando ayuda, administrando los sacramentos y anunciando la consoladora Palabra de Dios a los moribundos. Pronto resultó contagiado. Soportó con extraordinaria paciencia los sufrimientos de la enfermedad y, próximo a la muerte, expresó el deseo de ser sepultado en el umbral de la iglesia, para que todos pudieran pisotearlo. El 18 de julio de 1482, sexto día de enfermedad, sin temor a la muerte y con los ojos fijos en el crucifijo, entregó su alma a Dios.

Ha gozado de un culto "inmemorial", confirmado por el papa Inocencio XI el 24 de febrero de 1685. Su causa de su canonización, retomada por el Santo Padre Pío XII el 25 de junio de 1948, culminó el 3 de junio del año 2007 día en que fue canonizado, después del reconocimiento de la curación prodigiosa acaecida en Cracovia el año 1943, y atribuida a la intercesión del beato Simón, con decreto del Santo Padre Benedicto XVI del 16 de diciembre de 2006.

San Simón de Lipnica supo armonizar admirablemente el compromiso de la evangelización y el testimonio de la caridad, que brotaba de su gran amor a la Palabra de Dios y a los hermanos más pobres y que más sufren.

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Teodosia de Constantinopla, Santa Mártir, Julio 18  

Teodosia de Constantinopla, Santa

Mártir

Martirologio Romano: En Constantinopla, santa Teodosia, monja, que sufrió el martirio por oponerse a que se tirase, como había ordenado el emperador León Isáurico, una imagen de Cristo desde lo alto de la llamada Puerta de Bronce (s. VIII).

Etimología: Teodosia = don de Dios, del griego

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Tarsicia (Olga) Mackiv, Beata Virgen y Martir, 18 de julio  

Tarsicia (Olga) Mackiv, Beata

Virgen y Mártir

Martirologio Romano: En la aldea de Krystonopil, en Ucrania, beata Tarsicia (Olga) Mackiv, vírgen de la Congregación de las Hermanas Siervas de María Inmaculada y mártir, que, en tiempo de guerra, consiguió ante sus perseguidores dos victorias: la de la virginidad y la del martirio.

Olga Mackiv nació en el villorio de Khodoriv, en la región ucraniana de Lviv (Leópolis), el 23 de marzo de 1919.

Ingresó a las Hermanas Siervas de María Inmaculada el 3 de mayo de 1938. Dos años y algunos meses después emite sus primeros votos y recibé el nombre religioso de Tarsicia (Tarsykia).

Siendo la superiora de su convento a la llegada de los bolcheviques, realizó un voto privado ante la presencia de su director espiritual, el Padre Volodomyr Kovalyk, por el cual ella se manifiesta dispuesta a ofrecer su vida por la conversión de Rusia y para el bien de la Iglesia Católica.

Decididos a destruir el monasterio, la mañana del 17 de julio de 1944, los soldados rusos llamaron a la puerta del convento de Krystonopil, cuando Sor Tarsicia acudió a abrir la puerta, le disparoron sin ninguna advertencia, muriendo casi instantaneamente.

fue beatificada por Juan Pablo II en Leopoli (Lviv) junto con otros 24 mártires del comunismo el 27 de junio de 2001.

El grupo beatificado está integrado por:

Mykolay Charneckyj, Obispo, 2 abril
Josafat Kocylovskyj, Obispo, 17 noviembre
Symeon Lukac, Obispo, 22 agosto
Basilio Velyckovskyj, Obispo, 30 Junio
Ivan Slezyuk, Obispo, 2 diciembre
Mykyta Budka, Obispo, 28 septiembre
Gregorio (Hryhorij) Lakota, Obispo, 5 noviembre
Gregorio (Hryhorij) Khomysyn, Obispo, 28 diciembre
Leonid Fedorov, Sacerdote, 7 marzo
Mykola Konrad, Sacerdote, 26 junio
Andrij Iscak, Sacerdote, 26 junio
Román Lysko, Sacerdote, 14 octubre
Mykola Cehelskyj, Sacerdote, 25 mayo
Petro Verhun, Sacerdote, 7 febrero
Alejandro (Oleksa) Zaryckyj, Sacerdote, 30 octubre
Klymentij Septyckyj, Sacerdote, 1 mayo
Severijan Baranyk, Sacerdote, 28 junio
Jakym Senkivskyj, Sacerdote, 28 junio
Zynovij (Zenón) Kovalyk, Sacerdote, 30 junio
Vidal Vladimir (Vitalij Volodymyr) Bajrak, Sacerdote, 16 Mayo
Ivan Ziatyk, Sacerdote, 17 mayo
Tarsicia (Olga) Mackiv, Monja, 18 Julio
Olympia (Olha) Bidà, Suora, 28 enero
Laurentia (Leukadia) Harasymiv, Monja, 26 agosto
Volodymyr Pryjma, Laico, 26 Junio
(las fechas indicadas corresponden a las de su martirio)

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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